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  • PROYECTO: ESTACIONAMIENTOS SUBTERRANEOS, PLAZA DE LA REPUBLICA, VALDIVIA REGIN DE LOS ROS.

    SONDEOS ARQUEOLGICOS

    ANTECEDENTES ARQUEOLGICOS DE LA CUIDAD DE VALDIVIA,

    REGIN DE LOS ROS. Natalia Padilla Moll1

    Archeos Chile, Consultores en Arqueologa Ltda

    INTRODUCCIN

    Los antecedentes arqueolgicos en el rea del proyecto, se enmarcan profundamente en los desarrollos culturales descritos para la Zona Centro sur de Chile, rea tambin categorizada por variados autores dentro de territorios ms generales, conocidos como Extremo Sur Andino o Patagonia Septentrional.

    En esta rea, las investigaciones arqueolgicas han permitido identificar una serie de desarrollos culturales que habran ocupado desde hace ms de 10 mil aos en el rea donde se ubica el denominado Bosque Templado Chileno, espacio caracterizado por la recurrencia de una serie de factores geomorfolgicos que confluyen en la determinacin de una amplia diversidad bitica, que se extiende actualmente entre el ro Maule y Magallanes, aproximadamente entre los 35 y 55 de latitud Sur (Armesto et al., 1994). Lo cierto es que hasta la fecha para el rea especfica en el que se enmarca el presente estudio, cuenca central de Valdivia, existen pocas investigaciones sistemticas que permitan conocer en profundidad el panorama cultural preciso que se desarroll en el rea desde tiempos prehispnicos hasta la colonizacin hispana, lo que contrasta con el claro nfasis que han adoptado las investigaciones prehistricas de la regin hacia el estudio del sector circumlacustre cordillerano, especficamente en la del zona del Calafqun..

    Para momentos histricos, la informacin existente proviene fundamentalmente de las fuentes escritas, otorgadas principalmente por los cronistas de la poca, en las que se describen los procesos y hechos ocurridos en la cuidad, as como tambin las relaciones entre indgenas y espaoles, sin embargo, el estado del conocimiento en trminos arqueolgicos se encuentran an en un nivel muy incipiente de la investigacin, existiendo algunos acercamientos como los desarrollados por Reyes (2004), Urbina et al (2012), Urbina y Adn. (2012), Mera et al (2010) y MOP (2013).

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    SONDEOS ARQUEOLGICOS

    En definitiva, parece importante relevar el desarrollo actual de proyectos Fondecyt, que se constituyen como fuente fundamental para la profundizacin en el estado del conocimiento en torno a la arqueologa regional del rea, como as tambin los estudio que han adoptado cada vez ms un nfasis en el recogimiento de informacin de colecciones provenientes de museos, tales como las desarrolladas en Museo Histrico de Valdivia y otros estudios realizados bajo el marco del Sistema de Evaluacin de Impacto Ambiental, que en su conjunto toman real importancia al momento de establecer una visin ms especfica del rea.

    GEOMORFOLOGA DE LA CUENCA DE VALDIVIA

    El sur de chile comprende un extenso territorio, que va desde el ro Itata por el norte, hasta el seno de Reloncav por el sur, pudindose distinguir al menos dos sectores, el primero, septentrional, ubicado entre el ro Itata y cordn transversal Mahuidanche, y otro meridional, el cual se localiza entre el cordn Mahuidanche y el seno de Reloncav. Este ltimo sector comprende los lagos Colico, Caburga, Villarrica, Calafqun, Panguipulli, Riihue, Ranco, Puyehue, Rupanco, Llanquihue y Todos los Santos. Todos ellos son de grandes dimensiones y alimentan con sus aguas las cuencas fluviales de los ros Toltn, Valdivia, Bueno, Maulln, Chamiza y Petrohue (Garca 2005).

    En el sector meridional, no solo existe un importante nmero de lagos, sino tambin de ros y esteros. El rio Valdivia, el cual discurre en sentido de este-oeste, alcanza una hoya de 9.902 km2 de superficie. Tiene sus nacientes en el territorio argentino (lago Lacar) y junto con sus afluentes, es casi exclusivamente de rgimen pluvioso, siendo las lluvias el factor ms importante para su caudal, ya que en el sector llegan a alcanzar hasta los 3000 mm promedio anual (Garca 2005). Entre sus numerosos afluentes cabe destacar el Calle Calle, proveniente del oriente, y el Cruces que desciende por el norte, ambos se unen a 15 kilmetros del mar conformando el ro Valdivia. En su curso adems desaguan los lagos Pirehuico, Panguipulli, Calafqun y Riihue. El ro Valdivia desemboca frente a la localidad de Corral, frente al Ocano Pacifico (Garca 2005).

    La geomorfologa del sector meridional, aparece representada por planicies litorales y la cordillera de la costa por el oeste, el valle longitudinal en el centro, y la cordillera de los Andes por el este. Segn algunos autores como Aldunate (1989), la costa de la zona meridional, se presenta de forma tan escarpada, que es poco apta para la ocupacin humana. Posee solo pequeas caletas accesibles nicamente por el mar, a excepcin de la baha de Valdivia, la cual se presenta de forma ancha y muy despejada. La zona costera de la cuenca de Valdivia comprende dos unidades geomorfolgicas relacionadas, la cordillera de la costa, compuesta por una serrana caracterizada principalmente por lomas suaves y mesetas, y la franja

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    continua de la costa que presenta bahas consideradas como ros interrumpidos por roqueros de difcil acceso, terrazas de cancahua a la altura de Valdivia y vegas hacia el sur. En la cuenca de Valdivia el relieve costero se ve interrumpido por el valle del ro homnimo (Subiabre y Rojas 1994, en Adn et al. 2007). En tanto la cordillera de la costa, surge al sur de Valdivia, en las localidades de Queule y Mehun. Dicha cordillera se presenta formada por un cordn relativamente estrecho, ya que la mayor parte de esta ha sido erosionada por agentes externos, tanto en las laderas que miran hacia el ocano Pacifico, como aquellas que lo hacen al valle longitudinal. De hecho, mucho de los sedimentos marinos se aprecian en pleno valle central, demostrando que el mar ha penetrado por estas regiones al interior de ste (Subiabre y Rojas 1994, en Adn et al. 2007).

    El sector medio de la cuenca se ha denominado depresin occidental o cuenca San Jose-Cruces, la que se encuentra limitada por relieves del complejo metamrfico de la cordillera Costera. Esta depresin se extiende desde Ciruelos por el E y Puringue por el NW, extendindose hasta el SE y SW por un descenso en altura que alcanza los 38 m en el ro San Jos y 8 m en la plaza de la ciudad de Valdivia, limitando definitivamente en la ribera N del ro Angachilla (Subiabre y Rojas 1994, en Adn et al. 2007).

    Por ltimo, la parte alta de la cuenca, en la cordillera de los Andes, est comprendida por los lagos Calafqun, Pullinque, Panguipulli y Riihue. Todos estos lugares han sido directamente afectados desde el Pleistoceno, por el avance y retroceso de los glaciares, as como por varios ciclos eruptivos volcnicos, que han cubierto con cenizas y piroclastos extensas zonas (Subiabre y Rojas 1994, en Garca 2005).

    PALEOAMBIENTE DE LA REGIN

    Durante el pleistoceno, enormes glaciares ocuparon gran parte de la superficie terrestre, cuatro de estos grandes periodos, alternados con periodos clidos llamados interglaciares, azotaron el planeta provocando grandes cambios (Cohn 1988). El ltimo periodo glacial, empez hace 60.000 mil aos. Se caracteriz por las bajas temperaturas, reduccin de vegetales y baja tambin el nivel del mar, ya que estos y otras masas de agua se transforman en hielo. La causa de dicho periodo se debe a que la tierra se aleja del sol, es decir, el extremo de la traslacin y los movimientos del eje de la tierra, adems del desplazamiento del cinturn de los vientos del oeste (Garca 2005). Por otro lado, el ltimo momento de avance glacial o mximo glacial, sucedi hacia los 30.000 aos A.P, con un pick en los 22.0000 aos A.P. El clima era mucho ms fro que el actual y se produjo el avance extremo de los glaciares, tanto as que los glaciares andinos alcanzaron la costa del pacifico desde Chilo hasta Cabo de Hornos, especficamente en la Cordillera

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    Andina hasta la latitud de Chile central descendiendo hasta el valle llegando, en la Regin de los Ros hasta los pies de la cordillera de la Costa (Garca 2005).

    La presencia de glaciares y sus efectos asociados, tales como escurrimientos superficiales, congelacin de suelos y erosin elica, afectaron gran parte del sur de Chile. En consecuencia, los bosques templados se restringieron a laderas protegidas de la Cordillera de la Costa. Se estima que estos procesos pueden haber reducido el rea del bosque templado a una tercera parte de su extensin preglacial. Esta rea o especie de refugio glacial correspondera a la regin donde hoy se encuentra la mayor diversidad de tipos de bosques. El rea de refugio ms importante se encuentra en la Cordillera de Nahuelbuta y sectores costeros, entre los 37 - 39S. (Armesto et al. 1994). En este sentido, los estudios en torno a la configuracin del actual Bosque Templado, evidencian un largo proceso de transformaciones que habra experimentado el territorio desde el pleistoceno y durante el holoceno, perodos caracterizados por la recurrencia de constantes oscilaciones climticas, asociados al derretimiento de hielos y una serie de erupciones volcnicas, que habran ido transformando el paisaje, resultando hace alrededor de 3.000 aos AP. en su configuracin actual, asociado a un paulatino proceso de aumento de las lluvias hasta sus niveles modernos, el establecimiento de las condiciones climticas actuales y el consecuente desarrollo de la vegetacin caracterstica del rea (Villagrn 1991; Solari y Lehnebach 2004).

    En definitiva el paisaje del bosque Templado chileno, se encuentra determinado por una serie de factores que inciden en su estructuracin, entre las que destacan condiciones climticas que le otorgan una humedad relativa cercana al 90% y temperaturas medias anuales entre los 11 a 12 C (Hoffman 2005), sumado a diversas y complejas formaciones geomorfolgicas, delimitadas en franjas longitudinales que otorgan al espacio un relieve de carcter dinmico que determinan y configuran los distintos paisajes del rea de acuerdo a los factores de temperatura y humedad, la latitud y altitud manifestada en los distintos pisos geogrficos de la regin, habran posibilitado la extensin de una serie de regiones vegetales (Quintanilla 1974; Adn y Mera 1996).

    En este sentido y ms all de los recursos meramente forestales, los bosques se conforman como ecosistemas en los que se integra una importante variedad de componentes, que constituyen la biodiversidad de la regin y que se establecen en asociacin directa a una serie de procesos biofsicos, que permiten que estos espacios se constituyan como el hbitat de formas de vida que conviven e interactan entre s (Barrientos 2013). As, en el marco de los bosques templados, se desarrollan permanentes flujos de nutrientes producto de las interacciones efectuadas entre las distintas comunidades biticas terrestres que habitan el rea, y de la misma forma los aspectos sociales y econmicos relevantes del medio en que se desarrollan (Garca y Ormazabal 2008).

    De acuerdo a esto las poblaciones humanas que habitaron la regin desde tiempos tempranos, habran interactuado con una importante biodiversidad, hacindose parte

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    necesariamente del ecosistema boscoso, y estableciendo una dinmica de interaccin ligada a la construccin de una serie de conocimientos manifestados en distintos aspectos de la cultura (Barrientos 2013).

    PRIMERAS OCUPACIONES: PALEOINDIO Y HOLOCENO TEMPRANO Los antecedentes arqueolgicos ms tempranos documentados en la regin, se remiten a finales del Pleistoceno y a principios del Holoceno, momento en que algunos grupos de cazadores recolectores ya haban domesticado su medio ambiente local (Dillehay 2004), tal como ha sido evidenciado en el sitio Monte Verde II, ubicado a 30 kilmetros de Puerto Montt, en las bases del arroyo Chinchihuapi, un pequeo curso de agua del ro Maullin, donde se evidencia una intensa ocupacin de grupos cazadores-recolectores tempranos que ejercieron un profundo manejo de los recursos del medio hace 12.500 aos (Dillehay 2004).

    Esto se ve manifestado en el contexto arqueolgico del sitio a partir de evidencias que atestiguan sobre la caza y consumo de fauna extinta y moderna, entre las que destacan especies como Mastodonte (Cuvieronus sensu), Paleolama y pequeos animales, pjaros y anfibios adems de moluscos de agua dulce (Diplodon sp). As tambin se documenta una intensa utilizacin de los recursos vegtales, manifestado por un abundante registro botnico compuesto de alrededor de 73 taxones vegetales, correspondientes a maderas usadas para la construccin y lea, adems de frutos, semillas y hojas con propiedades alimenticias y medicinales (Dillehay 2004).

    El carcter de este tipo de evidencias sugieren que estas poblaciones habran priorizado por la seleccin cultural de aquellas especies de ms alto rendimiento para las necesidades del hombre, tales como resistencia, flexibilidad y dureza para la confeccin de viviendas, armas y otros instrumentos, adems de energa calrica para el fuego y otras cualidades fsicas de stas (Ocampo y Rivas, 2004: 319). En relacin al conjunto ltico del sitio MVII, Collins en 1997 analiz 692 lticos, entre los cuales la mayora estn compuestos por formas seminaturales de cantos rodados y pequeos guijarros de origen gneo metamrfico. Noventa de stos, corresponden a los resultados de la modificacin artificial, de los se pueden distinguir artefactos lticos tallados como bifaces (dos puntas de proyectil), lascas con muescas, chopper y piezas modeladas por la accin de golpeteo, picoteo, molienda y pulimento, adems de piedras con los bordes golpeteados, esferoides pulidos, manos y una categora residual donde se incluyen lascas con terminaciones producidas por factura trmica (Dillehay 2004). El otro grupo incluye piedras modeladas por procesos naturales, entre ellos, lticos golpeteados unifaciales, discos tubulares, cantos angulares, piedras con cara de ngulo rectos, adems de manos, percutores, bolas, lticos subesferoidales y una serie de lticos miscelneos. La mayor parte de dichas piezas fueron elaboradas sobre materias primas

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    locales, disponibles en la gravilla del antiguo lecho del riachuelo Chinchihuapi. Por otro lado, se observa una conducta de conservar herramientas como bifaces y perforadores, especficamente en tres fragmentos de puntas de proyectil, los cuales se siguen utilizando incluso despus de haber sido fracturados (Dillehay 2004). Dichos artefactos fueron utilizados para procesar y descarnar animales, mediante acciones de raspado o aplanamiento de materiales blandos a medianamente duros, es decir, vegetales o algn tipo de cuero, huesos frescos, maderas y carne. Sin embargo, la mayor utilizacin de artefactos lticos segn Dillehay (2004), ha sido principalmente enfocada al procesamiento de plantas y maderas, sugiriendo una correlacin entre la accin predominante y la tecnologa expeditiva. A lo anterior se suman las evidencias arqueolgicas de artefactos de madereros y restos arquitectnicos, los cuales otorgan elementos son claros y directos que sugieren el profundo desarrollo tecnolgico asociado al procesamiento de recursos madereros. Existen abundantes ejemplos que demuestran que la madera fue seleccionada y utilizada en acciones de descortezar y tambin como partes arquitectnicas. La presencia de vigas forman espacios domsticos rectangulares que constituyen una carpa elongada y oval tipo toldo que no puede ser explicada por ningn proceso natural. Es ms, hay diferentes ejemplos de postes de distintas especies de madera (Maqui, Luma, Mao, Tepa, Coihue y Alerce), los cuales fueron atados con cordeles y tiras de junco.

    De esta forma el conjunto de elementos evidenciados en el sitio Monte Verde, se constituye como evidencias del intenso manejo que ejercieron estas poblaciones tempranas sobre el ambiente boscoso en el que habitaron, configurndose adems como los primeros indicios de la adaptacin en tiempos prehispnicos en la regin centro sur de Chile.

    Otro antecedente relevante y a su vez reciente que se suma al conocimiento de la prehistoria regional entre finales del Pleistoceno y el Holoceno Temprano, lo configura el sitio arqueolgico y paleontolgico, denominado Pilauco, ubicado a orillas del ro Damas, en lo que hoy se conoce como Villa Los Notros, en el sector oriente de Osorno, a solo 100 kilmetros al norte de MV. Dicho sitio se encuentra actualmente en proceso de investigacin, sin embargo los estudios preliminares desarrollados en el yacimiento dan cuenta de fechas entre los 11.004 y 12.540 aos A.P., y al igual que Monte Verde II, el estrato ocupacional fue sellado por dos secuencias de turbas, asociando elementos culturales y presencia de fauna extinta, configurada fundamentalmente de restos de Gonfoterio asociados a restos de fauna moderna tales como quidos, camlidos y crvidos.

    Hasta ahora, la identificacin de piezas lticas intencionalmente modificadas en Pilauco, ha permitido el aislamiento de un pequeo universo de 101 piezas. Estos son representados por basalto de grano fino y ncleos de obsidiana, artefactos para raspar y cortar elaborados sobre basalto, cuarcitas y obsidiana, adems de elementos con ajuste marginal unifacial, y desechos de talla (Pino et al. 2013).

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    Algunos indicadores en los artefactos lticos, evidencian un aprovechamiento mximo de las materias primas locales (guijarros del antiguo rio Damas y obsidiana de afloramientos volcnicos en colinas cercanas). Del mismo modo, los ngulos, el tipo de borde y la modificacin de ste, sugieren de forma preliminar y mediante un anlisis macroscpico, que los instrumentos sirvieron para las acciones de raspar, cortar y perforar, evidenciando principalmente actividades de reduccin de los recursos faunsticos presentes en el rea (Pino et al. 2013).

    El conjunto ltico del sitio Pilauco, segn los autores, indicara una utilizacin de estrategia oportunista en cuanto a su elaboracin y uso. Las evidencias culturales presentadas en este estudio inicial, muestran un grupo de cazadores-recolectores generalizados utilizando estrategias de ahorro de energa para el suministro de los recursos lticos. Esto parece estar relacionado con las condiciones estratgicas de alta diversidad de recursos, especialmente para grupos con una movilidad alta o media.

    Para momentos posteriores de la prehistoria regional, especficamente durante el Holoceno Temprano, los antecedentes arqueolgicos para esta zona se caracterizara por una recurrente ocupacin de espacios boscosos-lacustres, a travs de estrategias de alta movilidad, la que permiti un acabado conocimiento de dichos espacios y sobre la explotacin de diferentes recursos basado fundamentalmente en el consumo de mamferos de pequeo y mediano tamao, moluscos dulceacucolas y productos vegetales (Adn et al. 2004; Garca 2005; Adn et al. 2006). Dichos recursos estaran siendo explotados por medio de tecnologas, si bien poco especficas y formatizadas, altamente eficientes (Cordero 2008). Esta situacin, ha llevado a los investigadores a proponer la existencia de una Tradicin Arqueolgica de Bosques Templados en la regin lacustre precordillerana del Calafqun (Adn y Alvarado 1999; Alvarado 2000; Adn et al. 2001; Adn et al. 2006; Adn y Mera 2004; Adn et al. 2010), que se caracterizara por un modo de habitar el bosque que manifiesta una continuidad en el tiempo, abarcando desde el periodo arcaico hasta el alfarero, expresado en el desarrollo de estrategias conductuales especficas para estos ambientes (Adn et al. 2007).

    Esta situacin se ve reflejada en el sitio Marifilo 1, correspondiente a un alero establecido dentro de un afloramiento de basalto emplazado en la terraza lacustre septentrional del lago Calafqun, en la localidad de Pocura, comuna de Panguipulli (Adn et al. 2004). El sitio con una superficie excavada aproximadamente de 8m2, presenta un deposito que se caracteriza por la presencia de una serie de conchales superpuestos, principalmente compuestos por valvas de Diplodon sp. y Chilina, e intercalado por una secuencia de fogones. Asimismo, el sitio evidencia seis estratos en un depsito de 210 centmetros de profundidad, demostrando una larga secuencia ocupacional, con fechas que varan entre los 10.190 A.P. y el 1.410 d.C. (Solari et al. 2004), es decir, desde el Arcaico o Holoceno Temprano, hasta ocupaciones alfareras tardas.

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    Dentro del registro arqueofaunstico de Marifilo 1, se observa en el depsito que el mayor ingreso de restos seos corresponden a especies de bajo valor de biomasa como lo es el pud, el zorro chilla, mustlidos, flidos, aves medianas y aves pequeas propias del bosque. Por otro lado, la incorporacin del huemul implicara el ingreso de un recurso ms rentable en trminos crneos (Velsquez y Adn 2002). Para la mayora de estas especies, se sugiere su captura a travs de trampas, lo que se relacionara directamente con el conjunto ltico, que solo demuestra un mnimo porcentaje de piezas formatizadas.

    La presencia de cuatro punzones, una esptula-punzn, y un artefacto de funcionalidad indeterminada, recuperados en los niveles del Holoceno Temprano, sugiere una importante industria sea por parte de las poblaciones, que poseen un amplio conocimiento de las propiedades biomecnicas de ciertas piezas para la fabricacin de su instrumental (Velsquez y Adn 2002). Por su parte los anlisis carpolgicos y antracolgicos de los restos arqueobotnicos recuperados del sitio, han permitido reconocer a lo largo de sus ocupaciones, una variacin entre las taxas identificadas a partir de macrorrestos de origen carpolgico y antracolgicos, lo que estara indicando un uso diferencial de las especies vegetales que fueron empleadas en actividades dismiles.

    Los restos carpolgicos, reflejan una recurrencia de determinadas frutas y frutos secos disponibles en estos bosques, que seran recolectados principalmente en las pocas de verano y otoo, lo que ha permitido plantear la existencia de un intensivo uso de los recursos vegetales del medio boscoso, reafirmando la idea de la recoleccin como fuente fundamental para la subsistencia de estos grupos en el sector lacustre cordillerano (Lehnebach et al., 2007). En tanto al conjunto ltico del sitio, no existen evidencias de elementos bifaciales, solo se registraron 33 derivados de ncleo, principalmente lascas, sin modificaciones segundarias e intencionales que evidencia un nfasis claro en el trabajo en madera, reconocible a partir de huellas de desgaste que sugieren un uso dirigido fundamentalmente a actividades de corte y raspado sobre recursos leosos (Adn et al., 2001, Cordero, 2009; Adn y Mera, 2011). El nico elemento formatizado, es un guijarro ovoidal con aparentes huellas de uso en una de sus caras, lo que sugiere la actividad de molienda o algn tipo de instrumento abrasivo como lo podra ser un sobador (Jackson y Garca 2005).

    En relacin a la materia prima utilizada para la fabricacin del conjunto, se debe nicamente a basalto columnar de grano grueso de mediana a mala calidad, obtenido localmente, desde el afloramiento rocoso que forma parte del propio alero (Jackson y Garca 2005).

    El conjunto ltico de los niveles tempranos, segn Jackson y Garca (2005) atestiguan una estrategia tecnolgica oportunista, en donde los recursos lticos que son utilizados se encuentran inmediatamente cercanos a las areas de actividad, sin ser necesariamente los de

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    mayor calidad, y frecuentemente se relacionan con escasa inversin de energa en su elaboracin.

    El sitio Marifilo I, demostrara, que se tararan de poblaciones adaptadas y especializadas a los sistemas lacustres araucanos, ms que cazadores especializados de la costa y el valle ocupando ambientes precordilerranos (Velsquez y Adn 2002: 554), desarrollndose estos sistemas de subsistencia por ms de 8.000 aos. De otro modo, Garca y Jackson (2005) se refiere a que las ocupaciones tempranas de Marifilo 1, son efmeras y tratan de un nico registro temprano para el rea, correspondiendo un campamento de tarea orientado al aprovechamiento de la recoleccin de moluscos dulceacucolas (Diplodon sp.), caza de mamferos (Pudu pudu) y recoleccin de vegetales por medio de una estrategia oportunista. Demostrando una larga secuencia ocupacional sin cambios significativos, utilizando estrategias de amplio espectro y aprovechando recursos de tipo lacustres y boscosos prximos al sitio.

    Otro contexto arqueolgico importante de relevar para este periodo, lo constituye el sitio Pucn IV, el cual en los niveles de depositacin acermicos y en el depsito en general, presenta escaso material ltico, destacndose algunos ncleos, lascas secundarias, pulidores y un probable metate (Adn et al. 2004).

    El anlisis del conjunto ltico de Pucn VI, permiti inferir segn Adn et al. (2004) actividades relacionadas principalmente con el uso sobre materiales blandos como vegetales y madera. En cuanto al material faunstico, se identificaron restos malacolgicos como Diplodon sp. y Chilina que tienden a desaparecer en los niveles inferiores del depsito. Se destaca la presencia de un fragmento proveniente del Pacifico Concholepas choncholepas, lo que avala la idea de circuitos de movilidad ms amplios, conectando el litoral y la precordillera. Tambin se registr Pudu pudu, un carnvoro pequeo no identificado, zorro y una vrtebra de pez lacustre, adems de la presencia del marsupial identificado como monito del monte (Dromiciops australis). A diferencia de Marifilo I, no se registraron instrumentos elaborados sobre restos seos (Adn et al. 2004).

    Es as como las ocupaciones correspondientes a momentos tempranos evidencian que los grupos humanos que habitaron la regin Centro Sur manejaron a cabalidad los recursos presentes en el medio donde se desenvolvieron. Asimismo, es relevante mencionar que las primeras ocupaciones del rea estn asociadas a la cercana a bloques de bosques y abrigos rocosos debido a la diversidad de recursos y proteccin que stos brindaban dentro de un clima frio y hostil (caracterstico del Plesistoceno/Holoceno Temprano)

    Los cuatro sitios arqueolgicos mencionados con anterioridad, se ubican sobre terrazas fluviales o lacustres y se encuentran cercanos a bloques de bosques, en donde los grupos humanos explotaron recursos faunsticos, vegetales y combustibles presente. La tecnolgica ltica de los sitios, se caracterizaba por poseer estrategias expeditivas y oportunistas. Los conjuntos se elaboraban sobre materias primas locales y estaban orientados tanto al faenamiento de animales menores (como el pud) como al trabajo en madera y al

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    procesamiento de recursos vegetales. Por ltimo, las ocupaciones de este periodo se caracterizan por la amplia movilidad de los grupos, los que conectaron sectores precordilleranos y costeros mediante la explotacin de distintos recursos.

    Si bien ninguno de estos sitios se encuentra prximo al rea especfica de estudio (cuidad de Valdivia) es importante tomarlos en consideracin a modo de comprender de mejor forma la arqueologa regional de la zona Centro Sur de Chile.

    DOS MODOS DE SUBSISTENCIA: HOLOCENO MEDIO Y TARDO Segn Aldunate (1997) los grupos humanos que habitaron la zona en cuestin hace cinco mil aos se distinguan por modos de vida diferentes. Es as como el autor seala dos tradiciones de cazadores. La primera, orientada a la ocupacin del valle central por grupos que cazaban guanacos y recolectaban productos del bosque, y la segunda para sitios ubicado en la costa, en donde se han encontrado indicios de grupos, que a juzgar por los restos encontrados en fogones pequeos, cazaban aves, lobos marinos, pescaban con redes y recolectaban mariscos, adems de aprovechaban los recursos del bosque aledao. Los antecedentes atribuibles a poblaciones cazadoras recolectoras portadoras de una tradicin interior durante el Holoceno medio y tardo, si bien hasta el momento se encuentran en un estado muy incipiente de la investigacin, especialmente para la ocupacin del valle, se conocen los aleros Quillen-1 y Quino-1. El primero, ubicado al oeste de la ciudad de Lautaro, Regin de la Araucana. Presenta una ocupacin temprana datada en 4.675105 a.p. (Beta 4710) corresponde al nivel acermico con predominancia de la industria ltica tallada, fundamentalmente compuesta de puntas pedunculadas y escasos restos de molienda, que coinciden con el periodo arcaico, definido por Dillehay (Valds et al. 1982).

    En el mismo sitio, se define un segundo momento ocupacional datado en 2.030 70 a.p. (Beta 4709), donde se reconoce un contexto de caza y recoleccin, con un aumento de las manos de moler y la aparicin de puntas de proyectil triangulares de base recta o cncava y algunas foliceas (Adn et al 2004).

    Para la segunda tradicin referida por Aldunate (1997) como una adaptacin al medioambiente costero, se evidencia en el sitio Chan Chan 18, ubicado al sur del tmbolo Huezhui, en la zona litoral de Valdivia y a 40 kilmetros al NO de dicha ciudad. El sitio data entre los 6.420 y 5.730 aos A.P. y tiene una extensin aproximada de 4 h, con un deposito arqueolgico que tiene una profundidad que vara entre los 60 cm y 2 m desde el nivel superficial (Navarro 2004).

    Segn Navarro (2004) sus pobladores aprovechaban todo tipo de recursos del ecosistema marino como del bosque siempreverde vecino (Olivillo, Temu y Pitra). Entre stos destacan

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    SONDEOS ARQUEOLGICOS

    las numerosas aves marinas y la avifauna del humedal contiguo (laguna hoy prcticamente desaparecida), adems de pud, zorros y coipos del bosque. Pescaban con redes peces de orilla, sin embargo, hay de especies representadas que pudieron ser extradas en determinadas temporadas, cuando los cardmenes se acercan a la costa, o fueron extradas mediante estrategias de pesca con canoas (Navarro 2004:78). Tambin se registra la presencia de lobos marinos, cetceos como delfines y ballenas. Es importante mencionar que dentro de conjunto ltico del sitio, priman las puntas lanceoladas, adems de cuchillos raederas y raspadores que se asocian directamente con restos seos de mamferos marinos y al destazamiento de stos (Navarro 2004).

    Tal como lo expresan Pino y Navarro (2005) en el sitio se manifiestan dos fases de ocupacin Arcaica o del Holoceno Medio, incluyendo la ms temprana una actividad de funebria (individuo masculino adulto, sepultado en posicin decbito lateral sobre un piso de cenizas, asociado a puntas lanceoladas y un raspador de basalto, pigmento rojo y tres fogones; datado en 5.820 aos A.P.) relacionada a la misma localidad residencial. Igualmente, la disposicin de los restos lticos, adems de la abundancia y cantidad de restos arqueofaunsticos de Chan-Chan 18, demuestra que se trata de un sitio complejo de ocupacin permanente (Pino y Navarro 2005). Posiblemente la alta disponibilidad de biodiversidad y facilidad de acceso durante todo el ao prcticamente a la mayora de los recursos alimentarios, (Navarro 2004) habra permitido ocupaciones prolongadas y por ende las primeras experiencias tempranas de territorialidad. Segn Pino y Navarro (2005) el sitio representa la mayor diversidad de reas de actividad hasta ahora reunidas en un yacimiento arqueolgico arcaico para el rea del sur de Chile. Es decir, estrategias econmicas mixtas, acentuadas en la recoleccin y en la caza de mamferos marinos, fue permitiendo a estos grupos cierta regularidad en la movilidad dentro de un territorio. Esta movilidad es ejemplificada mediante la utilizacin de recursos lticos alctonos como lo es la utilizacin de la obsidiana gris proveniente del volcn Chaitn, a unos 400 km al sur de las costas de Chan-Chan.

    Igualmente el uso recurrente durante todo el ao de los diversos microambientes cercanos al mar y relacionados con recursos del bosque costero fue facilitado debido a que los recursos provenientes del mar poseen una localizacin definida y no tienen carcter estacional (Navarro y Pino 1993, en Pino y Navarro 2005).

    Otros sitios que evidencian la explotacin de recursos costeros, si bien se encuentran en el sector ms austral de la zona Centro Sur de Chile, a unos 200 kilmetros al SE de la cuidad de Valdivia, revelan un contexto arqueolgico similar al de Chan Chan 18 y son adscribidles a la segunda tradicin definida por Aldunate. Dichos sitios se registran entre Quillaipe y caleta La Arena, localizados en el borde costero al NE del Seno de Reloncav (Ciprs consultores 2005).

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    Estos sitios trabajados se han denominado PM005, PM009 y PM012, y corresponderan a ocupaciones de grupos cazadores-pescadores-recolectores que se asentaron en la zona a partir del Holoceno Medio (Ciprs consultores 2005).

    Especficamente, el sitio arqueolgico PM009 Centro de Acuicultura Metri, emplazado en la localidad de Metri, Puerto Montt, corresponde a un extenso conchal de forma monticular ubicado en la primera y segunda terraza marina, fechado en 5.538 y 5.576 A.P. A pesar de que su rea central y de mayor densidad fue destruida por la construccin de la carretera Austral y la instalacin del Centro de Acuicultura de la Universidad de Los Lagos, se estima una superficie de 7.922 m con 145 m. en sentido E-O y 70 m. en sentido N-S. Las excavaciones del sitio cubrieron un rea de 39,25 m y permitieron inferir que el sitio fue ocupado por poblaciones con una tradicin canoera comn de cazadores-recolectores-martimos (Ciprs consultores 2005). Del mismo modo, dentro de las investigaciones realizadas en el seno de Reloncav, se encuentra el sitio arqueolgico 10PM014 Monumento Nacional Conchal Piedra Azul, localizado sobre la costa del seno de Reloncav, baha de Chamiza, Puerto Montt. ste corresponde a un yacimiento de forma monticular, compuesto por un conjunto de conchales superpuestos, con dimensiones observadas de 73,76 m de largo en el eje N/S, 40 m de ancho en el eje E/W (Gaete et al. 2004: 333).

    Segn Gaete et al. (2004) los habitantes de Piedra Azul corresponden a grupos humanos pertenecientes a una tradicin de canoeros cazadores-pescadores-recolectores, los cuales alrededor de los 6.000 aos A.P. (Gaete et al. 2001), habran formado un campamento base como resultado de una estrategia de uso y explotacin del espacio y de los recursos que ofreca el medio ambiente en el rea del Seno de Reloncav (Gaete et al. 2004: 338). Lo anterior, queda demostrado mediante el contexto arqueolgico del sitio, el cual revela una industria diseada para la explotacin de estos recursos, adems del consumo de variadas especies provenientes del litoral.

    Los artefactos presenten en el conjunto ltico (arpones, lanzas y puntas foliceas) indican tareas de caza y faenamiento de mamferos marinos como lobos y cetceos, los que fueron cercenados en el lugar de matanza y posteriormente llevados al sitio de asentamiento (Gaete et al. 2004).

    Igualmente, el contexto del sitio evidencia el consumo de seis grupos taxonmicos de peces (Jurel, Merluza, Robalo, Sierra, Pejegallo y una especie del grupo de los tiburones) adems de variadas especies de moluscos (caracol piquilhue, almejas, tacas, navajuelas, ostras, cholgas, choritos y choro zapato entre otros) (Gaete et al. 2004).

    En cuanto a los artefactos elaborados sobre restos seos, se destaca la presencia de arpones sobre hueso de mamfero marino, presentando la particularidad de ser multidentados, en uno o ambos lados, siendo adems de gran tamao (50 cm). Se evidencian tambin dientes

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    de lobo marino, que son utilizados como cuentas de collar o partes de pendientes (Gaete et al. 2004).

    Es relevante mencionar, que en los restos seo humanos recuperados dentro del sitio, se identificaron fuertes inserciones musculares, en donde los individuos sometan su cuerpo a un estrs rutinario que implicaba recorrer distancias importantes y/o desplazarse en terrenos irregulares, recurriendo sistemticamente a la posicin en cuclillas para sentarse sobre los talones descansar (Gaete et al. 2004:344), adems de otras evidencias que indican la accin de recolectar y transportar recursos alimenticios, utilizando probablemente redes o impulsando embarcaciones. Asimismo, mujeres y nios (sin identificacin de sexo) presentan osteoma auditivo, sealando la prctica de buceo (Gaete et al. 2004). Los restos seos recuperados en contextos funerarios, corresponden exclusivamente a infantes neonatos, los cuales se encontraban enfardados, hiperflectados y de cubito lateral derecho. Estos entierros se asocian a eventos de quema y presencia de ocre rojo, adems de ajuares en la regin del crneo. Es as como los sitios anteriormente mencionados, se encuentran en la zona de contacto entre el bosque siempre verde y las planicies costeras, sin embargo, las poblaciones demuestran mediante sus contextos un mayor nfasis en la caza y recoleccin de recursos proporcionados por el mar. Asimismo, los sitios revelan una ocupacin permanente en zonas costeras evidenciada por la explotacin de recursos estacionales y los contextos de funebria. En relacin a estos ltimos, es importante destacar que tanto Chan Chan 18 como Piedra Azul, revelan un mismo patrn de entierro.

    Es necesario entonces advertir que la adaptacin especializada a ambientes martimos se entiende no solo como el aprovechamiento de recursos alimenticios, sino tambin por la creacin de medios instrumentales diseados en funcin especfica de esos recursos, aumentando as la eficacia de su explotacin. Asimismo, el uso intensivo de materias primas que se encuentran en ambientes martimos, sera otro indicador de adaptacin especializada. Por otro lado, la sola composicin de los restos arqueofaunsticos no es suficiente como indicador de especializacin, ya que pueden existir conjuntos que muestren el predominio de cierto taxn, debido a razones estacionales, a la funcionalidad del asentamiento o por motivos tafonmicos. Si es que los criterios anteriormente mencionados no se cumplen, el modo de vida sera simplemente una manifestacin ms de una adaptacin generalizada, y no podra ser llamada adaptacin litoral o martima (Orquera y Piana 2005).

    Por ltimo, Rivas y Ocampo (2006) se refieren a que existen dos situaciones de marcado contraste entre el Holoceno Medio y Holoceno Tardo, asociadas al cambio de estrategias adaptativas de las poblaciones humanas que habitan el litoral septentrional dentro del bosque templado hmedo.

    Durante el Holoceno Medio se evidencia una movilidad logstica, ms restringida y con un patrn de desplazamientos cclicos en funcin de la disponibilidad ambiental de estos

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    ecosistemas tipo mosaicos de recursos diversificados (Rivas y Ocampo 2006:6). Estos grupos se relacionaran con una caza, pesca y recoleccin especializada del hbitat litoral boscoso y una organizacin en torno a campamentos preferenciales, recurrentes y multifuncionales rodeados por sitios menores de tareas especificas entre los que ocurrira la movilidad cotidiana. Asimismo, existiran otros circuitos mayores destinados a la obtencin de recursos ms especializados como la obsidiana y la madera (Rivas y Ocampo 2006) Para el Holoceno Tardo se destaca un mayor conocimiento de la regin, con poblaciones ms numerosas, de movilidad acentuada y de tipo residencial, en donde se estaran utilizando una estrategia de obtencin de recursos ms forrajera, asociada a una intensificacin en la explotacin de recursos, de carcter ms diversificada, menos especializada y con una tecnologa de carcter ms expeditiva.

    ALFARERO TEMPRANO: COMPLEJO PITRN El Complejo Pitrn hasta el momento, ha sido definido como la primera ocupacin alfarera de la Araucana o regin centro sur de Chile. Las primeras referencias al respecto fueron otorgadas por O. Menghin (1962), quien denomina Pitrense a los hallazgos que asigna al perodo Paleoaraucano ubicado tentativamente entre el 1.000 y 1.400 d.C., evidenciado en el sitio Pitrn (en sector del Calafqun). Dichos hallazgos compartiran caractersticas estilsticas con algunas evidencias provenientes del sector de lago Rupanco, lago Riihue y Temuco.

    Aos ms tarde, con el surgimiento de nuevos hallazgos en la regin (Berdichewsky y Calvo 1972-1973; Hajduk 1978; Gordon 1984), las evidencias atribuibles a Pitrn se fueron ampliando en su distribucin espacial y temporal, abarcando toda la regin de la Araucana, parte de la regin de Los Ros (hasta Ro Bueno) y la provincia de Neuqun, por el sector oriental de los Andes (Adn y Mera 1996; Adn y Reyes 2000; Mera 2000), con fechas que datan entre los aos 375 y 1.000 d.C. mientras que, en sectores insulares y lacustres cordilleranos, han sido evidenciados contextos de este complejo con fechas ms tardas, cercanas a los aos 1.200 y 1.400 d.C. (Prez y Reyes 2009).

    Es importante mencionar que las primeras referencias del Complejo, se relacionan principalmente con la alfarera que estos grupos desarrollaron. Las primeras referencias al respecto son las entregadas por Osvaldo O. Menghin quien plantea que se trata de un estilo cermico bastante evolucionado, aunque con ciertos rasgos arcaicos (Menghin 1962:28), destacando la homogeneidad de la pasta, su buena coccin manifestada en su dureza y una amplia variedad de formas que en definitiva entregaron elementos fundamentales para la definicin de este complejo. Amrico Gordon (1984), a partir de los trabajos en el sitio Huimpil, describe los conjuntos cermicos evidenciados en el contexto, identificando 8 tipos alfareros, los que presentaran

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    importantes similitudes morfolgicas con la alfarera Pitrense, atribuyendo as el conjunto alfarero Huimpil a la tradicin alfarera Pitrn.

    Posteriormente Aldunate, define este complejo alfarero cermico a partir de la presencia de categoras morfolgicas tales como jarros asimtricos con decoraciones modeladas fitomorfas, zoomorfas o antropomorfas; jarros simtricos esfricos principalmente de cuello cilndrico y recto y jarros con asa mango. Sealando adems, el detalle de las incisiones en el punto de inflexin o ngulo cuello-cuerpo, el asa diagnstica bajo el labio y la decoracin en negro con motivos de puntos y lneas en sentido vertical sobre pintura roja (Aldunate 1989).

    Los estudios de mayor sistematicidad, comenzaron a desarrollarse a mediados de la dcada del 90, en el marco del Proyecto FONDECYT 19950823. A partir del cual se profundiz en el desarrollo de una tipologa de la alfarera Pitrn, ordenando espacial y cronolgicamente la distribucin de este complejo (Adn y Mera 1996; Adn y Mera 1997; Tabla 1, 2 y 3). Producto de estos trabajos, los investigadores identificaron 25 tipos cermicos de acuerdo a las categoras morfolgicas formales, distinguiendo entre stos una amplia variedad de decorados, destacando la decoracin negativa negro sobre rojo y una serie de modelados figurativos.

    Por otro lado, la alfarera Pitrn ha sido definida por sus caractersticas formales y decorativas, las que se presentan en sus variedades moncromas, decoracin negativa y su amplia variedad de decorados por modelado. Lo anterior, ha permitido reconocer a Pitrn como un complejo cultural, destacndose adems su estrecha vinculacin con el medio boscoso en el que se desenvuelven. Este aspecto estara claramente reflejado en las recurrentes representaciones figurativas zoomorfas en su alfarera (Adn y Mera 1996; Snchez y Quiroz 1997; Mera 2000) entre las que se observan motivos ornitomorfos, batracios (Snchez y Quiroz 1997; Mera 2000), mamferos marinos y grillos (Aldunate 1985). Otro elemento importante a destacar en cuanto a la relacin de las poblaciones Pitrn con el medio boscoso, lo constituye la manifestacin de improntas de hojas en negativo en las superficies de las vasijas asignadas culturalmente a este complejo alfarero (Castro y Varela 1990; Adn y Mera 1996; Prez y Reyes 2009; Prez et al. 2012, Barrientos 2013). Asimismo, los estudios dirigidos a los procesos tecnolgicos asociados a la alfarera Pitrn, han indicado que los ceramistas estaran privilegiando una buena coccin de las vasijas (Gallego 2011), por lo tanto es bastante probable que el material leoso empleado para el proceso pirotecnolgico, haya respondido a criterios de seleccin en funcin del rendimiento calorfico y la inflamabilidad del mismo, lo que resultara fundamental en el control de la intensidad trmica a la cual son expuestas las piezas y la consecuente expresin final de las mismas (Garca 2008).

    A esto se suma el hallazgo documentado en el sitio Licanco Chico, consistente en improntas de posibles recipientes de madera en avanzado proceso de descomposicin que

    Sebastian Ponce

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    habran sido dispuestos a modo de ofrenda, en al menos uno de los entierros fnebres registrados en el sitio (Ocampo et al. 2004), y por otro lado, la evidencia de cordelera en fibra vegetal similar al camo, empleada en la unin de cuentas de collar, de origen conquiolgico (Pecten sp.) recuperadas en el sitio Villa JMC-1 (Munita et al. 2011). La alfarera Pitrn no solo evidencia un amplio conocimiento de los recursos boscosos, sino tambin la marcada movilidad que estos grupos ejercan (Barrientos 2013). Segn Gallego (2011), las caractersticas morfolgicas de la cermica Pitrn, permiten sugerir el desarrollo de la prctica de dejar en cach, es decir que aquellas piezas menos transportables, seran guardadas en escondites con la finalidad de no transportarlas constantemente y volver a ser utilizadas en la prxima temporada que pasen por el lugar, ahorrndose el transporte y minimizando el riesgo de quiebre de las piezas. O bien, algunos cantaros haban sido transportados, mediante el ejercicio de cargar grandes vasijas en la espalda, por medio de amarras con fibra vegetal; tal como se ha referenciado etnogrficamente para las poblaciones Mapuches. La amplia movilidad establecida por las poblaciones Pitrn, tambin ha sido demostrada en diversos sitios, donde los hallazgos de materias primas y recursos de origen alctono son recurrentes en los distintos pisos ecolgicos, tales como ha sido el registro de valvas provenientes de la costa del Pacfico, en sitios precordilleranos y de la depresin intermedia tales como Alero Quino-1, Colico-1, Alero Los Cipreses y Pucn 6, y la presencia de obsidianas en algunos instrumentos lticos provenientes de sitios como Flor del Lago-1, Playa Negra-1, Alero Nilfe- 1, Laguna Musma 1, Collico-1, Pucn 6, Villa JMC-1, By Pass Temuco, P31-1 (Navarro et al. 2010). Por otro lado, el registro arqueolgico asociado culturalmente al complejo Pitrn, en el sector precordillerano, atestiguan sobre un uso continuo del espacio, desde el periodo arcaico entre el 10.000 y 2.000 aos A.P. (Adn et al. 2001).

    Esta continuidad en las ocupaciones del rea, han llevado a plantear que los grupos Pitrn habran aprovechado las experiencias de poblaciones previas, en torno a su relacin con el medioambiente (Adn et al. 2004; 2006), mediante el empleo de un modo de vida altamente tradicional ligado a la permanencia de prcticas econmicas apropiativas, reproduciendo mecanismos de movilidad estacional para el acceso a ciertos recursos, el manejo de un sistema de subsistencia de tipo cazador-recolector y el uso de una tecnologa, que si bien se presenta como poco formatizada, habra resultado bastante eficiente en la adaptacin al medio en el que habitan (Adn et al. 2001; Adn, et al. 2004; Garca 2005; Adn et al. 2006).

    La situacin no es bien clara en la costa, donde lo alfarero primero se sita en los mismos espacios de los cazadores arcaicos para luego extenderse a toda la planicie litoral y a la cordillera de la costa en perodos ms tardos (Navarro 2004). Es as como el panorama en el sector costero e insular se presenta de una manera distinta, el registro arqueolgico en estas reas devela que las poblaciones alfareras estaran priorizando por el establecimiento

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    de prcticas de caza-recoleccin, asociadas a un modo de vida tpicamente costero y ampliamente especializado a este ecosistema (op. cit.), complementado con el acceso a recursos del ambiente boscoso circundante y el incipiente desarrollo de procesos de domesticacin de vegetales (Quiroz 1997; Becker 1997; Rojas y Cardemil 1997; Snchez et al. 2004; Rojas y Cardemil 2005). Estos elementos en su conjunto, otorgaran una dinmica clara de apropiacin y modificacin del espacio en torno a las actividades de subsistencia. En trminos tecnolgicos, se ha evidenciado en la costa una notable presencia de artefactos dirigidos a la explotacin de recursos marinos tales como anzuelos de hueso y pequeas pesas de piedra (Quiroz 1997), como un abundante registro de artefactos utilitarios como raspadores y cuchillos manufacturados en Choromytilus chorus y ornamentales tales como cuentas y pendientes de concha (Vsquez 1997; Lucero 2002; 2003).

    Sin embargo, estas prcticas que evidencian una clara adaptacin al ambiente costero, estaran siendo profundamente complementadas con el acceso a otros recursos, por un lado se manifiesta un amplio aprovechamiento del medio boscoso circundante, lo que ha sido reflejado a partir de las evidencias de consumo de mamferos del bosque y los recursos madereros disponibles en el rea, adems de un abundante conjunto ltico asociado al trabajo en madera, mediante artefactos como azuelas, hachas y otros instrumentos que presentan huellas de desgaste sugieren un uso dirigido fundamentalmente sobre recursos leosos (Jackson 1997).

    As tambin, esta complementariedad estara siendo reflejada en la incorporacin de innovaciones tecnolgicas asociadas a una clara dinmica de apropiacin y modificacin del espacio en torno a las actividades de subsistencia, mediante la prctica de la horticultura que involucra la domesticacin incipiente de recursos vegetales, tal como ha sido evidenciado en los sitios P31-1, P25-1 y P5-1, en Isla Mocha, donde fue documentado un abundante registro de semillas de Quinua (Chenopodium quinoa) y Maz (Zea mays) (Rojas y Cardemil 1997; 2005), que estaran sugiriendo el desarrollo del cultivo temprano de recursos vegetales en el rea (Quiroz 1997; Snchez et al. 2004). En relacin a sitios Pitrn en la costa de Valdivia, se han documentado sitios de alero tanto hacia el sur como hacia el norte de la Baha de Corral entre el 950 d.C. y 1.450 d.C. (Adn et al. 2007), mientras que hacia el interior se conocen los cementerios Fundo Santa Mara y Los Lagos, ocupados entre los siglos IX y X d.C. (Adn y Alvarado 1999; Adn y Mera 1997). De igual forma, en la costa, entre Maiquillahue y Curianco, se ha registrado segn Urbina (2011) un conjunto de sitios alfareros probablemente correspondientes al Alfarero Tardo. Entre las playas de Calfuco y Curianco, sobre grandes y escarpados roqueros, se ubica el alero Ollita Encantada. En dicho sitio, datado entre los aos 800 y 1.000 d.C, los sondeos realizados presentaron evidencias de depositacin malacolgica, material ictiolgico, esquistos y clastos provenientes de afloramientos costeros, adems de abundante material cermico. Destaca la presencia de un pequeo anzuelo de hueso de unos 4 cm de largo, dos

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    piezas manufacturadas sobre huesos de animales terrestres, y un punzn indican el desarrollo de una industria especializada sobre esta materialidad (Mera et al. 2012).

    En el sector de Morro Gonzalo, al sur del estuario del ro Valdivia, se han registrado recientemente los sitios Morro Gonzalo 1, Alero Morro Gonzalo y Cueva Morro Gonzalo 1. El rea corresponde a un interesante enclave geogrfico, emplazado en una terraza sobre los 20 metros sobre el nivel el mar donde se localiz el sitio alfarero abierto Morro Gonzalo 1 del Alfarero Tardo. En las cercanas de la playa, los sitios Alero Morro Gonzalo y Cueva Morro Gonzalo exhiben en sus depsitos restos malacolgicos, material seo e ictiolgico, cermico y ltico (Urbina 2011:7).

    Tanto en Ollita Encantada como en Cueva Morro Gonzalo, se recuper instrumentos elaborados sobre material seo, posiblemente punzones. Las fechas los ubican entre los aos 950 d.C y 1.410 d.C en perodos que han sido adscritos al Alfarero Temprano y Tardo (Urbina 2011).

    Asimismo, en la costa de Queule y Chan Chan se encontr tambin cermica Pitrn, aunque no hay contextos arqueolgicos delimitados, ya que estos hallazgos fueron determinados en sitios superficiales. Sin embargo hay uno fechado en otro sitio ubicado en la playa de Chan Chan (Chan Chan 21), que arroj una edad de 150 d. C.

    Segn Navarro (2004) no se puede decir mucho sobre el tipo de asentamiento temprano en la costa, ya que los depsitos alfareros son muy dbiles en espesor y arrojan escasos resultados, adems han sido fuertemente impactados por el tsunami de 1960. Es importante mencionar que no se registran sitios tipos cementerios en la costa dentro del sector Centro-Sur, excluyendo los casos insulares como Isla Mocha, no parece ser ocupada por cementerios del Complejo Pitrn (Adn et al. 2007). Los espacios que aparecen ocupados por esta clase de asentamientos son aquellos que Adn et al. (2007) denomina como mbitos vinculados a la costa, distantes de la misma y generalmente asociados a otros ambientes como las lagunas interiores o terrazas fluviales, las que ofreceran una mayor variedad de recursos.

    Por ltimo Aldunate (1997) se refiere a que el complejo Pitrn seala la base formativa sobre la cual se desarrollan de forma posterior otras manifestaciones agroalfareras en el sur de Chile, incluso post conquista. Es decir, en el sector meridional y oriental el complejo permanece hasta tiempos bastantes tardos, coexistiendo con otros desarrollos y marcando una evidente heterogeneidad cultural de los territorios de la regin centro-sur. Al respecto, y particularmente para el caso de la cuenca de Valdivia se ha planteado que las poblaciones interiores incorporaran las innovaciones alfareras, de manera ms homognea y ms tempranamente, en trminos globales, que las poblaciones de la costa (Adn et al. 2007).

    De igual forma, el autor (Aldunate 1983) seala que la cermica mapuche se ha caracterizado por la conservacin de sus formas y decoraciones, sin embargo, algunas tcnicas como la pintura negativa o resistente se han dejado de utilizar. En relacin a la

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    morfologa, los jarros asimtricos adoptan formas ms estilizadas, los cuellos son evertidos y las asas nacen en el labio y terminan en el comienzo del cuerpo. Las formas son en general ms grandes y aparecen nuevos modelos como las tazas con asa, los platos extendidos con bordes anchos y grandes nforas con reborde en el cuello.

    ALFARERO TARDO: COMPLEJO EL VERGEL

    Para definir el complejo el Vergel, es necesario advertir que existen mltiples posiciones brindadas por distintos autores en relacin a su origen y desarrollo.

    Segn Aldunate (1989), El Vergel, posee races del anterior Complejo Pitrn (970 d.C. y el 1540 d.C.) desarrollado en el rea de los lagos precordilleranos y cordilleranos del sector meridional del sur de Chile. Si bien el denominado Complejo El Vergel se ubica en sectores septentrionales del rea de estudio, especficamente entre los ros Bo Bo y Toltn, existen algunos sitios meridionales en donde el componente El Vergel es discutido. Por ejemplo, en variados aleros cercanos al Calafqun y a Villarrica algunos sitios presentan materiales que asignan a un Alfarero Temprano y un Alfarero Tardo. La presencia de algunos fragmentos decorados rojos sobre blanco (asociado a El Vergel) en alguno de estos sitios, no basta para asumir que trata de un asentamiento Vergel. El Complejo El Vergel segn algunos autores, es una tradicin alfarera diferente a Pitrn, sin embargo, existen continuidades en modos de vida de caza y recoleccin (marina y terrestre), en donde probablemente aprovecharon mejor los recursos en los distintos ambientes que ocuparon, adems de las formas y caractersticas tecnolgicas de la cermicas. Por otro lado, algunos autores se refieren a que El Vergel se ha gestado por influencias amaznicas y andinas y cuyos portadores desarrollaran nuevas estrategias econmicas relacionadas a la domesticacin de camlidos y a la produccin de alimentos mediante la horticultura, destacndose adems la prctica de la metalurgia (Aldunate 1989). La cultura material que caracteriza a este complejo, se centra primeramente en los dos elementos que han servido para disgnosticarlo: la cermica y la funebria. Es importante mencionar que dentro de las primeras investigaciones del complejo, se relaciona principalmente con sitios tipo cementerios. Si bien la inhumacin directa contina (pero ahora en forma extendida), se agregan el modo de entierro en urna, en cista, en canoa (wampo o trolof) y en montculo (cuel). En este caso los restos cermicos incorporan el uso de decoracin geomtrica negra y/o roja sobre blanco (Campbell 2004).

    Actualmente, se considera a El Vergel, ms que un patrn o complejo funerario, sino ms bien un complejo cultural, ya que ms all de patrones de entierro, existen datos de diversos patrones de asentamientos permanentes y campamentos o asentamientos transitorios para la costa, adems del valle (Quiroz y Snchez 2003).

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    Por otro lado, Dillehay se refiere a que contemporneo al Complejo El Vergel, se desarroll un complejo de naturaleza costera y contemporneo denominado Complejo Tira (Menghin 1962; Latcham 1928, en Quiroz y Snchez 2003), y otro ms tardo y de distribucin ms meridional denominado Complejo Valdivia. El autor se refiere a que ambos complejos, posee una herencia compartida desde los periodos formativos tempranos en los Andes centrales y en la zona amaznica. Lo anterior se ve reflejado segn algunos autores por restos de textil del sitio Alboyanco (fechado en 1.300 d.C.), ya que las tcnicas empleadas de tramas mltiples es una prctica caracterstica del rea Andina Central. Esto podra sugerir difusin de bienes y amplias redes de intercambio que pudieron haber existido en Amrica (Brugnoli y Hoces 1995). De otro modo, Aldunate (2006) se refiere a que Tira, sera una fase del Complejo El Vergel, que se asentara en la costa. Lo anterior sostenido por una serie de sitios insulares (isla Mocha y Santa Mara) que permitieron sostener una vocacin martima con navegacin, sin negar las diferencias regionales. Sin embargo, Adn et al. (2006) se refiere a una tradicin Alfarera Bicroma rojo sobre blanco, en donde El Vergel pasa de ser un complejo cultural a un estilo de decoracin dentro de esta tradicin Alfarera, la cual se desarrolla entre los 1.100 d.C. hasta tiempos tardos. Los sitios con presencia de esta cermica se extenderan desde el norte del Bo Bo, hasta Puerto Montt. Dentro de esta tradicin se extenderan dos estilos decorativos, los estilos Vergel y Valdivia. Ambos presentan caractersticas decorativas, una posicin cronolgica y espacial diferenciable, aunque ambos presentan una estrecha filiacin, y aparentemente una evolucin, que permite integrarlos a una misma tradicin alfarera. En El Vergel, se decoran jarros asimtricos, urnas y jarros simtricos compartiendo caractersticas formales con la cermica Pitrn. El Estilo Valdivia, en cambio, aparecen mucho ms normalizados y ocurre en jarros simtricos, ollas, tazas, platos, jaros anulares y jarros asimtricas en los que han desaparecido completamente los rasgos formales Pitrn (Adn 2006:408).

    Existen diversos tipos asociados al Estilo El Vergel, el Tipo 3 (superposicin de zig-zag mltiples), El Tipo 5 (sucesin de barras achuradas y/o zigzag simple) y el Tipo 8 (superposicin de tringulos cuello cuerpo). Dentro de los estilos adscribidles al Estilo Valdivia, se menciona el Tipo 1 (bandas de tringulos don lneas paralelas en posicin arriba-abajo), el Tipo 2 (bandas superpuestas de tringulos y zig-zag mltiples), el Tipo 4 (superposicin con rombos reticulados), el Tipo 6 (sucesin de barras clepsidras), y por ltimo el Tipo 7 (cuerpo con campos de aspas). Todos los tipos mencionaos anteriormente, poseen variaciones (Adn et al. 2006), dependiendo principalmente de su distribucin en la pieza. De esta tradicin alfarera, destaca la del Tipo 3A, adscritos a El Vergel, la cual presenta ejemplares en una zona meridional, encontrndose en Temuco, imperial, Gorbea y en el Fundo Santa Mara en Valdivia. Asimismo, dentro del Estilo Valdivia se observa una

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    distribucin meridional de los Tipos 1A y 1D, presentes entre Loncoche y Valdivia. Ocurre lo mismo para el Tipo 2A distribuido entre Lanco y Ro Bueno, y lo mismo para el Tipo 4 y 6, destacndose la distribucin del ltimo tipo en la cuenca de Valdivia (Adn et al. 2006).

    Dentro de la cultura material que caracteriza al Complejo, destaca la metalurgia, especficamente el trabajo de cobre por reduccin de minerales, en donde es relevante la antigedad y cobertura de los aros cuadrangulares con muesca, es decir que a donde lleg el fenmeno El Vergel estos aros estuvieron presentes (Campbell 2004:114). En paralelo se registran tambin aros circulares planos y pulseras, las que sin conocer muy especficamente su temporalidad, se inclinan hacia los espacios costeros y asociados slo a entierros extendidos, lo que podra hablar de grupos que buscan diferenciarse el uno del otro (Campbell 2004).

    Por otro lado, las prcticas agrcolas de las que hablan cronistas y viajeros, se han confirmado, por lo menos para costa araucana e isla Mocha, mediante la recuperacin de semillas de Chenopodium quinoa (qunoa), Solanum tuberosum (papas), Zea mays (maz) y de una gramnea que posiblemente corresponda a Bromus mango. En relacin a la domesticacin de animales, se discute el amansamiento de camlidos salvajes como el guanaco (Campbell 2004).

    Dentro de la tecnologa ltica, es necesario mencionar que es ms bien escasa en El Vergel, (fenmeno que tambin ocurre en Pitrn), por ende, es poca la investigacin referida a ella (Jackson 1997). La industria ltica sera bsicamente expeditiva, sin embargo, destacan elementos formatizados como hachas lticas, clavas y toquicura, adems de puntas de proyectil (predominantemente de tipo triangular apedunculadas de base escotada). Segn Campbell (2004) gran parte la ausencia de estos tems materiales, pudo ser bien suplida por artefactos manufacturados en hueso, concha e incluso madera, los que sin embargo, en la mayora de los casos no se han logrado preservar (Campbell 2004:40).

    Las poblaciones que se asentaban en la costa, se relacionaban con la pesca, la caza y la recoleccin de productos del litoral. Segn Massone, existan sitios de carcter ms permanentes, vinculados a actividades de horticultura y otros transitorios, vinculados a la caza y recoleccin de elementos marinos y de materias primas.

    Para Isla Mocha, destaca la presencia de industria sea formado por huesos de guanaco, lobo marino y ballena, con los cuales se elaboran agujas, pendientes, pulidores y punzones entre otros (Becker 1997b, en Campbell 2004). Asimismo, el uso de conchas marinas se ve reflejado en la elaboracin de cuentas de collar y adornos (Lucero 2002; Campbell 2004).

    En tanto Quiroz y Snchez (2003) se refieren a la notable fusin que se ven en los espacios costeros entre Pitrn y la Tradicin Bicroma Rojo sobre Blanco, con la presencia de piezas formalmente Pitrn decoradas al Estilo El Vergel. Lo anterior, se relaciona especficamente con el sector costero presente entre los ros Lebu y Tira en donde existe la presencia simultnea de unos grupos portadores de cermica diagnstica Pitrn y otros portadores de cermica El Vergel (Quiroz 2003, en Quiroz y Snchez 2003).

    Sebastian Ponce

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    Lo anterior, queda demostrado en algunos sitios arqueolgicos en isla Mocha (P21-1), que poseen en los niveles inferiores rasgos pertenecientes al Complejo Pitrn (alfarera con pintura negativa, con modelado anfibiomorfo y entierros de cuerpos flectados) y en sus niveles superiores ocupaciones con rasgos caractersticos a El Vergel (alfarera roja sobre blanco, entierros en urnas, decbito dorsal, aros de plata y cuentas de vidrio, que sugiere ocupaciones posthispnicas), adems de poseer componentes de la denominada Transicin Pitrn-El Vergel, en donde uno de sus rasgos ms caractersticos es la cermica con incisiones cuneiformes (Snchez et al. 2004).

    La alfarera pintada rojo o negro sobre blanco del Estilo Valdivia fue utilizada por los grupos mapuche al momento de la llegada de los hispanos en el siglo XVI y que continan utilizando en momentos histricos, a modo de ofrenda fnebre, al menos hasta el siglo XIX (Munita et al. 2010). Es decir, dicha alfarera tiene una permanencia temporal que se prolonga hasta los comienzos de la Repblica, principalmente en ajuares funerarios.

    Es importante destacar dos sitios contemporneos y tardos (dentro del sector meridional del rea centro sur), uno de los sitios, Pitraco 1, tiene ajuares funerarios con cermica monocroma tipo Pitrn y el segundo sitio, Ralipitra, posee cermica Valdivia, lo que podra sealar la coexistencia de diversidad cultural incluso en momentos tardos (Adn y Mera 1998, en Navarro 2004).

    Lo esbozado anteriormente lleva a plantear que entre el Complejo Pitrn y la Cultura Mapuche, existen grupos que se reconocen como partcipes de una identidad mayor, pero donde los localismos marcan la pauta (Campbell 2004:43). Es decir, grupos en constante cambio, y por lo mismo difciles de definir conceptualmente. Lo anterior permite proyectar a la segunda mitad del siglo XVII y la primera mitad del XVIII, como la centuria durante la cual se produce la transformacin de lo El Vergel hacia lo que ya en la segunda mitad del siglo XVIII, se constituir en la sociedad Mapuche (Campbell 2004:47).

    En relacin a la informacin brindada por los sitios arqueolgicos, destaca el hallazgo de una sepultura doble en Padre Las Casas, en el sector sur este de la ciudad de Temuco. Dicho entierro contena una urna dentro de una canoa funeraria. Lo anterior, atestigua el empleo simultaneo de los dos artefactos funerarios por la misma comunidad (Gordon 1978:77) Las urnas serian utilizadas para la inhumacin de infantes y acianos, mientras que las canoas para individuos con alguna importancia dentro de la comunidad. Dentro del contexto se registro fragmentos alfareros, tipo Valdivia, objetos lticos (lascas, bifaces, pulidores, martillos y piedras de moler), aros cuadrangulares y circulares, y cuentas de piedra (Gordon 1978).

    Por otro lado, recientemente se realizaron excavaciones acotadas en el sitio Estero Lumaco-1, sector de Junco en el curso medio del Calle Calle, en l se recuper, cermica asignada al perodo Alfarero Tardo (decorado rojo sobre blanco como elemento diagnstico) y restos lticos (desechos de reavivado en obsidiana), adems de un fogn delimitado (Mera 2007).

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    Igualmente, mediante la recopilacin realizada por Stehberg (1980) se registraron mltiples sitios a orilla del rio Calle Calle, en el curso superior de Cayemapu y en el margen norte del rio San Jos.

    PERIODO HISTRICO EN LA CUIDAD DE VALDIVIA Mediante la etnohistoria, especficamente por datos entregados por cronistas, y estudios sistemticos de sitios arqueolgicos histricos, se posibilita un enfoque y conocimiento integral acerca de la cuidad valdiviana.

    Variados autores dividen el periodo histrico de la cuidad de Valdivia en distintas etapas (Solari et al. 2011). El poblamiento y fundacin de enclaves espaoles (1552-1599), la recuperacin territorial indgena (1599-1644), el repoblamiento espaol y dependencia virreinal (1645-1810) y por ltimo, la independencia y colonizacin eurochilena (1810-1890). Para el primero momento, los cronistas hablan principalmente sobre la gran cantidad de recursos a explotar y el dinamismo de las poblaciones indgenas con la agricultura. El fray Miguel de Aguirre se refiere a Valdivia de la siguiente forma:

    la benignidad apacible del clima, la fertilidad copiosa de sus campos, y valles, la abundancia varia de frutos, la amenidad de su rio, la salubridad de sus aguas, las arboledad hermosas de sus Montes y bosques, la comodidad de su puerto, la facilidad de sus surgideros, la presiosodad inestimable de sus riquezas, en minas, metales, pidras, agua y arena (De Aguirre 2000:13).

    La conquista europea del territorio se impuso en los primeros cincuenta aos sobre un pueblo originario que contaba con una importante poblacin que se desempeaba principalmente en la agricultura. La presencia de cultivos en torno a los emplazamientos de Valdivia, Arique, Quinchilca, San Jos de la Mariquina, los Llanos de Osorno, Unin, Panguipulli, Guanehue y Calafqun, trajo consigo conflictos por los lmites territoriales entre nativos y espaoles (Solari et al. 2011). Concretamente, la fundacin de la cuidad de Valdivia ocurri el 9 de febrero de 1552, con el nombre de Santa Mara la Blanca de Valdivia, la cual toma el nombre de su conquistador Pedro de Valdivia. En este primer perodo, se instala una temprana ciudad con traza urbana, plazas, iglesias y barrios (MOP 2010).

    La planta de la poblacin de esta ciudad fu semejante a la de Triana (Sevilla), porque se extendi rio arriba por gozar de su amena vista; formse en medio una plaza capaz, y la

    iglesia mayor en un costado y en el otro casas reales (Diego de Rosales 1877: 65)

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    La temprana ciudad constaba con calles anchas y callejuelas (todas pavimentadas de piedra laja) y con dos plazas de abastos, la Mayor y la de San Francisco. Los principales edificios eran los templos y conventos. El ms importante era el de La Merced, constaba con dos pisos y era edificado en piedra (ubicada en la actual calle Carlos Anwandter). La iglesia Mayor se encontraba en la plaza principal, y fue construida de cal y canto. Entre otros edificios pblicos se encontraba las Casa Reales de cal y canto, a un costado de la plaza Mayor, la Casa de Moneda, el Hospital Real y la Fortaleza (Guarda 1953).

    Por otro lado, dentro del segundo periodo (1599-1644), el proceso de reconquista indgena del territorio centro-sur de Chile produce cambios en sus propias estrategias adaptativas, al adquirir la ganadera euromediterrnea como sustento. De este modo, una de sus tcticas principales, fue su repliegue hacia las reas ms orientales de la regin (Solari et al. 2011).

    Igualmente, en este perodo de recuperacin territorial indgena se evidencian conflictos y levantamientos que dan como resultado una expulsin paulatina de los espaoles, con la consecuente dominacin indgena durante 45 aos aproximadamente. Es decir, los enclaves espaoles eran destruidos, al igual que la cuidad de Valdivia, invadida por un ejrcito de 4.000 indgenas. De Aguirre se refiere a lo anterior:

    pues de 13 ciudades que haba en este reino destruyeron los indios desde el ao de 1599 las siete ms ricas que son Valdivia, la Imperial, Angol, Villarrica, Santa Cruz,

    Osorno y Chilln (De Aguirre, 2000: 34). De la misma forma, otros cronistas se refieren a la forma de actuar de los indgenas, ya que centenares de espaoles fueron sacrificados al furor de los indios, sepultndose con sus casas i riquezas entre las ceniza (Usauro Martnez 1782:62). La ciudad para ese entonces habra quedado despoblada de espaoles y en posesin absoluta por parte de los indgenas (Usauro Martnez 1782). Con respecto a la cuidad en s, en siglo XVII se deca:

    son muchas las que de rboles y ramas han crecido a espesura de bosques, en aquel antiguo sitio que parece ms que montaa spera que humana habitacin, que de la antigua han quedado muchas ruinas y paredes viejas de edificios cados por tristes monumentos de los antiguos, y ricos solares (De Aguirre 2000: 79). Por otro lado, la situacin de debilidad espaola fue aprovechada por conquistadores holandeses quienes realizaron incursiones en la cuenca con el objetivo de instalar nuevos ncleos de dominio. Los indgenas mantenan ciertas negociaciones con el holands, intercambios de recursos y permisos de avance en el territorio (Solari et al. 2011). En 1643 arriba al puerto de Valdivia la expedicin holandesa del almirante Hendrick Brouwer y Elas Herckmans, que ambicionaba tanto las riquezas de oro como el control de un puerto en el Pacfico (MOP 2010). En relacin a lo anterior, el cronista Pedro de Usauro Martnez de Bernab, se refiere a que los holandeses llegaron a la isla Mancera, en donde vivan sostenidos por los intercambios

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    y comercios con los indgenas, adems de extraer las riquezas que haban dejado los espaoles. Igualmente, Diego de Rosales (1877) narra a la amistad pactada entre indgenas y holandeses, quienes se volcaron en contra de los espaoles. Es importante recalcar, que algunos autores se refieren a que no formaron poblacin permanente por varias razones, una de stas, seria por el naufragio de una de sus naves en el ro Tornagaleones, el cual se poda apreciar en momentos de bajas mareas (Usauro Martnez 1782). Dentro del perodo que comprende el repoblamiento espaol y la dependencia virreinal (1645-1810), el territorio de la cuenca va establecindose como un espacio de contacto, entre la expansin de la juridiccin de Valdivia (1750-1820), el sometimiento de los Hulliches (mapuches del sur) y la incorporacin de territorios indgenas independientes. Esto gener un nuevo orden en las relaciones intertnicas, junto con la incorporacin poltica del territorio y la llegada y expansin de las misiones francesas (Solari et al. 2011). De esta forma los enclaves espaoles, se pueden observar distribuidos en el sector oeste de la cuenca (debido a los flujos comerciales y a las relaciones entre enclaves), principalmente en la zona costera, en la desembocadura del ro Calle Calle, donde la presencia de fuertes manifiesta un claro control espaol (Solari et al. 2011). Con respecto a los fuertes, desde Espaa se le ordena al Virreinato de Per que pueblen y fortifiquen la destruida ciudad y puerto de Valdivia, por ser de grandes consecuencias para la conservacin y pacificacin en el reino de Chile, adems por formar parte fundamental en las relaciones comerciales con Per (Usauro Martnez 1782). Es entonces como la retirada holandesa es aprovechada por Antonio Sebastin de Toledo y Leiva, hijo del Virrey del Per, para instalar la primera infraestructura defensiva en la Baha de Corral que queda conformada por los castillos San Sebastin de la Cruz en Corral; San Pedro de Alcntara en la isla de Mancera; el fuerte San Francisco de Baldes (desmantelado en 1748 por ser considerado ineficaz), ubicado al sudeste de la isla; Castillo de la Limpia Concepcin de Montfort y Lemus, emplazado en Niebla; y Castillo San Luis de Alba en la puntilla denominada Amargos (MOP 2010).

    Todos estos castillos y fuertes, se construyeron con el objetivo de asegurar la refundacin de Valdivia la que fue consagrada con la distincin de Plaza Militar de Valdivia, nombre que alterna, segn las fuentes de referencia con plaza fuerte y presidio de Valdivia (Direccin de Arquitectura MOP 2013:7). Estas edificaciones consistieron en cuatro bateras protegidas por fajinadas o haces de ramas muy apretadas, cada uno con sus respectivos fosos y acantilados como modo de proteccin.

    En 1647 se refunda la ciudad de Valdivia en el mismo lugar de su antiguo emplazamiento. Es as como Francisco Gil Negrete tomo posesin de la cuidad e inici la reconstruccin de las murallas, sin embargo, las construy de barro y se deshicieron con las constantes lluvias caractersticas de la cuidad. Su sucesor, Diego Rosales Montero, rode la cuidad con una magnifica muralla de piedra (Guarda 1953:89).

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    De igual forma, hacia el interior se funda el Castillo San Luis de Alba de Cruces en la frontera indgena y como parte del Camino Real que permita la comunicacin de Valdivia con las ciudades y ocupaciones hispanas de ms al norte (MOP 2010). Por estos aos tambin se fundar en las cercanas a la ciudad Valdivia el Fuerte de Las nimas, ubicado a orillas del Ro Calle-Calle, en lo que actualmente es el barrio con ese nombre.

    Hacia el ao 1670, motivan al Virrey a se comienza otra etapa constructiva a cargo del Maestre de Campo Diego Joaqun de Martos. Se edificaron nuevas murallas y parapetos, y para el ao 1681, segn informa Melchor de Lian, el sistema de proteccin ya contaba con 33 caones distribuidos de la siguiente manera: 10 en el Castillo de San Pedro de Mancera, 2 en el Fuerte de San Francisco de Baldes, 5 en el Castillo de San Luis de Alba, 8 en el Castillo de Niebla y 8 en la Plaza de Valdivia (Direccin de Arquitectura MOP 2013).

    Durante la segunda mitad del siglo XVII, se inicia tambin la expansin de las misiones jesuitas como las del Toltn, Bajo y Alto, la de San Jos y la de Nahuelhuapi, junto a las cuales comienza una intensa actividad misional. Son los religiosos franciscanos quienes asumen las misiones jesuitas cuando estos son expulsados en 1767 por mandato del rey Carlos III. En la ciudad de Valdivia, y ya en la segunda mitad del siglo XVIII la plaza se muestra como un rectngulo murado ubicado frente al ro y flanqueado por cinco baluartes (Figura 1). La muralla posea un permetro de 400 varas y se encontraba entre las actuales calles Libertad, Yungay, San Carlos y Prez Rosales (Guarda 1953:134). El aumento constante de la poblacin extramuros hace replantearse la defensa de la ciudad, por lo cual se construyen los torreones del Barro y del Canelo en 1774 y el cerco de Duce hacia 1780; en 1789 comienzan los trabajos de demolicin de la muralla del antiguo fuerte por considerarse intil para la defensa y necesario para el ensanche del vecindario (MOP 2010:17).

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    Figura 1. Plaza de Valdivia 1762. MOP 2010.

    En 1820 Lord Cochrane y los patriotas chilenos, lograron reducir el ltimo enclave espaol en Chile. Tras slo dos das el sistema completo, considerado inquebrantable hasta esa fecha, estaba bajo su control y era incorporado definitivamente a la Repblica de Chile. Sin embargo, la independencia trajo consigo una enorme crisis econmica, situacin que comenzara a mejorar con la llegada de los colonos europeos (Direccin de Arquitectura MOP 2013). En este periodo de Independencia y colonizacin eurochilena (1810-1890) se observa una mayor presencia de asentamientos indgenas en una franja que, en sentido este-oeste ocupa principalmente la parte norte de la cuenca, desde la costa, abarcando el cordn Mahuidanche-Lastarria, hasta el lmite andino en que se encuentra un poblamiento importante en torno a los lagos cordilleranos. Se evidencia un arrinconamiento de las comunidades hacia las tierras altas, menos productivas y ms boscosas, presentes hasta la actualidad en esta franja septentrional de la cuenca (Solari et al. 2011).

    La lgica de habitar de los colonos eurochilenos se manifiesta afianzada en la depresin intermedia y valles costeros en sentido norte-sur a travs de rutas, asentamientos humanos y explotacin de los recursos (Solari et al. 2011). Esto refleja la posicin de Valdivia como ncleo econmico y comercial de la regin. As se refiere Jos Alfonso al describir la prosperidad y crecimiento econmico de Valdivia:

    El desarrollo de las industrias, el movimiento comercial han seguido el mismo progresivo impulso. Reflejase fielmente ese movimiento en el servicio fluvial del transporte de pasajeros i mercadera (Alfonso 1900:17).

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    Asimismo se refiere a las distintas industrias que surgen en Valdivia, destacndose el establecimiento de los seores Prochelle, la curtidura de los seores Anwandter, la fbrica de calzado de los seores Rudloff y la fbrica de bebida del seor Alfredo Kuntzmann entre otros (Alfonso 1900).

    El aumento de las industrias y la mayor presencia de actividades econmicas (astilleros, aserraderos y extraccin de oro) localizadas sobre los ros Valdivia y Calle Calle (principales vas fluviales de la cuenca) provoco un mayor crecimiento relativo de la poblacin rural y de los poblados menores. El aumento especialmente fue destacado en el departamento de Valdivia, que duplic su poblacin entre 1907 y 1930, de 48.421 a 98.301 habitantes (MOP 2010).

    La conexin ferroviaria de la regin con el centro del pas, generaron nuevos polos de crecimiento de la poblacin urbana y rural en la regin sobre todo en el interior, en torno a las estaciones y paraderos ferroviarios. Sin lugar a dudas, el ferrocarril facilit la explotacin de maderas, ganado y cultivos en zonas de la provincia de Valdivia donde antes tales rubros no eran rentables (MOP 2010). Es decir, tras unirse el tramo de Pitrufqun-Antilhue al ferrocarril longitudinal sur, a partir de 1905-1907, Valdivia pas a ser un ramal del ferrocarril principal que transitaba por el interior de la provincia. Por primera vez la ciudad perda una posicin estratgica secular en el comercio y transporte de la regin con el resto del pas y el mundo (MOP 2010:117). A partir de los aos 30 la provincia se vio fuertemente afectada por la crisis del mercado mundial, desapareciendo abruptamente exportaciones de productos agrcolas diversos lo que fortaleci el transporte ferroviario y caminero, dejando de lado los medios de transporte fluviales y martimos (MOP 2010:120). Tras el decaimiento de la actividad industrial, la economa regional pierde importancia, ocupando un quinto lugar nacional hacia 1957, luego de provincias como Santiago, Valparaso, Concepcin y Cautn (MOP 2010). En relacin a la configuracin de la cuidad, segn Paulsen (2010) es importante destacar que no se es posible una descripcin acabada del plano urbanstico de Valdivia, sin tomar en consideracin su historia ambiental, poltica y militar, en donde se ha podido contar a lo menos trece incendios generales en 1682, 1737, 1742, 1748, 1785, (dos), 1789, 1793, 1803, 1859, 1854, 1904, hasta el llamado Gran Incendio, de diciembre de 1909, el cual destruy la totalidad de las manzanas cntricas. Es decir, el casco histrico fue rebajado y desaparecieron muchos elementos clsicos de la cuidad como los pequeos callejones dentro de las manzanas. Se construyeron decenas de edificios modernos, como la nueva Intendencia, viviendas, y teatros, adems de la pavimentacin de muchas calles, un trazado completamente nuevo de toda la ciudad (Direccin de Arquitectura MOP 2013) Igualmente, deben agregarse terremotos en 1575, 1730, 1737, 1751, 1835, 1837, 1906 y 1960, entre otros desastres naturales (Paulsen 2010). Es importante destacar que este ltimo

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    terremoto mencionado trajo consigo un tsunami que dej bajo el agua a la mayora de las casas y poblaciones de la costa valdiviana con un desnivel cifrado en 2.7 m.

    El plano de la cuidad de Valdivia, habra seguido el modelo clsico con un trazado en forma de damero ortogonal (Hardoy y Gutman 2008, en Urbina y Adn 2012), con una primera fase de manzanas cuadradas (1552-1575) y una segunda con predominio de manzanas rectangulares (1552-1604). Entre 1549 y 1554 la ciudad fue trazada y edificada con enormes bloques y lajas de esquisto o piedra laja, sobre un asentamiento indgena previamente existente en el lugar (Mario 1865 [1580], en Mera et al. 2012).

    Con respecto a la plaza principal de la cuidad, existen pocas fuentes que hablen de los espacios pblicos y su utilizacin. Sin embargo, se sabe que la plaza de la Repblica, conocida antiguamente como Plaza Mayor, fue el lugar donde Pedro de Valdivia fund la ciudad. El 9 de marzo de 1554 Carlos V le concedi escudo de armas y el 24 de noviembre de 1599 fue destruida por el cacique o lonko mapuche Anganamn. Posteriormente, con el repoblamiento de la ciudad por parte de los espaoles, fue restaurada y amurallada por el Gobernador Francisco Gil Negrete el 6 de enero de 1647. Luego de la Independencia de Chile, exactamente a partir del 7 de febrero de 1820, pasa a ser conocida como Plaza de la Repblica (Figura 2 y 3) (Bahamondes 2013). En el incendio de 1909 la plaza es reconstruida gracias a un diseo realizado por Betti, Prado y Ca., que se mantendr con algunas modificaciones hasta 1997. Es importante mencionar que debido a la reconstrucciones provocadas por el incendio, se implementan importantes avances tcnicos en las construcciones, como esqueletos resistentes de acero, la ocupacin de muros perimetrales de ladrillo y cemento, comenzndose adems con la edificacin en hormign, siendo el primero en ocupar esta tcnica el Hotel Francia, ubicado en la plaza, concluido en 1916 (Mera et al. 2012).

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    Figura 2. Plaza de la Republica 1870 (Grabado de Torell) (Guarda 1953).

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    Figura 3. Plaza de la Republica 1877 (Memoria chilena)

    SITIOS ARQUEOLGICOS DE CARCTER HISTRICO DOCUMENTADOS EN LA CUIDAD DE VALDIVIA En relacin a los sitios arqueolgicos presentes en la cuidad de Valdivia, Urbina (et al. 2012) realiza una cartografa arqueolgica (Tabla 4), donde se registran 24 sitios distribuidos entre el borde ro oriental de la Isla Teja y el rea fundacional de la cuidad (Figura 1). Los yacimientos se vinculan a espacios de lagunas, desages y cursos fluviales, destacndose una amplia variabilidad funcional y cronolgica. Dentro de esta gama se incluyen sitios prehispnicos tardos y/o coloniales con alfarera indgena decorada rojo sobre blanco (estilo Valdivia) inditos para el centro de la ciudad (Casa Prochelle 1, Plaza Pedro de Valdivia y Contralora Regional) (Urbina et al. 2012).

    La concentracin de sitios hispanos de carcter funerario (cementerios), vinculados a otros de carcter ceremonial (conventos), se encuentran fechados documentalmente para la primera etapa urbana de Valdivia hispana (1552-1604) y demarcan en el eje cardinal norte-sur los principales solares entregados a las rdenes religiosas y a la Iglesia Mayor (Urbina et al. 2012). Se evidencia el ordenamiento urbano inicial y la sobreposicin que ocurre entre el componente hispano e indgena