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1 A Luis Jiménez In memoriam Desde el mismo momento en que se produjo su muerte el 10 de Octubre de 1993, previendo el vacío notable que produciría su ausencia en la Escuela de Arquitectura de la UCV, muchos se manifestaron coincidiendo en la necesidad de rendirle un merecido homenaje a quién en vida se entregara en cuerpo y alma a la enseñanza y práctica de la arquitectura, sin que en definitiva nada se concretara. Es así como las páginas de Arquitectura Hoy se abren con demora pero con indudable interés para recoger de manera sintética los aspectos mas relevantes tanto académicos como profesionales que signaron la carrera de este brillante y polémico arquitecto, profesor de profesores y amante de su disciplina, ofreciendo al lector la oportunidad de contar con un documento que bien podría convertirse en modelo de aproximación a uno de los muchos capítulos que aún faltan por escribirse sobre la historia de los protagonistas de nuestra arquitectura moderna, llena de labores perseverantes y fructíferas pero aún un tanto ocultas

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Artículo publicado en Arquitectura HOY. Nº 225. 24 de Octubre de 1997

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A Luis Jiménez In memoriam

Desde el mismo momento en que se produjo su muerte el 10 de Octubre de 1993, previendo el vacío notable que produciría su ausencia en la Escuela de Arquitectura de la UCV, muchos se manifestaron coincidiendo en la necesidad de rendirle un merecido homenaje a quién en vida se entregara en cuerpo y alma a la enseñanza y práctica de la arquitectura, sin que en definitiva nada se concretara. Es así como las páginas de Arquitectura Hoy se abren con demora pero con indudable interés para recoger de manera

sintética los aspectos mas relevantes tanto académicos como profesionales que signaron la carrera de este brillante y polémico arquitecto, profesor de profesores y amante de su disciplina, ofreciendo al lector la oportunidad de contar con un documento que bien podría convertirse en modelo de aproximación a uno de los muchos capítulos que aún faltan por escribirse sobre la historia de los protagonistas de nuestra arquitectura moderna, llena de labores perseverantes y fructíferas pero aún un tanto ocultas

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El legado formativo

Si bien Luis Jiménez demostró dentro de una limitada obra construida, su calidad como arquitecto fue sin duda la pasión y dedicación con que se entregó a la enseñanza del diseño arquitectónico, lo que podríamos calificar como su labor más trascendente, hasta el punto de haberse constituido en punto de referencia ineludible de varias generaciones de arquitectos. Cuatro de sus discípulos, todos ellos profesores universitarios, reflexionan sobre la huella indeleble que su contacto con un verdadero profesor les dejó.

El proceso de aproximación a un vínculo permanente Prof. Beatriz Sornes

Haber tenido la oportunidad de establecer vínculos docentes, profesionales y de amistad con Luis Jiménez, fue una experiencia enriquecedora e inolvidable. El punto de partida fue Taller Villanueva de la Escuela de Arquitectura de la UCV, allá en los convulsionados años finales de la década de los sesenta. De allí en adelante, además de profesor, que no dejó de serlo nunca, fue el admirado arquitecto de la residencia de mis padres, y más tarde y por muchos años, compartimos actividades docentes en la Unidad Docente 1, de la que participamos varios de muchos de sus ex alumnos. Mas allá de cualquier clasificación administrativa, Luis fue un profesor de tiempo completo y a dedicación exclusiva, vivió para ser docente aún fuera de las aulas. Fue un profesor a quién después de tantos años se recuerda con agradecimiento, con respeto y con admiración, por haber sabido llegar, por haber hecho todo el esfuerzo para hacerse comprender, por haber sido duro cuando así se requería, por haberse empeñado en mostrar la existencia de un universo de conocimientos, experiencias y vivencias a cuyo recorrido invitó permanentemente. Hombre polémico para unos, de posiciones firmes para otros, de conceptos claros para muchos, pero docente por excelencia para todos, sin excepción. Como profesor Luis fue un docente como pocos, integral, de conceptos claros, con amplia cultura (sin pretensiones de erudición, como los hombres realmente cultos), comprometido con la academia, en permanente actualización, solidario con el estudiante, exigente, motivador, retador. Sabía equilibrar las dosis de rigor con las de tolerancia, podía aceptar deslices pero no perdonaba la falta de compromiso, exigía dedicación con el respaldo de su ejemplo, reconocía el talento y motivaba su desarrollo incentivando el gusto por la lectura, el cine o la música, profundamente crítico pero con rigurosa racionalidad, siempre actual pero nunca de moda. No antepuso el ejercicio profesional al de docente, pero sus alumnos aprendimos a comprender el sentido y razón de su arquitectura, no tanto por el eventual análisis de su obra o la de otros, sino por el claro y riguroso manejo conceptual y expresivo de los componentes teóricos, de los elementos de formación práctica, de las consideraciones de orden estético y formal, del alcance del compromiso con el contexto urbano ambiental y cultural.

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La poca frecuente solidez en la figura de un profesor, necesariamente deja huellas. Si tan apreciada condición se complementa con frecuentes oportunidades para amenas conversaciones, exquisitas comidas, compartir lecturas, las huellas se hacen profundas. Por todo ello no puedo menos que expresar que más que profesor, más que arquitecto, Luis Jiménez Damas fue Maestro. Maestro es quién enseña, quién aconseja, quién exige, quién atiende el campo de los conocimientos sin abandonar el de las actitudes, quién motiva y estimula el logro a través de un proceso de aprendizaje sin sustituirlo por fórmulas predeterminadas. Maestro sólo puede serlo quién reconoce que su éxito docente es el éxito de sus alumnos. Maestro es quién comprende que el proceso formativo no se detiene, si en la corta relación profesor alumno no se descuidan los valores. La labor de Luis trascendió, dejo huellas, cumplió un proceso que acumuló frutos de alto valor académico en alumnos, en profesores y en la Escuela de Arquitectura de la UCV. Honor al Maestro.

Beatriz Sornes

En su formación como arquitecto ¿que huella ha dejado el profesor Luis Jiménez? Responde: Prof. Virginia Solórzano G. Arq. UCV. 1977

“Mi primer contacto con Luis Jiménez como profesor de diseño ocurrió en 1972, fecha en la cuál cursé el primer semestre de la carrera. En los 21 años de nuestra amistad resulta difícil describir situaciones, enseñanzas y sobre todo describir una memoria. Amistad donde la mayoría de las veces no era una relación profesor-alumna, sino mas bien un trato entre amigos, donde por supuesto, la voz de Luis regía la mayoría de las veces. Sin embargo, ante la publicación de este artículo he reflexionado en lo que podría ser la esencia de sus enseñanzas. Fue un profesor como pocos, capaz de convertir la corrección mas cotidiana en hermosas disertaciones, desde la belleza en el mundo griego hasta las más profundas reflexiones en relación al cine, teatro, y sobre todo sobre el hecho de vivir. Sin dejar de lado las mas acertadas opiniones sobre la arquitectura. Digo todo esto en compañía de Billie Holiday y Ella Fitzgerald como música de fondo. Luis nos enseñó a amar la arquitectura, sintiendo respeto y admiración por ella. Respeto que se traducía en capacitar a sus alumnos para enfrentar la creación y producción del hecho arquitectónico con conocimiento técnico, reflexión y talento probado en la mesa de dibujo. Una de las huella mas profundas en mi formación al lado de Luis Jiménez quizás sea el hacerme ver la docencia con un sentido integral, donde enseñar se traduce en despertar en el estudiante el interés, no solo por la arquitectura, sino por el contexto que esta disciplina conlleva. Una de las características de Luis como profesor al inicio de mi carrera y luego como compañero en la docencia fue la búsqueda de la perfección. Para él no existía el suficiente, ya que siempre nos inducía a hacerlo mejor, de allí su fama de intolerante e intransigente, pero esto también significaba esa extrema dedicación que tenía por sus alumnos y por la Facultad de Arquitectura. La planificación de un semestre significaba una investigación bibliográfica de diversas materias. Si por ejemplo, el tema era: las edificaciones en el trópico, su búsqueda la iniciaba releyendo a Carpentier y mirando con un detenimiento especial la obra de Alejandro Otero, desde Las Cafeteras hasta el Abra Solar, según él, allí habría una posible interpretación del trópico, en Carpentier por el realismo mágico y Otero por el color y el movimiento. Creo que estas relaciones que Luis se planteaba hacen notorio su gran capacidad intelectual.

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Sus 30 años en la docencia lo llevó a una constante investigación que lo mantenía al día en relación al pensamiento sobre la disciplina. Esta permanente búsqueda lo definió en un momento dado como un profesor más cercano a los jóvenes y un poco distante a sus contemporáneos. Como alumna y amiga de Luis pienso que su mayor enseñanza fue el hacerme ver la arquitectura como una disciplina que exige estudio, dedicación y pasión. Estoy segura que lo que mejor aprendí con Luis Jiménez fue la pasión, ese extremo acercamiento no solo por la arquitectura, sino también por el jazz y el cine europeo”.

Virginia Solórzano G.

¿En qué aspectos considera usted que ha dejado una huella importante en su formación como arquitecto su contacto con Luis Jiménez como profesor? Responde: Prof. Álvaro Rodríguez Muir. Arq. UCV. 1977

“La trayectoria académica de Luis Jiménez tiene rasgos extraordinarios. En primer lugar porque sorprende que un arquitecto con su talento e inteligencia se dedicara de lleno y casi exclusivamente a la actividad docente, en desmedro quizás, de lo que hubiera podido ser una carrera profesional mucho más prolífica y brillante. En su decisión influyo, no me cabe duda, además de sus inquietudes intelectuales y políticas, la excesiva capacidad crítica que cultivó ante sus alumnos y de la que el mismo nunca escapó. La crítica, que con absoluta seguridad y extraordinaria habilidad desarrollaba en el aula, en ocasiones con implacable severidad, se le imponía como una suerte de fuerza inhibitoria, como un freno ante el compromiso de lo que él consideraba “hacer una arquitectura correcta”. Eso era lo que inculcaba y, en ese aspecto como en tantos otros, Luis no tenía dobleces: decía lo que pensaba al mismo tiempo que hacía lo que pensaba. En torno a su persona se crearon mitos y leyendas. Siempre disfruté y aún disfruto escuchándolos, porque al pervivir, revelan cuán carismático era. Un extenso anecdotario traspasó las fronteras de la facultad y lo convirtieron en figura y referencia para ilustrar la sufrida vida de sus estudiantes y las arbitrariedades que contra ellos se cometen. Nada más falso. Luis era llano y directo en el trato con sus estudiantes, procuraba una relación amistosa sin ser compasivo o complaciente y ejercía con propiedad la autoridad del taller, porque la autoridad le era conferida. En su rutina como docente, el rigor intelectual y la disciplina colectiva de trabajo creaban una atmósfera estimulante en la que él, como supremo sacerdote, oficiaba un rito en el que se consagraba la arquitectura. Valiéndose de los recursos más imaginativos, hacía de sus sesiones de clase eventos de creación en los que sus alumnos disfrutábamos sus ocurrencias, admirábamos su apasionado y culto discurso y, por encima de todo, aprendíamos. Aprendíamos todo lo que nos quería enseñar y nos enseñaba de todo, sin mezquindades, prejuicios ni vanidades intelectuales. A mí me enseño a agarrar correctamente el lápiz para dibujar, me enseño a decidir dónde colocar una puerta o un baño y, cuando fue oportuno, también me enseño a debatir sobre arquitectura. Dejé de ser estudiante y pasé a compartir con él las tareas docentes del taller. Y seguí aprendiendo. Y es que para con varias generaciones de jóvenes fue generoso, enseñando sus habilidades y develando sus trucos, como lo haría un mago resignado ante la perspectiva de perpetuar de alguna forma su sabiduría, aunque sea valiéndose de aprendices. Qué más se puede pedir. Así fue Luis Jiménez y así lo quiero recordar”.

Álvaro Rodríguez Muir.

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Luis Jiménez Damas, algunas ideas sobre docencia y arquitectura Prof. Marco Sanoja

Intentaré explicar ciertas ideas de arquitectura que eran expuestas por el profesor Luis Jiménez Damas en las experiencias docentes que guiaba en la Unidad Docente Uno, de las cuales participé primero como estudiante y luego como instructor de algunos de sus curso. Ideas que formaron parte fundamental de mi formación y de las intenciones de arquitectura y docencia que hoy desarrollo. El propósito de una aproximación a estas nociones, es el de valorizar la pasión que manifestaba Luis Jiménez ante la docencia, sentimiento necesario en este acto de creación, la arquitectura.

SOBRE EL OFICIO Y LA IDEA EN ARQUITECTURA Si bien Jiménez consideraba fundamental una idea previa que ordenara el proceso de proyecto “concebir para poder obrar” 1, y que necesariamente se representara en el objeto final del mismo, esta estructura de orden que regulaba el proceso debía mostrar una necesaria relación con el oficio, a partir de la idea de que todas las acciones emprendidas en el proyecto expresen la vocación del mismo de construir un objeto arquitectónico. El oficio, entendido como el dominio de todos aquellos instrumentos que permitan al objeto arquitectónico cumplir con su cometido, no reflejaba únicamente su “valor utilitario” y su “sólida construcción” 2, debía comprender también las intenciones sobre las cuales este objeto se construye, y la necesaria condición de la arquitectura de ser bella. El oficio implicaba entonces no solo aspectos instrumentales, sino también el conocimiento sobre teorías e historia de la arquitectura, sobre proposiciones con relación al tema escogido y planteado por otras artes, sobre la significación del objeto arquitectónico y de los elementos que lo componen y la comprensión de las acciones a partir de las cuales éstos se construyen. _” La estructura portante está correcta, el dimensionado de los ambientes es correcto, pero el edificio es horrible así que comienza de nuevo”… Era posible escuchar este comentario acompañado del señalamiento de que además del hecho cognoscitivo es necesario el talento acompañado del buen gusto, la presencia del espíritu creador, la intuición, el genio del arquitecto, para generar a partir de la realidad aparente una nueva realidad3. Sin esta condición decía, no se produce arquitectura. SOBRE EL CONTEXTO, LACIUDAD Y LA NOCIÓN DEL TRÓPICO El contexto se podía entender a partir de dos aspectos; uno el cognoscitivo, un contexto que entiende la arquitectura como un hecho universal y constituye, como ya he explicado, oficio del arquitecto. El segundo, el contexto físico y cultural en el cuál además de las condiciones propias del contexto físico inmediato, era fundamental lo que Luis Jiménez denominaba entender el trópico, una condición más referida al lugar. Luis, en su intento por obtener una respuesta de arquitectura adecuada al lugar, que respondiera a la noción del trópico, inició experiencias docentes dónde se hacía énfasis en el tratamiento de lo que él llamaba superficies. Se denotaba como, por ejemplo, en arquitecturas populares, regionales, o caribeñas, si bien los esquemas del plan responden a esquemas tradicionales académicos, el tratamiento de las superficies adecua la arquitectura al lugar, generando como resultado una lectura del espacio/forma distinta al referente original. Presentándose en ambos casos una estructura de orden geométrica similar, el desarrollo de los componentes en el espacio producen una lectura del mismo completamente distinta.

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…la vegetación del trópico lo tapa todo. Luis Jiménez insistía en que ningún esquema de ciudad propuesto hasta ahora se adecuaba a aspectos que le son propios del lugar donde desarrollamos nuestra arquitectura, fundamentalmente por dos razones: La primera, la vegetación del trópico, la cuál imposibilita claramente la lectura externa de las edificaciones, trazados reguladores, ejes, etc., por lo exuberante e incontrolable de su crecimiento que impiden la lectura de estos elementos; solía hacer referencia al planteamiento de axialidad, absolutamente académico, entre las escuelas de medicina de la Ciudad Universitaria y a como su percepción desde el eje era imposible por la presencia de la vegetación existente. La segunda la geografía, que por lo variada no permite la adecuación precisa de tipos específicos sino que requería de soluciones particulares, (el caso de la ciudad de Leyes de Indias, la retícula hipo dinámica requiere de soluciones específicas para su adecuación a topografías accidentadas), (casos como la ciudad de Los Teques, La Guaira, el norte de Caracas colonial, etc.) aunque las mismas se valgan de elementos que puedan aportar la tradición o el contexto cultural universal. En el ámbito académico, el construir el objeto arquitectónico debía contemplar, además de la necesaria adecuación al cometido, a la técnica y a los aspectos específicos del construir, que el mismo tuviera la capacidad de representar la idea. Las superficies, tema fundamental de desarrollo en sus últimos años de docencia, y en definitiva el objeto arquitectónico, debía contener una sugerencia ideológica e implicar un pensamiento crítico frente a la arquitectura y su creador. Ese movimiento del alma, al que me refería al principio, se manifestaba en un comentario que repetía ante la eventual ausencia de una manifestación en la arquitectura de intereses éticos y estéticos, solía decir: Si el único objeto de la arquitectura es su función utilitaria, entonces, la vida, no tiene sentido.

Marcos Sanoja Rial. Prof. UCV

1 Etienne Louis Boulleé: Arquitectura, Ensayo sobre el Arte. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1985 2 Marco Lucio Vitruvio: Los diez libros de Arquitectura. Editorial Iberia, Barcelona. 3 Wladyslaw Tatarkiewich: Historia de seis ideas, Arte, belleza, forma, creatividad, mimesis, experiencia estética. Tecnos, Madrid 1987.

Ideario La labor cotidiana y mordaz, amena y densa de Luis Jiménez ha contado con la misma suerte de gran parte de la experiencia docente realizada en los Talleres de Diseño de la Escuela de Arquitectura de la UCV: carece de un registro ordenado, riguroso y por tanto accesible al resto de quienes realizan similar labor. Poco dado a la aparición en público, poco amigo de las disertaciones especulativas y más ganado a la acción teórico-práctica, Luis Jiménez acepto, muy a pesar suyo, el 21 de abril de 1992 dictar una de las contadísimas – y tal vez la última- charla abierta ante un auditorio de graduados. Tras la excusa brindada por el sugerente título: Del eclecticismo criollo a un culto sincretismo, hizo acopio –entre la anécdota y la precisa cita histórica_ de las ideas fundamentales que signaron su trayectoria y, en una demostración mas de su amplia cultura, dejó un importante testimonio del imaginario personal que siempre lo acompañó. A continuación hemos trascrito algunos pasajes de la citada conferencia.

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(...) “Particularmente me inclino por la posición de que el eclecticismo fue una condición más o una respuesta más ante este afán de búsqueda de una nueva arquitectura. Desde ese tiempo a los eclécticos se les acusó de oportunistas y arribistas, pero tenemos que: si mi problema es resolver situaciones prácticas ¿por qué yo tengo que perder el tiempo es esa disertación y en esa controversia histórica? Yo tomo de cada cual lo que puedo y resuelvo mi problema. Es difícil que una condición inicialmente negativa se convierta y se trastoque en un ente positivo. Así, hoy por hoy, se entiende el eclecticismo como el elemento que vincula y que permite la transición de todos estos historicismos a las vanguardias de este sigle. Porqué no olvidemos que son los arquitectos eclécticos los primeros que comienzan a utilizar la potencialidad de las nuevas técnicas constructivas y la potencialidad de esos nuevos materiales.” (…) “Yo no me atrevo a hablar de arquitectura ecléctica en Venezuela porque no fue intencionada. Que, por el contrario si se puede hablar de una arquitectura ingenua que repitió ciertos modelos europeos.” (…) “Déjenme contarles una anécdota. Corría el año 1954. Un joven estudiante de arquitectura va a presentar su examen de composición – lo que hoy equivale a diseño- de tercer año. El examen consistió en una casa sobre un terreno plano que previamente había que zonificar. Los profesores del curso habían sido: Julio Cesar Volante y José Fructuoso Vivas. Julio Cesar Volante había comenzado el curso poniendo en contacto a sus estudiantes con el Neoplastisismo, específicamente con Mies van der Rohe. Pero a mitad de año se da un viajecito a México. Conoce a Torroja. Conoce las llamadas superficies de doble curvatura y en particular los paraboloides hiperbólicos. Regresa de México y comienza a sugerirles a sus estudiantes el uso de los paraboloides hiperbólicos que después vinieron a Caracas y a Venezuela utilizándose en las bombas de gasolina. En ese instante José Fructuoso Vivas está construyendo las dos famosas quintas de Playa Grande: La de Pérez Jiménez y la de Pacanis. En la de Pérez Jiménez las ventanas se resuelven en sandwitch de cobija nueva ¿Que quiero decir?: un vidrio, otro vidrio, y entre los dos una cobija bien prensada, con un trabajo de carpintería exquisito y con la mejor madera. Con estos antecedentes y ante el problema planteado en el examen ese estudiante al cuál me refiero, con la zonificación no tiene dificultad porque eso no era sino repetir todo aquel tema planteado en la Carta de Atenas y hacer unas pelotas coloreadas graciosamente con marcadores. El verdadero problema con el ejercicio comenzaba cuando el estudiante empezaba a razonar: “Si hago paraboloides hiperbólicos me raspa Fruto Vivas, si trabajo con la estructura de madera me raspa Julio Volante”. Pues bien ese estudiante saco nota máxima porque hizo los paraboloides hiperbólicos con palitos de madera. Pues bien, lo que me interesa de todo esto, es que me consta que ese estudiante no tuvo conciencia de la condición ecléctica que había asumido. Pero tampoco la tuvieron los profesores. Y es así como podemos afirmar que durante toda la modernidad, y a lo largo de nuestra formación, en nosotros se dio una condición de eclecticismo dentro de los patrones del movimiento moderno. Por eso yo estoy muy de acuerdo cuando Juan Pedro Posan plantea de nuestra meta – la de los primeros arquitectos egresados de la Escuela de Arquitectura – fue seguir la línea Aaltiana, Miesianna, Wrigthtiana o Corbusiana. (…) ¿Cuáles pueden ser esos mensajes no-funcionales que pueden configurar la arquitectura? Por una parte están las intenciones estéticas del arquitecto y por otra parte están cultura y tradición.”

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Breve cronología de su actividad docente y profesional 1958. Concurre con el Trabajo de Grado (Tesis) a la Bienal de Santiago de Chile para estudiantes de Arquitectura en representación de la UCV, donde obtiene el primer premio. Este trabajo fue realizado en colaboración con Matilde Amaral, Magali Ruiz y Gonzalo Castellanos. 1959. Arquitecto Jefe en la División de Estudios y Proyectos de la División de Obras especiales del MOP. 1962. Inicio de estudios en la Escuela de Letras de la Facultad de Humanidades de la UCV. Inicia el libre ejercicio de la profesión. 1964. Comienza en la docencia universitaria como instructor contratado de la Cátedra: Composición Arquitectónica, en el Taller de Arquitectura Carlos Raúl Villanueva de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCV. 1968. Aprueba el Concurso de Oposición para la Cátedra de Diseño Arquitectónico. Obtiene el primer puesto con una calificación de 20 puntos. 1973. Inicia sus estudios de postgrado dentro de la maestría de Planificación Urbana. 1978-1991. Asume varios cargos académicos en la Escuela de Arquitectura, FAU de la UCV. Trabajos realizados Parque Arístides Rojas. Avenida Andrés Bello, Caracas. Plaza Palmar Arriba. Caraballeda. Plaza para la Urbanización Gran Colombia. Caracas. Parque infantil para la Urbanización Gran Colombia. Caracas. Paisajismo de un Complejo recreacional en Ciudad Guayana.

Paisajismo de la Escuela Municipal de Danza. Urbanización Vista Alegre. Caracas. Paisajismo de la Sede para la Asociación de empleados Municipales, hoy día transformado en Centro Materno Infantil. Urbanización Las Acacias. Caracas. Biblioteca Infantil Mariano Picón Salas. Av. Andrés Bello, Caracas. Remodelación de la casa de Marcos Pérez Jiménez, transformándola en dependencias para la Facultad de Ciencias de la UCV. Colina de Bello Monte. Caracas. Remodelación para la Fundación Gaullera, Urb. La Yaguara. Antemano. Caracas. Seis (6) proyectos para unidades de vivienda multifamiliar, ubicados en: Av. Libertador, cruce con Av Los Mangos. (8 pisos) Av. Principal de Maripérez (12 pisos) Parroquia San Juan, entre esquinas de Jesús y el Quebrado. (8 pisos). Calle Auyantepuy. Urb. Colinas de Bello Monte. (20 pisos) Av. Liertador, cruce con Av. Los Mangos. (10 pisos). Parroquia San Juan, entre esquinas de aserradero y Marcos Parra. Veinte (20) proyectos para unidades de vivienda unifamiliar aisladas, ubicados en: Siete (7) en la urbanización Oripoto, Municipio el Hatillo, Edo. Miranda. Dos (2) en Prados del Este. Municipio Baruta. Uno (1) en el Marqués. Caracas. Uno (1) en Colinas de Bello Monte. Caracas Cuatro (4) en Maracay. Estado Aragua. Uno (1) en Puerto Cabello. Tres (3) en la Urbanización la Boyera. Municipio el Hatillo. Uno (1) en la Urbanización Tusmare, Municipio e Hatillo. Arquitectura HOY. Nº 225. 24 de Octubre de 1997. Comité de Redacción: Juan Pedro Posani, Alberto Sato, Enrique Fernandez-Shaw. Colaboradores: Azier Calvo, Maria Elena Ghersi, Carolina Heredia, Carlos J. Gómez de Llerena, Mario Quiros, María Antonia Rodríguez, Ignacio Cardona, Víctor Zambrano.

Transcrito por: Prof. María Victoria Saavedra. Unidad Docente Uno