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8 Artesanía en madera y piedra labrada de Pelequén Hay que tener fe, patrón, aunque sea en una piedra. Dichos de un campesino en torno a la Santa de Pelequén 1 1 “Reportaje a Santa Rosa de Pelequén”. Por G.D. Revista en Viaje Nº 311, septiembre de 1959: 6-7. 201

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Artesanía en madera y piedra labrada de Pelequén

Hay que tener fe, patrón, aunque sea en una piedra.

Dichos de un campesino en torno a la Santa de Pelequén1

1 “Reportaje a Santa Rosa de Pelequén”. Por G.D. Revista en Viaje Nº 311, septiembre de 1959: 6-7.

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Parte II. Arte tradicional campesino

el romance entre Malloa, hermosa princesa hija de Rigolemo, y Pelequén, se desencadenaron los acontecimientos que terminaron convirtiendo en piedra a los más preciosos hijos de la zona. Por eso, la relación con la pétrea materia se ha mantenido

inalterable por los siglos de los siglos: ellas son testigos de las historias de amor y traición que dieron forma a la región. Rigolemo y Pelequén, con su rosado material, se transformaron en las grandes canteras que permitieron la vida y el asentamiento en este pueblo otrora minero.

La zona, segunda más importante de la comuna de Malloa y que tiene su mayor acontecimiento comercial en el mes de septiembre gracias a la fiesta de la Virgen de Santa Rosa de Pelequén y las Fiestas Patrias que le siguen, destaca por sus trabajos de piedra y madera, que producen generalmente muebles y alhajamiento para el hogar, además de cantería para construcciones.

Artesano trabajando la piedra. Foto de Francisca Orellana.

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Capítulo 8. Artesanía en madera y piedra labrada de Pelequén

La tradición de la piedra labrada es de antiguo cuño, especialmente a nivel americano. La fabricación de piedras perfectamente pulidas y machimbradas para la construcción de enormes edificios como el Templo del Sol, en Cuzco, con su muro de piedra curvo y perfecto, los muros de Tiwanaku, el camino del Inca o las acequias de riego tapizadas de piedra labrada, entre otros) –que se mantienen en uso hasta el día de hoy en el norte de nuestro país– conforman la primera base de la tradición americana indígena del trabajo en piedra para el cono sur. Esto es particularmente importante para Pelequén, dado que existen indicios de ocupación incaica en la zona, anterior a la llegada española. Posteriormente, en época virreinal, estas artes ganaron mayor espacio y protagonismo, al ser trasladada su aplicación a otros ámbitos, como el interior de los hogares. Los muebles expresaron los gustos que el imperio español transmitió a sus nuevas tierras, “integrando materiales y formas del mestizaje” (Martínez, 2012: 9-10).

Dichos muebles, cuán portadores de historias, transmiten un relato propio. En el Reino de Chile, las sillas ocuparon un lugar relevante dentro del ajuar doméstico. Los carpinteros locales utilizaban madera y materiales autóctonos para realizar los muebles que se distribuían en el país. Estos maestros no solo se dedicaban a la ebanistería; más bien, su principal ocupación era la construcción. Aun así, lograron hacer popular una silla de brazos que se denominaba “frailero” porque se encontraban generalmente en los conventos. El escaño, un tipo de banco, también provino del ámbito eclesiástico. Para el siglo XVIII podían distinguirse, en estos muebles, tres estilos imperantes: el estilo Reina Ana, el Chippendale y el Adams (Martínez, 2012: 12-14; Pereira Salas, 1965: 297).

De igual modo que los carpinteros, los maestros canteros en época colonial se encontraban empleados en el rubro construcción, por el gran valor que la piedra labrada tenía para los grandes edificios de la época. Era profusamente utilizada en diferentes ámbitos, como el doméstico (fuentes de piedra, morteros y manos de moler), industriales (piedras de molinos) y arquitectónicos (sobre todo en templos y palacios, en muros y pisos) (Cruz, 1987). Uno de los buenos ejemplos que quedan de esa época es la fuente de piedra labrada ubicada actualmente en el Palacio de Moneda (Roa, 1929: 43) y que durante siglo y medio surtió de agua a la población de Santiago en su primitiva ubicación de la Plaza de Armas.

Los censos elaborados en el país desde 1813 nos entregan datos sobre la evolución de estas especializaciones a lo largo del siglo XIX2 en la actual Región de O’Higgins. En el censo de 1813 figura un escultor en el curato de Nancagua y 166 carpinteros en la región. En el censo de 1865, el número de canteros y carpinteros ha crecido exponencialmente: en Colchagua (que englobaba San Fernando, Curicó y Caupolicán) existían 68 canteros y 1500 carpinteros, todos nacionales. Los extranjeros también sumaron carpinteros: entre alemanes, ecuatorianos, ingleses, portugueses, argentinos y suizos llegaron a contar once carpinteros más. Ese mismo año, en Rancagua, se contabilizaron 579 carpinteros y cuatro canteros, más dos carpinteros franceses.

En el censo de 1875, en la Provincia de Colchagua (San Fernando y Caupolicán) se detectan 48 canteros y 872 carpinteros. Los extranjeros, por su parte, sumaron cinco carpinteros. En Rancagua, cuatro canteros y 497 carpinteros, más cinco carpinteros extranjeros. Durante 1895, la Provincia de O’Higgins, que comprendía Rancagua, Cachapoal y Maipo, sumó 18 canteros y 513 carpinteros; mientras tanto, los extranjeros (alemanes, españoles, franceses, italianos, suizos) sumaron cinco carpinteros, cuatro canteros, dos marmolistas y un escultor. Por su parte Colchagua, que comprendía San Fernando y Caupolicán, sumaba 76 canteros y 1026 carpinteros, más los extranjeros: tres carpinteros españoles, dos franceses y dos italianos.

Estos datos resultan relevantes, pues nos muestran el gran motivo de la permanencia de la tradición carpintera y cantera en Pelequén. La gran mayoría de cultores carpinteros y canteros se

2 Los censos del siglo XX cambian el foco en la recolección de datos, concentrándose en las características de la

población como edad, etnia y niveles de desempleo. En cuanto a los trabajos, no se señalan los oficios, por lo que no es posible tabular dicha información en el presente capítulo.

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ubicaron, durante el siglo XIX, en la zona de San Fernando, aledaña a Malloa y Pelequén, irradiando su saber hacia dichas localidades. En efecto, de lo expuesto se desprende que en 1865, del total existente en la zona, un 95% de canteros y un 72% de carpinteros se localizaban en San Fernando. En 1875, el 89% de canteros de la región se localizaba en San Fernando, así como el 63% de los carpinteros. Para 1895, 75% de los canteros y 66% de los carpinteros del total de la región se ubican en San Fernando, tal como vemos en los siguientes gráficos.

Gráfico 1. Canteros en la Región de O’Higgins a través de los censos

 Fuente: elaboración propia en base a censos nacionales de 1865, 1875 y 1895.

Gráfico 2. Carpinteros en la Región de O’Higgins a través de los censos

 Fuente: elaboración propia en base a censos nacionales de 1865, 1875 y 1895.

Artesanía en madera de Pelequén La actividad de la artesanía en madera es reciente en Pelequén. En los años ochenta existía una actividad textil basada en la lana del conejo angora; mucha gente trabajaba en eso. Producto de la globalización de la economía chilena dicha actividad ya se encuentra en desaparición. La gente comenzó a buscar trabajo en otras áreas. Algunas personas decidieron ubicarse a orilla de carretera, donde está el pueblito de los artesanos de madera a vender fruta a los vehículos circulantes. Y fue exitoso porque es un lugar donde ya estaban los talleres de la piedra rosada unos kilómetros más al sur, razón por la cual la gente siempre disminuye la velocidad con intención de mirar o comprar algo.

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Rancagua, Cachapoal y MaipoSan Fernando y Caupolican

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Rancagua,  Cachapoal  y  Maipo

San  Fernando  y  Caupolican

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Capítulo 8. Artesanía en madera y piedra labrada de Pelequén

En el sector existía una familia de apellido Lucero que había fabricado por generaciones sillas de madera con una base de totora para cubrir el asiento y parte del respaldo. Le llamaban “silla campera”. El nieto Carlos Lucero comenzó a vender las sillas en la orilla de carretera con una gran aceptación por parte de los viajantes. Esto fue atrayendo a otros artesanos a fabricar sillas, imitando el estilo de la familia Lucero, y posteriormente fueron incorporando otros tipos de muebles, artesanías y decorados en madera. Años más tarde se trasladaron a un terreno municipal adyacente donde fueron instalando talleres y casas de trabajo. Esto es conocido hoy como el Callejón El Rosedal del Pelequén, pueblito de talleres artesanales y donde hoy se siguen fabricando diversos tipos de artefactos.

Los productos que fabrican son muebles, mesas, sillas, marquesas, mecedoras, lámparas, sitiales, muebles de cocina, veladores, arrimos, esquineros, adornos, artesanías decorativas, marcos de espejos. En cuanto a las sillas, hay tres modelos de sillas que se fabrican y una que ya ha desaparecido:

a)   Silla campera: es una silla de madera que en su respaldo lleva tres palos redondos y

torneados. Su sello distintivo es que el asiento de la silla está compuesto de totora tejida; la totora es un junco extraído de las lagunas del sector vinculadas a los ríos Claro y Tripahue. Este se extrae, se seca y antes de alcanzar completamente el secado es tejido y trenzado entre el cuadrilátero del asiento. Es cómodo y resistente, con una tonalidad café claro. La estructura de la silla es de madera nativa de raulí rojizo y a veces en álamo blanco.

b)   Silla cuja: está hecha completamente de madera. No lleva totora tejida, el asiento es de madera sólida y el respaldo posee cinco varas torneadas en forma sinuosa. Es fabricada con madera de raulí y a veces en álamo blanco.

c)   Silla victoriana: también es completamente de madera. Tampoco lleva totora tejida; el asiento es de madera sólida y el respaldo posee un trenzado hecho con varillas finas de madera. Es hecha en raulí y en álamo blanco.

d)   Antiguamente se fabricó una silla denominada “matera” que los ancianos usaban para sentarse a tomar mate. Era muy pequeña, con asiento de totora trenzada y un respaldo corto de madera. Este modelo dejó de fabricarse.

Las tres primeras sillas se fabrican bastante y son famosas en todo Chile. En el norte del país,

en el desierto, donde la madera es inexistente como recurso natural, alcanzan valores tres y cuatro veces más altos que en su lugar de fábrica.

Tal como otros tipos de artefactos, las sillas corresponden a diseños propios, creados, adaptados o fusionados por los artesanos del pueblo de Pelequén, prefiriendo aquellos modelos solicitados permanentemente por clientes, turistas, empresarios de turismo y gastronómicos, para locales de comida o ambientación de escenografías campestres.

Además es un producto de mucha durabilidad, tanto así que la gente viene con los armazones después de una década a que reemplacen los respaldos y se llevan el mismo armazón. El raulí es un árbol nativo de Chile de gran belleza y durabilidad, muy resistente, traido desde 300 km al sur del pueblo, de la zona de Collipulli, Victoria y Curacautín.

Debido al cambio climático ha disminuido la cantidad de totora, teniendo que ir a buscarla a lugares más lejanos. Por otro lado el oficio tiene cierta seguridad de continuación, ya que algunos hijos de artesanos se han dedicado al oficio. También sus asistentes han aprendido el oficio, creando sus propios talleres independientes. Entre el callejón El Rosedal y el resto del pueblo debe haber unos cincuenta locales de artesanos.

En relación a la técnica, es visible una creciente incorporación de máquinas, por la comodidad y rapidez que estas otorgan, pero muchas terminaciones y acabados personales

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siguen haciéndose a mano. Al comienzo, en los años ochenta, casi no habían maquinarias y se trabajaba fundamentalmente con galopas, gubias y a mano.

En cuanto a la comercialización de los productos, estos se entregan terminados, pintados, barnizados, o a medio terminar, para que el cliente los pinte y barnice a su gusto. También se venden a intermediarios que los comercializan en zonas más alejadas, en el norte, sur y la ciudad de Santiago.

Para finalizar, podemos mencionar que existe una asociación gremial llamada “Asociación gremial de artesanos de la madera Rosedal Malloa”. Gracias a la asociación y junto a la comunidad cada año se celebra, el cinco de noviembre, la Fiesta de la Madera y la Piedra de Pelequén.

Carlos Lucero con el asiento de una silla campera. Foto de Bruno Barra.

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Capítulo 8. Artesanía en madera y piedra labrada de Pelequén

Sillas victorianas. Foto de Bruno Barra.

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Parte II. Arte tradicional campesino

Artesanía en piedra de Pelequén El trabajo en piedra es muy antiguo. Existen registros que indican que la piedra de la cantera de Pelequén es extraída desde 1870, al menos. La piedra se saca desde el cerro San Rafael, a 350 metros sobre el nivel del mar, para lo cual trabajan alrededor de once canteros y ayudantes en la extracción de piedra,3 número que ha disminuido considerablemente; en 1990 se contabilizaban 50 canteros en el cerro. Al respecto, cabe mencionar que la veta de piedra rosada se descubrió por accidente. En 1950, cuando se estaba construyendo la Carretera Panamericana, se abrió el cerro que impedía su construcción y se descubrió, sin querer, la fabulosa veta (El Rancagüino, 31 de marzo de 1990: 7). La propiedad minera es de un particular, quien vende posteriormente el material a los artesanos.

La prensa de la región identifica en 1963 la piedra de Rigolemo como “la más famosa de las canteras” (La Región, San Fernando, 9 de febrero de 1963). La piedra extraída de esa cantera ha tenido una alta figuración en la vida pública de Santiago de Chile: proporcionó el granito que sirve de pedestal a la estatua de Andrés Bello en el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile y a la capilla del cerro Santa Lucía. La piedra, denominada “mármol chileno”, alcanzó fama y renombre, formando parte también del templo de San Agustín; de igual manera, esta piedra fue enviada para el reconocimiento a los combatientes caídos en el combate naval de Iquique. Se indica, en el año 1963, que también se encuentran canteras en Centinela, Piedra e Isla de la Matansilla, Piedra de Topocalma y Piedra de los Lobos. Las últimas, en 1870, pertenecían al municipio de San Fernando y fueron otorgadas en consignación a don José Agustín Polloni.

En los recuerdos, los artesanos señalan en la década de 1960 el comienzo de una explotación más comercial, pues comenzaron a instalarse algunas casuchas de madera donde la gente que elaboraba artesanías vivía, pudiendo así trabajar cerca de la cantera. Coincidentemente, de acuerdo a El Rancagüino (16 de marzo de 1988) los primeros canteros llegaron a Pelequén en 1961 para labrar esta piedra única en Chile y exportarla hacia distintas ciudades del país.

En este oficio, de hombres solos, se trabaja al ritmo del sol y recién cuando se oculta se termina la labor. Inicialmente la piedra se trabajaba en forma de lámina o adoquines, para revestimiento de muros. Posteriormente, los mismos turistas comenzaron a pedir elementos

3 “La piedra rosada de Pelequén”. Reportaje (S/A) 19 de febrero de 2014. Diario electrónico

www.elurbanorural.cl, Dos realidades de la noticia regional.

Fuente de Agua en piedra rosada de Pelequén.

Foto de Bruno Barra.

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Capítulo 8. Artesanía en madera y piedra labrada de Pelequén

realizados con esa piedra y así comenzaron a elaborarse las “grutas” (muy vendidas) y luego piletas, bancas, peldaños, morteros, entre otras obras.

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Morteros y decoraciones en piedra rosada de Pelequén. Fotos de Bruno Barra.

Las piedras utilizadas son las siguientes:

•   Piedra rosado claro, de Pelequén. •   Piedra rosada más oscura, traída de Los Queñes (de Teno hacia la cordillera,

unos kilómetros más al sur). •   Piedra verde, de San Vicente de Tagua Tagua, unos kilómetros al oeste. •   Piedra ploma es del río del sector, el río Regulemu. Con esta última están

haciendo ahora adoquines para patios y calles, además de otros artefactos. La piedra rosada es la piedra principal, aunque han ido mezclando las artesanías con otras

piedras para variar en el colorido. La piedra rosada es fácil de tallar y tiene diversas tonalidades y vetas. Una técnica aprendida consiste en ir observando bien las vetas de la piedra antes de tallarla pues hay ciertas callosidades, denominadas “pelos” por los artesanos, que pueden provocar una fractura no controlada ni planificada en la roca y hacer perder la pieza que se había planeado tallar.

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Capítulo 8. Artesanía en madera y piedra labrada de Pelequén

Para trabajarla se utilizan esmeriles angulares eléctricos con discos diamantados para los cortes gruesos que dan forma general a los bloques. Luego se talla con martillos, cuñas y cinceles, punteros, cestos y martelina, terminando todo a mano.

Hay alrededor de 60 talleres, quince frente a la cantera misma a orillas de la carretera y el resto distribuidos en el pueblo. La mayor cantidad de producción de obras las realizan quienes se sitúan frente a la cantera, por la facilidad de trasladar hasta ahí los bloques de piedra extraidos. En la cantera trabajan tres obreros que cortan el material en bloques según los pedidos de los artesanos, luego los cargan en vehículos de trabajo y se los trasladan a sus talleres. De esta forma los bloques grandes deben ser trabajados en los talleres que se encuentran ubicados al frente, cerca de la cantera. Los talleres del pueblo trabajan bloques más pequeños.

Viajan mucho a instalar esculturas y trabajos a lugares lejanos. Cuentan entre sus anécdotas han fabricado y viajado a instalar todas las fuentes de agua del parque Pumalín en la Patagonia Chilena para el fallecido ambientalista Douglas Tompkins. También han viajado a instalar moais de piedra rosada de Pelequén a hoteles en Rapa Nui, tanto para empresas de turismo como hoteles, restaurantes e instituciones públicas.

Conclusiones

La artesanía en madera y la piedra labrada de Pelequén son actividades de antiguo cuño, que se llega hasta el presente desde época, al menos, incaica, pues se refleja en estos trabajos la tradición americana de la piedra labrada que puede verse en imponentes edificios producidos por el ingenio indígena previo a lo llegada de los españoles a lo largo del continente americano. Ambas actividades son reflejo del profundo mestizaje sufrido por las culturas ubicadas en el actual territorio de la Región de O’Higgins.

Durante los largos siglos de la época colonial, los muebles, como portadores de historias, fueron relevantes en el Reino de Chile. Las sillas ocuparon un lugar importante en el ajuar doméstico. Así mismo, la piedra labrada alcanzó un gran valor, tanto en aspectos constructivos y arquitectónicos como en el ámbito doméstico.

Para el siglo XIX, los censos registrados en los años 1813, 1865 y 1875 muestran con claridad que la gran mayoría de los canteros y carpinteros de esos años se encontraban en San Fernando. Dada su ubicación, aledaña a Malloa y Pelequén, irradió ese saber hacia las localidades en que, actualmente, permanecen vibrantes esos oficios sin importar el paso del tiempo.

En cambio, la actividad de artesanía en madera que se comercializa actualmente tiene un origen bastante reciente, ya que será después de la década de 1980 en que la familia Lucero iniciará una tradición que se perpetúa en el callejón El Rosedal de Pelequén. Las sillas realizadas en los más de 50 talleres que actualmente se encuentran en funcionamiento gozaron de prestigio y reconocimiento a poco andar estos emprendimientos. Actualmente, la morfología de las sillas –campera, cuja y victoriana– que se ha mantenido estable en el tiempo, junto con la gran cantidad de talleres, la presencia de gente joven en el oficio y la capacidad de haberse agrupado bajo la “Asocación gremial de artesanos de la madera Rosedal de Malloa” son augurios positivos para el desarrollo de esta actividad, que, con el tiempo, y manteniendo su fuerza y convicciones, podría aspirar a un sello de origen en reconocimiento a un producto típico campesino.

El trabajo en piedra, por otro lado, se registra desde al menos 1870 en Pelequén. En 1950 apareció la veta rosada en el cerro San Rafael con motivo de la construcción de la carretera Panamericana. Su crecimiento fue explosivo: en la década siguiente consolidó su fama, junto con la piedra de Rigolemo, llamada el “mármol chileno” y otras canteras cercanas. Ello fue coincidente con una explotación más comercial, que terminó por perfilar las primeras tipologías de láminas y adoquines para revestimiento de muros. A raíz del movimiento turístico, se

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introducen nuevas ideas y se producen así los novedosos objetos que hoy día pueden apreciarse desde la ruta de paso, como grutas, piletas, bancas, escaños y morteros.

Esta capacidad de innovación y orientación de este producto al área comercial ha tenido ventajas y desventajas. La gran ventaja es su fuerza de mercado, que cuenta actualmente con 60 talleres dedicados a este oficio, manteniéndolo vital y con fuertes proyecciones a futuro. Sin embargo, dado este énfasis comercial, se ha desperfilado el tallado en piedra de Pelequén como producto típico: se usan diferentes tipos de piedra y día a día aparecen formas y conceptos nuevos plasmados en piedra, lo que desconfigura el arte local que ha ganado fama y prestigio: la artesanía labrada en la piedra rosada de Pelequén.

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