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Deep WebEl iceberg de las drogas

Mientras la policía intenta detener narcotraficantes, otro mercado mucho más variado funciona a sus anchas… en internet. La Deep Web (es decir, internet profundo o invisible) se ha convertido en un gigantesco bazar de drogas. Allí se pueden comprar y vender sustancias ilegales desde cualquier parte del planeta y, por el momento, con la más absoluta impunidad. Las transacciones son anónimas y se paga con moneda electrónica. El trapicheo de drogas 2.0 ya está aquí. Interviú viaja hasta el abismo.

El más variado mercado de sustancias ilegales ya no está en las calles, está en la Red invisible

Almudena, vecina de Riomalo de Abajo, una pequeña loca-lidad de Las Hurdes extre-meñas poblada por apenas

medio centenar de personas, ha termi-nado su jornada elaborando los man-tecados típicos de este apacible pue-blo. Ya en casa, enciende el ordenador y se conecta a internet. Accede a una web donde se despliega un intermina-ble menú de drogas prohibidas y, como quien hiciera un pedido de un kilo de tomates en cualquier otra tienda on-line, encarga un gramo de metanfeta-mina –un potente psicoestimulante de amplio uso en Estados Unidos y en el Sudeste Asiático–. Dos semanas y me-dia después lo recibe en su domicilio de manos del cartero.

Suena a guasa, pero no lo es. Muy probablemente, en apenas unos años, la compraventa de drogas a través de internet se convertirá en uno de los mayores quebraderos de cabeza de

las agencias antinarcóticos de medio mundo. Hace unos días, el Observato-rio Europeo de las Drogas y Toxicoma-nías se mostraba alarmado porque cada día aparecía en el mercado negro una nueva droga de síntesis –fabricadas en su mayoría en China o India–, pero lo que todavía no se atreve a admitir es la eclosión de un mercado on-line que, como señala el médico Fernando Cau-devilla –experto en drogodependencias y asesor médico del colectivo Energy Control–, “bien podría ser la réplica de lo que le sucedió al mercado de la industria musical tras el surgimiento de Napster y las descargas por internet, solo que, esta vez, adaptado al ámbito del tráfico de drogas”.

Y es que, en este preciso momento y sin la necesidad de ser un hacker, us-ted puede encargar marihuana, cocaí-na, éxtasis, anfetaminas o cualquier psicofármaco, entre otros muchos pro-ductos, y recibir la mercancía en casa

• Eduardo Hidalgo / Alberto Gayo

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Interviú comprobó la variedad de sustancias que se venden a través de

las plataformas de la Red invisible. Hay de todo y a distintos precios. En

las imágenes, algunos de los anuncios que ofertaban drogas.

Catálogo infinito

El médico Fernando Caudevilla, uno de los pocos expertos

españoles en este mercado invisible de drogas, asegura que

este fenómeno es similar a lo que pasó con la industria musical

tras la aparición de Napster.

Réplica de la música

pasados unos días. De igual manera que ya lo hacen miles de personas en todo el mundo, puesto que, a excepción de Almudena –que es un nombre imagi-nario– dichas webs existen tanto como existen Las Hurdes, y sus productos son solicitados tanto como sus mante-cados… bueno, en realidad, infinita y comprensiblemente más que los deli-ciosos mantecados.

Bajo la mirada de la dea

Solo es necesario contar con una co-nexión ADSL y una dirección de correo postal. Poco más. interviú ha accedido a varias de ellas, ha consultado el ca-tálogo de sustancias y ha comprobado que la mercancía llega sin que nadie se entere. El acceso a las páginas es libre, público y gratuito. En otras palabras, cualquiera puede adentrarse en ellas, incluida la policía, que por el momento

solo ha podido contemplar el fenóme-no con una mezcla a partes iguales de sorpresa, atención e impotencia.

Baste mencionar, a modo de ejem-plo ilustrativo, que, en alusión a una de estas webs, el senador norteameri-cano Charles Schumer vino a realizar la siguiente declaración a mediados de 2011: “Representa el más descarado in-tento de vender drogas en línea que he visto nunca”, a la vez que exigió a las autoridades federales que la cerraran de inmediato… dándose el caso de que, dos años después, esa misma web no solo sigue activa, sino que ha consoli-dado su presencia e incrementado el número de usuarios de manera expo-nencial. Y eso a pesar de haber estado todo este tiempo bajo la mirada de la DEA estadounidense y de los cuerpos policiales antidroga de otros países.

¿Cuál es el secreto para que estas web

sean inexpugnables y actúen con impu-nidad? El anonimato. Estas peculiares plataformas comerciales se alojan en la denominada Deep Web. Por internet profunda o invisible se conoce todo el contenido de la red que no está en la superficie, que no forma parte de las páginas indexadas por las redes de los motores de búsqueda. La Deep Web es muchísimo más grande que la Red su-perficial que la mayoría utilizamos.

A los sitios donde se compran y ven-den drogas se accede a través de una red de comunicación denominada The Onion Router (TOR), en la que se pre-serva el anonimato de los usuarios, y los pagos se realizan con Bitcoin, una moneda electrónica muy uti-lizada en internet (ver recuadro). Re-

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Deep Web: se denomina Web Superficial a aquella que alberga los contenidos accesibles a través de motores de búsqueda como Google o Yahoo Search. Habría entre cinco y seis niveles por debajo de la internet superficial y se estima que sus contenidos representan aproximadamente el 20 por ciento de todos los alojados en la red. El resto se asienta en la Web Profunda (invisible), un inabarcable espacio virtual en el que reside todo aquello que no es directamente accesible por los buscadores al uso: páginas que requieren contraseña, bases de datos de revistas y bibliotecas, etcétera. Es también el lugar donde operan los hackers y las agencias de inteligencia; donde debaten los activistas políticos más comprometidos; donde campan a sus anchas pedófilos y delincuentes; donde pasan desapercibidos quienes practican o se adhieren a comportamientos y tendencias socialmente estigmatizadas… y donde se puede comprar y vender cualquier cosa que

a uno se le ocurra. En el año 2000 se calculó que el tamaño del contenido de la Red invisible era de unos 550.000 millones de documentos.

TOR (The Onion Router): es

una red de comunicación en la que se preserva el

anonimato de los usuarios. Se puede

acceder al software a través de los habituales navegadores y buscadores y descargarlo en el ordenador o en un pen drive y activarlo cuando se quiera navegar de forma anónima tanto en la Web Superficial como en la Profunda. De hecho, la navegación en sitios como Silk Road o Atlantis solo es posible con TOR.

Bitcoin: moneda electrónica ampliamente usada en la Deep Web y

cada vez más en la economía formal y cotidiana. Para quien lo desee y tome las medidas oportunas, permite el anonimato en sus transacciones monetarias. Puede adquirirse en casas de cambio internacionales.

Encriptación de mensajes: la comunicación entre vendedor y comprador se realiza por sistemas de mensajería encriptados, unas veces integrados en la propia Web y otras por medio de programas

descargables en la Web Superficial. Son muy

fáciles de usar, aunque requieren de un poco de tiempo y dedicación

hasta que se logra ser absolutamente

competente en su utilización. En su versión más

sencilla, privnote.com permite enviar mensajes encriptados que, una vez leídos, se autodestruyen para siempre.

LAs CLAvEsdEL AnonimAto

El director del Observatorio Europeo de las Drogas, Wolfgang Götz (arriba),

aseguró hace unas semanas que el mundo de las drogas “se ha hecho

más complejo y dinámico”.

“Complejo y dinámico”

sultado: imposible rastrear las transac-ciones. Es cierto que por el momento hablamos de compra y venta al detall. Los vendedores de cualquier parte del mundo pueden ofrecer ostentosamente sus productos. Los clientes de cualquier lugar del planeta pueden adquirirlos y recibirlos en su casa por correo postal de forma indistinguible de cualquier otra carta o paquete. La comunicación entre unos y otros se lleva a cabo uti-lizando sistemas de encriptación que convierten en indescifrable cualquier mensaje para quien no sea el emisor o el receptor legítimo del mismo. La

dirección del vendedor nadie la cono-ce. La del comprador es borrada por el vendedor una vez realizado el envío. Las drogas se envasan al vacío y se si-mula el ensobrado como cualquier otra empresa o comercio. Todo ello da lugar a que las transacciones entre compra-dores y vendedores sean muy difíciles de rastrear.

En consecuencia, su actividad no deja de crecer, sus beneficios económicos no dejan de aumentar y sus tentácu-los no dejan de extenderse por todos los rincones del planeta, incluidos los españoles. 3

■ El senador de EE UU Charles Schumer asegura que estas web “son el más descarado intento de vender drogas en línea” que ha visto nunca

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Antonio –seudónimo de un usuario español– nos explica cómo conoció es-tas webs y su modo de funcionamiento: “Me las enseñó un amigo polaco el vera-no pasado. Funcionan de forma parecida a e-Bay. Los administradores del sitio ofrecen a los usuarios la infraestructura ‘on-line’ y a cambio se llevan un peque-ño porcentaje de cada transacción. Las cuentas del comprador son gratuitas. Los vendedores, por el contrario, tienen que pagar, o bien una suma de entrada (desde 20 a 400 euros, dependiendo del sitio) o bien comisiones en cada venta”.

Gorka, otro usuario español registra-do en una de estas webs, asegura que el proceso de compra “es muy sencillo. Te conectas a internet a través de una red que guarda tu anonimato. Escribes la dirección de la página, te registras. Tras-pasas unos bitcoins (moneda electrónica) a tu cuenta y ya puedes comprar lo que

quieras. Solo tienes que mandar un men-saje al vendedor diciendo que quieres su producto, le das tu dirección y dejas el di-nero en depósito. Cuando recibes la sus-tancia, das por finalizado el proceso y el vendedor puede retirar el dinero. Luego, comerciante y cliente se puntúan mutua y públicamente para que el resto de los usuarios del servicio puedan hacerse una idea de la fiabilidad y profesionalidad de cada cual y, con ello, evitar los timos de una u otra parte. Vamos, como cualquier otra tienda de ‘e-commerce’”.

PreferiBle al traPicheo

Tras consultar a distintos consumido-res españoles –la mayor parte, usua-rios habituales de drogas sintéticas–

que han probado a comprar en la zona más profunda de la Red, lo que resulta evidente es que este sistema de venta presenta ventajas que lo hacen prefe-rible –aunque sea circunstancialmen-te– al tradicional trapicheo de parque y esquina. De otro modo, sostienen que no lo usarían.

Fernando Caudevilla, probablemente el único experto en drogas que aquí en España ha seguido de cerca el surgi-miento y la evolución de este fenóme-no, no tiene dudas al respecto: “Para el usuario, no solo es más cómodo recibir las drogas en casa que salir a buscar-las a la calle. No solo es que el cliente tenga a disposición una oferta de sus-tancias mucho más amplia y variada. Es

■ a lo largo de los primeros seis meses de 2012, Nicolas Christin y su equipo del Information Networking Institute (EE UU) investigaron y analizaron la actividad diaria en Silk Road (Ruta de la Seda), una de las plataformas de venta más conocidas de la Deep Web. En ese periodo estuvieron a la venta 24.385 productos de 220 categorías diferentes, desde material electrónico hasta narcóticos. En la práctica, las drogas ocupaban nueve de las diez categorías más vendidas.

El producto de mayor éxito fue el cannabis: marihuana (13,7 por ciento) y hachís (3,4 por ciento); en segundo lugar estaban las drogas de prescripción médica (7,3 por ciento) y las benzodiacepinas (4,9 por ciento). Un 3,9 correspondía a la venta de libros, un 2,6 a la cocaína, un 1,8 al LSD, un 1,6 al cristal de MDMA (éxtasis), un 1,5 por ciento a la heroína, un 1,4 al DMT; el mismo porcentaje de transacciones hubo de opioides y un 1,2 por ciento de anfetaminas.

En esos seis meses se pasó de 220 vendedores a 564. Ninguno acaparaba más del 1,5 por ciento de los productos ofertados en Silk Road. La mayoría desaparece pasados tres meses (aunque pudiera ser que optaran por operar con listas ocultas para clientes fijos, una modalidad permitida en la página), pero un núcleo duro de 112 vendedores estuvo presente mientras duró todo el estudio. La mayoría son norteamericanos (43,83 por ciento), seguidos de los británicos (10,15 por ciento) y de los holandeses (6,5 por ciento). Radicados en España hay un 0,94 por ciento.

En cuanto a los compradores, el 35 por ciento son estadounidenses, el 6,19 europeos, el 6,05 canadienses, el

2,87australianos… El 96,5 por ciento de los clientes puntúa sus transacciones con un 5 sobre 5. Solo el 1,1 por ciento da una puntuación de 1 sobre 5.

Durante el periodo que duró el estudio, el volumen de ventas fue de una media de 1,22 millones de dólares mensuales, equivalentes a 15 millones de dólares anuales.

En razón de las comisiones, los administradores del lugar se llevarían un mínimo de 1,1 millones de dólares al año.

Se estima que Silk Road podría generar entre el 4,5 y el 9 por ciento de todas las transacciones.

más mARihuAnA quE LibRos En LA RutA dE LA sEdA

■ Solo cuando el comprador recibe la droga, el vendedor puede retirar el dinero. Incluso hay un sistema de puntuación para evitar timos

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A la izquierda, logotipo de una de las plataformas de la internet profunda. Se llama Silk Road, y en ella se puede encontrar de todo. Un estudio de este mercado anónimo cifró en más de un millón de dólares al mes el volumen de ventas.

mercado anónimo

Marihuana

LSD

Metilona

Éxtasis

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que, además, en términos de reducción de riesgos este sistema es mucho más seguro. Con él se evitan los ambientes marginales y las situaciones y a las per-sonalidades potencialmente violentas. Se reduce la posibilidad de tener problemas legales por adquirir pequeñas cantidades destinadas al autoconsumo. Y aumentan considerablemente las probabilidades de adquirir productos de calidad, dado que el protocolo de puntuación de los pro-ductos y de los vendedores da lugar a que los timadores y las graves adulteraciones sean detectados y retirados del mercado casi instantáneamente”.

efectoS colateraleS

Sea como fuere, el tiempo dirá si pervi-ven este tipo de páginas y en qué medi-da. Nicolas Christin, director Asociado del Information Networking Institute de Pittsburgh (Estados Unidos), apunta

cuatro posibles opciones y su potencial viabilidad para frenar este nuevo nego-cio. La primera sería inhabilitar la red TOR (The Onion Router), sin la cual estas páginas no podrían trabajar, pero sus efectos colaterales serían tremen-dos ya que TOR es empleado mundial-mente con múltiples finalidades posi-tivas y prosociales, de tal manera que vendría a ser algo así como inhabilitar internet para evitar la descarga ilegal de música o películas.

Christin también habla de atacar la es-tructura financiera basada en Bitcoin. De nuevo estamos hablando de una so-lución impracticable. El éxito, la expan-sión y la perdurabilidad de las criptomo-nedas parece no tener vuelta atrás. Cada vez tienen usos más cotidianos dentro de los mercados formales. Siempre sería posible identificar a grandes vendedo-res poco cuidadosos con los rastros que

dejan en la Red. Pero jamás podrá derri-barse este sistema al completo atacando sus pilares financieros.

Reforzar los controles en aduanas y sucursales de Correos es la tercera pro-puesta, pero parece muy costosa y es-casamente efectiva. Y por último estaría la opción del laissez faire (dejad hacer, dejad pasar), dejar que estas webs sigan funcionando y centrar los esfuerzos en políticas preventivas y en la persecu-ción del crimen organizado violento y peligroso.

En su presentación del informe anual, el director del Observatorio Europeo de las Drogas, Wolfgang Götz, recor-dó que “el mundo de las drogas se ha vuelto mucho más complejo y dinámico”. El tráfico de sustancias ilegales 2.0 ya está aquí y parece que ha venido para quedarse. ■

[email protected]

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Por el momento hablamos de

venta al detalle, de mercadeo entre

particulares de cantidades no muy grandes de drogas.

Los compradores prefieren que las

sustancias les lleguen a casa

que salir a la calle o de fiesta para

conseguirlas.

mejor que en la calle

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