abril todos los parpadeos, vittorio storaro 2018 los ...bab4f55d-9cf4-476a-b168-365f59e31e4d... ·...

1
La subversión y la furia F. J. Ossang. Killer Punk F . J. Ossang no ha apostatado en ningún momento de su trayectoria, y cuatro décadas después sigue militando de una manera firme en el bando que eligió desde un primer momento. El nacimiento del punk se suele fechar a mediados de los setenta, entre Nueva York y Londres. En 1982, el cineasta francés filmó el cortometraje El último enigma y con él se afilió al movimiento punk desde la subversión política, pero también desde su vertiente audiovisual. Convirtió la furia en una actitud vital y cinematográfica, que combinó con el ruido musical y el compromiso total con sus ideas. En esa primera pieza se encontraban todos los elementos que luego desarrollaría en el primero de sus cinco largometrajes, El caso de las divisiones de Morituri (1985). Presencia constante del blanco y negro sobre celuloide como materiales cinematográficos primarios y esenciales; revisión de los géneros clásicos desde un ángulo subversivo; reivindicación política y cultural para atacar al poder y sus normas impuestas; y la inclusión entre los fotogramas de la música punk que le llevó a convertirse en uno de ellos. Quizá en el último de ellos. En el cine de Ossang suenan Tuxedomoon, Cabaret Voltaire, Jello Biafra o Throbbing Gristle, Killing Joke o PIL. Es decir, bandas y artistas que, como él, llevaron los límites de sus creaciones un paso más allá e insuflaron al movimiento musical un aliento artístico. F. J. Ossang es poeta, aún sin obra traducida en castellano. También actor y músico. Antes de debutar en el cine fundó M.K.B (Messaggero Killer Boy). Una banda de la que es cantante y compositor, que se mueve en los terrenos de la música industrial, el post-punk y la electrónica ‘nuevaolera’, y con la que Ossang ha compuesto también la banda sonora de algunos de sus filmes. Porque él, por encima de todo, es cineasta. Un cineasta punk que es capaz de convertir una road movie , género sobre el que ha vertebrado toda su carrera, en un film de ciencia-ficción que pervierte los códigos genéricos, como hizo en su segundo largo El tesoro de las Islas Chiennes (1990). Y sobre un viaje también desarrolló sus siguientes trabajos. En Docteur Chance (1997), buscando incesantemente nuevas fronteras narrativas, salió de su zona de confort para adentrarse en el desierto chileno junto con Joe Strummer (líder de The Clash) y filmar, esta vez en color, una reflexión sobre la identidad. Mientras que con Dharma Guns (La succession Starkov , 2010) su cine vuelve al territorio más pulp , el de la hibridación genérica y la mutación constante de los materiales narrativos. Así ha dado forma a una filmografía que se cimenta, según él mismo reconoce, en tres influencias básicas: William Burroughs y sus experimentos formales; la Internacional Situacionista, el grupo de intelectuales liderados por Guy Debord empeñados en acabar con la opresión de la sociedad de clases, y el dramaturgo Antonin Artaud, creador del denominado Teatro de la Crueldad que perseguía impactar violentamente en el espectador. Filmoteca Española le dedica una retrospectiva completa, en la que se podrán ver sus cinco películas y sus cinco cortometrajes, que incluye el pre-estreno español de 9 dedos , con la que obtuvo el premio al mejor director en el último Festival de Locarno. “Intento sorprenderme y conducirme a territorios desconocidos”, aseguró durante el certamen. Igual que lo hace él con el espectador, gracias a una filmografía que se muestra radical, y comprometida estética y políticamente. Sin aditamentos, sin caer en el falso revival . Solo siguiendo su viaje sin brújula ni GPS por las caminos de la historia del cine. Fernando Bernal Crítico cinematográfico *Las copias en 16mm de dos de los cortometrajes son copias únicas, conservadas por la Cinématèque de Toulouse. Todos los parpadeos, los latidos, los aplausos “El arte como autosatisfacción puede tener su propia importancia, sobre todo para el artista. Si quiero ser completamente sincero, debo considerar el arte (no solo el arte cinematográfico) como algo intrascendente. Literatura, pintura, música, cine y teatro se procrean y se dan luz a sí mismos. […] Si a pesar de ello afirmo que quiero seguir haciendo arte es porque hay una razón muy sencilla. La razón es la curiosidad. Una insoportable curiosidad, ilimitada, jamás calmada, constantemente renovada, que me empuja hacia adelante, que nunca me da descanso…”. (Ingmar Bergman, 1965) N o descansó desde luego, ni antes ni después de aquel discurso por la concesión del premio Erasmo, y que serviría de prefacio a su deslumbrante, imperecedera Persona (1965). Pero incluso mucho antes de realizar esa película de la que hoy es imposible disociarle –un salto sin red al apogeo de la modernidad, una fuga de mascaradas y pantallas en combustión cuya onda expansiva no parece tener fin–, Ingmar Bergman ya había sido objeto de dos retrospectivas en la Cinémathèque parisina. A propósito de la segunda, en 1958, con apenas diecinueve filmes en el haber del sueco, Godard escribió que era “el autor más original del cine europeo moderno”, “el cineasta del instante”, y que sus películas eran como “el cine entre dos parpadeos, la tristeza entre dos latidos, el gozo de vivir entre dos aplausos” (“Bergmanorama”, Cahiers du cinéma, nº85, Julio 1958). A esas tristezas y esos gozos volvemos invariablemente sesenta años después. Y volvemos ahora que el genio detrás de ellas hubiera cumplido el siglo de existencia. Se harán necesarios cuatro meses –abril, mayo, junio y julio– para dar cabida en el Doré a todos los parpadeos, latidos y aplausos en los que Bergman encerró el mundo, su mundo, un continente en sí mismo, a lo largo de más de medio centenar de títulos. Cine y televisión caben en “Centenario Todo Bergman”, incluso esos “regocijos” de los que habló en sus memorias de trabajo Imágenes, spots publicitarios para el jabón Bris o las comedias que surgieron por la misma razón que la publicidad, porque “debían producir beneficios”. Tras el momento en que la retrospectiva (trazada en orden cronológico) llegue a la testamentaria Saraband (2003) en los días de su nacimiento (14 de julio) y su muerte (un 31 de julio en el que también se marchaba Michelangelo Antonioni), habrá una pausa de tres meses hasta retomar en Filmoteca Española el tributo al gigante autor de la isla de Faro y proyectar algunos de los múltiples destellos que su obra, efectivamente como un faro, ha alumbrado en los cines y cineastas que le siguieron. Entidades colaboradoras: Agradecimientos: Antoinette Zwirchmayr, Nuno Rodrigues (Curtas Vila do Conde), Pela del Álamo, Diana Santamaría (Capricci España), Elise Girard (Cinémathèque Française), Alix Quezel-Crasaz (La Cinémathèque de Toulouse), Adrián Onco (Films 59), Lightcone, F.J. Ossang, Dane Komljen, James Lattimer, Vanja Andrijevic (Bonobostudio), Ovidiu Miron (Instituto Cultural Rumano-Madrid), Barbara Ulrich (straub-huillet-films), Christophe Clavert (Belva Film), Antonio Fernández (Editorial Laborinto), Carlos Saura, Anna Saura, Emelie Gallego, Luis Miguel Rodríguez, Alessandra Picone. Suscripción a la alerta del programa mensual del cine Doré Sede Filmoteca Española: C/ Magdalena,10 28012 Madrid Tel.: 91 467 2600 [email protected] Precio: Normal: 2,50 € por sesión y sala 20,00 € abono de 10 sesiones. Estudiante: 2,00 € por sesión y sala 15,00 € abono de 10 sesiones. Horario de taquilla: Desde las 16:15 h. hasta 15 minutos después del comienzo de la última sesión. Pasados 10 minutos de iniciada la película no se venderán entradas para la misma ni se permitirá el acceso a la sala. Venta anticipada: 1/3 del aforo para las sesiones del día siguiente. De 16:15 hasta cierre de taquilla (mínimo 21:30) Sala de proyección: Cine Doré C/ Santa Isabel, 3 28012 Madrid Tel.: 91 369 3225 91 369 1125 (taquilla) 91 369 2118 (gerencia) Entrada libre a cafetería Horario de restaurante: 09:30 - 23:00 (martes a viernes) 10:00 - 23:00 (sábados y domingos) LUNES CERRADO Buzón de sugerencias: [email protected] abril 2018 F.J. Ossang Killer Punk Carlos Saura La espiral sauriana (2) Un siglo de cine rumano (1) Centenario Todo Bergman (1) Visiones y despertares William Holden (1) El crepúsculo del héroe Y además... Filmoteca Junior Teatro Español Sesión Sensacine El conformista (Bernardo Bertolucci, 1970) Antes que ningún otro, incluso que Rossellini, trajo la libertad de la sensualidad y el escándalo, del celuloide hecho carne, para que Harriet Anderson mirara directamente al espectador haciendole cómplice de su hastío y su erotismo en Un verano con Mónica (1953). Pero el mismo año en que filmaba esa suerte de neorrealismo nórdico, también hizo Noche de circo, su contrapartida estilística, anclada en el barroquismo y el control. Tantas obras maestras, tan distintas, expresan la capacidad del sueco para que su cine trazara un espejo del espíritu, el suyo y el de los tiempos que vivió, con todos sus traumas, sueños y desencantos, también con todas sus incertidumbres y riesgos formales. De la carne se alzó a la angustia por el silencio divino –su trilogía de la fe, su movimiento de repliegue hacia la depuración intimista–, y de ahí descendió de nuevo a los hombres y a los artistas, a su imposible redención, a las crisis del individualismo que imposibilitan la convivencia en pareja –también del mismo año, 1973, son las monumentales Gritos y susurros y Secretos de un matrimonio–, a las dos décadas de silencio cinematográfico reservándose para el definitivo epílogo a obra tan expansiva, donde la ambigüedad moral y el alma de los hombres y mujeres ocuparon siempre el centro gravitario. Nada más quedó por decir. Como el propio Bergman definió el cine: “Veinticuatro imágenes iluminadas por segundo, y tras ellas la oscuridad”. Artistas mayores Como todo artista mayor, su prestigio se disputó en las posturas encontradas. Su reputación sulfurosa –“colérico, egocéntrico, torturado, manipulador, preso de una erotomanía galopante que le llevó a casarse con seis mujeres y a relacionarse con muchas otras”, al decir de Jacques Mendelbaum– también intervino en los juicios artísticos. Para Marguerite Duras era la encarnación de un cine con pretensiones culturales, una impostación intelectual que encontró su tiempo justo, y la controversia siguió persiguiéndole en su tumba con el artículo/obituario de Jonathan Rosenbaum, titulado “Escenas de una carrera sobrevalorada” (The New York Times, 4.8.2007), que tanta cola trajo en los debates de la cinefilia del siglo XXI. Concedía entonces el crítico norteamericano a Bergman la pertinencia de sus películas, “que siempre quedarán como hitos en la historia del gusto”. En esa historia del gusto, que también es la del cine, el autor de El séptimo sello (1957), de Fresas salvajes (1957), de El rostro (1958), de El manantial de la doncella (1960), de Los comulgantes (1963), de La hora del lobo (1968), de El huevo de la serpiente (1977), de Sonata de otoño (1978), de Fanny y Alexander (1982)… parece haber hecho méritos suficientes, y dejado una huella tan honda tras su paso, que arañarle autoridad y preeminencia en las conquistas del lenguaje cinematográfico se antoja cuanto menos cicatero. En todo caso será el espectador, el que regresará a las obras y el que las descubrirá en el Doré, quien deba ahora renovar su curiosidad y empujarle a establecer su propia valoración sobre el lugar que el cine de Bergman, con todos sus latidos y parpadeos, ocupa en las imágenes descreídas del presente. En colaboración con la Embajada de Suecia, el Swedish Institute y The Bergman Foundation, la retrospectiva “Centenario Todo Bergman” traerá a Filmoteca Española una serie de coloquios, presentaciones y exposiciones que, si nada se tuerce hasta entonces, culminará con un redoble final extraordinario y memorable, bajo palabra de una dama íntimamente ligada a la obra y la vida bergmaniana. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos, dado que el regocijo y el entusiasmo de abril nos lo trae otra visita estelar, la del maestro de la luz Vittorio Storaro, en el marco de la retrospectiva a Carlos Saura. Carlos Reviriego Director de Programación Filmoteca Española MAYO 2018 Mayo del 68 Ross McElwee (DocumentaMadrid) Buddhadev Dasgupta (Imagineindia) Ingmar Bergman (2) William Holden (2) Estatuto artístico invulnerable un siglo de cine rumano I niciado por el principal organismo de administración patrimonial del cine rumano, Dacin Sara, “Un siglo de cine rumano” es un proyecto que pretende llevar a las pantallas de España una selección de las más destacadas películas del último siglo de cine rumano, en colaboración con el Instituto Cultural Rumano y la Filmoteca Española. La selección es una representativa historia de una de las cinematografías del Este de Europa bastante poco conocida, a pesar del reconocimiento adquirido en los grandes concursos y festivales internacionales. El éxito más reciente ha sido el registrado a finales del mes de febrero en Berlín por la película Touch Me Not , de la directora Adina Pintilie, que ha recibido no solamente el galardón a la mejor primera película, sino también el codiciado Oso de Oro de la competición. Varias de las películas que se proyectarán en España, tanto en Madrid como en otras ciudades, se impusieron a su vez en la Berlinale o en los grandes festivales de Cannes y Venecia. A través de estas y del resto de las películas ofrecidas, los espectadores podrán conocer más de cerca los valores de un cine que, comenzando con su primera película, Independenta României (1912), y hasta el día de hoy, ha nutrido la aspiración de la afirmación nacional e internacional. Cabe mencionar para empezar que entre Rumanía y España existen algunas similitudes que conviene recordar. Ambos países estuvieron marcados –en su primer siglo de cine– por experiencias históricas autoritarias, incluso totalitarias. Es interesante el hecho de que, mientras que en España, como afirma José María García Escudero, “hasta 1939 no hay cine español, ni espiritual, ni técnicamente”, en el mismo periodo en Rumanía se sentaban las bases del Oficiul National Cinematografic (la Oficina Nacional del Cine), que inicia una industria que, tras la Segunda Guerra Mundial, el nuevo régimen político desarrollaría en virtud de la revelación leninista de “la más importante de las artes”, que es el cine. Apoyado como un vector principal de la propaganda del partido comunista, el cine rumano buscaría y encontraría su verdadero perfil no en los cientos de películas impregnadas por la rigidez de la visión ideológica, sino en aquellas que obtuvieron y respetaron su estatuto artístico invulnerable. La lucha de los cineastas rumanos con la censura, con las ideas y las consignas del partido comunista, fue continua, a lo largo de varias décadas, hasta los cambios políticos de diciembre de 1989. Después vino un periodo de “borrachera de la libertad”, saldada con la disolución de las estructuras de una industria cinematográfica sólida y con la limitación de las capacidades de intervención del estado en la realización de las obras cinematográficas. A partir del año 2000 se registra la imposición por la fuerza de lo que se ha llamado “Nuevo cine rumano”, cuyas aspiraciones se encuentran en lo que un crítico cinematográfico llamaba “deseo de seguir siendo nuevo y preocupado por regenerarse, por evitar el manierismo, el dar pasos sin moverse del sitio, la falta de contenido”. No se excluye que pronto asistamos al nacimiento de un… “nuevo Nuevo Cine”, teniendo en cuenta la sorprendente dinámica del arte del cine. Evidentemente, todo lo que ha sucedido o lo que sucederá desde ahora no se puede sustraer de una visión orgánica del cine rumano, nacida en este “primer siglo” de vida. Esperamos que el público español la descubra con la misma emoción con la que –hace cinco o seis décadas– los espectadores rumanos descubrían el arte de los primeros cineastas españoles “salidos” a Europa: Berlanga y Bardem. Titus Vîjeu Crítico cinematográfico Como parte del ciclo “Carlos Saura. La espiral sauriana”, el legendario Vittorio Storaro, ganador de tres Oscar y responsable de la fotografía de títulos como Apocalypse Now, Novecento o Wonder Wheel, presentará en el Doré algunos de sus trabajos con el director aragonés. Además, mantendrá un coloquio con el público sobre su memorable trabajo para Bernardo Bertolucci en la imprescindible El conformista (1970), que se proyectará en copia restaurada por la Cineteca de Bolonia. La visita de Vittorio Storaro a Madrid es posible gracias a la colaboración entre Filmoteca Española y la ECAM, Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid, donde el italiano impartirá un seminario el 18 de abril, en horario de mañana y de tarde. Tango (Carlos Saura): martes, 17 abril. 19.30 horas. Sala 1 El conformista (Bernardo Bertolucci): miércoles, 18 abril. 17.30 horas. Sala 1 Goya en Burdeos (Carlos Saura): jueves, 19 abril. 19.30 horas. Sala 1 Io, Don Giovanni (Carlos Saura): martes, 20 abril. 19.30 horas. Sala 1 Vittorio Storaro El trabajo de Antoinette Zwirchmayer (Salzburgo, 1989), de una coherencia y una fuerza lírica muy personal, se divide hasta el momento entre pequeñas piezas de orfebrería silente sobre cuerpos desnudos, objetos y su relación con los paisajes, y una trilogía sobre su pesada herencia familiar, de la que se verán las dos primeras partes. Todos sus trabajos, anclados en la parte más física del celuloide, arrancan en lo corporal, lo epidérmico, para trascender en una búsqueda que pasa por lo biográfico, lo identitario, donde los elementos, los desnudos, los reflejos, dialogan en silencio en un lenguaje que hace de lo táctil una cualidad más de lo visual, una capa más de lo emocional. GONZALO DE PEDRO SESIÓN RADICALES LIBRES “Antoinette Zwirchmayr. Del deseo” Sábado, 7 abril. 20 horas. Sala 2 Antoinette Zwirchmayr La filmografía de la estrella de Hollywood a la que Billy Wilder confiaría el papel de guionista en apuros en El crepúsculo de los dioses llega al Cine Doré para celebrar su centenario. Gracias a ese papel la carrera de William Holden inició su despegue, demostrando ser un actor con capacidad para asumir papeles de diversa índole, especialmente el dramático. Se trata de un héroe en crisis que desarrolló su trayectoria a caballo entre dos etapas, el Hollywood clásico y el nacimiento del antihéroe. A lo largo de su carrera trabajó con afamados directores como Wilder, Blake Edwards, Sam Peckinpah o John Huston. CENTENARIO WILLIAM HOLDEN El crepúsculo del héroe William Holden

Upload: phungkhuong

Post on 28-Aug-2018

213 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

La subversión y la furiaF. J. Ossang. Killer Punk

F. J. Ossang no ha apostatado en ningún momento de su trayectoria, y cuatro décadas después sigue militando de una manera firme en el bando que eligió desde un primer

momento. El nacimiento del punk se suele fechar a mediados de los setenta, entre Nueva York y Londres. En 1982, el cineasta francés filmó el cortometraje El último enigma y con él se afilió al movimiento punk desde la subversión política, pero también desde su vertiente audiovisual. Convirtió la furia en una actitud vital y cinematográfica, que combinó con el ruido musical y el compromiso total con sus ideas.

En esa primera pieza se encontraban todos los elementos que luego desarrollaría en el primero de sus cinco largometrajes, El caso de las divisiones de Morituri (1985). Presencia constante del blanco y negro sobre celuloide como materiales cinematográficos primarios y esenciales; revisión de los géneros clásicos desde un ángulo subversivo; reivindicación política y cultural para atacar al poder y sus normas impuestas; y la inclusión entre los fotogramas de la música punk que le llevó a convertirse en uno de ellos. Quizá en el último de ellos. En el cine de Ossang suenan Tuxedomoon, Cabaret Voltaire, Jello Biafra o Throbbing Gristle, Killing Joke o PIL. Es decir, bandas y artistas que, como él, llevaron los límites de sus creaciones un paso más allá e insuflaron al movimiento musical un aliento artístico.

F. J. Ossang es poeta, aún sin obra traducida en castellano. También actor y músico. Antes de debutar en el cine fundó M.K.B (Messaggero Killer Boy). Una banda de la que es cantante y compositor, que se mueve en los terrenos de la música industrial, el post-punk y la electrónica ‘nuevaolera’, y con la que Ossang ha compuesto también la banda sonora de algunos de sus filmes. Porque él, por encima de todo, es cineasta. Un cineasta punk que es capaz de convertir una road movie, género sobre el que ha vertebrado toda su carrera, en un film de ciencia-ficción que pervierte los códigos genéricos, como hizo en su segundo largo El tesoro de las Islas Chiennes (1990).

Y sobre un viaje también desarrolló sus siguientes trabajos. En Docteur Chance (1997), buscando incesantemente nuevas fronteras narrativas, salió de su zona de confort para adentrarse en el desierto chileno junto con Joe Strummer (líder de The Clash) y filmar, esta vez en color, una reflexión sobre la identidad. Mientras que con Dharma Guns (La succession Starkov, 2010) su cine vuelve al territorio más pulp, el de la hibridación genérica y la mutación constante de los materiales narrativos. Así ha dado forma a una filmografía que se cimenta, según él mismo reconoce, en tres influencias básicas: William Burroughs y sus experimentos formales; la Internacional Situacionista, el grupo de intelectuales liderados por Guy Debord empeñados en acabar con la opresión de la sociedad de clases, y el dramaturgo Antonin Artaud, creador del denominado Teatro de la Crueldad que perseguía impactar violentamente en el espectador.

Filmoteca Española le dedica una retrospectiva completa, en la que se podrán ver sus cinco películas y sus cinco cortometrajes, que incluye el pre-estreno español de 9 dedos, con la que obtuvo el premio al mejor director en el último Festival de Locarno. “Intento sorprenderme y conducirme a territorios desconocidos”, aseguró durante el certamen. Igual que lo hace él con el espectador, gracias a una filmografía que se muestra radical, y comprometida estética y políticamente. Sin aditamentos, sin caer en el falso revival. Solo siguiendo su viaje sin brújula ni GPS por las caminos de la historia del cine.

Fernando BernalCrítico cinematográfico

*Las copias en 16mm de dos de los cortometrajes son copias únicas, conservadas por la Cinématèque de Toulouse.

Todos los parpadeos, los latidos, los aplausos

“El arte como autosatisfacción puede tener su propia importancia, sobre todo para el artista. Si quiero ser completamente sincero, debo considerar el arte (no solo el arte cinematográfico) como algo intrascendente. Literatura, pintura, música, cine y teatro se procrean y se dan luz a sí mismos. […] Si a pesar de ello afirmo que quiero seguir haciendo arte es porque hay una razón muy sencilla. La razón es la curiosidad. Una insoportable curiosidad, ilimitada, jamás calmada, constantemente renovada, que me empuja hacia adelante, que nunca me da descanso…”. (Ingmar Bergman, 1965)

No descansó desde luego, ni antes ni después de aquel discurso por la concesión del premio Erasmo, y que serviría de prefacio a su deslumbrante, imperecedera

Persona (1965). Pero incluso mucho antes de realizar esa película de la que hoy es imposible disociarle –un salto sin red al apogeo de la modernidad, una fuga de mascaradas y pantallas en combustión cuya onda expansiva no parece tener fin–, Ingmar Bergman ya había sido objeto de dos retrospectivas en la Cinémathèque parisina. A propósito de la segunda, en 1958, con apenas diecinueve filmes en el haber del sueco, Godard escribió que era “el autor más original del cine europeo moderno”, “el cineasta del instante”, y que sus películas eran como “el cine entre dos parpadeos, la tristeza entre dos latidos, el gozo de vivir entre dos aplausos” (“Bergmanorama”, Cahiers du cinéma, nº85, Julio 1958). A esas tristezas y esos gozos volvemos invariablemente sesenta años después. Y volvemos ahora que el genio detrás de ellas hubiera cumplido el siglo de existencia.

Se harán necesarios cuatro meses –abril, mayo, junio y julio– para dar cabida en el Doré a todos los parpadeos, latidos y aplausos en los que Bergman encerró el mundo, su mundo, un continente en sí mismo, a lo largo de más de medio centenar de títulos. Cine y televisión caben en “Centenario Todo Bergman”, incluso esos “regocijos” de los que habló en sus memorias de trabajo Imágenes, spots publicitarios para el jabón Bris o las comedias que surgieron por la misma razón que la publicidad, porque “debían producir beneficios”. Tras el momento en que la retrospectiva (trazada en orden cronológico) llegue a la testamentaria Saraband (2003) en los días de su nacimiento (14 de julio) y su muerte (un 31 de julio en el que también se marchaba Michelangelo Antonioni), habrá una pausa de tres meses hasta retomar en Filmoteca Española el tributo al gigante autor de la isla de Faro y proyectar algunos de los múltiples destellos que su obra, efectivamente como un faro, ha alumbrado en los cines y cineastas que le siguieron.

Entidades colaboradoras:

Agradecimientos:

Antoinette Zwirchmayr, Nuno Rodrigues (Curtas Vila do Conde), Pela del Álamo, Diana Santamaría (Capricci España),

Elise Girard (Cinémathèque Française), Alix Quezel-Crasaz (La Cinémathèque de Toulouse), Adrián Onco (Films

59), Lightcone, F.J. Ossang, Dane Komljen, James Lattimer, Vanja Andrijevic (Bonobostudio), Ovidiu Miron (Instituto

Cultural Rumano-Madrid), Barbara Ulrich (straub-huillet-films), Christophe Clavert (Belva Film), Antonio Fernández

(Editorial Laborinto), Carlos Saura, Anna Saura, Emelie Gallego, Luis Miguel Rodríguez, Alessandra Picone.

Suscripción a la alerta del programa mensual del cine Doré

Sede Filmoteca Española:C/ Magdalena,1028012 MadridTel.: 91 467 [email protected]

Precio:Normal:2,50 € por sesión y sala20,00 € abono de 10 sesiones.Estudiante:2,00 € por sesión y sala15,00 € abono de 10 sesiones.

Horario de taquilla:Desde las 16:15 h. hasta 15 minutos después del comienzo de la última sesión. Pasados 10 minutos de iniciada la película no se venderán entradas para la misma ni se permitirá el acceso a la sala.

Venta anticipada:1/3 del aforo para las sesiones del día siguiente. De 16:15 hasta cierre de taquilla (mínimo 21:30)

Sala de proyección:Cine DoréC/ Santa Isabel, 328012 MadridTel.: 91 369 3225

91 369 1125 (taquilla)91 369 2118 (gerencia)

Entrada libre a cafetería

Horario de restaurante:09:30 - 23:00 (martes a viernes) 10:00 - 23:00 (sábados y domingos)

LUNES CERRADO

Buzón de sugerencias:[email protected]

abril2 0 1 8

F.J. OssangKiller Punk

Carlos SauraLa espiral sauriana (2)

Un siglo de cine rumano (1)

Centenario Todo Bergman (1)Visiones y despertares

William Holden (1)El crepúsculo del héroe

Y además...Filmoteca Junior

Teatro Español Sesión Sensacine

El conformista (Bernardo Bertolucci, 1970)

Antes que ningún otro, incluso que Rossellini, trajo la libertad de la sensualidad y el escándalo, del celuloide hecho carne, para que Harriet Anderson mirara directamente al espectador haciendole cómplice de su hastío y su erotismo en Un verano con Mónica (1953). Pero el mismo año en que filmaba esa suerte de neorrealismo nórdico, también hizo Noche de circo, su contrapartida estilística, anclada en el barroquismo y el control. Tantas obras maestras, tan distintas, expresan la capacidad del sueco para que su cine trazara un espejo del espíritu, el suyo y el de los tiempos que vivió, con todos sus traumas, sueños y desencantos, también con todas sus incertidumbres y riesgos formales. De la carne se alzó a la angustia por el silencio divino –su trilogía de la fe, su movimiento de repliegue hacia la depuración intimista–, y de ahí descendió de nuevo a los hombres y a los artistas, a

su imposible redención, a las crisis del individualismo que imposibilitan la convivencia en pareja –también del mismo año, 1973, son las monumentales Gritos y susurros y Secretos de un matrimonio–, a las dos décadas de silencio cinematográfico reservándose para el definitivo epílogo a obra tan expansiva, donde la ambigüedad moral y el alma de los hombres y mujeres ocuparon siempre el centro gravitario. Nada más quedó por decir. Como el propio Bergman definió el cine: “Veinticuatro imágenes iluminadas por segundo, y tras ellas la oscuridad”.

Artistas mayores

Como todo artista mayor, su prestigio se disputó en las posturas encontradas. Su reputación sulfurosa –“colérico, egocéntrico, torturado, manipulador, preso de una erotomanía galopante que le llevó a casarse con seis mujeres y a relacionarse con muchas otras”, al decir de Jacques Mendelbaum– también intervino en los juicios artísticos. Para Marguerite Duras era la encarnación de un cine con pretensiones culturales, una impostación intelectual que encontró su tiempo justo, y la controversia siguió persiguiéndole en su tumba

con el artículo/obituario de Jonathan Rosenbaum, titulado “Escenas de una carrera sobrevalorada” (The New York Times, 4.8.2007), que tanta cola trajo en los debates de la cinefilia del siglo XXI. Concedía entonces el crítico norteamericano a Bergman la pertinencia de sus películas, “que siempre quedarán como hitos en la historia del gusto”.

En esa historia del gusto, que también es la del cine, el autor de El séptimo sello (1957), de Fresas salvajes (1957), de El rostro (1958), de El manantial de la doncella (1960), de Los comulgantes (1963), de La hora del lobo (1968), de El huevo de la serpiente (1977), de Sonata de otoño (1978), de Fanny y Alexander (1982)… parece haber hecho méritos suficientes, y dejado una huella tan honda tras su paso, que arañarle autoridad y preeminencia en las conquistas del lenguaje cinematográfico se antoja cuanto menos cicatero. En todo caso será el espectador, el que regresará a las obras y el que las descubrirá en el Doré, quien deba ahora renovar su curiosidad y empujarle a establecer su propia valoración sobre el lugar que el cine de Bergman, con todos sus latidos y parpadeos, ocupa en las imágenes descreídas del presente.

En colaboración con la Embajada de Suecia, el Swedish Institute y The Bergman Foundation, la retrospectiva “Centenario Todo Bergman” traerá a Filmoteca Española una serie de coloquios, presentaciones y exposiciones que, si nada se tuerce hasta entonces, culminará con un redoble final extraordinario y memorable, bajo palabra de una dama íntimamente ligada a la obra y la vida bergmaniana. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos, dado que el regocijo y el entusiasmo de abril nos lo trae otra visita estelar, la del maestro de la luz Vittorio Storaro, en el marco de la retrospectiva a Carlos Saura.

Carlos ReviriegoDirector de Programación

Filmoteca Española

MAYO 2018

Mayo del 68Ross McElwee

(DocumentaMadrid)

Buddhadev Dasgupta(Imagineindia)

Ingmar Bergman (2)William Holden (2)

Estatuto artístico invulnerableun siglo de cine rumano

Iniciado por el principal organismo de administración patrimonial del cine rumano, Dacin Sara, “Un siglo de cine rumano” es un proyecto que pretende llevar a las

pantallas de España una selección de las más destacadas películas del último siglo de cine rumano, en colaboración con el Instituto Cultural Rumano y la Filmoteca Española. La selección es una representativa historia de una de las cinematografías del Este de Europa bastante poco conocida, a pesar del reconocimiento adquirido en los grandes concursos y festivales internacionales. El éxito más reciente ha sido el registrado a finales del mes de febrero en Berlín por la película Touch Me Not, de la directora Adina Pintilie, que ha recibido no solamente el galardón a la mejor primera película, sino también el codiciado Oso de Oro de la competición.

Varias de las películas que se proyectarán en España, tanto en Madrid como en otras ciudades, se impusieron a su vez en la Berlinale o en los grandes festivales de Cannes y Venecia. A través de estas y del resto de las películas ofrecidas, los espectadores podrán conocer más de cerca los valores de un cine que, comenzando con su primera película, Independenta României (1912), y hasta el día de hoy, ha nutrido la aspiración de la afirmación nacional e internacional.

Cabe mencionar para empezar que entre Rumanía y España existen algunas similitudes que conviene recordar. Ambos países estuvieron marcados –en su primer siglo de cine– por experiencias históricas autoritarias, incluso totalitarias. Es interesante el hecho de que, mientras que en España, como afirma José María García Escudero, “hasta 1939 no hay cine español, ni espiritual, ni técnicamente”, en el mismo periodo en Rumanía se sentaban las bases del Oficiul National Cinematografic (la Oficina Nacional del Cine), que inicia una industria que, tras la Segunda Guerra Mundial, el nuevo régimen político desarrollaría en virtud de la revelación leninista de “la más importante de las artes”, que es el cine. Apoyado como un vector principal de la propaganda del partido comunista, el cine rumano buscaría y encontraría su verdadero perfil no en los cientos de películas impregnadas por la rigidez de la visión ideológica, sino en aquellas que obtuvieron y respetaron su estatuto artístico invulnerable.

La lucha de los cineastas rumanos con la censura, con las ideas y las consignas del partido comunista, fue continua, a lo largo de varias décadas, hasta los cambios políticos de diciembre de 1989. Después vino un periodo de “borrachera de la libertad”, saldada con la disolución de las estructuras de una industria cinematográfica sólida y con la limitación de las capacidades de intervención del estado en la realización de las obras cinematográficas.

A partir del año 2000 se registra la imposición por la fuerza de lo que se ha llamado “Nuevo cine rumano”, cuyas aspiraciones se encuentran en lo que un crítico cinematográfico llamaba “deseo de seguir siendo nuevo y preocupado por regenerarse, por evitar el manierismo, el dar pasos sin moverse del sitio, la falta de contenido”. No se excluye que pronto asistamos al nacimiento de un… “nuevo Nuevo Cine”, teniendo en cuenta la sorprendente dinámica del arte del cine.

Evidentemente, todo lo que ha sucedido o lo que sucederá desde ahora no se puede sustraer de una visión orgánica del cine rumano, nacida en este “primer siglo” de vida. Esperamos que el público español la descubra con la misma emoción con la que –hace cinco o seis décadas– los espectadores rumanos descubrían el arte de los primeros cineastas españoles “salidos” a Europa: Berlanga y Bardem.

Titus VîjeuCrítico cinematográfico

Como parte del ciclo “Carlos Saura. La espiral sauriana”, el legendario Vittorio Storaro, ganador de tres Oscar y responsable de la fotografía de títulos como Apocalypse Now, Novecento o Wonder Wheel, presentará en el Doré algunos de sus trabajos con el director aragonés. Además, mantendrá un coloquio con el público sobre su memorable trabajo para Bernardo Bertolucci en la imprescindible El conformista (1970), que se proyectará en copia restaurada por la Cineteca de Bolonia. La visita de Vittorio Storaro a Madrid es posible gracias a la colaboración entre Filmoteca Española y la ECAM, Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid, donde el italiano impartirá un seminario el 18 de abril, en horario de mañana y de tarde.

Tango (Carlos Saura): martes, 17 abril. 19.30 horas. Sala 1El conformista (Bernardo Bertolucci): miércoles, 18 abril. 17.30 horas. Sala 1Goya en Burdeos (Carlos Saura): jueves, 19 abril. 19.30 horas. Sala 1Io, Don Giovanni (Carlos Saura): martes, 20 abril. 19.30 horas. Sala 1

Vittorio Storaro

El trabajo de Antoinette Zwirchmayer (Salzburgo, 1989), de una coherencia y una fuerza lírica muy personal, se divide hasta el momento entre pequeñas piezas de orfebrería silente sobre cuerpos desnudos, objetos y su relación con los paisajes, y una trilogía sobre su pesada herencia familiar, de la que se verán las dos primeras partes. Todos sus trabajos, anclados en la parte más física del celuloide, arrancan en lo corporal, lo epidérmico, para trascender en una búsqueda que pasa por lo biográfico, lo identitario, donde los elementos, los desnudos, los reflejos, dialogan en silencio en un lenguaje que hace de lo táctil una cualidad más de lo visual, una capa más de lo emocional. GONZALO DE PEDRO

SESIÓN RADICALES LIBRES“Antoinette Zwirchmayr. Del deseo”Sábado, 7 abril. 20 horas. Sala 2

Antoinette Zwirchmayr

La filmografía de la estrella de Hollywood a la que Billy Wilder confiaría el papel de guionista en apuros en El crepúsculo de los dioses llega al Cine Doré para celebrar su centenario. Gracias a ese papel la carrera de William Holden inició su despegue, demostrando ser un actor con capacidad para asumir papeles de diversa índole, especialmente el dramático. Se trata de un héroe en crisis que desarrolló su trayectoria a caballo entre dos etapas, el Hollywood clásico y el nacimiento del antihéroe. A lo largo de su carrera trabajó con afamados directores como Wilder, Blake Edwards, Sam Peckinpah o John Huston.

CENTENARIO WILLIAM HOLDENEl crepúsculo del héroe

William Holden