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Page 1: Al-;' j'i ?f

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Page 3: Al-;' j'i ?f

ORACIONQ U E EN L A SOLEM NE C O N M EM O R A C IO N

d e s u S A N T IS IM A M A D R E

N/ S/ DEL MONTE CARMELO

C E L E B R A D A P O R LOS P A D R E S C A R M E L I T A !

de el Convento de Zaragoza

D I X OE L D IA I 6 D E j u n o D E L A Ñ O 1 7 9 $

EL P. LECTORFr. M A N U E L D O M IN G O D E SA N T A YSABEL,

A gustino Recoleto, M aestro en Arres, i Doctor T heo loge en la Universidad

de dicha C iudad,

ás.

Z A R A G O Z A :

E n l a I m p r e n t a d e I b a ñ e Zi

C o n ¡ a i ¡ie e n c ia s m c e t m a t ^

Page 4: Al-;' j'i ?f

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Kjlorìam ìpsorum in gentem torum asternam fecth Ecclesiastici cap. 4 5 . v. 31 .

GLorias perecederas , no sois vosotras 3c quien yo vengo á hablar en este dia.^ Coronas, que ceñis las sienes de los Re^ y e s , laureles , que adornais las cabe­

zas de los vencedores , trofeos , que transm itís á los siglos la memoria de los Heroes de la tier­ra , no hacéis vosotros el argum ento de las acla­maciones , que o i resuenan en este Tem plo San­to . Q ue corone la gloria de Abraán una vasta posesion, i una descendencia innum erable j que ilus­

tré

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# í! 4 ) #tre la grandeza 3e D avid la pacificación de su tro­no, i el colmo de sus victorias ; que haga la emu­lación de Salomon un reinado tranquilo , i unas incomparables riquezas; que Usongeen á Israel, i á Ju d á sus triunfos, i el goce de un país deleitable; mas todas estas glorias pueden al fin perecer con los q .ie las poseyeron. Pero yo hablo de una gloria in m o rta l, de una gloria interm inable, de una gloria, que la Reina de el C ielo mas t i e r n a , que Jacob con Josef i Benjamín , mas cariñosa , que D avid con Jonatás i Absalón, desde la época de sus prim e­ros adoradores hasta la consumación de los siglos h a eternizado en sus H ijos de generación en gene­ración;- gloriam

Voso-tros entendereis fácilmente, cjue yo hablo He la succesion de aquel grande Profeta , que en expresión de el Eclesiástico (<í) se k b an tó como un fuego en los dias de A c a b , i haciendo arder su palabra, com o un hacha encendida se ennoble­ció por sus maravillas. Este es a q u e l, a cuia vís­ta io puedo exclamar con el Espíritu de Dios ( k j I quis potesi similiter sic g k r ia r i tibí ? j Qufcn puede gloriarse con igual m otivo, que t u , ó ex­celso Elias ? Q ue en la palabra de Dios resucites los muertos; que te acredites superior á los Reyes, í aniquiles su poder ; que oigas los secretos- de el Señor en el S in a , i sus. juicios en Horcb ; que pre-

pa-

í 4 ) Cap. 48- v.i* ( É ) ibíd. V, 4.-

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# ( 5pares los im píos Monarcas á la penitencia 5 que se­pas aplacar la ira de el S e ñ o r , conciliar los cora­zones , i restitu ir las tribus de Jacob i que con­fundas los sacrificios de los Sacerdotes de Baál; que en un torvcUino de fuego haias sido arreba­tadlo al Paraísoj que seas el Precursor de la terri­ble venida de el eterno Ju ez : cada uno de estos rasgos es capaz de descubrir tu grandeza. Pero que á los influjos de M aria mires los Profetas succeso- res de tu z e lo , 1 herederos de tu espíritu 5 que dejándole como en justa herencia transm itido á tu D iscípulo Eliseo le veas pasar por una serie inpet^ turbada á la memoria de los s ig lo s , ve aqu i el mas solido principio de tu gloria.

En efe(íio, Christianos, ¿ no veis á Elias subir á la cum bre del Carmelo, 1 postrado en tierra re­conocer los efectos portentosos de una nubecilla, que como el vestigio de un hom bre se lebanta de la mar? (<*) Pues no creáis, que ella significa sola­m ente el term ino de aquel rigor, con que irrita­d o Elias por las Iniquidades de Acab h a tenido cerrado tres aííos el C ie lo , ( è ) que ahora vá á desprenderse en una abundante lluvia. Creed , si, que las beneficencias de M aria, á quien el Profe­ta adora en espíritu, bajo la figura de aquella nu­be, ( c ) van á extenderse, como la lluvia mas co-

A ̂ pio-

l é ) Lib. 3.Reg.cap. 18.V. 44. (¿ ) 3. Reg. cap* l7.v. xv i c ) Brevi Rom» ¡n oiff hod» léc IV«

/

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C ̂ #pìosa sobre los habitadores de el Carmelo. N o sc han obscurecido Ics Cielos, ni abierto sus catara­tas para inundar con un diluvio toda la carne, co­rno en los días de N oe, C ¿í ) no para disparar relám­pagos , 1 truenos como en la m ontaña de el Si­nai, ( ¿ ) no para embiar un fuego abrasador, como sobre las Ciudades nefandas, ( r ) sino para descu­b rir el seno benefico de una M adre, que monstran- do su prim er influjo con los hijos de Elias vá á hacer eterna la gloria de su generación : gloriam

N o miréis oi á M aría bajo aquellos atributos^ con que las Escrituras santas la ennoblecen. La va­ra de la raiz de Jese, la V irgen M adre, que anun­cio Isaias, ( ) el H uerto ce rrad o , la Fuente sella­da, que predijo Salomon, ( ̂ ) la hermosa criatura, que significaron de antemano tantas figuras del vie­jo T estam ento , es oÍ aquella M adre del hermoso a m o r , ( / ) que anticipando el conocim iento, ani­mando la santa esperanza de E lia s , i de sus h i­jos en el Carm elo, há de honrar tantas veces con sus plantas este monte santo 5 h a de adoptar como á sus prim eros, i especiales hijos á los Carm eli­tas , según el testim on io , que siete veces ha pro­ferido Rom a por su O ráculo i há de engendrar en espíritu í alim entar á sus pechos á estos R eligio-

so%

( 4 ) Gen, cap. 7. r . 1 1 . { h) Exod?. cap. 19 , v . itf. ̂c ) Gen. c. 19» v. Z4. {■d) -c. ? • v . 14 . &C 11« i»

( t ) Cane. 4 , V. l i e { / } Eccii* c» »4* v. 24.

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# C 7so s , como dijo Gregorio X lllí ha de concebirlos en sus en trañas, como pronunció Sixto IV . h a d e m andar á H onorio III. llevarlos en sus b razts co­mo à hijos recien nacidos 5 há de aparecer vestida de su habito en una visión portentosa; há de con­versar con ellos como con sus herm anos , según Justino Miecovíense ; ha de acumularles tantos fa­vores , i privilegios, ; que puedan Justamente suscitar la emulación de el M undo; há de : : - pero todo es nada há de eternizar en el O rden de sus hijos la gloria de sus primeros adoradores.

Yo se que quando refiero los favores singula­res con que M aria , ha querido siempre distin* gu ir su O rden ( ) no hablo de una Verdad esen-» ta de la severa espada de la critica; pero si de u n a tradición apoyada sobre el testim onio de mas de siete soberanos Pontífices, ( 4 ) declarada por la boca del mismo Jesu-C hristo en una celebre apari-» cion á la Santa V irgen T heresa, { b ) roborada con las palabras de la misma Reina del Cielo á su a<-

mado

( * ) T odos se concíenert en U O bra In ittu laáa : faradlsusCsv* melitici decoru por el R . P . A legre C asanate; i la Decor Car» nult po t el P- Jo se f A ndrés. ( ** ) E ntre otros m uchos m o- nutnencos que acredícan este titu lo , la U niversidad de Alcala de H enares decid ió , que quien hiciese v o to de vestir el H a­bito en la R elig ion de la V irgen, estaba obligado á cum plirlo en la R e lig ión del C arm en , por ser esta la p rim itiva que g o - xa con drecho este nom bre g lorioso . ( 4 ) BulUcIum Carmel« ( b ) Y cpes in y lt. S. T h e r . lib . 3 * c< 1 7 # < . .

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inaHo i^ ti "Pedro T hom as C ^ ) y autorizacia por el testim onio de A m oldo Bostio, ( ¿ ) del insigne A bad T ritem io , ( f ) i un sin num ero de escritores de la prim era nota. ( ) Yo no teniere, pues, la austera cen­sura de unos espiritas quizas mas sabios que pia­dosos > i ensalzando á un tiem po el inponderable lu stre del O rden de M aría del Carm elo, i excitan­do las esperanzas de los que asociados á este nion-

¡ te santa im itáis á M aría en el h ab ito i en las costumbres, formare' el plan de este discurso.

N i os parezca una adulación, ó un medio me­llos proprio de ensalzar á M aria bajo el titu lo de e l C arm elo , monstrar los frutos de la fidelidad de sus hijos. Porque fuera de que en sentencia de el Espirltvi Santo (ff') los hijos son la gloria de sus

/ Padres j i los hijos adornados de la sabiduría de / D ios hacen el solido regocijo de los que los engen-

draron j ningunos rasgos pueden acreditar mejor la ' grande protección de esta Señora, que la gloría de ¡ su Religión, i las portentosas acciones de unos Re­

ligiosos , que fundan su nobleza en deberlo todo ^ á los influ-jos de su M adre. Yo publicare , pues, I el lu stre de la O rdea de el C arm elo ,, que desde

/ s u s primeros h ijo s , que veneraron á la R eina del ' Cielo , i la dedicaroa aras nuevecíentos años antes

de

(’ « ) EccU in ofÌTc* S. Pet. Thom. dìe- { h ) In Breviloq. Tripart. { e ), De laudibus Carmeluacum* ( d ) Vease Casanace, i Andccs,. ut supra» ( * ) Provcrb*. c* 40. V* 1*

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He su nacimiento ( <i ) ha visto p o r ella eterniza­das sus glorias en su legitim a succesion : gloriam. & c.

R eyna de los Cielos, nube fecunda de las gra­cias mas abundantes, si los prim eros hijos de Elias nos previnieron en vuestro culto , por ventura no nos exceden en vuestra veneración : vos sabéis que e l sagrado m onte del Carmelo pingue como el que cantò D avid ( ¿ ) de celestiales delicias, í en que el Se­ñ o r h a establecido hasta la consumación de los Si­glos su estancia en vuestras beneficencias, es el dulce centro de las ansias de los Christianos. Haced, Se­ñora, que sin que yo exceda los lim ites de la pie­dad Christiana, haga ver vuestros influxos sobre los herederos del espíritu de los P rofetas, para que estas ventajas hagan correr á los fieles como el cier­vo á las aguas, á la fuente de Ellas de quien han manado á todo el O rbe raudales de gracia.,

A V E M A R I A .

Mo n ta ñ a del Carmelo y o se que tu herm o­sura y la de el Saron han servido d e adorno al deseado de las naciones. ( í )Yo se que tus valles han sido testigos ^

'del poder excelso del brazo de Elias en la ru ina de los soldados de Samaria, i en la confusion del

A 3 Rey^

\ a ) Espin Ruina del Idolo §• i . ( (> )̂ Pial. 6j é y* [ c ) Isalae. cap. 3 y* v.

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/

R ey Ococias. ( 4 ) Yo se que la fama de tus Tro- feras divagandose por la Judea hizo venir á Ves- pasiano sumergido en los errores de la gentilidad á consultar no al Idolo que y a derribó el celebre Carm elita Fray Laurencio A ngelo Espin, sino al orá­culo del verdadero Dios adorado en tu cumbre. { b ) Yo se que en el Semnion que Elias i sus h i­jos edificaron con Espíritu Profetico á la V irgen, que habia de parir i donde en las Kalendas i Sa- bados se juntaban los fieles á orar i escuchar la ley Santa ( c ) comenzó á florecer el culto de a- quella estrella del mar, de cuias luces recibió su ilum inación el sagrado orden de los Profetas.

Pero dexando aparte estos principios de g loría que tan to te distinguen 5 sin detenerme en las em­presas de tantos Profetas, que herederos de tu Re­ligión i de tu espíritu (^d) corrieron la Judea í Ja S am aría , anunciaron los juicios de Dios á las Regiones de A m o n , de M o a b , de P a le stin a , de I d u m e a , de T i r o , fulm inaron los arrestos de la ira del Señor á la presencia de los Reyes, de los Principes, de los Sacerdotes i del Pueblo; ( f ) sin hacer una descripción particular de las m aravillas, que obraron los hijos de Elias en los M onasterios

de

(t f) Líb. 4 . R eg , c . y. v . 10 et ( h ) Obra íntltuladatRuina deei Idolo & c. praesertira § . 1 7 seq, ( r ) Ibid. §• i» { á ) Asi lo prueba el citado Casanate praeatnb» i 7* (^ ) Veanse los libros de los. Profetas citados poc el mismo prac-̂ amb. 17 . ec seq.

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Üe Caígala, de Jerico , de B e te l, ^e R am ata , de S a m a d a , de los M ontes C arm elo , í Efrain; { a ) sin descender á las escuelas de educación en que los Profetas dirigidos por tan excelso Padre instru­ían al Pueblo de D ios en los Colegios de Caria- t i a r i n , de N a y o t, de Silo , de M asfa ; { b ) sin pintar la austera v ida i frutos admirables de los R ecab itas, i de los Esenos de Alexandria, i Pales­tina que pudieron contar entre los Profesores de su instittito al grande B autista 5 ( f ) sin discurrir so- i bre los marabillosos fru tos que debió producir a- quel Santo Colegio de ciento i veinte Virgenes, que en los dias de la M adre del Salvador dirigidas por esta gran Señora vivían según el institu to Eliano, con­forme al testim onio de San C irilo de A lejandrlaj { d ) sin extenderme á un sin num ero de M onges A scetas, H erm itañ o s , Filosofes discípulos de este Patriarca, ( f ) á tantos espíritus religiosos distin­guidos por el nombre de sus familias como Jos ' Tabesionistas, C e ta s , Arsenoitas : ( / ) yo puedo transferirme á una época, desde la que el influxo de M aría acrecentó mas i mas las glorias de sus h i­jo s , m onstrando su justa g ra titud y a á la fee de ^ sus antecesores, y a á la de aquellos que en el ano setenta i ocho de la era vulgar no contentos con

haver

( a ) Idem ibid. { h ) Idem ibid. ( c ) Idem praeamb. 1 3 .2 4 .1y i \ d ) Lib de iaud. et orcu Vlrg. ad Coelesc i .P .M a z . { e ) Alegre ibid. praeamb« 2 ; ( / ) Idem ibid.

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havcr renovado a honra de su M adre su primera Capilla, le edificaron o tra nueva, donde los hijos de los Profetas se esmerasen cada día mas en el culto de su Madre. ( « )

Desde este tiempo feliz en que no y a en som­bra sino á la mas clara luz reconocieron á M a­ría , apenas puede ponderarse lo que estos hijos prim ogénitos del am or de su M adre vieron á su influjo acrecentarse su gloria. Si lo os supusiera menos afe£los á las glorias de estos sagrados h i­jo s , i á su legitim a descendencia de los Elianos, fácil me seria probar, que ágenos de haver tenido su exordio despues del Concilio Lateranense en 1215» el de VIena dá un autentico testimonio de su ma­y o r antigüedad. Fácil fuera convencer á unos crí­ticos envidiosos que su origen no es desde el gran­de A lberto Patriarca de Jerusalen, que si dió la re­gla que ho i govíerna á los H ijos del Carmelo, pe­ro no h izo m a s , que un trasunto conforme al prim itivo Institu to de los Eliotas. Fácil fuera per­suadir , que ellos no vienen como de su princi­p io de Aímeríco Patriarca de A n tio q u ia , i Lega­do del O riente acia la m itad del siglo doce; por­que si bien el redujo á Conventos los Herm itaños del Carm elo, I tradujo del griego al latín la Re­gla de Juan Jeroso lim itano , pero esta misma esun m onum ento , que la acredita anterior no solo

/a

( a ) Espin al f . 4. de la obra ciu

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# l 13 5#a sus dias pero aun al siglo octavo en <]Uc ya en Italia florecian los Carmelitas, í al quarto, en que si comenzaron á brillar en Siria, mas el testimo­nio de este grande Patriarca, ¡unto con la decisión de la Universidad de Cantabrigia en los dias de Gregorio XI. ( a ) convence su sucesión hereditaria ( p o r usar de la expresión de siete Sumos Ponti­fices) de los que habitaron junto á la fuente de Elias en el Santo Monte del Carmelo, i que pues­tos por este insigne Profeta á la sombra de la nu­be , que subió del Mediterraneo, mas bien prote­gidos con e lla , que los Israelitas al salir de Egi­pto en los caminos de C anaán, han visto á su sombra eternizarse en su sucesión las glorias de sus Padres : ¿loriam Ó'c»

En vano fuera que yo acumulase millares de testimonios que contiene ya la carta de Clemente octavo enviando los Carmelitas á Persia, i recomen­dándolos al Rei Sciaabas,. ya la singular protección de Maria en las persecuciones que experimentaron sus hijos en todas partes, ya la singular gracia con que los Carmelitas como el grano del Evangelio pudriéndose en su misma sangre acrecentaron sus firutos portentosamente. Yo no debo sin embargo pasarlos en silencio, para que por la protección seña­ladísima de los hijos reconozcáis la grandeza de la Madre. Que yo los vea en el año seiscientos tre*̂

inta

CUada poc el P . Alegre praeatnb* S.

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/

inra i nueve en que los Sarracenos ocuparon Ja tierra Santa perseguidos de aquella gente barbara recogerse al Carmelo hasta los dias de su recupera­ción por el Duque Godefrido en el fin del Siglo once : que mire renovarse su persecución por los años de mil doscientos treinta i ocho en que muer­to Juan Rei de Jerusalen, i viendose el Papa por la rebelión del Emperador íriderico, en la imposi­bilidad de embiar socorros bolvio el cuchillo sar­raceno á ocupar los lugares santos, i los hijos de M aria desde el capitulo General celebrado en el Carmelo huvieron de dejar la Judea; per© en me­dio de todos estos trabajos, yo les advierto esta­blecerse en toda la E u ropa , extender el culto de su M adre , i mirar acrecentado el honor de su Orden, en Chipre, en Francia, en Inglaterra, en Es­paña, en Alemania, gozando cada dia mejor que las tribus de Israel en las bendiciones de Jacob su mas glorioso acrecentamiento.

I en efecto ¿ de que otro auxilio que el de Maria podia provenir la conservación de este O r­den religiosísimo despues de un sin numero de Profesores de su instituto que perecieron al furor enemigo cómo los que en Alemania, Inglaterra, í Escocia mataron los hereges, los ciento quarenta mil V írgenes, i M ártires, que Aomar Tirano de Persia, i los Eutiquianos pasaron á cuchillo desde el principio del siglo quinto hasta el fin del siglo doce en que el grande Cirilo de Constantinopla redujo toda la Armenia á la unión de la Iglesia

Ro-

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. * ( I í ) #Rom ana ? Yo pudiera decir como Gedeon á la fren­te de sus Tropas : ¿ tn quo liberaba ? ¿ en que au­xilio podra librarse una gente que h a visto morir tan tos hijos suyos en los dias de E nrique octavo por la defensa de la feé Católica contra el cisma, que h a mirado perecer en Escocia á manos de los hereges de A lem ania á tantos M onasterios, que h a llorado al de Praga pasado á cuchillo por los L u ­teranos , al de L unela en Francia á manos de los H u gono tes, despues de un prodigioso num ero, que aniquiló la heregia en su venida del O riente á Eu­ropa, que en sus mismas soledades consumieron los A rrian o s, i Econom astas, que el Em perador Va­lente hizo m orir á sus iras, que el O bispo Lucio sacrificó á su falsa fee l i in qm liberaboi Sola la mano de M aria, que como Jacob hav ia plantado sus hijos al margen de las aguas ̂ á pesar de las contradicciones de Labán los veía aumentarse cada dia prodigiosamente» M orian ellos j pero no morían, porque conforme á la expresión del Eclesiástico (a) dejaban otros tantos im itadores de su institu to , otros tantos emuladores de su v irtud , pudiéndose com­pu ta r entre ellos ocho m il trescientos Monges Dis­cípulos de San Pacomio en T avena, los habitado­res de la N itria bajo la conducta de San Ammon, los de la Scitia bajo la dirección de San Macario^ los de T eb a id a , los de Egipto, { b )

i O

Caj Cap* 30» V. 4a (&) Triíhem* de laúd. Carm* c. 8*

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] O v irgen santa ! *, ó Madre del Carmelo ! que justamente alcanzasteis ver cumplida la profecía de los antiguos Profetas, que ya en los días de Elíseo alegaron á su Padre la estrechez de su habitación: Ecce locus in quo babìtamus angustus est nobts. (a) ¿Que huvieran dicho á haver visto poblados de sus her­manos el Oriente, i el Occidente ? ¿ Que á haver contado siete mil quinientos Monasterios en que se vie^t ron florecer en santidad mas de ciento ochenta mil Sacerdotes ? ( è ) ¿ Que á haver mirado llenarse el Mundo de Varones religiosos, que ó siguiendo su exem plo, ( ó lo que es mas ) tomando de EUas, í del antiguo Carmelo las practicas de su instituto, como de mi Gran Padre Augustino acuerda el an­tiguo M anual Agustiniano , pudieron decir al Pa­triarca Elias lo que á otro intento canto David (c) que la tierra se vería saciarse del fruto de sus obras ? ¿ Q ü c si oyeran al Máximo Doctor de la Iglesia San Geronimo { d ) llamar á Elias á su Prin?* cipe, i el de todos los Monges ? ¿Que si escucharan á un San Antonino de Florencia ( í ) aclamarle el Padre de toda la vida M onastica, i el principio de todos los Ordenes ? ¿ Que si vieran, como la Sera­fica Theresa de Jesús ( / ) , una m ultitud que solo Dios podia numerar, que de su familia se corona­

ban

fa) 4 R fg . c. 6 V . I . { & ) Sic Sabellicuset Mattiras Soc. j e s u laudali i P.A.legre in sua encomiasttca Déclamât, num. 19*

P s . i o j . v . i j . \ d ) Lïudatus ap.Trith. de laud« Carm .c.3*t . par, Sumtn. cU. i6 ,c . I» ( / ) Ips* i*' sua cap. 4®*

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ban con cl m artìrio ? \ O días gloriosos en que el ^ rd c n del Carmelo á influjos de M aria ostentaba toda la magestad de su herm osura \ con razón nos haríais exclamar, como dixo T ritem io , ( <» ) que no havia tenido jamas o tro semejante. V osotros nos haríais justam ente conocer^ que no ha hav ído ñ r vor que la Reina del C ielo no hay a contribuido á estos h i j o s , que coadjutores dc los Apostoíes comenzaron ya desde su principio, en sen tir de un V arón d o d o , á llamarse los Frailes de la V irgen, (b)

1 en e fedo si M aría es aquella v íd que fruc­tificó los mas suaves aromas, i cuyos fru to s se dis­tinguen por cl h o n o r , i la honestidad , ( r ) ella debía producir en la v iña de su O rden otros tan­tos racimos que adornáran Ja Iglesia deí Señor en los milagros de los A uxencios, en la recomenda­ción de los Eutim ios, en la santidad de ios Esti-» l i ta s , en la sabiduría de los Sabas Theodosios , en la v irtu d de los A ngelos, i A lbertos, en Ja doc­trina de los Thom ases Beauxamios, Waldenses, A í- n an o s , M an tuanos, i E sp irras, en ía sabia direc^ cion de los L anduc io s , M alefaidas, B aptistas, l R ú b eo s , en la sublime erudición de los Leones, C arrancas, Bustam antes, Sifres, Sancclos, i Here- días h istre de nuestro Reino. SÍ M aría es aquella que h a destruido en todo ei M undo ías heregías.

\s ) De laúd. Carm. c. S. ( S ) Vide Tiltil, ib. c. 7. num. U ( c ) EcelU £4 » V» ¿ 3.»

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!as, {a) ella h av ia de a r ma r en los alcazares de su Re­ligion. san ta com a herederos del Espíritu de Ellas, en la ruina de los Baalltas los D ionisios contra Sabelío,. los Telesforos contra V alentino, los Serapiones contra M ontano , i Manes, los Espiridiones contra Arrio,, los C irilos contra N estori© , los Caprasíos contra E u tiq u e s , los Paladios contra P e lag lo , los Ange- l o s , i Simones contra los Waldenses ̂ los T hom a- ses, Keningalos’,. i Riciardoi contra los Wiclefistas, los V bertos, 1 Leonardos contra los Nivelenses, los. Everardos contra los L u te ran o s , los A n astas io s , í L upos contra P o lian d ro , í todos en f in , ó como- los A lbertos contra los Judios,^ ó como los Baco* nes contra el to rren te del crror^

Si M aria es la que h a profundizado en sus elegidos las raizes, de la fec , i de la Religión,

) ella havia de proveer á. la Iglesia del nume­ro de sus, hijos, otros tantos varones que la defen­diesen en Santos Concilios, que la sostuviesen con­tra los. ataques del abismo como los Dionisios en un Concilio Provincial contra Pablo de Samosates, tos Espiridiones de C hipre en el de N icea , los Cirilos Alejandrinos en el de Efeso,. un grande nu­mero de, sabios,, i santos en el de Calcedonia, los T h eo tis to s ,. i Silas en el de C onstan tinopla, los 'Albertos en el de Letran bajo Inocencio, tercero, Jos Juanes Sublovios en el de L e o n , los, G ualtc-

cos=

*{ a ) Ecc!es^ínO£fic.maí..B. V . M a u ( 6 ) EccliVcap*i4. v*,i3».

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# ( ip 5 #ros en el de T errac in a , los Simones Stok en .el de T a rra g o n a , ios Guillermos R adingios en cl dc V iena, los Juanes Walsinghamos en el de A lbiga, los Juanes Teutónicos en el de Basilea, los R ober­tos Máscalos en el de Constancia^ los Walteros en el de Florencia, los Juanes Bestones en el de Se^ n a , los Bernardinos Landucios en- el segundo de L e tran , los Nicolases Audeccios, i Baltasares Lim - pos en el de T rento , tantos Pontífices Santos, tan̂ * V tos Prelados zelosos, tantos D odores ilustrados, cu'- / y o catalogo seria no menos copioso , que ha sido grande la v tilidad que han dado á la Esposa del Señor. Si M aria es aquella torto la hermosa de los C an tares , ( 4 ) cuya voz sonó en dulces coloquios con los hijos del Carm elo, ella rodeaba, las flores que se levantaban con el mas delicioso olor en el puro corazon de G era rd o , en el zeloso esp irita de C irilo , en la hum ildad profunda de Franco de S e n a , en el amor intenso dc Pedro Thom as , en k prodigiosa v irtu d de A lb e r to , en el in trépido corazon de C o rs in o , en los éxtasis portentosos de Ju a n de la C r u z , en el fuego d iv ino de M agda­lena de Pazzis, en la sublim e alma de Theresa de Jesús, que ella sola pudiera acreditarse un Serafín por su caridad, un Q uerubín por su ciencia , una Dominación en el im perio de la n a tu ra leza , una lY irtud Angélica en cada paso de sus prodigiosas

em -

( 4 ) cap. £• T.

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em presas, una Potestad en la subyugación de los Demonios, un Principado en la protección del O r­den dcl Carm elo, i de toda la Iglesia al impulso d e su oracion, i de su plum a, un Trono, en fin, en <juien el R ey de los Reyes descansaba com o en su propia silla.

Q uando y o discurro sobre todos estos rasgos y inm ortales de g lo r ia , que han sido tan maravi-

( liosos en el O rbe, me parece oigo decir á la Rei­n a del Cielo á vista de los progresos de sus hi­jos ( permitaseme la expresión que la M adre de los Macabeos dijo á vista de 1a fortaleza de los suyos ) nescio qualiter in útero meo apparuisth : ( í)

f m e lleno de pasmo al contemplar los rápidos pro­gresos de mis hijos. Pero ¿ que no havias de es­perar , Religión Santa, O rden privilegiado con los

I dones de M aria ? ¿ Q ue no pudieras prom eterte de I las beneficencias de esta S eñ o ra , que honró con

sus plantas tu prim era habitación 5 que vló con­currir ál Tem plo con las esperanzas de su despo-

f ■ sorio al esclarecido Joven de la tribu- de Ju d á San ! Agavo 5 que llamó por testigos de su m u e rte , í I de su Asum pcioh gloriosa á H le ro th e o , i otros

! I Profesores de su institu to j que entregó á los Carm e- i jütas no una sola vez el divino tesoro de su hijo; que

les monstró el bendito fru to de su vientre, can­tando la Salve en el Convento de Bolohia i que

solo

{él) Lib* 2.« Mdch, Cap« 7» v* ti;»

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i k l ) #solo concedio á ellos el favor de ser depósitarios del precioso Lignum Cruets de Montpelier^ que sa co la espada para defender con su brazo á sus- / Religiosas y y a en el asalta dcl Monasterio de San M artin cerca de Bilbordla contra el furor de los Iconoclastas, ya en otras ocasiones de persecución; ^ que imitando la ternura de Rebeca con Jacob, de - A na con Samuel en dar á sus hijos una especial vestidura, vistió con su mismo adorno : : -

Pero I donde me he transportado ? Heroe de la Inglaterra , espiritu de prim er o rden , sagrado General del C a r m e lo s e x to entre los latinos, Si­mon Stoch, ven, dibújanos, refierenos las circuns­tancias de aquella celebre aparición,, ( <« ) que en vana pretende desmentir el error,, ó contradecir la impiedad^ ¿No viste á la Reina del Cielo , á tu M adre darte un distintivo para toda su Orden en el Sagrada Escapulario ? ¿ No le oiste llamarle un \ especial privilegio de todos los Carmelitas ? ¿ No le escuchaste apellidar esra rica presea un señal de protección para Íoí males que te acosaban?. ¿ N o le advertiste recomendado como una scíial de elec­ción Ì \ O Christianos ! este solo privilegio pudie­ra entre todos calificar el Interes de M aria en la perpetuación de las glorias det Carmelo. Sí yo no contem^l^ise ette: privilegio, comó el cam pa en que i '! ' ' han

('*) Inter pliirimo» atidfcndu? n t Benedfctus X I\T , dcFest. B*. M . Y* de Monte Carmela sub cap*. 6*. nuo}»

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r

# í 5 , ,kan dc ocupaEse tantos sab io s. O rad o res , os per­suad ida que el es de los que Uevan consigo todos los caracteres de una justa tradición : os d ir ia , co­mo discurre un celebre O rador de nuestro siglo, que ella es una revelación hecha por la Reina del Cic­lo para perpetuo esrablecim icnto de un O rden con­sagrado á su serv ic io , una revelación hecha á uti h o m b re , ó á un Serafín , que la Iglesia venera po r el Heroe de su Siglo, una revelación recono­cida hasta nuestros tiem pos por mas de cinco si­glos de la icé mas invariable, una revelación au­torizada por la Ig lesia , colum na i fundam ento de la verdad, roborada por las Bula de dos grandes papas Juan veinte i d o s , i A lejandro quin to , con­firm ada por Paulo te rce ro , Clem ente séptim o. Pió quin to , I Gregorio trece , que unánimes llenan de m il alabanzas este vestido, don precioso de la Rei­na de los Cielos, con que quiso eternizar las glo-r rías de sus hijos como lo dijo á su amado San Pedro Thom as ( 4 ) , animándole á la confianza dc la perpetua duración de sus glorias.

Icón verdad desde aquel tiempo, Christianos, ¿que escudo no h a sido el Escapulario á los Carm elitas, i á quantos se han alistado en esta asociación ? D i­galo la tranquilidad que trajo esta gala al O rdetï del Carmelo desde su mismo principio, epnra, en

que

\a) Apud P* Josephum Andrés úi Decore Carmeli decor* Qucn, ioa

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23 ) #que se veía cruelmente coilibatido por todas par­tes. Digalo el lleno , con que vio completas sui ansias aquel ardentísimo General, que mereció re ­cibir de Maria esta executoria como testimonio de su amor, i prenda segura de su alianza eter­na. Díganlo tantos Soberanos Pontifíces como se han honrado con el Escapulario. Publiquenlo los Cola­nas , Vrslnos, Burgeslos, M edicis, Gonzagas. Clá­menlo los Leones de España, las Aguilas dcl Im­perio, las Lises de Francia, que se han visto me­jor defendidas con este escudo, que con las ar­madas mas bien dispuestas. Confírmenlo tantos Mo­narcas como émulos de este privilegio, siibstituye- ron á sus purpuras regías el habito del Carmelo como un Stauricio, i un Miguel Ducas en Cons­tan tinop la , un A rtem io , í un Miguel Calefates en Thesalonica, un Theodosío , un Miguel Pafla- gonio, i un Alexos Comneno en Grecia, un M i- \ guel Curopalata en la Isla de Prota, el Reí Ono- fre , i el Principe Saturnino en A cay a , Eduardo tercero en Inglaterra , I otros tan to s , que asocia* dos al Orden tercero quisieron gozar tan insigne prerogativa, como un Luis en Francia, un Angel Cernobík Principe de Macedonia, un Enrique Du-* que de Loncastria, Enrique Conde de Nortumbria,^ Alfonso de la Cerda hi;o del Serenísimo Infante Don Fernando, el Conde Nuñez Albaro Pereira, Angela hija del Rer de Boemia, la Beata Fran­cisca de Ambrosía Duquesa de B retaña, i de las áos Armoricasj sin contar muchos Varones^ ilustres^

que

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I

# ? ^4 5 #que se hicieron una gloria de tener parte en es­te scñalíido distintivo de los hijos de Maria.

Yo no cesara si hubiera de referir los aufefi- licos portentos de este Escapulario, que es oi co­mo el garante del amor de esta M adre, que sí en sentencia de San Bernardo, i San Buenaventu­ra tiene Tin poder igual al de su hijo, tampoco tienen termino las gracias que pueden venirnos de su predilección. Pero no penseis, C hristianos, que quando yo hablo de las beneficencias de M aría a- <;ia el Carmelo, entiendo un amor vinculado uni­camente á los que herederos del habito, i espiritu de Elias 'viven en estos- sagrados claustros. Yo os dire, que los blasones, que los han ennoblecido, que la virtud, i ciencia que hoi los distinguen etr el jardín de la Iglesia son unas prendas peculia­res de su merito. Pero quando yo hablo de las gracias del Escapulario, del amor de M aria acia los Carmelitas, de los privilegios que haveis oído prometidos por la Bula Sabatina, ellos no se esti­enden U n ic a m e n te á los Profesores del Carmelo. Los piadosos exercicios, que en ella se leen, pueden ha­ceros acreedores del auxilio de María , para que su virtud i mano poderosa os trasladen de las pe­nas del Purgatorio á la celestial Patria. No lo du­déis : si M aria ha eternizado las glorias del Carm elo,. la comunÍon de los Santos, como un principio so­lido de la fee catholica, os hace tener parte en to­das las glorias, en todas las gracias, en todos los favores que corresponden ál merito de los hijos de

este

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*5 ) #■ „Elias.- Pero no penséis que este títu lo de virtud^este símbolo de eficacia ,, esse señal de gloria que gozáis en el E^apuíario, haya de, medirse, por so­la la exterioridad.. E l Escapulario no. es una Insig­nia de ornato en, tanto que con este vestido de M aria no pase á vosotros el espíritu de la Reina 'del Cielo.,, como e l de- Ellas.se transmitió con su capa á Eliseo..'Sed: emuladores, del‘ E sp íritu ,, i la virtud, de los hijos de María,, que han. trabajado- con infatigables, ansias por Imitar su-, augusta: Madre,, por defender el honor de María, aquel honor con­trastado por el blasfemo- Nestorlo,. aquel honor que .vengaron en el' segundo: Concilio General’ de- Efeso un C irilo ,, i tantos hijos del C arm elo, Jüstlfican- 'do cl titulo- glorioso de. Madre, de Dios, á esta- Se­ñora, dejando á la Iglesia, la. segunda, parte del' Ave Maria¡,. i la. Salve,, comO’ testimonios de su piedad.Seguid laOv KueUco octoB- Santos' Religiosos,. qu6en- todos tiempos han- correspondido. tan> dignamen­te al colmo^ de las glorias dé sus mayores ,, que la Reina, de los. Cielos- ha, eternizado, en, su gene-' radon gioriam ipsor.um»- Ó'C*.

I tu Religión; Santa del' Carmelo, á- quién M'a- Xíár ha. ceñido- la Estola, de- su: amor ,. vístete las ropas de- tu- g lo ria , como otra dichosa Jerusalen: gloríate- en la- antigüedad de tu-origen , en la vir­tud de tus Progenitores, en' la excelencia de tus privilegios, en- los trabajos de tus hijos,, I en el olor de Jesu-Christo , que has dado siempre al MundOf sin. que. el cisma ,, e l cscandalo^ la here­

de

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# ( )' #g t a , ó la scdicclon hayati entrado ¡amas dentro de tus Puertas como despues de un C irilo A le­jandrino han confirmado en todas las edades V a­rones insignes en Santidad, i letras ( 4 ) . Pero g lo ­riate mas en el amor especialisimo con que M a ­ría te ha mirado desde la C u n a , i ha perpetua­do tus glorias. Yo te confieso, que una dulce em u­lación me hace siem pre renovar los afedos con que en m í menor edad mire tu institu to , i an- *ie tus glorias. Pero gózate en ellas paraque á la sombra de tu M adre ayudes à la Iglesia Santa, hagas frente al e rro r, confundas !a libertad de laf F ilosofia, i de las costum bres, defiendas la R eli­gión con trastada , anuncies la verdad C a tó lic a , i correspondiendo á la fidelidad de tus Padres, coro­nes tus glorias en la bienaventuranza. A m en,

{ a ) Sic Ttích . de Laúd. Carm* C2p. 7 . num. z«

O. S. C. S. R. E.

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LW

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á A R M O N E S

Vatios

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