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AÑO I, No. 13 CICLO B, Domingo 22 de abril 2012 DOMINGO III° DE PASCUA

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Page 1: AÑO I, No. 13 CICLO B, Domingo 22 de abril 2012 DOMINGO ... · Jonathan Swift (1667-1745) Político y escritor irlandés que hoy nos comparte un mensaje por demás considerable en

AÑO I, No. 13

CICLO B, Domingo 22 de abril 2012

DOMINGO III° DE PASCUA

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I N D E X

Editorial p.3

La frase de la semana p. 3

La Palabra de Dios de este

Domingo p.4

¿Qué te dice Dios este Domingo?

P.5

El pescador de la esperanza p.6

Oración por el Papa p.7

Avisos y fechas importantes p.7

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FRASE DE LA SEMANA

“¡Ojalá vivas todos los días

de tu vida!” Jonathan Swift

(1667-1745)

Político y escritor irlandés que hoy nos comparte un mensaje por demás considerable en cada uno de los días que Dios nos permita

amanecer.

¿Cuántas veces estamos muertos en vida? Ya no sé diga muertos

porque tenemos pecado, también muertos por no hacer lo necesario

para reavivar el amor en nosotros. Muchas veces no

reflexionamos sobre los pecados de omisión, cuando no hacemos

nada ni por los demás ni por nosotros y en la medida en la que no vivimos por el hecho de vivir la vida, estamos muertos la mayor

parte de ella.

“En aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado

verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él.” (2 Jn. 5a) Porque vivimos en la

medida en la que amamos y mientras más duela el amor, más

sentimos la vida en nosotros. FaEnMeBa

Editorial

¡Señor, ¡Ábrenos el entendimiento! Por Fausto E. Méndez

¿Cuántas veces le pedimos a Dios que nos ayude a comprender de esta forma? Le pedimos al médico que cure la enfermedad o que nos ayude a eliminar la molestia. Hay un mínimo punto de diferencia entre lo que debemos hacer, lo que queremos hacer y lo que se debe de hacer y pedirle al señor que nos abra el entendimiento es en lo que deben armonizar estas tres cosas, es decir, porque queremos, porque debemos hacer y nos debemos de hacer. Pedir a Dios que nosotros tengamos la mente abierta es lo mejor, pero pedirle que nos disponga el terreno para que la Palabra encuentre un lugar propicio donde crecer y enraizarse es óptimo y aún resulta ser más eficaz. El mensaje de Dios de este Domingo es claro y Christian Barba nos lo ejemplifica de una forma muy concreta: “Ser testigos de la resurrección de Jesús equivale a transitar por los mismos caminos que el mismo Señor anduvo. Nadie puede presumirse de ser testigo de la resurrección si en su vida particular no ha aceptado sufrir primeramente el suplicio de la cruz.” Y retomando esta gran frase, recordamos al Santo Padre Benedicto XVI y su apostolado desde el año 2005. Un verdadero hombre que, además de la cruz de Cristo, debe soportar a la Iglesia y sus duras críticas, injurias, ofensas y hasta desobediencia e ignorancia pero es Cristo el principio y fin de su obra, de tal manera que sufre por y para Cristo siendo un verdadero apóstol de Jesús. Que el Señor nos ayude a ser verdaderos testigos de su Palabra en esta tierra.

Feliz Semana

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LA PALABRA DE DIOS DE LA SANTA MISA DE HOY

USTEDES

DIERON MUERTE AL AUTOR DE LA

VIDA, PERO DIOS LO

RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS”

“EN TI, SEÑOR, CONFÍO”

“EN AQUEL QUE CUMPLE SU

PALABRA, EL AMOR DE DIOS

HA LLEGADO VERDADERAMEN

TE A SU PLENITUD.”

“ENCIENDE NUESTRO CORAZÓN

MIENTRAS NOS HABLAS”

DOMINGO 22 DE ABRIL 2012 III° DEL TIEMPO DE PASCUA CICLO B PRIMERA LECTURA Ustedes dieron muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 3, 13-15. 17-19 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. Ustedes renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes obraron por ignorancia, lo mismo que sus jefes. Pero así, Dios cumplió lo que había anunciado por medio de todos los profetas: que su Mesías debía padecer. Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor SALMO RESPONSORIAL Del Salmo 4 R. En ti, Señor confío. Aleluya. Tú que conoces lo justo de mi causa, Señor, responde a mi clamor. Tú que me has sacado con bien de mis angustias, apiádate y escucha mi oración. R. Admirable en bondad ha sido el Señor para conmigo, y siempre que lo invoco me ha escuchado; por eso en él confío. R. En paz, Señor, me acuesto Y duermo en paz, Pues sólo tú, Señor, Eres mi tranquilidad R. SEGUNDA LECTURA Cristo es la víctima de propiciación por nuestros pecados y por los del mundo entero. Lectura de la primera carta del apóstol San Juan 2, 1-5 Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus mandamientos. El que dice: "Yo lo conozco", y no cumple sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él. Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Lc. 24, 32

R. ALELUYA, ALELUYA. Señor Jesús, haz que comprendamos las Escrituras. Enciende nuestro corazón mientras nos hablas. R. ALELUYA, ALELUYA. EVANGELIO Está escrito que Cristo tenía que padecer y tenía que resucitar de entre los muertos al tercer día. † Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 35-48 Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu, pero Jesús les preguntó: "¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo". Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies. Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: "¿Tienen aquí algo para comer?". Ellos le presentaron un trozo de pescado asado; él lo tomó y lo comió delante de todos. Después les dijo: "Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos". Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras, y añadió: "Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto. Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.

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¿QUÉ TE DICE DIOS ESTE DOMINGO? Por Christian Rodrigo Barba

El Señor resucitado se había manifestado a unos peregrinos en el camino y mientras contaban lo sucedido, Jesús, con su presencia, confirma el milagro de la resurrección. Nuevamente les comunica su paz, misma que es fruto de su triunfo sobre el pecado y sobre la muerte. A pesar de que los discípulos permanecen atónitos por tal experiencia, Él prefiere comer un poco para que todos pudieran cerciorarse de que era Él y que compartía la misma naturaleza de todos los presentes, con ello introduciéndonos a participar también del milagro y misterio de la resurrección. El hecho de que Jesús pida un poco de comida y coma delante de todos tiene un sentido pedagógico para hacerles entender a todos de que Él, siendo Dios, tiene hambre; mas no es tanto hambre de comida, al contario, tiene hambre de la fe de todos los que en Él confían. Simplemente el creer en Jesús no es suficiente para entender el milagro de la resurrección, sino que participando con Él de su pasión, seremos dignos del milagro de la glorificación en Cristo y por tanto maduros para entender el misterio ya en la revelación plena. En otro episodio del Evangelio el mismo Jesús nos advertía que no todo el que diga “¡Señor, Señor!” se salvará. Por eso, así, aunque los discípulos ya creían en Jesús, aún estaban inmaduros para comprender la resurrección, porque hacían falta más signos que confirmaran por completo su fe, por eso Jesús insiste diciendo “Toquen, vean, tengo carne y huesos, no soy un espíritu”. Jesús explica de nuevo las escrituras y permite que a los presentes se les abriera el entendimiento, misma cosa que sólo se da si mostramos un espíritu de escucha a las palabras que Dios dirige a nosotros. Esto lo menciono dado que, día con día, el Señor Jesús nos sigue explicando las Escrituras y sigue partiendo para nosotros el pan, sólo que incluso así, hay muchos fieles que se consideran cristianos y aún no comprenden que Jesucristo está verdaderamente resucitado entre nosotros. Quizá nos maravillaríamos de ver de repente a un familiar nuestro que lo hemos visto muerto y que de repente está a la mesa con nosotros, pues bien, en este caso Jesús es el primero que nos da testimonio de que la Vida es Él y que todo aquel que muere en Él, Vida posee eternamente. Jesús está entre nosotros y es una realidad patente, muchos quizá sólo piensen que la resurrección de Jesús sea un sólo bonito acto de fe, ya sea porque nunca lo hayan visto caminar entre las calles o comer junto con ellos, simplemente creen porque sus principios así lo señalan.

La resurrección de Jesús va más allá de lo que una Iglesia nos haya formado/educado o nos haya inculcado a creer. La resurrección de Jesús es verdadera y cercana a nosotros, tanto como la cosa más mundana que nos pueda ofrecer el mundo y que nuestros sentidos puedan percibir. Para discernir que es el mismo Jesús el que camina junto a nosotros, no hay necesidad de ser unos altos místicos o tener dones sobrenaturales. Es la misma sencillez de corazón la que nos introduce a entender el milagro de la resurrección.

No podemos ser testigos del Señor Jesús sin que antes no hayamos experimentado en nuestras vidas el paso del mismo Dios en ellas. Ser testigos de la resurrección va más allá del cumplimiento de las reglas eclesiásticas, pues bien, quizá haya muchos que, guardando celosamente las reglas y costumbres de la Iglesia, nunca hayan tenido una experiencia viva con Jesús resucitado. Para entender dicha resurrección, se debe abrir el corazón a base de humildad y de fe. El mundo de hoy nos distrae con tantas cosas que nos ofrece e inclusive, nos hace creer que la religión sobre todo es más tradición que encuentro con Dios mismo. Ser testigos de la resurrección de Jesús equivale a transitar por los mismos caminos que el mismo Señor anduvo. Nadie puede presumirse de ser testigo de la resurrección si en su vida particular no ha aceptado sufrir primeramente el suplicio de la cruz. Uno de los grandes signos que nos preparan para la confirmación de nuestra fe son las dudas que asedian a nuestro corazón. Es así que, a través de ellas, nuevamente la pedagogía divina hace su papel de preparar el terreno para la fecundidad de la fe. Las dudas del corazón (o de la fe) por su parte, ofrecen la riquísima oportunidad de sacudir nuestro espíritu para que encontremos las cosas que verdaderamente valgan la pena porque han sufrido la cruz del discernimiento. Es necesario entonces, que cada uno aproveche las dudas del espíritu para discernir con ellas y edificar con los frutos del discernimiento. Un corazón con dudas es un corazón distraído de la contemplación y carente de humildad y confianza en Dios. Si bien, aunque el mundo nos ofrezca siempre la incertidumbre, Dios siempre nos ofrecerá la paz verdadera si de verdad estamos dispuestos a luchar por ella. Con todo lo anterior, si no hemos pasado por tremendo discernimiento, no podremos dar testimonio de la resurrección de Jesús. Si hablamos de Él ante el mundo sin haber tenido la experiencia viva de su resurrección, quizá sí podremos instruir a los demás, pero nunca podremos educarlos en la Verdad. Cada uno de nosotros tiene diferentes caminos para descubrir la resurrección de Jesús, y es deber de cada corazón el discernir y disfrutar de las luces que Dios ofrezca a cada uno. Recuerda que por ser cristianos (y católicos también) estamos llamados a garantizar nuestros méritos para que algún día también nosotros resucitemos a semejanza de Jesús. No seamos como aquellas personas que hablan de Jesús sin haber tenido esa experiencia particular con Él. Nosotros debemos ser muy cuidadosos al llevar a otros la noticia de la resurrección del Señor, ya que si comunicamos lo que no hemos vivido, simplemente estaremos enseñando una doctrina que morirá junto con nosotros, no obstante, si atestiguamos ante el mundo la resurrección de Jesús con nuestra experiencia particular en Él, nuestras palabras quizá perecerán, pero nuestro ejemplo será semilla de salvación para todo aquel que nos haya escuchado en espíritu al contemplar nuestras obras.

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EL PESCADOR DE LA ESPERANZA Por Fausto E. Méndez

Mucho se ha comentado el, por llamarlo de alguna manera, “desacierto” del Colegio de cardenales por el resultado del cónclave del 2005 y es

que la mentalidad de una gran parte de las persona en el mundo no permite ver y mucho menos aceptar, la realidad inevitable del fallecimiento

del ahora Beato Juan Pablo II.

Cuando el antiguo decano del Colegio cardenalicio, pronuncia en el balcón más famoso del mundo las siguientes palabras, es un

significativo momento para la Iglesia:

“Queridos hermanos y hermanas: después del gran Papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde

trabajador de la viña del Señor.

Me consuela el hecho de que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con instrumentos insuficientes, y sobre todo me encomiendo a vuestras

oraciones.

En la alegría del Señor resucitado, confiando en su ayuda continua, sigamos adelante. El Señor nos ayudará y María, su santísima Madre,

estará a nuestro lado. ¡Gracias!”

Joseph Ratzinger, que adoptaría el nombre de Benedicto XVI, reconoce en estas sencillas palabras a Juan Pablo II como uno de los

grandes pontífices y a su vez, él se reconoce como un “un simple y humilde trabajador de la viña del Señor”. Qué importancia tiene este detalle,

un acto de humildad frente a una encomienda que en si misma llega a tener ínfulas de grandeza y superioridad.

Este “instrumento insuficiente”, ha demostrado a lo largo de 7 años, sobrellevar la carga crítica y mordaz que los diferentes medios de

comunicación han formado y que los integrantes de la misma Iglesia hemos apoyado. Desde las críticas a su rostro, como a la rigurosidad de su

doctrina, el Santo Padre es vicario de Cristo a lo que su capacidad le concede. No comprendemos que el Papa es sucesor de Cristo y no de sus

predecesores, ni siquiera de San Pedro, la importancia de su cargo, no es la de un exaltado, si la de un primus inter pares (primero entre iguales)

pero siempre como servidor, al igual que Cristo lo fue con sus discípulos en la última Cena.

El hombre propone, Dios dispone y dispuso que éste fuera nuestro Papa, a través de la voz de los cardenales y como una respuesta a las

súplicas delos millones de creyentes alrededor del mundo. La presencia de este gran hombre en la Plaza de San Pedro significa para todos los

que en Dios confiamos, una esperanza muy grande en su servidor, tan grande como al del pueblo de judío a Moisés cuando, siendo un

instrumento insuficiente de Dios, los liberó de la opresión egipcia, así en Benedicto XVI está depositada la esperanza de los jóvenes del siglo

XXI.

En su homilía del inicio de su pontificado menciona:

“¿Cómo 115 Obispos, procedentes de todas las culturas y países, podían encontrar a quien Dios quería otorgar la misión de atar y desatar?

Una vez más, lo sabíamos; sabíamos que no estamos solos, que estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios. Y ahora, en

este momento, yo, débil siervo de Dios, he de asumir este cometido inaudito, que supera realmente toda capacidad humana. ¿Cómo puedo

hacerlo?”

Esa pregunta tiene ya una respuesta en sus palabras y trabajo hacia hacer, en sí mismo, un verdadero “cooperator veritatis” (cooperador

de la verdad). Su lema papal es Cooperatores veritatis y es en la enseñanza y práctica de la verdad en la que ha edificado su camino como pastor

de la Iglesia universal, como el vicario de Cristo y sucesor de San Pedro en el gobierno de la Iglesia cristiana de todo el orbe.

Ser Papa es una responsabilidad, no un privilegio y como tal, no es algo que cualquiera pueda hacer. Criticamos mucho a Benedicto

pero, ¿lo conocemos? Lo juzgamos por ser alemán y su pasado ¿Quién de nosotros está libre de pecado? Todos somos humanos y no tenemos

todo nuestro ser incorrupto pues sería contradecir el ser mismo del hombre. Cuando vino a México se notó en su rostro un semblante totalmente

diferente y más “vivo”. Una sonrisa sincera y un verdadero abrazo hacia la tierra de nuestra Santísima Madre de Guadalupe.

Comparar a Benedicto con Juan Pablo es comparar a Juan Pablo con Cristo. No hay punto de comparación solo de similitud en cuanto

que ambos han hecho presente a Cristo en su pontificado, a su manera y claro, los más de 25 años del papado de Juan Pablo son un factor que

influyó demasiado para lograr esa estima y cariño que a su partida causó una gran tristeza para todos a quienes se los demostró. Además de que

Juan Pablo II fue Papa a los 58 años de edad y Benedicto a los 78, la gran diferencia de edad no cambia la fuerza del espíritu pero si del cuerpo

que, como todo en el mundo, se va a cavando poco a poco y como el Buen Pastor, el Papa no permite que esa cruz le impida continuar su

peregrinaje por esta tierra, difícil pero llevadero en lo que su capacidad y la asistencia de Dios y María Santísima del conceden.

El 24 de abril, Benedicto XVI cumple 7 años como nuestro pontífice, oremos para que el Señor le conceda la sabiduría necesaria para

continuar su guía por el camino de Jesús así como la salud para poder servirle y el amor para hacerle presente en el mundo.

FELICIDADES SANTO PADRE, DIOS LO BENGIGA Y GUARDE

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ORACIÓN POR EL PAPA

Oh Jesús, Rey y Señor de la Iglesia:

renuevo en tu presencia mi adhesión

incondicional a tu Vicario en la tierra, el

Papa. En él tú has querido mostrarnos el

camino seguro y cierto que debemos seguir

en medio de la desorientación, la inquietud

y el desasosiego. Creo firmemente que por

medio de él tú nos gobiernas, enseñas y

santificas, y bajo su cayado formamos la

verdadera Iglesia: una, santa, católica y

apostólica. Concédeme la gracia de amar,

vivir y propagar como hijo fiel sus

enseñanzas. Cuida su vida, ilumina su

inteligencia, fortalece su espíritu, defiéndelo

de las calumnias y de la maldad. Aplaca los

vientos erosivos de la infidelidad y la

desobediencia, y concédenos que, en torno a

él, tu Iglesia se conserve unida, firme en el

creer y en el obrar, y sea así el instrumento

de tu redención. Así sea.