apuntes históricos sobre las empresas establecidas en

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Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades. Página 1 Apuntes históricos sobre las empresas establecidas en México y vinculadas a una cadena familiar de origen cántabro (siglo XIX- 1950). Francisco Javier Jimeno de la Maza*, Mercedes Redondo Cristóbal*, María Ángeles Zárate Loyola**. *Universidad de Valladolid (España) Valladolid, España. **Universidad Autónoma de San Luis Potosí San Luis Potosí, México. Email: [email protected] Tel.: 34 979108121 Resumen: A partir del análisis de distintas fuentes historiográficas y archivísticas, el presente trabajo pone el foco en varias de las iniciativas empresariales establecidas en México desde el siglo XIX y que fueron impulsadas por redes familiares originarias de los valles cántabros del norte de España comprendidos en la zona que antaño era conocida como “Montañas de Santander”. Los estudios previos han apuntado ciertas características comunes de estos negocios que facilitaron el éxito de la aventura emprendedora y que permitieron que aquellos que estaban a la cabeza de los clanes familiares que los impulsaron se situaran en la élite económica en la sociedad mexicana de la época. Se ha escogido la teoría institucional para dar soporte al argumento de que el esquema organizativo de la red empresarial y familiar de los montañeses incorporaba unas características singulares que fueron el elemento determinante para conseguir tanto el control de recursos estratégicos como la obtención de ventajas competitivas, que se iban reproduciendo a través de una cadena de reemplazo basada en lazos de paisanaje y de parentesco, hasta que se produjo su declive ya en el siglo XX, con el agotamiento de un modelo endogámico de entramado empresarial que no encajaba adecuadamente con un entorno más moderna. La metodología aplicada se fundamenta en el estudio de

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Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

Página 1

Apuntes históricos sobre las empresas establecidas en México y

vinculadas a una cadena familiar de origen cántabro (siglo XIX- 1950).

Francisco Javier Jimeno de la Maza*, Mercedes Redondo Cristóbal*, María Ángeles Zárate Loyola**.

*Universidad de Valladolid (España)

Valladolid, España. **Universidad Autónoma de San Luis Potosí

San Luis Potosí, México.

Email: [email protected] Tel.: 34 979108121

Resumen:

A partir del análisis de distintas fuentes historiográficas y archivísticas, el presente

trabajo pone el foco en varias de las iniciativas empresariales establecidas en México

desde el siglo XIX y que fueron impulsadas por redes familiares originarias de los valles

cántabros del norte de España comprendidos en la zona que antaño era conocida como

“Montañas de Santander”. Los estudios previos han apuntado ciertas características

comunes de estos negocios que facilitaron el éxito de la aventura emprendedora y que

permitieron que aquellos que estaban a la cabeza de los clanes familiares que los

impulsaron se situaran en la élite económica en la sociedad mexicana de la época. Se

ha escogido la teoría institucional para dar soporte al argumento de que el esquema

organizativo de la red empresarial y familiar de los montañeses incorporaba unas

características singulares que fueron el elemento determinante para conseguir tanto el

control de recursos estratégicos como la obtención de ventajas competitivas, que se

iban reproduciendo a través de una cadena de reemplazo basada en lazos de paisanaje

y de parentesco, hasta que se produjo su declive ya en el siglo XX, con el agotamiento

de un modelo endogámico de entramado empresarial que no encajaba adecuadamente

con un entorno más moderna. La metodología aplicada se fundamenta en el estudio de

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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casos que se han reconstruido a partir de documentación dispersa en fuentes

españolas y mexicanas.

Palabras clave: Historia empresarial, montañeses, México.

1. Características de los empresarios montañeses en México.

A lo largo del siglo XIX proliferaron las iniciativas comerciales, industriales y

financieras impulsadas y lideradas por clanes familiares de origen hispano que llegaron

a despuntar en el tejido productivo mexicano de la época. Una parte considerable de

esos negocios estuvieron bajo el control de grupos de familiares y paisanos que eran

originarios de los valles situados en la zona del norte de España que en la época previa

al proceso de delimitación provincial era conocida como “Montañas de Santander”, de lo

cual deriva el apelativo de montañeses, atribuido habitualmente y aceptado por el

propio colectivo, con el que se designa a un colectivo que también en su tierra de origen

se asocia a menudo con la etiqueta de “indianos”. En concreto, la iniciativa y el

desarrollo de las empresas radicadas en México que se han considerado en nuestro

trabajo correspondían mayoritariamente a un grupo de emigrantes españoles que

mantenían lazos familiares fuertemente endogámicos, los cuales permitían la

reproducción natural y el reemplazo de la cabeza visible de los negocios), y que

proceden en casi su totalidad de lo que hoy en día serían el valle de Ruesga, el valle de

Soba y el municipio de Arredondo, segregado de Ruesga desde 1822, en la actual

Comunidad Autónoma de Cantabria. Baste señalar la razón social de un negocio

emprendido por uno de los casos que se estudian, el de Ricardo Sainz, cuya fábrica de

hilados y tejidos ubicada en Tlalpan recibía el nombre de “La fama montañesa”.

Una característica básica de estos inmigrantes hispanos establecidos en México

era su decidida vocación empresarial, puesto que, tal y como señala uno de sus

testimonios, emigraban de su tierra natal para “conseguir patrimonio por industria y

riesgo”, siempre con el apoyo de la red familiar. Debe resaltarse la importancia del

fenómeno de la hidalguía, casi universal en estos montañeses, que en el antiguo

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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régimen les había permitido a sus antepasados una libertad de movimientos que facilitó

la puesta en marcha de una emigración en cadena basada en el cobijo social de los

parientes, y que se prolongaría con el mismo patrón organizativo hasta el siglo XX, si

bien la etapa más intensa de estos negocios corresponde a la segunda mitad del siglo

XIX.

De entre las aventuras empresariales desarrolladas en el siglo XIX en México por

la red de clanes familiares de origen montañés que hemos documentado, se han

escogido varios casos que comparten la singularidad de proceder del mismo pequeño

pueblo, llamado Ogarrio, en el municipio de Ruesga (Cantabria). Como cabe suponer,

hemos podido verificar vínculos familiares entre los involucrados en las iniciativas

descritas, que se prolongan en el tiempo durante casi 120 años, vínculos que eran de

esperar habida cuenta de la fuerte endogamia consanguínea de la población de origen

y de lo reducido de su ámbito. Teniendo en cuenta los condicionamientos que impone la

disponibilidad de documentación que se haya conservado y a la que se ha tenido

acceso, creemos que los casos estudiados proporcionan una significativa descripción

de las trayectorias empresariales de los montañeses en México, sirviendo de ejemplo

muy destacable de la formación de una inmigración económica hispana de carácter

elitista en el marco de la sociedad de la época.

Adicionalmente, los rasgos particulares que definen a esas empresas mexicanas

impulsadas por montañeses resultan muy ilustrativos, ya que la superposición de la

institución familiar y de la red social de paisanaje de origen condicionaba el devenir del

negocio en múltiples vertientes. A modo de muestra, puede citarse el ideario común de

conservación patrimonial de cada unidad productiva individualizada, fundamentada en

una endogamia familiar basada en nexos de parentesco y perpetuada a través de

políticas matrimoniales, el apoyo financiero mutuo entre miembros de la red de

montañeses, las combinaciones de fuertes vinculaciones comerciales y de altruismo, a

través de instituciones sociales de apoyo mutuo, que se establecen entre la cadena de

compatriotas, el mecenazgo cultural y el fomento de inversiones en infraestructuras y en

servicios públicos y comunitarios, la reproducción, aprendizaje y sucesión organizada

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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del negocio a partir de relaciones de consanguinidad y afinidad, o el desarrollo de

nuevos proyectos inversores de expansión, que suponían la incorporación de

innovaciones tecnológicas y que nacían de los esfuerzos colectivos y coordinados entre

miembros de la red, así como del clan familiar en sentido extenso.

El tema propuesto guarda un apreciable interés debido a que el mismo hecho de

la aventura empresarial internacional es ya un elemento singular en la tradición histórica

española, donde la emigración económica no se ha caracterizado precisamente por una

vocación emprendedora en el mundo de los negocios. Complementariamente, el perfil

que se observa en el devenir de los montañeses en México les acerca al imaginario del

de la mitología del empresario hecho a sí mismo, el “self-made man” anglosajón

(Valdaliso, 2004). Tampoco debe obviarse el papel de los montañeses en el proceso de

desarrollo empresarial mexicano, pues resulta llamativa la importancia que adquirieron

muchas de estas empresas en México, propiciando el ascenso a la élite económica

mexicana de un grupo de personas con raíces familiares comunes y que procedían de

un ámbito geográfico muy concreto ubicado en el norte de España fuertemente

ruralizado. Además, hay otros elementos de modernidad que no abundaban en el

sistema económico convencional español del siglo XIX, como son: (1) la acumulación

de capital que identificó a dichos negocios, (2) la introducción de innovaciones

tecnológicas de vanguardia en el ámbito industrial, (3) la adaptación al marco jurídico

mercantil mexicano, y (4) las formas extendidas de organización interna que permitían

combinar trabajo y conocimiento de la dirección de los negocios según un escalafón

estratificado, a la par que flexible, que abarcaba figuras como las de dependientes,

dependientes principales, gerentes administradores, apoderados y consignatarios,

incluyéndose todas las funciones necesarias para articular una red de intercambios y de

financiación.

El mismo hecho del restringido espacio de procedencia pone de manifiesto la

existencia de un sistema establecido e institucionalizado que pretendía dar continuidad

en el tiempo a la cadena de reemplazo empresarial, recurriendo a otros miembros del

mismo clan familiar que emigraban desde los mismos lugares de origen. Los nuevos

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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inmigrantes que llegaban a México a través de un mecanismo de cadena respondían a

la llamada de parientes y paisanos, que ya se encontraban radicados desde hace

tiempo y, que en muchos casos, ya habían conseguido el éxito y una acumulación de

suficiente capital para el impulso de la iniciativa mercantil. Por lo tanto, los nuevos

emprendedores surgen a partir del seno del grupo de parientes, desde la integración en

la saga familiar al comienzo en los negocios y manteniendo significativas interrelaciones

si llegaba el momento de independizarse. Igualmente, un elemento diferencial básico de

la red montañesa se fundamenta en el peso adquirido por la imposición de rígidas

tradiciones del grupo familiar que caracterizaban a las iniciativas empresariales, donde,

por ejemplo, la sucesión en el negocio, siempre que era posible, se había planificado,

se producía como consecuencia de un retiro del anterior líder y se efectuaba por vía

masculina, encomendando la responsabilidad de dar continuidad a la empresa a un

pariente que durante años había venido preparándose para tal tarea en el seno del

conglomerado mercantil. Así, el cobijo social que se aportaba al nuevo inmigrante se

envolvía en el ámbito familiar extenso, con la promesa futura de sucesión al frente del

negocio, normalmente cuando llegase la hora de que la persona que se hallase a la

cabeza del negocio entendiese que el momento era oportuno. Por lo tanto, el proceso

de formación desde la base de un líder futuro y el aseguramiento del reemplazo de

nuevos nodos de la cadena migratoria formaban parte de un planteamiento organizativo

intencionado, que incluía unas reglas matrimoniales endogámicas orientadas a la

conservación de patrimonio del negocio y a impedir su división.

La construcción de unos vínculos de confianza en las numerosas relaciones

comerciales entre negocios de la red que se han podido documentar, o el apoyo mutuo

altruista a través de instituciones de apoyo que abarcan todo tipo de aspectos de la vida

del inmigrante montañés, conforman algunos de los rasgos esenciales para la dinámica

empresarial que acaban explicando el éxito con el que se suele contemplar esta

aventura colectiva de los indianos montañeses. Lo cierto es que la segunda mitad del

siglo XIX es una época en la que el marco general de los derechos de propiedad y la

esfera mercantil en México se desenvolvían en un entorno de incertidumbre, debido a

las dificultades para hacer efectivos los derechos o cumplir con las obligaciones que

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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derivasen de los contratos libremente establecidos entre partes interesadas. En

contrapartida, las estrictas normas no escritas con que se regían estas instituciones

familiares, concebidas como una unidad inseparable del negocio, suplían muchas de

esas carencias, permitiendo acuerdos exitosos que se cimentaban en la confianza tejida

entre los miembros de la red. De alguna manera, las leyes civiles relativas al ámbito

familiar y las normas del grupo de parientes servían de salvaguardia y suplían la

ineficacia operativa de la aplicación de una legislación mercantil que no favorecía el

espíritu emprendedor.

2. El marco de la teoría institucional y su aplicación al ámbito de estudio elegido.

Los principales rasgos particulares con los que se puede caracterizar a la red

familiar de empresas de origen montañés establecidas en México desde el siglo XIX

contienen ciertos elementos que encuentran fácil encaje en planteamientos derivados

de los desarrollos de la teoría institucional, la cual ha sido utilizada en varias

contribuciones previas de la literatura, a modo de soporte explicativo de la historia de

las organizaciones empresariales (Baskes, 2005). La idea básica remite a la

superposición de la institución familiar, organizada rígidamente de una determinada

manera específica, por encima de un marco institucional empresarial que mostraba

unas señaladas debilidades contextuales, de una forma tal que ese solapamiento

permitía la apertura del negocio a unas mayores posibilidades de ganancias de

eficiencia comparativa en el desempeño de la actividad productiva, en el momento en

que se privilegiaba la aplicación de las reglas familiares (Walter, 1991). Por eso, se

podría suponer que esas estrategias fuertemente asentadas en la institución familiar y

en los lazos de parentesco supusieron una ventaja que situó a muchos negocios

montañeses en la vanguardia productiva de su época, con unos crecimientos

estimables, disponiendo de una tecnología relativamente avanzada y posibilitando el

control de importantes recursos en el territorio en que se asentaron, fomentando la

acumulación de capital y favoreciendo el acceso a los incipientes sistemas financieros

(Lizama y Valerio, 2006).

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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De acuerdo a una perspectiva contractual, muchas de las reglas del grupo

familiar guiaban el inicio, la negociación, la adaptación o la terminación de las

transacciones y contratos en el ámbito de unos negocios que eran impulsados desde el

seno de la propia familia, sin que quepa concebir una separación clara entre ambos

espacios. Es posible constatar que ciertas normas familiares asumidas férreamente por

el colectivo y que pautaban algunos aspectos clave de la actividad empresarial

(conservación patrimonial, sucesión, promoción, establecimiento de relaciones

comerciales, nuevas inversiones y un largo etcétera) se convirtieron en uno de los

factores determinantes para obtener el control de ciertos recursos estratégicos

(materias primas, acceso a determinadas industrias, habilitación de crédito y

financiación). A su vez, el dominio de los recursos clave sirvió para la acumulación de

capitales financieros y para el logro de ventajas competitivas respecto al entorno de

actuación. El mecanismo no era novedoso, sino que daba continuidad al antecedente

de la imagen tradicional de controlador de recursos que el montañés se había labrado

en la época colonial de México, por su estatus de hidalguía casi universal en el antiguo

régimen hispano, que facilitaba el acceso a privilegios de la corona española, dotando

de un rasgo emprendedor característico al colectivo que ha llegado a ser calificado por

Lida (1994) como de “inmigración privilegiada”, pues tenían claro que su presencia en

México era para llevar a cabo una aventura empresarial.

Debido a que en la época colonial las generaciones de ancestros de esas

personas habían ocupado cargos de administración relevantes, la transición hacia una

burguesía comercial y emprendedora fue simplemente la evolución adaptativa a un

territorio muy amplio, que ofrecía grandes oportunidades y con un vecino en el norte

muy activo en cuanto a intercambios económicos. Así pues, el inicio de acumulación de

capital procedería normalmente de un monopolio o cuasimonopolio colonial, pero, una

vez consumada la independencia de la nación, la iniciativa económica montañesa se

orientó hacia una actividad mercantil intensa. Como señala Cerutti (1999), gestión

comercial y movimientos empresariales fueron inseparables, ya que tiendas de

abarrotes y casas de comercio que daban salida a la producción rural (también

controlada a través de las haciendas) constituyeron una base de negocio que se

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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prolongó hacia las finanzas, componiendo con el tiempo un sistema bancario

formalizado en el México porfiriano. Asimimo, Monroy (2004) destaca el papel

determinante de los comerciantes en San Luis Potosí en el siglo XIX, ya que

extendieron sus actividades a la industria textil, a la minería, al establecimiento de

casas de moneda, al control de haciendas e incluso a las obras públicas.

La consecuencia de este patrón organizativo fue el éxito colectivo de muchos de

estos negocios, lo que subsecuentemente condujo hacia la élite económica mexicana a

los montañeses más prominentes y que evidenciaron alta capacidad de adaptación al

contexto, reproduciéndose el esquema a través de una cadena basada en lazos de

paisanaje y de parentesco que también fomentaba el capital relacional que surgía de

los vínculos establecidos entre los nodos de la red. El rastro de la correspondencia

comercial que se conserva permite documentar que los asentamientos de españoles

dedicados a la actividad empresarial radicados en diferentes poblaciones mantenían

comunicación permanente, tanto para cuestiones mercantiles como para otras que

pueden entenderse de interés colectivo. Durante la segunda mitad del siglo XIX, esas

reglas familiares que impregnaban la práctica gestora sustituyeron a unas débiles

normas jurídico-mercantiles que difícilmente garantizaban el cumplimiento contractual y

el aseguramiento de unos derechos de propiedad que se evidenciaban escasamente

protegidos. Lo cierto es que, en el marco de actuación del siglo XIX, la forma

organizativa interna que caracterizaba a las iniciativas montañesas y la red externa que

se tejía entre los negocios de sus paisanos constituyó una forma organizativa eficiente,

moderna, liberal y descentralizada a través de la que fluían adecuadamente mercancías

y capitales. Además, la apertura del régimen porfirista estimuló la concentración de

capitales en torno a industria textil, el tabaco o las actividades crediticias, junto al

desarrollo de infraestructuras como ferrocarril, electricidad o traída de aguas que eran

fundamentales para los negocios de vanguardia. Este modo de operar en la actividad

empresarial continuó hasta su declive en el siglo XX, con el agotamiento de un modelo

endogámico de conglomerado de negocios que ya resultaba inapropiado para un

entorno más moderno (Gamboa Ojeda, 2006).

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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Por otra parte, el refuerzo de los intereses grupales se consolidaba a través de la

pertenencia a redes sociales de cooperación y de ayuda mutua entre inmigrantes

(Marichal, 2010), donde los propios comerciantes, normalmente los de mayor

prominencia, ocupaban puestos en las juntas directivas. Así, la creación de instituciones

benéficas, de cooperación mutua y de mecenazgo que estaban asociadas al entramado

empresarial montañés (entre otras, el Casino Español de México, la Sociedad

Montañesa de Beneficencia o la Junta Española de Covadonga) era otra de las formas

de aumento del “capital relacional” de las organizaciones que fue empleada para

potenciar la capacidad y los recursos empresariales mediante una conciencia grupal de

cohesión patriótica española, pero también de compromiso con la sociedad mexicana

de entonces. Sirva como ejemplo referido a los dos casos que contemplaremos que el

propio Ricardo Sainz, en calidad de presidente del Casino Español de Mexico,

propondría la formación de una Junta Patriótica en Ciudad de México encargada de

recaudar fondos para la guerra de España en Cuba, y a la iniciativa se sumarían los

herederos de los negocios de la familia De la Maza en San Luis Potosí (Ortelli, 1998).

Otra muestra de ello sería cuando en el siglo XX los hermanos Fernández de la Maza

participan en la reconstrucción del frente marítimo de la ciudad de Santander, en

España, destruida por un incendio.

Como conclusión de los argumentos aportados, podría decirse que los rasgos

básicos que caracterizaron los negocios de los montañeses en México y que pueden

ser contemplados como elementos que encajan en las proposiciones del marco teórico

institucional serían los siguientes:

(1) Espíritu empresarial de adaptación al medio.

(2) Incorporación de tecnológica moderna e innovadora.

(3) Movilidad de recursos en un amplio espacio geográfico, conectando

mercados.

(4) Diversificación horizontal.

(5) Opción por iniciativas que requieren fuertes Inversiones de capital.

(6) Articulación en forma de red basada en relaciones de confianza otorgada por

lazos de parentesco y de paisanaje.

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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(7) Implicación en filantropía, a la imagen anglosajona y en inversiones en

infraestructuras públicas.

(8) Mantenimiento de lazos estrechos con el poder político.

(9) Participación activa en los canales de financiación del sistema productivo.

3. De Ogarrio a Real de Catorce.

El estado de San Luis Potosí vivió un período de estabilidad y crecimiento

económico a finales del siglo XIX que supuso un fortalecimiento institucional, la

promoción de la inversión extranjera, instrumentada a través de un círculo cerrado de

familias, y la mejora en las infraestructuras (Monroy y Calvillo, 1997). En consecuencia,

durante ese período, y gracias en buena medida a la importancia estratégica de las

minas argentíferas, San Luis Potosí mantuvo un papel geopolítico y económico

destacable, y en este último ámbito sobresalió una élite de empresarios y comerciantes

cuyos orígenes hispánicos estaban estrechamente vinculados por lazos de parentesco

y paisanaje montañés.

Entre todos ellos destacaría Santos Sainz de la Maza y Ezquerra de Rozas

(Ogarrio, Cantabria, 1811- Utrera, Sevilla, 1873) que fue la cabeza visible que ejerció el

liderazgo empresarial en los múltiples negocios de su familia desarrollados en San Luis

Potosí, México, a donde llego en 1822, con apenas 11 años de edad, según González

Echegaray, que ha consultado los listados de pasaportes y solicitudes de embarque del

Archivo Histórico Provincial de Cantabria. Sin embargo, en el Archivo de Indias de

Sevilla figura el expediente de solicitud de embarque de Santos Sainz de la Maza en

1832, con motivo de querer pasar a La Habana en la casa y compañía de Manuel

Gutiérrez Solana Ezquerra de Rozas, incluyendo una referencia a la licencia concedida

por el juez de arribadas de Santander, puerto del que partió. Aunque pudiera haber

hecho dos viajes en corto espacio de tiempo, pensamos que se trata más bien de un

error en la transcripción de la primera fecha, ya que, si bien la juventud era el patrón

predominante en el primer viaje del emigrante, 11 años parece muy poca edad. La

fecha de 1832 encaja mejor con lo que se ha podido documentar de otros familiares

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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que ya se encontraban en América ejerciendo la actividad empresarial, y también con el

hecho de que Ildefonso Blanco (hijo de María Gutiérrez Solana Ezquerra de Rozas),

otro pariente que también acabó en San Luis Potosí en los negocios del clan De la

Maza, solicitó la licencia en 1833 con el objeto de pasar a La Habana a la casa y

compañía de su tío Valentín Gutiérrez Solana Ezquerra. Como se puede comprobar con

los apellidos de los tíos que reclaman a los inmigrantes, la saga familiar tenía un

eslabón previo en los Gutiérrez Solana, destacando Antonino Gutiérrez Solana, natural

de Arredondo y gran benefactor de sus valles de origen, quien, a su regreso de México

fue senador en España. Desde 1828 los Gutiérrez Solana se asentaron como

residentes en Catorce (San Luis Potosí), dedicándose a la minería y siendo

exceptuados de los decretos de expulsión de extranjeros promulgados en 1833, tras

haber enviado cartas en que muestran su adhesión a México y alegan impedimentos

físicos (Monroy, 2004). Valentín Gutiérrez Solana era natural de Ogarrio, había

establecido sus negocios en 1818 en San Luis Potosí, y según el Archivo de Indias

había pasado a Aguascalientes en 1802, a la casa y compañía de su tío Vicente

Gutiérrez Solana.

Junto a Santos se incorporaron a los negocios mexicanos sus hermanos

Francisco y Pedro, muriendo éste asesinado en Matehuala en 1863, haciéndose cargo

su hermano Santos de las empresas del difunto, adquiriendo su parte en un comercio

en San Luis Potosí, junto al negocio de algodones en Matamoros, que mantendría

hasta 1866 (Montejano, 2001). La cadena empresarial continuó con un hijo de Santos

de la Maza llamado Gregorio y con otros parientes hasta que llegó el ocaso de la

minería potosina, tras lo cual los negocios familiares se centrarían casi exclusivamente

en España, ya entrado el siglo XX, con unas pautas completamente diferentes de

actuación, si bien hay consenso en los estudios previos en que el fabuloso capital

indiano acumulado por el clan De la Maza en México posibilitó esas iniciativas

fuertemente enfocadas a la adquisición de fincas situadas en el sur español para vivir

de las rentas que generasen, con alguna inversión en industrias agroalimentarias

(Florencio, 2001). La tupida red de otros parientes instalados en esta y otras áreas de

México que hemos encontrado con los que en algún momento tuvo relación mercantil

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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sería interminable de relatar. En 1835 se empieza a tener noticia de su participación

activa al frente de negocios de minería y en 1840 contraería matrimonio con la viuda de

uno de sus tíos, existiendo divergencia en las fuentes consultadas sobre si se celebró

en Matamoros o en Nueva Orleáns.

Dada su complejidad, resulta difícil de desentrañar la maraña de negocios tejida

en torno al clan De la Maza y que hemos logrado documentar, al menos si se toma

como punto de partida el inicio de la actividad de Santos y de sus hermanos Francisco y

Pedro, que también emigraron, y se abarca hasta el período que llega a los primeros

años del siglo XX. Las fuentes principales de información que permiten efectuar una

reconstrucción del emporio serían el protocolo notarial del testamento de Santos de la

Maza y el manuscrito con las memorias de su gerente, administrador y colaborador a lo

largo de gran parte de la actividad empresarial Vicente Irízar, que tituló “Ligeros apuntes

de la vida mercantil y minera”, que dictó a su hijo, en las que se describen

puntillosamente múltiples aspectos de índole económico-financiera de los negocios y

conteniendo a menudo referencias a la contabilidad como soporte instrumental de la

adopción de decisiones importantes, lo cual constituye una visión sorprendentemente

moderna del enfoque utilitarista, especialmente en el ámbito de la gestión. En la tabla I

se reflejan algunas de las actividades empresariales del grupo familiar de acuerdo a una

sistematización de elaboración propia. Puede apreciarse plenamente que en este caso

se manifiestan claramente algunos de los principales rasgos que caracterizan a las

iniciativas desarrolladas por montañeses y que se mencionaron en apartados previos.

TABLA I. Negocios emprendidos por la familia De la Maza que se han documentado en

la segunda mitad del siglo XIX.

Rama de actividad

Recurso / Actividad /Inversiones Observaciones

Agropecuaria

Haciendas de acopio, transformación, almacén y distribución de maíz y mezcal y ganadería. Entre ellas: - La Pastoriza - Palo Blanco (Francisco de la Maza) - Zamarrita (Francisco de la Maza) - Aguadulce (Francisco de la

Adquisición de tecnología en Estados Unidos para modernización de los cultivos (1883)

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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Maza) - Sauceda de la Borda, en Zacatecas - Inmueble del Algiver (dudoso)

Comercial

- Casa de comercio y mercantil y banco de avío (plata, géneros y bebidas) - Tienda de raya (establecimiento de crédito para el abasto básico, ubicada junto a las fábricas o haciendas y donde los obreros o campesinos eran obligados a realizar sus compras) Carbonera, Matehuala, SLP - Sucursal “La Aurora” (Pedro de la Maza, hermano de Santos) - Expendeduría de tabacos Tercena de la Fama. Real de Catorce, SLP -Casa en Cedral. - Tienda de ropa (a cargo del cuñado de Santos de la Maza e hijos) - 40% de participación en sociedad comanditaria de exportación de plata Maza-Larrache (a través de embarque en Matamoros)

En 1875 se documentan operaciones con un español residente en Matamoros, dedicado fundamentalmente a importación y exportación de Algodón con conexiones con Texas, Nueva Cork, La Habana, Burdeos, Liverpool y Barcelona. La clave de la intervención de la casa Maza reside en sus actividades mineras y en la muy apreciada plata mexicana en las transacciones mercantiles.

Industrial Fábrica de hilados y tejidos Santa María del Carmen (Matehuala), producción de lanas

Minería

Intereses mineros en las siguientes compañías: - Unión Catorceña, S. A. (Real de Catorce, SLP) -Unión Potosina (Real de Catorce) - El Tiro General (Charcas) - Compañía Minera San Agustín (Real de Catorce) - Compañía Minera La Aurora (Cedral) - Compañía Minera Santa Ana (Real de Catorce) - Compañía Minera El Refugio y Socavón de la Luz (Real de Catorce) - Compañía Minera El Señor de la Humildad y Anexas (Real de Catorce) - El Tiro General de Charcas (Charcas) - Cerro del Cobre (Charcas)

En 1850 se constituye la sociedad por acciones Unión Catorceña, controlada por los hermanos Santos y Francisco de la Maza. En 1885 se haría cargo el sobrino de ambos Joaquín de la Maza (hijo de otro hermano llamado Juan que vivía en Ogarrio) convirtiéndose en la principal compañía minera de Real de Catorce. - Contaba entre sus activos con un ferrocarril propio para el transporte y para la comunicación entre labores (valoración al coste de 300.000 pesos) - Primera compañía en utilizar tecnología de aire comprimido, encargada su fabricación en San Francisco (EE.UU). En explotación Santa Ana: - Se incoporaron tecnologías hidráulicas de arrastre de cargas innovadoras para la época (400.000 pesos invertidos) - Otras inversiones en maquinaria por importe de 532.000 pesos - Electrificación pionera con una planta de 350 caballos de potencia. Inversión de 5.000.000 pesos - Gastos de explotación: 2.452.000 pesos

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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Casa de la Moneda

- 50% acciones en Casa de la Moneda San Luis Potosí - Casa de la Moneda de Real de Catorce (1863-1866)

- Con su entrada en la propiedad, Santos de la Maza decide la mecanización de la casa de la moneda de San Luis Potosí con maquinaria de Philadelfia (EE. UU.), aprovechando la ruta de exportación de plata abierta a través de Matamoros. Agiliza las gestiones para que se instituya una casa de la moneda en Catorce y la maquinaria se instale allí - La casa de moneda de Real de Catorce llegó a acuñar 1,500.000 pesos

Financiera y crediticia

- “Deudas activas” (en realidad, créditos), algunas “antiguas” y “de dudoso cobro” y deudas pasivas. - Gregorio de la Maza (hijo de Santos), accionista del Banco de Guanuajuato en 1902 - Gregorio de la Maza, responsable de la agencia en Mineral de la Torre del Banco Mercantil Mexicano, que empezó a operar en 1882 (en cuyo consejo de administración se encontraba Ricardo Sainz)

Fuente: elaboración propia

A partir de 1850, que es el momento en que Vicente Irízar asume el escritorio del

banco de avío de la casa De la Maza, y por consiguiente, se produce su intervención

activa en las cuentas de los negocios, se puede disponer de un mayor grado de

información sobe la situación patrimonial y los gastos que comportaban las distintas

actividades empresariales. Vicente Irízar se acabó convirtiendo en socio del clan De la

Maza y gerente en 1872, haciéndose cargo de unos negocios más emblemáticos, la

tienda de abarrotes “La abundancia”. En aquella época, el capital social de la principal

casa comercial ascendía a 400.000 pesos, y el activo se hallaba comprometido por un

elevado volumen de créditos de dudoso cobro, las haciendas “La Carbonera” y “La

Pastoriza” y existencias en plata sin amonedar. Como contrapartida al pago de uno de

esos créditos considerados de dudoso cobro, se adquirió la tienda de abarrotes “La

Abundancia”, que pasó entonces a convertirse en la sede principal del conglomerado de

negocios familiares.

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

Página 15

Desde 1857, Santos de la Maza realizaba gestiones para erigir una casa de la

moneda en Real de Catorce, y de hecho, en ese año solicitó la adquisición de un solar

la “Plaza del Carbón” para erigir la ceca, aunque el clima turbulento durante el período

posterior provocó que hubiera de esperar a 1861, que sería cuando se asocia con su

hermano Francisco para llevar a cabo este fin (Montejano, 2001), efectuándose en 1863

un desembolso inicial de 400.000 pesos para adquirir los terrenos ubicados en la plaza

principal, que más tarde se verían incrementados en una cuantía similar, con el objeto

de ampliar la propiedad. En funcionamiento, desde 1863, en 1866 el emperador

Maximiliano ordenaría clausurar la casa de la moneda, que nunca se volvería a reabrir.

A la muerte de su hermano Pedro, Santos creyó oportuno redactar testamento en Real

de Catorce el que da cuenta detallada de su patrimonio empresarial y de los acuerdos

de reparto de beneficios que afectan a las distintas actividades. En su testamento se

contiene la siguiente cita: “Todo consta en los Libros y Balances, y cualquiera duda que

pueda ocurrir, la desvanecerá él mismo [se refiere al contable y administrador Irízar,

que acabaría emparentando con el clan De la Maza], y se pasará por lo que él diga en

atención a la honradez y probada buena fe con que se ha manejado en el transcurso de

veinticinco años que me acompaña, y que ha en ejemplar constancia en el trabajo, se

deben en gran parte el aumento del capital con que cuenta la casa...”.

En 1865 Santos de la Maza deja los negocios en manos de su hermano

Francisco y se retira a Utrera (Sevilla, España), pues, según González Echegaray

(1981), el clima de la montaña no era beneficioso para su deteriorada salud, lugar

donde su hija Marciala se ha casado con Enrique de la Cuadra, hijo de otro indiano

montañés que también se había establecido en San Luis Potosí. Practicados balances

antes de su partida, la falta de disponible en efectivo motivada por las cuantiosas

inversiones que han exigido las minas y la casa de la moneda provocan que en el

momento del retorno apenas pueda llevarse Santos una suma mínima de efectivo. En

1867, la combinación de créditos dudosos, falta de liquidez y actividades que arrojan

pérdidas sistemáticas conducen a una reordenación de los negocios familiares tras la

que se produce la liquidación de los intereses en compañías algodoneras y en ciertas

sociedades comanditarias, debiendo afrontarse casi 35.000 pesos en pérdidas. Cuando

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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todavía no se ha completado esta liquidación, fallece Francisco de la Maza e Irízar debe

hacerse cargo eventualmente de los negocios, hasta la llegada de dos sobrinos de

Santos llamados Joaquín y Pedro, hijos de su hermano Juan, que permaneció en

Ogarrio.

La adecuada gestión de Irízar empieza a dar frutos en las actividades mineras,

de tal modo que Santos de la Maza recibe en España unos fondos con los que adquiere

unas fincas en Morón de la Frontera (Sevilla). En 1873 fallece Santos de la Maza y

heredan sus hijos Gregorio, quien sin mucha convicción inicial acabaría incorporándose

a la cabeza de los negocios mexicanos, y su hija Marciala. De acuerdo a Florencio

(2001), la herencia de Santos de la Maza comprendía plata en barra, acciones de

compañías mineras, haciendas de campo, títulos de deuda del gobierno mejicano y

créditos, todo ello valorado, en 1875, en 4,66 millones de pesetas. En lo tocante a los

negocios de San Luis Potosí, para gestionar la herencia de Santos de la Maza se

constituiría una sociedad comanditaria de diez años de duración administrada por Irízar,

aunque posteriormente el esposo de Marciala se echaría atrás y exige su disolución

antes de tiempo, llegando al acuerdo de comprarle su parte Gregorio de la Maza por

400.000 duros en pagos de 8 anualidades. Debe resaltarse que cuando en 1894

Marciala quedase viuda Irízar tiene que acudir a poner orden e inventariar la herencia,

puesto que “la contabilidad de Enrique de la Cuadra no existía ni había existido nunca.

Solamente una especie de libro diario y los testimonios verbales de hombres de

confianza”. No obstante, Florencio (2001) indica que la fortuna de la sociedad conyugal

era por entonces probablemente la mayor de Sevilla, y eso se debía a la herencia de las

empresas mexicanas de Santos de la Maza.

En 1891 los sucesores del clan De la Maza, y por el impulso de Irízar, tenían

gran parte de sus intereses concentrados en la minería de Catorce, además de

múltiples haciendas Durante el Porfiriato, la cercanía al régimen y la influencia de los

componentes del clan De la Maza empieza a ser notoria y conduce a que se conviertan

en los principales empresarios del estado de San Luis Potosí. Entre 1892 y 1896 se

produjo la modernización de la maquinaria destinada a la explotación Santa Ana, que

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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ocupaba a 1.500 operarios y extraía 3.000 toneladas de mineral al mes, apadrinada su

inauguración por la visita del propio Porfirio Díaz. Las decisivas intervenciones del

entonces administrador societario Irízar para acometer audaces inversiones

tecnológicas llevaron a la extracción de minerales cuyo valor conjunto alcanzó los 25

millones de pesos entre 1885 y 1900, y un promedio de 3 millones de pesos anuales

entre 1902 y 1904. Como contrapunto, las dificultades del grupo familiar vinieron de otro

proyecto de inversiones cuantiosas y que originó controversia, el de la Empresa de

Aguas de San Luis, dirigido a la construcción de la presa de San José. En 1896

empiezan las obras del túnel Ogarrio, que conectaba con el principal yacimiento de Real

de Catorce, llamado así en recuerdo de Santos de la Maza, cuyo retrato figuraba en la

entrada, que culminarían en 1901, con un desembolso de 2 millones de pesos. En 1902

fallecería Gregorio de la Maza en San Sebastián, España. La bancarrota que originó el

túnel Ogarrio y el declive argentífero por la adopción del patrón oro y las iniciales

emisiones de billetes marcó el fin de los negocios en México de la familia de la Maza,

continuando los sucesores con otras actividades en España de perfil muy diferente a las

que les dieron protagonismo en su aventura americana.

4. De Ogarrio a Tlalpan.

Ricardo Sainz Manteca Gutiérrez del Valle (Ogarrio, 1833-Ciudad de México,

1902) fue un personaje fundamental entre los indianos montañeses, al desarrollar

innumerables iniciativas empresariales en México, al impulsar múltiples actividades

filantrópicas y de beneficencia y al actuar como mecenas cultural de pintores y

escritores destacados. Incluso llegó a implicarse políticamente, tanto en temas que

afectaban a la situación española (por ejemplo, financió recursos destinados a la guerra

de Cuba) como en cuestiones mexicanas, donde alcanzaría gran protagonismo durante

el Porfiriato, convirtiéndose en asesor personal del presidente. Rechazó ocupar el cargo

de la Secretaría de Hacienda que Porfirio Díaz le ofreció, por no renunciar a la

nacionalidad española (Cano Andaluz, 2006). Igualmente, declinó aceptar el título de

Marqués de Ruesga que le había creado expresamente la monarquía española, para

concedérselo como recompensa a su trayectoria, en atención a la propuesta de tal

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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distinción efectuada por el ayuntamiento de su localidad natal, del que formaba parte

Francisco de la Maza Alonso, afincado en Ogarrio, aunque nacido en Valdecilla

(Cantabria), y de familia originaria de Arredondo, donde se crío y con fuerte vinculación

a negocios en México. El hijo de Francisco de la Maza, llamado Ricardo de la Maza

García, fue apadrinado en su bautismo por Ricardo Sainz y también tuvo un destacado

protagonismo como otro de los nodos de la red familiar de empresas montañesas,

dándose la circunstancia de que era tío de los últimos protagonistas que nos

ocuparemos, los Fernández de la Maza, naturales de Ogarrio y emigrantes a México.

Reclamado por su tío materno Dionisio José de Velasco Gutiérrez del Valle,

cónsul de Veracruz conocido como el “padre de los españoles”, de acuerdo a Pereda de

la Reguera (1968), Ricardo llega a México en 1848, con 15 años y a bordo de la fragata

“María Clotilde”, según consta en el registro de pasaportes del Archivo Histórico

Provincial de Cantabria. Sin embargo, puesto que el clima veracruzano perjudicaba a

Ricardo, decidió trasladarse para trabajar al servicio de otro de sus tíos, Manuel

Gutiérrez de Rozas, en el zócalo de Ciudad de México, como dependiente en una

empresa de papelería, material de escritorio e imprenta adquirida en 1849 de nombre

genuinamente contable, “Al libro mayor”, fundada en 1832 por su primer propietario, el

francés Teófilo Lerroux. La empresa alcanzó un lugar sobresaliente entre las de su

ramo, al emplear tecnologías de vanguardia y contar con un surtido de productos

innovadores que abastecía al por mayor y al por menor.

Ricardo Sainz pasa de empleado a empleado principal a la muerte de su

pariente, cuando su viuda, Consolación Rionda de Bringas, extiende un poder general

para que “el negocio y los giros de la casa” correspondan a Ricardo Sainz. Al año

siguiente, Ricardo contraería matrimonio con la viuda de su tío. En 1875, la empresa ya

era líder en su segmento de actividad, monopolizando prácticamente la producción de

libros de contabilidad, junto a trabajos de encuadernación, suministro de colegios y

almacenes, fabricación de papeles especiales para planos y dibujo, libros para oficinas,

bufetes, formularios administrativos, trabajos de impresión para los estamentos

públicos, hoteles, libros de oraciones y de lujo, así como daguerrotipos en metal y en

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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papel. Con el transcurso del tiempo, la tecnología que “Al libro mayor” utilizaba en

daguerrotipos y en impresión de libros de cuentas recibiría premios en exposiciones

como las de París en 1900, Nueva York en 1901, o Saint Louis, Missouri, en 1904,

donde recibió el galardón al mejor ejemplar de libro de contabilidad, según señala Cano

Andaluz (2006), que cita el siguiente anuncio de prensa de la época: “Entre los libros de

contabilidad figura un precioso ejemplar en la exposición de Saint Louis Missouri, el cual

contiene tantos rayados como pueden necesitarse para llevar una contabilidad por

partida doble”.

En 1875 adquiere junto a Manuel Cordero, también de origen hispano, la fábrica

de textiles “La fama montañesa”, que había arrancado en 1831 y estaba ubicada en

Tlalpan. Puesto que en ese momento ya se encontraba viudo, Ricardo contraería de

nuevo matrimonio en 1876 con la hija de su socio, Guadalupe Cordero, nacida en

México, con la que tendría cinco hijas. Al no haber tenido descendencia masculina,

Ricardo Sainz optaría por el reclutamiento de sobrinos montañeses para dar

continuidad a sus negocios, solicitando a cuatro de los hermanos Fernández Zorrilla

que se estableciesen en México. De cerca de 3.800 metros cuadrados, la fábrica “La

fama montañesa” reunía adelantos técnicos muy avanzados para su época, y llegó a

emplear 300 operarios. Adicionalmente, las inversiones realizadas por Ricardo Sainz

para adelantar a sus competidores le llevaron a traer maquinaria más moderna desde

Nueva Orleans, a acometer una ampliación de la planta para incrementar la producción

y a una electrificación de las instalaciones. Los importantes desembolsos podían ser

sufragados sin problemas, dada la activa participación del propio Ricardo Sainz en el

terreno de las finanzas (Trujillo, 1996). En las compilaciones administrativas de la época

aparece en 1884 la solicitud de Ricardo Sainz para el uso de las aguas de los

manantiales en su fábrica de hilados. “La fama montañesa” también se caracterizó por

mostrarse comparativamente más avanzada socialmente que otras industrias fabriles

de la época. Los trabajadores presentaron en 1877 al Ministerio de Gobernación un

proyecto de reglamento interno que elaboraron y que establecía derechos y deberes de

la propiedad y de los obreros. Sin embargo, el gobierno no pudo atender a la solicitud,

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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por entender que no estaba facultado para imponer condiciones en el ámbito laboral a

las empresas privadas.

La actividad financiera constituye otro de los aspectos de relevancia entre las

iniciativas emprendidas por Ricardo Sainz, pues intervino activamente junto a otros

compatriotas de la red montañesa en la promoción de instituciones financieras

mexicanas, en calidad de accionista y miembro del consejo de administración, primero

en el Banco Mercantil Mexicano y posteriormente en el Banco Nacional de México

(Ludlow, 1990). El Banco Mercantil Mexicano empezó a operar en 1882, con un capital

inicial escriturado de 4.000.000 pesos, estando autorizado para la emisión, circulación,

préstamo y descuento. Resulta llamativo que entre los accionistas también participaba

el General Porfirio Díaz, encontrando representación asimismo los De la Maza

establecidos en San Luis Potosí. Apenas dos años más tarde la entidad se fusionó con

otro banco en cuyo impulso también habían participado, con un señalado protagonismo,

varias de las casas comerciales de origen cántabro. Como resultado, se fundó el Banco

Nacional de México en 1884, también con Ricardo Sainz en el primer consejo de

administración, y con un activo de cerca de 100.000.000 pesos (Álvarez Nieves, 2006).

Ricardo Sainz se convirtió en una pieza clave para explicar la dinámica de los

negocios montañeses en México, pues desarrolló muchas actividades notables, poseía

fincas, ranchos, minas e ingenios azucareros, e intervino indirectamente en negocios de

parientes, a veces como socio capitalista, a veces financiando a un emprendedor en

calidad de “padrino familiar”, vínculo espiritual de raigambre católica de gran

importancia para los montañeses, que acabaría transmitiéndose a un mecanismo

financiero nada desdeñable para acometer nuevos negocios. Asimismo, fue presidente

de la Sociedad de Beneficencia Española, presidente del Casino Español de México, y

formó parte de la dirección de la llamada Unión Mercantil, que representaba a los

intereses de los empresarios del gremio de los abarrotes y posteriormente de todos los

comerciantes de la República, encargándose de las labores de propaganda (sic) en

Ciudad de México. En 1889 fue nombrado vicepresidente de la Junta Patriótica, para

más tarde convertirse en presidente honorario.

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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A su muerte en 1902, en México, la nota necrológica escrita por el lebaniego

Telesforo García para “El Correo Español”, uno de los diarios que se difundían entre las

instituciones sociales de la colonia montañesa señalaba lo siguiente: “Jamás ninguna

circunstancia de la vida pudo abatir su ánimo, jamás ninguna contrariedad ni ingratitud

ninguna consiguió disminuir el abundoso manantial de sus beneficios a favor de sus

necesitados. Guardan de ello grata y piadosa memoria el valle donde naciera, la

provincia de Santander, el pueblo de Tlalpan, en México, nuestra Beneficencia, nuestro

Casino, la Junta Patriótica, varias sociedades de caridad y protección, escuelas, viudas,

huérfanos, desvalidos (...) de claro entendimiento, de actividad y energía inagotables, lo

que sus hermanos, ilustres catedráticos, consiguieron en la esfera de las ciencias

naturales y exactas, lo consiguió él en la esfera del trabajo. Quiso el gobierno patrio

distinguirlo con un título de Castilla y nuestro Don Ricardo, noble por su alma, noble por

sus actos, noble por sus aspiraciones, declinó tal honra, porque consideró que sobre

todos los escudos y blasones puede y debe flotar el bastón de una vida sin mancha”. La

última referencia hace indicación del Marquesado de Ruesga al que renunció. Sus

sobrinos y los descendientes de estos continuaron con las actividades empresariales,

aunque los planteamientos fueron evolucionando con el tiempo, pudiendo reseñarse

que el germen de “Al libro mayor” derivó en una multinacional papelera (Domiguez,

2005).

5. De Ogarrio a Tlalnepantla.

El último de los casos de los que nos ocuparemos es el referido a los hermanos

Fernández de la Maza, nacidos en Ogarrio a partir de la última década del siglo XIX y

que desarrollaron su actividad en Tlalnepantla a lo largo del siglo XX, realizando varios

viajes de ida y vuelta en una cadena de reemplazamiento para controlar directamente

sus intereses empresariales. Los nombres de los que se ha podido documentar se

refieren a Iñigo Alejo, Ángel, Francisco (Pancho), y parece que había otros tres

hermanos que no participaron en los negocios, conociéndose que uno hizo carrera

como abogado y político en España, estableciéndose en Madrid donde ocupó cargos en

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

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el Banco Exterior de España. Su red de negocios tuvo frecuente contacto con otros

parientes avecindados en Ogarrio, los hermanos Fernández Fernández, que también se

establecieron en México, con haciendas adquiridas a un compatriota asturiano, y con

los Fernández Zorrilla, que continuaban la actividad de Ricardo Sainz.

La madre de estos hermanos era Francisca de la Maza, natural de San Martín de

Soba, quien tenía dos hermanos procedentes de Astrana de Soba asentados en

negocios en América que daban continuidad a una larga tradición empresarial, que

abarcaba no solamente México, sino también Uruguay, tal y como se comprueba con la

información que consta en los padrones de hidalguía de Soba, donde figuran como

ausentes. Los negocios de los hermanos Fernández de la Maza mantuvieron

conexiones con otros tíos y primos de ambos continentes. La carrera comercial en

México de Ángel (nacido en Ogarrio en 1892) comienza en 1909 en un almacén de

abarrotes, y le seguirían sus hermanos, constituyendo entre ellos una sociedad

propietaria de ranchos dedicados a la explotación ganadera (Aramburu y Soldevilla,

2007). Íñigo, que se sabe que falleció en su casa natal de Ogarrio de 1971, aparece

como industrial en el censo de 1930 de Tlanepantla, domiciliado junto a Hilaria y

Victoriana Carrillo. Pancho llega en 1945 al aeropuerto de Brownsville en Texas, para

reemplazar a Alejo mientras que Iñigo había llegado en 1940 al puerto de dicha

localidad, para pasar posteriormente hacia Matamoros. Las diferentes ramas familiares

llevaron a cabo una notable diversificación industrial tanto en España como en México,

que incluía fábricas de curtidos, industria lechera, imprentas, papelerías, fábricas de

jabones y lejías, fábricas de bebidas gaseosas, ganadería y cría de reses, situándose

distintos familiares al frente de cada negocio.

6. Conclusiones

Los negocios emprendidos en México a partir de la segunda mitad del siglo XIX

por los grupos familiares de origen montañés presentaban un patrón de características

diferenciales que fueron capaces de otorgar una ventaja estratégica a las iniciativas

empresariales en el contexto en el que actuaban. La superposición de un esquema de

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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normas que surgían en el marco de la institución familiar permitió una acumulación de

capital financiero, un control de recursos clave, el mantenimiento de un principio de

conservación patrimonial y el reemplazo y sucesión ordenada al frente del

conglomerado de negocios. Asimismo, la combinación de esas fórmulas específicas de

organización interna con una articulación externa en forma de red incrementaba el

capital relacional, favoreciendo un flujo de mercancías y de capitales que prolongaba la

actividad mercantil inicial hacia el ámbito de las finanzas.

¿Por qué se establecieron en México y no desarrollaron estas iniciativas en suelo

español?. En su tierra de origen el terreno no era propicio, con un paisaje agreste, clima

húmedo, situaciones convulsas, etc., mientras que México era una tierra de

oportunidades y contaba con la cercanía al mercado estadounidense. Por otro lado, la

teoría institucional ofrece una sólida explicación para justificar el éxito empresarial del

colectivo. El sólido tejido social que proporcionaban los lazos familiares, fuese cual

fuese la distancia geográfica, la confianza y la reputación constituyen ingredientes de

éxito en el paradigma de la empresa moderna. No hay empleados más motivados que

los propios familiares que saben que reforzaran con matrimonios consanguíneos y que

llegarán algún día a colocarse al frente de alguno de los negocios de la red, a imitación

de los que le precedieron en esa cadena de paisanaje y parentesco.

Los ejemplos analizados, que corresponden al conjunto de negocios

pertenecientes a un pequeño pueblo como es Ogarrio, en el valle de Ruesga,

Cantabria, sirven de muestra a lo largo de casi siglo y medio, de que el concepto de red

familiar conforma una estructura empresarial particularmente interesante en el contexto

de un marco institucional débil. La modernidad, la introducción de innovaciones

tecnológicas, la capacidad de adaptación al medio, la diversificación productiva o la

opción por estrategias fuertemente inversoras posibilitaron el éxito de muchas de estas

iniciativas empresariales desarrolladas por grupos familiares de origen montañés hasta

bien entrado el siglo XX, conduciendo a algunos de los más prominentes

emprendedores hacia las elites económicas de la sociedad mexicana de la época.

Mesa 3. Historia de Empresas y Empresarios.

Página 24

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ANEXO. Algunos testimonios gráficos de los emprendedores montañeses.

Retrato conservado en la biblioteca del Senado español de Antonino Gutiérrez Solana.

Retratos de Santos de la Maza y de Vicente Irízar, y minas de Catorce en 1903.

Retos de las ciencias administrativas desde las economías emergentes: Evolución de sociedades.

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Retrato de Ricardo Sainz Gutiérrez.

Retratos de los hermanos Fernández de la Maza, arriba Íñigo (izquierda) y Alejo

(derecha).