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ACERCAMIENTO ANALÍTICO A
GRANADA
DE LA SUITE ESPAÑOLA DE
ISAAC ALBÉNIZ.
Realizado por Gustavo López y Mar Vilalta
Cheste a 20/4/2020
Resumen: en el presente texto se va a proceder a hacer un análisis musical de Granada de La
Suite española de Isaac Albéniz. Se realizará en primer lugar una contextualización que
abarque tanto al compositor, como al periodo y a la obra. Posteriormente se realizará un
análisis exhaustivo de la misma.
Palabras clave: Suite española, Granada, Isaac Albéniz, nacionalismo, música española,
música para piano solo, romanticismo.
Introducción.
La época que algunos expertos consideran nacionalismo musical español, y que conforma el
conglomerado de músicos que componen desde el romanticismo, desde Felipe Pedrell a
Manuel de Falla, pasando por Albéniz, Granados, Barbieri o Rodrigo, es una de las más
importantes en el panorama musical español, y quizá desde el renacimiento (Tomás Luis de
Victoria) la música española no había adquirido una importancia similar . 1
En este contexto los compositores españoles viajan a francia a estudiar composición, y su
música refleja claramente esas influencias. No podemos escuchar la música de Falla y que no
nos recuerde, con matices, a Debussy, Ravel o Dukas. El estilo francés está más que patente,
pero adornado con los tintes nacionalistas del folclore español. No hablamos de copiar
melodías (en algunos casos sí), hablamos de evocar lugares y momentos. La otra
característica de este periodo es, sin duda alguna, el auge de las pequeñas formas,
normalmente para piano.
Albéniz posee un catálogo de obras que abarca prácticamente todos los géneros, desde piano
solo a ópera. En nuestro caso nos interesa su obra de piano, donde destacan sus dos suites
más importantes: Suite Española y Suite Iberia. Y si anteriormente hemos mencionado la
evocación, el transporte a ciertos lugares, Albéniz nos pone varios ejemplos en estas dos
piezas, en la suite Iberia podemos encontrar títulos como: El Puerto (que hace referencia a El
Puerto de Santa María en Cádiz), así como El Corpus Christi en Sevilla, Rondeña, Almería,
Triana, El Albaicín etc. La Suite Española directamente está compuesta por piezas dedicadas
a lugares: Granada, Sevilla, Cataluña, etc.
Estas piezas derrochan la técnica pianística del compositor, así como armonías y melodías
románticas y evocativas del folclore. Cada pequeña pieza puede ser considerada un cuadro
musical de la España de Albéniz, que nos muestra su visión sonora y personal de la pieza.
1 Recordemos que Juan Crisóstomo de Arriaga murió demasiado joven y su producción, aunque ha
sido comparada con la de Mozart, no ha llegado a tener gran relevancia.
Isaac Albéniz.
Isaac Manuel Francisco Albéniz y Pascual
nació en Camprodón el 29 de mayo de
1860 y murió en Cambo-les-Bains el 18 de
mayo de 1909. Fue un célebre compositor
y pianista español, discípulo de Felipe
Pedrell. Gracias a la ayuda de Guillermo
Morphy, el Conde de Morphy, compositor
y mecenas de las artes, obtuvo una pensión
para formarse en el Conservatorio de
Bruselas en 1876, finalizando sus estudios
en 1879.
Siendo un virtuoso compositor de piano, Isaac Albéniz también compuso música para otros
instrumentos. Dedicó más de una década de sus casi cuarenta y nueve años de vida a escribir
temas para teatro, también se dedicó a interpretar conciertos o a la grabación de su ópera
Merlín. Durante su carrera escribió más de dos docenas de canciones así como varios temas
orquestales y de cámara.
El fondo personal de Isaac Albéniz se conserva en la Biblioteca de Cataluña y en el Museo de
la Música de Barcelona, que guarda la donación ofrecida por la nieta del compositor (incluye
documentación biográfica, ejemplares manuscritos originales y objetos personales). Existe
una "Fundación Albéniz", con sedes en Madrid y Santander.
Isaac Albéniz, hijo de Ángel Lucio Albéniz y Gauna y de su primera mujer María de los
Dolores Pascual y tuvo tres hermanas. Su padre se casó por segunda vez en 1901 con María
Romero y Cebrián.
Empezó su vida como un prodigio con cuatro años cuando debutó como concertista de piano,
y tras muchas giras arriesgadas que le llevaron tan lejos de casa como están las Américas
(viajes que constantemente interrumpían sus clases en el Conservatorio de Madrid), se
concentró en una seria carrera de estudios en Bélgica. Con una beca que recibió del rey
Alfonso XII de España, entró en el Conservatorio de Bruselas en 1876, graduándose en 1879
con un primer premio en piano, que le fue otorgado de forma unánime. Albéniz regresó a
España para establecerse como un experto virtuoso; además, empezó a componer y a dirigir.
Enseguida empezó como director de una compañía ambulante de zarzuelas y escribió tres
zarzuelas. En 1883 se estableció en Barcelona, donde se casó el 23 de junio con Rosa Jordana
y Lagarriga, con quien tuvo un hijo y dos hijas, y donde estudió composición con Felipe
Pedrell. Cada vez más, Albéniz incorporaba sus propias composiciones en sus recitales. En
1885 se trasladó a Madrid donde recibió de nuevo la ayuda de su protector el Conde de
Morphy, asistiendo frecuentemente a las veladas musicales organizadas en su domicilio
privado. También formó parte del claustro del Instituto Filarmónico, un centro de libre
enseñanza presidido por el Conde de Morphy. Sus trabajos fueron publicados por los
principales editores musicales de aquella época.
A 1 de enero de 1886 nació su hijo Alfonso, su hija Laura Albéniz Jordana nació en 1890, fue
una importante pintora e ilustradora y falleció en 1944.
La reputación de Albéniz como pianista y compositor siguió creciendo. En la primavera de
1889 viajó a París, donde apareció en los Conciertos Colonne en una sesión que incluía su
Concierto para piano, op. 78. Desde París siguió hasta Inglaterra, donde sus interpretaciones
le aportaron un éxito al instante. En 1890 se puso en contacto con el empresario Henry
Lowenfeld que contrató los servicios de Albéniz como intérprete y compositor. Como
resultado, Albéniz se trasladó junto a su familia a Londres y a través de Lowenfeld
finalmente se introdujo en el mundo del teatro musical. Trabajando en el Teatro Lírico y más
tarde en el Teatro Príncipe de Gales, proporcionó números extras así como era necesario por
sus adaptaciones de comedias musicales. Por petición de Lowenfeld, Albéniz compuso El
Ópalo Mágico. Esta comedia lírica en el estilo de Gilbert y Sullivan fue estrenada en el Lírico
el 19 de enero de 1893 (fue traducida posteriormente al castellano por Eusebio Sierra y
presentada en Madrid en 1895 como La Sortija; este mismo año, su zarzuela San Antonio de
la Florida con libreto de Sierra fue también interpretada en Madrid).
Sus contactos teatrales en Londres llamaron la atención del poeta y dramaturgo aficionado y
heredero de una fortuna bancaria de la célebre firma de Coutts and Co, Francis Burdett
Money-Coutts, quien había comprado acciones y en julio de 1894 adquirió el contrato que
Albéniz tenía con Lowenfeld. Coutts, cuyo soporte financiero permitía a Albéniz vivir
confortablemente el resto de su vida, estaba interesado en escribir libretos. Su colaboración
con el compositor produjo Henry Clifford (estrenada en el teatro del Liceo de Barcelona en
1895), Pepita Jiménez (Teatro Liceo, 1896; Neues Deutsches Theater de Praga, 1897;
Monnaie de Bruselas, 1905), y Merlín (compuesta entre 1898 y 1902 pero no producida en
vida de Albéniz), la primera ópera de una propuesta trilogía titulada King Arthur (Lancelot
quedó incompleta en 1903, y en cuanto a Genevre, no se llegó a intentar). Por consiguiente,
durante aproximadamente una década, Albéniz dedicó todo su talento y energía a la creación
y producción de música para el escenario. Durante este tiempo estuvo trasladándose desde
Londres a París.
En la capital francesa se puso en contacto con Vincent d'Indy, Ernest Chausson, Charles
Bordes, y más tarde con Paul Dukas y Gabriel Fauré, formando estrechos lazos con la
comunidad musical francesa. Desde 1898 hasta 1900 enseñó piano avanzado en la Schola
Cantorum, pero a causa de su pobre salud, en 1900 regresó al cálido clima español. Empezó
un arduo trabajo junto a Enrique Morera con la promoción de trabajos líricos catalanes.
Cuando, sin embargo, sus esfuerzos no lograron que se produjeran sus propios trabajos
teatrales, regresó a París, donde su música era aceptada, elogiada e interpretada. La residencia
de Albéniz en París empezó a ser un refugio para artistas españoles (entre los que están
Joaquín Turina y Manuel de Falla); aquí encontraron apoyo y ánimo por su propio esfuerzo.
La preocupación de Albéniz con las formas musicales más largas produjo un cambio en su
estilo composicional desde lo básicamente ligero, piezas atractivas de su temprana carrera,
hacia un arte más complejo. Y aunque no dejó de interpretar, sus apariciones disminuyeron
cuando empezó a dejarse absorber por la composición y producción de sus trabajos
operísticos. De este periodo nos vienen las canciones Il en est de l'amour y Deux morceaux
de prose de Pierre Loti (Crépuscule y Tristesse) así como otros poemas de Coutts. De este
periodo también existe una muestra de apertura de una canción para poner música al texto de
la fábula de Jean de La Fontaine "Conseil tenu par les rats" (Consejo tenido por las ratas) el
fragmento que concluye una canción de Coutts, Laugh at loving, y referencias a otras
canciones de Coutts para las cuales no se ha encontrado la música.
Como Coutts empezó a cansarse de escribir libretos, Albéniz poco a poco volvió al piano y a
su nativo paisaje de inspiración, La Vega (1896-98) presagiando su posterior estilo, que
floreció con su obra maestra Iberia (1905-1908). La textura composicional y el lenguaje que
define Iberia son característicos de Quatre mélodies (de los poemas de Coutts), el último
trabajo vocal y las últimas piezas completas de Albéniz. A causa de una nefritis, Albéniz
murió en Cambo-les-Bains, en los Pirineos franceses, el 18 de mayo de 1909.
Un dato curioso de Isaac Albéniz es que pocos días antes de su muerte, fue a visitarlo su gran
amigo y paisano Enrique Granados. Albéniz le pidió que le tocara algo al piano y este
interpretó su obra La maja y el Ruiseñor (obra inédita por entonces), cuando de repente tocó
la barcarola "Mallorca", obra compuesta por Albéniz en un viaje que hicieron los dos a las
Islas Baleares. Albéniz moriría días después, antes de que el gobierno francés le entregara la
Gran Cruz de la Legión de Honor a petición de otros destacados pianistas como Fauré,
Debussy y el mismo Granados. A la muerte de Albéniz, Rosina le pidió a su gran amigo
Granados que terminase la última obra de su difunto esposo "Azulejos". Granados la terminó
de forma impecable de tal manera que resulta muy difícil distinguir donde acaba Albéniz y
donde empieza Granados. También hay que destacar dos obras para piano compuestas
previamente a la Suite Iberia, que son la Suite española I y la Suite española II. Ambas obras,
dada su importancia, merecen mención. Además, la aerolínea de bandera española, Iberia, ha
bautizado uno de sus aviones del modelo Airbus A340 con su nombre.
El nacionalismo español.
El nacionalismo suele relacionarse con el romanticismo musical de mediados del siglo XIX
hasta mediados del siglo XX, pero hay ya evidencias del nacionalismo tanto a inicios como a
finales del siglo XVIII. Históricamente, el nacionalismo musical del siglo XIX ha sido
considerado como una reacción contra el «dominio» de la música romántica alemana.
Los países más frecuentemente relacionados con el nacionalismo musical son: España, Reino
Unido, en Europa, y Estados Unidos, México, en América. El autor, compositor y
musicólogo, que fundamenta esta corriente en España es Felipe Pedrell.
Tras la gran tradición que constituyó musicalmente el Siglo de Oro, la construcción de una
música nacional española consiste en una invención durante el siglo XIX formada sobre todo
por Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894) y efectivamente desarrollada por el compositor y
musicólogo Felipe Pedrell (1841-1922) y sus discípulos. Sus cinco autores principales fueron
Isaac Albéniz, Enrique Granados, Joaquín Turina, Manuel de Falla y Joaquín Rodrigo. Este
último es el compositor más tardío en el nacionalismo en España
España tardó más que otras naciones en reaccionar ante el nacionalismo ya que el país estaba
imbuido de ópera italiana. Algunos compositores extranjeros intentaban imitar el folklore
español pero no lo conseguían del todo y esta fue una de las razones por las que se sintió la
necesidad en el país de empezar a hacer música nacionalista española por compositores
españoles.
Hubieron varios intentos antes de encontrar el verdadero nacionalismo hasta que Albéniz y
Granados (precursores de esta etapa) lo consiguieron. Posteriormente con Manuel de Falla y
Joaquín Turina se consiguió la maduración de este nacionalismo. Joaquín Rodrigo fue el
último que nos mostró esta corriente estilística.
También cabe destacar el término casticismo: Casticismo es una postura literaria, cultural e
ideológica, manifestada en España desde el siglo XVIII en oposición a la afrancesada o
ilustrada, y que desde entonces se relaciona con el pensamiento reaccionario. Es una
reivindicación defensiva de lo castizo, o sea, de las expresiones de todo tipo, que se perciban
por el casticista como propias de su casta, entendida esta no tanto como la raza o etnia propia
sino más bien como el carácter nacional español, la buena casta, incluso en términos
reproductivos vagamente machistas, que formaron parte del nacionalismo español, sobre todo
en sus expresiones más populares y en las expresiones de orgullo patriótico habituales
durante el franquismo.
Es decir, el casticismo fue una de las cosas que también impulsó a que se creara esta corriente
estilística.
Suite Española.
La Suite Española Op. 47 está compuesta principalmente de obras escritas en 1886 que se
agruparon en 1887, en honor de la Reina de España. Evocan diferentes regiones y músicas de
España. La obra podría considerarse dentro de la corriente nacionalista relacionada con el
romanticismo. Albéniz estaba bajo el influjo de Felipe Pedrell, quien lo apartó de la música
de salón de estética europeísta y lo atrajo hacia el nacionalismo, en este caso español. Sin
embargo su nacionalismo está pasado por el tamiz del refinamiento y la estilización.
Los títulos originales de la colección son cuatro: Granada, Cataluña, Sevilla y Cuba. Las
demás piezas, se publicaron en ediciones posteriores y a menudo con títulos distintos.
Hofmeister publicó los ocho títulos en 1912, después de la muerte de Albéniz. El Op. 47,
asignado por Hofmeister, no guarda relación con ningún tipo de orden cronológico en la obra
de Albéniz, en la que los números de opus fueron dados aleatoriamente por los publicadores o
por el mismo Albéniz. Algunas obras incluso aparecen en más de una colección.
En las obras que conforman la Suite española, el primer título hace referencia a la región que
representan y el subtítulo entre paréntesis indica la forma musical de la pieza o la danza de la
región retratada.
Granada: serenata reposada y sensual en la que la mano izquierda presenta una rica melodía
que constituye el tema principal. Un segundo tema, en modo menor, contrasta con su atmósfera
melancólica y de misterio.
Cataluña: el manuscrito aparece fechado el 24 de marzo de 1886. Es una corranda, danza que
se baila en corro con las manos de las mujeres sobre los hombros de los varones.
Sevilla: compuesta y estrenada en Madrid en 1886, Albéniz utiliza una sevillana, con su
estilizado garbo y sabor popular y aristocrático. Tiene un intermedio, en forma de copla, presentado
por ambas manos al unísono.
Cádiz: escuchamos un símil al rasgueo de la guitarra, en la mano izquierda, mientras que la
derecha entona la canción en un diseño sencillo. La parte central, en modo menor, pone un punto de
suave melancolía.
Asturias: es la más conocida de todas las piezas de esta Suite. El autor la subtituló Leyenda.
Pese a su adscripción a la región cantábrica, evoca una soleá de sabor hondo y andaluz, con una copla
de sabor también andaluz.
Aragón: se recrea a modo de fantasía el ámbito de la jota aragonesa con su gran riqueza
rítmica, que aparece a través de varios temas que desembocan en un final de espectacular virtuosismo.
Castilla: se trata de unas seguidillas, con su ritmo y su carácter que le son propios.
Cuba: fechada el 25 de mayo de 1886. Refleja la estancia del compositor en Cuba en 1875 y
en 1881. Es una pieza rica y contrastada en ritmos, de atmósfera evocadora y sensual.
Granada.
Es la primera de las piezas que componen la Suite Española. Fue escrita en 1886 y dedicada
en “Respetuoso recuerdo de la Sra. Doña Gracia Fernández Palacios de Recur”.
Estructuralmente nos encontramos ante una pieza dividida en tres secciones: ABA’. Porta por
subtítulo Serenata. Estas se tocaban, al anochecer, muchas veces al aire libre, y hacía las
delicias de las veladas en los jardines de los palacios de los aristócratas. Curiosamente el
nombre no deriva de sera, que en italiano es «tarde», sino de sereno, «calmado» o
«reposado». El origen de la serenata está en las baladas que los enamorados cantaban frente a
las ventanas de la amada al atardecer cuando algo no había salido bien en la relación.
La sección A (compases 1 a 40), está formada por un acompañamiento simulando el rasgueo
de guitarra en la mano derecha y la melodía en la mano izquierda. Este tema de 16 compases
se repite por 2 veces, recorriendo las tonalidades de FaM y LabM.
La sección B comienza con una introducción de 4 compases donde Albéniz expone el
acompañamiento (en este caso en la mano derecha). Esta sección B en realidad es doble, ya
que abarca desde el compás 41 al 120, entre las dos subsecciones encontramos una falsa
exposición.
Por último retomamos el tema principal, en este caso con menor extensión (compases 121 a
164).