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2666 y el rostro del narco
POR OSWALDO ZAVALA
En 2666 (2004), la novela pstuma de Roberto Bolao, hay una escena en un bar de
Santa Teresa como se sabe, basada en la fronteriza Ciudad Jurez en la que un
polica judicial llamado Juan de Dios Martnez observa en la terraza del local a un
hombre vestido de ranchero, sentado de espaldas, y cuyo rostro nunca puede ver
directamente. El polica especula que se trata de un narcotraficante. Frente al
ranchero est un joven acordeonista y una violinista, quienes intentan atraer su
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atencin:
Lo ms triste de todo, pens Juan de Dios Martnez, era que el narcotraficante o la
espalda trajeada del supuesto narcotraficante, apenas se fijaba en ellos, ocupado en
conversar con un tipo con perfil de mangosta y con una fulana con perfil de gata.
Cuando los msicos por fin llaman la atencin del supuesto narco y sus
acompaantes, algo ocurre que intriga al polica:
El tipo con perfil de mangosta se levant de la silla y le dijo algo al odo al acordeonista.
Luego volvi a sentarse y el acordeonista se qued con un gesto de disgusto dibujado en
los labios. Como un nio a punto de echarse a llorar. La violinista tena los ojos abiertos y
sonrea. El narcotraficante y la tipa con perfil de gata pegaron sus cabezas. La nariz del
narco era grande y huesuda y tena un aire aristocrtico. Pero aristocrtico de qu? Salvo
los labios, el resto de la cara del acordeonista estaba desencajada. Ondas desconocidas
atravesaron el pecho del judicial. Este mundo es extrao y fascinante, pens.
El supuesto narco permanece siempre annimo, sin rostro, y es el nico que no se
distingue por un atributo animal (mangosta, gata). Su identidad imaginada le
confiere de inmediato una funcin social especfica que excede a la persona
convencional y despliega violencia y poder sin tener que moverse de la mesa: es un
narco. Cuando aparece su perfil por un instante, el judicial piensa en la aristocracia,
en una lite que no consigue situar dentro del esquema de la sociedad conocida. La
escena ilustra as la problemtica manera en que se articula el imaginario del narco
que predomina en la mayora de las llamadas narconovelas en Mxico: historias
basadas en reflejos limitados de un fenmeno cuya realidad nos resulta inaccesible, lo
real del narco nicamente posible a travs de la construccin imaginaria de ciertos
trazos de su violencia vista a una distancia infranqueable, donde la sensacin del
poder de una lite se intuye pero no puede conocerse.
A casi una dcada de su primera edicin, 2666, la novela ms ambiciosa y compleja
de Bolao, ha sido leda por la crtica acadmica a travs de modelos tericos que
intentan rebasar la nocin de una tradicin literaria nacional. Con ello, algunos
crticos sugieren entender la novela como una reflexin sobre procesos histricos
mundiales que revela el violento fracaso de la modernidad occidental que
experimentan en comn, en el contexto del libro, Mxico, Estados Unidos y Europa.
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Sharae Deckard, por ejemplo, propone comprender la estructura de 2666 como
sistemticamente histrico-mundial, uniendo una semiperiferia particular (Ciudad
Jurez) y una coyuntura histrica particular (el capitalismo tardo del milenio) con
un vasto alcance geopoltico. De modo anlogo, Sergio Villalobos analiza 2666 como
una articulacin planetaria del mundo a travs de la guerra global, siguiendo aqu
la nocin propuesta por el historiador italiano Carlo Galli para comprender las
dinmicas mundiales que desactivan los conceptos decimonnicos de soberana,
territorio y nacin. Estos acercamientos, desde luego vlidos y productivos, se
preocupan por trazar el arco histrico con el que Bolao vincula la esclavitud
africana, el holocausto y los asesinatos de mujeres en Ciudad Jurez, fenmeno que
Jean Franco, en su reciente libro Cruel Modernity, estudia como un incidente en un
colapso mundial.
No obstante, 2666 ofrece tambin una aguda representacin crtica de los primeros
aos del siglo XXI en Mxico que la crtica encandilada por la globalizacin ha pasado
por alto. Como explica el socilogo Luis Astorga, la mquina presidencial del PRI
someti durante siete dcadas a generaciones enteras de narcotraficantes. No se trat
de una relacin de complicidad o de tolerancia, sino de una total subordinacin del
crimen organizado al poder poltico. Con la cada del PRI en el 2000, el narco dej de
ser parte de la agenda oficial de Los Pinos. Y mientras Bolao escriba, el pas ya se
despeaba hacia una profunda crisis de gobernabilidad con la fragmentacin del
poder poltico y el debilitamiento del Estado que trajo la consolidacin del
neoliberalismo como nica estructura aceptable de gobierno. Esta crisis alcanz su
punto lgido con la presidencia de Vicente Fox, que se distingui, segn Astorga, por
la inexistencia de una poltica de seguridad de Estado que permiti un mayor
grado de autonoma de policas, militares y traficantes respecto del poder poltico.
Entre sus muchos aciertos, 2666 da cuenta de esa fragmentacin del poder. En ese
sentido y contra el juego de temporalidades sugeridas por su ttulo, la novela es el fiel
reflejo de su poca, en particular con su representacin del norte de Mxico en La
parte de los crmenes. Esa seccin la ms abundante de las cinco que integran el
libro se estructura alrededor de los dos fenmenos de violencia sistmica ms
importantes de la frontera: los cientos de asesinatos de mujeres que comenzaron a
reportarse desde 1993 el ltimo ao de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari
y el narcotrfico. En 2666, ambos fenmenos surgen de las mismas condiciones de
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posibilidad en un pas post-PRI: las redes locales de complicidades oficiales y
extraoficiales que en Santa Teresa regulan el flujo de drogas y disciplinan la violencia
sin la intervencin de fuerzas federales. Consideremos, por ejemplo, el episodio en
que Pedro Negrete, jefe de la polica de Santa Teresa, contrata al joven Lalo Cura
para trabajar como hombre de confianza de su compadre Pedro Rengifo, un
prominente empresario local. Cuando Lalo Cura salva la vida de la esposa de Rengifo
durante un atentado perpetrado por dos sicarios, entre ellos un polica estatal,
Negrete reclama al empresario el haber expuesto al joven pistolero de un modo
innecesario. Negrete decide entonces convertir a Lalo en detective, pero es hasta
mucho despus que este ltimo se entera de que el empresario Rengifo es tambin un
narcotraficante.
Esta ntima relacin entre policas locales, empresarios y narcos reaparece ms
adelante cuando otro polica comenta con Lalo Cura el asesinato de la reportera de
radio Isabel Urrea, cuya agenda personal confirma el orden poltico local en la
investigacin del crimen:
Encontr los telfonos de tres narcos. Uno de ellos era Pedro Rengifo. Tambin encontr
los nmeros de varios judiciales, entre ellos un jefazo de Hermosillo. Qu hacan esos
telfonos en la agenda de una simple locutora? Los haba entrevistado, los haba llevado
a la radio? Era amiga de ellos? Y si no era amiga quin le haba proporcionado esos
telfonos? Misterio.
En 2666, el negocio del narco opera ahora entre gobernadores, procuraduras
estatales y empresarios que construyeron fueros semiautnomos e independientes del
poder federal central, reconfigurado en el vaco de poder que inaugur la eleccin
presidencial de 2000.
La cuidadosa representacin del narco que Bolao lleva a cabo en su novela slo es
comparable a un puado de novelas. Destaco entre ellas Contrabando (2008), de
Vctor Hugo Rascn Banda, en la que el poder del narco y el poder del estado son uno
y el mismo. En la misma dcada, sin embargo, el campo literario mexicano ha
celebrado el xito comercial de numerosas narconovelas que independientemente de
su nivel de realismo promueven la narrativa oficial que explica el fenmeno del narco
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a partir de una sempiterna lucha de crteles y la mitolgica vida y muerte de capos
como Joaqun El Chapo Guzmn. Novelas como Fiesta en la madriguera (2010) de
Juan Pablo Villalobos, Perra brava (2010) de Orfa Alarcn o Trabajos del reino (2008)
de Yuri Herrera, imaginan al narcotrfico en Mxico exactamente del modo en que el
Estado describe el fenmeno: como una apocalptica infestacin de crteles de la
droga que en ciertos territorios perifricos del pas actan desde un afuera hipottico
del Estado mexicano. Lo que estos libros denominan narco en Mxico est
constantemente mediado por discursos hegemnicos generados por el Estado, por
estrategias de representacin que mitifican a las organizaciones criminales y que son
visibles en estudios acadmicos, investigaciones periodsticas y textos literarios que
poco se diferencian entre s pero que describen reiteradamente un mismo conjunto
limitado de imgenes que opera a su vez como el paradigma de representacin
dominante en toda discusin sobre el tema.
Para articular una representacin crtica sobre el narco no basta, como suponen
algunos, con abandonar el lxico recurrente (sicario, plaza, crtel, el narco
mismo). Es necesario, como hace Bolao, producir narrativas que relocalicen al
Estado y a sus lgicas de poder en el centro de esas discusiones, es decir, reposicionar
al Estado como el significante central del narco. 2666 se adentra en los laberintos del
poder oficial y descubre al narco siempre inscrito bajo el nombre de los empresarios,
de los policas y de los polticos gobernantes, siempre adentro de las estructuras de
Estado. Como con el personaje de Lalo Cura, el lector se sorprende de encontrar
narcos que no buscan apagar una insaciable sed de sangre y que no viven de modos
excntricos y ridculos en bnkers amurallados. El arquetipo oficial del narco se
disuelve en 2666 con el personaje de ese empresario que entre sus mltiples negocios
adems invierte en el comercio de la droga, siempre vigilado y controlado por la
polica y la poltica local.
Resistir la tentacin de la complaciente mitologa del narco que ha dado fama y
fortuna a tantos novelistas mexicanos que suean con alcanzar el xito de La reina
del sur, es una de las muchas enseanzas de la obra de Bolao. Al volver a la escena
sobre el narcotraficante cuyo rostro nunca vemos en 2666, se advierte la dramtica
imposibilidad de observar lo real del narcotrfico, que siguiendo a Lacan, est
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El futuro, una pelcula
lumpen
Archivo Bolao 1977-2003,
festn para lectores
apenas insinuado en el orden de lo simblico. Como intenta el polica de Bolao, es
necesario asumir una imaginacin crtica que nos permita narrar el narco ms all
de las vestimentas y las acciones que lo vuelven igual a s mismo, es decir, idntico a
su recurrente clich. Es imprescindible esclarecer las redes de poder en las que opera,
elucidar desde lo literario las coyunturas polticas y econmicas que lo condicionan, y
finalmente preguntarse, con ese personaje de Bolao, qu aristocracia representan, a
que lite, en verdad, pertenecen.
FOTOGRAFA: El artista Jonathan Hernndez present en Estrella distante, una
exposicin sobre Bolao que tuvo lugar en la galera Kurimanzutto en 2011, la obra
Vulnerabilia, inspirada en 2666/ Cortesa Kurimanzutto
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