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International Journal of Scientific Managment Tourism , 2016, Vol. 2 Nº2 pp 249-265, Moral, S.;
Cañero, P.; Jimber, J. y Orgaz, F.: TURISMO FRONTERIZO COMO MOTOR DE
DESARROLLO DE LA FRONTERA. UNA REVISIÓN DE LA LITERATURA
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TURISMO FRONTERIZO COMO MOTOR DE DESARROLLO DE
LA FRONTERA. UNA REVISIÓN DE LA LITERATURA
Salvador Moral Cuadra1
Pablo M. Cañero Morales2
Juan Antonio Jimber del Río3
Francisco Orgaz Agüera4
Resumen
La creciente globalización existente en la actualidad, junto a la universalidad del turismo,
hacen que los movimientos turísticos se multipliquen, generándose flujos por toda la
geografía mundial. Desde la década de los años ochenta se han realizado diversos estudios
sobre el turismo fronterizo como una tipología emergente, si bien, al tratarse de una
modalidad turística poco desarrollada en el tiempo, no carente de interés, los estudios al
respecto no son numerosos, siendo necesaria una recopilación diacrónica de lo
investigado y estudiado hasta el momento de cara a una futura ampliación de la literatura
fronteriza, en busca de nuevas zonas que generen flujos turísticos a estas zonas.
Palabras Clave
Turismo fronterizo, desarrollo fronterizo, flujos turísticos, enclaves fronterizos.
BORDER TOURISM AS A BORDER DEVELOPMENT MOTOR. A
REVIEW OF THE LITERATURE
Abstract
The increasing globalization exists today, along with the universality of tourism, make
tourism flows multiply, generating flows throughout the world geography. Since the early
eighties there have been several studies on the border tourism as an emerging typology,
although, since it is a form of tourism little developed in time, not uninteresting, studies
about it are not numerous, being necessary a diachronic compilation of what researched
and studied so far ahead of a future enlargement of the border literature, in search of new
areas that generate tourist flows to these areas.
Keywords
Border tourism, border development, tourist flows, border enclaves.
1. INTRODUCCIÓN
El turismo está sufriendo una evolución, cambiando la temporalidad de los viajes,
suponiendo esto una reducción de la duración de los mismos y un incremento de la
realización de dichos viajes más veces a lo largo del año (López-Guzmán et al., 2013), lo
que supone una clara diversificación de las actividades a realizar, abandonándose los
1 Universidad de Córdoba, España. E-mail: l62mocus@uco.es 2 Universidad de Córdoba, España. E-mail: u72camop@uco.es 3 Departamento de Estadística, Econometría, Investigación Operativa, Organización de Empresas y
Economía Aplicada. Universidad de Córdoba, España. E-mail: jjimber@uco.es 4 Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA), República Dominicana. E-mail: franorgaz@utesa.edu
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clásicos modelos, buscando nuevas experiencias que sean capaces de generar una
demanda propia turística, o bien como una oferta complementaria a las ya conocidas y
extendidas tipologías turísticas dominantes en la geografía de destino.
El turismo se ha configurado como uno de los principales sectores económicos desde el
siglo pasado, aunque con el paso de los años, las motivaciones de los turistas van
modificándose en busca de nuevas experiencias que les reporte más satisfacción y que
satisfagan más sus necesidades (Rodríguez et al, 2010), surgiendo nuevos productos
turísticos que satisfacían esas nuevas motivaciones y necesidades. Fruto de la importancia
del turismo a nivel internacional, y tal y como indica Osuna et al (2011), los países en
vías de desarrollo cada vez tienen en más consideración al turismo como principal motor
de desarrollo endógeno, consolidándose cada vez más el turismo como la fuente principal
de divisas y de creación de empleo (Ioannides y Debbage, 1998), por lo que la actividad
turística en estos países pueden favorecer el crecimiento de la zona geográfica si se
maximizan las conexiones con la economía local, a través de lazos de cooperación entre
las comunidades, sector privado y sector público (OMT, 2003), actuando y
conformándose el turismo, tal y como indica Orgaz (2013), como parte integral de un
desarrollo sostenible equilibrado, brindando beneficios a todos los stakeholders de un
destino.
La importancia del turismo no solo afecta económicamente al destino donde se inserta, a
través de un incremento del empleo o una mejora de la distribución de la renta, sino que
fruto de la interacción entre los turistas, el área de destino y la población local se producen
una serie de impactos (Quintero, 2004), siendo tanto positivos como negativos, de diversa
índole, distinguiendo entre (Andereck, 1995):
a) Impactos económicos: como la mejora de la distribución de la renta o la
inflación.
b) Impactos socioculturales, destacando el incremento de las oportunidades
de ocio para las comunidades receptoras, así como un incremento del tráfico y de
la congestión urbana.
c) Impactos ambientales: destacando un incremento de la preservación de los
recursos naturales, fruto del turismo, así como una generación de contaminación
y basura, fruto de una excesiva actividad turística.
El objetivo primordial de este trabajo es presentar un análisis de la situación de los
diferentes estudios científicos existentes referentes al turismo fronterizo, dando así
respuesta a la existente necesidad de realizar de forma periódica una compilación de lo
ya existente en la materia (Getz y Brown, 2006). Así, tras esta breve introducción, en un
segundo apartado se expondrá la literatura científica existente en relación al turismo
fronterizo; en un tercer apartado los estudios realizados en las zonas fronterizas,
finalizando en un cuarto apartado con las conclusiones de esta tipología turística.
2. REVISIÓN DE LA LITERATURA
La literatura científica existente en torno al turismo fronterizo surge a inicios de la década
de los años 80, si bien, no es hasta la siguiente década cuando se da un impulso consistente
al estudio de estas localizaciones, destacando en los inicios una zona de estudio sobre el
resto: la Frontera Norte de Estados Unidos y México (Martínez y Valdés, 1982; Bringas,
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1991; Anguiano, 1991; Martínez, 1994; Verduzco et al., 1995; Bringas, 1997; Bringas y
González, 2003; Gallegos y López, 2004; Bringas, 2004; Bringas et al., 2008; Bringas y
Verduzco, 2008; Sullivan et al., 2012; Cuevas-Contreras et al., 2013; Sener et al., 2015).
Con la entrada del nuevo siglo, surgieron diferentes estudios en otras zonas del mundo,
analizando diferentes situaciones y acciones en torno a una zona fronteriza, por lo que
podemos considerar los estudios de turismo fronterizo como trabajos con una reciente
investigación en el tiempo.
El concepto de frontera hace referencia, tal y como indica Lacoste (1993) a una línea de
separación y de contacto entre dos o más Estados, manifestándose ante la existencia de
una evidente discontinuidad entre los espacios de cada país, si bien, dicha discontinuidad
puede no solamente ser territorial, sino que también puede deberse a una relevancia
cultural, económica, religiosa, etc., por lo que estas culturas mencionadas no tienen
porqué coincidir exactamente con las fronteras geográficas habituales (Giménez, 2007).
Al estudiar las fronteras, podemos diferenciar entre dos actitudes claramente diferencias:
la primera de ellas hace referencia a fronteras cerradas, donde prima la seguridad y el
control de los flujos de cara al refuerzo del territorio, y un segundo tipo, abiertas, la cual
conlleva unas fronteras más laxas, para la creación de un espacio de mutuo intercambio
y entendimiento. En el primero de los casos, suelen ser fronteras inhabitadas, desoladas,
escasamente relacionadas con el interior y militarizada en algunos casos, mientras que en
el otro lado encontramos fronteras urbanizadas a ambos lados de la zona fronteriza,
conectándose entre sí y con la zonas de interior (Cimadomo, 2013).
Antes de emitir cualquier definición acerca del turismo fronterizo, hemos de entender y
hacer referencia al turismo como un proceso con un marcado carácter complejo y
dinámico donde interactúan diversos actores como los turistas, instituciones públicas o
población local, estableciéndose relaciones entre sí y generando la actividad turística
(Bringas y González, 2003). La conformación de un destino turístico y su
posicionamiento en un determinado nicho de mercado es fruto de una serie de procesos
sociales a largo plazo donde interactúan diversos actores con intereses específicos. Así,
siguiendo a Bringas (2004:8), podemos definir el turismo fronterizo como “el
desplazamiento temporal de personas fuera de su lugar de residencia habitual hacia las
ciudades contiguas a la línea divisoria entre dos países, originado por motivos de ocio,
diversión, descanso, salud, negocios, visitas a familiares y/o amigos, religión, eventos
sociales o realización de compras, entre otros, cuya estancia no exceda un año y que
comprometa al menos una pernocta en el lugar visitado”. Podemos matizar a raíz de la
definición anterior, que por motivos turísticos entendemos motivos ajenos a actividades
remuneradas o un cambio de residencia. Como indica Martínez y Valdés (1982), que a
diferencia del turismo de sol y playa o del turismo de interior, en el turismo fronterizo se
ve más acentuado la disparidad económica a través de una línea que separa a dos países,
siendo esto un escenario que le confiere al turismo sus características propias y su
evolución sui generis.
De la definición anterior se desprende un matiz social, el ocio o tiempo libre, también
llamado recreación, donde dicho fundamento social del ocio, tal y como señala Gallegos
y López (2004), radica en la necesidad de la persona de salir del sistema donde trabaja,
buscando actividades o lugares no relacionados con ámbitos mercantiles, donde sea la
propia persona la que decida qué hacer y qué servicio consumir. Así, podemos diferenciar
el recreo del turismo a través de un criterio temporal, ya que según la definición de
Bringas (2004) sobre turismo fronterizo, implica una pernoctación en destino, siendo
éstos turistas, mientras que los que no realizan dicha pernoctación se les consideran
visitantes, diferenciando entre sí los bienes y servicios demandados que dan lugar a la
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actividad turística. El criterio temporal del turismo fronterizo queda reforzado a través de
Valenzuela (2003), el cual indica que para la Organización Mundial del Turismo son
turistas fronterizos aquellos quienes permanecen en la frontera de 24 a 72 horas, si bien,
dentro de esta definición no deja claro si aquellos turistas que permanecen más de tres
noches en la frontera son o no turistas, incluso no señala si, en el caso de que sobrepasaran
esas 72 horas en la zona fronteriza, entrarían en la categoría de turismo receptivo o de
internamiento (Orgaz y Moral, 2014)..
Lo anterior no se cumple en una totalidad de los casos, es decir, habrá viajeros que no
pernocten que vayan por motivos laborales, y viceversa, tal y como indica Bringas y
González (2003), que identificaron dos tipos de turistas que visitan las zonas fronterizas:
el primero de ellos hace referencia a un turista tradicional, el cual viaja para satisfacer sus
necesidades de esparcimiento, y el segundo, aquel que viaja por motivos de negocio. Esto
queda fundamentado en diversos estudios realizados en la frontera noroeste de México
(Anguiano, 1991; Bringas, 1991; Ruíz, 1991; Woo, 1991; Verduzco et al., 1995 y
Bringas y González, 2003) basados en observaciones en dicha región donde se
evidenciaba que aunque la mayoría permanecen menos de 24 horas, desarrollan
comportamientos y ejercen bienes y servicios relacionados con la actividad turística, tales
como restaurantes, souvenirs, hoteles de paso, entre otros servicios y productos turísticos
(Gallegos y López, 2004).
Valenzuela (2003) señala que el turismo fronterizo no solo se encuentra definido por la
vecindad fronteriza, los restaurantes o los hoteles, sino que es una continua interacción
entre los distintos actores, produciéndose integraciones prácticas y experiencias tanto
para los turistas como para los anfitriones, encontrando aquí dos grandes perspectivas
desde donde se puede abordar el proceso turístico:
Perspectiva geográfica: interacciones entre anfitriones y turistas y las
formas que toma esas relaciones en el espacio.
Perspectiva sociológica: interacciones entre anfitriones y turistas y los aspectos motivacionales del visitante y las expectativas de ambos.
Es por tanto, y siguiendo a Cohen (1984), que se pueden distinguir cuatro áreas de interés:
el turista, las relaciones turista-anfitrión, la estructura y funcionamiento del sistema
turístico, y los impactos culturales y sociales provocados por la actividad turística (figura
1).
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Figura 1: Componentes de la interacción en el proceso turístico
Fuente:
elaboración propia
Relativo a las experiencias entre turistas y residentes, surge la Teoría del Intercambio
Social, haciendo referencia al turismo, y como indica Orgaz (2014), en esta teoría se
especifica el intercambio de recursos de índole tangible o intangible que se pueden dar
recíprocamente entre los residentes y los turistas en un contexto turístico dado. Es por
tanto que la Teoría del Intercambio Social implica, desde una perspectiva turística, que la
actitud del individuo hacia la industria turística, y su consecuente apoyo a su desarrollo
estará influenciado por el resultado de la evaluación de los costes y beneficios generados
por la industria turística (Andereck et al., 2005).
Siguiendo a Orgaz y Moral (2014), el espacio turístico fronterizo no solo es concebido
por sus atributos físicos, sino que también a través de componentes simbólicos, surgiendo
de esta manera el concepto de construcción social del espacio turístico, el cual es definido
por las relaciones e interacciones que se generan entre turistas y anfitriones, teniendo
también roles importantes otros actores como instituciones públicas y privadas, que
posibilitan el desarrollo del turismo, generando por ende, relaciones entre el espacio
donde se inserta la actividad turística y los diferentes stakeholders o grupos de interés
Existen cientos de enclaves, los cuales muchos se han convertido en atracciones turísticas
por la situación fronteriza que la caracteriza, así como por las ventajas políticas y
socioeconómicas que ofrece, tales como menores impuestos, políticas más permisivas,
favoreciendo esto el desarrollo de ciertos tipos de turismo (Gelbman y Timothy, 2011).
Varios ejemplos de enclaves convertidos en atractivos turísticos son Llivia (España),
siendo un popular destino para turismo cultural y para esquiar; Campione (Italia) o
Jungholz (Austria), populares estaciones de esquí, entre otros ejemplos (Timothy, 2001).
Además, resulta relevante destacar, tal y como indica Trillo y Lois (2011) a través de la
paradoja de la frontera, donde esta tiende a desaparecer, facilitando relaciones a ambos
lados de la misma, logrando al mismo tiempo esas relaciones se desarrollen gracias a la
existencia de diferencias (Económicas, legales, administrativas) debidas a la existencia
de dicha frontera.
Proceso turístico
Turista
Relación turista-
anfitrión
Estructura y funcionamiento
del sistema turístico
Impactos socioculturales
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Resulta de especial interés hacer mención, tal y como indican Timothy y Tosun (2003), a
los obstáculos encontrados en los límites internacionales que pueden afectar al flujo de
turistas, diferenciando entre dos tipos de barreras, cada una de ellas muy: la primera de
ellas son las barreras físicas, siendo estas las típicas fortificaciones o alambradas; la
segunda hace referencia a una barrera psicológica, que aunque la frontera existente entre
dos países sea discreta y poco marcada, puede representar para los distintos habitantes de
cada uno de los países una barrera psicológica, un gran obstáculo a superar, pudiéndose
formar dichas barreras funcionales o psicológicas a través de diferentes circunstancias
tales como diferencias socio-culturales a ambos lados de la frontera, así como diferentes
políticas o atendiendo a las circunstancias económicas dadas en cada uno de los países o
zonas fronterizas. Diferentes posiciones, incluso opuestas que han surgido entre los
viajeros acerca de la frontera, distinguiendo entre viajeros que abogan por la necesidad
de una frontera de forma necesaria, para una división y que de esa forma genere
seguridad; y otra corriente de viajeros que defienden que las fronteras se han convertido
en un problema para el tráfico y que tiene a generar cambios impredecibles (Konrad,
2015).
La seguridad en el turismo fronterizo también es un elemento a tener en cuenta, tal y como
indican Bringas y Verduzco (2008), teniendo la seguridad en un destino turístico
fronterizo tres dimensiones claramente delimitadas:
Seguridad poblacional, relacionada con los eventos y situaciones que podrían poner en peligro a las personas y a sus respectivas propiedades.
Seguridad urbana y regional, a través de la vigilancia, control y castigo.
Seguridad nacional, la cual tiene un fin claro, como es el de atender a los
problemas estructurales y aspectos internacionales que pudieran arriesgar la
viabilidad nacional.
Siguiendo a Gelbman y Timothy (2011), las fronteras o límites fronterizos marcan los
límites legales de la soberanía nacional de un determinado país, o los límites donde un
Estado puede ejercer su autoridad soberana. Si bien, existen matices que diferencian entre
una frontera propiamente dicha, y una zona fronteriza o límite fronterizo, encontrando
una clara diferencia en la fuerte influencia socioeconómica, cultural y política que puede
suponer encontrarse ante una zona fronteriza, y la escasa influencia producida en una
frontera propiamente dicha. Muchas de esas zonas fronterizas están económicamente
marginadas y aisladas geográficamente, debido fundamentalmente a su distancia con las
zonas centrales (Wast-Walter et al., 2003). Tal y como indican Rumley y Minghi (1991),
las diferencias entre poblaciones fronterizas se hacen más que evidentes, desarrollándose
diferentes estilos de vida, economías, culturas, generando diferencias identitarias entre
los países colindantes, si bien, dichas diferencias pueden generar sinergias y
complementariedad entre las zonas fronterizas, generando beneficios que afectan al
crecimiento fronterizo (Koschatzky 2000; Hoeckman et al. 2008).
Podemos dar una definición acerca del concepto de región transfronteriza, siendo esta el
resultado de una interacción entre un espacio compartido a ambos lados de una frontera
de índole estatal y a las acciones llevadas a cabo por los actores implicados en este
contexto (Grupo ADUAR, 2000). De acuerdo con Martínez (1994), encontramos una
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clasificación de los movimientos transfronterizos y de las interacciones en zonas
fronterizas, distinguiendo entre zonas fronterizas donde la frontera está funcionalmente
cerrada, sin interacción transfronteriza alguna; zonas fronterizas coexistentes donde
existe una ligera permisividad en la frontera a la hora de permitir una interacción
binacional, siendo ésta limitada; zonas fronterizas donde se aboga por una mayor
interacción transfronteriza en lo que a actividades socioeconómicas se refiere, y
finalmente, fronteras integradas, donde el movimiento de personas y bienes no está
restringido, fruto de una estabilidad fuerte y de carácter permanente. Si bien, no solo
podemos establecer una clasificación en función de los movimientos transfronterizos,
sino que también se puede distinguir otra clasificación si atendemos al nivel de contacto
transfronterizo, donde Gelbman y Timothy (2011) diferencian entre habitantes fronterizos
nacionales, siendo estos aquellos que tienen un contacto superficial o mínimo con el otro
lado de la frontera debido a motivos de diferente índole (indiferencia, falta de voluntad,
entre otros), y habitantes fronterizos transnacionales, siendo aquellos que sí mantienen
relaciones con la población vecina, buscando superar los obstáculos que impiden ese
contacto y visitar la otra zona por diversos motivos, ya sean ociosos o no.
Siguiendo a Perkmann (2003), se debe definir qué es la cooperación transfronteriza,
entendiendo dicha cooperación como una colaboración institucionalizada entre
autoridades subnacionales contiguas a través de fronteras nacionales. De la definición
destacamos cuatro elementos básicos, como son la existencia de autoridades públicas, la
colaboración entre autoridades subnacionales no son normalmente legales atendiendo al
derecho internacional, por lo que no se permite tratos internacionales con autoridades
extranjeras, es por lo que se le denomina políticas bajas, acudiendo a tratos cuasi-jurídicos
entre las autoridades participantes. Otro elemento a destacar es la preocupación por la
solución de problemas prácticos en los campos de la vida administrativa, y finalmente, la
cooperación transfronteriza implica la estabilización de los contactos fronterizos. Muy
relacionado con esta definición de cooperación transfronteriza se encuentra la de región
transfronteriza, siendo esta la unidad territorial compuesta por aquellos territorios de las
autoridades que participan en una iniciativa cooperativa transfronteriza (Perkmann,
2003), definición muy parecida a la que dieron Perkmann y Sum (2002:3), definiendo las
regiones transfronterizas como “una unidad territorial que comprende unidades
subnacionales contiguas de dos o más naciones-Estado”. También destacamos la
definición dada por Hansen (1981) y Lundquist y Trippl (2009), los cuales entienden la
región transfronteriza como un área consistente en territorios adyacentes pertenecientes a
diferentes naciones, con independencia a sus diferencias en términos de tamaño, historia,
condiciones geográficas, etc., y que se encuentran significativamente afectadas por la
proximidad de una frontera nacional. Las fronteras no se conciben únicamente como unas
líneas que separan territorios, grupos o individuos, sino como elementos que poseen una
gran repercusión en la sociedad, en las culturas, en el espacio y en las personas (Newman
y Paasi, 1998; Wilson y Donnan, 1998).
Tal y como indica Trillo y Lois (2011), no puede entenderse una región sin la frontera
como motivo de atracción y cooperación. A raíz de lo anterior, diversos han sifo los
estudios que han ofrecido modelos a través de los cuales estudiar la formación regional
(Paasi, 1996; Brunet-Jailly, 2005; Lagendijk, 2007; Perkmann, 2007). A través de estos
estudios, se puede llegar a la conclusión y al establecimiento de un modelo que tiene en
cuenta cuatro elementos a la hora del estudio de una región transfronteriza (figura 2). A
tener en cuenta:
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Territorio compartido: territorio sobre el que llevar a cabo la
actuación, estando localizado en torno a la frontera.
Movilización político-institucional: a través de la puesta en marcha de proyectos comunes refrendados mediante organismos de cooperación
específicos.
Estrategias económicas y de mercado: la frontera debe de ser vista como un elemento de unión, y no de separación, por lo que resulta básico
el establecimiento de estrategias de índole económica-empresarial y de
mercado, que refuercen la movilización política.
Cultura y símbolos comunes: establecimiento de esta dimensión a
la hora de proyectar una idea de compartir el territorio es básica para medir
el éxito de los proyectos emprendidos.
Figura 2: elementos básicos para estudiar una región transfronteriza
Fuente: elaboración propia
Cabe resaltar que el turismo fronterizo en los países en vías de desarrollo han de
explotarse a través del turismo comunitario, el cual “se fundamenta en la creación de
productos turísticos bajo el principio básico de la necesaria participación de la comunidad
local” (López-Guzmán y Sánchez-Cañizares, 2009:89). Por lo tanto, los miembros de la
población local donde se inserta la actividad, tienen un alto control de las actividades y
en la participación de los beneficios, en detrimento de otros controlados en su gran
mayoría por turoperadores externos o por el Gobierno (Scheyvens, 1999; Trejos, 2009).
Siguiendo a Hiwasaki (2006), podemos distinguir varios objetivos del turismo
comunitario, siendo aquellos relacionados con la conservación de los recursos naturales,
culturales y patrimoniales, así como el desarrollo socioeconómico de las comunidades
locales, y no menos importante, la calidad recibida por la demanda turística. El turismo
comunitario está compuesto por tres grandes bloques (gráfico 1), a raíz de lo expuesto
por López-Guzmán y Sánchez-Cañizares (2009), siendo el primero de estos bloques los
stakeholders, encargados de la planificación turística: empresas, guías, gobierno local,
entre otros; el segundo de los bloques lo conformarían las empresas de servicios directas,
como los hoteles y restaurantes, y por último, el tercero de los bloques, las empresas que
Territorio compartido Estrategias económicas
Movilización político-institucional
Cultura y símbolos
Región transfronteriza
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apoyan el turismo en destino: turismo activo, medios de transporte, tiendas de souvenirs,
entre otras empresas.
La puesta en marcha del turismo comunitario puede generar beneficios y costos (Orgaz y
Moral, 2014), estando expuestos dichos impactos en la siguiente tabla (tabla 1).
Tabla 1: impactos del turismo comunitario
POSITIVOS (BENEFICIOS) NEGATIVOS (COSTES)
Oportunidades de empleo y mejora de la economía local (Moral y
Orgaz, 2014).
Fomento de la conservación de la cultura y naturaleza local (López-
Guzmán y Sánchez-Cañizares, 2009).
Aumento del nivel de vida de los
residentes (Moral y Orgaz, 2014).
Mejora el desarrollo socio económico de la población local
(Manyara y Jones, 2007).
Favorecimiento de los intercambios culturales (Moral y
Orgaz, 2014).
Herramienta de lucha contra la
pobreza con importantes efectos
multiplicadores en el Producto Interior
Bruto (Casas et al., 2012).
Contaminación ambiental y deterioro de la
cultura (Orgaz y Moral,
2014).
Posible degradación
ecológica (Moral y Orgaz).
Incremento del vandalismo (Moral y Orgaz,
2014).
Percepción negativa de los residentes (Moral y
Orgaz, 2014).
Fuente: elaboración propia
Diversos estudios están ligados a la existencia de una frontera, si bien no surge el turismo
como matiz diferenciador, sino que es debido a otras situaciones, circunstancias, etc. Por
ello, la siguiente tabla muestra una clasificación de dichos estudios, diferenciando entre
el tema estudiado y los diversos autores que lo abordaron (tabla 2).
Tabla 2: estudios en zona fronteriza sin origen turístico
Ámbito Estudios
Cooperación transfronteriza
Problemas étnicos en zonas adyacentes a la
frontera, institucionalización
de las zonas fronterizas,
Cabero et al., 1995-1996; López y Guichard,
2000; van Houtum y Berg, 2003;
Harguindéguy, 2007; Amilhat-Szary y
Fourny, 2007; Cancela, 2008; Dupeyron,
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gestión de fondos
comunitarios.
2008; Konrad y Nicol, 2008; Oliveras et al.,
2010; Boira, 2010.
Vías legales de
regulación de la cooperación
transfronteriza
Levrat y Comte, 2006; Labayle, 2007; Embid
y Fernández de Casadevante, 2008.
Frontera internacional divisora de sociedades
Explotación de las diferencias fruto de la
presencia de la frontera
Voiron-Canicio, 2002.
Trabajadores y sindicalismo transfronterizo
Buxeda, 2003.
Actividades
comerciales (compras) Hamez, 2006.
Protección medioambiental
Lundqvist, 2006.
Actividades culturales Choeffel-Mailfert y Lüsebrinck, 1999.
Matrimonios mixtos Hamez, 2005.
Cooperación policial y de bomberos
Gallagher, 2003.
Patrimonialización de
la frontera Charlot, 2007.
Fronteras internacionales no centradas en espacios transfronterizos
Estudio de los mercados
Anderson y van Wincoop, 2011.
El turismo Caccomo, 2007.
Educación Puren y Babault, 2008.
Dimensión identitaria y de pertenencia con la frontera
Pertenencia a la frontera y el espacio
delimitado por ella
Pujadas et al., 1999; Migdal, 2004;
Moncousí, 2005; Pereiro et al., 2008.
Antropología de
fronteras Wilson y Sonnan, 1998.
Procesos de nacionalización de áreas
fronterizas desde un prisma
histórico
Knippenberg y Markusse, 1999.
Relación desde la frontera
Democracia o
Gobernanza Kramsch y Hooper, 2004.
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Seguridad,
inmigración y ciudadanía
Brunet-Jailly, 2007; Manigand et al., 2008;
Ferrer, 2010.
Estudios en expansión
Establecimiento de grupos étnicos y/o clases
sociales
Sohn y Walther, 2009.
Movilidad en el
espacio urbano Dury, 2007.
División entre el
espacio de ocio y espacio de
trabajo
Beltonb, 2009.
Fuente: elaboración propia según Trillo y Lois (2011)
3. ESTUDIOS DE TURISMO FRONTERIZO
Haciendo un análisis diacrónico sobre los diferentes estudios relativos a zonas turísticas
fronterizas, se han encontrado los siguientes estudios (tabla 3):
Tabla 2: estudios zonas turísticas fronterizas
Ámbito Estudios
Fronteras americanas
1. Frontera Norte
(México-USA)
Martínez y Valdés, 1982; Bringas, 1991;
Anguiano, 1991; Martínez, 1994; Verduzco
et al., 1995; Bringas, 1997; Bringas y
González, 2003; Gallegos y López, 2004;
Bringas, 2004; Bringas et al., 2008; Bringas
y Verduzco, 2008; Campos y Odgers, 2012;
Sullivan et al., 2012; Cuevas-Contreras et al.,
2013; Sener et al., 2015.
2. Frontera mexicano-
guatemalteca Campos y Odgers, 2012.
3. Frontera americano-
canadiense Timothy y Tosun, 2003; Konrad, 2015.
4. Frontera paraguayo-
brasileña Banducci, 2009.
5. Frontera del Iguazú Cammarata, s.f.
6. Frontera trinacional
andina (Bolivia, Argentina y
Chile)
Amilhat-Szary y Guyot, 2008.
7. Frontera argentino-
brasileña Dachary y Arnaiz, 2012.
8. Frontera uruguayo-
brasileña Navarrete, 2006.
International Journal of Scientific Managment Tourism
260
9. Frontera colombiano-
venezolana Bustamante, 2008.
10. Frontera dominico-
haitiana Orgaz y Moral, 2014.
Fronteras europeas
11. Frontera hispano-lusa Trillo y Lois, 2011; Vázquez, 2011; Rivera y
Vázquez, 2014; Vázquez, 2015.
12. Frontera hispano-
inglesa Cimadomo, 2013.
13. Frontera anglo-galesa Saxena y Ilbery, 2010.
14. Frontera belga-
neerlandesa Gelbman y Timothy, 2011.
15. Fronteras Suiza-
Francia/Alemania/Italia Banfi et al., 2005.
16. Frontera sueco-
danesa Matthiessen, 2004; Lundquist y Trippl, 2009.
17. Frontera sueco-
finlandesa Prokkola, 2007.
18. Frontera búlgaro-
rumana Jugaranu y Jugaranu, 2012.
Fronteras asiáticas
19. Frontera
Indonesia/Malasia/Singapur Hampton, 2010.
Fronteras africanas
20. Frontera egipcio-
israelí Felsenstein y Freeman, 2001.
21. Frontera namibio-
angoleña Röder et al., 2015.
Fuente: elaboración propia
Además, se han encontrado diversos estudios acerca del impacto económico generado en
los viajes transfronterizos (HLB Decision economics, 2004; HLB/HDR Decision
economics, 2006; Pavlakovich-Kochi y Charney, 2008; University of Texas at El Paso,
2012), y otros estudios referentes a movimientos con el fin de cuidados reproductivos
(Hudson et al., 2011).
Podemos sintetizar de una manera gráfica los diferentes estudios a través de la siguiente
figura (figura 2), donde aparecen los diferentes países fruto de investigaciones y estudios
acerca del turismo fronterizo.
International Journal of Scientific Managment Tourism , 2016, Vol. 2 Nº2 pp 249-265, Moral, S.; Cañero, P.; Jimber, J. y Orgaz, F.: TURISMO FRONTERIZO
COMO MOTOR DE DESARROLLO DE LA FRONTERA. UNA REVISIÓN DE LA LITERATURA
261
Figura 2: Estudios sobre turismo fronterizo
Fuente: elaboración propia
1. Frontera Norte (USA-México).
2. Frontera mexicano-guatemalteca.
3. Frontera americano-canadiense.
4. Frontera paraguayo-brasileña.
5. Frontera del Iguazú (Brasil- Argentina-
Paraguay).
6. Frontera Trinacional Andina (Chile-Bolivia-
Argentina).
7. Frontera argentino-brasileña.
8. Frontera uruguayo-brasileña.
9. Frontera colombiano-venezolana.
10. Frontera dominico-haitiana.
11. Frontera hispano-lusa.
12. Frontera hispano-inglesa.
13. Frontera anglo-galesa.
14. Frontera belga-neerlandesa.
15. Frontera Suiza – (Francia-Alemania-Italia).
16. Frontera sueco-danesa.
17. Frontera sueco-finlandesa.
18. Frontera búlgaro-rumana.
19. Frontera Indonesia-Malasia-Singapur.
20. Frontera egipcio-israelí
21. Frontera namibio-angoleña.
International Journal of Scientific Managment Tourism
262
Observamos claramente como los estudios realizados sobre turismo y movimientos
fronterizos se polarizan en dos zonas claramente definidas, correspondientes a dos
continentes: América y Europa, siendo las fronteras entre países en algunos casos
enclaves naturales de gran importancia ambiental: cataratas del Niágara (Frontera
americano-canadiense), cataratas de Iguazú (Frontera Brasil-Argentina-Paraguay), zona
transalpina (Frontera Suiza con Alemania, Italia y Francia), zona andina (Frontera
trinacional: Bolivia, Argentina y Chile), entre otros.
4. CONCLUSIONES
Hoy en día, las motivaciones a satisfacer de los turistas van modificándose continuamente
en busca de nuevos retos y nuevas necesidades a satisfacer, creándose nuevos productos
turísticos, los cuales son capaces de generar una demanda turística propia, o bien se
enmarcan como una oferta complementaria a la actividad turística principal de un
determinado destino. Fruto de dicho cambio de necesidades en la motivación de los
turistas surgen nuevas tipologías turísticas: oleoturismo, ecoturismo, o en este caso,
turismo fronterizo, por el cual entendemos a raíz de la definición dada por Bringas (2004)
como “el desplazamiento temporal de personas fuera de su lugar de residencia habitual
hacia las ciudades contiguas a la línea divisoria entre dos países, originado por motivos
de ocio, diversión, descanso, salud, negocios, visitas a familiares y/o amigos, religión,
eventos sociales o realización de compras, entre otros, cuya estancia no exceda un año y
que comprometa al menos una pernocta en el lugar visitado”.
La literatura científica existente acerca del turismo fronterizo es reciente, no siendo
muchos los estudios que han abordado los flujos existentes entre países, destacando los
primeros trabajos aquellos realizados en la Frontera Norte de México como el comienzo
de la literatura científica sobre turismo fronterizo. A posteriori se ha ido ampliando la
literatura científica en diferentes fronteras, bien por tratarse de destinos insertados en una
zona entre fronteras (Frontera del Iguazú entre Brasil, Argentina y Paraguay), o bien por
situaciones poco comunes, que fruto de la historia, han conformado zonas fronterizas
poco comunes (Exclave Baarle-Hertog/Baarle-Nassau en la frontera belga-neerlandesa),
entre otros. La literatura científica, además de ser reciente, no es muy extensa, ya que
pocas fronteras han sido fruto de investigaciones en comparación con la gran cantidad de
fronteras entre países existentes en nuestro planeta. Así, se observa claramente como la
gran mayoría de las investigaciones se centran en dos continentes: América y Europa,
concentrando casi la totalidad de la literatura existente hasta el momento.
Como futuras líneas de investigación en este campo, sería interesante la realización de
estudios de las percepciones de los turistas en destino, así como la población local en las
zonas fronterizas, con el objetivo de conocer el perfil de los turistas que visitan estos
destinos, así como el apego al turismo de las poblaciones y comunidades locales.
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