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    ARRIBA ESPAA! El primer libro sobre FE de las JONS

    J. Prez de Cabo

    Arriba Espaa!PRLOGO DE

    JOS ANTONIO PRIMO DE RIVERA

    PRIMERA EDICIN: MADRID 1.935

    J. PREZ DE CABO Digitalizado por FE de las JONS - 1 -

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    ARRIBA ESPAA! El primer libro sobre FE de las JONS

    NDICE

    PginaPrlogo ...................................................................................................................................3Prefacio...................................................................................................................................Gnesis ...................................................................................................................................7Arriba......................................................................................................................................9Razones crticas del movimiento La mentira radical de la democracia espaola y de todas

    las democracias liberales. - Izquierdas y derechas son pseudodemocrticas. - El falangismo essubstancialmente democrtico-orgnico........................................................................................1

    El "metalrgico desconocido" .............................................................................................14La accin directa...................................................................................................................16El individuo - La libertad. - El anarquismo superado por el sindicalismo. - El sindicalismo

    ,superado por el nacionalsindicalismo de Falange ........................................................................1El Estado nacionalsindicalista - El Estado es totalitario.......................................................21Falange y la monarqua. - Falange y la revolucin ..............................................................2El Imperio - El alma de Espaa. - Un secreto de Estado guardado trescientos aos ...........30El ocaso de los dioses - Slo Falange salvar la revolucin ................................................34

    La aristocracia de sangre. - El seoritismo...........................................................................36Las lites del nacionalsindicalismo. Sindicatos y milicias................................................38 Nuestra tctica ......................................................................................................................39La Iglesia Catlica................................................................................................................40Las autonomas.....................................................................................................................42Amrica - La emigracin - Nuestra marina-Nuestra marina mercante ................................4La camaradera. - David y Jonats. - Las camaradas de F.E. J.O.N.S..................................45Fuera los dioses!..................................................................................................................4El hecho csmico de la guerra. - El ejrcito.........................................................................4

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    PRLOGOQue asistimos al final de una poca es cosa que ya casi nadie, como no sea por miras inte-

    resadas, se atreve a negar. Ha sido una poca, sta que ahora agoniza, corta y brillante: sunacimiento se puede sealar, en la tercera dcada del siglo XVIII, su motor interno acaso se

    expresa con una palabra: el optimismo. El siglo XIX-desarrollado bajo las sombras tutelares deSmith y de Rousseau-crey, en efecto, que dejando las cosas a s mismas produciran los resul-tados mejores, en lo econmico y en lo poltico. Se esperaba que el librecambio, la entrega de laEconoma a su espontaneidad, determinara un bienestar indefinidamente creciente. y se suponque el liberalismo poltico, esta es, la derogacin de toda norma que no fuese aceptada por ellibre consenso de los ms, acarreara insospechadas venturas. Al principio los hechos parecierondar, la razn a tales vaticinios: el sglo XIX conoci uno de los perodos ms enrgicos, alegrese interesantes de la Historia, pero esos perodos han sido conocidos, en esfera ms reducida, potodos los que se han resuelto a derrochar una gran fortuna heredada. Para que el siglo XIX pudiera darse el gusto de "echar los pies por alto" fu preciso que siglos y siglos anterioresalmacenasen reservas ingentes de disciplina, de abnegacin y de orden. Acaso lo que se estimacomo la gloria del siglo XIX sea, por el contrario, la pstuma exaltacin de aquellos siglos quemenos se parecieron al XIX y sin los cuales el XIX no se hubiera podido dar el lujo de existir.

    Lo cierto es que el brillo magnfico del liberalismo poltico y econmico dur poco tiem- po. En lo poltico, aquella irreverencia a toda norma fija, aquella proclamacin de la lilbertad decrtica sin linderos, vino a parar en que, al cabo de unos aos, el mundo no crea en nada, nisiquiera en el propio liberalismo que le haba enseado a no creer. Y en lo econmico, el soado progreso indefinido volvi un da, inesperadamente, la cabeza y mostr un rostro crispado polos horrores de la proletarizacin de las masas, del cierre de las fbricas, de las cosechas tiradasal mar, del paro forzoso, del hambre...

    As al siglo XX, sobre todo a partir de la guerra, ser le llen el alma del amargo estupor delos desengaos. Los dolos, otra vez escayola en las hornacinas, no le inspiraban fe ni respeto. Y por otra parte es tan difcil, cuando ya se ha perdido la ingenuidad, volver a creer en Dios!

    ***He aqu la tarea de nuestro tiempo: devolver a los hombres los sabores antiguos de la nor-

    ma y del pan. Hacerles ver que la norma es mejor que el desenfreno, que hasta para desenfrenarse alguna vez hay que estar seguro de que es posible la vuelta a un asidero fijo. Y, por otra parteen lo econmico, volver a poner al hombre los pies sobre la tierra, ligarle de una manera ms profunda a sus cosas, al hogar en que vive y a la obra diaria de sus manos. Se concibe formams feroz de existencia que la del proletario, que acaso vive durante cuatro lustros fabricando emismo tornillo en la misma nave inmensa, sin ver jams completo el artificio de que aqueltornillo va a formar parte y sin estar ligado a la fbrica ms que por la inhumana frialdad de lanmina?

    Todas las juventudes conscientes de su responsabilidad se afanan en reajustar el mundo. Seafanan por el camino de la accin y, lo que importa ms, por el camino del pensamiento, sincuya constante vigilancia la accin es pura barbarie. Mal podramos sustraernos a esa universa preocupacin nosotros, los hombres espaoles cuya juventud vino a abrirse en las perplejidadede la trasguerra. Nuestra Espaa se hallaba, por una parte, como a salvo de la crisis universal por otra parte, como acongojada por una crisis propia, como ausente de s misma por razonestpicas de desarraigo que no eran las comunes al mundo. En la coyuntura, unos esperaban bailael remedio echndolo todo a rodar (esto de querer echarlo todo a rodar, salga lo que salga, es una

    actitud caracterstica de las pocas fatigadas, degeneradas: echarlo todo a rodar es ms fcil querecoger los cabos sueltos, anudarlos, separar lo aprovechable de lo caduco..., no ser la pereza

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    la musa de muchas revoluciones?). Otros, con ni candor risible, aconsejaban a guisa de remedila vuelta pura y simple a las antiguas tradiciones, como si la tradicin fuera un estado y no un proceso y como si a los pueblos les fuera ms fcil que a los hombres el milagro de andar haciaatrs y volver a la infancia.

    Entre una y otra de esas actitudes se nos ocurri a algunos pensar s no sera posible lograruna sntesis de las dos cosas: de la revolucin-no corno pretexto para echarlo todo a rodar, sinocomo ocasin quirrgica para volver a trazar todo con pulso firme al servicio de una norma-y dla tradicin-no como remedio, sino como sustancia, no con nimo de copia de lo que hicieronlos grandes antiguos, sino con nimo de adivinacin de lo que haran en nuestras circunstancias-Fruto de esta inquietud de unos cuantos naci la falange. Dudo que ningn movimiento polticohaya venido al mundo con un proceso interno de ms austeridad, con una elaboracin mssevera y con ms autntico sacrificio por parte de sus fundadores, para los cuales-quin va asaberlo como yo?-pocas cosas resultan ms amargas que tener que gritar en pblico y sufrir erubor de las exhibiciones.

    ***Pero como por el mundo circulaban tales y cuales modelos y como uno de, los rasgos ca-

    ractersticos del espaol es su Perfecto desinters por entender al prjimo, liada pudo parecersemenos al sentido dramtico de la Falange que las interpretaciones florecidas a su alrededor enmentes de amigos y enemigos. Desde los que, sin ms ambajes, nos suponan una organizacinencaminada a repartir estacazos basta los que, con ms empaque intelectual, nos estimaban partidarios de la absorcin del individuo por el Estado, desde los que nos odiaban como arepresentantes de la ms negra reaccin, basta los que suponan querernos muchsimo para veren nosotros una futura salvaguardia de sus digestiones cunta estupidez no habr tenido unoque leer y que or acerca de nuestro movimiento! En vano hemos recorrido a Espaa desgai-tndonos en discursos, en vano hemos editado peridicos, el espaol, firme en sus primeras

    conclusiones nfalbles, nos negaba, aun a ttulo de limosna, lo que hubiramos estimado msun poco de atencin.Cierta maana se me present en casa un hombre a ,quien no conoca: era Prez de Cabo,

    el autor de las pginas que siguen a este prlogo. Sin ms ni ms, me revel que haba escrito unlibro sobre la Falange. Resultaba tan inslito el hecho de que alguien se aplicara a contemplar efenmeno de la Falange hasta el punto de dedicarle un libro, que le ped prestadas las cuartillas yme las le de un tirn, robando minutos a mi ajetreo. Las cuartillas estaban llenas de bro y noescasas de errores. Prez de Cabo, en parte, quiz, por la poca difusin de nuestros textos, enotra parte, quiz-no en vano es espaol-, porque estuviera seguro de haber acertado sin necesidad de texto alguno, vea a la Falange con bastante deformidad. Pero aquellas pginas estabanescritas con buen pulso. Su autor era capaz de hacer cosas mejores. Y en esta creencia tuve conl tan largos coloquios que en las dos refundiciones a que someti a su libro lo transform porentero. Prez de Cabo, contra lo que hubiera podido hacer sospechar una impresin primera,tiene una virtud rara entre nosotros: la de saber escuchar, y leer. Con las lecturas que le suministr y con los dilogos que sostuvimos, hay pginas de la obra que sigue que yo suscribira consus comas. Otras, en cambio, adolecen de alguna imprecisin. y la obra entera tiene lagunasdoctrinales que hubiera llenado una redaccin menos impaciente. Pero el autor se senta aguijoneado por dar su libro la estampa y ni yo me senta con autoridad para reprimir su vehemencini, en el fondo, renunciaba al gusto de ver tratada a la Falange, como objeto de consideracinintelectual, en apretadas pginas de letra de molde. El propio Prez de Cabo har nuevas salidacon mejores pertrechos, pero los que llevamos dos aos en este afn agridulce de la Falange le

    agradeceremos de por vida que se haya acercado a nosotros trayendo, como los nios un pan, unlibro bajo el brazo.

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    .JOS ANTONIO PRIMO DE RIVERA

    Madrid, agosto 1935.

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    PREFACIOEste ensayo no pretende ser la exposicin de una doctrina. Es la revelacin de un espritu. Nuestro siglo es el siglo de las masas, esas masas que Ortega y Gasset ha visto ascender al

    escenario de la Historia por el escotilln de la democracia, fenmeno retratado por WalterRathenau con estas palabras, que son algo ms que una frase: "La invasin vertical de los brbaros".

    Todo ejercicio vital que lleve a las masas el sentido de la tragedia del destino humano es plausible y es redentor. La vulgaridad, el derecho al mando sin el esfuerzo para merecerlo, es lanorma sin normas de las masas. Y el movimiento falangista, estro heroico, disciplina y jerarquaimpone la limitacin y el esfuerzo dramtico. Adquiere as categora humana y encauza lavitalidad masista por caminos de aristocracia. Para toda obra de superacin que lance a la juventud por una ruta de ideal, nuestra simpata y nuestra adhesin ferviente. Por eso dejamos ala pluma expresar nuestra admiracin a la obra de Sorel, verdadero educador entusiasta de lasmasas, aunque la finalidad del movimiento falangista es precisamente la negacin de un punto

    de vista fundamental de Sorel, en cuanto nosotros proscribimos la guerra de clases. No pretendemos guardar la verdad absoluta; pero creemos que slo nuestro concepto trgi-

    co de la Historia y nuestro ideal de Imperio espaol son fuerzas espirituales capaces de sometera las masas a la soberana de las normas redimindolas del "cinismo", que es su caracterstica.

    No es un afn destructivo, sino un sentido profundamente humano de la vida, lo que hatransformado en nacionalsindicalismo a la crislida sindicalista.

    Desde el primer instante se enfrent con nuestro movimiento el marxismo militante; yconsideramos natural esta actitud; porque si esa doctrina ha de ir a sus ltimas consecuencias, eapisonadora de la personalidad humana, igualitaria y, en definitiva, dictatorial; por tanto, enemiga natural de todo movimiento vindicador de aquella personalidad, antidictatorial y preconizados de las lites, asequibles a la capacidad y al esfuerzo, en el Gobierno.

    Aun as, no hemos de negarles el saludo de camaradas a cuantos, marxistas o no, sientanlas inquietudes del espritu en el campo de la sociologa; porque camaradas consideramos aquienes, como quera Platn, vayan empujados por Eros (por el Amor) en busca de la verdad

    Somos milicia, y hemos de hacer honor a nuestros juramentos; pero cuando hayan pasadonuestros tiempos heroicos y nuestras banderas regresen del campo de batalla ondeando al vientode la victoria, sabremos depositar una corona de siemprevivas sobre la tumba de cuantos hayancado en defensa de un ideal, aun sobre la tumba de nuestros adversarios. Eran espaoles,combatan a Espaa creyendo defenderla, y generosamente vertieron su sangre por la doctrinaque el error les presentaba como salvadora de Espaa.

    Nuestro amor, para todos los espaoles; nuestro respeto, para todas las lealtades; nuestracrtica, para todas las-doctrinas; nuestro odio, para todas las farsas.

    Y todo por la gloria y la grandeza de Espaa.

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    GNESISEl movimiento de Falange Espaola de las Juntas de Ofensiva Nacionalsindicalista,

    organizado, con jerarquas y disciplina, no apareci sobre el territorio espaol por arte de magiani naci, como Minerva de la cabeza de Jpiter, armado de todas armas. Tuvo sus causas y

    motivos, como todos los movimientos poltico-sociales, y sus excitaciones propias como todoslos movimientos del espritu. Tambin tuvo sus precursores. Lo deplorable, y tambin loextrao, es que causas, motivos y excitaciones hayan encontrado un alma tan fra y un cuerposocial tan insensible, que siendo ms poderosas aqullas y ms visibles e intensos stos enEspaa que en la otra pennsula del Mediterrneo, se. nos haya adelantado en varios aos laexplosin del entusiasmo revolucionario italiano.

    Es cierto que la campaa abisinia, vergenza nacional, estaba clamando venganza, y quela victoria sobre los Imperios Centrales haba dejado a Italia con las manos casi vacas, con unacompensacin nfima de los ingentes sacrificios de la gran guerra; no menos cierto que ladesorganizacin social italiana posterior a la gesta blica era tan alarmante para las minorasselectas, rectoras al fin y propulsoras de la opinin pblica, que el hecho fascista estaba en elcorazn de Italia pugnando por convertir el afn patritico en una accin redentora que, comoaccin y movimiento, haba de traducirse fatalmente en una marcha triunfal.

    Pero Aduas los hemos tenido nosotros a docenas, y a centenares las manifestaciones detorpeza diplomtica no hay que hablar siquiera de nuestra desorganizacin social : realmente no puede desorganizarse lo que nunca estuvo organizado, y nosotros no hemos conocido an unaorganizacin social radicalmente distinta, por lo menos en e1 aspecto econmico, de la que noleg el sistema absolutista pseudoaristocrtico, sin que el fenmeno del industrialismo quecambi la faz de Europa haya influido ms que sobre la epidermis de la sociedad espaola.

    Esto es lo curioso: que el idea1 nacional espaol (de tipo serio y constructivo), hayatardado tanto en concretarse en un movimiento de alta escuela, en el movimiento que es FalangeEspaola.

    Al da siguiente de la firma del tratado de Paris, que liquid la guerra hispanoamericana,dos hechos negativos quedaron patentes : uno, la falta de pudor de la monarquaaustroborbnica, que no se suicid despus del desastre; otro, la irresponsabilidad infantil de lasociedad espaola, que no exigi a la monarqua la rendicin de cuentas de cuatrocientos aosde historia.

    Ese da debi irrumpir en la vida pblica el nacionalsindicalismo, previa la violentameteorizacin de la sociedad capitalista. Pero lejos de eso, como si estuviramos en el mejor delos mundos, seguimos adorando el dogma del rey inviolable e irresponsable y jugando a la

    democracia liberal con la divisin de poderes, las elecciones, el sufragio inorgnico y losParlamentos.Annual nos trajo el precursor. Pero un general devoto de la monarqua aunque asqueado

    de los partidos polticos; un patricio cargado de buena fe y con el corazn inflamado de amor ala Patria, pero de tan poca visin, que no se enter de que el sufragio universal era un universaembuste y senta la necesidad de apelar al sufragio para legitimar su magnfico acto de fuerzaque s1o poda legitimar la historia, ese brillante general no poda ser ms que eso: un precursolejano y efmero, incapaz de enlazar un pasado de desastres con un porvenir inmediato dereconstruccin nacional. Supo destruir, pero no supo edificar sobre las ruinas. Lo abandon egenio revolucionario capaz de escalar los altares del pasado para llamar desde all a los diosesdel futuro. A l, como a1 camuflado Azaa, le falt la sombra de1 genio en la hora cenital de su poder, precisamente la hora en que todos los cuerpos pierden la sombra.

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    Paz a los muertos.Se malogr, pues, el parto de la transformacin nacional, porque no tuvo genio el

    toclogo. Es ms : se troc en un aborto. H 14 de abril no es sino el aborte de la revolucineconmico-social que esperaba e1 pueblo espaol.

    En la cabeza del Estado no haba una corona, sino un gorro frigio. La bandera nacionalse enriqueci con el color morado del pendn de Castilla. Y eso fue toda la transformacin quehicieron las izquierdas.

    Para comprender la ausencia del genio revolucionario de aquella manada de burguesesremoqueteados de izquierdas , basta considerar que a los tres meses de la cada del rgimenmonrquico ya tenamos un Parlamento encargado de mantener todas las injusticias de Estadoanterior al 14 de abril en nombre del respeto a los derechos adquiridos, la irretroactividad deldespojo santificado por la ley y otras puerilidades legalistas. Hasta se llev al Parlamento uncuo garantizador de la inviolabilidad de todo 1o vetusto : la juridicidad. El da que reson esaingeniosa palabreja, comprendi el mundo que en Espaa no haba triunfado la revolucin; y al pueblo espaol se le hizo saber sin rodeos que un rey haba sido sustituido por un presidente pero que continuaban sagrados a la sombra del presidente los intereses ms o menos legtimonacidos al cobijo del rey; y que deba obediencia a los mismos caciques y adoracin a losmismos dioses.

    En el orden econmico sigui devorando vctimas el Moloch capitalista, y la nicareforma de las izquierdas fue la de capitalizar a unos cuantos marxistas.

    En el orden poltico sigui inflamando los aires el himno de la democracia, es decir, de laoligarqua de los caciques. Y con capitalismo sin funcin social y caciquismo sin respeto al pueblo espaol, las izquierdas se pasaron dos aos hablando en el mitin y en el Parlamento ennombre de la REVOLUCION! Pero no se perdi todo. El fraude no poda pervivir ufano, sin elatigazo de un censor; el pueblo defraudado, oy de repente un clarn de guerra que despertabaen su alma recuerdos imprecisos pero vivos y potentes : eran los acordes de la revolucindormida, pero no muerta, en sus entraas. H clarn haca vibrar en todas las almas una ilusin yuna esperanza. El clarn gritaba claro y distinto ARRIBA! y tena mucho de caracol marino porque llevaba dentro los rumores de todas las tormentas de los mares de la Historia. Y en elteatro de la Comedia, trono de la farsa, se organiz la repulsa programtica de 1a farsa. i ArribaHa irrumpido en Espaa el movimiento nacionalsindicalista, a la vez revolucionario yconstructivo. Jos Antonio Primo de Rivera, juventud y rebelde, despleg 1a bandera de FalangEspaola.

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    ARRIBA No se trata pues, de un Partido. Se trata de un movimiento meditado y pasional, ms an

    lo primero que lo segundo, que responde ante todo a un afn de reconquista. Reconquista,

    primero, del don de mando que ha ido perdiendo Espaa a medida que a su nombre ejercan emando, sin elquid divinum del genio, las dinastas extranjeras. Reconquista de la vitalidad,agotada al servicio de empresas que no siempre eran nuestras, sino muchas veces de las familiareinantes. La vitalidad espaola, ya por esas hemorragias muy mermada, lo parece ms porhallarse repartida en zonas incomunicantes de la sociedad. La anarqua individual ibrica hacontagiado a gremios y clases, que uno por uno se han cerrado entre murallas de indiferencia para el contorno, quedando cada clase aislada de las dems y entregada a sus propias fuerzas(Pensamiento clave de Ortega y Gasset enEspaa Invertebrada.) La falta del riego sanguneointerclasista convierte a cada una de las clases en una seorita clortica, desmedrada,susceptible, huraa y, a la postre, infecunda.

    SE NECESITA UN ESTADOEn estas condiciones, el Estado espaol vino a ser una clase ms. El len se transform

    en cordero, que triscaba o sesteaba plcidamente mientras en su derredor, y en el mismo planoroncaban las otras clases ni sus celdas impermeables.

    Era necesario destruir los paredones, articular unas con otras las clases, hacer cooperanteslos intereses y mezclarlos todos en el torrente de la vida nacional. Pero esto no puede lograrlo unEstado cordero. Es ineludible construir el Estado len. Y el dogma de Falange ser ese: Un

    Estado fuerte; pero un Estado instrumento nacional, no al revs, esto es, no un Estado tirnicoque convierta a la Nacin en instrumento; y para construir el Estado, la vuelta a la organizacineuropea que en clasificacin gremial har posible la dignificacin del trabajo despojndolo decarcter de mercanca, y el Gobierno del pueblo por las lites.

    Primo de Rivera pone, pues, su poderoso entendimiento al servicio de la verdad, y halla lafrmula del Estado nacionalsindicalista, corporativo y totalitario, de tipo espaol. No es un bloque de la cantera italiana o alemana. Es una creacin espaola. Pero sobre esto vo1veremosen un captulo especfico.

    Los espaoles somos muy dados a ridiculizar los gestos y los gritos simblicos. No nosdamos cuenta de que son un lenguaje sinttico, expresin de muchas teoras de pensamientos

    que se han elaborado en el gabinete de la reflexin y se han caldeado en el horno delsentimiento. Algunas veces nuestra sonrisa despectiva e irnica se hiela repentinamente en loslabios. El gesto y el grito responden a una voluntad de imponer las convicciones de losoficiantes, y un vago presentimiento de dramatismo nos vuelve serios y presta nuestro respeto agrito y al gesto.

    No se le ha ocurrido a Falange Espaola, que es por esencia un movimiento, lanzar el gritode Adelante! Eso sera prematuro. Antes de avanzar por la gran ruta de la Historia, es necesario ponerse en pi, porque Falange quiere que Espaa avance, no que se arrastre. El grito es, pues perfectamente congruente con el sentimiento y con el ideal falangista. Estamos en plena selvaoscura; el terror de las fuerzas csmicas mantiene a Espaa horizontal como el pitecntropos prehistrico antes de erguirse. EI jefe de Falange es e1 nico que puede sacudir todos losterrores, porque el entusiasmo de todas las juventudes falangistas se ha polarizado en el alma de jefe, potencindola y divinizndola. Slo su voz puede levantar a Espaa al transformarse en un

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    grito, porque es el grito de un dios. El alarido de Pan aterrorizaba a la naturaleza clsica. El gritodel jefe exulta nuestro cosmos social, y Espaa empieza a erguirse porque la exhortacin de una juventud guerrera forjada por millares de individualidadesorganizadas, es ms poderosa que ladecisin espaola de nirvana y renunciamiento.

    Naturalmente, con la resurreccin no hemos de conformarnos. Una vez en pie larejuvenecida nacin espaola, y gracias al Estado totalitario y sindical al servicio de la nacin,que ser como el esqueleto de acero de toda la construccin, la carroza de nuestro destinoavanzar majestuosa por el universo al conjuro de otro grito. Arriba! se convertir enAdelante!

    Arriba! es, pues, un grito de surgimiento, de ereccin y de .afirmacin del ser. El gritoimperial de resonancias universales lo oir la sociedad espaola despus cuando la jerarquasuprema del Estado totalitario proclame llegado el momento de cumplir el destino histrico deEspaa. Y e1 momento, adems, llegar pronto, porque si somos revolucin, tambin somosfebril construccin. Y Schiller cant: Cuando los reyes construyen tienen trabajo loscarreros.

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    Razones crticas del movimiento. Lamentira radical de la democraciaespaola y de todas 1as democraciasliberales. Izquierdas y derechas sonpseudodemocrticas. El falangismoesencialmente democrtico orgnico

    Espaa, a partir del final del siglo XV, no ha tenido un minuto de democracia. Muertaslas Cortes de los Reinos, que eran verdadera e indisputable representacin del pueblo agrupado por afinidades de intereses (los brazos) con procuradores designados corporativamente, de tamodo que era imposible la suplantacin de la voluntad popular, la democracia espaola la primera de las democracias europeas) muri en pleno renacimiento del sistema poltico romanoTodava fue posible la libertad por algunos aos; pero la democracia (que no es sinnimo delibertad) no volvi a conocerse en la nacin espaola. La ordenacin del Estado qued a lavoluntad del prncipe y en manos de ste se fue agotando la vitalidad que la democracia de losreinos acumulara en los siglos anteriores.

    El pueblo se desinteres cada da ms de los negocios pblicos, en los que no tenaintervencin, y conserv un poco de respeto para los reyes gobernadores que, al fin, bien o magobernaban; y ni siquiera el respeto le ofrend ya a la monarqua absoluta cuando los reyes

    dejaron de gobernar y se limitaron a reinar. Espaa no se acostumbra fcilmente a1 gobierno delos favoritos.Creyeron nuestros ingenuos polticos de 1812 que, pues el pueblo haba intervenido, y

    por cierto con carcter exclusivo, en la guerra de Independencia, necesariamente haba de seguiinteresndose en los problemas de todo orden planteados y que se plantearan en la vida pblicaY establecieron la forastera institucin del sufragio inorgnico. Aqu empieza la obra de lamentira que ha de perdurar en Espaa, falseando nuestra historia durante siglo y medio. Sesupone que los actos del Estado espaol son actos del pueblo espaol, ya que ste por medio desufragio universal elige a 1os constructores (destructores) y directores del Estado.

    Pero las corporaciones han desaparecido o tienen tan poca vitalidad que no recaban el

    derecho de sufragio ni lo ejercen dignamente cuando se les confiere por gracia real (rgimen bicameral). Queda, pues, el Poder legislativo confiado al principio de masa numrica traducidoen ese gran fraude que se denomina sufragio universal. El pueblo sigue tan alejado de la cosa pblica con el rgimen de la democracia oficial como lo estaba con la monarqua absoluta. Y para sostener la mentira democrtica y gobernar con la irresponsabilidad, cargando a la cuentadel pueblosoberano todos los errores y desafueros de gobierno, los llamados demcratasorganizan el curioso sistema del Gran Electorado bajo el camuflage del sufragio universal.

    Un cacique en cada municipio rural, que suele ser el prestamista de turno, amparado por elcacique provincial, generalmente presidente de la Diputacin, y al frente de todos ellos un GranCacique, tambin de turno, en el Ministerio conservador o liberal.

    Las elecciones se hacen en cada Municipio una semana antes de la fecha sealada enla gaceta, y todo pasa a la Junta provincial del Censo por si algn cacique municipal se ha

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    equivocado al hacer la distribucin de Votos.Y a los cuatro o cinco das se anuncia al mundo que el Partido conservador o el liberal

    (el de turno) ha ganado las elecciones por siete millones de sufragios.Con un sistema tan cmicamente serio, de aplicacin de los principios democrticos, no

    es extrao que Europa haya forjado una concepcin tan depresiva de la capacidad del puebloespaol: porque supone, con lgica, quel es el autor y el responsable de sus grandes desastres.Y ningn observador poltico europeo ha procurado hallar la explicacin de esta incapacidadde1 pueblo que desesperaba con su sagacidad poltica y su despierta audacia a un zahor tanconsumado como Maquiavelo. No se pierda de vista que Fernando e Isabel eran el: reflejo delalma espaola.

    Despus del 14 de abril, el sistema democrtico espaol es el mismo: oligarqua caciquildisfrazada de democracia. Slo que en vez de un cacique hay tres en cada municipio rural. quesuelen ser estos tres Grandes Electores : el secretario del Ayuntamiento, el Juez Municipal (oquien haya conseguido su nombramiento) y el cura o la junta de curas de1 municipio.Generalmente se ponen de acuerdo seis o siete das antes de la eleccin de Diputados y sedistribuyen los puestos para izquierdas y derechas, segn la poltica de turno. La masa neutracircunscrita a las ciudades, no influye : es el veinte por ciento aproximadamente del Censoelectoral. As, pues, cada diputado espaol tiene un veinte por ciento de representacin populary un ochenta por ciento de representacin oligrquica.

    Negamos que el Parlamento espaol represente al pueblo espaol, ni siquiera como masanumrica; por tanto, los Gobiernos que salen de ese Parlamento no pueden sostener que actan nombre de Espaa.

    Izquierdas y derechas sustentan, como vemos, el artilugio de sus organizaciones en unaradical mentira. Se dicen democrticas y desacreditan y falsean con sus procedimientos lademocracia, aun la democracia de origen inorgnico. No obstante, tachan de inmoral elfalangismo, porque, segn los pontfices izquierdistas y derechistas proscribe la democracia. Aesos fariseos del democratismo vamos a demostrarles que el falangismo es substancracia sevolatiliza y desaparece el Estado concebido y cialmente democrtico, hasta el punto que sin lademoque organizar Falange Espaola.

    El movimiento es nacionalsindicalista. La sociedad se concibe como una inmensaorganizacin de productores en 1o econmico, y un Gobierno de lites abiertas en lo poltico; ylas Corporaciones han de representar los intereses de toda la nacin. Precisamente para evitar efalseamiento de la democracia, tan cara al nacionalsindicalismo, proscribimos el sufragioinorgnico, que ha sido y es el pedestal oligrquico derechista-izquierdista.

    Falange sabe que el soplo del genio espaol slo animar a la sociedad si se vuelve a suestructura tradicional, modificada nicamente por los progresos de la economa moderna. Y laestructura tradicional es de tipo gremial.

    Claro que no podemos dar acceso al Gobierno a las incapacidades de cualquier orden,simplemente porque as lo quieren unos millares o unos millones de personas sin cualificacinEn la democracia de origen inorgnico suelen estar en los puestos de mando las msresplandecientes medianas, sin preparacin alguna para asumir esa responsabilidad. Porque lamasa no entiende a los mejores separados de su ruda comprensin por millones de kilmetroscualitativos. La masa entiende a los suyos, a 1os que son masa : y s1o a los que son masaatribuye las funciones de Gobierno, porque se hace la ilusin de que estando s~rs congneres enel Poder, eI Poder es de la masa. En este sentido, casi es un bien que la democracia numricaespaola haya sido sistemticamente falseada en los comicios.

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    No. Nosotros no daremos jams el Gobierno a la masa. El Gobierno ha de estar siempreen manos de las lites. Ahora bien: Nuestras lites son abiertas, y a ellas se incorporar siempretoda capacidad esforzada. Este acceso a las lites de Gobierno, libre siempre para todas lascapacidades que quieran dejar de ser simple masa, es la nica verdadera y sensata democraciaLo dems es suicidio de la sociedad. Y nuestra sociedad no es suicida.

    Hay alguna institucin ms democrtica que la Iglesia Catlica? En este imperioinmenso y eterno, la masa no gobierna jams; el Gobierno es de una escogidsima lite, queadems tiene la misin de conservar la continuidad histrica del sistema. Y aprovecho elmomento para declarar que podemos resolver ese gran problema de la continuidad a pesar dehaber declarado definitivamente fenecida la monarqua. Ese problema, que los escritoresdemocrticoliberales nos presentan con cierta fruicin, no es tal problema.

    La Iglesia Catlica no est regida por una monarqua hereditaria y tiene, no obstante,resuelto tambin el problema de la continuidad. El Papa, en consistorio, crea los Cardenales; y eSacro Colegio se encarga de elegir al Papa. As el Gobierno no sale nunca fuera de la lite.

    Y por qu no hemos de darle nosotros una parecida solucin al problema?Pero, volviendo al tema, vase cmo la lite de la Iglesia Catlica est siempre abierta a la

    capacidad esforzada. La inmensa mayora de los puestos de mando, de funcin y de consejoestn en poder de humildsimos fieles que por su virtud, su capacidad y su esfuerzo, han entradoen la lite eclesistica. Y sta es, indudablemente, una democracia muy superior a esa otra quese pasa la vida propinando estacazos al individuo a cambio de otorgarle a ste, una vez al ao, ederecho de llamarse pueblo soberano.

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    El metalrgico desconocidoMi amigo Manolo Risco, catedrtico de Optica en la Universidad Central, anda desde

    hace meses muy preocupado con un microbio que a toda costa quiere aislar para fijarle unaetiqueta y presentarlo al mundo en toda su personalidad desnuda. Porque, segn mi irnicoamigo, la fuerza enorme de ese microbio est precisamente en el incgnito con que circula poah. Y pueden ustedes ver a fisico en su laboratorio rodeado de reactivos y atento a lasrevelaciones de1 microscopio, con un afn y un celo que tiene tanto del fsico como delsocilogo. Mi amigo, de tres meses a esta parte, se pasa la vida investigando en el laboratorio eironizando en el caf. Y todo a propsito de1 metalrgico desconocido .

    Pero al ironizar al microbio, se ironiza d paso a s mismo: porque l es liberal izquierdistaY quien tiene la noble preocupacin irnica de descubrir al metalrgico desconocido , noest bien en un Partido democrtico-liberal. En cuanto yo me d cuenta de que senta la misma preocupacin, hace ya tiempo, romp loa contactos que tena con la democracia numrica y measom al nacionalsindicalismo. Y en e1 nacionalsindicalismo puedo .asegurarle, mi excelente

    amigo, que conocemos perfectamente al metalrgico que para usted es desconocido.Risco tiembla por el provenir de la sociedad (yo tiemblo por el porvenir del individuo,

    aunque no soy demcrata liberal) si no se aisla pronto a ese bicho. Efectivamente: las masas de metalrgicos desconocidos , si Falange no logra remediarlo, van a invadir el continente de ia poltica como han invadido otros ms nobles y menos ostensibles continentes (letras, cienciaseducacin), y en su poder los resortes de mando precipitarn el cataclismo de la civilizacineuropea, humana, espaola.

    Pues bien, amigo: deje ya el microscopio y arroje los reactivos. El metalrgicodesconocido est ah, a la vista, en e1 escenario histrico, ante las candilejas. Y no es unmicrobio: es un gigante.

    El metalrgico desconocido lo ha engendrado quien lo dira! la democracia liberal,que adems, construy para l una jaula: el capitalismo; pero una jaula tan grande como lacivilizacin europea : es decir, que el metalrgico desconocido anda suelto por la inmensa jaula de Europa y Amrica. Y no hay bichos de esa especie s1o entre 1os proletarios; quizsabundan ms, proporcionalmente, entre la burguesa y el gran capital. Todos los descualificados , todos los que no aspiran a desenvolver su destino bajo las normas superioresdel destino humano, son metalrgicos desconocidos .

    Y esa es la gran obra del nacionalsindicalismo. En l, todos estn obligados a aspirar a ser lite . Y con slo aspirar a ser lite , ya deja de ser desconocido. el metalrgico. Seconvierte, por el solo esfuerzo, en metalrgico (en hombre) de seleccin.

    En un famoso discurso pronunciado en Valladolid, D. Manuel Azaa vi en un instante deinspiracin lo que haba bajo la mscara ciudadana de los treinta mil escuchantes (escuchaban pero no comprendan la tragedia ntima del gobernante). Eran treinta mil hombres masa, oapelando al trmino irnico de Manolo fisico, treinta mil metalrgicos desconocidos . Laangustia de aquella visin apret el alma del poltico que, con nfasis de splica y deimprecacin, grit: Todo sometido al Estado, y el Estado por encima de todo ! Vana solucinla del Sr. Azaa al problema de la masa rebelde. La rebelin del metalrgico desconocidocontra toda norma social es algo ms que un problema de orden pblico.

    Todo sometido al Estado, y el Estado por encima de todo!, es una frmula fascista,simplista e incomprensiva. El problema es de reorganizacin total de la sociedad, de desmontartodo el enorme artilugio capitalista, en lo econmico, y todo el tinglado liberal democrtico, enlo poltico.

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    El Sr. Azaa debiera darse cuenta de que las masas descualificadas mandan por derecho propio desde que se han convencido de la existencia real de la democracia. liberal, en laque tardaron mucho en creer. Si la masa numrica es la mitad ms uno de la sociedad espaola,por qu no ha de imponer sus torpes caprichos por medio del sufragio inorgnico en unrgimen propio? Y los impone, acuchillando unas veces a las derechas y otras a las izquierdas

    Derechas e izquierdas son ante todo masa numrica , y la sociedad poltica de derechas eizquierdas se suicida con el pual del sufragio peridicamente, por entregas. Pero qu importaque 1a nacin se suicide, si lo ha decretado as la democracia liberal? El da que se le ocurra a lsociedad liberal democrtica fusilar a todos los espaoles que no tengan los ojos azules, el Sr.Azaa y yo lo pasaremos muy mal, y adems tendremos que presentarnos sonriendo agradecidoal pelotn de fusilamiento que cumple democrticamente la orden, santa, sabia y justa, porque esla orden de la mitad ms uno de os votos individuales. La mitad ms uno siempre tiene razn, y por eso fu muy justa la orden del Gobierno liberal que mand a Cervera entregar a centenarede espaoles a las fauces de los tiburones, en Santiago de Cuba...

    Cuanto ms poderoso sea el Estado en. un rgimen de democracia numrica, ms tirnica

    ser la voluntad de la masa duea de ese instrumento coactivo. Por eso el grito italo-fascista deSr. Azaa en Valladolid: todo sometido al Estado y el Estado por encima de todo tiene todaslas desventajas del italo-fascismo y todo e1 peligro brbaro de la democracia liberal.

    Al metalrgico desconocido de la democracia numrica no se le puede combatir entregndole un Estado omnipotente; eso es hacer omnipotente a1 enemigo, y esa es ladescabellada solucin democrtica liberal. Al metalrgico desconocido s1o puede vencerloel nacionalsindicalismo que empieza por encuadrarlo en un sindicato profesional, lo trata sin blandura pero con justicia adscribindole al sindicato la plusvala creada por el trabajo y que laorganizacin democrtica capitalista viene adscribiendo injustamente al capital papel; le iluminael entendimiento y le enfervoriza e1 corazn con el ideal y con el sentimiento de la Patria; y leobliga a ver y sentir la necesidad de obedecer a la lite y la conveniencia de esforzarse en penetrar en la lite misma siempre abierta a la capacidad y al. esfuerzo.

    Si yo tuviera las aficiones de Gonzalo de Berceo, le pedira al Sr. fisico el galardn de unvaso de bon vino por haberle presentado sin careta y sin incnito al metalrgicodesconocido y juntamente la solucin nica eficaz al problema que un da tanto empavorecial italo-fascista Sr. Azaa.

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    La accin directaOrtega y Gasset ha hecho una acerba censura de la accin directa , estudindola,

    analizndola, diseccionndola, ironizndola; y entre otras bellas saetas de su acerada critica, selee en La Rebelin de las masas : Tener una idea es creer que se poseen las razones de ellay es, por tanto, creer que existe una razn, un orbe de verdades inteligibles. Idear, opinar, es unamisma cosa con apelar a tal instancia, supeditarse a ella, aceptar su Cdigo y su sentencia, creer por tanto, que la forma superior de la conveniencia es el dilogo en que se discuten las razonede nuestras ideas. Pero el hombre masa se sentira perdido si aceptase la discusin, einstintivamente repudia la obligacin de acatar esa instancia suprema que se halla fuera de l poeso, lo nuevo es en Europa acabar con las discusiones , y se detesta toda forma deconvivencia que por s misma implique acatamiento de normas objetivas, desde la conversacinhasta el Parlamento, pasando por la ciencia. Esto quiere decir que se renuncia a la convivenciade cultura, que es una convivencia bajo normas, y se retrocede a una convivencia brbara. Sesuprimen todos los trmites normales y se va directamente a la imposicin de lo que se deseaEl hermetismo del alma, que, como hemos visto antes, empuja a la masa para que intervenga entoda la vida pblica, la lleva tambin, inexorablemente, a un procedimiento nico deintervencin : la accin directa. ... Toda la convivencia humana va cayendo bajo este nuevorgimen en que se suprimen las instancias indirectas. En el trato social se suprime la buenaeducacin . La literatura, como accin directa , se constituye en el insulto. Las relacionessexuales reducen sus trmites.

    Trmites, normas, cortesa, usos intermediarios, justicia, razn! De qu vino inventar todo esto, crear tanta complicacin? Todo ello se resume en la palabra civilizacin que, al travsde la idea decivis , el ciudadano, descubre su propio origen. Se trata con ello de hacer posible laciudad, la comunidad, la convivencia. Por eso, si miramos por dentro cada uno de esos trebejosde la civilizacin que acabo de enumerar, hallaremos una misma entraa en todos. Todos enefecto, suponen el deseo radical y progresivo de contar cada persona con las dems. Civilizacies, antes que nada, voluntad de convivencia. Se es incivil y brbaro en la medida en que no secuente con 1os dems ...

    No nos comprenden, aun siendo adversarios de la democracia liberal, y no siendo extraaa nuestro estilo cierta tendencia a preferir la accin directa por lo que luego veremos, losreproches de D. Jos. Nuestro Movimiento es democrtico, y democracia es dilogo.

    Pero lo que no se nos puede exigir es que descendamos a1 comadreo de solar o a ladisputa de taberna o de caf. El mismo D. Jos repudia la discusin que no est regida por eldeseo de ajustarse a la verdad. No hay cultura, dice, donde no hay acatamiento de ciertasltimas posiciones intelectuales a que referirse en la disputa. Si alguien en su discusin connosotros se desinteresa de ajustarse a la verdad, si no tiene la voluntad de ser verdico es,intelectualmente, un brbaro. Bien: Se nos puede decir dnde est el deseo de losParlamentos liberales de ajustarse a la verdad? No acuden los Partidos (las docenas de Partidosdel Parlamento espaol, al sufisma constante, a la presin de las mayoras circunstanciales, a lacombinaciones ms o menos ridculas para hacer triunfar siempre el inters del Partidodominante? Cuntos aos hace que no se guarda ninguna Constitucin tericamente vigenteque se salta, incluso, por encima de las mismas esencias democrticas, en inters de este o deotro Partido? Pues todo eso es rehuir las instancias supremas y hacer imposible la convivenciaY, naturalmente, nosotros no podemos perder el tiempo en discusiones bizantinas con unsistema que es radicalmente falso, inautntico, y que, adems, se envilece todos los das con lahipocresa y el sofisma. Llegar un da, anunciaba Donoso Corts, en que las gentes, hartas deescuchar el pro y el contra de todas las cuestiones se derramarn por calles y plazas y volcarnen el polvo la ctedra de los sofistas. Pero de esto no tiene la culpa un movimiento como el

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    nuestro, que siente en cada minuto que pasa una nueva agona por la Patria. Tiene la culpa la pseudodemocracia espaola, que no representa ni siquiera a la masa. numrica y que no haranada de provecho aunque fuera verdadera democracia de origen inorgnico, porque representanmeros es no representar nada. No nos interesa, pues, ni puede interesar a nadie de buensentido y de afn constructivo, discutir en un Parlamento a ttulo de nmero con otros nmero

    sentados en unos escaos. All ellos con su farsa. Pero rehuir el dilogo con los hombres y confuerzas animadas por el deseo de la verdad, eso nunca. Precisamente, nuestro xito est en eldilogo. Dilogo es propaganda, y nosotros somos eminentemente proselistas. Somosentusiasmo; pero las alas de nuestro entusiasmo son de raciocinio puro; y slo convencidos denuestra razn podemos convertirnos en sembradores. Mientras los Partidos polticos vanofreciendo prebendas para el presente o para un futuro inmediato, y asi ganan sus adeptos (laadhesin de los apetitos), nosotros ofrecemos el sacrificio, el peligro y, all a lo lejos, la auroradel resurgimiento imperial de Espaa. Y nuestras filas van engrosando rpidamente a pesar delos rigores de la disciplina. He ah el resultado del raciocinio, del dilogo entre hombres quesienten la atraccin suprema de la verdad.

    Si todo eso es la accin directa, entonces s somos sus fanticos.Se nos podr dar en rostro con nuestro desinters por las luchas electorales de lademocracia numrica? Bah! Somos gente seria.

    Slo faltara que nuestros deslumbradores ideales fueran alegremente al banquete de lossofistas, a comulgar en la farsa liberal democrtica ante una urna electoral que tiene tantas y mcuantas papeletas sin sentido alguno de poltica constructiva : porque los nmeros se colocan enlnea, pero, no construyen cosa alguna. Y eso, en el menos malo de los supuestos; porquegeneralmente, ya sabemos cmo se hacen las elecciones en la beatifica liberal democraciaespaola.

    Yo me atrevo a predecir que a no muy largo plazo, el contraste manifiesto entre nuestroideario redentor y e1 contenido mezquino de la liberal democracia nos envolver en una olagigantesca de entusiasmo nacional que ascender hasta las ms altas cumbres y all dejarinstalado nuestro programa y nuestras lites para llevarse en la bajamar todos los artilugios de lademocracia liberal. Y esa ser la accin directa del estro popular, ante la que tendrn quearrodillarse izquierdas y derechas en nombre de sus mismos principios democrticos y, sobretodo, por obra de su propia impotencia. Pero entindase bien que esta oleada popular no ser provocada ciertamente por la propaganda subversiva que no nos es til ni necesaria. La provocar la propaganda de la verdad, que es la entraa de nuestra doctrina.

    Nuestro movimiento no es el impulso natural de la rebelda de las masas contra lasminoras selectas, masas sublevadas y dispuestas a imponer por la violencia su vulgaridad

    igualitaria destructora de todo afn de superacin.Lejos de eso, el nacionalsindicalismo es esencialmente constructivo; establece

    dogmticamente el principio de la jerarqua, y mediante el culto de la disciplina trabaja conentusiasmo por superarse cada da y cada minuto. Bien estn los dicterios inspirados por elhorror a la violencia, para las doctrinas que apacientan a las masas con el concepto materialistade la Historia; pero nosotros tenemos y predicamos e imponemos el concepto aristocrtico, encuanto vemos y ponemos la responsabilidad del mando en manos de las lites, y en cuantotenemos, como la Iglesia Catlica (V. el captulo La Iglesia Catlica ), el sentido trgico de lavida.

    Ahora bien: este sentido trgico es un motor de tanta potencia que, una vez colocado en el

    corazn de las masas, las aristocratiza e irremisiblemente lleva al Poder a las lites delmovimiento. Acaso podr ser necesaria la violencia para desplazar a la democracia liberal e

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    da que el mbito nacional se convierta en un inmenso alarido de adhesin a losreconquistadores del alma espaola? Si es necesaria entonces la fuerza, tanto peor para lademocracia, que ser quien ejerza la accin directa en nombre de unos principios caducosincapaces .de justificar la situacin de hecho.

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    El individuo. La libertad. El anarquismo superadopor el sindicalismo. El sindicalismo superado por elnacionalsindicalismo de Falange

    Pregonan los pseudodemcratas que el nacionalsindicalismo ha declarado la guerra alindividuo; que anula la personalidad humana; y que para l no hay ms personas que las personas jurdicas de carcter econmico. Se trata de asustar a las gentes anunciando la periclitacin de la libertad individual, y al efecto se nos: pinta como manadas disciplinadas detigres que se alimentan, por lo visto, de derechos individuales.

    De dnde se ha sacado esa peregrina visin del nacionalsindicalismo? Ante todoqueremos formular esta interrogante previa : Hasta qu punto defiende la personalidad humanla democracia del sufragio inorgnico? Dispone de s libremente el individuo desde que se proclamaron sus derechos va para dos siglos, o ms bien, es un esclavo del sistema capitalistnacido y crecido con la democracia de ese tipo, y lleva la argolla en el estmago?

    El Conde de Romanones, discpulo aventajado de Romero Robledo, suele decir que suvoto y el de su portero tienen el mismo valor; pero que el Conde est seguro de disponer siempre del voto del portero. Esa frase encierra una precisa definicin de la libertad poltica basada en el sufragio universal.

    Conscientes de la farsa fundamental del Estado democrtico, los anarquistas, inocentes pero sinceros campeones de la libertad del individuo, pretenden eliminar la. ley y acabar con laautoridad que representa siempre, al menos tericamente, la sumisin del individuo a la fuerzade la muchedumbre. Pero el individuo, como un bloque aislado y como una protesta vivientecontra el principio de sociabilidad inherente al hombre, no puede dictar normas cuyoacatamiento por los dems haga posible su existencia. Era necesario, pues, suprimir la limitacinsin destruir el principio de libertad. Y se acudi a la ficcin de1 individuo sindicato. Por mediodel sindicato, organizacin actuante de los intereses profesionales individuales, podraestablecerse la sociedad sobre una libertad ilimitada y prescindiendo del aborrecido Estadorector. La soberana del individuo se trocaba en soberana del sindicato.

    De esta falacia fundamental se desprendi una verdad luminosa. No era cierto que elsindicato fuera un superindividuo, porque no puede haber individuos divisibles: eso es unimposible metafsico; pero la proteccin al individuo era mucho ms eficaz desde el plano delsindicalismo que desde la plataforma democrtica.

    Ese era el golpe de florete al corazn de la democracia. Slo faltaba dibujar con trazoArme los limites de1 sindicato. Para que este no fuera precisamente lo contrario de lo que pretenda ser, haba que contar con todos 1os factores de la produccin. Tan individuo era e1 patrono como el obrero. El sindicato no poda circunscribirse al inters profesional. de un soloelemento de la produccin. Otra cosa sera la guerra de clases y la imposicin de unos a otrosindividuos o superindividuos. Y como los sindicatos se haban reducido a eso, a la organizacinde los trabajadores para destruir el Estado que en esencia era o se supona representacin detodos los individuos, fu preciso superar el sindicalismo unilateral, crear sindicatos integrales de productores, y organizar las corporaciones, que no son una persona jurdica, sino un organismode la administracin pblica, y destruir as el Estado individualista que paradjicamenteasfixiaba al individuo, destruir, en una palabra, el Estado democrtico que es la negacin de lamisma libertad individual a la que debe, tericamente, la vida, y poner en el sindicalismo elfermento de la idea nacional, unidad de destino, Patria.

    Y para vivir, habida cuenta de que el mundo est dividido en parcelas, donde se cultiva la

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    flora del espritu y donde crecen los sentimientos a diferentes temperaturas, haciendo posibleslos choques de los intereses de unas con los de otras parcelas, cada una de stas ha deorganizarse en un sentido naciona1, procurando imponer su concepto y su sentimiento de la vid para llevar su propia personalidad al concierto universal de las ideas, de las pasiones y de losintereses. Ante todo, respeto a la naturaleza, que es la suprema norma de la vida. Y la naturaleza

    que ha dado a los hombres el denominador universal del espritu, tambin los ha particularizadoen zonas clidas de sentimientos. Es locura, pues, y rebelin estril contra las leyes naturales pretender borrar la realidad incontrastable de la Patria; pero es ferocidad de tribu canbaconvertir la Patria en campo de depredacin donde, a pretexto de acatar la soberana individuade la mayora-masa numrica, se sacrifica a los ciudadanos en las piedras sagradas de 1os partidos polticos, provechosos nicamente para los caciques profesionales que participan en lasviandas con arreglo a la cantidad de masa que cultivan, esto es, que engaan o sobornan.

    El nacionalsindicalismo acomete la empresa viril de superar al sindicalismo precisamente para arrancar al individuo (patrono u obrero) de las garras de la democracia y del capitalismoencuadrndolo en el marco de los sindicatos profesionales, coincidiendo en esta aspiracin y en

    esta tctica con el puro sindicalismo. Pero no se detiene ah. Busca la felicidad mxima posibledel individuo (patrono u obrero), poniendo a los sindicatos en sentido vertical a producir bienesy ordenando la distribucin de la plusvala de tal modo que garantiza la vida holgada a que tienederecho cada individuo que desarrolla su natural capacidad de trabajo, manual o director, dentrode1 sindicato. Ahora bien : los bienes que producen los sindicatos son solamente-de ndolematerial. Pero aun el orgullo de sentirse espaol es un bien espiritual que el Estadonacionalsindicalista ha de crear para felicidad del individuo. De aqu la omnipotencia que ha degozar el Estado totalitario puesto a labrar la felicidad de un pueblo atendiendo al desarrollo detodas las actividades organizadas y sin matar por desviacin irracional de su intervencin la personalidad individual representada ante todo en la propiedad privada, que no es ni muchomenos incompatible con la actividad del Estado omnipotente, que se limita a exigir a esa

    propiedad el cumplimiento de su funcin social, ya que nuestro Estado es el nico Estadorealmente democrtico que ha conocido la Historia, y que no puede matar al individuo ni ahogaa la sociedad, por ser un instrumento y no un seor de sta.

    A los beatos adoradores de la pseudodemocracia podra fcilmente agurseles la fiestantima descubriendo que los ciclos histricos de hiperdemocracia individualista son precisamente los de la ms brutal de las tiranas. Qrtega y Gasset ha observado estacoincidencia. El individuo tiene a su favor ms reservaciones (derechos individuales) en ergimen de las Monarquas absolutas, y acaba por ser absorbido por el Estado en lashiperdemocracias. Era ms libre el individuo en la monarqua feudal que en la democraciaateniense. Y, desde luego, protegida por la organizacin nacionalsindicalista, la personalidadhumana entrar definitivamente en un rgimen de libertad, precisamente por la omnipotenciasocial sindical, que es la nica fuerza capaz de libertar al hombre de la opresin capitalista sinarrojarlo en brazos de la tirana de clase. Jos Antonio atribuye al sindicato (para que refluya enla nacin y aumenta as el bienestar de los individuos) la plusvala de los bienes creados por eltrabajo, que hoy arrebata para s el capitalismo. La justicia econmico social ser la mejorgaranta de la libertad.

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    El Estado nacionalsindicalista.El Estado es totalitario

    La democracia liberal, que pretende ser librecambista en lo econmico e individualistaen lo poltico y que profesa esos dogmas como fundamentales se ha visto muchas veces, y seve en la actualidad , constreida por la necesidad de vivir, a abjurar en la prctica, de sus propios principios. Se niega,, pues, a si misma,y pretende, no obstante, declarar antihumano elEstado totalitario, que acta de acuerdo con las circunstancias y recaba para s, en previsin delas necesidades, el ordenamiento de la vida nacional.

    Un Estado jurdico, ha dicho Mussolini, no puede ser el Estado que represente un Partido,sino el Estado que represente la colectividad nacional; que lo abarque todo que est por encimade todo; que lo proteja legalmente todo; que, en fin, se. levante con derecho omnipotente contraquien ponga mano en su soberana imprescriptible, un Estado que no d la razn al ms fuerteun Estado que no se parezca nada al Estado liberal, incapaz de la menor organizacin jurdica yde la menor x ealizacin financiera; un Estado que no se vea a merced del socialismotodopoderoso; un Estado que no crearealizables los problemas desde el punto de vistaexclusivamente poltico. Las ametra11adoras no bastan si el espritu no las prepara y disparaToda h armazn del Estado se desploma como un viejo escenario de opereta cuando no existe lasuprema conciencia de cumplir un deber magno y de realizar una misin colectiva . Con m precisin y ms a fondo ha examinado Jos Antonio esta cuestin vial de la organizacin deEstado. En su discurso en el Crculo de la Unin Mercantil, de 9 de abril ltimo, dijotextualmente: Pues bien, en esta Espaa, que no fu nunca superindustrializada, que no estsuperpoblada, que no ha padecido la guerra; donde conservamos la posibilidad de rehacer unaartesana que an permanece en gran parte; donde tenemos una masa fuerte, entramada,disciplinada y sufrida de pequeos productores y de pequeos comerciantes, donde tenemos unserie de valores espirituales intactos, en una Espaa as ca qu esperamos para recobrar nuestraocasin y ponernos otra vez, por ambicioso que esto suene, en muy pocos aos, a la cabeza deEuropa? Pues esperamos a esto : a que los Partidos polticos hagan el favor de dar por terminadas sus querellas sobre si van o no a liquidar las pequeas diferencias que tienen pendientes en el Parlamento y fuera del Parlamento.

    Fijaos en la caracterstica de la tragedia espaola y de la tragedia europea...: el hombreha sido desintegrado, ha sido desarraigado, se ha convertido, como os deca antes, en un nmeroen las listas electorales y en un. nmero en la cola a las puertas de las fbricas; este hombredesintegrado lo que est pidiendo a voces es que le vuelvan a poner los pies en la tierra, que sele vuelva a armonizar con un destino comn, sencillamente (llamando a las cosas por sirnombre), con el destino de la Patria. La Patria es el nico destino colectivo posible. Si loreducimos a algo ms pequeo, a la casa al terruo, entonces nos quedamos con una relacincasi fsica; si lo extendemos al Universo, nos perdernos en una vaguedad inasequible. La Patriaes justamente, lo que configura sobre una base fsica una diferenciacin en lo universal; la Patries cabalmente, lo que une y diferencia en lo universal el destino de todo un pueblo; es, comodecimos nosotros siempre, una unidad de destino en lo universal. Pues bien, esta integracindel hombre y de la Patria, a qu esperamos para hacerla? Pues esperamos a que los Partidos deizquierda y los Partidos dq derecha se den cuenta de que estas dos cosas son inseparables, y yaveis que no los censuro por ninguna menuda peripecia; los censuro por esta incapacidad paracolocarse ante el problema total del hombre integrado en la Patria. Los partidos de izquierda venal hombre, pero lo ven desarraigado. La constante de las izquierdas es interesarse por la suertedel individuo contra toda arquitectura histrica, contra toda arquitectura poltica como si

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    fueran trminos contrapuestos. El izquierdismo es, por eso, disolvente; es, por eso, corrosivo; es por eso, irnico, y estando dotado de una brillante coleccin de capacidades es, sin embargomuy apto para la destruccin y casi nunca apto para construir. El derechismo, los partidos dederecha, enfilan precisamente el panorama desde otro costado. Se empean en mirar tambincon un solo ojo, en vez de mirar claramente, de frente y con los dos. El derechismo quiere

    conservar la Patria, quiere conservar la unidad, quiere conservar la autoridad, pero sedesentiende de esta angustia del hombre, del individuo, del semejante que no tiene para comer. Esta es rigurosamente la verdad, y los dos encubren su insuficiencia bajo palabrera:

    unos invocan a la Patria sin sentirla ni servirla del todo; los otros atenuar su desdn, sinindiferencia por el problema profundo de cada hombre, con frmulas que, en realidad, no sonms que mera envoltura verbal, que no significan nada. i Cuntas veces habr odo decir a loshombres de derecha: estamos en una poca nueva; hay que ir a un Estado fuerte, hay quearmonizar el capital con el trabajo, tenemos que buscar una forma corporativa de existencia! Yoos aseguro que nada de esto quiere decir nada; que son puros buuelos de viento. Por ejemploqu es eso de un Estado fuerte? Un Estado puede ser fuerte cuando sirva un gran destino,

    cuando se sienta ejecutor del gran destino de un pueblo. Si no, el Estado es tirnico. Ygeneralmente, los Estados tirnicos son los ms blandengues. Cuando Felipe II asista a laentrega de un hereje a la hoguera, estaba seguro de que dejndole ir a la hoguera, serva aldesignio de Dios. En cambio, cuando un Gobierno liberal de nuestros das tiene que fusilar auno que ha traicionado a su Patria, no se atreve a fusilarle porque no se siente suficientemente justificado por dentro.

    Otra de las frases: Hay que armonizar el capital con el trabajo. Cuando dicen esto creenque han adoptado una actitad inteligentsima, humansima ante el problema social. Armonizar ecapita1 con el trabajo... que es como si yo dijera : me voy a armonizar con esta silla . Elcapital (y antes he empleado bastante tiempo en distinguir el capital de la propiedad privada) eun instrumento econmico que tiene que servir a la economa total y que no puede ser elinstrumento de ventaja y de privilegio de unos pocos que tuvieron la suerte de llegar antes ... Y el Estado corporativo? Esta es otra de las cosas. Ahora son todos partidarios del Estadocorporativo; les parece que si no son partidarios del Estado corporativo les van a echar en caraque no se han afeitado aquella maana, por ejemplo. Esto del Estado corporativo es otro buuelode viento. Mussolini, que tiene alguna idea de lo que es el Estado corporativo cuando instal laveintids corporaciones hace unos meses, pronunci un discurso en el que dijo : Esto no esms que un punto de partida; pero no es un punto de llegada . La organizacin corporativa,hasta este instante, no es otra cosa, aproximadamente, en lneas generales, que esto : los obreroforman una gran Federacin; los patronos forman otra gran Federacin y entre estas dos grandeFederaciones monta el Estado como una especie de pieza de enlace. A -modo de solucin provisional, est bien; pero notad bien que este es, agigantado, un recurso muy semejante al denuestros Jurados mixtos. Este recurso mantiene hasta ahora intacta la relacin de trabajo en lostrminos en que la configura la economa capitalista; subsiste la posicin del que da el trabajo yla del que arrienda su propio trabajo para vivir. En un desenvolvimiento futuro, en undesenvolvimiento que parece revolucionario y que es muy antiguo, que fu la hechura quetuvieron las viejas Corporaciones europeas, se llegar a no enajenar el trabajo como unamercanca, a no conservar esta relacin bilateral del trabajo, sino que todos los que intervienenen la tarea, todos los que forman y completan la economa nacional, estarn constitudos ensindicatos verticales que no necesitarn ni de Comits paritarios, ni de piezas de enlace, porquefuncionarn orgnicamente como funciona el ejrcito, por ejemplo, sin que a nadie se le hayaocurrido formar Comits paritarios de soldados y jefes...

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    Todo eso son historias. La nica manera de resolver la cuestin socia1 es alterando dearriba abajo la organizacin de la economa. Esta revolucin en la Economa no va a consistir,como dicen por ah que queremos nosotros los que todo lo dicen porque se les pega al odo, sindedicar cinco minutos a examinarlo, en la absorcin del individuo por el Estado, en el pantesmoestatal. Precisamente, la revolucin total, la reorganizacin total de Europa, tiene que empezar

    por el individuo, porque el que ms ha padecido con este desquiciamiento, el que ha llegado aser una molcula pura, sin personalidad, sin sustancia, in contenido, sin existencia, es el pobreindividuo, que se ha quedado el ltimo para percibir las ventajas de la vida. Toda laorganizacin, toda la revolucin nueva, todo el refortalecimiento del Estado y toda lareorganizacin econmica irn encaminados a que se incorporen al disfrute de las ventajas esamasas enormes desarraigadas por la economa liberal y por el conato comunista.

    A esto se llama absorcin del individuo por el Estado? Lo que pasa es que entonces elindividuo tendr el mismo destino que el Estado; que el Estado tendr dos metas bien claras ; loque nosotros decimos siempre : una hacia fuera, afirmar a la Patria; otra hacia dentro, hacer mfelices, ms humanos, ms participantes en la vida humana a un mayor nmero de hombres. Y e

    da en que el individuo y el Estado, integrados en una armona tota1, tengan un solo fin, un solodestino, una sola suerte que correr,entonces si quepodr ser fuertee1 Estado, sin ser tirnico, porque slo emplear su fortaleza para el bien y la felicidad de sus sbditos. Esto es precisamente lo que debiera ponerse a hacer Espaa en estas horas: asumir este papel dearmonizadora de1 destino del hombre y del destino de la Patria; darse cuenta de que ei hombreno puede ser libre, no es libre si no vive como un hombre, y no puede vivir como un hombre sno le aseguran un mnimo de existencia, y no puede tener un mnimo de existencia, si no seordena la economa sobre otras bases que aumenten la posibilidad de disfrute de millones ymillones de hombres; y no puede ordenarse la economa sin un Estado fuerte y organizador sinoal servicio de una gran unidad de destino que es la Patria; y entonces ved cmo todo funcionamejor, ved cmo se acaba esta lucha tirnica, trgica entre el hombre y el Estado que se siente

    opresor del hombre. Cuando se logre esto (y se puede lograr, y esa es la clave de la existenciade Europa, que asi fu Europa cuando fu y as tendr que volver a ser Europa y Espaa),sabremos que en cada uno de nuestros actos, en el ms familiar de nuestros actos, en la mshumilde de nuestras tareas diarias, estamos sirviendo, al par que nuestro modesto destinoindividual, el destino de Espaa y de Europa y del mundo: el destino total y armonioso de lacreacin. Bien claro, pues, lo hace saber Jos Antonio. No se trata de un Estado esencialmentopresor, dictatorial. Nuestro Estado no tiene la dictadura como sistema, aunque no puede, claroes, excluirse la posibilidad de ese fenmeno para la implantacin del sistema, pero justificado ehecho dictatorial como instrumento, no como fin, y como instrumento transitorio y efmero. EEstado totalitario nacionalsindicalista no se justifica por su propia omnipotencia, sino comoinstrumento necesario de la sociedad para garantizar la libertad y labrar la felicidad individual yla grandeza de la Patria. Nuestra organizacin no es, pues, esencialmente dictatorial. Pero s es jerarqua. En la construccin de nuestro sistema queremos acomodarnos a la naturaleza humanay sta impone, por la desigualdad radical de los hombres, la ordenacin jerrquica de lasociedad. En este punto coincidimos con las ideas del fascio, como coincidimos siempre, y sloentonces, que el fascio se acomoda a las normas sugeridas e impuestas por la naturaleza .Mussolini ha dicho textualmente: No hay derecho real y racional sin que haya jerarqua,efectiva y legal. Quien dice jerarqua, dice escala de valores humanos. Quien dice escala devalores humanos, dice escala de responsabilidades y de deberes, antes que de libertades y dederechos. Quien dice escala de responsabilidades y de deberes, dice disciplina. c Cmo puesse puede afirmar que fundamos nuestro sistema poltico-socia1 en la dictadura? Dictadura esausencia de norma limitativa para el Poder ejecutivo; y, cabalmente, queremos imponer alGobierno el respeto al espritu y a las normas de la moral transcendente (1) ; y as se proteger llibertad hasta hoy preterida siempre por los Gobiernos. democrticos que encuentran la

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    santificacin de todos sus desafueros en los Parlamentos oligrquicos productos de sufragiouniversal

    hbilmente manejado por el Gran Electorado o caciquismo rural. Entindase bien que

    nosotros, a los vicios propios de la democracia de todos los pases agregamos el fenmenoespaol del Gran Electorado, cuya censura nos interesa ms por ser una farsa tpicamenteespaola.

    Polticamente, encuadramos las funciones en jerarquas; pero ierarqua no es vitrina de lainepcia venerable ni privilegio de falsas aristocracias; jerarqua es orden y autoridad y estambin ley y responsabilidad: es, por ende, garanta contra la indisciplina y el desafuero. Estono podrn comprenderlo jams los entendimientos oscurecidos por la nube socialista ydemocrtica, que no permite ver la legitimidad de la fuerza legal mientras cae en el xtasis de la presin masista divorciada de toda instancia superior y de todo respeto a la jerarquia.

    --------(1) Cuando el Poder se sale normalmente de la moral que lo elev y que

    persiste en la conciencia nacional, el Poder se hace tirana y viene al suelo alremoverse su propia base.---------

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    Falange y la monarqua.Falange y la revolucin.

    Ningn ciudadano que quiera un Estado con un contenido de justicia social y con unideal nacional, puede despus del mitin celebrado en el Saln de Madrid el da 19 de mayo de1935, sentir escrpulo al aproximarse a nuestras filas. Jos Antonio proclam es aquel acto estadoble verdad, que pasa a ser un postulado del movimiento: Primero. La monarqua espaolacumpli su misin histrica y est por tanto, bien fenecida. Segundo. La revolucin que el pueblo espaol necesita sigue pendiente, y es necesario hacerla.

    Asombra considerar la enorme cantidad de poder que las circunstancias pusieron en manosde los republicanos a la cada de la monarqua, y la falta il sentido revolucionario de aquellos paradisacos revolucionarios . Se sentan agradecidos a los viejos intereses politicos y plutocrticos que metieron las manos en los bolsillos mientras la monarqua demandaba contono lastimero simpatas y manos amigas. Y esta deuda de gratitud, que se les recordaba todos

    los das con la frase debis el triunfo a la masa neutra , les at las manos y les impidiacometer la transformacin econmico-social que Espaa necesitaba. Esta es la opinin de prominentes falangistas. Mi opinin personal es otra: no fu la bandeja de plata de las eleccionemunicipales y la cooperacin condicionada de la masa neutra 1o que fustr la revolucin; lainhibicin fu resultado natural de la incapacidad de aquellos venerables demcratas burguesesque tomaron los mandos y dieron la tnica a la Repblica. El 1931-33 espaol es la caricaturadel 1789-93 de Francia. Y nuestras gloriosas izquierdas democrticas son la degeneracin de lohombres de la Montaa. Mimetismo verbal y extemporneo!

    Desde un principio van las izquierdas republicanas espaolas del brazo de lasocialdemocracia; y naturalmente, se equilibraron y se contuvieron una a otra las dos opuestasfuerzas: el principio liberal de los republicanos y el principio dictatorial que lleva todo partidomarxista en las entraas. Uno a otro se frenaron, y entre los dos encadenaron el corcel de larevolucin Y sta se qued en la sustitucin de la corona por el gorro frigio. Naturalmente, pointiles fueron barridos de la cumbre del Poder. Pero la leccin no aprovech sus herederos, y amatrimonio de la democracia burguesa y del socialismo sucedi el concubinato, no menosinfecundo, de la masonera radical y el populismo romanizante. Fatalmente, ha de caer de lasalturas ese concubinato, por inutilidad manifiesta. Y entonces?

    Gran error han cometido los intereses conservadores destruyendo el valladar antirrevolucionario encarnado en el burgus izquierdista. Pero ya es tarde para la reparacinAhora slo queda un dilema : o la revolucin marxista o la transformacin nacionalsindicalistao la dictadura del proletariado, que mata la personalidad humana, o la organizacin falangistaque salve al individuo encuadrndolo en el nacionalsindicalismo. Porque la buena voluntad deGil Robles ha sido superada por 1os fenmenos sociales. Pudo salvar a Espaa, pero no se lo permitieron los intereses plutocrticos que lo llevaron al Poder y cuyo sacrificio eraindispensable para la obra salvadora. Esta se qued, por eso, a mitad del camino, a pesar delherico devouement del partido Radical.

    Lstima grande que la juventud brillante de Calvo Sotelo no haya sido iluminada por elquid divinum de1 genio revolucionario. Este joven talentoso y audaz, entendimiento claro ycorazn inflamado por el amor de Espaa, incidi en el error gravsimo de identificar la Patriacon la monarqua. Y el pueblo se acostumbr a ver un cadver en la Patria de Calvo Sotelo.

    Y entonces? Hay un fondo de justicia en las revindicaciones de la clase y un statusnecesitatis en la desesperacin de la clase media. Nada puede ya contener a las masas que conuna bandera de justicia van a lanzarse contra el capitalismo avaro, ruin y suicida. Claro es que l

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    destruccin de1 sistema capitalista agravar el problema de proletarios y clase media, porquenada se ha inventado por ahora que reemplace a este sistema social por otro menos injusto; perolos brbaros estn a la puerta.

    Y he aqu nuestra misin. Arrebatar a los brbaros la bandera que los hace invencibles,desmontando el sistema capitalista y sustituyndolo por el nacionalsindicalista, someter adisciplina a brbaros y patricios y abrir las puertas, para con unos y otros salvar la personalidadhumana y levantar a la Patria y ponerla en marcha por la gran ruta de su destino imperial.

    Para precisar el criterio de Jos Antonio en relacin con la monarqua y con larevolucin, reproduzco textualmente parte del discurso pronunciado por l en el Saln Madrid e19 de mayo de 1935:

    Pues bien, nosotros ya me habis odo desde el principio nosotros entendemos, sinsombra de irreverencia, sin sombra de rencor, sin sombra de antipata muchos incluso con mimotivos sentimentales de afecto, nosotros entendemos que la monarqua espaola cumpli suciclo, se qued sin substancia y se desprendi, como cscara muerta, el 14 de abril de 1931 Nosotros hacemos constar su cada con toda la emocin que merece, y tenemos sumo respeto para los Partidos monrquicos que, creyndola aun con capacidad de futuro, lanzan a las gentesa su reconquista; pero nosotros, aunque nos pese, aunque se alcen dentro de algunos reservassentimentales o nostalgias respetables, no podemos lanzar el mpetu fresco de la juventud quenos sigue por al recobro de una institucin que reputamos gloriosamente fenecida. El recobraun sentido nacional y el asentar a Espaa sobre una base social ms justa eran las dos cosasimplcitamente prometidas (as lo entendi el pueblo al llenarse de jbilo) por la llamadarevolucin del 14 de abril. Ahora bien, las ha realizado? Nos ha devuelto el gozoso sentidonacional? Nos ha vuelto a unir en una misin nacional, de todos? Para qu he de hablar de loque nos han dividido, de lo que nos han vejado, de lo que nos han perseguido de lo que nos hanlanzado a los unos contra los otros? Os quiero sealar slo algunas de las definitivas traiciones

    contra la Nacin que debemos a aquellos primeros hombres del 14 de abril. Primero, el Estatutode Catalua. Muchos de vosotros conocis nuestras ideas sobre este particular. La Falange sabemuy bien que Espaa es varia, y eso no le importa. Justamente por eso ha tenido Espaa desdesus orgenes vocacin de imperio. Espaa es varia y es plural, pero sus pueblos varios, con suslenguas, con sus usos, con sus caractersticas, estn unidos irrevocablemente en una unidad dedestino en lo universal. No importa nada que se aflojen los lazos administrativos; ms con unacondicin: con la de que aquella tierra a la que se d ms holgura tenga tan afianzada en su almla conciencia de la unidad de destino que no vaya a usar jams de esa holgura para conspirarcontra aqulla.

    Pues bien, la Constitucin, con la aquiescencia de los partidos derechistas que nosgobiernan ahora, se ha venido a entender en el sentido de que hay que conceder la autonoma aaquellos pueblos que han llegado a su mayor edad, que han llegado a su diferenciacin; es decirque en vez de tomarse precauciones y lanzar sondeos, para ver si la unidad no peligra, lo que sehace es dar una autonoma a aquellas regiones donde ha empezado a romperse la unidad, paraque acabe de romperse del todo.

    Poltica internacional. En estos das todos os hallis un poco al corriente de ella por loque han dicho los peridicos. Espaa lleva cuatro aos haciendo la poltica internacionalfrancesa, movindose en la rbita internacional de Francia .. El que Espaa desenvuelva una poltica internacional de acuerdo con potencias enemigas es cosa que no tiene por qusorprendernos. Pero en lo internacional las naciones nunca entregan sino a costa de recibir algoy Francia, cuya poltica internacional servimos, nos maltrata en los Tratados de Comercio y notiene relegados a un plano inferior en Tnger y negocia a nuestras espaldas el rgimen delMediterrneo, como si en el Mediterrneo no estuvisemos nosotros; es decir, que lo nico que

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    nos resarce de servir en el Mundo a la poltica internacional francesa es la vanidad satisfecha dealgm pedante ministro o embajador.

    Pues y la poltica seguida para desarticular fu otro el verbo empleado paradesarticular el ejrcito, la garanta ms fuerte y todavia ms sana de todo 1o permanenteespaol. Sin embargo, no se sabe por qu designio hubo mucho cuidado en desarticular prontoesta garanta.

    Y por ltimo, la declaracin constitucional de que Espaa renuncia a la guerra. Ququiere decir eso? Si es una simple estupidez, sin nada detrs, all sus autores.Si quiere decir que Espaa tiene el propsito de ser neutral en guerras futuras, entonces tena que haber idoseguida esa declaracin de un aumento de nuestras fuerzas en la tierra, en el mar y en el aire porque una nacin con todas sus costas abiertas y colocadas en uno de los puntos ms peligrosode Europa, no puede decidir, ni siquiera acerca de su neutralidad, si no puede hacer que larespeten. S1o los fuertes pueden ser dignamente neutrales. Yo no s si los autores de aquellafrase querran imponernos una neutralidad indigna.

    Y en lo social? Se hizo la reforma Agraria? Se hizo la crediticia? Ya sabis que lareforma Agraria que presentaron los hombres del 14 de abril, en vez de ir, como la que nosotroapetecemos, a rellenar de sustancia al hombre, a volver a dotar al hombre de su integridadhumana, social, occidental, cristiana, espaola, en vez de hacer eso tendi a la colectivizacindel campo, es decir, a proletarizar tambin al campo, a convertir a los campesinos en masaagraria, como los obreros de la ciudad. A esto tendan y ni siquiera esto han hecho. Esta es lahora en que no han dado apenas un trozo de tierra a los campesinos. De la ley de reformaAgraria lo nico que empezaron a cumplir fu un precepto aadido a ltima hora por un puro propsito de represalia.

    Y la reforma financiera, se ha hecho? Han ganado acaso con alguna medida sabia los productores, los obreros, los empresarios, los que participan de veras en esta obra total de la produccin? Esos han perdido; bien sabis la poca de crisis que an estn viviendo. En cambiono han disminudo ni las ganancias de las grandes Empresas internacionales ni las ganancias delos Bancos.

    Eso es una de las alas que se mueven contra la obra y contra el sentido del 14 de abril.La otra de las alas es el populismo. Qu queris que os diga? por que en esto s que ya nosentendemos todos. Yo siento mucha admiracin y mucha simpata hacia el Sr. Gil Robles, ysiento esa simpata y esa admiracin precisamente por el nervio antipopulista que en ldescubro. Yo barrunto que un da el Sr. Gil Robles va a romper con su escuela y me parece queese da el Sr. Gil Robles prestar buenos servicios a Espaa; pero de la escuela populista, ququeris esperar vosotros? La escuela populista es como una de esas grandes fbricas alemanas

    en que se produce un sucedneo de casi todas las cosas autnticas. Surge en el mundo, porejemplo, el fenmeno socialista, surge el mpetu sanguneo, violento, autntico de la masasocialista; en seguida la escuela populista, rica en ficheros y jvenes cautos de exquisita prudencia, cual de refinada escuela masnica, produce el sucedneo del socialismo y organizauna cosa que se llama la democracia cristiana: Frente a la casa del pueblo, casas del pueblo;frente a los ficheros, ficheros; frente a las leyes sociales, leyes sociales. Se adiestra en escribirmemorias sobre la participacin en los beneficios, sobre el retiro obrero, sobre otras millindezas. Lo nico que pasa es que los obreros autnticos no entran en esas jaulas preciosas del populismo y las jaulas preciosas no llegan a calentarse. Surge en e1 mundo el Fascismo con suvalor de lucha, de alzamiento, de protesta de pueblos oprimidos contra circunstancias adversas ycon su cortejo de mrtires y con su esperanza de gloria; y en seguida sale el partido populista yse va, supongmoslo para que nadie se de por aludido, a El Escorial, y organiza un desfile de jvenes con banderas, con viajes pagados, con todo lo que se quiera menos con el calor juvenil

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    revolucionario y fuerza que han tenido las juventudes fascistas. Y no os preocupis que, si Dionos da vida, veremos en Espaa una Repblica Cedista con representacin proporcional y conLey de Prensa, que tendr los mayores parecidos con todas las repblicas del Centro de Europa

    Por eso, camaradas, ni estamos en el grupo de reaccin monrquica, ni estamos en elgrupo de reaccin populista. Nosotros, frente a la defraudacin del 14 de abril, frente a1escamoteo del 14 de abril, no podemos estar en ningn grupo que tenga ms o menos oculto un propsito reaccionario, un propsito contrarevolucionario, porque nosotros, precisamentealegamos contra el 14 de abril, no el que fuese violento, no el que fuese incmodo, sino el quefuese estril, el que frustrase, una vez ms la revolucin pendiente espaola. Y, por eso,nosotros, contra todas las injurias, contra todas las deformaciones, lo que hacemos es recogerde1 medio de la. calle, de entre aquellos que lo tuvieron y lo abandonaron, y aquellos que no loquieren recoger, el sentido, el espritu revolucionario espaol que, ms tarde o ms pronto, polas buenas o por las malas, nos devolver la comunidad de nuestro destino histrico y la justiciasocial profunda, que nos est haciendo falta. Por ese nuestro rgimen, que tendr de comn contodos los regmenes revolucionarios el veir as del descontento, de la protesta, del amor amargo

    por la Patria, ser un rgimen nacional del todo, sin patrioteras, sin faramallas de decadenciasino empalmado con la Espaa exacta, difcil y eterna que esconde la vena de la verdaderatradicin espaola.

    Esto es lo que queremos nosotros y esta es la jornada que hoy de nuevo emprendemos.Esta jornada camaradas, tiene la virtud de ser difcil; nuestra misin es la ms difcil; por eso lahemos elegido y por eso es fecunda. Tenemos en contra a todos; a los revolucionarios del 14 deabril, que se obstinan en deformarnos y nos seguirn deformando despus de estas palabras bastante claras, porque saben que la exigencia de cuentas que representa nuestra comparecenciante Espaa es la ms fuerte acta de acusacin levantada contra ellos; y, de otra parte, a loscontrarevolucionarios, porque esperaban al principio que nosotros viniramos a ser la avanzadade sus intereses en riesgo y entonces se ofrecan a protegernos y asistirnos y hasta a darnosalguna moneda, y ahora se vuelven locos de desesperacin al ver que lo que crean la vanguardise ha convertido en el ejrcito entero independiente. Contra los unos y contra los otros, en lalnea constante y verdadera de Espaa, atacados por todos los flancos, sin dinero, sin peridico(ved la propaganda que se ha hecho de este acto que congrega a diez mil camaradas nuestros)asediados, deformados por todas partes, nuestra misin es difcil hasta el milagro; pero nosotrocreemos en el milagro; nosotros estamos asistiendo a este milagro de Espaa. Cuntos ramosen 1933? Un puado