adios hasta manana

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    William Maxwell

    TAPAUn disparoEl lutoLa casa nuevaEn el pasillo del institutoLa emocin de ser propietario

    La historia de Lloyd WilsonCriaturas (ms o menos) inocentesLa maquinaria judicialEl ltimo curso

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    William Maxwell

    Adis, hasta maana

    Ttulo original:Solong, See you tomorrow

    Traduccin: Catalna Martnez Muoz

    Ediciones Siruela S.A. - Libros del Tiempo 86Madrid - Espaa 1988

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    APA

    Adis. Hasta maana es la crnica de un crimen pasional ocurrido en los aos veinte e

    antaciones agrcolas de Illinois, en donde dos jvenes parejas de granjeros, con hijos de

    ad y unidas desde antiguo por una amistad estrecha y sincera, quedan sbitamente destroz

    ando un amor irrefrenable surge entre Lloyd Wilson y Fern Smith.

    Amistad y traicin, pasin amorosa y prejuicios sociales, justicia y culpa, son los slidos

    bargo invisibles cimientos sobre los que se asienta esta sobrecogedora alegora de la vida dseres humanos son vctimas inocentes del destino.

    Para los escritores de mi generacin, esta novela de William Maxwell es el libro que a

    sotros nos hizo pensar en la necesidad de escribir una novela corta y nos convenci de

    damos escribirla. Pero qu modelo tan inalcanzable!

    Richard Ford

    Maxwell es, indiscutiblemente, uno de los grandes novelistas del ltimo medio siglo.

    Village Voice

    La voz de Maxwell es una de las ms sabias en la ficcin norteamericana y una de lasrnas.

    ohn Updike

    William Maxwell (1908), autor de seis novelas y de tres libros de relatos, ha trabajado du

    arenta aos como editor delNew Yorker y actualmente reside en Nueva York. Su novela A

    asta maana (1980) ha recibido el American Book Award y el PEN/Malamud Award 1995, si

    mbin la primera obra de Maxwell que se traduce al castellano.

    A Robert Fitzgerald

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    n disparo

    El pozo de la cantera se encontraba a poco ms de un kilmetro al este de la ciudad, era del tamapequeo lago y tan profundo que a los nios menores de diecisis aos sus padres les proh

    arse all. Yo lo saba slo de odas. La gente deca que no tena fondo, y como a m me interecho la idea de que si cavabas un agujero en cualquier parte y no parabas de cavar terminabina, lo tomaba por un hecho irrefutable.

    Una maana de invierno, poco antes del amanecer, tres hombres que estaban all cargando grava oo que son como un disparo. O tal vez, dijeron, haba sido la explosin del motor de un coch

    svaneci en pocos segundos. Nadie iba hasta la cantera por el campo que se extenda junto a mpoco haban visto a nadie caminando por la carretera. El ruido no proceda del motor de un coch

    njero llamado Lloyd Wilson acababa de morir de un disparo, y lo que oyeron fue el sonido del e lo mat.El to de Wilson, que viva con l desde haca algunos aos y era un hombre de sesenta y tantos tific durante el juicio que, mientras daba de comer a los caballos, vio el farol de su sobrino caestablo de las vacas. Las cuadras y el establo de las vacas se hallaban a unos ciento sesenta m

    distancia. No oy el disparo y no fue consciente de que esa maana hubiese en la granja nadie aja. Por aquel entonces vivan en la granja Wilson, sus dos hijos, de seis y nueve aos, su vieja crito, Fred Wilson.

    A continuacin subi al estrado la criada y declar que, la ltima maana de su vida, Lloyd Wilsant como de costumbre a las cinco y media, se visti y encendi dos fuegos. Mientras esperaba fuego de la cocina prendiese, estuvo charlando y bromeando con ella. Pareca de buen humor ycasa silbando. Normalmente iba a ordear a las vacas y regresaba a la cocina antes de que

    biese preparado el desayuno. A las siete, como ella saba que Wilson tena que ir a la ciudad a ren hombre al que haba contratado para que lo ayudase a desvainar el maz tardo, le dijo al men

    nios que fuese a ver por qu su padre tardaba tanto. El nio le pidi una linterna, ella escudricuridad y le dijo que no necesitaba una linterna porque se vea el resplandor del farol a travs erta abierta del establo. Al poco rato oy que el nio volva a la casa. Estaba llorando. Cuando puerta y sali a su encuentro, el nio dijo: Pap est muerto! Est all sentado con los ojos abiro est muerto.Nadie cree a los nios. Lo apart a un lado y corri al establo. Wilson estaba sentado sobre un tabordeo en mitad del establo, con el cuerpo desplomado contra el tabique. Ella le cogi de la mant: Qu diablos te pasa, Lloyd?, pensando que le haba dado un infarto o una apopleja. Tal nio haba dicho, estaba sentado con los ojos abiertos, pero estaba muerto.La criada y Fred Wilson se ocuparon de todo -es decir, ella volvi a la casa e hizo varias llamadfono y l termin de ordear a las vacas, las llev de nuevo a los pastos y luego se sent jundver hasta que el empresario de pompas fnebres y su ayudante llegaron y se lo llevaron a la ciura entonces, el rigor mortis ya haba hecho su aparicin y tuvieron que cortarle la manga de la chara desnudarlo. Le quitaron la chaqueta, el chaleco de pana y la camisa de franela, y al fin vieroquea mancha roja en la camiseta, a la altura del corazn.En aquella poca -estoy hablando de comienzos de los aos veinte- las gentes de Lincoln casi raban las puertas con llave durante la noche, y si lo hacan no era por miedo a que entrase un lavez en cuando se lea en el peridico vespertino que un hombre haba sido detenido por con

    andalosa, lo que significaba embriaguez. Sin pararme a pensar en ello, yo habra dicho

    cilmente caba esperar que se cometiesen actos violentos en un lugar donde las casas no estaban

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    jadas unas de otras y nunca rodeadas por altos muros y donde habra sido difcil hacer algo rae alguien, por una u otra circunstancia o por simple curiosidad, pudiese verlo. Pero consideremuiente frase, extrada de una historia de Logan County publicada en 1911: Si bien se h

    oducido en el vecindario cerca de cincuenta reyertas, con arma de fuego, de fatales consecuencpartes implicadas rara vez eran conocidas u ocupaban una posicin relevante en la comunidad

    general, el tiroteo, el apualamiento o la paliza tenan lugar en el chamizo de un minero del carbcallejn o en una granja solitaria, pero uno de los crmenes mencionados en este libro ocurri ea de la calle 10, a slo una manzana de la casa donde vivamos cuando yo era nio. Lo que difer

    asesinato de Lloyd Wilson de todos los dems fue un hecho tan espeluznante que el Courier-Herancoln dud durante das antes de decidirse a publicarlo: el asesino haba cortado la oreja del din una cuchilla y se la haba llevado consigo. En aquella poca prefreudiana, la gente no se pregunt poda sustituir una oreja; simplemente senta escalofros.

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    l luto

    Dudo mucho que yo hubiera recordado durante ms de cincuenta aos el asesinato de un granjero ahaba visto en mi vida de no ser porque (1) el asesino era el padre de alguien a quien yo conocaco despus yo hara algo de lo que ms tarde me sentira avergonzado. Este recuerdo -si es queede llamar as- es un circunloquio, un modo intil de rectificar.Antes de entrar en todo ello debo ocuparme de otro asunto. A medida que pasaron los aos en la

    mi padre y el pasado empez a aparecer cada vez ms en su conversacin, un da le pregunt cmmadre. Yo la conoca como madre, pero pens que ya iba siendo hora de que alguien me habla

    a como persona. Para mi sorpresa, mi padre dijo: Eso es agua pasada, y con ello me hizo cro tambin me dej con la duda, por la brusquedad del tono, bien porque al cabo de tanto tiemnta gran cosa por ella, bien porque lo senta y pensaba que no deba sentido. Sea como fuere, no qblar de ella.

    Son muy pocas las familias que escapan a uno u otro tipo de tragedia, pero durante losmprendidos entre 1909 y 1919 hubo en la familia de mi madre ms de las habituales. Una noche quelo pas en una granja, una rata o un hurn le mordi en una oreja y muri a los tres me

    nsecuencia de la infeccin. El nico hermano de mi madre perdi el brazo derecho en un accidenomvil. Su hermana menor derram un chorro de queroseno sobre una parrilla que se resicenderse, se le prendi la ropa y qued marcada de cicatrices para el resto de su vida. A mi hermyor, cuando tena cinco aos, se le qued el pie atrapado en la rueda de un carro.

    Yo era tan pequeo cuando ocurrieron estas cosas que o no me enter de ellas o no me afectaron poiban conmigo, por as decir. Cuando se desnudaba por la noche, mi hermano se quitaba la p

    ificial y la dejaba apoyada sobre una silla. Puesto que dormamos en la misma habitacin, aquel oresultaba tan familiar como su gorra o su guante de bisbol. Mi hermano no era dado a compades mismo y los adultos tenan sumo cuidado de no mostrar lstima de l por lo ocurrido. Lo q

    nta ante su afliccin se hallaba almacenado en un lugar recndito de mi inconsciente (supone exista tal cosa) al que no era capaz de acceder.Mi hermano menor naci el da de Ao Nuevo, cuando la epidemia de gripe de 1918 se encontramomento lgido. Mi madre muri a los dos das, de neumona doble. Despus de eso no hubo

    sastres. Lo peor que poda pasar ya haba pasado y todas las cosas perdieron su esplendor. Sidito a lo ocurrido, soportamos la corona en la puerta, las idas y venidas del empresario de po

    nebres, la llegada de la comida, el irresistible olor de las flores blancas y todo lo dems, incluimer desfile de criadas que cuidaban del beb y ocupaban el lugar de mi madre en la mesa a las comer. Volviendo la vista atrs, me parece harto probable que la suerte de aquella mujer de rrino y pecho plano ya estuviese echada mucho antes de que pusiera sus ojos en nosotros. Vena ndo completamente desconocido para nosotros y no recuerdo que nunca tuviese das libres. Puedentase ser una madre para mi hermano mayor y para m, pero eso no bastaba para vencer nuistencia. ramos conscientes de lo que habamos perdido y no estbamos dispuestos a acalquier forma de afecto postizo.Mis tas maternas, mis tas paternas y mi abuela se ocupaban de cuidarnos. De no ser por ellas habra sido de nosotros en aquella casa tan triste, donde nada cambiaba jams, donde la viba quedado estancada. Mi padre estaba destrozado por la muerte de mi madre. De noche, despunar, paseaba por la casa y yo lo acompaaba, cogido de su cintura. Yo tena entonces diez aosdre iba desde la sala de estar hasta el vestbulo, luego daba la vuelta, pasaba junto al reloj de

    abuelo y entraba en la biblioteca, desde donde volva a la sala. O bien pasaba de la bibliote

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    medor y luego a la sala por otra puerta, para volver despus al vestbulo. Como l no deca nadmpoco hablaba. Intentaba adivinar, antes de que l se diese la vuelta, hacia qu habitacin peigirse a continuacin, para no tropezar el uno con el otro. Fijaba la vista en los objetos en lugar habitaciones y su rostro tena el color de la ceniza. Por conversaciones que haban tenido lugar sencia, saba que mi padre estaba atormentado por la idea de que era responsable de lo ocurrid

    biese tomado esta o aquella precaucin Pero no era cierto. En un momento en el que la epidusaba estragos y se recomend a la gente evitar los lugares concurridos, l y mi madre tomaron uarrotado de personas para ir hasta Bloomington, una localidad situada a unos 50 km, dond

    talaciones hospitalarias eran mejores que en Lincoln. Pero, aunque hubiese dado a luz en casdre habra cogido la gripe de todos modos. Mi hermano mayor, mi padre o yo se la habrntagiado. Camos uno tras otro.

    Yo tena que adivinar lo que pensaba mi hermano mayor. No se molestaba en compartirnsamientos conmigo. Estudiaba la expresin de sus ojos color de avellana y me sobresaltaba: ber lo ocurrido, habra pensado que se senta herido por algo que su orgullo le impeda mencionao cuanto poda hacer por ocultarlo. De noche nos desnudbamos, nos metamos en la cama y

    edbamos dormidos sin aprovechar la oscuridad para abrir nuestros corazones el uno al otro. Aresulta extrao. Entonces no me lo pareca. A pesar de que ramos muy distintos, l me conoca

    n, es decir, conoca mis debilidades y saba cmo aprovecharse de ellas, y eso me volva recelhora de expresarle mis sentimientos. Adems, sospecho que ya le haba contado ms de la cuentgo manera de saber qu habra dicho l. Lo que yo callaba, a travs de la escasa distanci

    paraba nuestras camas, era que no entenda por qu nos haba tocado a nosotros. Pareca un errerrores haba que rectificarlos, slo que ste no tena rectificacin posible. Entre el modo en quees las cosas y el modo en que fueron despus se abri un abismo insalvable. Yo necesitaba encoa explicacin distinta de la real, y sta era que no ramos ms inmunes a la desgracia que cualesqas personas, y no poda dejar de pensar, tal vez a causa de los paseos que daba con mi padre pa, que haba cruzado sin darme cuenta una puerta que no deba haber cruzado y ya no poda regrear que jams debera haber abandonado. En realidad se trataba de todo lo contrario: no me

    rchado a ninguna parte y nada haba cambiado, al menos en lo tocante al techo que protega nubezas; lo nico diferente era que ella estaba en el cementerio.Cuando volva a casa, al salir del colegio, haca lo mismo de siempre: leer hecho un ovillo en el e haba junto a la ventana de la biblioteca o tumbado de espaldas en el suelo, con los pies apoyada silla, en el rincn ms oscuro que pudiera encontrar. La casa estaba llena de lugares para leer qunan como anillo al dedo, y lea los mismos libros una y otra vez. A los nios normalmentonfortan y proporcionan seguridad los objetos familiares: un paragero, un cenicero de c

    corado con vitolas de colores, las pinzas de la chimenea o cualquier cosa. Con la ayuda de esos objetos cotidianos -con la ayuda tambin de los dos grandes olmos que protegan la casa del

    sol, de la parra junto a la puerta trasera, del lilo blanco que creca junto a la ventana del comecmodo mobiliario de mimbre y el balancn del porche, que se sumaba con su chirrido a los sola noche estival- fui pasando de da en da.Mi padre fue pasando de un da a da concentrndose de lleno en su trabajo. Trabajaba como amobiliario para una pequea compaa de seguros contra incendios y recorra Illinois de punta a paluando riesgos y cultivando la amistad de las autoridades locales, que de este modo contrataranvicios con su empresa. El sbado por la maana se sentaba en la biblioteca, revisaba uno por unores de inspeccin que haba detectado y, cuando reuna un buen montn, me los pasaba a m y y

    ntaba en el suelo y los ordenaba alfabticamente por el nombre de la localidad, orgulloso de p

    udarlo. Se marchaba el martes por la maana, con una cartera repleta de formularios, y regresarnes por la tarde a una casa que era un hervidero de problemas que l no estaba acostumbr

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    carar. Su tristeza era paciente y desprovista de toda esperanza. Segua durmiendo en la cama que mpartido con mi madre, intentaba actuar como mi madre hubiese deseado y creo que, a medidsaba el tiempo, mi padre estaba cada vez menos seguro de cmo deba actuar. Se deshizo de las mi madre y, lo que era ms importante para m, tambin de su ropa, para que yo no pudiese ab

    mario y contemplarla.Todos los amigos de la familia le aseguraban que no haba ms cura que el tiempo, y aunque l , ya lo s, estoy seguro de que no les crea. Una vez a la semana daba cuerda a todos los relojesa, comenzando por el reloj del abuelo que haba en el vestbulo. Las manecillas que marcaba

    ras y los minutos giraban al mismo tiempo y la luz del exterior corroboraba lo que stas decanla hora de desayunar, que la tarde tocaba a su fin, que era de noche y la oscuridad presionaba ccristales de las ventanas. Lo que decan los amigos de la familia era cierto. Para algunos. Para manecillas del reloj pueden seguir girando hasta el Da del Juicio y no curar nada. Yo no s cm

    dre lleg a aceptar su dolor. Slo s que pas ms de un ao hasta que su rostro recuper el colorpaz de sonrer cuando alguien deca algo gracioso.La gente siempre hablaba de mi madre en trminos generales -sus magnficas cualidades, su capara hacer felices a quienes la rodeaban, y cosas as- que a m no me decan nada que ya no supiermo si lo ocurrido les impidiese verla claramente. Y lo mismo les pasaba con nosotros. A ella staba que la retratasen y no conservbamos ms que unas cuantas instantneas y una fotograudio, tomada cuando tena poco ms de veinte aos, con el pelo recogido en un moo alto y unaterciopelo negro alrededor del cuello. Tena slo treinta y ocho aos cuando muri, pero

    gordado, como la mayora de las mujeres en aquella poca. La boca y los dulces ojos castaosactos. Lo dems me resultaba irreconocible, por ms que quisiera creer que alguna vez haba sidmi padre tampoco le gustaba esa foto, y le pidi al fotgrafo que en su da la haba hecho qocase para que pareciese una mujer ms madura. Estoy seguro de que mi madre jams haba tuel aspecto: vago e idealizado, como si ni siquiera se acordase de nosotros. Mi madre a veces ppaciencia y se sala de sus casillas; no as esta mujer que muri antes de tiempo, dejando a un msconsolado y a tres hijos hurfanos. La fotografa retocada se interpuso entre m y el rostro qu

    ordaba. Y cada vez me result ms difcil evocar la imagen de mi madre tal como era realmando ya slo fui capaz de recordar su aspecto de manera general, an recordaba el sonido de su

    aferraba a aquel recuerdo. Tambin me aferraba a la idea de que si las cosas permanactamente como estaban, si tenamos cuidado de no dar ningn paso en ninguna direcnseguiramos en cierto modo que todo volviese a ser como antes de que ella muriera. Yo saba qu

    una idea muy razonable, pero la alternativa -el hecho de que cuando la gente se muere desaparedad y, por tanto, nunca volvera a ver a mi madre- era algo que entonces, y hasta mucho ti

    spus, no poda soportar.

    cierta ocasin, siendo mi padre ya anciano, me sorprendi al confesar que haba comprendido enmento lo que la muerte de mi madre haba significado para m, pero que no tena la menor id

    mo actuar. Creo que habra bastado con que me hubiese dicho eso. Si no lo dijo fue tal vez pons que no haba nada que ni l ni nadie pudiera hacer. O quizs pens que yo rechazara cuauda que intentase ofrecerme. De nio me dolan los odos con frecuencia y entonces iba en busca ddre y le peda que me echara en el odo el humo de su cigarro. l dejaba de hablar, me acercaba y, casi rozndome la oreja con los labios, me introduca el humo tibio. Era un remedio tan eficaz co cualquiera y adems iba acompaado de intimidad fsica. Una noche -no recuerdo cuntos

    dra entonces unos cinco o seis-, cuando lleg la hora de irse a la cama y fui a darle a mi maso de buenas noches, como tena por costumbre, me inclin tambin hacia mi padre y l me dijo q

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    muy mayor para eso. A juzgar por las costumbres de la poca y el lugar, supongo que tena rro a m me apeteca de todos modos. Cmo expresar si no mis sentimientos hacia l? No lo dionces ni nunca. A partir de ese momento mis sentimientos hacia l cambiaron y me volv recel

    sconfiado.En la calle 9 haba montones de nios con los que jugar, y a veces jugaba con ellos, au

    neralmente prefera jugar solo. El da de primavera ms hermoso del ao, yo me quedaba enendo el Tic- Toc de Oz. Cuando me cansaba de leer me encerraba en el tico, en una habit

    cura, y jugaba con mi pequeo proyector de transparencias o con un teatro de cartn que yo m

    ba fabricado. Esto preocupaba a mi padre, tanto por el hecho de que yo no pasara suficiente tieme libre, como por el hecho de que siguieran interesndome aquellas cosas. Cmo diablos narme la vida cuando fuese mayor? No era nada extrao que pensase as. Cada uno es cada cual; hombre de negocios y no se le pasaba por la cabeza que hubiese nada mejor. De vez en cuandoprenda en mitad de una de mis complicadas fantasas y entonces tena que recoger mis corcharme a otra parte, donde l no pudiera darme rdenes, para volver a sentirme alegre. Cuand

    blaba con impaciencia o en un tono que a m me pareca de dureza, me resultaba imposible contento, y eso le irritaba an ms. Y cuando se daba la vuelta, yo senta que se desentenda de m. Aera el hijo que l deseaba? Tampoco lo deca. A los adultos les resulta bastante difcil dominacciones emocionales. Los nios sencillamente sienten lo que sienten, y yo saba que no era la niojos de mi padre.

    Ambos ramos producto de la poca. No creo que el sndrome del padre-duro-hombre de negocioo-hipersensible y artstico siga existiendo hoy. Los padres de ahora son mucho ms cariosos y us hijos ya crecidos cuando les apetece; adems, quin sabe lo que significa ser hiperseniendo en cuenta la cantidad de cosas que pueden despertar nuestra sensibilidad.

    Cuando hubieron cado del calendario los meses suficientes como para que las amigas de mi mnsiderasen oportuno empezar a invitar a mi padre a sus fiestas, lo invitaron. Y l se visti paasin y all fue. Eran, sin lugar a dudas, casamenteras, y como todas las casamenteras tenan ra

    bivalentes. No creo que l necesitase su ayuda. Tena poco ms de cuarenta aos, siempre habaactivo y haba gustado a las mujeres, y habra sido raro que no encontrase a alguien dispueererlo. Yo no tena la menor idea de cules eran las necesidades sexuales y emocionales de un hosu edad. Para m era slo mi padre y supuse que, durante el resto de su vida, permanecera fiemoria de mi madre, que es como les haba odo expresarlo a los adultos.Mientras l tena su vida social, yo tena la ma. En nuestra clase decidimos celebrar una fieslloween, pero no sabamos dnde hacerla. Yo ofrec mi casa y aceptaron mi ofrecimiento. Cuancont a mi padre, sacudi la cabeza dubitativamente y me pregunt qu pensaba hacer. Le dijeciara una calabaza y decorara la sala de estar con tallos de maz. No le pareca que la fiesta fue

    soluto una buena idea, significara ms trabajo para la criada y la prxima vez debera consues de hacer algo parecido. Puesto que ya me haba comprometido, poda seguir adelante, con e nos limitsemos a una de las habitaciones vacas y ussemos la escalera de servicio. Mi madaba all para decirle que aquello era inconcebible, como de hecho fue. Profundamente avergonnduje al profesor y a mis compaeros por habitaciones bien iluminadas y acogedoras, cruzammedor hasta llegar a la despensa y subimos por la estrecha e inhspita escalera de servicio. Nreci encontrarlo extrao. Pero no creo que fuese una buena fiesta de Halloween. Lo que an conmi mente despus de tantos aos es una escena que ocurri junto al cesto de la colada, en el vestla entrada trasera. Habamos decidido que la profesora sera la vctima, se sentara en una sill

    ara vendar los ojos. Llegado ese punto, comenc a dudar de si aquello era adecuado. Me acera de las nias y ella pas a ocupar mi lugar. Cuando la profesora se quit la venda, la nia sonre

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    eite porque un nio -ella crey que fue un nio- la haba besado.

    Cuando lleg el momento de anunciarme que iba a casarse, mi padre hizo gala de toda su amabiesperaba que yo hiciese la menor objecin, aunque tampoco habra renunciado por ello.

    Un par de aos antes de que esto ocurriera, un da de verano en que yo me encontraba en el Cllf, vagando distradamente junto a la casa del cadi, presenci una escena que no logr entendencipio pens que se trataba de un animal desconocido. Luego retroced con horror. Lo que endo era una serpiente tragndose a una rana que se resista a ser digerida. Igual que la idea de qujer pudiese ocupar el lugar de mi madre no slo en la mesa, sino tambin en el corazn de mi pad

    Mientras que un chico ms rebelde se habra escapado de casa o habra terminado metindose en la polica, yo esconda la nariz entre las pginas de un libro para no pensar en cosas qusagradaban y que no poda evitar. No bastaba con que yo, o con que mi hermano mayor, mi hermqueo y yo cruzsemos sigilosamente aquel umbral para que, llegado el momento, las cosas volvu ser; a mi madre le habra gustado que nos llevsemos a mi padre con nosotros. Pero cmo, si asarse con otra mujer?Habamos abandonado nuestra posicin segura y ya no haba posibilidad de que las cosas volvie

    como antes de que ella muriera. No sabra decir si aquel sentimiento que me atenazaba tena reln lo que podra ocurrir o con lo que ya haba ocurrido y era irremediable.

    El jardn de infancia dirigido por la seorita Lena Moose y la seorita Lucy Sheffield se encontrasegundo piso de un edificio situado junto a la plaza del Palacio de Justicia, y la joven que se conmi madrastra iba de casa en casa a las nueve de la maana, recogiendo a los nios. Una vebamos todos reunidos, nos llevaba hasta el centro de la ciudad. Por aquel entonces deba de co ms de veinte aos. De nia haba vivido en la calle 9, pero ya no viva all. El da del funemadre, a medioda, cuando entramos en el comedor, ella estaba all. Me sent a la mesa, pe

    da comer. Las lgrimas me haban formado un nudo en la garganta. Ella se me acerc, se detuvo dmi silla y me dijo que comiera un poco de patata hervida. Por ella, porque era joven y hermo

    rque siempre me haba gustado, consegu comer un poco. El sabor de aquella patata hervida m

    ompaado durante el resto de mi vida.En los cuentos populares, la aparicin de una madrastra es siempre una desgracia. Presumiblemo no es as por la cantidad de segundas esposas que han maltratado a los hijos procedentes del ptrimonio del marido -aunque tampoco sera difcil encontrar algunos ejemplos-, sino pentimiento universal de los nios hacia una extraa. Por esta razn, el hecho de que el padre vuearse supone un acto de traicin no slo hacia la madre muerta, sino tambin hacia los hijosependencia de cmo sea la madrastra.

    Qu extraas e inverosmiles son las cosas lavadas en las costas del tiempo! Conservo entr

    rtenencias un viejo lbum de fotografas lleno de retratos de mi madrastra cuando era jovenmosa y dulce como era, con unos manguitos de piel, un pintoresco sombrero y las faldas casi haelo. Hay fotos de ella con amigas, con su madre y su hermana, con alguno de sus cuatro hermanosrientes mayores en el porche de una casa de finales de siglo, en Boston, creo. Hay dos seriografas, tomadas por un fotgrafo local, de una fiesta de disfraces: una con mscaras y otra sin ra que se sepa quin era el pirata, el payaso, la Colombina, etc. A la mayora de la gente que aplas fotos la fui conociendo a medida que crec. Y hay ms fotos de mi madrastra: en Washington Drante la Primera Guerra Mundial, con un hombre de rostro enjuto y vestido de soldado, del quaba enamorada por aquel entonces pero con quien no lleg a casarse; y en Lincoln, con el beb mana en brazos, y as sucesivamente. Qu hermosos trajes! Qu magnficos automviles! Qu

    oca!

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    Al principio y al final del lbum, pegadas en huecos libres, puesto que aparecen en el sentido cona secuencia, hay doce fotografas de mi padre. Salvo una en la que est solo, de pie junto a una peces dispuestos sobre una roca, siempre aparece con otras personas. Lleva un palo de golf no. O est fumando en pipa. O sale en traje de bao, rodeando con un brazo la cintura de mi madon el otro la de una mujer a la que no conozco. Y, al contemplar estas fotos desvadas, comprendo que sobrevive en m comprende, con una punzada de dolor- que tengo edad suficiente para

    dre de ese hombre que muri hace casi veinte aos y, sin embargo, an me desazona verlo feliz? En cierto modo, su felicidad era entonces (y por siempre jams, al

    recer) una amenaza para m. No era ese tipo de felicidad de la que pueden participar los niosor qu sigue inquietndome ahora? No logro entenderlo.

    Si en virtud de un truco de magia sobrenatural hubiese podido sacar a mi madre del cementeriobisemos seguido viviendo como antes, habramos terminado en una isla en mitad de un rmbios, pues corra el ao de 1921 y las mujeres haban comenzado a cortarse el pelo y a llevar fr encima de la rodilla y a beber ginebra en pblico, en petacas de plata. De vez en cuando, aba ms de la cuenta y haba que llevarla a casa. Los chismosos tenan entonces motivos para sacabeza. A la luz de los acontecimientos posteriores, los aos veinte parecen en conjunto una

    iciosa y despreocupada. En lo que respecta a las buenas maneras, aquello fue el principio deando mi madre sala a cabalgar con mi padre los domingos por la maana, se sentaba demagnense!) y bajaba las escaleras del porche vestida con una falda pantaln que barra el suemento. Intento imaginrmela con el pelo corto y la falda por encima de la rodilla y frundamente.

    An era posible pensar, como pensaba mi padre, que el presente era mejor que el pasado en cualqlos sentidos, y que el futuro sera necesariamente an ms satisfactorio. Mi padre tambin creaigacin de adaptarse a los tiempos. Cuando entr en vigor la Ley Seca, anunci que estaba dispu

    mplir la ley y dej de beber -lo que en su caso significaba una jarra de cerveza o un trago de bou

    compaa masculina-. Y cuando result que otras personas no estaban dispuestas a obrar del mdo, mi padre empez a destilar su propia ginebra y a comprarle whisky hecho con matarratasntrabandista llamado Connhound Johnny, como hacan sus amigos.En cierta ocasin, incluso se pas de la raya. Los viernes por la tarde yo asista a la escuela de bacticaba con las nias el one-step, el fox-trot y el vals. Se cogan unas a otras con los brazos estir

    espaldas tiesas como varas y aire distante. La profesora de baile era joven y alegre y meda men0 m, es decir, que era de mi misma estatura, aunque llevaba unos tacones muy altos. Haba tam

    a clase para adultos los jueves por la tarde, a la que asistan mi padre y mi madrastra antes de cada, juntaron sus mejillas y practicaron un nuevo baile que haban estado ensayando en privad

    maba toddle y todo el mundo dej de bailar para mirarlos, mientras la profesora, colorada commate, les peda que abandonasen la pista de inmediato.Es caracterstico de mi padre el hecho de que, aun cuando se enfad con ella y nunca ms volvi, a m no me sac de la clase de los nios. El viernes por la tarde, la profesora me pidi qu

    edase un momento cuando se marcharon los dems nios y nias. Pareca preocupada, pernsegua explicarse. Senta quiz que yo era el nico que en cierto modo estaba de su parte? Hcho lo que deba, sin pararse a pensar en que aquellas dos personas eran gente de buena familia a divorciada con dos hijos que sacar adelante y recin llegada a la ciudad. Puede que, en realiduiera supiera quin era de buena familia y quin no. Sent lstima de ella, como la siento siempro a alguien llorar. Fui desleal con mi padre, al quedarme all escuchando las cosas que dijo de

    sent avergonzado al enterarme de que haba sido protagonista de un escndalo.

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    Una de las cosas que a mi madre ms le gustaban de mi padre era su talento natural para la msicaesperanza de que aquel don fuese hereditario, mi madre habl con una monja que enseaba msiescuela catlica para que diese clases de piano a mi hermano mayor. Cuando cumpl seis aos, fuhermano a la casa donde vivan las monjas para recibir mi primera leccin de msica. La her

    ary Anise me ense a colocar las manos sobre el teclado y yo me qued mirando sus dierradoramente retorcidos, y me ech a llorar. Le dijo a mi hermano que no volviese a llevarme e cumpliese siete aos -para entonces se haba puesto dentadura postiza y pude mirarlauanimidad-. Yo no tena cualidades para la msica y no me gustaba practicar. Lo que me gustaba

    vidas de los compositores, que me fueron parcamente facilitadas de una en una, en hojacuadernar que yo mismo dobl y cos por el lomo, junto con una lmina de ilustraciones para peg

    lugares correspondientes. En el primero de estos libros le que el prfido hermano mayor de Jbastian Bach estaba celoso del talento de ste y le impeda el acceso a la msica que le interesabnera que Bach se levantaba a medianoche y la copiaba a la luz de la luna, estropendose la vist

    m cario al joven y torturado Johann Sebastian Bach y despus de l a Handel y suMsica acutHaydn, Mozart, Beethoven, Schubert, Schumann y Mendelssohn, a las peras de Wagner, y a la msica en general. Pero eso no sirvi para mejorar mi tcnica interpretativa. Bemol, deca mi msde la habitacin contigua cuando ensayaba en casa. Mibemol, no mi natural. Y yo me levantab

    urete y me iba a mirar el reloj del vestbulo.Mi padre tena una pequea victrola sobre el piano vertical de la sala y, despus de cenar, ponco nuevo dos o tres veces seguidas para ir sacando los acordes, se haca con la meloda, lo conscaba ragtime y canciones de la poca. Tena un hermoso modo de tocar y a la gente le encaucharlo. Un da se sent conmigo al piano e intent ensearme a tocar de odo. No entend unaabra de lo que me dijo.

    No le haca ninguna gracia que me equivocara en The Sheperd Boy's Prayer, y adems quera qustase la misma msica que a l, de manera que, cuando cumpl doce aos, sin pedirme opininpar de la hermana Mary Anise y de Bach, Handel y Haydn y decidi que en lo sucesivo estudiar

    a joven casada que tocaba el rgano en la iglesia catlica y era la mejor amiga de mi madrastraicacin de mi padre, mi maestra me pidi que estudiase una pieza titulada Alice Blue Gown

    staba aquella mujer, pero llegu a aborrecer profundamente la insulsa cancin, tras pasar vmanas sin tocar otra cosa. Tampoco haca progresos. Haba encontrado una parcela en la que oponmi padre sin caer en la desobediencia activa.

    Como l estaba a punto de terminar el perodo de luto, que por aquel entonces duraba aproximadams aos -o al menos eso deca la gente-, l y mi madrastra esperaron un tiempo. Ella pas

    mporada en California, y cuando yo asista a mi clase de msica me entregaban un grueso sobr

    ba llegado por correo dentro de otro dirigido a mi maestra. A nadie se le ocurri que la cdiese abrir el sobre con vapor y leer su contenido; en lugar de esto, todos actuaron como si el hece un nio de doce aos llevase a casa una carta de amor para su padre fuese la cosa ms naturndo.

    La razn de que la vida sea tan extraa es que muchas veces la gente no tiene eleccin, aunque eno creo que fue un abuso: es decir, mi padre podra haber alquilado un apartado de correos. Tal vuadi la idea de que, si lo vean entrar en la oficina de correos y sacar una carta del casillero, lahabra tardado en averiguar lo que pasaba. De modo que tampoco l tuvo eleccin, ni entonces nimento de vender la casa, que estaba llena de recuerdos de mi madre. Dos o tres semanas despu

    nerla en venta, la compr un hombre que estaba harto de ser granjero y quera vivir en la ciuda, mientras yo estaba en el colegio, el nuevo propietario lleg a nuestra casa y todos los mueble

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    padre no haba conseguido vender o regalar terminaron en una casa mucho ms pequea que alqua calle sin pavimentar, casi en las afueras de la ciudad.Yo fui directamente desde el colegio a la casa nueva. Aunque siendo adulto me he detenido muces a contemplar mi primera casa, nunca volv a entrar desde ese da en que tantos objetos quuerdo y que me gustara ver reunidos desaparecieron sin dejar rastro: sofs y sillones victoriandera de castao por los que mis dedos se haban deslizado distradamente, trazando cada uno ddos y volutas, mesas de caoba, viejas alfombras orientales, espejos dorados, cuadros, grandes nos de fotografas que me saba de memoria. Si no hubieran desaparecido entonces, ha

    saparecido en cualquier otro momento, quedando la vida, Como en alguna parte dice Ortega y Guinada en s misma y para siempre.La casa alquilada no tena un jardn propiamente dicho; las escaleras del porche se encontraban tros de la acera y nuestra casa y la casa contigua eran idnticas. Los picotazos que me despertadianoche resultaron ser chinches, ocultas bajo el papel pintado en una esquina de la habitacinerminador se ocup de ellas. Mi padre tal vez pens que, como no bamos a quedarnos all mmpo, el aspecto de la casa no importaba demasiado. O puede que en aquel momento no enconda mejor. Yo me detena a observar las dos casas idnticas, detalle por detalle, como se comparaujos repetidos en el papel pintado de la pared, con la esperanza de encontrar una pequea difereos de aorar la vieja casa, la borr de mi recuerdo para siempre. Habamos venido a meno

    recer no tenamos ms remedio que aceptar la nueva situacin. La calle 9 daba la impresin de ado all desde el principio de los tiempos. Varias generaciones de nios haban crecido enado sus bicicletas en medio de la acera, donde la gente poda tropezar, haban construido cabaas, trepado a los rboles, jugado al escondite en las noches de verano. La calle sin pavimentar

    e entonces vivamos no tena ni pasado ni futuro, tan slo un triste presente en el que resultaba daginar algo que hacer.Una tarde de octubre, mi padre y Grace McGrath bajaron del brazo las escaleras de la casa mana de ella y contrajeron matrimonio en el vestbulo, ante un sacerdote catlico que no arlos en una iglesia porque mi padre era protestante. Yo era el nico de los presentes menor de tr

    os. Mi hermano mayor estaba en la universidad; mi hermano pequeo dormido en su cuna. Hgado el momento de olvidar aquella puerta que haba cruzado sin darme cuenta, y de olvidar el e a veces es posible surcar en sueos, y de olvidar cmo eran las cosas cuando mi madre an n embargo, me aferr a todo ello con ms fuerza que nunca, aunque me obligaban, lo quisiera o rar en la nueva vida de mi padre.

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    a casa nueva

    La mayora de las pequeas ciudades del centro de Illinois debe su existencia a la llegadrocarril, durante la dcada anterior a la Guerra Civil. Siempre he tenido la impresin de que Lien cierto modo distinta de las dems, pero eso es quiz porque yo viva all. Es cabeza del condne dos minas de carbn, hoy ya cerradas. Nunca tuvo industrias de consideracin y debe su moosperidad a los campos circundantes. En el ao 1921, los rboles que flanqueaban las

    idenciales ya haban tenido tiempo de alcanzar su tamao definitivo y hacan que la ciudad pares antigua de lo que en realidad era. No resultaba fcil decir cundo se haban construido las es su antigedad quedaba a menudo camuflada por aadidos posteriores, de tal modo que parmporales y tan indisociables de la gente que en ellas viva como sus voces, sus nombres o su monarse.

    A mi padre casi todas las cosas antiguas le resultaban agobiantes, sobre todo las casas viejas de tos y habitaciones irregulares que se comunicaban unas con otras ofreciendo una agradable vistae requeran grandes cantidades de carbn para caldearlas durante los duros inviernos de Illinoisntencin de paliar el problema construyendo una casa nueva, compr un solar en Park Place, un b

    moderno que los rboles no pasaban del metro y medio de altura y haba que arrodrigarlosotegerlos del viento del norte. Todas menos dos de las casas se encontraban en la acera derechale, frente a un prado de vacas en el que creo que an no se ha construido. Las parcelas eran estreccasas estaban mucho ms cerca unas de otras que en la zona vieja de la ciudad, pero tenan una p

    namental de ladrillo a la altura de la calle y una pequea extensin de csped en el centro, y estabda. Hoy en da, lo que est de moda en Lincoln es vivir en pleno campo, rodeado de maizales.

    Mi padre y mi madrastra haban visto en Bloomington una casa de estuco que les gust; buscaruitecto para que copiase la fachada y luego juguetearon los tres con los planos interiores hastultaron satisfactorios. Me ensearon sobre el plano dnde estara mi habitacin. En poco tiem

    ntaron los cimientos de hormign y se levant la estructura y fue posible ver el tamao real y la flas habitaciones. Yo iba all al salir del colegio y observaba trabajar a los carpinteros: pin, pinn, pan, pan Seguramente saban que yo esperaba a que recogiesen sus herramientas y se marchaa para trepar por el andamio, pero nunca me dijeron que no lo hiciera, ni me prestaron la mncin. Y yo tena la agradable sensacin, cuando pasaba de habitacin en habitacin a travs red y no de la puerta, o cuando levantaba la vista y vea el cielo azul entre las vigas, de contrado el modo de escapar a la realidad de las cosas.Cuando, paseando por el Museo de Arte Moderno, me encuentro con la escultura de Alberto Giacoulada El Palacio a las 4 de la maana, siempre me detengo a contemplarla, en parte porquuerda la casa nueva de mi padre en su aspecto inacabado y en parte por lo hermosa que es. Midecm de alto y es lo bastante conocida como para que no sea necesario que la describa. De todos m hecha de madera y no tiene tabiques, slo finas vigas verticales y horizontales. Parece insinuntn clsico y una torre. En una de las habitaciones de la parte superior del palacio revoloteraa criatura con cabeza de llave inglesa. Un pjaro? Un cruce entre bailarn y pterodctilo? Deuna especie de alacena suspendida en el aire, se encuentra el esqueleto de un animal. A la izquieta por tres paralelogramos blancuzcos, lo que podra ser una impresionante figura femenina o uprincipales piezas del ajedrez. Y, ms o menos en la posicin que ocupara un aro de baloncestoma vertical, hueca y espatulada, con una pelota delante.

    Todo es tremendamente sobrio y extrao, pero no ms extrao que el relato del artista sobre la cre

    esta escultura: Este objeto cobr forma poco a poco a finales del verano de 1932; se me r

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    tamente, y sus diversas partes fueron adoptando su apariencia exacta y ocupando su preciso lugarnjunto. Llegado el otoo, haba alcanzado tal cualidad real que su ejecucin en el espacio no mes de un da. Est relacionada sin duda alguna con un perodo de mi vida que haba concluido eerior, durante el cual pas seis largos meses, hora tras hora, en compaa de una mujer

    ncentraba en su ser la vida entera y me transformaba mgicamente en cada momento. De nnstruamos un fantstico palacio -los das y las noches tenan el mismo color, como si todo sucees del amanecer; durante aquellos meses no vi la luz del sol una sola vez-, una frgil estructuillas. Al menor movimiento en falso, una seccin completa de esta diminuta construccin

    nirse abajo. Y entonces comenzbamos de nuevo. No s cmo lleg a estar habitado por una colutebral metida en una jaula -la columna vertebral que esta mujer me vendi una de las primeras nque la encontr en la calle- y por uno de los pjaros esqueleto que ella vio justo la noche anterioana en que nuestra vida en comn se vino abajo: los pjaros esqueleto que revolotean entre gritilo a las cuatro de la maana en las alturas, sobre el estanque de aguas verdes y cristalinas dtan los blancos y finsimos esqueletos de los peces en el gran vestbulo a cielo abierto. En el cena el andamiaje de una torre, acaso inacabada o, puesto que su corona se ha derrumbado, acaso tama. Al otro lado surgi la estatua de una mujer en la que reconozco a mi madre, tal como aparece emeros recuerdos. El misterio de su largo vestido negro rozando el suelo me inquietaba; me parte de su cuerpo y despertaba en m un sentimiento de temor y confusin.Creo recordar que fui a la casa nueva un da de invierno y vi caer la nieve desde el tico hastrmitorios del piso de arriba. Tambin es posible que nunca hiciese tal cosa, pues estoy completamguro de que en un lbum de fotos al que le he perdido la pista haba una fotografa de la casa toto en las circunstancias que acabo de describir y puede que lo que ahora recuerde sea esto y n

    periencia real. Lo que todos nosotros (o lo que al menos yo) atribuimos confiadamente a la memendiendo por ello una escena, un hecho tratado con fijador y por tanto rescatado del olvido-, lidad una forma de narracin que se desarrolla sin cesar en la mente y que a menudo se transforcontada. Son demasiados los intereses emocionales que entran en conflicto para que la vida llenunca plenamente aceptable, y tal vez sea labor del narrador elaborar las cosas de tal modo q

    sten a este fin. En todo caso, cuando hablamos del pasado mentimos cada vez que respiramos.Antes de que se construyera la escalera haba un hueco en el centro de la casa y era necesario usvencijada escalera de mano de los carpinteros para subir al segundo piso. Un da, al mirar peco desde arriba, vi a Cletus Smith que me observaba desde lo alto de una pila de madera. Me ime le dije Sube. El caso es que subi. Nos quedamos observando el farol de la calle apagado a tuna abertura cuadrada que algn da se transformara en ventana, y luego subimos por otra esca

    minamos sobre las estrechas vigas horizontales con los brazos extendidos, balancendonos batas circenses sobre la cuerda floja. Podramos haber cado al suelo y rompernos un brazo rna, pero no nos pas nada.

    Los nios no necesitan demasiadas excusas para llevarse bien, en cuanto se les presenta la ocasinstaba su compaa y me alegr de que volviese al da siguiente. Si ahora lo viera tal comonces, no s si lo reconocera. Me parece recordar su sonrisa, y que tena las manos y los piesndes para un chico de trece aos. Y Cletus Smith no es su verdadero nombre.Lo conoca porque estaba en mi clase? Intento imaginrmelo de pie, junto al encerado, y no lo conpasado mucho tiempo. Estbamos en el mismo grupo Scout, lo que significara que en algn momaquel otoo habramos estudiado juntos el manual Scout, practicado el nudo de rizo, el ballestrinas de gua y pensado en las insignias que conseguiramos a continuacin? Desconozco la resplo s que lo conoca. De algo. Y que jugbamos juntos en la casa inacabada todos los das, arries

    estras vidas y respirando el olor rancio del serrn y las virutas de la madera recin cortada.La calle 9 era una extensin de casa, absolutamente segura. All nadie se meta conmigo. Pero

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    jaba de la calle 9 poda ser peligroso. Los chicos de octavo eran los amos del patio, antes de entrse y durante el recreo. Eran, a ratos, amables y protectores, a ratos, mezquinos, o insultaban cas, o se entregaban en cuerpo y alma a mejorar su habilidad en algn deporte. A veces llegaorcerle el brazo a uno de los pequeos o le ponan la zancadilla cuando pasaba corriendo y, si se haca dao, se sentan felices durante el siguiente cuarto de hora, pero rara vez centraban su ateel mismo nio durante mucho tiempo.Mirando atrs, es evidente que yo tena mis propios problemas. Para empezar, era flaco comillo. En cualquier tipo de competicin deportiva, la mente se me bloqueaba y me quedaba

    ralizado. La pelota de bisbol se me escapaba entre los dedos temblorosos. Nadie me quera uipo. Era un chico raro. Adems, tena la fea costumbre de ofrecer la respuesta adecuada cuguntaban en clase. Eso me vala una sonrisa de aprobacin del profesor y era agradable v

    mbre en la Lista de Honor. No era agradable que, de vuelta a casa, los hijos de dos mineroaban en mi clase, pero slo porque los haban pillado haciendo novillos y los haban llevado atiesen conmigo. No me libraba de ellos en ninguna parte: ni en clase, donde no me quitaban los oj

    cima, ni en el patio, donde me rondaban a todas horas, me empujaban y me provocaban para que yfendiera y les diera una excusa para acabar conmigo.Esto ocurra a la vista de todo el mundo, de todos los chicos que haban crecido conmigo, pero ant jams una mano en mi defensa, nadie acudi en mi ayuda -espero que, en parte, porque

    mbin tenan sus propias debilidades y no deseaban verse envueltos en una pelea, pero sin duda m algo que propiciaba esta actitud-. Como yo no saba lo que era, no poda hacer nada por evita

    alquiera de mis emociones -ineptitud fsica, temor, humillacin, el repertorio del adolescenmpleto- se reflejaba en mi rostro. Era una presa tan fcil que me sorprende que el placeperimentaban atormentndome durase tanto como dur. Cuando cumplieron catorce aos dejaregio y nunca volv a verlos. Adnde podran ir sino a la mina, con sus padres? Si alguien me hu

    ntado que estaban enfermos de silicosis no s si lo habra sentido.La diferencia de edad entre mi hermano mayor y yo era demasiado grande para compartir sus aficarticipar en ellas, y me habra gustado tener un hermano de edad ms parecida a la ma, para qu

    fendiera cuando tuviera problemas y para hacer cosas juntos. Ms o menos por aquel entonces, uamigas de mi madre, una mujer a la que conoca, aunque no demasiado, me invit a ir a su crnes al salir del colegio y quedarme all hasta el sbado por la tarde. Tena un hijo uno o dosyor que yo, dotado de todas las cualidades que deba tener un chico de su edad: abierto y respe

    n los adultos, brillante en el colegio, y que no se dejaba llevar por los dems. Dorm con l bitacin y pas con l el sbado y el domingo. Sin experiencia previa en la que basarme, intent en invitado. Era amable conmigo la mayor parte del tiempo, pero, de pronto, murmuraba algontes que yo no lograba entender, aunque la opresin que senta en el pecho me indicaba que se trla palabra gallina. Prefera ignorarlo, pues no saba qu otra cosa poda hacer; no tena la sufi

    periencia sobre el mundo como para coger mi cepillo de dientes y mi pijama y marcharme anindolo as en la obligacin de explicarle a su madre por qu me haba ido. Antes de acostarnso a hacer ejercicios con l, de pie junto a la ventana abierta de su dormitorio. Se mostraba paando yo no lo haca bien, incluso simptico, y me pareci muy agradable hacer algo con otro cra variar. Pero luego repeta entre dientes la misma palabra, para que yo no pudiera acusarberla dicho. Aquel chico era exactamente como a m me habra gustado ser, y estaba dispueitarlo en todo lo que pudiera. Tan pronto me senta animado como senta -se me haca sentir- que spreciaba. Lo ms probable es que su madre hubiese decidido aquel acto de amabilidad sin consun l, y l estaba de mal humor porque mi presencia le haba aguado su sbado. En todo caso, l

    ento decir es que disfrutar de la compaa de otro nio durante varios das seguidos fueperiencia nueva para m. Hicimos todo lo que yo suger. A Cletus nunca necesitaba preguntarle q

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    eteca hacer, porque siempre estaba dispuesto a hacer lo que yo quisiera. Ahora caigo en la cuene en realidad no era muy distinto de un amigo imaginario. Cuando estaba con l, si yo deca algo e los chicos se haban redo en el recreo, Cletus lo dejaba correr y segua balancendose con cuiniendo un pie delante del otro, o, como mucho, sin mirarme para no perder el equilibrio, asenta.Supongo que yo le caa bien, de lo contrario no habra ido all. Y que se alegraba de mi compauaba como si otro chico lo estuviese esperando. Debi de comprender que yo iba a vivir en esaando estuviera terminada, pero a m no se me ocurri preguntarle dnde viva.Cuando era nio, se lo contaba todo a mi madre. Y despus de que ella muriera comprenda qu

    jor guardarme ciertas cosas para m mismo. Mi padre representaba la autoridad, lo que parnificaba que no poda representar al mismo tiempo la comprensin. Y como siempre haba eldad en las bromas de mi hermano mayor (como de hecho la hay en cualquier tipo de br

    mpoco confiaba en l, aunque podra haber confiado perfectamente, al menos en general. Lo ciere no le habl a Cletus de mi desgracia cuando nos sentbamos a mirar el vecindario, y l tampocbl de la suya. Cuando el color del cielo nos indicaba que se acercaba la hora de cenar, bajbamcamos Adis y Hasta maana, y emprendamos nuestros caminos por separado bapsculo. Y una tarde, esta despedida informal result ser la ltima. Aquel disparo nos separmpre.Nunca hubo la menor duda sobre quin mat a Lloyd Wilson. La nica persona que tena algn mra matarlo era Clarence Smith, el padre de Cletus. Entre las cosas que Cletus no me cont figuracho de que haba crecido en el campo. Llevaba slo unos meses viviendo en la ciudad. Su madba pedido el divorcio a su padre, alegando reiterada y extrema crueldad. Su padre present enta querella por infidelidad, y denunci a Lloyd Wilson, que viva en la granja ms prxima, mplice de la demandada.El Courier-Heraldde Lincoln era, y es, un respetable peridico de provincias y no cay en la tenairear los detalles morbosos, que permanecen bien enterrados en las actas judiciales. Me pareceprobable que Cletus estuviese presente en la vista del divorcio. Cunto saba? Puede qficiente. Lo suficiente como para que fuese preferible jugar con un nio al que apenas conoca en

    con alguien a quien se habra sentido tentado de hacer confidencias, si es que exista tal persona.Cuando el proceso judicial se volvi contra l, el padre de Cletus dej sus tierras y su granjatal en la ciudad con los abuelos de Cletus. Estaba deprimido y tena frecuentes estallidos de llanpoda dejar de hablar de sus problemas. Hombres a los que conoca desde haca muchos a

    uzaban de acera cuando lo vean llegar.Lloyd Wilson les confes a sus dos hermanos que tema por su vida, y stos le aconsejaron

    andonase la ciudad de inmediato. Como un sonmbulo, Lloyd dio todos los pasos que deba dar,con la suficiente celeridad. Fue a hablar con la propietaria de sus tierras y solicit rescind

    ntrato, que no expiraba hasta el mes de marzo. Consult con un abogado.

    La maana en que fue asesinado, dej abierta la puerta del establo para que entrase la luz del amanluz de su farol debi de alumbrar justo la punta de las botas del asesino.

    Supongo que me enter de todo esto porque se public en el peridico vespertino y ya tenaficiente para leer. Con el paso del tiempo, los detalles del crimen se borraron de mi memoria y lnsaba que ocurri se pareca tan poco a lo que realmente ocurri que tal vez fuera todo pura invenluso podra haber llegado a creer que el padre de Cletus se present en casa inesperadamen

    contr a su mujer en la cama con otro hombre y los mat a los dos, pero un da, como si de pavesara un dique de ladrillo, ca en la cuenta de que hay fuentes de informacin sobre el p

    tintas del propio recuerdo, Y no tena por qu continuar en la ms absoluta ignorancia de algo queresaba tanto. Escrib a mi primo Tom Perry y le pregunt si podra conseguirme todo lo publicad

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    Courier-Heralden relacin con el asesinato de Lloyd Wilson. Me respondi diciendo quhivos del Courier(el nombreHeraldhaba desaparecido de la cabecera del peridico haccho tiempo) no llegaban hasta 1922, que la biblioteca municipal haba destruido sus archivoses antes y que lo mejor que poda hacer era dirigirme a la Sociedad Histrica Estatal de Illinoringfield. Era como si estuviera investigando la muerte de Abraham Lincoln. De todos modos, he me sugiri, y la Sociedad Histrica me envi las fotocopias de sus microfichas, no siempre delibles, correspondientes a ocho nmeros de un peridico que en otro tiempo conoca como la palmmano. Aquello era, sin duda alguna, mucho ms de lo que haba pedido; una pequea porci

    sado, remoto y, sin embargo, perfectamente ntido, como la imagen que ofrecen los prismuncios de pelculas protagonizadas por Norma Talmadge y Wallace Reid, de trajes de caballerena calidad vendidos en los almacenes Griesheim's a siete dlares la pieza, y muchas otras ualmente difciles de creer.No s dnde se encuentran ahora las oficinas y la imprenta del Courierde Lincoln; slo s que nonde estaban antes, en North Kickapoo Street, a media manzana de la plaza del Palacio de Justicia.Algunos de los artculos sobre el crimen fueron firmados por el editor, a quien recuerdo commbre muy tenso, de pelo negro, con los ojos verdes y un eterno cigarrillo en la esquina de los las artculos dan la impresin de haber sido escritos en el ltimo momento, cuando el diario estnto de entrar en imprenta; es decir, son repetitivos y deslavazados y estn llenos de observacco perspicaces. Tambin de clichs y reticencias, sin duda innecesarias habida cuenta de las idepoca. Se citan cosas dichas por personas que me cuesta creer que pudieran decirlas, al menos enminos. Estoy casi seguro, por ejemplo, de que el padre de Cletus no le dijo a un hombre al qcontr en la calle el da antes del asesinato: Estoy deshecho, soy un fracasado y no tengo nada pal vivir. No conozco a nadie del Medio Oeste que haya llegado a perder el control hasta el punnstruir semejante frase. De todos modos, no es justo culpar al editor de un pequeo peridicovincias desbordado de trabajo por no escribir tan bien como Roughead. Sobre todo teniendo en cmucho que le debo por lo que s sobre lo ocurrido.Elsheriffestaba a punto de entregar a la justicia a varios detenidos cuando lo llamaron de la fune

    ayudante delsheriffy el juez de primera instancia se pusieron en camino hacia la granja Wilsed Wilson los condujo hasta el establo donde se encontraba Lloyd Wilson, el cubo con un pohe en su interior, el taburete de ordeo, los guantes que usaba para ordear y que an llevaba puando lo encontraron. Junto a la puerta del establo, los dos hombres de la ciudad encontraron huelladas, que cubrieron con cartones para conservarlas frescas. Las patrullas de rastreo peinaro

    mpos embarrados durante toda la maana y recorrieron tambin los bordes de la zanja que separas granjas. Los sabuesos fueron trados en tren desde Springfield y llevados hasta el lugar del crra entonces, doscientas personas aguardaban su llegada. Se descubrieron las huellas de pisadandujo a los perros hasta el establo y luego se les solt. Sin dejar de olfatear, rodearon un cobert

    a pila de heno, regresaron al establo y luego saltaron una alambrada y echaron a correr, seguidogrupo de hombres que corran tras ellos muy excitados. Clarence Smith haba abandonado la gco antes de que llegaran los perros, que giraron a un lado, al llegar a una puerta, y tomaron el cae conduca hasta la carretera. Tras detenerse junto al buzn, cruzaron la carretera y perdieron el rs llevaron dos veces hasta el establo y los soltaron. La primera vez, entraron en el patio de la gran

    mith y subieron hasta el porche. La segunda vez, giraron de nuevo a un lado y se metieron en un cmaz, siguiendo un rastro de pisadas hasta la carretera asfaltada, a unos cuatrocientos metros al camino.

    Clarence Smith le haba subarrendado la granja a un joven llamado James Walker. Cuando los p

    resaron a la ciudad, Walker sali de la granja y camin hasta la carretera. Un grupo de homrodeaba junto a la entrada del camino y, movidos por una vaga curiosidad, se agruparon en torn

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    entras abra el buzn. Qu esperaban? A lo sumo un par de cartas que no se les permitira leeurier-Heraldde la vspera. Pero en el buzn haba un objeto tan desconcertante que todos se ecs y permanecieron a la espera. James Walker sac el reloj de oro del buzn, abri la tapa y enciniciales C. S.. No poda ser ms que el reloj de Clarence Smith, pero cundo lo haban dy por qu razn? James Walker fue en coche hasta la ciudad para entregrselo al sherif f,

    ntempl la posibilidad de que se tratase de una pista falsa, puesta all por alguien para que Clamith pareciese el asesino.Esa misma noche, elsherifffue a casa de los padres de Clarence Smith y descubri que no ten

    nor idea de dnde estaba su hijo. Nadie lo saba. Fue visto por ltima vez en el Grand Theater, 45, la noche anterior al asesinato de Lloyd Wilson. El fiscal no dict orden de detencin condre de Cletus. Simplemente quera interrogarlo. La descripcin que se envi a la polica de toado deca lo siguiente: Hombre de 40 aos, 1,70 m, 62 kg, pelo castao claro, ligeramente calvo

    Los vecinos declararon haber visto un automvil sospechoso aparcado en los alrededores de la glson la noche anterior al asesinato. Uno de ellos dijo que el automvil estuvo aparcado en el cae sale de la carretera durante al menos dos horas. Otro vecino dijo que el automvil no se enconel camino sino a un lado de la carretera, y que tena las luces apagadas. Como Clarence Smith no

    che, esto suscit la pregunta de si tendra un cmplice.Circulaba el rumor de que lo haban visto subir al tren que haca el trayecto Peoria-Lin

    ringfield, el da del asesinato. Tambin que se haba registrado en un hotel de Springfield y qusma noche haba recibido una conferencia telefnica. Ante la posibilidad de creer algo tan interegente lo crey, aunque el hotel neg que hubiese estado all y la persona que lo vio subir al tren nmpareci. Tampoco poda ser cierto el rumor de que cuando desapareci llevaba consigoportante suma de dinero, pues fue posible localizar el dinero que haba obtenido por el traspasonja.

    El Courierse vio obligado a considerar otra faceta del caso. En la primavera del ao anteriorsinato, la mujer de Lloyd Wilson lo abandon, llevndose a sus cuatro hijas, la menor de las c

    un beb de once meses, y se instal en la ciudad. No se divorci pero s tramit la separacin gn los trminos de este acuerdo, l tuvo que pagarle 9.000 dlares, cantidad que, en 1921chsimo dinero. La casa nueva de mi padre slo cost doce mil dlares, incluido el terreno.gnacin que Lloyd Wilson hubo de satisfacer a su mujer debi de representar todo el dinero que tNo s cmo era ella. La mayora de las mujeres campesinas de su edad quedaban reducidas pbajo fsico y los frecuentes embarazos a un denominador comn de fealdad. Me imagino, como gente cuando yo era nio, que ste era el caso de la mujer de Lloyd Wilson, pero no el de la madetus, aunque no puedo justificarlo en modo alguno y lo cierto es que, aun cuando en las historior se da tanta importancia a la belleza de las mujeres, la pasin no la necesita en absoluto. La

    tnica de que los amantes eran originalmente una misma persona que ms tarde qued separada epartir de ese momento desean volver a unirse, es una explicacin tan vlida como cualquier otrao que la mente de un extrao jams podr explicar de manera convincente.

    Los nombres y edades de los hijos de Wilson aparecieron impresos en el peridico. Tal vez porualidad, los nombres y edades de los hijos de Clarence Smith no aparecieron.La madre de Cletus era hurfana y fue criada por una ta y un to que vivan en la ciudad. Cuandon al padre de Cletus, regres a la casa donde haba crecido. El Courier-Heraldmencioeccin y yo le ped a mi primo que comprobase si segua habiendo una casa all. Me respondi que formaba parte de una hilera de casas de madera situadas frente al parque de atracciones. En no

    en estado, dijo, pintada de blanco y como tantas otras casitas de la ciudad.Lo que el diario tilda de desavenencias ocurri durante el verano siguiente a la partida de la m

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    Wilson. Hace un ao, contina diciendo el Courier-Herald, no haba amigos ms unidolson y Smith. A menudo iban juntos a la ciudad. Si Smith se compraba un puro, compraba tambin

    ra Wilson, y ste haca lo mismo. Si haba una discusin se defendan el uno al otro, desafiando amundo, y la gente comentaba con frecuencia lo buenos amigos que eran. Smith pasaba por ser, enes lo conocan, un hombre tranquilo y reservado.La nica fotografa que he visto de l, o de Lloyd Wilson, fue la que se public en la portadurier-Herald. Puesto que se trata de una copia fotosttica en blanco y negro -o, mejor dicho, en bepia-, ambos estn muy cambiados. Aun as, se parecen lo bastante como para que se les pueda t

    r hermanos. No cabe duda de que Can y Abel se queran, a su manera, tanto o ms que Danatan.

    Hay muchas preguntas para las cuales no hall respuesta en estos viejos peridicos. Por ejemuin le comunic a la madre de Cletus la noticia del asesinato? Y cundo? Y qu ocurri entouvo un ataque de histeria en presencia de sus dos hijos? Y qu pas con el nio de seis aos andaron al establo para ver por qu su padre tardaba tanto? Observara en compaa de su hers un visillo de encaje cmo ladraban los perros mientras corran campo a travs en busca del hoe haba matado a su padre? O los apartara la criada de la ventana? Era una campesina y nostumbre de ver cosas as todos los das. Cabe la posibilidad de que los tres se quedasen mirand

    ventana, a menos que la madre de los pequeos ya hubiese ido a buscarlos.Durante varios das siguieron apareciendo nuevos detalles: Fuentes fidedignas han afirmadlson y la seora Smith se escriban a menudo desde el divorcio de sta, en el pasado otoo; entre

    mith le pagaba la pensin a su ex mujer. Al parecer, Smith estaba al corriente de este supuesto aba de darle vueltas al asunto. Tambin se dice que la seora Smith tena miedo de su ex marido y

    mparti sus temores con Wilson El sherif fAhrens cit a un antiguo ayudante de Smith, tific en favor de ste durante el juicio. El hombre en cuestin trabajaba en la vecina localidonsburg, llevaba ya algn tiempo en aquel lugar y no haba visto a Smith desde la noche del serior, cuando, al salir del bao de la barbera local, se encontr con Smith, que esperaba su turno

    itarse. Y as sucesivamente.ames Walker le dijo al cronista del Courier-Heraldque un da, poco despus de que Clarence subarrendase la granja y l tomara posesin de ella, sali de la leera y vio a Smith en el poalker dijo que pareca muy tranquilo y contento de tener alguien con quien hablar. Smith dijo: porta que eche un vistazo?. Y Walker respondi: Adelante, ests en tu casa, como habra halquiera dadas las circunstancias. Pero cuando Smith regres al cabo de unos das y se qued uno en el establo, y luego fue recorriendo uno por uno todos los cobertizos, Walker comenuietarse. Si Smith haba perdido algo, por qu no lo deca? Result que quien haba perdido alg

    propio Walker: un pequeo yunque. Estaba seguro de haberlo trado cuando se mud a la granja,

    a que Clarence pudiese habrselo llevado, pero tampoco era posible que el yunque se hurchado por su propio pie.James Walker escribi a su mujer, pidindole que se reuniese con l cuanto antes, y despus darence Smith no volvi a aparecer por all.El da siguiente a que Walker encontrase el reloj, encontraron el abrigo de Clarence Smith

    bertizo. El ayudante delsheriff, que estuvo registrando los establos y todas las dependencias nja con una linterna, tambin lo haba visto, pero pens que perteneca al nuevo arrenda

    otegido por un abrigo y varias mantas de viaje, Clarence Smith haba pasado la noche antersinato en su propia granja y por la maana se escondi tras un montn de heno y esper hasta

    ol de Lloyd Wilson balancendose a travs de los prados.Cuando el abuelo de Cletus fue entrevistado por el mismo cronista, afirm que si su hijo hu

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    metido el asesinato en un momento de enajenacin mental, llevado por los celos, no lo encontn vida; no querra seguir viviendo.La madre de Cletus, acaso demasiado trastornada como para mostrarse compasiva, dijo: No creya a quitarse la vida. Creo que ha hecho planes para huir. Qu planes? No hay pruebas diese plan alguno.En parte por temor y en parte para librarse de los curiosos, Walker y su mujer se mu

    ovisionalmente a la ciudad. En la oficina delsheriffno dejaban de responder llamadas de gentguntaba si haban encontrado ya a Clarence Smith. Muchos haban odo decir que se haba ahoga

    pozo de la cantera. El Courier-Heraldtambin tena dificultades para acallar el siguiente rumoudante delsheriff, William Duffy, que rastre a fondo el pozo de la cantera la maana del crimee que Smith ni ninguna otra persona se hayan ahogado en el pozo. Alrededor del pozo, la tierra enda a causa del deshielo. Las paredes son bastante empinadas en ambos lados y las huellas se hato claramente. Y en el nico lugar en el que sera posible saltar desde un trampoln, la profundidaua es tan escasa que cualquiera que se tirase habra tenido que vadear un buen trecho hasta alcuas profundas. Tras rodear el pozo entero, en busca de huellas sobre la tierra blanda, el seor Dufcontr absolutamente nada.

    El viernes, tres de febrero, quince das despus de que el cuerpo de Lloyd Wilson se encon

    oyado contra uno de los tabiques del establo, otro cadver fue rescatado del fondo del pozo deeek, donde el ayudante delsheriffhaba asegurado que no poda estar. Yaca boca abajo, sobchara de dragado. El padre de Cletus, que no deseaba vivir, se haba disparado un tiro en la cabezmueca derecha, colgado de un cordn de zapato, se encontr un revlver del 38 con dos cm

    cas. En el bolsillo del abrigo se vea el bulto de una linterna. Tena un trozo de alambre alrededoello y de la cintura. Antes de ser segado por la cuchara de dragado, el alambre haba sujetaerpo al peso que lo mantuvo sumergido, cualquiera que ste fuese. Buscando en los dems bolsillpresario de pompas fnebres encontr una cuchilla de afeitar an teida de rojo, un pa

    sangrentado, una cadena de reloj y varios casquillos de bala.

    A peticin del juez de instruccin, los nicos testigos presentes fueron el sheriffy los tres hombrebajaban en la cantera. El veredicto del jurado fue el siguiente: Nosotros, los jurados abajo firmcontramos que Clarence C. Smith muri a consecuencia de un disparo efectuado por su propia n intenciones suicidas. No hubo ningn intento de determinar las razones del suicidio, ni tamncin del asesinato de Lloyd Wilson. En la vista final del juicio por asesinato el veredicto

    Muerte por herida de bala disparada por una mano desconocida.Varios centenares de personas intentaron ver el cuerpo de Clarence Smith mientras an segua neraria, y fueron expulsados. El funeral se celebr en la casa de su padre. El reverendo bbard, pastor de la Primera Iglesia Baptista, ofici la ceremonia. Un cuarteto masculino, de pie

    lano de la escalera, interpret varias piezas musicales. Portaron el fretro Joseph McElhiney,lmes, Frank Mitchell y Roy Anderson. La familia recibi numerosas ofrendas florales en sendolencia y el funeral fue uno de los ms multitudinarios que se recuerdan en Lincoln duranimos tiempos.Al padre de Cletus no lo enterraron en un cruce de caminos con una estaca clavada en el corazn

    el cementerio, como a todo el mundo. Un da despus del entierro se encontr la culata deopeta flotando sobre la superficie del pozo. La tarde siguiente, la cuchara de dragado sac

    perficie el resto del arma. El tambor contena un cartucho defectuoso. Al no salir la bala, el cartuccasquill y el eyector no logr expulsarlo. Por eso a Lloyd Wilson lo mataron con un revlver.

    El abuelo de Cletus fue citado por elsheriffpara identificar el arma y dijo que saba que su hijoa escopeta pero no saba cmo era ni recordaba haberla visto entre las cosas que su hijo trajo co

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    ando abandon la granja. Elsherifflepregunt entonces si los hijos de Clarence Smith iban den l. La identificacin del arma -cito al Courier-Herald- fue realizada esta misma tarde por eyor de Clarence Smith, quien reconoci la marca del fabricante. El muchacho tiene una bicicletasma marca. En el intervalo de tiempo que medi entre el momento en que Cletus y yo bajamos pdamio para emprender nuestros caminos por separado y el momento en que l se encontr frentopeta rota en la oficina delsherif f, Cletus debi de cruzar la lnea de la madurez y, aunqiriesen a l como un muchacho, haba dejado de serlo.

    Poco despus de esto, su madre escribi a la criada de Lloyd Wilson para recuperar una fotograf

    a le haba dado al difunto. El Courier-Heraldconsigui esta carta y public la siguiente frase deoy la mujer ms desgraciada del mundo.

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    n el pasillo del instituto

    Tengo el vago recuerdo, en el cual no confo, de estar en clase sentado, mirando el pupitre vacetus. Alguien -creo que fue mi abuela- dijo que su abuela vino a buscarlo y se lo llev. No pudrto; slo tena una abuela y sta viva en la ciudad. Lo que probablemente pas fue que su mad del instituto y, cuando se fue de Lincoln, se lo llev con ella.

    No tuve dudas acerca de lo que el peridico quera decir exactamente cuando public que el pad

    etus haba acusado a su madre de tener una relacin ntima con el asesinado. A esa edad ya no ercente como para creer que eran slo buenos amigos. Cada vez que pienso en este suceso pienso ja, que nunca se encontr. Saba que lo que le haba ocurrido a Cletus era algo terrible y q

    edara marcado para siempre, pero no intent ponerme en su lugar, ni siquiera se me ocurri quz debiera averiguar dnde viva y coger la bicicleta para ir a verlo. Fue como si su padre lo hutado tambin a l.Los carpinteros, fontaneros y electricistas dejaron al fin de tropezar unos con otros y los pintoruearon entonces de la casa. Yo volva con la ropa manchada de pintura blanca y mi padre me sue no fuese por Park Place hasta que la pintura se hubiese secado. Estaba enfadado con el arquite

    nsigo mismo; si los cimientos de hormign se hubiesen hun

    do cinco o siete centmetros ms no habran sido necesarias las enormes cantidades de carntillo que hubo que usar para nivelar el csped. El da en que nos mudamos, Grace, agotada

    cidentalmente un frasco de yodo cuando iba a guardarlo en el botiqun; el frasco se estrell conabo y se rompi. Los dos pasamos nuestra primera noche en la casa nueva frotando lo que parnchas de sangre sobre la reluciente pared blanca.

    La casa era demasiado nueva para ser cmoda. Era como verse obligado a pasar mucho tiempo corsona a la que apenas conoces. Y yo echaba de menos cmo era cuando an no tena tejado y el

    aba cubierto de virutas, clavos torcidos y trozos de madera con los que yo no saba muy biencer. Ahora slo haba alfombras en el suelo y no te atrevas a hacer nada por miedo a estropepel pintado.Mi padre siempre estaba fuera durante los das centrales de la semana, mi hermano pequeo se qus o tres das seguidos con mi abuela, que lo idolatraba, de modo que Grace y yo pasbamos mmpo solos. Todos los vecinos de las casas contiguas eran parientes o amigos suyos. Se pasaban casa en casa y varias tardes a la semana se reunan para jugar al bridge. Barajando las cartaestra, comenzaban la partida. Jugaban al subastado. An no se haba introducido la modaliddge con contrato. En cierta ocasin, mirando por encima del hombro de Grace, la vi hacer unm de trboles cuando el triunfo ms alto que tena en la mano era un nueve. Las mujeres doblaoblaban sus apuestas con tranquilidad, sin perder en ningn momento el hilo de los entresijos de illeo, y la que se apunt la baza an fue capaz de deplorar con las dems cierta escandalosa ne todas haban sacado de la biblioteca pblica.A los catorce aos los chicos comenzaban a usar pantalones largos, y como yo an no los h

    mplido segua usando bombachos de pana. Cuando no poda dejar de leerHistoria de dos ciudaba la ranura inferior de la puerta con mis medias negras para que mi padre no viese la franja de rara a decirme que me durmiese. Tena un aparato de radio en mi dormitorio, sobre mi meudio. Arriba, en la pared, haba un mapa de Amrica del Norte en el que sealaba con alfilerores todas las emisoras que haba logrado sintonizar. El que ms me enorgulleca estaba cla

    bre La Habana, que slo logr captar en una ocasin. Me dolan los odos de los auriculares

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    saba todo el invierno con los pies helados. Mi dormitorio estaba situado en la esquina noroestea y los radiadores no cumplan su funcin tal como se esperaba. Y una vez sucedi algo tan ex

    e no pude pasarlo por alto. O a Eggy Rinehart, que viva a dos manzanas de mi casa, anunciardre que la llamaban por telfono. El aparato haba captado su voz, pero cmo? A travs d

    bles del telfono? Nadie supo explicrmelo.Cuando volva a casa despus de la reunin Scout, la antena del tejado se perfilaba dbilmente c

    estrellas. Antes de entrar, sala del camino principal para mirar por la franja de luz que se formre la cortina y el alfizar de la ventana de la sala. Quera asegurarme de que mi padre y Gra

    ban una de sus fiestas. La palabra haba experimentado una siniestra metamorfosis. Antes signifques de helado y nios que llegaban con regalos para m, o, si se trataba de una fiesta de adultjor mantel de lino y tarjetas con el nombre de los invitados, y cucuruchos de papel llenos de nuecentro de flores del invernadero sobre la mesa. Y ms cucharas y tenedores de lo habitual. Duray Seca, lleg a significar gente que se reuna para beber. Las habladuras hacan que pareciese peque era; siempre hubo lmites. Pero yo no los conoca y por tanto supona que no los haba y qn las fiestas no eran exactamente orgas, al menos se les parecan bastante. Entre las amigace haba una mujer muy atractiva, con el pelo negro azabache, que haba perdido a su marido uaos antes, y una soltera muy alegre que trabajaba en el banco. Las dos pasaban mucho tiempo en

    mi padre deca en broma que eran su harn. Yo saba que no era cierto, pero qu poda pensar al r cuando contaban que Lois haba subido al piso de arriba, se haba quitado toda la ropa (en las fmi madre la gente no haca esas cosas) y haba bajado envuelta en una toalla de bao para baia-hula? Sea como fuere, no quera tropezar con algo as, por eso miraba antes de entrar en casa.

    Poco despus, esta conducta que ahora me parece tan divertida termin. Fue tan slo una manifestlos tiempos y no reflejaba la verdadera personalidad de aquellas gentes. Todos terminarontalarse en la vida normal y tranquila de la mayora de las parejas casadas.

    Grace silbaba como nadie y recuerdo vvidamente su ejecucin de Brindo por el corazn que la puro como los astros en el cielo. / Brindo por el da en que sea ma. Brindo por la muchach

    nero, mientras bajaba las escaleras de espaldas al tiempo que pasaba la bayeta. Es com

    ograma fijo de una pelcula antigua. Nunca termina de bajar la escalera. Durante los diezsteriores, antes de que me fuese para siempre, jams se mostr impaciente conmigo y creo qnca fui grosero con ella. En aquella casa haba autocontrol suficiente para seis familias. A diferla malvada madrastra de los cuentos, Grace tena buen carcter y no soportaba ningn tip

    ercado. Y no estaba en su nimo luchar, como Jacob con el ngel, hasta que yo dejase de serle a madre muerta y la aceptase a ella como madre. Por el contrario, asumi el papel de mediaando mi hermano mayor tena una cita el sbado por la noche y quera que mi padre le prestache, le peda ayuda a Grace y sala con las llaves del coche en el bolsillo.La madre de Grace viva justo enfrente, con su hijo Ted, que por aquel entonces an segua solter

    ora McGrath era una anciana cariosa y de aspecto imponente, muy querida por sus hijosmanos de Grace eran hombres joviales, sumamente amables que, juntos, y partiendo casi de la ban montado con xito un negocio de arena y grava. Les encantaba contar chistes y siempre qnan se oan risas por todas partes. El modo en que me trataban, como si en realidad fuese pa

    yo, me produca confusin. No es que me pusiese en contra de ellos, pero actuaba con cautela.

    En aquel dormitorio mal caldeado de la esquina noroeste de la casa de Park Place descubrpresa los primeros indicios de un placer que en un principio no saba cmo obtener o devolv

    erpo que lo produca, que era mi propio cuerpo. No haba imgenes asociadas a l, ni objeto al

    o pura sensacin fsica. Era como si hubiera descubierto una modalidad de canto que no salaganta. Lo descubr accidentalmente y ni siquiera se me pas por la cabeza que alguien, aparte d

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    biese tenido la misma experiencia. Por eso no relacion estas intensas y exquisitas sensaciones csinato que oblig a Cletus Smith a marcharse de Lincoln, o con lo que otros hombres y mujeres hstaba muy bien que as fuese, siempre y cuando estuvieran casados. Ni siquiera con las conversaclos chicos mayores en el vestuario del colegio. Era una pasin plena, aunque pasiva, totalm

    vada, que me transformaba en dos chicos diferentes, uno de los cuales iba al instituto, hacberes a conciencia, participaba en la coral y en el club de debates y se quedaba despus de arlando con su profesor de lgebra. El otro chico era melanclico, viva abrumado por la culpaseaba de los dems sino su ausencia.

    Cuando me tumbaba en la cama, con la luz apagada, los dos chicos se transformaban en uno, y entnsaba en la antena del tejado y en cmo el aire fro que soplaba sobre nuestra casa estaba lleces desconocidas y msica de baile, procedentes de la emisora de radio local y tambin de lringfield, Peoria, Bloomington, Daville, Chicago y Kansas City. En la universidad le por primertempestadde Shakespeare y al punto record lo que pasaba por encima de la casa de Park Place

    A mi padre le ofrecieron un ascenso, lo que significaba que trabajara en las oficinas que la ema en Chicago y volvera a casa todas las noches, como los dems hombres. A su edad, ya no

    nas seguir yendo de pueblo en pueblo, a merced de los horarios del ferrocarril. Por otro ladbicioso, y agradeci este reconocimiento. Mi madrastra no poda soportar la idea de dejar Linco

    familia y sus amigos. Lloraba todas las noches mientras ella y mi padre conversaban tras la prada de su dormitorio. Al cabo de unos aos lleg a decir que prefera vivir en Chicago, pero nvi a ser tan alegre como antes de abandonar Lincoln.

    Mi familia se traslad a Chicago en el mes de marzo, pero yo me qued hasta el final del cursoogido por la anciana seora McGrath. Su casa slo tena dos dormitorios y durante tres meses dormisma habitacin que Ted, el hermano de Grace, en camas gemelas con cuatro columnas. Cualqbiera dicho que la compaa de un colegial era lo nico que hasta el momento haba faltado adable vida. De noche se quitaba el tup y lo colgaba de una de las columnas de la cama y, mie

    s desnudbamos, me imparta sus palabras de sabidura predilectas, tales como El matrimonio

    e hace rer a las chicas de esa manera tan tonta", o Es imposible volver loco a un hombre dero, o Todas las pequeas cosas son hermosas. Por la maana, antes de ir al colegiobamos los tres en un rincn de la cocina y tombamos galletas de trigo sarraceno y sirope deno dejaba de sentir que les estaba causando muchas molestias, aunque supongo que no era as.

    Cuando lleg el momento de mi partida a Chicago, Ted y otro de los hermanos de Grace me llevarche hasta all, y nos detuvimos durante el camino para inspeccionar una cantera en Joliet. Se aloel Hotel La Salle de Chicago y cenamos juntos. Mientras yo contemplaba boquiabierto el artesotecho, pues en mi vida haba visto cosa igual, me metieron un montn de billetes de diez dlarbolsillos. Yo no saba si haca bien en aceptar el dinero, e intent rechazarlo, pero me aseguraro

    lo ms natural, que a mi padre no le importara, de manera que al final me qued con la mitaar de tomar el tren elevado, como yo esperaba, fuimos desde Loop hasta Rogers Park en taxi, pardiese ver la ciudad. Mientras yo miraba Sheridan Road por la ventanilla, ellos me observarecan tan complacidos por el placer que me estaban proporcionando que mi resistencia finitivamente y comprend no slo lo absolutamente generosos que eran sino tambin qnerosidad puede convertirse en el mayor de los placeres.Mi casa fue a partir de ese momento un apartamento situado en el segundo piso de un edificrillo de tres plantas. El bloque de apartamentos se encontraba a una manzana de Sheridan Roeccin oeste, en un barrio tranquilo, y el Lago Michigan estaba a un paso de casa. Segua hab

    ntones de casas antiguas, unifamiliares, grandes, con porches, rboles y una pequea extensiped, todas ellas de aspecto acogedor. Mi padre me consigui un empleo en su oficina como arch

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    os dos bamos juntos al trabajo en el tren elevado. Por la tarde, los chicos se arracimaban en la n sus bicicletas y yo pasaba junto a ellos con la boca seca y la mirada fija en un punto lejano le. Normalmente terminaba en el lago, y me sentaba en una roca a contemplar el agua. Y asrante todo el verano hasta que una noche encontr mi camino bloqueado por la rueda de una bicichico que estaba subido en la bicicleta me pregunt si era judo. No era antisemitismo sino

    riosidad. El crculo se abri y me acogi en su seno. Quiero decir que poda estar con ellos sidie objetase mi presencia.Despus del Da de los Trabajadores reanud mis estudios. En un instituto de la ciudad con tre

    mnos, en el que haba tantas actividades despus de las clases -banda musical, esgrima,atlico, club de Historia, club francs, grupo de teatro, orquesta, cineclub, ajedrez, socuitectnica y tantas otras cosas-, la ineptitud fsica no te converta en objeto de burla. Unaentras hacamos gimnasia al aire libre, lleg volando un baln de ftbol y yo consegu pararlourri mucho despus de que mis compaeros hubiesen dejado de confiar en mi capacidad para deeto alguno, y fue causa de regocijo e incredulidad general. Pero jams me acosaron. Me aceptab

    mo era. A fin de cuentas, no se trataba de un pueblo, sino de una gran ciudad, y en aquel institueptaba a todo el mundo.El edificio del instituto era de piedra gris, y enorme. Era diez veces ms grande que el visificado instituto de ladrillo amarillo de Lincoln, y las aulas donde se impartan las clases esta

    ces bastante alejadas entre s. Un da, una o dos semanas despus del comienzo del curso, ibrriendo por uno de los pasillos forrados con taquillas metlicas cuando vi a Cletus Smith acercia m. Fue como si se hubiese levantado de la tumba. No dijo nada. No dije nada. Seguminando hasta que nos cruzamos. Y a partir de ese momento no pude quitrmelo de la cabeza.Por qu no le dije nada? Supongo que porque me qued muy sorprendido. Y porque no sabacir. No saba qu era lo ms adecuado, dadas las circunstancias. No poda decirle Siento muc

    asesinato y todo lo dems, o s? En las tragedias griegas el coro nunca intenta consolar al indicente sino que, cindose a las generalidades, lamenta el destino de la humanidad, cuyo primersido nacer.

    Si yo hubiese sido entonces el hombre que soy ahora, me habra limitado a decir su nombre. O hudido la cabeza con pesar y le habra dicho: Lo s lo s. Pero habra servido eso de algera un hombre adulto, los perros nunca haban seguido el rastro de mi padre y yo no saba (

    dra saberlo!, cuntas veces le haba ocurrido algo semejante a un chico de trece aos?) lo qba tenido que pasar. Como nadie que no se haya pillado nunca los dedos con la puerta de un cbe lo que es eso.De vez en cuando aparecen muchachos colgados de una viga o muertos por un disparo supuestamcidental. Lo extrao es que no ocurra ms a menudo.Ahora creo creo que lo mejor que podra haber hecho habra sido darme la vuelta y caminar ju

    sin decir nada. Pero eso es lo que creo ahora. Me ha llevado todos estos aos llegar a imaginarro entonces tena clase de matemticas en el segundo piso, en la otra punta del edificio, y el tito para llegar antes de que sonara el timbre.

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    a emocin de ser propietario

    Mi padre tuvo un coche de caballos hasta que cumpl seis aos, y en las calurosas noches deamos en l de la casa de la calle 9 para tomar el aire. A veces invitbamos a venir con nosotrtrimonio que viva en la casa de al lado. Mi hermano se sentaba en el asiento delantero, entre mi l doctor Donald, y yo me sentaba detrs, entre la seora Donald y mi madre. El perro -aunque todtbamos A casa!- nos segua trotando entre las ruedas del coche, con la lengua fuera.

    Daba igual cul fuese la calle elegida por mi padre para salir de la ciudad, porque una vegbamos al campo el paisaje era siempre el mismo. Campos sembrados o prados que se extesta el horizonte. Haba rboles para que el ganado se cobijase del calor del da y los campos esparados unos de otros por hileras de setos llenos de nidos de pjaros.La conversacin en el asiento delantero versaba sobre lo que creca a ambos lados del camino: go, centeno, cebada y alfalfa. Las mujeres, ciegas a este estallido de verdor, hablaban de costuraetas. Yo estaba en edad de apreciar todo lo que parece lo que luego no es y cuando pasbamos jumontn de buzones me daba la vuelta y me quedaba mirando. Aves migratorias de largas patas e

    e se me figuraban en mi imaginacin, pese a que nos encontrbamos a una distancia considerab

    o que pudiese propiamente denominarse laguna.El doctor Donald posea tierras cerca de Mason City. La granja de ochenta acres que mi padre pber heredado fue vendida por mis abuelos, para eterno desconsuelo de mi padre. Viviendosteridad y ahorrando la mitad de su sueldo, mi padre consigui comprar una granja, pero emasiado lejos de la ciudad para ir hasta all en coche de caballos y, ya que no poda ocuparse dopias tierras, como sin duda le habra gustado, disfrutaba contemplando las tierras de otros. Coal de ltigo diriga la atencin del doctor Donald hacia un granero grande y de slida construcc

    dos se mostraban admirados. Hogareo por naturaleza, yo prefera mirar las casas. Lo tristerecan, comparadas con nuestra casa de la ciudad. Sin rboles enormes, sin porche en el que sen

    vecinos pasando calle arriba y calle abajo. Si es que haba flores, no eran ms que unas lvarrosas polvorientas o unas capuchinas que crecan en una lata, sobre un tocn.Supongamos que Cletus hubiese venido a pasar el da conmigo cuando ramos nios. Habra habirro siguindonos a todas partes. Y un caballo en el establo, un alto carruaje con ruedas rojas, os de avena, etc. Pero l se habra dado cuenta de que yo nunca haba enganchado el caballo al c

    de que no podamos