algunos margenes de la condicion humana surnmary de filosofía... · 2018. 12. 5. · claude...

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I~ Oscar Mas Herrera ALGUNOS MARGENES DE LA CONDICION HUMANA Surnmary: The human condition is characteri- zed by the narrownens of its limits. SpaciaL and time limits; heaLth and inielectual limits, and above aIL, the obysmaL limits of the human origin and destiny . But life also presents certain margins of action: the quest for a stabLe sociaL order, pace and happiness are as ingraned in the human con- dition as pain and death; and this deserves to be the object of phiLosophicaL reflexiono Resumen: La condición humana se caracteriza por Laestrechez de sus límites. Límites espaciaLes y temporaLes; límites de saLud y de taLentos; y, sobre todo, Los limites abismales del origen y des- tino humanos. Pero también la vida presenta cier- tos márgenes de acción: Labúsqueda de un orden sociaL estable, de Lapaz y de la felicidad son tan propios de la condición humana como el dolor y La muerte, y merecen ser eL objeto de la reflexión filosófica. La condición humana se caracteriza por la estre- chez de sus límites. Límites en el espacio y en el tiempo; límites sociales y económicos; límites de salud y de talentos; y, por encima de todo, los límites abismales que representan la incógnita su- prema del origen y del destino humanos. Sin embar- go, también la vida presenta unos márgenes de acción y de creación que merecen ser objeto de la reflexión filosófica. En efecto, la búsqueda de un orden social estable, de la paz y, en definitiva, de la felicidad, son tan propias de la condición del hombre como lo son el dolor y la muerte. Como la relevancia de esos márgenes solo des- taca a la contraluz de los límites, intentaremos ocu- pamos de las posibilidades de la humana acción sin perder de vista las ineludibles fronteras existen- ciales, señalando de continuo ese juego de tensiones contrapuestas entre las que debe forjarse la aventura humana. Es posible que la vida del hombre carezca de sentido último; que todo esté regido por el azar, el ciego destino, el caos, el absurdo y la ilusión, y que a la postre todo resulte sin valor y nulo. Que se pueda hablar con el biólogo lean Rostand de la tragique et dérisoire aventure du protopLasme. Pero esta tesis, que es irrefutable, es indemostrable. El nihilismo, no puede negarse, tiene su atrac- tivo y su margen de credibilidad. ¿Habrá alguien que no haya experimentado el aspecto oscuro de la vida: su opacidad relativa, el sinsentido de múl- tiples acontecimientos, las limitaciones de nuestra personalidad, la presencia del dolor -ese compa- ñero de ruta inevitable- y, finalmente, la ineludi- bilidad de la muerte? ¿No nos sentimos con frecuen- cia extranjeros al mundo y a nososotros mismos? ¿No percibimos a veces un eco poderoso en Nietzs- che, Camus y Sartre, de nuestras tragedias íntimas? La tarea del superhombre nietzscheano de "desva- lorizar los valores superiores", a menudo asfixian- tes, ¿no estará puesta en razón? Hay algo en los versos que Goethe pone en boca de Mefistófeles que en nuestros momentos de confusión, de incer- tidubre y de angustia nos atrae con la fascinación de la nada: "Soy el espíritu que siempre niega. y ello con razón, pues todo lo que nace no vale más que para perecer; por eso sería mejor que nada surgiera" Las tendencias tanásicas y destructivas, tan puestas en evidencia por la psicología profunda Rev.Filosofía.Univ.Costa Rica, XXVIII (67/68), 107-111,1990

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Page 1: ALGUNOS MARGENES DE LA CONDICION HUMANA Surnmary de Filosofía... · 2018. 12. 5. · Claude Tresmontant, Lettre, "Esprit", sept-oct. 1962. p. 42). Pero no todo el mal puede ser imputado

I~

Oscar Mas Herrera

ALGUNOS MARGENES DE LA CONDICION HUMANA

Surnmary: The human condition is characteri-zed by the narrownens of its limits. SpaciaL andtime limits; heaLth and inielectual limits, and aboveaIL, the obysmaL limits of the human origin anddestiny . But life also presents certain margins ofaction: the quest for a stabLe sociaL order, paceand happiness are as ingraned in the human con-dition as pain and death; and this deserves to bethe object of phiLosophicaL reflexiono

Resumen: La condición humana se caracterizapor La estrechez de sus límites. Límites espaciaLesy temporaLes; límites de saLud y de taLentos; y,sobre todo, Los limites abismales del origen y des-tino humanos. Pero también la vida presenta cier-tos márgenes de acción: Labúsqueda de un ordensociaL estable, de Lapaz y de la felicidad son tanpropios de la condición humana como el dolor yLamuerte, y merecen ser eL objeto de la reflexiónfilosófica.

La condición humana se caracteriza por la estre-chez de sus límites. Límites en el espacio y en eltiempo; límites sociales y económicos; límites desalud y de talentos; y, por encima de todo, loslímites abismales que representan la incógnita su-prema del origen y del destino humanos. Sin embar-go, también la vida presenta unos márgenes deacción y de creación que merecen ser objeto de lareflexión filosófica. En efecto, la búsqueda de unorden social estable, de la paz y, en definitiva, dela felicidad, son tan propias de la condición delhombre como lo son el dolor y la muerte.

Como la relevancia de esos márgenes solo des-taca a la contraluz de los límites, intentaremos ocu-pamos de las posibilidades de la humana acción

sin perder de vista las ineludibles fronteras existen-ciales, señalando de continuo ese juego de tensionescontrapuestas entre las que debe forjarse la aventurahumana.

Es posible que la vida del hombre carezca desentido último; que todo esté regido por el azar, elciego destino, el caos, el absurdo y la ilusión, yque a la postre todo resulte sin valor y nulo. Quese pueda hablar con el biólogo lean Rostand de latragique et dérisoire aventure du protopLasme. Peroesta tesis, que es irrefutable, es indemostrable.

El nihilismo, no puede negarse, tiene su atrac-tivo y su margen de credibilidad. ¿Habrá alguienque no haya experimentado el aspecto oscuro dela vida: su opacidad relativa, el sin sentido de múl-tiples acontecimientos, las limitaciones de nuestrapersonalidad, la presencia del dolor -ese compa-ñero de ruta inevitable- y, finalmente, la ineludi-bilidad de la muerte? ¿No nos sentimos con frecuen-cia extranjeros al mundo y a nososotros mismos?¿No percibimos a veces un eco poderoso en Nietzs-che, Camus y Sartre, de nuestras tragedias íntimas?La tarea del superhombre nietzscheano de "desva-lorizar los valores superiores", a menudo asfixian-tes, ¿no estará puesta en razón? Hay algo en losversos que Goethe pone en boca de Mefistófelesque en nuestros momentos de confusión, de incer-tidubre y de angustia nos atrae con la fascinaciónde la nada:

"Soy el espíritu que siempre niega.y ello con razón, pues todo lo que naceno vale más que para perecer;por eso sería mejor que nada surgiera"

Las tendencias tanásicas y destructivas, tanpuestas en evidencia por la psicología profunda

Rev.Filosofía.Univ.Costa Rica, XXVIII (67/68), 107-111,1990

Page 2: ALGUNOS MARGENES DE LA CONDICION HUMANA Surnmary de Filosofía... · 2018. 12. 5. · Claude Tresmontant, Lettre, "Esprit", sept-oct. 1962. p. 42). Pero no todo el mal puede ser imputado

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desde Freud en adelante, ya fueron explicadas anivel metafísico por Sto. Tomás de Aquino en elsiglo XIII: "La tendencia al no ser la lleva consigola creatura misma en cuanto que proviene de lanada" (S. Th. 1, 104, 3 ad lum). Y es que si bien"los hombres somos idénticos a nosotros mismos,solo lo somos hasta cierto punto. Una cierta distan-cia nos retiene un poco más acá de nuestra propiadefinición; ninguno de nosotros realiza a plenitudsu propia individualidad; y de esa condición sesigue que en lugar de una manera simple de ser,presentamos el cuadro de un esfuerzo permanentepara mantenemos' en el ser, para conservamos ypodemos realizar" (Etienne Gilson, Le Thomisme(VI ed.) París, Vrin, 1965, p. 438).

Al filósofo, que no puede menos que cuestio-narse sobre el sentido del mundo y del hombre, lecabe en suerte ser testigo lúcido de esa condiciónhumana itinerante, contradictoria, inacabada. Poreso puede ceder fácilmente a la tentación de cons-truir un pensamiento centrado en el absurdo y dedesesperar del hombre y de la vida, acogiendo 'qui-zás, como verdad indubitable la vieja inscripciónlatina de los relojes referente al paso de las horas:Vulnerant omnes, ultima necat. ¿Por qué no conce-bir al hombre como otro Sísifo condenado a empu-jar con indecibles esfuerzos el peso de su vida hastauna cumbre de la que rodará una y otra vez, sinotra alternativa que volver a empujarlo cuesta arribapara que de nuevo caiga?

El intelectual, que podría ser un sembrador deesperanza y de sentido, un conquistador de conti-nentes donde laborar, transformar y embellecer, seendurece con frecuencia y se toma cínico y nega-tivo. Pero, por otra parte, ¿cómo abrigar esperanzacuando se parte sistemáticamente de la ausencia deun interlocutor supremo que revele que el mundoy la vida sí tienen sentido y sí vale la pena enfren-tarlos y vivirlos a plenitud, a pesar de los pesares?

Por supuesto que numerosas formas de mal tie-nen su origen en el ejercicio perverso de la libertadhumana: los seis millones de judíos muertos en loscampos de concentración durante la Segunda Gue-rra Mundial; las torturas usadas en los regímenestotalitarios; la inicua explotación del indigente enlos países pobres, no tienen otro origen que la hybrishumana, el desprecio del hombre por el hombre,el apetito de destrucción, la mentira, la voluntadde poder, el orgullo de la came y del espíritu (Cf,Claude Tresmontant, Lettre, "Esprit", sept-oct.1962. p. 42).

Pero no todo el mal puede ser imputado al hom-bre: hay catástrofes naturales que sumen en el dolor

a inocentes, a niños, a seres débiles; eso es horren-do, misterioso e inexplicable. Empero algo puededecirse: "sólo habría dos medios para que no hu-biese el mal: o que las cosas no existieran -perosu existencia es un gran bien -, o que fuesen po-sitivamente infinitas, lo cual es imposible.cuanto son entidades limitadas y finitas, campoen sí mismas, no diré el mal, -la finitud enmisma no es un mal- pero sí una posibilidadmal que podría dar razón del mal que eventualmelas afecta". (Yves M. Cangar, El problemamal, Guadarrama, Madrid, 1959, p. 697).

Sin embargo, lo anterior, por razonable que spermanece a un nivel de explicación abstracta, mválida en sí misma, pero tal vez poco consoladora.por tocar sólo de lejos la realidad existencial. P<weso me parece oportuno citar aquí la voz defilósofo contemporáneo, Gabriel Marcel, quien en-tre octubre y diciembre de 1961 pronunció en Har-vard una serie de seis lecciones que constituyencomo la síntesis de su pensamiento filosófico. Enla lección sexta dijo: "No es que pretenda en ningúnmomento, que el sufrimiento es bueno en sí mismo'en principio el sufrimiento es malo. Pero cabe de-cirse también que el alma humana en ciertas condi-ciones privilegiadas, allí donde ha sabido realizaralrededor de ella un cierto clima espiritual, puedepor un acto libre transmutar ese mal, no propiamentehablando en un bien, pero sí en un principio suscep-tible de irradiar amor y esperanza" (Gabriel Marcel,La dignité humaine, Aubier-Montaigne, París,1964, p. 142). El mismo autor pone en boca de unpersonaje de su obra teatral "El camino de Creta"las siguientes palabras: "El sufrimiento no nos dis-minuye: nos revela nuestra verdad ... Hay umbralesque el pensamiento abandonado a sus propios recur-sos no puede atravesar: es menester una experien-cia, la de la pobreza, la de la enfermedad ... Escomo si percibiésemos una cara de la cosas quehasta entonces ni siquiera hubiésemos sospechado.Quizás otra dimensión del mundo". Pero tal vezfue León Bloy quien con frase insuperable señalóel valor del dolor humano: "El hombre tiene lugaresen su pobre corazón que no existen hasta que eldolor entra en ellos para que existan". (Carta de25 de abril de 1873 aG. Laudry).

, Sin embargo, aunque todo lo anterior sea cierto;aunque el dolor y el sinsentido ocupen un lugar encada vida humana y el desaliento haga presa detodos en los peores momentos; aunque la muertesea parte de la universal herencia de la especie,considero inaceptable que eso agote lo que quepadecirse de la vida humana. También hay verdad,

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oscxs MAS HERRERA

hay amor y hay belleza; también hay alegría yesperanza.

Pero nada estaría más lejos de mis intencionesque anular las consideraciones iniciales de este en-sayo con una visión idílica del mundo, tratando dehacer ver que a cada dolor corresponde un gozo ya cada espina una flor. En el mismo orden de cosas,encontraría de muy poco interés e incluso de ungusto discutible, entregarme a un intento de cuan-tificación de males y de bienes con el objeto deprobar que los segundos sobrepasan en cantidad alos primeros. Un optimismo crudo que consistieraen decir que las cosas no son tan malas como pa-recen y que a la postre siempre se ha visto que lasfuerzas del bien se imponen sobre sus contrarias,no solamente acusaría una superficialidad epidér-mica, desprovista de todo valor crítico, sino queimpediría todo proyecto vital con valor y sentido.

Los términos sentido y sinsentido han afloradocqn alguna frecuencia en el curso de estas reflexio-nes y considero oportuno detenerme a tratar dedilucidarlos. Es difícil sustraerse a la pregunta porel sentido de las cosas; tal sustracción sólo podríahacerse al precio de una auténtica amputación enla razón filosofante. Por el contrario, estimo conHans Küng que "no puede calificarse de ilegítimala pregunta por el sentido último y primero de losgrandes objetivos, valores, ideales, decisiones yactitudes humanos, así como el por qué y para quéúltimo (y primero) del origen y meta del hombrey del mundo" (Hans Küng. ¿Dios existe?, Eds.Cristiandad, Madrid, 1979, p. 457). ¿No es, en elfondo, a lo que veladamente apunta Ludwig Witt-genstein, cuando asienta en el Tractactus que "Lomístico no está en cómo es el mundo, sino en elhecho de que el mundo sea? (6.44).

Pero regresando al concepto mismo de sentido,aclaro que las dos acepciones que pueden interesar-nos aquí de esa palabra son las de significado y dedirección, tal como se iluminan, por ejemplo, enestas dos preguntas: ¿qué sentido, es decir signifi-cado, tiene esta tableta escrita en caracteres cunei-formes? y, ¿cuál es el sentido, es decir, dirección,de la marcha de este tren? Ambas acepciones tienenalgo en común: se refieren a una realidad más obviae inmediata que no puede ser totalmente compren-dida sin el conocimiento de otra realidad, másescondida, sin duda, a la que la primera remite.Esta segunda realidad, necesaria para comprenderla primera, es, en la acepción de significado, laidea indicada por el signo; y en la de dirección,la meta a la que el móvil se encamina. (Cf. MiguelBenzo Mestre, Sobre el sentido de la vida, B.A.C.,

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Madrid, 1972, P 3-4). De modo que pareciera queinquietarse por el sentido de la vida, es apuntar,secretamente, a una realidad más allá de la vida ydel mundo.

Sea lo que fuere, mi intención en estas líneases la de recalcar la presencia de ciertas voces queen el corazón del hombre lo invitan a crear, a hacery a hacerse, y que representan un llamado a com-pletar márgenes existenciales aún vacíos, llamadocuya respuesta constituye una forma suprema deexorcizar la tentación de la nada.

En este intento de creación, de búsqueda desentido, nos toparemos sin duda con las barrerasde lo inacabado de nuestra naturaleza, de lo cortode nuestros alcances, de lo relativo a nuestros pro-yectos. Así las cosas, ¿valdrá intentar, por ejem-plo, la instauración de un orden social más establey justo? ¿Valdrá la pena pretender la paz, esaarmonía del hombre consigo mismo y con su mediomaterial y social, y la armonía y solidaridad entrelos grupos y las naciones? Quizás aún menos cabríahablarse de la búsqueda de la felicidad, conceptode implicaciones inabarcables, que apunta a algoque ocurre en lo más hondo y secreto de la perso-nalidad de cada hombre y que comprende nadamenos que la satisfacción cumplida de todas laspotencias humanas, es decir, la plenitud de todoel ser del hombre por la realización de sus capaci-dades físicas, volitivas, intelectuales, sin ansias in-satisfechas, sin frustraciones, sin angustias, sin do-lor y sin muerte. ¿No valdría mejor abandonar laempresa ante su inviabilidad? ¿No estamos mani-fiestamente frente a una utopía?

Capitular aquí sería ignorar que toda acción hu-mana es la búsqueda de una parcela de felicidad;que todos nuestros ires y venires, todas nuestrasluchas y proyectos, nuestros trabajos y amores,tienen por secreto resorte la obtención, si no de lafelicidad cumplida, por 10 menos de algunos mo-mentos de plenitud y de gozo que nos permitan unpregusto de la felicidad. Y otro tanto cabría decirse,proporcionalmente, de toda acción encaminada abuscar una sociedad sobre bases más justas, o pro-curar la paz; son empresas en sí gigantescas, perode las que no podríamos sustraemos en lo que noscorresponde - y en lo que queramos que nos corres-ponda - so pena de condenamos al fracaso de laesterilidad.

La acción creativa tendiente a llenar nuestrosmárgenes sí vale la pena, en la medida en queasumiendo lo humano en su cruda realidad, crea-mos, empero, que no somos ajenos al curso de losacontecimientos, a los que podemos imprimir un

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de la fraternidad. De una paz que comienza nece-sariamente con la aceptación dinámica de sí mismo.Que requiere un nivel profundo de conformidadconsigo mismo, de aceptación de la propia persona.La paz personal, por su parte, funda la paz social.que es el diálogo. Dialogar es aceptar al tú comocentro de libertad, sin pretender ni expoliarlo, sa-queándole sus riquezas, ni irrespetarlo, ignorandosus posibilidades de aporte. Por esto, el diálogoestá tejido de respeto y simpatía, y de la convicciónde que el tú posee más potencialidades que lasaparentes; que sus posibilidades de crecer y crearencierran aún mucho aspecto inédito.

Finalmente está la paz política que es el biencomún internacional, que deriva del Derecho deGentes. Este Derecho, dice Santiago Ramírez, debecomprender todos los derechos naturales de la per-sona trasladados proporcionalmente a las relacionesentre naciones. Así, es de Derecho de Gentes elderecho a la autonomía e independencia, que escomo la vida de una nación como tal; el derechoa la integridad territorial y a resolver sus asuntosinternos según su leal saber y entender en armoníacon el conjunto de las naciones (Sanriago Ramíreza. P., El Derecho de Gentes, Edt. Studium, Ma-drid, 1955, p. 194 s).

y de la felicidad, ¿qué decir, si apenas puedehablarse de tema tan secreto y personal? Todos laansiamos por naturaleza, más aún que el saber. Amenudo la evitamos, desdeñando los pequeños go-ces cotidianos que encierran atisbos de ella; a me-nudo olvidamos que un lote importante de felicidadconsiste en estar de acuerdo con lo que se es y conlo que la vida ofrece. Que es locura no estar satis-fecho con lo que se tiene y renegar por lo que nose tiene. Que la felicidad es un fino tisú tramadode humildad, de esperanza y de conformidad con-sigo mismo, articulado con una ruta de encuentrocon el Tú supremo, cualquiera que sea la formacomo lo concibamos.

Al final de estas reflexiones pareciera que senos brindan dos opciones antagónicas: la de unpesimismo a secas o la de un optimismo dramático.a nada tiene sentido y el mundo y Ja vida son unagrotesca mascarada, o bien, a pesar del mal, de lainjusticia y de la muerte, el mundo y la vida tienenun significado y una dirección, en los que nuestrainiciativa juega un papel preponderante. El opti-mismo dramático asume el hombre y la vida consus contradicciones, sus zigzags y sus regresiones.Pero al mismo tiempo cree que la injusticia no esinevitable y que la paz a todos sus niveles es unatarea a construir y reconstruir constantemente. Cree

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cierto rumbo, una velocidad, un sentido en suma;que podemos, parcialmente al menos, orientar mu-chas cosas por nuevos y mejores derroteros; quenos es dado participar en el diseño de un hombrey una sociedad mejores. La historia, después deMahatrna Gandi, de Martin Luther King y de Teresade Calcuta ya no será la misma: el mundo es ahoramás solidario, más fraterno, más digno. La satisfac-ción máxima debe estribar en poner en manos dela joven generación un estado de cosas superior alque recibimos. Semejante proyecto histórico tienesus riesgos y puede degenerar en una aberración yen un sinsentido, especialmente si la hybris de unmesianismo ajeno a la misericordia y la compasiónse mezcla en el proyecto como ingrediente-esencial.Sin embargo, la alternativa opuesta, que sería noencontrar las cosas perfectibles, o, aún encontrán-dolas, hurtarles el cuerpo reparando en el riesgo oen el esfuerzo que representan, no parece digna,ni valiente. El solo replegarse sobre sí y declararseindisponible, es una capitulación en forma.

Una utopía sin más hace caso omiso de los lími-tes de la naturaleza humana y se lanza tras ... laCiudad del Sol. Un proyecto realista de cambioasume al hombre tal cual es, pero quiere que hom-bre y sociedad sean mejores y se da los mediosapropiados para el cambio, medios que necesaria-.mente solo tendrán sentido en un ambiente de diá-logo y de libertad. Procurar más justicia para quehaya más paz no es un espejismo si se propone alhombre como sujeto y término de la empresa, a unhombre libre y consciente y no el producto condi-cionado de una maquinaria estatal.

Un orden social más estable solo puede lograrsepromoviendo más justicia; la justicia, a su vez,fundará el bien común, que suscita el equilibrioentre el bien de la persona y el bien de la comunidadhumana (Cf, Oscar Mas Herrera, "Apuntes parauna filosofía de la paz", Rev. Fil. U. de C. R.,XVIII (48), 1980, p. 171). Este equilibrio no seránunca lo dado sino siempre lo por conseguir; lofácil sería propender a los extremos o de un indivi-dualismo egoísta o un colectivismo avasallador. Entodo caso nunca se recordará suficientemente queuna sociedad es un todo compuesto de todos y queel hombre, sujeto primario de derechos y fin últimoen sí mismo considerado, no deriva su dignidaddel reconocimiento del Estado ni del imperio de laLey, sino de los principios mismos de su constitu-ción natural.

Sólo un orden social, propuesto en estos térmi-nos, puede ser marco cumplido para la realizaciónde la paz considerada como fruto de la justicia y

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OSCAR MAS HERRERA

que el mutuo respeto y la solidaridad son los mejo-res instrumentos para alcanzar una sociedad supe-rior y que hay que permitir y alentar a cada hombrepara que disfrute su lote de felicidad.

Lo demás es ya esperanza; esperanza en que undía, quizás más allá de la Historia y la Filosofía,ocurra una plenitud donde finalmente "el amor yla lealtad se encuentren, y la justicia y la paz sebesen" (Ps. 85, 11), pero ese sería el tema de otraponencia ...

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Oscar Mas HerreraEscuela de Filosofía

Universidad de Costa Rica