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 Resumen Con su novela Flores robadas en los jardines de Quilmes, publicada en plena dictadura militar (1980), Jorge Asís pasó a ser un best-seller. Este triunfo le puso en el punto de mira de algunos intelectuales exiliados. No se tardó en acusarle de colaboracionista con el régimen dominante. Sin duda, el bestsellerismo de Jorge Asís, reservado bajo dictadura a connotados escritores extranje ros, hizo que el deba- te y el enfrentamiento entre los que se exiliaron y los que permanecieron en el país fueran más agudos. En medio del enfrentamiento no faltaron los que defendieron al escritor, como por ejemplo Luis Grigorich. Las consecuencias de este triunfo han sido más severas después de acabada la dictadura militar, porque Jorge Asís sufrió marginación y discriminación, y su prestigio como escritor declinó notablemente, lo que le llevó, a partir de 1990, a retirar sus libros de circulación. Abstract Jorge Asís became a best-selling author with Flores robadas en los jardines de Quilmes (1980), a novel published during the military dictatorship. This triumph made him a prime target for certain intellectuals in exile, and before long he was being accused of collaborating with the regime. Undoubtedly, the commercial suc- cess of Asís, comparable in the dictatorship y ears only with that of well-known foreign authors, made the debate and the confrontation between those who were exiled and those who remained in Argentin a all the more violent. In the midst of this confrontation, Asís was defended, among others, by Luis Grigorich. The consequences of this com- mercial success have been more serious in the aftermath of the military dictator- ship, because Asís has suffered marginalisation and discrimination, and his prestige as a writer has declined notably, to such an extent that in 1990 he withdrew his books from circulation.  Anal es de Lite rat ura Hisp ano americana ISSN: 0210-4547 2001, 30: 249-268 249  Jorge As ís, un be st -s el le r en pl ena di ct ad ura militar: triunfo y consecuencias ABDELHAMID AMAROUCH

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  • Resumen

    Con su novela Flores robadas en los jardines de Quilmes, publicada en plenadictadura militar (1980), Jorge Ass pas a ser un best-seller. Este triunfo le pusoen el punto de mira de algunos intelectuales exiliados. No se tard en acusarle decolaboracionista con el rgimen dominante. Sin duda, el bestsellerismo de JorgeAss, reservado bajo dictadura a connotados escritores extranjeros, hizo que el deba-te y el enfrentamiento entre los que se exiliaron y los que permanecieron en el pasfueran ms agudos. En medio del enfrentamiento no faltaron los que defendieron alescritor, como por ejemplo Luis Grigorich. Las consecuencias de este triunfo hansido ms severas despus de acabada la dictadura militar, porque Jorge Ass sufrimarginacin y discriminacin, y su prestigio como escritor declin notablemente,lo que le llev, a partir de 1990, a retirar sus libros de circulacin.

    Abstract

    Jorge Ass became a best-selling author with Flores robadas en los jardines deQuilmes (1980), a novel published during the military dictatorship. This triumphmade him a prime target for certain intellectuals in exile, and before long he wasbeing accused of collaborating with the regime. Undoubtedly, the commercial suc-cess of Ass, comparable in the dictatorship years only with that of well-known foreignauthors, made the debate and the confrontation between those who were exiled andthose who remained in Argentina all the more violent. In the midst of this confrontation,Ass was defended, among others, by Luis Grigorich. The consequences of this com-mercial success have been more serious in the aftermath of the military dictator-ship, because Ass has suffered marginalisation and discrimination, and his prestigeas a writer has declined notably, to such an extent that in 1990 he withdrew hisbooks from circulation.

    Anales de Literatura Hispanoamericana ISSN: 0210-45472001, 30: 249-268

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    Jorge Ass, un best-seller en plena dictaduramilitar: triunfo y consecuencias

    ABDELHAMID AMAROUCH

  • 1. Datos sobre la vida y creacin literaria de Jorge Ass

    Jorge Ass naci en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, el 3 de mar-zo de 1946. Es hijo de la segunda generacin de hijos de sirios. Su condicinde descendiente de rabes est muy presente en casi toda su obra. Trabajcomo redactor en el diario Clarn bajo el seudnimo de Oberdn Rocamora.Tambin ejerci varios cargos en el seno de la poltica; ha sido embajadorante la UNESCO, Secretario de Cultura de la Nacin y, ltimamente, emba-jador de Argentina en Portugal hasta el fin del gobierno de Menem. Ha sidotraducido al portugus, al francs, al ruso y, en antologa, al alemn y al ingls.

    Diversa y numerosa ha sido la obra publicada por Jorge Ass, en dondese refleja, sobre todo, su agudeza en la observacin de la tumultuosa vidasocial. Se ha convertido en un fenmeno especial en la literatura argentinade su poca por su manera de tratar temas poco convencionales. Su literatu-ra se caracteriza por ser portea y urbana. Hay que mencionar que ya a comien-zos del ao 1977, cuando el diario la Opinin organiz una amplia encuestasobre la literatura argentina, el aparato correspondiente a los escritores jve-nes apareca encabezado, con holgura, por el nombre de Jorge Ass. Tres aosms tarde, en 1980, y en plena dictadura militar, logr ser un best-seller.

    Jorge Ass empez a publicar sus libros desde los comienzos de la dca-da del setenta. En 1970 apareci su inicial libro de poesa, titulado Seoritavida, y desde entonces no par de publicar libros. Al ao siguiente, en 1971,publica el libro de cuentos La manifestacin; en 1972 la novela Don AbdelZalim, el burlador de Dominico; en 1974 las dos novelas La familia tipo yLos reventados; esta novela ltima gan la Primera Mencin del Premio Casade las Amricas, La Habana. En 1976 publica el libro de cuentos Fe de ratas;en 1977 Cuaderno de Oberdn Rocamora, que est formado a base de cua-dros de costumbres o aguafuertes, originalmente publicados en el diarioClarn de Buenos Aires, bajo seudnimo. En 1980 empieza el ciclo Cangu-ros con cuatro novelas: Flores robadas en los jardines de Quilmes (1980);Carne Picada (1981); La calle de los caballos muertos (novela insert) (1982);y Canguros III (1983). Sobre este ciclo, y en concreto sobre la poca suerteque ha tenido la publicacin de la ltima novela, Canguros, dice Jorge Ass:

    [...] Se trata de una novela que no le nunca ms, es de 1983 peroen realidad fue la primera del ciclo precisamente titulado as, Can-guros. En un principio era un gigantesco noveln que presentaba tresandariveles unificados por el personaje conductor, Rodolfo Zalim.Un andarivel para El Polaco, otro para Luciano (Carne picada, 1981),

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  • y el otro para Samantha, que finalmente deriv en Flores robadas...,de 1980. Sin embargo el tercer andarivel, Canguros, es el que tuvomenos suerte, pero porque apareci cuando mi formidable coleccinde negadores haban ocupado la mayor parte del escenario y mi pres-tigio ciertamente declinaba. Aparte Canguros se public en octubrede 1983, y recuerde que fue el mes de las primeras elecciones demo-crticas que acababan con los siete aos de militarismo. De maneraque el ambiente resultaba poco propicio para la aparicin de unanovela del conflictivo y polmico Ass, y debo admitir que la publi-cacin fue una torpeza de mi parte, porque me aferraba a mitologaspersonales. Quera cerrar el ciclo novelesco Canguros antes deladvenimiento de la democracia, para que quedara expresa constan-cia de mi literatura producida y publicada durante el proceso mili-tar. Como si a alguien, en el fondo, le importara.1

    Jorge Ass seal, ya en la primera novela del ciclo (Flores robadas...),a ese gigantesco noveln que pas a dividirse en tres partes para for-mar una triloga. Con estas palabras, casi parecidas a las que acabamos decitar de Jorge Ass, el personaje Rodolfo Zalim intenta explicar el porqude la aparicin de esta gigantesca novela en tres partes. Las siguientespalabras indican, por otra parte, que estamos ante un dato autobiogrficoRodolfo Zalim es el alter ego de Jorge Ass, casi todas las novelas delescritor son autobiogrficas:

    Y ahora qu estas escribiendo? pregunt Renata. Canguros digo, una novela muy larga, un despolete,

    llena de afluentes, de brazos. Ya la terminas? insiste, y los que me conocen saben que

    no me cuesta hablar de m. No, hay que trabajarla mucho, es como... como intermina-

    ble... Creo que la sacar en tres partes, es decir, ser una triloga,pero cada parte, al mismo tiempo, una novela independiente, entien-den. Y las tres a la vez, forman una sola gran novela, por lo menosen tamao, unidas por el hilo conductor del personaje, el mismo enlas tres, mi alter ego.

    Y no te conviene sacarla toda junta? y yo no s si a Rena-ta le interesa tanto. Muy curiosa esta chica, me gusta.

    Digo que no s, digo la verdad. Que temo no me alcance el airepara hacer una sola, que temo sea cansadora. Y que, por acumula-

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    1 Carta de Jorge Ass dirigida al autor de este artculo (Lisboa, 8 de febrero de 1999).

  • cin puede llegar a la monotona. Adems cada libro mo es el tes-timonio de una capitulacin [...], es decir, la capitulacin de misaspiraciones de escribir la gran novela, mi Rayuela, mi Gran Ser-ton, Veredas, ojo que hablo de tamao, eh.2

    En 1981 publica El Buenos Aires de Oberdn Rocamora; y en 1984 lanovela Diario de la Argentina inicia la serie Rivarola, seguida por dosnovelas: El pretexto de Pars/Rescate en Managua (1985), como serie Riva-rola II, y Cuaderno del acostado (1988), como serie Rivarola III; en1985 publica La ficcin privada (notas y ensayos); en el ao 1987 se publi-caron dos libros: La leccin del maestro (relatos), y Partes de inteligencia(novela); en 1989 publica la novela El cineasta y la partera (y el socilo-go marxista que muri de amor); ms tarde, en 1995, publica la novela Lalnea Hamlet, o la tica de la traicin, novela en la que se juntan variospersonajes rabes, pero no de los llamados turcos, es decir, de los queviven en Amrica Latina, sino de otras nacionalidades como la marroqu,la saud, la siria, la palestina, la iraqu, o la tunecina; al ao siguiente, en1996, publica la novela Sandra la trapera.

    2. La poca de Jorge Ass como escritor

    Jorge Ass se inicia como escritor en los ltimos aos de vida del fen-meno llamado el boom de la literatura latinoamericana.

    Despus de 1970 se produjo una ruptura con el proceso de desarrolloy expansin de la literatura iniciada hacia 1960. La situacin en la Argen-tina hizo que el auge y el esplendor que haba alcanzado la literatura eneste pas sufriera una quiebra evidente. El cambio en la Argentina de lasituacin poltico-social que motiv el exilio de muchos intelectuales, yque hizo tambin muy difcil el conocimiento de nuevas promociones deescritores, produjo un vaco llenado slo parcialmente.

    En la produccin literaria de los aos setenta en la Argentina podemosdiferenciar dos lneas fundamentales: una que da importancia a la forma yelabora una cuidada reflexin sobre la estructura novelesca y sobre el di-logo intelectual. La obra literaria se convierte en algunos casos en meta-lenguaje de su propio lenguaje. Los representantes ms destacados de esta

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    2 Jorge Ass. Flores robadas en los jardines de Quilme, Canguros I. Buenos Aires.Losada. 1980, pgs. 279-280.

  • lnea, segn la afirmacin de algunos crticos, son Leopoldo Garca, LuisGuzmn, Osvaldo Lamborghini y Hctor Libertella; a los que tambin esposible agregar a Ricardo Piglia, Juan Carlos Martini, entre otros. La otralnea es la de los realistas. Es la que parte del contexto histrico-social paraorganizar su discurso de ficcin. Es en esta lnea, ms bien de neorrealis-mo, donde se incluye nuestro escritor Jorge Ass, al que tambin se puedeagregar a Jorge Manzur, Enrique Medina, Hctor Lastra, etc. Jorge Ass,en una de sus novelas autobiogrficas, hace alusin a su juego con la rea-lidad y ficcin, a travs de su personaje, o su alter ego, Rodolfo Zalim:

    Hermanos, mi ambicin en definitiva es simple y mdica, quie-ro jugar con la verdad a la literatura, pero con la absoluta convic-cin de que estoy haciendo literatura con la verdad, y simultnea-mente traicionndolas a ambas, si es pura fantasa. Que se lea entoncescomo una ficcin o como se les antoje, hermanos...3

    Tambin en otra novela el personaje Rodolfo Zalim dice: Lstima questa sea una novela real4.

    En una entrevista para la revista SOMOS, Jorge Ass dice al respecto:

    Yo cuento a partir de la realidad. Aunque tambin hay fantasa,hay literatura, por eso tambin la gente me puede leer y compren-der. Por eso tambin me critican.5

    Ya desde los primeros aos del peronismo y hasta el golpe militar de1966-73, y desde la represin que inicia el peronismo en 1974, y que con-tina el golpe militar de 1976-83, los tiempos de violencia y censura ide-olgica del aparato del Estado parecan inducir una cancelacin del dis-curso narrativo realista, sobre todo en su vertiente crtica. Esta cancelacinse aprecia con ms claridad, como bien afirma Andrs Avellaneda6, no en

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    3 Jorge Ass. Cuaderno del acostado. (Serie Rivarola III). Buenos Aires. Planeta Argen-tina. 1988, pg. 154.

    4 Jorge Ass. Flores robadas en los jardines de Quilmes, pgs. 57-58.5 Entrevista realizada con Jorge Ass para la revista SOMOS (nm. 314, 24 septiembre,

    1982, pg. 28).6 Andrs Avellaneda, Marcos ochentistas en la historiografa latinoamericana. Un repa-

    so en la cuestin en Revista de Crtica Literaria Latinoamericana, Lima, Ao XVII, 1991,nm. 33, pg. 74.

  • la literatura escrita culta y genricamente tradicional, como la novela o elcuento impresos en libros, sino sobre todo en otras formas narrativas, comoel relato cinematogrfico, radial o televisivo, o en el medio dialgico delescenario teatral. Pero es hacia el ao 1974 cuando el discurso realista comien-za a ceder paulatinamente por causa de la presin de la censura. Se puededecir que el discurso narrativo realista sigui su cauce de una manera inter-mitente, como forma de expresin hasta que empezaron los brutales suce-sos de los aos del autodenominado Proceso de Reorganizacin Nacio-nal, cuando, por ejemplo, los libros de Enrique Medina fueron prohibidos,y Haroldo Conti fue torturado y hecho desaparecer.

    Cabe mencionar, tambin, que despus de acabados los aos del Pro-ceso, surgi una corriente literaria opositora a la autoridad discursiva rea-lista. Dice Avellaneda:

    Lo que aparece con ms fuerza hacia 1982-83, cuando entraen crepsculo la orga represiva, es el embate contra el sistema deautoridad discursiva realista, cuya propuesta slo puede ser po-sible por entonces en las versiones degradadas del testimonio ve-rista.7

    Surge una negacin a la hegemona del discurso nico realista, criti-cando su pretensin cognitiva y su insistencia en el valor de la verdad. Enesta callada lucha entre el nuevo sistema de autoridad discursiva no rea-lista, y el anterior sistema realista que domin la escena narrativa porcasi cuatro dcadas, este ltimo sistema tendi a refugiarse, afirma Ave-llaneda,

    en los territorios ocupados por el populismo cultural de larga tra-dicin en la Argentina contempornea. Ese populismo que, cuandose ocup de la literatura, se adhiri siempre al canon realista pararealizar las propuestas experimentales o vanguardistas (cos-mopolitas) a las que conden como no nacionales a partir de unanocin de una identidad cultural que implica la idea de un pas aco-sado que necesita extirpar de s lo no propio para sobrevivir yalcanzar su destino.8

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    7 Ibd., pg. 75.8 Ibd., pg. 75.

  • 3. Jorge Ass durante y despus de la dictadura militar

    Los aos del Proceso han sido una etapa decisiva en la vida de JorgeAss, cuyas consecuencias siguen afectando hasta hoy en da al escritor. Deello intentaremos hablar, en la medida que nos permite este espacio, de laforma ms aclaratoria posible.

    Jorge Ass como escritor vivi tres etapas que marcaron su obra litera-ria: las etapas antes, durante y despus de la dictadura militar. Sin embar-go fue durante los aos del Proceso cuando se destac con la publicacinde su novela Flores robadas en los jardines de Quilmes (1980). Con la granrecepcin que tuvo esta novela pas a ser un best-seller. El escritor comopresintiendo lo que iba a ocurrir con esta novela, y partiendo de la idea deque estamos ante una novela autobiogrfica, dijo en un dilogo entre Saman-tha y Rodolfo Zalim:

    Conservs las mismas ganas de que se hable de vos, aunquesea mal, pero que hablen.

    Por supuesto, y no tengo ninguna duda de que se va a hablarde m mucho ms, yo voy a ser ms famoso que la coca cola en estepas.9

    Aos ms tarde, en 1985, en su novela El pretexto de Pars,... el per-sonaje-escritor vuelve a hablar de la novela Flores robadas, y de las cir-cunstancias en que se public. Rodolfo Zalim trabajaba de periodista en eldiario Clarn cuando public esa novela. Con estas palabras cuenta cmoaprovech un viaje de trabajo a Pars para salir del pas, as como sus temo-res ante lo que supona que podra ocurrirle a l y a su familia:

    Llevaba en la mano un ejemplar de su ltima novela, la que lecambiara abruptamente la vida, publicada muy pocos das antes deque saliera y distribuida apenas cuatro das despus que sali de supas, con lo cual se agravaba su desconcierto, era el primer libroque publicaba despus de 1976 y tema que las fuerzas oscuras delterrorismo de Estado reaccionaran mal y se la tomaran con su fami-lia, desguarnecida hasta la desproteccin porque el cobarde apro-vech un viaje que le tir Papito para desaparecer. Y si se la prohi-ban?, en todo caso era lo ms digno que poda pasarle, aunque al

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    9 Jorge Ass. Flores robadas en los jardines de Quilmes, pg. 57.

  • mirar el ejemplar flamante pensaba con un poco de culpa que podaocurrir algo menos elegante; que pusieran una bomba en su casa,por ejemplo, o que lo fueron a buscar. Sin embargo nadie ira a bus-carlo y por si no bastara tampoco la prohibiran.10

    Esta novela Flores robadas..., adems de tener un gran pblico lec-tor (segn los datos de 1982, se ha vendido ms de 90.000 ejemplares enArgentina y 10.000 en Espaa)11 y de adaptarse al cine, despert el inte-rs de algunos crticos. Siempre que se habla de Jorge Ass se le relacionacon los aos del proceso, porque es de los que se quedaron en la Argenti-na en esos aos. En un pasaje de esta novela el escritor intenta justificar,a travs de su personaje Rodolfo Zalim, su permanencia en el pas:

    Cada vez que vengo al puerto a decirle chau a alguien, imagi-no que me vienen a despedir a m. Y no es, eso seguro, ningnhallazgo, porque es indudable que todos los que estamos aqu pen-samos en irnos, que envidiamos saludablemente a los que se van.E insisto, entonces, en preguntarme hasta cuando me quedar enBuenos Aires; s que tengo, an, mis sobrias excusas para persis-tir. Mis hijos por ejemplo, que an son chicos, demasiado. Mi obra,que tambin es muy chica, pero siento, intuyo, que puedo hacerlagrande nada ms que aqu, desde aqu, a pesar de todo. Y por lti-mo puedo resistir, no me va mal que digamos, cuento guita delan-te de los pobres. Aunque la verdad, me gustara picrmelas, lo con-fieso.12

    Esta clase de justificaciones se van repitiendo en otras novelas publi-cadas despus, como Carne picada, Diario de la Argentina y Cuaderno delacotado. Dice, por ejemplo, en la primera novela citada:

    [...] Paradjicamente si se qued en este ex pas fue porque estorpe para hacer trmites y consideraba que hacer cola para sacarel pasaporte era mucho lo, porque era un sentimental de porqueraal que le haba nacido ya una hija y haba embarazado otra vez asu mujer, porque tena a su abuelita rabe muy enferma y una hui-

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    10 Jorge Ass. El pretexto de Pars/Rescate en Managua. Serie Rivarola Internacional II.Buenos Aires. Sudamericana. 1985, pg. 20.

    11 Julio Sierra, Un turquito de barrio en SOMOS, 1982, nm. 314.12 Jorge Ass. Flores robadas..., pg. 235.

  • da hubiera sido una manera de matarla, y por tantas tonteras queni dignifican ni enaltecen.13

    Vuelve en Diario de la Argentina a reiterar los motivos familiares porlos que se qued en el pas. Dice:

    1976, una hija que gateaba y otro hijo en el vientre de su mujer.Cierta desesperacin. Rodolfo Zalim est tambin por irse del paspero no era muy fcil.14

    Estas justificaciones, el autor las ha planteado ampliamente en su nove-la Cuaderno del acostado, en donde habla, sobre todo, de su situacin des-pus de pasada la dictadura militar.

    Muchos son los escritores que se quedaron en la Argentina en los aosdel Proceso, por eso solamente citaremos algunos de ellos. Adems de losmayores de edad como Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, ManuelMjica Linez, Ernesto Sbato, Arturo Cerretani, Jos Bianco, Juan Filloy,Roger Pl, Bernardo Kordon, o Juan Jos Manata, citaremos, adems deJorge Ass, a algunos otros como Syria Politti, Marco Denevi, Julio Ardi-les Gray, Beatriz Guido, Elvira Orphe, Ricardo Piglia, Liliana Heker, Enri-que Medina, Hector Lastra, Hebe Uhart, Marcos Aguinis, Andrs Rivera,Dalmiro Senz, Jorge Riestro, Marta Lynch, Isidoro Blaisten, Mara Esterde Miguel, Juan Jos Hernndez, Abelardo Castillo, Eduardo Gudio Kief-fer y Miguel Briante.

    Entre los que se exiliaron, por diferentes motivos, podemos citar, entreotros, a Manuel Puig, David Vias, Juan Carlos Martini, Humberto Cos-tantini, Hector Tizn, Daniel Moyano, Osvaldo Soriano, Antonio Di Bene-detto, Vicente Battista, Mempo Giardinelli, Fedrico Moreira, No Jitriky a Tomas Eloy Martnez. Estos dos ltimos ejercieron ocasionalmente lanarracin, ya que, hay que mencionarlo, nos referimos aqu solamente alos escritores que se dedicaron a la narrativa, porque es en este gnero don-de se registr con mayor agudeza la desaparicin o emigracin de sus repre-sentantes. La mayora de estos escritores fueron duramente censurados enlos medios de difusin. Sus libros no pudieron venderse o se vendieron condificultad.

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    13 Jorge Ass. Carne picada. (Canguros II). Madrid. Legasa. 1981, pg. 234.14 Jorge Ass. Diario de la Argentina. Buenos Aires. Sudamericana. 1985, pg. 35.

  • Como hemos dicho, la lista de los que se quedaron en el pas, o los lla-mados los de adentro, podra ser ms larga; y en comparacin con losque se exiliaron, o los de afuera, stos representaban un nmero muchoms reducido. Es que en un pas como Argentina abundan los escritores,En este pas hay ms gente que escribe que la que lee15, dijo Jorge Assen su primer libro, y esto en cierta medida beneficia al rgimen militar. Elhecho de que se hayan ido algunos del pas, esto no quiere decir que la lite-ratura argentina haya muerto, sino que estaba all, quiz con menos pro-ductividad, pero persista. Ernesto Sbato afirma que la inmensa mayorade sus escritores, de sus pintores, de sus msicos, de sus hombres de cien-cia, de sus pensadores, estn en el pas y trabajan16.

    El rgimen militar hizo lo imposible para que la literatura de adentrosiguiera funcionando. Una visin panormica sobre la produccin literariadurante los aos setenta, arroja, sin duda, un balance positivo en cuanto alas dimensiones de lo editado, y esto a pesar de la crisis econmica, a laque no es ajena la industria del libro. Los libros, por ejemplo, de Borges,de Bernardo Verbitsky, o de Beatriz Guido, podran, dice Sal Sosnows-ki, darle al lector parcial (izado) la pauta de un marco apacible en que laliteratura goza de buena salud a orillas del Plata; luego, hablando de otrosescritores entre los que tambin figura Jorge Ass, dice:

    Tal lector omitira posiblemente, la lectura de Walsh, cuyos tex-tos recortaron peligrosamente la crnica histrica y el filo de un gne-ro y una profesin que acab con su denuncia e impugnacin de labarbarie. Tambin omitira la revisin de las propuestas de Conti,cuya trgica desaparicin ha dificultado una lectura que prescindie-ra de las etapas previas a las aventuras de su Mascar [Mascar elcazador americano (La Habana: Premio Casa de las Amricas, 1975)].La lectura general optara por el plcido refugio de los personajesde Gudio Kieffer. Observara con inters el desarrollo de la litera-tura policial y se regocijara con las peripecias de Ass, Martelli,Soriano, Tizziani, Urbanyi. O seguira la presencia de Sbato.17

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    15 Jorge Ass. La manifestacin. 3. ed., Buenos Aires. Galerna. 1982, pg. 98.16 Osvaldo Bayer, Pequeo recordatorio para un pas sin memoria en Sal Sosnows-

    ki, Represin y reconstruccin de una cultura: el caso argentino. Buenos Aires. Editorial Uni-versitaria de Buenos Aires. 1988, pg. 221.

    17 Sal Sosnowski, La dispersin de las palabras: novelas y novelistas argentinos en ladcada del setenta en Revista Iberoamericana, vol. XLIX, 1983, nm. 125, pgs. 957-958.

  • En esos aos del Proceso, como era de esperar, surgi un enfrentamientoentre los escritores que se exiliaron y los que permanecieron en el pas.Hubo recriminaciones mutuas, y acusaciones de colaboracin con el rgi-men militar. Tambin hubo declaraciones que afirmaban que la nica cul-tura argentina vlida es la que se produce en el exilio; pero otras afirma-ban que lo que se deba tomar en cuenta es la cultura creada desde dentrodel pas, porque una palabra escrita en el pas equivala a ros de tintacorridos en el extranjero18.

    Las razones por las cuales algunos intelectuales permanecieron en laArgentina han sido diversas: personales, ideolgicas o polticas. Ya hemosvisto cmo Jorge Ass afirma estos motivos, o justificaciones por los cua-les el personaje escritor, Rodolfo Zalim, se qued en la Argentina. En lasdeclaraciones de otros intelectuales veremos, tambin, cmo stos inten-tan justificar el porqu de su permanencia, y la permanencia de otros, enel pas. Luis Grigorich, por ejemplo, como defendiendo a los de adentrodice:

    [...] Es injusto exigirles, por tanto, que abandonen el aire mis-mo en que florece su vocacin: el contexto inmediato con su len-gua y su gente. Por otra parte, lo que decide es una situacin dehecho: familia, trabajo, edad, races que no pueden arrancarse.19

    Beatriz Sarlo, por su parte, justificndose, y coincidiendo con algunaspalabras de Grigorich, as como con otras de Jorge Ass en lo que se refie-re a que el triunfo slo puede ser desde Buenos Aires, dice:

    Estaba por un lado una ciudad, Buenos Aires, que segua sien-do para m ese mbito concreto donde poda reconocerme como inte-lectual y donde, quizs en un acto de ensoacin poltica, aposta-ba a que mi discurso fuera nuevamente escuchado. Estaba tambinuna lengua sobre cuyo desgarramiento me han hablado largamentelos exiliados.20

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    18 Beatriz Sarlo, El campo intelectual: un espacio doblemente fracturado en Sal Sos-nowski, Represin y reconstruccin de una cultura: el caso argentino, op. cit., pg. 102.

    19 Luis Grigorich, La literatura dividida (Texto originalmente publicado en el diarioClarn de Buenos Aires, el 29/1/1981) en Sal Sosnowski, Represin y reconstruccin..., ibd.,pgs. 121-122.

    20 Beatriz Sarlo, op. cit., pgs. 102-103.

  • Ms adelante, contando las experiencias vividas durante los aos delProceso, dice:

    Los que vivimos los aos del proceso militar en la Argentinaestamos todava marcados por un conjunto de experiencias: sopor-tar la presin fsica del autoritarismo supuso mutilaciones, que recinhoy podemos evaluar; supuso tambin el aprendizaje de la astuciay la firmeza, de la paciencia y de las razones.21

    Liliana Heker, en su declaracin, afirma la eficacia de la creacin lite-raria en esa poca:

    Es cierto que la censura volvi nuestra prosa menos explcita,pero tambin es cierto que la realidad volvi nuestras palabras mseficaces. Se escriba a pesar y en contra de la censura. Y, puestoque las palabras implicaban un riesgo, se aprendi no dilapidarlas,a explotar al mximo sus posibilidades de eficacia. Ninguna cen-sura es infalible. De eso debera convencerse todo intelectual.22

    El ya citado Ernesto Sbato, quien tampoco se qued ajeno a este mun-do de enfrentamientos, dice para justificar que en el pas no se haba para-do la creatividad, no slo literaria sino tambin en otros campos:

    Cometen una grave injusticia los que estn fuera del pas pen-sando que aqu no pasa nada y que todo es un tremendo cemen-terio.23

    Jorge Lafforgue, manifestando la sensacin de miedo que muchos pudie-ron tener, dice:

    Para quienes durante la dictadura, autodenominada Proceso...,pudimos quedarnos en el pas y sobrevivir con relativa entrega, elmiedo fue un compaero de presencia persistente, ruin e insosla-yable. Como observador o protagonista, cada uno de nosotros par-

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    21 Ibd., pgs. 106-107.22 Liliana Heker, Los intelectuales ante la instancia de exilio: Militancia y creacin

    en Represin y reconstruccin..., dem, pg. 199.23 Osvaldo Bayer, op. cit., pg. 221.

  • ticip de no pocos episodios signados por ese aire a veces difuso,otras fuertemente sofocante, nunca ausente.24

    Luis Grigorich, tomando una posicin intermedia, intent poner fin aesas discusiones, o antinomias segn su expresin, entre los residentesen el pas y los desterrados. Aleg que hubo un desconocimiento de la situa-cin por parte de los dos bandos, as como una falta de un esfuerzo seriopara conocer todos los datos que constituyen el contexto de la literaturaargentina que se escribi fuera y dentro del pas. Dice que cuando losdatos reales no se manejan, aparecen en la escena otros personajes ms per-turbadores25. En cuanto a la antinomia de los de adentro y los de fue-ra, para Grigorich este fantasma no existe. Dice:

    Lo que s hubo y seguir habiendo pero no confundamos estocon una antinomia filosfica e ideolgica! es oposicin o ene-mistad o resentimiento entre individuos, entre escritores o intelec-tuales o periodistas concretos, con nombre y apellido que compi-ten por recuperar o conservar un lugar pblico que, a menudo, esla nica seal de identidad y la nica, o mejor, posibilidad de ganar-se la vida.26

    Sin duda, el bestsellirismo reservado bajo dictadura a connotadosescritores extranjeros de Jorge Ass con su novela Flores robadas enlos jardines de Quilmes, publicada en 1980, hizo que el debate y el enfren-tamiento entre los residentes y los exiliados fuera ms agudo. Ass pasa ser el blanco de las crticas por parte de los exiliados, o los autoexilia-dos en el caso algunos. Lo acusaron de colaborar con el rgimen. LuisGrigorich defendiendo a Jorge Ass, y aplicando su opinin arriba cita-da, dice:

    En general, no hubo en estos cuestionamientos ni un solo an-lisis serio de textos; los crticos prefirieron deducir de la narrativade Ass los prejuicios que ya guardaban respecto de su autor, y que

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    24 Jorge Lafforgue, La narrativa argentina (Estos diez aos: 1975-1984) en Represiny reconstruccin..., dem, pg. 157.

    25 Luis Grigorich, Literatura. Una descripcin del campo: narrativa, periodismo, ideo-loga en Represin y reconstruccin..., ibd., pg. 109.

    26 Ibd., pg. 110.

  • se vieron reforzados por un xito de venta que, ilgicamente, seconvirti en sntoma de complicidad con los militares.27

    Efectivamente, quien lee Flores robadas..., o algunas otras novelas, deAss, descubrir que Grigorich, al menos con Jorge Ass, acierta en sus afir-maciones. Hay muchos ejemplos en la obra del escritor que pueden testi-ficar lo contrario de lo que apostaron algunos crticos. Ya al principio dellibro, se puede notar la audacia del escritor al dedicarlo a Haroldo Conti,quien se consideraba aniquilado por las fuerzas represivas. Este gesto escri-be William Karta gan para Ass el apodo en algunos crculos de Escri-tor de la resistencia28. Adems la novela se caracteriza por su discursorealista. Ass narra la historia reciente del pas. Se habla de los militares,del exilio, de un joven ingresado polticamente en la izquierda, etc.; y enplena dictadura militar el personaje se pregunta si todava queda espaciopara la militancia. A todo esto, tambin hay que aadir el aspecto inmo-ral de la novela. Casi se la puede caracterizar de pornogrfica, lo cualatenta a la moral cristiana. Todos estos ejemplos, y otros ms, podran habersido suficientes para que Jorge Ass fuera duramente censurado, de una par-te, y de otra, para que los crticos pasasen a su favor, o al menos acallar-los. Tambin, y al margen de su novela, hay que aadir que Jorge Ass esde una clara tendencia izquierdista. Segn algunas fuentes nunca tuvo rela-cin alguna de colaboracin con los militares, sino, al contrario, apoy todaslas manifestaciones en la Argentina a favor de los derechos humanos, y porel esclarecimiento de la situacin de los secuestrados-desaparecidos.

    Jos Maristany intenta demostrar en un artculo, el desafo de Floresrobadas... al sistema:

    Ass emploie le ralisme mimtique bien quil y ait des chan-gements dans les voix narratives que alternent entre la premire etla troisime personnes et le texte semble exhiber une contesta-tion ostentatoire qui dfie courageusement les limites et les contr-les du sistme.29

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    27 Luis Grigiorich, op. cit., pg. 116.28 William Karta, Novelizando el proceso argentino: La calle de los caballos muertos,

    de Jorge Ass en Revista de Crtica Literaria Latinoamericana, 1992, nm. 35, Lima, 1.semestre, pg. 148.

    29 Jos Maristany, Contestation ostentatoire et adhsion: Flores robadas en los jardi-nes de Quilmes de Jorge Ass en Imprvue, Universit Paul-Valry, Montpellier-France, 1995-1, pg. 52.

  • El ao 1980 conoci la aparicin de tres novelas importantes. Ademsde Flores robadas..., se public Respiracin artificial, de Ricardo Piglia,y Juanamanuela mucha mujer, de Marta Mercader. A travs de estas tresnovelas reapareci el debate sobre los temas nacionales. Respecto de lasnovelas de Ass y de Mercader, Jorge Lafforgue afirma:

    En 1980 Flores robadas en los jardines de Quilmes, junto conJuanamanuela mucha mujer de Marta Mercader, quebr una cons-tante cultural instalada al calor de la poltica econmica promovi-da por Martnez de Hoz.30

    En cuanto al libro Respiracin artificial, algunos crticos lo utilizaronpara enfrentarlo a Flores robadas...; pero no es esa la opinin de Luis Gri-gorich. l considera que las dos novelas son complementarias:

    La misma intencin empobrecedora estuvo, en mi opinin, enla estril oposicin que enfrent a las novelas de Ass con una nove-la de Ricardo Piglia, Respiracin artificial, un interesante texto msensaystico que narrativo, que en realidad complementa y no enfren-ta a libros como Flores robadas en la multiforme produccin lite-raria nacional.31

    Pero despus de esas defensas a Jorge Ass, las cuales nos parecen lgi-cas, probablemente podra surgir la pregunta de por qu, entonces, los mili-tares no se interesaron por l al publicar Flores robadas que, como ya hemossealado, contiene, implcitamente, temas que podran haber sido motivode provocacin al rgimen. La respuesta, creemos, podra estar en la fechade la publicacin del libro.Por qu Jorge Ass public la novela en 1980y no antes, teniendo en cuenta que el autor termin de escribirla dos aosantes de su publicacin, es decir en 1978, como bien anota l mismo en elfinal del libro? Probablemente Ass estaba esperando el momento oportu-no para publicarla, y el ao 1980 era ese momento. Ocurre que a comien-zos del ochenta se empez a notar brotes del cansancio, o ms bien del fra-caso, del rgimen militar, y como consecuencia de ello, dos aos ms tarde,en 1982, el rgimen intent sanear la situacin y ganar la simpata del pue-

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    30 Jorge Lafforgue, op. cit., pg. 153.31 Luis Grigorich, op. cit., pg. 117.

  • blo argentino, emprendiendo la guerra en la Malvinas contra los colonosingleses; pero por desgracia, o por fortuna, la guerra, como se sabe, acabcon su derrota, y as los militares fracasaron en unir a ellos al pueblo, conel grito de la victoria, bajo la bandera, como bien lo han logrado cuatroaos antes, cuando aprovecharon el suceso del triunfo de la seleccin argen-tina en el Mundial de ftbol en 1978.

    Luis Grigorich, hablando de los aos en los que se pudo notar los pri-meros lanzamientos para la libre expresin, dice:

    A partir de 1979, quiz de 1980, el periodismo escrito comen-z gradualmente a descomprimirse y ya pudo empezar a detectarseaqu y all, voces opositoras que no apelaban a metforas o rodeospara criticar al gobierno.32

    Por otra parte, y partiendo de la idea de que ninguna censura es infa-lible, segn las palabras de Liliana Heker, hay que aadir la astucia conque el autor narra sus historias. Hay que ver cmo introduce el tema de losmilitares en otros temas que aparentemente aparecen como los principales,pero en el fondo no es ms que una manera para esquivar a los censores yhablar de la situacin psima en la que vive el pas. La mejor manera paradescubrir esta astucia, a la vez que audacia, del escritor, es leer la novela.Como referencia podemos citar el ejemplo que hay entre las pginas 31 y33, donde los personajes, Samantha y Rodolfo, mantienen un dilogo dedos historias paralelas; una, la que parece la historia principal, la que elpersonaje insiste en contar, aunque en el fondo se trata de una broma, esla historia de un secreto ancestral. Es decir la historia de los antepasa-dos rabes de Rodolfo Zalim y sus relaciones con Lawrence en el desier-to de Arabia (Rodolfo Zalim que es de la segunda generacin de hijos derabes en la Argentina, pretende comparar los ojos de Samantha con los delas beduinas que acompaaban a Lawrence de Arbia para guiarse en eldesierto, porque los ojos de stas, segn dice, iluminaban las noches; yRodolfo, confindole el secreto a Samantha, le dijo que Lawrence

    [...] las bautiz [a las beduinas] en una ceremonia Mahometana, conel nombre de Samanthas [...], yo me enter por las actas histricasde mi familia, que son verbales, pasan de generacin en generacin,

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    32 Ibd., pg. 114.

  • mi abuelo Salvador se lo dijo a mi padre Abdel, y Abdel orgullo-samente me lo dijo a m. Consta con claridad, porque mi antepasa-do, el bufarrn, el Mohammed, estuvo en la ceremonia [...].33

    Paralelamente a esta historia aparece otra en la que el autor cuenta lapsima situacin en que vive el pas; encontramos frases como BuenosAires est insoportable, cada da ms imposible, o ya no somos carneque pueda comercializarse en esta carnicera, etc. Estas alusiones, entreotras, a la insoportable situacin del pas vienen camufladas en un dilo-go que el escritor supo tejer con sumo cuidado. Al final se puede descu-brir que la historia principal del libro es esta ltima, que vena delinen-dose desde las primera pginas, y que seguira hasta el final; en cuanto ala otra historia, la del secreto ancestral, es una historia secundaria que vie-ne a adornar y complementar la historia general del libro. Incluso a veces,y siempre con el mismo juego de la narracin, se pueden percibir alusio-nes claras a la dictadura militar, como bien podemos notar en la pgina 41en donde habla del exilio, o en las pginas 47 y 48 donde, en un monlo-go, habla de la dictadura y del proletariado; o en la pgina 77 donde hablade la militancia; etc.

    Cruel ha sido el destino de Jorge Ass despus de acabada la dictaduramilitar. Su prestigio declin notablemente como escritor. Adems de lasacusaciones de los enemigos durante la dictadura, lleg el momento de lamarginacin despus. Esta situacin de declinacin y de marginacin en laque viva Jorge Ass como escritor acab siendo tema de su libro Cuader-no del acostado. Ms an, esta desagradable situacin llev al escritor aretirar sus libros de circulacin, como l mismo lo explica:

    En 1990, y desde Pars, fue que comenc a tratar de recuperarlos derechos de mis libros. Y en 1992 ya estaban todos, los dieci-siete, fuera de circulacin, aunque en la prctica estaban fuera decirculacin de por s, porque tenan un destino previsible de mesade saldos. Para colmo, el espacio poltico que yo representaba elmenemismo era diabolizado por los intelectuales, de manera queya no tena retorno, pero entonces me importaba menos porque esta-ba en Pars [de embajador ante la UNESCO], sin la menor angustiaeconmica y sumergido en las sorpresas de una nueva existencia.34

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    33 Jorge Ass. Flores robadas..., pg. 33.34 Carta de Jorge Ass dirigida al autor de este artculo (Lisboa, 11 de marzo de 1999).

  • Alejarse de la activa vida literaria, por un tiempo, era la alternativams adecuada que haba encontrado Jorge Ass para poder salir de eseaprieto; de este modo, quiz, el tiempo ayudara a que el entorno se olvi-dara de las acusaciones dirigidas hacia l. En realidad Jorge Ass no tenaotra eleccin, y los libros publicados despus de los aos del Proceso lopudieron justificar, porque no tuvieron ninguna consideracin, y pasaroncasi inadvertidos. El escritor mismo nos cuenta detalladamente esta amar-ga situacin, que ha sido motivo para que tomara la poltica como acti-vidad:

    De todos modos, el alejamiento era inevitable, ya que preci-samente a partir de las ediciones aquellas de la serie Canguros mipresencia como escritor entr en un perodo de declinacin, cuyoslineamientos usted los puede percibir en el Cuaderno del acosta-do. El desmoronamiento puede explicarse a partir de la irrespon-sabilidad de haber escrito, y publicado, el Diario de la Argenti-na35, pero en realidad ya tena varias confrontaciones mltiples.El Diario entonces justific el aislamiento y a partir de entoncesmis prximos libros (Pretexto de Pars, Leccin del maestro, Par-tes de inteligencia) caeran como un balde en el vaco. No existi-ran ya crticas ni consideraciones, ocurra que el poder me habaaplastado y por lo tanto para sobrevivir y proyectarme no tenaotra alternativa que tomar a la poltica como actividad, para gene-rar a mi vez otro polo de poder personal. Pero exagero, porquefue simplemente la alternativa que encontr en mi camino. De mane-ra que en 1988 precisamente el ao de Cuaderno del acosta-do sal a apoyar a mi amigo y paisano Menem en su aspiracinpresidencial, y a mediados de 1989 publiqu mi novela El cine-asta y partera, y el socilogo marxista que muri de amor, quepor supuesto pas inadvertida. Sin embargo triunf Menem en laselecciones presidenciales y de ser un periodista desocupado y unescritor con la suerte cambiada pas a ser embajador, ante la UNES-CO, que es el tema principal de una de mis novelas inditas, titu-lada Place Fontenoy, y temo que, en caso de publicarla, reitere elprocedimiento literario del Diario de la Argentina.36

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    35 Novela en la que Jorge Ass critica a mucha gente poderosa. Despus de publicarla,tuvo que abandonar su profesin de periodista en el diario, en este caso Clarn, ya que lanovela es autobiogrfica y hace alusin al mismo.

    36 Carta de Jorge Ass... (Lisboa 11 de marzo de 1999).

  • Sin embargo, a pesar de todo lo ocurrido, Jorge Ass no piensa aban-donar definitivamente la literatura. Actualmente se est organizando parapoder volver a la activa vida literaria. Dice: Y tambin que sigilosamen-te tramito una reinstalacin literaria [...]. Tambin afirma en una de suscartas recibidas37, que est pensando tomar un necesario tiempo sabticopara poner en orden sus papeles, y terminar muchos textos que tiene redac-tados a mano en varios cuadernos. Con estas palabras, algo nostlgicas,Jorge Ass habla de su biblioteca que est en su antiguo apartamento, situa-do en el barrio de Once38:

    [...], para acudir, de pronto, a encerrarme al imn de mi antiguadepartamento de Hiplito Yrigoyen, que lo conservo exactamen-te igual que en la poca del acostado, con una biblioteca col-mada de libros que hace un cuarto de siglo nadie saca de sus ana-queles. En ese lugar reducido de un edificio ordinario del barriode Once he sido feliz, con las palabras y tantas otras pasiones expli-cablemente secretas. Siento entonces que en el fondo no pudo haberpasado nada demasiado importante en mi vida, y que estoy per-fectamente preparado para iniciar, a los 53 aos, una nueva exis-tencia. De todas maneras, el horrible divn azul de Yrigoyen, siem-pre como petrificado me espera.39

    Jorge Ass tiene dividida su vida en, lo que l mismo llama, tres exis-tencias. Su primera existencia es la de su infancia y adolescencia; es laque se narra en su novela Don Abdel Zalim...; su segunda existencia es duran-te la cual escribi la novela citada; dice de esta novela: Curiosamente, eselibro lo escrib inmediatamente despus de dejar Villa Domnico, el barriode mi infancia, donde viv entre 1949 y principios de 1970. Su terceraexistencia es la que vive ahora; y incluso tiene un cuento, todava indito,titulado as, Tercera existencia, del cual dice el escritor que se identifi-ca con su personaje. As habla el escritor de estas tres existencias:

    En realidad, a los 53 aos me siento en esta tercera etapa clavede mi vida, y por ejemplo me recuerdo en un caf del Boulevard

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    37 Lisboa 29 de abril de 1999.38 Cuando Jorge Ass nos escribi est carta estaba en los ltimos meses de su carrera

    como embajador en Lisboa.39 Lisboa 29 de abril de 1999.

  • Saint Michel, enfrascado en la lectura de las pruebas de pgina dela edicin francesa de Don Abdel Zalim. Era extrao: senta quedesde mi tercera existencia lea un libro escrito durante mi segun-da existencia y donde se recreaban algunas peripecias autobiogr-ficas de la primera.40

    Notamos, pues, que el escritor se est preparando para volver a la acti-va vida literaria, pero no sin mostrar su preocupacin. Afirma que le cues-ta reinstalarse literariamente: [...] siento que me resulta muy difcil mireinstalacin pblica en la literatura41. Parece que Jorge Ass anda conmucha cautela para volver a publicar, porque quiz piensa que la tormen-ta no ha amainado del todo, y que todava no ha llegado el momento opor-tuno. Pero a pesar de todo, y como desafindose a s mismo, Jorge Asspiensa reiniciar pronto su carrera literaria. Ya tiene por lo menos dos nove-las escritas: Dandy del sur y Place Fontenoy, y que estn esperando sumomento para salir al mercado, y tambin nos escribi que estaba en lostramos finales de una nueva novela, de la que dice nada tiene que ver consu obra anterior.

    En un encuentro con Jorge Ass en Madrid el 28 de octubre de 1999,nos comunic que l nunca dej de escribir. Su aficin por la escritura loacompa, tambin, durante su carrera poltica, y su vuelta a la activavida literaria, segn l, slo puede realizarse si sus libros obtienen uninters por parte de los crticos como antes, y es por eso, sobre todo, queel escritor est luchando. Para intentar conseguirlo, tuvo la idea de publi-car sus libros desde fuera de la Argentina, pues quiere buscar el xito des-de el exterior. Su presencia en Madrid, en ese da, fue precisamente poreste motivo.

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    40 Carta de Jorge Ass... (Lisboa, 6 de marzo de 1999).41 Carta de Jorge Ass... (Lisboa, 11 de marzo de 1999).