alma sangrienta, pn elrod

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Traducción: Ana María Nieda Alma sangrienta P. N. Elrod

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  • Traduccin:Ana Mara Nieda

    Alma sangrienta

    P. N. Elrod

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  • Para Mark, por ser tan diablico;y para Ben, por tener tanta paciencia

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  • 1Chicago, septiembre de 1936

    Anda, s bueno le dije al camarero sin mirarlo a losojos, estoy intentando arreglar un corazn roto.

    S, s, ya contest l y sigui secando un vaso conun trapo gris.

    No es coa, tengo dinero. Saqu con torpeza cincobilletes de dlar del bolsillo de mi camisa y dej que seagitaran sobre la hmeda madera negra de la barra.Venga, eso vale lo que una botella, no? No causarproblemas.

    Ya puedes hacer cuentas.Tena derecho a estar seguro de s mismo. Tenamos

    ms o menos la misma altura, pero yo soy tirando adelgado y l tena la constitucin de una excavadora y eraigual de slido. Crea que poda ocuparse de m.

    Ces de abrillantar el vaso y lo dej junto a las cuentas.Yo le sonre y trat de parecer simptico, cosa que fueterriblemente complicada dadas las circunstancias. Erauno de esos antros tan baratos y cutres en los que con iral bao te juegas la vida. Por cmo ola, dira que lasinstalaciones se encontraban en la puerta de entrada, en lacalle, en la pared del edificio, caballeros a la izquierda y

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    damas... renov mi sonrisa y mov tentadoramente lascuentas.

    l las mir y me lanz una mirada de sospecha, midien-do mi aparente borrachera con la atraccin del dinero. Erauna noche lenta, y gan el dinero. Alarg la mano hacia losbilletes, pero la ma fue un poquito ms rpida y cubritres de los retratos de Washington antes que l.

    Un tipo listo dijo, y cogi una botella de aquellacosa barata de la estantera que haba detrs de l. Qudiablos, s que era barata, pero a m eso casi no meimportaba, lo nico que quera era una excusa para estarpor all.

    He bebido, pero no tanto. Dej dos dlares en labarra, cog la botella, el vaso y lo que quedaba del dineroy me tambale hacia la segunda mesa que haba en lapared de enfrente. De espaldas a la puerta principal meacomod, en todo momento utilic los movimientos de unborracho que quiere demostrar que no lo est. Me pas unbuen rato contando mis tres dlares y haciendo como sibebiera. Diez centavos por toda la botella ya habra sidocobrarme de ms; el contenido ola a veneno viejo antes dela revocacin. Me llev el vaso a los labios, hice una muecay tos, de manera que logr que parte del lquido mechorreara por la ya bien manchada camisa.

    Mientras estaba ocupado frotndome el desastre con unpauelo sucio, entr un to grande vestido de gris oscuroy fue directo a la barra. Llevaba un traje, cosa que no ibacon el barrio, y llevaba prisa, cosa que no iba con la horaque era. A la una de la maana nadie debera ir con prisa.Pidi un gisqui y una cerveza para acompaar y mir asu alrededor. No le llev mucho tiempo; a excepcin de m,siete mesas y el camarero, el lugar estaba vaco.

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    Me examin como si fuera un bicho. Me esforc aconciencia por parecer borracho y determinado, y esperque se lo tragara. Ayud mucho el hecho de que llevarabastas ropas de trabajo que apestaban a ro y tuviera mipropia orga con la botella; otro chico de pueblo corrompidopor la gran ciudad.

    Aparentemente yo no representaba peligro alguno. Sebebi el gisqui de un trago y se llev la cerveza a la ltimamesa que estaba al lado de la puerta trasera; despus sesent en el extremo desde donde poda ver a la gente queentraba de la calle. Yo utilic el espejo inclinado que colgabasobre la barra para vigilarlo. Era un espejo viejo, conmanchas deslustradas, como si tuviera pecas, pero su reflejoera lo suficientemente claro. Se encorv sobre la mesa y sela bebi a tragos, con largas pausas entre sorbo y sorbo.Llevaba el gorro blando calado hasta los ojos, pero de vez encuando, estos le brillaban al mirar l mismo al espejo. Yo mequed quieto y disfrut la pequea sorpresa que se llevcuando no pudo ver mi imagen en el cristal.

    Otro hombre entr desde la noche y se acerctentativamente a la barra. Este tambin iba demasiado bienvestido, pero tena peor pinta y pareca ms tmido. Sucuerpo era alto y delgado, con una nariz aguilea quesujetaba unos quevedos de montura negra con una cintaazul celeste de terciopelo. Llevaba un traje barato color azul,con los puos algo cortos y los pantalones algo estrechos.Como estos ltimos le quedaban algo pesqueros dejabanver unos calcetines negros de seda que salan de unoszapatos tambin negros, con la punta cincelada hasta con-vertirla en un arma letal. Llevaba un bastn negro con unmango de plata que le podra costar la eternidad en aquelbarrio si lo mova mucho por all.

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    Intent pedir un jerez y recibi una mirada de desdne incredulidad. Tuvo mejor suerte cuando pidi unaginebra, y despus con toda la intencin del mundo,limpi el borde del vaso con su pauelo de seda estam-pado antes de beber. Despus de dar un sorbo, se sec loslabios y se alis la raya de lpiz que llevaba por bigotebajo la nariz.

    Mir a su alrededor, estaba tan nervioso como unavirgen en una casa de fraternidad universitaria. Se percatde mi presencia y de la del hombre de la ltima mesa, ycuando ninguno de los dos le saltamos al cuello paradegollarlo, se relaj un poquito. Comprob la hora en elreloj que haba detrs de la barra, la compar con la quemarcaba el de plata que l llevaba sujeto a su chaleco yfrunci el ceo.

    El camarero se alej, sin duda le repeli el aroma a liriosmuertos con que se haba rociado el recin llegado. Unanube del mismo me peg en la cara como el humo de uncamin y decid no respirar durante un rato.

    El hombre volvi a mirar el reloj y despus dirigi sumirada hacia la puerta. No entr nadie. Se quit el som-brero y lo dej con cuidado sobre la barra, como si pudieraofender a alguien. Desde un pronunciado pico en la frentehasta una nuca llena de rizos, su pelo oscuro haba sidopeinado cuidadosamente en unas ondas que eran dema-siado uniformes como para ser naturales. Se quit losguantes tirando delicadamente de la punta de los dedos ydespus, como ausente, se atus el pelo.

    El camarero mir al hombre de la mesa y se encogi dehombros a la vez que levantaba las cejas con una sonrisade superioridad, con la que quera decir que no podaevitar que cualquiera entrara por la puerta siempre que

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    pagara. El hombre de la mesa se encorv ms sobre sucerveza y mir el espejo.

    Dos minutos despus entr una dama, posiblemente laprimera que pasaba por aquella puerta. Era bajita, no debamedir ms de metro y medio; iba vestida de verde esme-ralda con un sombrero a juego y un velo denso y pesadoms oscuro, que le tapaba la cara hasta sus severos labiospintados de rojo. Llevaba un bolso verde grande ribeteadocon abalorios que brillaban con la luz. Sus zapatos verdesde tacn hacan bastante ruido al cruzar el suelo de maderahasta el hombre alto de la barra. l se estir un poquito,porque los hombres educados hacen ese tipo de cosascuando una mujer se les acerca, y s que pareca sereducado.

    La mujer mir a su alrededor con recelo, pos sus ojossobre m un momento. Deba de ser lo suficientementeguapa como para que un borracho como yo se dieracuenta; por lo menos tena una figura estilizada y buenaspiernas. Le lanc una mirada de lascivia alentadora, peroempaada, y levant mi vaso con esperanza. Despus deeso, me ningune e inclin la barbilla con expectacinhacia el hombre alto.

    l frunci el ceo, pero recogi el sombrero, el bastn, losguantes y su bebida, y la sigui hasta la penltima mesa delfondo. Ella se sent de espaldas a m y el hombre se deslizfrente a ella, con su espalda hacia el hombre grande de gris,que se haba apoyado con fuerza contra la pared. Ella parecano haberse percatado de su presencia.

    El hombre de la ginebra deposit su bastn sobre lamesa con el mango curvado hacia su lado externo. Puso elsombrero a su lado y se meti los guantes en el bolsillo. Sevea que estaba nervioso de nuevo por la manera en que

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    toqueteaba las cosas. Le pregunt con tranquilidad a lamujer si quera tomar alguna bebida. Ella neg con lacabeza. l le repiti el gesto al camarero, quien entoncesse movi hasta el extremo de la barra ms cercano a mimesa y cogi otro vaso para abrillantarlo. Me estabamirando, pero yo estaba en un sueo de esos de arrastrarlas palabras, miraba al espacio infinito, por lo menos hastael que llegaba al espejo que tena detrs.

    El hombre de gris se inclin hacia fuera de su mesa yestir el cuello. Poda ver al camarero y entonces lepreocup no poder verme a m tambin, pero era demasia-do tarde como para ponerse a investigar el problema sinllamar la atencin.

    La mujer mir a su acompaante, su respiracin agitabael velo con suavidad. Hablaba en voz baja, pero incluso ala distancia a la que me encontraba, no tuve problemaalguno para escuchar la conversacin.

    Lo tiene?El hombre inclin la cabeza hacia un lado, honrndola

    con la lente ms brillante de sus quevedos.Yo podra hacerle la misma pregunta. Su voz era

    montona y entrecortada, como si le diera miedo dejarsalir las palabras.

    A ella no le gustaban ni aquel hombre ni su respuesta,pero finalmente levant el bolso que tena en el regazo ylo dej sobre la mesa. Con la mano izquierda sac de l unfino estuche de piel y lo abri para que l pudiera inspec-cionarlo. No era ms grande que un paquete de tabaco, yella lo sostena preparada para tirar de l en el caso de queel hombre intentara cogerlo. l mir el contenido deteni-damente por un momento, y despus se sac una lupa dejoyero del bolsillo.

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    Puedo? l alarg una mano con una manicuraperfecta. Ella dud. Tengo que verificar que es autnti-co, seorita... esto... Green. El seor Swafford dej esepunto muy claro.

    Ella puso el estuche sobre la mesa; todava dej su manoderecha dentro del enorme bolso.

    Mientras que le quede claro que esto tambin esautntico le dijo mientras giraba el bolso para quepudiera ver su contenido.

    l se puso rgido con los ojos clavados en la manoque la mujer esconda en el bolso. Se moj el labioinferior.

    M... muy bien.Muy despacio cogi el estuche de cuero, se quit los

    quevedos y se coloc la lupa en un ojo. Examin elcontenido del estuche durante unos diez segundos yrepiti los movimientos en sentido inverso. Dej el estu-che sobre la mesa llena de marcas.

    Bien? dijo ella.Es autntico. Se volvi a colocar los quevedos

    sobre la nariz.Eso ya lo saba, sigamos.S... s, por supuesto. Sac un sobre del bolsillo de su

    abrigo y se lo dio a la mujer. Ella lo abri y examin elcontenido tambin, sac del centro uno de los billetes decien dlares. Un segundo despus, levant la vista y cogiel estuche de piel.

    Le puede decir a Swafford que lo he quemado dijocon voz spera.

    l levant la mirada rpidamente del lugar vaco quehaba dejado el estuche en la mesa al velo de ella.

    Pero, por qu?

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    Estos billetes estn marcados. Si hay polis fuera ustedes hombre muerto.

    La mujer no pareca estar lista para moverse, pero elhombre se haba puesto ms nervioso. Detrs de l, el togrande se haba metido una mano en el abrigo, lo queexplicaba por qu ella no se haba percatado de su presen-cia, no le haca falta percatarse de que su compaero estabaall.

    Yo... yo no lo entiendo. El seor Swafford me enco-mend la tarea de verificar la autenticidad del sello ypagarle, nada ms. Le aseguro que no tena la menor idea...

    Ya le he dicho que lo he quemado.Pero espere, por favor, no sabe el gran valor que

    tiene...Cinco de los grandes. Yo solo he pedido la mitad.Puedo ayudarla. Conozco a otros coleccionistas, al-

    gunos no haran preguntas. Estarn contentos de pagarlessu valor ntegro. Si tuviera ese dinero, lo comprara yomismo.

    Ella se dio cuenta de que l llevaba ropas muy baratasy su boca se qued pequea y fina.

    Estoy segura de que lo hara. Ella lanz unamano hacia arriba y le tir los quevedos de la nariz, lapart la cabeza una fraccin de segundo tarde y nopudo evitarlo. Los quevedos quedaron colgando de lacinta de terciopelo, se balancearon libremente y segolpearon con el borde de la mesa, lo que produjo unsuave tintineo.

    Entonces, los ojos grises del hombre se endurecieron ysu postura encogida de miedo se enderez.

    Todava podemos llegar a un acuerdo equitativo,seorita Green. Su habla entrecortada tambin fue

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    sustituida por un preciso acento britnico, y el amanera-miento remilgado tambin se le desprendi como la lecheagria.

    Y una mierda, Escott. Ponte de pie y sigue a Sled porla puerta trasera.

    Escott levant la mirada cuando la enorme sombra delhombre de gris se cerni sobre l.

    De verdad que...Cllate o cobras ahora.Dej mi bebida y desaparec. Igual tambin poda

    fingir no haber visto eso.Escott se mova muy despacio detrs de Sled por el

    pasadizo. La mujer iba detrs de l, seguramente seguateniendo la mano en la pistola que llevaba dentro delbolso. Por el momento yo solo poda notar sus cuerpos ysus posiciones. La mujer se estremeci cuando pas por sulado, de la manera que dicen que la gente lo hace cuandoalguien camina sobre la tumba de uno. Escott se detuvocuando lo pas a l y le tuvieron que meter prisa; era sumanera de hacerme saber que era consciente de mi pre-sencia.

    Sled haba salido ya por la puerta trasera y esperabamientras Escott sala con la mujer. Yo no saba si Sled yahaba preparado su pistola, pero la de ella s estaba lista, asque haba que ocuparse de ella primero.

    Me fund otra vez con la realidad y me solidifiqu.Desde su punto de vista yo acababa de salir de la nada, cosaque en esencia era correcta. Le quit la pistola, le tap laboca con una mano, con la otra le rode la cintura y mediola levant y la adentr en la oscuridad. Dio un chillidonasal de indignacin y sacudi sus tacones contra misespinillas.

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    La atencin de Sled pas de Escott a ella y su pistola pasde su sobaquera a su mano como por arte de magia. Escottla cogi, la empuj hacia abajo y con su cuerpo embisticontra Sled y lo arrincon contra la pared del antro. Erams fuerte de lo que su fino armazn prometa, y losladrillos no hicieron nada con la expresin o disposicinde Sled. Golpe a Escott con el bastn, pero lo hizo en unngulo errneo y no pudo transmitirle toda su fuerza.Son un golpe sobre la carne y un grito ahogado cuandoEscott golpe la pistola del hombre con fuerza contra losladrillos. La pistola cay al suelo. El bastn volvi a bajar.Escott par el golpe con el costado y a la vez le meti undirecto que le dio en la mitad de la columna a Sled.

    Mientras bailaban el uno alrededor del otro, yo le quitel bolso a la mujer. Agarrarse a ella era como intentarbaar a un gato callejero. La alej de la refriega con laesperanza de que tuviera el suficiente sentido comncomo para salir corriendo. Queramos el sello, no a ella. Apesar de todo, la mujer estaba gil, en un momento estabaintentando recuperar el equilibrio y al siguiente meestaba haciendo un placaje poco favorecedor en una dama,para intentar coger la pistola de Sled.

    La cogi.Tena el dedo ndice perfectamente encajado sobre el

    gatillo al primer intento y la gir y coloc como toda unaexperta, mientras me disparaba a quemarropa a la vez queyo me lanzaba sobre ella. El resplandor amarillo llentodo mi mundo. No o el disparo, puede que a esa distanciael sonido fuera demasiado fuerte como para poder orlo.Sent el impacto desgarrador cuando la bala me pas porel ojo izquierdo y me hizo tropezar sin respiracin acmara lenta en una blanca y caliente agona.

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    La duracin, gracias a Dios, fue muy corta. Un instanteme estaba contorsionando y era slido, y al siguienteestaba flotando en el aire y no tena peso alguno. Elimpacto y el dolor me haban vuelto incorpreo, y mehaban liberado temporalmente de la carga que suponetener un cuerpo lleno de terminaciones nerviosas revolu-cionadas. Yo quera quedarme en ese lugar de ausencia,pero la voz de Escott, distorsionada como si pasara porcapas y capas de algodn me empujaba a volver.

    Grit mi nombre una vez y despus la pistola dispar denuevo.

    Reaparec justo a tiempo para ver cmo el humo sala dela boca de la pistola. Sled se lanz a separarse del cuerpode Escott, cogi a la mujer que no dejaba de protestar y atoda carrera la alej del campo de batalla.

    Escott estaba apoyado contra la pared y no haba movi-do un dedo para detenerlos. Estaba doblado sobre smismo, se esforzaba por respirar con los brazos enrosca-dos sobre el estmago. Su plido rostro destacaba entre lassombras como un fantasma de una casa del terror. Cuandoyo logr mantenerme sobre mis pies, los suyos no aguan-taron ms y se dej caer al suelo.

    En un segundo me arrodill a su lado con el corazn enla garganta.

    Charles? Mi voz sonaba rara, como si se la hubie-ra pedido prestada a un extrao.

    Un minuto dijo entrecortadamente. Cerr los ojos,dej que le colgara la boca y se concentr en coger aire. Locoloqu ms cmodamente contra la pared e intentcomprobar los daos que haba sufrido, pero l neg conla cabeza.

    Cmo de mal? le pregunt.

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    Me ense algunos dientes, pero yo no pude distinguirsi se trataba de una mueca de dolor o de una sonrisa:tratndose de l, poda ser cualquier cosa. Su respiracinse normaliz un poco y abri los ojos de golpe.

    Dnde est el sello? susurr.Sello? Qu mierda importaba eso?Pedir una ambulancia.No hace falta. No estoy herido.Pues lo ests imitando muy bien. Aguanta un poco

    y...Levant una mano.Dame un minuto y estar bien.Charles...Levant la otra mano. Estaba limpia.Solo estoy sin aliento.Qu coo...?Mi chaleco antibalas dijo con tono de estar dicien-

    do una obviedad.Lo comprob; debajo de las ropas arrugadas haba una

    cosa slida que le cubra el torso.A diferencia de ti prosigui, no tengo ninguna

    defensa sobrenatural contra los trozos de metal voladoresy debo llevar una artificial.

    Yo me encontraba justo a mitad de camino entre elalivio y la ira. Fue lo suficientemente listo como para norerse de la cara que yo deba de tener.

    Creo que debera comprarme un chaleco ms efecti-vo para el futuro, este parece un poco fino para lo quenecesito. Ahora, dnde est el sello?

    Sin decir palabra, le di el bolso verde con cuentas. No mefiaba de m mismo lo suficiente como para decir nada,porque probablemente habra sido alguna obscenidad.

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  • ALMA SANGRIENTA 19

    Mientras l hurgaba en el bolso en busca del estuche depiel, yo me levant y comprob la salida del callejn, loque puso algo de distancia entre nosotros por un momen-to. Adems de todo, el muy hijo de puta no necesitaba queun amigo feliz porque estuviera vivo le diera un puetazoen las costillas.

    Ya haca mucho que Sled y la mujer se haban ido.Pareca buena idea que nosotros hiciramos lo mismo, suamigo el camarero poda salir en cualquier momento y yahabamos tenido suficiente alboroto por una noche.

    Escott encontr el estuche y comprob el manchurrndesvado de papel azul que contena.

    La filatelia no es algo que me interese especialmente.Me temo que estoy muy poco impresionado, aunquevalga cinco mil dlares americanos.

    S, bueno, salgamos de aqu antes de que esa chica seacuerde y decida volver.

    l vio que lo que yo deca tena sentido.Me ayudas a levantarme? Me temo que la bala me

    ha dado cerca de la herida de navaja, y por ah todavatengo las cosas un poco blandas. Vaya suerte de mierda.

    Yo dira que es bastante buena, si se tiene en cuentaque no te dio en la cabeza. Le ayud a ponerse en pie ycog su bastn del suelo.

    l decidi hacer caso omiso de mi comentario sarcstico.Yo tena derecho a estar enfadado con l, y l saba que lomejor era dejar que las cosas siguieran su curso.

    Se apoy en mi brazo mientras ambos salimos concautela del callejn. A pesar de que l vea bastante bien,no tena visin nocturna y confi en m para mantenerloen pie. Encontramos su gran Nash un bloque ms all.Insisti en que poda conducir, por lo que lo empuj detrs

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  • P. N. ELROD20

    del volante y me sent en el asiento del acompaante conun suspiro.

    Qu es lo que ha ido mal ah atrs?Ella me reconoci, por ejemplo, pero est bien porque

    yo tambin la he reconocido a ella.Vale, me tienes en ascuas.Me lanz una mirada con el rabillo del ojo, arranc el

    coche y sali a la calle.No me lo puedo creer. Poda haber querido llegar a un

    acuerdo, pero todo sali mal por culpa del dinero marcadode Swafford. Deb comprobarlo antes.

    De verdad crees que se habra arriesgado a negociardespus de reconocerte?

    Era una posibilidad. Aunque me conociera, podahaber cogido el dinero y haberte dado la oportunidad deseguirla; pero claro, lo que mejor se planea y todo eso...pues ya sabes. Swafford tiene su precioso sello y su dinero,pero va escuchar lo que tengo que decirle acerca de esto.De repente gir el coche. Creo que deberamos ir avisitarlo ahora mientras todava estoy enfadado.

    No pareca estar enfadado, algo jubiloso todava, peroenfadado no.

    Es ms de la una le seal.Bien, as es muy poco probable que interrumpamos

    alguna de sus reuniones.Condujo hasta un barrio residencial de las afueras, de

    esos en los que las casas son muy grandes, hay serviciopara el agua caliente y para el agua fra, tienen el cspedexquisitamente cortado y coches que arrancan a la perfec-cin en pleno invierno. Escogi una de piedra, atraves laverja de hierro de decoracin, aparc y me hizo un gestode que lo siguiera. A travs de algunas de las ventanas del

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  • ALMA SANGRIENTA 21

    piso de abajo se vean luces, pero era solo para alejar a losladrones y para evitar que Jeeves se tropezara con laporcelana de Chippendale al atender la puerta por lamaana temprano.

    El mayordomo ataviado con una bata abri la puerta,decidi que no ramos ms que material para puerta deservicio y estaba ya a punto de cerrrnosla en las narices,pero Escott pas por su lado y solicit ver al seorSwafford.

    El seor Swafford se ha ido a dormir nos informen un tono fro.

    Entonces le sugiero que lo levante o si no tendr queocuparme yo mismo de esa desagradable tarea.

    Ambos tenan acento britnico, pero el de Escott eraautntico y el mayordomo saba que estaba en desventaja.Levant la cabeza y nos mir con desdn a la vez que cogaaire sonoramente por la nariz, gran error ya que Escotttodava ola como una iglesia abarrotada en un domingode Semana Santa. Despus subi las escaleras. Tras unacorta espera, Swafford vino escoltado y nos mir boquia-bierto.

    Quin coo...?Usted contrat mis servicios para recuperar su sello

    le record Escott.Swafford entrecerr los ojos, intentaba ver a travs del

    disfraz.Escott?Y este es mi ayudante, el seor Fleming.Qu es todo esto, Escott? le pregunt en una voz

    baja que no le pegaba en absoluto.Tan solo hemos venido a devolverle su propiedad y a

    discutir algunos detalles del caso.

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    Entonces lo tiene? Dnde est?Por lo que veo tiene una biblioteca. Puede que este-

    mos ms cmodos all. Escott encabez la marcha comosi fuera su propia casa. Swafford lanz una mirada iracun-da primero a su espalda y despus a m, por extensin. Yoesper a que se cansara y despus lo segu hasta lasiguiente habitacin.

    El hombre era ancho, bajo y fornido, desde la cabezahasta sus pies enfundados en pantuflas; y ni siquiera labata de seda llena de filigranas le haca parecer presentablepara la alta sociedad. Yo apostaba porque hubiera logradoamasar su fortuna por las bravas y entonces la estuvierautilizando, en un intento de hacer que la gente se olvidarade su trabajo. Eso era lo que se desprenda de su biblioteca,estaba decorada como recin salida de una pelcula, paraimpresionar al pblico. Haba un Renoir sobre la chime-nea, pero su funcin era esconder la caja fuerte y no seruna muestra del buen gusto de su dueo.

    Dnde est mi sello? pregunt a la vez que seplantaba en el extremo de un escritorio de una hectreapor lo menos.

    Escott estaba muy ocupado admirando el Renoir.Este me gusta bastante. T que opinas, Jack?Los colores son muy bonitos dije yo sin compro-

    meterme y sin quitarle ojo a Swafford. Ya estaba losuficientemente despierto como para saber que haba algoque iba mal y para intentar ocuparse de ello.

    Escott sac el sobre lleno de billetes de cien y lo tirsobre el escritorio. Swafford lo cogi y los cont. Mientraslo haca, Escott descubri un candelabro chapado en orosobre una mesa con demasiado barniz y encendi las cincovelas que tena. Lo acerc al cuadro.

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    S, tanto con la luz difusa del da como con la de lasvelas, as es como deba verse. Dej el candelabro sobreel escritorio. Confo en que todo est ah, no es as?

    S, ahora, dnde...?Bueno, entonces puede decir que el caso est cerrado.Swafford levant la mirada lentamente e intent pen-

    sar.Qu le ha pasado al sello?Usted firm un contrato conmigo por mis servicios,

    debera haberlo ledo. Un buen contrato est diseadopara proteger a ambas partes en el caso de que una intenteestafar a la otra. Usted ha estafado mi confianza. Nuestraasociacin se ha acabado.

    De qu est hablando? Explquese.Escott indic el dinero con un gesto.Eso debera ser explicacin suficiente. Hizo que lo

    marcaran, y ya que nos ponemos se lo han marcado muytorpemente. El ladrn lo vio con la suficiente facilidad, sedio cuenta de que yo no era ningn experto en filatelia,y me dio esto. Le mostr la nueva ventilacin de suabrigo y su chaleco. Debi confiar en m; le habradevuelto su dinero y el sello tal y como le promet. Ahorasolo tiene el dinero. Ahora ha perdido el derecho al sello.

    Swafford se puso de un rojo oscuro que se convirti enrosa suave muy despacio al pensar las cosas condetenimiento.

    Est bien, qu es lo que quiere?Una llamada de telfono para que retiren los cargos

    contra Ruthie Mason.Qu ms?Primero la llamada de telfono.Pero son las...

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    Ya lo s. Despierte a su abogado, para eso le paga, hagaque empiece a mover las cosas.

    Si hago eso, me devolver el sello? Lo tiene usted?Escott dej caer el estuche sobre el escritorio. Rebot

    una vez contra un grueso cartapacio antes de que Swaffordlo cogiera y lo abriera.

    Vaco! Se qued paralizado. Escott levant unahoja de papel doblada en cuartos. La movi peligrosamentecerca de una de las velas.

    Por el amor de Dios, tenga cuidado. Eso vale cincomil...

    Pngase con la llamada le espet.Swafford se puso con la llamada. Como no poda discu-

    tir con Escott, la tom con su abogado, y en menos de cincominutos, le haban interrumpido el sueo a otro ciudada-no de Chicago. Sabiendo lo rpido que trabajaban algunospolis, era casi seguro que las manos del abogado estuvie-ran atadas hasta un rato despus del desayuno. Por aque-llo estaba claro que le iba a pasar una factura enorme aSwafford. Escott era un maestro en el arte de administrargolpes bajos. Mientras Swafford estaba al telfono, Escottsac varios papeles y un calco de carbn del escritorio yescribi unas cuantas lneas.

    Swafford colg.Ya est. Ya lo he hecho. Ruthie saldr por la maana.Dudo mucho que quiera seguir trabajando aqu. Si

    ese fuera el caso, necesitar referencias, y muy buenas.Har que mi esposa se ocupe de eso. Es tarea suya.

    La chica no tendr ningn problema para encontrartrabajo.

    Tambin sugerira una cantidad de dinero suficientepara compensar su precipitado arresto.

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    Vale, est bien. Tiene mi palabra... y ah tiene untestigo. Asinti hacia m con confianza.

    Excelente. Entonces ahora lo nico que queda es mitarifa...

    Pero ya le he pagado!Tan solo era una iguala. Bajo los trminos del contra-

    to tengo derecho a cubrir mis gastos. Sac el pulgar porel agujero de su chaleco y lo mene. Si no hubieratomado precauciones, casi seguro que habra tenido quepagarme el funeral, ya que su interferencia casi produjomi muerte.

    El rostro de Swafford se concentr con cautela.Cunto?Escott indic los veinticinco billetes de cien dlares que

    haba sobre el cartapacio.Creo que eso ser suficiente, pero esta vez, que no

    estn marcados.Pero eso es extorsin refunfu.Esta misma noche, antes, usted pareca lo suficiente-

    mente impaciente como para entregarlos a cambio delsello.

    Por lo menos entonces habra conseguido el sello.Puede que ahora tenga esa oportunidad, depende de

    lo rpido que pueda abrir su caja fuerte. Nuestro ladrnamenaz con quemar esto cuando vio que los billetesestaban marcados; se me ocurre que es una muy buenaidea. Cunto alboroto por un trozo de papel azul deltamao de la ua de mi pulgar. Me pregunto si el mundodejara de girar si lo entregara a las llamas.

    Antes de que pudiera acercarlo a las velas de nuevo,Swafford haba movido el Renoir a un lado y estabagirando la rueda de la combinacin con los dedos nervio-

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    sos. En la caja fuerte haba mucho ms de dos mil quinien-tos dlares, y deba de estar preocupado de que tambinquisiramos eso. Me lanz una mirada estrbica, y conrazn, yo segua vestido como un duro matn y el alcoholbarato que emanaba de mi camisa sucia no haca ms quecompletar mi indumentaria. Ech el peso hacia delante ytrat de parecer duro. Con rapidez sac un fajo de billetesy apresuradamente cerr la caja fuerte.

    Escott se qued muy cerca de las velas, las sombrashacan que su diminuta sonrisa pareciera malvada.

    Te importara contarlo, Jack?No me importaba en absoluto. Estaba en un montoncito

    muy ordenado: veinte de cien y diez de cincuenta.Est bien dije, y me lo met en el bolsillo.Bien. Ahora va a firmar esto, seor Swafford. No es

    ms que un recibo por mis servicios, con la promesa depagarle esa suma a Ruthie maana. Estoy seguro de quele ser tan til para los impuestos como a m.

    Swafford lo firm y dej caer el bolgrafo. Escott seguard el original. Estudi el papel doblado que tena enla mano y de repente lo puso en la llama de una vela.Swafford abri los ojos desorbitadamente y se atragant,levant una mano como si estuviera haciendo un jura-mento. El papel se quem hasta quedar en nada y Escottdej caer las cenizas sobre el escritorio. Pareca concentra-do en sus pensamientos.

    Es extrao, haba imaginado que cinco mil dlaresimpresionaran ms al quemarse.

    Su antiguo cliente estaba sin palabras y pareca listopara que le diera un infarto.

    Bueno, no hay duda de que su seguro lo cubrir...Oh, Seor! Quiere decir que no est asegurado? Qu

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    descuidado por su parte tener algo tan valioso y mane-jable rodando por ah sin seguro. Por otro lado, hayimpuestos que pagar por estas cosas. Pero seguro quecomo usted es muy buen ciudadano paga sus impuestos.No es as?

    Lo demandar susurr. Har que...La prxima vez, seor Swafford, le sugiero que siga

    las instrucciones al pie de la letra cuando se las den. No esms que buena prctica de negocios, especialmente cuan-do el no hacerlo le pueda salir tan sumamente caro. Esperoque haya aprendido la leccin. Recurdelo.

    Escott cruz la habitacin rpidamente y salimos alrecibidor, dejamos atrs a un Swafford congelado en elsitio junto al escritorio. El mayordomo nos estaba espe-rando y cerr la puerta con llave detrs de nosotroscuando salimos. Escott se detuvo, cont hasta cinco y sedio la vuelta para llamar al timbre.

    El mayordomo estaba demasiado dormido como paraenfadarse. Escott alarg la mano y le dio un papel dobladoidntico al que haba quemado.

    Olvid darle esto al seor Swafford. Por favor, dselocon mis saludos.

    El mayordomo lo mir sin hacer ningn comentario ycerr la puerta con llave con un ltimo y slido crujido.

    Escott todava se rea mientras nos alejbamos en elcoche.

    Uno de estos das alguno de tus clientes te va a darpasaporte por estos numeritos fanfarrones dije yo.Tampoco son formas de atraer mercado.

    Escott se encogi de hombros.No necesito los negocios de ese tipo. Swafford casi

    hizo que me mataran esta noche. Pens en darle algo igual

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    de desagradable a cambio. Para los de su clase, que suscaprichos les priven de su dinero es la peor de las torturasque se puedan imaginar.

    Vale, la cag de buena manera, pero yo tambin casihice que te mataran cuando fui demasiado optimistaacerca de su cerebro y la dej ir demasiado pronto.

    Un accidente, nada ms. En la oscuridad bien le podahaber dado a su compaero.

    Tambin poda haber corrido, pero no lo hizo. Laseora quera sangre, Charles. Intent matarnos a los dos.

    Pero t no tienes culpa de nada insisti. Ad-mito haber subestimado su profesionalidad, pero no teculpo de nada ni a ti ni a tus actos de esta noche. Inclusosi las cosas hubieran sucedido conforme a lo planeado,me atrevo a decir que ella hubiera intentado matarmede cualquier manera. Si no hubieras estado ah, estoyseguro de que ahora mismo estara tendido en esecallejn.

    Yo negu con la cabeza.Soy demasiado peligroso como para tenerme cerca;

    soy solo un aficionado en esto de los sabuesos.Sabuesos? De verdad, Jack. Pareca dolido.Vale, detective privado entonces. Se supone que soy

    periodista.Yo no lo uso en tu contra.Se la dej pasar.Inclin el retrovisor, estir su labio superior, y se

    despeg el pequeo bigote a la vez que se frotaba la zonacon visible alivio.

    Eso est mejor, estas cosas me vuelven loco. Teimportara abrir tu ventana? Puede que t no respires,pero yo todava tengo esa costumbre.

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    La baj con la manivela.Entre tu perfume barato y mi bebida barata, te va a

    llevar ms de una semana airear este carro.Puede. Espero que se vaya el olor. Arrug la nariz.El traje?No, mi piel. Estoy pensando que el traje estara mejor

    en una hoguera.No es eso un poquito extravagante?Tienes razn. Ver si puedo hacer que lo fumiguen y

    lo arreglen, es un personaje muy entretenido; est basadoen alguien que vi una vez, los mejores disfraces siemprelo estn. Con un ojo en la carretera y el otro en el espejo,se quit la peluca con cuidado, primero levant la parte dela nuca y luego tir hacia delante.

    Aun as se dio cuenta.Al principio no. Saba cmo me llamo por la casa de

    los Swafford, pero nunca me haba visto de cerca y notena razn alguna para relacionarme. Si l no hubieramarcado los billetes...

    Entonces, quin era ella? Hiciste que Swafford seenfadara tanto que se le olvid preguntarlo.

    Por Dios, tienes razn. Era la nueva criada personalde su mujer, la que tena unas referencias intachables.

    Me acord de una foto del servicio de la casa que mehaba enseado aquella misma noche cuando me pidique la ayudara. La idea era que mantuviera los ojos bienabiertos por si alguno apareca por el bar en el que habanquedado para el intercambio.

    Esa pequea? No es mucho ms que una cra.S, una cra de veintisiete, con unos modales recata-

    dos y una complexin juvenil. Los Swafford tenan raznal sospechar de uno de los sirvientes, pero me temo que las

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    acusaciones contra Ruthie al principio eran meramenteraciales. La otra chica trabaj y esper hasta que contra-taron a alguien nuevo; lleg Ruthie, robaron el sello, y ellacarg con las culpas. El autntico nombre de la ladrona esSelma Jenks, y ya ha hecho este tipo de cosas con anterio-ridad.

    Tienes un fichero de la Polica en el cerebro?Casi. De todas formas, Ruthie llam a la hermana de

    Shoe Coldfield para que la ayudara, y Shoe me llam a m.Puede que Swafford me contratara para recuperar el sello,pero yo considero que Ruthie es mi autntico cliente.

    Me preguntaba cmo habras conseguido el trabajo.Swafford no es tu tipo.

    Demasiado turbio?Demasiado rico.

    Eran casi las dos cuando Escott gir el coche y se adentren el callejn que haba detrs de su casa y se meti en elcobertizo con pretensiones, que haca las veces de garaje.El interior era demasiado estrecho como para poder abrirmucho las puertas del coche, y en lugar de apretujarme yesforzarme por salir, desaparec y me escurr. CuandoEscott sali por fin yo estaba sentado sobre el parachoquesposterior.

    Dio un respingo y se recompuso con un suspiro.Maldita sea, eso es...Ya lo s, desconcertante. Lo siento.Est bien. Vamos dentro, necesito algo lquido y

    calmante.Cmo un bao?S, eso tambin.

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    Maldijo con calma mientras forcejeaba con la cerraduraoxidada de la puerta de atrs. Por fin cedi y entramos en sucocina grande de techos altos. Su casa era un lugar grandey espacioso, una reliquia de tres pisos de antes del incendio,que en sus mejores tiempos, o peores, haba sido un burdel.Segn se lo permitan el tiempo, el dinero y la salud, estabalimpindola, pintndola y restaurndola poco a poco paraconvertirla en un lugar habitable. Sin embargo, la cocina noestaba entre los primeros puestos de su lista de prioridadesy todava le quedaban rastros de telaraas por el poco usoen las esquinas. A excepcin de haber sustituido el antiguorefrigerador por una nueva nevera funcional que estabaaprisionada y zumbaba entre los armarios sueltos, prcti-camente haba hecho caso omiso de la habitacin porcompleto.

    En silencio y por acuerdo tcito nos quitamos losabrigos y los dejamos caer sobre una mesa de robleabollada que vena con la casa. Una vapor invisible debebida y lirios muertos llen la habitacin y me cogi delcuello.

    Escott reprimi una tos.Una cosa horrorosa, esa. Si vuelvo a interpretar ese

    papel, debera sustituirlo por algo un poco menos letal.Por qu tienes que ponerte algo?La atencin a los detalles es clave para un disfraz de

    calidad.Creo que te pusiste demasiados detalles esta vez.

    Debes de haber confundido perfume con colonia.Escott levant las cejas.Hay alguna diferencia?Mucha, creo.Cul es, entonces?

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    Ah me haba pillado.Mmm... igual deberas preguntrselo a Bobbi. Ella

    sabe ms de estas cosas. Yo lo nico que s es que hayalguna diferencia; uno es ms fuerte y se necesita menoscantidad, o algo as.

    Basta dijo con neutralidad. S que no deboofrecerte un refrigerio lquido. Te importa si yo lo hago?

    Adelante. Solo tienes que sujetar un vaso debajo demi camisa y te exprimir un poco.

    Rehus mi invitacin educada, pero rotundamente,negando con la cabeza, sonri y se fue al comedor. Todavano tena mesa, solo una pila de cajas de cartn que an nohaba abierto y una vitrina con el frente de cristal en unapared, que albergaba una modesta coleccin de botellas.

    Creo que voy a ir a cambiarme. Se est haciendo tardedije yo.

    Puedes usar la baera si quieres. Ya casi se puedeconfiar en el calentador de agua.

    Gracias. Lo dej cuando se estaba sirviendo un gin-tonic y trot escaleras arriba. Me lavara la cara y lasmanos, pero la sensacin de sumergirme en una baera deagua posiblemente fra era una experiencia que no nece-sitaba tener para poder vivir..

    Mi ropa estaba en un estrecho dormitorio que haba allado del cuarto de bao. Haca mucho que no haba unacama all; haba dejado unos agujeros en el suelo donde lahaban atornillado y haba marcas de roce del cabecero enel papel de la pared, que en su da haba sido floreado. Nohaba armario; mis cosas estaban apoyadas sobre una silladbil de madera y ms cajas sin abrir.

    Ahora que me encontraba solo, me haba cambiado yllevaba mis ropas, sent la accin retardada de los disparos

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    de la noche. Yo poda evitar la muerte de esa manera, perol no poda hacerlo. A l no pareca preocuparle, pero yome haba asustado profundamente, y era mucho menosvulnerable que l. Si Escott no hubiera llevado aquelchaleco... Puede que l pudiera tratar todo aquel asuntocon ligereza, pero yo no poda. l no haba visto la pistolagirar ante su cara y cmo lo cegaba el estallido de la bocadel arma. Me toqu el lugar por el que me haba pasado labala; cualquier rastro de dolor haba desaparecido, la carney el hueso estaban lisos y sin marcas.

    Cuando baj la mano, la tena temblorosa: mitad porsaber a lo que haba sobrevivido, y mitad por miedo a veren lo que me haba convertido. Todava haba un pequeoespejo que colgaba de una pared, lo nico que reflejaba erala habitacin vaca, nada ms. Un escalofro recorri todolo largo de mi columna vertebral, me alej del espejo ytermin de vestirme.

    Otra vez tena un aspecto respetable. Me reun conEscott en su saln de la planta baja, estaba tumbado en elsof. Pareca cansado.

    Esto debera de animarte. Puse el dinero sobre unamesilla baja, junto a su vaso.

    El qu? Gir la cabeza lo justo como para poderverlo. Oh! Se me haba olvidado.

    Me dej caer en un silln de piel.Cmo te puedes olvidar de dos mil quinientos

    dlares?Mil doscientos cincuenta. La mitad es tuya.Venga, Charles, no he hecho ms que estar en el

    medio.Una leve sonrisa asom a una de las comisuras de sus

    labios.

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  • P. N. ELROD34

    Ya que insistes. Pero fuera cual fuera el resultado delo de esta noche, todava tienes derecho a llevarte algo portus servicios a la Agencia Escott. Te lo dara todo, pero creoque no lo aceptaras.

    No ests tan seguro.Luego te har un recibo.Para los impuestos?Por supuesto. Siempre me ha impresionado much-

    simo la manera en la que el Gobierno logr coger aCapone.

    Y eso qu tiene que ver conmigo?Con los dos, mi querido colega. Las ganancias son

    declaradas y las ganancias sin empleo son cosas que anteso despus se hacen notar. Una persona en tu situacinparticular necesita no llamar la atencin en absoluto.

    Vale, ya veo lo que quieres decir. Qu hay del fajoque le cogimos a la banda de Paco en agosto?

    Entonces te dije que haba que considerarlo un botnde guerra, pero yo tengo pensado declarar mi mitad. Mepregunto si habr algn tipo de penalizacin por inflar losarchivos de uno a favor del Gobierno.

    Crees que con toda la burocracia lo iban a notar? Yse ha agrandado y complicado bastante desde queRoosevelt se meti.

    Ya veo, s, vaya una pregunta ridcula. De todasmaneras, supongo que la mejor opcin es guardarlo en elcolchn e ir declarndolo poquito a poco a lo largo de losaos. Bueno, por la delincuencia! Se bebi todo elcontenido de su vaso e hizo una mueca.

    Ests bien?Probablemente. Estar un poco rgido un par de das.

    Ya es mala suerte que te den en el mismo sitio.

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  • ALMA SANGRIENTA 35

    Echmosle un vistazo.Escott ya se haba quitado el chaleco del traje. Ahora se

    quit la camisa y yo le ayud a quitarse el chalecoantibalas que llevaba debajo. En el costado izquierdo, justodebajo de la lnea de sus costillas, tena una fina cicatrizroja de unos diez centmetros donde la navaja de un matnse le haba clavado no haca tanto tiempo. Palp la zonasuavemente con sus largos dedos y se estremeci un pococon gesto de dolor.

    Ah esta, me dio un poco ms abajo de lo que pens.No ser ms que un buen moratn y un susto. Bastantesuerte, si se tiene en cuenta lo cerca que estaba lapistola.

    Charles, casi todo lo que has tenido esta noche ha sidosuerte. Si hubiera tenido mejor o peor puntera, esa damate poda haber volado la cabeza.

    Eso ya lo has dicho antes.Y lo voy a decir ms veces. Esta noche me diste el

    susto de mi vida, joder.De verdad que aprecio tu preocupacin, pero despus

    de todo, tampoco es que haya pasado nada, en realidad; yen el futuro, tengo la intencin de mostrar bastante mscuidado.

    Lo dices en serio?Del todo. Esto ha sido un incidente aislado. Antes de

    conocerte el encuentro ms violento que haba tenidojams, fue cuando algn director con mal genio habaintentado matarme al hacer una escena de lucha.

    Yo estaba al borde de la exasperacin, pero tena dema-siada curiosidad como para dejar pasar la oportunidad.Casi nunca hablaba de su pasado.

    Qu ocurri?

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  • P. N. ELROD36

    Era una cuestin de la diferencia que haba entre suopinin y mis hechos. Aquel hombre haba inventadounos ridculos movimientos de esgrima y yo le intentsealar algunos ms seguros y ms naturales para aquellacircunstancia. Como yo era un miembro de muy pocacategora en la compaa, por aquel entonces, se sali conla suya. El da del ensayo general con vestuario, meresbal con los zapatos de felpa del traje, me ca al foso dela orquesta y le romp la clavcula al pobre violinista; y casime rompo yo el cuello cuando aterric sobre l. Nuncalogr convencer a aquel director de que no lo haba hechoa propsito por despecho.

    Cerr la boca con fuerza para suprimir una carcajada.Vale, ests cambiando de tema...Que no. Lo que te digo, es que esta noche solo ha sido

    un cmulo de circunstancias, nada ms. Seamos justos,cmo bamos a saber el director o yo que acababan deencerar el escenario? Cmo ibas a saber t que la jovendama tena inclinaciones tan sangrientas y atlticas?Creme, si se me cruzan trabajos as en el futuro, noquerra que otro me cubriera las espaldas. S que ahoratienes tus dudas, pero eres muy observador y ves las cosascon rapidez, y con algo de entrenamiento...

    Le lanc una mirada de sospecha.Qu tienes planeado? Un poco ms de pintura para

    la puerta de la oficina y que ponga Escott y Fleming,Agentes Privados?

    Eso sera interesante, pero no es posible. Lleva bas-tantes aos de entrenamiento tener las cualificacionespara sacarse la licencia, y tienes que ir al examen, a plenaluz del da. No, en trminos prcticos, eso est bastantefuera de lugar para ti.

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  • ALMA SANGRIENTA 37

    Entonces, cul es la pregunta?Solo te propongo algn trabajito de vez en cuando,

    como esta noche. Ya s que t consideras que esto eshacerme un favor, pero no hay razn para que no puedassacar algo para ti con ello. Mir el dinero y luegolevant la vista hacia m.

    Intentas sobornarme? Porque funciona...La leve sonrisa volvi a aparecer en la misma comisura

    de sus labios.Esperaba que lo consideraras en serio. Claro que uno

    no sabe nunca lo que le va a deparar el futuro; no todos misclientes tienen tanto dinero como el seor Swafford, o noes tan fcil coaccionarlos, pero debera haber suficientecomo para pagarte la gasolina del coche y de ah paraarriba.

    Met la mitad del dinero en mi cartera.Esto puede comprar un montn de para arriba.Escott sonri otra vez ante aquella obvia aceptacin de

    su oferta, por un segundo, con ambas comisuras.

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