80 aÑos sin trotsky a n pági4 trotsky: el último bolchevique negociación de brest-litovsk, que...

38
Página Todas las revoluciones SON IMPOSIBLES hasta que SE VUELVEN INEVITABLES Nº 65 SEPTIEMBRE 2020 EDICIÓN DIGITAL DONATIVO 1€ 80 AÑOS TROTSKY SIN

Upload: others

Post on 20-Jan-2021

6 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • Pág

    ina

    Todas la

    s revolu

    ciones

    SON IMP

    OSIBLE

    S

    hasta qu

    e

    SE VUEL

    VEN

    INEVITA

    BLES

    Nº 65 SEPTIEMBRE 2020EDICIÓN DIGITAL DONATIVO 1€

    80 AÑOSTROTSKYSIN

  • 1

    Trotsky: El último bolchevique

    “Fui revolucionario durante mis cuarenta y tres años de vida consciente y durante cuarenta y dos luché bajo las banderas del marxismo. Si tuviera que comenzar todo de nuevo trataría, por supuesto, de evitar tal o cual error, pero en lo fundamental mi vida sería la misma. Moriré siendo un revolucio-nario proletario, un marxista, un materialista dialéctico y, en consecuencia, un ateo irreconciliable. Mi fe en el futuro comunista de la humanidad no es hoy menos ardiente, aunque sí más firme, que en mi juventud.

    Natasha se acerca a la ventana y la abre desde el patio para que entre más aire en mi habitación. Puedo ver la brillante franja de césped verde que se extiende tras el muro, arriba el cielo claro y azul y el sol que brilla en todas partes. La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente.”

    Testamento de Trotsky

    Trotsky (nacido Lev Davidovich Bronstein, el pseudónimo lo tomó de un carcelero) nació en el seno de una familia judía campesina acomodada, en la pequeña aldea ucraniana de Bereslavka, aun-que joven marchó a estudiar a la ciudad de Odessa. Él no fue el único bolchevique de la familia, su hermana pequeña Olga también lo fue.

  • 2

    Trotsky: El último bolchevique

    Con 16 años comenzó su actividad militante, y poco después fue ga-nado para el marxismo por la que sería su primera esposa Aleksandra Sokolovskaya. Impulsó la organización “Unión obrera del sur de Rusia”, por lo que fue detenido, pasando dos años en prisión, y siendo deportado a Siberia.

    Sin embargo, Trotsky escapó de la deportación, y recaló en Londres, donde conoció a Lenin, Plejanov y Martov. Trotsky pronto se integró allí en el periódico Iskra, donde Lenin intentó infructuosamente que formara parte del equipo editor.

    En 1903 Trotsky participó del segundo congreso del Partido Obrero So-cial-Demócrata de Rusia, donde se alineó con los mencheviques, aban-donándolos poco después. Por muchos años, Trotsky no fue parte ni de los bolcheviques ni de los mencheviques, intentando la re-unificación del partido.

    En 1905, volvió a Rusia para participar de la Revolución, en la que llegó a ser el líder del soviet de San Petersburgo. Con la derrota de la Revolu-ción, Trotsky volvió a ser detenido, encarcelado y posteriormente depor-tado a Siberia. Como en la primera ocasión, Trotsky escapó para recalar nuevamente en Londres. Durante sus años de exilio, residió también en Austria y Suiza.

    Con el estallido de la I Guerra Mundia, Trotsky fue en Francia corres-ponsal de guerra. En ésta época, Trotsky rechazó el apoyo de los partidos social-demócratas a la guerra, participando de la conferencia socialista anti-guerra de Zimmerwald, junto con Lenin, Zinoviev, Radek o Rakovsky, de la que redactó sus conclusiones finales.

    Debido a sus actividades políticas, Francia deportó a Trotsky al Estado Español, de donde fue deportado a su vez a EEUU. Viviendo en el Bronx de Nueva York, la Revolución Rusa, para la que llevaba años militando, comenzó.

  • 3

    Sección

    LA PRIMERA REVOLUCIÓN OBRERA VICTORIOSA

    Trotsky llegó a Rusia el 17 de mayo de 1917. Sin embargo, su viaje de vuelta hasta allí no fue nada sencillo, ya que fue internado en un campo de concentración británico al intentar viajar.

    Tras llegar, fue elegido miembro del soviet pan-ruso, y a partir de sep-tiembre fue elegido presidente del soviet de San Petersburgo, como en 1905. En este periodo revolucionario, Trotsky también conoció el presidio, siendo detenido en el mes de agosto, durante 40 días.

    Trotsky, que durante años había combatido la concepción de partido de Lenin, se unió al Partido Bolchevique en julio, siendo integrado en su Comité Central y convirtiéndose en su indiscutible “número 2”. De hecho, fue Trotsky quien, desde su posición en el Comité Militar Revolucionario, organizó la insurrección de octubre, que daría el poder a los soviets y al Partido Bolchevique.

    Trotsky fue nombrado uno de los 7 primeros miembros del Politburó del Partido y entró a formar parte del gobierno revolucionario como “Co-misario del Pueblo” (ministro) de Asuntos Extranjeros, encabezando la

  • 4

    Trotsky: El último bolchevique

    negociación de Brest-Litovsk, que sacó a Rusia de la I Guerra Mundial.

    Sin embargo, su mayor desafío aún estaba por venir. A partir de 1918, Trotsky encabezó la creación e impulso del Ejército Rojo desde su legen-dario tren acorazado, que pasó de no existir a movilizar a varios millones de soldados, y fue capaz de derrotar en una cruenta guerra civil a la con-trarrevolución de los generales rusos y a la intervención de 16 ejércitos extranjeros.

    LA LUCHA CONTRA LA BUROCRATIZACIÓN

    Aunque la guerra civil fue victoriosa, no fue indemne. La clase trabaja-dora, que había protagonizado la Revolución, había conformado el núcleo central del ejército rojo, dispersándose y muriendo en gran número duran-te la guerra civil. Los supervivientes habían abandonado las ciudades, que quedaron vacías, para dispersarse por las zonas rurales donde, al menos, podían cultivar algo para sobrevivir. La situación era tal que el dinero, sim-plemente, había dejado de tener valor porque no había qué comprar.

    Además, las exigencias de una brutal guerra habían militarizado al ex-tremo la sociedad. El Partido Bolchevique eliminó al resto de partidos, que habían boicoteado el esfuerzo de guerra y atentado contra el gobier-no (Lenin, por ejemplo, fue disparado). Dentro del partido, se habían pro-hibido las fracciones de manera temporal. Por su parte, el partido mismo había cambiado su composición, con un peso cada vez más decisivo de funcionarios del Estado y cada vez menor de la clase obrera.

    Tras el final de la guerra, la democracia soviética nunca recuperaría su contenido. Esto coincidió con la enfermedad de Lenin, que desde 1921 hasta su muerte, en enero de 1924, estuvo la mayor parte del tiempo im-pedido. Lenin, que había roto sus relaciones con Stalin, ya detectó el gra-ve comienzo de la burocratización de la Revolución, y preparó una alianza con Trotsky en el 12º Congreso del Partido. Stalin, Zinoviev y Kamenev

  • 5

    Trotsky: El último bolchevique

    conformaron una alianza, la “troika”, que empezó a preparar el relevo de Lenin.

    Trotsky fue ovacionado en ese Congreso, con Lenin aún vivo pero de-finitivamente paralizado, y aunque defendió la necesidad de recuperar la democracia, no se enfrentó pública y directamente con la troika, sino que trató de ganar “discretamente” al Comité Central. A la vez, 46 conocidos dirigentes del partido se dirigieron en el mismo sentido al CC.

    En enero de 1924 se celebró una conferencia partidaria donde, esta vez sí, Trotsky planteó públicamente sus posiciones. Sin embargo, para ese momento, la troika ya tenía un férreo control del aparato del partido, y las posiciones de Trotsky quedaron completamente aisladas. Aunque Trotsky seguía formalmente siendo parte de la dirección del partido, en la práctica estaba ya separado. Sus seguidores empezaron a ser depurados de las posiciones de responsabilidad. En 1925, Trotsky fue cesado como jefe del Ejército Rojo.

    A pesar de ello, Trotsky siguió defendiendo férreamente la disciplina del partido. Él decía en esta época que “justo o injusto, es mi partido y lo apoyaré hasta el final”. Es más, Trotsky permaneció en silencio en el 13º congreso del Partido, a pesar de que Zinoviev y Kamenev habían empe-zado a enfrentarse con Stalin. Durante todo este periodo, Trotsky estuvo

  • 6

    Trotsky: El último bolchevique

    enfermo. De hecho, estuvo ausente del entierro de Lenin al encontrarse fuera de Moscú y ser saboteado por Stalin.

    Además de la cuestión de la recuperación de la democracia, y de cues-tiones económicas, el gran enfrentamiento entre Stalin y Trotsky fue la teoría del “socialismo en un sólo país”, defendida por Stalin. Él defendía que la Unión Soviética podía desarrollarse de manera autónoma hasta el socialismo, coexistiendo pacífcamente con el imperialismo mundial. Trotsky defendía la posición tradicional de los bolcheviques: era nece-sario mantener la lucha por extender internacionalmente la revolución socialista, especialmente, a los países más desarrollados. En realidad, Stalin estaba ya defendiendo la visión de un estrato social privilegiado y conservador, que defendía mantener a toda costa el status quo y no tenía ninguna intención de impulsar revoluciones que pusieran en riesgo su po-sición.

    Ya en 1926, Trotsky se unió a Kamenev y Zinoviev para enfrentar a Stalin. Uno de los grandes caballos de batalla fue la Revolución China, que fue du-ramente derrotada por la política estalinista, similar a la política menchevi-que. La Internacional Comunista, bajo dominio estalinista, orientó al Partido Comunista Chino a no defender la revolución socialista, sino a integrarse en el Koumintang, un partido nacionalista-burgués, que terminó masacrando a los comunistas.

    Stalin, firme ya en su posición gubernamental, comenzó a tomar medi-das severas contra los oposicionistas, que trataron de organizar manifes-taciones independientes del gobierno en el décimo aniversario de la Revo-lución Bolchevique. Estas manifestaciones fueron reprimidas por la fuerza, y Trotsky y Zinoviev fueron expulsados del partido.

    A medida que las medidas contra los oposicionistas se hacían más y más duras, Zinoviev y Kamenev capitularon ante Stalin. Trotsky se mantuvo, convirtiéndose en el único gran dirigente de la oposición, dando su último discurso en Rusia en ocasión del funeral de su amigo Joffe, quien se ha-

  • 7

    Trotsky: El último bolchevique

    bía suicidado como protesta contra el estalinismo. En enero de 1928, poco más de diez años después de la Revolución, Trotsky volvió a ser deportado, a Kazajstán en esta ocasión. Un año después, fue expulsado a Turquía.

    Esta “prisa” de Stalin por sacar a Trotsky del país, debido a que era el úni-co que podía levantar una alternativa a él, paradójicamente salvó la vida a Trotsky. La práctica totalidad de la vieja guardia bolchevique fue fusilada sistemáticamente unos años después, tras hacerlos confesar públicamen-te bajo tortura la obscena acusación de ser “fascistas” o “terroristas”. Tam-bién, todos los seguidores de Trotsky en la Unión Soviética fueron exter-minados. Incluso su familia fue completamente aniquilada, sobreviviendo únicamente su nieto Esteban Volkov, quien aún vive en México.

    Los pronósticos de Trotsky sobre el destino de los países “socialistas” se confirmó acertado. Trotsky planteaba que, o bien la clase trabajadora realizaba una nueva revolución contra la burocracia y recuperaba su poder, o bien la burocracia terminaría restaurando el capitalismo. Tristemente, es esto lo que terminó ocurriendo en todos los países, de la misma manera allí donde los regímenes estalinistas fueron derribados (como en la URSS), como en los que no (como China).

    SUS ÚLTIMOS AÑOS: LA LUCHA POR LA IV

    INTERNACIONALTras varios años en Turquía, Trotsky fue trasladado a Francia y Norue-

    ga, países en los que estuvo bajo una estrecha vigilancia policial, viviendo en la práctica bajo arresto domiciliario. Finalmente, en 1937 el presidente mexicano Lázaro Cárdenas acogió a Trotsky, que vivió durante dos años en la Casa Azul de Frida Kahlo y Diego Rivera. Aquí Trotsky pudo retomar con mayor libertad su actividad política. Especialmente valiosa fue la colabora-ción con James P. Cannon, Joe Hansen y Farrell Dobbs, del Socialist Wor-kers Party estadounidense, la mayor organización trotskista del mundo en ese momento.

  • 8

    Trotsky: El último bolchevique

    Desde 1933, el movimiento trotskista se fijó como objetivo impulsar nuevos partidos revolucionarios, independientes de los Partidos Comu-nistas oficiales, y una nueva internacional, la IV Internacional. Finalmente, la Internacional fue fundada en una conferencia celebrada en la clandes-tinidad en 1938. En ese momento, el movimiento trotskista apenas conta-ba con unos pocos miles de militantes repartidos por el mundo, que eran perseguidos a muerte tanto por el fascismo como por el estalinismo.

    Su último año lo pasó Trotsky en una casa de la avenida de Viena de México DF, que actualmente se mantiene como casa-museo. Allí, los servi-cios secretos soviéticos atentaron una vez ametrallando la casa, sin lograr asesinar a Trotsky. Unos meses después, un agente estalinista catalán infiltrado en el círculo más cercano de Trotsky, aprovechó un momento a solas con él para clavar un piolet en la cabeza de Trotsky. A pesar de que el arma consiguió quebrar su cráneo, Trotsky logró defenderse, muriendo al día siguiente, a la edad de 60 años.

  • 9

    Trotsky: El último bolchevique

    EL LEGADO DE TROTSKYSólo por su papel en la Revolución Rusa, Trotsky tendría un lugar de ho-

    nor en la historia revolucionaria. Sin embargo, su legado más importante fue la defensa y transmisión del marxismo revolucionario para las poste-riores generaciones. Trotsky fue el último bolchevique, el único represen-tante vivo del Partido de Lenin y la Internacional Comunista. Sin la infinita resistencia y perseverancia de Trotsky, Stalin habría extinguido el legado del marxismo revolucionario. “Historia de la Revolución Rusa”, “La revolu-ción traicionada”, “En defensa del marxismo”, “La revolución permanente”, y cientos de obras más… son patrimonio de todos los revolucionarios so-cialistas hoy, al nivel de las obras de Marx, Engels o Lenin.

    Pero Trotsky no fue un académico, fue un militante de la Revolución. Más allá de sus escritos, se legado vivo fue la IV Internacional. La IV Inter-nacional nació en un contexto extremadamente difícil, exterminada des-de antes de su nacimiento por el fascismo y el estalinismo. A pesar de las dificultades, sobrevivió, y con ella, la esperanza de la Revolución Socia-lista. Dirigentes como James Cannon, Nahuel Moreno y otros portaron la bandera del trotskismo a lo largo de las décadas. Hoy, la figura de Trotsky sigue inspirando a militantes revolucionarios de todo el mundo.

    Nosotros y nosotras de la LIT-CI nos consideramos sus humildes here-deros/as. A pesar de que evidentemente el mundo ha cambiado mucho desde su asesinato, pensamos que su obra y su práctica sigue siendo un pilar fundamental a estudiar para las revoluciones por venir en el siglo XXI. Por eso, en el 80º aniversario de su asesinato, gritamos con orgullo ¡¡Viva Trotsky!!

  • 10

    La actualidad del legado de León Trotsky

    A lo largo de su extensa trayectoria, Trotsky realizó numerosos aportes al marxismo, algunos de los cuales deben ser conside-rados cualitativos.En primer lugar, hay que mencionar la concepción de la revolución per-

    manente que comenzó a elaborar en 1905 y que desarrollaría hasta su formulación de la década de 1930. Contiene un análisis muy profundo sobre la combinación de tareas que impulsan la lucha de las masas y las revoluciones, la dinámica de las clases sociales en estos procesos, la ne-cesidad de la dictadura del proletariado para llevar hasta el fin no solo las tareas socialistas sino también las democráticas y el carácter internacio-nal de la revolución.

  • 11

    La actualidad del legado de León Trotsky

    Aunque la formulación de la década de 1930 requiere de algunas ac-tualizaciones y correcciones, continúa siendo la única teoría-programa que responde al desarrollo de la revolución internacional en la época ca-pitalista imperialista. A partir de las Tesis de Abril de 1917, redactadas por Lenin, los bolcheviques adoptan esta concepción y luego lo hace la III Internacional en sus cuatro primeros congresos.

    La burocratización estalinista trajo consigo un profundo retroceso teó-rico político y programático. La concepción de la revolución permanente y sus “tres aspectos” pasaron a ser atacados: la revolución socialista in-ternacional fue reemplazada por la tarea de “construir el socialismo en un solo país” y el combate contra la burguesía a nivel nacional dio lugar al llamado a la conciliación de clases, los acuerdos políticos permanentes con sectores burgueses en los llamados frentes populares y la concep-ción de una revolución dividida en etapas. Desde entonces, revolución permanente es sinónimo de trotskismo.

    LA REVOLUCIÓN POLÍTICAOtro aporte cualitativo de Trotsky son los análisis, definiciones y con-

    clusiones sobre la URSS burocratizada por el estalinismo, contenidos en su libro La Revolución Traicionada (1937). La URSS no era un estado “ca-pitalista” ni tampoco “socialista” sino una transición entre ambos, con una profunda contradicción entre las bases económico-sociales del estado obrero y la superestructura estatal burocratizada. Planteó que esa totali-dad era altamente inestable y, a partir de allí, elaboró su famoso “pronós-tico alternativo” sobre las posibles dinámicas: o una revolución política derribaba a la burocracia o la burocracia restauraría el capitalismo.

    La conclusión era que, para defender la URSS como estado obrero, la tarea de las masas soviéticas era realizar una revolución política: es decir derribar el aparato burocrático estalinista y reconstruir los organismos de democracia obrera pero manteniendo las nuevas bases económico-so-ciales del estado obrero. Podemos decir que es con esta elaboración que

  • 12

    La actualidad del legado de León Trotsky

    nace el trotskismo como corriente propia dentro del marxismo, con pleno derecho y necesidad de su existencia.

    El pronóstico alternativo de Trotsky se demostraría como una geniali-dad (aunque fuera en su variante más negativa): varias décadas después, la burocracia soviética restauró el capitalismo en la URSS, y el proceso se repitió también en China, Cuba y los demás ex estados obreros.

    Hoy ya no existen estados obreros burocratizados y podría concluirse que la revolución política, tal como la formuló Trotsky, no es entonces una tarea para el presente. Creemos que en su contenido profundo no es así. En un artículo publicado en 1985, el trotskista argentino Nahuel Mo-reno hace extensiva esta tarea a todas las organizaciones obreras que son parasitadas, deformadas y degeneradas por la burocracia, como los sindicatos. Con este enfoque más amplio (derribar a la burocracia e im-poner la democracia obrera) la revolución política es una tarea que está más presente que nunca y también debe ser sinónimo de trotskismo.

    EL PROGRAMA DE TRANSICIÓN…Trotsky escribió el Programa de Transición en 1938 para que fuera la

    base de la fundación de la IV Internacional. En el primer capítulo del do-cumento, realiza una apretada definición de la época de “agonía” del ca-pitalismo imperialista y la combinación de sus dos elementos centrales.

    Por un lado, “las fuerzas productivas de la humanidad han cesado de crecer” y, por lo tanto, el desarrollo económico “ha llegado hace mucho tiempo al punto más alto que le es dado alcanzar bajo el capitalismo”. Esta realidad no es revertida por las nuevas invenciones y progreso técnicos que no conducen a una mejora del nivel de vida de las masas. Al mismo tiempo, es el marco de fondo de los ciclos económicos y sus coyunturas. Estas son para Trotsky, “las premisas objetivas de la revolución socialista” que no solo “están maduras sino que han empezado a descomponerse”.

  • 13

    La actualidad del legado de León Trotsky

    Por otro lado, la actitud de las masas (y sus luchas) “está determinada, por una parte, por las condiciones objetivas del capitalismo en descom-posición, y de otra, por la política de traición de las viejas organizaciones obreras. De estos dos factores el factor decisivo, es, por supuesto, el pri-mero; las leyes de la historia son más poderosas que los aparatos buro-cráticos”.

    Sin embargo, la política de las direcciones burocrática (esencialmente del estalinismo) llevaba a las masas a constantes derrotas y no surgía una alternativa de dirección revolucionaria a ellas. El capitalismo lograba así una sobrevida cada vez más degradada lo que se expresaba tanto en el surgimiento del fascismo como en la crisis de los regímenes democráti-co burgueses y los gobiernos de frente popular. La conclusión de Trotsky es que “la crisis de la humanidad se reduce a la dirección revolucionaria”.

    … Y SU MÉTODOPor eso, para Trotsky, “la tarea estratégica del próximo período pre-re-

    volucionario de agitación, propaganda y organización consiste en supe-rar la contradicción entre la madurez de las condiciones objetivas de la revolución y la falta de madurez del proletariado y de su vanguardia”. En este sentido, propone al proletariado mundial una serie de tareas por la cuales movilizarse y luchar, algunas son mínimas, otras democráticas y también aquellas de transición al socialismo.

    Pero más allá de la letra específica de estas tareas, el Programa de Transición contiene un método para la elaboración de estas consignas y su combinación, y el objetivo estratégico al que debe conducir esa lucha. “Es preciso ayudar a la masa, en el proceso de la lucha, a encontrar el puente entre sus reivindicaciones actuales y el programa de la revolución socialista. Este puente debe consistir en un sistema de reivindicaciones transitorias, partiendo de las condiciones actuales y de la conciencia ac-tual de amplias capas de la clase obrera a una sola y misma conclusión: la conquista del poder por el proletariado”.

  • 14

    La actualidad del legado de León Trotsky

    En otras palabras, trotskismo es impulsar la movilización de los tra-bajadores y las masas a partir de sus reivindicaciones concretas para que, en ese proceso de movilización, avancen en su conciencia (vayan “cruzando el puente”) hacia “la conquista del poder”. Es en ese camino que se puede construir una dirección revolucionaria y que una organi-zación verdaderamente trotskista debe ganarse el derecho a ser esa dirección.

    LA LUCHA CONTRA EL FASCISMO

    Desde la década de 1920 (cuando Benito Mussolini tomó el poder en Italia) hasta los años de la fundación de la IV Internacional, el fascismo se extendía por Europa. A Italia se fueron sumando Alemania, España, Portugal y otros países. Era el enemigo más peligroso que enfrentaba el movimiento obrero y de masas, ante el que sufría duras derrotas. Trots-ky calificó este movimiento como “la última trinchera del capitalismo antes de la revolución socialista”.

    Por eso, dedicó numerosos escritos al estudio y la caracterización de este proceso político y, esencialmente, la política y los métodos para combatirlo. Entre ellos, los materiales recopilados en el libro La lucha

  • 15

    Sección

    contra el fascismo.

    Trotsky realiza un profundo análisis de las fuerzas sociales que expresa-ba, de su acción política y de sus diferencias con otras variantes de bona-partismos y de dictaduras militares. A lo largo de esos escritos, él va cons-truyendo una definición precisa:

    En su ascenso, el fascismo se presenta como un movimiento de masas “antisistema” y extraparlamentario. Esencialmente de las masas pequeño-burguesas desesperadas por su decadencia en la crisis capitalista, y tam-bién del lumpenproletariado, a las que moviliza y militariza en bandas ar-madas para atacar y destruir a las organizaciones obreras, incluso las más moderadas.

    Una vez en el poder, “el fascismo es cualquier cosa menos un gobierno de la pequeña burguesía. Por el contrario, es la dictadura más despiadada del capital monopólico”. Ahora, “bajo la cobertura del Estado oficial” conti-núa su labor contrarrevolucionaria.

    Trotsky también propuso una clara política para enfrentar al fascismo, tanto en su ascenso como en el poder. La primera medida era la formación de un frente único entre las dos principales organizaciones obreras de la época (la socialdemocracia y los partidos comunistas) para defender sus conquistas democráticas (locales, sindicatos, periódicos, etc.), sus reunio-nes y sus movilizaciones frente a los ataques fascistas. En ese marco, era necesario formar organismos de autodefensa desde los piquetes armados hasta las milicias obreras de carácter más permanente. La lucha contra el fascismo debería darse esencialmente en las calles.

    De modo complementario, para impulsar la movilización antifascista, también planteó la más amplia unidad de acción, incluso con sectores bur-gueses opositores: “en el combate contra el diablo” (el fascismo, NdR) se podían y debían “hacer acuerdos prácticos con la madre del diablo” (los sectores burgueses que lo dejaron crecer pero que ahora se le oponían). Es

  • 16

    La actualidad del legado de León Trotsky

    que el fascismo también atacaba a las instituciones del régimen democrá-tico burgués (como el Parlamento) y a los partidos burgueses “liberales” y “democráticos”.

    LOS “FRENTES POPULARES”Al formular esta orientación, Trotsky combatió duramente dos políticas

    diferentes (opuestas pero igualmente criminales) que tuvo el estalinismo y que ayudaron, por caminos distintos, al triunfo del fascismo.

    La primera fue una política ultraizquierdista (llamada del “Tercer Perío-do”) que calificaba al fascismo y a la socialdemocracia como “hermanos gemelos” e igualmente enemigos. Llamaba a la socialdemocracia de “so-cialfascista” y, por lo tanto, se negaba a defender a sus organizaciones de los ataques que sufrían, dividiendo así las fuerza obreras para ese com-bate. En Alemania, esto envalentonó a los nazis y fue uno de los factores que contribuyó a la llegada de Hitler al poder, en 1933. Trotsky consideró tan grave esta política que definió que la Tercera Internacional [estalini-zada] había muerto como organización revolucionaria, rompió con ella e inició el proceso que llevaría la construcción de la IV Internacional.

    La segunda política surge de un profundo giro que da la Tercera a partir de 1934 y fue formulada por el búlgaro Georgi Dimitrov: los “frentes popu-lares” para enfrentar al fascismo. Ahora sí se proponía un frente político permanente entre los partidos comunistas y la socialdemocracia, pero estos frentes incluían también a partidos burgueses.

    Esto significaba que el programa común del frente era el de su compo-nente más de derecha, es decir un programa burgués, y los compromisos aceptados acababan frenando la dinámica natural de las luchas de la cla-se obrera. Como parte de esto, los frentes populares proponían esencial-mente “combatir” al fascismo con métodos parlamentarios y no a través de las movilizaciones, la organización y la autodefensa obrera.

  • 17

    La actualidad del legado de León Trotsky

    Esta política acabaría siendo trágica en España, donde la lucha militar contra el franquismo acabó enchalecada y estrangulada por los compro-misos con la burguesía republicana y fue derrotada en 1939. Y, anterior-mente en Francia, donde desvió la dinámica revolucionaria que generaba la huelga general de 1936 y la llevó al camino sin salida del parlamenta-rismo.

    Trotsky dedicó también numerosos escritos al análisis de los frentes populares y los combatió duramente, considerándolos “la penúltima trin-chera del capitalismo frente a la revolución”. Este combate es una parte esencial del legado de Trotsky, al igual que el que debe darse a cualquier apoyo a gobiernos de colaboración de clases (como los nacionalista bur-gueses o los hoy llamados “progresistas”).

    Hasta aquí, hemos intentado hacer una presentación sintética el princi-pal legado teórico, programático y político de León Trotsky. Cabría agre-gar otro punto también central en su trayectoria: la necesidad de la cons-trucción del partido revolucionario según la concepción y modelo que fue elaborada por Lenin y los bolcheviques rusos. Trotsky la adoptó como suya a partir de 1917 para impulsarla y defenderla hasta su muerte.

  • 18

    La actualidad del legado de León Trotsky

    LA MORAL REVOLUCIONARIAExiste un aspecto muy presente en Trotsky que es tan importante como

    sus elaboraciones, e incluso más: su defensa incondicional de la necesi-dad de la moral revolucionaria. Esto implicaba el rechazo a las dos formas en que se manifiesta la moral burguesa: en primer lugar, la hipocresía de “predicar” ciertas normas a los trabajadores, mientras para la burguesía todo está permitido; en segundo lugar, la premisa de que el fin justifica los medios.

    En su escrito Su moral y la nuestra, Trotsky expresa que:

    “La Cuarta Internacional desecha a los magos, charlatanes y profe-sores de moral. En una sociedad basada en la explotación, la moral suprema es la de la revolución socialista. Buenos son los métodos que elevan la conciencia de clase de los obreros, la confianza en sus fuerzas y su espíritu de sacrificio en la lucha. Inadmisibles son los métodos que inspiran el miedo y la docilidad de los oprimidos contra los opresores, que ahogan el espíritu de rebeldía y de protesta, o que reemplazan la voluntad de las masas por la de los jefes, la persuasión por la coacción y el análisis de la realidad por la demagogia y la falsificación”.

    Esto implica también el rechazo a la metodología de utilizar ataques ba-sados en calumnias, mentiras y falsificaciones en los debates y disputas políticas al interior del movimiento obrero y la izquierda que el estalinismo generalizó y “normalizó” desde la década de 1920 y que, lamentablemen-te, también ha sido adoptado por algunas corrientes que se reivindican trotskistas.

    Por eso, en 1937, dedicó varios meses de su actividad para colaborar y participar de las actividades de la “Comisión Dewey” (formada por varias personalidades no trotskistas) que evaluó si las acusaciones hechas con-tra él en ausencia, en los Juicios de Moscú (sabotaje, espionaje y colabo-

  • 19

    La actualidad del legado de León Trotsky

    ración contra el imperialismo contra la URSS). La comisión lo consideró inocente de esas acusaciones.

    Trotsky jamás utilizó ese método repudiable, ni siquiera contra Stalin y el estalinismo que lo perseguían y atacaban implacablemente. Incluso en las polémicas y disputas más duras, su método era el del analizar las ba-ses teóricas y políticas del debate. Formulaba sí caracterizaciones políti-cas, sociales e incluso sicológicas de sus oponentes, pero jamás apelaba a la mentira y a las falsas acusaciones.

    ¿QUÉ ES SER TROTSKISTA?

    En varios escritos e intervenciones, el trotskista argentino Nahuel Mo-reno expresó a las organizaciones que orientaba que se trataba de ser “más obreros, marxistas e internacionalistas que nunca”.

    Construirse en la clase obrera (aunque podían y debían aprovecharse coyunturas de construcción en otros sectores pero siempre para volver después con esas fuerzas a la clase obrera) surgía de dos razones muy profundas. La primera es que, si bien otros sectores sociales podían ser

  • 20

    La actualidad del legado de León Trotsky

    más dinámicos y explosivos en sus luchas, la clase obrera era mucho más sólida y consecuente en su combate contra el capitalismo. Por eso, el partido que crease fuertes raíces en la clase obrera sería también mu-cho más sólido y consecuente, mucho menos sujeto a los vaivenes co-yunturales. La segunda razón es profundamente estratégica: el modelo trotskista de revolución socialista solo podrá llevarse adelante con la mo-vilización autodeterminada y permanente de la clase obrera. Aunque se tarde más tiempo, allí debemos construirnos e impulsar ese proceso. No se puede engañar a la historia buscando atajos y construyéndonos como una corriente campesina o plebeya urbana porque eso nos llevará inevi-tablemente a profundas desviaciones de nuestra estrategia.

    Ser “más marxistas” se refiere, por un lado, a estudiar con profundi-dad las situaciones del mundo y de cada país para, recién a partir de allí, elaborar las políticas y orientaciones correctas. Debemos intentar hacer política revolucionaria como actúa un buen médico que sólo indica un tratamiento después de realizar los análisis necesarios y elaborar un cui-dadoso diagnóstico. Caso contrario, seremos “curanderos” que traba-jan en base a intuiciones y golpes de vista que, inevitablemente, quedan sujetos a las presiones y modas o las falsas apariencias de la realidad. En segundo lugar, significa la necesidad de estudiar con profundidad, en base a las herramientas teóricas del marxismo, los nuevos fenómenos y procesos que no se encuadraban en los viejos esquemas y, de ser nece-sario, corregir esas herramientas teóricas para que respondiesen a las nuevas realidades.

    Esto nos lleva a una doble necesidad. Por un lado: “Ser trotskista hoy día no significa estar de acuerdo con todo lo que escribió o lo que dijo Trotsky, sino saber hacerle críticas o superarlo, igual que a Marx, que a Engels o Lenin, porque el marxismo pretende ser científico y la ciencia enseña que no hay verdades absolutas. Eso es lo primero, ser trotskista es ser crítico, incluso del propio trotskismo” [9]. Por el contrario, varias corrientes trotskistas toman los escritos de Marx, Lenin y Trotsky como un criterio dogmático, como si fuese una Biblia que no requiere ningún

  • 21

    La actualidad del legado de León Trotsky

    cambio ni actualización.

    Al mismo tiempo, esta necesidad de ser críticos (“pensar con cabeza propia” decía Moreno) debe seguir algunos criterios bien claros. En primer lugar, señalar de modo explícito qué se está corrigiendo y por qué, y no “pasar de contrabando” esa revisión. En segundo lugar, reivindicar tam-bién explícitamente el cuerpo central teórico-político que se considera vigente. Por el contrario, varias corrientes han “tirado el niño con el agua sucia” (es decir, han abandonado los principales componentes del legado de Trotsky) pero aún se reivindican “trotskistas”.

    Sobre el tema del internacionalismo Trotsky consideraba que no podía haber militancia u organización trotskista nacional que no se desarrolla-se como parte de la construcción de una organización internacional. No se trata solo de estudiar los procesos mundiales como un conjunto y los procesos nacionales como sus refracciones específicas. O de ser solida-rios con las luchas de otros países.

  • 22

    El movimiento trotskista y la reconstrucción de la IV Internacional

    La burocracia estalinista llevó a cabo una verdadera “demoniza-ción” de Trotsky como cobertura de una persecución que incluyó su exilio y su posterior asesinato en México. Fue el punto máximo de una persecución masiva a los trotskistas en la URSS que incluían la cárcel, los trabajos forzados en las minas de Siberia y muchos asesina-tos. También se realizó contra militantes y dirigentes en otros países, que incluían desde su expulsión de los partidos comunistas estaliniza-dos, las denuncias a la Policía y los asesinatos, como fue el caso de su hijo León Sedov y de su secretario Rudolf Klement. La “demonización” no acabó con el asesinato de Trotsky sino que se mantuvo durante va-rias décadas.

    En estas condiciones muy difíciles, cuando se funda la IV Internacional, aún en vida de Trotsky, se reconocen menos de 6.000 militantes (más un número no explicitado de “trotskistas clandestinos” en la URSS), la mayo-ría de ellos en grupos pequeños, con algunas excepciones como el SWP (Socialist Workers Party de Estados Unidos) que aporta la mitad de ellos.

    Una crisis de SWP a finales de la década de 1930, el asesinato de Trots-ky, la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y las persecuciones del estali-nismo y del fascismo redujeron ese número, para el II Congreso Mundial, a 4.000, ya sin referencias a los “trotskistas de la URSS”.

    Después de la Segunda Guerra Mundial, tal como había previsto Trotsky, se produjo un gran ascenso de masas y nuevas revoluciones. Pero el pro-

  • 23

    El movimiento trotskista y la reconstrucción de la IV Internacional

    ceso no fue capitalizado por el trotskismo sino que fue dirigido por el esta-linismo, que aparecía a los ojos de las masas como el artífice de la derrota del nazi-fascismo, y por movimientos nacionalistas burgueses.

    Por eso, salvo algunas excepciones de organizaciones que lograron una gran influencia, como el Partido Obrero Revolucionario en la revolución bo-liviana de 1952 y el Lanka Sama Samaja Party (Sri Lanka), la IV y el trotskis-mo seguían siendo un movimiento de grupos pequeños.

    Algunas organizaciones, incluso siendo pequeñas buscaban construirse ligadas a la clase obrera (como el Grupo Obrero Marxista de Nahuel More-no, en Argentina), mientras otras se limitaban a su vida interna o a los de-bates con las otras organizaciones.

    Estas condiciones se agravaron con la ruptura de la IV Internacional, en 1953, ruptura producida por la política y la metodología interna aplicada por la dirección pablista (por Michel Pablo, el dirigente griego que centralizaba la organización). Desde entonces no existe una organización internacional unificada de los trotskistas, Para profundizar sobre este período, recomen-

  • 24

    El movimiento trotskista y la reconstrucción de la IV Internacional

    damos leer la serie dedicada a la fundación de la Cuarta, publicada en esa página en 2018.

    SE ABRE UN ESPACIO PARA EL TROTSKISMO

    Stalin murió en 1953. Su sucesor Nikita Khruschov, en el XX Congreso del PCUS habló de “los crímenes de Stalin”, criticó el “culto a la personali-dad” y prometió la apertura de un período posestalinista.

    A pesar de las expectativas que generó en la militancia comunista, se trató, en realidad de un cambió apenas cosmético. Las peleas dentro del aparato burocrático dejaron de resolverse a través de la cárcel y las eje-cuciones, pero la falta de democracia para los trabajadores y las masas, la represión a los disidentes y el férreo control de los países que estaban bajo la órbita de influencia de la URSS se mantuvo intacta.

    Sin embargo, fue uno de los elementos que marcó un punto de inflexión en el prestigio internacional del estalinismo. Esto se sumó a la represión a las luchas contra la burocracia de varios estados obreros: la insurrec-ción de Berlín oriental (1953), la revolución en Hungría (1956) y “la prima-vera de Praga” en Checoslovaquia (1968). Finalmente, se agrega el papel conservador y de defensor del sistema que los partidos comunistas y los sindicatos orientados por Moscú jugaban en los países capitalistas.

    Todo esto se concentraría en el Mayo Francés de 1968: un proceso re-volucionario nacido en el estudiantado y luego extendido a los trabaja-dores de las grandes industrias. Mientras el PC francés buscaba frenarlo desesperadamente, fueron organizaciones y dirigentes de otras corrien-tes de izquierda los que lo encabezaban: anarquistas, trotskistas, gueva-ristas, maoístas, etc.

    En el marco de un fuerte proceso de ascenso internacional, al movi-miento trotskista se le abrían espacios mucho mayores en la nueva van-

  • 25

    El movimiento trotskista y la reconstrucción de la IV Internacional

    guardia que surgía. Varias organizaciones dieron saltos importantes en su construcción e influencia. Entre ellas, la LCR francesa, el WRP inglés, el PST argentino y el SWP estadounidense. En Brasil, tres diferentes orga-nizaciones trotskistas crecieron a cientos de militantes cada una.

    EL MOVIMIENTO TROTSKISTA EN LA ACTUALIDAD

    Desde su división en 1953, no volvió a existir una organización unificada de los trotskistas. Hubo algunos intentos de reagrupamientos parciales, como la fundación del Secretariado Unificado, en 1963, o la del Comité Internacional entre el CORCI y la Fracción Bolchevique, en 1980.

    Pero la tendencia general ha sido, en un primer proceso, la consolida-ción de varias corrientes internas: mandelismo, morenismo, lambertis-mo, los originados en la tendencia británica The Militant, los “capitalistas de Estado”, etc. A su vez, dentro de estas corrientes se han producido y se siguen produciendo nuevas divisiones. Sería difícil enumerar todas las organizaciones internacionales y nacionales (de distinto tamaño) que se reivindican “trotskistas” o se llaman de ese origen.

    Entre todas suman seguramente algunas decenas de miles de militan-tes en el mundo. Por eso, muchos trabajadores y luchadores que ven con simpatía las ideas básicas del trotskismo preguntan si ese reagrupamien-to no es necesario entre quienes reivindican la IV y sus bases programáti-cas fundacionales Muchos opinan, además, que eso no se produce esen-cialmente por el sectarismo y la autoproclamación de las corrientes.

    Es cierto que existen varias pequeñas organizaciones o “sectas trots-kistas” más grandes (nacionales o internacionales) cuya actividad cen-tral no es desarrollar su construcción en el movimiento de masas sino parasitar a las otras corrientes para ganarles algunos pocos militantes. También que muchas organizaciones se autoproclaman como “la única IV verdadera”, Estas cuestiones existen pero, a nuestro modo de ver, no

  • 26

    El movimiento trotskista y la reconstrucción de la IV Internacional

    son los centrales que impiden la reconstrucción de la IV Internacional y su existencia como organización unificada.

    El problema es que entre las organizaciones que reivindican las “bases fundacionales de la IV Internacional” hay profundas diferencias en las elaboraciones teóricas, en los análisis y caracterizaciones frente a los procesos revolucionarios y de lucha que se dan en el mundo y, finalmen-te, en la política que debe aplicarse en esos procesos.

    Por fuera de las “marcas de origen” de esas organizaciones, uno de los factores centrales que profundizaron esas diferencias es lo que hemos denominado el “aluvión oportunista” que impactó a la izquierda en gene-ral (y a numerosas organizaciones trotskistas dentro de ella) luego de la restauración capitalista en los ex estados obreros, y de la interpretación que hicieron del significado de este proceso. La mayoría de las organiza-ciones giró a la derecha su programa y su acción política. Algunas lo hi-cieron de modo explícito, otras de modo encubierto.

    Comencemos por el llamado SU (Secretariado Unificado) heredero del mandelismo. Desde la década de 1990, esta corriente abandonó explíci-tamente la estrategia de la dictadura del proletariado y el combate a la colaboración de clases, y la reemplazó por la política de “radicalizar la democracia” [burguesa]. Coherente con ello, también abandonó la cons-trucción de partidos revolucionarios y pasó a impulsar la formación de partidos unificados de “revolucionarios y reformistas honestos”. Este sec-tor impulsa sí un reagrupamiento internacional pero lo hace sobre bases teóricas, programáticas y organizativas que no tienen nada que ver con el legado de Trotsky.

    Otras corrientes no han dado ese paso de modo explícito. Pero su po-lítica concreta también ha girado a la derecha, esencialmente hacia el electoralismo y el parlamentarismo como el centro de su actividad. Es el caso de la FT (Fracción Trotskista) encabezada por el PTS (Partido de los Trabajadores Socialistas de Argentina) que pasó de un sectarismo propa-

  • 27

    El movimiento trotskista y la reconstrucción de la IV Internacional

    gandístico a un oportunismo electoralista cada vez más acentuado.

    Podríamos continuar con las corrientes originadas en The Militant o en las que hemos denominado nacional-trotskistas pero no queremos abu-rrir a los lectores y quien tenga interés puede leer los artículos de la serie sobre a reconstrucción de la IV Internacional, a la que ya nos hemos re-ferido.

    En la década de 1970, Nahuel Moreno caracterizó que existía un “mo-vimiento trotskista” que, más allá de sus diferencias, era “una corriente independiente de los aparatos burocráticos aunque no tuviera unidad or-ganizativa”. Como parte del aluvión oportunista, ese movimiento ya no existe como tal: sectores importantes han “cruzado la línea” y abandona-do el campo revolucionario, transformándose en correas de transmisión (y viviendo a expensas) de la democracia burguesa y parlamentaria, de los fondos del Estado, o de aparatos sindicales burocráticos.

  • 28

    El movimiento trotskista y la reconstrucción de la IV Internacional

    Y quienes no la han cruzado de modo explícito acompañan a los ante-riores en un su política. Baste señalar por ejemplo, que la sección brasile-ña de la LIT (el PSTU) se ha quedado en total soledad en la construcción de un partido revolucionario independiente, Mientras que casi todas las corrientes que se reivindican trotskistas integran un partido reformista (el PSOL). En ese marco, proponer un posible reagrupamiento inmediato sería equivocado y, a la vez, irresponsable.

    ¿CÓMO RECONSTRUIR LA IV?Desde su propia fundación y la votación de sus estatutos en 1982, la

    LIT nunca se autoproclamó “la IV Internacional” y siempre puso el propio desarrollo al servicio de la reconstrucción de la IV. Entre otras cosas, esto implica, por supuesto, la búsqueda permanente de acercamiento y rea-grupamientos con otras organizaciones trotskistas, algunos de los cua-les fueron exitosos aunque muchos fracasaron, y no fue por sectarismo de nuestra parte.

    Seguiremos haciéndolo en base a criterios claros: acuerdos programá-ticos profundos, coincidencias en las posiciones sobre los principales hechos de la lucha de clases, especialmente en los procesos revolucio-narios, para poder desarrollar una acción militante común sobre ellos; relaciones leales y fraternas y, por supuesto, la defensa incondicional de una moral revolucionaria.

    Sin la aplicación de estos criterios, todo intento de fusión y de reagru-pamiento revolucionario está destinado al rápido estallido o ser apenas “una jugada para la tribuna”, como lo fue de hecho la reciente conferencia internacional abierta convocada por el FIT-U de Argentina.

    La LIT-CI también sufrió las consecuencias del “aluvión oportunista” y, después de la muerte de Nahuel Moreno, pasó por una profunda crisis que casi llevó a su desaparición. Pero intentamos ser cada vez más obre-ros, marxistas e internacionalistas, sus secciones y militantes buscan in-

  • 29

    Sección

    tervenir activamente en los procesos reales de la lucha de clases.

    La reconstrucción de la IV Internacional es una de las tareas estraté-gicas que nos deja el legado de Trotsky. En ese camino, tal como hemos dicho proponer un posible reagrupamiento estratégico de modo inmedia-to con otras fuerzas que se reivindican trotskistas sería equivocado y, a la vez, irresponsable. Quizá en el futuro, la lucha de clases permita ese acercamiento con algunas de las organizaciones que hemos analizado, o con otras. Cuando esa posibilidad se dé en la realidad, actuaremos como ya lo hemos hecho en el pasado: con seriedad, honestidad y lealtad, para intentar concretarla. Lo haremos con los criterios que ya señalamos en este mismo artículo.

    Es necesario superar la profunda contradicción que significa la com-probación cada vez más clara por parte de los trabajadores y las masas de la degradación irreversible y cada vez más acelerada del capitalismo imperialista, y el hecho de que el legado de Trotsky pasó la prueba de la historia, por un lado, y la profunda debilidad de una alternativa de direc-ción revolucionaria, por el otro.

    Por eso, la LIT-CI pone todas sus fuerzas al servicio de esa reconstruc-ción. Queremos hacer realidad las palabras finales de Trotsky en el Progra-ma de Transición: Obreros y Obreras de todos los países, agrupaos bajo la bandera de la Cuarta Internacional. ¡Es la bandera de vuestra próxima victoria!

  • 30

    Los orígenes del trotskismo en el Estado Español

    Para encontrar los orígenes del trotskismo en el Estado Español, hay que remontarse al movimiento de la Oposición de Izquierda surgido contra la estalinización de los Partidos Comunistas. An-dreu Nin, quien había sido secretario general de la CNT, y que entonces residía en la URSS trabajando para la Internacional Sindical Roja, se unió a la Oposición en 1926. Por ello sería detenido y posteriormente expul-sado del país.

  • 31

    Los orígenes del trotskismo en el Estado Español

    En 1930 en Lieja (Bélgica), García Lavid (bajo el pseudónimo de “Henri Lacroix”) organiza a los primeros oposicionistas españoles, celebrándo-se el Iº Congreso de la Oposición Comunista de España (OCE), como sec-ción de la Oposición de Izquierda Internacional construida por Trotsky. Esta fracción pretendía denunciar la represión estalinista, luchar contra la política del PCE y recuperar su política revolucionaria.

    El 1º de mayo de 1931 editarían el primer número de su revista “Comu-nismo”. Otras publicaciones que sacarían serían “El Soviet”, “La Antorcha” o “Joven Espartaco”. En junio de 1931, se celebraría el IIº Congreso de la OCE, el primero celebrado en territorio español. En marzo de 1932 se celebró el IIIº Congreso, en el que se abandona el objetivo de regenerar el PCE, constituyéndose como partido independiente, la Izquierda Comu-nista de España (ICE). García Lavid, quien sería el primer secretario gene-ral de la ICE, fue ahorcado por la Brigada Líster del PCE durante la guerra civil. Otros pioneros fueron Juan Andrade, Fersen o Esteban Bilbao.

    La ICE, que tuvo alrededor del millar de militantes, tendría presencia en Madrid, Castilla, Cataluña, Asturias, Galicia, Andalucía y Extremadura, participó de manera destacada en 1934 en las Alianzas Obreras y en la Revolución de Asturias.

    A finales de ese año se dan importantes discusiones con Trotsky acerca de la posibilidad de entrar como fracción en las Juventudes Socialistas, que estaban en ese momento inmersas en un fuerte proceso de radica-lización hacia posiciones revolucionarias. La ICE, de escaso tamaño, po-dría haber ganado a sectores importantes de esta organización para una política revolucionaria. Esta era la postura de Grandizo Munis.

    Sin embargo, contra el consejo de Trotsky, se impone finalmente otra opción planteada: la fusión entre la ICE y el Bloque Obrero y Campesino (BOC), una escisión catalana del PCE. De esta fusión, respaldada por An-dreu Nin, surge el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM).

  • 32

    Los orígenes del trotskismo en el Estado Español

    El POUM, aunque proclamaba la necesidad de la revolución socialista y de un gobierno obrero, fue una organización centrista. En enero de 1936, aun criticándolo, firma el acuerdo para el Frente Popular (FP), que coaliga y subordina a la izquierda obrera con la burguesía “progresista”. Explican esto como una maniobra “electoral” para no quedar aislados frente a la simpatía que despertaba el FP.

    EL TROTSKISMO EN LA REVOLUCIÓN ESPAÑOLA

    Tras el golpe militar y el comienzo de la Revolución, la militancia del POUM forma parte de la primera línea de la lucha. Sin embargo, el partido profundiza su compromiso con el Frente Popular, cuyo objetivo (más o menos velado) es frenar la Revolución y reconstruir las instituciones bur-guesas. Andreu Nin es nombrado Consejero de Justicia de la Generalitat, participando en la supresión y militarización de las milicias obreras.

  • 33

    Los orígenes del trotskismo en el Estado Español

    En diciembre de este año, Grandizo Munis y otros trotskistas (en su mayoría extranjeros), que habían participado en los combates integrados en las milicias socialistas, constituyen la Sección Bolchevique-Leninista de España (SBLE), que contaría con un núcleo en Barcelona y tres en los frentes. Intentan integrarse en el POUM, pero son rechazados. Editarían el periódico “La Voz Leninista” y panfletos orientados a la base del POUM y la CNT defendiendo un frente obrero revolucionario.

    En mayo de 1937, el gobierno del FP intenta arrebatar el control de la Telefónica a la CNT. Inmediatamente, Barcelona se llena de barricadas y la clase trabajadora vuelve a dominar la ciudad. A pesar de que las ba-ses del POUM y de la CNT se enfrentan y resisten al gobierno del FP, sus direcciones llaman a desmontar las barricadas y a volver a confiar en el FP. La SBLE combate en las barricadas llamando, junto a “Los Amigos de Durruti”, a mantener la lucha. Pero la desorientación se impone y poco a poco se vuelve a la calma.

    Aprovechando esta desmovilización, los estalinistas del gobierno del FP desatan una fuerte represión sobre el POUM con la absurda acusación de “fascista”. Sus dirigentes son detenidos y juzgados, Andreu Nin es tortu-rado y asesinado por los servicios secretos soviéticos, muchos militantes son reprimidos y lo que queda del partido desaparecerá lentamente bajo la dictadura franquista. Los militantes de la SBLE serían también asesi-nados o detenidos. Grandizo Munis puede huir de la cárcel días antes de su caída en manos franquistas, y se refugia en Francia. Con el fin de la guerra civil, llegaría a su fin también la primera etapa del trotskismo en el Estado Español.

  • 34

    El origen de Corriente Roja

    1976Algunos militantes de la Liga Comunista (LC) son ganados políticamen-

    te por miembros del PST argentino de Nahuel Moreno. Tras agruparse como Liga Socialista Revolucionaria, que actúa, en distintos momentos de estos años dentro de la LCR y del PSOE, en 1979 finalmente forman un partido independiente con el nombre de Partido Socialista de los Trabaja-dores (PST). El PST, que llegaría a obtener 100.000 votos, se convierte en la sección española de la LIT-CI, siendo el antecedente de lo que es hoy Corriente Roja.

    1993La mayoría del PST abandonó el trotskismo, y la minoría se fusionó con

    el Grupo por la Construcción de un Partido Obrero Revolucionario (GPOR) para crear el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), que siguió siendo sección de la LIT-CI.

  • 35

    El origen de Corriente Roja

    1998El PRT entra en Izquierda Unida (IU). Posteriormente, se fusionaría con

    un grupo local llamado IR, para conformar el PRT-IR.

    2002Surge Corriente Roja como corriente interna de IU, como respuesta a

    la derechización progresiva de ésta, agrupando a sectores diversos. En 2004 abandona IU.

    2012Finalmente en 2012 se conforma Corriente Roja como el partido que

    conocemos ahora, pasando a ser la sección española de la LIT-CI.

  • 36

    Germán, Yolanda: ¡No os olvidamos!

    La LCR y el PST lucharon duramente en los años de la llamada Tran-sición por la organización y movilización de los trabajadores y los estudiantes, y sufrieron la feroz represión desencadenada por el régimen contra estos sectores. Queremos rendir homenaje a dos mili-tantes que fueron asesinados por su compromiso: Germán en 1978 y Yolanda en 1980.

    Germán Rodríguez, militante de LCR, tenía 27 años cuando fue asesina-do de un disparo en la frente el segundo día de los sanfermines de 1978, a manos de la Policía. Ese día, como respuesta ante un proceso de amnis-tía en curso muy parcial y limitado, un grupo de personas desplegó una pancarta en la plaza de toros, a lo que respondió la Policía con material antidisturbios y fuego real. Los enfrentamientos se extendieron por toda

  • 37

    Germán, Yolanda: ¡no os olvidamos!

    la ciudad, duraron hasta la madrugada y se saldaron con once heridos de bala y 150 con diferentes lesiones. A Germán le dispararon aproximada-mente una hora después de iniciarse el enfrentamiento en la plaza y, aun-que lo trasladaron al hospital, no pudieron salvarle la vida.

    Yolanda González, bilbaína de 19 años, estudiaba y trabajaba en Madrid. Militaba en el PST y era dirigente del movimiento estudiantil, por lo que se convirtió en objetivo (como tantos otros luchadores) de la violencia de grupos fascistas, amparados por el Estado, que pretendían sembrar el te-rror y acabar con la movilización de la generación de jóvenes que se había enfrentado al franquismo. El asesinato de Yolanda especialmente genera rabia por dos motivos: por la brutalidad del crimen, pues la secuestraron, la torturaron y finalmente la asesinaron a tiros en un descampado a las afueras de Madrid, y por la impunidad de sus autores (Hellín Moro, de Fuerza Nueva, y otros miembros de este partido y de la Policía y la Guar-dia Civil), que siguieron gozando del favor de las Fuerzas de Seguridad e instituciones del Estado.

    Hoy seguimos recordando a Germán y Yolanda, exigiendo justicia por los crímenes de los que fueron víctimas. Sin duda, nuestro mejor home-naje es continuar la lucha por la que dieron sus vidas, la lucha por la re-volución y el socialismo, por la clase trabajadora y la juventud, por los derechos de la mujer, de los oprimidos y de las nacionalidades. Y por la construcción de un partido revolucionario y de una Internacional que pue-da llevar adelante esta lucha.