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ANÁLISIS DE LA IDENTIDAD PROFESIONAL DEL MAESTRO NORMALISTA Y LA URGENTE NECESIDAD DE MODIFICAR LOS CURRICULUM DE LAS ESCUELAS NORMALES DEL PAÍS EN BUSCA DE UN PERFIL DOCENTE QUE RESPONDA A LA REALIDAD POS-MODERNA DEL SIGLO XXI. ANALYSIS OF THE PROFESSIONAL IDENTITY OF THE NORMALIST TEACHER AND THE URGENT NEED TO MODIFY THE CURRICULUM OF THE NORMAL SCHOOLS OF THE COUNTRY IN SEARCH OF A TEACHING PROFILE THAT ANSWERS TO THE POST-MODERN REALITY OF THE 21ST CENTURY. Resumen La problemática abordada en el objeto de investigación planteado, es precisamente la Identidad Profesional de los Maestros Normalistas, el eje central del análisis es la conformación, el reforzamiento y la instrumentalidad del componente identitario como proceso socio cultural enquistado en la política educativa de orden Liberal a través de ejercicio controlado de los curriculos que se operan en las Escuelas Normales del País. Así como un fuerte reforzamiento que se ejerce de las viejas generaciones sobre las nuevas en los primeros años de práctica escolar de los maestros y maestras noveles. EL proceso de la conformación identitaria en el orden de lo profesional se ve seriamente impactada pol las políticas curiculares, tanto en lo que es el currículo formal, real y sobremanera en el curículo oculto, marcando a los estudiantes normalistas en su quehacer profesional con una muy notable tenencia instrumenta, la cual será reforzada en positivo al integrarse al gremio de manera ya oficial. Palabras claves: Identidad, Identidad Profesional, Docente, Normalismo, Insrumentalismo, Formación Docente, Formación Inicial, Cultura Madre, Gremio Magisterial, Reproduccón Cultural, Currículooculto. Abstract The problems addressed in order to raised research is precisely the Professional Identity of normal school teachers, the backbone of the analysis is the creation, strengthening and instrumentality of identity component as a partner process Cultural cystic educational policy of Liberal order controlled through curricula that are operating in the Normal Schools Country exercise. And a strong reinforcement exerted by older generations on new in the early years of school practice of novice teachers. The process of identity formation in the order of the professional is seriously impacted the curiculares pol policies, both in the formal real and printed ans greatly in the hidden curriculum, marking the student teachers in their professional work with

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Page 1: ANÁLISIS DE LA IDENTIDAD PROFESIONAL DEL MAESTRO ......anÁlisis de la identidad profesional del maestro normalista y la urgente necesidad de modificar los curriculum de las escuelas

ANÁLISIS DE LA IDENTIDAD PROFESIONAL DEL MAESTRO NORMALISTA Y LA URGENTE

NECESIDAD DE MODIFICAR LOS CURRICULUM DE LAS ESCUELAS NORMALES DEL PAÍS EN

BUSCA DE UN PERFIL DOCENTE QUE RESPONDA A LA REALIDAD POS-MODERNA DEL SIGLO XXI.

ANALYSIS OF THE PROFESSIONAL IDENTITY OF THE NORMALIST TEACHER AND THE

URGENT NEED TO MODIFY THE CURRICULUM OF THE NORMAL SCHOOLS OF THE COUNTRY

IN SEARCH OF A TEACHING PROFILE THAT ANSWERS TO THE POST-MODERN REALITY OF

THE 21ST CENTURY.

Resumen

La problemática abordada en el objeto de investigación planteado, es precisamente la Identidad

Profesional de los Maestros Normalistas, el eje central del análisis es la conformación, el

reforzamiento y la instrumentalidad del componente identitario como proceso socio – cultural

enquistado en la política educativa de orden Liberal a través de ejercicio controlado de los

curriculos que se operan en las Escuelas Normales del País. Así como un fuerte reforzamiento

que se ejerce de las viejas generaciones sobre las nuevas en los primeros años de práctica escolar

de los maestros y maestras noveles.

EL proceso de la conformación identitaria en el orden de lo profesional se ve seriamente

impactada pol las políticas curiculares, tanto en lo que es el currículo formal, real y sobremanera

en el curículo oculto, marcando a los estudiantes normalistas en su quehacer profesional con una

muy notable tenencia instrumenta, la cual será reforzada en positivo al integrarse al gremio de

manera ya oficial.

Palabras claves: Identidad, Identidad Profesional, Docente, Normalismo, Insrumentalismo,

Formación Docente, Formación Inicial, Cultura Madre, Gremio Magisterial, Reproduccón

Cultural, Currículooculto.

Abstract

The problems addressed in order to raised research is precisely the Professional Identity of

normal school teachers, the backbone of the analysis is the creation, strengthening and

instrumentality of identity component as a partner process – Cultural cystic educational policy of

Liberal order controlled through curricula that are operating in the Normal Schools Country

exercise. And a strong reinforcement exerted by older generations on new in the early years of

school practice of novice teachers. The process of identity formation in the order of the

professional is seriously impacted the curiculares pol policies, both in the formal real and printed

ans greatly in the hidden curriculum, marking the student teachers in their professional work with

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a very It implements remarkable tenure, which will be reinforced positively to join the Guild and

officially

Keywords: Identity, Professional Identity, Teacher, Normalism, Insrumentalism, Teacher

Training, Initial Formation, Mother Culture, Teacher's Guild, Cultural Reproduction,

Curriculum.

La identidad a crítica del magisterio

normalista.

Una de las principales consecuencias de la

Cultura Madre Magisterial Normalista, es

haber configurado en cientos de

generaciones de maestros nuevoleoneses

una identidad profesional a-crítica, lo cual

sucedió debido a la filosofía liberal retomada

por el gremio y reproducida a través de cinco

grandes íconos históricos, ya mencionados.

Reproducción ideológica del propio Sistema

Político Mexicano adoptada por el sector

magisterial, dado el interés propio de los

líderes intelectuales del grupo liberal y el

vínculo histórico de los grandes maestros

mexicanos con la política nacional, entre los

que figuran: Joaquín Baranda (objetivo

primordial de la educación; unidad

nacional), Francisco G. Cosme (uniformar

en toda la República la enseñanza

elemental), Justo Sierra (laicismo en la

educación), Alberto Correa (ley de

instrucción primaria), Enrique Rébsamen

(espíritu o tono de la enseñanza), Manuel

Velasco, Juan Díaz de la Cueva, y Gabriel

Hinojosa (métodos de enseñanza de las

escuelas), Carlos A. Carrillo de enseñanza,

libros de texto), Gregorio Torres Quintero

(historia filosofada), Manuel Zayas

(enseñanza primaria superior), Félix

Palavicini (formación técnica), Manuel

Flores ( la mujer y las profesiones liberales),

Francisco Bulnes (la obra docente de la

dictadura)1 , también se puede mencionar a:

José Vasconcelos, Rafael Ramírez, Ignacio

Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, y

muchísimos más que al participar

activamente en la política del país,

retomaron el ideal filosófico liberal como

discurso oficial para el gremio magisterial,

Patria, Nación y Estado fueron convertidos

en los principios y valores a defender contra

quien quisiera usurpar o ultrajar a nuestra

madre patria.

Ante esta pesada loza ideológica

sobrepuesta en la cabeza da cada mexicano,

el que se atreviera a cuestionarla, criticarla o

negarla, era señalado como traidor a la

Patria, Nación y Estado de derecho

establecido por el grupo político liberal, es

pertinente aclarar que no sólo fueron

señalados sino también fastidiados

maltratados y por qué no decirlo, muchos de

ellos ajusticiados en el paredón o

desaparecidos, en el mejor de los casos.

Ante un realidad social y política autoritaria,

arbitraria y antidemocrática, impuesta por el

grupo político hegemónico en el país, por

cientos de años, el sector intelectual

representado por los maestros, se unió

institucionalmente al poder estatal, es decir,

el magisterio pasa a las filas de la oficialidad

gubernamental, entonces, todo maestro

empírico primero y luego normalista, tenía

que pasar revista fiel por el ideario liberal y

rubricar su Ser en defensa del Estado

Mexicano y sus principios, como si fuera un

bautismo religioso, para luego salir a la

comunidad a predicar el saber, la ciencia, la

razón y transversalmente la defensa del

Estado Liberal Mexicano, cientos, miles y

luego millones de maestros conformarían el

ejército ideológico al servicio del gobierno.

Ante esta realidad del gremio magisterial,

¿quién se podía atrever a ser crítico,

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disidente, o trasgresor del orden político,

económico, social y cultural establecido?

Es obvio que en el transcurso de casi

doscientos años en los que han imperado en

México gobiernos de corte liberal, hayan

existido ciudadanos que se atreven a criticar

o disentir la forma de operar del sistema

hegemónico establecido. Seguramente

algunos de ellos habrán sido maestros, que

por constituir sólo una minoría, fueron

maltratados y aplastados ideológicamente

por la fórmula matemática establecida por la

democracia liberal mexicana para resolver lo

político, 50 + 1 es igual a mayoría.

Esa realidad histórica descrita recae sobre

los hombros de cada maestro egresado de las

escuelas Normales del Estado, a quienes no

se les permite desarrollar el fenómeno

científico de la crítica, éste es más propio de

los universitarios porque ellos han sido

formados cerca del saber profundo de las

disciplinas científicas, mientras que a los

maestros normalistas se les limitó al

conocimiento instrumental generado desde

las estructuras oficiales, específicamente la

Secretaría de Educación, cuya filosofía

responde más a la política del Estado

mexicano de corte liberal, que al propio

quehacer científico, generando una

formación en la que no se permite criticar a

las instituciones o a sus representantes y

menos al conocimiento que de ellas emana.

No es posible formar una conciencia crítico

– científica en el gremio magisterial, cuando

su labor se limita únicamente a reproducir un

estado de cosas en el sentido del

conocimiento y un orden de cosas en el

sentido del Estado de derecho establecido.

Esta misión reproductora del gremio

magisterial, la cual se plantea desde la óptica

de Bourdieu y Passeron, es adquirida en las

escuelas Normales, en los posgrados de la

misma formación normalista, perpetuada en

cada escuela del nivel básico a través de una

práctica escolar tradicional y fortalecida

desde las estructuras del ámbito sindical u

oficial, como es el caso de la burocracia en

ejercicio de la propia Secretaría de

Educación.

La identidad profesional a-crítica, es pues, el

resultado de un conjunto de pertenencias

adquiridas por los maestros normalistas en el

transcurso de su formación, historia laboral

y hasta cierto punto, en su historia de vida,

dado que en muchos de los casos en el

entorno familiar se presentó la influencia de

un profesor para la elección de la carrera a

través de la cual se heredaron las primeras

nociones de esta cultura.

Se sabe de antemano que el sistema escolar

mexicano promueve una propuesta

curricular de corte reproductor, en la que el

maestro sólo queda como un mero trasmisor

de conocimiento o como un guía conductor

de éste, característica general del sistema

que impacta en cada escuela del país porque

es en la figura del docente donde recae todo

el peso de operar en la realidad áulica la

reproducción del sistema.

Bien decía la Dra. Margarita Panza G., en su

obra “Fundamentación de la Didáctica”

(1998), que la realidad escolar mexicana se

debate entre tres tipos de escuela: la

tradicional, la conductista y la crítica o

constructivista, obviamente, aún y cuando la

propuesta constructivista aparece como

teoría, tanto en los libros de texto como en

los planes y programas de la SEP desde el

inicio de los noventa en pleno siglo XX, aún

no se aplica en el contexto real de la escuela

y mucho menos al interior del aula.

Este panorama proporciona una idea

concreta de cómo está funcionando la

escuela, es decir, los maestros aún no han

abandonado las viejas prácticas

tradicionales o conductistas en su labor

cotidiana, potenciando así esas pertenencias

identitarias reproductoras, propias del

sistema educativo mexicano, en la figura de

un maestro a-crítico normalista.

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Realmente no existen condiciones para

formar a un maestro crítico – científico,

debido a que en Nuevo León (y en el país) se

carece de un planteamiento curricular en el

ámbito educativo, que posea las

características de un currículo crítico.

Por tanto, no se puede pensar en un maestro

que represente una postura crítica en su

desempeño o formación. No existen los

elementos que se requieren para formar u

operar en la realidad actual un plan de

estudiaos crítico y tampoco se generan

procesos curriculares para la formación de

docentes en la línea crítica. Cuando mucho

existe el tratamiento de las teorías

psicopedagógicas de orden constructivista, y

donde la realidad educativa camina en la

línea tradicional, conductista, o

funcionalista, en el tratamiento curricular.

¿Puede ser que un maestro normalista no

alcance a comprender cómo es manejada su

identidad profesional por el poder del

Estado, según se requiera, para formar a los

ciudadanos de un país? (PRE-20).

La respuesta a este cuestionamiento

planteado es afirmativa, considerando que

no es posible librarse de la pesada carga

ideológica2 ejercida tanto por el Estado,

como por las instituciones y todo el

simbolismo generado por el mismo gremio

como conciencia colectiva.

En este caso, cómo lograr resistir las finas

líneas de control que se ejercen en la realidad

por parte de los aparatos ideológicos al

servicio de Estado3, cuando la mayoría de

los maestros y maestras egresados de las

escuelas Normales no cuenta con una

conciencia crítica, sino instrumental.

El contar con una conciencia crítica en el

ámbito social, no es una situación al azar, es

indiscutiblemente un proceso de formación

humana, un acto educativo, a través del cual

la escuela se encarga de concretar un

proceso curricular que impacte en el sujeto y

desarrolle en él habilidades y competencias

científicas tanto en el ámbito social como

natural.

La crítica vista desde la óptica de la

epistemología, es parte de cualquier

quehacer científico, y al no desarrollarla en

el proceso de formación desde la niñez,

traerá como consecuencia el no contar con

sujetos adultos pensantes, por ello la

insistencia de que la escuela mexicana debe

y tiene la obligación de plantearse, como

objetivo central del currículum, formar un

sujeto crítico, autónomo, sensible, pensante,

que responda a los acelerados cambios que

acontecen en la realidad actual.

El asunto de la conciencia crítica intimida a

cualquier sociedad conservadora, porque el

despertar la conciencia crítica en la

comunidad escolar, como método para el

entendimiento y apropiación de la realidad,

puede parecer como peligroso.

En la óptica de Pablo Freire4, la educación

que no plantea el desarrollo de la conciencia

crítica se posesiona de la tendencia

reproductora del sistema, o de la visión

bancaria que él maneja como una de las tesis

centrales de su obra escrita.

En este sentido, los procesos educativos se

pueden caracterizar por tener una finalidad

de adaptación al orden existente, generando:

Un sujeto oyente y pasivo

Un educador cuya tarea es llenar de

conocimientos fraccionados a los

estudiantes.

Una realidad estática, dividida,

divorciada de la realidad.

Un verbalismo alienado y alienante.

Una memorización mecánica de los

contenidos.

Una relación de sabio a ignorante.

Un hombre ingenuo y adaptable.

Una acción paternalista.

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Un ser oprimido, inepto, perezoso,

marginado.

Una narrativa que termina con la

creatividad del sujeto.

El costo social de no contar con una buena

educación se ve reflejado en el

comportamiento de una Nación, de una

comunidad o de un pueblo; nadie escapa a la

factura que cobra una mala educación. El

deseducar es aún más costoso y difícil de

realizar, romper estereotipas constituye una

labor ardua y titánica que debilita la

formación a nivel medio superior y superior.

El no establecer un currículo crítico, como lo

plantea Stephen Kemmis y Lindsay

Fitzclarence5, es dejar pasar la oportunidad

de formar un sujeto más allá de un ser

instrumental, desperdiciar el tiempo y el

recurso humano, paradójicamente es

plantear una calidad de la educación sin

calidad humana.

Hay que recordar que una educación de corte

tradicional o conductista es siempre una

educación bancaria e instrumental, la cual

jamás se inclinará por la concienciación de

los educandos ni de los educadores, porque

el pensar auténticamente es considerado

como un peligro para esta sociedad

nuevoleonesa tan conservadora.

Puede pensarse que el despertar la

conciencia crítica en la escuela favorece la

liberación del ser humano, pero por qué

temerle, si el liberarse significa que el

hombre no sólo este en el mundo, sino que

esté con los otros, es una especie de

comunión espiritual en la historicidad entre

el estar y el ser de sí mismo y con los otros.

El formar en la conciencia crítica es llevar al

sujeto a romper la adaptabilidad y la

domesticación ideológica cultural

desarrollada por la escuela tradicional y

conductista que los mexicanos han padecido

por siglos, la cual no ha permitido formar un

sujeto pensante, crítico, creativo, autónomo

y ético como el que requiere el mundo hoy

en día.

El convivir, simpatizar, comunicarse y

pensar, no se ajustan a los presupuestos de la

educación tradicional, ni a la educación

mecanizada e instrumental que hoy se

plantea en las propuesta neoliberales. Erich

Fromm planteaba el concepto de hombre

necrófilo, el cual desea convertir todo lo

orgánico en inorgánico ya que su mirada

sobre la realidad es mecánica y la realización

de este tipo de Ser, obedece sólo a tener

posesiones materiales.

La escuela bancaria, como la define Pablo

Freire (1978, p.75), no tiene intención de

transformar la realidad, no considera como

prioridad el partir de un eje central en el

currículo que permita desarrollar la

conciencia crítica, más bien, este tipo de

escuela tradicional o conductista, tan común

en México, se ajusta muy bien a lo que

Simone de Beauvoir (1963, p.64), señala en

su obra: “El pensamiento político de la

derecha”, “es transformar la mentalidad del

oprimido, no de la situación que lo oprime”,

es decir, la educación planteada sin el

desarrollo de la conciencia crítica, sólo hace

que el sujeto se transforme de tal manera que

lo moldea para que pueda adaptarse al

sistema, se domestique y acepte el orden

establecido como la única posible realidad,

social, histórica y cultural.

Esta situación de formación humana ya

cumplió un mal cometido histórico, el cual

nos ha dejado muy mal situados ante la

comunidad internacional, con un costo

social enorme, una sociedad civil

narcotizada, con una conciencia ingenua y

enajenamientos de diversa índole.

El no desarrollar el pensamiento crítico-

científico en la población ha generado el

llamado “sujeto cosa”, un sujeto a- histórico,

es decir, un sujeto instrumental, autómata,

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incapaz de entender la totalidad social e

histórica y relacionarla con su actuar

particular individual, para luego salir a

actuar como un sujeto colectivo.

En este mismo sentido, Henry Giroux, en sus

tesis sobre “Educación: Reproducción y

Resistencia, hace referencia a que los

maestros y los estudiantes por igual actúan

meramente como peones y soporte de los

roles constreñidos por la lógica y las

prácticas del sistema capitalista.6

Los teóricos de la reproducción han

remarcado la idea de dominación en sus

análisis, y no han logrado destrabar esa

inercia reproductiva del sistema dominante a

través de la escuela y sus docentes. No

alcanzaron a percibir cómo poder liberarse

de esa impresionante fuerza del Estado sobre

los seres humanos. Hoy en día es posible

afirmar que sí se puede abolir la

manipulación ideológica del Estado, aunque

parezca imposible, sería a través de la misma

educación, y con los mismos profesores, que

hoy son considerados críticamente como

instrumentales, a-históricos, y a-críticos.

El despertar del ser, en la actualidad, lo ha

propiciado la misma comunidad

internacional al abrir las puertas a la

economía global, quizá sin darse cuenta,

cuando el propio neoliberalismo abrió las

fronteras rompiendo los muros de los

nacionalismos que habían ocultado la verdad

por siglos. Hoy, la fórmula para la liberación

de los sujetos es la propia propuesta que

emerge de las sociedades más avanzadas al

darse cuenta de que se requiere un sujeto

inteligente y crítico para sobrevivir en el

siglo XXI, y no un sujeto pasivo,

domesticado, y enajenado, como el que

había imperado hasta el siglo XX.

La dinámica de la economía y los avances

tecnológicos de los pueblos del mundo

dinamizó la realidad social y la educación

tendrá que moverse con la misma rapidez y

efectividad, hecho que ha propiciado la

formación de un nuevo tipo de sujeto, un

perfil tanto del estudiante como del docente

que deberá ajustarse o fenecer, enfatizando

la necesidad de adquirir en forma urgente

una conciencia crítica como único remedio

para todas las naciones, la que más se tarde

en implementar el desarrollo de la

conciencia crítica en sus procesos de

formación humana, es decir, educativos, no

logrará estabilizar su sociedad.

Es grato saber que la realidad esté girando

hacia la dinámica globalizadora, tendencia

al parecer no recomendable para el mundo,

pero extrañamente, en esta dinámica

mundializadora está surgiendo, como una

paradoja, la propia antítesis al sistema

reproductivo, la cual han analizado tanto

Bourdieu como Giroux. En esta nueva

dinámica se tendrán que abandonar las viejas

prácticas educativas, posibilitando a las

naciones romper con el ineficaz modelo de

la domesticación y pasividad educativas.

Como siempre, es la comunidad europea

quien abandera la nueva propuesta educativa

a retomar por todas las escuelas públicas y

privadas del mundo, y en ella se encuentra

implícita la fórmula para alcanzar una

sociedad y un mundo mejor, fórmula que se

definirá más adelante y se propondrá una

solución para superar los efectos de la

educación reproductora y bancaria

implementada en México durante varios

siglos, y en esa propuesta se enfatizará como

objetivo central del currículo, el desarrollo

de la conciencia crítica, punto nodal de este

trabajo de investigación, ante una cultura

magisterial en decadencia.

Identidad Profesional Instrumental

en el magisterio normalista.

En este punto se enfatizan las pertenencias

que el sistema educativo mexicano ha

sembrado en los maestros normalistas, en

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diferentes momentos y espacios, las cuales

definen y contienen de manera específica la

identidad profesional de corte instrumental

de los maestros normalistas de Nuevo León.

La afirmación es contundente pero es una

realidad tangible e innegable el hecho de que

los maestros normalistas de Nuevo León han

sido formados como a-críticos, a históricos,

a científicos, pero sobre todo instrumentales.

Esto no lleva consigo el afán de ofender a los

compañeros maestros normalistas

nuevoleoneses, de ninguna manera se

pretende demeritar la ardua labor que

realizan los docentes de Nuevo León, porque

nadie ignora el desgaste real que cada

docente padece en las aulas por 30 o 40 años.

La intención es analizar con espíritu crítico

el gremio magisterial con el fin de generar

espacios de conciencia y autoconciencia,

que permitan retomar el liderazgo social y

científico que alguna vez tuvieron los

docentes, el cual perdieron por no haber

desarrollado las competencias, habilidades y

actitudes que el Siglo XXI exige para

ponerse a la vanguardia en el pensamiento,

conocimiento y desarrollo humanos.

¿Cómo es una identidad instrumental? Es

preciso iniciar su caracterización señalando

las diferencias entre un universitario y un

normalista, sin querer decir con esto que los

universitarios son críticos o históricos, es

posible que sólo sean científicos. Cabe

señalar que este estudio refleja únicamente

la identidad del maestro normalista, el

ámbito universitario constituye otro objeto

de investigación que deberá atenderse en

otro momento.

El atreverse a afirmar que el magisterio

nuevoleonés participa de una identidad

profesional de corte instrumental, es por el

tipo de formación profesional inicial a la que

han sido sometidos la mayoría de los

estudiantes normalistas, es decir, tanto el

currículo formal, como el real y sobre todo

el oculto, contienen una carga simbólica a

través de la cual cientos de pertenencias son

distribuidas y colocadas en la estructura

cerebral de cada futuro docente, al unirse

bordan un auténtico y ejemplar maestro

instrumental.

Es seguro que suceda algo parecido en las

aulas universitarias, en cuanto a la

adquisición de pertenencias, pero

sustancialmente existe una diferencia

porque la formación magisterial adquiere un

ritmo uniforme acorde a los modelos

educativos que predominan durante décadas

en el sistema educativo, a diferencia del

ámbito universitario que se apega más al

avance y ritmo de crecimiento de los

conocimientos acumulados en el corpus

científico de un área específica, en la cual un

joven universitario realiza sus primeros

pasos durante la formación inicial.

Quienes han participado en el ámbito del

normalismo saben de antemano que la

formación fue extremadamente centrada en

la práctica escolar, es decir, todos los ejes

curriculares ponían su atención en el cómo

desarrollar la práctica escolar, situación que

se ha venido repitiendo desde el surgimiento

de las escuelas Normales, y se ha sostenido

hasta hoy.

Con el sólo hecho de volver la mirada hacia

atrás se percibe cómo las pertenencias de la

vieja cultura madre han atravesado todas las

épocas por las que ha transcurrido la

enseñanza, baste recordar el discurso de los

viejos maestros, en el cual se rubrica el

mejor registro de cómo las escuelas

Normales y la propia cultura laboral de los

maestros se centra en la práctica, esto no es

malo, pero hay que reconocer una parte

olvidada que no se tiene en cuenta en el

ejercicio profesional de los maestros: la

conjunción de éste con la teoría para poder

interpretar epistemológicamente la realidad

educativa.

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Grandes maestros han pasado por las

escuelas Normales y las aulas escolares,

como los profesores: Oscar González Valle,

Rogelio Villarreal Garza, Timoteo L.

Hernández, Eugenio A. Solís, Francisco J.

Montemayor y muchos más; al recordarlos

se recrea el sentido de la formación

magisterial y se observa nítidamente esa

tendencia instrumental inherente al

magisterio por esa clara inclinación hacia el

ejercicio de la práctica escolar.

En una entrevista realizada a uno de estos

grandes maestros nuevoleoneses, (OGV p-

22 Revista Conciencia Libre # 113 – 2008)

entre los cientos que se podrían citar, el

discurso grabado muestra, con toda claridad,

cómo la práctica era y es lo más valioso en

la formación de un futuro maestro, a tal

grado que todo se centraba en la práctica: la

clase modelo, la organización escolar, la

planeación y la observación también se

dirigía a la práctica; inclusive se considera

que el mejor maestro es aquel que es bueno

en su práctica escolar.

Esta herencia de la cultura madre magisterial

aún no se ha extinguido, está presente en las

aulas normalistas hasta el día de hoy,

situación que ha provocado una

característica histórica y única en el

magisterio, el Ser eminentemente práctico,

el caminar por la realidad de lo concreto, del

sentido común, de lo empírico, aún y cuando

haya egresado de una escuela de educación

superior.

Esto se traduce a una identidad instrumental

que priva en el consciente y en el

inconsciente de cada maestro normalista, el

atender la práctica escolar como elemento

central de la formación humana trajo como

consecuencia la fragmentación de la realidad

social e histórica, puesto que se deja la

formación científica en manos de los

universitarios, y en las escuelas, tanto

básicas como Normales, sólo se trasmite el

conocimiento generado en otros ámbitos de

pensamiento.

La función de la escuela básica se vuelve

instrumental, al igual que la de las Normales,

en las que no se intenta pensar más allá de lo

existente en los libros, sólo se limitan a

reproducir el conocimiento acabado de los

textos editados por la SEP, los cuales se

convierten en acaparadores de la verdad

única e incuestionable de la realidad

mexicana, situación que se da

institucionalmente demeritando el

conocimiento, es decir, los contenidos

científicos pasan por el filtro del Estado

hegemónico y se distribuyen de manera

fraccionada y reducida para que la población

en general los entienda sólo a medias o los

adquiera de manera reproductiva sin causar

ningún efecto real en la conciencia.

Y se sitúan lejos de la conciencia teorizante

a la cual refiere el Dr. Covarrubias Villa en

“Los senderos de la razón”, situación que

por el corte liberal de la escuela mexicana y

su tendencia positivista heredada de la

cultura europea, no se ha podido superar, ni

con los mejores intentos del constructivismo

que inició desde 1981 en esta región del país.

El reclamo que hace Octavio Fullat (1992)

en su texto “Filosofía de la Educación”, es

precisamente éste; que la escuela sea vista

desde un estatuto epistemológico, para

poder entender y comprender lo que está en

juego, para ello se debe formar a los

maestros en un nivel epistemológico de

entendimiento de la realidad, de no ser así,

la formación profesional quedara chata, es

decir, será netamente instrumental.

De la misma manera Noam Chomsky, hace

un llamado a los maestros para que retomen

su papel como intelectuales, de manera

urgente, ante esta realidad amenazante y

globalizadora, no es ocioso el tratar de

romper la tendencia de una cultura madre

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magisterial, por el contrario, hay que

rescatar lo mejor de ella, pero no tratar de

preservarla, porque ya no responde a las

expectativas de la realidad actual. Hace

varias décadas que el magisterio debió de

cambar el rumbo, los viejos maestros ya no

están, ellos sí supieron responder al reto de

su época, eran auténticos líderes sociales, en

esta sociedad posmoderna ya es tiempo de

responder al llamado de Freire, P. Maclaren,

Giroux, Zemelman, Gramsci, Covarrubias,

Yurén, Cantoral, Cantón, Primero.

El llamado es a todos los maestros de Nuevo

León y de México, o se transforman en

intelectuales reales, sin simulaciones, o se

despiden de una posible solución para

desatorar este país situado cómodamente

sobre las bases filosóficas fetichistas del

liberalismo romántico y la futura dictadura

del liberalismo neo-conservador

funcionalista. Ya no hay más tiempo, el

despertar y la nueva identidad profesional

del maestro están en la formación de una

conciencia crítica, de no lograrse, los

mexicanos navegarán otros cien años por los

grandes mares del subdesarrollo, sin rumbo

ni dirección, dando tumbos como hasta

ahora.

Ya otros países llevan la delantera, como

Costa Rica, Argentina, Chile, Cuba,

Ecuador, entre otros, en ellos, los maestros

están tomando el rumbo correcto, se

adhirieron a las filas del intelectualismo

docente como única solución contra los

embates brutales del neoliberalismo

economicista, le apuestan, junto con sus

autoridades políticas, a una transformación

social real a través de la generación de una

conciencia crítico-científica en cada

maestro, la cual será el reflejo futuro de una

sociedad civil con las mismas cualidades, es

decir, una sociedad intelectual, pensante,

autónoma, ética; que pueda y sepa cómo

actuar ante el desafiante destino que le

espera a los países de América Latina.

A México le llegó su hora, es un país que ha

permanecido dormido por más de quinientos

años y ya es más que suficiente. El

magisterio normalista tendrá que romper con

su antiguo Ethos, deberá matar su conciencia

instrumental, a-crítica, a-histórica y

reconocerse capaz para retomar el liderazgo

social y recuperar el país que a la actual

sociedad política se le fue torpemente de las

manos.

La lucha es cuerpo a cuerpo, aula por aula,

escuela por escuela, comunidad por

comunidad, profesor por profesor, el

despertar de la sociedad civil es

responsabilidad de los maestros, aunque la

tarea sea de “superhombres” o

“supermujeres”, en términos de Friedrich

Nietzsche, y desde las tesis de la negación de

Federico Hegel, en las cuales se enfatiza que

todos tendrán que descentrarse del sujeto

consciente al autoconsciente, del sujeto

individual al colectivo.

Identidad profesional crítico –

científica del magisterio normalista

El pensar en un maestro normalista con una

identidad profesional crítico – científica, es

una utopía, como la que experimentó

Antonio Gramsci con el conformismo

social, el intelectual orgánico y el bloque

histórico, o Federico Hegel con un Estado

Ético, o Pablo Freire con un educación

liberadora y un mundo dialógico; así sueñan

todavía algunos intelectuales que intentan

cambiar o hacer algo por esta Patria grande

como lo es América Latina, pensadores

como N. Chomsky, P. Maclaren, H.

Zemelman, F. Covarrubias, M. Yurén. V.

Cantón, S. Arriarán, S. Cantoral, E.

Primero, R. Estrada, F. Villa, Dietrichz y

muchos más que aún conservan la esperanza

de tener un mundo mejor y en sus escritos

dejarán constancia de esa lucha por cambiar

el rumbo de una sociedad latinoamericana,

tan maltratada por la dominación imperial de

todos los tiempos.

Page 10: ANÁLISIS DE LA IDENTIDAD PROFESIONAL DEL MAESTRO ......anÁlisis de la identidad profesional del maestro normalista y la urgente necesidad de modificar los curriculum de las escuelas

El romper con la identidad profesional

instrumental del maestro normalista

mediante una formación profunda en las

diversas líneas que impactan la formación

humana a través de los procesos de

educación, es la única posibilidad para

modificar la identidad profesional, a-crítica

y a-histórica, de los maestros, de tal forma

que éstos alcancen la nombrada identidad

critico – científica.

El abordar los procesos de educación desde

la óptica científica social y los distintos

métodos de las áreas del conocimiento,

ampliará la posibilidad de impregnarse de

una conciencia crítico – científica, la cual

constituye un requerimiento necesario para

que el maestro logre comprender el

compromiso social e histórico que tiene

como formador de conciencias, rol

profesional que tendrá que jugar cada

maestro de México si realmente se quiere

que el rumbo de las cosas tome una dirección

humana real acorde a las necesidades de la

sociedad.

Es imperativo desarrollar la capacidad de

pensar en la totalidad social desde la

comprensión y entendimiento del aquí y el

ahora, con fundamentos que partan desde:

a) La Sociología, porque constituye la base

donde se asienta la educación y desde donde

se deben interpretar todos los fenómenos del

quehacer humano, especialmente la

educación. De no abordarse la temática

educativa a partir de principios sociológicos,

se corre el riesgo de conducir los procesos de

formación humana desde una tendencia

naturalista de corte positivista, postura que

favorece la enajenación social que hoy en

día va en crecimiento por el hecho de estar

adoptando modelos educativos cada vez más

pragmáticos y utilitarios con claras posturas

mecanicistas que privilegian el hacer antes

que al Ser.

b) La Historia de corte científico, porque en

ella se sitúa todo el hacer social del ser

humano y a través de su método, esta

disciplina muestra la verdad mediante un

acercamiento más real a los sucesos. Es

pertinente aclarar que el basamento

científico está más cerca de las

interpretaciones de fondo y permite un

mejor análisis del fenómeno tomando en

cuenta las diversas perspectivas, contextos y

situaciones ideológicas que vive cada

sociedad. En los procesos educativos es

necesario recurrir a este saber y a este

enfoque, dejando atrás la postura positivista

que inhibe el entender y explicar la Historia.

c) La Epistemología, herramienta básica

para alcanzar el más alto nivel de la

conciencia crítica, sin ella no sería posible

entender el surgimiento del conocimiento

social y natural. También permite

desarrollar un estamento necesario en la

conciencia, de tal forma que el nivel de

apropiación de la realidad alcance un alto

nivel de profundidad en el orden de lo

teorizante, requerimiento mínimo para que

todo sujeto logre comprender la realidad con

bases sólidas, tal como lo menciona el

Doctor Francisco Covarrubias Villa y

desarrolle luego una lógica en el mismo

orden, es decir, en el predomino de la lógica

teorizante que permita al sujeto desarrollar

una conciencia teorizante y que por ende

aplique también una conciencia crítica como

parte de su ser. En educación representa un

escalón que al ascenderlo, permitirá a los

maestros alcanzar el estatuto pensante

requerido.

d) La Filosofía, como puente necesario entre

el hacer y el ser, a través de ella el ser

humano se explica su existencia en la

totalidad del cosmos y la conjuga con el

quehacer cotidiano. Dentro del ámbito

escolar viene a centrar el quehacer educativo

al otorgar la dirección requerida a la

formación humana mediante una decena de

corrientes de pensamiento desde las cuales

Page 11: ANÁLISIS DE LA IDENTIDAD PROFESIONAL DEL MAESTRO ......anÁlisis de la identidad profesional del maestro normalista y la urgente necesidad de modificar los curriculum de las escuelas

puede explicitarse cualquier proyecto

educativo, en este sentido, la filosofía se

constituye como eje central de cualquier

propuesta curricular, aclarando que la

propuesta del humanismo real centrada en la

dialecticidad entre sujeto y

objeto, con su eticidad y sensibilidad como

requisitos básicos, es la postura que

proporcionará mayor beneficio social.

e) La Pedagogía, como eje rector de la

enseñanza y el aprendizaje, la cual también

ofrece una visión histórica del quehacer

tanto de la enseñanza como del aprendizaje

en todos los tiempos y civilizaciones. Habrá

que asegurarse de que la postura elegida

retome los avances de la misma disciplina,

tomando en cuenta perspectivas más allá del

europocentrismo y las relaciones de esta área

del conocimiento con el resto de las

disciplinas. Esto hace que la Pedagogía se

expanda por los entramados teóricos de la

sociología, historia, epistemología, filosofía,

antropología, psicología, entre otras ramas

del saber.

f) La Didáctica, vista no como algo

instrumental, tratamiento que se le dá en las

escuelas Normales, sino más bien como una

disciplina científica observada desde su

potencial transformador de la realidad, como

lo plantean teóricos mexicanos y

nuevoleoneses: Dra. Margarita Panza

González de Monterrey Nuevo León,

(Fundamentación de la Didáctica), la Dra.

Margarita Thess, y los investigadores del

CISE(Centro de investigaciones sobre la

Universidad)- UNAM y del CESU(Centro

de Estudios Sobre la Universidad)- UNAM.

g) La Psicología, como la rama más contigua

a la educación, dado su dominio en el campo

y la cercana relación de los procesos de

aprendizaje con el psique. La visión

psicologista que la educación retomó en los

años sesenta impactó fuertemente el

quehacer en la aulas, esta postura se

privilegió por varias décadas hasta que fue

superada por los avances de la

psicopedagogía, rama que logra mediatizar

la tendencia psicologista y fortalecer las

corrientes psicológicas más ligadas a

observar los aprendizaje como la gestalt, el

cognoscitivismo, el constructivismo de

Piaget, Ausubel y la postura sociológica

representada por Vigotsky, de tal forma que

la interpretación del fenómeno educativo ha

sido impactado por diversas

posturas psicológicas desde Freud , Pavlov,

Skinner, hasta los avances más recientes

sobre las teorías críticas del aprendizaje.

h) La Antropología, disciplina que si no es

tomada en cuenta para explicar el fenómeno

educativo, se corre el riesgo de

descontextualizar el fenómeno cultural de

una sociedad, en la cual se pone en práctica

cualquier propuesta educativa, provocando

que los sistemas educativos caigan en

posturas que violentan la realidad de cada

nación, pueblo o región, desarrollando

procesos educacionales que terminan

aplicando violencia simbólica explícita al

operar currículos descontextualizados de la

realidad cotidiana de cada organización

social y cultural.

Es por ello que retomar los principios

antropológicos para operar un diseño

curricular en un contexto determinado no es

una necesidad, es una obligación. Si se pasan

por alto dichos principios, sólo se

reproducirán modelos educativos

extranjeros, desfasados de una realidad

cultural establecida, provocando todo tipo

de resistencias y rechazos a los nuevos

avances paradigmáticos en el campo de la

educación.

El no observar los principios culturales

desde la mirada antropológica provoca la

denominada violencia simbólica como bien

lo explican Bourdieu y Passeron (1985), el

simple hecho de descontextualizar un

currículo de su realidad es pasar por alto la

realidad vivida de un pueblo e imponerle

Page 12: ANÁLISIS DE LA IDENTIDAD PROFESIONAL DEL MAESTRO ......anÁlisis de la identidad profesional del maestro normalista y la urgente necesidad de modificar los curriculum de las escuelas

patrones culturales externos sin ninguna

mediación.

El pensar la identidad profesional de un

maestro normalista sin analizar su contexto

cultural es construir una imagen o

representación de éste desde un vacío

histórico – social, lo cual revelaría un clara

tendencia positivista al interpretar el

fenómeno de la identidad, igual pasaría si no

se dá la adecuada formación al futuro

maestro normalista, se caería en una postura

positivista, es decir, se continuaría formando

desde la instrumentalización de la ciencia, o

lo que es peor, desde la ideologización del

Estado, postura que desde hace mucho

tiempo predomina en el ambiente del

Normalismo en Nuevo León.

i) La investigación científico – social, en la

cual se tendría que centrar todo el quehacer

del currículo de las escuelas Normales, y a

través de ellas generar un sistema alterno de

formación, más allá de lo que indica la

normatividad por la vía oficial, la cual

imprime al currículo la ideologización

requerida por el Estado.

La investigación como eje central de la

formación docente rompería con el modelo

acabado y reproductivo que se pondera

actualmente, generando la posibilidad de

formar a un docente desde una visión amplia

del conocimiento versus educación, es decir,

que se formarían sujetos y actores del

conocimiento desde la perspectiva

científica, que en el área de las humanidades

o desde el ámbito de la sociología, pasarían

por sujetos críticos como primera

competencia a desarrollar, más todas las

restantes que favorecen un crecimiento y

desarrollo que les permita llegar a ser

docentes normalistas autónomos, críticos,

éticos y más.

Parece una utopía el hecho de que en las

escuelas Normales del Estado se tuvieran en

cuenta las sugerencias anteriores para

impulsar una figura de maestro con una

identidad crítico – científica, pero no lo es;

existen maestros y maestras que están

conscientes de ello, sólo falta que defiendan

ese derecho y luchen por conseguirlo. Es ahí

donde inicia el conflicto, porque en los

terrenos del magisterio el que lucha por

cambiar la vieja cultura madre heredada y

reproducida por el liberalismo, es

considerado como enemigo y por tanto, el

gremio lo rechaza o lo tilda de

“izquierdoso”, resentido y cosas peores.

Esto no quiere decir que lo propuesto sea

utópico, sino más bien difícil de lograr ante

un gremio instrumental y convenenciero, no

hay que confundir lo utópico con lo posible

y este cambio si tiene posibilidades para

realizarse, ¿por qué no darse la oportunidad

de mejorar el mundo?, para lograrlo hay que

tener: valor, conciencia crítica,

autoconciencia, ética, moral, valores

humanos, disidencia, y por qué no, incluso

inteligencia.

Después de expresar estas ideas propias, es

conveniente compartir lo que el Dr. Luis

Eduardo Primero7 refiere en uno de sus

artículos, en el cual deja muy claro el nivel

que todo maestro debe alcanzar si pretende

convertirse en un intelectual, o entrar en el

mundo real del saber científico de la

educación.

El Dr. Luis Eduardo plantea una serie de

conocimientos mínimos que debe adquirir

un maestro. Él lo plantea como

conocimiento filosófico que deben poseer

los usuarios de la teoría pedagógica en el

campo educativo, pero conviene retomarlo

pensando en lo que un maestro con una

identidad profesional crítico – científica

debe aprehender y saber utilizar para ser un

verdadero intelectual, en este sentido, lo

propuesto aplica considerablemente.

Enseguida se citan textualmente esas ideas:

Page 13: ANÁLISIS DE LA IDENTIDAD PROFESIONAL DEL MAESTRO ......anÁlisis de la identidad profesional del maestro normalista y la urgente necesidad de modificar los curriculum de las escuelas

“¿Qué conocimiento filosófico deben tener

los usuarios de una “teoría pedagógica”, los

trabajadores de la educación?

Creemos que un buen trabajador y/o

trabajadora de la educación debe poseer una

capacidad profesional para interpretar la

realidad y operar sobre ella, nutrida con los

siguientes conocimientos mínimos de la

filosofía:

Una ontología, que le permita tener

una noción del ser.

Una teoría del conocimiento, que le

dé las determinaciones del conocer.

En cuanto su saber debe ser

prioritariamente científico,

sistemático o profesional,

Su gnoseología debe crecer hasta ser

una epistemología y en el mejor de

los casos debe llegar a ser una

filosofía de la ciencia, concepción

que le dará contextos metódicos para

su actividad productiva. Como

sabemos la teoría del conocimiento

conlleva un orden del pensar, lo cual

la asocia a una lógica.

Una indispensable antropología

filosófica. La definición de ser

humano siempre ha de estar presente

en la teoría y práctica educativas,

tanto para saber cómo es el ser

humano que educamos como para

tener claro cual deseamos

conformar.

Una ética o teoría moral, que le

permita normar su práctica,

entendiendo que el trabajador y/o

trabajadora de la educación enseña

más por lo que muestra que por lo

que dice, y que su cuerpo ―su

presentarse en la comunidad― es un

ícono que indica la totalidad de su

ser, que es percibido en primer lugar

intuitivamente pero conlleva su

integración completa.

Una filosofía de la historia que le dé

tanto la dirección de la dinámica de

la sociedad donde actúa, como la

actualización de sus conocimientos

para estar viviendo en presente, en el

límite mayor de su tiempo.

Con estos seis conocimientos mínimos el

trabajador y/o trabajadora de la educación

podrá tener el contexto de referencia

filosófico que le permita dar las razones

―los principios― de su acción educativa,

las finalidades que busca ―su telos―, los

significados vitales directivos que promueve

―su valores y su manera de realizar la

educación ―su pedagogía―, con lo cual

tendrá una filosofía de la educación

consciente y bien estructurada.”8

Los seis puntos que maneja el Dr. Luis

Eduardo podrían constituirse como el eje

central de una línea de formación docente en

las escuelas Normales, la cual podría

denominarse como línea teórica de

acercamiento al Ser y su hacer. Esto

posibilitaría una formación en profundidad

junto al desarrollo de la parte instrumental

del currículo en las escuelas Normales en un

marco signado por los principios científicos

del quehacer educativo.

El resultado de una formación en la que se

conjuguen tanto las líneas propuestas como

las que indica el Dr. Luis Eduardo, aunadas

a la experiencia en la práctica docente de la

vieja cultura magisterial, daría como

resultado una propuesta curricular de la cual

egresaría un docente formado como

profesional crítico – científico acorde a las

exigencias del siglo XXI. Es aquí donde se

desdibuja la utopía y surge la esperanza de

romper el viejo modelo y reconstruir el

quehacer magisterial.

La pregunta obligada ante la expectativa es:

¿cómo lograr hacer realidad un currículo

crítico – científico en las escuelas Normales,

ante una realidad magisterial anquilosada,

en la que prevalece el instrumentalismo

septiano9 y las inercias senteanas10?

Una vez resuelto este cuestionamiento, es

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decir, cuando se haga realidad una estructura

curricular crítico – científica, entonces se

tendrá que trabajar paralelamente con los

Centros de Capacitación del Magisterio

teniendo en cuenta las implicaciones

requeridas para que los maestros de los

diversos niveles de educación básica,

alcancen el perfil que demanda el mundo

posmoderno.

De igual forma, se tendrán que revisar los

posgrados para la formación docente, y

reorientar sus programas con el fin de

alinearlos a las competencias requeridas

para desarrollar en los sujetos la capacidad

crítico – científica, perfil necesario que

tendría que alcanzar cada docente normalista

mexicano.

Para ello resulta indispensable generar en las

aulas procesos educativos de nivel

internacional en cualquier plantel o

institución del Estado, existe un pleno

convencimiento de que la educación

constituye la vía más idónea para superar

cualquier reto o dificultad social que se

presente y la figura del maestro crítico,

científico, consciente y sensible es y será el

medio por el cual se podrá tener una

sociedad más colectiva y autorregulada; una

sociedad civil mas activa y participativa que

logre el equilibrio con el que soñó Antonio

Gramsci.

Teniendo en cuenta la realidad educativa

tradicional que impera en las prácticas

escolares de las escuelas de Nuevo León, el

pretender alcanzar un perfil del maestro

desde líneas epistemológicas en el

entendimiento del quehacer educativo o de

la formación docente, requiere de una

voluntad real de transformar la realidad del

país, olvidarse de la reproducción del

sistema, lo cual resulta paradójico porque al

revisar los procesos históricos, las

propuestas educativas siempre han

pretendido reproducir el modelo capitalista

bárbaro, porque ello garantiza el mantener

intacta la pirámide social y el ejercicio del

poder, implantados en México desde tiempo

inmemorial y estrechamente vinculados al

nuevo colonialismo económico. Por tanto la

tarea es bastante titánica y parece imposible

cambiar la realidad educativa.

Desde esa perspectiva, las propuestas reales

de transformación se tornan utópicas, más

no imposibles.

Para intentar un rompimiento de las inercias

heredadas del liberalismo juarista, porfirista,

carrancista, callista o salinista, habrá que

revisar propuestas pedagógicas como la

educación liberadora de Paulo Freire, la

teoría de la resistencia de Henry Giroux, la

pedagogía crítico – revolucionaria de Peter

Maclaren, la pedagogía de lo cotidiano de

Eduardo Primero, o bien la pedagogía del

poder de Sandra Cantoral, entre otras, que

han pugnado por una verdadera formación

de sus pueblos. Existen hoy innumerables

avances en la comunidad europea que dejan

entrever la formación humana desde otras

perspectivas, en las comunidades

epistemológicas educativas mundiales se

han generado propuestas y alternativas para

la formación humana que superan por

mucho a la pedagogía oficialista e

institucionalista que se ha promulgado en

México desde siempre.

Es pertinente recalcar que en la realidad

educativa de Nuevo León, específicamente

la referida al ámbito normalista, la crítica es

vista como disidencia y por tanto, en el argot

político, un sujeto pensante, autónomo,

auténtico, consciente y crítico, es

considerado como enemigo de la

institucionalidad y la oficialidad, por lo tanto

hay que eliminarlo.

Se sabe que el fondo de esas pedagogías

institucionales y oficialistas, impulsadas

tanto por el movimiento liberal como por el

conservador, aunque con matices diferentes,

han pretendido reproducir el sistema social

permitiendo el desarrollo exclusivo de las

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clases altas, protegiendo a la sociedad

política y religiosa, lo cual ha traído como

consecuencia que hoy, después de

doscientos años de ser una Nación

“independiente”, exista una sociedad civil

cada vez más enajenada, inconsciente,

pasiva y narcotizada, impuesta a que la

sociedad política le resuelva sus problemas.

El tipo de sujeto que se ha formado en las

aulas de la escuela mexicana lleva consigo

marcas que parecen ser definitorias: ser

pasivo, obediente, a-histórico, ingenuo e

inconsciente, perfil de egreso deseado para

el México antidemocrático de los siglos

XVIII al XX, pero para este nuevo siglo

tendrá que cambiar si se pretende competir a

nivel mundial en cualquier ámbito, ya sea

social, laboral, científico, cultural,

económico, deportivo o artístico.

Para lograr ese cambio que todos los

partidos políticos actuales presumen, habrá

que transformar realmente los sistemas

educativos sin extrapolar ni repetir modelos

extranjeros, como siempre se ha hecho. Este

grave error implicaría condenar al país a

otros cien años de pobreza extrema en un

noventa por ciento de su población.

La propuesta del tipo de sujeto a formar en

México, piedra angular de este trabajo,

rompe con todos los esquemas de una

educación tradicional y/o conductista, y se

empata con propuestas constructivistas con

enfoque social, y es totalmente empático con

las propuestas críticas que han surgido con

la esperanza de tener un mundo mejor.

Existe el convencimiento de que el

Normalismo no debe desaparecer,

sin embargo, habrá que transformarlo a

través de una propuesta de formación

docente real y operativa en un marco de

criticidad y cientificidad.”.11

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1 La referencia específica que nos muestra el

acontecer político del México liberal y el campo

educativo, en una época de oro de la escuela

moderna, que suplirá a la escolástica, es la del

Mílada Bazant; “Debate Pedagógico durante el

Porfiriato”, Biblioteca Pedagógica, SEP,

cultura, Ediciones el Caballito, 1985, pp. I57.

2 Al referir a la categoría de ideología, se parte

de la propuesta de Luis Villoro, “El concepto de

ideología”, 1985, en la que expresa que el

pensamiento, al convertirse en doctrina, se

vuelve ideología, es por ello que las ideologías

corresponden a creencias insuficientemente

justificadas. Encubren la realidad, al

interpretarla a través de conceptos

distorsionados. Sin embargo, bajo esta

distorsión también puede verse de algún modo

la realidad, p- 8. Villoro también menciona que

el pensamiento muerto es un pensamiento

convertido en doctrina, y que el pensamiento

vivo es sólo pensamiento como actividad crítica

permanente, p-9.

3 El concepto de Aparatos Ideológicos del

Estado, es retomado de la concepción de Louis

Althusser, quien define a los AIE como: cierto

número de realidades que se presentan al

observador bajo la forma de instituciones

precisas y especialidades. Siendo estas;

religión, escuela, familia, aparato jurídico,

partidos políticos, sindicatos, prensa, radio,

televisión, literatura, y bellas artes.

4 La pedagogía de Pablo Freire (1970) está

basada en una educación como práctica de la

libertad y la adquisición consciente de su

realidad histórica. La cultura es vista como una

herramienta para analizar la realidad con

profundidad, el educador y el educando van

juntos en la tarea de la liberación de sí mismos

y del opresor, la praxis como transformación y

búsqueda permanente del sujeto libre, sujeto

histórico.

5 La teoría crítica que plantea Kemmis (1998),

retoma para el diseño y la operación curricular

las tesis dialécticas para la interpretación de la

realidad, evidentemente son posturas críticas

que develan la situación social bajo la

perspectiva emancipadora y el desprecio hacia

las teorías de la reproducción y la ideología en

la ciencia. Es pues, una propuesta donde el

tratamiento hasta del propio concepto de

currículo es distinto al tradicional, provocando

el crecimiento tanto del sistema, como del

sujeto

6 Esta referencia se puede ampliar en la obra de

María de Ibarrola, 1985, “Las Dimensiones

Sociales de la Educación”, p. 152

7 Las obras del Doctor no se mencionarán, pero

a él se le distingue por sus aportes con respecto

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a la “Pedagogía de lo Cotidiano”, sus textos

pueden encontrarse en Primero Editores, o en

la UPN, Ajusco México D. F.

8 Primero Rivas, Luis Eduardo. “vínculos

filosóficos con la teoría pedagógica”, Colegio

de Teoría Pedagógica, 2003.

9 El concepto septiano es un recurso técnico

construido para hacer referencia al plano

normativo que imprime la S. E. P., y la forma en

que es traducido en los Estados convirtiéndose

tanto en fondo político como administrativo,

generando una forma peculiar de ejercer el

poder y la reproducción del modelo

hegemónico establecido.

10 El concepto senteano es un recurso técnico

construido para mostrar un realidad escolar

que atraviesa todos los niveles educativos del

Estado, desde preescolar hasta superior, son

las prácticas sindicales heredadas de

generación a generación, las cuales transitan

por la realidad institucional impactando el

quehacer del aula, donde lo más fuerte se

conduce por vías ocultas y en la realidad

aparecen como luchas sociales a beneficio del

gremio. Es una herencia de la vieja cultura del

liberalismo clásico que nos dejó el partido de la

supuesta revolución. Realidad que hoy tendrá

que transformar sus prácticas reales y ocultas,

bajo los parámetros que indica el

Neoliberalismo como nueva “filosofía”

hegemónica impuesta desde las dos últimas

décadas del siglo pasado.

11 Esta parte se insertó de los primeros puntos

trabajado, al respecto del prototipo de maestro

normalista a formar en las Escuelas Normales,

con la intención de recordar al lector desde

donde estamos planteando la formación

docente y los fundamentos para alcanzarla,

esto sin desdeñar el trabajo que actualmente se

hace en las escuelas normales, ya que la

formación actual es muy valiosa en cuanto su

desarrollo en la práctica escolar situación que

se recuperaría para contar con una propuesta

más holística.