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Corrientes de la Bioética cerrada al trascedente (1) Dr. José Luis Alvarado Jácome Arquidiócesis de Xalapa De acuerdo a la concepción que se tenga del mundo y de la antropología, provendrá en la misma línea, la concepción bioética que se practique mediante reglas y conclusiones de lo que debería ser (en cierta perspectiva) la práctica sanitaria, y por ende, la repercusión en la población. La bioética se presente como un método de análisis que a partir de unos ciertos principios establecidos previamente (o que se van descubriendo al paso de la práctica) ayuda a establecer bases, popularmente se diría: “las reglas del juego” ante los casos y las tomas de decisiones en la investigación, en la clínica y en la deontología médica. Sugiere que se deban tomar consensos que están en contra de posturas dogmáticas establecidas por una autoridad (el Magisterio de la Iglesia). Algunas de las corrientes que surgen son: a) La bioética de mínimos y la bioética de máximos. La primera se refiere al mínimo común denominador moral en una sociedad pluralista, al mínimo que se puede exigir. La segunda se refiere al máximo ético opcional, es decir, a los particulares ideales de la perfección moral. En otras palabras, alguien puede tener en primer lugar de su escala de valores la religión, pero esa concepción no la comparten unos más que están colaborando en el mismo ambiente, entonces habría que debatir para que tuvieran un punto neutral donde todos pudieran converger pacíficamente sin violentar los derechos del otro. ¿Cuál podría ser ese mínimo? Los Derechos humanos que se antojan como neutros y válidos para todos. Hay varios problemas que surgen. El claro ejemplo es Hugo Tristam Engelhardt quien defiende esta postura de mínimos diciendo que la bioética pública tiene que ser minimalista y permisiva puesto que no habría un común acuerdo general que

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Corrientes de la Bioética cerrada al trascedente (1)

Dr. José Luis Alvarado JácomeArquidiócesis de Xalapa

De acuerdo a la concepción que se tenga del mundo y de la antropología, provendrá en la misma línea, la concepción bioética que se practique mediante reglas y conclusiones de lo que debería ser (en cierta perspectiva) la práctica sanitaria, y por ende, la repercusión en la población.

La bioética se presente como un método de análisis que a partir de unos ciertos principios establecidos previamente (o que se van descubriendo al paso de la práctica) ayuda a establecer bases, popularmente se diría: “las reglas del juego” ante los casos y las tomas de decisiones en la investigación, en la clínica y en la deontología médica. Sugiere que se deban tomar consensos que están en contra de posturas dogmáticas establecidas por una autoridad (el Magisterio de la Iglesia). Algunas de las corrientes que surgen son:

a) La bioética de mínimos y la bioética de máximos. La primera se refiere al mínimo común denominador moral en una sociedad pluralista, al mínimo que se puede exigir. La segunda se refiere al máximo ético opcional, es decir, a los particulares ideales de la perfección moral. En otras palabras, alguien puede tener en primer lugar de su escala de valores la religión, pero esa concepción no la comparten unos más que están colaborando en el mismo ambiente, entonces habría que debatir para que tuvieran un punto neutral donde todos pudieran converger pacíficamente sin violentar los derechos del otro. ¿Cuál podría ser ese mínimo? Los Derechos humanos que se antojan como neutros y válidos para todos. Hay varios problemas que surgen. El claro ejemplo es Hugo Tristam Engelhardt quien defiende esta postura de mínimos diciendo que la bioética pública tiene que ser minimalista y permisiva puesto que no habría un común acuerdo general que se tomara como referencia. La Iglesia puede prohibir actos como el aborto, eutanasia, etc, pero ya no en la sociedad en general puesto que ésta no comparte esas posturas al no compartir un mismo punto medular. Cada quien que actúe en su ámbito siguiendo lo máximo para sí, y en el diálogo que se ponga lo mínimo sin entrar en discusiones o defensas estériles. Adela Cortina se basa en la racionalidad del ámbito práctico (eso es lo que caracteriza a la especia humana), eso nos lleva a escuchar argumentos y exponer los propios, con la consecuente actuación en libertad. La bioética en cuanto tal no podría prescribir la acción, no se trata de un moralismo sino de encontrar el bien personal. También apoya el hecho de que la razón crítica no puede aceptar dogmatismos porque tendría que dar su confianza como acto de fe (eso es menospreciar lo propio y racionalmente habría que desconfiar en lo que se me impone). Al final ve al Dios revelado como un competidor de mi razón. Lo que para unos grupos es lo máximo, no para el resto. Así, sus libros interesantes pueden generar confusión entre los creyentes que desconocen el verdadero papel Magisterial eclesial.

b) El utilitarismo y funcionalismo de Peter Singer. Sostiene que es bueno aquello que produce el mayor bienestar y beneficio para el mayor número de personas. Existirán diferentes tratamientos de acuerdo a los intereses personales. Será más importante si se

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mantiene mayor interés y viceversa. De ahí emerge la postura sobre la diferenciación entre vida humana o miembro de la especie humana y persona. El segundo es el que actúa de acuerdo a la razón (esencia de la persona), manifestada en la relacionalidad y en la capacidad de exigir o buscar, mientras que los que solamente pertenecen a la especie humana carecen de esa propiedad esencial (tal como los fetos, embriones, incapacitados mentales o en estado de coma). Así, los problemas bioéticas son calculados en base al cálculo utilitario de una preferencia sobre otra, por ejemplo: el de la madre ante el feto que quiere abortar, el de los familiares ante el paciente en estado de coma que desean que se desconecte.Lo que está de base es la fenomenología, es decir, aquello que se me presenta. En el caso de las personas netamente es el cuerpo y sus funciones y la relación entre el costo económico de alguna toma de postura y el beneficio que pueda traer: es mejor abortar a un feto con síndrome de Down porque se ahorrará dinero, tiempo y esfuerzos para su educación.

Estas dos primeras corrientes dan una idea más clara del por qué clasificarlas dentro de las cerradas al trascendente, es decir, de algo que está más allá de los límites corporales.