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2666 y el narco

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    LO MS RECIENTE

    Mxico, la etapa formativa de Bolao

    14 julio, 2013

    Bolao, el antidivo por excelencia

    julio, 2013

    Arte inspirado en Bolao 14 julio, 2013

    Homenaje en Barcelona: el Bolao ms

    ntimo 14 julio, 2013

    Archivo Bolao 1977-2003, festn para

    lectores 14 julio, 2013

    LO MS VISTO

    Una ciudad para un nmada: Francisco

    Toledo en Oaxaca - 31.222 views

    De maricn, pual y otras joteras

    8.083 views

    El pachuco vs el peladito: Tin Tan

    contra Cantinflas - 5.144 views

    Y quin pagar esta llamada?

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    2666 y el rostro del narco

    POR OSWALDO ZAVALA

    En 2666 (2004), la novela pstuma de Roberto Bolao, hay una escena en un bar de

    Santa Teresa como se sabe, basada en la fronteriza Ciudad Jurez en la que un

    polica judicial llamado Juan de Dios Martnez observa en la terraza del local a un

    hombre vestido de ranchero, sentado de espaldas, y cuyo rostro nunca puede ver

    directamente. El polica especula que se trata de un narcotraficante. Frente al

    ranchero est un joven acordeonista y una violinista, quienes intentan atraer su

    JUL 14 PRINCIPALES, REFLEXIONES 477 VIEWS NO HAY COMENTARIOS

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    Territorio Lolita - 4.164 views

    atencin:

    Lo ms triste de todo, pens Juan de Dios Martnez, era que el narcotraficante o la

    espalda trajeada del supuesto narcotraficante, apenas se fijaba en ellos, ocupado en

    conversar con un tipo con perfil de mangosta y con una fulana con perfil de gata.

    Cuando los msicos por fin llaman la atencin del supuesto narco y sus

    acompaantes, algo ocurre que intriga al polica:

    El tipo con perfil de mangosta se levant de la silla y le dijo algo al odo al acordeonista.

    Luego volvi a sentarse y el acordeonista se qued con un gesto de disgusto dibujado en

    los labios. Como un nio a punto de echarse a llorar. La violinista tena los ojos abiertos y

    sonrea. El narcotraficante y la tipa con perfil de gata pegaron sus cabezas. La nariz del

    narco era grande y huesuda y tena un aire aristocrtico. Pero aristocrtico de qu? Salvo

    los labios, el resto de la cara del acordeonista estaba desencajada. Ondas desconocidas

    atravesaron el pecho del judicial. Este mundo es extrao y fascinante, pens.

    El supuesto narco permanece siempre annimo, sin rostro, y es el nico que no se

    distingue por un atributo animal (mangosta, gata). Su identidad imaginada le

    confiere de inmediato una funcin social especfica que excede a la persona

    convencional y despliega violencia y poder sin tener que moverse de la mesa: es un

    narco. Cuando aparece su perfil por un instante, el judicial piensa en la aristocracia,

    en una lite que no consigue situar dentro del esquema de la sociedad conocida. La

    escena ilustra as la problemtica manera en que se articula el imaginario del narco

    que predomina en la mayora de las llamadas narconovelas en Mxico: historias

    basadas en reflejos limitados de un fenmeno cuya realidad nos resulta inaccesible, lo

    real del narco nicamente posible a travs de la construccin imaginaria de ciertos

    trazos de su violencia vista a una distancia infranqueable, donde la sensacin del

    poder de una lite se intuye pero no puede conocerse.

    A casi una dcada de su primera edicin, 2666, la novela ms ambiciosa y compleja

    de Bolao, ha sido leda por la crtica acadmica a travs de modelos tericos que

    intentan rebasar la nocin de una tradicin literaria nacional. Con ello, algunos

    crticos sugieren entender la novela como una reflexin sobre procesos histricos

    mundiales que revela el violento fracaso de la modernidad occidental que

    experimentan en comn, en el contexto del libro, Mxico, Estados Unidos y Europa.

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    Sharae Deckard, por ejemplo, propone comprender la estructura de 2666 como

    sistemticamente histrico-mundial, uniendo una semiperiferia particular (Ciudad

    Jurez) y una coyuntura histrica particular (el capitalismo tardo del milenio) con

    un vasto alcance geopoltico. De modo anlogo, Sergio Villalobos analiza 2666 como

    una articulacin planetaria del mundo a travs de la guerra global, siguiendo aqu

    la nocin propuesta por el historiador italiano Carlo Galli para comprender las

    dinmicas mundiales que desactivan los conceptos decimonnicos de soberana,

    territorio y nacin. Estos acercamientos, desde luego vlidos y productivos, se

    preocupan por trazar el arco histrico con el que Bolao vincula la esclavitud

    africana, el holocausto y los asesinatos de mujeres en Ciudad Jurez, fenmeno que

    Jean Franco, en su reciente libro Cruel Modernity, estudia como un incidente en un

    colapso mundial.

    No obstante, 2666 ofrece tambin una aguda representacin crtica de los primeros

    aos del siglo XXI en Mxico que la crtica encandilada por la globalizacin ha pasado

    por alto. Como explica el socilogo Luis Astorga, la mquina presidencial del PRI

    someti durante siete dcadas a generaciones enteras de narcotraficantes. No se trat

    de una relacin de complicidad o de tolerancia, sino de una total subordinacin del

    crimen organizado al poder poltico. Con la cada del PRI en el 2000, el narco dej de

    ser parte de la agenda oficial de Los Pinos. Y mientras Bolao escriba, el pas ya se

    despeaba hacia una profunda crisis de gobernabilidad con la fragmentacin del

    poder poltico y el debilitamiento del Estado que trajo la consolidacin del

    neoliberalismo como nica estructura aceptable de gobierno. Esta crisis alcanz su

    punto lgido con la presidencia de Vicente Fox, que se distingui, segn Astorga, por

    la inexistencia de una poltica de seguridad de Estado que permiti un mayor

    grado de autonoma de policas, militares y traficantes respecto del poder poltico.

    Entre sus muchos aciertos, 2666 da cuenta de esa fragmentacin del poder. En ese

    sentido y contra el juego de temporalidades sugeridas por su ttulo, la novela es el fiel

    reflejo de su poca, en particular con su representacin del norte de Mxico en La

    parte de los crmenes. Esa seccin la ms abundante de las cinco que integran el

    libro se estructura alrededor de los dos fenmenos de violencia sistmica ms

    importantes de la frontera: los cientos de asesinatos de mujeres que comenzaron a

    reportarse desde 1993 el ltimo ao de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari

    y el narcotrfico. En 2666, ambos fenmenos surgen de las mismas condiciones de

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    posibilidad en un pas post-PRI: las redes locales de complicidades oficiales y

    extraoficiales que en Santa Teresa regulan el flujo de drogas y disciplinan la violencia

    sin la intervencin de fuerzas federales. Consideremos, por ejemplo, el episodio en

    que Pedro Negrete, jefe de la polica de Santa Teresa, contrata al joven Lalo Cura

    para trabajar como hombre de confianza de su compadre Pedro Rengifo, un

    prominente empresario local. Cuando Lalo Cura salva la vida de la esposa de Rengifo

    durante un atentado perpetrado por dos sicarios, entre ellos un polica estatal,

    Negrete reclama al empresario el haber expuesto al joven pistolero de un modo

    innecesario. Negrete decide entonces convertir a Lalo en detective, pero es hasta

    mucho despus que este ltimo se entera de que el empresario Rengifo es tambin un

    narcotraficante.

    Esta ntima relacin entre policas locales, empresarios y narcos reaparece ms

    adelante cuando otro polica comenta con Lalo Cura el asesinato de la reportera de

    radio Isabel Urrea, cuya agenda personal confirma el orden poltico local en la

    investigacin del crimen:

    Encontr los telfonos de tres narcos. Uno de ellos era Pedro Rengifo. Tambin encontr

    los nmeros de varios judiciales, entre ellos un jefazo de Hermosillo. Qu hacan esos

    telfonos en la agenda de una simple locutora? Los haba entrevistado, los haba llevado

    a la radio? Era amiga de ellos? Y si no era amiga quin le haba proporcionado esos

    telfonos? Misterio.

    En 2666, el negocio del narco opera ahora entre gobernadores, procuraduras

    estatales y empresarios que construyeron fueros semiautnomos e independientes del

    poder federal central, reconfigurado en el vaco de poder que inaugur la eleccin

    presidencial de 2000.

    La cuidadosa representacin del narco que Bolao lleva a cabo en su novela slo es

    comparable a un puado de novelas. Destaco entre ellas Contrabando (2008), de

    Vctor Hugo Rascn Banda, en la que el poder del narco y el poder del estado son uno

    y el mismo. En la misma dcada, sin embargo, el campo literario mexicano ha

    celebrado el xito comercial de numerosas narconovelas que independientemente de

    su nivel de realismo promueven la narrativa oficial que explica el fenmeno del narco

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    a partir de una sempiterna lucha de crteles y la mitolgica vida y muerte de capos

    como Joaqun El Chapo Guzmn. Novelas como Fiesta en la madriguera (2010) de

    Juan Pablo Villalobos, Perra brava (2010) de Orfa Alarcn o Trabajos del reino (2008)

    de Yuri Herrera, imaginan al narcotrfico en Mxico exactamente del modo en que el

    Estado describe el fenmeno: como una apocalptica infestacin de crteles de la

    droga que en ciertos territorios perifricos del pas actan desde un afuera hipottico

    del Estado mexicano. Lo que estos libros denominan narco en Mxico est

    constantemente mediado por discursos hegemnicos generados por el Estado, por

    estrategias de representacin que mitifican a las organizaciones criminales y que son

    visibles en estudios acadmicos, investigaciones periodsticas y textos literarios que

    poco se diferencian entre s pero que describen reiteradamente un mismo conjunto

    limitado de imgenes que opera a su vez como el paradigma de representacin

    dominante en toda discusin sobre el tema.

    Para articular una representacin crtica sobre el narco no basta, como suponen

    algunos, con abandonar el lxico recurrente (sicario, plaza, crtel, el narco

    mismo). Es necesario, como hace Bolao, producir narrativas que relocalicen al

    Estado y a sus lgicas de poder en el centro de esas discusiones, es decir, reposicionar

    al Estado como el significante central del narco. 2666 se adentra en los laberintos del

    poder oficial y descubre al narco siempre inscrito bajo el nombre de los empresarios,

    de los policas y de los polticos gobernantes, siempre adentro de las estructuras de

    Estado. Como con el personaje de Lalo Cura, el lector se sorprende de encontrar

    narcos que no buscan apagar una insaciable sed de sangre y que no viven de modos

    excntricos y ridculos en bnkers amurallados. El arquetipo oficial del narco se

    disuelve en 2666 con el personaje de ese empresario que entre sus mltiples negocios

    adems invierte en el comercio de la droga, siempre vigilado y controlado por la

    polica y la poltica local.

    Resistir la tentacin de la complaciente mitologa del narco que ha dado fama y

    fortuna a tantos novelistas mexicanos que suean con alcanzar el xito de La reina

    del sur, es una de las muchas enseanzas de la obra de Bolao. Al volver a la escena

    sobre el narcotraficante cuyo rostro nunca vemos en 2666, se advierte la dramtica

    imposibilidad de observar lo real del narcotrfico, que siguiendo a Lacan, est

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    El futuro, una pelcula

    lumpen

    Archivo Bolao 1977-2003,

    festn para lectores

    apenas insinuado en el orden de lo simblico. Como intenta el polica de Bolao, es

    necesario asumir una imaginacin crtica que nos permita narrar el narco ms all

    de las vestimentas y las acciones que lo vuelven igual a s mismo, es decir, idntico a

    su recurrente clich. Es imprescindible esclarecer las redes de poder en las que opera,

    elucidar desde lo literario las coyunturas polticas y econmicas que lo condicionan, y

    finalmente preguntarse, con ese personaje de Bolao, qu aristocracia representan, a

    que lite, en verdad, pertenecen.

    FOTOGRAFA: El artista Jonathan Hernndez present en Estrella distante, una

    exposicin sobre Bolao que tuvo lugar en la galera Kurimanzutto en 2011, la obra

    Vulnerabilia, inspirada en 2666/ Cortesa Kurimanzutto

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