aa. vv. - diccionario de pastoral y evangelización

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Diccionario de Pastoral y Evangelización Vicente Mª Pedrosa - Jesús Sastre - Raúl Berzosa (Directores), Diccionarios "MC" Editorial Monte Carmelo Burgos, 2001

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un diccionario de pastoral con definiciones amplias de diversos temas.

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  • Diccionario de Pastoral y Evangelizacin

    Vicente M Pedrosa - Jess Sastre - Ral Berzosa (Directores),

    Diccionarios "MC"

    Editorial Monte Carmelo

    Burgos, 2001

  • Diccionario de Pastoral y Evangelizacin

    Vicente M Pedrosa - Jess Sastre - Ral Berzosa (Directores),

    Diccionario de Pastoral y Evangelizacin, Diccionarios "MC", Editorial Monte Carmelo, Burgos 2001, 1.122+37 pgs.

    Estamos ante una obra imprescindible en cualquier biblioteca. Una voluminosa obra para la consulta, la formacin, la informacin sobre todo lo que tiene que ver con la pastoral y la evangelizacin en la Iglesia.

    El Diccionario ofrece 280 voces, que desgranan todo lo relacionado con la pastoral y la evangelizacin, los momentos de la evangelizacin y el desarrollo de la accin pastoral. En esta obra han colaborado medio centenar de afamados expertos, varios de ellos burgaleses; ha contado con tres directores, que han coordinado la ardua tarea de elaboracin de un volumen de estas dimensiones. El Diccionario cuenta con amplia y actualizada bibliografa para ampliar los temas y referencias y reseas de los ms recientes documentos magisteriales. La obra aparece con un pequeo suplemento de voces que haban quedado "en el tintero", para ser lo ms completo posible.

    Sin duda, se trata de una gran obra, por el tamao y el contenido.

  • Accin Catlica

    SUMARIO: 1. - Accin Catlica General 2. - Movimientos especializados de Accin Catlica: 2.1. HOAC; 2.2. JOC.

    1. Accin Catlica General

    Dejando la larga historia de este gran y fecundo movimiento eclesial, digamos que la Accin Catlica, en estos momentos, se encuentra en fase de renovacin, desde la eclesiologa de la Iglesia particular (es decir, la Iglesia Diocesana). La Accin Catlica, segn los ms recientes documentos, tiene que ser una experiencia personal y comunitaria, al mismo tiempo, para hacer posible un laicado adulto, formado y comprometido; un organismo que articule a los laicos de forma estable y asociada en el marco de la Iglesia particular, y, muy especialmente, debe dinamizar la vida de la parroquia. Reconociendo, al mismo tiempo, que el apostolado seglar asociado abarca mucho ms que la Accin Catlica.

    La Accin Catlica no slo debe valorar y respetar los diferentes carismas particulares, plasmados en otros movimientos o asociaciones laicales, sino que debe ponerse al servicio de la Dicesis para dinamizar sectores de evangelizacin que no estn suficientemente atendidos, en comunin con el obispo y el presbiterio de la iglesia particular. La Accin Catlica debe ser cauce y oferta natural de la Dicesis para vertebrar el laicado no organizado de las parroquias y de la propia Iglesia particular. La AC aporta, como cauce bsico y permanente, corresponsabilidad laical y presencia misionera y evangelizadora.

    Las cuatro notas que vertebran la Accin Catlica son: su aspecto evangelizador, el protagonismo de los laicos, su formacin en comunidad y su misin asociada al ministerio pastoral diocesano.

    La espiritualidad de la Accin Catlica tiende a desarrollar una fe madura, consciente y comprometida, fundamentada en la confrontacin existencial del mensaje evanglico con la vida cotidiana (revisin de vida).

    La Accin Catlica ofrece dos grandes ramas: Accin Catlica General y Accin Catlica Especializada, expresada en diversos movimientos. En cualquier caso, son asociaciones pblicas de la Iglesia que desarrollan su actividad evangelizadora, como accin de la Iglesia, desde la condicin de seglar, promovidas y orientadas por el ministerio pastoral.

    La diferencia entre la Accin Catlica y el resto de apostolado seglar no est tanto en el quehacer sino en el encargo que recibe por voluntad expresa de la Jerarqua, en sus fines, y en el cmo se realiza este quehacer que, la Accin Catlica quiere realizar en colaboracin estrecha, estable, permanente y organizada con la Jerarqua, concretada en cada Iglesia particular. En este sentido la nueva Accin Catlica se define

  • claramente desde los mbitos diocesanos, y en apertura a mbitos zonal-regional y general-nacional.

    En resumen, la Accin Catlica encuentra su razn de ser al servicio de la evangelizacin y el compromiso, particularmente en la Iglesl a local, desde una clara promocin del laicado asociado.

    2. Movimientos especializados de Accin Catlica

    De los movimientos especializados de AC slo nos ocuparemos de dos: HOAC y JOC. Ambos son significativos de la forma de ser y trabajar de los movimientos de AC.

    2.1. HOAC:

    Recordamos que la Accin Catlica, en sus dos ramas -General y de Movimientos Especializados- trata de hacer posible un laicado adulto, formado y comprometido (militante). Son movimientos que articulan a los laicos de forma estable y asociada en el marco de la Iglesia particular; y, muy especialmente, sirve para dinamizar la vida de la parroquia. Todo ello, siendo conscientes de que el apostolado seglar asociado es mucho ms amplio que la Accin Catlica. La Accin Catlica debe ser cauce y oferta natural de la dicesis para vertebrar el laicado no organizado de las parroquias y de la propia Iglesia particular. Las cuatro notas que definen la Accin Catlica seran: su aspecto evangelizador, el protagonismo de los laicos, su formacin en comunidad y su misin asociada al ministerio pastoral diocesano. La diferencia entre la Accin Catlica y el resto de apostolado seglar no est tanto en el quehacer evangelizador sino en el encargo que recibe por voluntad expresa de la Jerarqua y en el cmo se realiza este quehacer en colaboracin estrecha, estable, permanente y organizada con esa misma Jerarqua, concretada en cada Iglesia particular. En este sentido la nueva Accin Catlica se define claramente desde los mbitos diocesanos, regional y nacional. En Espaa, los obispos, han hecho una opcin preferencial por la implantacin de los movimientos de Accin Catlica en las dicesis. Movimientos que abarcan diversos sectores (nios-JUNIOR, Jvenes-JAC-GPJ, Adultos-GENERAL, etc.) y mbitos (mundo rural-JUR, Mundo obrero-JOC-HOAC, mundo universitario-JEC, etc.).

    LA HOAC (Hermandad obrera catlica), como la JOC (juventud obrera catlica), son movimientos especficos y evangelizadores en el campo de la pastoral obrera. Para hacer militantes cristianos, que vivan sin divorcio, su identidad trabajadora y su fe. Para llegar a ser miembro adulto de la HOAC o de la JOC se precisa, primero, un curso de iniciacin para posteriormente pasar a la formacin propiamente dicha donde la revisin de vida, el mtodo pastoral ver-juzgar-actuar y las acciones de campaa son mediaciones necesarias. Algunas de las claves de HOAC son: apertura y conocimiento de la realidad; fidelidad a Jesucristo y a su Evangelio desde el compromiso con el mundo obrero; y una pastoral de evangelizacin y transformacin de la realidad.

    Lo que define a la HOAC es su voluntad de vivir la fidelidad a Jesucristo siendo Iglesia en el mundo obrero y en el pueblo, y siendo pueblo obrero en la Iglesia. HOAC lucha por la construccin de una sociedad nueva en la que no existan explotados ni

  • explotadores, y todo ello reproduciendo, personal y comunitariamente, las mismas actitudes, sentimientos y valores por los que Jesucristo luch. En este compromiso, la gracia y la fuerza recibidos en la oracin y en los sacramentos, sin separarse de la vida, son la clave. Para la HOAC el tema de la formacin permanente es prioritario.

    Para ampliar lo que significa la HOAC remitimos a la voz "Pastoral obrera" de este mismo Diccionario.

    2.2. JOC:

    Este movimiento especializado de Juventud Obrera Catlica (JOC) pertenece, como la HOAC, (Hermandad obrera catlica), a los movimientos especficos y evangelizadores de la Accin Catlica en el campo de la pastoral obrera. Su finalidad es la de hacer militantes cristianos, que vivan sin divorcio, su identidad trabajadora y su fe. Para llegar a ser militante de la JOC, adems de una edad (de 14 a 30 aos) se precisa, primero, un curso de iniciacin para posteriormente pasar a la formacin propiamente dicha, donde la revisin de vida, el mtodo pastoral verjuzgar-actuar y las acciones de campaa son mediaciones necesarias.

    A la hora de definirse lo hacen de esta manera: "Un movimiento de jvenes de la clase obrera creyentes en Jesucristo".

    Su ideario se resume en estas premisas:

    a. Una tarea: participar con otros jvenes de la clase obrera en la lucha por construir un hombre y una sociedad nuevos.

    b. Unos objetivos: la liberacin del joven trabajador de cualquier forma de explotacin; la lucha por una sociedad sin clases; la vivencia, personal y comunitaria de nuevos valores desde el compromiso por el Reino de Dios.

    c. Una metodologa: la revisin de vida obrera, mediante la cual se analiza y profundiza en la vida personal y en lo que rodea socialmente al joven, y se descubren las contradicciones de un sistema socio-econmico injusto que exige transfromacin desde los valores del Evangelio. Mediante la revisin de vida, el joven militante ve-juzga-acta. La revisin de vida desemboca en la llamada Campaa de transformacin de la realidad.

    El mtodo pastoral de JOC se denomina de "mediacin": lo importante es la insercin, es decir, el testimonio personal y cristiano del joven cristiano en su ambiente de trabajo, alimentado y celebrado en su comunidad de referencia.

    La JOC se estructura de esta manera: equipo de militantes (comunidad base donde el militante crece y madura su compromiso obrero y de fe); Federacin (conjunto de equipos de una localidad, comarca o distrito); Regin / Zona / Pas / Nacionalidad (conjunto de Federaciones de una regin o comunidad autonma; General (conjunto de regiones, zonas o nacionalidades de un Estado: Internacional / Mundial (conjunto de estructuras Generales a diversa escala).

  • Para ampliar informacin sobre JOC, remitimos a la voz "Pastoral obrera" de este Diccionario.

    BIBL. Para la AC en general: Cf. COMISIN EPISCOPAL DE APOSTOLADO SEGLAR; La pastoral y la Accin Catlica en la Iglesia Diocesana, EDICE, Madrid 2000; R. SERRANO, La accin catlica espaola hoy, en COMISIN EPISCOPAL DE APOSTOLADO SEGLAR DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL, La Accin Catlica hoy. Algo nuevo est naciendo, Madrid 1995; R. SERRANO, La Accin Catlica hoy, en CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAOLA, Impulsar la comunin y colaboracin entre las asociaciones mediante los oportunos cauces de coordinacin (XV Jornadas de Vicarios/Delegados diocesanos y presidentes de movimientos. El Escorial, 13-15 de Mayo de 1994), Madrid 1994, 37-66. Para la HOAC: IX Asamblea General de HOAC, Jesucristo, propuesta de liberacin para el mundo obrero, Publicaciones de la editorial HOAC, Madrid 1996. Para la JOC: Secretariado General de la JOC, Identidad de la JOC, Madrid 1995.

    Ral Berzosa Martnez

    Accin misionera

    SUMARIO: 1. La Accin Misionera. Naturaleza y formas. 2. Modelos en la historia de la Iglesia. 3. La expresin de la fe en nuestra sociedad. 4. Un cristianismo ms apostlico. 5. Proponer la fe como profeca. 6. Proponer la fe desde la compaa. 7 Proponer la fe desde la memoria. 8. Campos principales del anuncio. 9. Conclusin y Bibliografa.

    1. La Accin Misionera. Naturaleza y formas. La Accin Misionera es la evangelizacin dirigida a los no creyentes y a los creyentes de religiosidad difusa, la preparacin de la fe (preparatio fidei). La triloga que asume y define el Directorio general para la catequesis de la Conferencia Episcopal espaola (DGC 47-49) distingue tres etapas de la Evangelizacin: la accin misionera, dirigida a los no creyentes, la accin catequtica, orientada a iniciar a la fe y a la vida cristiana y la accin pastoral, que es la evangelizacin que tiene por destinatarios a quienes son ya creyentes. El objetivo de la accin misionera (AM) es provocar en la persona una actitud de fe, de apertura al Evangelio, de bsqueda de Dios, admiracin hacia Jesucristo y disponibilidad inicial a su seguimiento. Forma parte de la accin misionera no slo aquella accin del cristiano y de la Iglesia que intencionalmente va dirigida a la conversin de la persona a Jesucristo, sino tambin toda expresin de la fe en la vida cotidiana y pblica que llega al mundo no creyente y que constituye la percepcin que ste hace de la fe y de su significado para l. El contenido esencial del anuncio es el que bien recoge la Evangelii Nuntiandi: "En Jesucristo, Hijo de Dios, hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvacin a todos los hombres como don de la gracia y de la misericordia de Dios (EN 27).

    La AM de la Iglesia se expresa en mltiples formas y niveles. Destacamos el nivel interpersonal, el ambiental y el institucional-cultural.

  • Primeramente, el nivel interpersonal. Es la AM practicada por el cristiano laico en la vida secular, es decir, en la familia, el trabajo y las relaciones cotidianas. Es el apostolado horizontal o capilar. J. Cardijn, fundador de la JOC, deca que el joven y la joven trabajadores son "en su medio y entre sus compaeros, el apstol primero e inmediato de Dios". El tono apostlico del cristiano actual es bajo. Por lo general hay una delegacin en las instancias pastorales de la responsabilidad misionera derivada del bautismo. El lugar principal de esta AM ha sido la familia. Hoy est en crisis la transmisin de la fe en este mbito. En esta AM es decisivo el testimonio de vida evanglico y el compromiso liberador. Uno y otro son anuncio de vida que es condicin de credibilidad del anuncio de Jesucristo. Aun no es suficiente. Para que sea completo es preciso el anuncio explcito como bien afirma la Evangelii Nuntiandi.

    En segundo lugar, el nivel ambiental. Este tipo de AM es el desarrollado por comunidades parroquiales y asociaciones eclesiales diversas. La parroquia con su mismo estar fsico es una presencia significativa. Las celebraciones de la vida, el matrimonio y la muerte son mbitos de AM, unas veces mejor aprovechadas que otras. Las asociaciones laicales realizan actividades diversas: campaas, actos abiertos, publicacin de revistas, comunicados pblicos..., con finalidad misionera. Entre stas destaca el acompaamiento al compromiso apostlico de sus miembros, a travs de diferentes medios, como la animacin de grupos de accin o crculos de acompaamiento. Hay organizaciones y movimientos eclesiales que desarrollan una actividad misionera en otros pases an no evangelizados, para lo cual envan personas.

    En este nivel hay que sealar la importancia de la pre-catequesis. Es una oferta dirigida a ofrecer un primer anuncio reposado de la fe. Tambin podemos incluir en aquella los procesos intensivos de anuncio en un tiempo determinado, "la misin". Es un itinerario sistemtico, no demasiado prolongado, en el que la persona se pone frente al kerigma de Jesucristo. La pre-catequesis es la puerta a la iniciacin cristiana, pretende a travs de una presentacin sinttica de la fe, que la persona interesada en Cristo se adhiera de forma inicial a l. Es una tarea promovida por la comunidad cristiana. Requiere el envo eclesial de verdaderos testigos, pedagogos y acompaantes de la fe. Normalmente se deber adaptar al punto de partida de los destinatarios.

    Finalmente el institucional y cultural. Es la AM desarrollada por la Iglesia institucin y sus instituciones. Destacan el papado, el episcopado, sus gestos, documentos y pronunciamientos. Su presencia pblica es especialmente determinante en la formacin de la imagen que la opinin pblica y la cultura dominante se hace de Jesucristo y de la buena noticia. En este nivel es particularmente importante la mediacin de los medios de comunicacin social. Las asociaciones de Iglesia como Critas o Manos Unidas son tambin formas de expresin social cristiana. Los medios de comunicacin de la Iglesia, as como la produccin editorial, musical, artstica incluso arquitectnica son formas privilegiados de expresin de la fe y de anuncio de Jesucristo. Incluso personalidades de la poltica, la economa, o la cultura de reconocida identidad cristiana representan formas de anuncio misionero de indudable valor.

  • 2. Modelos en la historia de la Iglesia. La accin misionera no se ha concebido de igual forma en la historia de la Iglesia desde el discurso de Pedro en Pentecosts. Hay diferentes modelos (Cfr. S. DIANICH, Iglesia en misin, Salamanca, 1988).

    La misin realizada. Es un modelo que atraviesa toda la historia del cristianismo hasta el siglo XX. La misin ha sido ya realizada. Se comienza a dar en los tiempos apostlicos. La misin que aparece en el Nuevo Testamento desde Jerusaln a Roma, pasando por Antioqua y Siria, se vislumbra ya realizada y ya universal en la medida en que el evangelio va alcanzando los diferentes pueblos y regiones. Es vivida con una fuerte conciencia escatolgica. Los tiempos ltimos se han cumplido y el plazo para la segunda venida de Cristo se anticipa breve. Posteriormente este modelo se asienta. Una vez que las Iglesias han sido plantadas, para cuyo cuidado se eligen obispos, presbteros y diconos, deja de haber apstoles. Contina en la medida en que se va generalizando en Europa la conversin de los reyes y de sus pueblos al cristianismo. Este modelo ha pervivido hasta este siglo en los pases llamados catlicos. En este modelo la accin misionera se coloca al margen y no en el centro de la autoconciencia eclesial. La accin vertebradora es la accin pastoral que se dirige a los que se presupone que ya han acogido la fe. Esta se pone al servicio de la maduracin de la fe de los creyentes, a su santificacin por medio de los sacramentos, a la defensa de su fidelidad y a la promocin de la coherencia moral con la fe que profesan. La Iglesia es todo el pueblo, ya misionado. En qu consiste la misin? En qu consiste el anuncio? Pues en las misiones extranjeras, en el anuncio a los pueblos no cristianos. No hay lugar para la misin en el interior de la propia sociedad. Con ello lo que se presenta como problema es el destino eterno de los que mueren sin bautizar (Sto. Toms), el de los herejes, que han de ser fsicamente eliminados, porque amenazan la fe del pueblo y el del Islam, como anomala infiel que ha de ser combatida. Tampoco hay espacio para el compromiso socio-poltico. Si el pueblo est ya cristianizado, no hay necesidad de transformacin social.

    La misin preterida El contexto en que nace este modelo de misin es la persecucin de los cristianos por el Imperio romano. La Iglesia joven choca contra el muro hostil de todo un Imperio. Esto le llevar a hacer del martirio su anuncio. El testimonio de la fe en un mundo que la enva a la muerte es la aceptacin de la propia muerte en nombre de Cristo, quien tambin fue crucificado. El mundo, la historia, la vida terrena..., son despreciados por el radicalismo escatolgico de la experiencia martirial. Propiamente esta experiencia clausura la misin, por eso es misin preterida: el mundo y la historia son exclusivamente el lugar del martirio y de la cruz, no pueden ser por ello espacio de dilogo y misin. La Iglesia es fiel al anuncio de su Seor en la dialctica con el mundo. Este modelo una vez que cesan las persecuciones se va transfiriendo al terreno de la ascesis. Es la irrupcin del monaquismo. Salir al desierto para vivir en la renuncia a lo mundano. La bsqueda y la vivencia de la cruz se buscan en el no al compromiso conformista con el mundo. La renuncia al sexo, a los bienes, a la mujer/al hombre, al placer, a uno mismo, a las cosas mundanas es anuncio del Seor. El mundo es lo antievanglico y lo transitorio y contingente, es lo menos importante. Lo verdaderamente importante son las cosas eternas, las cosas de Dios. No representa este modelo una cancelacin de la misin?

  • La misin escondida. Es un modelo de misin tambin y diversamente extendido a lo largo de la historia. Las relaciones entre el mundo y la historia con la Iglesia son de carcter escondido, espiritual. Sirve desde una eficacia mistrica. Su misin es escondida. Este modelo subraya la intimidad de las relaciones de la Iglesia con Dios, y en particular con el Cristo muerto y resucitado. La eficacia del servicio de la Iglesia se confa sobre todo a la oracin, a la contemplacin, al sufrimiento, al martirio, a la pobreza, al ocultamiento. Algunas concreciones de l. La teologa lunar de los Padres. Cristo ejerce una influencia en la historia al modo de la luna, de los astros en las cosechas, en las mareas, en los caracteres de las personas... Implica un repliegue en la concentracin de su misterio. Este modelo se despliega en la Edad Media en la Iglesia oriental. La eclesiologa se centra en la eucarista. Cuando y donde se celebra la eucarista se realiza una misteriosa irrupcin de la Iglesia en el mundo. La estructura de la Iglesia se organiza en torno a la liturgia. Su funcin es icnica. La relacin con el imperio bizantino le delega a l la misin histrico-poltica. Otras realizaciones son la literatura espiritual del XIX y comienzos del XX que habla de la hereja de la accin. El cura de Ars que convierte su parroquia mediante la penitencia y la oracin. Tambin Teresa del Nio Jess, que desde su vida claustral, es declarada patrona de las misiones. Este modelo subraya que la eficacia de la misin brota del misterio de las relaciones ntimas y escondidas de la Iglesia con Dios. Este modelo tambin acontece en la teologa de la liberacin, en su lectura del martirio, como eficacia escondida. Cuando la madre de dos catequistas asesinados, la seora Erlinda, colombiana, dice: Este es un caso muy doloroso para nosotros. Pero mis hijos no murieron, ellos siguen vivos en el corazn del pueblo y su sangre le da vitalidad a la comunidad, ellos cumplieron la voluntad de Dios (G. GUTIRREZ, Beber en su propio pozo, Salamanca 1984, 149, en nota).

    La misin contra gentes. La misin contra gentes es un modelo conocido. La guerra civil espaola es un buen exponente. Este modelo considera al otro, al mundo, a las gentes como enemigo a combatir en nombre de Cristo. La esperanza del Pueblo de Dios, ms que un esperar con otros es una esperanza contra los otros.Tiene sus antecedentes en la experiencia de Israel. Sus relaciones con los pueblos del entorno son tensas, dramticas, a vida o muerte. La guerra de Israel es la guerra de Yahv. Etapa de misin contra gentes ha sido la de las Cruzadas de la Edad Media, contra los sarracenos. En la muerte del pagano se glora el cristiano, porque Cristo es glorificado. En la muerte del cristiano se demuestra cunta magnanimidad ha tenido el rey que ha alistado al caballero (S. Bernardo). Debajo de esto no slo haba mentalidad de la poca sino incapacidad de la Iglesia para aceptar -desde una situacin de societas christiana- la no Iglesia, la alteridad religiosa y poltica, que el mundo puede ser diferente, independiente, y concretamente que los estados estaban legitimados sin necesidad de tutela eclesistica alguna. Observemos que este modelo se reproduce en la beligerante reaccin que la Iglesia tiene ante la Ilustracin. Gregorio XVI en la Mirad Vos denuncia como absurda y errnea opinin, por no decir locura, esa de reconocer y garantizar a todos la libertad de conciencia. Este modelo ha durado hasta el concilio Vaticano II. Todava en 1925 Po IX instituy la fiesta de Cristo Rey como una llamada a la unin de todas las fuerzas de la Iglesia para combatir el

  • laicismo, la peste de nuestra poca (Quas primas). Algunos nuevos movimientos eclesiales de corte neointegrista tambin participan en este modelo contra gentes.

    La misin ad gentes. La misin a los gentiles o paganos es un modelo que tiene sus precedentes en la predicacin y conversin de los pueblos sajones en el siglo VI, va conversin del rey y la corte, y en algunas prcticas menores pero significativas como las de los franciscanos. Su realizacin eminente se sita en dos pocas: la del descubrimiento del Nuevo Mundo y la de la expansin colonial del siglo XIX.

    La misin ad gentes es un modelo de gran relevancia teolgica y prctica. Tiene dos acentos. El de la evangelizacin de los individuos y el de la evangelizacin de los pueblos. El primero busca preferentemente la conversin de la persona y la salvacin de su alma. El segundo pretende que el conjunto de un pueblo o de una nacin se convierta al catolicismo. Es lo que se ha llamado las misiones extranjeras. Una actualizacin en vigor de este modelo es la de la plantatio ecclesiae, la plantacin de la Iglesia, es decir, la creacin de una Iglesia local, enraizada en la cultura, en el pueblo, con laicado y clero indgena y responsable de la Iglesia en el lugar. Este concepto de misin en realidad concibe la misin como una tarea provisional de la Iglesia, hasta que se haya producido la plantacin de esas Iglesias. Una vez realizada, concluye la misin. Con lo que la misin es un captulo opcional de la eclesiologa. Por otro lado, presupone una cierta connatualidad de los pueblos con la religin, sea la cristiana u otra. No se pregunta por la existencia de mbitos de evangelizacin dentro de un mismo pueblo, ni se plantea el problema de la secularizacin en pueblos cuya Iglesia ha sido plantata hace tiempo. Este modelo ha aportado toda la reflexin sobre la inculturacin de la fe. Qu es lo nuclear de la fe? Qu puede y debe ser recreado desde la diversidad cultural? Asimismo ha provocado la pregunta por cuando una adaptacin del Evangelio no era sino una secularizacin de la identidad cristiana.

    La misin histrico-salvfica. Este modelo parte de las insuficiencias del anterior. Tiene un excepcional momento insight en 1943, con la famosa France, pays de mission?, de H. Godin e Y. Daniel. Se preguntaba si el lugar de la misin era all o si tambin en la misma Francia, en algunos ambientes, sobre todo en los obreros, no era tal la descristianizacin que requera una verdadera accin misional. Este planteamiento introdujo en la problemtica de la misin la cuestin de la conflictividad social y de la posicin poltica de la Iglesia y por otro lado hizo de la misin no una tarea accidental para el caso de un pas no cristiano cuanto un dinamismo que acompaa siempre a la Iglesia, en cualquier ambiente, ponindola en crisis y provocndola desde dentro. El trmino que polariza este modelo de misin, la histrico-salvfica, es el Reino. La misin es el acontecimiento del Reino, la tarea entre el ya s y el todava no. La historia humana y poltica forma parte de la nica historia de la salvacin. La Iglesia se coloca al servicio del Reino, de la animacin evanglica de la realidad.

    En este concepto de misin es en el que cobra relieve y entidad el laicado y su papel misionero en las realidades temporales. Asimismo ocupan un papel central en l las cuestiones de la paz, de la justicia, de la promocin humana, de la liberacin, de los pobres. La democracia cristiana, como modelo de accin poltica de los cristianos es un producto del mismo. Tambin la Teologa poltica de Metz y la Teologa de la

  • Liberacin. Este modelo va a ir presentando a la Iglesia una serie de problemticas teolgicas de gran calado: lo natural y lo sobrenatural, fin ltimo y fin terreno, escatologa e historia, reino de Dios y reino del hombre, carcter absoluto de la verdad y contingencia de la historia, unidad de la fe y pluralidad de la experiencia, autoridad de la Iglesia y libertad de los cristianos. La Gaudium et Spes (CVII) y la Evangelii Nuntiandi (Pablo VI, 1975) son el impulso y la reflexin madura de este modelo de misin.

    3. La expresin de la fe en nuestra sociedad. La AM entraa hoy diversas dificultades. La religin esta inmersa en un proceso de transformacin. Por un lado hay indiferencia hacia lo religioso, es la actitud de un tercio de la poblacin espaola. Por otro, persiste el catolicismo. Un tercio presenta una prctica ms o menos frecuente. Pero por otro emerge lentamente pero con fuerza un nuevo mbito, el de la religiosidad difusa. En esta situacin la experiencia del Dios de los Evangelios no es un dato admitido y universalmente aceptado.

    El pluralismo socio-cultural y religioso ha cuestionado el supuesto cultural del Dios cristiano. Es algo que se da en todas las esferas de la vida social, laboral y familiar. Hay creyentes y no creyentes de todos los grados y tipos. La vida secular del cristiano se desarrolla en espacios plurales y, en la mayora de las veces, se encuentra en minora. El Dios de Jess ha perdido realidad social. Cada vez es ms marginal en las visiones del mundo dominantes. Y eso conduce a los creyentes a una situacin de minora cognitiva. En esta situacin cmo nombrar al Dios de Jesucristo si para la cultura no existe, le es insignificante, desconocido, incmodo o sospechoso?

    Son muy excepcionales los momentos en los que el creyente expresa su fe en la vida cotidiana, en el trato corriente. En realidad esta expresin se reduce al mbito familiar, a la parroquia y a los sacramentos, a las fiestas populares tradicionales y a los pequeos grupos cristianos. La vida cotidiana, el tiempo libre, el mbito del trabajo, otras esferas de vida pblica, la poltica e incluso el campo moral no son considerados por la gente como espacios donde se expresa o donde se espera que deba mostrarse el cristianismo. En la sociedad de hoy no se considera que haya unos rasgos determinados por los que se reconozca fcilmente a los creyentes en la vida cotidiana. Es ms, parece que los propios creyentes no se interesan por poseer dichos rasgos. Desde el mbito cristiano, nos encontramos ante una fe sin pretensin de identidad pblica.

    Por otro lado, nos encontramos con una sociedad de tolerancia limitada respecto a la expresin de la fe. Hay fuertes reticencias ante una visibilidad del cristianismo ms all del folklore, la tradicin y el culto. Lo que traspase esos lmites es percibido como rareza o como injerencia. Lo que se salga de ah se considera comportamiento propio de secta o pretende invadir terrenos que no le corresponden. Es ms, si la fe desciende a la vida cotidiana parece que esto no ocurre de modo espontneo, sino intencionado, como para dar lecciones. Todo ello no quita para que a la sociedad le importe saber si uno es creyente. Es algo que define la intimidad de la persona. Y eso no es irrelevante. Ahora bien, parece que hay un cdigo implcito de conducta por el que manifestarse cristiano no es lo primero que uno debe decir, ni lo primero que uno

  • debe preguntar. De hecho se considera de mal gusto mostrar demasiado a las claras la identidad cristiana.

    No obstante hay tres mbitos de tolerancia a la expresin pblica de lo religioso: a) El deportivo. No es extrao el recurso al lenguaje religioso para decir lo inesperado, lo inexplicable o lo insuperable de una gesta deportiva. b) El del "famoseo". Hablar de experiencia religiosa, manifestarse pblicamente religioso o catlico tiene algo de chocante, de esttica contracultural..., por tanto, da que hablar. c) Y el de los comportamientos ticos heroicos. Se ha constatado en el caso de catstrofes humanitarias. La presencia de lo religioso en los lmites del sufrimiento, hasta el lmite del riesgo de la propia vida, es digna de respeto y de admiracin. A esos se les permite expresar a Dios, pero a decir verdad como algo de otro mundo, o de otros tiempos.

    Adems hay que recoger con fuerza algo que es un acicate para la AM. Las encuestas sociolgicas sobre el cambio socio-cultural en Europa detectan como dato significativo la emergencia de personas religiosas con necesidad de sentido y bsqueda de espiritualidad, en un sentido amplio. Ahora bien, muchas de estas personas no perciben en la Iglesia la posible respuesta para la satisfaccin de tales necesidades.

    4. Un cristianismo ms apostlico. La AM del cristiano laico slo puede brotar con autenticidad y con credibilidad de la propia vida. Para ello se han de dar cuatro condiciones previas: un estilo de vida con identidad cristiana, cuidar la vida interior de fe, repensar hoy la experiencia cristiana de Dios y expresar la fe con naturalidad en la vida cotidiana.

    Un estilo de vida con identidad cristiana. En la raz de la escasez de anuncio misionero subyace precisamente un problema de vivencia religiosa de lo profano. Es decir, hay falta de identidad cristiana vivida. Una identidad vivida no puede menos que mostrarse en la vida cotidiana y social. Qu es un catlico? Qu hace un catlico? Ha de crearse una realidad y una imagen social de identidad cristiana que vaya ms all de una persona que cree en Dios y va a misa. Sin diferencias en el estilo de vida cotidiano no hay anuncio posible, no hay anuncio creble. Los socilogos constatan que est comenzando a proyectarse en la sociedad una identidad cristiana especfica de una minora catlica activa, ms minora, que activa. Los rasgos que tal identidad presenta son: en primer lugar, la mayor participacin comunitaria en organizaciones de solidaridad y derechos humanos; el segundo rasgo lo constituye la valoracin de la oracin y la referencia a Dios para la propia vida y para la educacin de los hijos; el tercer rasgo apunta hacia una experiencia ms valorada e integrada de vida familiar y en cuarto lugar, el valor de la vida humana, contra la violencia junto a una menor permisividad al aborto.

    El testimonio de vida es el comienzo del anuncio y la condicin de credibilidad del mismo. Como dice la Exhortacin apostlica de Juan Pablo II sobre los laicos: Christifideles laici, los laicos y las laicas podrn evangelizar en la medida en que "saben superar en ellos mismos la fractura entre el evangelio y la vida, recomponiendo en su vida familiar cotidiana, en el trabajo y en la sociedad esa unidad de vida que en el evangelio encuentra inspiracin y fuerza para realizarse en plenitud" (n. 34).

  • Cuidar la vida interior de fe. Slo se puede comunicar aquella fe que se posee. Slo quien vive la Salvacin del Seor, puede desear esa vida a los dems. El cristianismo mayoritario ha vivido ms desde la moral y desde la teologa que desde la espiritualidad. No en vano es hijo de una cultura moderna que ha primado la accin y la razn. Ahora bien, de esta manera, el organismo vivo de la fe se va vaciando, se queda agostado, sin agua. Un organismo sin una experiencia religiosa cuidada se acartona. La cultura plural y secular exige hoy al creyente no vivir la fe de odas sino creer porque l mismo, en primera persona, ha visto y odo. Es preciso cuidar el encuentro con el Seor en el silencio, en el lenguaje de los sentimientos, del consuelo y de la gratitud, en la escucha y en la sinceridad de la adoracin y de la desnudez. Hay que crear espacios de vida interior de fe. Un cristiano ha de reservar un rato reposado de oracin diaria. Es aconsejable uno o dos retiros de oracin a lo largo del curso. Es conveniente cada dos o tres aos, una semana o cinco das de ejercicios espirituales. En esta oracin es muy importante el encuentro con la tradicin de la que somos hijos. El evangelio, los salmos..., el conjunto de la Biblia, han de sernos familiar.

    Repensar hoy la experiencia cristiana de Dios. Hay un lenguaje sobre Dios propio de otros tiempos que ya no sirve en nuestra cultura. Un ejemplo del propio Papa Juan Pablo II. Deca que no se puede pensar en el cielo, en el infierno..., como lugares fsicos. Y sin embargo esto ha formado parte de la creencia cristiana durante siglos y siglos. Otro dato: hasta ahora siempre nos hemos imaginado a Dios como varn. Sin embargo, el papa dijo: "Dios... es tambin madre". Cuando el mismo supuesto de Dios est confrontado en la cultura europea, la experiencia cristiana de Dios es insegura y quebradiza. En tal situacin el anuncio es necesariamente apagado. Quin es ese Dios al que queremos evocar, convocar y provocar en nuestros contemporneos? Hoy es preciso recrear un lenguaje religioso capaz de ser comunicado y comprendido en la nueva cultura. Se impone la necesidad de tomar conciencia de nuevo sobre el ser y el significado de Dios, sobre el ser y el significado de la fe, desde el inicio del tercer milenio. No slo como temas de especialistas sino como bsqueda del comn de los cristianos. Dando tiempo a la comunicacin de estas bsquedas, a hablar de aquello que da sentido al vivir y al morir. Sin miedo a que se caigan esquemas, sin miedo a quedarnos con pocas cosas. Con afn de verdad y de autenticidad. En una relacin de bsqueda y no de posesin. Sosteniendo las preguntas cuando no tienen respuestas fciles. Sin ahorrarnos la incertidumbre de un Dios que a fin de cuentas no deja de ser un misterio para la contingencia de la existencia humana. Ha de hablarse en los grupos y comunidades cristianas de Dios, de la propia experiencia de Dios, de la naturaleza de la creencia cristiana, de sus implicaciones en la vida. Tambin en los ambientes plurales de vida. Y estudiar teologa, a diversos niveles. Precisamente teologa es pensar sobre Dios, ("Theoslogos"). La situacin de misin del cristianismo pide un centramiento nuevo en la cuestin de Dios.

    Expresar la fe en la vida cotidiana. Ha de pretenderse una expresin natural del lenguaje y la experiencia religiosa en la sociedad, en la plaza pblica. Ha de normalizarse esta expresin de fe, sin represin, ni exterior, ni interior. Y eso en qu consiste? He aqu algunos ejemplos indicativos: la oracin antes de comer, signos religiosos ambientadores en nuestras casas y en los lugares de trabajo, la visita a una iglesia para orar unos minutos; asimismo en la vida cotidiana: testimonio creyente en

  • mbitos polticos, de medios de comunicacin, culturales, dichos conocidos como: Dios mo!, confa en Dios!; ante situaciones que se dan en la vida: referencia expresa al evangelio ante determinadas decisiones que contrastan con lo que hace la mayora, hablar de mi grupo o de mi parroquia o de actividades que hago con ellos en el ambiente de trabajo, de amigos, de familia..., manifestar una objecin radical a un planteamiento en el grupo de militancia, en la familia o en el ambiente de trabajo por razones de fe, por ejemplo, aborto o no trabajar horas extraordinarias, la oracin y espacios de recogimiento en vacaciones, manifestarte cristiano y ser polo de contraste en las discusiones sobre ciertos temas en distintos crculos de relaciones: en el trabajo, en el centro escolar... celebrar la Pascua d& Resurreccin bien no yendo de vacaciones o, en su caso, en el lugar de vacaciones...

    Las Cartas apostlicas son un testimonio de cmo vivir y anunciar la Buena noticia. Destaca en los primeros apstoles la autenticidad, creen lo que anuncian. "No vamos como muchos, traficando con la palabra de Dios, sino que hablamos con sinceridad, como de parte de Dios, delante de Dios, y como miembros de Cristo" (2 Cor 2,17). Aman a quines dirigen el anuncio: "Tal afecto os tenamos, que estbamos dispuestos a daros, no slo la buena noticia de Dios, sino nuestra vida: tanto os queramos" (1 Tes 2,8). Lo viven con fervor religioso: "Ninguno vive para s, ninguno muere para s. Si vivimos, vivimos para el Seor; si morimos para el Seor; en la vida y en la muerte somos del Seor" (Rom 14,7-8). Mostraban valenta ante el ambiente: "No te avergences de dar testimonio de Dios... antes con la fuerza de Dios comparte los sufrimientos por la buena noticia" (2 Tim 1,8), "Despus de sufrir malos tratos en Filipos, como sabis, nuestro Dios nos dio valenta para exponeros la buena noticia de Dios entre fuerte oposicin" (1 Tes 2,2). Eran humildes en el ofrecimiento del anuncio y en sus frutos: "No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy" dijo Pedro (Hch 3,6). "Yo plant, Apolo reg pero era Dios quien haca crecer. As que ni el que planta cuenta ni el que riega, sino Dios que hace crecer... Somos colaboradores de Dios" (1 Cor 6-7.9). Eran conscientes de su debilidad y de que la fuerza les vena de lo alto: "ese tesoro que llevamos en vasijas de barro, para que se vea que su fuerza superior procede de Dios y no de nosotros" (2 Cor 4,7). "A travs de predicacin defectuosa Dios extiende su salvacin" (1 Cor 1,21). Lo vivan con gratitud por la tarea recibida: "Doy gracias a Cristo Jess Seor nuestro, el cual, siendo yo antes blasfemo y perseguidor e insolente, me fortaleci, se fi de m y me tom a su servicio" (1 Tim 1,12).

    5. Proponer la fe como profeca. El Jess de la historia, el crucificado, ha resucitado, es el Seor, el Hijo de Dios. Este es el centro de la confesin cristiana. Cmo proponer hoy este anuncio? En los puntos siguientes se caracteriza la propuesta de la fe bajo tres epgrafes: la fe como profeca, la fe desde la compaa, la fe como memoria. El anuncio de "Jess, el Seor" no puede entenderse sino en medio de los movimientos y las tradiciones de Esperanza que recorren la historia de la humanidad. Es una Buena noticia, una esperanza que ya ha empezado a cumplirse. "Algo est naciendo no lo notis?" (Is. 43, 19). El anuncio de Jess se caracteriza porque quiso mostrar a sus contemporneos la existencia de una realidad nueva. "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios est cerca" (Mc 1,15). Su anuncio pone nombre a algo nuevo que existe ya en medio del mundo: el Reino de Dios. Jess anuncia algo que ya es presencia

  • actuante, realidad eficaz, novedad eficaz: la liberacin de los pobres, de los oprimidos, de los ciegos... liberacin que viene de Dios. (Lc 4,18-21). Un anuncio que hoy no se formule como novedad, como esperanza, como oferta de amor, como liberacin de los pobres, como sentido, como perdn y reconciliacin, como vida para las vctimas, no es un estilo evanglicamente correcto de proclamar: Jess es Seor!

    El anuncio de Jesucristo tambin plantea confrontacin y dialctica con el mundo. El Dios que anuncia la fe cristiana no es una divinidad genrica. La centralidad del anuncio no est tampoco en la afirmacin de la trascendencia. Ni tan siquiera est en que un hombre sea Dios. No. El Dios de los cristianos choca con la cultura y con la religiosidad de los griegos y con la de los judos y con las de cualquier poca, no porque no se crea que Dios existe, o porque no se crea que un hombre pueda ser Dios, sino porque no se quiere creer que un hombre de pueblo, un pobre, una vctima, que no es ni rey, ni potentado..., sea Dios. Como dice J. I. Gonzlez Faus, "el Nuevo Testamento no se ha preocupado tanto de enunciar el hecho de la Trascendencia y divinidad de Jess cuanto por declarar el contenido y el significado de esa divinidad" (La Humanidad Nueva, Santander 1984, 217). Dios es buena noticia, es liberador, es seor desde el amor, desde los pobres, no desde el poder. Si nuestro anuncio quiere ser cristiano de verdad, en el centro de tal anuncio y ello de forma innegociable se halla que un crucificado es Dios, regnavit a ligno Deus. Esta es la dialctica bsica del anuncio. Para unos, que buscan sabidura, la cruz es una locura, para los otros, que piden seales, la cruz es un escndalo.

    Como deca Pablo, lo que nosotros anunciamos es un Mesas crucificado, un Mesas que es fuerza de Dios y sabidura de Dios (cf. 1 Cor 1, 22-25). El anuncio es denuncia de idolatras y de falsas divinizaciones. El anuncio es denuncia pues no hay manera de borrar esa terca y maldita costumbre de la Biblia de ponerse del lado de los pobres. El cristianismo vive en demasiada connivencia con la sociedad dominante y con sus valores, propios de una cultura de la satisfaccin. El anuncio pone al cristianismo en conflicto con esta sociedad, cmplice del abismo de la desigualdad.

    El anuncio de Jess est especialmente dirigido a los pobres: "Observad, hermanos, quines habis sido llamados: no muchos sabios en lo humano, no muchos poderosos, no muchos nobles; antes bien, Dios ha elegido a los locos del mundo para humillar a los sabios, Dios ha elegido a los dbiles del mundo para humillar a los fuertes, a los plebeyos y despreciados del mundo ha elegido Dios, a los que nada son para anular a los que son algo" (1 Cor 1,26-29). Sin embargo muchas veces se olvida esto de dos formas. Por una parte, se prescinde con frecuencia de la dimensin poltica y estructural de la convivencia humana. De hecho, no pocos anuncian a Cristo sin mediacin poltica y econmica alguna. Ahora bien, hay otra forma de olvido. Los pobres no slo tienen necesidad material. Tambin tienen necesidad espiritual. A menudo lo que la Iglesia ofrece a toxicmanos, enfermos de SIDA, vctimas, presos, pobres, gitanos en precariedad..., es exclusivamente material. Es necesario, evidentemente pero es suficiente? La Iglesia practica solidaridad con los pobres, pero sabe compartir con ellos la fe y la esperanza en Jesucristo?

  • La tradicin proftica ha alertado siempre sobre la necesidad de descubrir en el mundo los signos de Dios. Hoy es preciso volver a mirar nuestra realidad para reconocer en ella los signos de los tiempos. Quiz hay poca demanda de fe en Jesucristo pero s hay rumores de ngeles que la comunidad cristiana ha de saber reconocer, discernir y acompaar. He aqu un listado de ejemplos: la alienacin en el trabajo, la insatisfaccin de fondo del consumismo, la experiencia de la fragmentacin personal, el anhelo de naturaleza y de armona con ella, la pregunta por la reparacin de vidas de personas comprometidas que han sido vctimas, la necesidad de races culturales, familiares..., el afn de superacin ante los lmites, las demandas de sacralizacin de momentos importantes, la creencia de que hay algo, de que hay alguien, de que existe el bien y el mal, la experiencia de la precariedad laboral, socio-cultural, de salud, de vnculos..., la decepcin de fondo ante la poltica, las realizaciones humanas; la necesidad de autorrealizacin, el anhelo de motivos de esperanza y de dinamismo, los fracasos personales y los xitos, las experiencias de plenitud, la soledad...

    6. Proponer la fe desde la compaa. Este anuncio: "Jess es el Seor" se ha presentado a lo largo de la historia de diferentes formas. Aunque S. Pablo invitaba apasionadamente al anuncio: "insiste a tiempo y a destiempo" (2 Tim. 4,2), hay que cuidar la pedagoga del anuncio. Hay modos concretos de anuncio que, en lugar de lograr aceptacin y acogida, no provocan sino rechazo. En este punto, el del anuncio desde la compaa, ha de destacarse la necesidad de que la propuesta de Jess est hecha desde el dilogo y desde la conciencia de que todos creyentes y no creyentes comparten un mismo peregrinar por el mundo.

    Ha de estar situado en una presencia ambiental, es decir, en la convivencialidad con aquellas personas a las que se quiere anunciar. Esto supone encarnacin en sus vidas, amor traducido en horas de vida compartida, en horas de compromiso hacia ellas, en horas de gratuidad con ellas. En la direccin de esta presencia ambiental son importantes los gestos que impliquen ruptura de nivel, la invitacin a actos, la difusin de materiales, revistas, artculos, la realizacin de algunas acciones, las conversaciones profundas, la narracin de experiencias vividas. Es conveniente que sea una presencia contemplada y revisada en la eucarista parroquial y en los grupos.

    Anunciar desde el dilogo, al estilo socrtico de la mayutica, el arte de la partera. La mayutica es el dilogo que intenta partir del otro, que en lugar de adoctrinar, interroga, que as va ayudando a la persona a ir sacando a la luz todas las riquezas, pensamientos, experiencias que lleva dentro. No podemos hacer anuncio de Jesucristo sin preguntar, sin partir de la persona concreta. El cristiano ha de hacer la pregunta religiosa, preguntar por Dios en sus vidas... Se trata de provocar en la persona la cuestin del sentido, de lo que espera, de lo que le angustia, de lo que verdaderamente le mueve por dentro. Si no emerge la necesidad de sentido y de liberacin, si no hay sed, para qu ofrecer agua?. No ha lugar al anuncio misionero si no hay actitud activa de bsqueda, de expectacin. O quiz mejor, el primer anuncio muchas veces habr de ser slo eso: pregunta, interrogacin...

  • Priorizar el anuncio a personas concretas. El anuncio hay que dirigirlo a personas en su individualidad, en su concrecin. Hermosamente lo dice G. Rovirosa, fundador de la HOAC: "No te desvivas queriendo salvar al pueblo. Eso no lo ha conseguido nunca nadie; pero puedes ser instrumento de Cristo para salvar a algunas personas, las cuales, cuando tengan tu espritu, podrn salvar a otras, y as ir forjndose una cadena ilimitada. No actuamos por nuestra cuenta; ya lo sabes; es l quien nos pone los triunfos en la mano. Cuando en tu villa seis cinco o seis militantes convencidos, todo lo dems se os dar por aadidura. Esta es la regla del juego para los cristianos de Cristo" (X. GARCA, J. MARTN, T. MALAGN, Rovirosa, apstol de la clase obrera, Madrid 1985).

    En las ltimas dcadas hemos ido tomando conciencia en la Iglesia de que la iniciacin cristiana es un proceso lento, complejo, que implica una serie de itinerarios a travs de los cules se va produciendo la personalizacin de la fe. Respecto del anuncio misionero hay que afirmar algo parecido. Requiere un proceso y un itinerario tanto en la preparacin de condiciones, en su confesin, como en el proceso de acogida del mismo. Y, adems, dicho proceso e itinerario son muy diversos. La parroquia debe organizar actos de encuentro misionero, procesos amplios, campaas..., que hagan posible el contacto con la comunidad cristiana, la escucha del kerigma a personas que estn en los crculos del apostolado, que poseen cierta actitud de apertura.

    Una caracterstica que destacar del anuncio explcito de Jess es su carcter implicativo. Es la segunda parte del aserto de Marcos. convertos y creed en la Buena Nueva (Mc 1,15). Su anuncio no es una mera informacin, es una interpelacin, una llamada a la conversin y a la adhesin de toda la persona a la nueva realidad. Tal anuncio lo hemos de realizar con conviccin, con persuasin, invitando a optar por una postura y a decidirse en favor o contra del anuncio en cuestin. Anuncio e invitacin vienen a ser las dos caras de la misma moneda y, desde la fe, forman casi una unidad. Anuncio y seguimiento representan las dos partes de un mismo dilogo, el dilogo misionero. Una narracin excepcional de este dilogo es la de Juan, en el pasaje de Jess y la Samaritana (Jn 4, 1-43).

    7. Proponer la fe desde la memoria. En tercer lugar, proponer la fe desde la memoria. La Buena Noticia es la narracin de algo que ha acontecido. Algo que ha acontecido en cada cristiano, que ha sucedido originariamente en Jess de Nazaret. La presentacin de la fe es, a veces, o muy racional y especulativa o muy sentimental. En el primer caso con argumentos que pretenden probar la existencia de Dios. Al final ninguna razn hay que lo pruebe definitivamente. As, parece que el ser humano no es ms que cabeza. Las elecciones vitales ms decisivas no obedecen nicamente a un proceso de decisin racional. En el segundo caso, se basa la creencia en Dios en un sentimiento. Es un soporte dbil, amn del subjetivismo, irracionalidad y arbitraiedad que puede entraar.

    La narracin es un modo de presentar la fe en Jess que ha de estar en el centro de nuestro anuncio de Jesucristo. La narracin remite a una historia vivida, objetiva y subjetiva. La de Jess se narra en los Evangelios. Su gnero literario es precisamente el de una narracin.Y as sucede con la historia de tantos hombres y mujeres que a lo

  • largo de la historia han hecho del seguimiento de Jess el centro de su vida. La fe es historia, es testimonio. Un testimonio que convence, que lleva a la fe. La historia del cristianismo cuenta con muchas vidas heroicas que han aportado bienes decisivos a la sociedad. La fundadora de las Siervas de Jess, recientemente canonizada, Santa Mara Josefa, es la promotora de la primera guardera en Europa. San Francisco, San Ignacio, San Agustn, Sto. Toms, Mary Word, Antonio Gaud... y tantas vidas de santidad de testigos menos conocidos de la fe.

    La narracin introduce en una historia a quien la escucha. Ella misma va incorporando al otro en la cosmovisin que nos sostiene. Une razn y experiencia. La mentalidad moderna ha separado escindido la razn de la experiencia, provocando racionalismo por un lado, y sentimentalismo, por otro. Ello mata el cristianismo. La narracin entrelaza ambas, las une estrechamente. Hace posible un lenguaje de experiencia razonable para anunciar a Jesucristo, como es todo lo profundamente humano.

    En esa narracin ha de contemplarse lo que la fe ha producido: instituciones, valores, economa, pensamiento y poltica. El Estado de Bienestar -salud y educacin- tiene su soporte cultural y sus precedentes en la accin y en la cultura cristianas. El grupo cooperativo de Mondragn es una produccin de un cura -Jos M. Arizmendiarrieta- y unos militantes jocistas que queran construir una empresa al servicio de la persona, no del capital. Hoy en dicha cooperativa de Mondragn la cantidad econmica de quien ms gana supone seis veces ms que el que menos. En una multinacional, la diferencia puede ser de cuarenta veces ms. Ese polimorfo mundo de asociaciones, fundaciones, empresas de economa social, voluntariado y profesionales, llamado el "Tercer Sector". Su matriz es eminentemente cristiana. Ha roto las cuadrculas de lo pblico y lo privado pues no es iniciativa del estado, sino de la sociedad civil, y porque su mvil no es el lucro, sino el servicio social. Mueve en Espaa el 5% del producto interior bruto.

    La Iglesia es la memoria de Jess. "Haced esto en memoria ma" es la razn que rene domingo tras domingo a los cristianos en torno a la Eucarista. El anuncio de los apstoles se realizaba desde comunidades significativas (Hch 4,32-35). El anuncio de Jess no puede realizarse sin la comunidad. Dice un pasaje de Juan: "qu buscis?, dnde vives?, venid y lo veris" (Gn 1,35-39). Cuando se abre la sed de la persona, cuando hay deseo y bsqueda, slo puede haber un primer s a la iniciacin y a la conversin cristiana si hay un encuentro con esa realidad nueva que barrunta y experimenta la respuesta a esa bsqueda en la Iglesia. En efecto, la comunidad cristiana forma parte del anuncio. Un nuevo anuncio de Jesucristo exige "que se rehaga la cristiana trabazn de las mismas comunidades eclesiales" como dice la Exhortacin apostlica de Juan Pablo II sobre los laicos: Christifideles laici (n. 34). Esta perspectiva no puede olvidar de la memoria los peecados que en el sagrado nombre de Dios ha realizado incluso la misma Iglesia. Son una dificultad evidente para la AM que es preciso reconocer y por la que es cristiano perdir perdn como ha hecho Juan Pablo II, en la celebracin del Jubileo 2000 (Memoria y Reconciliacin).

    8. Campos principales de anuncio. Los principales campos para el anuncio apostlico son: la familia y las relaciones, el trabajo, los entornos asociativos, la cultura y el

  • desarrollo tecnocientfico, los lugares de deshumanizacin, los medios de comunicacin y la poltica (Cfr. Cristifideles laici nn. 34-44). Cada campo de stos tiene su peculiar entidad e identidad. El anuncio misionero deber adoptar necesariamente en ellos objetivos, mtodos y formas diversos. No es lo mismo el anuncio de Jesucristo a un nio en el mbito de la educacin familiar, lo cual tiene una pedagoga muy pegada a la vida cotidiana y a las actitudes que el propio hijo ve en sus padres, que en un partido poltico de tradicin laica donde hay que crear experiencias pblicas con suficiente organicidad para desprivartizar la fe y traducirla en lenguaje y aportacin poltica.

    Los cambios que se estn dando en la vida familiar y en el trabajo requieren un especial esfuerzo de discernimiento para clarificar qu significa el anuncio del Dios de Jess, como un Dios de Vida, de Amor, de Plenitud, de Justicia. El papel de la mujer en uno y otro mbito es uno de sus epicentros. Adems est afectando a la fe. No en vano, la mujer ha sido la principal responsable de su transmisin en la familia. Tambin implica a la Iglesia y a la teologa. La Iglesia como portadora del anuncio de Jesucristo ha feminizar su pensamiento, su visin y experiencia de Dios, su direccin y su rostro pblico.

    La ciencia y la religin han vivido innumerables momentos de desencuentro. Hoy se ha pasado a la ignorancia mutua. Es bueno recordar el papel del pensamiento y la espiritualidad cristiana en la Edad Media. Consider el cultivo de las artes mecnicas como modo de colaboracin en la accin creadora de Dios. Las catedrales son expresin de adoracin y culto a Dios en una unidad excelsa entre tcnica y religin. Es escasa asmismo la expresin artstica religiosa. La msica, el cine, la literatura..., viven como si Dios no existiera. El cristianismo no valora suficientemente el anuncio misionero a travs de estos medios y dimensiones del ser humano.

    Los lugares de deshumanizacin. La exclusin social, la pobreza, el hambre, el analfabetismo, las violaciones de los derechos humanos y en particular del derecho a la vida, etc. son lugares donde habita el propio Jesucristo crucificado. Es tarea del cristiano reconocerle ah al Seor. Y practicar la caridad samaritana del amor al prjimo. Ello es anuncio de Dios. Ah podrn reconocer todos la Misericordia actuante de Dios. En estos mbitos aparece la necesidad de hacer el anuncio de Dios en medio de las mediaciones econmicas y polticas. El desarrollo econmico abre posibilidades inditas e insospechadas de desarrollo humano que es impedido por un injusto reparto de los bienes.

    Otro mbito son los medios de comunicacin. Su poder en la formacin de la opinin y de las conciencias ha sustituido al que histricamente ha desarrollado la religin. En la actualidad deforman la propuesta cristiana. Es precisa una accin decidida de carcter netamente misionero en este mbito.

    Conclusin. Hay enfoques que centran la accin misionera contemplando la parroquia y los ministerios eclesiales como agentes principales de la misma. Como se habr podido observar la perspectiva que subyace al desarrollo de esta voz ha tomado como protagonista principal al cristiano laico bautizado. La nueva evangelizacin reclama un

  • nuevo vigor del apostolado seglar. Las comunidades y los ministerios deben acompaar e impulsar este apostolado, pero no suplantar su protagonismo.

    BIBL. JOSEPH CARDIJN, Laicos en primera lnea, Nova Terra, Barcelona 1965; SEVERINO DIANICH, Iglesia en Misin, Sgueme, Salamanca 1988; RAFAEL DAZ-SALAZAR, SALVADO'. GINER, FERNANDO VELASCO, Formas modernas de religin, Alianza Universidad, Madrid 1994; Luis GONZLEZ-CARVAJAL, Evangelizar en un mundo poscristiano, Sal Terrae, Santander, 1993; XAVIER GARCA, JACINTO MARTN, TOMS MALAGN, Rovirosa, apstol de la clase obrera, Madrid 1985; CARLOS GARCA DE ANDOIN, El anuncio explcito de jesucristo, Ed HOAC, Madrid 1997; JUAN DE Dios MARTN VELASCO, El malestar religioso de nuestra cultura, Ed. Paulinas, Madrid 1993; OBISPOS DE EUSKALHERRIA, Evangelizar en tiempos de increencia, Carta Pastoral de Cuaresma-Pascua de Resurreccin 1994; BERNARD SESBO, Creer. Invitacin a la fe catlica para las mujeres y los hombres del siglo XXI, Paulinas, Madrid 2000; DOROTHEE SALLE, Reflexiones sobre Dios, Herder, Barcelona 1996; ANDRS TORNOS y ROSA APARICIO, Quin es creyente hoy en Espaa? PPC, Madrid, 1995; IOSEP VIVES, "Hablar de Dios en el umbral del siglo XXI?" Cristianismo y Justicia 75 (1997).

    Carlos Garca de Andoin

    Accin Misionera en Latino Amrica (L. A.)

    SUMARIO. Perspectiva histrica: 1) Los horizontes del COMLA V 2) Los nuevos acentos misioneros. 3) Directrices y propuestas del COMLA VI. 4) Reflexiones finales: a) acelerar el compromiso misionero; b) aumentar las vocaciones misioneras.

    PERSPECTIVA HISTRICA

    La accin misionera en la Iglesia Latino Americana ha tomado ya el camino de "dar desde su pobreza", de asumir con claridad la misin de fuera de sus fronteras, y eso, en palabras de Juan Pablo II, constituye hoy en da una de las mayores esperanzas de la Iglesia.

    El camino trazado no es de ahora, son muchos aos de inters, pero an as, el camino no es todava fcil. Los cinco siglos acostumbrados a recibir, a ser dependiente, las graves situaciones misioneras que persisten al interior de ella, presentan todava dificultades notables para "salir hacia fuera" que la Iglesia en A.L. debe vencer, mejor dicho, est venciendo. Los esfuerzos son notables. A todo esto est contribuyendo mucho una bien programada pastoral de conjunto para toda Amrica Latina y el Caribe.

    Hay que destacar los esfuerzos del CELAM. Ya, en su primera Asamblea de Ro de Janeiro (1955), adverta con fuerza la necesidad de atencin a las situaciones misioneras de dentro, sobre todo a las diferenciadas por las culturas: indgenas y afro-americanas. Es un primer y gran paso de responsabilidad misionera.

    La perspectiva si ir aclarando y surge con fuerza la necesidad de establecer dentro del CELAM un Departamento dedicado exclusivamente a las Misiones. Sin embargo, tuvieron que pasar 11 aos para que el CELAM fundara su Departamento de Misiones

  • (DEMIS), del que su primer presidente fue el Obispo colombiano de Buenaventura Gerardo Valencia Cano, gran impulsor del espritu misionero en A.L.

    Ser ya el DEMIS el que tomar con fuerza el encargo de fortalecer la conciencia misionera y lograr frutos, lo hace de muchas maneras y pone a caminar varios proyectos, pero, uno de sus principales objetivos, lo constituyen los Congresos Misioneros Latino Americanos que se van celebrando bajo diversos lemas. Simplemente el enunciado de sus lemas nos dirn del momento histrico y del avance en que se va situando la "misin" en la Iglesia L.A.

    Los Congresos Misioneros Latino Americanos (COMLA) comienzan en Mxico en el ao 1977 (aprovechando el 7 Congreso Nacional Mexicano de Torren) sus fechas, aos y lemas escogidos son:

    1 Mxico (Torren 1977): "Salvacin universal, compromiso de Mxico"; 2 Mxico (Tlaxcala 1983): "Con Mara, misioneros de Cristo"; 3 Colombia (Bogot 1987): "Amrica, lleg tu hora de ser evangelizadora". 4 Per (Lima 1991): "Amrica Latina, desde tu fe, enva misioneros". 5 Brasil (Belo Horizonte 1995): "Venid, ved y anunciad". 6 Argentina (Paran 1999): "Amrica, con Cristo, sal de tu tierra".

    La afirmacin de Puebla: "ha llegado la hora para Al... de proyectarse ms all de sus propias fronteras" se est cumpliendo, de varias formas, sobre todo desde el Congreso de Bogot resuena el mismo tema. En Argentina, finalmente, la voz resuena ya como un mandato: "Amrica, con Cristo, sal de tu tierra".

    Se asume en l con claridad la perspectiva "ad gentes": "sal de tu tierra". La Iglesia L.A. est recorriendo con fuerza e ilusin su proyecto de ser una Iglesia misionera, que no solo cuide mejor las situaciones misioneras al interior de ella misma, sino que comprende que ha llegado el momento de "salir de sus fronteras", de "dar desde su pobreza".

    Intentaremos resumir esta dimensin eclesial analizando brevemente el camino de reflexin y accin que la Iglesia L.A. recorre entre los dos ltimos Congresos Misioneros, el de Belo Horizonte (1995) y el ltimo de Paran (1999), y lo haremos concretizndolo en tres importantes realidades: Los horizontes del COMLA 5, los nuevos acentos misioneros, y las directrices y propuestas del COMLA VI.

    1) Los horizontes del COMLA 5

    El COMLA 5 se realiz con ms de 3.000 delegados de todo A.L. y del Caribe y tambin con varios observadores de otros continentes. Realizado en un ambiente de reflexin no exento de lo festivo, tena como objetivo claro: profundizar la responsabilidad misionera de la Iglesia universal de las Iglesias de L.A. y del Caribe, bajo el ngulo de las diferentes culturas y la opcin preferencial por los pobres.

    El tema de la cultura en la evangelizacin estuvo muy presente en todo el Congreso, incluso fue su tema central y englobante: "El Evangelio en las culturas - camino de vida y esperanza".

  • Se afirm con claridad, en el horizonte cultural, que toda evangelizacin se inicia y acontece partiendo del contacto de la experiencia con la cultura, culturas o sub-culturas que se encuentran ante el evangelizador. Desconocer la cultura es evangelizar en el vaco.

    Esta reflexin fue reforzada con la presentacin de experiencias de la pluralidad de culturas al interior de A.L. (indgenas, afro, mestizas, urbanas y suburbanas), y con la afirmacin que, aun dentro de nuestras fronteras, la pedagoga divina de la encarnacin nos obligan a superar los horizontes estrechos de una visin mono-cultural del cristianismo.

    Pero la misin inculturada toma toda su dimensin "ms all de las fronteras" y, mejor an, debe establecerse "sin fronteras" es decir, sin lmites. Es responsabilidad del compromiso misionero para el momento actual superar las fronteras: geogrficas, tnicas, econmicas, polticas, culturales, raciales, ideolgicas y an religiosas.

    El horizonte actual de la misin impone tanto el conocimiento detallado y cientfico de estas realidades como un dilogo sincero y abierto con las mismas. Hoy no puede haber misin sin dilogo, cultural, racial y religioso principalmente.

    Respecto a la "opcin por los pobres" se aplaudi fuertemente las palabras de Juan Pablo II en su mensaje al Congreso: "las comunidades eclesiales de A.L. deben continuar con decisin la opcin preferencial por los pobres y marginados" que ayudaron, sin duda, a profundizar en la opcin.

    Diversas ponencias sobre este tema presentaron la liberacin humana y el desarrollo de la sociedad no solo como cuestin econmica o poltica, sino tambin cuestin cultural. La realidad de injusticia y de exclusin es creacin cultural de la ideologa del neoliberalismo que excluye y somete. La evangelizacin de las culturas engloba la opcin por la liberacin de los pobres.

    Se hizo una referencia especial y sentida a Africa, continente empobrecido, con el que Amrica Latina se siente deudor y an culpable de una forma especial, por los millones de sus hijos trados como esclavos. Ahora A.L. quiere y debe devolver en fe y liberacin lo que robara en esclavitud.

    Un aparte especial merece la insistencia en que el sujeto de la Misin es la Iglesia particular, que no es Iglesia en plenitud si no tiene esa dimensin misionera. La Iglesia particular que ha nacido de la misin evangelizadora, y que se hace misionera educando a los bautizados a que sean evangelizadores.

    Por eso reclama para la Iglesia particular que ofrezca a los evangelizadores condiciones de formacin actualizada, y una mstica y espiritualidad misionera, para hacerles capaz de "dar cuenta de su propia esperanza".

    En todo ello los laicos deben tener especial protagonismo. La Iglesia L.A. debe establecer prioridades: invirtiendo en su formacin, haciendo estructuras ms

  • participativas, rescatando la presencia femenina y atendiendo al protagonismo de los jvenes (formndoles en el sentido crtico y de ideales religiosos y misioneros).

    El COMLA 5 fue sin duda una gigantesca llamada a las Iglesias L.A. para que salgan de sus cpsulas y se abran a nuevas fronteras.

    2) Los nuevos acentos misioneros

    A cinco aos de la finalizacin del COMLA 5, y un ao despus del COMLA 6 (que todava es difcil de evaluar), la Iglesia Latina Americana est profundizando en su opcin misionera. El lema de Paran: "Amrica, con Cristo, sal de tu tierra", no es producto de un da, es la conceptualizacin en forma de mandato evanglico, que se ha ido gestando.

    La misin en A.L. inicia la etapa de madurez. Su reflexin llama a la accin y presenta con claridad tres principales acentos: el primero de ellos es la conciencia clara de que "es la hora", el "kairs" el momento ya ha llegado; el segundo, que la accin evangelizadora, la misin, debe ser realizada "entre pobres" resaltando lo sencillo, lo humilde, respetando sus formas y sus ritmos; el tercero, y sin duda ms trascendental, es muy fcil de expresar: la misin la hace Jess.

    A.L. siente ahora una nueva llamada: "lleg la hora". "lleg tu hora". Esta hora no llega por un acto de buena voluntad, ni de generosidad, o porque haya optado por ella de forma preferencial; llega, por-que es ya la hora de la llamada, la hora del Espritu. Para A.L. y el Caribe es hora de ponerse en marcha, la evangelizacin ad gentes es hoy, para ella, segn los signos de los tiempos, su tarea ms importante. Una tarea que no puede rehuir. Una tarea en la que la misma Iglesia universal tiene puestos sus ojos y su esperanza.

    Debe realizarla siendo fiel a su realidad, debe ponerse en marcha con lo que es, con lo que tiene, dando de lo suyo. La Iglesia en A.L. presenta riquezas y pobre-zas, debe dar de esto, algo que le es "original": el sentido de la salvacin liberacin, la valorizacin de la religiosidad popular, la dinmica de las comunidades eclesiales de base, los nuevos ministerios, la alegra festiva...

    Pero sin duda, una de sus riquezas mayores, de sus aportaciones fundamentales, es la "opcin por los pobres"; opcin que no slo deja de tener sentido, sino que cada da toma peculiaridades nuevas: pobres ya no solo pobres, sino empobrecidos, oprimidos y "excluidos".

    Todo el mundo mira a A.L., una Iglesia que ya ha aportado mucho, una Iglesia que hizo la opcin por los pobres; y espera de A.L. que siga en la misma lnea en esa fina sensibilidad, a fin de que la accin evangelizadora de la Iglesia en el mundo vuelva con fuerza a privilegiar a los pequeos.

    Esa debe ser una de las lneas ms claras de Iglesia de Amrica Latina en su accin misionera. En este sentido afirma Pedro Casaldliga: "si no hacemos eso en relacin a

  • la mayora de los pueblos que pretendemos evangelizar, que son pueblos pobres, la evangelizacin ser un sarcasmo".

    La misma dimensin de la inculturacin, lnea necesaria y marcada por Belo Horizonte, si no brota dentro del horizonte de la liberacin y de la solidaridad con los pobres, ser puro folklore, acoger unas formas pero no ir al fondo. Inculturacin no significa hoy tanto descender y despojarse de un contexto cultural sino, mas bien, solidarizarse con la situacin histrica de cada pueblo.

    La reflexin sobre la misin en la Iglesia L.A. presenta hoy esta rica perspectiva, pero no se queda ah. Va ms profundamente a reconocer el principal acento, la verdadera finalidad de la accin misionera, su protagonista central.

    Reconoce que a los pueblos la Liberacin y la Salvacin no les va a venir por la accin misionera concreta de pro-mocin. La Liberacin les vendr por el anuncio de Jesucristo que es el objetivo de nuestra misin: hacer presente, ser testigos de Jess que llega para salvar y liberar.

    Lo importante para nuestra Iglesia L.A. es que nuestro camino ha sido precisa-mente el madurar en esta misma conciencia. Las opciones pastorales concretas han sido hechas en torno a la realidad vida de Jess, proclamando nuestra fe en Cristo, Ayer, Hoy y Siempre, como recordaba Santo Domingo. La presentacin de Cristo y su mensaje, presente en nuestra historia y en nuestra memoria, es nuestra mejor aportacin.

    Pero ir con humildad, que es el amor a la verdad, no somos dueos de la verdad, sino sus servidores. Somos testigos de Jess y el testigo se presenta fiel y firme, pero pobre e indefenso. Propone no dispone. No utiliza el poder sino el servicio. No es maestro ni jefe, sino testigo de Cristo.

    Si realizamos a fondo esta misin evangelizadora, nadie nos tiene que agradecer, al contrario debemos dar las gracias. Gracias por el misterio de la encarnacin y redencin del gnero humano, que nos trajo bienes que no son privativos de un grupo privilegiado, sino de toda la humanidad.

    Accin de gracias que debe impulsar-nos a proclamar la Buena Noticia que el mundo debe saber: que est salvado por la misericordia de Dios.

    3) Directrices y propuestas del COMLA VI

    En el mensaje de apertura del Congreso, el Card. Josef Tomko haca unas reflexiones seguidas de unas exigencias para la Iglesia L.A. en relacin a la misin. Con toda claridad le encomendada: "aceptar y hacer aceptar este deber compromiso misionero" que lo desarrollara en la misin "ad gentes", tanto al interior de A.L como fuera de sus fronteras.

    Hacia el interior, recordaba los numerosos territorios que todava estn bajo la jurisdiccin de la Congregacin de la Evangelizacin de los Pueblos y hacia fuera

  • porque Amrica no puede guardar para s las inmensas riquezas de su patrimonio cristiano.

    Para realizar bien estas dos tareas peda con insistencia: informar a todos los cristianos sobre el estado de la misin; formar a todos los miembros del pueblo de Dios y acrecentar en todos ellos el deseo de "donacin"; formacin misionera desde las familias; formacin slida y permanente para los que se preparan al sacerdocio y a la vida religiosa.

    Despus de los amplios debates del Congreso, rico en aportaciones de toda ndole, finaliz con la presentacin de las conclusiones apenas apuntadas y pendientes de un desarrollo profundo, a la vez que cuatro propuestas para un mayor compromiso unitario de todos:

    1. Promover que las Iglesias locales en Amrica concreten Proyectos misione-ros, como manera de celebrar el Jubileo.

    2. Incentivar a las Iglesias Locales para que formen, enven y sostengan Equipos misioneros, formados por laicos/as, consagrados/as y sacerdotes que lleven el Evangelio ad gentes, ms all de sus fronteras.

    3. Crear en cada nacin o regin, Centros de formacin misionera, caracterizados por un espritu de oracin, reflexin y trabajo en equipos misioneros.

    4. Crear un fuerte Organismo de comunicacin catlico masivo a nivel de Amrica.

    4) Reflexiones finales

    Se est adelantando bastante en la perspectiva misionera, pero todava es insuficiente. El Departamento de Misiones del Celam sigue haciendo esfuerzos para facilitar una ms grande generosidad y promover una mayor conciencia misionera. Dos perspectivas que necesitan de un especial cuidado, ambas en todo el transfondo de las exigencias del Card. Tomko y de las propuestas finales del COMLA VI.

    a) acelerar el compromiso misionero

    Es cierto que A.L. va creciendo en su conciencia misionera, pero es un crecimiento lento en relacin con las potencialidades de su Iglesia, se queda, por ahora, mas bien, a nivel de animacin, de emotividad, faltando profundidad para la decisin.

    Es necesario usar de los nuevos mtodos y una fuerte animacin comunitaria, con implicacin de todos. En muchas dicesis todava, las expresiones misioneras ms fuertes, se basan en la animacin alrededor de la colecta anual, el trabajo con la infancia misionera y las propuestas concretas que presentan ocasionalmente los centros nacionales o diocesanos. Sus ideas ejes son que la misin es de toda la Iglesia y la ayuda econmica. Incluso se llega a tener la animacin misionera como algo paralelo o marginal a la pastoral de la Iglesia local. No hay conciencia clara de la urgencia del compromiso.

    Falta, sin duda, sentirnos implicados en otras ideas ejes: el llamado a la misin, esencial a la Iglesia, buscar una espiritualidad misionera ms profunda, salir del

  • encerramiento de nuestros propios problemas, y atender las peticiones concretas de ayuda de otros continentes. Asia y Africa son todava mayormente continentes que nuestra Iglesia L.A., necesita conocer mejor para implicarse ms, puesto que lo que no se conoce no despierta el deseo del sacrificio y de la entrega.

    Debemos saber usar mejor los medios de comunicacin en la animacin de la conciencia misionera, desarrollar los nuevos elementos propuestos en el COMLA VI es curioso que en medio de la crisis de la comunicacin escrita, todava los medios que privilegiamos en algunas dicesis para la animacin misionera sean principalmente las revistas y los afiches.

    b) aumentar las vocaciones misioneras

    En medio del notable descenso de vocaciones en el mundo moderno, A.L. presenta una visin positiva del aumento de vocaciones misioneras en relacin al pasado, tanto de sacerdotes como de laicos.

    Ahora bien, en relacin a los sacerdotes diocesanos en realidad se parta de muy poco, por lo tanto el crecimiento, aunque notable, sin embargo es todava insuficiente. Y en relacin a los laicos el problema reside en que muchas veces su vocacin queda frustrada por falta de apoyo para una vocacin ms all de sus fronteras.

    Se debe seguir en la lnea de formacin misionera con el desafo de crear lneas de compromiso ms profundas. No basta slo con la presencia de la misionologa en los programas curriculares de los seminarios, es necesario que esta misionologa sea entusiasmante, que asuma actividades pedaggicas, no teora sin prctica.

    BIBL. CASTRO, LuIs AUGUSTO, "Camino al COMLA VI, "La formacin misionolgica" y "La animacin Misionera" en "Spritus" nm 153, Diciembre 98, pgs. 133-156; Quito. Ecuador. Congreso Misionero Latino Americano (VI) Paran 1999: "Texto base" (1' parte); "Misiones Extranjeras", nm. 169-170. Enero-Abril de 1999; IEME. Madrid. Congreso Misionero Latino Americano; (VI) Paran 1999: "Texto base" (2' parte); "Misiones Extranjeras" nm. 171. Mayo-Junio 99. TEME. Madrid; KRAUTLER, ERwIN: "Carcter misionero y solidaridad entre las Iglesias del Brasil", en "Spritus" nm. 152, Sepbre. 1998, pgs. 121-132; "Misiones Extranjeras", nmero monogrfico sobre "Proyeccin Misionera de Amrica Latina ante el tercer milenio", nm. 159 Mayo-Junio 1997. IEME. Madrid; "Misiones Extranjeras

    "; nm. Monogrfico: "Reto Misionero de A.L. COMLA VI -CAM 1. Amrica con Cristo, sal de

    tu tierra". Discursos, ponencias, propuestas, conclusiones". nm. 173 Sepbre.-Octubre de 1999. TEME. Madrid;

    RICHARD, PABLO. "La misin de la Iglesia en el mundo de los excluidos. Pluralismo y unidad Aporte desde Al." en "Spritus", nm 1552, sepbre. 1998, pgs. 44-52. Quito. Ecuador; SIERRA, CARLOS: Noveno curso de formacin para misioneros "ad gentes", en "Spritus" nm. 152, septiembre 98, pgs. 133-142. Quito. Ecuador, pp.1-6.

    Daniel Camarero

    Accin Pastoral

    SUMARIO. Introduccin. 1. La realidad de lo prctica pastoral. 2. La comunidad cristiana: La dicesis. Lo parroquia. Otros mbitos eclesiales. 3. La "Accin pastoral-comunitaria" y las "pastorales especficas" 4. Las pastorales especficas" La adversidad

  • y el Espritu. 5. Objetivo, contenidos, destinatarios y agentes de la 3 "etapa" de la Evangelizacin: la 'Accin pastoral-comunitaria" Conclusin.

    Introduccin

    En el artculo Evangelizacin de esta misma obra (pg. 417), se abordan las tres "etapas" o "momentos esenciales" en que se desarrolla el proceso evangelizador, tal como aparece en el Decreto AG (nn 11-18). Primeramente, la Accin misionera para los no creyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa. Despus, la Accin catequtico-iniciatoria o catecumenal para los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reajustar su iniciacin a la vida cristiana. Por fin la Accin pastoral para los cristianos ya insertos en la comunidad cristiana, pero que necesitan seguir madurando su fe y vida cristiana (Cf DGC 49). Las dos primeras "etapas" estn descritas en sus respectivos artculos: Accin misionera y catecumenal. (Accin). En el presente artculo se describe con alguna detencin la Accin pastoral en su sentido general, tambin llamada, la Accin pastoral-comunitaria.

    1. La realidad de la prctica pastoral

    Son ya bastantes los agentes eclesiales que atienden con cierto cuidado cuanto se refiere a la preparacin catequtica y a la celebracin de la Primera Penitencia y de la Primera Eucarista, as como tambin de la Confirmacin: catequistas aptos, temas catequticos especficos y adaptados, ritos litrgicos, atencin religiosa a los padres... y todo ello en un clima de espiritualidad y escucha a la vida, propio del talante catecumenal.

    Lo mismo se puede decir de la formacin bsica o catequesis iniciatoria que se ofrece a los jvenes y a los adultos religiosamente inquietos. Bastantes acompaantes-catequistas-animadores procuran asegurar ese clima catecumenal, con todos los elementos que lo propician, para lograr unos cristianos firmes, coherentes, y testigos. Y esto sucede tanto en los grupos parroquiales, como en otros mbitos educativo-cristianos: en las reuniones de matrimonios interesados en su vida cristiana, en los grupos de antiguos alumnos y alumnas de los Centros cristianos, en las reuniones de grupos de tiempo libre parroquiales y colegiales, etc., etc.

    Sin embargo, esa atencin concentrada en llevar una buena pedagoga religiosa a lo largo del proceso educativo-catecumenal durante dos o tres aos, no permite -impide?- a estos responsables cuidar, con el mismo esmero, el "despus" de esos procesos bsicos, es decir, prever y, si fuera necesario, elaborar detalladamente los cauces o plataformas pastorales, en que los cristianos "regenerados" o "renovados" puedan seguir fielmente vinculados a la comunidad y activos en medio de la sociedad.

    Esta no es una cuestin menor, sino de gran trascendencia. Una comunidad cristiana ser viva no tanto por tener muchos grupos en formacin cristiana (fruto de la Accin catecumenal), cuanto porque su ncleo eclesial se va constituyendo por grupos de fe, pequeas comunidades estables, grupos de referencia cristiana, grupos de accin

  • apostlica y transformadora... que van surgiendo ya en la etapa de Accin pastoral. Y estas "salidas" hay que tenerlas ya preparadas, para ofrecerlas oportunamente a los que terminan su iniciacin o reiniciacin cristiana!

    2 La comunidad cristiana: La dicesis. La parroquia. Otros mbitos eclesiales

    En primer lugar, hay que recordar que la comunidad cristiana es no slo el origen y el lugar de toda catequesis iniciatoria, sino tambin la meta de esta catequesis o educacin bsica de todo cristiano (Cf DGC 254). La comunidad cristiana, despus de acoger y acompaar a los interesados en adentrarse en la vida nueva, por fin, los incorpora en su seno, como miembros del Cuerpo de Cristo resucitado, que ella misma es (DGC 254). La 2 "etapa" o Accin catecumenal proporciona a los fieles una primera madurez cristiana. Pero los recin iniciados necesitan una comunidad viva y madura -adulta- que los vaya consolidando en su fe a travs de una formacin integral o educacin cristiana permanente (cf DGC 69-72). Ella es la promotora de la 3a "etapa" o Accin pastoral-comunitaria!

    La comunidad cristiana primordial es la Dicesis, la Iglesia particular, presidida por el Obispo diocesano. En la comunin de todas las Iglesias particulares toma cuerpo y vida la Iglesia Universal, y a ellas les comunica su fecundidad maternal: la fecundidad misionera de nacimiento a la fe, la fecundidad catecumenal de crecimiento en la fe, y tambin la fecundidad pastoral de consolidacin permanente en la fe y de apertura a la misin, bajo la gua del Pastor diocesano. La Comunidad diocesana y su Pastor son los referentes dinmicos de esa 3 "etapa" de la evangelizacin: la Accin pastoral-comunitaria de la Dicesis.

    En segundo lugar, el Obispo y sus colaboradores y colaboradoras ms inmediatos saben que la Accin pastoral-comunitaria diocesana se lleva a cabo prioritariamente en la parroquia, esa "Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, que vive y obra profundamente injertada en la sociedad humana e ntimamente solidaria con sus aspiraciones y dramas..., (cuya) originaria vocacin y misin (es) ser en el mundo el lugar de la comunin..., signo e instrumento de la comn vocacin a la comunin..., la casa abierta a todos y al servicio de todos..., la fuente de la aldea (Juan XXIII), a la que todos acuden para calmar la sed" (ChL 27, final). Ciertamente la parroquia es "el lugar ms significativo en que se forma y manifiesta la comunidad cristiana" (DGC 257), el lugar privilegiado para la Accin catecumenal (Ibidem 257,b) y tambin para la Accin pastoral, en cuanto sta se identifica -podra decirse- con la educacin o formacin permanente (Cf DGC 69-72) de los cristianos.

    En tercer lugar, el Obispo y sus colaboradores y colaboradoras tambin promueven la Accin pastoral-comunitaria en otros mbitos educativos, como los movimientos apostlicos, los nuevos movimientos eclesiales, las pequeas comunidades cristianas, las asociaciones, las fraternidades, etc. y tambin en los mbitos apostlicos en que se desarrollan las diversas pastorales especficas: de la salud, de los presos, de Caritas, de la familia, de las diversas edades, de la enseanza, de los marginados, del Apostolado seglar, etc.

  • Por fin, en cuarto lugar, la Accin pastoral-comunitaria tiene un campo privilegiado, como ya hemos dicho, en la comunidad parroquial, sobre todo cuando sta se concibe, se desarrola y se vive como "comunin de comunidades" en el sentido amplio de grupos de fe, fraternidades, plataformas o cauces de accin transformadora y misionera, pequeas comunidades eclesiales, grupos asociativos de vida cristiana, etc. Por ejemplo, Juan Pablo II se expresa as en ChL 61: "Dentro de algunas parroquias, sobre todo si son extensas y dispersas, las pequeas comunidades eclesiales... pueden ser una ayuda notable en la formacin de los cristianos, pudiendo hacer ms capilar e incisiva la conciencia y la experiencia de la comunin y de la misin eclesial".

    3. La "Accin pastoral-comunitaria" y las "pastorales especficas"

    Con frecuencia se piensa que la Iglesia diocesana ha de disponer de una organizacin vigorosa, para que sus actividades eclesiales sean eficaces en la implantacin cada vez ms arraigada del Reino de Dios en el espacio diocesano. Si esto fuera as, sin ms, el principio originante de la organizacin pastoral de la Dicesis sera la eficacia de la prctica pastoral. Pero, esto no es as.

    La organizacin de la Accin pastoral-comunitaria surge en la Dicesis de la misma naturaleza de la Iglesia diocesana, habitada y dinamizada por el Espritu de su Seor Resucitado y Salvador. La Dicesis es la Iglesia en que est presente y activa la Iglesia Universal con todas las funciones para dar a luz, en el mundo, el Misterio Salvador del Reino, el Proyecto de Dios: la funcin de la Palabra, la de la Liturgia (Eucarista), la del Servicio y la funcin de la Comunin.

    El Obispo, cabeza de la Iglesia diocesana, es el garante de todo cuanto promueve su unidad interna, la Comunin, y de las acciones propias de las otras funciones: la Palabra, la Liturgia y el Servicio. Es el Obispo el que crea -o acoge como suyos- los organismos necesarios para dinamizar esas funciones implantadoras del Misterio del Reino, al frente de las cuales pone a sus colaboradores (presbteros, religiosos y laicos). Ellos, en comunin con el Pastor diocesano y respetando los organismos de comunin que l mismo ha establecido para la Accin pastoral (consejo episcopal, consejo pastoral diocesano...), trazan los planes y programaciones de las diversas pastorales especficas, a la luz de las necesidades diocesanas, en relacin con los pobres, las edades, los estados de vida, la situacin religiosa, etc.

    Resumiendo. La organizacin de esta 3a "etapa" o Accin pastoral-comunitaria no nace, en la Dicesis, de una estrategia logstica para enraizar el Misterio del Reino con la mxima eficacia pastoral. Nace de una Iglesia particular, en que est presente la Iglesia Universal, Cuerpo de Cristo, agraciada con el Misterio de Comunin y Misin de Cristo, Resucitado y Salvador, su Esposo y Cabeza. Ella quiere colaborar con el Espritu de su Seor, que la mueve a que este Misterio Salvfico sea reconocido, acogido y vivido en plenitud por los creyentes, a medida que sus agentes pastorales anuncian la Palabra, celebran la Eucarista (los sacramentos), promueven la fraternidad, y sirven a la transformacin de la propia Iglesia diocesana y del mundo. Dicho de otra manera, la Iglesia hace todo esto a medida que, con sus agentes corresponsables, va desplegando su Accin pastoral-comunitaria en pastorales especficas diversas segn las

  • necesidades -previamente discernidas- de su propia realidad eclesial y del mundo en que vive (Cf J. A. RAMOS, La pastoral diocesana, en Teologa pastoral, BAC, Madrid 1995, 306-318).

    De aqu que no toda accin pastoral concreta de las pastorales especficas sea necesariamente vlida para desvelar y enraizar este Misterio Gratuito y Salvador en nuestra tierra. Slo sern vlidas las acciones que sean: fieles a la Palabra de Dios, respetuosas con la naturaleza del Culto cristiano, favorecedoras del Servicio evanglico a la comunidad cristiana y al mundo, e impulsoras de la Comunin eclesial.

    Por lo expuesto en los artculos Evangelizacin, Accin misionera, Catecumenal (Accin) y en el presente artculo, Accin pastoral, el concepto ms fundamental de esta obra es el de Evangelizacin, subrayado con nfasis por Pablo VI en su Exhortacin Apostlica Evangelii nuntiandi. Sin embargo, dada la finalidad inmediata de la obra, que es clarificar la finalidad, contenido, destinatarios y agentes de las diversas pastorales especificas, la obra se ha titulado: Diccionario de Pastoral y Evangelizacin. Por eso, la mayor parte de su contenido se dedica a describir las abundantes pastorales especificas de la Iglesia y otras realidades concretas de la organizacin diocesana, pero justificando, en algunos artculos, que todo ello tiene su origen fontal en la tarea evangelizadora de la Iglesia (cf EN 14).

    4. Las "pastorales especficas" de la Iglesia. La diversidad y el Espritu

    A propsito del contenido del artculo Pastoral misionera y catequtica (pgs. 852-866), fue conveniente exponer de forma sinttica el dinamismo de la Evangelizacin, es decir, los tres "Momentos o etapas del proceso evangelizador" (pp. 854-856). En el cuadro sinptico (p. 855) se esquematiza lo concerniente a la 3a "etapa" de la Evangelizacin: La Accin pastoral-comunitaria.

    All se dice que esta 3a "etapa" abarca, por una parte, las acciones que se realizan en la comunidad para la comunid