alba carosio. los estudios de género (2)

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1 El aporte de los Estudios Feministas de Género y de las Mujeres a la formación universitaria integral Alba Carosio Directora del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela Caracas, Septiembre de 2009 Comencemos con la historia Recordemos un dato importante: sólo se permitió el acceso de las mujeres a las universidades a finales del siglo XIX. 1 Se argumentaba sobre los diferentes roles que hombres y mujeres debían cumplir en la sociedad y se sostenía la existencia de una supuesta arquitectura mental femenina que impedía a las mujeres la abstracción necesaria en los estudios universitarios. El Iluminismo, la Revolución Francesa y las revoluciones emancipadoras latinoamericanas enarbolaron las ideas de igualdad, y promovieron la educación como condición para una sociedad mejor basada en la razón. Las mujeres comenzaron a reclamar sus derechos conformando una primera ola feminista 2 que reclamó iguales derechos y enfatizó el derecho a la educación para las mujeres. La educación era piedra fundamental de las nuevas naciones, y la educación de las mujeres respondía al ideal de madre educadora, con el objetivo de construcción de identidades nacionales. El acceso al sistema educativo no pretendía de ninguna manera alterar la función social de la mujer, sino buscaba fundamentalmente alfabetizarla y adiestrarla para la misión que la vida le había encomendado: cuidar de la familia. Sin embargo, durante el siglo XIX se fue dando gradualmente, el acceso de las mujeres a la educación inicial, las escuelas normales fueron una oportunidad de acceso a la educación secundaria y contribuyeron a preparar el camino para la educación universitaria. A fines del siglo XIX algunas mujeres lograron acceder a las universidades, principalmente en las carreras de medicina y farmacia. Aunque éstas carreras 1 El espíritu que predominó en la creación de la universidad y se mantuvo durante siglos en estos espacios, estaba claramente expresado en el Decreto de la Universidad de Bologna que en 1377 establecía Ya que la mujer es razón primera del pecado, el arma del demonio, la causa de la expulsión del hombre del paraíso y la destrucción de la antigua ley, y ya que en consecuencia hay que evitar todo comercio con ella, defendemos y prohibimos expresamente que cualquiera se permita introducir una mujer, cualquiera que ella sea, aunque sea la más honesta en esta universidad”. (cit. por Alicia Itatí Palermo, 2006) 2 Declaración de Séneca Falls, feminismo anarquista, feminismo socialista utópico, feminismo educacionista.

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Page 1: Alba Carosio. Los Estudios de Género (2)

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El aporte de los Estudios Feministas de Género y de las Mujeres a la formación universitaria integral

Alba Carosio

Directora del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela

Caracas, Septiembre de 2009

Comencemos con la historia

Recordemos un dato importante: sólo se permitió el acceso de las mujeres a las universidades

a finales del siglo XIX.1 Se argumentaba sobre los diferentes roles que hombres y mujeres

debían cumplir en la sociedad y se sostenía la existencia de una supuesta arquitectura mental

femenina que impedía a las mujeres la abstracción necesaria en los estudios universitarios. El

Iluminismo, la Revolución Francesa y las revoluciones emancipadoras latinoamericanas

enarbolaron las ideas de igualdad, y promovieron la educación como condición para una

sociedad mejor basada en la razón. Las mujeres comenzaron a reclamar sus derechos

conformando una primera ola feminista2 que reclamó iguales derechos y enfatizó el derecho a

la educación para las mujeres. La educación era piedra fundamental de las nuevas naciones, y

la educación de las mujeres respondía al ideal de madre educadora, con el objetivo de

construcción de identidades nacionales.

El acceso al sistema educativo no pretendía de ninguna manera alterar la función social de la

mujer, sino buscaba fundamentalmente alfabetizarla y adiestrarla para la misión que la vida le

había encomendado: cuidar de la familia. Sin embargo, durante el siglo XIX se fue dando

gradualmente, el acceso de las mujeres a la educación inicial, las escuelas normales fueron una

oportunidad de acceso a la educación secundaria y contribuyeron a preparar el camino para la

educación universitaria. A fines del siglo XIX algunas mujeres lograron acceder a las

universidades, principalmente en las carreras de medicina y farmacia. Aunque éstas carreras

1 El espíritu que predominó en la creación de la universidad y se mantuvo durante siglos en estos espacios, estaba claramente expresado en

el Decreto de la Universidad de Bologna que en 1377 establecía “Ya que la mujer es razón primera del pecado, el arma del demonio, la causa de la expulsión del hombre del paraíso y la destrucción de la antigua ley, y ya que en consecuencia hay que evitar todo comercio con ella, defendemos y prohibimos expresamente que cualquiera se permita introducir una mujer, cualquiera que ella sea, aunque sea la más honesta en esta universidad”. (cit. por Alicia Itatí Palermo, 2006) 2 Declaración de Séneca Falls, feminismo anarquista, feminismo socialista utópico, feminismo educacionista.

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fueron una puerta angosta por la que entraron pocas y con muchas dificultades, sin embargo,

fue una apertura a la participación social y la oportunidad de promover el debate y segunda

ola feminista a favor de las demandas de las mujeres. Las pioneras universitarias

reflexionaron sobre el lugar de excepción que constituían, sus preocupaciones teóricas y

prácticas sobre la educación de las mujeres son antecedente de los estudios feministas de

género y de las mujeres. Muchas de ellas percibieron claramente las discriminaciones hacia las

mujeres y lucharon activamente contra ellas. (Alicia Itatí Palermo, 2006)

Los centros de conocimiento fueron diseñados institucional y epistemológicamente desde el

pensamiento y el poder patriarcal. El conocimiento formal elaborado, legitimado y transmitido

por las universidades se pensó desde el lugar masculino y sus formas de entender el mundo.

Las ciencias y humanidades, reivindicadas universales y objetivas, se desarrollaron desde el

punto de vista del varón adulto, blanco, propietario. El androcentrismo (del griego andros =

hombre) pone la mirada masculina en el centro del Universo, como en el pensamiento griego

planteaba Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto

que son, y de las que no son en cuanto que no son”.

El androcentrismo ha venido impregnando el pensamiento científico, filosófico, religioso y

político desde hace milenios, y organizó la institucionalidad del conocimiento (las

universidades, la ciencia y sus organismos) como parte del poder patriarcal. La ciencia

establecida y legitimada por las instituciones académicas ha sido una empresa casi

exclusivamente masculina, las mujeres fueron excluidas, se las consideraba objeto de

investigaciones. El modelo científico-cultural se afianzó desvalorizando y desconfiando de los

saberes tradicionales de las mujeres sobre agricultura, biodiversidad, medicina tradicional,

tejidos e hilados, alimentación, etc., y excluyéndolos de la ciencia oficial, relegándolos a la

trivialidad esotérica.

Las instituciones que trabajan en la generación y difusión del conocimiento, como

universidades, escuelas y academias fueron y son organizaciones patriarcales. Esta

construcción social y sexual del conocimiento tiene varios efectos: impide la integración de las

mujeres en las comunidades que desarrollan y legitiman la ciencia, la técnica y el

pensamiento, y veta las cualidades consideradas “femeninas” de este desarrollo, viéndolas

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como un obstáculo para la objetividad y la “racionalidad”. La historia de la filosofía y la

ciencia, y la supuesta interpretación que sobre las mujeres produjo, está plagada de ejemplos

sexistas, basados en la determinación biológica de roles y aptitudes que presentan a la mujer

como menos apta para el conocimiento objetivo.

Confrontando la objetividad androcéntrica

A partir de los años 60 del siglo XX se comenzó a desarrollar una crítica del conocimiento que

fue mostrando como la objetividad puede y debe ser revisada a la luz de las relaciones sociales

que forman los contextos de investigación. Se fue revelando cómo el conocimiento se hace en

un ambiente social que propone una u otra dirección de producción teórica y de modelos de

aplicación. Por esta misma época se fue gestando la tercera ola feminista en los años 70, que

fue mostrando que el ambiente cultural -a pesar de que las mujeres ejercieran al derecho al

voto y el derecho a la educación- seguía siendo el patriarcado. Este feminismo de tercera ola

avanzó más allá del hacer revindicativo, buscó las raíces de la opresión y empezó a revisar

todos los ámbitos de la vida buscando descubrir los mecanismos ocultos de la jerarquía de los

sexos. Se iba conformando así una teoría feminista o más bien, el feminismo como teoría

explicativa del orden social, y propuesta emancipatoria.

El feminismo se define como la visión del mundo que reflexiona sobre la subordinación de la

mujer desde la teoría y la práctica, de la que se desprende la lucha política contra la

discriminación, la opresión y la explotación de las mujeres. Las feministas radicales y

socialistas relacionan la opresión de las mujeres con la opresión social general, puesto que la

prefigura y la sustenta, la civilización patriarcal fundamenta el modelo civilizatorio basado en

la desigualdad, justificatoria de la explotación.

Las mujeres de los años 70, en forma paralela, en diálogo y confrontación con el pensamiento

de izquierda, nos fuimos congregando en grupos de discusión y reflexión dentro o fuera de los

movimientos políticos para pensar desde nuestra experiencia y desde nuestra identidad, bajo la

premisa de que “lo personal es político”. El objetivo era la transformación de la vida cotidiana

de las mujeres que incluía el cuestionamiento de roles y estereotipos, el derecho a la

sexualidad, a la participación política igualitaria, la denuncia sobre la doble jornada, la

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democratización de la familia. Ante la necesidad de fundamentar las críticas a las situaciones

vividas, las demandas y propuestas para superarlas y, en términos más amplios, comprender la

condición femenina y los procesos que desembocan en ella, las feministas se plantearon

procesos de investigación.

En esta época, se fue consolidando un corpus teórico a partir de textos fundantes, que fueron

leídos y discutidos sobre todo entre las jóvenes que habían tenido acceso a las universidades,

que proponían explicaciones sobre los orígenes de la subordinación femenina y sus

consecuencias. Estudiamos a Engels, Bebel, Alexandra Kollontai, Clara Zetkin, Rosa

Luxemburgo, Levi Strauss; se convocó un modo de pensar feminista con las maestras Simone

de Beauvoir y Betty Friedan y se produjeron textos tales como Kate Millet: Política sexual

(1970), Germaine Greer: La mujer eunuco (1970), Shulamith Firestone: La dialéctica del sexo

(1970), Carla Lonzi: Escupamos sobre Hegel (1970), Luce Irigaray: Speculum (1974); Nancy

Chodorow: La reproducción de la maternidad (1978). En Latinoamérica, junto con los

combates por un mundo mejor, el aprendizaje reflexivo constante nos empezó a desvelar la

especifica opresión sexual y su relación con la dominación social, textos pioneros fueron los

de Rosario Castellanos: Mujer que sabe latín (1973), y Julieta Kirkwood: Feminismo y

participación política (1981). En 1976, apareció en México, fundada por Alaide Foppa, FEM,

la primera revista feminista latinoamericana.

Se abrieron desafíos intelectuales en campos inexplorados hasta entonces, se trataba de poner

de manifiesto y explicar cómo la desigualdad de las mujeres es específica, es importante y

tiene su vía emancipatoria, no contraria sino entrecruzada con otras necesarias liberaciones de

las desigualdades de clase, etnia o raza. Fue necesario explicar por qué es imprescindible

luchar contra la discriminación contra las mujeres y porqué no podemos esperar para que

desaparezca el sexismo a que las otras supuestas más importantes desigualdades sean

eliminadas, como sostenía con insistencia gran parte de la izquierda y amplios sectores

masculinos –y también femeninos-. La liberación de las mujeres debe irse dando en el seno de

los movimientos emancipatorios, para que las revoluciones sean realmente transformadoras de

todas las opresiones.

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El aporte de los Estudios Feministas de Género y de las Mujeres a la formación universitaria integral 5

El año de 1975, fue establecido por Naciones Unidas como Año Internacional de la Mujer y se

convocó la primera conferencia internacional sobre discriminación de la mujer, que permitió

que los temas de las mujeres llegaran al debate público. La Conferencia de México D.F. dio

lugar a la creación del Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación para la

Promoción de la Mujer (INSTRAW) y del Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la

Mujer (UNIFEM) con el objetivo de proporcionar el marco institucional para la investigación,

la capacitación y las actividades operacionales en la esfera de la mujer y el desarrollo. En

1979, la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la Eliminación de

todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW en inglés u CEDIM en

castellano). Las segunda, tercera, y cuarta conferencias internacionales sobre la mujer fueron

Copenhague en 1980, Nairobi en 1985 y Beijing en 1995, donde se establecieron

compromisos mundiales para mejorar la inequidad y desigualdad de género.

El vínculo entre el mundo feminista y el mundo académico es ineludible. El feminismo fue

produciendo nuevas visiones y rupturas epistemológicas, que, en la medida en que sea

profundizada, llevará al saber en general a renovarse. La investigación feminista propone una

forma y posición desde la que construir conocimiento, la posición de la subordinación de las

mujeres y lo femenino. El feminismo se define como pensamiento crítico, ya que se propone

analizar y juzgar lo que se acepta como verdadero en el contexto de la vida cotidiana, es decir

los esquemas que mantienen hegemonía y dominio de unos sobre otras. El feminismo se

propone comprender la configuración del mundo patriarcal para transformarlo. Desde el

principio las feministas se empeñaron en la tarea de producir conocimiento no neutral,

conocimiento basado en una perspectiva ética sobre la inequidad y desigualdad entre

hombres y mujeres. La dimensión pragmática del pensamiento crítico feminista está

orientada hacia la razón práctica que se rige tanto por principios lógicos como por criterios

éticos. El feminismo es un conocimiento y una ética, que dan base a una acción política de

transformación social.

Además de estos elementos socio-filosóficos, otro elemento que debemos considerar es que a

partir de los años ’70 se fue produciendo en el mundo y en América Latina un aumento

constante de la incorporación de las mujeres a la Educación Superior. Mientras que para la

primera mitad del siglo XX, la matrícula femenina era inferior al 30%, para fines del siglo

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XX, en muchos países las mujeres alcanzaron al 60% del estudiantado universitario.

Venezuela no ha escapado a esta tendencia: para 1970 las estudiantes representaban el 43% de

la matrícula total y en 2001 el 59% por ciento de la misma. Igual tendencia se manifiesta en

los egresados; en 1970 las mujeres constituyen el 45% de los egresados mientras que para

2001 representaban el 67% del total. Sin embargo, las estimaciones de UNESCO destacan

que, a nivel mundial, la proporción de mujeres en la investigación representan una cuarta parte

del total, y por otra parte, la desigualdad de género se mantiene en la esfera productiva y en la

participación en el bienestar económico.

Las mujeres en las universidades comenzaron a introducir en sus actividades académicas las

reflexiones teóricas que el feminismo estaba aportando. Se abrió paso, de manera explícita, el

interés en desenmascarar la condición de opresión que enfrentan las mujeres, y los grupos de

discusión y reflexión, se constituyeron en espacios académicos, en principio como cátedras,

seminarios y luego, como centros de investigación y programas docentes para desarrollar la

investigación, y difundir el pensamiento feminista. La acción y la investigación se

mantuvieron unidas, y se produjo un enriquecimiento mutuo entre la lucha feminista y la

elaboración teórica feminista: el análisis de la condición de las mujeres ha contribuido al

impulso de la lucha feminista contemporánea en la región, así como las acciones feministas

han enriquecido a la academia.

El desarrollo teórico feminista produjo el concepto de género, introducido por Ann Oakley en

1972 en su libro “Sexo, Género y Sociedad” y elaborado en el año 1975 por la antropóloga

feminista Gayle Rubin en su libro “El tráfico de mujeres: notas sobre la economía política del

sexo”. El sistema de género/sexo se define como el conjunto de prácticas, símbolos,

representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de la

diferencia sexual anátomo-fisiológica. El concepto de género se refiere a la existencia de una

normatividad femenina edificada sobre el sexo como hecho anatómico, y a la subordinación

social y política que se ha construido sobre la determinación sexual femenina. Pone de

manifiesto que no hay una relación "natural" entre conductas y palabras como masculinas o

femeninas: en ambos casos se trataba de convenciones sociales.

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El género es una categoría de análisis que pone el énfasis en la ubicación de los sujetos a partir

de las relaciones de poder. La perspectiva de género revela la existencia y los efectos de una

relación de poder, de una diferencia –la sexual- que es socialmente vivida como encuentro

desigual y dominación. Una vez que los dos sexos se observan como objetos culturalmente

construidos, lo femenino y lo masculino son susceptibles de ser estudiados como productos de

una construcción cultural. En un principio, género se introdujo para suplementar sexo y no

para reemplazarlo, pero a partir de los ´80, se pensó que el sexo mismo era también una

construcción y, por lo tanto, no separable del género.

Y en base a estas elaboraciones, los Estudios Feministas de la Mujer se fueron identificando

con los Estudios de Género, como una manera de hacer más digerible y menos subversivas las

propuestas feministas, aunque una conceptualización emancipatoria del género no puede

quedarse solamente en lo relacional, debe incluir el análisis del poder. Se trata de dilucidar los

tres niveles de constitución del género: el primero implica la formación de la identidad de de

los sexos; el segundo es el campo social donde las identidades determinan roles de trabajo,

culturales, la educación, etc., y, por último, el nivel que conforma un sistema normativo, un

deber ser de la valoración humana en la sociedad. Por ejemplo, a través del lenguaje del

género se otorgan valores: una cosa femenina o afeminada es en efecto una cosa peyorativa.

La discusión sobre la jerarquía y la opresión de género fue ampliándose y entrecruzándose con

el análisis y reflexión sobre otras explotaciones y dominaciones como las de clase, etnia,

sexualidad, geografía, edad, y el reforzamiento mutuo entre ellas. Por eso, más recientemente

los Estudios de la Mujer, han preferido definirse como Estudios de las Mujeres en

reconocimiento de las diferentes opresiones contra las que es necesario construir

conocimientos para transformar.

La investigación feminista ha recorrido varias etapas y caminos que no se excluyen entre sí: la

recuperación de la visión de las mujeres acerca de la historia, la sociedad y la vida, la denuncia

de las desigualdades entre hombres y mujeres existentes en diferentes esferas sociales, la

teorización sobre el patriarcado y sus opresiones, visibilidad a la presencia femenina en los

mercados de trabajo, en la vida pública, en los movimientos sociales, y en los trabajos

reproductivos, las conexiones entre diferentes ejes de inequidad (de clase, género, étnica, entre

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otras), el desvelamiento de la violencia contra las mujeres en su frecuencia cotidiana, la

conceptuación de los derechos de las mujeres como los derechos humanos, la reflexión sobre

las masculinidades. Paralelamente, aunque todavía falta mucho por hacer en este sentido, se ha

logrado generar información estadística que permite ahondar en el estudio sistemático de las

persistentes inequidades de género.

Creación de Estudios Feministas de la Mujer/es y de Género

Abriendo un campo de conocimientos y en lucha contra la invisibilización y la

desvalorización, los estudios feministas buscaron una organización institucional para abrirse

paso al reconocimiento académico, para su valoración en los espacios de educación superior, y

para lograr cierta estructura y apoyo. La madurez teórica y orgánica dio lugar al nacimiento en

las universidades de los Estudios de Mujer/es y los Estudios de Género, que son, según

Graciela Hierro, la “última contribución del feminismo a la cultura”, son los Estudios

Feministas, la Filosofía y el enfoque feminista entrando a la academia.

Argumentar que las mujeres podían proponer un campo de reflexión nuevo -desde una óptica

de sujetas humanas que toman una palabra silenciada por siglos y con una visión relegada a

subalternidad- comenzando la década de los ´70 era una noción insurgente y radical; pero al

finalizar la década, los Estudios de la Mujer/es y Estudios de Género, comenzaron a tener un

crecimiento fenomenal al interior de la academia.

Veamos algunas fechas de creación de centros de investigación, cátedras, y programas en

nuestra América:

1981 – Universidad de Rìo de Janeiro – Núcleo de Investigación sobre la Mujer

1983 – Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco - Área Mujer, Identidad y Poder

1983 – El Colegio de México - Programa Interdisciplinario de Estudios de la Mujer

1984 – UNAM - Centro de Estudios de la Mujer en la Facultad de Psicología.

1986 – CLACSO – Programa de Investigación y Formación sobre la Mujer

1987 – Universidad de Buenos Aires – Primer programa de Estudios de la Mujer

1987 – Universidad de la República de Uruguay – Primer Seminario sobre la Mujer

1987 – Universidad Nacional de Colombia – Grupo de Estudio Mujer y Sociedad

1989 – Instituto Pedagógico de Villa Clara – Cátedra de Mujer y Familia

1990 – Universidad Católica de Perú – Programa de Estudios de Género

1992 – Universidad de La Habana – Cátedra de la Mujer

1992 – UNAM – Programa Universitario de Estudios de Género

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El aporte de los Estudios Feministas de Género y de las Mujeres a la formación universitaria integral 9

Los Estudios de la Mujer/es y los Estudios de Género se fundamentan en una perspectiva

feminista que no aborda a las mujeres como objeto de estudio. Se trata de un enfoque

horizontal y experiencial, desde la propia identidad y circunstancia. Se afirma la coincidencia

entre sujeto y objeto de conocimiento, y se parte de este hecho fundamental –explica Gloria

Comesaña-. Se crean nuevos conceptos para analizar la “condición femenina”. Frente al

principio de objetividad o más bien pretendida neutralidad del conocimiento académico, las

mujeres afirmamos la existencia de valores subjetivos, la importancia del contexto, la

posibilidad de reconocimiento a partir de la experiencia directa, y luchamos por el

reconocimiento de su valor académico.

Al interior de las universidades, grupos cada vez más numerosos de mujeres, organizados

como comunidades de investigación y acción, dieron lugar a una producción sistemática de

conocimiento inexistente hasta entonces, las mujeres fueron objetos de estudio pero desde una

visión propia, con comprensiones más amplias sobre la condición femenina. Ninguna

disciplina en las ciencias sociales y las humanidades quedó al margen de estos nuevos

enfoques, aunque algunas estuvieron presentes con más fuerza desde el inicio: la antropología,

la historia, la psicología, la literatura y la filosofía.

En Venezuela, la historia del movimiento feminista y de mujeres se entrecruza con la creación

de las instancias académicas de los Estudios de la Mujer/es y Estudios de Género. Más de la

mitad de la matrícula universitaria está integrada por mujeres y más de la mitad de quienes

egresan de las casas de estudios superiores, incluidos sus postgrados, son también mujeres. Al

interés por el conocimiento y el estudio siguió el afán de investigar para, a partir de un análisis

científico, proponer respuestas a los problemas del país. Algunas de las primeras iniciativas

fueron:

1983 – Universidad Central de Venezuela – Cátedra Libre Manuelita Sáenz

1984 – Universidad del Zulia - Cátedra libre de la Mujer

1989 – Universidad de Los Andes – Núcleo Trujillo – Cátedra Abierta de la Mujer

1989 – Universidad de Los Andes – Área de Estudios de la Mujer del Instituto de

Investigaciones Literarias

Todas con una conexión manifiesta con el movimiento de mujeres en Venezuela, y

relacionadas con actividades de acción política y social directa. Las integrantes de estas

cátedras fueron también integrantes de grupos feministas, tales como: Conjura, Persona, Liga

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El aporte de los Estudios Feministas de Género y de las Mujeres a la formación universitaria integral 10

Feminista de Maracaibo, Movimiento de Mujeres de Mérida, Grupo de Teatro 8 de Marzo,

Grupo Miércoles; militantes de partidos y frentes políticos; miembros de gremios

profesionales y fundadoras de Casas de la Mujer y ONG de desarrollo social. En 1985, las

integrantes de estos distintos movimientos buscaron confluir en una organización nacional de

mujeres y así se creó la Coordinadora de ONG's de Mujeres; también en ese mismo año se

creó la Red Todas Juntas, que procuraba relacionar grupos de mujeres de los sectores

populares y las iglesias de base. Por su parte, en 1992 las mujeres universitarias que realizan

investigación de género, se articularon en la Red Universitaria Venezolana de Estudios de la

Mujer (REUVEM).

Durante la década de los ´90, se fue ganando espacio e interés al interior de las universidades

venezolanas:

— En 1992, se creó el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de

Venezuela (CEM-UCV), cuya primera Directora fue la Profesora María del Mar

Álvarez de Lovera. Fue organizado a partir de iniciativas pioneras de la Cátedra Libre

de la Mujer Manuelita Sáenz y dos talleres realizados en 1988, con participación de

todas/os las/os interesadas/os que ya tenían asignaturas sobre el tema en diferentes

Facultades de la UCV, y otras luchadoras del área, que redactaron el Anteproyecto del

Reglamento del CEM-UCV. El CEM-UCV se propone, desde sus inicios, realizar,

promover y fomentar la investigación sobre la problemática de la mujer; así como

presentar alternativas de soluciones viables a las demandas que la Universidad y la

sociedad requieran en su área de acción. Realiza de manera articulada investigación,

docencia y extensión, apoyando a instituciones públicas y comunidades para la

incorporación de la perspectiva de género en sus planes y programas y presta apoyo y

atención a mujeres victimas de violencia. Actualmente se dictan en el CEM varios

Seminarios Libres de Postgrado, y de Pregrado que han logrado la participación de un

público numeroso, lo que demuestra el interés por los Estudios Feministas.

— En 1992 se constituyó el Área de Estudios: Mujer, trabajo y salud del Centro de

Estudios en Salud de los Trabajadores. Postgrado en Salud Ocupacional e Higiene del

ambiente laboral de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad de

Carabobo, cuyos objetivos son fortalecer los estudios de la relación entre el trabajo y

la salud de las mujeres e incorporar el análisis de género en salud laboral.

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El aporte de los Estudios Feministas de Género y de las Mujeres a la formación universitaria integral 11

— En 1994, se estableció el Área de Estudios de Género, del Instituto de Filosofía del

Derecho de la Universidad del Zulia, con el objetivo de desarrollar investigación y

reflexión desde los derechos de las mujeres.

— En 1994, se creó la Maestría en Desarrollo Integral de la Mujer, adscrita al

Decanato de Medicina, Departamento Educación Médica de la Universidad Centro

Occidental Lisandro Alvarado, que desarrolla investigación y docencia sobre las

salud integral de las mujeres con enfoque de género.

— En 1997, se creó el Grupo de Investigación en Género y Sexualidad (GIGESEX)

adscrito al Departamento de Antropología y Sociología de la Escuela de Historia de la

Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad de Los Andes (ULA), cuyo

interés en los estudios de género y sexualidad convoca un campo interdisciplinario de

investigación – acción.

— En 1998, se creó la Unidad de Investigación y Estudios de Género “Bella Carla

Jirón Camacaro” en la Universidad de Carabobo, que tiene como misión

incorporar el género dentro de la estructura-docente investigativa de la Facultad de

Ciencias de la Salud, con el propósito de generar una matriz teórico-conceptual que

permita construir conocimiento y objetivar las inequidades de género en el espacio

salud.

— En 2002, inició la primera cohorte de la Maestría en Estudios de la Mujer en la

Universidad Central de Venezuela, adscrita al Área de Estudios de la Mujer de la

CEAP/FaCES, que concentra su interés en las diversas expresiones de la relación

desigual entre hombres y mujeres que es el género.

— En 2009, se creó la Cátedra Libre Argelia Laya en el Colegio Universitario de

Caracas (CUC) que se ocupa de todos los temas relacionados con la igualdad de género

y el fortalecimiento de la autonomía de las mujeres, contará también con espacios de

diálogos y actividades de apoyo a las mujeres en situación de violencia

La aspiración actual es transversalizar con la perspectiva de género todo el currículo de la

educación en todos los niveles, desarrollando experiencias de enseñanza-aprendizaje y

unidades curriculares que den lugar a la formación humana para la igualdad y a la formación

especializada para la integración de enfoque de género en las políticas públicas, y en la

solución de problemas para sociedades efectivamente democráticas con equidad. Se trata de

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El aporte de los Estudios Feministas de Género y de las Mujeres a la formación universitaria integral 12

responder a la necesidad de formación cualitativa y metodológica, y a una demanda de

profesionales para un espacio público y privado de gestión de políticas de equidad e igualdad

en sus diferentes vertientes. Se trata en fin de diseminar el conocimiento comprometido con la

justicia.

Aportes y Perspectivas de los Estudios Feministas de la Mujer/es y de Género

Los Estudios Feministas de la Mujer y de Género crearon nuevos conceptos, a partir de las

posturas epistemológicas y metodológicas feministas, para abordar la construcción social y

simbólica de la “condición femenina”. Algunas categorías de trabajo feminista son: espacio

privado – espacio público, trabajo del hogar / trabajo doméstico / trabajo de cuidado, doble y

triple jornada, acción positiva / discriminación positiva, empoderamiento de las mujeres, acoso

sexual, violencia de género y por supuesto, las categorías centrales: patriarcado y género.

Los Estudios Feministas de la Mujer/es y de Género ponen el énfasis en la ubicación de los

sujetos a partir de las relaciones de poder cruzando así los sistemas de clase, edad, etnia y raza,

lo que lleva a la ruptura disciplinaria, y al planteamiento necesario de la interdisciplina. En la

dimensión política las teorías de género desnudan las dimensiones de poder instaladas en los

cotidianos de la vida social y de la actividad universitaria. Interpelando a estos espacios desde

diversas perspectivas que van desde las maneras de concebir, producir, valorar y diseminar los

saberes; la ubicación diferenciada por género en las diferentes disciplinas y áreas del

conocimiento, la cultura y las estructuras universitarias, las relaciones de género en el mundo

académico y los modos en que se ejerce el poder. La institucionalización de los estudios

feministas en las instancias de la educación superior ha tenido diferentes impactos: en el

desarrollo del conocimiento y en el impacto de la estructura misma de las instituciones.

Los Estudios de la Mujer/es y Estudios de Género no solamente han producido un conjunto de

teorías y conocimientos empíricos sobre la realidad de las mujeres de nuestro país, sino que

también tienen una cada vez más reconocida incidencia en un pensamiento emancipatorio

práctico a partir de la vida cotidiana lo que significa una ampliación del ejercicio de la

democracia en todos los campos del saber y de la vida social. Constituyen un camino

insoslayable para el pensamiento y el camino hacia un socialismo humanista basado en una

subjetividad igualitaria y con equidad en el ejercicio de derechos.

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El aporte de los Estudios Feministas de Género y de las Mujeres a la formación universitaria integral 13

Teniendo en cuenta estos indispensables aportes del feminismo a la educación equitativa y no

discriminatoria, la UNESCO en su Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el

siglo XXI: Visión y Acción en 1998, proclamó que

Artículo 4

a) Aunque se hayan realizado progresos considerables en cuanto a mejorar el acceso de las mujeres a la enseñanza

superior, en muchas partes del mundo todavía subsisten distintos obstáculos de índole socioeconómica, cultural y

política, que impiden su pleno acceso e integración efectiva. Superarlos sigue revistiendo una prioridad urgente en el

proceso de renovación encaminado a establecer un sistema de educación superior equitativo y no discriminatorio,

fundado en el principio del mérito.

b) Se requieren más esfuerzos para eliminar todos los estereotipos fundados en el género en la educación superior,

tener en cuenta el punto de vista del género en las distintas disciplinas, consolidar la participación cualitativa de las

mujeres en todos los niveles y las disciplinas en que están insuficientemente representadas, e incrementar sobre todo

su participación activa en la adopción de decisiones.

c) Han de fomentarse los estudios sobre el género (o estudios relativos a la mujer) como campo específico que tiene

un papel estratégico en la transformación de la educación superior y de la sociedad.

d) Hay que esforzarse por eliminar los obstáculos políticos y sociales que hacen que la mujer esté insuficientemente

representada, y favorecer en particular la participación activa de la mujer en los niveles de la elaboración de

políticas y la adopción de decisiones, tanto en la educación superior como en la sociedad.

Por nuestra parte, las feministas de la academia venezolana reunidas estamos convencidas de

que:

Los Estudios Feministas de las Mujeres y de Género son importantes y pertinentes para el logro de la

igualdad que consagra nuestra Constitución Nacional en su Artículo 21.

Que el sector universitario tiene un papel relevante y debe contribuir de manera activa en el logro de la

justicia social en Venezuela.

Para lo cual tiene supremo valor educar para la igualdad y para el ejercicio activo de la participación en

condiciones de igualdad y reciprocidad entre todas y todos los venezolanos

Eliminando toda forma de discriminación, opresión y violencia hacia las mujeres.

La erradicación de las conductas sexistas y el patriarcado como mecanismo de poder violento

y desigualdad son condición indispensable para la construcción de la sociedad de derechos y

de justicia, donde hombres y mujeres se comprometan por igual en la sostenibilidad de la vida

y la felicidad.

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Universidad Central de Venezuela”. En Revista Venezolana de Estudios de la Mujer. Enero-

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