arlette farge-la atraccion del archivo

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En este siglo no hay manuscritos medie::~::l:::::~ itables iluminaciones; ela!chivo es simplemente uno de lo t . Imedias de que se sirve la monarquia para administrarse 1"1'" ~; .! civil y penalmente, y que el tiempo ha conservauo con~o 1 i I: \!Jna huella de su paso. Como !lay, aunque de forma dlsJ L,. tinta, la policia instruye atestados y rellena regislros. Los it:> comisarios y los inspectores de policia envian a sus supei riores notas e informes; 105 delincuentes sufren interrogatorios y los testigos confian sus impresiones a escribanos i, que las anotan sin puntuaci6n, segLln la relajada costUnJI; bre de la epoca.);:l arc)1ivojudicial del siglo XVIII esta fori ~. ma.~or~_d~.es~20~ -la"~~ii"~~2!!;'-!1.Qj~i"s;j~[\iLt!:9-s l hOJ~.?u~.H~!.ge Clemand~~!p.~2ces~, !.!!.~~!LQg~i~~,~_. ;;~~gst?1'G\t~e, pero imbricando Sll camino hasta que ni siquiera sur piar siempre antes que tomar notas 0 simplemente resul' cues.ti6n de su necesaria distinci6n:. \ mir la idea p;incipal de un documento.lmbecilidacl, aliuda ", ;",~dmltamos de momenta que el arcfuvo este sabre la con terca obstinacion, es decir, maniaca y orgullosa, a me:e:::..a~e una biblioteca, d~positado.~orel almace.neroe~ ~ nos que se exper~mente el dibujo abso]ul? de las palabras '''l';bl 0 .en que rue recogldo y claslflcaclo, es eJeclr marl!' como una neceslclacl, un media prlYJJeglado para enlrar u "'~,,~~,r [llanos c1eseosas de consultarl0,,E!:i el,~ c~sq.. mas en connivencia y sentir la diferencia. Se puede razunar,' #~;,.

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repetirse que es posible conocer bien a qiderot si~ sentir jamas la necesidad de copiarlo; sin embargo, anteel archivo manuscrito se crea una urgencia, la de dejarse arrastrar por el gesto en el flujo irregul~r de lasfrases, 'en la elo"cuci6n en trecortada de las preguntas y las respuestas, en la anarqufa de las palabras. Dejarse' arrastrar, pero tambien dejarse extra.viar, enht~e.la familiaridady la extrtafieza. La atracci6n del arc IVO pasa por ese ges t ar esano, 0 lerito y poco rentable, durante el cual se copian Ios textos trozo tras trozo, sin transformar su forma, ni s~ ortogra'fia, ni siquiera la puntuacion. Sin siquiera'pensar demasiado en ello. Per sando en ello continuamente. Como si la Olano, al actuar asi,permitiese que el espiritu permanezca simuluineam,;nte c6mplice y extrano al tiempo y a esas mujeres y esos hombres que se expresan. Como si la Olano, al reproducir a su modo el contorno de las silabas y de las palabras de 'antano, al conservar la sin taxis del siglopasado se introdujese en el tiempo con mas audacia que a traves de notas pensadas, en las que la inteligencia hubiese esc )gido de antemano 10 que considera indispensable y hu' ,iese dejado de lado el exceso del archivo. Ese gesto de a )roximaci6n se ha impu'esto hasta tal punto que jamas ~e distingue del resto del trabajo. EI archivo copiado a mallO, en una pagina blanca, ~s un trozo de tiempO domestic; do; mas tarde, se delimit'aran los temas, se formlllanin i,1terpretaciones. Ello Sllpone mucho tiempo y a veces du::le el hombro al estirar el cuello; pero asi se descubre un se'ntido. :

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la puerta de entrada, tin cartel indica las horas de apertura y cicrre de la bihlioteca; nadie puede saber que no coinciden necesariamente con las de consulta de do cumentos; abajo, se puede leer la lista de dias festivos, asi como la de los dias de cierre que los acompafia a uno y otro lado de los fines de semana. La inscripci6n es larga. mecanografiada sin mas sobre un simple pupel con memo brete del ministerio de Cultura, y esta colocada tan dis cretamente que raravez se distingue a primera vista. Eso es exactamente 10 que Ie sucede al lector; al empujar la pesada puerta, no se habia dado cuenta de que faltahan diez minutos para el final de las consultas de archivo dl: la manana. No 10 sospecha; alsalir del metro solamente ha dado un vago vistazo a su ~lrededor para localizar el cafe mas proximo, que le._sefvira en el momenta de la pausa. EI edificio es majestuoso, la escalera de piedra ahso lutamente c6moda: anchos peldanos ajustados alritmo de la ascensi6n, y suave barand? acabada en una falsa bola de cristal, excesivamente inc).inada hacia la derecha. En el rellano, el bus~o de un desconocido; eJ nombre grabado debajo no Ie da mas informaci6n. Uno se imagina a un conservador erudite, 0 posiblemente a un don ante mecenas, y sigue su camino. Grandes pinturas murales, vagamente buc6licas, claramente academicas, ensombrecen los corredores contiguos. Hace fresco; a pesar de la suavidad de la temperatura exterior, el aire es aJ mismo tiempo frio y humedo, hace encogerse de hombros. Frente a eJ, puertas cerradas; a pesar de estarlo, abren Jas paredes con su

promesa de clar a una saIa de lectura.Nada invita a enipujar una antes que otra. En ese momento pierde aIgode su despreocupaci6n. Se Ie ve v8ciIar, tntimidarse ligera. mente, adoptar un falso aspecto de saber. Ya no tiene la flexible negligencia de cuando ha llegado, mas all 11 cuando aeaba de cruzarse can varias personas cuyo aspecto no da Jugar a equivocos. Son lectores, de pasos regulares y rapidos, habitando el espacio sin enfasis, pero can Ja facilidad caracteristica de quienes, desde hace tiempo, han establecido una connivencia can ese.genero de madrigueras. Alguien Ie adelanta, con el brazo Izquierdo eargaclo can una cartera de cuero, el otro doblado sabre una carpeta que debi6 ser naranja. Es una suerte: sigue sLis pasos y finge, a partir de entonees, un rostra mas aereo. Recorre un primer corredor, atraviesa un espacio vacio, percibe el nombre de una sala inscrito sabre el dintel de una puerta, mira distraidamente las copas de los arboles por la ventan8, entra en Una vasta antecamara amueblada con tres banquetas de terciopelo ajado y eon dos vitrinas que contienen algunas medallas antiguas. A la derecha, una puerta entreabierta deja ver largos anaqueIes negros donde se aprietan millares de cajas de carton como en la vispera de un traslado 0 en eI dia de despues de una eatastrofe. Sigue escrupulosamente al que, cortesmente, mantiene abiertas Ias puertas a pesar de sus manos cargadas. Una vez atravesado eI ultimo paso, una bocanada de calor Ie informa: acaLJa de eritrar en una sala c},electura.

El puesto numero 1 es, can mucho, eI mejor de Ia saIa; pro~.imo aI elevado crucero, esta bien iIuminado; ningun veCInO a Ia izquierda, el pas ilia de comunicacion invita al espacio, especialmente a dejar que eI coda note tranquilamente. Una vez instal ado, se descubre una agradable perspectiva sobre la sala y sobre la estrecha galeria cle madera can balaustrada que la don1ina a la rnitad de su altura. Todas las mananas a las 10, al menos dos personas han decidido que ese es su lugar. Asi se crea pern1anentemente una pequena guerra, muda, invisible, pero tozuda. Para vence" b,,'a con lIegac eI aJ patio de entcada, Y

P'imro

con no dejarse desbordar por ningun movimiento que permit41 al otro pasar delante en un momento.de distracci6n. De hecho, nadie p'uede imaginarse que se trata de un combate implacable, y que un buen puesto en una sala de archivo es uno de los bienes mas preciados que pllcden existir. Para obtener sin dificultad, y sin tener aspecto de luchar, ese benefico puesto nLlmero 1., hay que empezar temprano. No entretenerse demasiado en el uesayuno, cornprar el diario sin dejarse atraer por 105 titulares, s::1lir del metro can ojos vigilantes para reconoceral intruso, avanzar sin apresurar el paso hasta la ruerca. Si, por casualidad, sale del mismo metro, no correr jamas, ni siljuiel'a saludarlo 0 sonreirle, cualquier complicicJad provoca por fuerza fastidiosos compromisos. Hay que continuar erea mino y tomara escondidas el peLjuefio callejon pUCO conocido que lleva mas rapidamenle al cJestino. AI abrir las puertas si se encuentra uno cacJo con cado rara "uhir las escaleras, hay que acJortar el aire cJesrreoclJpacJo dt: ljuien sabe que, evidcnLemenLe, tiene tkrccho III rucsto IlLIITlt: ro I. El oLro, ante tan La seguricJad, ocurara el 2, justo al lado; 0 mejor, el 16, exactamente frente all, ror 10 tan to, bien iluminado, buena perspeetiva il1versa, etc. y que posee la incuesLionable ventaja de poder ,lavar los ojos irriLados implacablemente sobre el delentacJor del nLlfTlero I. Es un cara a eara insoportable para el vencedor, siem pre alga lastimoso por haber-logrado una victoria tan irrisoria. No hay treglJa en esa comrc[ici6n que se encarnizu tad as los dias; alguna_s mananas, puede suceder que L1nCJ se encuenLre mas cansado que o[[as, y que t'irme la derrota en cuanto se rone en pie. Entonces, es t'acil sonar ante una taza de te, 0 sumergirse en un banG espumoso~charlando con 11 gata, esbozar tres pasos de gimnasia ante una ventana casi abierta. La guerra esta perdida pues, a esta hora, el otro ya esta en el puestOnurnero I; basta con trans [ormar la derrota en indiferencia 0 sentirla como o[ra victoria. Depende de la forma y juslamenlC del modo en que la tetera hay ha vertido su contcnido en la taza sin inlln darlo todo alrededor. En ese easo, se puede uno t~n1ar lOdo el tiempo, yair 'jas noticias hasta Ja rne[eorologia, bajar par la avenida acariciando a rodos Jos perros en vez de renegar par tener que esquivar sus hU,ellas. La salida del

se parece a una manana de Austerlitz: son las diez y ya no queda nadie ante la puerta. La entrada en la sala de lectura es triunfal: ahi est a el numero 1, crispado por nohaber tenido que combatir esa manana_ No C]ueda mas que rozarlo un poco, negligentemente, con la vista perdida hacia los libros del fondo, y despues alejarse normalmen te hacia el lado opuesto: de la sala, detnls de el, hacia el puesto 37. Una mirada fJrtiva de costado permite vislumbrar la nura dell que acaba de ponerse ostensiblemente rigida. Esnormal, el puesto 37 es tan agradable ...y mediaPRIVIL=:OIAR

metro

el archivo judicial supone una elecci6n y significa un itinerario; no es tan natural trabajar solamentp. a partir de 61 e introducirlo en el debate hist6rico adop tandolo como interlocutor principal. l,Por que negarlo''> Ciertamente, hay algo de trivialidad en obstinarse duran te anos en busc~lr siempre mas informaciones concretas sobre la vida de gente de un siglo pasado, mientras se or ganizan de forma cada vez mas elaborada Jas nuevas ma neras de reflexionar sobre la historia. Pero ello signifiea ria olvidar hasta que punto el archivo judicial ha permitido apariciones 'en escena espectaculares.

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Antetodo, he' aqui la ciudad, como un perso, naje, que reside por completo en los actores que la habi tan y eonforman, fabricada con modos de sociabilidad que concuerdan con su aspecto enmaraf\ado y con sus edifj cios sin secretos. Llena a re.bosar de gente, atenta al menor aconteci miento. tiene todos 105 motivos para sentirse conmocionada por la avalancha de notieias y de rumores que Ia lIenan cada dia. A'veces, afligida por intemperies 0 acci dentes,. se defiende con energia de las agresiones. Natu ralmente receptiva a los acontecimientos colectivos que jalonan su calendario, se presta de buena gana 0 con indi ferencia segun los casos al alborozo organizado de Jas fiestas reales y los fuegos artificiales. En el infinito deta-

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lie de sus reglamentaciones, 105 informes policiales Ia refieren a veces inquieta, otras febril e incluso implorante; tam bien la muestran despreocupada .0 coJerica, reaccionando con tenacidad y vigor a todo cuanto sucede. Siempre despierta, Ia ciudad se mantk.ne vigilante: posee los medios para hacer que se manifieste su opini6n, buena 0 mala, sobre 10 que se Ie hace vivir, pues da miedo. Da miedo a las gentes de bien,a Ios vi~jeros, a la policia como al rey, y conser va el misterio suficiente para hacer que nazcan a 10 largo del siglo XVIII innumerables notas de la policia que intentan que nada se oculte en su sombra. A traves de este impresionante material, como a traves de Ias cr6nicas de Louis-Sebaslien Mercier" 0 de los relatos de Nicolas Retif de La Brelonlle," la descubrimos huidiza, aUl1que minuciosamente vigilada por una administraci6n que la quiere Uana y d6cil. De hecho, es opaca y m6vil, y es su desorden 10 que adivinamos inmediatamente tras Ia monotonia de las reglamentaciones incansablemente repelidas mes tras mes y pocas veces obedecidas; la ciudad escucha poco, y las 6rdenes recibidas de arriba no tienen mucha influencia en su tumulto festivo o picaro. EI archivo policial Ia muestra aI deSnLldo, discola casi siempre, a veces sumisa, siempre ausente, alIi dOllde el sueflo policial desearia inmovilizarla dcfinitivamente. En cierta forma, el archivo sorprende a la ciudad en flagrante deli to: trampear con la orden, por ejemplo, de no aceptar la utopia de Ios hombres de la policia 0 incluso decidir, segun 105 acontecimientos, aclamar 0 abuchear a sus reyes, y rebelarse cuando se siente amellazada. Leyendo los registros de la policia, se coristata hasta que punto la revuelta, el desafio 0 incluso larebeli6n, sari hecllos 50ciales habituales que la ciudad sabe gestionar, sLlscitar y cuyas primeras senaIes reconoce facilnJente.

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Ahora, he aqui al pueblo y sus multiples rostros ilLlminados: se destacan de la multitud, sombras chinescas sobre 105 murosde la ciudad. EI archivu nac~ del desor' .den, por minimo que sea; arranca de la oscuridau largas listas de seres jadeantes, desarticulados, obligados a explicarse an te la justicia. -Mendigos, desocupados, demaridantes, ladrofl3s D se ductores agresivos, un dia surgen de la masa compacta, atrapados por el poeler que los ha perseguielo en el centro de su algarabia ordinaria, bien por haberse encontrado elon de no c1ebian, bien porque ellos mismos hayan Cjueriuo transgredir y atronar, 0 quidl nOlllhrar;,e al fin Ur1lCcl flUdeLIJ Los pedazos de vida, alll eSlaillflauos, sun breves y sin embargo impresionan: ceflidos entre las pocas palabras que los definen y la violencia que, ele golpe, 105 hace exis tir ante nosotros, llenan registros y elocumentos con su presencia. Si hay proceso y mas tarele sentencias, eSlas, por lac6nicas que sean -galeras temporales, sospechoso de sedici6n, enviado a prisi6n-," revelan, no la oua cara del decorado, sino las escenas farniliares de la vida urbana donde el orden y el desorden a rnenudo secont"unclen, antes incluso de enfrentarse. Con frecuencia, el archivo no describe compklamente a Ios hombres; los saca de:su vida cotidiana, 10s fija en algllnas reclamaciones 0 en algunas lamentables negati vas, sujetos como mariposas de alas vibrantes, incluso cuando consienten. Consienten en quejarse, con palabras torpes y timidas, en Jas que su aparente seguriuau aeulla un miedo infanti!. A menos que no sean astutos y responclones 0, peor aun, burlones y mentirosos desvergonzados. De entrada, el archivo juega con la verdad, asi como con 10 real; tambien impresiona por esa posicion ambigua en la cual, al des velar un drama, se alzan los actores atra1J A. FARGE, NL FOUCAULT, Le desordre desfamiiies, les Ie{(rei de' cacht'{ des Archives de la Basliile, Gallimard, Paris, 1981. 14 Son las denominaciones de las penas impueslas en el siglo ." III; se pue de ai)adir la de la picota, asi como la del exilio, Cjue obli"gaba al delincuenlc a abandonar su provincia.

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L.S. MERCIER, TdiJleau de Paris, Amsterdam; 1782, 12 YOI. N. RT1F DE LA BRETONNE, Les Nuils de Paris, 2 vol., ed. Paris,

1930.

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pados, cuyas palabras transcritas seguramente contienen mas intensidad que verdad. La evasiva, la confesi6n, la obstinaci6n y la desesperaci6n se mezclan sin separarse, y sin que, por ello, podamos preservarnos de ]a intensidad que ese estallido de vida provoca. Ese estremecimiento del archivo, tan portador de realidad a pesar de sus posibles mentiras, suscita la reflexi6n. Na turalmente, se puede decidir, como sucede con frecuencia, trabajar el archivo en sus informaciones tangibles y ciertas. Las listas de prisioneros, los registros de galeotes, contabilizan a una poblaci6n aparte sobre la que se puede basar una investigaci6n.Es absoluta'mente legitimo e irriportante detenerse, par ejemplo, en una categoria particular de delincuentes -Iadrones 0 asesinos, contrabandistas 0 infanticidascuyo examen informa tanto sobre eUos como sobre la sociedad que los condena. La anormalidad y marginaci6n dicen mucho sabre la norma y el poder politico, ycada tipo'de delito refleja un aspecto de la sociedad. Est.e modo de leer los documentos a traves de la fiabilidad de las informaciones tangibles, sin embargo, excluye todo cuanto no es debidamente verdadero, verificable, y que, sin embargo, aparece notificado: algunas [rases transcritas, procedentes de interrogatorios y testimonios; las que no se pueden contabilizar ni clasificar, pera que un dia fueron dichas y formaron un discurso -par cxiguo que fueseen el que se jug6 un destino. Ese discurso precariamente elaborado, verdadero 0 falso, ese destino. suspendido, producen emoci6n, y par 10 tanto obligan a la inteligencia a descifrarlos profundamente dentro de 10 que los permiti6 y produjo. A traves del discurso, se juegan vidas en algunas frases, y la posibilidad del exito 0 el fracaso residen en unas palabras. La importante no es saber si los hechos referidos tuvieron lugar exactamente de esa forma, sino comprender c6mo se articul6 la narraci6nentre un poder que la obligaba a ello, un deseo de convencer y una practica de las palabras de la'que se puede intentar saber si adopta o no modelos culturales ambientales.'515

N. Z. D., VIS, Pour saul'er sa vie. Les recifS de pardon au xvi' siecle,du Seuil, Paris, 1988. -

Editions

La palabra retenida esta contenida en el centro del sistema politico y policial del siglo XVIII que la gobierna y la produce. Ofrece a la mirada la consecuencia de su origen y no existe, naturalmente, mas que por una practica especifica de poder que la ha hecho nacer. En el enunciado de las respuestas, 0 en las explicaciones oralesdadas, seesboza primeramente la forma en que se imbrican (bien 0 mal) ]os comportamientos person ales y colectivos en ]as condiciones formuladas por el poder. Esos fragiles trayectos, expuestos en unas pocas palabras par mujeres y hombres, que oscilan entre la mediocridad y el genio, muestran el funcionamiento de los ajustes necesarios entre uno mismo, el grupo social y el poder. Naturalmente, hay miles de formas de responder a un interrogatorio; todas reveIan que el fragil refugio que ofrecen las paIabras con las que cada uno constniye su defensa, se organiza por fuerza entre las estructuras de poder existentes y las costumbres contemporaneas de explicaci6n y de descripci6n de 105 acontecimientos. Esas vidas, ni . grandes ni pequenas, que se encuentran can la historia a traves del universo policial, el dia necesario, en el miedo 0 ]a resignaci6n, inventanrespuestas enigmaticas 0 incisivas, fruto de su improbable inserci6n en el sistema social. Esos discursos inacabados, obligados par el poder a expresarse, son uno de los elementos de la sociedad, uno de los puntas que la caracterizan. EI hecho de que sea preciso expresarse, confesar a no, en funci6n de un poder contra el cual uno choca, contra el cual uno lucha; para que no 10 encarcelen, es una circunstancia que marca 10s destinos singulares. A partir de ahi, que el discurso resulte embrollado, que mezcle la verdad con la mentira, el' odio can la astucia, la sumisi6n con el desafio, en nada mancilIa su verdad. 'Posiblemente el archivo no dice la verdad, pero habla de la verdad, en el s~ntido en que 10 entendia Michel Foucault, es decir, eiJ1a forma unica que tiene de exponer el Habla del otTo, atrapado entre las reIaciones de poder y el mismo, relaciones que no solamente sufre, sino que las actualiza al verba]izarlas. La visible, ahi, en esas pa]abras esparcidas, son elementos de la reali. dad que, por su a~arici6n en un tiempo hist6rico 'dado,

producen sentido. Sobre su aparici6n es sobre 10 que hay diferente en cad a uno, pero en [Odos 10s itiner:arios sur que trabajar, a partir de ella hay que intentar su descifragen encuentros que facilitan el acceso a ese lugar y sabre mien to. .i: ., todo a su expresion. lvfichel Foucault fue. uno de esos en Tras las palabras que muestran ios atestados se puecuentros, al mismo tiempo simple y desconcenante. Amaba de leer la configuracion en la que cada cual trata de posilos manuscritos y el archivo, y podia escribir cuanto Ie imcionarse [rente a un poder opresor, en la que cada uno presionaban esos t~xtos: Sin duda una de esas irnpresioartiCLJla, con exito 0 sin el, su propia vida frente a la del nes de las que se dice que son :fisi~as", como.si pLidiese grupo social yen relacion con las autoridades. Para ello, haber otrasY Conmoci()nado, sabia que el amilisis no se apropia, de forma correcta 0 no, del vocabulario dornipodia decirlo todo, pero rambic!:n qu.e la emocion eXfJresanante, e intenta simultaneamenle reflejar inteligiblemenda en absoluto satisfacia a los historiadores; sinembargo, te aquello que puede permitir hacerlo inocenle 0 10 meno rechazaba esa forma de aprehension del documento tan nos culpable posible. Hcita como otras y poco conocida en el: Confieso que.esas Bajo el archivo se organiza el relieve, simplernente. "noticias" que de pronto surgen a tra yeS de dos siglos y hay que saber !eerlo; y ver que hay produccion de sentido medio de silencio han sacLldido en mi mas fibrp.s que eso en e1lugar exacto en que las vidas chocan contra el [Joder que normalmenlt Ilaman lileratura [... ] si las he utilizacJo sin haberlo pretendido. Hay que poner orden pacientemensin duda ha sido a causa de la vibracion que siento cuante en esas situaciones sacadas a la 11Iz por el subito chodo Ilego a encontrar esas vidas infimas convertidas en ceque, localizar las discordancias y las desviaciones. Lo real nizas en las pocas frases que las abatieron.,7 del archivo se convierle no s610 en huella sino tambien Quien siente la atracci6n del archivo intenta arran en planificacion de las figuras de la realiclad; y el archivo car un senlido suplementario a 10s jirones de frases halla siernpre mantiene una cantidad infinita de relaciones COlVI., t f'\ das; la emoci6n es un instrumento mas para cincelar la 10 real. . _ -,---,r: