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Pontificia Universidad Javeriana
Departamento de Medicina Preventiva y Social
Especialidad de Medicina Familiar
Reunión Académica: Gran Sesión Viernes 7 de Junio de 2014.
Residente: Leonardo Augusto Medina Ospina
Tutor: Luz Helena Alba Talero, MD. Profesora asociada
ACRETISMO PLACENTARIO
El acretismo placentario es la inserción anormal de parte o de toda la placenta a la pared uterina, con
ausencia total o parcial de la decidua basal y anormalidad de la caduca verdadera pudiendo existir
penetración de las vellosidades coriales al miometrio [1].
Es una de las principales causas de hemorragia obstétrica, principalmente, del post parto inmediato, y que
condiciona un importante riesgo de morbimortalidad materna tanto por la patología misma como tambien
por el tratamiento que es necesario instaurar. El principal tratamiento es la histerectomía obstétrica total,
dado que frecuentemente se asocia con placenta previa y cicatrices de cesáreas anteriores [1].
En este documento definiremos ciertos conceptos y enumeraremos las generalidades de las diversas
modalidades terapéuticas. También, se hará énfasis en la prevención de las cesáreas innecesarias,
estrategia considerada como la más efectiva para disminuir el acretismo, especialmente cuando
concurrentemente se presenta placenta previa. Se realiza una revisión de las indicaciones de cesárea de
manera que el médico y la paciente que busca asesoría acerca de la vía del parto tomen una decisión
compartida e informada.
CLASIFICACIÓN
Existen tres variedades de adherencia anormal de la placenta: [4]
• Placenta acreta: es la adherencia anormal de una parte o de la totalidad de la placenta a la pared uterina,
sin que las vellosidades coriales penetren el miometrio.
• Placenta increta: las vellosidades coriales penetran el miometrio.
• Placenta percreta: es la penetración de los elementos coriales hasta sobrepasar la serosa del útero,
pudiendo alcanzar órganos vecinos.
Por su extensión se reconocen tres tipos: [4]
a) Focal: solo involucra pequeñas áreas de la placenta
b) Parcial: uno o más cotiledones se involucran en el proceso
c) Total: la superficie completa de la placenta esta anormalmente adherida.
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EPIDEMIOLOGÍA
Su prevalencia mundial está entre 1:533 y 1:2510 partos de recién nacidos vivos (0,6% en promedio).
Presenta una morbilidad mayor al 60% y una mortalidad tan alta como 7 a 10%. La edad media de
presentación es a los 34 años y la paridad promedio es de 2,5 [10].
Los principales factores de riesgo identificados para acretismo placentario son: edad (mayores de 30 años),
gestaciones (multíparas de 2 a 3 partos), placenta previa con antecedente de cesárea (35%), placenta previa
con antecedente de 3 o más cesáreas (67%), historia de legrado uterino (18 a 60%), antecedente de
extracción manual placentaria, historia de retención placentaria y antecedente de infección intramniótica [4,
10, 12].
FISIOPATOLOGÍA
Se piensa que el acretismo placentario se presenta por una ausencia o deficiencia de la capa de Nitabuch,
que es una capa de fibrina que se ubica entre la decidua basal y el corion frondoso; se sugiere que esta
situación es consecuencia de una falla en la reconstitución del endometrio/decidua basal, especialmente
después de la reparación de una operación cesárea [3].
DIAGNÓSTICO
No hay un cuadro clínico específico en esta entidad por lo que el diagnóstico se basa en la historia clínica
completa, con un alto índice de sospecha y evaluación de los factores de riesgo. Este diagnóstico se apoya
por métodos como el ultrasonido y la resonancia magnética. Sin embargo, el diagnóstico definitivo de
acretismo placentario se basa en hallazgos histopatológicos, al comprobar la invasión de las vellosidades
coriales en el miometrio [2].
Es importante tener en cuenta que en caso de urgencia no se retrasa la intervención quirúrgica con el ánimo
de obtener un diagnóstico definitivo pues aquí, el diagnóstico es intraoperatorio. En este caso se consigna
claramente la información pertinente en la historia clínica, anotando el carácter urgente de su tratamiento.
- ULTRASONOGRAFÍA: El ultrasonido es una herramienta útil para el diagnóstico de acretismo placentario y
los hallazgos más característicos son: adelgazamiento (<1mm) de la zona miometrial hipoecoica entre este y
la pared uterina, generalmente, en el segmento inferior anterior, presencia de espacios vasculares lacunares
dentro del parénquima placentario (imagen en “queso suizo”), adelgazamiento, irregularidad o disrupción
de la interfase hiperecóica entre las paredes uterinas y la vesical, extensión del tejido placentario más allá
de la serosa uterina, Identificación con Eco-Doppler de vasos placentarios que se extienden al miometrio o a
la vejiga [2].
- RESONANCIA MAGNÉTICA: No es superior que la ultrasonografía y su costo es significativamente mayor, es
por eso que el uso de ese procedimiento no parece tener valor como prueba de uso rutinario y tal vez pueda
utilizarse en casos muy indicados como un medio de diagnóstico complementario, por ejemplo, cuando la
placenta es posterior [2].
- ALFA-FETO PROTEÍNA FETAL SÉRICA MATERNA: Actualmente se ha propuesto que existe una anormalidad
en la interfase placeta-útero, lo cual promueve una fuga de alfa-feto proteína fetal hacia la circulación
materna.
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- HISTOLOGÍA: El criterio microscópico más importante para el diagnóstico de acretismo placentario es la
ausencia de la decidua basal. Sin embargo, su diagnóstico no resulta del todo fácil por la distorsión que
ocurre en el momento del alumbramiento, salvo que se deje la pieza in situ y se realice una histerectomía y
así se obtenga la muestra del tejido. En el caso de placenta increta o percreta el diagnóstico es más fácil y
consiste en la presencia de tejido trofoblástico en el espesor uterino o en la estructura invadida [3].
COMPLICACIONES
Las principales complicaciones del acretismo placentario son: Histerectomía, hemorragia preparto,
hemorragia intraparto y posparto, transfusión sanguínea, septicemia y tromboflebitis [3, 10].
TRATAMIENTO
El tratamiento universalmente aceptado es la histerectomía total abdominal. A su vez ha surgido una
corriente conservadora en cuanto a dejar la placenta in situ y en algunas ocasiones empleando
medicamentos para su expulsión o reabsorción [11].
Manejo conservador: Es una medida que consiste en evitar la histerectomía, al menos en ese momento, y
tratar de preservar la fertilidad. Existen diversas modalidades de manejo conservador, que incluyen:
a) Resección del lecho placentario y su reparación con sutura circular de espesor total.
b) Extracción y legrado obstétrico.
Si el acretismo placentario es parcial y la paciente desea conservar la fertilidad, deberá firmar el
consentimiento informado, el cual aclarará que las maniobras de conservación del útero incrementan los
riesgos y que posiblemente se deba recurrir a la histerectomía. Se podrá remover la mayor parte del cuerpo
placentario, realizando hemostasia con electrocoagulación o puntos hemostáticos. Se puede hacer sutura
interrumpida circunferencial (puntos separados) sobre la superficie serosa uterina abarcando todo el
espesor del endometrio [11].
Como parte del tratamiento conservador puede hacerse una embolización de las arterias uterinas.
También hace parte de los tratamientos conservadores el uso de metotrexato.
Si el AP es TOTAL es muy difícil realizar un tratamiento conservador, ya que el éxito del tratamiento consiste
en el control de la hemorragia, que por lo general requiere histerectomía abdominal total y en ocasiones
subtotal.
Histerectomía Sub Total (parcial): Extirpación del útero con conservación del cuello y de los anexos.
Histerectomía total: Extirpación del útero y cuello.
“Si existe diagnóstico previo y no se cuenta con el personal adecuado se deriva de urgencia a un centro de
mayor complejidad”
CUIDADO POST-OPERATORIO
En pacientes que hayan tenido que recibir tratamiento quirúrgico el Médico Familiar puede contribuir y
supervisar el cuidado postoperatorio.
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Por ser pacientes poli transfundidas se requiere monitoreo intensivo cuidando la diuresis, la aparición de
edema pulmonar y el sangrado intrabdominal. Además, debemos estar atentos a la aparición de Síndrome
febril, íleo paralitico y complicación uretral manifestada como dolor lumbar y fiebre.
Se debe revisar si la paciente está recibiendo profilaxis contra el tromboembolismo [8, 11].
PREVENCION PRIMARIA:
La estrategia que resultaría más efectiva teniendo en cuenta la fisiopatología, los factores de riesgo y la
epidemiologia de esta entidad seria evitar cesáreas innecesarias, evaluar factores de riesgo y en caso de que
se encuentren presentes intentar el diagnóstico prenatal [4]. La recomendación de la Organización Mundial
de la Salud es que no más del 15% de los embarazos terminen en cesárea, cifra que es ampliamente
rebasada en la mayoría de los países [8].
PREVENCION SECUNDARIA:
Si se cuenta con el diagnóstico previo debemos asegurar los recursos para su asistencia, Informar
adecuadamente a la familia y obtener el consentimiento informado en caso de requerirse algún
procedimiento quirúrgico adicional de urgencia [9].
También hay que derivar a la paciente a un centro de mayor complejidad sino se cuentan con las
instalaciones ni con los profesionales adecuados [9, 11].
PREVENCION TERCIARIA:
Si durante el parto o cesárea se diagnostica acretismo placentario se debe: documentar en la historia clínica
como urgencia obstétrica, informar a la familia y/o paciente para obtener el consentimiento y realizar un
cuidadoso seguimiento post-operatorio [9].
CESÁREA EN LA ACTUALIDAD
Múltiples son los beneficios y las desventajas que le han tratado de atribuir a una u otra vía del parto
(cesárea vs vaginal) sin que realmente haya evidencia de buena calidad que permita sólidamente decidir
cuál es la mejor opción para el bienestar materno y fetal.
A pesar de las recomendaciones de las organizaciones obstétricas internacionales se siguen presentando
incrementos en la tasa de cesáreas a nivel mundial como lo muestran estudios de seguimiento entre 1995 y
2010 en donde hay aumentos entre el 20 a 37% [5].
También se observa como, por ejemplo, en el 2003 la cesárea electiva por petición materna representaba el
1 a 2% del total de cesáreas, cifra que se elevó a más o menos 6 a 7% en el 20095 y en otros estudios hasta
8%.
Recíprocamente, hay una disminución dramática de los nacimientos por vía vaginal cuando ha habido una
cesárea previa (32% en 1995 a menos de 10% en 2009).
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Hay diferencias en el porcentaje de cesáreas según si el parto se presenta en hospitales públicos o privados
y de acuerdo al nivel de complejidad, encontrándose mayor porcentaje en los privados y en los niveles más
altos de complejidad, como sería de esperarse [6, 11].
Estudios de orden cualitativo muestran como la asesoría acerca del nacimiento por cesárea electiva o
vaginal después de una cesárea previa es compleja y refleja una intersección de la cultura y la ciencia. Las
mujeres y los médicos entran en la discusión con los diferentes trasfondos y preocupaciones, por lo que se
debe realizar una adecuada consejería a este respecto para lograr una decisión compartida en la que
también sea la paciente sujeto activo del proceso.[7] Es importante tener en cuenta que la cesárea se creó
para recurrir a ella como una medida salvadora ante ciertas complicaciones del trabajo de parto y no como
una simple preferencia [8].
Una vez dicho lo anterior procederemos a recordar las indicaciones vigentes de la cesárea según los
lineamientos del Colegio Americano de Ginecología y Obstetricia de manera que tanto el Medico Familiar
como la paciente, según el contexto en que se encuentren, tengan este tópico lo más claro posible antes de
tomar una decisión.
Finalmente se mencionan las indicaciones, contraindicaciones y las condiciones necesarias para que se
pueda dar un parto vaginal aún con cesárea previa.
Indicaciones fetales: sufrimiento fetal, intolerancia fetal al trabajo de parto, imposibilidad de demostrar
bienestar fetal, distocias de presentación, embarazo múltiple, infección por herpes simple materno y
anomalías congénitas incompatibles con el parto vaginal.
Indicaciones materno-fetales: anomalías del trabajo de parto, detención de la fase activa, detención del
descenso, inducción fallida, contractilidad uterina ineficaz aun con terapia farmacológica, abruptio de
placenta, placenta previa, malformaciones pélvicas con desproporción pélvico-cefálica y macrosomia fetal.
Indicaciones maternas: tumores obstructivos del canal del parto, condiloma vulbar severo, carcinoma
cervical, antecedente de colporrafia vaginal e indicaciones por enfermedad obstétrica materna [11].
PARTO VAGINAL CON CESÁREA PREVIA
Para que una madre pueda considerar tener un parto vaginal luego de haber tenido una cesárea previa,
además de tener un periodo intergenesico mínimo de 2 años, se deben reunir ciertas condiciones como que
la cesárea anterior haya sido con una incisión baja y transversa, con una pelvis clínicamente adecuada y sin
ninguna otra cicatriz uterina. Además debe contarse con un obstetra inmediatamente disponible, realizar
monitoreo continuo de la frecuencia cardiaca fetal y que el personal este entrenado en su interpretación.
Debe haber también anestesiología, sala de cirugía y que el cirujano tenga experiencia en cesárea de
emergencia [9, 12].
CONCLUSIONES
- Ya que es una entidad sin un cuadro clínico patognomónico, el Medico Familiar debe estar alerta a su
ocurrencia desde el control prenatal y tan pronto como se detecten factores de riesgo o factores
predisponentes.
- La medida de prevención primaria más eficaz que existe es evitar toda intervención sobre el útero que
pueda producir tejido cicatricial y posterior acretismo placentario. De todas estas intervenciones, la más
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importante porcentualmente y especialmente cuando se acompaña de placenta previa es la operación
cesárea.
- Aunque la elección de la vía del parto es una elección libre de la madre en algunas instituciones, ella debe
estar plenamente informada de los beneficios y las desventajas de cada una de las alternativas para que su
decisión parta de una base sólida y no de la simple preferencia y las especulaciones.
- Finalmente, la decisión respecto a la vía del parto debe ser compartida e informada (gestante y el obstetra)
y no una decisión unilateral de este último y a veces por motivos operativos o de otra índole más que por
verdadera indicación obstétrica.
- El parto vaginal después de una cesárea previa es una alternativa adecuada cuando se dan las condiciones
necesarias, por lo que también debemos educar a las gestantes y difundir este conocimiento entre todo el
personal de salud.
- Cuando la paciente haya requerido algún tipo de procedimiento o incluso tratamiento quirúrgico el Médico
Familiar debe estar alerta a las posibles complicaciones que puedan aparecer después de estos, para tomar
las conductas necesarias si se presentan.
BIBLIOGRAFIA
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