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La historieta autóctona y sus creadores La historieta asturiana 53 Vivir para la historieta his- tórica: Gaspar Meana Debajo, Gaspar recibe el Premio Haxtur a la Mejor Historieta Larga A la derecha, las portadas de los tres primeros álbumes de La Crónica de Leodegundo He decidido situar a este autor en el apartado de lo autóctono, no solo por que la práctica totalidad de la obra que ha rea- lizado, y ha sido muy amplia, lo es sobre temas asturianos, sino también, y a pesar de que sus orígenes son castellanos, la realidad se impone y ésta nos llega en Bable. Si escribo que a Meana le gusta la his- toria, estoy dando una visión muy superfi- cial de lo que esta parte de las humanida- des para él representa. La historia lo es todo para este autor de comics asturiano. La mayor parte de su vida la ha empleado en relacionarse con ella, así como la casi totalidad de los emolumentos que por sus trabajos recibe. No es extraño que, deci- diendo ser un historietista, su profesión la encauce hacia aquello que ama, hacia la historia como parte fundamental de su trabajo. Como todo buen amante no celo- so, procura que todos los que le rodean lleguen a amarla también, o cuando menos la comprendan. Por eso la forma de comu- nicar su pasión es amena, entretenida, que atrapa. “De los personajes espero que tengan carga humana. En los seis prime- ros álbumes de La Crónica de Leodegundo quizás prime la historia sobre ellos, sobre sus aventuras, intento que la carga de aventura esté dosificada con la historia. Procuro buscar las anécdotas más signifi- cativas, para que las vivan mis personajes y hagan la historia lo más ilustrativa posi- ble. Como si sintiera la necesidad de sor- prenderme para luego sugestionar a los lectores”. Entrar en la parte de la casa que sus padres le tienen asignada, en la vivienda situada en el barrio gijonés de Ceares en donde viven, es hacerlo en una inmensa biblioteca, en un museo de la historia cuyo hecho más impactante, a simple vista, es la contemplación de una reproducción de La Avenida de las Esfinges de Karnak ubica- da en Tebas, que él mismo ha construido a

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La Historieta Asturiana I. Páginas 53 a 69. Texto de Faustino Rodríguez Arbesú. Capítulo de la Historieta Asturiana dedicado a Gaspar Meana

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La historieta autóctona y sus creadores La historieta asturiana

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Vivir para la historieta his-tórica: Gaspar Meana

Debajo, Gaspar recibe el Premio Haxtur a la Mejor Historieta Larga

A la derecha, las portadas de los tres primeros álbumes de

La Crónica de Leodegundo

He decidido situar a este autor en el apartado de lo autóctono, no solo por que la práctica totalidad de la obra que ha rea-lizado, y ha sido muy amplia, lo es sobre temas asturianos, sino también, y a pesar de que sus orígenes son castellanos, la realidad se impone y ésta nos llega en Bable.

Si escribo que a Meana le gusta la his-toria, estoy dando una visión muy superfi-cial de lo que esta parte de las humanida-des para él representa. La historia lo es todo para este autor de comics asturiano. La mayor parte de su vida la ha empleado en relacionarse con ella, así como la casi totalidad de los emolumentos que por sus trabajos recibe. No es extraño que, deci-diendo ser un historietista, su profesión la encauce hacia aquello que ama, hacia la historia como parte fundamental de su trabajo. Como todo buen amante no celo-so, procura que todos los que le rodean lleguen a amarla también, o cuando menos

la comprendan. Por eso la forma de comu-nicar su pasión es amena, entretenida, que atrapa. “De los personajes espero que tengan carga humana. En los seis prime-ros álbumes de La Crónica de Leodegundo quizás prime la historia sobre ellos, sobre sus aventuras, intento que la carga de aventura esté dosificada con la historia. Procuro buscar las anécdotas más signifi-cativas, para que las vivan mis personajes y hagan la historia lo más ilustrativa posi-ble. Como si sintiera la necesidad de sor-prenderme para luego sugestionar a los lectores”.

Entrar en la parte de la casa que sus padres le tienen asignada, en la vivienda situada en el barrio gijonés de Ceares en donde viven, es hacerlo en una inmensa biblioteca, en un museo de la historia cuyo hecho más impactante, a simple vista, es la contemplación de una reproducción de La Avenida de las Esfinges de Karnak ubica-da en Tebas, que él mismo ha construido a

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escala en barro. En una segunda mirada uno se percata, que aquello no es nada al lado de la gran cantidad de libros que sobre historia y fantasía mitológica allí atesora (más de 5.000 volúmenes). Entre sus preferencias se encuentre toda la obra de Mika Waltari, la película Cleopatra de Joseph L. Mankiewicz, el cómic El Príncipe Valiente de Foster y la Dinastía

de los Ptolomeos de Egipto. A este respec-to cabe destacar que está confeccionado un libro aún inconcluso que sigue evolucio-nando en continua adición, sobre Ptolomeo IV y las referencias icónicas que de él encuentra: retratos de familia, monedas, bajorrelieves, estatuaria, etcétera, así como toda información al respecto. Libro que ya

tiene nombre: Codex Alejandrinus. Lleva varios años recopilando bibliografía sobre todo lo relacionado con la época helenísti-ca; desde Alejandría al Sudan, desde Macedonia a la Bactriana o Gándara. Su gran ilusión sería poder financiar una his-torieta que recrease esa gran época de mixtura cultural, y en concreto la fusión de egipcios y griegos en el siglo III A.C..

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Los inicios: izquierda, su adaptación de Sinuhé, con trece años. Derecha, la influencia de Foster es evidente

Algunas de las portadas de La historia de Asturias ilustrada por Gaspar

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Un castellano parlante que publica en bable

Meana es posiblemente, el autor astu-riano que más ha publicado en Bable. Sin embargo es conveniente matizar que escri-be los guiones de sus historias en castella-no, una paradoja explicada por el hecho de ser traducidos sus trabajos.

Pero, ¿quién es Gaspar Meana?. Uno de los autores españoles que más álbumes y páginas de una misma serie ha publicado; 15 lleva ya, y cada uno de ellos contiene 48 paginas. Pocos pueden exhibir tan pro-lífico trabajo, y ser un desconocido en España, y en Asturias diría yo. ¿Cómo es posible? La respuesta se encuentra en que su obra ha sido publicada en Bable y ya se sabe la paupérrima difusión que tiene todo aquello que se edita en nuestra lengua vernácula, debido a la poca aceptación popular que tiene, y también, a que las editoriales que lo publican no lo son con tradición y solera y se limitan a cubrir gastos, con la ayuda económica que reci-ben de la política lingüística existente. Una lástima, pero ésta es la realidad y decir otra cosa es engañarnos nosotros mismos. Consecuencia: un autor muy publicado prácticamente desconocido.

En el principioNace Gaspar en Gijón en el año 1960,

en el popular barrio de Tremañes. Hijo de emigrantes asturianos a Holanda, poste-riormente dedicados a una explotación ganadera de tipo familiar situada en el barrio de Ceares. Resalto estos hechos por buscar unas raíces al inconmensurable tesón que Gaspar ha demostrado en estos últimos diez años, que le ha permitido

realizar una obra tan titánica, que suelen tener origen en situaciones familiares complejas y difíciles que forjan al niño y convierten al adulto en un luchador.

Sus estudios de bachiller los efectúa en el CODEMA (Colegio Corazón de María) y por deseo de su padre inicia estudios superiores en la Universidad de Oviedo, en la Facultad de Derecho. Casi dos años de

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Su adaptación de Cleopatra

Dos de los trabajos de Gaspar como ilustrador

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su vida los emplea en satisfacer lo que en el seno de su familia supo-nen será la mejor forma de resol-ver su futuro. Las discrepancias conceptuales entre lo que debe ser y lo que quiere ser se agudizan y con gran dolor para su familia, abandona la carrera de Derecho y entra a estudiar en la por entonces Escuela de Artes Aplicadas de Oviedo. Corría el año 1984. Cursa estudios de Dibujo Publicitario y Diseño Gráfico, que finaliza en 1988.

La Historia le fascina, también la narrativa. No se encuentra muy capacitado para hacer historia novelada, pero sí por medio del Arte Secuencial, en forma de comics. Gran aficionado a la lite-ratura fantástica, Tolkien siempre está presente en su ambiente y uno de sus primeros trabajos, en forma de cómic, será un homenaje a la obra de este gigante de la literatura univer-sal: Solo para Tolkienomanos. Una histo-rieta-homenaje, con imágenes del gran escritor incluidas. “La mayoría de las cosas que leo tienen que ver con la histo-ria. No haría con agrado un cómic negro o del oeste, y yo quiero pasarlo bien haciendo cómic. Por otra parte hay muy poco cómic histórico riguroso. Si conside-ramos los géneros que han desarrollado la narrativa secuencial, veremos que cuenta con magistrales obras sociales, negras, etcétera. Pero no existe prácticamente en el cómic un trabajo paralelo con la Historia, que haya llevado el trabajo de investigación, como la efectuada por Robert Graves en Yo Claudio. Sin embar-go, estoy convencido que hay un sector de publico deseando ver una narración histó-rica rigurosa hecha a plumilla, y eso es lo que yo intento con La Crónica de Leodegundo”.

Su primer cómic impreso, como era de esperar, estaría fundamentado en la histo-ria y fue publicado en la revista asturiana ya desaparecida Caja de Dibujo: La sen-tencia de Frine (sep - oct. 1984). Bueno, el primero impreso se ha de puntualizar, porque el primero que realmente ve la luz, lo hace cuando tan solo contaba trece años. Trabajo claramente influenciado por la

novela de Mika Waltari Sinuhe el Egipcio y en el cómic de Hal Foster El Príncipe Valiente. En realidad hizo una adaptación de la película homónima de la Twenty Century Fox dirigida por Michael Curtiz (1954).

En relación con este trabajo y sus influencias, que incluyen evidentes plagios de viñetas de Hal Foster, es necesario contar una anécdota que forjó su rea-lización. De niño, sus padres no le dejaban leer la novela Sinuhé el Egipcio. Para quitar-la de su alcance la escondían sobre un armario. Por las noches, cuando dormían, Gaspar se encaramaba sobre una silla y en la cama, bajo las sábanas, ayudado por una lin-terna, descubrió con avidez

esta obra del autor que tanto habría de marcarle. También contribuyó a la realiza-ción de esta historieta, el que poco tiempo antes había podido comprar los primeros tebeos de la serie de Hal Foster El Príncipe Valiente.

Finalizó esta historieta a los 15 años. Por esa época pudo ver la película de Joseph L. Mankiewicz, Cleopatra (1963). Su visión le llevo también a realizar su adaptación al cómic. Hecho que le produjo uno de los mayores traumas infantiles que recuerda.

Para situarnos en aquel tiempo y lugar nos hemos de trasladar al colegio del Corazón de María, mediados los años setenta. Como podía, en horas de estudio y de no estudio, iba confeccionando la adap-tación al cómic de las películas citadas. Su tutor se percató de ello y ni corto ni pere-zoso se puso en contacto con sus padres, a los que les comunicó la intención de des-pedirlo del colegio. Motivos: el que su hijo no valía para estudiar y por tanto lo mejor seria su expulsión. Ni que decir el disgusto de sus padres y el correspondiente castigo impuesto a Gaspar. Tras muchos ruegos, tan “magnánimo” tutor accedió a no impo-nerle tan desproporcionado castigo.

Esta anécdota no finalizo aquí. Tuvo tales secuelas que le apartaron de la histo-rieta durante casi una década. No volvió a

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56Gaspar firmando ejemplares de su tra-bajo, durante el Salón del Comic del Principado de Asturias

Encima, primera plancha de Sólo para Tolkienómanos

Encima, La torre del Monte Errir

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realizar historietas hasta su ingreso en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo. Allí por un reto que se lanzaron entre compañe-ros, trasladar al cómic una leyenda de Bequer, volvió al medio para regocijo de todos los que estamos interesados en la historieta. Dibujada pero nunca publicada, la historieta lleva el titulo de El Caudillo de las manos rojas.

El Salón del Cómic Ciudad de Oviedo

Su andadura profesional comienza con este Salón. Dentro de las actividades que en él se organizaban, hubo un concurso de comics de carácter nacional al que concur-sa y obtiene el segundo premio con la his-torieta Agle. Fue en el año 1984.

En la segunda edición del mismo con-curso, vuelve a la carga con otro trabajo y de nuevo obtiene el segundo premio. La obra presentada surgió de un viaje de estu-dios que realizaron en la Escuela de Arte de Oviedo y de la visita frustrada a la galería de la Villa Borghese en Roma. Lleva por titulo El ultimo de los rondado-res y es un homenaje a Paulina Bonaparte.

En 1986, en el III concurso del citado Salón, obtiene el Primer Premio con la obra La Torre de Monte Errir (visión cómica sobre la infancia de Merlin), col-mando las aspiraciones que venía mante-niendo desde 1984, y proporcionándole un broche de oro a su persistente participa-ción. Estos trabajos tienen marcado carác-ter histórico o mitológico. Mostraban el camino de sus posteriores obras.

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Izquierda, El caudillo de las manos rojas

La Crónica de Leodegundo. Al lado, portadas de algunos de sus álbumesDebajo, viñeta de la serie

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antes de que éste llegara a España. Ahí es

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Debajo, uno de los numerosos libros que ilustró y portada para disco

Plancha de Las crónicas de Leodegundo (nº XII)

Izquierda, su Historia de Cangas de Onís

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Plancha de La Crónica de Leodegundo (nº XII)

Otros trabajos de Diseño Gráfico

Florentino Flórez, actual miembro des-tacado de El Wendigo y diseñador de este libro, fue el autor que ganó las dos edicio-nes en que Gaspar quedó en segundo lugar. Resulta curioso. Apenas diez años después, Gaspar sigue en la brecha de la historieta, con una obra que juzgo incon-mensurable, mientras que mi amigo Florentino se dedica a otras menesteres que incluyen el diseño y ser profesor en la escuela de Arte de Palma de Mallorca. La vida marca los caminos que luego volunta-ria, o involuntariamente, seguimos.

En el Salón del Comic del Principado de Asturias (Gijón)

En 1990 el Salón del cómic Ciudad de Oviedo desaparece, por los motivos que serán reseñados en el capitulo de los Salones asturianos. Como continuación del mismo se monta en Gijón otro que aglutina a todos los que hasta entonces se han organizado en ambas ciudades, bajo el nombre de Salón del cómic del Principado

de Asturias. En él participa Gaspar como ponente en varias ediciones y en el año 1994 su trabajo La Crónica de Leodegundo queda finalista en varios apartados de los Internacionales Premios Haxtur que en él se conceden. Se lleva el correspondiente a Mejor Historieta Larga, compitiendo con El alto coste de la vida de Gaiman y Bachalo, El Lama blanco de Jodorowsky y George Bess y Dylan Dog de Tiziano Sclavi. Llegó también a la final en los apartados de Mejor Guión y Mejor Dibujante. El indudable valor de esta serie quedó así refrendada para la posteridad.

Sus propias palabras hacen presagiar algo de su categoría. “Al Reino de Asturias lo procuro enlazar con los hechos coetá-neos más importantes de toda la cuenca

mediterránea. Intento relacionar la vida de la familia protagonista con los hechos más interesantes acaecidos en otros reinos coetáneos a los de Asturias. Estamos acostumbrados a ver nuestra historia ais-lada de la del resto de los países y no es así. En este sentido he de decir que la documentación a la que he tenido acceso, siempre será mas fiable cuanto mas próxi-ma. Me explico, en los álbumes 5 y 6 se narra la caída de la familia OMEYA en Siria y Mesopotamia. Al intentar docu-mentar esta parte me di cuenta que en España había interesado muy poco la historia de los Omeya, hasta la llegada de Abderraman a España. Había unos pro-blemas tremendos para documentar hechos y batallas acaecidos diez años

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donde más sufrí; arrojé el mismo interés, trabajo y buena voluntad que para lo hecho en la península ibérica pero nunca llegarán a tener la misma certeza, porque a esos imperios la historiografía española sólo los ha tocado muy tangencialmente. No obstante, para paliar esta carencia, la biblioteca Central de la Universidad de Oviedo me ha prestado una colaboración inestimable”.

Gaspar ya ha completado los tomos que conforman la segunda parte de esta larga e interesante historia (del XIII al XIV). Y sigue adelante.

Un reino para un gigante: el de Asturias

Gaspar Meana es la fuerza de voluntad y la constancia personificada, hablar con él y oír cómo tiene planificado lo que va a hacer, en relación con la historieta en el largo periodo de diez años, es algo que te induce a pensar que estás ante una persona nada común. Es capaz de planificar y lle-var a término lo planificado, aun con las enormes dificultades económicas por las que ha atravesado, las cuales, práctica-mente, no han sido capaces de desviar ni un ápice su prevista trayectoria. “Soy una persona de grandes proyectos nunca aca-bados, tengo iniciadas novelas no finaliza-das, es una constante en mi vida, por eso cuando inicié esta saga de cómic era rea-

cio a que me publicaran partes, sin haber antes concluido una parte considerable de la obra. Cuando di fin al quinto albun me avine a los deseos de algunas personas allegadas que querían ver este trabajo publicado en Bable. Hoy creo ser una persona mas estructurada y pienso que puedo llegar a acometer la empresa en su totalidad. Estoy hecho a la idea de que voy a tener una economía endeble, pero lo que más me preocupa es que pueda llegar a haber problemas de financiación para la total edición de la obra en Bable.

Lo que si puedo decir es que no veo perspectivas inmediatas de sacar rendi-miento a esto. Pero voy a seguir en el proyecto, lleve el tiempo que lleve. Tengo mucha fe en él...”.

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Alrededor, diferentes viñetas de La Crónica de Leodegundo

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Su innata modestia le ha llevado ya a la realización de 17 álbumes sin ningún tipo de financiación y sin que apenas nos ente-ráramos los que estamos a su alrededor. Otros con una obra apenas esbozada, se contonean por algunos medios de comuni-cación como si de dioses se trataran. Es la vida, pero no por eso deja de ser injusta.

Comenzó en 1989, la que sería su obra magna, aquella que puede dejar sin aliento a quienes la conozcan, su particular visión en cómic del Reino de Asturias: La

Crónica de Leodegundo. Aprovechando un año de paro y otros dos de ayuda fami-liar se lanzó a la realización del proyecto. En ocho años ha sido capaz de investigar, planificar, escribir el guión y dibujar 17 álbumes de esta serie ambientada en el Alto Medievo, lo que significa investigar, dibujar y guionizar unas 900 paginas y mas de dos álbumes por año. “Intenté hacer una historia del Reino de Asturias sin que fuera palurda, o sea, desde un punto de vista asturiano y para los astu-

rianos. Quise que quedara claro lo que fue el Reino de Asturias en su momento, quitar los gestos de magnificencia a los que esta-mos acostumbrados y clarificar el que, a pesar de ser un Reino pequeño fue muy interesante y del cual podemos estar muy orgullosos...”.

No estoy hablando, por tanto, de la obra genial, o genialoide, hecha a ramalazos de inspiración que como viene se va, sino de la labor constante que exige desarrollar una jornada laboral completa ante la docu-

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mentación o el tablero de dibujo. Hora tras hora, día tras día y cuando no existe el acicate de perspectivas claras de publica-ción, es algo tan duro que muy pocas per-sonas serían capaces de soportar. “En cuanto a las fuentes, he manejado y mane-jo TODAS las que existen, y toda la biblio-grafía que se pueda utilizar. No dejo ni un manual. Si soy lento en la creación es por ello. Diariamente manejo 15 o 20 libros. Este trabajo lo hago porque disfruto muchísimo, no sufro nada. Suelo trabajar 10 o 12 horas al día...”.

Una anécdota sobre como llego a ser

archifamoso, el escritor Frederyk Forshyte, le indujo a lanzarse a crear La Crónica de Leodegundo.

Según el mismo novelista cuenta, en un determinado momento de su vida, conva-leciente o en paro, decidió ponerse a escri-bir. Lo que resta de la anécdota ya es his-toria.

Gaspar aterrizó en el paro, a los 29 años, después de haber ilustrado la Historia de Asturias de GH Silo. En esta desagradable situación recordó la anécdota del escritor y decidió emplear el paro para comenzar tan magna obra. Nacen así los 6 primeros

álbumes de su colección. La bola de la creación se puso a rodar por la ladera del ingenio y el tesón, y ya no encontrará el final de su camino, hasta ver realizado el compromiso que consigo mismo ha suscri-to: llegar hasta el Rey asturiano Ordoño. Lo que significa hacer de 21 a 22 álbumes.

Después está el último Rey de Asturias, Alfonso III, pero esa es una historia con la que no se ha comprometido y que queda en el alero hasta nuevos compromisos.

Gaspar Meana es un vendaval contro-lado de fuerza creadora, un autodidacta que tiene unos conocimientos de nuestra

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Doble página de un manual de propaganda de los quesos asturianos y otras muestras de su labor como ilustrador

Boceto de mural para una cafetería de Gijón

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historia medieval que para sí quisieran muchos especialistas. Viajar con él por la Península Ibérica, es una experiencia por la que merece la pena pagar. El más insig-nificante pedrusco, el más anodino recove-co, es buen pretexto para endilgarte una conferencia sobre los templarios, la vida sexual de los Omeyas o las técnicas de albañilería en el Bajo Medievo, todo ello salpicado de anécdotas, citas y datos bibliográficos.

... Y también dos huevos durosPero nadie se crea que en estos años solo

ha sido capaz de realizar La Crónica. Ha hecho de todo y en casi todos los campos de nuestra cultura, desde ilustrar libros, hasta la Historia de Cangas de Onis en cómic, pasando por folletos de publicidad, campañas didacticas, concursos, etcétera.

En 1989 se presenta por vez primera al premio de historietas en Bable Urriellu. Obtiene el primer premio con la historieta de titulo Juan Cabritu, el Ñuberu.

En 1991 vuelve a ganar este premio con Los dioses de Uxal, historia ambientada en el Yucatan Maya, y al año siguiente con Bonami, príncipe de los enanos, recrea-ción de la corte de Felipe III en Valladolid y las intrigas del Duque de Lerma.

En 1994 se le concede el Premio Andrés Soler, el Pegollu, por la gran labor artística realizada a favor del Bable, a pesar de que la organización fue siempre consciente de que Gaspar escribía sus historias en Castellano. Tal es el prestigio artistico y

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creativo de su obra publicada en Bable .Antes, en 1988, consigue el Primer

Premio Nacional al mejor libro infantil y juvenil por el tercer tomo de la Historia de Asturias de GH-Silo, el correspondiente a El Reino de Asturias.

Colaboró como ilustrador en diversas revistas de poesía: Encuentros, Gávula, Lúnula y en multitud de libros ilustrados infantiles: Carolino y la sopa de letras, La Canción de Roxana, Neñures, El elefante Poff no quiere ser payaso, Ratón que te pilla el gato, Cuentos africanos para niños, La Trama del ángel, El secreto de los alquimistas, etcétera. Esto ocurriría entre 1987 y 1990.

Tampoco podían faltar las revistas dedi-cadas a la historieta o que contuvieran alguna sección dedicada a este medio de expresión. La primera que publica histo-rietas de Gaspar es Caja de Dibujo. Luego vendrán las Hojas Universitarias de la Universidad de Oviedo, TOTEM, Avilús, El Wendigo, El Gomeru...Por cierto, que en uno de los concursos que anualmente hacia la revista Totem obtiene el segundo

premio (1986), por el que nunca recibió ningún tipo de emolumento.

En 1997 Gaspar se presentó a un con-curso público, para la realización de un cómic sobre el nacimiento y desarrollo del concejo asturiano de Cangas de Onís, ori-gen del Reino de Asturias y primera capital del mismo. Estaba muy interesado en lle-varse el concurso y lo consiguió. Al pare-cer, sus orígenes familiares proceden de esta zona del oriente de Asturias y por ello se sentía muy motivado. Inicialmente esta-ba previsto que sólo realizase los dibujos. Finalmente tuvo que encargarse también del guión.

Destaco esta obra, porque, que se sepa, es la única relacionada con la historieta que ha hecho y publicado a color, todo el resto de su obra en este medio lo ha sido en blanco y negro. En 1997 fue publicada por el mismo Ayuntamiento de Cangas de Onis con el titulo de Cangas de Onis en la Historia.

En el momento de dar por finalizadas estas páginas, Gaspar está realizando una historieta sobre la destrucción de Gijón que lleva por titulo La Infanta, el niño y el pirata (1395, último año de la vieja Gijia).Ha sido producida por El Wendigo con una extension de más de 100 páginas. Su

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Encima, con J.J. Plans, en el Salón del Cómic del Principado de Asturias

Izquierda, plancha de la historieta con la que Gaspar ganó el Premio Urriellu en 1989

Derecha, historieta sobre Valdés Salas,

para Hojas Universitarias

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trama gira en torno a Isabel de Braganza, mujer del Conde de Gijón, a cuyo cargo estuvo la defensa de la plaza, apoyada por el famoso corsario ingles Harry Pay. Contra ellos, en su bautismo de armas, luchó Don Pero Niño, uno de los mas fabulosos aventureros que haya dado nunca Castilla. Trabajo que compagina con la continuación del albun nº 18 de La Crónica de Leodegundo: Emperador y penitente.

El estiloEl dibujo de Gaspar es muy informado,

meticuloso, detallista y clásico de línea, pero no de montaje. Su fuente de inspira-ción original y el autor que siempre le ha cautivado es Hal Foster. Suele decir que el día en que disponga de dinero suficiente, su máxima ilusión sería hacerse con una página original de su obra cumbre El Príncipe Valiente.

Acostumbrados como estamos la mayor parte de los lectores de comics a las histo-rias en las cuales la información histórica, fondos y demás detalles de ambientación, vestuarios y decoración, no formen parte importante de la narración, estas virtudes representan un impedimento para llegar a disfrutar de la obra, por lo barroco que resulta su dibujo, y porque nos obliga a un ritmo de lectura infinitamente mas pausa-Debajo, viñeta de

La Crónica de Leodegundo

Dos de las colaboraciones de Gaspar con El WéndigoIzquierda, La ola con la que Carlos flipó. El Wendigo nº 59

Derecha, Naza (el Wendigo, nº 71)

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do del que estamos acostumbrados. Si verdaderamente queremos disfrutar de su obra en toda la magnitud de entretenimien-to e información que nos ofrece, es necesa-rio mentalizarse, en el sentido de que estamos ante una obra de una magnitud tal, como nunca antes habíamos visto.

Realiza todo su trabajo de entintado con rotulador, con excepción de los 6 primeros álbumes en los que empleó plumilla, hasta que se dio cuenta de que no tenia facilidad con ella. Actualmente no emplea nunca el pincel o la pluma, la línea de contorno en la casi totalidad de su dibujo es uniforme, lo que le confiere cierta monotonía al aca-bado. Sistema de dibujo que ayuda muy poco a la creación de perspectivas y a la profundidad de campo.

El montaje de página es también muy tradicional en algunos aspectos, siempre fundamentado en su maestro Hal Foster.

Un Foster modernizado, con abundancia de grandes planos alargados vertical y horizontalmente, empleo de travelling, de angulaciones para resaltar determinados momentos de la acción, etc. Actualmente esto también representa un serio inconve-niente, dado que el lector habitual de his-torietas está acostumbrado a un tipo de montaje más rápido, debido a la gran influencia que el cómic de superhéroes ha ejercido sobre las generaciones de lectores de las dos últimas décadas.

“Defectos” que quedan anulados una vez que entramos en la obra. Tal es el inte-rés de lo que cuenta, la belleza de su dibu-jo, su rigurosa documentación y la forma tan amena que tiene de contar la Historia del Alto Medievo del Mundo de influencia Mediterránea, empleando para ello una aventura imaginada de lo más atractiva imaginable.

En su última obra en realización (La Infanta, el niño y el pirata), su estílo ha cambiado notable y favorablemente. Esta mejora se ha debido a que su creación no se ha visto encorsetada por la gran losa que para él suponía el tener que hacer tantos álbumes sin conocer el destino final de los mismos, sin saber si serían publicados, o si sería capaz de finalizar el proyecto. Hecho que le llevaba a meter más viñetas por página de las debidas (estéticamente), para así acortar su número. Esto no ha ocurrido en esta serie y el resultado final es sorpren-dente.

La Crónica de LeodegundoObra maestra que perdurará en el tiem-

po, que engrandecerá con su difusión a este medio de expresión, a este ARTE, conocido por los nombres de Historieta o Cómic. La propia introducción de la obra merece ser reseñada, proporciona una idea de su magnitud.

“En el año 1572 el humanista y bibliófi-lo Ambrosio de Morales recibió un encar-go del rey Felipe II: recorrer los reinos de León y Galicia y el Principado de Asturias para recabar información de las reliquias, tumbas regias y libros antiguos conserva-dos en estas tierras.

Morales, historiador científico, fue reco-giendo en un diario los datos importantes y las curiosidades que descubría en el discu-rrir de su largo viaje. Fue uno de lo últimos hombres en ver el prerrománico mausoleo

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Plancha de La infanta, el niño y el pirata Marca personal

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de los reyes de Asturias; gracias a él tene-mos, al menos, su descripción literaria. También fue uno de los últimos en ver, casi integra, la que fue biblioteca de los reyes de Asturias, conservada en la Catedral. Aquí vió y observó tantos “libros góticos” como en el resto de los reinos juntos pudiera haber. Durante días indagó y buceó en el fantástico caudal de viejisi-mos pergaminos, hemos de suponer que con enorme fruición. A él debemos la noticia de que existió una crónica, perdida hoy, de la monarquía asturiana. A su decir fue escrita por un monje benedictino, de nombre Leodegundo o Leodevumdo, que vivió en las ultimas décadas del siglo IX y primeras del X, en el monasterio de Bobetella o Novotelo del monte Grandota, cerca de Oviedo. Ambrosio de Morales fecha el manuscrito en 912. Esto es todo lo que hoy sabemos del citado libro, pues todas las pesquisas realizadas para encon-trarlo han sido valdías. Sobre esta breve reseña, añorando el Cronicon desaparecido del Archivo catedralicio, imaginando al erudito del siglo XVI leyéndolo con inte-rés, surgió la idea que aquí nos ocupa”.

Gaspar Meana, 27 de agosto de 1990.Para hablarnos de ella, he querido que lo

hiciera alguien más cercano a la Historia. Por eso le he pedido al profesor de Historia de la Universidad de Barcelona Sergi Vich que sea su introductor. Gran aficionado a los comics, ha escrito para varias presti-giosas revistas nacionales de historia, sobre los comics históricos. Estas son sus palabras.

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Gaspar Meana y la Crónica de Leodegundo

Si ha existido un período histórico que ha llamado especialmente la atención de los historietistas como marco referencial para ambientar sus viñetas, éste ha sido, sin lugar a dudas, la Edad Media.

Una relativa proximidad llena de miste-rios, su capacidad para evocar mil y una leyendas, las constantes referencias al Ciclo Artúrico, o los recuerdos de cátaros o templarios, entre otros, convierten a estos “siglos oscuros” en un marco rico en elementos que ha permitido situar series de imperecedera memoria como El Príncipe Valiente (Harold Foster, 1937), El guerrero del Antifaz (Gago y Quesada, 1944), El Capitán Trueno (Ambrós y Víctor Mora, 1956) o Los compañeros del crepúsculo (Bourgeon, 1989).

No obstante, el abuso de múltiples, y con demasiada frecuencia desvirtuadas, referencias medievales, como torneos y ordalías, los asaltos a imponentes casti-llos, o el inevitable recurso a trasuntos de personajes como Merlín, Morgana o el propio Arturo, también han poblado las tiras de series de aventuras ubicadas en otras épocas, especialmente futuristas, lo que ha convertido a la Edad Media en una especie de cajón de sastre en el que todo cabe, desde magníficas reconstrucciones hasta las más anacrónicas situaciones.

Es por ello, por lo que el buen lector de historietas se siente agradecido cuando se topa con una serie que ubique con correc-ción y buen hacer los acontecimientos históricos que narra y sus correspondien-tes referentes. Una buena prueba de lo que decimos la podemos encontrar en Las torres de Bois-Maury (Hermann, 1986), perfeccionista retrato de la sociedad feu-dal, o en La Crónica de Leodegundo, del dibujante y guionista asturiano Gaspar Meana, que nos sitúa en una plena Alta Edad Media, tan apasionante como desco-nocida por el gran público. Detengámonos en esta última.

Lo primero que destaca en esta obra, que se comenzó a publicar en 1991 y se halla aún inconclusa, es su magnitud. Escrita en bable y dibujada en blanco y negro, la obra de Gaspar Meana nos ofre-ce la ficticia saga de una rama colateral de la casa de Asturias, descendiente de los señores de Cangas y de los condes godos

de aquella región, contrapuesta en su talante, y modo de actuar, a la también goda casa de Cantabria que pronto, con la ayuda del clero y de espaldas al sentir de los naturales del país, se haría con las riendas del futuro Principado.

Sus premisas históricas, porque esta obra las tiene, se basan en una serie de puntualizaciones realizadas por el gran historiador madrileño Claudio Sánchez Albornoz en el sentido de que el rey Alfonso III había mediatizado las crónicas que antecedieron a la suya propia a fin de reforzar una más que dudosa legitimidad.

Ante tal planteamiento, podría surgir la duda de que nos hallamos ante una saga de ambientación regional, por no decir loca-lista. Todo lo contrario. Una de las mejo-res virtudes de Gaspar Meana consiste en su capacidad para incardinar su narración con los hechos más importantes acaecidos durante los siglos VIII y IX, y así sus per-sonajes, buscando siempre la verosimili-tud como norte, se mueven de Damasco a Córdoba, de Toledo a Bizancio, pasando por Roma o Aquisgrán, a la vez que asis-ten al nacimiento de la dinastía Abassí o a la creación del Imperio Carolingio, de la misma forma que participan en las cuitas propiciadas por el fin de la monarquía visigoda o la caída de los Omeyas, y asis-ten a las batallas de Roncesvalles o Guadalete. Todo ello arropado por un cuidado estudio ambiental que hace que cada trazo de su pluma haya sido conve-nientemente contrastado en rigurosas fuentes históricas y arqueológicas, que no se detiene en la mera reconstrucción icóni-ca sino que la trasciende hasta ofrecernos los trazos psicólogicos, religiosos o socia-les de toda una época, lo que convierte a La Crónica de Leodegundo en una verda-dera, y completa, saga de tan azarosos tiempos, según nos narra esta ficticia Crónica de los Reyes de Asturias, iniciada por el homónimo autor, a través de una especie de inspiración divina, en el verano del 960, y que comienza en 710 con la muerte del rey godo Witiza.

A destacar la figura de Liuva, amigo de Pelayo, “espatario” próximo a Don Rodrigo, y ancestro del pretendido autor de la referida Crónica, que protagoniza la primera mitad de los quince volúmenes realizados hasta el momento, y que, lejos de los tópicos héroes a que nos tiene acos-

tumbrado el cómic, se convierte en un verdadero antihéroe que sufre y padece las no queridas consecuencias de los turbu-lentos tiempos que le han tocado vivir, de la misma forma que la atormentada Ammia, la hechicera, invoca a una Diosa Madre primigenia de remotísimo origen, cuyo culto popular se halla presto a fene-cer en manos de una Iglesia más próxima a la nobleza que al común de sus feligre-ses, y cuyos anhelos serán continuados por sus nietos Teudán e Ingunda.

Tampoco los elementos socio-políticos resultan obviados en La Crónica de Leodegundo. Desde el sentimiento antise-ñorial de los campesinos enrolados a la fuerza en las huestes visigodas, hasta las intrigas que surgen entre los vencedores de Rodrigo por el control de Hispania, y que también se hallan presentes en la recien nacida Corte Astur, pasando por la coexistencia en un mismo marco de nume-rosas creencias: un Cristianismo y un Islamismo aún no bien asentados, como lo demuestra la herejía iconoclasta que surge pujante en Bizancio, y que chocan con ancestrales creencias; la existencia de un kabalismo hebreo en lucha con los esterto-res del gnosticismo hermético de raíz helénica, especialmente visible, en el episodio que hace referencia a la Mesa de Salomón, y que se mezclan, sin solución de continuidad con el descubrimiento del sepulcro de un Señor Santiago, teñido de priscilianismo, mientras el Beato de Liébana da cuerpo a sus Comentarios sobre el Apocalipsis de San Juan.

En definitiva, nos hallamos ante un completo estudio de un período histórico concreto que cuenta con un completo y trepidante guión, y que bien que vertido en forma de cómic, muy bien podría dar lugar, por su erudición y enjundia, a una novela o a un ensayo histórico, que no son sino el fruto de la constancia y el trabajo de un magnífico conocedor de los prime-ros siglos de la Reconquista, que aglutina todo el saber de una época y que muestra un especial y encomiable respeto por las distintas culturas que convivieron en aquellos tiempos.

Sergi Vich

Profesor de Arqueología y PrehistoriaU.N.E.D.-Barcelona

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