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Constant Chevillon El verdadero rostro de la Franc-Masonería Con un capítulo sobre la LEY DEL SILENCIO

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Masoneria de los Ritos Egipcios de Menfis Misraim

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  • Constant Chevillon

    El verdadero rostro de la

    Franc-MasoneraCon un captulo

    sobre la LEY DEL SILENCIO

  • Prefacio del TraductorTraducido del francs por el H.. Fiducius

    Es con una emocin profunda que he traducido este libro. Nosotros debemos recordar cual fue la muerte trgica de nuestro Hermano y Maestro. l fue secuestrado de su domicilio por las milicias francesas pro nazis, el 25marzo 1944 a la maana , para un supuesto interrogatorio ; su cuerpo fue encontrado en la noche, acribillado a balazos , en St-Fons hacia Clochettes, en el suburbio Lyons , en un lugar donde muchos crmenes del mismo gnero fueron perpetrados.

    EL VERDADERO ROSTRO

    DE LA FRANC-MASONERAPROLEGMENOS

    En nuestros das , y ms que lo que ella no lo fue jams , la Masonera es atacada. Como antes era el chivo emisario de los Judos , se la acusa de todos los pecados del pueblo, de todas las faltas de los gobiernos , de todos los crmenes perpetrados contra la concordia y la paz. Ms an , sus adversarios la acusan de los ms negros designios. Ellos la presentan a los tontos como a un enemigo irreductible de la civilizacin cristiana , como un agente desmoralizador encargado , por jefes ocultos , de esparcir la descomposicin en el cuerpo social y moral de la humanidad. Mejor todava , ellos la consideran , sin reir , como a una colectividad satnica cuyo objetivo ms o menos inmediato tiende a la hegemona del mal. De esta visin , sin respiro , caen sobre ella los odios , las persecuciones , las cartas selladas , las excomuniones menores o mayores de la multitud ignorante y de ciertas lites muy bien informadas sobre el valor intrnseco de la institucin. Examinemos brevemente las causas profundas de este ostracismo universal. Por qu la Masonera es atacada , por qu es ella perseguida y lo ser hasta la consumacin de los siglos? Por dos razones esenciales : Ella es primero la anttesis de todos los racismos y de todas las dictaduras de la fuerza,porque ella es el smbolo viviente de la fraternidad universal. Ella es una condenacin permanente de todas las polticas de partidos y de todas las polticas nacionales egoistas. Ella se ubica enfrente de una consciencia dictatorial, como una acusacin perpetua y tangible. Sinpronunciar una palabra ,sin hacer un gesto, por el solo hecho de su existencia , ella parece decir a los prevaricadores : que habis hecho de la libertad , de la justicia y de la equidad ? Ellos quieren por lo tanto encadenarla y, mejor , negarla para suprimir hasta los fantasmas de los remordimientos. En segundo lugar, ella no concede a nadie el monopolio de la universalidad , ella no quiere que exista un clan, o un partido , ya sea una Iglesia , reglamentada como de costumbre de los universales en el molde muy frecuentemente aislado de sus concepciones. Ella quiere un solo ideal para el gnero humano todo entero , pero ella predica la unidad en la diversidad de los individuos , de las ciudades , de las naciones y de las razas. Es por qu ella es siempreel blanco de los ataques venidos de todos los costados del horizonte ; los aprovechadores , los autoritarios , los idelogos , todos los partidos sin intereses particulares , de la luchade clases ,

  • de revoluciones en sentido nico , se unen contra ella. De derecha y de izquierda , por delante y por detrs , ella recibe golpes. Es justa tanta injusticia? No lo discutamos, es humano ; la explicacin es suficiente. Mas a las persecuciones de las que la Masonera es elobjeto , hay otra causa, es aquella nacida en su propio seno. Ella ha, a veces y deliberadamente , por ignorancia , errado en el clculo, porque ella est tambin constituida por hombres falibles , prestando el flanco a la crtica. Ella ha olvidado su razn de ser , olvidado su catolicidad , es decir su universalidad. Ella ha descendido a la arena de los partidos , ella ha faltado a su misin salvadora ; en lugar de acantonarse en la esfera de la autoridad y de la sabidura , ella ha querido participar , en tanto que masonera, en el poder y en la poltica. Ella ha renegado de su ecumenismo para convertirse en el mesquino smbolo de un campanario parroquial. Concilio general de la humanidad, ella se ha quedado en el rol de capilla clandestina de intereses privados, ella a hecho su corte a los poderosos del da , para tener su lugar entre ellos , sin pensar en la fragilidad de los colosos con pies de arcilla ; cuando ellos han cado, ella ha sido golpeada por sus ruinas, y sus tiles , empleados en una tarea servil, utilitaria y remunerada , se han vuelto ineficaces entre sus manos dbiles. La masonera , en los hombres que componen su cuerpo visible, lleva por lo tanto una gran parte de responsabilidad en los ataques a los cuales ella es deudora. Sin embargo , masones en la va recta , no se sientan abatidos ; recuerden ustedes a Israel exilado sobre los bordes del ufrates y lbrense a la esperanza. Los opresores piensan haber ya matado a la Masonera ! los masones pueden ser dispersados hasta morir ! la Masonera no muere ; ocultada hoy bajo la piedra del sepulcro , ella renacer maana mas grande y ms fuerte, porque la Masonera es el alma humana ella misma ebria de libertad , de paz y de amor.

    ***

    S,todas las esperanzas son legtimas , pero para concretizarlas y hacerlas florecer, es necesario golpearse el pecho. El pasado significa multiples errores , el presente parece consolidarlos ; consideremos por lo tanto el futuro bajo un otro ngulo. La Masonera paga sus faltas acumuladas , la aureola del martirio cubre su cuerpo europeo dislocado de todas partes ; le es necesario regresar a su tradicin original y verdadera.Cierto , los perseguidores no se preocupan de distinciones sutiles , su odio es y sera siempre idntico. Pero si todos los masones prosiguen en el real espritu de su institucin su obra de liberacin necesaria , ellos forzarn , a pesar de todo , el respeto de los peores adversarios.

    En guardia por lo tanto contra la facilidad , contra la pereza intelectual y espiritual , contra los gestos mecnicos , contra el psitaquismo de las palabras intilesy vanas. La inmensa mayora de los masones de las obediencias francesas y extranjeras est actualmente ocupado en construir una fachada detrs de la cual no sucede nada ; una fachada destinada a disimular , a los ojos de los ignorantes , la condicin profana de los adeptos ; a darse a ella misma la ilusin de trabajar en el templo de Salomon. Detrs de esta actitud y

  • esta ilusin , se cran los Fariseos adoradores de la letra y denigradores del espritu. Para infundir una vida nueva , una vida expansiva , en el cuerpo anmico de la masonera , no es suficiente proceder mediante exhortaciones que seran , segn el texto de la Escritura : Vox clamantis in deserto, la voz en el desierto. Es necesario descender en la arena , mostrar a todos , los gestos precisos de la lucha , los gestos de la victoria. Es necesario restituir las abcisas y las coordenadas de la va triunfal de las realizaciones , cuyo principio se anuncia en la va dolorosa de la ascesis individual ; porque ninguna persona puede conocer las glorias de la ascensin sin haber subido , primero , el Glgota.

    ASCSIS Cuando el profano se presenta a la puerta del templo , para reclamar humildemente la luz , el guardin del lugar lo detiene rudamente por la espalda diciendo : Quien va ? . Y el psicopompo responde , por el recipiendario : Es un hombre libre y de buenas costumbres . Todo est all ; la masonera , en dos palabras , pone a sus adeptos en presencia de la mas completa y de la mas alta de todas las verdades. La luz , en efecto , no se da a los esclavos , ellos haran un mal uso ; ella no brilla en la disonancia pasional bajo pena de ser inmediatamente deformada y reducida a tinieblas ; ella se revela , en su pureza , en el seno de la armona consecutiva para la serenidad de los reportes humanos. Cuantos masones , en nuestros das, reflexionan sobre estas dos simples palabras? Pocos donde debieran ser todos. Abramos por lo tanto nuestro espritu a los acentos de la Masonera y meditmoslos para nuestra cuenta personal. El templo est abierto solamente a los hombres libres y de buenas costumbres ; los dos miembros de esta afirmacin son una sola y misma cosa ; los conceptos se interpenetran y se mezclan mutuamente. La libertad es una potencia , las costumbres son una actitud , un reflejo de la potencia. Las buenas costumbres no lo seran , si ellas no tuvieran la actitud de la verdadera libertad. Esta , en efecto , consiste en comandar a todo aquello que no es sino la consecuencia ineludible de las leyes universales del Cosmos. Ser libre, es reglamentar la incidencia de las necesidades , pulir los instintos , canalizar las pasiones , extrangular el error y realizar el bien en la virtud, destruyendo el mal con el vicio. Porque , de esto, resulta una cosa , a primera vista asombrosa , al menos para el comn de los mortales : un hombre ostensiblemente dedicado a la peor de las esclavitudes , al trabajo forzado bajo la frula de un guardin severo , a la opresin sistemtica de los tiranos , a las afrentas de la miseria , de la enfermedad y de la muerte, a las vejaciones y al ostracismo de las multitudes ciegas , puede ser inmensamente y soberbiamente libre. l no adopta , en efecto , la actitud de los esclavos , que es la resignacin , pero l acepta la necesidad del momento , l desprecia las contingencias , y l realiza sus esfuerzos para liberarse , si no en el tiempo , por lo menos en la realidad eterna. Al contrario , el hombre vestido de la prpura , delante del cual se inclinan todas las cabezas , el legislador omnipotente , el magnate de la industria , el arrivista sin escrpulos , seguro de su prestigio , de su flexibilidad o de su fuerza, pueden estar entre los ms viles esclavos , si ellos se inclinan al soplo del apetito material , al soplo de sus pasiones , de sus deseos , sin otra ley que el xito. Miren bien cada una de estas categoras de hombres y distnganlos por las costumbres. Ustedes no encontrarn el bien entre los esclavos y el mal

  • entre los hombres libres, porque las costumbres no son solamente esta concesin a las conveniencias sociales, que lanza sobre los peores abusos, el velo de un cierto decoro ; las costumbres , en su esencia ltima , son una radiacin del alma , de la inteligencia y del espritu , que hace la vida bella, noble y humana a travs de los gestos a veces inelegantes o incomprensibles. Es por qu la libertady las buenas costumbres son una sola y misma cosa.

    **Veamos mientras tanto cmo el verdadero masn debe conquistar su libertad para informar su conducta bajo el ngulo universal de lo humano. l la conquista en dos tiempos : En un perodo de emondacin o de purificacin que lo conduce a la libertad negativa , a la maestra de s mismo , a la superacin de los obstculos materiales y pasionales , propios de los esclavos. En un perodo de ascesis activa, generadora de la libertad positiva, es decir de la libertad de realizacin. Esta ltima sola es la verdadera libertad , se lo comprende sin penas. El perodo de emondacin , todos los masones lo conocen , y lo contrario sera inadmisible , porque este constituye el tema esencial de la Masonera simblica ; es el nuevo nacimiento preconizado por las Escrituras , nacimiento a la luz espiritual. Este consiste en romper la tenaza de las necesidades , de los instintos , de las pasiones ; para quebrar la crislida intelectual de los prejuicios y de los errores de la que el alma de la multitud est muy frecuentemente prisionera y, as , impedida en su esfuerzo hacia el sol de la verdad. Cmo salirse de esta empresa catastrfica? Por la asimilacin juiciosa y la utilizacin racional de la enseanza masnica tradicional. La entrada en el templo provoca un choque, el choque de la luz bruscamente revelada por la cada de la venda. Este choque es el despertar sobre un plan nuevo. Los fantasmas de la noche se desvanecen como una niebla inconsistente , las cosas se tornan ms claras , aparecen bajo su forma verdadera ; toda la gama material se reviste de su tonalidad especial. El sentido estricto del mundo exterior se revela ; bajo el influjo de la luz es un simple punto de apoyo susceptible de parecer a una marcha incierta y peligrosa a travs de los pantanos de la animalidad pura y un punto de partida hacia la armona superior de las entidades espirituales. Este choque contribuye por lo tanto a despojarnos del viejo hombre , del manto humanimal transmitido por la generacin sexual , pero es insuficiente. Es necesario prever las posibles catstrofes , alejar las emboscadas ; una libertad sin armas, siempre y en todas partes , es una libertad muerta.

    Y el masn pasa a un perodo activo ,pone una coraza a su libertad para hacerla invulnerable , por darle lugar franco , en vista de la accin eventual. Aqu adems , la enseanza se esfuerza en poner entre las manos de todos la llave de la solucin. No solamente indica la direccin general de la libertad , pero indica las rutas ms seguras y las ms directas para llegar ; el pone an la solicitud hasta establecer el ideal itinerario a emprender. Insistir sobre este tema , no es iluminar una fatal ignorancia , es atraer la atencin sobre las dificultades y la trascendencia de la obra masnica , para fijar en el espritu las ms sutiles particularidades.

  • No es necesario , en efecto , subestimar los obstculos sembrados bajo el paso del iniciable. A pesar de las precisiones doctrinales y los puntos de reparo , ellos son difciles de superar. En breve , la buena voluntad sera suficiente : tener los ojos grandes abiertos a la luz , comparar , apreciar y decir s, es una tarea relativamente fcil. Para la accin , es necesario apelar a la voluntad. Tallar rpido ; recortar las ramas intiles , los brotes bastardos o purulentos , significa un sufrimiento para el rbol confiado a los cuidados del jardinero. Esto es as para el masn , y tanto que l es a la vez , el rbol , el secador y el obrero. Su voluntad debe ser indefectible , si no l retroceder ante el sufrimiento , si no la facilidad y la pereza triunfarn sobre el esfuerzo y el ardor , y nos encontraremos en presencia de este axioma de la moral latina : Corruptio optimi pessima, la corrupcin del mejor es la peor de todas. En este perodo de ascesis activa, el objetivo del masn es triple , porque el hombre est construido sobre un triple plan. El debe formar y poner una coraza en su alma , su inteligencia y su espritu. Nosotros no hablamos del cuerpo , porque el cuerpo ha sido purificado y como regenerado por el procedimiento de emondacin , l est por lo tanto en perfecto estado de salud y de equilibrio. El alma humana es este medio de una materialidad sutil , que, por uno de sus polos, toca al espritu y por el otro a la materia ; ella es el trmino medio del compuesto humano , el mediador plstico , tan frecuentemente condenado por los filsofos y los telogos que se dicen ortodoxos. Ella es el medio vital comn al hombre y a los animales , la informatriz del cuerpo ; ella encierra la sensibilidad. Pasamos bajo silencio la sensibilidad corporal , lugar de decantacin y de elaboracin de los dones experimentales ; este aspecto aliviado de la psico-fisiologa. Nosotros consideramos solamente la sensibilidad , receptculo de las pasiones y de los sentimientos , esta sensibilidad que hace al hombre material especficamente humano. En este medio naciendo y desarrollndose bajo el influjo intelectual los siete vicios capitales de las que la humanidad es la presa : el orgullo , la envidia , la pereza y las otras. Pero ella es tambin, bajo la pulsin volitiva , la matriz del amor. Si nosotros reflexionamos , de un solo golpe de vista , veremos cual es el trabajo del masn sobre el plano sensitivo. Los vicios capitales son transplantados sobre el egoismo , de l resulta : el odio , la crueldad , la injusticia en todos sus grados, las mezquindades ridculas de las que la multitud de los timoratos , de los dbiles y de los ignorantes es la eterna vctima. El amor toma su fuente en la universal fraternidad de los seres llamados a un mismo fin. Del amor resultan : la piedad , la misericordia , la bondad , la caridad y todas las virtudes. Por consecuencia , el masn debe desarraigar en l mismo el egoismo y con l todos los vicios del que es el soporte , cultivar y ampliar sin cesar el amor y las virtudes capaces de florecer sobre este tallo embalsamado. Sin embargo, cmo se llama en el mundo el hombre exento de egoismo , bueno, misericordioso y caritativo ? Se dice de l : es un hombre de corazn. La formacin del corazn sobre el plano sensitivo ser por lo tanto la preocupacin primera del masn. El masn ser el hombre de gran corazn, siempre listo a tender la mano de la amistad a los dbiles , a los desheredados , a prodigar su amor para todos los seres golpeados por el infortunio o la injusticia , a levantar los heridos sobre los campos de batalla de la vida, a sostener aquellos que estna punto de caer. Y esta cualidad muy noble no es sinnimo de debilidad ; por su ascesis sentimental , el masn sabe que l no

  • debe tener compromiso con el mal , con el vicio, l ser duro con los autores de la opresin , con los egoistas y los malvados ; pero en la lucha l dejar siempre la puerta abierta a la redencin , porque el amor no quiere la muerte del pecador , sino su retorno hacia la bondad. Pasamos mientras tanto a la ascesis intelectual. Todo masn debe ser un hombre de ciencia. No se atemoricen ante esta palabra , ustedes que , desde la edad ms tierna , han sido obligados a sufrir para arrancar su pan cotidiano a la naturaleza madrasta ; la ciencia masnica no es la ciencia oficial de nuestras facultades y de nuestras academias. No es aqu, necesario , para ser sabio , inclinarse sobre ecuaciones matemticas vertiginosas , o sobre las cartas del cielo, penetrar el misterio de las ciencias positivas. Es necesario simplemente hacer de su inteligencia, de su entendimiento y de su razn , una herramienta de precisin , incapaz de errar en los lmites de nuestras potencialidades humanas. Qu es la ciencia ? Es una codificacin ordenada y lgica de series fenomenales. Nadie en el mundo puede vangloriarse de poseerla por completo. Los hombres ms instruidos poseen una porcin de un lado , una porcin del otro , y, precisamente en razn de esta dispersion, si ellos no tienen el espritu superior que una las ciencias entre ellas y todas juntas a la nica verdad, ellas permanecern primarias. La ciencia masnica es el espritu informador de las ciencias , ella es la Gnosis, en el sentido propio del trmino ; ella no se detiene en los fenmenos , ella va hasta las esencias ; atributos y cualidades , ella infiere la naturaleza propia de los seres y de las cosas. Seguir una serie fenomenal de A hasta Z, en deducir las leyes y principios de su constitucin y de su evolucin , est muy bien. Conocer el por qu de todo aquello es todava mejor. Eh bien ! la ciencia masnica no conduce a otro objetivo , ella es la ciencia de las causas y ms especialmente aquella de la grande causa, ella tiende a penetrar el secreto de la Gran Obra. Cuales son las bases ? en su simplicidad y su claridad , ellas estn en la entrada de todos, ellas constituyen un mtodo muy frecuentemente rechazado por el comn de los hombres.

    El primer estado , helo aqu : escuchar , observar , comparar y filtrar , en el silencio y la meditacin. Por lo tanto , rechazar las opiniones todas hechas , las nociones sin sustento , las ideas fciles repetidas por los loros de nuestras ctedras cientficas o de nuestras tribunas polticas , para canalizar la multitud. Evitar la precipitacin en el juzgamiento y, sobre el juzgamiento sano, aprender a razonar. En el segundo estado : pasar de lo conocido fenomenal a lo desconocido causal o noumenal , sea por la induccin o la deduccin legtimas, sea por la analoga , esta llave maestra de la Gnosis o ciencia esotrica , y sentarse as en una certeza , sin ningn lmite que la capacidad misma de nuestras facultades representativas humanas. As , para llegar a la ciencia masnica , no hay necesidad de adherirse a los problemas abstrusos , reservados a los profesionales de nuestros institutos oficiales ; todas las cuestiones an las ms humildes , entran en el cuadro de las cogitaciones masnicas y pueden dar lugar a una solucincientfica de lo que lo primero est excluido. Esta solucin , en efecto , es engendrada por la vida misma y reposa sobre una razn correcta,sobre una posibilidad de error hecho infinitesimal por la emundacin intelectual. La verdad, siempre , est ceida a lo ms cercano , con el rigor necesariopara la elaboracin de todas las evidencias. He ah la verdadera ciencia masnica , ella reside en una visin

  • directa de las cosas y de los seres , extraa a la ciencia oficial exotrica.Porque ,por el conocimiento verdadero de las causas y de los efectos , es posible discriminar la apariencia de la realidad. El masn conoce entonces , con precisin , la oportunidad de establecer la justa relacin existencial entre la primera y la segunda , y esta relacin es una luz , es la Luz. Transportado del entendimiento a la voluntad , es decir del pensamiento a la accin , l permite proceder a la sujecin racional de las necesidades , de los instintos y de las pasiones , a la extirpacin de los vicios capitales , al florecimiento de las virtudes, en la medida necesaria para el equilibrio perfecto de la personalidad espiritual, parte dominante, substancia misma del yo humano. Nosotros entramos as de lleno en el tercer estado de esfuerzo individual y de la ascesis correlativa. No contento de dar forma su sensibilidad y su inteligencia , su alma y su razn , el masn debe iluminar su voluntad. No se trata mas aqu de instaurar las bases del amor sensible y la verdad relativa de los reportes cientficos , es necesario subir mas alto , instalarse en el mundo de las ideas puras. No se trata mas de los reflejos de lo verdadero , de lo bello y del bien, a travs de las manifestaciones csmicas , sino de los conceptos universales informadores del pensamiento , de los principios supremos que condicionan la vida, rigiendo la evolucin normal , y constituyendo el fin. En otros trminos , se trata de operar la autocreacin de la consciencia verdadera y de armonizar el florecimiento con las leyes del ser. Nosotros decimos : consciencia verdadera , es decir consciencia esencial , consciencia de la personalidad. Nuestra individualidad , en efecto , ha tomado posesin de ella misma en nuestra sensibilidad , discriminndose del mundo exterior , y en nuestra inteligencia por la asimilacin de los reportes abstractos que resultan de nuestras reacciones frente a frente de la accin fenomenal. Esta consciencia , la consciencia primera , nos es comn , a consideracin de los incidentes cientficos , con todo el reino animal. Pero la consciencia personal o segunda, cuyo sustento momentaneo se encuentra en la primera , es no solamente la toma de posesin de nuestro yo ntimo, ella es adems el principio de unicidad de la indefinida divisibilidad sensorial e intelectiva ; ella es adems el lugar donde nuestra propia entidad se conjuga con el mundo superior de las ideas. Ella es una potencia dinmica y esttica , dinmica por la unidad que ella infunde en el yo , estticapor su resistencia a la dispersion. Ella es el sello del ser ; una vez puesta en actividad , ella es incoercible, por lo tanto inmortal. Cmo el hombre en va de ascesis podra despertar su consciencia , hacerla inmortal y darle , con la espontaneidad , su caracter especfico ? Al iluminarla por sus dos polos : de un lado por la luz de los reportes verdaderos recogidos por los sentidos , elaborados por el intelecto y sintetizados por la razn , del otro , volviendo a absorber todos los velos tejidos por la involucin en la materia , velos que impiden al espritu comunicarse intuitivamente con la fuente divina de la que es una emanacin. Por este procedimiento , la consciencia deviene luz , ella no es mas un reflejo, una luz deformada por la refraccin , sino una luz viviente hiposttica , un hogar radiente. Ella es la imaginacin creadora y la memoria espiritual en el seno de la cual las ideas estn , de cualquier manera , encarnadas en una forma concreta y humana para no desaparecer jams. Entonces la consciencia dirige el rayo de su luz hacia la voluntad para hacerle la accin fcil , la accin en el eje general de lo verdadero , de lo bello y de los

  • bienes eternos , en la verdadera libertad que no consiste solamente en hacer o en no hacer , sino en hacer eso que es necesario y no otra cosa. Cierto , para realizar ese ultimo esfuerzo que hacen los genios , los hroes y los santos , las dificultades son innumerables. La materia est all , visible y palpable, atractiva tambin y tirnica ; el dolor es inevitable para aquel que quiere domarla , conducirla en las vas extraas a sus reacciones normales. No nos descorazonemos, dirijmonos al mtodo masnico. Ella nos dice : Busca , sondea , medita en el silencio. No rechaces ninguna idea , ningn concepto, ningna nocin , no se aparten de ningn problema , de ninguna hiptesis , todo encierra una parcela de la verdad, un rayo de la luz , un tomo de la realidad. Pero comparen , juzguen y pesen con la balanza de la equidad. Porque ,en esta bsqueda del divino Graal, dos cosas son esenciales : la buena voluntad y el deseo del bien ; la sutileza intelectual y la perseverancia vienen luego , porque el deseo engendra la perseverancia y la buena voluntad es la matriz de la agudeza en el esfuerzo. Todo hombre incapaz de proseguir hasta el final esta ascsis personal no subir jams completamente la escalera de Jacob de la Masonera universal. Pero si l puede realizarlo , a qu resultado prestigioso no podr llegar l? El masn as evolucionado no es mas un hombre de la multitud , lhomo que se dicen sapiens de los antroplogos , es el hombre ideal , el hombre en s, el vir de nuestra lengua ancestral , el latino ; el varn capaz de actuar , de realizar , de amar y de sacrificarse a un ideal de justicia y de fraternidad. l puede exclamar como el poeta : Nil humanum a me alienum puto, nada humano me es extrao.

    APOSTOLADO He ah el trabajo personal al cual el masn se ocupa , puede ser sin prever toda la amplitud de su promesa. Cierto , este trabajo es importante , doloroso y magnfico. Pero es este todo el trabajo de nuestra institucin ? Es importante , para nosotros que sustentamos el peso , pero esto no es nada o no una gran cosa en relacin a la especie humana. La masonera , en efecto , no tiende solamente a crear entre sus adeptos las personalidades , a la vez puras y fuertes, ella quiere iluminar las masas en la medida de lo posible , hacerles comprender la justicia y la equidad , el derecho y el deber , confirmarlas en la libertad por la verdadera fraternidad , por la caritas generis humani antiguamente evocada por Cicron y los estoicos. Para eso es necesario apstoles , y ella quiere crear apstoles. Es por qu todo su enseanza converge hacia la accin ; por la ciencia especulativa ella conduce a la ciencia de las realizaciones , su sueo es de construir el templo de la humanidad. Qu es un apstol ? Es un hombre de accin , un hombre revestido de una misin sagrada , por la cual l est listo a sacrificarlo todo : sus comodidades personales , sus deseosms queridos, su tiempo y su vida si fuera necesario. Un apstol debe poseer las tres virtudes primordial s que nosotros conocemos bien o que nosotros conoceremos cuando hayamos franqueado otros escalones de la jerarqua : la fe, la esperanza y la caridad. Estas tres virtudes son tan altas que se las denomina virtudes teologales , no solamente para recordar que ellas se aplican a Dios, sino para mostrar que su poseedor pueda ser asimilado a un Dios. Aqu, abramos un parntesis necesario para alejar de nosotros toda idea preconcebida, incompatible con la verdad. De todo tiempo los hombres , y especialmente los masones, desde hace casi un siglo , fueron temerosos de

  • una palabra , porque ellos la han revestido de una mscara modelada sobre su fobia del momento. En breve , nosotros hablamos de la iluminacin. Esta palabra , en nuestra lengua , es sinnimo de locura o de quimera , es absurdo ; un iluminado es una antorcha. Intilde insistir. En cuanto a las virtudes teologales, es otra cosa. La fe masnica no es esta creencia estrecha por la cual el ignorante se inclina ante un dogma indefinible , es la transfiguracin del pensamiento , la sublimacin del entendimiento ; este no es el credo heroico o perezoso del carbonario , es el credo pleno de luz de la ciencia discursiva e intuitiva : yo siento , yo veo , yo se , por lo tanto yo creo. La esperanza esta no es esa aspiracin beata hacia una ayuda problemtica e inmerecida , hacia una recompensa gratuita, inadecuada al esfuerzo desplegado para conquistarla ; es el vuelo de todo el ser hacia las cimas de la belleza y de la justicia. La caridad , esta no es el amor egoista de un bien concebido como un bienestar del que se quiere gozar , es el amor desinteresado de un supremo ideal de bondad , de misericordiay de paz , no para un solo ser , sino para la universalidad de los seres. Y estas tres virtudes son una sola y misma cosa,considerada bajo tres aspectos diferentes por continuidad de la triplicidad humana. Es la voluntad purificada de todo mezcla bastarda , la razn magnificada y hecha sutilcomo a una hoja de espada , es el corazn ampliado hasta el sacrificio , por la consciencia iluminada. Pero , volvamos al apostolado masnico , y veamos cmo l puede ser concebido. No lo eludamos , no cabalguemos los corceles de Apolo, no subamos al Sina, la gran obra de la regeneracin humana es menos gloriosa y mucho mas difcil. No se trata de multiplicar las acciones explosivas , los gestos valerosos , de construir planes constitucionales inditos y trascendentes , es necesario obrar en la simplicidad del corazn y de la inteligencia , con una voluntad infatigable ; es necesario actuar con la obstinacin de la gota de agua de las que la cada repetida perfore el granito ms duro. Es necesario actuar primero por el proselitismo de la conviccin : por palabras frecuentes , por escrito alguna vez , por el ejemplo siempre; sembrar en la multitud las ideas de sana libertad , de igualdad verdadera y de universal fraternidad , llevarlas a la atencin de los individuos bajo su angel real ; implantar en las almas la nocin de lo verdadero , de lo bello y del bien, y, por consecuencia , disolver en su ambiente inmediato la niebla mortal de los prejuicios , de la ignorancia y del error , eliminar las supersticiones , que son ligaduras de esclavitud para la inteligencia y la voluntad. Luego, es necesario realizar , es decir emplear todas sus fuerzas , todos sus recursos disponibles, toda su vida para la transformacin del ideal en obras adecuadas. En una palabra , es necesario concretizar su fe, reducirla en acto, porque la fe especulativa es intil y sin sinceridad. No es necesarioprecipitarse hacia el martirio , pero es necesario saber y marchar si el caso sucede , con un paso liberado y la cabeza en alto , porque el masn es un hombre sacrificado. Su fe personal no es egoista , ella es radiante , l quiere comunicarla a los otros. l no espera nada por l mismo porque l tiene todo en l, y las contingencias materiales tienen para l una importancia relativa, pero l espera por la multitud , por los humildes y los dbiles. l espera la ciencia para los ignorantes y aquellos que estn en el error. l espera la libertadpara los esclavos , la justicia para los oprimidos y la equidad para todos. Su amor se extiende sobre todos los seres de su raza, sobre la masa como sobre la lite , l ama a todos sus hermanos en vista

  • del fin comn de la humanidad , fin ltimo donde cada uno debe estar en su lugar, en la jerarqua de los valores espirituales. El trabajo del masn es por lo tanto totalmente desinteresado , l es realizado bajo el ngulo del deber. El masn , en efecto , no reivindica sus posesiones personales de hombre libre y consciente, si no para cumplir su deber , porque l sabe que sus derechos son relativos y limitados , pero que su deber es absoluto y sin lmite. Tambin el masn apstol es un jefe misionero entre las lites , porque es un iniciado , un iluminado , un hombre de corazn, de ciencia y de accin.

    EXAMEN DE CONSCIENCIA Despus de haber examinado sucesivamente la ascesis individual y la accin colectiva y social a los cuales el masn es llamado por la institucin , nosotros podemos darnos cuenta del trabajo enorme y difcil de este entrenamiento progresivo. Y esto explica por qu tantos adeptos deambulan en los bajo fondos de la mediocridad , en el seno de las obediencias ms activas y las ms reputadas. La mayor parte , a pesar de ciertos caracteres y una disciplina libremente aceptada, son simplos profanos. Son ellos asustados por el trabajo o incomprendidos ? Una y otra de estas suposiciones deben ser sin duda retenidas ; pero la Masonera ella misma no puede ser acusada , porque son los hombres que permanecen sordos al llamado o impotentes para realizar , por dejadez o mala voluntad. Y an la Masonera es sabia , ella no impone a nadie un esfuerzo por encima de sus facultades , ella trata , al contrario , de magnificar y desarrollar las facultades para hacerlas aptas para el esfuerzo. Ella no impone para el Aprendiz y al compaero el trabajo del maestro ; ella pone las dificultades , las devela sucesivamente y, en presencia de cada una de ellas , da las directivas necesarias para sobrepasarlas. La progresin puede ser lenta o rpida, pero ningn obrero pasa a una nueva rama antes de haber alcanzado la perfeccin en el estado inferior. l avanza hacia la maestra por una marcha -regular y precisa. Cuando l lo alcanz , l puede emprender un trabajo eficaz , porque l sabe tallar en la materia primera , en vista de la solidez de la construccin. Pero esto no es todo, la Masonera es el arte real por excelencia ; para la estabilidad de la obra ella quiere aadir la belleza , es por qu ella selecciona los maestros obreros del templo. Por una serie ininterrumpida de pruebas y de enseanzas , ella les descubre las leyes arquitecturales susceptibles de concurrir a la magnificencia del edificio. Ms an , ella conduce los ms aptos , los ms valientes y perseverantes hacia las ltimas cimas , les transmite las reglas del arte , los principios de la ciencia , y aquellos , a su turno , podrn formar los futuros obreros de la ciudad celeste , dirigirlos y elevarlos hasta ellos para permitir a la obra masnica de ser eterna como la raza humana. En presencia de estas constataciones , un serio examen de consciencia parece oportuno. Descendamos en nosotrosmismos , sondeemos nuestros corazones y nuestros reinos. La pregunta para plantearnos es doble. Estamos nosotros en la va, es decir , en el espritu masnico ? Tenemos nosotros la voluntad de seguirla hasta el final ? Eh bien ! tengo temor de esto, la respuesta de nuestra consciencia no ser tal vez , para muchos de entre nosotros , enteramente afirmativa ; nuestra debilidad congnita , nuestro egoismo , nuestro amor propio , la atraccin potente de las pasiones y de los instintos fsicos , son terribles piedras que obstaculizan , mas de una vez sin duda, la razn de nuestra voluntad.

  • Nosotros hemos puesto biencon frecuencia , cierto , la mano sobre el mallete y el cincel para tallar nuestra piedra : cuantas veces la hemos lanzado para encerrarnos en la pereza o el desdn ? Nosotros hemos puesto las manos en el arado : no tenemos , muchas veces , por lazitud , contemplado el borde del sillon en lugar de terminer la tarea. Si esto es as , golpemonos el pecho , porque nosotros hemos cometido un crimen, no solamente contra nosotros mismos y contra la masonera , sino contra la humanidad que espera en vano la consumacin de la obra redentora. Si nosotros hemos fallado , no seamos cobardes , no lancemos nuestros tiles en la cantera desierta. La Masonera no renuncia jams a su tarea , ella abandona a la nada los trabajos mal venidos y transporte en algn otro sitio los materiales , para recomenzar incansablemente el trabajo defectuoso. Hagamos como ella, no nos descorazonemos , retomemos nuestros tiles y la tarea donde la hemos dejado. Pero , aqu, detengmonos con una firme [33] actitud , tomemos el compromiso sagrado de no mirar ms hacia atrs , afirmmonos en una voluntad irreductible de proseguir nuestra ascsis personal para poder trabajarla , en un da muy cercano , en la arena de las luchas colectivas , de donde saldr una humanidad mejor, una humanidad regenerada , consciente de sus deberes y de sus derechos , en posesin de la verdadera libertad por la igualdad principal y la fraternidad. Por ese examen de consciencia , por ese acto de firme propsito, las responsabilidades masnicas son determinadas con el ms extremo rigor y en la certeza. Penetrmonos bien, sin embargo , de las verdades as enunciadas. No es suficiente haber sido recibido Aprendiz, Compaero o Maestro , por ser un verdadero masn. En el mundo profano una maniobra no convierte un obrero competente por el solo hecho de su dedicacin sobre una cantera. Es lo mismo en los talleres del templo. Es por qu cuando el Ven.. Pregunta al Primer Vigilante si l es masn, este no responde : Yo lo soy, sino : Mis hermanos me reconocen como tal . Indica as ,sin ambiguedad posible , la necesidad de un trabajo personal y encarnizado para llegar al Adeptado. Cualquiera que haya olvidfado esto , por no haber orientado sus esfuerzos hacia este objetivo preciso,no ser jams un verdadero hijo de la viuda y los grados , las distinciones , los oficios de los que l est revestido por la amistad de sus hermanos o de sus Maestros sern una vana manifestacin del espritu profano, de los oripeles destinados a cubrir su inesttica desnudez. Masones valientes y de buena voluntad , trabajen por lo tanto para vuestra ascsis como lo han hecho vuestros ancestros; buscad nuevamente la luz , amad la verdad hacia y contra todos, misma contra los vuestros , contra tus amigos los ms queridos : la verdad es muy alta para sufrir los compromisos. Sean duros con ustedes mismos , pero buenos, simpatizantes , tolerantes con los dems, en la medida de la justicia. En todos vuestros pensamientos , reflexiones o actos, no tengan ms que un solo objetivo , un solo fin : el bien general de la humanidad cuyos individuos son sus sub mltiplos. Si ustedes tienen este espritu , cuanto pesarn a vuestros ojos las mezquindades profanas , los ataques subrepticios o directos , las opiniones peyorativas , las maldades lanzadas sobre vuestra ruta? Nada los podr desviar de vuestras investigaciones desinteresadas, nada podr disminuir vuestro trabajo, nada vendr a aminorar vuestra libertad esencial , ni vuestra fe en los destinos humanos , ni vuestra esperanza de la era nueva , ni vuestro amor de tus hermanos conscientes o alejados. Las cosas malas sern para ustedes una

  • consecuencia del error donde se encuentran hundidos los hombres ; las cosas buenas les aparecern como una ilustracin magnfica de la evolucin de las almas , una incitacin a proseguir la lucha por la verdad , la belleza y el bien. Ustedes sern confirmados en el optimismo del atleta , digno de vuestro ttulo y del pasado humano de la Masonera universal. Pero si ustedes encuentran obstculos insuperables , si vuestro esfuerzo se detiene por pesos muy grandes en vuestras espaldas , golpead y se les abrir, pedid y recibiris. No dudis , porque la Masonera atiende los pedidos y los pesa en su justo valor para no tener que transmitir una verdad por encima de las fuerzas del impetrante. Porque, no solamente , ella da la ciencia , crea , afirma y desarrolla todas nuestras facultades , pero , por una educacin adecuada , se esfuerza en hacerse de costumbre fcil y espontanea , en un ritmo de belleza y de armona.

    CULTURA La Masonera prescribe la bsqueda de la verdad, pero esta bsqueda no tendra ningn sentido si la verdad no tuviera un contenido. Sin embargo, muchos masones , mismo aquellos calificados de grandes , los cuales profirieron el axioma por siempre clebre , gloria de la institucin : La Masonera no impone ningn lmite a la bsqueda de la verdad , se contenta de hacer mostrar a los ojos de sus hermanos menos avanzados un lejano ideal , intangible e irreal , puerta abierta a todas las hiptesis salidas de la imaginacin humana , esas inverosmiles como las otras. Ellos consagran , de cualquier manera , una verdad problemtica , error eventual para todos, salvo por su detentor momentaneo ; una verdad de las que el color y la forma pueden cambiar del da al da siguiente ; una verdad cuyo punto de partida y el punto de llegada estn en equilibrio perfectamente inestable. Por su justificacin ellos invocan la base experimental y el mtodo racional ; ellos pretenden as permanecer en la ciencia positiva. Ellos ven justo, sin duda, si ellos quieren simplemente elucidar las leyes fsicas del mundo exterior y sondear el contenido objetivo de la materia. Y sin embargo , misma sobre este punto exotrico de la ciencia real , ellos restringen los vuelos intelectuales y niegan la utilidad de la masonera , esta , por los medios de que ella dispone , siendo inferior a los Acadmicos y a las Facultades. Pero , si ellos quieren , por este medio mantener la misin masnica y elevarse sobre las alturas del espritu , ellos van por una falsa ruta, porque la experiencia tiene necesidad de un faro para salir de series fenomenales que, todas , nos conducen a un imps sobre el cual se amontonan las avenidas del misterio. Este faro es el contenido de la verdad. La verdad en s. Ella es evidentemente inaccessible en su totalidad , en su substancia viviente , sin cesar en movimiento. Sin embargo , cada uno puede agarrar una parcela , tan nfima como sea ella, un pedazo susceptible de darle una certeza. Por qu la generalidad de los masones se obstinan en predicar la bsqueda de la verdad sin jams hacer alusin a sucontenido ? Ellos gozan con la brutalidad de la letra y de la palabra , ellos se proyectan hacia una evidencia fantasmal , sin preocuparse del cuerpo sagrado de las ideas del que es la proyeccin intelectual , como si la evidencia por ella misma fuera un fin , un reposo adecuado para el esfuerzo del pensador. La evidencia en s no es [38] nada, si no la luz engendrada por el choque de los reportes de lo real a lo real. Persistir en buscar la evidencia por la evidencia es un seuelo , es necesario darle un

  • sustento. Pero el masn ordinario , an sabiendo , cree encontrarse en presencia de la verdad cuando se le acomoda , por un tiempo ms o menos largo, en la caverna platnica ; l confunde as el reflejo y la realidad , el persigue la sombra de la luz. La evidencia es un criterio necesario para establecer la legitimidad de un informe , es la armona de las nociones , de los conceptos , de los juicios o mas especficamente una vestidura con la que se recubre el pensamiento. La verdad sustancial es una idea que no encierra ninguna contradiccin en su enunciado , ella debe por lo tanto cuadrar exactamente de un lado con la apariencia fenomenal , con las manifestaciones de la vida, del otro con la esencia misma de las cosas o de los seres de los que ella es la representacin armnica. En otros trminos , la verdad es lo real , hecho inteligible , sea por el procedimiento discursivo del razonamiento y de la analoga , sea por la intuicin de la que la imaginacin creadora es el instrumento. Si nosotros partimos de estos dados reconocidos exactos , sera difcil negarlos de buena fe, la cultura masnica basada sobre la bsqueda de la verdad nos va a aparecer en su compleja unidad. Juntar los dos palabras : compleja y unidad, parece una hereja ; en matemtica puede ser , en lo real , no. El hombre es uno en su esenciaverdadera , el es dos en sus manifestaciones interiores y exteriores, el es tres en la actualizacin de sus potencialidades. La cultura masnica comprender por lo tanto tres fases ; en cada fase , nosotros distinguiremos dos estados, y todos los puntos de vista diversos se sintetizarn bajo el influjo del fin perseguido. La primera fase significa la educacin de la sensibilidad ; la segunda , la educacin del entendimiento ; la tercera , la educacin de la consciencia , es decir del espritu , unificador del compuesto humano. En la primera , es necesario educar los instintos y las pasiones , luego los sentimientos. En la segunda , formar la razn y esclarecer la voluntad de manera de guiarla legtimamente en la libre eleccin de los que ella es el origen. En la tercera , es necesario despertar la consciencia , de un lado en la diversidad , del otro en la unidad. Pero de lo alto a lo bajo de la escalera la unidad se manifiesta y deviene efectiva en la proporcin y en la medida de la ascesis , porque el masn , actuando todo segn las leyes y principios reguladores de sus diversos planos constitutivos, concentra su actividad en el eje universal y nico de lo verdadero , de lo bello y del bien.

    ***

    Todos los catecismos religiosos , todas las etiquetas y todas las filosofas nos dan las reglas de esta triple educacin bajo la cubierta de la moral profana. La Masonera sigue esta va, impregnada de la tradicin universal de la humanidad , pero dndole una portada bien superior. Como ciertas religiones, ella no invoca la recompensa o la pena, como las etiquetas y las filosofas ella no se inspira solamente de una cierta higiene anmica e intelectual. Ella no es, en efecto , la religion de la multitud ignorante, o la filosofa de una lite compuesta de primaros. La Masonera es el accesorio de la lite de las lites y, como tal,se ubica en un punto de vista sobrehumano. Ella quiere el verdadero esencial, la belleza en s y el bien supremo ,sin

  • preocuparse de las contingencias engendradas por el egoismo de los individuos , de las naciones y de las razas , a consideracin de la progresividad necesaria para la estabilidad del Cosmos. Ella acepta por lo tanto los compromisos y los caminos de ejes atravesados hacia el objetivo final, pero jams los compromisos y las rutas regresivas. Ella acepta la opinin del momento mientras que ella contenga una parcela de la verdad, pero combate el error y la ignorancia , ella acepta un menor bien para marchar hacia el mejor. Ella es simpatizante de los cados , jams de la cobarda.

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    La educacin de la esfera humana puramente sensitiva, es decir instintiva y pasional, se conjuga con la educacin de la inteligencia , porque las facultades correspondientes estn ntimamente ligadas entre ellas, la sensibilidadproveyendo al intelecto el alimento bsico de sus cogitaciones. La Masonera ordena a sus adeptos liberarse de los instintos y pasiones ; no de aniquilarlos , sino de clarificarlos y mantenerlos en su rol estricto. Aquellos no deben ser fines susceptibles de acaparar y de condicionar la actividad general del ser , sino los medios, los tiles por los cuales el hombre puede actuar sobre la naturaleza fsica y domarla , reducirla al estado del servidor que habla cuandosu maestro lo autoriza. Esto puede ser difcil, pero perfectamente inteligible. El hombre debe ser maestro de l mismo , porque, como la sensibilidad constituye la parte inferior del compuesto humano , es necesario someterla a la parte la mas noble, al espritu ; ella no puede tomar las palancas de la accin , sin estarbajo la impronta espiritual inmediata. No es necesario insistir sobre este punto , todos los hombres de buenos sentidos estn convencidos. No hay ms necesidad para detenernos largamente sobre la educacin intelectual. Las leyes de la lgica , la prctica de las ciencias positivas , nos han puesto sobre la va desde largo tiempo. Se ha, con mucha frecuencia , presentado la inteligencia como la facultad de lo verdadero , es exacto en superficie solamente. El verdadero es absoluto y la inteligencia no puede nunca sujetar fuera de la veracidad de los reportes existenciales entre ese absoluto y sus manifestaciones fenomenales , veracidad [42] que constituye la evidencia o la certeza cientfica. Ella es por lo tanto relativa en todas las incidencias de su actividad. El tema masnico de la educacin intelectual consiste precisamente en impedir a los adeptos de desviarse en los reportes falsamente verdicos , suscitados por el error congnito aadido a nuestros sentidos o por la aproximacin ilegtima de nociones y conceptos , semejantes en apariencia , pero en realidad extraos los unos a los otros. Es por qu la Masonera recomienda la circunspeccin en el anlisis , el discernimiento en la elaboracin de los conceptos , la temperancia en el juicio. Esto no es todo sin embargo. Por esta primera etapa , ella permite a la inteligencia de recibir una luz suficientemente clarificada , autntica expresin del don sensorial. La ciencia verdadera , la Gnosis, posee otro polo , el polo positivo del conocimiento esotrico. Este polo , son las ideas emanadas del mundo de las esencias. Las ideas son el elemento informador del conocimiento ; ellas son, como tales, absolutas en ellas mismas y su relatividad es funcin de nuestras facultades representativas. La educacin intelectual masnica nos

  • permite penetrar en este mundo transcendantal, porque ella no se contenta de formar la inteligencia , ella influencia el entendimiento , raz radical y sustento de la primera.

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    La inteligencia realiza el abstracto contenido en lo concreto fenomenal sensible, pero se encuentra siempre en la diversidad. El entendimiento , al contrario , impone a la diversidad abstracta la accin unificadora de las ideas y engendra ladquatio rei e intellectus en la cual todos los platnicos , despus de su Maestro , colocaban y colocan adems la verdad. Por ser en la verdad , es necesario realizar el equilibrio entre el sujeto y el objeto ; entre la cosa conocida y el entendimiento que conoce. Es la obra masnica por excelencia en el dominio intelectual, es la primera etapa de la Gran Obra. Pero aqu es necesario mucho de sutileza para seguir la ascesis y es por qu numerosos masones se detienen en la ruta , y no traspasan jams la diversidad intelectual. Su voluntad ,por otra parte , nicamente esclarecida por la luz refractada a travs del prisma material no es iluminada por el reflejo de las esencias y mantiene su actividad en el mundo fsico, en el mundo exterior ; el mundo interior le est cerrado. o este puede presentarse a nuestro sentido ntimo como un libro abierto, si nosotros sabemos educar nuestro entendimiento , si nosotros sabemos acrecentar su receptividad y operar el dosaje adecuado de lo real y de la apariencia. Es necesario, en efecto , para conservar a la verdad su potencia dinmica de realizacin , unir las ideas y la experiencia []44 en una justa medida. No se trata de una simple yuxtaposicin de conceptos viniendo de los dos puntos opuestos del horizonte intelectual ; es necesario efectuar , no una alianza , sino una sntesis viviente en el seno del pensamiento. Es necesario que la materia prima provista por los sentidos , elaborada por el dptico sensibilidad -inteligencia y la forma sustancial recibida por el entendimiento den nacimiento , gracias al juego de la voluntad y de la imaginacin creadora , a un ser nuevo , imagen perfecta de la realidad ; es necesario, en una palabra , constituir el verbo humano. Y este verbo no es solamente la ciencia , la palabra especulativa y terica , l debe actualizarse en las manifestaciones de nuestra actividad interior y exterior ; el es creador o completamente intil. Al interior de nuestro ser l constituye la consciencia , al exterior , la civilizacin.

    ***

    Descartemos , en este breve estudio, este ltimo punto de vista ; las meditaciones masnicas consolidadas por los hechos cotidianos revelan suficientemente los arcanos. En cuanto a la consciencia , es importante que nos detengamos un instante, porque ella es la base de todas nuestras realizaciones exteriores, por consecuencia la base misma de la civilizacin. Nuestra consciencia tiene sus races, de un ladoen el seno de la experiencia , resultado de la actividad incesante y discontinua del mundo exterior , del

  • otro en la unicidad de nuestro ser , y, por ese intermediario , en la unidad csmica cuyo origen reposa sobre el mundo de las ideas informatrices, es decir en la manifestacin del mundo espiritual. Ella no es solamente el sentido de la justicia , de la moral social y del amor propio individual cuyas variaciones son indefinidas. Detenerse en esta concepcin , es tomar el efecto por la causa. En su florecimiento total, la consciencia es primero y sobre todo el sello , el signo viviente de nuestra realidad , porque ella perdura entre los fenmenos pasajeros , ella es la eternidad en el tiempo. Pero en razn de su polo negativo apoyado sobre la diversidad fenomenal ella tiene tambin el sentido de nuestra interdependencia frente a frente de la universalidad de los seres, por lo tanto un lazo entre el yo y el no-yo. Por la educacin, por la cultura intensiva,estos dos atributos responden a una hipstasis transplantada sobre el rbolde la creacin y la consciencia deviene una clula autnoma de la especie humana , solidaria de todas las otras, pero completa en ella misma , en el seno de Dios. Ella es por lo tanto el sustento del amor verdadero , del amor absoluto y sin lmite cuyo abrazo potente abarca todas las criaturas , a travs del Creador. Y he ah por qu la consciencia es tambin un tribunal delante del cual ninguna palabra , ningn gesto, ningn acto no encuentran excusa si ellos no son revestidos del manto de la fe, de la esperanza y de la Caridad. He ah por qu ella es una fuente inagotable de civilizacin, porque aquella no puede establecerse sin la fe en la unidad ,sin la esperanza en la unidad , sin el amor de la unidad , de las que la consciencia es la mas alta expresin. As , la educacin individual masnica se reune con el apostolado colectivo fijado como objetivo final a la institucin. Por qu tantos masones se detienen ellos, como nosotros decimos en breve , al perodo puramente intelectual , sin esforzarse en poner un punto final a su ascsis ? La ciencia es necesaria , un ignorante no puede solicitar el honor y la responsabilidad de ser un apstol. Pero la ascesis no consiste tanto en instruirse como en obtener provecho de la ciencia para organizar la vida espiritual. Es necesario elevarse por encima del conocimiento , simple base sobre el cual se construye el edificio de la consciencia. El conocimiento es relativo y humano , pero por ello debe afirmarse alguna cosa de sobrehumano cuya existencia es condicionada por la toma de posesin de una ntima realidad: la persona. Contra esta realidad , nada de las contingencias intelectuales debe prevalecer. Es una autocreacin anloga de todo punto a la discriminacin de las personalidades hipostticas divinas. Sobre el sustento vital, en efecto , el logos intelectual se transplanta , lo que florece en el triple amor de la voluntad. Por la vida, por el ser , somos uno en el todo ; por el verbo distinguimos nuestro yo de los oros yoes y nos convertimos en una individualidad particular susceptible de manifestarse en la diversidad del mundo exterior ; por el amor restituimos nuestra unidad en la unidad trascendental , afirmamos nuestra consciencia integral ; en una palabra , situamos nuestra personalidad en el cuadrado del infinito y de lo finito , del absoluto y de lo contingente , del que nos convertimos en participantes en una medida idntica. El amor as da un sentido a la luz intelectual y transpone la vida sobre el plano de lo universal. Cmo concluir ! de manera tambin simple que, puede ser , inatendida. El masn debe adquirir el sentido de lo eterno. Si l trabaja en eltiempo , es bajo el ngulo de la eternidad , es decir de la realidad. Para el hombre , es en el tiempo que germina la eternidad , es necesario, por lo tanto comenzar la conquista en el tiempo. Porque ,cada individuo est ocupado en el medio social

  • ; trabajar a la perfeccin de este medio , es proveer al individuo un medio eficazpara superarse en la eternidad. Si el masn ha desembocado su personalidad en el molde de la eternidad , si l es uno con ella, l podr ensayar de arrastrar la sociedad humana a su futuro; si l se ha quedado en el tiempo , sus esfuerzos sern vanos y sus especulaciones como sus actos prometidos a la esterilidad. ]

    EL VERDADERO ROSTRO DELAFRANC-MASONERA

    Tal es el verdadero rostro de la Masonera universal. Nosotros hemos querido bosquejar este rostro en un boceto rpido y fiel , no segn los hombres enrolados bajo su bandera , sino segn la tradicin de las que ella debe prevalecerse. Esta tradicin se ha alterado en el curso de las edades , esto fue ms o menos ; inevitable , por continuidad de las reacciones humanas normales. Los principios de libertad , de igualdad y de fraternidad , carta inamovible de los individuos y de los pueblos a los cuales Masonera est adherida hasta la muerte, han sido muy desconocidos , estancados an , por todos los gobiernos y los partidos. Los intereses particulares y aquellos de lascastas , champignons venenosos engendrados por el ineradicable egoismo , han sido muy largo tiempo favorecidos por los poderes pblicos , en detrimento del inters general. La verdadera Masonera se ha levantado contra la injusticia y la intolerancia , ella ha querido , en todas partes y siempre , restablecer el equilibrio roto. Porque ellos eran [49] humanos , los medios empleados por ella no han podido alcanzar tal vez el lmite de la sabidura. Para luchar contra la angustia material , ella ha descendido sobre el plano estrictamente fsico, ella as ha perdido de vista su rol espiritual y su oficio de mediador. En ciertos casos, ella se ha prestado tambin a las realizaciones partidarias. Pero su accin era legtima en su esencia , si no en sus modalidades. Los hombres que, en su seno, han dirigido la lucha estando , por la mayor parte , llenos de fe y de buena voluntad , ellos tenan un solo objetivo : el bien ; es necesario absolverla, mismo si su obra es condenable , la Masonera es inocente , ella no preconiza el error , sino la verdad. Contrariamente a las afirmaciones de sus detractores , ella no es, en efecto , una empresa de demolicin , un organismo gangrenado cuya actividad nefasta propaga la enfermedad donde ella se encuentra. Numerosos masones pueden errar y lo contrario sera asombroso ; muchos de entre ellos pueden actuar en vista de intereses personales ms o menos inocentes. Es inadmisible lanzar la prohibicin sobre la Orden todo entero a causa de las ovejas negras , fuesen ellas la mayora , que se abriguen en sus templos. Es por qu nos hemos esforzado de hacer revivir , en su pureza ideal, la doctrina verdadera de la Masonera inicitica ; de mostrar la ascesis individual y colectiva de la que ella es el sustento ; de elevar los adeptos hasta la nocin de apostolado y,por este medio , de conducirlos a las realizacionesexteriores de donde los caminos errados sern excluidos. Nosotros hemos escrito sin revelar ninguno de los secretos de la orden , en el nico objetivo de ser util a la verdad y de destruir , en la medida en que se nos escuche , los rumores de odio levantados contra ella. Aquellos que, eventualmente , lean este estudio y extraigan algo tal vez : sea una mas justa comprensin y un poco de respeto por una alta doctrina venida de lo ms antiguo de la historia , sea el deseo

  • poner sus pensamientos y sus actos en el diapason de su enseanza tradicional. A estos ltimos , digmosle de nuevo , ellos emprendern una obra ardua , y, en ciertos momentos , dolorosa. Pero su realizacin no afecta ningn caracter de imposibilidad. Ciertos lo han realizado , a pesar las restricciones materiales y la lucha por la existencia : es caer el no imitarlos. Ella es, en estas pginas , presentad aen su aridez metafsica , no para asustar , sino para darle el coraje necesario para proseguir en este noble ideal. El es siempre bueno, en efecto , antes de emprender una tarea , medir su extensin. Miremos alrededornuestro , el esfuerzo est en todas partes , es una ley vital a la cual ningn ser puede sustraerse. La vida humana sobre todo es el prototipo de la lucha perpetua. Es necesario combatir por un sitio en el sol y el pan de cada da,combatir por la verdad contra el error , por la paz contra la guerre, por el bien contra el mal. Ningnhombre , digno de este nombre , puede negar la oportunidad de esfuerzo de las que la tension, por otra parte , es beatfica para las grandes almas , cuando lleva con l la esperanza de la victoria y el gozo anticipado del triunfo. Las dificultades , desde el principio , aparecen imposibles de superar , pero probarn pronto , y casi siempre , como un adyuvante de la voluntad. Cuando un alpinista se encuentra al pie de una muralla rocosa casi vertical, su primer movimiento es de retornar sobre sus pasos. l no duda sin embargo , l la ataca con la voluntad de vencerla. En la proporcin y en la medida de la ascensin , el encuentra fisuras , chimeneas , rampas mas suaves y terrazas invisibles desde abajo. A pesar de la fatiga y el peligro mortal, el llega enfin sobre la cresta y respira largamente el aire de las cimas , l se siente el maestro de las fuerzas naturales , porque l ha vencido el terror y derribado la materia. As hace el verdadero masn, caballero sin temor y sin reproche, l conquista la espiritualidad contra todos los obstculos.

    APENDICEPREFACIO

    Entre los profanos y misma entre los masones que se han dedicado a leer las pginas precedentes , muchos, tal vez , han sido decepcionados. Ellos esperaban encontrar , no solamente un ROSTRO desconocido de la multitud , sino adems un tema preciso capaz de resolver todo esfuerzo intelectual, un dogma al cual sera suficiente confiarse para ser irresistiblemente conducido al trono de la luz. A fuerza de escuchar decir : la Masonera dispensa la verdad a sus adeptos , los masones pueden creer en la instantaneidad de una revelacin milagrosa y, como el amor propio humano los gua adems a sus primeros pasos en el templo , ellos sufren , sin duda, al no ser deslumbrados. En cuanto a los profanos , ellos piensan : no hay necesidad de entrar en la Masonera para llegar a este resultado : las ciencias , las filosofas y las religiones son mentores tambin seguros. Esta fraternidad no innova nada, no ensea nada ; ella se arroga un derecho hipottico y se sirve de un puro smbolo para convencer a los hombres de su utilidad. Abramos cualquier etiqueta , ver un simple catecismo , y encontraremos , bajo una forma menos presuntuosa , las mismas enseanzas y los mismos preceptos.

  • Los masones estaran equivocados de reclamar una revelacin all donde se encuentra solamente la continuidad de una tradicin milenaria ; los profanos , al desconocer los beneficios de un mtodo y de una disciplina cuya eficacia se concibe por las obligaciones , en algn otro sitio aplicadas bajo la cubierta de las leyes punitivas ; los unos y los otros, por imaginar una pretensin injustificada. Es por qu nosotros queremos abordar aqu la pregunta de la luz masnica , en el lmite impuesto por la obligacin del secreto, por mostrar a todos , y sobre todo a los iniciables, sus caractersticas , su rol y la manera en que es necesario comprenderla y conquistarla , fuera de toda ilusin incompatible con la positividad de la doctrina. Entonces aparecer a los ojos de la buena fe, por un nuevo examen y una meditacin mas profundizada y correlativa de nuestro primer objeto, cuanto la Masonera es desconocida de la generalidad de los hombres y cual es el valor de su testimonio en la apreciacin de la verdad humana , testimonio de una importancia nica , sino toda entero en la consciencia del mstico. Nosotros vamos a volver , de cualquier manera , sobre nuestros pasos , para medir mejor el rango y la direccin ; nosotros vamos a volver a encontrar los mismos conceptos y las mismas ideas, pero en un ciclo mas restringido , porque nosotros asistiremos , en una cierta mesure, al nacimiento de un hijo de la Viuda.

    LA LUZ MASNICA Nuevo llegado a la puerta del templo , has buscado bien la luz ? nada no es menos cierto. En vuestro fuerointerior , en efecto , t crees poseerla en funcin de tus conocimientos. T tienes todo un pasado detrs tuyo ; t has trabajado , pensado , actuado ; tu comprensin englobe ciertas leyes y principios y t puedes pretender , si no la verdad total, por lo menos a una aproximacin de una gran envergadura. Vuestra consciencia esclarecida por vuestra inteligencia puede as conducirte hacia un juicio de una aparente rectitud. T no vienes por lo tanto a buscar la luz , sino , por defecto de una verdad nueva que te parece improbable, un poco mas de claridad y de precisin. De este objetivo ,por otra parte , ninguna persona debe condenarte , porque la mayor parte de los masones , todos tal vez , han pensado como t , hasta el da en que ellos han percibido su error. Espera un poco como otros lo han visto , t la vers pronto , la luz profana de la que t ests ms o menos saturado , es un reflejo muy frecuentemente deformado por el prisma fenomenal. Cuando t te aproximes a la verdadera luz , la luz masnica , engendrada por el sol ideal del mundo espiritual, t entenders la significacin de estas palabras : Recibir la Luz y dar la Luz , porque t no sers ms una simple pantalla reflectora, sino un hogar radiante. Y este momento e sprximo o lejano segn la determinacin de vuestra propio voluntad.

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    Ustedes han pedido la luz sin estar bien convencidos de recibirla. Cmo se la han presentado? bajo el velo de multiples smbolos. Sin ningunaduda ,ustedes la conocen ya y ustedes han sido asombrados , en el primer contacto , de no encontrar a veces mas que un simple esbozo en lugar de un modelo completo.

  • Detnganse sobre esta primer anomala, de las que la razn se les escapa y recuerden ustedes de una cosa : la figura o la letra son sustentos , la idea y el espritu solos son esenciales. No caigan por lo tanto en generalizaciones apresuradas o de los juicios irreformables. Los razonamientos a priori no valen nada en las ciencias exactos , ellos son adems menos apropiados en la Masonera universal. A pesar de sus estudios anteriores , a pesar de sus conocimientos adquiridos , el recipiendario no sabe nada adems bajo el ngulo particular de la Masonera ; l yerra en el laberinto pasional , l vacila en las encrucijadas de todos los prejuicios y, si l pertenece a la lite profana, l se inclina ante el sacro santo espejismo del intelectualismo racional. Porque no se trata aqu de los reportes comnmente admitidos por los doctores exotricos ; es necesario, al contrario , establecer nuevas relaciones entre el signo y las ideas , o, mas bien , asirlas a travs de la plasticidad de los smbolos. La masonera , se dice , es un arte y una ciencia ; no estamos autorizados de nuestra inteligencia de la ciencia y de las artes para juzgar peyorativamente una institucin de las que la frmula y el objetivo , proclamados idnticos, parecen emprender una va divergente ; ensayemos de descubrir la realidad oculta bajo la corteza. Desde hace miles de aos , desdelos tiempos histricos , hay msticos, iniciados y adeptos , al lado y por encima de los hombres de la multitud ; escuelas esotricas al margen de las Academias oficiales. Ms an , al lado de los eruditos , naturalmente dedicados a la elucidacin de los misterios de los que estamos rodeados , siempre hubo cenculos cerrados , templos secretos , fraternidades hermticas donde los hombres de deseo solos son introducidos , con un ceremonial complicado , propio para eliminar las curiosidades malsanas y las voluntades vacilantes. Este segundo aspecto del problema amerita ms atencin. Por qu todo ese aparato, por qu esta seleccin? Porque que la verdad lleva un [59] sello y que es necesario recibirlo para ser admitidos en su presencia. Este sello es un gesto sacramental , un bautismo purificador , l penetra todas las facultades , las poda y las modifica , segn la receptividad de cada uno. Antes de abrir a sus elegidos las puertas de la Verdad, la Masonera imprime por lo tanto sobre su frente el sello de los ciudadanos de la luz , por las pruebas adecuadas , extradas de los cuatro elementos primordial s, sucesivamente atravesados y vencidos. Pero si el sello hace la luz accesible , no es la luz ; as en una religion cualquiera , el bautismo no es el saludo. Cuando la vendacae de vuestros ojos , t has creido , sin ninguna duda , en una restitucin pura y simple de la luz fsica de la que habas sido privado y no lo habras pensado de otra manera , porque el smbolo no revela , al principio , su ntima sutileza. T has sentido todava un choque semejante al choque de la aurora sobre la naturaleza cuando ella emerge en el horizonte bajo la pulsin del Sol. Este choque simblico es, al mismo tiempo , la materia sacramental y la consecuencia del sello inicitico. Has t , de hecho , recibido y contemplado la luz de la que la Masonera se enorgullece de operar la transmisin ? no, y t podras con una legitimidad relativa afirmar la ausencia total de ruptura en el campo ordinario de vuestra visibilidad. Desconfa , todas las veces , de esta lgica de apariencia irrefutable. Si la luz no te ha sido bruscamente revelada , si t no tienes ningn conocimiento nuevo inmediato , t has sin embargo recibido la llave de las puertas del oriente espiritual de donde viene la luz verdadera.

  • Cual es por lo tanto esta llave de oro ? Ustedes la poseen desde el despertar de vuestro entendimiento , todo el mundo la posee , pero ninguna persona quiere usarla , si no por un culto idlatra y puramente especulativo. Es el Concete descubierto por Scrates en la doctrina tradicional de los antiguos misterios del que fue el eco revelador. Ella te ha sido restituida en el gabinete de reflexin y se te ha mostrado de costumbre en el curso de tus viajes de probacin. Ella te ha permitido , con la ayuda de tus iniciadores , asegurar tus pasos inciertos , de ser maestro de t mismo y de dominar los elementos , no al grado de vuestra fantasa , - las leyes naturales siguen una ruta inmutable , - ni por satisfacer tus caprichos , - el iniciado no lo hace , - pero aceptando libremente los que son contrarias, despreciando sus contingencias los cuales son favorables. Y esto, es la luz , y la luz est contenida por completo en estas palabras , casi desconocidas fuera de nuestros templos : el hombre fuerte es la medida del mundo. El hombre fuerte, en efecto , no especula mas sobre la divisa socrtica, l no le lleva en su ojal como a una decoracin, l la transforma en motivo de accin y de reaccin , l la lleva en la intimidad de su substancia , ella se ha convetido el ojo de su voluntad.

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    Toda la infinitadistancia entre la luz inicitica y la luz profana est contenida en estas palabras Concete . Por ellas , la Masonera pone al recipiendario en presencia de l mismo , en presencia de su pensamiento y de su consciencia toda temblorosadel contacto de Dios, de este dios interno manifestado solamente por las esencias. Sin negar el velo del mundo fenomenal , ella lo reduce al justo valor de una gama sonora cuyas vibraciones , en la economa del Cosmos , son destinadas a proclamar la gloria y la potencia de la interioridad. La ciencia profana ,al contrario , pone el hombre en presencia del mundo exterior. Ella le dice : mira, analiza , compara, extrae el jugo fenomenal para remontarse a las leyes y a los principios ; pero ella se mantiene en la dispersion y la divisibilidad externas. As , la Masonera interioriza y la ciencia exterioriza. Es que ella comunica el reflejo de la luzincreada , es que ella crea una luz en la consciencia misma del hombre e ilumina el mundo visible para situarlo en su lugar verdadero. Es por qu el profano ,enfrentado con las luchas cotidianas de la existencia , se inclina a dejarse dominar por las fuerzas exteriores y se encuentra desamparado cuando el reflejo , su gua habitual, lo abandona en las tinieblas [62] interiores. Es por qu el masn no es jams solo con l mismo ; el es co-partcipe de la verdadera luz ; l es una fuente de luz y el mundo exterior , a pesar de sus revueltas momentaneas , le est sometido , porque este mundo no es nada sin una consciencia capaz de absorberlo en el seno de su propia luz , de darle una vida real y un sentido. Pero la luz no se adquiere tan fcilmente que sea suficiente atravesar el gabinete de reflexin para disfrutarla. La llave es difcil de manejar. Tambin, la Masonera tiene un mtodo y las reglas del arte real. Mtodo y reglas son contenidas , bajo un velo transparente al lector atento, en los rituales y las enseanzas de los Maestros ; el es intil e inoportuno exponer los detalles , pero ellas son basadas sobre un principio liminar sin el cual su ineficacia es cierta : la disciplina. La Masonera impone a todos sus miembros una disciplina

  • de las que la rigidez no excluye la flexibilidad ; misma al hombre de la lite enrolado como Aprendiz, ella no teme decirle : Escucha, obedece y cllate. Y es por qu el signo gutural es puesto en el seno del templo para recordar perpetuamente a todos: la estricta ley del silencio , el respeto de los juramentos y la dominacin sobre todas las reflexiones del ser fsico e intelectual. Cierto , ella no desprecia los conocimientos adquiridos , ni la educacin profana cuyas incidencias son no solamente utiles, sino con frecuencia necesarias ; ella [63] reconoce la ciencia esotrica de ciertos ocupados a los que ella facilitar la ascensin mas rpida, pero a todos ella predica la circunspeccin. La verdad de las masas y la verdad de las lites deben ser controladas y pasadas por la criba de la consciencia masnica. Ella grita : Prestad atencin, la luz es inmaculada, solo, la duda cartesiana puede acogerla en su pureza original .

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    Durante los primeros meses de sus trabajos en el templo , el Aprendiz masn, llegado a un cierto grado de intelectualidad y sobre todo de esoterismo , puede a veces dejarse llevar por una impresin singular. l se cree encerrado en un circuito primario y sin salid adonde uno se esfuerza en dedicarse a una enseanza largamente familiar e irrisoria. Los gestos , las palabras , las doctrinas , todo le parece conocido ; l tiene la sensacin bien neta de perder su tiempo. Su error es grande y l prueba as , de manera perentoria , la superficialidad de sus objetivos. Sin ninguna duda ,l conoce la tcnica de los trminos y puede ser de los smbolos, pero l ignore la prodigiosa diferencia entre el estudio de una persona aislada y la meditacin en comn , entre el bosque sagrado abierto a todo el que viene y aquella del templo. l ignora las virtudes de la hierurgiay los horizontesnuevos e insospechados que ella evoca , con una rapidez con frecuencia fulgurante, en el espritu del mstico, bajo la cubierta de una palabra o de un signo de las que la fecundidad parece por siempre agotada. Aprendiz nuevamente ocupado , tan grande sea vuestra ciencia , tan alto vuestro entendimiento , difiere tu sentencia y no levantes los hombros. La Masonera bajo la aparente simplicidad de sus prolegmenoste presenta una doctrina austera , profunda y toda erizada de problemas inesperados . T pondrs aos para agotarla en tus meditaciones y, mas todava, a traducirla en tus comportamientos internos y externos. No creas en la facilidad , es un rbol estril , desconocido en el santuario ; no creas en la indigencia de ciertas ideas, su plenitudse te har tangible por esfuerzo continuo. Y es en vista de este esfuerzo , creador de hombres , de jefes y de Apstoles , que la Masonera te reclama la circunspeccin y la disciplina , nicas capaces de conducir hacia la maestra . Vuestro enrolamiento te ha hecho masn de derecho ; por la buena voluntad y el corazn , t te hars de hecho cuando , sometido a todas las reglas del arte real , penetrado de su mtodo , hayas comprendido las doctrinas filosficas y las operaciones hierrgicas , cuya existencia , en todos los grados de la jerarqua , a pesar de la disimulacin querida , de la que ellas son el objeto , es incontestable.

  • Entonces solamente t comenzars vuestra ascension en la luz , en ese ideal constituido por la maestra de s, la calma equilibrada de las facultades , de las pasiones y de los instintos , por la preponderancia del espritu sobre la materia y la ponderacin de los juicios. Entonces t habrs encontrado al fin la nica paz susceptible de extenderse paso a paso en los diversos lugares de la nacin y de esparcirse en toda la humanidad por encima de las fronteras. T comprendes por qu la paz universal es una utopa si la paz interior no reina en cada uno de nosotros y t sentirs cmo es acual la resultante de la luz masnica cuyo faro potente descubre la nica verdad. Toda verdad que no es sino pacficante en ella misma es, en efecto , un tejido de errores desacertados y de prejuicios tenebrosos , ella desgarra a los individuos en sus propias entraas y los empuja los unos contra las otras para asegurar la hegemona de una idea particular o para justificar actitudes y actos inspirados por el egoismo , este veneno sutil , destructor de la fraternidad. La luz masnica forma los hombres fuera de toda contingencia . Estos hombres son pacficos y pacificadores , porque, por el Concete , ellos han aprendido a dominarse , a temperar la justicia por la tolerancia y la misericordia , a amar a aquellos cuyo estado evolutivo no ha adems transgredido las leyes instintivas , a amarlas con bastante ardor para tenderles la mano y atraerlos a ellos, en esta paz luminosa ante la cual la sombra del odio , de la envidia y de la clera se desvanece sin retorno.

    LA LEY DEL SILENCIO Los sacerdotes Egipcios haban personificado el silencio bajo el smbolo del dios Harpocrates. l era todo ojos y todo orejas , pero su boca estaba cerrada. Esta actitud es evocadora: es necesario ver, escuchar , comprender , pero , entre las verdades as descubiertas , ninguna debe ser divulgada inconsideradamente . Mas tarde, Apuleyo escribir en el Asno de oro : Ningn peligro no podr jams impulsarme a develar a los profanos las cosas que me han sido confiadas bajo el sello del secreto . Esto fue as por la enseanza esotrica de todos los misterios antiguos, por aquellos de Isis y de las Pirmides , por aquellos de Eleusis donde se celebraba el culto de Dmter, de Persfone y del divino Iacchos, por aquellos de los Cabiros y de Mythra ; esto fue as , misma para los misterios de la fe de los primeros siglos , distribuidos a los fieles en el silencio de las criptas y de las catacumbas . La ley del silencio est en el origen de todas las iniciaciones verdaderas, ella se pierde en la noche de la prehistoria ,sin contestacin posible. Por qu , desde entonces , se sirven como de una mquina de guerra contra las sociedades iniciticas y en particular contra la Masonera ? La razn es simple, se ha perdido el sentido de esta ley.Los profanos y los enemigos de esta institucin la consideran , donde todo al menos fingen considerarla , como una confesin , mezclada de hipocresa , del objetivo subversivo y de los misterios vergonzosos atenuados por su sombra propicia . La ignorancia y la mala fe explican esta concepcin. Todos los masones verdaderamente dignos de este nombre lo saben , la ley del silenciono cubre nada de temible , de inmoral o de subversivo ; ella es la prolongacin legtima , y cuanto necesaria , de las injunciones dadas a los antiguos adeptos , el eco de la palabra evanglica : No lances las perlas a los puercos. Pero si la ley del silencio es legtima , si ella ha sido recomendada en trminos precisos por los Maestros del pensamiento esotrico , cmo

  • interpretarla? muchos la ignoran , mismo entre sus observadores benvolos , a fortiori entre sus detractores. Con mucha frecuencia , estos ltimos miran el juramento masnico como un gusto infantil de lo arcano , como una necesidad , propio para todo espritu superficial , de darse a sus propios ojos , una importancia capital para velar su nada. Ellos no conocen nada de la doctrina masnica. Es esa su sola excusa, , pero su ignorancia debera incitarlos a sondear las razones profundas de una prohibicin impuesta al recipiendario , antes de su admisin en el vestbulo del templo.

    Examinemospor lo tanto el problema en toda su extensin ,sin dejarnos acaparar por razones extraas al tema . La menor reflexin , en efecto , los pondr sobre la va. En primer lugar , una afirmacin se impone : toda ley implica una restriccin , una obligacin neta de someterse a su tenor. Pero , aqu, una distincin hay que hacer . Las leyes civiles,polticas , econmicas o sociales son la expresin de una necesidad , momentanea o durable, constatada por el legislador y, con frecuencia , se aplican a la sociedad sin consulta previa del tema . Hay por lo tanto restriccinreal , absoluta , y esta restriccin significa la sumisin a la letra de los textos , mas que a su espritu , hasta el da donde la ley sera reabsorbida por la fuerza de las cosas o por la reaccin de la multitud excedida . La ley masnica del silenciono ofrece nada de semejante a nuestras meditaciones. En primer lugar, como nosotros vamos a verlo en breve , ella es impuesta por la razn y no por la voluntad de un hombre o de una colectividad. Luego ella es presentada a cada adepto antes de su admisin en la orden y libremente aceptada. El recipiendario se somete de pleno grado, con todo conocimiento de causa a los incidencias de la ley ; ms an , l sella su aceptacin por un juramento y se retira as , conscientemente , toda posibilidad ulterior de ruptura o de derogacin. La restriccin es por lo tanto bien efectiva , pero ella es de una otra esencia , ella es transcendante a los individuos y reposa sobre la persona del iniciado . Las constituciones civiles gobiernan a los pueblos , fuera de su voluntad y de sus deseos , ellos son , perinde ac cadaver , entre las manos del Estado y del poder judiciario encargado de aplicar la ley. En Masonera hay , al contrario , la voluntad y el gozo de disciplinarse y el juramento de persistir sine die en esta disciplina libremente consentida. As la restriccindel silencio no engendra un estado de servidumbre frente a frente de la ley, es una adhesin de las que la necesidad , basada sobre la razn , no quita nada a la espontaneidad. Es una norma inicitica sin la cual ninguna ascsis es posible ; nosotros vamos a intentar demostrarlo. La ley del silencio , hemos dicho nosotros , procede de la razn. La razn es una facultad especficamente humana , ella coordina los datos experimentales o intuitivos , elaborados por el entendimiento , bajo forma de nociones, de conceptos o de ideas , y los traspone en juicios para fijar las repercusiones sobre nuestra vida. Porque ,enfrente de la razn , la Masonera es el arte de proseguir , el mtodo para descubrir , la ciencia para integrar , en la especulacin y la prctica , las leyes de los reportes esenciales establecidos entre la verdad y la inteligencia humana. Donde est la verdad ? Ella no est en las expresiones huidizas del lenguaje , cscara perecedera sin cesar modificada por las vicisitudes de los tiempos y de los lugares. Ella reside en las cosas mismas , en los seres , en la vida. Este no es en el tumultode

  • las discusiones , de las vanas y pomposas palabras que no han penetrado la substancia velada por los conceptos. La voz sutil de las esencias nos llega solamente en el silencio del espritu , en el recogimiento de la meditacin ; ella es interceptada por el fracaso del mundo profano, constituido , con mucha frecuencia , por las sonoridades inconsistentes y sin valor. As , la ley del silencio , lejos de ser una obligacin arbitraria , es una restriccin racional por la cual nuestro cuerpo y nuestra alma se ponen a la disposicin de nuestro espritu , para permitirle escuchar en toda quietud la voz de los seres , emanacin y bajo mltiple de la grande voz universal. Mas nuestras meditaciones sern prolongadas , mas completo nuestro silencio interior , mejor llegaremos nosotros a percibir esta armona sublime. He ah las razones profundas del silencio masnico ; veremos mas lejos cmo es necesario organizarlo. Retengamos mientras tanto el principio director : La enseanza inicitica se da y se recibe en el silencio de todo el ser , l lanza sus bases en la meditacin y l lleva sus frutos en los repliegues ms secretosdel espritu pacificado. La ley del silencio tiene adems un otro aspecto, aspecto todo exterior y ms generalmente considerado por los miembros de la institucin y sobre todo por sus enemigos. Cuando el Ven.. cierra los trabajos del taller , l dice : Retiraos en paz , mis HH.. bajo la ley del silencio . Esta frase del ritual tiene dos sentidos, aquel mas alto estudiado y un sentido exotrico , aplicable a los profanos. Porque ,si el smbolo del dios Harpocrates concierne al primero, la palabra evanglica y el texto de Apuleyo , citados al comienzo de estas lneas , se aplican incontestablemente al segundo y, aqu adems , la razn dicta la ley. En efecto , toda idea , divulgada sin discernimiento , es sin provecho para la multitud ciega , inepta para recibirla. Para ella, es una presa todaindicada , una presa a despedazar. Ella se levanta con toda su ignorancia y su irrespetuosidad , ella la tritura, la tortura por interpretaciones y aplicaciones fantaseosas para hacer un monstruo sin forma e inesttico , segn la palabra del poeta latino : Monstrum horrendum informe, ingens, cui lumen ademptum .monstruo horrible, informe, inmenso a quien la luz es quitada . S, la palabra masnica lanzada en pasto a la masadeviene , pasando en las clulas cerebrales de individuos sin cultura adecuada , un monstruo ilgico , una amalgama de conceptos rebeldes a la fecundacin de la viviente luz. El peligro de ciertas divulgaciones intempestivas parece por lo tanto temible . Por ellas, la masonera , en todo tiempo , ha sido considerada como una empresa de muerte, como una asamblea de destructores o de hombres imperfectos . Lo contrario , por lo tanto , solo es verdadero, porque ella se esfuerza , en su tradicin autntica , de guiar los individuos y la humanidad por completo hacia las altas esferas de la Sabidura y de la Espiritualidad . De donde la necesidad moral absoluta de ocultar a la multitud los smbolos e ideas masnicas inaccessibles a su inteligencia , no solamente para evitar la profanacin , sino adems para impedir la transformacin de una herramienta de vida en arma de muerte, de la luz en tinieblas , de la verdad en error. Sancta sanctis dice la Escritura ; es necesario reservar los misterios a los msticos, todo intentando acrecentar el nmero de aquellospara elevar progresivamente todas las lites a la altura de la ciencia sagrada. La Masonera no ha sido llamada en vano del nombre de ciencia real , ella lo es por esencia y, como tal, ella es el apndice de las inteligencias sutilestransplantadas sobre una voluntad de bronce y

  • consolidadas por un grande corazn. Jams la multitud , en el estado actual de la evolucin humana podr asimilar los arcanos , los aportes de nuestra institucin ; ellos constituirn , por ella, un filtro de locura, un sol muy luminoso para una mirada habituada a la penumbra de la foresta de los prejuicios. Volvamos mientras tanto sobre nuestros pasos y veamos cmo es necesario organizar el silencio prescrito por la ley masnica. Callarse frente a frente de el extrao , velarle su pensamiento si nosotros lo juzgamos indigno o indiferente , parece cosa relativamente fcil. El juramento del silencio a pesar de las violaciones repetidas quiere, por otra parte , ser en estos casos , un obstculo suficiente a toda indiscrecin. Perohay circunstancias donde la dificultad esmas grande. Todos nosotros tenemos una familia , amigos queridos, camaradas a los cuales nosotros hemos otorgado nuestra confianza ; el amor o la amistad , la simpata nos puedenincitar a las revelaciones tal vez peligrosas para la tranquilidad de nuestros prjimos y sobre todo prejuiciosos , en razn de la incomprensin que nuestras palabras pueden encontrar , de un lado a nuestras afecciones , del otro a los HH.. a los cuales estamos ligados por un juramento solemne ; es por qu la ley del silencioexterior es absoluta , el masn debe saber callarse , l debe respetar su juramento sin ningn desfallecimiento . l debe callarse , cuando no est en el templo o en presencia de sus pares. Remarquen bien estas palabras : Nosotros decimos , sus pares y no sus HH.. todos los masones en efecto , son HH.., entre ellos la solidaridad , la fraternidad y el amor juegan sin distincin de edad , ellos forman una cadena de unin , nica e indisoluble , del mas joven al mas anciano, pero ellos no son todos iguales sobre el plano de la verdad, ellos no la ven todos bajo el mismo ngulo , ellos no son todos igualmente aptos para realizar un trabajo determinado en la gran obra de los constructores . Tambin, como l sera inoportuno y misma peligroso de confiar la escultura de un capitel a un aprendiz recin habituado a desbastar una piedra bruta, es necesario evitar de l divulgar prematuramente los secretos de los talleres superiores y las verdades a los cuales ellas sirven de velo ; su cienciarudimentaria no le permitira asimilarlos enteramente. l no las sabra utilizar segn la norma, y ante la inutilidad de sus esfuerzos por comprendery obrar , el descorazonamiento y el disgusto invadiran su espritu. El masn no habla por lo tanto que ante sus pares, ante los obreros capaces de realizar su propio trabajo. Es por otra parte la razn por la cual la Masonera es una institucin progresiva ; a sus adeptos ella da la verdad por etapas y no de un solo bloque. He ah los argumentos que golpean la ley del silencio , al exterior y al interior de la institucin. He ah la manera de comprenderla y de practicarla ; pero la preg