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DOCUMENTOS
DE TRABAJO
La violencia en la familia. Logros y
retos institucionales.
481
Alejandra Isibasi
Marzo 2013
La violencia en la familia. Logros y retos institucionales.
Alejandra Isibasi1
Fundación Rafael Preciado Hernández A.C.
Documento de Trabajo No. 481
Marzo 2013
Clasificación temática: Derechos Humanos
Resumen
Este trabajo pone de relieve la importancia de la violencia intrafamiliar –íntimamente
relacionada con la violencia de género- para plantear la necesidad impostergable de
actuar en la materia. El análisis aquí presentado permite conocer la realidad de las
familias mexicanas en lo que a violencia doméstica se refiere, así como analizar los
datos estadísticos y reflexionar sobre algunas de las posibles causas de esta forma de
violencia. Además, se aborda la realidad de las instituciones que actúan en materia de
violencia familiar. Por último, a partir de la revisión estadística correspondiente y el
análisis de los mecanismos institucionales se establecen algunas de las
recomendaciones a considerar, se visualizan las demandas más urgentes, y se plantean
las posibles estrategias de gobierno que ataquen efectivamente el flagelo de la
violencia intrafamiliar.
1 Alejandra Isibasi es socióloga y Maestra en Estudios Políticos y Sociales (FCPyS, UNAM).
Actualmente es editora de publicaciones académicas de la Universidad Iberoamericana.
Contenido
I. Introducción. 1
II. Justificación 2
III. Objetivos de la investigación 4
IV. Planteamiento y delimitación del problema. 5
V. Marco teórico y conceptual de referencia 9
VI. Formulación de hipótesis 19
VII. Pruebas empíricas o cualitativas de la hipótesis 20
VIII. Conclusiones y recomendaciones 29
IX. Bibliografía 33
1
I.- Introducción
La violencia de género y la violencia intrafamiliar son dos fenómenos que van de la
mano y que se dan muy a menudo simultáneamente. Así, para prevenir, atender y
erradicar la violencia intrafamiliar es importante tener en cuenta ambos fenómenos.
Sin embargo en México, a pesar de las múltiples y diversas acciones que se han
realizado en contra de la violencia de género y la violencia a menores, no ha sido
posible erradicar este grave problema. Es necesario entonces estudiar más a fondo el
diseño institucional y el entramado legal actuales para señalar las carencias y los retos
que se enfrentan en esta materia. La presente investigación tiene por lo tanto tres
objetivos principales. El primero es conocer la realidad de las familias mexicanas en
lo que a violencia doméstica se refiere, analizar los datos estadísticos y reflexionar
sobre algunas de las posibles causas de esta forma de violencia. El segundo objetivo
es el de conocer la realidad de las instituciones en cada nivel de gobierno en lo que a
violencia familiar se refiere. Un tercer objetivo, que depende de los resultados que
arrojen las dos primeras líneas de investigación (la revisión estadística y el análisis de
mecanismos institucionales), es el de establecer los pasos a seguir, las demandas más
urgentes, las estrategias posibles de gobierno ante el flagelo de la violencia
intrafamiliar. Esto no sólo beneficiará a la sociedad en su conjunto, y la familia
mexicana más específicamente, sino que permitirá a los partidos políticos,
legisladores y ámbitos de gobierno tomar decisiones y proponer iniciativas
pertinentes, oportunas y relevantes al tema.
2
II.- Justificación de la Relevancia de la Investigación
La razón principal por la que es importante un análisis puntual sobre violencia
intrafamiliar en México y su atención desde las instituciones es debido a la urgencia
con que debe tratarse este problema. La violencia de género –que deviene muy
seguido en violencia de familia- es de las formas de violencia más sencillas de
prevenirse y atenderse, además que los derechos a una vida libre de violencia, a una
familia que procure alimentación y seguridad, y a la igualdad entre géneros son
derechos establecidos en la Constitución Mexicana que deben ser garantizados por
todos los medios. Si las leyes y su aplicación no son suficientes, deben existir
mecanismos institucionales, incluso rutas intersectoriales que permitan la
instrumentación de fines tan relevantes para la vida individual, familiar, y
democrática.
Según la Organización Mundial de la Salud, el maltrato infantil es una causa
de sufrimiento para los niños y las familias, y puede tener consecuencias a largo
plazo. Éste causa estrés y se asocia a trastornos del desarrollo cerebral temprano. Los
casos extremos de estrés pueden alterar el desarrollo de los sistemas nervioso e
inmunitario. En consecuencia, los adultos que han sufrido maltrato en la infancia
corren mayor riesgo de sufrir problemas conductuales, físicos y mentales, tales
como:2
actos de violencia (como víctimas o perpetradores);
depresión;
2 Información y datos obtenidos en la página de la Organización Mundial de la Salud, OMS. Maltrato
infantil, Nota descriptiva N.° 150, Agosto de 2010,
en http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs150/es/index.html, fecha de consulta: 21 de febrero
2013.
3
consumo de tabaco;
obesidad;
comportamientos sexuales de alto riesgo;
embarazos no deseados;
consumo indebido de alcohol y drogas.
A través de estas consecuencias en la conducta y la salud mental, el maltrato
puede contribuir a las enfermedades del corazón, al cáncer, al suicidio y a las
infecciones de transmisión sexual. El maltrato infantil tiene por tanto un impacto
económico que abarca los costos de la hospitalización, de los tratamientos por
motivos de salud mental, de los servicios sociales para la infancia y los costos
sanitarios a largo plazo también.
Se entiende entonces que la urgencia de atender este problema tiene incluso
diversos niveles e implicaciones, desde económicas, políticas y sociales, hasta en el
seno mismo de la familia, que es donde más gravemente y con mayor frecuencia se
pagan todas las consecuencias al mismo tiempo. Si la salud social empieza por la
salud familiar, entonces es obligación moral y mandato constitucional del Estado
mexicano hacer prevalecer la paz y el sano desarrollo físico, mental y social en las
familias de hoy.
4
III.- Objetivos de la investigación
La presente investigación tiene al menos dos objetivos principales. El primero es
conocer la realidad de las familias mexicanas en lo que a violencia doméstica se
refiere, analizar los datos estadísticos y reflexionar sobre algunas de las posibles
causas de esta forma de violencia. El segundo objetivo es el de conocer la realidad de
las instituciones en lo que a violencia familiar se refiere. Un tercer objetivo, que
depende de los resultados que arrojen las dos primeras líneas de investigación (la
revisión estadística y el análisis de mecanismos institucionales), es el de establecer los
pasos a seguir, las demandas más urgentes, las estrategias posibles de gobierno ante el
flagelo de la violencia intrafamiliar.
5
IV.- Planteamiento y delimitación del problema
La violencia de género y la violencia intrafamiliar son dos fenómenos que van de la
mano y que se dan muy a menudo simultáneamente. Para la Organización Mundial de
la Salud, el maltrato infantil se define como “los abusos y la desatención de que son
objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o
psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro
tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o
poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad,
confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces
entre las formas de maltrato infantil”.3
El maltrato infantil es un problema mundial con graves consecuencias que
pueden durar toda la vida. No hay estimaciones fiables de la prevalencia mundial del
maltrato infantil, pues no hay datos acerca de la situación existente en muchos países,
especialmente los de ingresos bajos y medianos. Las estimaciones sobre este
fenómeno son muy variables pero dependen, en general, de las definiciones de
maltrato infantil utilizadas (en cada país o entidad); el tipo de maltrato infantil
estudiado (físico, sexual, emocional, trabajo forzado, explotación laboral o sexual,
etc); la cobertura y la calidad de las estadísticas oficiales; la cobertura y la calidad de
las encuestas basadas en los informes de las propias víctimas, los padres o los
cuidadores.
En México la institución encargada de recabar información y atender a los
niños y niñas en situación de violencia familiar es, principalmente, el DIF (Desarrollo
Integral de la Familia), el cual publica anualmente cifras de maltrato. También el
3 idem
6
INEGI, a través de la Encuesta Nacional de Dinámica de Hogares (ENDIREH) y sus
estadísticas de mortandad y mortalidad infantil, y el sector salud, a través de su
Sistema Nacional de Información en Salud (SINAIS), publican anualmente
información relativa a la situación de la infancia en México.
Sin embargo, la visibilización de la violencia doméstica es aún incipiente. Los
sectores de la educación y de la seguridad pública no cuentan aún con cifras
sistemáticas ni sistematizadas de violencia a menores, lo cual refleja la dificultad y la
opacidad con que han enfrentado este problema.
De cualquier modo, los estudios internacionales revelan que aproximadamente
20% de las mujeres y de 5 a 10% de los hombres manifiestan haber sufrido abusos
sexuales en la infancia, mientras que 25 a 50% de los niños de ambos sexos refieren
maltratos físicos. Además, muchos niños son objeto de maltrato psicológico (también
llamado maltrato emocional) y víctimas de desatención. Se calcula que cada año
mueren por homicidio 31 000 menores de 15 años. Esta cifra subestima la verdadera
magnitud del problema, dado que una importante proporción de las muertes debidas al
maltrato infantil se atribuyen erróneamente a caídas, quemaduras, ahogamientos y
otras causas.4
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Dinámica de las
Relaciones de los Hogares (ENDIREH) 2006, no sólo cuatro de cada 10 mujeres que
tienen o tuvieron una pareja han sido agredidas en algún momento de su vida marital,
de convivencia o noviazgo por ésta, sino que más de 15% (cinco y medio millones de
mujeres) fueron agredidas por algún familiar diferente de su esposo o pareja en el año
anterior a la encuesta. También, 39.5% de las mujeres encuestadas sufrieron violencia
4 idem
7
física durante la infancia. Estos datos, como veremos en la presente investigación no
han cambiado, al menos no han disminuido.
La violencia de género, además, tiene consecuencias graves en el seno
familiar: 45 de cada 100 mujeres que son maltratadas por su cónyuge agreden a sus
hijos, mientras que 27 de cada 100 mujeres que no padecen violencia de pareja son a
su vez generadoras de violencia. La agresión hacia los infantes se incrementa en el
caso de las mujeres que sufren violencia física o sexual: 65 de cada 100 mujeres con
violencia de este tipo maltratan a sus hijos. El maltrato hacia los niños(as) proviene
principalmente por el lado de la madre y éste se incrementa en mujeres que padecen
violencia por parte de su pareja. En las mujeres víctimas de violencia conyugal, casi 5
de cada 10 son a su vez generadoras de violencia hacia sus hijos, contra 3 de cada 10
mujeres donde el cónyuge es quien los maltrata (datos ENDIREH, 2003).
Así, para prevenir, atender y erradicar la violencia intrafamiliar es importante
tener en cuenta ambos fenómenos, la violencia de género y la violencia a niños, niñas
y adolescentes, en el seno familiar.
Muchas acciones se han realizado ya en este sentido, aunque en forma
separada. En materia de violencia de género, los avances han sido importantes con la
publicación de leyes generales que garantizan la igualdad entre hombres y mujeres y
defienden el derecho a una vida libre de violencia. También, se han creado
instituciones específicas para la atención a las mujeres (INMUJERES), y para
prevenir la violencia de género. En junio de 2009 se creó por decreto la Comisión
Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (DOF-1jun2009),
órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación que entre otras atribuciones
tiene la de coordinar en los tres órdenes de gobierno la política pública en la materia y
8
haber elaborado el Programa Integral para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres.
Por otro lado, se aprobó y es vigente la Ley para la Protección de los Derechos
de Niños, Niñas y Adolescentes, misma que establece que es obligación de madres,
padres y de todas las personas que tengan a su cuidado niñas, niños y adolescentes,
“protegerlos contra toda forma de maltrato, perjuicio, daño, agresión, abuso, trata y
explotación”. También existe la Norma Oficial Mexicana NOM-046-SSA2-2005, que
regula y establece los criterios de atención a violencia familiar, sexual y contra las
mujeres en el sector salud. Esta herramienta permite al sector responder con los
mismos estándares ante cualquier usuario dentro de la república mexicana. En el
sector educativo se asumió el compromiso de combatir la violencia de género
mediante la instrumentación de los Módulos de Orientación, Prevención y Atención
de la Violencia de Género (MOPAV), cuyos objetivos son combatir la discriminación
de género, promover la cultura de la equidad, y ofrecer apoyo psicológico y legal a las
trabajadoras y maestras víctimas de violencia familiar. Sin embargo esto no es
suficiente, sobre todo si se busca detectar, prevenir y sancionar situaciones de
violencia familiar contra niños, niñas y adolescentes desde la escuela o en ámbitos
externos a la familia directamente.
El problema entonces en México es que a pesar de las múltiples y diversas
acciones que se han realizado en contra de la violencia de género y la violencia a
menores, no ha sido posible erradicar este grave problema. Es necesario estudiar más
a fondo el diseño institucional y el entramado legal actuales para señalar las carencias
y los retos que se enfrentan en esta materia.
9
V.- Marco teórico de referencia
El estudio del problema de violencia de género, así como de violencia doméstica,
implica, por un lado, la revisión estadística de ambos fenómenos actualemente y, por
otro lado, la revisión de las leyes, los programas y documentos ya existentes en
México, además de la revisión de los tratados internacionales y textos que enmarcan
la reflexión en esta materia. Por lo que, además de un análisis de datos e indicadores
puntual, la presente investigación tendrá por marco de referencia a la Ley General
para la Igualdad entre Mujeres y Hombres (DOF- 2/ago/2006), la Ley General de
Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (DOF- 1/feb/2007), el programa
de la CONAVIM, la Ley del Instituto Nacional de las Mujeres, la Ley de Protección
de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la NOM-046-SSA2-2005, la
Convención Internacional para la Eliminación de todas las formas de Discriminación
contra la Mujer (CEDAW), la Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres (Belem Do Pará), La Declaración de los Derechos del
Niño. También se revisará el concepto de familia en la actualidad en México y la
redefinición conceptual por la que está pasando.
Empezaremos no obstante por las definiciones-marco y los consensos respecto
de qué es el maltrato infantil. Como decíamos más arriba, el maltrato infantil se
define como “los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e
incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención,
negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un
daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia,
en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a
10
la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas de maltrato
infantil”.5
Definiciones
Los factores de riesgo que se han identificado a nivel mundial, aunque no están
presentes en todos los contextos sociales y culturales, dan una visión general que
permite comprender las causas del maltrato infantil.
Los factores de riesgo relacionados con el niño (factores que pueden aumentar
la probabilidad de que éste sea maltratado), según la OMS, son:
la edad inferior a 4 años y la adolescencia;
el hecho de no ser deseados o de no cumplir las expectativas de los padres;
el hecho de tener necesidades especiales, llorar mucho o tener rasgos físicos
anormales.
Los factores que pueden incrementar el riesgo de maltrato infantil en los
padres o cuidadores son:
las dificultades para establecer vínculos afectivos con el recién nacido;
el hecho de no cuidar al niño;
los antecedentes personales de maltrato infantil;
la falta de conocimientos o las expectativas no realistas sobre el desarrollo
infantil;
el consumo indebido de alcohol o drogas, en especial durante la gestación;
la participación en actividades delictivas;
las dificultades económicas.
5 idem
11
Los factores llamados “relacionales”, es decir, las características de las
relaciones familiares o de las relaciones con la pareja, los amigos y los colegas que
pueden aumentar el riesgo de maltrato infantil son:
los problemas físicos, mentales o de desarrollo de algún miembro de la
familia;
la ruptura de la familia o la violencia entre otros miembros de la familia;
el aislamiento en la comunidad o la falta de una red de apoyos;
la pérdida del apoyo de la familia extensa para criar al niño.
Finalmente, los factores sociales y comunitarios que pueden aumentar el
riesgo de maltrato infantil son:
las desigualdades sociales y de género;
la falta de vivienda adecuada o de servicios de apoyo a las familias y las
instituciones;
los niveles elevados de desempleo o pobreza;
la disponibilidad fácil del alcohol y las drogas;
las políticas y programas insuficientes de prevención del maltrato, la
pornografía, la prostitución y el trabajo infantiles;
las normas sociales y culturales que debilitan el estatus del niño en las
relaciones con sus padres o fomentan la violencia hacia los demás, los castigos
físicos o la rigidez de los papeles asignados a cada sexo;
las políticas sociales, económicas, sanitarias y educativas que generan malas
condiciones de vida o inestabilidad o desigualdades socioeconómicas.
Así, notamos inmediatamente que el maltrato infantil está relacionado con una
serie de problemas más amplios, más graves también, en cuanto a su naturaleza y su
12
posible solución. Los factores de riesgo de maltrato no sólo son de orden físico,
emocional o material en el seno mismo del hogar del niño o niña, sino que llegan a
tener relación con las políticas más o menos deficientes del Estado, una política
económica injusta, o una cultura que tolera las conductas agresivas en contra de los
menores.
La prevención, igual que la atención, del maltrato infantil requieren entonces
de un enfoque multisectorial. Para la OMS, los programas eficaces son los que
prestan apoyo a los padres y les aportan conocimientos y técnicas positivas para criar
a sus hijos, en lugar de aquellos que separan familias y exponen a los menores a
situaciones igualmente precarias en hogares ahora adoptivos.
Leyes
Por otro lado, en México, la Ley para la Protección de los Derechos de Niñas, Niños y
Adolescentes, en su Capítulo Segundo, artículo 11, fracción B, establece que es
obligación de madres, padres y de todas las personas que tengan a su cuidado niñas,
niños y adolescentes, “protegerlos contra toda forma de maltrato, prejuicio, daño,
agresión, abuso, trata y explotación”.
Esta obligación debe ser corresponsable con los instrumentos y herramientas
jurídicos y de política pública que el Estado mexicano pfrece a la familia para su
desarrollo integral y debe por tanto corresponderse con lo establecido en la Ley de
Igualdad entre Mujeres y Hombres, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una
Vida Libre de Violencia, el Sistema Nacional de Prevención, Atención, Sanción y
Erradicación de la Violencia contra las Mujeres, y su Programa, en cuanto a
protección de todos los miembros de la familia se refiere.
13
Asimismo, se establece en la Ley de Protección de los Derechos de Niñas,
Niños y Adolescentes (Capítulo Segundo, artículo 13, fracción C):
“la obligación de familiares, vecinos, médicos, maestros, trabajadores sociales,
servidores públicos o cualesquiera persona, que tengan conocimiento de casos de
niñas, niños o adolescentes que estén sufriendo la violación de los derechos
consignados en la Ley, en cualquiera de sus formas, de ponerlo en conocimiento
inmediato de las autoridades competentes, de manera que pueda seguirse la
investigación correspondiente”.
Se hace pues necesaria, para el cabal cumplimiento de esta Ley, y para
garantizar los derechos de todos los miembros de la familia, en cuanto a violencia
intrafamiliar principalmente se refiere, la elaboración puntual de una ruta crítica
intersectorial en el combate a la violencia intrafamiliar.
Es necesario no sólo que cada sector perteneciente al Sistema (de prevención,
atención y erradicación de la violencia contra la mujer) siga sus propios lineamientos
en cuanto a cómo tratar los casos de violencia de género y/o a menores, sino que estos
lineamientos sean congruentes y armónicos entre sí, con el fin de garantizar
plenamente la coordinación y el trabajo conjunto entre sectores para el cumplimiento
de los derechos de cada miembro de la familia.
Familia y violencia doméstica
Como hemos visto, la violencia doméstica puede manifestarse en la forma de
violencia de pareja o de maltrato infantil o ambos en los peores casos. La violencia,
más allá de sus causas y orígenes, se expresa en general de la misma manera (es decir
hay “tipos” de violencia facilmente identificables, hay “ciclos” de la violencia con
14
diferentes etapas, etc.), y así es como ha podido establecerse que las mujeres víctimas
de violencia de pareja son a su vez perpetradoras de maltrato a menores en un
porcentaje importante. La relación sin embargo no es causal: el estereotipo de la
“madre violenta” es de los primeros prejuicios sobre los que habría que prevenir a
investigadores, trabajadores sociales, funcionarios e impartidores de justicia. Si las
mujeres violentadas son a la vez violentas, o si se empieza a observar un
recrudescimiento o incremento de la violencia a menores por mujeres, generalmente
las madres, no es porque las mujeres sean naturalmente más violentas que los
hombres o algún argumento similar sino porque las mujeres son quienes están a
cargo de la educación y crianza de los hijos y son quienes pasan la mayor parte del
tiempo con ellos y, por lo tanto, si se encuentran en una situación de estrés extremo y
violencia son más susceptibles de infringir violencia en sus hijos, antes que en sus
parejas, a quienes en general tienen miedo. Y es que cuando son los hombres quienes
infringen violencia, ésta se hace más grave.
En un estudio realizado en Cd. Juárez, Chihuahua, en la década pasada, sobre
maltrato infantil, esto fue lo que se observó:
“(…) a pesar de ser las madres quienes aparecen con mayor incidencia de maltrato
y/o abuso hacia los y las menores dentro de los registros de la Procuraduría, (son) los
padres varones o los actuales compañeros de las madres quienes llevan a cabo los
maltratos y/o abusos más graves o drásticos en los casos de estos/as menores, pues en
tanto que las mujeres/madres regañan, tiran del pelo, pellizcan, insultan o ignoran, los
varones/padres golpean, muerden, fracturan, queman, provocan estados de coma, e
inclusive llegan a la muerte”.6
6 Rosalba Robles Ortega. “La violencia contra la mujer. Una violencia que se expande”, en Teresa Fernández de Juan (coord), Violencia contra la mujer en México. México, 2004, CNDH: 175-195.
15
La familia mexicana ha pasado por una serie de transformaciones importantes,
tanto en su estructura como en los roles y la función asumidos tradicionalmente. De
Oliveira y Ariza (2001) describen las transformaciones externas, económicas,
sociales, que han presionado o impactado con mayor o menor intensidad a la familia
mexicana en las últimas décadas. Ellas definen un proceso de terciarización (el
desarrollo del sector terciario, el de los servicios) de la economía y la inclusión
masiva de las mujeres en el mercado laboral en esta etapa.
Para las autoras es claro que en México, más que a partir de la emancipación
feminista directamente, son los propios procesos macroestructurales de las últimas
décadas los que han puesto a las mujeres en el mercado laboral y los que han
generado hacia ellas las expectativas de participación económica y política, al menos
en tanto que trabajadoras extradomésticas (fuera del hogar) y votantes.
Pero, si a esto agregamos además las transformaciones de carácter cultural, es
decir, la influencia de los movimientos feministas en el mundo entero y la exposición
cada vez más intensiva a distintos modelos de feminidad mediante los medios
masivos de comunicación, la entrada también masiva de las mujeres a la educación
superior y la urbanización acelerada de las últimas décadas, tenemos entonces que las
expectativas sobre el rol de la mujer han cambiado, y se centran menos en la sola
maternidad. Sin embargo, como señalan, “las transformaciones (culturales) descritas
sólo pueden tomarse como indicativas del sentido previsible de los cambios
culturales, pues distan mucho de constituir todavía valores generalizados”.7
La transformación familiar, además, no sólo está relacionada con la
introducción de la mujer en el mercado laboral de forma masiva, sino que también
7 Orlandina de Oliveira y Marina Ariza, “Familias en transición y marcos conceptuales en
redefinición”, Papeles de Población, abril-junio, número 28, Toluca, 2001, Universidad Autónoma del Estado de México: 9-39, 17.
16
tiene que ver con nuevos vínculos y nuevas formas de familia. Actualmente, hay cada
vez más hogares uniparentales (debido a la migración, a la maternidad adolescente y/o
a la propia emancipación femenina, que ha llevado a más hogares de madres solteras),
hogares jefaturados por una mujer (aunque haya un hombre en la familia, éste puede
estar esporádica o totalmente ausente), hogares con padres o madres homosexuales,
etc. El perfil de los hogares en los que hay violencia doméstica ha sido descrito por
Robles Ortega, según esta autora:
“Las nuevas o actuales familias y particularmente las familias abordadas para la
investigación [es decir, las familias con violencia doméstica y, específicamente, con
maltrato infantil], no son familias en donde prevalezca, primero: el compromiso
legalmente establecido por la ley del matrimonio, segundo: no son relaciones que
hayan tenido una sola pareja, y tercero: en la mayoría de las ocasiones (en el 80 % de
los casos), las parejas actuales de las mujeres no son los padres biológicos de los y las
menores maltratados”.8
Esta “nueva” conformación familiar (o recientemente más común) y que se
corresponde con el perfil de las familias en las que se ha observado mayor incidencia
de violencia doméstica, encuentra una plausible explicación a la violencia, o se
redobla en la experiencia de la violencia, debido a que las expectativas que viven
sobre todo las madres de familia son contradictorias. Se les pide que cumplan al
mismo tiempo con el rol tradicional de cuidadoras y reproductoras de los valores
pero ahora en un contexto de familia de “segunda generación”, es decir, sin padre o
con padrastro, y con la expectativa económica de generar un ingreso suficiente y la
expectativa cultural de vivir emancipadas lo cual en muchos casos se traduce en
una crisis personal o familiar:
8 Robles Ortega, op. cit.
17
“Bajo estas características de familias no tradicionales se extiende —en todos los estratos
sociales—, y a la vez se cerca —sobre cada una de las familias—, el ejercicio de
violencia fomentada en una constante y contradictoria lucha cotidiana, sobre lo que
social y públicamente se dice que “tiene que ser” una familia, pero sobre todo una
“madre”, en tanto que cotidianamente hay un enfrentamiento con una realidad que no
corresponde a ese “deber ser” tan aludido”.9
El problema por lo tanto del maltrato infantil está también íntimamente
relacionado con una concepción de la familia que ya no se corresponde con la
realidad y que en ocasiones pone en crisis los valores de sus miembros, aumentando
así el estrés y la presión sobre la familia misma. También está relacionado con una
concepción de los roles materno y femenino, y paterno inclusive, que vuelven la
violencia en un fenómeno tolerable o incluso normal desde el punto de vista de
quienes la padecen. Muchas veces la violencia intrafamiliar se vive como un asunto
privado y no como parte de un problema más amplio que se pueda atender mediante
instituciones y/o la intervención de la comunidad, como sería el caso de una epidemia,
una catástrofe natural, una enfermedad. Quien es víctima de un asalto, por ejemplo,
sabe que puede recurrir a las autoridades, o quien es víctima de un flagelo como el
hambre o la enfermedad, sabe que puede recurrir a su comunidad en busca de ayuda,
pero quien es víctima de violencia en el seno de su propia familia, en general, se
repliega sobre sí mismo.
La lucha por hacer de este fenómeno uno visible, por proteger los derechos y
las vidas de quienes están en peligro, ha sido una lucha incluso cultural, que casi
siempre empieza por hacer tomar conciencia a las víctimas de su situación. Cuando
éstas, además, son menores de edad, la prevención y la atención a su problema pasa
por el filtro de los adultos responsables, lo cual dificulta aún más la tarea.
9 Idem.
18
Es por esto que entre las medidas de prevención se ha recomendado tener
mecanismos permanentes de evaluación y monitoreo de la violencia a niños y niñas
en las escuelas, hospitales, y en los hogares mismos. Veremos si en México existen
estos mecanismos, y si existen también aquellos diseñados para responder ante el
problema.
19
VI.- Formulación de Hipótesis
A pesar de los importantes avances en materia de violencia de género y violencia
intrafamiliar, pensamos que aún hay muchas acciones pendientes que harían la
prevención y la atención a estos problemas más sencillas. La hipótesis es entonces
que pueden y deben impulsarse acciones más contundentes en relación con la
violencia doméstica desde el nivel institucional; buscaremos hacer algunas propuestas
al respecto.
20
VII. Pruebas empíricas o cualitativas de la hipótesis.
Situación de la infancia en México
Casi 30% de la población mexicana es menor de edad.
Fig. 1. Población total por edad, 2010.
Fuente. INEGI. Censo Nacional de Población, 2010.
Fig. 2. Población menor de 17 años por entidad federativa, 2010.
Elaboración propia, basado en datos de Redim, La infancia cuenta en México, 2010. Ensayo temático.
Total72%
De 0 a 4 7%
De 5 a 9 7%
De 10 a 14 7%
De 15 a 19 7%
Población total por edad, 2010
0
1000000
2000000
3000000
4000000
5000000
6000000
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Tlax
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Yuca
tán
Zaca
teca
s
Niños y niñas menores de 17 años por entidad federativa, 2010
21
La población menor de edad se distribuye igualitariamente en cada quintil de
edad, es decir, hay tanta población de 0 a 4 años que de 5 a 9, de 10 a 14 o de 15 a 19
años de edad. Su distirbución geográfica refleja la distribución geográfica de la
población total en México, y se concentra sobre todo en el Estado de México, Distrito
Federal, Jalisco, Veracruz, Nuevo León, Puebla, principalmente.
La población menor de edad es una que tanto asiste a la escuela como que
trabaja y tiene ingresos de al menos dos salarios mínimos.
Fig. 3. Población de 12 a 17 años por condición de ocupación o desocupación (y/o inasistencia a la
escuela), 2009.
Elaboración propia basado en datos de Redim, La infancia cuenta en México, 2010. Ensayo temático.
Resulta alarmante observar cómo en algunos estados hasta 60% de la
población de sólo entre 12 y 17 años de edad trabaja y tiene ingresos de hasta 2
salarios mínimos, como es el caso de Guanajuato, y por encima de 50% están
Coahuila, Distrito Federal, Estado de México y Yucatán. Alarma igualmente el alto
porcentaje de población que sin trabajar tampoco asiste a la escuela en este mismo
rango de edad: por encima de 10% de la población entre 12 y 17 años ni estudia ni
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Población de 12 a 17 años por ocupación y por entidad, 2009
% población de 12 a 17que no trabaja ni asistea la escuela, 2009
% PEA ocup de 12 a 17con ingresos de hasta 2salarios mínimos, 2009
22
trabaja en los estados de Coahuila, Chihuahua, Nuevo León, Chiapas, Aguascalientes,
Guanajuato, Michoacán, Zacatecas y Querétaro. Cabe preguntarse entonces porqué
ese 10% aproximadamente no tiene acceso a la educación ni está inserto en el
mercado laboral y porqué un porcentaje hasta cinco veces más alto está trabajando en
edad de estudiar.
El Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve), en su Encuesta Nacional de la
Juventud (Enjuve) 2010, muestra que alrededor de 75% de los jóvenes que no
estudian ni trabajan son mujeres. Éstas abandonan los estudios a más temprana edad
que sus contemporáneos varones, ya sea por razones de matrimonio y maternidad o
para dedicarse a las tareas domésticas. Es entonces muy relativo el término “nini” (ni
estudia ni trabaja) para estas mujeres que en realidad se dedican al trabajo no
remunerado o muy precario y en general informal. Los hombres menores de edad
tienen acceso a empleos remunerados, aunque también precarios. Observemos además
la condición de maternidad adolescente actualmente:
Fig. 4. Maternidad adolescente y condición de desocupación e inasistencia a la escuela, 2010. Elaboración propia basado en datos de Redim, La infancia cuenta en México, 2010. Ensayo temático.
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Maternidad adolescente y condición de desocupación e inasistencia a la escuela, 2010.
% de madresde 15 a 17años, 2008
% depoblación de12 a 17 que notrabaja niasiste a laescuela, 2009
23
No hay relación aparente sin embargo entre la maternidad adolescente y la
condición de desocupación e inasistencia a la escuela, al menos en los años
observados. Pero, observada de forma aislada, la maternidad adolescente alcanza 8%
de la población menor a 17 años en algunos estados, lo cual refleja también
deficientes políticas de educación sexual y prevención de la maternidad prematura, y
podría incluir aunque veladamente la cifra de embarazos no deseados debidos a
violación o casos de abuso sexual reiterado. La cifra de maternidad adolescente, de
esta manera, no sólo habla de la corta edad que tienen casi 10% de las madres en
México actualmente, y lo que eso puede implicar para la crianza en dichos hogares,
sino que también sugiere la presencia de un fenómeno más opaco y dificil de
observarse como podría ser la maternidad debido a abuso sexual, sobre todo en
estados donde la interrupción del embarazo es ilegal en muchas de sus causales y es
mucho mejor vista la maternidad adolescente que el aborto. Las implicaciones de un
embarazo no deseado y llevado a término, en la crianza de los hijos, pueden ir desde
el desarrollo sano y feliz de los hijos en el menor número de casos hasta casos de
abandono, maltrato, abuso o negligencia de los hijos, más frecuentemente.
La condición de maternidad adolescente, uno de los factores de riesgo
reconocidos en el maltrato infantil, está íntimamente relacionada con la inequidad de
género y la violencia a la mujer. Atender ésta redunda en la prevención de futuros
casos de maltrato infantil. Además, atender ésta es atender el problema de maltrato
infantil, puesto que las madres son también menores de edad en situación de
vulnerabilidad extrema.
24
Fig. 5. Tasa de mortalidad infantil, 2010.
Elaboración propia basada en datos de Redim, La infancia cuenta en México, 2010. Ensayo temático.
La tasa de mortalidad infantil es alta en los estados más pobres de la república,
puesto que toma en cuenta todas las causas de muerte en estos rangos de edad. La
mortalidad de la población menor de un año de edad es aún muy elevada en algunas
regiones debido a las enfermedades infecciosas, las malformaciones congénitas, las
infecciones respiratorias. Las enfermedades graves como la leucemia (segunda causa
de muerte en niños y niñas de 5 a 14 años) cobran miles de vidas al año en México.
Sin embargo llama la atención que en los niños de 5 a 14 años las lesiones
autoinfligidas (suicidios) y las agresiones (homicidios) sean la cuarta y quinta causa
de muerte a nivel nacional. En los niños y niñas de 1 a 4 años los homicidios son la
novena causa de muerte y la quinta causa son el ahogamiento y sumersión
accidentales. Si se menciona esta causa de mortalidad es porque muchas agresiones
pasan por accidentes y terminan registrándose así, hay que tomar en cuenta el
subregistro de agresiones al medir el maltrato a menores. El ahogamiento y la
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Tasa de mortalidad infantil, 2010
25
sumersión accidentales, de hecho, son la tercera causa de muerte en la franja de 5 a 14
años.10
Las muertes registradas como suicidio y homicidio son muertes debidas al
maltrato que fueron comprobadas, pero cada año quedan muchas muertes sin causa
específica, el subregistro se debe a que cada entidad federativa tiene su propio sistema
de información y no necesariamente funciona tan eficazmente como en otras
entidades. También en algunos casos, los eventos no se reportan por la familia o por
las autoridades.
Denuncias por maltrato a menores (número) 2007-2011
2007 2008 2009 2010 2011
Denuncias recibidas 43,986 59,240 48,591 33,082 18,136
Denuncias en las que se
comprueba el maltrato 25,175 34,023 23,316 17,800 12,867
Denuncias presentadas ante
el Ministerio Público 3,991 4,656 5,903 3,252 1,553
Cuadro 1. Denuncias por maltrato a menores, 2007-2011.
Elaboración propia basado en datos de: Informe 2007-2009. Un México Apropiado para la Infancia y
la Adolescencia. Consejo Nacional para la Infancia y la Adolescencia, Sedesol, 2010: 115; y Sistema
Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (SNDIF), Datos estadísticos referentes a menores
maltratados, 2009-2011, Dirección General Jurídica y de Enlace Institucional.
Así, las cifras sobre maltrato infantil en México no sólo reflejan el grave
problema que los niños y las niñas mexicanos enfrentan junto con sus familias, sino
también la urgente necesidad de generar indicadores precisos que visibilicen el
problema y permitan a autoridades, expertos y sociedad civil reflexionar más
puntualmente sobre el problema y sus soluciones.
10 SINAIS, Sistema Nacional de Información en Salud. Principales causas de muerte en menores de 1
año, en niños y niñas de 1 a 4 años de edad, en niños y niñas de 5 a 14 años de edad, en
www.sinais.salud.gob.mx/mortalidad
26
Ahora bien, deben señalarse los esfuerzos de múltiples organizaciones de la
sociedad civil por medir el fenómeno, evaluar las políticas públicas a favor de la
infancia y generar mayor conocimiento sobre el tema. La Red por los Derechos de la
Infancia en México, Redim, por ejemplo, ha generado ya 63 indicadores para medir
maltrato infantil, no sólo en relación con la violencia doméstica, sino también en
relación con el trabajo infantil, la explotación sexual, y los niños y niñas en contextos
de conflictos armados y guerras. Sin embargo este esfuerzo, conjunto con la UNICEF
y otras organizaciones de la sociedad civil, no ha sido usado por los distintos niveles
de gobierno para tener un sistema de información sobre la infancia en México con
datos e indicadores claros que permitan no sólo la toma de decisiones a nivel de
gobierno y en la prescripción de políticas públicas sino en la planeación y distribución
anual del presupuesto federal y estatales.
El gobierno federal, en su Informe Un México apropiado para la Infancia y la
Adolescencia, en su Meta 17 “Proteger a los niños de todas las formas de abuso,
maltrato, abandono, explotación, y violencia” acepta que:
“No existen indicadores cuantitativos que permitan medir el avance de esta meta. Sin
embargo, se considera que éste es satisfactorio porque existe un amplio catálogo de
programas federales dirigidos a proteger a los niños de todas las formas de abuso,
maltrato, abandono, explotación y violencia”11
No queda claro si el gobierno, al asumir esta postura, desconoce los
indicadores que la sociedad civil ha generado ya, y con los que trabaja desde hace
años para medir y evaluar la situación de la infancia en México, o si se refiere a la
necesidad gubernamental de generar sus propios indicadores para medir y evaluar no
11 Sedesol, Un México Apropiado para la Infancia y la Adolescencia. Informe 2007-2009. Cap. 4.
“Protección Integral”. Consejo Nacional para la Infancia y la Adolescencia. Sedesol, STPS, Salud, SEP. Programa de Acción 2002-2010. IMSS, ISSSTE, DIF, Vivir Mejor, 2010: 114.
27
sólo el fenómeno en sí sino las políticas y programas que se diseñen a partir de esto.
En cualquier caso, enumera el “amplio catálogo” de acciones que a todas luces resulta
insuficiente. Cabe señalar no obstante que las acciones del gobierno federal son
prácticamente las únicas (salvo en el caso del Distrito Federal, que ha destinado más
recursos y ha generado algunos programas para la infancia), en la mayoría de las
entidades federativas la institución encargada de la atención a la familia y la infancia
es el DIF estatal.
Las acciones de gobierno más relevantes de los últimos años son:
Programa de Atención y Prevención del Maltrato Infantil. Sistema Nacional
DIF y DIF estatales. Talleres, acuerdos con sociedad civil y gobierno,
compilación de datos, capacitación de funcionarios, creación de página
Internet.
Plan Nacional para la Prevención del Maltrato y la Violencia contra Niñas,
Niños y Adolescentes. Elaboración con la participación de la sociedad civil.
Redes de Atención a Víctimas del Delito. Diversas dependencias del gobierno,
SSP, SEGOB, Sedesol, SS, SNDIF y PGR suscribieron un convenio que tiene
por objeto establecer las bases para la formulación de protocolos orientados
hacia el cumplimiento de esta Meta de “proteger a los niños de todas las
formas de abuso, maltrato, abandono, explotación y violencia”.
Estrategias de Prevención del Delito. En el marco de estas estrategias se han
desarrollado varios programas relativamente exitosos como son: el programa
de Recuperación de Escuelas y Espacios Públicos; el programa de Seguridad
Infantil (educación en valores, por una cultura de la legalidad); el programa de
Prevención Integral del Delito Juvenil; y el programa Escuela Segura (para
evitar el narcomenudeo en las escuelas).
28
Propuesta de Reforma Legislativa para la Violencia Familiar. Propuesta por la
Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), esta iniciativa pretende
separar al agresor denunciado de su familia y así no obligar a la familia o las
víctimas de violencia a tener que abandonar su hogar después de realizada la
denuncia).
Programa de Atención a la Violencia Escolar. Programa destinado a
sensibilizar a profesores, educandos y padres de familia respecto de los
derechos humanos).
A continuación se hacen algunos comentarios a las acciones ya emprendidas y
algunas recomendaciones para quienes seguir esta línea de acción a favor de la
infancia mexicana.
29
VIII. Conclusiones y recomendaciones.
Hemos visto cómo el maltrato infantil es un problema presente en el mundo
entero y cómo, aunque en cada región o localidad tenga particularidades, es un
fenómeno al que se han podido atribuir factores de riesgo, contextos relativamente
específicos, y al que por tanto se han podido hacer recomendaciones también. Existen
varias medidas preventivas que bien valdría la pena sistematizar en la forma de
política pública, a saber:
Que la prevención del maltrato infantil requiere un enfoque multisectorial.
Que para maximizar los efectos de la prevención y la atención, la OMS recomienda12
que las intervenciones se realicen en un marco de salud pública y en cuatro fases:
Definición del problema;
Identificación de las causas y los factores de riesgo;
Creación y puesta a prueba de intervenciones destinadas a minimizar los
factores de riesgo, y
Difusión de información sobre la eficacia de las intervenciones y
expansión de la aplicación de las intervenciones de eficacia demostrada.
Que los programas y políticas públicas diseñados para atender el maltrato infantil
deben siempre ir acompañados de una campaña más amplia y permanente de
educación en valores, de difusión de los derechos (de los niños y de las familias), de
equidad de género.
En el caso más específico de México debe entenderse que el problema es
mucho más grave de lo que parece y de lo que se registra. Es necesario un Sistema
12 http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs150/es/index.html
30
Integral de Protección de los Derechos de la Infancia, como sugieren algunas
organizaciones de la sociedad civil, en el entendido que el Sistema Nacional de
Desarrollo Integral de la Familia carece de la personalidad jurídica y los recursos
suficientes para atender a niños y niñas y garantizar sus derechos.
También es necesario crear un mecanismo permanente de evaluación y
monitoreo, mediante indicadores precisos e información sistematizada, en los
hogares, las escuelas, los lugares habituales de los niños y las niñas, de acuerdo con
las recomendaciones de la ONU y de la sociedad civil ocupada en esta materia en
México.
Es loable y muy positivo el convenio que fue suscrito por las dependencias de
gobierno en el marco de las Redes de Atención a Víctimas, con el fin de establecer las
bases para la formulación de protocolos para atender, prevenir y erradicar el maltrato
infantil. Sin embargo, esta acción no debe quedar aislada, se recomienda que tal
convenio se actualice para que existan protocolos en la SSP, SS, SEGOB, SNDIF,
PGR y Sedesol armónicos entre sí, complementarios en el esfuerzo por garantizar los
derechos de los niños y las niñas y los adolescentes. Además, debe agregarse a estas
dependencias la de Educación, para que en el seno de la SEP se diseñe la estrategia
de detección, prevención, atención y erradicación del maltrato infantil tanto en
hogares como en escuelas. La SEP debe no sólo diseñar su propio protocolo para que
sus funcionarios y los profesionales de la educación sepan cómo responder ante la
problemática, sino que puede y debe diseñar campañas de educación y difusión para
socializar el tema y sensibilizar a la población. Asimismo, es necesaria la ruta crítica
intersectorial, diseñarla y publicarla, capacitar a funcionarios y profesionales de la
salud, la seguridad, la educación.
31
Para llevar a cabo estas acciones es necesario haber legislado al respecto:
exhortar mediante puntos de acuerdo al Congreso de la Unión para que pida al
Poder Ejecutivo la elaboración y aplicación de los protocolos mencionados, la ruta
crítica intersectorial, la creación de un Sistema Integral de Atención a la Infancia,
entre otras acciones; y la elaboración de iniciativas de ley, federal y estatales, para
prohibir explícitamente los castigos corporales y tratos humillantes al interior de las
familias, en las escuelas y demás espacios de desarrollo infantil.
A las acciones deben agregarse la elaboración y publicación de informes
regulares de las dependencias encargadas, la publicación de protocolos, la
transparencia en el ejercicio presupuestal y la generación y publicación de
indicadores, que también son de interés público.
En cuanto a las estrategias de prevención del delito, mismas que fueron
priorizadas y mayormente impulsadas durante el sexenio pasado, es necesario
continuar los esfuerzos en este sentido, asegurar espacios libres de violencia social a
los niños y niñas, proporcionarles seguridad y dignidad en escuelas y parques y
educarlos en los valores de la legalidad. Pero es muy importante también evitar que,
al instrumentar tales acciones, se termine criminalizando la infancia y la adolescencia.
Podría pensarse, de ser éstas las únicas acciones relevantes de un gobierno, las únicas
con resultados, que éste conciba a la juventud como más susceptible de volverse
delincuente que víctima; cuando la realidad es opuesta.
El maltrato infantil y la violencia de género son dos fenómenos que derivan en
hogares infelices, violentos y desintegrados. La violencia en la edad adulta muchas
veces encuentra sus raíces profundas en una infancia traumática. El ciclo de la
violencia puede romperse si se atiende la violencia doméstica lo más pronto posible y
desde sus primeros síntomas. Si México pretende erradicar la violencia, no sólo en los
32
hogares sino en sus formas más complejas (institucional, social, política, criminal),
debe empezar por reconocer el problema en sus dimensiones reales y actuar en
consecuencia.
33
IX. Bibliografía
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Económica.
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34
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http://www.catedradh.unesco.unam.mx/BibliotecaCEDAW/menu_superior/Doc_basic
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35
Documentos de Trabajo es una investigación de análisis de la Fundación Rafael Preciado Hernández, A. C.
a petición del Partido Acción Nacional.
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