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23 Archivo General de la Nación boletín • COMERCIO Y USOS DEL COBRE NOVOHISPANO • MIGRACIONES OTOMÍES • ANARQUISMO EN MÉXICO • PROPAGANDA COMUNISTA 6ª época enero-marzo 2009 número

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Archivo General de la Nación

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• COMERCIO Y USOS DEL COBRE NOVOHISPANO

• MIGRACIONES OTOMÍES

• ANARQUISMO EN MÉXICO

• PROPAGANDA COMUNISTA

6ª época enero-marzo 2009 número

Archivo General de la Nación

boletín

236a época • enero-marzo 2009 • número

Boletín del AGN6ª época • enero-marzo 2009 • número 23

EdiciónMarco Antonio Silva MartínezJefe del Departamento de Publicaciones

Asistencia EditorialAlberto Álvarez, Elizabeth Zamudio, Elvia Alaniz e Israel Reséndiz

Diseño y formación Elisa Cruz Cabello

ISSN-0185-1926D.R. © Secretaría de GobernaciónAbraham González 48,Col. Juárez, Delegación Cuauhtémoc06699, México, D.F.

D.R. © Archivo General de la Nación-MéxicoEduardo Molina y Albañiles s/n,Col. Penitenciaría Ampliación, Delegación Venustiano Carranza15350, México, D.F.

Boletín del Archivo General de la Nación, publicación trimestral,enero-marzo 2009Edición y difusión: 5133-9900 exts. 19325, 19424 y 19330. Fax: 5789-5296.Correo electrónico: [email protected]; www.agn.gob.mx.Domicilio de la publicación: Palacio de Lecumberri, Av. Eduardo Molina y Albañiles s/n, colonia Penitenciaría Ampliación,Delegación Venustiano Carranza, C.P. 15350, México, D.F.

Las opiniones vertidas en los artículos aquí publicados son responsabilidad exclusiva de sus respectivos autores, quienes sólo ceden sus derechos de reproducción al AGN.

Reserva al título en derecho de autor, certifi cado de licitud de título y certifi cado de licitud de contenido, en trámite.Derechos reservados conforme a la Ley.Impreso en México.

Directorio

Director GeneralJorge Ruiz Dueñas

Director de Publicaciones y DifusiónMiguel Ángel Quemain Sáenz

Director del Archivo Histórico CentralJorge Frías Villegas

Directora del Sistema Nacional de ArchivosAraceli Alday García

Directora de Investigación y Normatividad ArchivísticaYolia Tortolero Cervantes

Director de Tecnologías de la InformaciónBenjamín Torres Bautista

Director de AdministraciónJesús Manuel Martínez Rivera

EDITORIAL

GALERÍAS

Comercialización y usos del cobre novohispano durante el siglo borbónMaría de los Ángeles Paredes Diez

La celebración del Corpus Christi en el Colegio Máximo de San Pedro y San PabloLaura Elena Sánchez Hernández

Migraciones otomíes y terrazgos al norte de la frontera chichimeca José Antonio Rivera Villanueva

Hechiceros y brujas en la ciudad de Zacatecas, siglo XVIIOctavio de la O.

PANÓPTICO

Notas para el estudio del anarquismo en México (1929-1956)Ulises Ortega Aguilar

Propaganda comunista en México en los treinta y cuarenta del siglo xxGalia Isabel Villalobos González

La prensa reaccionaria contra el pueblo de México, según la visión de Vicente Lombardo ToledanoLlamil H. Mena Brito

8

10

37

57

77

94

119

137

Índice

Aviso al público

HACIA EL BICENTENARIO

Documentos cruzados entre Miguel Hidalgo y Juan Antonio Riaño previo a la toma de Guanajuato, 1810

Acta de la elección de Morelos como Generalísimo, 1813

Convocatoria

HACIA EL CENTENARIO

Carta de Emiliano Zapata al coronel Facundo Torres,1913

Carta de Emiliano Zapata al embajador Woodrow Wilson

El Premio de Fuentes y Documentos “Manuel González Ramírez” 2008 para el AGN

PUBLICACIONES

Desacatos. Revista de Antropología SocialCD ALACD ROM ICA

CALEIDOSCOPIO

Joyas del mes

Exposiciones

156

163

174

176

178

180

190

192192194

196

198

ILUSTRACIONES

Las imágenes contenidas en este número pertenecen a los acervos gráficos del AGN.

8

Editorial

En GALERÍAS hay cuatro textos de temática diversa insertos en la era novohispana: uno da cuenta del comercio y los usos del cobre en la fabricación de monedas, pólvora, el benefi cio de la plata, la producción azucarera y la manufactura de utensilios de cocina. El segundo describe y elabora la paleografía de dos documentos hasta ahora inéditos: “Memoria de la música que se encarga con 276 pesos 4 ⅛ reales que ha de entregar el padre procurador Pedro Ignacio Altamirano, los que dicho padre tenía para el encargo que le hizo el hermano Martín María Montejano y no tuvo efecto” y “Fiestas y misas y otras funciones de la Casa Profesa y lo que se paga por ellas a la capilla de música, sin entrar el discante”. El tercero refi ere las migraciones hechas por grupos otomíes al norte de la frontera chichimeca para poblar la región conocida como Tierranueva y Santa María del Río, que actualmente forman parte del territorio de San Luis Potosí.El cuarto señala los mecanismos inquisitoriales para juzgar a hechiceras y brujos resi-dentes en Zacatecas. En PANÓPTICO, un artículo aporta datos para estudiar el anarquis-mo en nuestro país en las décadas de treinta a sesenta; otro texto analiza imágenes representativas del comunismo en México en los treinta y cuarenta; el último revisa el quehacer periodístico desplegado por Vicente Lombardo Toledano en contra de la que él consideraba prensa reaccionaria. En HACIA EL BICENTENARIO está el conjunto de manus-critos que comprueba cómo, el 28 de septiembre de 1810, se enfrentaron –de manera ofi cial, pero a la vez íntima y respetuosa– dos viejos conocidos: el ex cura de Dolores y entonces ya capitán general de los insurgentes, Miguel Hidalgo y Costilla y el inten-dente de Guanajuato Juan Antonio Riaño. También se presenta el acta de elección de José María Morelos como Generalísimo, en 1813. En HACIA EL CENTENARIO se muestran dos cartas fi rmadas por Emiliano Zapata: una enviada al coronel Facundo Torres en 1913 para advertirle que sólo recibiera órdenes de su cuartel general; en la misiva que dirigió en agosto de 1914 a Woodrow Wilson, Zapata mostró ser opositor de Venustia-no Carranza y argumentó en favor de una reforma agraria en México. En esta edición también se comentan publicaciones de interés y se exhiben las joyas documentales de enero, febrero y marzo.

Galerías

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En 1767 el visitador designado para la Nueva España, José de Gálvez, senten-ciaba que la minería era la única fuente que le daba “espíritu y movimiento a to-das las ocupaciones humanas y al co-mercio universal en este mundo […] [y] en justicia exige la atención principal del go-bierno”.1 Con ello manifestaba el interés de la Corona por hacer de esa actividad productiva piedra angular del desarrollo colonial.

No obstante que Gálvez y la élite ad-ministrativa pensaban más en la minería de plata que en la de otros metales, el co-bre también conoció una etapa de auge. Si bien esta actividad no estuvo presente desde un principio en las preocupaciones de la administración imperial, puede afi r-marse que las políticas instrumentadas en otros rubros infl uyeron para que su explotación y comercialización termina-

ran en la agenda borbona. El presente artículo pretende analizar la comercializa-ción del cobre producido en Michoacán, durante la segunda mitad del XVIII novo-hispano. Para ello mostraré la ruta del co-bre con base en la demanda originada en las actividades que ocuparon ese metal. Conforme avanzaba el siglo XVIII, la de-manda aumentaba y tendía a diversifi car-se mientras la oferta decrecía sin satis-facer las distintas solicitudes. De hecho, gracias a esta coyuntura, hoy contamos con amplias fuentes, producto de la cons-tante preocupación de la administración económica imperial por remediar la baja productividad y mejorar los métodos que proveyeran un producto de mayor calidad a un menor costo.

Siguiendo a Ruggiero Romano, nos referiremos al comercio interno porque en la Nueva España no se cumplían la con-

C O M E R C I A L I Z A C I Ó N Y U S O S D E L C O B R E N O V O H I S PA N O D U R A N T E E L S I G L O B O R B Ó N

María de los Ángeles Paredes Diez de Sollano*

1 David Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico 1763 -1810, México, FCE, 1975, p. 26.

11

diciones para hablar de un mercado inter-no, a saber: “una relativa homogeneidad de precio entre los diferentes puntos que constituyen ese pretendido mercado”,2 pues para que los precios se ajustaran a una media “nacional”, era necesario con-tar con una economía sufi cientemente monetarizada en todo el espacio colonial, además de una red de caminos que fa-cilitara el trasporte de mercancías y que permitiera la existencia de un entramado comercial denso; circunstancias que no encontramos en el sistema económico colonial novohispano en ningún momento de sus tres siglos.3

Los destinos del cobre dentro de la esfera novohispana están ligados estre-chamente a otras industrias del virreinato como la Casa de Moneda y la Real Fá-brica de Pólvora, las actividades producti-vas de particulares, como el benefi cio del mineral argentífero y la producción azu-carera, además de las manufacturas que se dedicaban a elaborar utensilios para el ámbito cotidiano, entre otros objetos, las baterías de cocina.

Indudablemente la situación geográ-

fi ca del principal centro productor de co-bre, la intendencia de Valladolid, facilitó su comercialización en un radio bastante amplio. Al Norte, zonas mineras impor-tantes eran abastecidas tanto en su for-ma metálica como mineral, mientras que en el centro-sur del virreinato, llegaba a las grandes haciendas azucareras. Am-bas empresas experimentaron un auge productivo y económico en la segunda mitad del siglo XVIII, dentro del marco de las reformas administrativas emprendidas por la dinastía borbona. De manera que el crecimiento de la industria novohispana motivó el comercio directo del cobre entre distintas regiones productivas.

EL COBRE EN EL PROCESO DE LA MINERÍA DE PLATA

El cobre fue utilizado en la minería argen-tífera en más de una forma, sin embargo, la que representó la mayor demanda fue la metálica, es decir, como magistral. El uso del magistral fue una innovación en la técnica minera de gran importancia, de ahí el nombre que se le asignó.4

2 Ruggiero, Romano, “Prólogo” en Chantal Cramaussel (editora), Rutas de la Nueva España, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2006, p. 12.3 Ibid., p. 9 - 144 Peter Bakewell, Minería y sociedad en el México colonial. Zacatecas 1546-1700, México, FCE, 1976, p. 200.

12

En el siglo XVIII y XIX, magistral se refi ere, al producto que resulta de la tos-tación de la pirita de cobre previamente pulverizado, lo que produce caparrosa o sulfato del cobre. El magistral contie-ne además de sulfato de cobre, sulfato férrico y óxido férrico.5 El cobre en esta forma resultó ser un excelente catalizador y reactivo del proceso de amalgamación del metal argentífero, pues transformaba las sales de plata, fueran éstas cloruros, yoduros o bromuros, en sales de cobre, liberando así a la plata que es absorbida por el mercurio y formando de esta forma la amalgama.6

El mismo principio se seguía en el Perú, donde no agregaban piritas de co-bre en forma de magistral, pues el coci-miento del mineral de plata se hacía en cazos de cobre, y la reacción química obtenida era la misma.7

En la Nueva España se emplearon dos métodos para el benefi cio de la plata:

se extraía de los minerales argentíferos plomosos por fundición o los sulfurosos o de baja ley –éstos fueron los más numero-sos–, que se benefi ciaban por el método de amalgamación, posteriormente conoci-do como de patio.8 El método de benefi cio conocido como de fuego o fundición, al igual que el de amalgamación, necesita-ba del cobre. En este caso, partes de los hornos, como las boquillas en donde se introducía el aire y las chimeneas, esta-ban hechos de aquel mineral.9 Sin embar-go, cuantitativamente, el magistral resultó ser el elemento más demandado dentro la minería novohispana. Humboldt calculó a principios del siglo XIX, que la proporción de plata benefi ciada por amalgamación en comparación con la benefi ciada por fundición era de 3.5 a 1.10

Precisamente para entender mejor el papel que jugó el cobre en su forma no metálica dentro del ciclo de la producción de plata, debemos recordar el proceso de

5 Brígida M. von Mentz, Trabajo, sujeción y libertad en el centro de la Nueva España, CIESAS/Miguel Ángel Porrúa, México, 1999, p. 205.6 Elías Trabulse, Ciencia y Tecnología en el Nuevo Mundo, México, FCE/Colmex, 1994, p. 162.7 Álvaro Alonso Barba, Arte de los metales, Madrid, 1640.8 B. Mentz, op. cit., p. 195.9 Elinore Barrett, The mexican colonial copper industry, Alburquerque, University of New Mexico Press, 1987, p. 3.10 Alejandro de Humboldt, “Tablas geográficas políticas del reino de Nueva España, que manifiestan la su-perficie, población, agricultura, fábricas, comercio, minas, rentas y fuerza militar”, en Enrique Florescano e Isabel Gil, Descripciones económicas generales de Nueva España 1784-1817, SEP/INAH, 1973, p. 166.

13

benefi cio de patio descrito por Modesto Bargalló y que los historiadores de la pla-ta toman como válido.

Los barreteros o barrenadores tumba-ban el mineral de la mina, posteriormente los tenateros acarreaban el mineral a la superfi cie, subiéndolo en bolsas de cue-ro. Después los quebradores reducían de tamaño el mineral argentífero en la bocamina a base de golpes con marti-llos y mazos, estos mismos separaban el mineral del tepetate y demás guijas. Una vez concluido este proceso, arrieros loca-les eran contratados para transportar el mineral de la bocamina al área de benefi -cio. Eran cargas pesadas que lastimaban notoriamente a las mulas. Una vez en la hacienda de benefi cio, el mineral triturado era puesto en grandes tinas a las que se les agregaba magistral, azogue y sal, se-gún criterio del maestro azoguero quien determinaba las cantidades de cada ele-mento. Dos o tres semanas duraban los repasos: indígenas o mulas pisaban el mineral removiendo la mezcla hasta que se formaba la torta. Posteriormente, se la-

vaba la masa en unas canoas o tinas para fi nalmente fundirla y separar el azogue, todo esto se realizaba bajo la supervisión de un maestro fundidor.11

El paso que Bargalló llamó curtido es el que nos interesa. Según este autor, se añadía de 8 a 12 libras de magistral por montón, mientras que de azogue la proporción era de 10 a 12 libras (cada montón contenía de 18 a 36 quintales de masa de plata molida).12 Observemos que se añade prácticamente la misma canti-dad de magistral que de azogue, ¿será entonces que tuvo la misma importancia? No contamos con datos objetivos para sa-berlo, lo que si conocemos es que a me-diados del siglo XVI, Bartolomé de Medina no obtuvo el éxito deseado en los experi-mentos hechos con el proceso que había importado a la Nueva España, hasta que no añadió piritas de cobre. En la siguiente centuria, este método tuvo una gran apli-cación.13 Peter Bakewell reconoce que la introducción del cobre en gran escala sir-vió como catalizador de la amalgamación y, por lo tanto, para la producción de plata

11 B. Mentz, op. cit., p. 191.12 Modesto Bargalló, La minería y la metalurgia en la América española durante la época colonial, México-Buenos Aires, FCE, 1955, pp. 127-128.13 Raymundo Martínez Fernández, “Producción y comercialización de la plata en Nueva España. 1550-1660, México”, tesis inédita, Instituto Mora, 1994, pp. 84-89.

14

en grandes proporciones e, incluso, pudo haber sido un factor del incremento en el número de haciendas de minas en Nue-va Galicia, pues coincidió con la fecha de su posible descubrimiento.14 Así, si Von Humboldt calculó que “las minas de Nueva España” necesitaban anualmente 16,000 quintales de azogue, las cantida-des de magistral utilizadas en la minería argentífera debieron ser muy similares.15

La necesaria relación entre la plata y el cobre, quedó expuesta por el director del Tribunal de Minería, Joaquín Velás-quez de León, en un informe enviado al virrey, conde de Gálvez, en octubre de 1785. En ella planteaba:

Sabe Vuestra Señoría que todos los rea-

les de minas se proveen de magistral de

las cobrizas de Michoacán […] y que este

ingrediente que tanto se consume en el

método actual del benefi cio por azogue,

no es otra cosa que un mineral de cobre

que tiene muy poco de este metal y mu-

cho de piritas sulfureas que con la quema

se hacen vitriólicas [...] Ha sucedido pues

en todo este año y actualmente está su-

cediendo que en las minas de plata haya

muchos metales repuestos por falta de

magistral y en las de cobre mucho de este

metal sin que unos ni otros mineros pue-

dan aprovecharse de sus frutos.16

Es decir, en algunos periodos, la falta de abasto de cobre pudo llegar a causar pro-blemas en la producción de plata.

Tanto fue el desarrollo de la minería argentífera en la segunda mitad del siglo XVIII, que la sola producción de la zona minera guanajuatense “superaba los cin-co millones de pesos […] [y] produjo re-gularmente entre una quinta y una cuarta parte de la totalidad de plata mexicana”,17 convirtiéndose así, en el primer productor de ese metal a nivel mundial. Este impul-so de la plata repercutió directamente en la producción de cobre, evidencia de ello fue el incremento de solicitudes por parte de los mineros de plata, tanto del virreina-to como de las provincias, ante las autori-dades de la Real Hacienda. Pero incluso, fue tanta la demanda que en ocasiones, las transacciones se hicieron directamen-te, sin el control de los ofi ciales reales.

14 P. Bakewell, op. cit., p. 280.15 AGN, Historia, vol. 72, exp. 24, ff. 250-286.16 AGN, Minería, vol. 132, exp. 2, fs. 161-22717 D. Brading, Mineros y comerciantes…, p. 349.

15

Un documento resguardado en el Ar-chivo Histórico de la Ciudad de Pátzcuaro (AHCP) confi rma la venta directa que se ha-cía de magistral en los reales de minas de Guanajuato, incluso sugiere que más de un minero de cobre dependía totalmente de este comercio. El expediente en cues-tión es un litigio entre doña María Inés de Moya, vecina del pueblo de Santa Clara de los Cobres, contra el arriero Antonio de Ávalos, porque aquélla otorgó en consigna-ción al segundo 49 cargas de cobre, para ser vendidas en Guanajuato. Sin embargo, el acuerdo era que el hijo de doña María Inés alcanzaría a Ávalos en Guanajuato para que fuera él quien realizara la venta, pero éste demoró tres días después de lo convenido, lo que causó inconvenientes económicos a los arrieros –pago de corral, alimento de las mulas y gastos personales– por lo que decidieron vender el magistral para salir del apuro. El problema fue que lo vendieron por debajo del precio correspon-diente, pues mientras la familia consigna-taria pretendía obtener siete pesos, cuatro reales por cada carga, los arrieros acepta-ron en cuatro pesos por carga, motivo por el cual se entabló la demanda.18

Las cantidades solicitadas a la Real Hacienda variaron de acuerdo con la capacidad productiva de cada real de minas, aparentemente, estas cantidades son menos impresionantes que las gran-des sumas que se debían reunir para en-viar a España, pero si tomamos en cuenta el gran número de estos establecimientos y el número de sus transacciones, cual-quier estimación resultaría menos que inexacta. Humboldt dedujo que el reino, a principios del siglo XIX, estaba dividido en 500 reales de minas, donde se explo-taban más de 3,000 minas.19 Por lo arriba expuesto, resulta difícil creer que las po-cas solicitudes localizadas representen el total de la demanda originada, y a la vez, confi rma la sospecha de que gran parte del comercio interno escapó muchas ve-ces del control ofi cial.

La documentación originada al res-pecto es realmente escasa. Podemos mencionar que de acuerdo con un ex-pediente que resguarda las autorizacio-nes de venta de un año completo,20 sólo existen dos solicitudes atendidas por los almacenes, lo cual manifi esta lo insinua-do en líneas anteriores. Tales solicitudes

18 AHCP, caja 48-A, exp. 4, ff. 676-685.19 AGN, Historia, vol. 72, exp. 24, fs. 250-286.20 AGN, Indiferente Virreinal, caja 2118, exp. 21, ff. 1-95.

16

eran del marqués del Apartado, quien en 1798 solicitó 35 quintales de cobre “para las haciendas de benefi ciar metales que tiene”, en el real de Sombrerete,21 y la de don Juan Antonio del Castillo y Lla-ta, quien pedía autorización para extraer directamente de la mina de Santa Clara, 150 quintales de cobre para la construc-ción de alcribises,22 cazos, cañones, fon-dos y otras vasijas de cobre; todos ellos artículos necesarios para “reducir a plata

los frutos de sus minerales para benefi -ciarlos por fuego”. Sus minas, ubicadas en los reales de los Amoles, Targea y Xi-chu, pertenecían a la jurisdicción de San Luís de la Paz, las cuales, aseguraba, contaban con 17 hornos de fundición.23 Este expediente confi rma, además, que el cobre fue utilizado en ambos métodos de benefi cio de la plata, como aseguró hace más de tres décadas Peter Bakewell.24

21 Ibid., vol. 98, exp. 2, ff. 29-33.22 Un embudo por donde entra y se encaja el cañón de los fuelles en el horno de fundición para dar aire y soplo. Abertura tubular, de forma cónica, por donde se introduce el aire en un horno o una forja, fragua o crisol. Langue, Frédérique y Carmen Salazar-Soler, Diccionario de términos mineros para la América Española (siglos XVI – XIX), París, Éditions Recherche sur les Civilisations, 1993.23 AGN, Minería, vol. 98, exp. 3, ff. 42-50.24 P. Bakewell, op. cit., p. 200.

Vista posterior de un horno inglés.

AGN,

Mine

ría, v

ol. 11

, f.14

1

17

LA INDUSTRIA AZUCARERA Y EL COBRE NOVOHISPANO

La industria del azúcar no sólo fue poco incentivada por el gobierno español sino que se impusieron serías restricciones. A pesar de ello, este renglón importante en la economía novohispana, logró arraigar-se rápidamente:

en las fértiles tierras del centro de Vera-

cruz. Se extendió hacia el occidente, en

las tierras cálidas de Michoacán y Jalisco

y en el centro se desarrolló cerca de Pue-

bla, en los alrededores de Atlixco e Izúcar,

así como también y de manera preponde-

rante en los valles de Cuernavaca y de

Cuautla de las Amilpas.25

Esta última zona destacó como la princi-pal abastecedora de la ciudad de México y, cabe precisar, sólo cubrió la demanda novohispana. Por lo anterior no extraña que el conjunto de las solicitudes de cobre pertenecientes a este ramo, se originaran mayoritariamente en las jurisdicciones de Cuernavaca, Izúcar, Cuautla Amilpas, Yautepec y Córdova; en las haciendas e

ingenios, San Nicolás de Tolentino, de don Gabriel de Iturbe; San José, de doña María Ana de Arango y Pablo; Santa Cruz de don Jaime Salvet; Mazapil de José Ni-colás Abad y en las de Santa Inés y Bue-navista, de Martín Michaus, entre otras.

Así, en la zona que abarca hoy el estado de Morelos, se producía azúcar blanca desde épocas en que Cortés es-tableció sus famosas haciendas del Mar-quesado. Las técnicas de hervido y pur-gado que desde entonces se utilizaban sufrieron pequeñas modifi caciones hasta fi nales del siglo XIX. El proceso constaba de tres etapas: la molienda, el hervido y la purga. “Se cortaba diariamente alre-dedor de 0.4 de hectárea”, y aunque la caña sólo se cosechaba durante las ho-ras en que el sol alumbraba, el proceso continuaba ininterrumpidamente las 24 horas del día. Una vez molida la caña, el jugo se procesaba en la casa de calde-ras. En las calderas dispuestas encima de las hornallas, se hervía el jugo con el fi n de reducir el contenido de agua me-diante evaporación. Cada caldera, de for-ma cónica y bastante profunda (280 cms de profundidad), “constaba de una parte

25 Beatriz Scharrer Tamm, Azúcar y trabajo. Tecnología de los siglos XVII y XVIII en el actual Estado de Morelos, México, Instituto de Cultura de Morelos-CIESAS, 1997, p. 14.

18

llamada el fondo, expuesto directamente a las llamas, y hecha de cobre fundido o forjado, sobre el cual se agregaban tres andanas (niveles) de placas de cobre forjado (paños) sostenidos por clavos de cobre”. Las calderas estaban construidas de este modo con el objeto de que sólo el fondo estuviera expuesto al fuego, por lo que este debía ser más grueso y fuerte que el resto de las partes.

El jugo pasaba de una caldera a otra, en una batería compuesta de cinco o seis calderas, que algunas veces diferían de tamaño. “Una vez alcanzado el punto, la masa se pasaba a un enfriador de cobre”, como fi ltro se utilizaron jergas manufactu-radas también en Michoacán.26

El conjunto de calderas y recipientes de

cobre para procesar el caldo estaba cons-

tituido, en la Nueva España del siglo XVII,

de tres o hasta ocho calderas hechas con

paños de cobre amartelinados. El fondo

de la caldera –la parte inferior directamen-

te expuesta al fuego– tenía más paños

que el resto de la caldera.27

Aparte de las calderas, sólo se utilizaba un equipo muy limitado: las espumaderas –para el retiro de espuma e impurezas durante el hervido–, que también estaban hechas de cobre.28

En 1760, se estableció dentro de los grandes ingenios como Atlacomulco, una fundición para fabricar calderas, chuma-ceras y camisas. Todos estos implemen-tos necesarios en el proceso productivo azucarero eran construidos de bronce. Así, los rodillos de madera de los molinos estaban recubiertos de camisas de cobre, éstas estaban fi jas a los rodillos probable-mente por medio de clavos hechos tam-bién de cobre. Una característica de las calderas de los ingenios novohispanos fue que muchas de ellas estaban prote-gidas del fuego con un comal o comalillo hecho también de cobre.29

Las partes se gastaban con bastan-te rapidez, por eso “en la mayoría de los inventarios aparecen varios rodillos de repuesto, algunos en proceso de fabri-cación, así como repuestos de dientes y camisas”.30 Las numerosas solicitudes de

26 Ward Barrett, La Hacienda azucarera de los marqueses del Valle, México, Siglo XXI, 1977, p. 122-146.27 B. Scharrer, op. cit., p. 120.28 W. Barrett, op. cit., p. 133.29 B. Scharrer, op. cit., p. 126.30 W. Barrett, op. cit., p. 122.

19

metal cuprífero hechos por los hacenda-dos productores de azúcar de la región, respaldan esta aseveración.

El auge de la industria azucarera, experimentado durante la próspera se-gunda mitad del siglo XVIII, se refl ejó en el aumento correspondiente del número y el tamaño de las calderas de hervido, mismo que supuso un aumento en la de-manda de cobre. Por ejemplo, en el caso de Atlacomulco, uno de los ingenios más representativos y productivos de la región “morelense” y del reino, “el peso prome-dio de las calderas casi se duplicó entre 1721 y 1746”. El aumento de tamaño con-tinuó a lo largo del siglo XVIII. El número de ellas, “se estabilizó en diez por el resto del siglo”.31 Al parecer el peso de cada caldera oscilaba entre las 16 arrobas (184 kg) y las 52 arrobas (598 kg), aunque el promedio era entre 30 y 45 arrobas (345 y 517.5 kg).32

Las mismas solicitudes de los hacen-dados hacían referencia al crecimiento de su ramo: en agosto de 1799, don Martín Michaus, al solicitar 150 quintales de co-bre, que necesitaba para construir cal-

deras, camisas y demás artículos, anotó que requería tal cantidad por “expansión de la hacienda Santa Inés“.33

A pesar de la creciente importancia económica de esta industria, la Real Ha-cienda desatendió muchas solicitudes. En 1800, sólo un año después de su anterior solicitud, Martín Michaus pidió 200 quin-tales de cobre para los distintos utensilios de su hacienda. Le exigieron, entonces, que acreditase “su necesidad en la forma debida”. Después de presentar la cer-tifi cación hecha por el subdelegado de Cuautla de las Amilpas, la Real Hacienda contestó que no tenía solicitudes suyas de los años anteriores, “porque entonces, según se creía con fundados motivos, se guiaban de la jurisdicción de Santa Clara y otras partes que producían las minas para los parajes que querían los mineros y de ellos se habilitaban los hacendados de tierra caliente de cuanto necesitaban”. Por esta falta de antecedentes, le solici-taron una nueva certifi cación “en que se aclare para qué utensilios es necesario, cuáles requieren ser nuevos y cuáles sólo necesitan ser reparados y cuánto tiempo

31 Ibid., p. 144.32 B. Scharrer, op. cit., p. 120.33 AGN, Indiferente Virreinal, caja 4102, exp. 8, f. 9.

20

duran, para saber cuándo volverá a ne-cesitar de este metal”, así como cuánto del cobre viejo que tenía en su hacienda podía ser aprovechado. De acuerdo con el documento que presentó el solicitante, el cobre sería utilizado de la siguiente manera:

Cuando compré este ingenio de Santa

Inés sólo tenía una rueda de agua, diez

calderas y una tacha pero inmediatamen-

te a mi ingreso le aumenté otra rueda más

de agua con su correspondiente moledor

y por consecuencia ampliándole el tra-

mo de la casa de calderas que formé de

bóvedas le agregué cinco calderas más

con su correspondiente tacha. Para ves-

tir pues la rueda nueva necesito treinta

quintales, para vestir los dos moledores

chicos necesito nueve y medio quintales

para cada uno, y diez quintales y medio

para el grande. En las calderas se nece-

sita para cada una 17 y medio quintales y

por consiguiente para las seis piezas que

he agregado incluida la tacha son indis-

pensables 150 quintales, y si se incluye

el cobre que se invierte en bombas, cazos

y otros utensilios forzosos para labor de

este fruto, se hallaría ser necesarios tres

quintales más para tener en corriente las

dos haciendas Santa Inés y Buenavista, la

primera con dos ruedas de agua, quince

calderas y dos tachas; y la segunda con

un trapiche de machos, siete calderas y

una tacha.34

En total, acreditó necesitar 177 quinta-les y medio, el resto del cobre solicitado quedaría como reserva para distintas refacciones: “para el renuevo de piezas que se inutilicen con el ejercicio”. Aun así, sólo se le autorizaron 80 quintales pues según el fi scal de Real Hacienda, había otras atenciones más importantes como España o Filipinas, y la existencia en los almacenes debía estar controlada, pues en cualquier momento la península podía hacer un pedido extraordinario.35

En cambio, las zonas más cercanas al área de explotación cupríferas no tu-vieron mayores problemas en obtener el metal directamente de los productores, como consta en un expediente sobre un pleito entre dos vecinos de Santa Clara del Cobre y la hacienda nombrada Che-rataro, perteneciente al convento de San

34 AGN, Minería, vol. 16, exp. 7, ff. 158-193.35 Idem.

21

Agustín, de la ciudad de Pátzcuaro, por el pago de un adeudo.36 Asimismo, en 1820, cuando José Martínez de Lejarza reunió la información para su Análisis estadístico de la provincia de Michoacán,37 registró como una de las principales actividades productivas de los pueblos de la jurisdic-ción, el cultivo y explotación de la caña de azúcar. Tan sólo el partido de Ario, del cual formaba parte Santa Clara del Cobre, tenía 7 haciendas azucareras, mismas que invariablemente necesitaron de cobre para la hechura y reposiciones

de los utensilios antes citados. Huelga decir que el fl ujo de este metal no pasó por aduana alguna ni quedó asentado de registros de la Real Hacienda.

En suma, la industria del azúcar re-quirió ofi cialmente en promedio entre 700 y 900 quintales anualmente.38 Aunque, como muchos de los solicitantes con-fi rmaron, la compra la solían hacer de manera directa con los productores mi-choacanos, dado que la Real Hacienda sólo cubría parcialmente sus demandas. Don Jaime Salvet, aviador de la hacienda Santa Cruz, ubicada en la jurisdicción de Cuernavaca, solicitó en 1798, 150 quinta-les de cobre para sus trapiches, y a pe-sar de haber presentado la certifi cación correspondiente en la que acreditaba la necesidad que tenía de este metal, sólo le autorizaron 60 quintales para las 4 cal-deras y 20 quintales para la molienda, ya que, según los peritos ofi ciales era lo que requería.39 Podríamos sumar a la incapa-cidad de las autoridades para atender la oferta de cobre, lo prolongado que resul-taba el trámite para su obtención, pues el

36 AHCP, caja 57-G, exp. 2, ff. 180-194.37 Juan José Martínez de Lejarza, Análisis estadístico de la provincia de Michoacán en 1822, introducción y notas de Xavier Tavera Alfaro, Morelia, FIMAX publicistas, 1974, pp. 95-96.38 AGN, Indiferente Virreinal, caja 2118, exp. 21, f. 95.39 Ibid., caja 4714, exp. 76, f. 9.

Cosecha de caña.

AGN,

Wait

e C.B

., Hac

ienda

s y p

lanta

cione

s, fot

o 28

22

tiempo que distaba entre las fechas de solicitud y la de autorización de venta, variaba entre uno y dos meses.

EL COBRE Y LA AMONEDACIÓN

A partir de 1535, en la ciudad de México, empezó a funcionar la primera Casa de Moneda de la Nueva España, encabeza-da por el superintendente, quien era el responsable ante el virrey; con un admi-nistrador, un fundidor, un ensayador, un contador y un tesorero.40 A partir de en-tonces y hasta 1810, sólo funcionó una ceca en todo el virreinato; dicha ceca operó como un negocio particular, inde-pendiente del gobierno virreinal hasta que, en 1730, se dispuso que la Casa de Moneda quedara sometida a la direc-ción fi nanciera de la Real Hacienda y la compra de los metales fuera por cuenta del erario público, con lo cual también se controlaban las fl uctuaciones de los valo-res de la plata y el oro en el mercado.41 El mismo año que se creó la Casa de Mone-

da, se ordenó la acuñación de monedas de cobre conocidas como “calderillas”. Sin embargo, éstas dejaron de emitirse con el fi n del reinado de Carlos V y sólo hasta 1814 se reinició esta práctica.42

Si bien el derecho de amonedación en todas las monarquías europeas era únicamente atribuible al rey, en algunos sistemas económicos circularon mone-das emitidas por las instituciones creadas con ese fi n, y seudomonedas hechas por la población para contrarrestar los proble-mas que causaba la falta de numerario, sobre todo el de menor denominación.43 Así, la amonedación representó dos fuen-tes de demanda de cobre, una ofi cial y otra particular, aunque ésta segunda re-sulta difícil de calcular por falta de regis-tros dado su carácter extraofi cial.

La demanda particular de cobre para emitir moneda no ofi cial fue consecuencia de la política monetaria estatal, ya que la moneda emanada de la ceca únicamente abarcaba “5 tipos: de un peso, 4 reales, 2 reales, 1 real y medio real” y aunque esto

40 Fausto de Elhuyar, Indagaciones sobre la amonedación en Nueva España, ed. facs. de la primera edición, Madrid, 1818, México, Porrúa, 1979, pp. 7-27.41 José Enrique Covarrubias, La moneda de cobre en México 1760-1842: un problema administrativo, México, Instituto Mora/UNAM, 2000, p. 17.42 Ruggiero Romano, Moneda, seudomoneda y circulación monetaria en las economías de México, Méxi-co, FCE/Colmex, 1998, p. 133.43 Idem.

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era lo estipulado, “entre 1747 y 1802, la emisión de piezas de ocho reales repre-sentó siempre 95% del total de las emi-siones de plata”, ya que generalmente se preferían las piezas de alto valor.44 Por lo tanto, “el hecho de que la mínima unidad fraccionaria fuera de medio real repercu-tió en la proliferación de signos informales de valor reducido”,45 mismos que resulta-ban indispensables para transacciones comerciales menudas.

La no acuñación de moneda menuda respondía a la voluntad de los grandes comerciantes del poderoso Consulado de México de excluir a la población indígena de la esfera numismática, “puesto que la circulación de moneda fraccionaria les permitía, en cuanto sujetos económicos independientes, el acceso a la economía monetaria”.46 De esta manera, la esfera monetaria quedaba reservada para los españoles, mientras que para los indios lo más conveniente era una economía na-tural, empleando productos tradicionales para el intercambio. La población novo-hispana solucionó el problema de falta de

moneda fraccionaria con la emisión de una propia: el tlaco, que apareció en la tercera década del siglo XVIII y cuyo uso se generalizó durante el resto del virrei-nato, en los centros urbanos, haciendas y minas, donde se les usaba para pagar salarios.47

Los tlacos, generalmente pedazos de cobre bastante burdos (aunque los hubo en menor medida de cuero, madera y la-tón), tenían la fi nalidad de dividir el medio real en cuatro partes, es decir, el valor promedio de un tlaco era de 1/8 de real, lo cual daba solución a la falta de moneda menuda para las transacciones comer-ciales menores, aquellas entre tenderos y pequeños consumidores. Los tlacos eran “fabricados y emitidos por los due-ños de pulperías o tendejones, sitios en los cuales se vendían, principalmente, los comestibles y especias más elementales para el modesto consumo popular”.48 Esta práctica permitió el abuso por parte de tenderos, panaderos y demás comercian-tes que las producían, ya que, bien po-dían darlas como cambio a sus clientes y

44 Ruggiero Romano, Mecanismos y elementos del sistema económico colonial americano, siglos XVI -XVIII, México, FCE/Colmex, 2004, p. 345.45 J. E. Covarrubias, op. cit., p. 22.46 R. Romano, Mecanismo y elementos…, p. 347.47 R. Romano, Moneda, seudomoneda…, p. 174.48 Rodrigo Salomón Pérez Hernández, “La instancia de Pagola y Molina: un intento de oficializar los tlacos,

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después recibirlas con un valor menor del que suponían tener al no poseer ningún tipo de respaldo ofi cial; pero además, les permitía retener a la clientela, pues suce-día que los tlacos emitidos en determina-da pulpería sólo eran aceptados en ella misma. Aun así, la circulación de tlacos estaba ya muy difundida para la segunda mitad del siglo XVIII, y no sólo en las gran-des urbes del virreinato sino también en las pequeñas villas y poblados.

Si bien los tlacos no estuvieron respal-dados por el erario público, sí fueron tole-rados por las autoridades, dada su exten-sa difusión y necesidad, se reconocieron como “medios de cambio inevitables”.49 Sin embargo, los problemas que acarrea-ban hicieron que las autoridades tomaran cartas en el asunto y las opiniones en tor-no del tema tuvieron dos vertientes aten-diendo a intereses locales. Por ejemplo, en 1790, mientras los regidores de San Luís Potosí proponían que la Casa de Moneda realizara la emisión de monedas de cobre para evitar las irregularidades de su circulación, el Consulado de Co-

merciantes de la Ciudad de México y la misma Casa de Moneda, se oponían a la propuesta, pues atentaba “contra algunas de las fases comerciales en las que parti-cipaban activamente, y además tendía a desarticular viejas formas de concentra-ción de moneda acuñada en plata”.50

Las autoridades novohispanas no emitieron ningún numerario ofi cial de co-bre hasta la segunda década del siglo XIX, cuando el virrey Calleja ordenó la fabrica-ción de monedas de cobre precisamente con la fi nalidad de sacar de la circulación a los tlacos.51 Las emisiones de monedas de cobre, aunque no se cuentan por mi-llones como en el caso de las monedas de plata, no son nada desestimables: se emitieron 103,555 pesos en 1814; 101,356 pesos en 1815; 125,281 pesos en 1816, y 12,700 pesos salieron a la cir-culación en 1821.52

A fi nales de 1813, cuando se tenía proyectado sacar a la circulación cuatro tipos de monedas de cobre que llevarían la efi gie de Fernando VII, el clima político del virreinato complicó el abasto continuo

1790”, en Boletín del Archivo General de la Nación, 6ª época, julio-septiembre 2006, núm. 13, p. 96.49 J. E. Covarrubias, op. cit., p. 52.50 Pérez Hernández, op. cit., p. 97.51 R. Romano, Moneda, seudomoneda…, pp. 136-140.52 Ibid., p. 33.

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a la ceca, por lo que el superintendente de la Casa de Moneda comunicó la difi -cultad “de conseguir a precios regulares el cobre necesario [pues] […] la obstruc-ción de los caminos está impidiendo su conducción” de la Intendencia de Valla-dolid o en su defecto de Chihuahua, a la ciudad de México. Esta coyuntura motivó el aumento del precio del cobre hasta los 26 pesos por quintal. Para remediar la si-tuación, el funcionario proponía fundir los cañones “inservibles” que habían sido de-comisados a los insurgentes en Zimapán, Tlalpujahua y otros parajes, pero tenían el inconveniente de ser un cobre no apto para la amonedación, ya que su afi nación hubiese necesitado “cuando menos dos o tres fundiciones”; hecho que propició, por orden del virrey, echar mano del cobre existente en los almacenes de artillería.53

Pero el cobre dentro de la Casa de Moneda, además de la acuñación, tenía otra función: se le ligaba con el oro o con la plata, permitiendo que las monedas re-sultantes tuviesen una mayor durabilidad. Esta fuente de demanda fue constante durante todo el periodo virreinal.

De acuerdo con la opinión de José

Enrique Covarrubias, basado en los da-tos aportados por Elinore Barrett –según los cuales, en 1798, de los 1700 quintales destinados al consumo interno de la Nueva España, 1500 fueron enviados a la Casa de Moneda y únicamente los 200 restantes fueron distribuidos en otras actividades– en toda la época colonial, fue en la ceca capitalina donde se registró “la principal utilización del cobre al interior de virreina-to, para las labores de acuñación de metal precioso”.54 Lo cual, como hemos revisado anteriormente, no necesariamente fue así. Lo cierto es que, para la Real Hacienda, era de primordial importancia mantener satisfechos los requerimientos de la Casa de Moneda, y a partir de 1780, año en que se estableció el estanco de distribución del cobre, las autoridades lograron dar priori-dad a las solicitudes de la ceca. Aun así, el asentista afi nador de cobre de la Casa de Moneda, Manuel Antonio del Castillo, se quejó en 1783, que la ceca requería anualmente entre 1,400 y 1,500 quintales, y que de no ser cubiertos, se detendrían las labores de dicha institución. Dos años después le fueron entregados solamente 1,072 quintales para las ligas.55

53 AGN, Casa de Moneda, vol. 364, exp. 3, ff. 53-64.54 J. E. Covarrubias, op. cit., p. 23.55 AGN, Minería, vol. 132, exp. 1, ff. 1-49.

26

El principal uso del cobre en la acu-ñación de monedas de oro y plata consis-tía en permitir una efectiva aleación, que daba a las monedas una mayor durabili-dad.56 La ceca capitalina acuñó entre 1752 y 1810 casi mil millones de pesos, de los cuales, por cierto, sólo quedaron a dispo-sición de los novohispanos, 20 millones. Las reservas de la Casa de Moneda para fi nes de 1751 ascendían a 20,050,000 pesos; en 1771, a 31,975,104; y en 1791, sumaban 31,693, 511 pesos.57

La producción de cobre empezaba a ser insufi ciente precisamente en los años de mayor acuñación de plata, la Real Ha-cienda tuvo que priorizar los destinos del metal cobrizo e incluso aquellos que te-nían carácter de primordial, como la Casa de Moneda, tuvieron que conformarse con menos metal del solicitado.

En noviembre de 1788, se comunicó al afi nador de cobre de la ceca capitalina que dadas las crecidas cantidades de cobre que se le había ministrando, presentase en lo sucesivo certifi cación del contador “for-mada por un quinquenio del cobre que se gasta anualmente, del que resulta afi nado

y mermas que corresponden a cada cien quintales”. El certifi cado correspondiente, hacía constar que desde febrero de 1782 hasta agosto de 1787 habían sido

De cargo del afi nador para el expresado

destino 6423 quintales de cobre en plan-

cha de los cuales devolvió afi nados 6057

quintales, verifi cándose la merma o con-

sumo de 376 quintales de este metal, y

que prorrateada a dicho tiempo las men-

cionadas cantidades resultan en un año

medio de cargo del afi nador en plancha

de cobre 1167 quintales y 78 libras. De-

vuelto afi nado en hilillo y en barrillas para

ligaciones 1101 qq. 24 libras y 66 qq. 54

libras de merma que corresponde a la de

seis quintales en cada ciento.58

Se procuró suministrar al afi nador de la ceca, al menos 1,000 quintales anuales, procurando que se le mandasen los co-bres de mejor calidad para evitar las creci-das mermas que reportaba.59 El 9 de julio de 1798, los ofi ciales de los reales alma-cenes afi rmaban haber entregado 10,049 quintales, 96 libras de cobre a los afi na-

56 E. Barrett, op. cit., p. 2.57 R. Romano, Mecanismo y elementos…, pp. 349-350.58 AGN, Minería, vol. 132, exp. 2, ff. 161-227.59 AGN, Indiferente Virreinal, caja 2118, exp. 21, f. 95.

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dores de la Casa de Moneda entre 1791 y 1797. Aunque estos últimos alegaban que sólo habían recibido 8,049 quintales, lo que suscitó un problema entre ambas instituciones.60

LAS INDUSTRIAS DE LA PÓLVORA Y EL SALITRE EN RELACIÓN CON EL COBRE

La Real Fábrica de Pólvora asentada en la ciudad de México fue, de manera indi-recta, otra fuente de demanda de cobre, ya que el producto fi nal de esta empresa, es decir, la pólvora, es “una mezcla de salitre, azufre y carbón que a cierto grado de calor se infl ama, produciendo un fl uido elástico de gran expansión y potencia”. El salitre, el ingrediente más importante en la mezcla, requería cobre para su proce-so de “benefi cio”. Por tal razón, la propia Real Fábrica de Pólvora respaldó las so-licitudes de salitreros que acudían a los almacenes a comprar el metal.61

El salitre fue explotado –y continúa siéndolo hasta nuestros días– en las sa-linas ubicadas prácticamente en toda la

costa del Pacífi co; además de Tamaulipas y Campeche, en el lado del Atlántico.

En la época novohispana existían dos métodos para la obtención de la sal: el pri-mero consistía en exponer al sol y al viento la salmuera para que el agua se evapora-ra; aunque este método dependía mucho de las condiciones climáticas. La otra técnica permitía mediante la ebullición del agua, obtener el salitre de manera menos azarosa. Esta opción fue la que ocasionó una demanda constante de cobre, ya que los salineros cocían la salmuera en gran-des ollas de cobre (en algunos casos eran de barro), conocidas como pailas.62

La solicitud hecha en 1799 por don Juan Francisco Irasoqui, dueño de una sa-litrería en el pueblo de Ayotla, nos permite observar las cantidades promedio de cobre que esta actividad utilizaba. Su negocio ubicado en la jurisdicción de Chalco reque-ría 50 quintales de cobre anualmente, para la reparación de algunas pailas para “así poder cumplir con la orden de la dirección de pólvora de entregar cierta cantidad del ingrediente (salitre) que él produce”.63

60 Idem.61 Covadonga Villar Ortiz, La Renta de la Pólvora en Nueva España (1569 – 1767), Sevilla, Escuela de Estudios Hispano – Americanos, 1988, p. 7.62 Ursula Ewald, La industria salinera de México 1560 – 1994, México, FCE, 1997.63 AGN, Minería, vol. 128, exp. 8, f. 8.

28

Durante los años en que los solicitan-tes de cobre debían certifi car la cantidad que requerían, la Dirección General de la Real Fábrica de Pólvora apoyó decidi-damente las peticiones de los salitreros, aunque no por ello se libraron de la orden de las autoridades hacendarias, de satis-facer estas demandas con el peor cobre existente en almacenes. Ese fue el caso del salitrero de Pachuca, José Palacio, quien solicitó se le ministrasen al menos 50 quintales de cobre para la construc-ción de tres pailas en que se hacían los cocimientos para la extracción del salitre, “por haber llegado a un total exterminio e inutilidad dos de dichas pailas que le han servido por espacio de catorce años”. Como respuesta obtuvo la promesa de que se le venderían los 50 quintales de cobre, siempre y cuando se conformase con el “de mala calidad”.64

EL COBRE NOVOHISPANO EN EL AJUAR DOMÉSTICO

En la Nueva España, los utensilios de cocina y otros artículos de uso domés-tico estuvieron hechos de cobre. Ollas,

jarras, cazos, cucharas, platos, cuchillos, mazos, usados en las residencias particu-lares como en las boticas, tocinerías, ten-dejones; así como en las milicias, todas sin excepción, eran de cobre. A fi nales del siglo XVIII, un contemporáneo anotaba con respecto a su uso:

Casi todos los utensilios de cocina se ha-

cen también de él [de cobre] y hay pocas

casas donde no se use, aunque se sabe

y está averiguado que tiene virtud dele-

térea y capaz de envenenarnos aunque

lentamente. Por lo que sería conveniente

que por ley del reino se prohibiese para

estos usos como se ha hecho en Suecia

a instancias del barón de Schoeffer o

Schoesser.65

Además de las baterías de cocina, el co-bre en aleación con el estaño, es decir, el bronce, sirvió para forjar numerosas cam-panas de Iglesias y conventos novohis-panos e, incluso, de misiones tan lejanas como las establecidas en las Californias. Hacia fi nales del siglo XVIII se diversifi có la producción de artículos de cobre, pues además de los tradicionales enseres de

64 AGN, Minería, vol. 16, exp. 3, fs. 48 – 54.65 Manuel López Bueno, Jornal económico mercantil de Veracruz, junio de 1806, núm. 94, tomo I, p. 367.

29

cocina, se elaboraron grabados hechos en cobre que se convirtieron en una nueva fuente de demanda. En esa época existían alrededor de 20 grabadores que producían monedas, medallas y grabados utilizados como ilustraciones en los libros.66

Todos estos artículos fueron confec-cionados por artesanos que, por su habili-dad de trabajar el cobre, fueron conocidos como caldereteros y estuvieron presentes a lo largo del territorio virreinal; aunque, los más numerosos y reconocidos, esta-ban establecidos en Michoacán, Puebla y la ciudad de México.

Las asociaciones de artesanos de un mismo ofi cio solían funcionar bajo determinadas reglamentaciones que bus-caban su protección y aseguraban una reproducción controlada de aprendices del ofi cio.67 Los caldereteros no formaron un gremio como el resto de las organiza-ciones artesanales sino hasta la segunda década del siglo XVIII, en las ciudades de Puebla y México, tras la expedición de unas breves ordenanzas en 1720.68 Sin embargo, la vida de tal gremio se tornó

efímera, en principio, porque su forma-ción se dio en momentos en que este tipo de corporaciones estaban siendo atacadas institucionalmente, y después, porque la propia dinámica del capitalismo comercial tendió a desaparecerlos como talleres artesanales.69

En el caso de Michoacán, el gremio de caldereteros nunca existió como tal, pero los artesanos lograron cierta unidad al agruparse en torno a la cofradía consa-grada a la Purísima Concepción de Ma-ría, con asiento en el hospital que fundara dos siglos antes, don Vasco de Quiroga, en Santa Clara del Cobre.70

A don Vasco de Quiroga, precisa-mente, se le acredita el haber llevado especialidades artesanales a los asenta-mientos de la región michoacana, como imitación de la Utopía de Tomás Moro; aunque “la fabricación de sombreros, de monturas y de cerámica vidriada, entre varias de las especialidades asignadas a los conquistados tarascos refl ejó más las necesidades y expectativas europeas que las predilecciones de los mismos ta-

66 E. Barrett, op .cit., p. 4.67 Jorge Pellicer, Artesanos del porvenir, México, SEP – UAM Azcapotzalco, 1995, p. 16.68 María Luisa Horcasitas de Barros, La artesanía, con raíces prehispánicas, de Santa Clara del Cobre, México, SEP, 1973, p. 106.69 Felipe Castro, La extinción de la artesanía gremial, México, UNAM, 1986, p.70 J. Pellicer, op. cit., p. 39.

30

rascos”.71 En el plan utópico de Quiroga, el propio obispo le asignó a Santa Clara del Cobre la confección de artículos de ese material. Desde 1553, año de funda-ción del pueblo, la mayoría de sus habi-tantes se dedicó a elaborar artículos de cobre consumidos por todo el virreinato, pero según el censo levantado en 1766, de los 480 habitantes que tenía el pue-blo, los hombres se dedicaban ya sea al laboreo de sus tierras, a la calderetería o a la arriería.72

Puebla, por su parte, en su calidad de ciudad virreinal, atrajo a numerosos arte-sanos que lograron vender sus productos a lo largo del territorio virreinal. Su posi-ción geográfi ca la hacía paso obligado entre Veracruz y México, y por lo mismo siempre mantuvo un comercio intenso como centro distribuidor de los productos locales y de la región centro-sur del virrei-nato. De acuerdo con un informe presen-tado por el administrador de alcabalas, entre el 13 de septiembre de 1792 y el 10 de diciembre de 1797, habían entrado en

esa ciudad 2,705 quintales, 75 libras de cobre sin haber pagado impuestos; según estimaciones del funcionario circulaban li-bremente en Puebla, al menos 500 quin-tales de cobre anualmente, procedentes de la provincia de Michoacán; mismos que eran vendidos por los comerciantes, según su arbitrio, a distintos artesanos y caldereteros locales.73

La ciudad de México también signifi có un destino de relativa importancia para el cobre michoacano por su número de arte-sanos. Según los registros publicados por El Correo semanario político y mercantil, entraron con regularidad, de 1785 a 1810, entre 1,000 y 3,000 quintales de cobre anualmente para consumo local.74

Los talleres y obradores de artesanos registran una importante fuente de de-manda de cobre. En apariencia, las canti-dades solicitadas eran pequeñas, pero si las revisamos de forma global, en función del gran número de solicitudes, se verá que la suma de ellas arroja una cantidad considerable de quintales de cobre, usa-

71 Janet Brody Esser, “Adaptación a la “Utopía”: las artes y la sociedad en Michoacán a principios de la época virreinal”, en Michele Feder-Nadoff (editor), Ritmo del Fuego/Rhythm of Fire, Chicago, Estados Unidos, Cuentos Foundation, 2004, p. 173.72 AHMN, Hacienda, caja 7 B, exp. 8, f. 15.73 AGN, Indiferente Virreinal, caja 2118, exp. 21, f. 95.74 Mariano, Zúñiga y Ontiveros, Correo semanario político y mercantil de México, tomo primero, julio- diciembre 1809.

31

dos no sólo por caldereteros, sino ade-más por plateros, cobreros y tiradores de oro. En 1798, por ejemplo, se autorizaron 20 quintales a don Miguel Díaz, 12 quinta-les a don Manuel Mendoza y 20 quintales a don Luís de Urzueta, todos artesanos. El maestro cobrero José Mariano Rocha, se le autorizaron 20 quintales para su obrador. El Real Apartado de oro y plata recibía anualmente 20 quintales para la construcción de alcribises y para los ca-ñones de los hornos.75

Los artesanos que acudían a comprar el cobre directamente en los almacenes sufrían la falta de abasto sobre todo en los establecidos en la ciudad de México. La capital del virreinato era el lugar más controlado en cuanto a la distribución del cobre y, después de 1780, cuando se re-crudeció la política monopolizadora, los artesanos de esta urbe sufrieron un ma-yor encarecimiento. Don Salvador de la Vega, maestro fundidor y calderetero so-licitó a mediados de 1789, 100 quintales de cobre para las labores de su obrador, de los cuales sólo le fueron autorizados 30, a pesar de haber declarado que lle-

vaba un año sin trabajar “por carecer de este material”.76

El mismo director de escultura de la Real Academia de San Carlos, don Ma-nuel Tolsá, comentó a mediados de 1801, que la política de monopolio sobre la co-mercializaron del cobre no benefi ciaba en nada al erario y, sin embargo, perjudicaba al publico que trabaja este metal, llegan-do al grado de haberse prácticamente extinguido

las numerosas casas de calderetería que

había antes de la prohibición de comercio

en el cobre hasta reducir al número de

tres, de las cuales sólo una hace alguna

labor, viéndose los maestros y operarios

obligados a tomar otros giros […] de modo

que no han quedado más de tres o cuatro

de los que llaman maestros de fragua y

estos tan malos que la fuerza de no haber

otras hace que se valgan de ellos, siendo

una lastimosa prueba de este desorden el

que diez y seis años a esta parte sólo se

ha presentado a examen un individuo de

este ofi cio para esta corte.77

75 AGN, Indiferente Virreinal, caja 2118, exp. 21, ff. 1-95.76 AGN, Minería, vol. 132, exp. 5, ff. 234-241.77 Ibid., vol. 16, exp. 10, ff. 246-283.

32

Para la solución de este problema, propo-nía que a los artesanos se les vendieran las libras que necesitaran sin necesidad de ocurrir a la superioridad, pues esta situación no era propia del gremio calde-retero, sino que también eran partícipes de la carestía

mineros, hacendados de azúcar, salitreros

y otros [que también] experimentan atra-

sos por la falta de dicho metal” [y] “que

tienen que parar con inmensos atrasos

o del todo por la absoluta falta del metal,

en ocasiones o por temporadas, mientras

que puede conseguirse después de re-

petidas solicitudes, de costosos y largos

tramites judiciales.78

La propuesta de Tolsá tenía la fi nalidad de apoyar la libertad de comercio del co-bre para los artesanos, tema que para en-tonces se encontraba a debate. Tolsá so-licitaba que se estableciera un expendio libre por menudeo, esto es, la venta de cobre por libras, para así vender “hasta una arroba a todo artesano conocido que lo pidiera sin necesidad de memoriales ni otros trámites judiciales”, lo cual haría,

incluso, menos frecuentes las solicitudes de grandes cantidades, pues el artesano se surtiría oportunamente.

Tratando de averiguar un robo de este

metal que me hicieron días pasados me

admiré luego que descubrí que el que lo

compraba al extractor, lo pagaba a precio

más alto que el que se vende de cuenta

del rey y me instruí que era porque lo ex-

pedía muy ventajosamente en cortas can-

tidades a los artesanos que lo pagaban

así, por la imposibilidad de conseguirlo de

los almacenes reales 79

78 AGN, Minería, vol. 16, exp. 10, ff. 246-283. 79 Idem.

Monedas de cobre, 1813.

AGN,

Casa

de

mon

eda,

vol.3

64, e

xp. 3

, f.1

33

En carta de 2 de diciembre de 1801, la Real Hacienda le contestó a Tolsá, que ella no era la institución responsable de la escasez de cobre experimentada por los artesanos; por el contrario, precisaba, sus diligencias habían permitido que casi se duplicaran las cantidades existentes en los almacenes, “tal que en el día pue-de llegar a 9 mil quintales la existencia”. Sin embargo, las necesidades habían cambiado y en ese momento existía una mayor demanda de hacendados, salitre-ros y demás, por lo que no se aceptaron las propuestas de Tolsá para la venta al menudeo, en cambio, la contaduría ma-yor de cuentas de México, recomendó que los artesanos y “menesterosos” sólo debían presentar la aprobación del virrey para comprar el cobre requerido y, para evitar la compra de pequeñas cantidades de forma dispersa, sugería que se junta-ran varios artesanos para comprar una plancha entera.80

Tolsá vislumbró estos problemas tres años antes, cuando le fue encarga-do un trabajo ofi cial, y aunque nunca se vio envuelto en los engorrosos y largos trámites para la obtención de su mate-

ria prima, dado que su posición, fama y la naturaleza del trabajo que elaboró le aseguraron una atención expedita por parte de las autoridades, decidió externar su propuesta. El 22 de febrero de 1798, el virrey Branciforte ordenó al intenden-te de Valladolid acopiar urgentemente a través se sus subdelegados todo el cobre existente en su jurisdicción para colectar 500 quintales para la construcción de la estatua ecuestre de su majestad, Carlos IV, que se elaboraría a sus expensas, “para subrogar la que se halla colocada en la plaza principal”. El cobre debió ser pagado al precio corriente y enviado a la capital, donde los ministros de Real Ha-cienda debieron ponerlo en un almacén separado. De ahí, el conde de Contra-mina, apoderado de Tolsá, le administró a éste, previa autorización, el cobre que fuera necesitando.81

Los casos de Michoacán, Puebla u otros destinos parecen no haber sido tan dramáticos, pues en esos lugares el comercio interno del metal, escapó del control de la Real Hacienda. En 1798, un informe del guardalmacén sugería que los comerciantes podían sacar de la

80 Idem.81 AGN, Indiferente Virreinal, caja 2118, exp. 21, ff. 1-95.

34

provincia michoacana más cantidad de cobre de la que declaraban, ya que las aduanas estaban incapacitadas para pe-sar las planchas del mineral al momento del registro:

Puede suceder que sacando guía en Pá-

tzcuaro, Zitácuaro u otra aduana de 50

cargas con 80 quintales remitan en ellas

100, de modo que aunque por el transi-

to se cotejen con el citado documento se

hallen acordes por la imposibilidad que

hay de pesar el cobre y así, introducido

en esta capital extravíen sin que sea per-

ceptible 20 qq. de una remesa y muchos

más en otras.82

Con lo cual, además, se defraudaba al fi sco pagando menos de lo que corres-pondía por concepto de alcabala.

REDONDEO DE LAS CIFRAS OFICIALES A MANERA DE CONCLUSIÓN

Según distintos informes hechos por los responsables de los almacenes reales, las cantidades de cobre compradas por la Real Hacienda fueron las siguientes:

Entre 1773 y 1783, se adquirieron 32,542 quintales, de los cuales, 2,996 se obtuvieron de los arrendatarios de las minas del rey, a un precio de 15 pesos y 4 reales; los restantes 29,545 quintales se consiguieron con distintos particulares a un precio de entre, 17 y 18 pesos por quintal, sin incluir el entregado al afi nador de ligaciones de la Real Casa de Mone-da, don Manuel Antonio del Castillo, ni al fundidor de pailas y morteros de la Real Fábrica de Pólvora. Asimismo, el propio guardalmacén anotaba “que no se ven-dieron a S[u] M[ajestad] todos los cobres que se han sacado de estas minas” y el fi scal de Real Hacienda añadía en una carta enviada al virrey, el 21 de mayo de 1784, que a él se le hacía sospechosa la cantidad de cobre que entregaba el asentista en comparación con los 1,605 pesos que paga anualmente por el arren-damiento.83

Otro informe, con fecha de 6 de febre-ro de 1789, precisaba que durante el año de 1785 entraron a los almacenes reales 3,464 quintales; en 1786, el monto fue de 6,113 quintales; en 1787, 4476 quintales y en 1788, 6,223 quintales. De forma que

82 Ibid., f. 90.83 AGN, Minería, vol. 132, exp. 2, ff. 50-160.

35

la Real Hacienda adquirió 20,278 quinta-les, entre los años 1785 y 1788. Del total se remitieron únicamente a la Real Fábri-ca de artillería de Ximena, 20,033 quinta-les (5,428 planchas, 3,285 qq. en 1785; 6987 planchas, 4,129 qq. en 1786; 9,178 planchas, 5604 qq. en 1777, y 11,341 planchas, 7,013 qq. en 1788).84

El último informe estima las entradas de los años 1791-1797, en 49,365 quinta-les, 82 libras, distribuidos de la siguiente manera: en 1791 se compraron 8,180 qq., 63 libras; en 1792, 10,275 qq., 41 libras; en 1793, 7,208 qq., 20 libras; en 1794, 8,224 qq., 27 libras; en 1795, 6,291 qq.,

80 libras; en 1796, 5,354 qq., 66 libras; y en 1797, 3,830 qq., 85 libras.85

A primera vista resalta el aumento de la producción, pues si bien en la década de 1773 a 1783, los almacenes reales adquirieron, en promedio, 3,254 quintales anualmente, para 1786, la compra prácti-camente se duplicó: 6,113 quintales, cifra que tendió a aumentar hacia fi nales de siglo: en 1792 se registraron más de 10 mil quintales.

Fue después de 1780 cuando el ni-vel de la producción de cobre se volvió insufi ciente ante las nuevas demandas y las políticas monopólicas adoptadas

84 Ibid., ff. 161-227.85 AGN, Indiferente Virreinal, caja 2118, exp. 21, ff. 1-9.

Ingreso de cobre a los almacenes

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por la Corona en torno a su producción y distribución, ayudaron poco a solucio-nar el problema, ya que si bien estaban encaminadas a asegurarse como único comprador del metal cuprífero para poder destinarlo a las industrias que considera-ba pertinentes, en nada estimuló la explo-tación del mismo.

Comparando las cifras ofi ciales de compra con las de venta, observamos que el comercio interno no sufrió el desa-basto total como se ha insinuado; aunque los compradores en ocasiones no conse-guían el total de los montos solicitados a la Real Hacienda, ésta al menos, les cubría parcialmente la demanda. Además, siem-pre tuvieron la posibilidad de conseguir el metal por vías extraofi ciales en la red de distribución particular establecida varias décadas atrás; y, como se ha menciona-do anteriormente, el reducido número de solicitudes particulares presentadas ante la autoridades, hace pensar que la ma-yoría de ellos optó por abastecerse por este conducto, aunque ello signifi cara un fraude al erario. Por lo anterior, considero que la hipótesis que plantea una crisis en la producción del cobre michoacano en las últimas décadas del siglo XVIII, debe

replantearse. Quizás la Real Hacienda no tuvo los medios adecuados para tener un control más efi caz del mercado negro y ello repercutió en las cantidades que re-colectó y dispuso para la venta. Conside-ro que más que crisis productiva, lo que ocurrió fue una distribución desigual.

En otro sentido, hasta antes de 1780, la producción y la demanda se mantuvie-ron constantes, sobre todo porque ésta se originaba casi exclusivamente en el comercio interno. Los requerimientos de grandes cantidades provenientes de la península se iniciaron después de esa fe-cha, así como los que llegaban de Cuba y Manila, por lo tanto, es dable asegurar que la producción de cobre michoacano en la década de 1780 atravesó por un período de transición. Antes de ese año, como ocurrió en los dos siglos anteriores, pudo satisfacer la demanda local y des-pués de ese etapa, en los últimos años del dominio colonial, cubrir también las demandas de Manila y Cuba, además del mercado local. Esto sugiere que, más que una crisis, hubo un reacomodo en la pro-ducción y distribución del cobre michoa-cano.

* Etnohistoriadora-ENAH.

37

La idea del presente texto surgió y se basa en el hallazgo de dos documentos inéditos, resultado de mi colaboración en el trabajo descriptivo del fondo que res-guarda el Archivo General de la Nación: Indiferente Virreinal. “Memoria de la mú-sica que se encarga con 276 pesos 4 ⅛ reales que ha de entregar el padre procu-rador Pedro Ignacio Altamirano, los que dicho padre tenía para el encargo que le hizo el hermano Martín María Montejano y no tuvo efecto”1 y “Fiestas y misas y otras funciones de la Casa Profesa y lo que se paga por ellas a la capilla de música, sin entrar el discante”.2

Durante las fi estas y octavas del San-tísimo Sacramento de 1573, el primer

provincial de la Compañía de Jesús en la Nueva España, Pedro Sánchez –convida-do por su Ilustrísima don Pedro Moya de Contreras3 para predicar dos sermones distintos de aquel soberano misterio– per-suadió a la concurrencia a poner en prác-tica lo decretado en el Santo Concilio de Trento sobre la fundación de colegios y seminarios “donde los que han de ser sa-cerdotes, se críen e informen desde niños en toda virtud, y letras”.4

En uno de los sermones, el padre Sánchez conminó a un hombre rico “a quien la Divina Majestad no hubiese dado herederos y quisiese emplear bien su ha-cienda, ninguna se le ofrecía más a pro-pósito que emplearla en sustento de los

C E L E B R A C I Ó N D E L C O R P U S C H R I S T I E N E L C O L E G I O M Á X I M O D E S A N P E D R O Y S A N PA B L O

Laura Elena Sánchez Hernández*

1 AGN, Indiferente Virreinal, caja 6293, exp. 58, Clero regular y secular, ff 1r-1v, 1757.2 lbid, 5619, Jesuitas, exp. 008, f. 8, s/f.3 Arzobispo-virrey y primer inquisidor de la Nueva España. Comisionado por Felipe II para establecer en Nueva España el Tribunal del Santo Oficio en 1570. El 30 de octubre de 1573, ya en Nueva España, ocupó la silla arzobispal en sede vacante.4 Francisco de Florencia, Historia de la provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España, 2a. ed. y pról. de Francisco González de Cossío, México, Editorial Academia Literaria, 1955, libro III, p. 162.

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que se habían de criar para ministros de las almas y de los santos sacramentos”.5 Otra propuesta fue que de no haber per-sona “tan rica y poderosa, que por sí solo lo pudiese hacer, sería negocio muy agra-dable a la Divina Majestad que muchos contribuyesen para la fundación de dicho colegio y colegiaturas”.6

Así, a costa de los donativos, que en acciones ascendieron a la suma de veinte mil pesos,7 de don Alonso de Villaseca, considerado entonces el hombre más rico de la Nueva España, se logró la fundación del primer y más importante Colegio de la Compañía de Jesús, que permaneció bajo la advocación de los santos Pedro y Pablo, y que sería el modelo para los cen-tros educativos que posteriormente se es-tablecieron en otras ciudades de la Nueva España, como Pátzcuaro, Oaxaca, Valla-dolid, Guadalajara, Puebla y Veracruz. En la capital, además del Colegio Máximo se

fundó la Casa Profesa, en la que residían jesuitas dedicados exclusivamente a fun-ciones sacerdotales; el Colegio de San Gregorio, escuela de niños indios; el Co-legio de San Andrés, y el Colegio de San Ildefonso, entre los más importantes. En sus aulas se enseñaba gramática latina, teología, poesía, retórica, fi losofía, meta-física, cosmología y demás ciencias natu-rales, pero también había un bibliotecario y un profesor de música.8

Se admitieron en sus aulas a quienes aspiraban al sacerdocio dentro de la or-den, pero también a los alumnos exter-nos, generalmente criollos de familias acomodadas;9 “aquellos que llegarían a desempeñar funciones directivas en la sociedad y ostentarían el poder económi-co en cuanto llegasen a la madurez”.10 De su administración se encargó un cabildo, integrado por el rector, el vicerrector y los conciliarlos, ayudados por un procurador

5 Relación breve de la venida de los de la Compañía de Jesús a la Nueva España. Manuscrito anónimo del Archivo Histórico de Hacienda, versión paleográfica del original, pról., notas y adiciones de Francisco González de Cossío, México, Imprenta Universitaria, 1945, pp. 26-27.6 Idem.7 Clementina Díaz y Ovando, El Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, México, UNAM, 1951, p. 13.8 Esteban Palomera, La obra educativa de los jesuitas en Puebla (1578-1945), México, Universidad Iberoamericana/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla-Instituto Oriente, 1999, p. 27.9 Antonio Rubial García, La plaza, el palacio y el convento. La ciudad de México en el siglo XVII, México, Conaculta, 1998 (Sello Bermejo), pp. 142-143.10 Pilar Gonzalbo Aizpuru, La educación popular de los jesuitas, México, Universidad Iberoamericana-Departamento de Historia, 1989, p. 28.

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y los hermanos coadjutores temporales y espirituales. Todos estos cargos ad-ministrativos se hicieron cada vez más necesarios cuando la compañía adquirió más propiedades, incluidas algunas ha-ciendas, cuya producción e ingresos se utilizaron para manutención de los cole-gios, hospitales, misiones, vestido y ali-mentación de escolares y los gastos que implicaban las ceremonias solemnísimas que tanto caracterizaron a la orden.

Considerada la institución educativa más prestigiosa de la compañía, el Co-legio Máximo no escatimaba recursos cuando de celebraciones se trataba, bien fueran las canonización de los santos de la orden; la llegada de reliquias, la visita del virrey, del arzobispo u otras personali-dades importantes; cualquier pretexto era ocasión para echar la casa, y en este caso, el colegio, por la ventana. Defensora por excelencia de los postulados y preceptos del Concilio de Trento, la Compañía de Jesús “proponía la respuesta contrarre-formista en forma de celebraciones reli-giosas, devoción a los santos, prácticas de piedad colectiva y, como algo propio y característico, la ambientación dramática

de los ejercicios espirituales”,11 especie de retiros en los que hombres y mujeres reconocían sus pecados y eran invitados a responder al amor de Dios. Sin duda las sedes más importantes para las ce-remonias eran San Pedro y San Pablo o la Casa Profesa, principal templo de la compañía, aunque cada colegio tenía sus propias celebraciones.

A la iglesia del colegio llegaron las re-liquias (una espina de la corona y una as-tilla de la cruz en que murió Jesús) que en 1578 el papa Gregorio XIII enviaba para resguardo de la provincia mexicana. En la Profesa se celebró la misa en honor de la canonización de San Ignacio en 1610, a la que asistió el arzobispo fray García Guerra.12 en 1672, los estudiantes del Co-

11 Ibid., p. 28.12 Francisco Javier Alegre, Historia de la provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España, ed. Ernest

Dibujo alusivo a la Gloria de María, 1805 (detalle).

AGN,

Bibli

oteca

, Fon

do R

eser

vado

, 504

1

40

legio de San Pedro y San Pablo protago-nizaron una “enconada y feroz máscara”13

para festejar la canonización del tercer general de la orden, Francisco de Borja y otras tantas celebraciones recordadas por la suntuosidad y pompa que se des-plegó en todas ellas, y si no había fi esta sin celebración de misa, tampoco la había sin una procesión previa, en las que las calles solían adornarse de “rica tapicería y doceles [sic] de oro y seda, los balcones y ventanas con varias invenciones y ga-las, muchas fl ores, verdura y arboleda”.14 Abundaban también símbolos y pinturas alegóricas.

Sumábanse a los festejos particula-res de la compañía, los días clásicos del calendario litúrgico, tales como navidad, semana santa, pascuas y, entre las más importantes, Corpus Christi.

Parte de los gastos que generaban

los festejos de esta y otras festividades eran sufragados por las congregaciones del colegio, a saber, las que en este Co-legio Máximo se fundaron fueron las de la Anunciata, la de la Purísima y la de Nuestra Señora de los Dolores. Estas hermandades de estudiantes a las que posteriormente se unieron clérigos, maes-tros funcionarios y hombres de negocios, cuyas obligaciones eran “frecuentar los sacramentos, asistir a las exhortaciones del prefecto, leer diariamente libros pia-dosos, practicar la oración mental y vocal, pública y privada, en honor de la Virgen, visitar las cárceles y hospitales”,15 podían otorgar cierto capital para erigir sus pro-pias fi estas, y cada mes celebraban a de-terminado santo o misterio.

Otra fuente de ingresos eran las ca-pellanías fundadas en los colegios16 y la Casa Profesa, cuyos principales réditos

J. Burrus, S. J. y Félix Zubillaga, S.J., Roma, Institutum Historicum, S.J., 1958, vol. II, p. 188.13 María Dolores Bravo Arriaga, “Una representación criolla: la Máscara grave y la Máscara faceta de 1672. (Imágenes y lenguajes de un espectáculo jesuita)”, en María Dolores Bravo Arriaga, La excepción y la regla: estudios sobre espiritualidad y cultura en la Nueva España, pref. José Pascual Buxó, México, UNAM-Facultad de Filosofía y Letras-Instituto de Investigaciones Bibliográficas-Seminario de Cultura Lite-raria Novohispana, 1997, p. 185.14 Referencia de la obra Fundación de la Compañía de Jesús en Nueva España (1571-1580), escrita por el padre jesuita Juan Sánchez Baquero, citado por José Rojas Garcidueñas en Tres piezas teatrales del virreinato, Tragedia del Triunfo de los Santos, Coloquio de los Cuatro Reyes de Tlaxcala, Comedia de San Francisco de Borja, ed. y pról. José Rojas Garcidueñas y Juan Arrom, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Estéticas, 1976 p. 4.15 P. Gonzalbo, op. cit., p. 55.16 AGN, Tierras, vol. 3354, ff. 244 y ss., 1677.

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se dejaban para “limosna, gasto de cera, música y demás ornato”. Por mencionar tan sólo un ejemplo de esto, doña Ana de Toledo y Mendoza instituyó en 1677 una “[…] obra y memoria de nueve mi-sas cantadas por su ánima y la del di-cho su marido, parientes y demás de su intención, por patronato laico de legos, dotándola con seis mil pesos de princi-pal y trescientos de réditos en cada un año y que se dijesen en los ocho días de la octava y festividad del Santísimo Sa-cramento y Corpus Christi […]”.17 Estos patronazgos daban a los benefactores mucho prestigio.

Por su parte, el colegio nombraba también a dos diputados y un mayordomo quien recaudaba el dinero, procedente de los donativos de los patronos de cole-giales, y era quien proveía para el gasto “lo que por el rector y diputados le fuere señalado”.18 Esto implicaba compra de velas, música, construcción de monu-mentos, arcos triunfales, tablados para

las representaciones y la comida, que corría por cuenta de los patrones, consis-tía en “cuatro platos, y su ante, y postre”; se recomienda en las Constituciones del Colegio “que los días de fi esta y asueto, se les dé algún asado”, mismo que disfru-taban acabada la misa, “todos juntos en el dicho colegio”.19

Era Corpus Christi una celebración en la que la compañía y los estudiantes del Colegio de San Pedro y San Pablo po-nían especial esmero, pues era ocasión para poner de manifi esto las habilidades literarias de sus estudiantes quienes con-vocados a concurso componían poemas, comedias y coloquios, latinos y castella-nos e incluso en lenguas indígenas.20

El patio del colegio se convertía en escenario de representaciones teatrales y máscaras, cuya temática era generalmen-te sobre vidas de santos y pasajes del An-tiguo Testamento, la natividad y pasión de Jesucristo. Respecto a estas representa-ciones teatrales, que eran todo un méto-

17 Idem.18 Archivo Histórico de la UNAM, Traslado de las Constituciones del Colegio Real de San Pedro y San Pablo y San Ildefonso en el ramo Rectoría, caja 92, exp. 2, 1770.19 Idem. 20 En 1596, en las lejanas misiones de Sinaloa, se sabe que se festejaban la pascua de navidad “con un mitote y con villancicos y un coloquio en su lengua regional, compuesto sin duda por alguno de los jesuitas que dirigían aquellas misiones”, Rojas Garcidueñas, Autos y coloquios del siglo XVI, México, UNAM, Coordinación de Humanidades, 1989, p. XI.

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do de estudio y acercamiento a la cultura griega y romana, José Rojas Garcidueñas señala que se trataba de atraer al público “con el lujo de los trajes, con el decorado riquísimo y los intermedios fastuosos en los que toda clase de fi guras exóticas sa-lían a ejecutar pantomimas y simulacros”, que “en el Colegio de san Pedro y san Pablo, había mucho de esto”.21

En 1577 los estudiantes organizaron para las fi estas de Corpus Christi una tragicomedia dedicada a la vida de San Lucas.22 A fi nes del mismo siglo XVI, los niños del colegio de San Gregorio hicie-ron una representación con diálogos en español y náhuatl para la solemnidad del Santísimo Sacramento “qual se pudiera pedir a los muy versados de nuestros es-tudiantes españoles […] la suavidad de la música que así de los de los mismos recitantes como del coro de los mismos naturales que respondía tan acorde y conforme, en una y otra lengua, que mo-vieron a suspensión al auditorio”.23

Tales representaciones estaban siem-pre acompañadas de “mucha música de trompetas y chirimías”,24 “canto de orga-no” [sic],25 “canciones y músicas diferen-tes, ya a una voz, ya a dos y más”,26 o por un “coro de cantores”.27 El padre Alegre refi ere que en ocasión del jubileo de las 40 horas de 1607 solemnizaron el evento “[…] seis coros de música que repartidos por la iglesia, alternaban a competencia

Templo de La Profesa.

AGN,

C.I.F

, Igle

sias ,

imag

en 23

21 J. Rojas Garcidueñas, Tres piezas teatrales…, pp. 10-11.22 Othón Arróniz, Teatro de evangelización en Nueva España, México, UNAM, 1979, p. 158.23 Cartas anuas citadas por Othón Arróniz, op. cit., p. 149.24 J. Rojas Garcidueñas, Tres piezas teatrales…, p. 4.25 O. Arróniz, op.cit., pp. 151-152.26 J. Rojas Garcidueñas, Tres piezas teatrales …, p. 10.27 J. Rojas Garcidueñas, Autos y coloquios…, p. XIX.

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las más exquisitas composiciones y fo-mentaban la devoción del concurso con letras y tonos devotísimos”.28

Obviamente, lo más importante era la celebración de la misa en la que igual-mente se buscaba atraer la atención y elevar las almas de los fi eles. Ornamen-tos sagrados, las fl ores y el incienso pero sobre todo la música, cumplían con esa función. Los padres del colegio se pre-ocupaban porque la música fuera “la más [s]electa y también la más moderna”.29

El 23 de mayo de 1757, Martín Ma-ría Montejano, quien desde 1748 ejercía funciones como hermano coadjutor y ayu-dante del procurador del Colegio Máximo, solicitó la compra de ciertas piezas de música e instrumentos musicales al padre Bernardo Lozano, quien para esta fecha se encontraba en Madrid en el ejercicio de su cargo como procurador de la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús.30

El padre Lozano contaba para el gas-to de música con 276 pesos 4⅛ reales [de a 128 cuartos]. En esta “memoria de música”, Montejano solicitaba que cuan-to antes se le mandaran: cuatro misas

grandes “y de buen gusto”, cuatro dichas medianas, y chicas, tres salmos para vís-peras, superiores. Cuatro salves, a solo, a dúo, y a más voces, cuatro letanías, cuatro misereres, dos stabat mater, dos te deum, 12 villancicos al Santísimo, a la Virgen, y otros generales a cuatro y ocho voces.

“Arias, con letras a lo Divino, y otras a lo humano de Nebra o Picañol, y de otros autores de fama, que sean de mucho gusto”. Overturas exquisitas para violi-nes, unas con trompas, otras con fl autas, etcétera, y algunas para clave, estas últi-mas, si se hallan, que sean de Esscarlati, y algunas sonatas sueltas de violín, pero exquisitas. Una o dos misas y ofi cios de difunto de lo mejor que hubiere; motetes o villancicos con letra en latín, para igle-sia, si se puede que sean de Levens, de Lalanda, un te deum y miserere de dicho Lalanda impresos en París, y algunos motetes italianos en latín a solo y a dúo.

Finalmente, advierte:

Después de comprado lo que lleva núme-

ros al márgen todo lo restante de dinero,

28 F. J. Alegre, op. cit., p. 137. 29 Véase nota 1.30 Francisco Zambrano, Diccionario biobibliográfico de la Compañía de Jesús en México, México, Editorial Tradición, S. A, 1977, t. XVI, p. 81.

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ha de venir en arias, dúos […] que en la

obras en que no se ponen autores, sean

del Pergolesi, de Francisco Pheo, de

Francisco Durante, Cayetano Latilla, o

Baldasar Galupe, y fi nalmente las obras

italianas tienen mas aprecio, y así se ha

de solicitar que toda la música que se pide

sea la mas [s]electa, y también la más mo-

derna, para que no se experimente que la

que viniere, ya la haya por acá, y espe-

cialmente para que sea diversa de la que

remitió el Padre Lozano al Padre Andres

Garzia, con el Procurador Juan Francisco

Lopez y la remisión ha de venir al Padre

rector del Colegio de Veracruz para que

éste la mande al padre Procurador del Co-

legio Máximo de México y se ha de pro-

curar reservar algun dinero para el cajón,

su buen abrigo, y transporte al puerto de

Santa Maria […].31

Instrumentos musicales que pidió comprar fueron: “Dos pares de trompas con sus boquillas y tudelas para poder templarlas o bajarlas de tono, el un par Dlasolre y el otro Alamirre, que no sean de guantes, sino circulares y dos fl autas traveseras de

las mejores y violines buenos hasta don-de alcanzare, cuerdas primas de violín gruesesitas y fuertes, napolitanas”.32

Podemos suponer con este hallazgo documental que la ceremonia litúrgica de Corpus Christi en el Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo, cuando Monteja-no fungió como coadjutor y procurador del colegio (de 1748-1767 aproximadamente), era acompañada por música italiana.

De la ejecución de tan “exquisita” música, se encargaba una capilla de música a la que se le pagaba por su asistencia a diferentes funciones tanto en el Colegio Máximo como en la Casa Profesa.33 La documentación no refi ere la procedencia de dicha capilla, por ello surge la pregunta sobre si en la compa-ñía o en el colegio existía una capilla musical o se trataba de los ministriles de la capilla catedralicia, quienes comúnmente atendían solicitudes externas o incluso, a otras ca-pillas, no precisamente la de catedral. Hay documentos que confi rman la existencia de otras capillas como la de la parroquia de Je-sús Nazareno. Pero, si no contaban con ca-pilla musical ¿por qué solicitaban la compra de instrumentos musicales?

31 Véase nota 1.32 Idem.33 Véase nota 2.

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Se pagaban entonces, por la octava de Corpus, entrando el discante,34 30 pesos en el Colegio de San Pedro y San Pablo y 35 pesos sin entrar el discante en la Casa Profesa. Si bien la octava de Corpus era una de las funciones por las que más se pagaba a esta capilla, había otras que doblaban su precio, como la de los tres días de carnestolendas por la que se pagaban 70 pesos o las vísperas y día de San Ignacio y su octava que se paga-ban a 105 pesos sin discante y 130 con discante.35 Al respecto y sobre la misa de Corpus el documento refi ere que era “con tres voces y órgano y después empieza el descante con dos violines y bajo, para encubrir van dos voces…”.36

El precio por cada función variaba, como hemos visto, según el repertorio que se ejecutara, ya que dependía de hu-biera o no discante, o según el número de los instrumentos. En 1759 la novena de San Francisco Javier, que costaba 27 pesos, aumentó su precio a 52 pesos cuatro reales para que se cantara con dos violines y bajo. Las congregaciones

pagaban también para que esta capilla solemnizara la misa de Corpus frente a sus altares. Por una ceremonia de este tipo la congregación de la Purísima paga-ba siete pesos y la de la Buena Muerte en la Profesa pagaba dos pesos.37

De modo que ejecutar a Scarlati, Per-golesi, Gaetano Latilla, Baldasaro Galu-ppi o Francesco Durante, José de Nebra y Picaygnol debía incrementar el precio considerablemente, ante la necesidad de mayor número de ministriles para la eje-cución de piezas de mayor complejidad.

Entre otras “memorias de papeles de música”38 halladas entre una serie de pa-peles dispersos de la compañía, existen además de misas, arias, overturas, villan-cicos al Santísimo y motetes. También otras formas musicales como juguetes de navidad, villancicos de tonadilla y tonadi-tas de pascua jocosas. Esto nos indica la variedad de la música que podía utilizar-se, la cual, iba acorde con la ceremonia o el acto al que acompañaba. Seguramente los “villancicos de tonadilla” y “tonaditas jocosas” acompañaban las representa-

34 Se refiere a lo que en la música polifónica se denomina Discantus, las voces o melodías realizaban movimientos contrarios en lugar de movimientos directos (si una voz sube la otra baja y viceversa).35 Véase nota 2.36 Idem.37 Idem. 38 AGN, Archivo Histórico de Hacienda, “Memoria de papeles de música”, 329, exp. 1, ff. 313 y 433.

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ciones teatrales en el colegio. Scarlatti, Pergolesi, Galuppi y otros eran reserva-dos para ceremonias de mayor solemni-dad como la de Corpus Christi.

Por otro lado, interpretar las obras de reconocidos y afamados composito-res en las ceremonias del colegio era un símbolo más de su prestigio. Así como en sus bibliotecas se encontraban las obras literarias y fi losófi cas más importantes de la época, así como en los festejos que la compañía organizaba se ponía de ma-nifi esto la cultura y conocimientos que poseían los alumnos del Colegio de San Pedro y San Pablo, así también la música que solemnizaba sus ceremonias debía ser diversa y que no “la haya por acá”.39

Su conocimiento de la música “moderna” era otra muestra más de la cultura de los miembros de la compañía, aun cuando fuera un hermano coadjutor el que la so-licitaba, pues a saber, según las normas de la compañía éstos estaban colocados en los más bajos niveles de la jerarquía jesuita, y se les asignaban tareas “según

el talento que Dios nuestro Señor les diere”.40 Es probable incluso que no fue-ra Montejano quien solicitaba la música, pues al tener funciones de coadjutor y procurador, estaba más bien encargado de las compras y contratos legales. So-bre su biografía, hasta el momento sólo puedo hacer referencia al diccionario bio-bibliográfi co de la Compañía de Jesús41

en el que se dice que nació en Cangas Galicia el 11 de noviembre de 1709; en 1742 ingresó al noviciado en Tepotzotlán y desde 1748 apareció como “socio del procurador” del Colegio Máximo y duran-te toda su estancia hasta 1767 en que sa-lió desterrado de Veracruz en la fragata Buen Suceso, permaneció en el mismo cargo.42

Pero sea quien sea el solicitante de tan selecta música para uso del colegio, lo importante es que el documento men-ciona a los autores de las piezas pedidas, así podemos tener una idea más cercana de la solemnidad de ceremonias como la de Corpus Christi. Aunque sabíamos que

39 Véase nota 1.40 Constituciones de la Compañía de Jesús, Introducción y notas para su lectura, S. Arzubialde, J. Corella, J. M. García-Lomas (eds.), Bilbao, Ediciones Mensajero, Editorial Sal Terrae, Cátedra de Espiritualidad Ignaciana, Universidad Pontificia Comillas, p. 78.41 F. Zambrano, op. cit., p. 165.42 Idem.

47

las ceremonias se acompañaban con mú-sica, hoy sabemos que a mediados del siglo XVIII, en el templo del colegio era po-sible escuchar la música “moderna”, que estaba en boga en las cortes europeas, al igual que en la catedral metropolitana, donde a saber por los inventarios de mú-sica de la época se ejecutaban también obras de Nebra, Picaygnol y Galuppi.43

Es pues la música otro recurso a través del cual los jesuitas buscaban conmover los corazones y elevar el alma de los fi eles, otro instrumento, para “impresionar profun-

damente la psicología de todos los fi eles”. “La disciplina y la obediencia total a la mili-cia de Cristo y a su recio espíritu ascético; el realismo impresionante de la condenación y del infi erno; el didactismo efectivista de sus sermones; el gran valor que otorgaron a la oración mental; la imaginación sensible que confi rieron a sus analogías; en suma, su discurso y su estilo mismo estaban al servicio de la “mayor gloria de Dios”.44

Presento a continuación la transcrip-ción paleográfi ca de los documentos ya comentados. Para facilitar la lectura actua-

43 Archivo del Cabildo, Catedral Metropolitana de México, leg. D, Inventarios, AM 1592-1594. El archivo catedralicio resguarda tres inventarios de música que representan una riquísima fuente sobre las obras musicales que se ejecutaban en la catedral en la época de los maestros de capilla Ignacio Jerusalém (1707-1769) y Antonio Juanas (ca. 1755- ca.1818).44 “Una representación criolla: la Máscara grave y la Máscara faceta de 1672. (Imágenes y lenguajes de un espectáculo jesuita)”, en María Dolores Bravo Arriaga, op. cit., p. 183.

Plano de la fachada del colegio de San Pedro y San Pablo.

AGN,

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edad

, vol.

2, f.

338b

is

48

licé la ortografía (excepto los nombres de los músicos) y desglosé las abreviaturas.

PALEOGRAFÍA

Memoria de la música que se encarga con 276 p, 4 1/8 [entre líneas: de a 128 cuartos], que ha de entregar el Padre Pro-curador Pedro Ygnacio Altamirano, los que dicho Padre tenía por el encargo que le hizo el H. Martín María Montejano, y no tuvo efecto y dicha memoria se le encar-ga al Padre Bernardo Lozano a Madrid.45

4 Misas grandes, y de buen gusto4 dichas medianas, y chicas3 Salmos para vísperas, superiores, 3 juegos4 Salves, a solo, a dúo, y a más voces4 Letanías4 Misereres2 Stavat Mater2 Te deum

[Al margen] Estos que sean en latín12 Villancicos al Santísimo, a la Virgen, y otros generales a cuatro voces

[Al margen] Estos en latín6 dichos a 8[Al margen] Estas en latín Áreas, con letras a lo Divino, y otras a lo humano de Nebra o Picañol, y de otros autores de forma, que sean de mucho gusto.

[Al margen] en latín Dúos lo mismo.

Oberturas exquisitas para violines, unas con trompas, otras con fl autas, etcétera, y algunas para clave, y estas últimas si se hallan que sean de Esscarlati, y algunas sonatas sueltas de violín, pero exquisitas.

2. Una, o dos Misas y ofi cios de Difuntos de lo mejor que hubiere.

2. Dos pares de trompas con sus boqui-llas y tudelas para poder templarlas o ba-jarlas de tono, el un par Dlasolre y el otro Alamirre, que no sean de guantes [sic], sino circulares [Al margen]el par de trompas que pedí de Alamire se han de pedir de Elami]

45 Véase nota 1.

49

[Al margen] y motetes o villancicos con letra en latín para iglesia si se puede que sean de Levens, y de Lalanda, y un Te Deum y Miserere de dicho Lalanda que hay impresos en París, y algunos motetes italianos en latín a solo y a dúo.

2 fl autas traveseras de las mejores y violines buenos hasta donde alcanzare, cuerdas primas de violín gruesesitas y fuertes, [testado: y pocas segundas y ter-ceras] napolitanas

Después de comprado lo que lleva núme-ros al margen todo lo restante de dinero, ha de venir en Arias, Dúos, y oberturas [testado: aunque es necesario y se ha de procurar] que en la obras en que no se ponen autores, sean del Pergolesi, de Francisco Pheo, de Francisco Durante, Cayetano Latilla, o Baldasar Galupe, y fi nalmente las obras italianas tienen mas aprecio, y así se ha de solicitar que toda la música que se pida sea la más selecta, y también la más moderna, para que no se experimente que la que viniere, ya la haya por acá, y especialmente para que

sea diversa de la que remitió el Padre Lozano al Padre Andrés Garcia, con el Procurador Juan Francisco López; y la re-misión ha de venir al Padre Rector del Co-legio de Veracruz para que éste la mande al padre Procurador del Colegio Máximo de México y se ha de procurar reservar algún dinero para el cajón, u buen abrigo, transporte al puerto de Santa María y em-barque, dejando solo el fl ete de mar, que en Veracruz se pagará y esto que no sea con escasez, pues aunque sobre alguna cosa lo podrá coger el Padre Lozano para polvos u otros menesteres suyos. México y Mayo 23 de 1757.

Un tanto de esta mandé al padre Loza-no, y en segundo lugar al Padre Marcos Escorza para que la compren y manden cuanto antes.Por [octubre?] mandé otro tanto.

[f 1r]Fiestas y misas, y otras funciones de la Casa Profesa, y lo que se paga por ellas a la Capilla de Música, sin entrar el Dis-cante.46

46 Véase nota 2.

50

Cada semanaMisas de los lunes a 2 p[esos]

Cada mesMisa del Santísimo Sacramento a 3 p[esos]Misa de Señor San Joseph el día 19 a 3 p[esos]

EneroMisa día de la Circuncisión 14 p[esos]Misa día de Reyes 10 p[esos]Misa día del Niño perdido 10 p[esos]Misa día del S[antísimo] nombre de Jesús 6 p[esos]

FebreroLos tres días de Carnestolendas 70 p[esos]Misa día de S[an] Aproniano 10 p[esos]Misa de Profesiones, día de la Purifi ca-ción de N[ues]tra S[eño]ra q[uan]do las ay 10 p[esos]

MarzoMisa día de S[eño]r S[a]n Joseph 10 pesosOtra día de de S[eño]r S[a]n Joachin 10 pesosOtra día de la Encarnación 10 p[esos]

Otra en el mismo día en el depósito 3 p[esos]Otra Sábado de Ramos 3 p[esos]Semana S[an]ta Missa de la Espina, Ti-nieblas, ofi cios de jueves; Viernes S[an]to 40 p[esos].- son 40 p[esos]

AbrilMisa en la fi esta de Valdivieso 10 p[esos]

Mayo Missa día del Patrocinio de S[eñ]or S[a]n Joseph 6 p[esos]Otra día de S[a]n Juan Francisco Rexis 10 p[esos]Otra día de S[a]n Juan Nepomuceno 3 p[esos]Otra el Lunes e Pasqua de Espiritu S[an]to 10 p[esos]

JunioDiez missas cantadas de S[a]n Xavier 30 p[esos]Corpus y su Octava 35 p[esos]

[f 1v]JulioFiesta del Rosario de Valdivieso 10 p[esos]

51

Sangre de Christo 10 p[esos]S[eño]ra Santa Ana 10 p[esos]Transito de S[eño]r San Joseph 3 p[esos]Vísperas, y día de N[ues]tro Padre S[a]n Ygnacio, y su octava 105 p[esos]

AgostoMisa de Profesiones cuando las ay día de la Asunción de N[uestr]a S[eño]ra 10 p[esos]

SeptiembreFiesta de Dolores de Valdivieso 10 p[esos]Novenario a la Natividad de N[uestr]a S[eño]ra y dia de su fi esta 31 p[esos]Misa de las llagas de S[a]n Francisco 3 p[esos]Otra día de S[eñ]or S[a]n Miguel 10 p[esos]

Octubre4 Misas de S[a]n Francisco a 3 p[esos]Otra de S[a]n Francisco de Borja 14 p[esos]

NoviembreMisa de S[a]n Estanislao Kosca 10 p[esos]

Otra día de su octava 3 p[esos]Otra día de S[an]ta Gertrudis 14 p[esos]Otra día de S[a]n Andrés 10 p[esos]Otra día de la Presentación de N[uestr]a S[eño]ra en el deposito 3 p[esos]

DiciembreNovena de S[a]n Xavier, Vísperas y día del S[an]to 100 p[esos]Misa de N[uestr]a S[eño]ra de Guadalupe 10 p[esos]Otra a la misma señora 3 p[esos]Nueve Misas de Aguinaldo, Maitines de noche bu[en]a y S[a]n Estaban 62 p[esos]Te Deum la última noche del año 15 p[esos]Jubileo Circular, cada vez que va 25 p[esos]

[f 2r]Colegio Máximo de S[a]n Pedro y S[a]n Pablo con Discante

Cada SemanaMisa Cantada de la Virgen todos los sá-bados a 4 p[esos]

52

Cada mesMisa Cantada los días 19 a S[eñ]or S[a]n Joseph a 2 y 4 r[eales]Misa de S[eñ]or S[a]n Miguel a 12 r[eales]

Cada añoJubileo Circular 37 p[esos] 4 r[eales] EneroMisa cantada día de los S[an]tos Reyes 2 p[esos] 4 r[eales]Otra día de S[a]n Anton[io] Abad 2 p[esos] 4 rr[eales]Otra día de S[a]n Yldefonso 2 p[esos] 4 rr[eales]

FebreroAsueto general en S[a]n Cosme 6 p[esos] 2 r[eales]

MarzoFiesta de S[eñ]or S[a]n Joseph 22 p[esos]Novena de S[a]n Xabier 27 p[esos] 4 rr[eales][Al margen] Se le aumento a dicha No-vena {para que se cante con 2 violines, y Bajo} 52 p[esos] 4 r[eales] el año de 1759

MayoOtra de la Asención del Señor 6 p[esos]Novena de S[eñ]or S[a]n Joseph 74 p[esos]Novena de S[eño]r S[a]n Miguel 18 p[esos] 4 r[eales] [Al margen] con discante el ultimo día, y la Misa con 2 violines y Bajo= 35 p[esos] la novena es de tres voces y órganoOctava de Corpus 30 p[esos][Al margen] es con tres voces y órgano, y después empieza el descante con dos violines y Bajo para encubrir van dos vo-ces a las diez

JunioFiesta de S[a]n Luis Gonzaga 30 p[esos]

JulioFiesta de S[an]ta Isabel 28 p[esos]

AgostoFiesta de N[uestro] Padre S[a]n Ygnacio, Vísperas, Missa y Salve 130 p[esos]Asueto g[ener]al en S[a]n Cosme 6 p[esos] 2 r[eales]

SeptiembreMisa de S[a]n Miguel en su día 4 p[esos]

53

[f 2v]OctubreOcho Misas de S[eñ]or S[a]n Joseph a 2 p[esos] 4 r[eales]Fiesta de las Misas nuevas 20 p[esos] con discante

NoviembreMisa de la Presentación de N[uestr]a S[eñor]a 18 p[esos] son 18 p[esos]Otra de S[an]ta Catharina Martir 2 p[esos] 4 r[eales]Asueto g[ene]ral en S[a]n Cosme 6 p[esos] 2 r[eales]

DiciembreMisa de la Concepción en la Universidad 8 p[esos]Otra en un día de la Octava, o en su día en el Colegio 2 p[esos] 4 r[eales]Kalenda de noche buena y música de la Pascua en las quietes [sic] 40 p[esos]

Congregación de la Purísima en dicho Col[egio] MáximoEnero

Fiesta titular, vísperas Misa y Salve 35 p[esos]La Conversión de S[a]n Pablo 7 p[esos]

FebreroLa Purifi cación de N[uestr]a S[eñor]a 7 p[esos]Cinco Misereres en cuaresma 50 p[esos]

Marzo[testado] S[eñ]or S[a]n Joseph 7 p[esos] Misa día de S[eñ]or S[a]n Joachin 2 p[esos]DIA de Viernes S[an]to tres oras 12 p[esos]

AbrilCongregaciones de S[eñ]or S[a]n Joseph, S[eñ]or S[a]n Joachin, encarnación y Do-lores a 7 p[esos]Congregaciones del Patrocinio de S[eñ]or S[a]n Joseph y S[an]ta Catharina a 7 p[esos]

MayoCongregaciones de la S[antísi]ma Trini-dad, y S[a]n Juan Nepomuceno a 7 pe-sos

JunioCongregaciones de Corpus y S[a]n Anto-nio de Padua a 7 p[esos]Julio

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Congregaciones de N[ues]tro Padre S[]n Ygnacio y S[eñor]a S[an]ta Ana a 7 p[esos]Misa de S[eñor]a S[an]ta Ana a 2 p[esos]

AgostoMisa de S[an]ta Sabina 2 p[esos]Congregaciones de N[uestr]a S[eño]ra de la Nieves, traslación de S[an Xavier y Asumpcion a 7 p[esos]

[foja 3r]SeptiembreCongregaciones de la Natividad de N[uestr]a S[eño]ra, S[antisi]mo nombre de Maria y S[a]n Miguel 7 P[esos]

OctubreCongregaciones del Rosario y S[an]ta Theresa a 7 p[esos]

NoviembreAniversario de Difuntos 12 p[esos]Congregacion de los desposorios de S[eño]r S[a]n Joseph 7 p[esos]

DiciembreMisa de N[estr]a S[eñor]a de Guadalupe 2 p[esos]Congregaciones de Concepcion, Guada-

lupe y S[a]n Juan Evangelista a 7 p[esos]

Congregación de N[ues]t[r]a S[eñor]a de los Dolores en dicho ColegioSábados de Cuaresma, Novena, Fiesta de los Dolores y tres oras 101 p[esos] 4Entran también 2 Misas de Parabién (la Novena, con 2 violines y Bajo

Congregación de la Anunciata en dicho ColegioFiesta titular, y Letanía en la Víspera 40 p[esos]

Madre S[antí]s[i]ma de la Luz en dicho ColegioLos siete sábados de la S[eño]ra y el día de la Fiesta 85 p[esos]

[f 3v]Colegio Real de S[a]n YldefonsoFiesta titular 12 p[esos]Misa de S[eñ]or San Joseph 5 p[esos]Novena de los Dolores, la Fiesta, y tres oras 90 p[esos]Misa de S[a]n Juan Nepomuceno 6 p[esos]Otra a S[eño]r Luis Gonzaga a 6 p[esos]S[a]n Juan Baptista, Missa, y Fandango 50 p[esos]

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Misa a N[ues]tro Padre S[a]n Ygnacio 6 p[esos]Fiesta de los Sagrados Corazones de Je-sús y Maria 60 p[esos]Misa de S[a]n Luis Gonzaga en la Univer-sidad 7 p[esos]Otra de la Concepción en la Universidad 7 p[esos]Otra de S[a]n Francisco Xavier 6 p[esos]Calenda y Fandango de la Pascua 45 p[esos]

[f 4r]Congregación del Salvador en la Casa ProfesaCada SemanaMisas de los Sábados a 3 p[esos]Salves de los Domingos a 2 p[esos]

FebreroMisa día de la Purifi cación 3 p[esos]

Marzo22 Misereres de noche a 12 r[eales]Misa día de la Encarnación 3 p[esos]Novena y día de Dolores 26 p[esos] [al marge] el día dicho es la Missa a las 8 sin sermónLas tres oras de Dolores 14 p[esos]

MayoMisa día de la Assencion y ora 15 p[esos]

JulioMisa día de S[an]ta Isabel 3 p[esos]Misa día de S[eño]ra S[an]ta Ana 3 p[esos]

AgostoFiesta titular del Salvador 60 p[esos]Misa de la Asumpcion de N[ues]tra S[eño]ra 3 p[esos]Misa de N[ues]tra S[eño]ra de las Nieves 3 p[esos]

SeptiembreMisa de la Natividad de N[ues]tra S[eño]ra 3 p[esos]

NoviembreMisa de todos Santos y otra de muertos 14 p[esos]Aniversario de TorresAniversario de la Congregación 10 p[esos]Misa de la Presentación de N[ues]tra S[eño]ra 10 p[esos]Otra en el mismo día 3 p[esos]

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Misa de los Desposorios de S[eñ]or San Joseph 6 p[esos]

DiciembreMisa de la Concepción 3 p[esos]Misa de N[ues]tra S[eño]ra de Guadalupe 3 p[esos]

[f 4v]Congregación de la Buenamuerte en la ProfesaCada SemanaMisas de los Viernes a 2 p[esos]

Cada mesMisa del S[antisi]mo Sacramento a 2 p[esos]Congregaciones a 4 p[esos]

Cada añoMisa del Corazón de Jesús 22 p[esos]Ora del Viernes Santo 16 p[esos]Misa del Triunfo de la S[an]ta Cruz 10 p[esos]Nueve Misas de Negrete 31 p[esos]Fiesta Titular de la Buenamuerte, y Ani-versario 56 p[esos]Misa de S[an]ta Maria Magdalena 6 p[esos]Misa de S[a]n Juan Evangelista 6 p[esos]Misa de S[an]ta Theresa 6 p[esos]

S[anti]s[i]ma Trinidad de la ProfesaMisas cantadas todos los Domingos del año a 3 p[esos]Novena, y fi esta de la S[anti]s[i]ma Trini-dad 120 p[esos]

Bibliografía adicionalCattin Giulio, Historia de la música a cargo de la Sociedad Italiana de Musicología, El

medioevo. Primera Parte, Madrid, Turner Libros/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1999.

Cinco cartas del Ilustrísimo y Excelentísimo señor Don Pedro Moya de Contreras, arzo-bispo-virrey y primer inquisidor de la Nueva Expaña, precedidas de la historia de su vida según Cristobal Gutiérrez de Luna y Francisco Sosa, Madrid, Ediciones José Porrúa Turanzas, 1962.

Salazar, Adolfo, La música en la sociedad europea, vol. II, Madrid, Alianza Editorial, 1983.

* UNAM-Facultad de Filosofía y Letras.

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INTRODUCCIÓN

Al recorrer poblados serranos del sur del actual estado de San Luis Potosí, como son Tierranueva y Santa María del Río, observamos un espacio que, por sus características geográfi cas, presenta difi -cultades u ofrece pocos incentivos para el poblamiento. La mayoría de sus habi-tantes son mestizos, aunque todavía se distinguen personas con rasgos indíge-nas (sobre todo en Santa María del Río), y otras de rasgos inconfundiblemente europeos, que han logrado asentarse y se dedican a actividades agrícolas, ga-naderas, comerciales, artesanales, entre otras; si uno les pregunta sobre su his-toria, su origen, su raza, etc., se refi eren a hechos cuya profundidad histórica es

relativamente poca: la imagen de sus ancestros que migraron desde el sur cargando sobre sus hombros a su santo patrón; no consignan una fecha precisa ni tampoco el lugar de procedencia, ni sa-ben si el sitio que ahora habitan estaba ocupado o no.

La historia de estos poblados, o asen-tamientos llamados hoy pueblos, dista mucho de la que guardan sus habitantes en la memoria; nunca ha estado marca-da por la estabilidad ni la pasividad de quienes la poblaron; ha sido cambiante y dinámica.

Objetivos de esta investigación son mostrar cómo se pobló este espacio y quiénes fueron los actores; y analizar el desarrollo de la organización política y social de este poblado de indios, llamado

M I G R A C I O N E S O T O M Í E S Y T E R R A Z G O S A L N O R T E D E L A F R O N T E R A C H I C H I M E C A1

José Antonio Rivera Villanueva*

1 El texto forma parte de la investigación Los otomíes de San Nicolás de Tierranueva Río de Jofre: 1680-1794, que ganó el IX Premio Banamex Atanasio G. Saravia. El maestro Rivera Villanueva propone aquí una nueva versión de esa indagación.

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antiguamente San Nicolás de Tierranue-va Río de Jofre, que en la época colonial estaba localizado en los límites de la en-tonces frontera chichimeca, jurisdicción de Santa María del Río, término y cordi-llera de San Luis Potosí.2

Este estudio reconstruye la historia de un pueblo de indios otomíes, que ha sido poco estudiado; para ello, es necesario referirse de manera general a aspectos esenciales de la transformación de la frontera norte de la Nueva España, cono-cida también como frontera chichimeca.

Con la pacifi cación de esta frontera, hacia 1590; la llegada de cuatrocientas fa-milias de tlaxcaltecas al Altiplano de San Luis Potosí, en 1591; el descubrimiento de las minas del Cerro de San Pedro, en 1592, y el arribo de colonos españoles y religiosos, se apresuró la conversión y apaciguamiento de los grupos nómadas y seminómadas de indios guachichiles, zacatecos, negritos, guamares, etc. De esta manera comenzó la colonización de la “Gran Chichimeca”, dilatándose la fron-tera imaginaria hacia el septentrión.

El reconocimiento de los pueblos in-

dios por la legislación española favoreció el establecimiento de una institución hasta entonces desconocida por los guachichi-les, el cabildo indígena, que modifi có la vida política y social de los pueblos indios fronterizos. En estas tareas, tuvo mucho que ver la participación principalmente de los migrantes de las cuatro provincias de Tlaxcala, parte del proyecto español para la colonización del norte.

Inicialmente, la ocupación de la fron-tera chichimeca por los peninsulares obedeció a la búsqueda y explotación de los asientos mineros. La producción argentífera demandó insumos, servicios y capital. La necesidad de mano de obra indígena para el trabajo y benefi cio de los minerales fue razón primordial para establecer vínculos con la población india fronteriza, y provocó la migración de indí-genas procedentes del centro de México.

La colonización del norte novohispa-no implicó el establecimiento de un nue-vo orden en la distribución espacial de la tierra, por lo que la geografía del territorio se fue transformando. Desde fechas muy tempranas, se dio la fundación de villas y

2 Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (AHESLP), Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1684.2, f. 9. San Nicolás de Tierranueva Río de Jofre es actualmente cabecera del municipio de Tierranueva, al sur de la capital potosina, limita por ese rumbo con San Luis de la Paz, Guanajuato.

59

el reparto de tierras entre los españoles, a través de las mercedes de tierras para la agricultura y, sobre todo, para la cría de ganado. A los naturales, se les otorgaron tierras para fundar poblaciones.

Las relaciones entre colonos españo-les y pueblos indios habían cambiado el sentido de frontera que se tenía hacia la segunda mitad del siglo XVI, a raíz de la guerra chichimeca. Hacia fi nales de ese siglo, el Altiplano potosino estaba prácti-camente pacifi cado, e iniciando una nue-va etapa política, económica y social.

Los pobladores indígenas queda-ron incorporados a las villas, estancias y nuevos conglomerados de indígenas donde recrearon sus espacios; salvo los terrazgueros,3 quienes recibieron un trato distinto.

En el norte de la Nueva España no era común la presencia de terrazgueros en las haciendas: en la zona del Altiplano potosino, durante fi nes del siglo XVI y casi

todo el XVII, no se conoce ningún caso.En el presente estudio analizaré los

problemas que enfrentaron un grupo de terrazgueros que se “avecindaron” en la hacienda de El Fuerte de Atotonilco.4 Se trataba de indios otomíes, migrantes del centro de la Nueva España, que lograron ser reconocidos como pueblo de indios.

En esta investigación se explica que la hacienda de El Fuerte de Atotonilco fue un lugar habitado desde 1590 por fami-lias de migrantes otomíes y guachichiles de Santa María del Río; algunas de ellas, trasladadas en 1610 al puesto de Santa María del Río, estuvieron asentadas de manera dispersa en las tierras de dicha hacienda durante todo el siglo XVII, a pe-sar de que las autoridades virreinales dis-pusieron que no podrían volver a ese sitio sin su licencia. También se expone cómo un grupo de otomíes provenientes del centro de la Nueva España, asentados en dicha hacienda hacia 1680, fueron quie-

3 Los “terrazgueros” eran grupos de indios que trabajaban en las haciendas, cultivando las tierras, con-forme al pacto de terrazgo que tenían con el propietario, sin recibir más beneficio que el derecho a habitar esas tierras y usufructuar un área de pastos y una milpa pequeña. Además, si las tierras estaban arren-dadas, tenían la obligación de trabajar para el arrendatario en los mismos términos. A los “terrazgueros”, se les llamaba también renteros. Terrazgo: la pensión que paga al dueño de la tierra el que la labra. Para mayor información, véase “La transformación de la cultura indígena durante la colonia”, en Los pueblos indios y las comunidades (introducción y selección de Bernardo García Martínez), México, El Colegio de México, 1991, pp. 7-22.4 Esta hacienda también se conocía como San Diego del Fuerte o Fuerte de Atotonilco. En 1583, allí se levantó un fuerte o presidio. Hoy es un ejido, se conoce como El Fuerte, y pertenece al municipio de Santa María del Río.

60

nes comenzaron las disputas y litigios con los hacendados, en 1682, para fundar el pueblo de San Nicolás del Fuerte.

Es importante distinguir entre los otomíes que llegaron a esa hacienda a fi nales del siglo XVI y los que lo hicieron a fi nes del XVII, porque estos últimos fue-ron los principales gestores del estableci-miento de un nuevo pueblo. Por ello, en este estudio me referiré básicamente a los nuevos otomíes migrantes, es decir, a los terrazgueros.

Desde 1682, en dos ocasiones los te-rrazgueros de la hacienda de El Fuerte de Atotonilco intentaron establecerse y fun-

dar su pueblo en las tierras del sargento mayor don Diego de la Fuente Rincón, pero en ambas fueron expulsados por el dueño. Hubiera sucedido lo mismo otra vez de no ser por la diligente intervención del coronel don Sebastián de Olorís, al-calde mayor de San Luis Potosí, y de los franciscanos del convento de Santa Ma-ría del Río, quienes convencieron a los nuevos propietarios de la hacienda para que cedieran tierras a los indios otomíes con que fundar su pueblo.

Los otomíes llegaron a la hacienda con una organización social y política pre-via, según lo asientan los primeros docu-

Pueblo de Tierra Nueva Río de Jofre, 1765

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61

mentos que registran la presencia de este grupo de terrazgueros: “[que estaban] congregados en forma de pueblo, que se gobiernan por un capitán y éste por el mayordomo”,5 y que entre ellos nombra-ban a sus alcaldes y al mayordomo de la cofradía de San Nicolás: “a quien hacían fi esta todos los años con procesión por las calles y misa solemne”.6 Esto indica la integración entre ellos y su conocimiento de la “vida en policía” y religiosa.

Este trabajo se basa en fuentes do-cumentales y afortunadamente se locali-zaron numerosos documentos inéditos en diversos archivos.

En el Archivo General de la Nación, en los fondos Indios, principalmente, y Tierras, se encontraron testimonios im-portantes sobre los otomíes de San Nico-lás de Tierranueva Río de Jofre, que me han permitido aclarar dudas iniciales, co-nocer los primeros antecedentes y, sobre todo, formular la reconstrucción histórica.

En el Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí, en los fondos Alcaldía mayor de San Luis y Supremo Tribunal de

Justicia, existen varios legajos sobre las vicisitudes de esos indios, y en algunos casos, los expedientes complementan los del Archivo General de la Nación. Los Archivos Parroquiales de Santa María del Río y Tierranueva, S.L.P. han sido esen-ciales, porque los primeros libros de bau-tismos muestran una ocupación espacial distinta a mi concepción preliminar del área geográfi ca.

La bibliografía consultada acerca de los otomíes de San Nicolás de Tie-rranueva Río de Jofre, específi camente del periodo en estudio, no es muy abun-dante, y casi toda se sustenta en los monumentales trabajos de don Primo Feliciano Velázquez; como su Historia de San Luis Potosí (1982) y la Colección de documentos para la historia de San Luis Potosí (1985). En la primera, describe su-cintamente la fundación de Tierranueva, basándose en una copia de los títulos de propiedad de ese lugar que publica en su Colección de documentos, sin analizar o interpretar esos testimonios.

Autores locales de fi nales del siglo XIX

5 “Se ordena al alcalde mayor de San Luis Potosí ampare al capitán y sargento mayor don Diego de la Fuente Rincón, dueño de la hacienda de El Fuerte de Atotonilco, en la posesión en que se haya y no permita la fundación del pueblo que pretenden hacer en ella sus terrazgueros”, AGN, Indios, vol. 28, exp. 8, ff. 6r.-7, 13 ene., 1684.6 Idem.

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y principios del XX no hablan sobre este pueblo; sus textos tratan casi exclusiva-mente de la historia de la ciudad de San Luis Potosí. El canónigo Francisco Peña, en su Estudio histórico sobre San Luis Po-tosí (1979), abarca temas principalmente eclesiásticos, y respecto a los civiles, se concentra en la capital potosina. Los tres volúmenes de La historia de San Luis Po-tosí (1910), de Manuel Muro, se limitan al siglo XIX; también predomina el estudio de la ciudad de San Luis, y algo del periodo colonial, con referencias mínimas a los pueblos indios. La misma tendencia se observa en la Historia de San Luis Poto-sí (1969) de Nereo Rodríguez Barragán. Otros autores locales trabajaron más el aspecto geográfi co que el histórico, y es poco lo que se puede recuperar para el presente ensayo.

Hay publicaciones más recientes en torno a la ciudad de San Luis Potosí, de las cuales cito sólo algunas de las que se revisaron: San Luis Potosí (1969), de Octaviano Cabrera Ipiña; San Luis Potosí: Textos de su historia (1986), de Enrique Márquez; San Luis Potosí: Una historia compartida (1988), de Rosa Helia Villa de Mebius, Breve historia de la ciudad de San Luis Potosí (1992), de Arnoldo Kaiser

Schlitter. Don Joaquín Meade nos dejó trabajos principalmente sobre la Huasteca potosina, como La Huasteca: Época anti-gua (1942), Historia de Valles (1970), Mo-nografía de la Huasteca potosina (1970), y otras obras sobre el noreste de México. El padre Rafael Montejano y Aguiñaga, den-tro de su fecunda producción bibliográfi -ca, San Luis Potosí: La tierra y el hombre (1990), que es también una apretada his-toria general sobre este estado. La Breve historia de San Luis Potosí (1997), de Ma. Isabel Monroy y Tomás Calvillo Unna, es de los trabajos más recientes que recogen de manera concisa la historia del estado, pero como lo indica el título del texto, se trata de un resumen, y apenas se mencio-na el pueblo aquí estudiado.

Isabel González Sánchez, en su importante trabajo El Obispado de Mi-choacán en 1765 (1985), presenta am-plias descripciones de la jurisdicción de ese extenso obispado, y en una de ellas se refi ere a un documento del pueblo de San Nicolás de Tierranueva, de 1765. Peter Gerhard, en Geografía histórica de la Nueva España: 1519-1821 (1986), apunta escuetamente la fundación de ese pueblo; igualmente, Jacques Souste-lle, en La familia otomí-pame del México

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Central (1993), sólo menciona su funda-ción; y François Rodríguez Loubet, en su gran trabajo Les Chichimeques (1985), trata particularmente sobre la lítica, con lo que demuestra que hacia el siglo XVI, en toda el área de este estudio, vivieron tribus de cazadores recolectores, princi-palmente guachichiles. Para contextuali-zar esta investigación, ha sido imprescin-dible revisar textos de quienes trabajan sobre la historia de los pueblos indios; algunos de los más importantes son los extraordinarios trabajos de Bernardo García Martínez, Los pueblos de la sie-rra. El poder y el espacio entre los indios del norte de Puebla hasta 1700 (1987), “Los poblados de hacienda: personajes olvidados en la historia del México rural” (1991), “Jurisdicción y propiedad: una distinción fundamental en la historia de los pueblos de indios del México colonial” (1992), y “Tiempo y espacio en México: las últimas décadas del siglo XX” (1993), fundamentales para comprender mejor la fundación de un pueblo de indios colonial y la función de esa localidad en la región, así como la importancia de los altepletl o pueblos de indios, como base de la orga-nización política que se extendió en toda la Nueva España.

Otros estudios igualmente importan-tes son los de Gonzalo Aguirre Beltrán, Formas de gobierno indígena (1991); Eustaquio Celestino Solís y otros auto-res, Actas de cabildo de Tlaxcala 1547-1567 (1985); Brígida von Mentz, Pueblos de indios, mulatos y mestizos 1770-1870: Los campesinos y las transformaciones protoindustriales en el poniente de More-los (1988); Andrea Martínez Barac, “Co-lonizaciones tlaxcaltecas” (1993); Pedro Carrasco, “La Transformación de la cul-tura indígena durante la colonia” (1975); Andrés Lira y Luis Muro, “La república de los indios” (1994); Antonio Escobar Ohmstede, “Los problemas de elección del cabildo indígena de Yahualica 1787-1792” (1991); Francisco González Her-mosillo, “Indios en cabildo: Historia de una historiografía sobre la Nueva Espa-ña”, en Historias 26 (1991), y El gobierno indio en la Cholula colonial (1992); René García Castro, “Patrones de poblamiento en la Nueva España” (1993); José Miran-da, “La población indígena en México en el siglo XVII” (1962); Juan Manuel Pérez Zevallos, “El gobierno indígena colonial en Xochimilco, siglo XVI” (1983); Sergio Quezada, “Encomienda, cabildo y guber-natura en Yucatán 1541-1583” (1985);

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José Francisco Román Gutiérrez, “Los pueblos de indios: una realidad singular en el urbanismo americano” (1990); y el de Ludka de Gortari Krauss, Pueblos in-dios en la jurisdicción de la alcaldía ma-yor de Yahualica (1986).

OTOMÍES Y TERRAZGUEROS FRONTERIZOS. LA FRONTERA CHICHIMECA

La hacienda de El Fuerte de Atotonilco se localizaba cuatro leguas al sureste del pueblo de Santa María del Río, y a quin-ce de la ciudad de San Luis Potosí, en la jurisdicción de la alcaldía mayor de San Luis Potosí, en los límites de la frontera chichimeca novohispana.

Al referirnos a la frontera chichimeca como un territorio que separaba el cen-tro del norte de la Nueva España es di-fícil sustraernos a los señalamientos de Powell, quien la consideraba la primera frontera histórica de Norteamérica, que nació a mediados del siglo XVI, en el tropel de los hombres del 49 que siguió al descubrimiento de las ricas vetas de Zacatecas (1546-1548). Esta frontera se-

minal, la primera no vinculada a canales oceánicos, fue llamada la Gran Chichime-ca, nombre genérico dado a las primitivas, “nomádicas y muy desnudas gentes que comerciaban, cazaban y se querellaban en Aridoamérica”,7 y a partir de esa fran-ja imaginaria se extendía toda la frontera chichimeca caracterizada, además, por haber sido una de las más difíciles de ho-llar para los peninsulares; costó muchos grandes desembolsos a las autoridades virreinales subvencionar la agotadora y prolongada guerra contra los indios chi-chimecas.

Antes de 1530, las incursiones españo-las al norte de la Nueva España fueron muy escasas, debido a los frecuentes confl ictos con los grupos nómadas que allí habita-ban. La expansión de los españoles hacia el septentrión se había dado, al oriente, por la región costera de la Huasteca y Pánuco; y al occidente, por Querétaro, Guadalaja-ra, Campostela y Culiacán, prolongándose hasta Saltillo. Entre estas dos vertientes se localizaban importantes yacimientos de plata, por lo que la oleada migratoria se vio impulsada por Zacatecas desde 1541.

7 Philiph Powell, “Génesis del presidio como institución fronteriza, 1569-1600”, Estudios de Historia No-vohispana, núm. 9, México, 1987, pp. 19-36. Véase Román Gutiérrez, “La transformación del concepto chichimeca durante el siglo XVI”, IX Congreso Internacional de Historia de América, Asociación de Histo-riadores Latinoamericanistas Europeos, Sevilla, 1992, pp. 39-54.

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Los grupos chichimecas, celosos de sus tierras, veían en la invasión española un abastecimiento móvil cada vez más constante de ropa y mercancías, que estaba escasamente protegido, y los ata-ques a las caravanas les redituaban un buen botín. Estos enfrentamientos dieron origen a la guerra chichimeca, que duró 40 años (1550-1590), hasta que los espa-ñoles pudieron ocupar las tierras gracias a una paz comprada.

Sin adentrarme en detalles de este periodo —Powell nos ilustra sufi ciente-mente al respecto en su obra La Guerra Chichimeca—, me interesa destacar que en esta época, “Las dos instituciones más famosas, estables y defi nibles, nacidas y forjadas en la frontera chichimeca, fueron la misión religiosa y el presidio militar, respuestas fundamentales a la hostilidad pagana”,8 que se volvieron los elementos articuladores de un gran espacio, o “pila-res de la nueva forma de vida fronteriza”.9

Debido a la prolongada duración de la guerra chichimeca, el virrey de la Nueva España, don Martín Enríquez de Almanza, determinó la construcción de una cadena

de fuertes llamados presidios, en 1568. Para darnos una idea de la importancia que se dio a estas edifi caciones, Powell señala que al fi nalizar la guerra, se con-taban más de 50. En la jurisdicción de San Luis Potosí, por el sur, se construyó el fuerte de Jofre, entre 1579-1580; el del valle de San Francisco, entre 1582-1583; el de Atotonilco, en 1583, y el de Santa María del Río, entre 1589-1590. Hacia el norte, el fuerte de Bocas se edifi có entre 1570-1571; el de Charcas, en 1581; al oriente, en Valles, entre 1576-1577, y en San Luis Potosí, en 1590.10

Con la pacifi cación del territorio cono-cido como El Tunal Grande, cambió pau-latinamente el signifi cado de “frontera de guerra”, pues los fuertes ya no fueron lu-gar de defensa de la frontera, sino que se convirtieron en un puesto, luego en pue-blos, y posteriormente en ciudades. Lo mismo ocurrió con las misiones religiosas, los reales de minas y las haciendas.11 De la transformación social y política que de allí deriva, hacia fi nes del siglo XVI surgió una nueva sociedad de frontera.

8 Philiph Powell, op. cit., p. 20.9 Ibidem, p. 21.10 Ibidem, p. 30.11 Ibidem, p. 36.

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LOS OTOMÍES DE LA HACIENDA DE EL FUERTE DE ATOTONILCO

Plantear cómo, hacia 1680, de pronto sur-ge un grupo de terrazgueros otomíes que pretendía fundar “su pueblo” en tierras de la hacienda de El Fuerte de Atotonilco nos conduce a los litigios generados por el pleito de tierras entre estos indios y el sargento mayor don Diego de la Fuente Rincón, dueño de dicha hacienda, y a co-nocer el largo proceso que siguieron los terrazgueros para convertirse en pueblo de indios.

A fi nales del siglo XVI, los indios de

las naciones otomí y guachichil, de Santa María del Río, habitaban la estancia de El Fuerte de Atotonilco. Hacia 1602, el capi-tán Gabriel Ortiz de Fuenmayor dispuso cambiarlos de la serranía en que vivían al valle de San Francisco. Por disposición de las autoridades coloniales, o al menos por el empeño de uno de sus funciona-rios, mudaron su asentamiento, pero:

no permanecieron largo tiempo los indios

en el nuevo puesto; por el antojo de su

protector Pedro de Anda fueron trasla-

dados al Fuerte de Atotonilco, estancia

de Alonso Pérez de Bocanegra, al cual

Fragmento del plano Pueblo de Tierra Nueva Río de Jofre, 1765

Arch

ivo C

asa M

orelo

s, Mo

relia

, Mich

oacá

n

67

pertenecían los sitios de ganado mayor

y menor de los Morteros, la Joya, Vigas,

San Antón, Joconoxtle y otros de diferen-

tes nombres, todos seguidos que cogían

desde Jofre hasta donde estuvo el pueblo

de Santa María del Río y las estancias de

las Vigas y Fuerte de Atotonilco.12

Después de varias diligencias, y a ins-tancias de Alonso Pérez de Bocanegra, alcalde mayor de San Luis Potosí, don Francisco Mejía Carvajal expidió un man-damiento para trasladar a los indios al puesto que antes tenían en Santa María del Río. Los indios respondieron: “que es-taban dispuestos a obedecer y mudarse, sin ningún apremio ni fuerza”,13 con tal de que Pérez de Bocanegra les diera aperos de labranza, yuntas, una carreta para to-dos y 450 pesos de oro común en reales como indemnización por los aposentos que dejaban hechos.14 Como a Pérez de Bocanegra le convenía que salieran de su estancia, accedió, y de esta manera,

“complacidos los indígenas, se mudaron a su antiguo puesto de Santa María del Río, el 4 de mayo de 1610”.15

Los indios salieron de la hacienda de El Fuerte de Atotonilco, y aunque se dis-puso que no podrían regresar sin expresa licencia del gobierno virreinal,16 al pare-cer un número reducido de terrazgueros otomíes se quedaron con sus familias, dispersos en las rancherías, por lo que esos parajes no quedaron totalmente despoblados.

No obstante que del periodo que va de 1610 a 1650 no ha sido posible locali-zar fuentes documentales que hagan re-ferencia a este sitio, de la documentación revisada es factible deducir varios aspec-tos de ese grupo de indios.

El primer libro de bautismos localizado en la parroquia de la Asunción, en Santa María del Río, San Luis Potosí, registra el bautizo de siete otomíes de El Fuerte en 1652, cifra que en los años subsecuentes se va incrementando hasta llegar a 15

12 Primo Feliciano Velázquez, Historia de San Luis Potosí, San Luis Potosí, AHESLP, Academia de Historia Potosina, 1982, vol. II, p. 53.13 Ibidem, p. 55. 14 Idem.15 Ibidem, p. 57.16 AGN, Indios, vol. 28, exp. 8, ff. 6r-7v., 13 y 17 ene. 1684. En este expediente se hace referencia al mandamiento expedido por el virrey don Luis de Velasco el 29 de agosto de 1608, mediante el cual se aprobó esa orden.

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en 1659 y 1662. También aparecen oto-míes de las haciendas de Las Vigas y El Durazno, sitios muy cercanos a El Fuer-te de Atotonilco.17 El segundo libro, que comienza en 1671, muestra la presencia de españoles, mestizos y mulatos en las haciendas de El Fuerte, Las Vigas, El Du-razno, Salsipuedes, y rancherías como La Joya, Peregrina, Magueyal, Potrero, Morteros y otras.18

En el primer libro de bautismos de la Parroquia de San Nicolás Tolentino, en Tierranueva, los registros empiezan en di-ciembre de 1685. En 1686, hay 33 infantes otomíes, la mayoría de El Fuerte de Ato-tonilco, y otros de rancherías cercanas; en los siguientes años se incrementaron los bautismos.19 Estos libros revelan la in-dudable presencia de algunas familias de otomíes en la hacienda de El Fuerte de Atotonilco y rancherías circunvecinas, al menos desde mediados del siglo XVII.

El 22 de octubre de 1674, don Martín de Mendalde, alcalde mayor de la ciudad de San Luis Potosí, en un auto de visi-ta que hizo al pueblo de Santa María del Río, señaló que en ese lugar había una población “total de 360 personas, tanto de otomíes como de guachichiles”;20 no men-ciona la población de la hacienda de El Fuerte de Atotonilco, aun cuando el lugar estaba en la jurisdicción de ese partido, como a cuatro leguas de distancia. Llama la atención que no haya notado o regis-trado si había población en esa hacienda. El Fuerte de Atotonilco no era un pueblo de indios; por tanto, no eran tributarios de la Corona, pero ¿por qué omitir una infor-mación básica en un auto de visita? Pro-bablemente en el año de la visita, 1674, el número de familias era insignifi cante y fue después de 1680, con la llegada de los terrazgueros, cuando se incrementó, como lo veremos enseguida.

17 Archivo de la Parroquia de la Asunción (APA), Santa María del Río, SLP, Libro de Bautismos de naturales, 1651-1655.18 APA, Libro de bautismos de españoles, mestizos, mulatos. Santa María del Río, 1671-1707, No. 2. Tam-bién se registran de Cieneguilla, Merlín, Tierra Quemada, Ojo Caliente, Río de Las Adjuntas, Estancia de Atotonilco, Agostadero, San Antón, Ojo de Gato, Las Pintas, Tulillo, Saucillo, Negritas, Temascalillo, casa de Alejo de Sifuentes, casa de Diego Muñoz, casa de Nicolás Yañez, casa de Badillo, casa de Ana de Silva, carboneras de Diego Méndez Hidalgo, rancho de Nicolás de Silva, rancho de Diego de Torres, rancho de Nicolás de la Vega, rancho de Pedro Alvarez, rancho de doña Josefa Pérez, rancho de María de Silva, rancho de Juan Gómez, rancho de Nicolás de la Vera. 19 Archivo de la Parroquia de San Nicolás Tolentino (APSNT), Tierranueva SLP, Libro de bautismos desde el 26 de diciembre de 1685 hasta el 31 de mayo de 1756.20 Primo Feliciano Velázquez, op. cit., t. II, p. 246.

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El primer registro documentado de la población con cifras del siglo XVII es el correspondiente al 13 de diciembre de 1682, en él se indica que los otomíes

se hallan juntos y congregados en un pue-

blo antiguo que nuevamente tiene pobla-

do, en el paraje que llaman El Fuerte, en

la jurisdicción de San Luis Potosí, se ha-

llan hoy en número de ciento y cincuenta

personas y más de cuarenta familias, por

lo que tienen fabricada iglesia, campanas,

ornamentos y demás necesario al culto

divino.21

A escasos 13 meses de diferencia, otro registro con más información menciona que se contaban:

cuarenta y nueve familias y ciento ochen-

ta y dos personas, indios e indias otomíes

de siete años en adelante y por todos

grandes y pequeños doscientos setenta,

congregados en forma de pueblo que se

gobiernan por un capitán y éste por el

mayordomo o arrendatario. Y que hay en

dicho puesto una iglesia o capilla cubierta

de vigas y adobes y otra formada del mis-

mo tamaño que han hecho los indios a su

costa, en los días que les da en la semana

el dueño por el terrazgo.22

El número de familias y personas, aunque dispersas en las rancherías, en esa fecha, era ya una cifra importante. Creo que esto comprueba que en las tierras adyacentes a la hacienda de El Fuerte de Atotonilco siempre existieron pobladores otomíes, españoles, mestizos y mulatos, y ese re-pentino aumento de población se debe a una nueva oleada de migrantes otomíes, antes de cuya llegada no se percibe in-quietud en sus predecesores por cambiar su situación, tal vez porque contaban con un espacio, aunque no propio, donde vi-vir, y con trabajo en la misma hacienda.

LA LLEGADA DE LOS TERRAZGUEROS

En El Fuerte de Atotonilco siempre hubo po-bladores otomíes, pero al parecer, los que encabezaron los litigios y se enfrentaron al sargento mayor, don Diego de la Fuente Rincón, dueño de la hacienda, fueron los

21 “Se manda al alcalde mayor de la jurisdicción de San Luis Potosí no permita que Nicolás Trujillo obligue a los naturales que llaman de El Fuerte, a trabajar contra su voluntad y sin pagarles”, AGN, Indios, vol. 26, exp. 183, f. 170, cuaderno 2º, 13 dic., 1682.22 AGN, Indios, vol. 28, exp. 8, ff. 6r-7v., 13 ene., 1684.

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migrantes otomíes, los terrazgueros.No ha sido posible averiguar el lugar

preciso de origen de los terrazgueros; aunque supongo que procedían del centro de la Nueva España, de donde llegaron a la hacienda hacia 1680. De los documen-tos localizados en el Archivo General de la Nación, el primero que se refi ere a este grupo de otomíes como migrantes es de 1682: “respecto de hallarse en tan crecido número sin reconocer sujeción a cabece-ra alguna, por haberse poblado de extra-vagantes celosos del aumento de dicho su pueblo”.23

Con el término “extravagantes” el es-cribano se refi ere, sin duda, a gente de fuera, que andaban de un lugar a otro, sin ser “vagos” propiamente, concepto que en esa época tenía una connotación más específi ca.

Además, se deduce que estos “ex-travagantes” tenían una forma de orga-nización política establecida, similar a la de los pueblos indios, aunque sin reco-nocimiento de la legislación virreinal. Ya entonces pretendían obtener su recono-cimiento, porque así lo estaba pidiendo a su nombre el justicia Juan López de Pare-

ja al virrey de la Nueva España en el do-cumento ya mencionado: “para que haya quien cuide de evitar las embriagueces y demás pecados a ejemplo de los demás pueblos de este reino, solicitan el nom-brar todos los años un alcalde y demás ofi ciales de república, en la misma forma que los dichos pueblos lo acostumbran”.24

En el mismo testimonio se quejaban de que Nicolás Trujillo, arrendatario de la ha-cienda de El Fuerte, los hacía trabajar:

contra su voluntad, aún los días de fi esta,

sin paga alguna, azotando y maltratando

al que se excusa de hacerlo y para que

23 AGN, Indios, vol. 26, exp. 183, f. 170, cuaderno 2º, 13 dic., 1682.24 Idem.

Otomí en el camino.

AGN,

Conc

entra

dos,

Valle

del m

ezqu

ital, 2

516

71

los vasallos de su majestad le aumenten

y no padezcan extorsiones tan rigurosas,

a vuestra merced pido y suplico se sirva

de mandar mandamiento para que la jus-

ticia de San Luis Potosí, no consienta que

Nicolás Trujillo, ni otra persona alguna se

sirva contra su voluntad, ni los inquiete en

dicho su pueblo, con graves penas que se

les impongan.25

El virrey de la Nueva España, conde de Paredes, marqués de la Laguna, resolvió en mandamiento del 15 de diciembre de 1682 que:

el justicia del partido donde cae el pue-

blo o congregación de estos naturales, no

consientan se sirvan de ellos contra su

voluntad y las elecciones que hicieren, se

guarden las ordenanzas que dan la forma

de que no haya reelecciones y los dejen

votar libremente, informándome el dicho

alcalde mayor y encargo al cura ministro

de doctrina de aquel paraje los hagan

con toda individuación y claridad al tenor

de dicho memorial y hagan averiguación

sobre si dicho paraje era pueblo antiguo

o nueva congregación, reconociendo la

forma y familias que hoy tienen los dichos

naturales, sin consentir sean perturbados

en la posesión en que se hayan y si hubie-

re alguna persona que pretenda lo haga

en forma y como le convenga.26

Estos testimonios apuntan a que los oto-míes que iniciaron el movimiento para fundar su pueblo fueron los “extravagan-tes” de otra región. Considero que se tra-ta de un grupo de otomíes provenientes del centro de la Nueva España, tal vez de Jilotepec o de otra zona de Querétaro, quienes se establecieron allí de acuerdo con los primeros migrantes, y celebraron un contrato de terrazgo con el dueño de la hacienda, según se estilaba en las ha-ciendas de donde procedían; en adelante serían conocidos como terrazgueros.

Para reforzar lo anterior, hay que agregar que ha llegado hasta nuestro días una versión oral, según la cual: “los indios otomíes que llegaron a este lugar provenían del sur, iban en busca de un lugar en donde asentarse, en su caminar un indio cargaba en sus espaldas un colo-te y adentro traía su más preciado tesoro, era la imagen de su santo patrono, San

25 Idem.26 Idem.

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Nicolás Tolentino”.27 Esta versión debe de tener mucho de verdad, si tomamos en cuenta un documento de 1684, donde se considera la importancia de San Nicolás Tolentino:

se tiene asimismo una cofradía de San Ni-

colás, a quien hacen fi esta todos los años

con procesión por las calles y misa solem-

ne y que por la muchedumbre de gente e

imposibilidad de algunos viejos, han teni-

do en los dos últimos años allí la semana

santa y que allí les administran los santos

sacramentos del bautismo, matrimonio y

penitencia y pagan las obvenciones y mi-

sas que se suelen ofrecer, sobre lo cual lo

que se ofrece es según lo que va dicho,

que estos indios han estado en aquel pa-

raje como terrazgueros.28

No hay que olvidar que San Nicolás To-lentino es uno de los santos principales de la orden de los agustinos y en esa ju-risdicción estaban los religiosos del con-vento franciscano de Santa María del Río.

Por ello no deja de llamar la atención que éstos hayan respetado la veneración a San Nicolás y, sobre todo, que apoyaran la cofradía del mismo nombre.

Hacia fi nales del siglo XVII, la falta de tierras para los pueblos indios del centro de la Nueva España, debida a la crecien-te presencia de los españoles, quienes en pocos años acapararon grandes ex-tensiones de terreno, motivó la expulsión y emigración de numerosos grupos de indios.

Gibson señala que cuando la socie-dad indígena estaba condenada a extin-guirse, a fi nes del siglo XVI y principios del XVII, su necesidad de tierras disminuyó, y los gobernadores indígenas, entre otros, se volvieron cómplices de los españoles en la transferencia de títulos.29 A partir de la tercera década del siglo XVII, la recupe-ración de la población indígena provocó la demanda de tierras.30

La tierra disponible era de las hacien-das, por lo que la nueva población pudo reincorporarse a la sociedad indígena

27 Este relato histórico transmitido de padres a hijos me fue proporcionado por la señorita Plácida Méndez García, quien nació en Tierranueva en 1905.28 AGN, Indios, vol. 28, exp. 8, ff. 6r-7v., 13 ene., 1684. 29 Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español, 1519-1810, Siglo XXI Editores, México, 1989, p. 419.30 Idem.

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colonial únicamente por mediación de ellas.31 La ocupación gradual de los na-turales generaba un continuo aumento demográfi co, propiciando el surgimiento de nuevos pueblos.

Corrientes migratorias de población indígena se dieron sistemáticamente hacia la gran frontera septentrional, no claramente defi nida para los habitantes de la época. La población otomí huyó hacia nuevos destinos, como otros gru-pos étnicos en casi todos los espacios de la Nueva España, ante la presión del ganado y de los nuevos colonos, y la so-breexplotación de la mano de obra en las empresas de españoles. Las estampidas provocadas por la escasez de alimentos o epidemias ocasionaron que las autorida-des perdieran el control de sus pueblos, lo cual generó un fl ujo de otomíes bus-cando refugio en las zonas de frontera, en el septentrión.

Los españoles provocaron la migra-ción al requerir contingentes indígenas, sobre todo especialistas en las artes de la ganadería, y que tuvieron que acompañar desde fechas muy tempranas a los futuros “señores del ganado”. De alguna manera,

estos migrantes recrearon los elementos que hicieron posible la supervivencia de la colectividad, el cabildo, muchos de los cuales se perciben en este trabajo.

La principal actividad de superviven-cia del grupo de otomíes que emigró a la hacienda de El Fuerte de Atotonilco era el pastoreo. Eran hábiles en el manejo y explotación del ganado caprino y ovino; se hicieron diestros en las trasquilas, que les permitían obtener otros ingresos, por-que sus servicios eran muy solicitados por dueños de haciendas circunvecinas. También tenían fama de buenos matan-ceros, e incluso eran requeridos para las matanzas de lugares distantes como la hacienda del Jaral de Berrios, unas 10 leguas al poniente de Tierranueva.

Conocían bien las labores del cam-po y al trabajar como terrazgueros en la hacienda, además de conseguir un lugar donde vivir, tenían una actividad a que dedicarse, porque teniendo casa y sementera cuando menos podían cubrir sus necesidades más apremiantes o de subsistencia. También trabajaban de jor-naleros en distintas haciendas cercanas y aprovecharon la abundancia de mezqui-

31 Ibidem, p. 417.

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tes para hacer carbón, materia prima que se empleaba en las haciendas de benefi -cio. Conocían el proceso de fermentación del aguamiel, por lo que era común que elaboraran pulque.

PRETENSIONES DE FUNDAR “SU PUEBLO”

En 1683 estaba pendiente un litigio en-tre don Diego de la Fuente Rincón y los naturales de Santa María del Río, a quie-nes aquél “despojó violentamente de sus tierras, midiéndoles con vara usual de medir y dándoles sólo quinientas varas de la posesión que habían tenido de tres leguas en contorno”.32 Corrieron las dili-gencias, y en el litigio no alcanzaron los indígenas el amparo de la Real Audiencia porque no presentaron ningún título, pero “por mediación de los padres francisca-nos guardián y doctrinero del convento, lograron que el opositor cediera todos sus derechos y se obligara a otorgar la correspondiente escritura de concierto”.33

Seguramente, los otomíes de El Fuer-te de Atotonilco se enteraron del triunfo de los naturales de Santa María del Río, y todo lleva a pensar que esta situación los motivó a entrar en disputa con el dueño de la hacienda de El Fuerte.

Así, a fi nales de 1683, los “ofi ciales de la república, común de indios del pue-blo de San Nicolás [del] Fuerte y frontera de chichimecos, jurisdicción del pueblo de Santa María Atotonilco [...]”34 fueron a la ciudad de México para seguir “pleito entre partes”, contra el capitán y sargento mayor don Diego de la Fuente Rincón, a quien habían despojado de las tierras que ocupaban, “en virtud de la real provisión que ganaron con siniestra relación algu-nos indios terrazgueros sirvientes en su hacienda, [...] diciendo ser pueblo de San Nicolás dicha hacienda, siendo así que no lo era ni había tal pueblo”.35

Dieron al virrey una versión distinta de los hechos, porque sabían que las tierras demandadas no eran suyas; se

32 Primo Feliciano Velázquez, op. cit., t. II, p. 262.33 Ibidem, pp. 268-269.34 “Litigio entre los indios terrazgueros de la hacienda de El Fuerte de Atotonilco y el sargento mayor don Diego de la Fuente Rincón, dueño de la hacienda, por pretender los otomíes hacer pueblo en esas tierras. Se embargaron los maíces que tomaron de las sementeras”. AHESLP, Alcaldía Mayor de San Luis Potosí, 1684.2, f. 5.35 Idem. Este hecho nos muestra que los indios “principales” habían nombrado a sus representantes, que eran los “oficiales de república” y como tales se presentaron ante las autoridades virreinales para entablar un litigio en defensa de su pueblo.

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atrevieron a decir que eran “propias” y re-querir del virrey la expedición de un título que amparara la posesión. Esta acción, emprendida por los terrazgueros otomíes, de acuerdo con la versión que expusie-ron a los oidores de la Real Audiencia, originó una rápida respuesta del conde de Paredes, marqués de la Laguna, para enmendar la decisión tomada el 15 de di-ciembre de 1682, año en que los indios ya habían realizado dos elecciones de gobernador, alcaldes, y otros ofi cios de república. Don Diego de la Fuente Rincón expuso su inconformidad ante la preten-sión de los indios de fundar el pueblo, y solicitó un amparo para la posesión del puesto de El Fuerte. De esta manera, y con los informes enviados por el alcalde mayor y el cura ministro de Santa María del Río, el marqués de la Laguna mandó al alcalde de la ciudad de San Luis Potosí amparase:

al dicho capitán y sargento mayor don

Diego de la Fuente Rincón en la posesión

en que se halla del puesto de El Fuerte

de Atotonilco, declarando como declaro

no ser pueblo, y mando que dichos indios

estén allí si quisieren de su voluntad sólo

como terrazgueros y si no quisieren se

pasen al pueblo de Santa María sin que

se lo pueda impedir con pretexto alguno

dicho don Diego de la Fuente, ni otra per-

sona, ni quitarles los bienes que tuvieren,

dejándoselos llevar libremente.36

Debido a que engañaron al virrey, don Diego de la Fuente Rincón interpuso otra apelación, y en palabras de la época, cali-fi có de “siniestra relación” los argumentos de los indios. A la declaración del virrey de que la hacienda de El Fuerte no era pueblo y que los indios se pasasen al pueblo de Santa María del Río, o donde les fuera de conveniencia, de la Fuente Rincón declaró que “en fuerza de esta re-solución tampoco se podrá obligar a que los tenga por terrazgueros, porque no necesita de terrazgueros en su hacienda, por tener como tiene en otras haciendas inmediatas gañanes sirvientes para el cultivo”.37

El virrey, en mandamiento del 24 de enero de 1684, ordenó al alcalde mayor

36 AGN, Indios, vol. 28, exp. 8, f. 6r-7v., 17 ene., 1684.37 “Se ordena al alcalde mayor de San Luis Potosí, haga pasar a los indios del paraje de El Fuerte de Atotonilco, en término no mayor de dos meses, al pueblo de Santa María o al que ellos eligieren sin des-pojarlos de sus bienes”. AGN, Indios, vol. 28, exp. 14, f. 10r-11r., 22 y 24 ene., 1684.

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38 Idem39 “Se manda al alcalde mayor de San Luis Potosí, vuelva a notificar a los naturales de El Fuerte de Ato-tonilco, que desalojen y dejen libre dicho Fuerte en un plazo de ocho días y de no hacerlo los echen”, AGN, Indios, vol. 28, exp. 95, f. 79v., 14 y 28 jun., 1684.40 Idem.

* Profesor-investigador de El Colegio de San Luis, A.C., maestro en historia por la UIA.

de San Luis Potosí, “haga que los indios de El Fuerte de Atotonilco se pasen al pueblo de Santa María del Río o a otro donde les fuere de más comodidad, lo cual ejecute con toda suavidad sin ha-cerles molestia ni vejación, dándoles dos meses de término para la salida de dicho sitio y prevención del lugar donde se hu-bieren de congregar”.38

El 17 de febrero de 1684 se les notifi có

a los indios que saliesen de la hacienda, “y aunque algunas familias se han salido, otras lo han resistido, principalmente las mujeres, permaneciendo en dicho puesto, sin embargo de haberles hecho distintos apercibimientos hasta el 19 de mayo”.39 Ante la negativa de los indios, y a pedi-mento de don Diego de la Fuente, nue-vamente el conde de Paredes, marqués de la Laguna, en mandamiento de 28 de junio del mismo año, mandó al alcalde mayor de San Luis Potosí “le vuelva a no-tifi car a los indios de El Fuerte de Atotonil-co que han quedado en el puesto referido y dentro de ocho días se desembaracen y dejen libre, sacados todos sus bienes y pasados esos días y no habiéndolo echo los eche luego dicho alcalde, sin permitir se les haga molestia”.40 Los indios tampo-co hicieron caso a este último mandato, sobre todo por las diligencias que tenían por el embargo dispuesto.

Otomíes migrantes.

AGN,

Conc

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re 25

16

77

INTRODUCCIÓN

La delincuencia relacionada con la hechicería y la brujería era un fenóme-no común en el ámbito civil zacatecano durante el siglo XVII; sin embargo, ¿qué pasaba con el sistema católico, que se basaba en la pura fe, y estaba sumergido en la vorágine de impaciencia, rebeldías y protestas de aquel entonces?

En la actualidad sabemos que la In-quisición fue un método muy efi caz para reprender a los “desviados” de la socie-dad novohispana. Pero ¿quiénes eran esas personas a las que se les acusaba de haber perdido el rumbo de la norma-lidad y que fueron más conocidas como hechiceras, brujas, herejes y gente de

moral vergonzosa? ¿Qué decir de quie-nes, en busca de ayuda, recurrían a la hechicería, como los bígamos y supers-ticiosos? Aquí se mostrará el verdadero interés que, en la mayoría de los casos, perseguía el Santo Ofi cio y las situacio-nes en las que aplicaba sus juicios con más rigidez.

La inquisición, más que método para reformar al “renegado”, era un medio po-deroso que, en una ciudad aislada como Zacatecas, perseguía intereses materia-les y económicos. Esta institución resultó tanto para la sociedad civil como para el sector religioso el mejor instrumento de venganza,1 así como una forma de ad-quirir riquezas, ya fuera por odio o simple prepotencia.2 Si la función de los inquisi-

H E C H I C E R A S Y B R U J O S E N L A C I U D A D D E Z A C AT E C A S D U R A N T E E L S I G L O X V I I

Octavio de la O*

1 AGN, Inquisición, “Auto acusación de Francisca de Peralta”, vol. 435, exp. 180, 1625, f. 336; Ibid, “De-nuncia contra Joseph Ramos por tratar de matar a su mujer recurriendo a una hechicera y otros casos semejantes que se presentaran durante el desarrollo de los capítulos”, exp. 241, 1650, ff. 436-439.2 “Carta del dominico fray Andrés de Moguer contra los franciscanos, 1554”, en Cartas de Indias, México, SHCP/Porrúa, 1980, p. 123; Instrucción y memoria de los virreyes novohispanos, t. I, México, Porrúa 1991, p. 347.

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dores causó temor en la sociedad, se de-bió en parte a que fue un ofi cio protegido y resguardado por orden real (siglos XVI y XVII), que en una ciudad relajada y caren-te de control, se aplicaba de manera abu-siva. Los inquisidores representaban la autoridad mayor, eran quienes conocían todo movimiento social y ninguna otra au-toridad debía opinar de sus acciones. De ahí que las disputas entre las autoridades civiles y eclesiásticas tuvieran gran rele-vancia. Los disturbios entre ambas eran debidos generalmente a la preferencia real con que los primeros contaban. Pero también existieron confl ictos entre los mi-nistros u órdenes clericales por la pose-sión de poder.

Tal parece que la Inquisición reprimía con más ahínco a los que recurrían a la superstición en busca de ayuda que a los practicantes y difusores del delito y/o del pecado.3 El enfocar más su atención en los supersticiosos o incluso en aquellos que practicaban algún delito sexual deja ver claramente el verdadero interés de ciertos inquisidores, porque para “erradi-

car” un problema social, la mejor vía es destruirlo desde la raíz, desde el origen; en este caso signifi caba acabar totalmen-te con las brujas, hechiceras y herejes. Sin embargo, la mayor parte de los ca-sos develan que hubo chivos expiatorios: aquellos que sólo requerían el auxilio de los verdaderos practicantes de la magia. ¿La Inquisición deseaba extirpar el fe-nómeno social o lo consideraba un “mal necesario” cuyo exterminio le resultaba desfavorable porque afectaba sus intere-ses pecuniarios?

En una sociedad reprimida por la re-ligión, asentada en una ciudad refugio como Zacatecas, los delitos de tipo mági-co sexual resultaron irrefutables. Para los inquisidores, este tipo de delitos implicaba el aumento de sus ingresos y más si se trataba de grupos de buen nivel económi-co como los judeocristianos en los que, tal parece, el Santo Ofi cio ponía más su aten-ción.4 Aunque Solange Alberro señala que la persecución de los herejes, cristianos nuevos judaizantes o marranos (conver-sos que judaizaban ocultamente) no fue

3 Solange Alberro, Inquisición y Sociedad en México 1571-1700, México, FCE, Col. Sección de Obras de Historia, 1988, p. 321.4 Julio Caro Baroja, Inquisición, brujería y criptojudaismo, España, Galaxia Gutemberg, Col. Círculo de Lectores, 1996, p. 43 y Gisela von Wobser, El crédito eclesiástico en la Nueva España siglo XVIII, México, UNAM, 1994, p. 80.

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tan relevante en la Nueva España, la gran solvencia económica de éstos fue un imán excelente para victimizarlos.5 Hasta ahora no se ha encontrado un solo caso donde la hechicera o el hereje mantengan una posición económicamente elevada, lo que nos permite confi rmar que estos grupos pertenecían, al igual que los vagos y los ociosos, al estrato social más bajo.

Los ministros del Santo Ofi cio sabían que acabar con las brujas y hechiceras era, de alguna manera, una empresa tan vasta como erradicar la pobreza, lo que resultaba imposible llevar a cabo, sobre todo en un período caótico tan sensible como lo fue el siglo XVII. Zacatecas se convirtió en el lugar propicio para los aventureros y renegados de la sociedad del diecisiete y en fuente prometedora de una vida relajada para los practicantes de la magia. Además, viendo el tipo de delito, se puede ver la existencia de una sociedad multicultural.6 De esta manera, en Zacatecas encontramos delitos desde simples palabras corrientes consideradas

como blasfemias, hasta supersticiones de categoría como la astrología y en su ma-yoría practicadas por extranjeros.

LA HECHICERÍA

En la sociedad colonial el delito de hechi-cería era muy grave, pues se basaba en hacer daño delicado a la salud de otros mediante conjuros y pactos con el demo-nio. Al practicante se le veía como un ser humano maligno y amenazador que usa-ba la magia con herramientas específi cas y visibles.7

Dentro del contexto socioeconómico más bajo encontramos a personas que se dedicaban a la hechicería como medio de supervivencia, pues en una sociedad su-persticiosa el ofi cio les brindaba buenos ingresos.8 Aunque este delito se conside-raba de gravedad por los desajustes so-ciales que ocasionaba, la Iglesia y la Co-rona se mostraron más tolerantes hacia estos grupos, quizá con el fi n de calmar los posibles levantamientos y protestas

5 S. Alberro, op. cit., pp. 174 y 175.6 Se hace referencia de una sociedad multicultural porque la mayoría de los delincuentes resultaron ser extranjeros y cada uno mantenía su propia mentalidad cultural.7 Diccionario de Autoridades, Real Academia Española, t. IV, Gredos, Madrid, 1990, p. 134.8 Margarita Nettel, “La Santa Inquisición y su presencia en Colima”, en Barro Nuevo, historia, arqueología, arte, cultura y sociedad, Colima, México; INAH, núm. 9, año 2, abril-junio de 1992, p. 45.

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de las clases marginales que recurrían a las prácticas hechiceriles como medio para su sustento. ¿Quiénes eran más cul-pables: los practicantes de la hechicería o los que recurrían a estos? Y, por otro lado, ¿por qué se toleraba un delito coti-diano y que se juzgaba tan maléfi co?

No cabe duda que la hechicería se consideraba un malefi cio pues rompía con las leyes divinas. Sin embargo, por su carácter tan cotidiano resultó ser un ofi cio réprobo pero tolerante. En relación con las penas aplicables, para algunos era un delito que debía ser castigado severamente; otros consideraban que la hechicería mezclada con la herejía for-maban un binomio propicio para que los practicantes fueran ejecutados, debido al daño que las hechiceras y herejes causa-ban a su prójimo:

[…] no solamente hacen supersticiones y

hechicerías para alcanzar bienes y para

liberarse de los males. Más también, al-

gunos perversos hombres y mujeres, las

hacen para dañar y hacer mal a otros sus

prójimos. Conviene a saber para incitar a

que una persona quiera bien o mal a otra;

para ligar a los casados; para que el mari-

do y la mujer no se puedan conocer ni ha-

cer generación; o para tullir o baldar a otro

de algún brazo, pierna o todo su cuerpo;

para hacerle caer en una grave enferme-

dad. El demonio hace aquellos males tra-

yendo invisiblemente cosas ponzoñosas y

contrarias de aquel a quien quiere dañar.

Pues si las leyes justas del reino, por un

pequeño hurto mandan ahorcar o degollar

al ladrón, con mucha mayor justicia de-

berían mandar sentenciar a muerte a los

hechiceros hombres y mujeres. Porque no

solamente dañan a sus prójimos en la sa-

lud de la persona, que es mayor daño que

en la hacienda, más aún matan a muchas

personas grandes y pequeñas y así todo

hechicero se ha de presumir ser homicida

y traidor de la república.9

Por lo regular, los supersticiosos que re-currían a las hechiceras mantenían una posición económicamente estable. Tal era el caso de los comerciantes u ofi cia-les, los cuales buscaban venganza o con-seguir algún benefi cio de tipo sexual.10

9 Pedro Ciruelo, Tratado en el cual se reprueban todas las supersticiones y hechizerias: muy util y nec-esario a todos los buenos christianos zelosos de su salvacion, Barcelona, por Sebastian de Cormellas, 1628, pp. 111-112.10 María Águeda Méndez, “Una relación conflictiva: la Inquisición novohispana y el chocolate”, en Cara-

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Joseph Ramos –quien ofi ciaba como tocinero y que seguramente pretendía acabar con la vida de su mujer– recurrió en 1650 a la ayuda de una hechicera, avecindada en la misma ciudad de Zaca-tecas, llamada Francisca, una mulata de mala fama. Según este testimonio, una esclava de Joseph Ramos veía que éste le daba “muchos dineros” a la hechicera para matar a su ama.11 Así, la esclava huyó de la casa y llegó al hogar de Juana de Paz, española y denunciante. Adviér-tase cómo es denunciado el supersticioso que recurre al pecado y en menor medida aquél que presenta los medios para lle-varlo a cabo, es decir, la hechicera.

Muchas veces, aunque los acusa-dores lo negaban, sus denuncias eran consecuencia del odio que tenían hacia ciertas personas. En la ciudad de Zaca-tecas (1650) la misma Juana de Paz de-claró que unas esclavas de los herederos de Rodrigo Martínez (su vecino) y una esclava mulata de doña María de Henas (su amiga) se hallaron una caja pertene-ciente a la española Francisca de Leiva, y

que dentro de ella había un muñeco con fi gura humana. Aunque Juana de Paz no presenció el hecho y tampoco afi rmó que fuese un hechizo, sí lo consideró para una denuncia, así que más tarde fue quien promovió la acusación.12 Los denuncian-tes esperaban recopilar información para reforzar su acusación. Juana de Paz hizo una segunda acusación contra Francisca de Leiva,13 en la que afi rmó que ésta re-currió a actos hechiceriles y tenía hechi-zado a su propio amo.

Por tercera ocasión encontramos acu-sada a Francisca de Leiva, según Juana de Paz una esclava de Francisca le había contado que su ama tenía “bajo su brazo una muñeca cocida y que era para malos fi nes”. Tal parece que el Santo Ofi cio no era una institución para el descargo de la conciencia, sino el medio idóneo don-de se depositaba el odio o el deseo de venganza hacia ciertas personas. En este asunto, Juana de Paz aparece como de-nunciante, sin embargo, nunca hace pre-sencia en los actos que denuncia contra Francisca de Leiva; además,estos denun-

velle, Cahiers du Monde Hispanique et Luso-Bresilien, Toulouse, IPEALT, núm. 71, diciembre 1988, p. 12.11 AGN, Inquisición, “Denuncia contra Joseph Ramos”, vol. 435, exp. 241, 1650, ff. 436-439. 12 Ibid., “Denuncia contra Francisca de Leiva”, f. 438.13 Idem.

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ciantes no menciona testigos, lo que hace pensar que apenas escuchaban rumores de una persona no bien vista y de inme-diato recurrían a denunciarla; también cuando surgían confl ictos entre ciertas personas, alguna de ellas aprovechaba el momento para declarar en contra de la otra aunque ya hubiesen pasado va-rios años de los hechos denunciados. Se hace esta afi rmación porque en el AGN, en el fondo Inquisición, se han encontra-do denuncias hechas después de siete, ocho y hasta 25 años. En los casos en que las personas involucradas hacían la denuncia después de varios años de ocu-rrido el supuesto delito, se podría pensar que éste se presentó por venganza.

Ana de Salazar denunció a la mulata Juana de Rivera después de cuatro años. Según Ana, Juana le contó que tenía un hombre español con quien mantenía “mala amistad” y que:

por no lograr exceso ni llegar al acto de

la generación, recurrió a una partera vieja

la cual le aconsejó que cogiese la cresta

de un gallo de la tierra y que después de

tostada la moliese y disuelta en un poco

de vino, la bebiese y que con esto con-

seguiría tener exceso resultando todo

positivo.14

Aquí pudo haber envidia y odio en la conciencia de Ana, quizá porque esta denunciante era mestiza, viuda, pasada de treinta años y no conseguía amante, mientras que Juana era mulata, soltera y de menor edad.

Encontré otros delitos de hechicería que resultaron ser acusaciones por ven-ganza. Tal es la denuncia que en 1615 emprendió Augustina de Aguilar, por me-dio de fray Diego Pacheco prior del con-vento de Santo Domingo, contra María Magdalena de Henas y Luciana Ponce, las dos vecinas de Zacatecas, pero de origen extranjero. Augustina de Aguilar dice haber vivido en La Habana y tener por vecina a María Magdalena a quien denunció por hechicera y supersticiosa, según ella, la otra hacía conjuros a las ánimas del purgatorio, llamaba al “se-ñor de la calle” (el demonio) y rezaba la oración de San Erasmo. Sin embargo, la propia Augustina, por persuasión, hizo al-gunos rezos “pero no por voluntad”, pues según ésta era un delito que se castigaba gravemente a quien incurría en él.

14 AGN, Inquisición, “Denuncia contra la mulata Juana de Rivera”, vol. 435, exp. 238, 1650, f. 432.

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Es un poco confusa esta relación “amistosa” porque Augustina, tal pare-ce, ya había denunciado en La Habana a Magdalena, sin embargo, en Zacatecas la acusó nuevamente.15 Quizá durante su vecindad en la isla caribeña surgieron confl ictos entre ambas que se agravaron cuando se encontraron de nueva cuenta, ahora en el norte de la Nueva España. Augustina hizo la denuncia después de 12 años.

En caso parecido, la misma Augusti-na de Aguilar presentó denuncia contra Luciana Ponce después de cinco años de ocurridos los hechos y aun cuando la denunciante tenía implicación en los con-juros que realizaba la hechicera Luciana. ¿Por qué denunciar en tales circunstan-cias? En este caso, la misma Augustina declara que Luciana Ponce estuvo en su compañía en la ciudad de Zacatecas y que por no apoyar sus conjuros ésta se enojó y se fue de la ciudad.16 Este disgus-to propició el odio que la llevaría a hacer la denuncia.

La hechicería representó también un medio de control y una cierta seguridad

para actuar sexualmente y de forma más desenfrenada. Muchos de los que recu-rrían a las hechiceras lo hacían para llevar un control en sus relaciones amorosas o para satisfacer sus instintos sexuales.

En 1650 se hizo una denuncia de oídas en la ciudad de Zacatecas contra doña Mariana, española y esposa de Juan Martín, porque presuntamente realizaba hechicería sexual; según se dice “cogía de las sepulturas de los muertos cierta cantidad de tierra, la cual ponía debajo de la almohada de su marido para am-pliarle el sueño y poder verse con otros hombres”.17 Para dominar a los amantes el hechizo común que usaban las muje-res consistía en cierta bebida. Tal es la denuncia de oídas que promovió Juana de Paz contra unas mujeres españolas, porque cuando menstruaban se lavaban con agua las “partes vergonzosas” y con dicha agua llena de sangre hacían el cho-colate que les daban a los hombres que entraban a su casa con el fi n de dominar-los. ¿Qué perseguían los denunciantes al promover una acusación como ésta sin haber presenciado los hechos?

15 AGN, Inquisición, “Denuncia contra María Magdalena de Henas por hechicera”, vol. 308, exp. 10, 1615, f. 89v.16 Ibid., “Denuncia contra Luciana Ponce por hechicera”.17 AGN, Inquisición, “Denuncia contra Mariana por hechicera”, vol. 435, exp. 241, 1650, f. 438v.

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Durante el siglo XVII la sociedad novo-hispana, incluida la Nueva Galicia (Zaca-tecas), se vio fuertemente reprimida por la Iglesia en asuntos de tipo sexual, 18

pero sólo desde un punto de vista teóri-co, porque en los sitios mineros, este tipo de delincuencia refl eja un carácter muy particular. Quizá por el estricto orden que trataba de imponer la Iglesia en la con-ducta sexual de sus feligreses ocasiona-ba serias confusiones en los vecindarios. Se cometía pecado con sólo pensar en el deseo sexual y a veces un solo peca-do llevaba complejamente a otros. Por los alcances e intereses individualistas que mantenían los ministros, había una gran irregularidad en el comportamiento sexual de la población residente en los sitios mineros.

Para la religión, los delitos de hechi-cería estaban basados en lo sexual y aun-que parecía predominar en la sociedad de la época un ambiente supersticioso, con el fracaso de algunos de los hechizos promovidos, solía perderse tal creencia y surgía entonces rechazo y odio hacia la persona que conjuraba el hechizo. En al-gunos casos un personaje fue denuncia-

do por varias personas. Sin embargo, era delicado promover una acusación cuando el ofendido había mantenido cierta parti-cipación en el delito, sobre todo si ambos se relacionaban socialmente. En estos casos una denuncia conllevaba a otra, formándose un círculo vicioso pero siem-pre en busca de excusas que encubrieran cierta culpabilidad.

Felicitas de Pingarin (de Buenaven-tura) aparece denunciada por cinco per-sonas. Leonor de Saldaña, la primera denunciante, recurrió a tal delación por no haber obtenido resultados positivos en su deseo de conseguir matrimonio. El hechizo que supuestamente la ayudaría a casarse, fue realizado por Felicitas me-diante la utilización de yerbas de puyoma-te. Como segundo denunciante aparece Pedro Lorenzo, quien fue amante de la hechicera a la que acusa de tenerlo he-chizado, pues según dice “no hace otra cosa que pensar en ella”. Pedro Lorenzo vio en casa de Felicitas una calavera, y al preguntarle sobre dicho objeto, ésta le contestó: “es una calavera de hom-bre muerto y que era para untársela en la barriga, que estaba mala y la puede

18 Asunción Lavrin, Sexualidad y matrimonio en la América hispánica siglos XVI-XVIII, México, Grijalbo, Col. Los Noventa, 1991, p. 60.

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hacer preñar y tener hijos”. También usó algunas yerbas para amansar a Lorenzo. María de Aguilar, quien también buscaba hombre, fue la tercera persona en delatar a Felicitas, según parece ambas mante-nían cierta relación amistosa; en el he-chizo Felicitas utilizaba algunas palabras como “aton”, para atraer a los hombres. María de Garay, la cuarta denunciante, dijo recurrir a la magia de hechicería para amansar al marido, este hechizo lo reali-zaron con “naturas de vaca en el choco-late”, el cual lo daban a beber al marido para retenerlo. Mariana de Aguilar la úl-tima delatora, en su denuncia involucra a Felicitas en primer término, pero además a María de Garay; según dice porque esta última ayudaba en los hechizos. ¿Cuál de estos denunciantes no participó en los conjuros? Una acusación lleva a otra e in-volucra a todas las personas que habían mantenido relación con la hechicera.

En este caso resulta bastante obvio que todos denunciaron por un deseo de venganza, pues vemos cómo mantuvie-ron una relación amistosa con la hechi-cera, sobre todo Pedro Lorenzo de for-ma más directa. Felicitas resultó la más

perjudicada y al no ver una alternativa se autodenunció como hechicera, pero invo-lucrando a aquellos que en un primer mo-mento creyeron en ella. En su justifi cación –donde pareciera que no existiese culpa-ble– Felicitas dice que el remedio que le dio a Pedro Lorenzo para amansarle, a su vez lo recibió de una mulata llamada Ma-ría de Cárdenas que “ya es muerta”. Tal hechizo se basaba en tomar una cinta a la que se le hacían nueve nudos en los que se había de decir: “fuera salgo a y a los cielos busco y los hallo y el corazón de fulano cito”. Después de dichas palabras se debía encender una candela y quemar los nudos. Como vemos, denunciar un delito era iniciar una especie de cadena de la que ni los muertos se libraban. Los acusados se afanaban por encontrar una excusa inculpando incluso a personas inexistentes.19

A veces resultaba difícil hacer una acusación independientemente de los fi nes que se persiguieran, porque en muchos casos la denuncia resultaba ad-versa. Era más difícil aún cuando se in-volucraban los miembros de la misma fa-milia. En 1624 Isabel Pérez de Ledesma

19 AGN, Inquisición, “Denuncia contra Felicitas de Pingarin por hechicera”, vol. 318, exp. 5H, 1617, ff. 266-278.

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denunció a su madre por tener hechizado a su padre. En este caso Isabel ayudó en el hechizo y, por circunstancias más de arrepentimiento que de venganza, deci-dió no seguir colaborando con el conjuro. Éste es uno de los pocos casos donde se deja a un lado el factor vengativo, sin embargo, se sigue viendo que el denun-ciante es también culpable.

La hechicería es pues un medio de manifestación y reacción social contra lo que está más reprimido. Dice Michael Sallman20 que la debilidad de las mujeres “las constreñía a usar esos secretos para vengarse de los hombres por medio de malefi cios”. Efectivamente, esa venganza de la que nos habla Sallman la encontra-mos en casi todos los casos de hechice-ría y brujería que se presentan tan re-lajadamente en Zacatecas. A lo largo de la historia la mujer ha sido reprimida por el hombre. Tal género se ha visto margi-nado y “carente para desempeñar activi-dades masculinas”, quizá por ello encon-tramos una enorme cantidad de mujeres

involucradas en la hechicería. La mayoría de los practicantes de la magia maléfi ca pertenecen al género femenino; ellas re-curren a este medio para su superviven-cia.21 Así, la hechicería se puede conside-rar como una alternativa económica para los marginados, reprimidos y fracasados de la sociedad del siglo XVII.

Se puede decir que la tolerancia que se presenta –por parte de los aparatos de poder, la Iglesia y la Corona– hacia las hechiceras, no es más que una de las razones para evitar levantamientos y confl ictos de un estrato social marginado; permitiéndo el ejercicio de la hechicería de alguna manera se posibilitaba también a quienes lo ofi ciaban a buscar su susten-to. Desde esta perspectiva, tal parece que las hechiceras ofendían en menor medida a la Iglesia que las brujas. Se puede con-siderar que el ambiente hechiceril involu-craba a más víctimas resultando esto un ingreso económico más amplio para el Tribunal. Otra razón por la cual se tole-raba a estos presuntos delincuentes era

20 Jean Michel Sallman, “La bruja”, en Historia de las mujeres en Occidente. Del Renacimiento a la Edad Moderna, Taurus, Madrid, p. 213.21 Nora Reyes Castilla y Martín González de la Vara, “El demonio entre los marginales: la población negra y el pacto con el demonio en el norte de la Nueva España siglos XVII y XVIII” en CLAHR Colonial Latin American Historical Review, Nuevo México, Borrad, vol. X, núm. 2, Spring 2002, pp. 202 y 220; B. Wolfgang, Historia de la literatura alemana, Madrid, Cátedra, Col. Crítica y Estudios Literarios, 1991, p.

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la mentalidad que sembraban los sabios teólogos con respecto a la presencia del diablo.22 Creían que si éste se manifes-taba en los hombres (supersticiosos) era el castigo que les enviaba Dios y de esta manera ponían a prueba su fe. Así, cual-quier supersticioso además de delincuen-te era un pecador que debía ajustarse a la fe de Dios. Y si toleraban a estos in-crédulos era porque creían que Dios ya los estaba castigando. De cualquier modo no se hacían esperar los inquisidores que mantenían intereses muy personales para juzgar a estos renegados.

También hemos visto que, efectiva-mente, en la mayoría de los delitos de he-chicería resultaba más perjudicado el su-persticioso que la hechicera. El interés de los ministros inquisitoriales se fi jaba más en aquellos que mantenían un buen esta-tus social. Las hechiceras representaban un medio de ingreso económico para la Inquisición. No podía ser de otra manera ya que éstas, en su mayoría, se clasifi ca-ban en los grupos de vagos, buscones, aventureros y fracasados que, en una

sociedad alejada, buscaban el refugio, la supervivencia y la relajación.

LA BRUJERÍA

Al igual que la hechicería, la brujería en Zacatecas resultó un buen ofi cio de su-pervivencia para los practicantes, así como una estrategia de venganza para aquellos supersticiosos que recurrían a este medio. ¿Qué era la brujería, sino un medio de protesta en los marginales de la sociedad? La ciudad de Zacatecas, sitio minero y alejado de la capital virreinal, resultaría el punto exacto para los em-busteros que no cabían en la estructura social novohispana, y prometía una vida relajada a todo delincuente.

La brujería, a diferencia de la hechi-cería, se basaba en la magia y los pode-res sobrenaturales, pero sin causar daño físico, es decir, en actos psíquicos que carecen de existencia real23 Por otra par-te, la creencia prototípica de la bruja en Zacatecas durante el siglo XVII construía la siguiente imagen: una mujer u hombre de

103; S. Alberro, “Templando templanzas: hechiceras veracruzanas ante el Santo Oficio de la Inquisición siglos XVI-XVII”, en Seminario de historia de las mentalidades del dicho al hecho… Transgresiones y pautas culturales en Nueva España, México, CNCA-INAH, Col. Científica, núm. 180, 1989, p. 88.22 P. Ciruelo, op. cit., p. 40.23 Citado en S. Alberro, Inquisición y sociedad… p. 297, nota 47.

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estatura media o alta, seca, morena o ne-gra, ojos negros y saltados, pelo entreca-no y carencia de algunos dientes. Brujas y brujos eran muy temidos en la ciudad.24

La brujería era una actividad muy co-tidiana y que, al igual que la hechicería, rompía con la ley divina. Sin embargo, al existir gran demanda de brujas y brujos, sobre todo en sitios alejados como Zaca-tecas, se volvía un ofi cio común y, aunque se consideraba manejado por el demonio, solía ser tolerado por los aparatos de po-der ya fuera por intereses propios, o bien, por la incapacidad para controlar a estos desviados. Y tal vez, en menor medida, por la mentalidad social que se mantenía con respecto a la presencia del demonio. Para la Iglesia cristiana el ofi cio de la brujería era por demás grave, ya que sus practicantes no solamente se dañaban a sí mismos, sino que a través del diablo dañaban a los demás cristianos devotos. La iglesia cristiana consideraba que:

[… ] el diablo ha enseñado a las brujas o

xorguinas hombres o mujeres a pactarse

con él. Que untándose con ciertos un-

güentos y diciendo ciertas palabras, van

de noche por los aires y caminan a lejanas

tierras a hacer ciertos malefi cios. Más esta

ilusión acontece con dos maneras princi-

pales, que horas hay que ellas salen de

su casa y el diablo las lleva por los aires

a otras casas y lugares y lo que allá ven,

hacen, dicen y cuentan. Otras veces ellas

no salen de sus casas y el diablo se revis-

te de ellas de tal manera que las priva de

todos sus sentidos y caen en tierra como

muertas y frías. Y mientras permanecen

así no sienten aunque las azoten, hieran

o quemen. Más porque hemos dicho que

una de las maneras en que el diablo se

aparece a las brujas y brujos es haciendo

estruendos y espantos por las casas de

día y noche aunque no lo vean los hom-

bres. Y en las casas y monasterios de

frailes y monjas o personas devotas, don-

de no hay brujas, el diablo se manifi esta

haciendo ruido y estruendos y da golpes

en las puertas y ventanas y hecha cantos

y piedras y quiebra ollas y platos. Otras

veces viene a la cama donde duermen las

personas y les quita la ropa de encima y

les hace algunos tocamientos deshones-

tos y de otras muchas maneras les hace

miedos y no los deja dormir reposados.25

24 AGN, Inquisición, vol. 318, exp. 5H, 1617, f. 273 y vol. 318, exp. 5M, 1617, f. 301, para la descripción prototípica de la bruja o hechicera en el siglo XVII.25 P. Ciruelo, op. cit. pp., 37-41.

89

Dentro de la magia diabólica que atenta contra la salud (la hechicería), la mayo-ría de sus practicantes son mujeres; sin embargo, en la magia psíquica (brujería), tal parece que la usaban de igual mane-ra hombres y mujeres. No se descarta la misma idea de protesta o fracaso como factor que los constreñía a delinquir.

En 1617 el portugués fracasado Anto-nio de Escobar, recurrió al ofi cio de brujo para lograr recuperarse económicamen-te. En su desesperación se encontró con Augustina de la Peña, la cual lo denunció ante el comisario del Santo Ofi cio, fray Lope Izquierdo, según dijo por adivinarle el fruto que cargaba esta denunciante en su vientre:

usaba unas varillas conjuradas con los

evangelios de San Juan y que con eso

le diría lo que quería saber […] hablando

con las varillas si esta señora a de parir

hijo o hija o si a de peligrar en el parto

o no. Si a de parir hijo inclinaos al lado

derecho y si hija al lado izquierdo. Si a de

peligrar en el parto al lado izquierdo y si lo

a de tener bueno al lado derecho.26

Tal parece que Augustina perteneció a un estrato social aceptable, pues fue esposa del conde y minero Juan Ruiz, el cual la-boraba en el paraje de la cieneguilla (2 le-guas distantes de Zacatecas). La brujería fue un medio al cual recurrían no solo los civiles, sino los mismos religiosos, pues de esta manera obtenían información de los padres más distinguidos. En compa-ñía de Augustina se encontraban algunos religiosos de la orden de San Francisco de la parroquia de Zacatecas, y apro-vechando el momento le preguntaron a Antonio de Escobar acerca del próximo provincial de la orden. Estos religiosos nombraron tres o cuatro de los religiosos más honorables y utilizando unas varillas, éstas se menearon y apuntaron que el provincial sería Gabriel de Arias. Antonio de Escobar dijo: “aquel padre había de salir como provincial de la orden aunque con difi cultad, porque las dichas varillas se abrieron de mala gana”.27

Las denuncias solían hacerse, al igual que en los actos de hechicería, por odio o venganza y entre personas que mantenían alguna relación de amistad, sin embargo,

26 AGN, Inquisición, “Denuncia contra el portugués Antonio de Escobar por brujo”, vol. 318, exp. 5M, 1617, f. 300. 27 Idem.

90

cuando esa amistad declinaba de inmedia-to se recurría a ”descargar la conciencia”.

Después de 25 años, Felipe Flores de Villa denunció al español y amigo suyo Francisco de Grajales, quien lo acusó de brujo por ver en aquél el futuro.28 ¿Cuál es el verdadero motivo de hacer una denuncia contra un amigo y después de 25 años?, ¿acaso por descargar la con-ciencia o por una simple riña? Posterior-mente, el mismo Felipe Flores hizo una acusación diferente contra el ya fi nado Lorenzo Tostado, porque según decía le veía el futuro en su rostro.29 Felipe Flo-res hace una segunda acusación contra un muerto, por lo tanto ¿no será que de-nunciando a una persona inexistente en-cubría su odio hacia cierto sujeto? Esta otra acusación la hizo después de 20 años, tal vez por aparentar su descargo de conciencia, pero siempre siguiendo un objetivo, vengarse de la persona que aún vive. Las denuncias se hacían, según se ve en las declaraciones, por descargo de la conciencia, sin embargo, analizando los documentos se refl eja que más bien lo hacían por celos o envidias.

Magdalena de Luna era una de las esclavas de Lorenzo de Luna. Un día, al entrar en un aposento, ella se dio cuen-ta que faltaban unos tecomates de plata. Además, en el mismo lugar vio un altar con una imagen de Nuestra Señora y un papel con algunas manchas de sangre; en el aposento estaban otras dos es-clavas de Lorenzo y dos esclavos, uno perteneciente a Juan López y otro negro, este último tomó el peyote haciendo que apareciesen los tecomates de plata. Mag-dalena les preguntó ¿”para qué hacían aquellos embustes”?, distrayendo a las esclavas, por lo que éstas se enojaron y Magdalena recurrió a denunciarlas.30

En Zacatecas encontramos una gran movilidad social, sobre todo de los aven-tureros que buscaban la supervivencia. La mestiza Ana López, de Zacatecas, fue denunciada en Teocaltiche31 por Cristó-bal Ramírez porque tenía hechizado a su cuñado Jerónimo de Orozco. Según Cris-tóbal, la bruja “cocía en unas candelillas unos tecomates con agua y velaba toda la noche en orden de que Jerónimo la qui-siese más”. Cristóbal dijo denunciarla por

28 AGN, Inquisición, “Denuncia contra Francisco de Grajales por brujo”, vol. 435, exp. 234, f. 427. 29 Ibid., “Denuncia contra Lorenzo Tostado por brujo”.30 AGN, Inquisición, “Denuncia de Magdalena contra dos esclavas sus compañeras por supersticiosas”, vol. 356, exp. 86, 1626, f. 126.

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descargo de su conciencia; sin embargo, lo hizo por vengar a su hermana, esposa de Jerónimo.

Resultaba revelador el carácter de re-lajación que mantenía Zacatecas en la pri-mera mitad del siglo XVII. Era una zona que se manifestaba favorable para las acciones ilícitas de los extranjeros, vagos, embuste-ros y de “tradiciones desordenadas”.

De costumbres licenciosas, Joseph Díaz Pimientas, mediano de cuerpo, mo-reno de rostro, casi negro y muy velludo, originario de Ecija, en los reinos de Casti-lla y que fue preso en Argel donde apren-dió el ser herbolario, fue un vagabundo en busca de su supervivencia, empeña-ba sus únicas pertenencias para comer, aprovechaba la clandestinidad y debilita-miento de las autoridades y presumía de su posible ofi cio de mago. Este hombre dejaba admirado al vulgo de la ciudad de Zacatecas con sus predicciones y adi-vinaciones de la suerte a través de las líneas de la mano, como lo hizo con el mercader Pedro Gómez de Luna, el cual no creía en lo que Joseph le pronosticaba y diciendo éste que “para que lo creyese,

supiese que al día siguiente cuando se lidiasen los toros, en la plaza pública ha-bía de morir uno de tres compañeros que andaban en la plaza”.32 Al día siguiente se afi rmó la muerte de una persona que fue cornada por un toro, lo cual causó gran asombro en la ciudad. También decía ha-cer parir sin difi cultad con una oración y que cada viernes, en el paladar, se le di-bujaba una cruz con el cristo crucifi cado, según decía era un don que Dios le daba. Sin embargo, para otros no era más que un pacto con el demonio porque sólo cau-saba temor.33

En los documentos continúan apare-ciendo aquellos extranjeros que acudían en busca de riquezas a los sitios mineros, donde veían el lugar predilecto para llevar a cabo sus acciones ilícitas. Los de cos-tumbres licenciosas no sólo recurrían a la magia popular con el fi n de lograr un buen sustento económico, también hacían uso de la magia de categoría: la astrología.

Un día de mañana Bernardo Fernández

fue a la casa de Felipe de Villa y teniendo

éste los pechos descubiertos, le vido con

31 Ibid, “Denuncia contra la mestiza Ana López por bruja”, vol. 356, exp. 100, 1626, f. 162. 32 Ibid, “Denuncia contra Joseph Díaz Pimientas por brujo”, vol. 435, 1650, f. 459.33 Ibid. ff. 459v y 460.

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mucho cuidado aquella parte desnuda y

descubierta y preguntándole qué le mi-

raba con aquel cuidado le respondió que

tenía ciertas señales grandes que estaba

prohibidas decirlas pero que le aseguraba

eran buenas34

Por lo regular, los magos o brujos siempre solían predecir un buen porvenir a los supersticiosos, con el fi n de persua-dirlos y sin causarles temor para lograr

de ellos la gratifi cación. La brujería se-guía siendo una estrategia más para los embusteros que venían del exterior de la Nueva España en busca de riquezas. Tal fue el caso del extranjero Bernardo Fer-nández, quien se decía ser gran astrólogo y predecir el futuro de las personas. Llegó a Zacatecas en busca de libertad pues, al parecer, huía de la Inquisición. Esto nos muestra que, efectivamente, Zacatecas era un sitio de refugio.

34 Ibid, “Denuncia contra Bernardo Fernández por decir ser gran astrólogo y adivinar el futuro de las personas”, vol. 435, exp. 234, f. 427v.

* Investigador AGN, licenciado en historia por la Universidad Autónoma de Zacatecas.

AGN,

Inqu

isició

n, vo

l. 128

1, ex

p. 13

, f. 62

.

Panóptico

94

INTRODUCCIÓN

Dentro del universo temático que para el desarrollo de estudios historiográfi cos ofrece el Archivo General de la Nación, la historia contemporánea de México se nos presenta como un atractivo escapa-rate por su carácter inédito. De manera específi ca nos referimos a los fondos de la extinta Dirección Federal de Seguridad, de Investigaciones Políticas y Sociales y de la Dirección General de Gobierno, respectivamente alojados en las galerías uno, dos y cinco. La internación en estos fondos es invaluable para la investiga-ción, disertación y comprensión de movi-mientos sociales y políticos acontecidos en el siglo pasado.

La variante temática que aquí nos ocupa, se relaciona con las ideas y los actores políticos del anarquismo en Méxi-co durante el periodo que va de 1929 a

1956; un tiempo acotado por la desin-tegración de la Confederación General de Trabajadores (CGT) en 1931 y la casi invisible pero sostenida actividad de la Federación Anarquista Mexicana con la reaparición de su órgano informativo Re-generación en 1952.

Antes de proseguir es necesario men-cionar la riqueza existente en otros fondos del AGN para el desarrollo de la historio-grafía del anarquismo en México; desta-can: ejemplares del periódico editado por Plotino C., Rhodakanaty, El Craneosco-pio (1874) –disponible en la Biblioteca-Hemeroteca “Ignacio Cubas”–; informes sobre las actividades de Ricardo Flores Magón en 1911 –fondo Revolución–; foto-grafías de Flores Magón –Centro de Infor-mación Gráfi ca–; y la correspondencia de Nicolás T. Bernal (1923-1925) –Colección de Documentos del Instituto de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

N O TA S PA R A E L E S T U D I O D E L A N A R Q U I S M O E N M É X I C O (1929 -1956)Ulises Ortega Aguilar*

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(INEHRM)–. Este trabajo está dividido en cuatro apartados, que se acompañan de breves consideraciones teóricas y las re-ferencias más importantes; de modo que facilita el acercamiento y consulta de la información del movimiento ácrata que se concentra en el AGN

I. EL OCASO ANARCOSINDICALISTA, LA PERVIVENCIA DEL MUTUALISMO Y LAS AGRUPACIONES SIMPATIZANTES

La experiencia del anarcosindicalismo en México encontró una expresión formal en el establecimiento de la Casa del Obrero Mundial (COM) en 1912 y alcanzó su máxi-mo fulgor con la creación de la mencio-nada CGT en 1921; una experiencia que no sobrevivió al reto de organizar la clase trabajadora frente al corporativismo de la Confederación Regional Obrera Mexica-na (CROM).1

Es un hecho que para principios de los treinta, la CGT se desmoronó, dejando de ser la piedra angular y principal refe-rencia de la acción libertaria; con ello,

provocó la dispersión de los elementos anarquistas y nulifi có el espacio político viable que, como en el caso ibérico, exis-tía para emprender la llamada revolución social. A lo anterior se suma la hostilidad gubernamental hacia las formas de or-ganización independiente, sobre todo si éstas planteaban un ideario radical como el socialismo, fuese de corte libertario o autoritario (comunista); ya que más allá de ser considerados planteamientos de oposición, concluimos que se les veía como ideas desestabilizadoras, extranje-rizantes y subversivas.

Así pues, el Estado “revolucionario” formuló la tarea de identifi car y controlar a todos los grupos que consideró nocivos, teniendo presente en su lista a la facción ácrata. El ejemplo lo encarnó el Grupo Anarquista “Verbo Rojo” del cual tenemos una noticia certera.2 De acuerdo con el memorando del Departamento Confi den-cial adscrito a la Secretaría de Goberna-ción, fechado el 18 de octubre de 1929, se ordenó “practicar una investigación mi-nuciosa sobre si efectivamente existe en

1 Para comprender con mayor detalle el proceso que hizo posible el establecimiento de la COM, en función de personajes, grupos, clubes y otros actores políticos relevantes, se sugiere consultar Ramón Eduardo Ruiz, La revolución mexicana y el movimiento obrero, 1911-1923, México, Era, 1978.2 AGN, Investigaciones Políticas y Sociales (en adelante IPS), vol. 34, exp. 6, f. 3.

96

esta ciudad [de México], una Agrupación Anarquista […] quiénes son sus Directo-res y dónde se reúnen”.3

La iniciativa para investigar lo con-cerniente a Verbo Rojo partió de la in-cautación o posible delación que llevó a manos del Departamento Confi dencial una circular y una misiva, ambas fi rma-das por el secretario Juan García y el administrador Efrén Castrejón.4 Tales do-cumentos daban detalles para la edición de una publicación que llevó el mismo nombre de la organización, Verbo Rojo; pero también se daba cuenta de la vincu-lación con el Centro de Cultura Proletaria “Claridad” que se encontraba establecido en San Antonio, Texas; del cual se valían como entidad “solidaria” y como recep-tor de ideas. Castrejón expresó que el Centro “Claridad” no sólo había ayuda-do económicamente a Verbo Rojo, sino que estaba contemplado para que en un futuro pudiera tomar parte en el “Congre-so Anarquista Regional”; cuya fi nalidad sería “estudiar la actitud y táctica” ne-

cesaria para hacer “frente al incremento amarillo5 y comunista, así como contra la reacción estatal y capitalista”.6 Esta infor-mación es vital para entender el desarro-llo posterior del movimiento anarquista en términos organizativos e ideológicos. La proyección hecha por Castrejón en 1929 acerca de un Congreso Anarquista Regional, en parte derivaría en la con-formación de una Federación Anarquis-ta del Centro de la República Mexicana (FACRM o FAC), iniciada en 1936 y en la cual Castrejón tomaría parte activa. Pero aun más evidente sería la conservación de tendencias opuestas a la existencia y participación en los sindicatos ofi ciales y el rechazo al comunismo.

No conocemos los resultados de la in-vestigación realizada al grupo Verbo Rojo porque, quizá debido a los contratiempos ocurridos al asignar la averiguación, se transfi rió de agente.7 Lo que sí podemos afi rmar es que tal agrupación tuvo sus orígenes entre los militantes de la CGT, y pretendió dar continuidad a la edición del

3 Idem.4 Ibid., ff. 1-2.5 Cuando Castrejón enuncia el “incremento amarillo” se refiere a los agremiados de la CROM, organización alineada con el programa de la Unión Obrera Internacional de Ámsterdam, también conocida como ama-rilla.6 Idem.7 Ibid., f. 5.

97

órgano ofi cial cegetista, también titulado Verbo Rojo, cuya segunda época databa de 1927 y, de acuerdo con Bringas y Mas-careño llegó a 1930.8

Con la atomización de fuerzas gene-rada por la caída de la CGT se encontra-ron a la deriva distintas fi liales confedera-das que terminaron por caer en la órbita del sindicalismo ofi cial, se desintegraron o se constituyeron de acuerdo con sus posibilidades más inmediatas. Esta úl-tima opción es digna de ser comentada a través del caso regional de Santiago Ixcuintla, Nayarit, localidad proclive a recibir las ideas anarquistas y sus simi-lares. Tal como se puede constatar en el directorio de Asociaciones Integrantes de

Año de operación

Nombre de la organización Lema Observaciones

1931

Sociedad Mutualista “Eduardo Martínez Ochoa” de Santiago Ixcuintla

“Fraternidad y Progreso”

El presidente de la organización es Rosendo Cayeros Aguirre, el secretario Gregorio R. Cevallos.

8 Guillermina Bringas y David Mascareño, Esbozo histórico de la prensa obrera en México, México, 1982, UNAM-IIB-BN-HN, 1988, pp. 67 y 225.9 Guillermina Baena Paz, La Confederación General de Trabajadores (1921-1931) Antología, México, Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, p. 10810 Los datos para la elaboración de la tabla corresponden a: AGN, Dirección General de Gobierno: Agrupa-ciones y Sindicatos; vols. 31-A, 62-A y 63-A.

la CGT de 1926, se registra la adhesión del Sindicato de Obreros y Campesinos de Santiago Ixcuintla, el cual debió contar con una cantidad considerable de afi lia-dos procedentes de diversas ramas labo-rales, quienes tras el colapso cegetista se reorganizaron en modalidades compues-tas por rasgos del anarcosindicalismo y el mutualismo; esto sin dejar de lado el impacto sufrido con el arribo del modelo corporativo cardenista que exigía la or-ganización.9 Nuestra sospecha puede ser corroborada con la tabla siguiente que incluye una identifi cación de las principa-les agrupaciones existentes en Santiago Ixcuintla entre 1931 y 1937.10

98

1934

Sindicato de Albañiles, Ayudantes y Similares de Santiago Ixcuintla

“Unifi cación Libertad y Trabajo”

Dice estar alineado con los “Postulados Revolucionarios” en referencia al partido ofi cial.

1934

Sindicato de Obreras y Ofi cios Varios de Santiago Ixcuintla

“Unidas al Progreso”

1934Sindicato de Panaderos de Santiago Ixcuintla

“Unión y Trabajo”

1935Sindicato de Filarmónicos de Santiago Ixcuintla

Adherido a la Federación de Artistas Mexicanos

1935Sindicato de Filarmónicos de Santiago Ixcuintla

“Arte Unión y Justicia”

1935Sindicato Rojo de Aguadores de las Lomas y del Río

“Trabajo y Progreso”

Tendencia cardenista, adherido a la Federación de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado de Nayarit, perteneciente a la Confederación Campesina Mexicana.

1935Sindicato Rojo de Choferes de Santiago Ixcuintla

“Unidos Venceremos”

1935

Unión de Cargadores, Barqueros, Prenseros y Arpilladores de Santiago Ixcuintla

“Prosperidad y Trabajo”

1935Unión de Cargadores de Santiago Ixcuintla

“Prosperidad y Trabajo”

99

1936Sindicato de Panaderos de Santiago Ixcuintla

1937

Federación Regional de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de Santiago Ixcuintla

“Tierra y Libertad”

El principal aspecto que notamos es la tendencia de las agrupaciones que no concentran a trabajadores industriales o “proletarios a secas”, sino más bien a indi-viduos que llevan a cabo actividades arte-sanales, ofi cios específi cos, prestadores de servicios y desclasados. Salvo el caso de la Federación Regional de Comunida-des Agrarias y Sindicatos Campesinos (1937) relacionado con el reparto agrario, las demás organizaciones no cumplen la función de organismos de vanguardia proletaria. Los residuos de tendencia anarquista sólo se conservan en anota-ciones simbólicas como el lema “Tierra y Libertad” o el nombre de Sindicato Rojo, que paradójicamente podía tener abierta simpatía por la política cardenista.

Es necesario aclarar que el caso de Santiago Ixcuintla lo hemos elegido por

su peculiar presencia se prolonga hasta la década de los cincuenta, periodo en el que continuaba siendo uno de los últimos centros receptores de ideario y activida-des ácratas, inclusive mutualistas, como lo atestigua la presencia tanto de la So-ciedad Mutualista de Obreros Lic. Justo Sierra como de la Federación Anarquista Mexicana.11

II. LIBRADO RIVERA: EPÍLOGO Y METAMORFOSIS DEL MAGONISMO

La historia de Librado Rivera Godínez (1864-1932) es la del encuentro de dos formas de plantear el anarquismo; la co-rriente anarcomagonista y la anarcosin-dicalista, pero también es la persistencia de un hombre convencido de su lucha. Ri-vera es el prototipo del mártir y militante

11 Ibid., vol. 82-A, exp. 2/331.9(29)310, f. 1.

100

ácrata; pasó gran parte de su vida en los presidios, eclipsado por el acoso y la per-secución policial, sin que esto detuviera su labor como difusor.

A nosotros nos interesa ampliar el estudio acerca de los últimos años de Ri-vera, el periodo en que regresa a México para continuar sus actividades, adaptado a las circunstancias del nuevo orden pos-revolucionario, pero empeñado en negar la legitimidad a todo Estado. Para nues-tro cometido, debemos tener presente la existencia de la obra de Paco Ignacio Tai-bo II,12 la más cercana y completa, para nuestro trabajo si bien, por su carácter divulgativo, dicha obra carece de un apa-rato crítico que nos permita corroborar la información aun cuando ésta esté sólida-mente amparada en el estudio hemero-gráfi co. Por lo tanto, este apartado hará las veces de complemento con el plantea-miento de Taibo II, teniendo la ventaja de contar con las fuentes inéditas del AGN.

Desde 1918, Rivera purgó una conde-na en la prisión de Leavenworth, en los Estados Unidos, a raíz de la publicación

del Manifi esto a los trabajadores del mun-do; fue hasta 1923 cuando se conmutó su pena por la deportación y regresó a San Luis Potosí, su estado natal y se reincor-poró a la lucha libertaria. Entonces Rivera tomó parte en los grupos ácratas Herma-nos Rojos, Verbo Rojo e Ideas y Acción, y participó en la edición de los periódicos Sagitario, Avante, Verbo Rojo y Paso!.13

Avante fue dirigido por Rivera en 1928 y cambió su sede en Monterrey a Villa Cecilia, Tamaulipas, –en la actuali-dad Ciudad Madero– con la fi nalidad de infl uir en los trabajadores petroleros de la región, tal y como lo había intentado ya en 1924 con Sagitario, del grupo Her-manos Rojos.14 La difusión de Avante fue sostenida hasta 1930 enfrentando, como toda actividad de oposición, el embate de la política del presidente Emilio Portes Gil, encaminada a perseguir el “comunismo”. Fue ésta una política extensiva, pues Por-tes Gil dejó la presidencia el 4 de febrero de 1930, para ocupar la Secretaría de Gobernación en el gabinete de Pascual Ortiz Rubio, con lo cual quedó al frente

12 Paco Ignacio Taibo II, “El regreso del último magonero”, en Arcángeles doce historias de revolucionaros herejes del siglo XX, México, Planeta, 1998.13 David Poole, “Librado Rivera”, en Librado Rivera, ¡Viva Tierra y Libertad!, México, Antorcha, 1980, pp. 23-26.14 Ibid. p. 23.

101

Circular del Grupo Verbo Rojo.

AGN,

IPS,

vol. 3

4, ex

p. 6,

f. 1.

102

de la institución encargada entonces de administrar la represión.15

Rivera fue blanco de la enérgica oleada contra la izquierda opositora y en-frentó múltiples detenciones: cuando se desmanteló la publicación de Sagitario (1927); por sus opiniones sobre el ase-sinato de Álvaro Obregón expresadas en Avante (julio de 1928); en la clausura de Avante, con el extra de haber sido mal-tratado físicamente por el general Eulo-gio Ortiz (febrero de 1929); y, de nueva cuenta, por espacio de algunas horas (abril de 1929).16

En junio de 1929 podemos documen-tar otra persecución más contra Rivera, a quien el Departamento Confi dencial de la Secretaría de Gobernación levantó expediente bajo el cargo de “Líder Comu-nista”.17 Debemos poner énfasis en que la mayoría de las veces y, como lo seguire-mos encontrando, se identifi ca a Rivera y a sus compañeros bajo el califi cativo de comunistas, pese a que pertenecen a

la corriente anarquista, que rivaliza con tal grupo al que tildan de autoritario; no obstante, la identifi cación hecha por el Estado responde a la política portesgilista antes mencionada. Así pues, en el expe-diente de Rivera se informa, por medio de un telegrama “urgente”, sobre su deten-ción en Tampico, Tamps., el 12 de junio de 1929, noticia confi rmada por el general Josué M. Benignos, quien escribe:

“TENGO DETENIDO A CONOCIDO LEA-

DER COMUNISTA LIBRADO RIVERA,

POR CONFIRMARSE SER EL AUTOR

DE RECIENTES PASQUINES CONTE-

NIENDO INSULTOS, PRIMER MAGIS-

TRADO DE LA NACION Y DEMAS AU-

TORIDADES SUPLICOLE GESTIONAR

PASAJE OBJETO MANDARLO FUERA

ESTADO [sic.]”18

Queda claro que la detención de Rivera obedeció a su actividad periodística; una labor de oposición al gobierno en turno

15 El gobierno de Portes Gil polemizó ampliamente en el tema del “comunismo”, incluso decretó el rompi-miento de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética; John W. F. Dulles, Ayer en México, una crónica de la revolución (1919-1936), México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 440; Lorenzo Meyer, et. al., Los inicios de la institucionalización: la política del Maximato, México, El Colegio de México, 1978, p. 264.16 Poole, op. cit., pp. 24-26; Taibo II, op. cit., pp. 188-198.17 AGN, IPS, vol. 239, exp. 21.18 Ibid., f. 1.

103

ejecutada desde las páginas de Avante, que fue necesario neutralizar, alejándolo de su centro de operaciones (Tamaulipas) y pidiendo su traslado a la capital. Sin embargo, el documento también mues-tra una nota de contestación, fechada el día posterior, en donde se pide “Que se consigne a las autoridades judiciales y si no se logra obtener el castigo, entonces sí se le proporcionará la orden de pasa-je”, en alusión al detenido.19 Aun cuando se insistió en el castigo de Rivera a nivel local y de nueva cuenta se recalcó que su traslado a la ciudad de México sólo se haría en inteligencia de no ser casti-gado en Tampico como lo pedía Felipe Canales, subsecretario de Gobernación; todo indica que Rivera no tardó en ser puesto en libertad.20 Es interesante la ob-servación de Taibo II con respecto a esta breve detención, que pudo haber tenido su origen en la denuncia de los dirigentes amarillos –cromistas– Serapio Venegas y Nicolás González en contra de Rive-ra. En Avante se ventilaban confl ictos y

riñas locales entre rojos –anarquistas– y amarillos, práctica común heredada de los años veinte, que en palabras de otros autores, refl ejó un “caso lamentable en el sindicalismo”, enfrentando “a trabajado-res contra trabajadores”.21

Muy pronto Rivera reanudaría su an-dar por la senda del acoso, pues se le detuvo el 14 de julio durante cuatro días, para después ser arrojado de un tren en movimiento y abandonado en Cerritos, San Luis Potosí.22 Tras este suceso in-dignante, y al no saberse del paradero de Rivera, los cegetistas Efrén Castrejón, Rodolfo Aguirre y Nicolás T. Bernal se entrevistaron con Portes Gil para pedir su inmediata liberación, pues ellos suponían que seguía encarcelado.23

Cuando Avante perdió su registro como artículo de segunda clase –el 11 de febrero de 1930– la situación empeoró para Rivera, quien dos días después fue aprehendido. El primero de marzo por vía telegráfi ca, Francisco Castellanos, gober-nador de Tamaulipas, notifi có a Manuel

19 Idem.20 Telegrama (minuta) de México D.F. a Tampico, Tamps., enviado el 14 de junio de 1929 por el subsecre-tario de Gobernación, Felipe Canales al general. Josué M. Benignos, en AGN, IPS, vol. 239, exp. 21, f. 2.21 Cfr., Taibo II, op. cit., p. 199; Bringas, op. cit., p. 65.22 Nicolás T. Bernal, Memorias, México, Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicano, 1982, p. 108; Taibo II, op. cit., p. 199; “Un Memorial de Rivera”, en AGN, IPS, vol., 260, exp. 4, f. 241.23 Bernal, op. cit., p. 108.

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Collado, ofi cial Mayor de la Secretaría de Gobernación, la aprehensión de Rivera en compañía de Pedro Gudiño y Ángel Flores.24 Al día siguiente, Castellanos am-plió los detalles a Collado, comentó que Rivera y sus compañeros estaban deteni-dos “por dedicarse [a] lanzar insultos [al] Gobierno”, por lo cual, tomó la medida de clausurar el “Comité comunista existente en Villa Cecilia” al que también decomisó su archivo.25 El día tres del mismo mes, el general de brigada, Alejandro Fernández Bermúdez puso a disposición de Portes Gil a los detenidos “comunistas”: Librado Rivera, Manuel Aguilera, Francisco Sali-nas, Ramón H. Gómez, Enrique Balcázar, Francisco Galván, Alberto Lumbreras y Vicente Conti, transfi riéndolos de Tampi-co a la Penitenciaria del Distrito Federal, acorde con la decisión de Ortiz Rubio, quien sentenció que los “mencionados individuos venían dedicándose a ejercitar propaganda nociva en contra del orden y de las instituciones”.26

La respuesta y solidaridad de militan-tes ácratas no tardó en aparecer, se hizo

patente por medio de propaganda y car-tas dirigidas a Ortiz Rubio. Un grupo muy cercano a los detenidos informó sobre los sucesos en Villa Cecilia, donde la policía de la localidad dio rienda suelta a sus “instintos de rapiña” al llevarse “folletos, libros, archivos de periódicos, archivos de cartas, y […] una cantidad de dinero destinada […] para pagar la impresión de Avante”, daños que sumaron cuatro-cientos pesos.27 Además se comentaron otras cuestiones del caso; la primera en torno de la situación de los cuatro deteni-dos: Rivera, Pedro Gudiño, Ángel Flores y Osvaldo Manrique; en segundo lugar una explicación del móvil de los sucesos perpetrados por el régimen del “bisonte octoagenareo [sic] de Pascual Ortiz Ru-bio”, quien a partir de que “uno de sus adversarios en política le echó a perder un pedazo de maxilar” había desencade-nado una “persecución terrible en contra de todo aquel que se opone a sus desig-nios, no importa de qué partido o tenden-cia sea”.28

En la circular suscrita por grupos ácra-24 AGN, IPS, vol., 260, exp. 4, f. 7.25 Ibid., f. 12.26 Ibid., f. 28.27 Ibid., f. 29, “Manifiesto a los trabajadores, de todo el mundo”.28 Idem. Tal interpretación se refiere al atentado que sufrió Ortiz Rubio al ser investido como Presidente de la República; Dulles, op. cit., pp. 444-445.

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tas de la región de Tampico y escrita por Manuel del Río, fechada el 4 de marzo, se amplió la información de la problemática; aclarando que Gudiño y Flores obtuvieron su libertad, Manrique quedó en custodia de la Jefatura de Guarnición de Villa Ce-cilia, mientras que Rivera fue enviado a la ciudad de México con la fi nalidad de com-parecer ante la “fi era sanguinaria del Ge-neral Eulogio Ortíz”.29 Dentro de la misma circular existe otra aclaración no menos importante; la condición ideológica de los implicados, quienes a decir de su com-pañero Del Río fueron aprehendidos por profesar el comunismo y conspirar contra el gobierno, siendo que “No somos comu-nistas, porque los comunistas aspiran a la implantación de una dictadura proletaria. Nosotros no. Nosotros somos anarquis-tas enemigos de todo régimen en el que el hombre oprima al hombre…”.30

Organizaciones como la Comunidad Campesina Libertaria Práxedes G. Gue-rrero de Tejería, Veracruz y el Sindicato Ceciliano de Filarmónicos (ambas de

tendencia libertaria) y la CGT se dirigieron a Ortiz Rubio, en protesta por las apre-hensiones.31 Aun cuando en la versión de los anarquistas, Rivera fue el único de los cuatro militantes remitido a la Penitencia-ría del Distrito Federal, un ofi cio del 5 de marzo, procedente de Tampico, confi r-maba la consignación de Asención Her-nández Guerrero al mismo penal, debido a que este individuo resultaba “pernicioso por sus ideas anarquistas y […] por las frecuentes agitaciones que promueve”.32

Así que, de acuerdo con los listados nominales del Servicio Confi dencial de la Secretaría de Gobernación, ofi cialmente se confi nó a la penitenciaria capitalina a: Asención Hernández, Librado Rivera, Ma-nuel Aguilera, Francisco Salinas, Ramón H. Gómez, Enrique Balcázar, Francisco Galván, Alberto Lumbreras y Vicente Con-tí.33 La identidad de los acompañantes de Hernández y Rivera ha sido atribuida a “siete obreros del partido comunista”.34 El proceso penal del grupo dio un giro el 18 de marzo, cuando el procurador General

29 AGN, IPS, vol. 260, exp. 4, f. 31, “Circular No. 4 A los trabajadores en general”.30 Idem.31 Ibid., ff. 55 y 118; Taibo II, op. cit., p. 201.32 AGN, IPS, vol. 260, exp. 4, f. 41, oficio dirigido al Secretario de Gobernación por el Coronel jefe del Estado Mayor, Alejandro Hernández Bermúdez. 33 Ibid., ff. 42 y 71.34 Taibo II, op. cit., p. 201.

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de la República, José Aguilar y Maya, in-formó a Portes Gil que “en virtud de que entre la documentación enviada y las de-claraciones que han rendido los propios detenidos no se han encontrado elemen-tos bastantes para hacer consignación a las autoridades judiciales”, los detenidos quedarían a disposición de la Secretaría de Gobernación, sólo que esta vez la lis-ta había crecido a 18 implicados; Rivera, Hernández Guerrero, los siete presuntos obreros y otros nueve individuos entre los que destacaba el comunista Valentín Campa Salazar.35 Dos días después se liberó a los detenidos, excepto tres que probablemente salieron antes, el trámite se consumó con autorización del jefe del Departamento de Distrito Federal, doctor J. M. Puig Casauranc, y con el visto bue-no del jefe de los Servicios Confi dencia-les, Coronel Francisco M. Delgado.36

A Rivera, lleno de hartazgo por lo infructuoso de su labor, y los atropellos sobre su persona, la última detención le representaba una venganza ruin ante la

que se postró con la “verdad” y, pese a las amenazas, aún tuvo aliento para con-tinuar su tarea, que en palabras suyas, consistía en “la realización de un cambio social más humano y más justo”, adveni-miento de la “Patria Universal cuya ban-dera cubra a todos por igual ya sin odios de razas ni de nacionalidades”.37 De esta manera, Rivera puso en claro que su ideario aún correspondía a los preceptos del anarcomagonismo,38 sólo que en el campo de la acción se expresaba en el medio anarcosindicalista; por tanto, Ri-vera logró dejar de lado el escepticismo de la corriente anarcomagonista sobre la organización de los trabajadores en cen-trales o grupos sindicales.39

El puente tendido por Rivera en las tendencias ácratas fue uno de los últimos intentos serios por plantear el anarquis-mo como vía política alternativa, pero al igual que otras corrientes opositoras ter-minaría por disiparse ante la fuerza esta-tal. La actividad de este personaje es, si no la última, la que marcaría el desenlace

35 AGN, IPS, vol. 260, exp. 4, f. 139.36 Ibid., f. 152; Taibo II, op. cit., p. 202.37 AGN, IPS, vol., 260, exp. 4, ff. 240-242. “Un Memorial de Rivera”.38 Para profundizar y comprender este término se recomienda, Eduardo Blanquel, “El anarco-magonismo” en Ricardo Flores Magón, México, CREA-Terra Nova, 1985, p.105; Eduardo Blanquel, “El anarco-mago-nismo” en Meyibó, Núm. 2, p. 89-118.39 Gran parte de la crítica del anarco-magonismo hacia la organización sindical tenía un referente en la

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del movimiento anarquista bajo la guía de una personalidad reconocida para los mi-litantes “prestigiada”, y censurable para el Estado.

Rivera se marchó de Villa Cecilia y fue apoyado por Nicolás T. Bernal, quien lo recuerda así, “le ofrecí mi casa, ya que disponía de un cuarto vacío en el que po-día alojarse, quedándose por espacio de dos años. Él fundó un periódico de nom-bre Paso que lo tuvo entretenido algún tiempo en la ciudad de México, pero el periódico desapareció”; en breve también desapareció Rivera, pues fue atropellado, contrajo el tétanos y falleció el 1 de marzo de 1932 a los 68 años de edad.40

III LA FEDERACIÓN ANARQUISTA DEL CENTRO DE LA REPÚBLICA MEXICANA Y LOS NUTRIENTES INTERNACIONALISTAS

A la sazón de una etapa crítica para la estabilidad mundial, el periodo de entre-guerras se caracterizó por el extremismo ideológico: comunismo estalinista, fas-cismo, nacional socialismo o el anarco-sindicalismo español, corrientes que se hicieron sentir más allá de sus centros de origen y México no fue la excepción. Cier-tamente estas ideologías se adaptaron según las posibilidades que ofrecía el te-rreno y así surgieron múltiples organiza-ciones inspiradas en aquellos referentes europeos, pero con la fi nalidad de infl uir en el medio político local.41

Casa del Obrero Mundial que apoyó al carrancismo con los Batallones Rojos; Cfr., Ricardo Flores Magón “La necesidad del momento” en Semilla Libertaria, México, Ediciones de la Liga de Economistas Revolu-cionarios, 1975, pp. 347-352; Bernal, op. cit., p. 109. 40 Ibid., p. 110; Taibo, op. cit., p. 203-204.41 AGN, IPS, vol. 315, Exp. 11. Existen varios ejemplos, algunos estudiados o citados en investigaciones específicas y obras generales, podemos mencionar algunos representativos y que también se encuentran documentados en el Archivo General de la Nación. Destacan las actividades de los comunistas estalinis-tas, pertenecientes a la corriente comandada desde el exterior por Dolores Ibárruri “La Pasionaria”; Cfr., Guillermo Sheridan, “Rescatando a Mercader (un episodio del espionaje soviético en México) en Letras Libres, 2006.; “Informes de actividades de comunistas españoles refugiados en México”. Sobre los grupos fascistas italianos en México, ver AGN, IPS, vol. 331. Para el estudio del Movimiento Nacional Socialista en México, sus actividades de espionaje y su relación con los elementos del Eje se puede consultar, AGN, IPS, vol. 329. En cuanto a organizaciones como la UNS., Falange Española o Acción Revoluciona-ria Mexicanista se dispone respectivamente de AGN, IPS, vol. 800, exp. 3; AGN, IPS, vol. 741, exp. 17; AGN, Dirección General de Gobierno-Agrupaciones y Sindicatos, vol. 80-A, exp. 93 (núm. de clasificación 2.331.9(29)206.).

108

Uno de estos prototipos es La Federa-ción Anarquista del Centro de la República Mexicana (FACRM o FAC), cuyos orígenes se remontan a 1936, si bien se constituyó formalmente en 1939 al calor de la guerra civil española.42 El referente directo de la FAC fue la Federación Anarquista Ibérica, organización fundada en 1927, de línea “intransigente” y que propugnó por el co-munismo libertario.43 Asimismo, cuando la FAC lanzó su declaración de principios, a mediados de julio de 1939, dejó en cla-ro su tendencia atea, internacionalista, antifascista, antinacionalista y opuesta a “toda tendencia mistifi cadora y contrarre-volucionaria”, traduciéndose este último punto como anticomunismo “autoritario”; junto con algunas otras variantes, éstos eran los mismos principios del comunis-mo libertario.44

La FAC comprendía los grupos: Helios (Irapuato Gto.), Cultura Racional (Aguas-calientes), Infantil Práxedis G. Guerrero

(León Gto), Francisco Ferrer Guardia (Aguascalientes), Regeneración, Librado Rivera (San Francisco del Rincón, Gua-najuato), Liberación Proletaria (Juventino Rosas, Guanajuato), Sacco y Vanzetti (San Luis Potosí, SLP), Cultura Social (San Luis Potosí, SLP) y Práxedis Guerre-ro (Ciudad González, Guanajuato).

Para su funcionamiento, la FAC insti-tuyó un secretariado compuesto por tres miembros encargados de las funciones de correspondencia, tesorero y organi-zación y propaganda, mismos que serían designados por medio de un pleno anual; también editó un vocero mensual, titulado Libertad.45

Sin embargo, la FAC no tuvo una tras-cendencia acorde con su discurso radical, su campo de acción quedó limitado a su reducida militancia, la cual sólo se incre-mentó con la llegada e incorporación de elementos ibéricos en 1939, al término de la guerra civil española. Este encuentro

42 Chantal López y Omar Cortés, “Un intento de acercamiento a la Federación Anarquista del Centro de la República Mexicana”, en El expreso, un intento de acercamiento a la Federación Anarquista del Centro de la República mexicana (1936-1944), 2ª. ed., 2003, en http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/po-litica/fac/caratula_fac.html 43 Javier Paniagua, Anarquistas y Socialistas, Madrid, Historia 16, 1999, pp. 187-189.44 López, op. cit., “Declaración de principios y estructura orgánica”, en Libertad, núm. 3, 1939, apud. La definición conceptual de comunismo autoritario y libertario, tal y como la manejan los anarquistas puede consultarse en Max Nettlau, Comunismo Autoritario y Comunismo Libertario, Madrid, Dogal, 1977.45 Chantal López y Omar Cortés, op. cit., “Declaración de principios y estructura orgánica” en Libertad, núm. 3, 1939, apud.

109

entre la visión faísta, acostumbrada a la acción, frente a la pasividad de los miem-bros de la FAC, traería consigo divergen-cias y problemáticas para la organización ácrata. De hecho, paralelamente a la existencia de la FAC, un grupo considera-ble de anarquistas ibéricos decidió consti-tuir las diversas representaciones de sus organizaciones como la Confederación Nacional de Trabajadores afi liada a la Asociación Internacional de Trabajado-res, cuya publicación Solidaridad Obrera se reeditó en la ciudad de México. Detrás del trabajo que hizo posible la reaparición de Solidaridad Obrera se encontraron los hermanos Alberola, quienes arribaron al puerto de Veracruz a bordo del vapor Ipa-mena entre los meses de junio y julio de 1939, tal y como lo consigna la lista de pa-sajeros donde están los nombres de José Alberola Navarro, Helio Alberola Surinach y Octavio Alberola Surinach, personajes también vinculados con la organización de la FAC y la futura Federación Anarquis-ta Mexicana.46

La escisión de mayor envergadura

entre comunistas libertarios establecidos en México, ocurrió en diciembre de 1941, cuando el grupo comandado por Mariano Sánchez Añón perpetró un fallido asalto al camión que transportaba la nómina de la Cervecería Modelo. En el acto pereció Sánchez Añón, quien fue dirigente de una célula de anarcosindicalistas ibéricos; ante tal situación, el segundo congreso de la FAC que se encontraba en puerta, fracasó por la detención de muchos de sus miembros a causa de las investiga-ciones policiales.47

Por medio del fondo del AGN Investi-gaciones Políticas y Sociales es posible corroborar la polémica que sostuvo el Grupo Anarquista “Helios” situado en Irapuato, Guanajuato, con miembros de la Unión Nacional Sinarquista (UNS) a principios de 1939. Los “sinarcas”, como popularmente se les conocía, plantearon el establecimiento de un orden social cris-tiano en México, y de entre las múltiples organizaciones políticas derechistas exis-tentes, la UNS quizá haya sido la más so-bresaliente, pues incluso fue tomada en

46 AGN, IPS, vol. 315, exp. 10, f. 27.47 Chantal López y Omar Cortés, op. cit., “Un intento de acercamiento a la Federación Anarquista del Cen-tro de la República Mexicana”; “Tremendo asalto al carro pagador de una cervecería por 5 refugiados”, en La prensa, 27 de diciembre de 1941, p. 2 y 25; “Enorme indignación ha causado el asalto cometido por los refugiados”, en Universal Gráfico, núm. 3090, 27 de diciembre de 1941, p. 3.

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cuenta para aliarse en múltiples ocasio-nes con el Partido Acción Nacional (PAN). No obstante, el sinarquismo como fuerza política tuvo una seria problemática inter-na, asociada con su participación electo-ral, defendida por unos y condenada por otros. El tono radical que alcanzó la UNS en gran medida lo obtuvo a través de sus actos, como el enfrentamiento con gru-pos de izquierda, a los que califi caban de comunistas, fuesen miembros del partido ofi cial, cardenistas, henriquistas, sindica-listas, agraristas, comunistas estalinistas, estudiantes o anarquistas.

De acuerdo con el informe rendido por el inspector “PS-6”, adscrito a la ofi -cina de Información Política y Social de la Secretaría de Gobernación, en el marco de una manifestación efectuada el 29 de enero de 1939 en Irapuato y con motivo de protesta contra el sinarquismo y por la destitución del ingeniero Antonio Orozco, jefe de la Zona Ejidal, fueron repartidos volantes entre los que se encontraba uno emitido por el Grupo Anarquista Helios y que se anexa al informe.48 El volante de los miembros de “Helios” se titula “LOS ANARQUISTAS Contestan a los ‘Revolu-

cionarios’ SINARQUISTAS”, y condensa gran parte de los postulados de la FAC en temas como la lucha de los trabajadores o el internacionalismo ácrata. Pese a lo anterior, la motivación fundamental de este panfl eto recae en la crítica al sinar-quismo, que previamente criticó el “Ideal Anárquico”, no por medio de argumentos, sino por la forma de redacción en su pro-paganda y afi rmando que tal corriente “no tiene importancia cívica ni política”. Ante esto, el grupo anarquista Helios se dirige a los sinarquistas tal y como lo ilustra el siguiente fragmento de su volante:

“Nuestra teoría no ha pasado de moda, ni

pasará, mientras exista la explotación del

hombre, mientras existan las mismas con-

diciones de explotación que caracterizan

al actual sistema capitalista.

También nos presumís que el Sinarquis-

mo va hacia la VERDADERA REVOLU-

CIÓN SOCIAL, qué descaro y que far-

santes sois, ningún partido político que ha

habido ha sido tan hipócrita como Uds., la

Revolución Social no la hará nadie más

que los verdaderos explotados, los traba-

jadores del campo y de la Ciudad, cuando

48 AGN, IPS, caja 762, exp 4, ff. 9-11, “Informe de Irapuato del 29 de enero de 1939 dirigido a la oficina de Información Política y Social de la Secretaría de Gobernación”.

111

se decidan a acabar con todos los em-

baucadores y farsantes como Uds. y los

pseudo-revolucionarios que medran en su

provecho; vienen engañando al pueblo,

unos con su <<revolucionarismo>> que ni

siquiera entienden y ustedes con su cebo

de PATRIA, LIBERTAD Y JUSTICIA.

Para terminar la hoja que contestamos,

nos dicen que son hombres de buena vo-

luntad (?) que nos tienden la mano, que

Uds. no saben odiar y que no nos odian

¡Cuanta palabra dulce!

No creemos en vuestras palabras, por la

sencilla razón que son unos farzantes,

[sic] ni aceptamos vuestro llamado a la

Unidad, porque nos separa un abismo,

somos dos polos opuestos, vosotros re-

presentais al sistema capitalista, con su

explotación inhumana; sus injusticias tre-

mendas, con su esclavitud moral y econó-

mica, por medio del engaño y la mentira y

crímenes apocalípticos.

Nosotros a fuer de sinceros; sí os odia-

mos, y los odiamos con el odio acumu-

lado de veinte siglos de explotación y de

miseria a que está sujeta la humanidad,

por la clase explotadora y holgazana que

representais… [sic]49

Años después, en 1944, la FACRM señaló a elementos de la UNS y del PAN como los responsables del sabotaje a su imprenta, entonces ubicada en San Luis Potosí y responsable de editar Libertad.50

Aquel desprecio por el sinarquismo sobreviviría en la futura FAM y se expresa-ría con la denuncia de su relación con la Iglesia católica, juzgándosele como una “fuerza retrógrada, [y un] partido al servi-cio de los ultramontanos, con la chusma fanática”. Se dijo que los contingentes sinarquistas eran “conquistados entre las gentes más retrasadas enemigas de toda evolución, ignorantes en todos los sen-tidos” a la vez que eran manejados por “abogados de credo profundamente reli-gioso”.51 Por los motivos anteriores, hasta 1959 la FAM se propuso como uno de sus objetivos, abatir el problema representa-do por la relación “Iglesia-sinarcas”.52

La experiencia de la FAC demostró la diferencia de objetivos entre anarquistas,

49 Ibid.50 “Fue saboteado el taller de la Imprenta Revolución”, en Libertad, núm. 3, 1944, apud.51 Licurgo, “La política clerical” en Regeneración, núm. 42, 1959, p. 2.52 Ibid.

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pese a que sus ideales pretendían unifi -carlos en una lucha común; por tal razón, es de especial interés resaltar el papel jugado por los diversos grupos ibéricos que no congeniaron con la organización conjunta de las federaciones en México. Todo indica que la principal preocupación de la mayoría de los anarquistas ibéricos se centró en el combate al gobierno fran-quista y no propiamente en impulsar el pensamiento ácrata.

La investigación practicada a Salva-dor Gabriel Fleítas Rouco, el 23 de fe-brero de 1950, por parte de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales puede demostrar las anteriores afi rmaciones.53 Ahí se indica que el exilia-do Fleítas puede ser considerado como “un individuo de extrema izquierda, un anarquista, es decir un individuo que no reconoce Partido, ni puede militar dentro ninguno por su extremismo de ideas y de actos”. En cuanto a la forma de vida que lleva el investigado, se le equipara con la de todos los españoles refugiados “y de ideas extremistas” siendo la de “no tener un empleo fi jo y dedicándose a las

más variadas actividades dentro y fuera de la ley”. También se recalca que “estos individuos son de extrema peligrosidad”. Fleítas se encuentra relacionado con Ga-briel Rodríguez, Gabriel Huertas, Enrique Torres y Antonio Ordaz, quienes profe-san la misma ideología, cabe agregarse que todos ellos “se dedican exclusiva-mente a estar en los centros de reunión de los extremistas españoles, en donde se dedican a estar alimentando su ren-cor y su odio en contra de los españoles franquistas”.54

En otra investigación de una fecha muy próxima, el agente especial Agustín Daroca Ponsa se dio a la tarea de elabo-rar un informe acerca de las “Actividades del anarquismo ibero en México”.55 Al ini-cio del documento se considera a los dos grupos de refugiados españoles como “una amenaza constante para la Repú-blica Mexicana y en lo que se refi ere a la seguridad social”; anarquistas y comu-nistas. Respecto a lo que nos interesa en este caso, los anarquistas, se recapitula que ellos son actores de “los sonados ca-sos de las calles de Oxford, 8, F.I.A.S.A.,

53 AGN, IPS, vol. 130, exp. 24, f.1.54 Idem.55 AGN, IPS, vol. 315, exp. 11, f. 47.

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y Cervecería Modelo, todos encabezados por el extinto Sánchez Añon”.56 Además, se informa de la existencia y funciona-miento en México de una delegación de la Federación Anarquista Ibérica “con lo-cal social en las calles de V. Carranza, 50 primer piso”.57

A continuación se enlista a los ele-mentos que encabezan tal organización y se da un panorama de sus actividades durante la guerra civil española. En pri-mer lugar del compañero del fallecido revolucionario Buenaventura Durruti, García Oliver, un “pistolero”, “atracador profesional” en España, Francia, Bélgi-ca y Argentina. Sucesivamente, José o Juan Gómez Expósito: “pistolero profe-sional a sueldo […] prófugo de la Justicia Mexicana […] con antecedentes penales (en varios países) en México con la fi cha núm. 4359”. Patricio Navarro: “pistolero de profesión a sueldo […] tipo nato de asesino, analfabeto y sin ninguna cultura, pero eso si dispuesto a matar a mansalva dizque por el ideal anarquista y de paso por algunos pesos”. Juan o Antonio Da-roca: “Anarquista y pistolero de profesión

[…] compañero de cuarto de FLEITAS, en Meave, 28, con el alias (a) EL MAÑO […] Figura como del Comité Directivo en la Delegación de la F.A.I. en México”. Jai-me Balius: “Catalán de origen, con largo historial criminal” quien se encontraba delicado de salud. José o Juan Marine: “Con largo historial criminal en Cataluña”, en cuanto a su actuación durante la gue-rra civil, se afi rma que puede constatarse “con cualquier refugiado español”. Aurelio Fernández,: mismo que reside en Puebla como gerente de una compañía de segu-ros; “considerado como cabeza visible del movimiento anarquista en México”.58

Según el contenido de este reporte, la información brindada tiene su origen en una versión de “los círculos de españoles republicanos”, que ven a estos anarquis-tas como los responsables del asesinato de un individuo apellidado Gallostra, cri-men efectuado en represalia por la “muer-te en masa que hizo Franco hace unas tres semanas en Barcelona de los diri-gentes del Comité Directivo de la F.A.I. en Barcelona”; se especula que Fleítas fue el “elemento ejecutor”.59

56 Idem.57 Idem.58 Idem.59 Idem.

114

Por otra parte, se informa que los fondos que reciben estos sujetos proce-den de las “Sociedades Hispanas Confe-deradas” con sede en Nueva York, una asociación dedicada al manejo de fuertes cantidades monetarias para “el manteni-miento del anarquismo mundial”.60

IV. LA FEDERACIÓN ANARQUISTA MEXICANA

El 29 de diciembre de 1941 surgió la Fe-deración Anarquista Mexicana (FAM). Tal y como lo recuerda uno de sus impulso-res, Jacinto Huitrón, la organización se constituyó por medio de grupos e indivi-duos relacionados con las publicaciones Verbo Rojo, Trabajo, Voluntad, Avante, Paso, así como los “exiliados” Solidaridad Obrera y Tierra y Libertad.61

No obstante, podemos considerar a la FAM como la sucesora de la FAC, pues muchos de sus integrantes fueron los mismos; la nueva organización tuvo como órgano ofi cial Regeneración, publicación irregular que perduró hasta 1980.

A continuación, detallamos una in-vestigación de la FAM que forma parte de los archivos de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), custodiados en la Galería 1 del Archivo General de la Nación. Debe advertirse que, en primer lugar, esta investigación llega sólo hasta 1956, pues corresponde a un proyecto de tesis de licenciatura que abarca la déca-da de los cincuenta y,62 en segundo lugar, debe considerarse que el acceso a la in-formación de este fondo documental está reglamentado.63

Los primeros indicios de la FAM en los archivos de la DFS datan de 1949. Una circular expedida por el secretariado de la FAM con dirección en la ciudad de México, en la calle Donato Guerra núm.11 y pro-bablemente incautada, tenía como desti-no Santiago Ixcuintla, Nayarit. Con fecha 1 de febrero, la circular hace referencia a la existencia de los periódicos Tierra y Libertad y Regeneración, los cuales fungen como medios informativos de la agrupación.64

60 Idem.61 Jacinto Huitrón, “Nuestros Centros de Estudios Sociales”, en Regeneración, núm. 28, 1956, p. 2.62 “Regeneración y la Federación Anarquista Mexicana (1951-1960)” en preparación.63 La consulta del fondo documental de la DFS en la Galería 1 del AGN está supeditada a la reglamentación de la Ley Federal de Acceso a la Información Pública. Para obtener información acerca de algún per-sonaje es necesario el consentimiento por escrito del investigado o de alguno de sus familiares, lo cual dificulta el avance de las investigaciones. 64 AGN, DFS, exp. 29-19-49.

115

AGN,

IPS,

vol.7

62, e

xp. 4

, f. 11

.

Cartel emitido por el Grupo Anarquista Helios, perteneciente a la FAC.

116

Existe un memorando del 16 de mar-zo de 1949 que revela la vigilancia de la DFS sobre los anarquistas; específi ca-mente, sobre sus publicaciones; el docu-mento detalla la investigación realizada por agentes de la misma dependencia, adscritos a la Sección de Imprenta Tipos y Linotipos, en relación con la Imprenta “Claridades” y “R. Ramírez y Hermanos”. Esta imprenta, localizada en República del Salvador núm. 56, era la responsable de la impresión de “numerosos periodiquillos y volantes comunistas contra el gobierno o bien haciendo labor de agitación subver-siva”. Entre los señalados se encuentran el órgano del Partido Liberación Nacional Contra la Corriente, el anarquista Rege-neración y otros, de los cuales no se es-pecifi can nombres; se dice con respecto a esos otros “que actualmente se vienen imprimiendo por el citado R. Ramírez en una imprenta que tiene oculta, por temor a que se la clausuren”.65

El seguimiento a los miembros de la FAM se reanudó a principios de 1951, tal y como lo indica un informe donde se atien-de la edición de Regeneración, el cual se

venía imprimiendo en Aldaco núm. 18, una propiedad de Roberto Ramírez. La investigación señala el contenido nocivo de un artículo aparecido en Regeneración con el título “Las características actuales”, pues éste tuvo un carácter “de censura para el régimen”.66 De mayor importancia, es otro informe presentado el día 20 de agosto del mismo año en la Jefatura de la DFS; el documento, dividido en dos par-tes, contiene los resultados de la inves-tigación practicada a Regeneración, que se editaba en la Imprenta “CLARIDADES” perteneciente a Roberto Ramírez, ubica-da en Aldaco núm.16.67 Lo sobresaliente de la investigación a Regeneración es su contenido, donde “se ataca al Régimen”, principalmente por medio de tres artícu-los “que en forma más directa atacan al Sr. Presidente de la República”.68 Los referidos artículos, tal y como se resu-me en el informe, son los siguientes: el primero, “COMO EN EL PORFIRISMO”, tiene como objetivo, hacer una crítica de los alcances de la Revolución mexicana, pues asegura la presencia y “renacimien-to del viejo régimen autocrático que un

65 AGN, DFS, exp. 53-23-49, H-198.66 AGN, DFS, exp. 29-19-51, H-34.67 AGN, DFS, exp. 53-11-51, H-16.68 Idem.

117

día se quiso destruir”, dado que el “Ale-manismo nos ha resultado con la misma política y las mismas aspiraciones del ol-vidado porfi rismo”. El segundo, “EL PUE-BLO TIENE HAMBRE Y EL GOBIERNO NO HACE NADA PARA REMEDIARLA”, es una denuncia contra el gobierno, del que se dice, ejecuta una “labor precisa y perfectamente planeada, está robando a la Nación para enriquecer a unos cuan-tos privilegiados e infl uyentes”. El último, “PUEBLO HASTA CUANDO DEJARÁS DE SOPORTAR ESTA BURLA Y ESTE ENGAÑO”, consiste en la crítica del sis-tema electoral, que aglutina a “todos los políticos y a los eternos logreros”, así como a “líderes” de la “Revolución Mexi-cana, dispuestos como siempre a cotizar con cargos y prebendas personales, el resplandor de un puesto ofi cial, validos de las masas que dicen representar”.69 Al fi -nal de la primera parte de este documen-to se anexa una lista de integrantes de la FAM, en la cual se indican los nombres de: Rodolfo Aguirre, Salvador Vázquez,

Jacinto Huitrón, Agustín Confalonieri, Hermilo Alonso, Julio Guerrero, Efrén Castrejón, Armando Zavala M., Arturo Ló-pez, Teodoro Olivares, Juan Culbeax, Je-sús Méndez Rangel, Manuel G. Salazar, Marcos Alarcón, Rubén Díaz del Castillo, Antonio Merino, Raúl González Pichar-do, Felipe Quintas, Ángel Rosales, Juan Estrada Peña, Genaro Velásquez, Daniel Salciedo, doctor Pedro Vallina, Gregorio A. Castillo y Crescencio Flores.70

En esencia, la segunda parte de este informe se ocupa del mismo asunto: la in-vestigación de Regeneración, sólo que a diferencia de la exposición anterior, la se-gunda amplía el contenido de los tres ar-tículos citados. Es de gran relevancia que se agregue información sobre la zona de residencia de algunos representantes de la FAM como: Juan Peña Estrada del Ejido Torreón, Baja California; Genaro Velás-quez de San Luis Potosí; Daniel Salcie-do de Río Verde, San Luis Potosí; doctor Pedro Vallina de Loma Bonita, Oaxaca; Gregorio A. Castillo de Tepic, Nayarit y

69 Idem.70 Ibid., H-17. No contamos con información sobre la trayectoria de la mayoría de los personajes citados, excepto Jacinto Huitrón y Efrén Castrejón, quienes militaron en la Casa del Obrero Mundial y en la Con-federación General de Trabajadores; sobre Jesús Méndez Rangel podemos especular que se trata de Jesús M. o María Rangel, un magonista que operó en los Estados Unidos de América y retornó a radicar en la ciudad de México, donde vivió hasta 1952; Jacinto Barrera Bassols [comp.], “Fichas biográficas”, en Ricardo Flores Magón Correspondencia (1899-1918), v. 1, México, Conaculta, 2000, pp. 703-704.

118

Crescencio Flores de Aután, también en Nayarit; existe otro dato que no es del todo claro: “Poza Rica, A. G. Terán”, que probablemente indique la presencia de un militante en Veracruz.71

Nuestros últimos indicios sobre la FAM aparecen hasta 1956 bajo la misma modalidad de aquellos de 1951, es decir, con respecto a la circulación de Regene-ración, del cual se registra que su edición está a cargo de Felipe Quintas. Inclusive se anexa un ejemplar de la edición nú-mero 27, fechada el 20 de septiembre de 1956; que tiene el sello del archivo de la Dirección Federal de Seguridad. Dicho ejemplar contiene información sobre la problemática en el Canal de Suez; da-tos de un congreso efectuado por la FAM; noticias de la presencia de la anarcosin-dicalista Federica Montseny en México; criticas a la censura del diario La protesta en Argentina; informes acerca de las acti-vidades en el medio estudiantil y otros.72

En la antesala del centenario de la

Revolución, o mejor dicho, revoluciones de México, aún falta indagar cuál fue el destino del pensamiento y acción ácrata, movimiento presente en aquellas trans-formaciones sociopolíticas que sacudie-ron a la sociedad de principios del siglo pasado, específi camente, tras erigirse un nuevo sistema político. A través de los cuatro momentos expuestos en este tra-bajo, ha sido posible conocer buena parte de los aspectos más relevantes de ese desenvolvimiento posterior del anarquis-mo en México, a la vez que hemos ras-treado, con ayuda de algunos fondos del AGN, una corriente política de oposición casi olvidada y desconocida. Podemos afi rmar que hemos dado pauta para una mejor comprensión del desempeño de la izquierda anarquista durante el siglo XX que, como otros movimientos de izquier-da, se enfrentó a la fragmentación e hizo patente su incapacidad organizativa ante la represión y la censura.

71 AGN, DFS, exp. 53-11-51, H-18-19.72 AGN, DFS, exp. 65-50-56, L-1, H-1.

* Egresado de la UNAM, integrante del seminario de investigación que imparte en el AGN el doctor Aurelio de los Reyes.

119

El presente artículo se refi ere a la pro-paganda del Partido Comunista Mexicano (PCM), en una serie de volantes impresos en mimeógrafo encontrados en el Archivo General de la Nación dentro de los volú-menes 20 y 21, del fondo Investigaciones Políticas y Sociales (IPS), con las siguien-tes características:

• Cumplían la función de ser orga-nismos informativos de las células del Partido Comunista, aunque no son los de carácter ofi cial.

• Se encuentran ilustrados pero sin fi rma, por lo que el o los autores de dichos volantes casi nunca se identifi caron.

• Su calidad no es óptima, sin em-bargo es interesante su análisis para conocer su lugar en la histo-ria del PCM.

Durante la investigación de campo, en-contré que los volúmenes del fondo IPS que debía consultar estaban cosidos. Este hecho, aunado a que, por el tipo de papel en que están soportados, presentan un estado físico de fragilidad, me impedía apreciar parte del contenido.

De los siete volantes analizados, sólo uno de ellos, el séptimo (Imagen 7) con-tiene tres páginas; todos están impresos sobre papel revolución de mala calidad y se encuentran cosidos al expediente; su estado físico general es regular, uno pre-senta un faltante en la parte inferior, dos están rotos por el área de las costuras y otro más está suelto, por lo que deben manipularse con sumo cuidado para evi-tar que se cercenen o se rasguen.

Los volantes que contienen dibujos coinciden en tamaño y forma, son mimeo-grafías; sólo la imagen 2, que no tiene ilustraciones es de menor tamaño, y no

P R O PA G A N D A C O M U N I S TA E N M É X I C O E N L O S T R E I N TA Y C U A R E N TA D E L S I G L O X X

Galia Isabel Villalobos González*

120

fue impresa en mimeógrafo. Los volantes mimeografi ados miden aproximadamente 30 x 20 cm, el trazo de los dibujos que contienen está hecho con fi rmeza, se po-dría decir que el o los autores conocían de dibujo; los documentos también cuen-tan con una composición sencilla, por ello creo que no fueron hechos por novatos.1

TIPOS DE CARICATURA

Para defi nir el tipo de viñetas que tienen los volantes, utilizo la clasifi cación de Abreu Sojo,2 para quien la caricatura pue-de ser dividida de acuerdo con su fi nali-dad y por el medio técnico empleado:

• Según la fi nalidad puede ser: cari-catura política, costumbrista y de ilustración.

• Según el medio técnico: caricatu-ra impresa, fotográfi ca, escultóri-ca y radiofónica.

Éstos son los tipos principales, pero tam-bién podrían darse derivaciones de ellos.

CLASIFICACIÓN SEGÚN LA FINALIDAD

Caricatura política: Es un instrumento de lucha ideológica y crítica social, prolifera en épocas de crisis. La temática política tiene un sitio privilegiado dentro del género.

Características. En esencia se trata de una forma de hacer reír, de aguijonear la pomposidad y de criticar. Dentro de esta clasifi cación se dan dos corrientes: caricaturas tremendas y caricaturas pa-laciegas. Las primeras son de denuncia caliente, sin concesiones, mientras que las segundas son sinuosas, adulantes y cortesanas. En los medios impresos el ejemplo está en la caricatura editorial, pues su uso ha sido predominantemente político; utiliza estereotipos, metáforas y un humor incisivo; siempre es elaborada a mano.

1 Imagen 1: aprox. del año 1935, mimeografía, 19.5 x 30 cm, sin autor; imagen 2: del año de 1937, impreso a una tinta (negra), 17.5 x 13.5 cm, sin autor, esta es de menor tamaño que las demás imágenes y es la única que varia en técnica pues no es mimeografía; imagen 3: es del 24 de Enero de 1948 mimeografía, 20 x 28 cm, sin autor; imagen 4: 6 de junio de 1948, mimeografía, 32 x 20.5 cm, Abel Mendoza; imagen 5: 19 de julio de 1948, mimeografía, 19.5 x 30 cm; sin autor; imagen 6: 17 de septiembre de 1948, mim-eografía, 19.5 x 30 cm, sin autor; imagen 7: perteneciente a un volante de cuatro páginas, 15 de enero de 1949, mimeografía, 21.5 x 33 cm, sin autor. Es unos centímetros más grande que las otras, como documento también es el más extenso, pues tiene más páginas que los demás.2 Carlos, Abreu Sojo, Periodismo Iconográfico (X). Clasificaciones sobre la caricatura (y 2). Revista La-tina de Comunicación Social, 45. La Laguna (Tenerife), en: http://www.ull.es/publicaciones/latina/2001/latina45diciembre/4506abreu.htm

121

Caricatura costumbrista: Refl eja la vida cotidiana de las personas, sus hábi-tos, ofi cios, profesiones, modas, defectos, creencias, supersticiones y tradiciones del folclor.

Caricatura de ilustración: En este caso, en lugar de ir dentro de un cartón o viñeta, la caricatura se utiliza como com-plemento del texto periodístico, sea éste un trabajo informativo, artículo, crónica o editorial. El autor plasma en la caricatura sus conceptos y proposiciones respecto a ese escrito.

CLASIFICACIÓN SEGÚN EL MEDIO TÉCNICO QUE EMPLEA

Caricatura impresa: Es la modalidad más conocida y más vieja. Diarios, semana-rios, magazines y revistas ilustran sus trabajos con caricaturas, o las emplean como parte esencial del mensaje, muchas veces con propósitos editoriales.

Caricatura fotográfi ca: Es la realiza-da gracias al uso de recursos técnicos fotográfi cos. La caricatura fotográfi ca no debe confundirse con la inclusión de fotos en una caricatura. En este caso, se com-

bina el uso de las mismas con los trazos de la imagen pero a la hora de sopesar el conjunto, estos últimos llevan el mayor peso del trabajo.

Caricatura escultórica: Puede ser una modalidad de la caricatura fotográfi ca, utiliza medios escultóricos tales como cartón, yeso, etc.

Caricaturas radiofónica y televisiva: Uno de los géneros del radioperiodis-mo, utiliza la palabra como vehículo de opinión para “pintar” los rasgos de algún personaje. En la televisión el programa de humor básicamente consiste en formular críticas sutiles sobre situaciones sociales, políticas y económicas.3

INSERCIÓN DE LA PROPAGANDA COMUNISTA ENCONTRADA EN UN CONTEXTO HISTÓRICO

Los expedientes encontrados refl ejan la intención de la Secretaría de Goberna-ción de vigilar el movimiento comunista. Albergan desde trozos de periódico hasta publicaciones como el Moscow News, el interés por guardar esta crónica tan de-tallada de la presencia del movimiento comunista en México no se conoce plena-

3 Carlos Abreu Sojo, Periodismo Iconográfico (X). Clasificaciones sobre la caricatura (y 2), pp. 1-3.

122

mente, sin embargo se creó un relato que da cuenta, desde diversas opiniones, lo que representó el Partido Comunista para México. Para este trabajo he organizado la propaganda cronológicamente.

El PCM es el resultado de una larga trayectoria de movimientos agrarios y obreros que se conjuntaron para fundarlo en 1919 y afi liarlo a la Internacional Co-munista (COMITERM)4. Sin embargo, el par-tido fue declarado ilegal en 1929 y lugo, brevemente, legal durante el mandato del presidente Lázaro Cárdenas del Río.5 En 1940 volvió a la clandestinidad, aún du-rante el periodo cardenista el PCM fue el núcleo formador de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) con el fi n de limitar a organizaciones como la Con-federación Regional Obrera Méxicana (CROM).6

La base ideológica del socialismo en México está constituida por el marxismo y el troskismo, para ellos el socialismo no es una idea importada, surge de las mismas contradicciones de la sociedad que se pue-den encontrar en cualquier país, tal como

las que se observan en México. Sus prin-cipales máximas eran luchar contra la de-pendencia e intervención de la burguesía y el Estado, en favor de una autonomía que permitiese la dictadura del proletariado.

Durante la época que abarca mi es-tudio 1930–1950 el PCM se encontraba enfocado en la reforma agraria, la movi-lización de masas y la recuperación de la soberanía nacional.7

AGN,

IPS,

vol.2

0, ex

p.2-1

/061.3

(72)

/tomo

III, f.

50.

Imagen 1. Aprox. 1935. 19.5 x 30 cm.

4 José Cayetano Valadés, Breve historia de la Revolución Mexicana, México: Cambio XXI, 1993.5 Manuel Márquez Fuentes, El partido comunista mexicano: En el periodo de la internacional comunista, 1919-1943. México, El caballito, 1981.6 Luis, González y González, 1865-1938, Los artífices del cardenismo, México, Clío, 1997, p 75.7 Paco Ignacio Taibo, Historia Narrativa de los orígenes del comunismo en México, México, Joaquín Mortiz, 1986. pp. 45-59.

123

Continuamente se enfrentó a repre-siones que lo orillan a la clandestinidad en el periodo que va de 1929– 1934. Ra-zón principal por la que pierde miembros y con ello representatividad.

IMAGEN 1

En 1935, durante el régimen presi-dencial de Lázaro Cárdenas, el PCM bajo la dirección de Hernán Laborde recuperó su registro como partido legal.

En la imagen 1 se observa una pro-paganda que puede pertenecer al año citado, pues en ella se señala: “El Partido Comunista Mexicano, que lucha denoda-damente por los anteriores postulados y por otros de igual importancia, hará su registro legal el 6 de Junio; apóyenlo ins-cribiéndose con anticipación en Atenas No. 56”.8

Lamentablemente, en este documen-to falta una parte de las tres últimas lí-neas: en la zona donde había un doblez el papel se rasgó y se desprendió una porción del mismo.

Este tipo de propaganda busca por medio de la caricaturización un punto en

común con la gente que la lee. Por medio de un lenguaje gráfi co muestra los objeti-vos del PCM. Siempre representado como un luchador contra la injusticia.

Por su formato, este tipo de volantes ilustrados en las imágenes 1, 3 y 7 tienen similitudes con los primeros números del periódico El Machete, coinciden en ilus-trar el escrito sin pretensiones estéticas ni estrictamente académicas. La intención de ambos tipos de propaganda es que el lector identifi que visualmente al PCM y a las fi guras contrarias a éste por medio de metáforas y símbolos como el perro.

Lo que se ve en la imagen 1 es una caricatura política del tipo editorial. Según Abreu Sojo, ésta cumple con las siguien-tes características:

• Expresa una sola idea.• Utiliza metáforas a través de imá-

genes.• Comunica un mensaje claro y

fuerte.• Dibuja estereotipos fáciles de re-

conocer y entender.• Expresa humor, sátira, burla, iro-

nía y exageración.

8 AGN, Investigaciones Políticas y Sociales, vol. 20, exp. 2-1/061.3(72), t. III. f. 50, sin autor.

124

• La mayoría de las veces son agradables, desde el punto de vista estético.

• La imagen es realizada con agu-deza y humorismo, por lo que capta de forma inmediata la aten-ción del lector.

• La imagen es elaborada a mano. • Es presentada en un sólo cuadro

o viñeta.9

La propaganda que aquí se comenta deseaba atraer la atención de una clase mexicana con poca formación. En este tipo de representaciones caricaturescas se observan intenciones didácticas, que buscaban dar a conocer el comunismo con un lenguaje popular.

El trazo de la línea es uniforme, pudo haber sido hecho por alguien que tenía conocimientos de dibujo, aunque la fi nali-dad de éste no es mostrar la habilidad del artista sino comunicar un mensaje. Quien lo diseñó tomó en cuenta que su público no era profesional y por ello usó un len-guaje popular. Medios informativos como el volante, el cartel o el folleto representan

con el tiempo una buena fuente histórica del tipo de lenguaje que se manejaba du-rante la época en que fueron creados.10

El PCM, desde sus inicios, fue apo-yado y publicitado por diferentes artistas e intelectuales, entre los que destacan Juan de la Cabada, la cantante y pionera feminista Concha Michel y el músico Sil-vestre Revueltas, afi liados en los veinte y principios de los treinta, junto con varios artistas extranjeros que visitaron México (Tina Modotti, por ejemplo).

Entre los artistas plásticos que se unieron al partido estaban David Alfaro Siqueiros, Xavier Guerrero, José Cle-mente Orozco y Diego Rivera, quienes en marzo de 1924 fundaron el periódico El Machete.

A lo largo de su historia, el PCM se en-frentó a organizaciones pro-gobiernistas como la CROM.

Cuando el gobierno inició su campaña

contra la CROM, [Después del asesinato

de obregón en 1928] el PC vio en ello una

coyuntura favorable y en 1929 decidió

fundar la Confederación Sindical Uni-

9 Carlos Abreu Sojo, “Clasificaciones de la Caricatura”, en Revista Latina de Comunicación Social, núm. 42, junio de 2001, La Laguna (Tenerife), consultado en:http://www.ull.es/publicaciones/latina/2001/latina42jun/.htm, p. 5.10 J. Barnicoat, Los carteles: Su historia y lenguaje, Barcelona, G. Gili, 1973, p. 183.

125

taria de México (CSUM) que sustituyó al

BOC [Bloque Obrero Campesino]. Aquella

CSUM pudo absorber a algunos sindica-

tos antes afi liados a la CROM, pero quizá

el elemento más importante de la nueva

central fue la Liga Nacional Campesina.

Así por el momento, a través de la CSUM,

el PC pareció benefi ciarse enormemente

de la crisis de la CROM y hallarse a punto

de dejar su carácter marginal. Tal posibi-

lidad requería de una mínima tolerancia

ofi cial a sus actividades proselitistas y esa

tolerancia desapareció aquel mismo año

de 1929, cuando Portes Gil consideró que

la CROM se encontraba ya sufi cientemente

debilitada. Es necesario reconocer que

la decisión de Portes Gil de endurecer

su política hacia los comunistas se debió

además a los graves errores de cálculo

cometidos por éstos. La crisis mundial y

la inestabilidad de los primeros momentos

del maximato, combinadas con ciertas

tesis emanadas del VI Congreso de la In-

ternacional Comunista que propiciaron el

aislamiento y la agresividad de los parti-

dos comunistas en el mundo en defensa

de la URSS, hicieron creer a los dirigentes

comunistas que el derrumbe del régimen

mexicano estaba cerca y que se le debía

acelerar. El resultado fue un intento de

insurrección que provocó la liquidación

de algunos militantes comunistas -el

caso más sonado fue el del líder agrarista

Guadalupe Rodríguez Triana- y el encar-

celamiento de muchos más, entre ellos

Valentín Campa, Roberto Celis y Alberto

Martínez. En enero de 1930, México rom-

pió relaciones diplomáticas con la Unión

Soviética y la actitud anticomunista del

gobierno se acentuó.11

IMAGEN 2

Este volante no tiene fecha pero se puede ubicar entre 1939, el año en que se fundó el Partido Acción Nacional y la década de los cuarenta, pues se encontró acompa-ñado de documentos donde se registran esas fechas. También se menciona la Unión Nacional Sinarquista, la cual se creó como organización en 1937 y se hace referencia a la Independencia. Es un volante típico del partido, sin ilustracio-nes, poco llamativo; sigue las normas del

11 Lorenzo Meyer, El conflicto social y los gobiernos del maximato, México, Colmex, 1978, (Historia de la Revolución Mexicana), vol. 13, 1928-1934, pp. 125-130.

126

cartel. Parece un telegrama que comuni-ca al lector los principales puntos ideoló-gicos de una forma clara y directa.12

El PCM hizo acto de presencia en mo-vimientos tales como la reforma agraria, la nacionalización del petróleo y los ferro-carriles.

Durante la época de Cárdenas se exacerbó el nacionalismo dentro de los diferentes círculos de la sociedad mexi-cana, uno de ellos el intelectual y como parte de éste el comunista.13

La propaganda siguió pautas en su

diseño, durante los años treinta buscaba una reducción de la imagen y del texto logrando que a golpe de vista pudiera re-tenerse el mensaje en la memoria. Para lograrlo se buscaba un dibujo simple, de contorno liso, y un texto telegráfi co con forma de bloque que expusiera los pro-pósitos del partido.14 El volante es hasta cierto punto discreto, ya que no tiene las insignias ni los colores del partido, el rojo y negro.

Al principio de la década de los cuarenta el PCM tuvo aproximadamente 30,125 miembros, muchos más que en el resto de su vida. Se convirtió en una fuerza política representativa y fue la más monitoreada por la Dirección de Investi-gaciones Políticas y Sociales.15

Sin embargo esa organización políti-ca fue víctima de inestabilidad al interior de sus fi las, no sólo por su cooperación con el régimen de Cárdenas, sino por el asilo de Trotsky en México, pues existía presión por parte del gobierno soviético para eliminarlo; sin embargo la directiva del Partido Comunista Mexicano no acce-

12 AGN, IPS, vol. 20, exp. 2-1/061.3(72), tomo III. f. 49, sin autor.13 Luís González y González, Los días del presidente Cárdenas, México, Colmex, 1981, (Historia de la Revolución Mexicana), vol. 15, 1934-1940, p. 381.14 J. Barnicoat, Los carteles: Su historia y lenguaje, Barcelona., G. Gili, 1973, pp. 194 -195.15 Barry Carr, Temas del Comunismo Mexicano, México, Nexos, 1982, p. 24.

AGN,

IPS,

vol.2

0, ex

p.2-1

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(72)

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III, f.

49.

Imagen 2. 1937. 17.5 x 13.5 cm.

127

dió por lo que se produjo una división de corrientes dentro del PCM.

Sobre el caso de Trotsky y el PCM, entre los documentos encontrados en los expedientes del fondo de Investigaciones Políticas y Sociales, hay un manifi esto transcrito a máquina en el cual se acusa de espionaje por parte del imperialismo yanqui a Diego Rivera y Trotsky. Fechado el 16 de junio de 1940, el escrito mues-tra las opiniones del Partido Comunista sobre el atentado fallido cometido contra Trotsky el 24 de mayo de 1940, en el cual participó David Alfaro Siqueiros. El PCM muestra su inconformidad por la candida-tura a la presidencia del país de Juan An-dreu Almazán, y habla de las provocacio-nes que en opinión del comité central del partido sufría el comunismo mexicano.

Estos confl ictos no sólo se encuentran denunciados aquí, también están enume-rados por los agentes confi denciales que se dedicaron a investigarlos, los acompa-ñan con recortes de prensa que muestran la campaña de desprestigio que se reali-zaba en la prensa mexicana en contra del comunismo mexicano.

En los primeros años de la década de

los cuarenta las luchas internas del PCM provocaron que diminuyera la cantidad de sus miembros, limitando la presencia del partido en 1942 al Distrito Federal, Nuevo León, Tamaulipas y Torreón.16

Esta década se caracteriza por el establecimiento del Estado como fuerza económica, política e ideológica que lo-gra una estabilidad y un crecimiento im-pulsados también por la segunda guerra mundial. La izquierda y con ello los movi-mientos de intelectuales se movieron en guetos.

IMAGEN 3

Perteneciente a fi nes de la década de los cuarenta este volante muestra una de las campañas del PCM. Utiliza como motivo el aniversario luctuoso de Lenin para inte-resar a los ciudadanos en el comunismo, al invitarlos a la exhibición gratuita de la película propagandística llamada Lenin en octubre, dirigida por Mijail Romm en 1937.17

El volante fue impreso por la célula Silvestre Revueltas, su estado de conser-vación es relativamente bueno.

16 Barry Carr, La izquierda mexicana a través del siglo XX, pp. .80-83.17 AGN, IPS, vol. 21, exp. 2-1/061.3(72), tomo IV. f. 4, sin autor.

128

La ilustración de este volante es de factura muy sencilla, no tiene colores y el tipo de técnica en el dibujo es muy similar al del volante descrito en la imagen uno.

Se observa la fi gura de un Lenin he-roico, como una de las mentes impulso-ras de la revolución de octubre.

El personaje se nos muestra en pri-mer plano en tanto símbolo del comunis-mo, como el padre de la revolución rusa. Es un dibujo de trazo fi rme, la caricatura impresa es costumbrista del tipo perso-nal, la cual según Abreu Sojo, tiene las siguientes características:

Es una interpretación gráfi ca de persona-

jes reales, ajena a la ofensa. Las carica-

turas personales son quizás más efi caces

que la fotografía porque posibilitan un vo-

cabulario visual “más compacto”, es decir,

usan un número relativamente pequeño

de rasgos para representar un conjunto

“mucho mayor de caras”. Esta modalidad

de caricatura no suele utilizar la palabra

como acompañante y tiende a resaltar

algunos de los rasgos fi sonómicos de los

personajes. Los elementos más importan-

tes a destacar suelen ser los ojos, la boca,

la nariz el pelo y la barbilla, aunque no hay

normas infl exibles al respecto.18

La imagen 3 recrea una escena de la película Lenin en Octubre, cuando los bolcheviques toman el palacio de invier-no. Tiene una composición sencilla, se observa a Lenin en primer plano, la hoz y el martillo sobre una estrella, y en segun-do plano los bolcheviques armados con una bandera, que también tiene la hoz y el martillo, símbolos, al igual que Lenin, utilizados por el Partido Comunista.

El PCM en esta época buscaba la afi -liación de más miembros. Después de expulsar a los trotskistas, éstos forma-

AGN,

IPS,

vol.2

1, ex

p.2-1

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IV, f.

4.

Imagen 3. 1948. 20 x 28 cm.

18 Carlos Abreu Sojo, op.cit., p. 6.

129

ron nuevas asociaciones, por ejemplo el Partido Popular de Vicente Lombardo Toledano, convertido en 1961 en Partido Popular Socialista.

Un informe describe un mitin reali-zado el 4 de junio de 1948, y transcribe la conferencia El arte en México en las fi las del pueblo, del pintor David Alfaro Siqueiros, que fue auspiciada por el PCM, en la que el artista habla de los ataques del gobierno que sufría esa organización y del problema suscitado con el mural de Diego Rivera en el hotel Del Prado, donde se coartó su libertad de expresión.

Era muy común que la propaganda del PCM intentara instruir a las masas y buscara la concientización del pueblo.

IMAGEN 4, BRÚJULA

Es un volante fechado el 6 de junio de 1948 de la célula denominada 20 de No-viembre, se encuentra en un aceptable estado de conservación.

Este dibujo se ve mucho más detalla-do que los anteriores. Incluso, se observa una fi rma en la cual, a pesar de ser casi ilegible, se distingue el nombre Abel Men-doza. Muestra al pueblo inerme frente a la

propaganda imperial que le infunde medio por el comunismo, y le propone aceptar su precaria condición.19

El volante fue dedicado a los habi-tantes de la colonia 20 de Noviembre, su propósito fue convencerlos de que el enemigo no era el comunismo sino los capitalistas, quienes los robaban y explo-taban. Esta propaganda está impresa en dos páginas; la segunda, que contiene sólo texto, habla de problemas cotidianos como el alza en los pasajes, la falta de

19 AGN, IPS, vol. 20, exp. 2-1/061.3(72) tomo III. f. 75, Abel Mendoza.

AGN,

IPS,

vol.2

0, ex

p.2-1

/061.3

(72)

/tomo

III, f.

75.

Imagen 4. 1948. 32 x 20.5 cm.

130

alumbrado público y agua, entre otros servicios. Concluye que la forma en que se pueden resolver esos confl ictos es me-diante la organización de los colonos y su afi liación al Partido Comunista.

Éste es un claro ejemplo de caricatu-ra política del tipo editorial. Según Sojo, en este género de caricatura, el dibujo es muy detallado, presenta una buena composición, se observan en las repre-sentaciones distintas metáforas. En el caso concreto de esta imagen, se hace una burla de lo que los anticomunistas y la visión ofi cial pro yanqui hacían creer al pueblo sobre el comunismo: se observa una fea máscara que representa al co-munismo; la porta el Tío Sam; el prole-tariado latinoamericano es representado como un ser pasivo en su cama que vive en la miseria, es decir, como alguien que vive mal y necesita actuar para librarse del control del imperialismo, representado por la conocida fi gura del Tío Sam, feo y con granos.

La condición precaria del pueblo está coronada por un mapa de Latinoamérica. La hoz y el martillo aparecen sobre una estrella en el encabezado. El lenguaje

utilizado parece buscar que la gente se interese en el comunismo y deje de ser el espectador inactivo que se asusta por la propaganda imperialista.

Explica Abreu Sojo:

La caricatura es aliada de la ideología

que antecede siempre a los hechos béli-

cos. La impotencia naturalmente le presta

ironía y sutileza a la caricatura: por eso

es penetrante y con frecuencia malvada.

He aquí por qué su triunfo casi siempre

no se hace esperar. Por eso la caricatura

política resulta tan importante en los mo-

mentos históricos en que surge.20

En relación con el anticomunismo, Luis Torres Blanca señala:

El anticomunismo fue utilizado por el go-

bierno de Alemán para enfrentar el reto de

los grupos opositores de izquierda nacio-

nalista y, de paso, el de los propios comu-

nistas. Le fue especialmente útil para des-

mantelar las facciones que dentro de los

grandes sindicatos de industria luchaban

por la independencia. De sus organizacio-

nes frente al Estado. No hay duda de que

20 Ibid, p. 16.

131

varios de los dirigentes de estos grupos

tenían una fi liación comunista, pero de

ningún modo eran la mayoría.21

Miguel Alemán estuvo en contra de las disidencias existentes desde 1946 dentro de los sindicatos. De 1947 a 1948 se or-ganizó la Dirección Federal de Seguridad para disolver las disidencias dentro de tales agrupaciones. Entre los más inves-tigados entonces estaba el sindicato de los ferrocarrileros. Por estas razones el PCM fue uno de los temas preferidos en los expedientes de Investigaciones Polí-ticas y Sociales. Por ejemplo el volumen 21, en su expediente 1, contiene listas de los miembros de las células del PCM, deta-llando datos como domicilio e importancia dentro de esa organización.

IMAGEN 5

Esta imagen es fragmento de un boletín informativo de la célula Francisco Villa del PCM. Al documento le falta la primera página. Está fechado el 19 de julio de 1948; busca concientizar a la juventud,

a la mujer y a los campesinos e indíge-nas. El dibujo recuerda la vieja escena de un desalojo hecho por parte un case-ro poderoso, que cuenta con el apoyo de la fuerza pública.22

En detalle se muestran los pocos bienes de dos mujeres que hacen pensar en la vul-nerabilidad de su clase. Los dibujos buscan convencer al pueblo, estimulando su senti-miento de simpatía hacia el partido. Se trata de otra caricatura política de tipo editorial.

21 Luis Torres Blanca, Historia de la Revolución Mexicana, periodo 1940-1952. Hacia la utopia industrial, México, Colmex, 1984, vol. 21, pp. 159-170.22 AGN, IPS, vol. 20, exp. 2-1/061.3(72), 1. f. 171, sin autor.

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171

Imagen 5. 1948. 19.5 x 30 cm.

132

El casero está caricaturizado como símbolo: el capitalista explotador. Aunque el dibujo no es muy cuidado presenta un trazo fi rme y una composición educada, de nuevo se ve que su autor no era prin-cipiante. Sin embargo, la imagen no tiene pretensiones más allá del fi n ilustrativo y didáctico. Busca darle al pueblo una conciencia de clase y hacer con ello un proletariado fuerte y comunista.

La caricatura, independientemente del tipo que sea, es pues una oposición, un ir en contra de lo establecido. Es arma formidable que hace impacto lo mismo entre la clase culta que entre el pueblo. Va hacia todos. Es además un reto, una impugnación: fuerza de reforma social.23

IMAGEN 6, EL FILOSO

Una edición del órgano informativo de la célula Francisco Villa del PCM. Con fecha 17 de septiembre de 1948, se publica en este número parte de la letra del Himno Nacional en sus versos más conocidos, así como la letra de la Internacional Co-munista. En la ilustración parecen com-pararse las luchas de los héroes de la

Independencia con las del proletariado.24 El dibujo tiene una buena composi-

ción, parte de las limitaciones de rigor, pero es muy pequeño para que se distin-gan los detalles. Aparece el cura Hidal-go arengando al pueblo. La lucha por la Independencia se muestra por medio de antorchas y la del proletariado con pan-cartas contra el imperialismo y los ham-breadores.

Es una caricatura de ilustración, cuyo dibujo tiene como fi n ratifi car el signifi ca-do del texto y hacer una refl exión breve.

23 Manuel González Ramírez, La caricatura política, México, Fondo de Cultura Económica, 1955, p. 13.24 AGN, IPS, vol. 20, exp. 2-1/061.3(72), 1. f 161, sin autor.

AGN,

IPS,

vol.2

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p.2-1

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III, f.

161

Imagen 6. 1948. 19.5 x 30 cm.

133

Los símbolos comunistas, la hoz y el martillo junto con la estrella, son parte del título del volante llamado El Filoso. Este nombre parece hacer referencia al perió-dico El Machete, uno de los principales órganos informativos del PCM.

La propaganda pudo haber sido re-partida en un mitin, pues en México los encuentros comunistas fi nalizaban ento-nando el Himno Nacional Mexicano y La Internacional u otros cantos comunistas, según los reportes de los agentes confi -denciales infi ltrados.

Rosendo Salazar, en su libro Las Pug-nas de la Gleba, menciona algunas de las características del comunismo mexicano. Sin dar detalles, dice que los sindicatos mexicanos no tenían la costumbre de cantar como se hacía en los sindicatos europeos; sin embargo, sí había himnos que se cantaban: el obligatorio era La Internacional, de obreros socialistas, es-crito en 1888 en Francia y traducido a 80 idiomas; con variaciones en cada país.25 En México hubo diferentes interpretacio-nes, aunque el sentido de la letra conti-nuó siendo el mismo.

El Filoso fue importante durante el pe-riodo en que el PCM perdió su registro le-gal en 1929. Valentín Campa narró en un libro la forma en que durante el régimen callista fueron asaltadas y destruidas las instalaciones de la imprenta de El Mache-te, por el jefe de policía Valentín Quintana en 1929, y cómo se comenzó a publicar este organismo en forma ilegal junto con otros boletines que sirvieron para fi nan-ciarlo.26

El segundo testimonio de esta época en que se publica El Machete ilegal se en-cuentra en el libro Benita, de Benita Ga-leana, una activista del PCM; el relato se ubica en los años veinte durante la época de la represión callista:

El órgano central del Partido no había

dejado de publicarse a pesar de las per-

secuciones, de haber sido saqueada la

imprenta, de que muchos de los compañe-

ros habían caído en la cárcel por venderlo

o leerlo. Quién sabe donde lo harían, pero

El Filoso estaba siempre en las manos de

los trabajadores, en las fábricas y hasta en

los cuarteles, con los soldados. Cuando el

25 Enciclopedia Salvat de la música, Barcelona, Salvat, 1967. t. II, p. 238.26 Valentín Campa, Mi testimonio. Memorias de un comunista mexicano, México, Ediciones de Cultura Popular, 1978.

134

Partido parecía que se iba a desbaratar,

después de cada ofensiva del gobierno

callista, encarcelando y mandando a las

Islas Marías a los comunistas, El Machete

salía, alentando a la gente, dando las di-

rectivas necesarias para el trabajo, llevan-

do a todos la confi anza y la fe para seguir

luchando, sabiendo que había un Comité

Central que no desmayaba, que escondi-

do en cualquier parte trabajaba y mantenía

viva la llama del entusiasmo. Yo no leía

El Filoso porque me daba mucho trabajo,

pues apenas podía juntar las letras (...) A

mi me gustaba que me lo leyeran porque

las cosas que decía para explicar la situa-

ción las encontraba muy claras, Sentía

yo un gran cariño por El Filoso. Por eso

cuando por primera vez me comisionaron

para salir a venderlo, me sentí orgullosa

y feliz. Me parecía que el Comité Central

me tenía confi anza y me había encargado

una tarea muy importante.27

El Filoso junto con otros volantes se pu-blicó nuevamente cuando PCM recuperó su registro legal en 1935; las ventas sirvieron para recolectar recursos para la adminis-tración del partido; su función fue mantener

la esperanza durante los periodos en que el comunismo era reprimido en México.

IMAGEN 7

Es la portada de un boletín de cuatro pági-nas de la Comisión Femenil del Comité del PCM, tiene fecha de 15 de enero de 1949. Habla acerca del papel de las mujeres mi-litantes. También describe las carencias que la mujer sufría, las discriminaciones y la ignorancia a la que estaba sometida.28

La publicación informaba a las mu-jeres acerca de las ventajas que podían tener como grupo uniéndose al PCM, tam-bién les daba a conocer los ideales de lucha de esa organización.

En el dibujo hay tres mujeres. Las de los extremos portan banderas, haciendo alusión a la entonces ya famosa imagen de Mujer con bandera anarco sindicalista, de la fotógrafa Tina Modotti, quien realizó trabajos fotográfi cos que fueron emble-máticos del movimiento comunista en México. Su fotografía citada se convirtió en una insignia para las mujeres que par-ticiparon en las luchas sociales.29

Para la época a la que pertenece la 27 Benita Galeana, Benita, México, Extemporáneos, 1974.28 AGN, IPS, vol. 21, exp. 2-1/061.3(72), 1 tomo V, f. 6, sin autor.29 Mariana Figarella, Edward Weston y Tina Modotti en México: su inserción dentro de las estrategias

135

imagen, el PCM producía propaganda con una gran fuerza ideológica. Gracias a las contribuciones de artistas como Tina Modotti y los miembros del movimiento muralista mexicano, su mensaje fue más directo. Tal es el caso de este boletín que busca la atención de las mujeres.

Existe mucha similitud entre la foto de Modotti y el dibujo analizado. Ambas imágenes simbolizan la participación de la mujer en la lucha política. En el dibujo,

cada una de las tres mujeres que ahí apa-recen representa un tipo social femenino: rural, obrera y profesionista.

La primera fi gura, de izquierda a derecha, porta una bandera al parecer mexicana (sin el escudo) y lleva un li-bro en la otra mano para simbolizar a la mujer instruida. La segunda representa a una madre rural, por el tipo de calza-do que usa, en lugar de bandera, carga un niño en brazos. La tercera ondea una banderola con el emblema de la hoz y el martillo, es obrera comunista. Las tres en conjunto representan a la mujer mexica-na. El fondo del dibujo también es suge-rente. Se observa una fábrica, símbolo del proletariado y una casita campesina que representa el campo. La intención del PCM fue acercarse a las mujeres de estos sectores sociales (académico, campesino y sindical) en un momento en que la par-ticipación femenina no era reconocida en México.

El dibujo cuenta con buena composi-ción y está hecho con un trazo fi rme. Esta caricatura de ilustración me recuerda la pintura de Eugene Delacroix llamada La Libertad guiando al pueblo, pintada en

AGN,

IPS,

vol.2

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6

Imagen 7. 1949. 21.5 x 33 cm.

estéticas del arte posrevolucionario, México, UNAM-Instituto de Investigaciones Estéticas, 2002, p. 182.

136

1830 y considerada obra maestra del ro-manticismo galo, porque según la crítica representa la expresión máxima de la Re-volución francesa.30

En esta pintura hay una mujer que con la bandera gala guía al pueblo en la lucha revolucionaria. Podría tenerse como antecedente de las representacio-nes posteriores de abanderamiento feme-nino revolucionario.

El material analizado se caracteriza por ser didáctico y mostrar un lenguaje popular propio de la época en que fue creado. Su intención fue interesar a los miembros de los sindicatos, los sectores campesinos, las mujeres y cualquier ciu-dadano mexicano que quisiera afi liarse al Partido Comunista Mexicano. Mediante propaganda impresa e ilustrada se busca-ba atraer la atención de ese público lector que prefería comprar revistas de monitos sobre obras literarias o periódicos.31

En México, el PCM entendía el comu-nismo como una fuerza de lucha y organi-zación que lograría detener las contradic-ciones propias de la sociedad capitalista, y esto se pretendía demostrar por medio de los dibujos.

El pueblo debía reconocerse como una clase oprimida pero mayoritaria, ca-paz de revertir la injusticia.

Este tipo de propaganda respondió a la necesidad de ingresar a nuevos miem-bros en un partido que continuamente fue atacado por fuerzas de derecha y por el gobierno, en un contexto donde organiza-ciones como la CROM albergaban a casi todos los sindicatos obreros del país, y un partido como el PCM –que primero era legal y en otro tiempo fue clandes-tino– también se debilitaba por los cho-ques continuos entre las ideologías de sus miembros.

30 Arnold Hauser, Sociología del arte, Madrid, Guadarrama, 1982, pp. 377-380.31 Juan Manuel Aurrecoechea y Armando Bartra, Puros cuentos: La Historia de la Historieta en México, 1934-1950, Mexico, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Grijalbo, 1993.

* Egresada de la UNAM, integrante del seminario de investigación que imparte en el AGN el doctor Aurelio de los Reyes.

137

Dos individuos observan un puesto de periódicos, mientras un tercero los ace-cha; en el estante se exhiben Excélsior, Novedades, Últimas Noticias, la revista Todo y El Universal, diario señalado por el hombre de la derecha, que está ves-tido con traje y sombrero de apariencia humildes; el de la izquierda, parece un campesino. En primer plano, el personaje a espaldas de ellos, que observan des-prevenidos los diarios, camina acercán-doseles; con su mano derecha el tipo en movimiento levanta un enorme cuchillo en cuya navaja se lee: Excélsior. No es cualquier personaje, en su fi gura amorfa resalta el volumen de la espalda y el ta-maño de los brazos descomunales en re-lación con el resto del cuerpo; la falta de una cabeza y en su lugar la presencia de una enorme moneda caracterizan su des-

humanización; en la cintura, sostenidos con una banda, hay tres cuchillos más cuyas hojas anuncian: Últimas Noticias, El Universal y Novedades, este último pu-ñal está a punto de salir, sostenido por la mano izquierda del sujeto.

Dos símbolos resaltan en el contex-to de la imagen descrita: la presencia de una svástica nazi en la playera a rayas horizontales del personaje; y la divisa del dólar en la moneda-cabeza. Es una escena de ataque a traición fi rmada por el Taller Editorial de Gráfi ca Popular y la Universidad Obrera de México; impresa en un cartel que se encuentra dispuesto dentro de los reportes de actividades y documentos recopilados de la “manifesta-ción en contra de la prensa reaccionaria” del 3 de agosto de 1938;1 su título es: “¿Libertad… para asesinar al pueblo?”

L A P R E N S A R E A C C I O N A R I A C O N T R A E L P U E B L O D E M É X I C O, S E G Ú N VI C E N T E LO M B A R D O TO L E D A N O

Llamil H. Mena-Brito S.*

1 AGN, Investigaciones Políticas y Sociales (en adelante IPS), vol. 205, exp. 5, f. 42.

138

AGN,

IPS,

vol.2

05, e

xp.5,

f. 42

.

¿Libertad… para asesinar al pueblo?

139

El proceso que llevó al surgimiento y clausura de Rotofoto,2 el 2 de agosto de 1938, está empapado de un nombre casi bautismal: prensa reaccionaria; cuyo concepto es en esencia un juicio moral que busca su genealogía en una serie de categorías históricas, sociológicas y eventualmente políticas.

Recapitulemos parte de la travesía de dicho concepto al revisar el año de 1938. El 23 de febrero, al celebrarse el segun-do día de sesiones del Primer Congreso de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), Vicente Lombardo Toleda-no abrió la sesión con una queja dirigida a la prensa que había, aparentemente, tergiversado parte de su discurso del día anterior en el que aludió al confl icto pe-trolero.3 Al parecer, la prensa recalcó a modo de una indiscreción política, espe-cífi camente la parte donde el líder sindi-cal habría dicho que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, “confi rmaría, como sería un hecho, el fallo dictado por la Jun-ta de Conciliación y Arbitraje en contra de

las Empresas Petroleras”, días antes de que esto se realizara. Lombardo Toledano consideró como una falsedad esa parte, supuestamente no dicha en su discurso, y catalogó de “nefasta y peligrosa para la seguridad nacional” esa conducta. Según la crónica del Inspector P.S.-11, encarga-do del seguimiento de actividades de este Congreso,

varios oradores a continuación atacaron a

los varios periódicos que están señalados

como aliados de la reacción y el capital

y ya exaltados los ánimos, los asambleís-

tas proponían ir desde luego a ejercer la

acción directa con los diarios en cuestión,

habiendo intervenido Lombardo Toledano,

calmando así, los ánimos y proponiendo

que de allí se dirigieran primero a la co-

lumna de la Independencia a hacer una

Guardia a los héroes y después e inme-

diatamente a los periódicos, a protestar

pacífi ca, pero enérgicamente por la labor

reaccionaria que están llevando a cabo. 4

2 Revista semanal publicada desde el 22 de mayo de 1938, que tuvo una temporalidad de once números y un último que fue impreso pero que no alcanzó a ser distribuido. Fue dirigida por José Pagés Llergo y contó con la colaboración fotográfica de Ismael y Gustavo Casasola, Enrique Díaz, Luis Zendejas, En-rique Delgado, entre los más destacados. La revista era editada por la Editorial HOY, junto a otras revistas como la propia HOY, cuyo director general fue Regino Hernández Llergo. 3 En su etapa previa e inmediata a la expropiación del 18 de marzo, en el que se esperaba la resolución de la Suprema Corte de Justicia.4 AGN, IPS, vol. 30, exp. 30, ff. 15-17.

140

Fue así como a partir de este evento Lombardo Toledano creó un discurso en torno de la prensa reaccionaria mismo que, bajo un juicio de traición y peligro, fundamentaría la lucha contra un enemi-go incierto, probablemente tanto como el personaje del cuchillo de nuestro cartel.

Para fi nales de julio del mismo año, Lombardo Toledano regresó de Europa tras una gira cuyo motivo principal fue la reunión con Joseph Stalin. En el Archivo General de la Nación, la caja 205 del fon-do Investigaciones Políticas y Sociales contiene la copia del reporte confi dencial mandado por Lombardo a los dirigentes de la CTM. Resaltemos algunos puntos sobre su evaluación política del país, mis-mos que nos permiten vislumbrar su acti-tud hacia el gobierno, y las instituciones.5

1. […] Falta de cohesión y cono-cimiento por parte del pueblo mexicano, lo que nos permite, aún siendo nosotros una pequeña minoría, dominar al país

2. […] Manejabilidad del Presidente Cárdenas para seguir nuestro ca-mino.

3. […] Actitud de la administración Roosvelt [sic], quién consciente o inconscientemente está apoyando nuestros planes.

En el mismo documento hizo un comen-tario incidental que refl eja el lugar de dos conceptos esenciales al problema que nos atañe: prensa y pueblo.

[tanto] En los Estados Unidos como en

México las grandes masas del pueblo son

conservadoras y nos odian debido a las

fuertes contribuciones, a la falta de traba-

jo y al hambre […] el primer paso en los

Estados Unidos deberá ser lo que noso-

tros estamos haciendo con tanto éxito: la

nacionalización de los Bancos, industrias,

manufacturas, medios de transporte, etc.

y la supresión de los periódicos para que

el burgués no se entere de nada. 6

No deja de sorprender la relevancia, casi arrogante con que Vicente Lombardo eva-lúa el lugar de la CTM para ese momento. Parece como si la misma confi anza de-velara la idea de un plan, cuya concreción sería inminente.

5 Ibid., vol. 205, exp. 5, ff. 47-48.6 Idem.

141

Los dos eventos anteriores forman parte de la génesis conceptual de la dis-puta que se generaría entre la CTM y la “prensa reaccionaria”. Las citas deben ser vistas ya como parte de un escrito interceptado por un tercero, ya como un seguimiento de actividades que busca capturar el contenido del discurso y la actitud de los convocados. El carácter pri-vado y personal del telegrama tiene una intención distinta que el carácter público del discurso; pero en ambos se confi gura una idea de límites políticos que son re-basados. Lombardo sancionó las formas públicas de dar la noticia, pero su retó-rica exige la lucha. El huidizo concepto de pueblo volverá a ser un elemento de disputa moral.

DE LA PRENSA CON “REFLEJO DEL SENTIMIENTO DEL PUEBLO”

Lombardo Toledano fundamentalmente di-fundió su palabra como un orador, sin em-bargo tuvo otro medio de esparcir su mensa-je: el editorial. Su discurso público buscaba informar, convencer, reprender; el editorial le daba mayor margen de refl exión.

En junio de 1938, Vicente Lombardo fundó el periódico ofi cial de la CTM: El Po-pular, donde en su segundo número, del jueves 2, mediante un editorial se dio una declaración de principios donde destaca el siguiente punto:

EL POPULAR no será un periódico sec-

tario. Siendo nuestro deber combatir por

la masa explotada y defenderla, tenemos

el concepto de que los intereses del pue-

blo, sin distingos de ninguna naturaleza,

están por sobre toda consideración, unila-

teral cuando la integridad de la Patria, el

bienestar de los que habitan en ella y su

independencia económica y social son las

ambiciones supremas del conjunto.7

Vemos cómo por contradicción de princi-pios El Popular se opone a otra prensa, una sectaria, creando dos bandos en dispu ta; la querella de El Popular será “por el pueblo”, aun a cuestas de una “unilateralidad”, el problema es que la lu-cha se da por una fi gura retórica (la del pueblo) y el “estar por sobre toda consi-deración” resulta igualmente ambiguo. Podemos inferir real la lucha y como tal,

7 El Popular, núm. 2, 2 de julio de 1938, primera plana.

142

válida de toda arbitrariedad en pro de una victoria.

El Popular no fue la primera publica-ción dirigida por Lombardo, cuatro años antes había fundado la revista mensual Futuro, que durante su primer año mostró una inclinación editorial por el uso de la fo-tografía y la caricatura; en la parte gráfi ca destacaron Grasz y Guillermo Toussaint; a cargo de la fotografía quedó Agustín Jiménez, pero se incluyó también obra de Emilio Amero, Manuel Álvarez Bravo y Tina Modotti. A partir de 1935 se publicó el trabajo de fotomontaje de Gutman.

El quehacer editorial de Vicente Lom-bardo Toledano es de un interés particu-lar, pues fue el espacio anexo y colateral de su trabajo en la tribuna; ambas publi-caciones presentaban editoriales y la re-producción de sus discursos Antes fundó las revistas El Libro y el Pueblo y América Latina. En 1919 se había iniciado como editorialista de El Heraldo de México. A lo largo de su carrera escribió para Ex-célsior, El Universal y Siempre; sin em-bargo, el hecho de que tanto El Popular como Futuro estuvieran bajo su dirección implicaba para sus colaboradores una implícita subordinación editorial al mundo ideológico y retórico de don Vicente.

Estas consideraciones, aún muy ve-ladas pero indiciales de lo que la prensa reaccionaria representaba para el líder sindical, tienen como objeto hacer pa-tente que el concepto circuló de diversas formas y en diferentes circunstancias a lo largo del año. Cada uno de estos ejem-plos representa un discurso distinto, cu-yas particularidades tendrán que ver con el receptor y la instancia a la que va diri-gida, de ahí que su forma y fondo logren diversifi car el adjetivo mismo; sin embar-go, el punto de confl uencia es la noción de prensa como un espacio en disputa, donde una visión maniquea y temerosa está latente. Veamos los dos discursos que llevaron a un embate muy profundo por parte de Vicente Lombardo Toledano contra la “otra prensa”, aquella que en su perspectiva le era hostil. Estos discursos fueron pronunciados frente a multitudes sindicalistas, uno de ellos fue reproducido en la revista Futuro; la distancia de días entre uno y otro refl eja la preeminencia del tema.

MÉXICO, DF, AGOSTO 3 DE 1938

Entre los documentos compilados que se relacionan con la manifestación de este

143

día, además del cartel ya descrito, se encontró una serie de volantes con men-sajes de diversas fracciones sindicales. Destacan los impresos por El Popular con función de propaganda comercial; pero sobre todo, el del Sindicato de Obreros y Empleados de Transportes “Vidal Cas-tro”, cuyo volante sintetiza el objetivo de la manifestación y nombra al enemigo. Véase: [VOLANTES: vol. 205, exp. 5, ff. 37 y 40] “Volantes repartidos en la mani-festación contra la prensa reaccionaria, el 3 de agosto de 1938”.

Ante una concurrencia de entre 15 y 20 mil manifestantes Benjamín Gutiérrez, del Sindicato de Mineros; el diputado re-presentante de la CTM Rodolfo Delgado; el licenciado Carlos Madrazo, en repre-sentación del Partido de la Revolución Mexicana (PRM), y Vicente Lombardo To-ledano organizaron un mitin en el zócalo de la ciudad en contra de la “prensa re-accionaria”. Los discursos pronunciados ese día buscan evidenciar una “campaña en contra”, dar un “punto fi nal”; es decir, hacer latente la posibilidad de una acción concreta frente a una ofensiva que no cesa de atacar; en términos generales, se denuncia el artifi cio retórico que pro-mueve el temor a un desenlace violento

mediante la refl exión de hechos aparente-mente irrefutables por parte de la prensa burguesa, y con elementos como las refe-rencias contrarrevolucionarias, el embate reaccionario se extiende hasta la propia fi gura de Lázaro Cárdenas; los vínculos estrechos con el fascismo internacional; pero sobre todo mediante la exposición de pruebas documentales (por parte de Lombardo), se construye el juicio que dictamina culpable al enemigo. La resolu-ción parece inminente, por el momento es otra advertencia más.

Es indispensable no perder de vista que la arenga se da dentro de una mani-festación, es decir en un acto masivo de persuasión, y por ende la construcción discursiva no puede plantearse de forma demasiado abstracta; resulta necesario disponer de elementos que sirvan como una comprobación irrefutable, para ello es necesario citar nombres que familiaricen al auditorio con el argumento discursivo: por una parte Lombardo “hace breve his-toria al levantamiento de Cedillo y asegu-ra que Cedillo está en convivencia con los Italianos y los Nazis”, por otra Gutiérrez dice “que en un periódico norteamericano leyó que ellos, los mineros, se estaban apropiando de las empresas, lo cual era

144

una mentira vil y culpando a la reacción de que esas versiones fuesen propala-das y aceptadas”; es decir, mediante la referencia a elementos históricos conven-cionales al momento histórico (expansión fascista, intereses capitalistas) se le re-cuerda al receptor la existencia del peli-gro. El cuchillo próximo a encajarse en la espalda del pueblo. Aunque resulte nota-ble que la representación gráfi ca de estos asuntos (nuestro cartel) es más críptica, pero igualmente efi caz, ya volveremos

sobre esto.Todo el evento fue narrado por el

Inspector PS-128 y al inicio de su reporte destaca parte del ánimo de la congrega-ción a través de la actitud de algunos de los manifestantes:

Durante el trayecto de la Ave. Juárez al

zócalo el suscrito pudo oír algunos obreros

que decían; uno, yo no vengo a la mani-

festación, a ver si no me ponen los 3 días

que dijeron de sanción; yo no simpatizo

Volantes repartidos en la manifestación contra la prensa reaccionaria, el 3 de agosto de 1938.

8 AGN, IPS, vol. 205, exp. 5, ff. 26-29.

AGN,

IPS,

vol. 2

05, e

xp. 5

, f. 40

145

con estas cosas. Otro dijo: dijeron que me

corrían si no venía pero no desfi lo aunque

me corran. Un observador dijo: Toledano

es el payaso de la revolución. Otro obser-

vador exclamó: ahí va la “borregada” de

Toledano. A un señor que estaba ahí en el

grupo le oí decir: que la CTM. quería decir

COMO TRASQUILAN MAJES.

“LA PRENSA INDEPENDIENTE CONTRA EL PUEBLO MEXICANO”

La mayor parte de los preceptos vertidos en la manifestación “Contra la Prensa Re-

accionaria” del 3 de agosto, eran concep-tos ya elaborados de manera más profun-da por Vicente Lombardo Toledano. Ese mismo mes, la revista Futuro publicaría el discurso pronunciado en la sesión VIII del Congreso Nacional de la CTM del día 16 de julio, mismo que refl eja de manera bastante refl exiva el problema.

La relevancia de este discurso es que de forma esquemática y muy profunda analiza cada uno de los elementos de la “prensa reaccionaria” sobre una base moral y argumentos políticos. El nombre de los diarios y revistas aparecidos en el

Volantes repartidos en la manifestación contra la prensa reaccionaria, el 3 de agosto de 1938.

AGN,

IPS,

vol. 2

05, e

xp. 5

, f. 37

146

volante del sindicato “Vidal Castro” tiene relación directa con los analizados por Lombardo Toledano en este discurso. Parece normal que la disposición objetiva de estos títulos en las publicaciones de los organismos sindicales obedezca a la infl uencia del líder de la CTM.

El discurso planteó de entrada el tema de las “resoluciones concretas” en contra de las publicaciones, e indujo a pensar que el resto del discurso sería de carácter justifi cativo:

En nuestro Congreso Nacional de febrero

la Asamblea discutió largamente acerca

de la conducta de la llamada prensa in-

dependiente de México, y tomó resolucio-

nes concretas en el sentido de facultar al

Comité Nacional para que procediera en

el momento oportuno, de acuerdo con la

fuerza sindical que la CTM representa,

en contra de las publicaciones que en

nuestro país, abusando de la libertad de

expresión de las ideas, realizan una la-

bor contraria no sólo a los intereses del

proletariado, no sólo contraria también

al programa del Gobierno, sino contraria

asimismo al rumbo, a la orientación que el

pueblo de México viene siguiendo cada

día con mayor empeño, desde hace por lo

menos un cuarto de siglo.9

El objetivo del discurso fue hacer un aná-lisis de las “tácticas” utilizadas por los me-dios impresos nacionales señalados por Lombardo como reaccionarios y mostrar la inconformidad del líder:

Mi llamamiento es para que se tomen re-

soluciones que acaben con esta situación

y permitan a cada quien, sí, expresar su

credo, públicamente, no importa cuál sea

su sentimiento, personal o colectivo, pero

que no provoquen ni intenten provocar

disturbios en México, ni el desprestigio de

las instituciones más respetables del país,

ni la burla del público, de la opinión, para

quienes luchan de una manera limpia, ho-

nesta y levantada a favor de la causa de

un México mejor.10

El verdadero peligro de la prensa indepen-diente fue entonces que, a diferencia de los medios abiertamente radicales como

9 Revista Futuro, núm. 30, agosto de 1938, p. 7.10 Ibid., p. 12.

147

Omega y El Hombre Libre, –donde cada lector es tan responsable como el editor de su afi liación ideológica– aquélla no se defi ne ideológicamente y, en palabras del líder, tales publicaciones: “dañan grave-mente la opinión nacional y, además, más gravemente aún, el prestigio de México fuera de nuestras fronteras, porque apa-rentando una situación de equidad y de imparcialidad, son militantes también de las clases conservadoras de México”.11 Este limbo político parece una verdadera amenaza.

El método del diagnóstico que elabo-ra Lombardo Toledano parte de una di-visión prácticamente imperceptible dentro de la misma prensa “independiente”, su evaluación hermenéutica divide primero la intransigencia de El Universal, Excél-sior, Últimas Noticias, y Novedades por el marco crítico en la elección y enfoque que éstos le dan a las noticias, donde resul-ta bastante específi ca la evaluación del líder sindical sobre parámetros periodís-ticos; el análisis se vuelve más sombrío y disperso cuando labora sobre las revistas de la Editorial Hoy; que: “a esto están de-

dicados casi todos los diarios, unos con mayor énfasis o con mayor cinismo que otros: a esperar que surja el Mussolini mexicano o el Hitler mexicano para que proteja defi nitivamente sus intereses y suma al pueblo de México en la sombra y en el dolor, borrando de golpe los aspec-tos positivos más importantes de la obra revolucionaria”.12

Llevando de forma radical la dirección editorial de periódicos a una identifi cación con el fascismo internacional, además del manejo de la información, argumen-ta intereses de inversión económica y herencias históricas; pero en esencia el planteamiento se da de cara a una identi-fi cación de esa prensa con una ideología ultra conservadora. La expresión concre-ta de esta fi liación en el contexto nacional la da en la fi gura del para entonces derro-tado Saturnino Cedillo, el representante más objetivo de la oposición conservado-ra al régimen de Cárdenas en su sexenio, pero más específi camente durante 1938, cuando se sublevó y fue derrotado a los poco meses. Arguye Lombardo que “es el cedillismo el que se mueve hoy en nues-

11 Ibid., p. 8.12 Idem.

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tro ambiente político en México; no los cedillistas, sino la causa que Cedillo re-presenta”;13 aunque éste parece un temor sofocable.

En la cobertura de este evento coin-cidieron todas estas publicaciones, las de la editorial de los Llergo lo evidenciaron de forma visual, sus fotorreportajes per-mitieron mirar a los rebeldes; pero en rea-lidad ninguna publicación fue indiferente al hecho, no podían serlo.

Es importante refl exionar un punto central: esta prensa señalada como re-accionaria, fascista, sectaria, capitalista, burguesa, mercenaria, invertida, perver-sa, etc., al dar cobertura de la noticia del levantamiento de Cedillo, ¿formó parte de esa derecha radical mexicana que Campbell defi ne como ultranacionalista, antiparlamentaria y antimarxista?14 La respuesta no puede darse mediante la identifi cación de estas categorías dentro de la plataforma de las revistas y perió-dicos independientes. Si bien parece que su identifi cación ideológica no iba de la mano con la visión socialista del sexe-nio cardenista, es difícil identifi car ple-

namente rasgos de apoyo a una causa contrarrevolucionaria; parece que justo esa indefi nición que el propio Lombardo refl exiona, contiene –más que una esci-sión ideológica que encubre otra postura política– una visión intelectual de un que-hacer distinto, en este caso periodístico; fundamentalmente distinto al manejo por medio de la prédica de la sociedad.

La Editorial Hoy, con su revistas Roto-foto, Hoy, Mujeres y Deportes, representa una prensa lasciva distinta; su arma, que es la sátira, es caracterizada como un ve-neno que, en las diversas posibilidades semánticas, caracteriza un complejo tér-mino de razones que despreciar.

Todo este veneno que destilan los afemi-

nados que redactan la Revista Hoy, y no lo

digo por injuriarlos, sino por recordar una

desgracia fi siológica que los aqueja, aun

cuando para ellos es motivo de profunda

satisfacción, todo el veneno que destilan

los afeminados de la Revista Hoy, no es

sólo el despecho del anormal que pelea

contra el macho, contra el hombre de

verdad, contra las instituciones varoniles,

13 Idem.14 Hugh Gerald Campbell, La derecha radical en México, 1929-1949, México, Secretaría de Educación Pública, 1976 (SepSetentas), p. 8.

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contra los actos recios de las personas,

no; no es un despecho de un feminismo

tortuoso o de un masculinismo torpe, es

un despecho político.15

Es evidente que el “afeminamiento” y el “anormal” refi eren de manera específi ca a la persona del escritor homosexual Sal-vador Novo, quien participaba de manera recurrente en varias de las revistas de esta editorial. Esta parte del discurso de Lombardo pertenece a esa fase muy bien caracterizada por Enrique Krauze como la del “defensor del espíritu [que] había cedido su sitio al predicador moralista y al defensor de la verdadera fe y de la virginidad espiritual del pueblo”,16 esta representación resulta muy elocuente en los momentos que la crítica de Lombar-do comienza a esgrimir argumentos para dar explicaciones trascendentalistas; sin embargo, el contenido de este párrafo, que encierra un argumento viejo y recu-rrente en las ideas de Vicente Lombardo Toledano [la del hombre (varón) como epítome de perfección], no puede ser entendido exclusivamente en los térmi-

nos catequistas de sus arengas morales; pues este discurso es en esencia un em-bate y una crítica discursiva que comenzó mostrando evidencias irrefutables como paradigma de la traición de la prensa re-accionaria.

La crudeza del argumento va más allá de la referencia despectiva de género. En el momento que se comprende el lugar del “despecho político” como una malqueren-cia que se vincula con las emociones más que con la razón, se desecha el lugar crítico de dichas publicaciones. Su condición “re-accionaria” no se da siquiera en el marco de una mala ideología (la confrontación del macho) sino en el espacio de una anormali-dad fi siológica que depende únicamente de la burla. “Esto es veneno, esto es un fusil, esto es un proyectil lanzado en contra de la estabilidad del Gobierno, en contra de la estabilidad del movimiento obrero y en contra de los valores morales de las per-sonas que mayor responsabilidad tienen en nuestro país”.17 Así concluye el autor su advertencia del peligro mordaz de dichas revistas, tras hacer un comentario al conte-nido de las mismas. Hagamos el nuestro.

15 Idem.16 Enrique Krauze, Caudillos culturales en la Revolución Mexicana, 5a ed., México, Siglo XXI, 1985, p. 315.17 Revista Futuro, op. cit., pp. 7-12.

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ROTOFOTO

Esta revista dirigida por los primos José Pagés Llergo y Regino Hernández Lller-go, centró su estructura e ideario en la imagen fotográfi ca de una manera radi-cal. Si bien Hoy (que casi por completo se cimentaba en la dinámica de la norte-americana Life), basaba gran parte de su esencia en la calidad y la innovación de las fotografías que publicaba, el apartado noticioso y editorial preponderaba aún so-bre el producto fi nal. Rotofoto renuncia a los textos informativos y procura en gran medida que la imagen fotográfi ca consti-tuya por sí misma la noticia; su estrate-gia fue ir denotando en todo momento sus intenciones visuales por encima de las documentales. Cualquier pretensión informativa que pudiera haber tenido en su momento esta revista, fue opacada a los pocos números por la réplica y reela-boración de las fotografías que habían causado sensación en sus lecturas. La estrategia fue muy clara, hacer de la re-vista un medio de experimentación foto-gráfi ca que en última instancia lograran empatarse con la opinión y crítica de los

redactores anónimos que hacían los pies de foto.

En todo momento la revista buscó rebasar límites mediante una propuesta provocadora. Sus portadas fueron famo-sas porque exponían a los personajes pú-blicos en actitudes jocosas. Por ejemplo, en su primer número se presentó la fo-tografía del presidente Lázaro Cárdenas comiendo un taco en el suelo; otra foto muy referida es la de “El señor Senador Padilla resuelve aferrarse al hueso”, don-de se observa a esta persona degustando un hueso en primer plano.

Vicente Lombardo Toledano fue un personaje reiterativo para Rotofoto; en el segundo número de la revista se hizo un fotorreportaje relativo a su vida familiar.18

El documento, evidentemente consen-suado por Lombardo, fue un desplegado de ocho fotografías de diversos formatos que retratan parte de la vida privada del dirigente sindical; el giro que se dio den-tro de la revista, fue la posterior rotulación de cada una de las fotografías. Desple-guemos todos los rótulos de las imágenes como ejemplo de los límites que rebasa-ban los editorialistas de esta revista:

18 Rotofoto, núm. 2, mayo 29 de 1938.

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1. El problema!… Pero ¿cuál es el problema, que no sabemos cuál es el problema? ¡He ahí el pro-blema, que no sabemos cuál es el problema! El líder, fatigado con tantas preocupaciones y según algunos, con tanto peso, refl exio-na dialécticamente: ¡Dudo, lue-go pienso; pienso, luego existo! Pero, ¿existo todavía? ¿Pienso? ¿Dudo? Pienso lo que dudo.

2. El líder, en el bello y espacioso jardín de su casa, donde más pura la luna brilla y se respira mejor; consulta sus problemas, hojeando a Marx. La plusvalía, a la hora del pluscafé, resulta una doctrina exótica. De todos modos, es de importancia capital acabar con el capital, en la capital y fuera de la capital.

3. “¡Fume, compadre, fume y soñe-mos, que como el humo del cigarri-llo, ya se nos va la juventud!”. El lí-der, por una extraña sindicalización de ideas, piensa en el famoso tango que hace años estuvo tan de moda. Todo pasa, todo se acaba. Oslo. Ginebra… ¿Ginebra y tangos?

4. Para Lenin, la familia es una in-vención burguesa. Burguesa o no, la familia es la familia, nos co-rresponde, nos pertenece, y nos vinculan con ella los más puros afectos del alma. Lombardo es fe-liz con su esposa y con sus hijas. Este es el único lugar donde no le gusta el mitin. El gatito que una de las nenas retiene con la mano, desea marcharse. Es fascista.

5. Otra escena familiar. Las nenas juegan encantadas con un perro policía, complaciente y nada mor-delón. El líder, que chupa bien, escudriña entre los árboles, no sea que anden emboscados por ahí algunos agentes de la reac-ción.

6. Está tan llena la vida de espinas, abrojos y asperezas que, por las dudas, conviene aprender de todo. Algún día, como Cincinato, se retirará al campo a descan-sar. Por supuesto, si lo dejan los agraristas. Ese bello rincón es muy nacionalista; en cuanto al líder arrinconado, no lo es tanto; le gusta más lo internacional. Y, sobre todo, la Internacional.

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7. En este despacho de primera clase, el líder medita la forma de acabar con las clases. ¡Qué elegante y discreta está la lám-para! ¡Qué artísticas las maderas talladas! ¡Qué cómodo el sillón abacial! ¡Oh suspirado día del reparto social.

Es claro que la revista pretendía crear una ambivalencia entre lo que represen-taban las fotografías y la vida pública de Vicente Lombardo. Un juego entre la vida privada y la vida pública que se compleji-za en el formato de un reportaje que con igual facilidad se convierte en un chiste secuenciado. Al respecto Lombardo se-ñala en el mismo discurso que venimos utilizando que: “abusando de la buena fe de las personas, toman fotografías que después explotan de un modo impúdico, con el propósito ya dicho dos veces, de que el pueblo de México se ría de estas gentes de todas las instituciones y no quede nadie con prestigio, excepto la causa reaccionaria”.19

El problema parece capital en el mo-mento de ubicar el chiste, la burla, y por

19 Revista Futuro, op. cit, p.10.

qué no el cinismo como un concepto fas-cista. Creemos que el entronque entre el discurso de llamado al peligro frente a la reacción de Lombardo y la obra periodís-tica de Rotofoto, es uno que se da en el propio discurso histórico, en la mirada del otro y la búsqueda de identidad. La per-cepción de peligro es latente para todos, no tan sólo la bélica, sino más importante la del poder; unos ostentan su fuerza en la retórica de las masas, los otros en la de la tertulia, la del chiste.

“EL BESO DE JUDAS”

En el desplegado que publicó el discur-so “La Prensa Independiente Contra el Pueblo Mexicano” fueron colocadas una serie de caricaturas que ilustraban el texto; una de ellas, titulada “El Beso de Judas” muestra a un individuo (semejante a Félix Palavacini), vestido en traje negro en cuya espalda se lee PRENSA REAC-CIONARIA, haciendo una reverencia a Lázaro Cárdenas quien parado de frente lo mira de reojo; el hombre sostiene con la mano derecha su sombrero y con la iz-quierda, atrás de su espalda, un cuchillo

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fi loso. El ataque no será por la espalda, y la abstracción aquí es menor a la del cartel inicial; en esta caricatura identifi -camos personajes y se nos remite, como Lombardo gustaba hacer, a personajes y situaciones concretas.

Que un personaje como el cabeza-moneda y svástica nazi ataque a un cam-pesino y a un obrero es una argumento que remite a la fi cción, al mismo lugar donde los monstruos de la destrucción y los demonios de las clases sociales exis-ten creando temores latentes. Que una caricatura de Palavacini pretenda atacar al presidente Cárdenas –no tan despre-venido– remiten a otro tipo de fi cción, igualmente convencional pero que no de-jan de aludir a rostros y realidades.

Pero que Rotofoto traicionara el con-venio del retrato y lo hiciera público como una crítica en chiste, debió causar un miedo distinto; el uso de la técnica y la capacidad de cercanía con la “gente que importa”, debió haberle parecido a Vicen-te Lombardo Toledano una técnica cerca-

na al púlpito y a la arenga popular; y ése no es un lugar para la traición, es un lugar para el ejercicio del poder.

¿Qué conclusión podemos inferir del juicio a la “prensa reaccionaria”? ¿Fue un órgano “reaccionario” por publicar artícu-los que informaban sobre movimientos contrarrevolucionarios como el de Cedi-llo? ¿Fue un enemigo por su intromisión interpretativa en el discurso que el líder Lombardo expresaba en la plaza pública? ¿Su culpa recae en satisfacer el apetito superfi cial de la burguesía por noticias de la vida privada y el espectáculo? ¿Re-sultaba peligroso su enfoque sobre los confl ictos internacionales? ¿Sus subven-ciones del capital norteamericano o del capital privado mexicano resultaban in-morales? ¿O sólo fue confl icto de compe-tencia y descrédito desde la génesis de un nuevo producto informativo como lo fue El Popular? El problema parece mucho más complejo que un término equívoco que ta-jantemente ubica a un medio en contrapo-sición de la seguridad nacional.

* Egresado de la UNAM, integrante del seminario de investigación que imparte en el AGN el doctor Aurelio de los Reyes.

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Aviso

al p

úblic

o

Hacia el Bicentenario

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Documentos cruzados entre Miguel Hidalgo y Juan Antonio Riaño previo a la toma de Guanajuato, 1810

El viernes 28 de septiembre de 1810, los insurgentes encabezados por Miguel Hi-dalgo y Costilla se encaminaron a tomar la ciudad de Guanajuato, donde fungía como intendente desde 1795, el espa-ñol Juan Antonio Riaño. El lunes 24 del mismo mes y año, mientras Hidalgo era nombrado por acuerdo de los involucra-dos, capitán general de los Ejércitos de América, el obispo de Michoacán, Manuel Abad y Queipo excomulgaba al cura de Dolores y a “su secuaces”.

Sabedor de que los europeos se ha-bían resguardado en la alhóndiga o casti-llo de Granaditas, dispuestos a resistir la embestida independentista, Hidalgo tenía la intención de tomar esa plaza sin nece-sidad de usar la violencia. Por ello envió dos escritos dirigidos a Riaño. El primero era un ofi cio en el que tras darle cuenta de su nombramiento militar y el propósito de “proclamar la independencia y libertad de la nación”, le lanzaba un ultimátum: la rendición de los potenciales beligerantes so pena de ser destruidos “sin que les quede esperanza de cuartel”.

En el segundo escrito, una carta con-

fi dencial, el cura de Dolores le expresó a Riaño –a quien como a Abad y Queipo conocía de tiempo atrás– su estimación sincera que no debería disminuir por la diferencia en el modo de pensar. Si el intendente optaba por resistir, Hidalgo le ofrecía asilo y protección para la inten-denta donde ella eligiera.

Riaño respondió de modo breve los dos escritos. En relación con el ofi cio contestó que no reconocía más autoridad que la del virrey Venegas, por quien se aprestaba a combatir como soldado, al igual que lo harían quienes con él se en-contraban. Al mensaje de la carta corres-pondió con gratitud, aunque señaló que por el momento no le perturbaba la suerte de su familia. Ante la inminencia del ata-que, el intendente Riaño escribió a toda prisa tanto al ayuntamiento de Guanajua-to como al entonces brigadier Félix María Calleja sendas solicitudes de ayuda.

Los seis escritos mencionados forman una unidad temática imprescindible para la reconstrucción de la toma de Guanaju-tao, tales documentos fueron registrados por Juan Hernández y Dávalos en su Co-

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lección de documentos para la historia de la guerra de independencia de México, de donde los tomamos y, luego de actualizar la ortografía con el propósito de hacer más fácil su lectura, los reproducimos a continuación (el editor).

VERSIÓN ACTUALIZADA

Ofi cio, en que don Miguel Hidalgo inti-ma al intendente Riaño la rendición de la plaza de Guanajuato

Cuartel general en la Hacienda de Burras, 28 de septiembre de 1810.El numeroso ejército que comando, me eligió por capitán general y protector de la nación en los campos de Celaya. La misma ciudad a presencia de cincuenta mil hombres ratifi có esta elección, que han hecho todos los lugares por donde he pasado: lo que dará a conocer a vuestra señoría que estoy legítimamente autori-zado por mi nación para los proyectos be-néfi cos, que me han parecido necesarios a su favor. Éstos son igualmente útiles y favorables a los americanos, y a los euro-peos que se han hecho ánimo de residir en este reino, y se reducen a proclamar la independencia y libertad de la nación;

de consiguiente yo no veo a los europeos como enemigos, sino solamente como a un obstáculo, que embaraza el buen éxito de nuestra empresa, vuestra señoría se servirá manifestar estas ideas a los euro-peos, que se han reunido en esa alhón-diga, para que resuelvan si se declaran por enemigos, o convienen en quedar en calidad de prisioneros, recibiendo un trato humano y benigno, como lo están expe-rimentando los que traemos en nuestra compañía, hasta que se consiga la insi-nuada libertad e independencia, en cuyo caso entrarán en la clase de ciudadanos, quedando con derecho, a que se les res-tituyan los bienes de que por ahora, para las urgencias de la nación, nos servire-mos. Si por el contrario no accedieren a esta solicitud, aplicaré todas las fuerzas, y ardides para destruirlos, sin que les quede esperanza de cuartel. Dios guarde a vuestra señoría muchos años como de-sea su atento servidor.―Miguel Hidalgo y Costilla, capitán general de América.Copia de la carta confi dencial, que se acompañó con el ofi cio antecedente

Señor don Juan Antonio Riaño.Cuartel de Burras, septiembre 28 de 1810.

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Muy señor mío: la estimación que siem-pre he manifestado a usted es sincera, y la creo debida a las grandes cualidades que lo adornan. La diferencia en el modo de pensar, no la debe disminuir. Usted seguirá lo que le parezca más justo y prudente, sin que esto acarree perjuicio a su familia. Nos batiremos como enemigos si así se determinare; pero desde luego ofrezco a la señora intendenta un asilo y protección decidida en cualquiera lugar que elija para su residencia, en atención a las enfermedades que padece. Esta ofer-ta no nace de temor, sino de una sensibili-dad, de que no puedo desprenderme.

Dios guarde a usted muchos años, como desea su atento servidor, que su mano besa.―Miguel Hidalgo y Costi-lla.― En la Hacienda de Burras a 28 de septiembre de 1810.

Advertencia: el ofi cio y carta que antece-den están copiados al pie de la letra de los originales, (que como antes he dicho, me entregó don Ignacio Camargo, comisiona-do por Hidalgo para intimar la rendición al Intendente) que tengo en mi poder.

Copia de la contestación del ofi cio mencionado

Señor cura del pueblo de los Dolores, don Miguel Hidalgo.No reconozco otra autoridad ni me cons-ta que haya establecido, ni otro capitán general en el reino de la Nueva España, que el excelentísimo señor don Francis-co Xavier de Venegas virrey de ella, ni más legítimas reformas, que aquéllas que acuerde la nación entera en las Cor-tes generales, que van a verifi carse. Mi deber es pelear, como soldado, cuyo no-ble sentimiento anima a cuantos me ro-dean.― Guanajuato, 28 de septiembre de 1810.― Juan Antonio de Riaño.

Copia de la contestación a la carta

Muy señor mío: no es incompatible el ejercicio de las armas con la sensibilidad: ésta exige de mi corazón la debida gra-titud a las expresiones de usted en be-nefi cio de mi familia, cuya suerte no me perturba en la presente ocasión.― Dios guarde a usted muchos años.―Guanajuato, 28 de septiembre de 1810.―Riaño.

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Copia del ofi cio que el intendente dirigió al ayuntamiento

Las adjuntas copias explican bastante-mente el estado de las cosas. Yo espero que vuestra señoría por cuantos medios pueda, y este leal vecindario, procurarán ahincadamente, conservar al público en favor de la justa causa, que defi endo, prometiendo yo a vuestra señoría auxiliar militarmente en cuanto sea compatible con la conservación de esta fortaleza.― Dios guarde a vuestra señoría muchos años.― Guanajuato, 28 de septiembre de 1810.―Juan Antonio Riaño.― Al muy ilustre Ayuntamiento de Guanajuato. 1 [Adiciones y rectifi caciones a la historia de México, por José María Liceaga.]

Juan Antonio Riaño, pide auxilio a don Félix María Calleja, porque va a ser atacado

Voy a pelear porque voy a ser atacado en este instante. Resistiré cuanto pueda por-que soy honrado, vuele vuestra señoría a mi socorro, a mi socorro.― Dios y et-cétera.― Guanajuato, 28 de septiembre de 1810 a las once de la mañana.― Juan Antonio Riaño.― Señor brigadier don Fé-lix María Calleja.

Es copia. Guadalajara, abril 18 de 1867.―Hernández y Dávalos.1

AGN, Juan E. Hernández y Dávalos, Colección de documentos para la historia de la guerra de indepen-dencia de México de 1808 a 1821, México, José María Sandoval, impresor, 1878, vol. 2, documento núm. 53, pp.116-117.

1 N. del ed.: Dos días antes de enviar este comunicado, Riaño ya había escrito a Calleja para solicitarle auxilio: “Tengo a los insurgentes sobre mi cabeza, los víveres están impedidos, los correos cortados […] No soy más largo porque desde el 17 no descanso ni me desnudo, y hace tres días que no duermo una hora seguida”. Véase el documento número 48, en la obra citada de Hernández y Dávalos, vol. 2, pp. 110-111.

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Acta de la elección de Morelos como Generalísimo, 1813

Este documento fue corregido y suscrito por los congresistas José Sixto Verduzco (pre-sidente), Andrés Quintana, José María Murguía y Galardi, José Manuel de Herrera y el secretario Cornelio Ortiz de Zárate. El Acta se complementa con el bando del 18 de septiembre que dirigió el propio Morelos a los jefes militares y pueblos de las provincias de Tecpan, Oaxaca, México, Puebla, Veracruz y Tlaxcala, para anunciar que acepta-ba tal cargo: “aunque en el instante sentí gravados mis hombros débiles por el peso enormísimo que recayó sobre mí e hice por lo mismo dimisión de este gran distintivo con que la Nación me honraba ante el Supremo Congreso, como representante de su Soberanía, queriendo sólo denominarme Siervo y Esclavo de mi Patria; pero no ha-biendo sido admitida esta renuncia, me he visto en la precisión de aceptar gustoso, por continuar con más ardor mis servicios a la Religión y a la Patria”.

“Hernández y Dávalos, J.E., Colección de Documentos para la Historia de la Guerra de Independencia de México de 1808 a 1821, México, José María Sandoval, Impresor, 1881. t. 5, Documento núm. 75, pp. 177-179. (Biblioteca de “El Sistema Postal de la República Mexicana”).

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El día quince de septiembre de mil ochocientos trece años, se juntaron en la iglesia parroquial de esta ciudad el Soberano Congreso Nacional con su presidente, el señor Capitán General, doctor don José Sixto Verduzco, que momentáneamente se señaló para el presente acto, el Excmo. señor Capitán General don José María Morelos, el Excmo. señor Teniente General don Manuel Muñiz, el señor Vicario General Castrense doctor y prebendado don Francisco Lorenzo de Velasco, un número muy considera-ble de ofi ciales de los ejércitos de la Nación y los electores para representante de la provincia de Teipan que a la sazón se hallaban aquí. Y habiéndose procedido al nom-bramiento de un Generalísimo, de los cuatro Generales de la Nación, a cuyo cuidado quedase el mando general de las armas y el desempeño de cuantas funciones militares se ofreciesen en el Reino, salió electo para el referido empleo de Generalísimo por uniformidad de sufragios, tanto de los que estuvieron presentes como de los que por ausencia remitieron sus votos, como consta de los ofi cios a que me refi ero, el Excmo. señor Capitán

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General de los Ejércitos Americanos, don José María Morelos. Se aprobó por el Con-greso el nombramiento y, en su consecuencia, previno al Excmo. señor elegido que otorgase el juramento correspondiente. Su Excelencia, entonces, por un movimiento de su natural moderación y humildad, después de haber dado a la concurrencia gracias muy cumplidas por tan señalado favor, hizo dimisión del cargo con las protestas más sencillas de que era superior a sus fuerzas y de que no se juzgaba capaz de desempe-ñarlo como era necesario. El señor Presidente repuso en el momento que tal demos-tración dimanaba seguramente de su suma humildad, y no porque en la realidad fuese inepto para llenar los cargos del destino; por lo cual le suplicaba lo aceptase, como que éste era el deseo de los pueblos. Dijo después el Excmo. Señor Quintana que el Congreso no podía en lo pronto determinar si se le admitía o no la renuncia hecha por el Excmo. señor Morelos; que era preciso tomarse algún tiempo para deliberar sobre el asunto, con lo cual se conformaron los demás señores vocales.

La ofi cialidad se opuso a esta proposición diciendo, por la voz del señor Vicario General Castrense, que el señor Morelos había sido electo para Generalísimo por acla-mación de los pueblos y ejércitos; que todos suspiraban porque lo fuese y, por con-secuencia, consideraba inadmitible la dimisión que hacía el expresado señor Excmo. Repuso el Congreso que, a pesar de esas refl exiones, era indispensa

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ble que tuviese algún espacio para deliberar sobre negocio tan grande, pues huía de que en cualquier tiempo se notasen sus decretos de precipitados. Resistió sin embargo la ofi cialidad que se concediese plazo alguno, pues era excusada la discusión sobre asunto tan claro, siguiendo por ahí una disputa que terminó por la propuesta que hizo el Supremo Congreso reducida a que se le permitiese siquiera el cortísimo tiempo de dos horas para decidir sobre materia tan importante. Retiróse con efecto a pieza separada, en donde discutido el punto, acordó lo contenido en el decreto que a la letra se inserta:

“Los representantes de las provincias de la América Septentrional, reunidos en Con-greso pleno el día quince de septiembre, habiendo procedido la ofi cialidad del Ejército y el cuerpo de electores al nombramiento de Generalísimo, que reuniese a esta dignidad la del Supremo Poder Ejecutivo de la Soberanía Nacional, resultó electo por aclamación general el Excmo. señor Don José María Morelos, quien en el acto hizo dimisión del empleo en Congreso representativo. Y no pudiendo admitir ni negar sin premeditación la solicitud del elegido, decretó se difi riese la votación, por las graves consideraciones que se tuvieron presentes. Pero habiendo insistido el pueblo en su primera aclamación, resistió la moratoria que había reservado el Congreso para la defi nitiva del asunto; y fi rme en su primer voto, instó a que en el acto se declarase,

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sin lugar la pretensión del Excmo. señor elegido, por lo que tuvo a bien retirarse en sesión secreta para determinar lo conveniente. Y en su consecuencia, recorriendo toda la historia de nuestra gloriosa insurrección, halló que el más fi rme apoyo que la ha sostenido, aun en épocas desgraciadas, ha sido el mencionado Excmo. señor Capitán General, por cuya incomparable pericia, acierto y felicidad, ha tomado el más extenso vuelo la causa de la libertad; y no habiendo quien le iguale entre los conocidos jefes en tan necesarias prendas, y fundado en la misma aclamación general tan conforme a los sentimientos del Congreso, que en sus debates con el pueblo ha tenido mil motivos de regocijo, decreta: Que la renuncia interpuesta por el Excmo. señor Capitán General Don José María Morelos no es admisible ni puede diferirse por más tiempo la posesión que pide el pueblo; por lo que el Supremo Congreso, en uso de sus facultades sobera-nas, lo compele a la pronta admisión del empleo y reconoce en él el primer jefe militar en quien deposita el ramo ejecutivo de la administración pública, reservándose el Con-greso dictar el tratamiento que ha de darse a este dignísimo jefe. Lo tendrá entendido para su más puntual cumplimiento”. —Al Supremo Poder Ejecutivo— Dr. José Sixto Verduzco, Presidente. Lic. Cornelio Ortiz de Zárate, Secretario.Satisfecha la concurrencia con esta determinación y llena de regocijo, no pudo

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menos que prorrumpir en vivas nacidos del corazón, proclamando de nuevo por Ge-neralísimo al referido señor Capitán General y repitiendo muchas veces estas demos-traciones.

Vencido pues el indicado señor Excmo. por las expresiones públicas y por la autori-dad del Congreso, admitió por fi n el empleo, con las cuatro condiciones siguientes: “1ª Que cuando vengan tropas auxiliares de otra potencia, no se han de acercar al lugar de residencia de la Suprema Junta. 2ª Que por muerte del Generalísimo, ha de recaer el mando accidental de las armas en el jefe militar que por graduación le corresponda, haciéndose después la elección como la presente. 3ª Que no se le han de negar los auxilios de dinero y gente, sin que haya clases privilegiadas para el servicio. 4ª Que por muerte del Generalísimo, se ha de mantener la unidad del ejército y de los habitantes, reconociendo a las autoridades establecidas”. Repitió las más expresivas gracias por la confi anza que de su persona hacían y otorgó, en consecuencia, el juramento más solemne de defender a costa de su sangre la religión católica, la pureza de María San-tísima, los derechos de la Nación Americana, y desempeñar lo mejor que pudiese el empleo que la Nación se había servido conferirle.

Juró igualmente el señor Secretario del Poder Ejecutivo, licenciado don Juan Nepo-muceno Rosainz, cumplir con todo lo concerniente a su destino.

Finalizado esto, propuso el señor Generalísimo que para el mejor acierto en todo le acompañasen los concurrentes a dar las debidas gracias al Ser Supremo, las que se rindieron efectivamente

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con un solemne Te Deum que cerró este glorioso acto y fi rmaron los señores vocales del Soberano Congreso, ante mí, el infrascrito Secretario.

-Al Supremo Poder Ejecutivo. Dr. José Sixto Verduzco, Presidente. Lic. Andrés Quintana. José María Murguía y Ga-lardi. Lic. José Manuel de Herrera. Lic. Cornelio Ortiz de Zárate, Secretario [rúbricas].

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Los descendientes de Atanasio G. Saravia y Fomento Cultural Banamex, A.C. convo-can a este certamen, en el que se otorgará un premio de 60 mil pesos y diploma para los ganadores de cada una de las categorías siguientes: a) tesis de doctorado, b) tesis de maestría, c) tesis de licenciatura, d) investigaciones profesionales que no se realizan con el propósito de obtener un grado académico, e) investigaciones de particulares no vinculados profesionalmente al ámbito académico.

Bases:

1 Podrán participar las personas o grupos de personas de nacionalidad mexicana que presenten trabajos inéditos de historia regional mexicana, entendida como el estudio de los hechos, los procesos, las transformaciones y las continuidades históricas de un espacio geográfi co y social que comparte características que lo hacen único y diferente a otras áreas.2. Las obras deberán contener un planteamiento claro y defi nido, y estar elaboradas en forma objetiva, con el rigor metodológico propio de la investigación histórica.3. Las obras deberán estar escritas en castellano, presentarse mecanuscritas, empastadas o engargoladas y ser inéditas al momento de inscribirse. En caso de que el autor o autores quieran publicarlas antes de la ceremonia de premiación, deberán comunicarlo a la Secretaría del Pre-mio; el no observar esta exigencia puede ocasionar la descalifi cación de la obra en cuestión.4. Las obras deberán consistir en tesis o monografías, fruto de investigaciones originales.5. En lo referente a las tesis, solamente serán aceptadas las aprobadas durante el bienio del 30 de abril de 2007 al 24 de abril de 2009.6. Los trabajos deberán ser inscritos en este certamen a más tardar el 24 de abril de 2009.7. No se devuelven originales.

Mayor información en el teléfono: 1226 0242, [email protected]/esp/fi liales fomento_cultural/index.htmhttp://www.fomentoculturalbanamex.org

X I I I P R E M I O BA N A M E X ATA N A S I O G . S A R AV I A D E

H I S T O R I A R E G I O N A L M E X I C A N A 20 0 8 -20 0 9

Hacia el Centenario

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Emiliano Zapata fi rmó esta carta el 23 de febrero de 1913, para comunicar al coronel Facundo Torres que el gobierno de Francisco I. Madero había terminado, y Victoriano Huerta gobernaba interinamente con un gabinete que no favorecía a la revolución del Sur. Por ello le recomendó recibir sólo instrucciones de su cuartel general. A continua-ción reproducimos una versión de ese mecanuscrito con la ortografía actualizada.

Genovevo de la O, caja 17, exp. 2, f. 3.

Carta de Emiliano Zapata al coronel Facundo Torres, 1913

República MexicanaEjército Libertador del Sur y CentroAl C. Coronel Facundo Torres.Su campamento.

Esta superioridad comunica a usted que el gobierno del C. Francisco I. Madero ha terminado con la prisión de éste y del señor José María Pino Suárez, lo mismo que de otros personajes del mismo go-bierno, quedando el gobierno provisional en manos del general Victoriano Huerta, (presidente interino de la republica) y con un gabinete cuyos miembros han perte-necido a los gobiernos pasados, lo cual en nada satisface á la revolución del sur, centro y norte de la república.

En tal virtud; teniendo en considera-ción semejantes acontecimientos, reco-miendo a usted se abstenga de entrar en tratados con ninguno absolutamente de

los que extraños a la Revolución, se pre-sentan a su campamento pues en todo caso, usted debe atenerse a las órdenes e instrucciones que reciba de este cuar-tel general, sin ser los referidos actuales acontecimientos motivo para que deje us-ted de activar sus trabajos militares, pues ahora más que nunca es de alta necesi-dad que usted hostilice al mal gobierno, no perdiendo oportunidad de batirlo.

Lo que comunico a usted para conoci-miento y demás fi nes consiguientes.

Reforma, Libertad, Justicia y Ley.Campamento Revolucionario en Mo-

relos, febrero 23 de 1913.El general en jefe del Ejército del Sur

y Centro de la República.

Emiliano Zapata

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En esta misiva dirigida al presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, Zapata alu-dió a las declaraciones hechas por Wilson a la prensa estadounidense acerca de su simpatía hacia la revolución agraria. El general sureño se mostró como un claro opo-sitor de Venustiano Carranza y argumentó en favor de una reforma agraria en México acorde con el Plan de Ayala. También felicitó a Wilson por su política de respeto a la soberanía del pueblo mexicano. Reproducimos en seguida una versión de la carta con la ortografía actualizada y a continuación el mecanuscrito digitalizado.

Genovevo de la O, caja 17, exp. 3, f. 93.

Carta de Emiliano Zapata a Woodrow Wilson, agosto de 1914

Cuartel General en Yautepec, Morelos, agosto 23 de 1914.Mr. Woodrow Wilson, presidente de los EE UU de América.Washington.

Estimado señor de mi consideración:He visto en la prensa las declara-

ciones que usted ha hecho acerca de la revolución agraria que desde hace cuatro años se viene desarrollando en esta repú-blica, y con grata sorpresa me he entera-do de que usted, no obstante la distancia, ha comprendido con exactitud las causas y los fi nes de esa revolución, que ha to-mado sobre todo incremento en la región sur de México, la que más ha tenido que

sufrir los despojos y las extorsiones de los grandes terratenientes.

Esa convicción de que usted simpa-tiza con el movimiento de emancipación agraria, me induce a explicar a usted he-chos y antecedentes que la prensa de la ciudad de México, consagrada a servir los intereses de los ricos y de los poderosos, se ha empeñado siempre en desfi gurar con infames calumnias, para que el resto de la América y el mundo entero nunca pudiesen dar cuenta de la honda signifi ca-ción de ese gran movimiento proletario.

Empezaré a señalar a usted las cau-sas de la revolución que acaudillo.

México se encuentra todavía en plena época feudal, o al menos así se encontra-

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ba al estallar la revolución de 1910.Unos cuantos centenares de grandes

propietarios han monopolizado toda la tie-rra laborable de la república; de año en año han ido acrecentando sus dominios, para lo cual han tenido que despojar a los pueblos de sus ejidos o campos comuna-les, y a los pequeños propietarios de su modestas heredades. Hay ciudades en el estado de Morelos, como la de Cuautla, que carecen hasta de terreno necesario para tirar sus basuras, y con mucha ma-yor razón, del terreno indispensable para el ensanche de la población. Y es que los hacendados, de despojo en despojo, hoy con un pretexto, mañana con otro, han ido absorbiendo todas las propiedades que legítimamente pertenecen y desde tiempo inmemorial han pertenecido a los pueblos de indígenas, y de cuyo cultivo estos últimos sacaban el sustento para sí y para sus familias.

Para extorsionar en esta forma, los hacendados se han valido de la legisla-ción, que elaborada bajo su sugestión, les ha permitido apoderarse de enormes extensiones de tierra, con el pretexto de que son baldías; es decir, no amparadas por títulos legalmente correctos.

De esta suerte, ayudados por la

complicidad de los tribunales y apelando muchas veces a medios todavía peores, como el de reducir a prisión o consignar al ejército, a los pequeños propietarios a quienes querían despojar, los hacenda-dos se han hecho dueños únicos de toda la extensión del país, y no teniendo ya los indígenas tierras, se han visto obligados a trabajar en las haciendas, por salarios ínfi mos y teniendo que soportar el maltra-to de los hacendados y de sus mayordo-mos o capataces, muchos de los cuales, por ser españoles o hijos de españoles, se consideran con derecho a conducirse como en la época de Hernán Cortés; es decir, como si ellos fueran todavía los conquistadores y los amos, y los “peones” simples esclavos, sujetos a la ley brutal de la conquista.

La posición del hacendado respecto de los peones, es enteramente igual a la que guardaba el señor feudal, el barón o el conde de la Edad Media, respecto de sus siervos y vasallos. El hacendado, en México, dispone a su antojo de la perso-na de su “peón”; lo reduce a prisión, si gusta; le prohíbe que salga de la hacien-da, con pretexto de que allí tiene deudas que nunca podrá pagar; y por medio de los jueces, que el hacendado corrompe

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con su dinero y de los prefectos o “jefes políticos”; que son siempre su aliados, el gran terrateniente es en realidad, sin pon-deración, señor de vidas y haciendas en sus vastos dominios.

Esta situación insoportable originó la revolución de 1910 que tendía principal y directamente a destruir ese régimen feudal y a combatir el monopolio de las tierras en manos de unos cuantos. Pero por desgracia, Francisco I. Madero per-tenecía a una familia rica y poderosa, dueña de grandes extensiones de terreno en el norte de la república, y como era natural, Madero no tardó en entenderse con los demás hacendados, y en invocar la legislación (esa legislación por los ri-cos y para favorecer a los ricos) como un pretexto para no cumplir las prome-sas que había hecho para restituir a sus dueños las tierras robadas y para destruir el aplastante monopolio ejercido por los hacendados, mediante la expropiación de sus fi ncas por causa de utilidad pública y con la correspondiente indemnización, si la posesión era legítima.

Madero faltó a sus promesas, y la re-volución continuó, principalmente en las comarcas en que más se han acentuado los abusos y despojos de los hacenda-

dos; es decir, en los estados de Morelos, Guerrero, Michoacán, Puebla, Durango, Chihuahua, Zacatecas, etc, etc.

Vino después el cuartelazo de La Ciu-dadela; o sea el esfuerzo hecho por los antiguos porfi ristas y por los elementos conservadores de todos los matices, para adueñarse nuevamente del poder, por-que temían que Madero se viera obligado algún día a tener que cumplir sus prome-sas, y entonces la población campesina entró en justa alarma y la efervescencia revolucionaria cundió con más vigor que nunca, puesto que el cuartelazo, seguido del asesinato de Madero, era un reto, un verdadero desafío a la revolución de 1910.

Entonces la revolución abarcó toda la extensión de la república, y eleccionada por la experiencia anterior, no esperó ya el triunfo para empezar el reparto de tie-rras y la expropiación de las grandes ha-ciendas. Así ha sucedido en Morelos, en Guerrero, en Michoacán, en Puebla, en Tamaulipas, en Nuevo León, en Chihu-ahua, en Sonora, en Durango, En Zacate-cas, en San Luis Potosí; de tal suerte que puede decirse que el pueblo se ha hecho justicia a sí mismo, ya que la legislación no lo favorece y toda vez que la Cons-

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titución vigente es más bien un estorbo que una defensa o una garantía para el pueblo trabajador, y sobre todo, para el pueblo campesino.

Este último ha comprendido que hay que romper los viejos moldes de la legislación, y viendo en el plan de Aya-la la condensación de sus anhelos y la expresión de los principios que deben servir de base a la nueva legislación, ha empezado a poner en práctica dicho plan, como ley suprema y exigida por la justi-cia, así es como los revolucionarios de toda la república han restituido sus tierras a los pueblos despojados, han repartido los monstruosos latifundios y han cas-tigado con la confi scación de sus fi ncas a los eternos enemigos del pueblo, a los señores feudales, a los caciques, a los cómplices de la dictadura porfi riana y a los autores y cómplices del cuartelazo de La Ciudadela.

Se puede asegurar, por lo mismo, que no habrá paz en México, mientras no se eleve el Plan de Ayala al rango de ley o precepto constitucional, y sea cumplido en todas sus partes.

Esto no sólo en cuanto a la cuestión social, o sea a la necesidad del reparto agrario, sino también en lo referente a la

cuestión política, o sea a la manera de designar el presidente interino que ha de convocar a elecciones y ha de empezar a llevar a la práctica la reforma agraria.

El país está cansado de imposiciones, no tolera ya que se le impongan amos o jefes; desea tomar parte en la designación de sus mandatarios; y puesto que se trata del gobierno interino que ha de emanar de la revolución y de dar garantías a ésta, es lógico y es justo que sean los genui-nos representante de la revolución, o sea los jefes del movimiento armado, quienes efectúen el nombramiento de presidente interino. Así lo dispone el artículo 12 del Plan de Ayala, en contra de los deseos de don Venustiano Carranza y de su círculo de políticos ambiciosos, los cuales pre-tenden que don Carranza escale la pre-sidencia por sorpresa, o mejor dicho, por un golpe de audacia y de imposición:

Esta convención de los jefes revolu-cionarios de todo el país es la única que puede elegir con acierto el presidente interino, pues ella cuidará de fi jarse en un hombre que por sus antecedentes y sus ideas preste absolutas garantías; mientras que Carranza, por ser dueño o accionista de grandes propiedades en los estados fronterizos, es una amenaza

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para el pueblo campesino, pues seguiría la misma política de Madero, con cuyas ideas está perfectamente identifi cado, con la diferencia única de que Madero era débil, en tanto que Carranza es hombre capaz de ejercer la más tremenda de las dictaduras, con lo que provocaría una for-midable revolución, más sangrienta quizá que las anteriores.

Por lo anterior verá usted que siendo la revolución del sur una revolución de ideales, y no de venganza ni de repre-salias, dicha revolución tiene contraído ante el país y ante el mundo civilizado, el formal compromiso de dar plenas ga-rantías antes y después del triunfo, a las vidas e intereses legítimos de nacionales y extranjeros, y así me comprazco [sic] en hacerlo a usted presente.

Esta larga exposición confi rmará a usted en su ilustrada opinión respecto del movimiento suriano, y convencerá a usted de que mi personalidad y la de los míos han sido villanamente calumniadas por la prensa vanal y corrompida de la ciudad de México.

Mejor que estos apuntes, ilustrarán a usted las informaciones que se sirvan proporcionarle los señores doctor Charles Jenkinson y Thomas W. Reilly, amables y visitantes de esta estado, a quienes hemos tenido la satisfacción de ofrecer vuestra modesta pero cordial hospitali-dad, y por cuyo bondadoso conducto en-vío a usted estas líneas.

Por mi parte sé decir a usted que comprendo y aprecio la noble y levantada política que, dentro de los límites del res-peto a la soberanía de cada entidad, ha tomado usted a su cargo en este hermoso y no siempre feliz Continente Americano. Puede usted creer que, mientras esa política respete la autonomía del pueblo mexicano para realizar sus ideales tal como él los entiende y los siente yo seré uno de los muchos simpatizadores con que usted cuenta en esta república her-mana, y no por cierto el menos adicto de sus servidores, que le reitera su particular aprecio.

El General.

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El presidente Felipe Calderón entregó el Premio de Fuentes y Documentos “Ma-nuel González Ramírez” 2008 –otorgado anualmente por el Consejo Técnico Con-sultivo del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM)– al Archivo General de la Na-ción, representado por su director gene-ral, Jorge Ruiz Dueñas.

En la ceremonia magna realizada el 20 de noviembre para conmemorar el 98 aniversario de la Revolución mexicana, el jefe del Ejecutivo también entregó los premios a la investigación histórica “Er-nesto de la Torre Villar” sobre la Inde-pendencia de México, a Carlos Herrejón Peredo; el de la Reforma y la República Liberal “Gastón García Cantú”, a Moisés González Navarro; el correspondiente a la Revolución Mexicana “Salvador Azuela”, a Arnaldo Córdova; el relativo al México Contemporáneo “Daniel Cosío Villegas” a Soledad Loaeza, y el de Memorias y Testimonios “José C. Valdés”, a José N. Iturriaga de la Fuente.

De acuerdo con el director general del INEHRM, José Manuel Villalpando César, el galardón que lleva el nombre del abogado, periodista e historiador Manuel González Ramírez, y se otorga desde 2004, se le acreditó en 2008 al AGN para “destacar la misión y trabajo cotidiano de instituciones como el Archivo General de la Nación, destinadas a preservar, custodiar y difun-dir el sustrato básico de la investigación, la consulta y el aprovechamiento de gru-pos documentales y colecciones básicas para el esclarecimiento y resolución de gestiones específi cas de los ciudadanos, así como para la investigación de proce-sos esenciales del pasado mexicano”.

EL PREMIO DE FUENTES Y DOCUMENTOS “MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ” 2008 PARA EL AGN

Publicaciones

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Desacatos. Revista de Antropología Social, núm. 28, septiembre-diciembre 2008, CIESAS/CLACSO

Esta revista de periodicidad cuatrimes-tral ofrece una serie de artículos en los muestra el campo de aplicación de las ciencias sociales y su complejidad. Desacatos consulta y publica también documentos y fotografías del acervo del Archivo General de la Nación. Por ejem-plo, en esta edición, el artículo de Claudia Paulina Machuca Chávez “ Al servicio de su majestad. Sentencias judiciales en la provincia de Colima en los albores del siglo XVII”, se ilustra con dos imágenes resguardadas en el AGN; la primera es un icono sobre los castigos que se infl igían durante la impartición de justicia, la se-gunda, es una ilustración de naipes.

Asociación Latinoamericana de ArchivosSeminario InternacionalDocumentos electrónicos. Estado de la cuestión, cd ALA, Montevideo, Argentina, 2006

Aquí se recogen las conclusiones de los especialistas de la Asociación Latinoame-ricana de Archivos (ALA) que participaron en las mesas de trabajo del seminario

P U B L I C A C I O N E S

Elvia Alaniz Ontiveros

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internacional. En la primera sesión, “Ha-cia el gobierno electrónico”, participaron Alfonso Díaz Rodríguez (España), Aman-da Barrera (Colombia) y Eliana González (Chile). La sesión denominada “La Re-gión. Sistemas de archivos” la integraron Jaime Antunes da Silva (Brasil), César Gutiérrez Muñoz (Perú) y Adriana Lis Casatti (Argentina). Antunes da Silva se-ñaló que “los archivos nacionales tienen un papel fundamental como instituciones máximas en sus países. Los archivos tie-nen una misión muy importante para los ciudadanos, los estudiantes, los investi-gadores y los órganos de la administra-ción. Si el archivo es frágil esto lleva a que parte del patrimonio se pierda porque no hay una atención. La visión moderna es que los archivos tienen que ser agen-tes de la modernización del Estado”. En la

sesión, “Experiencias de avanzada plani-fi cación”, Claudia Massot Lacombe (Bra-sil) y el Equipo de Mejora de Gestión de Uruguay, compartieron la integración de los archivos de Brasil al Proyecto Inter-PARES e indicaron cómo se han puesto en marcha equipos de mejora en Uruguay, para incrementar la efi ciencia de la ges-tión documental. En la sesión “Proyectos en marcha y planteos” se habló del “Sis-tema Provincial de Archivos de Santa Fé”, “Desarrollo e implementación de digitali-zación de acervos fotográfi cos” y “Digitali-zación de documentos, atesoramiento de instrumentos Banco de Córdoba”. Entre las conclusiones del seminario se desta-có que los archivos de los países del cono sur, excepto Brasil, aún se encuentran en fase de desarrollo. Hubo un repaso del proyecto InterPARES, en el que se destacó la metodología de trabajo, que da priori-dad a la capacitación para la difusión, la elaboración de glosarios, la construcción de planillas para el análisis diplomático y la formulación de criterios y estrategias para la preservación a largo plazo de los soportes electrónicos.

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Internacional Council on Archives, cd-ROM ICA, 2005-2006

Este cd rom incluye las revistas especia-lizadas: Comma, Studies, Flash y CITRA. Todas informan sobre ponencias y con-gresos, semblanzas, entrevistas, reseñas y artículos relacionados con la archivísti-ca mundial.

Comma reseña parte del 15 Congreso Internacional de Archivos. Los artículos de este volumen versan sobre la memo-ria, la conservación y la valoración. Tam-bién hay textos que examinan el papel de los archivos mundiales y las relaciones entre los profesionales de los archivos y la sociedad en general.

La revista de CITRA (Conferencia Inter-nacional de la Mesa Redonda de Archivos) analiza los benefi cios políticos y económi-

cos de una buena gestión de archivos en los sectores público, intergubernamental y privado. Subraya que las organizacio-nes deben integrar en sus programas de asistencia una cláusula sobre la buena gestión de los archivos y la necesidad de rendir cuentas para asegurar la efi cacia de sus programas; así como adoptar dis-posiciones legislativas para proteger la vida privada de los individuos.

De la revista Flash se incluyen edicio-nes que van de septiembre de 2003 a ju-lio de 2006. Entre sus secciones hay una agenda, biografías de personalidades mundiales que han sobresalido en el ám-bito archivístico y aquellas publicaciones de reciente aparición en el terreno de la archivística.

Estudies contiene los reportes del Comité de Archivos Electrónicos (Co-mittee on Electronic Records), donde se mencionan las medidas tomadas por el Consejo Internacional de Archivos: guías para el manejo de archivos electrónicos y sus programas. El comité fue establecido en 1993 para impulsar el estudio, la in-vestigación y promover el intercambio de experiencias referentes a la creación y el proceso de expedientes electrónicos.

Caleidoscopio

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ENERO

Joya

s del

mes

En esta misiva de sólo dos párrafos, Za-pata respondió a la carta que Villa le ha-bía dirigido el 27 de diciembre de 1914. El general del Ejército del Sur mostró a su colega, su satisfacción porque ambos compartieran sus ideales, pensamientos que, de llevarlos a la práctica, les permi-tirían que “algún día juntos salvaremos a las Nación”.El general sureño le confía a su homólogo

Carta de Emiliano Zapata a Francisco Villa, reiterándole su apoyo en todos los órdenes. Tlaltizapan, Morelos. 11 de enero de 1915

AGN, Colección de documentos donados por el ex presidente José López Portillo, caja única, exp. inc-81-01.

FEBRERO

En este documento el primer jefe del Ejér-cito Constitucionalista y Encargado del poder ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos, Don Venustiano Carranza, explica que siguiendo las instrucciones que marca el decreto de convocatoria del 19 de septiembre de 1916 expedido por la Primera Jefatura, el congreso consti-tuyente debía reunirse el 1º de diciembre

Borrador de decreto en que se reforma la Constitución de 1857, por la de 19l7, y contiene anotaciones de propia mano de Don Venustiano Carranza. 5 de febrero de 1917

del norte que en la próxima reunión podrá estrechar con afecto sincero la mano de un compañero de armas y de ideales.

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del mismo año para atender las modifi ca-ciones que el 14 de septiembre se reali-zaron con respecto al decreto publicado, el 12 de diciembre de 1914 en la ciudad de Veracruz, en el cual se adicionó el plan de Guadalupe que se fi rmara el 26 de marzo de 1913.

AGN, Incorporación AGN, caja única, foja 1

MARZO

Este documento argumenta sobre los 37 años que el pueblo sufrió la dictadura de Porfi rio Díaz y de cómo contemplaba indi-ferente, el aniquilamiento.

En este impreso dice que Francisco I. Madero “fue el primer presidente constitu-cional electo en sufragio popular”, dando el triunfo a la revolución, plasmó varias cuestiones entorno a su derogación de este. Además tacha a Pascual Orozco como traidor, acusa a todos los ambicio-sos que lucharon por ambición llevando al matadero a hombres útiles a la patria.

Finalmente hace un llamado al pueblo mexicano para que se organice en nom-bre de la patria y de los constituyentes

La Patria y siempre la Patria. Manifi esto del Club Femenil Antirreeleccionista “Hijas de la Revolución”. 7 de marzo de 1912

AGN, Colección revolución, caja 2, exp. 29, fojas 4

Dicho decreto tiene ha bien expedir la constitución política de los Estados Uni-dos Mexicanos, que realiza las reformas a la del 5 de febrero de 1857. Asimismo Carranza solicita se publiqué por bando solemne y pregón en toda la república para su debido cumplimiento.

caídos, para que juntos trabajen confor-me a la Ley (constitución de 1957) sin acudir a la violencia.

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Expo

sicio

nes

El AGN ha traspasado las puertas del antiguo Palacio de Lecumberri, permitiendo que miles de personas y estudiantes conozcan, mediante exposiciones documentales, el acervo que resguarda.

Durante 2008 se expusieron 42 muestras de documentos coloniales y de los siglos XIX y XX.

ESCUELA NACIONAL PREPARATORIA

L A S E X P O S I C I O N E S E X T R A M U R O S D E L A G N D U R A N T E 20 0 8

Al renovarse el convenio entre la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) y el AGN, para acercar a los jóvenes estudiantes a las fuentes de primera mano, se exhibieron en los nueve planteles preparatorianos las exposiciones siguientes:

Imágenes del pasado. Ciudad de MéxicoMarcas y patentesLa lucha se haceLos niños de la guerra. Una mirada a la memoriaMujeres del siglo XXEl séptimo arte en papel. Exposición de carteles del cine mexicano

Las constituciones de MéxicoFelipe Teixidor, el coleccionistaVenustiano Carranza: del ejército consti-tucionalista a la presidenciaEl Tribunal del Santo Ofi cio de la Inqui-siciónMovimiento Estudiantil de 1968Tierra y Libertad. Emiliano Zapata y el movimiento revolucionario

Así se logró que más de 80 mil alumnos reforzaran el aprendizaje en las aulas a través de fotografías, cartas, actas, tele-gramas, etc., que contienen las muestras documentales apreciadas durante 2008.

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M E T R O D E L A C I U D A D D E M É X I C O

“El Archivo General de la Nación viaja en el Metro” maravilló a millones de usua-rios de las estaciones: Tacubaya, Centro Médico, Zapata, Pantitlán, Candelaria, Barranca del Muerto, Salto del Agua, Ja-maica, Guerrero y Zaragoza. Se montaron 10 exposiciones que narran pasajes de la historia: la Conquista, el exilio español, la arquitectura colonial y porfi riana, etc. Du-rante 2008 se contabilizaron 11 millones de benefi ciados.

D E L E G A C I Ó N VE N U S T I A N O CA R R A N Z A

El continuo intercambio de actividades de carácter cultural dentro de la región donde se sitúa la sede del AGN, permitió llevar las exposiciones hasta las casas de cultura de la Delegación Venustiano Carranza, donde se conmemoraron varios festejos en 2008, como el 91 aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917. Asistieron a la explanada de esa jurisdicción más de 2,500 personas para apreciar la muestra Símbo-los Patrios. En el marco del 40 aniversario del movimiento estudiantil de 1968, se ex-hibió la exposición respectiva en la Casa de la Cultura Venustiano Carranza. Sin duda,

las exposiciones del AGN son ya del gusto de los vecinos de esa delegación, pues desde Tepito hasta el Peñón de los Baños, más de 5,000 personas las han apreciado.

O T R O S E S PA C I O S

La Universidad Autónoma Metropolitana solicitó en formato electrónico digital las fotografías incluidas en la muestra rela-cionada con el movimiento de 1968 para exhibirlas en la torre de rectoría de esa casa de estudios.

La megaofrenda tradicional de Ciu-dad Universitaria se valió de una serie de fotografías de los Hermanos Mayo, después de que la ENP realizara una ofrenda con personajes como Frida Kahlo, Elena Garro, José Revueltas, Julio Prieto, Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, Carlos Pellicer y Efraín Huerta entre otros de los personajes retratados por los céle-bres fotógrafos.

Conoce las exposiciones que recorrerán la cuidad de México a lo largo de 2009 en: www.agn.gob.mx Para más información, consulta: [email protected]

El Boletín del Archivo General de la Nación, núm. 23,6a. época, se terminó de imprimir en

noviembre de 2008 en IAG en Color S.A. de C.V.Se tiraron 1000 ejemplares.