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Historia reciente de la defensa de la Unidad Católica de España. XXV Jornadas… José Fermín Garralda. 2015 Qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasd fghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzx cvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfg hjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvb nmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwe rtyuiopasdfghjklzxcnmrtyuiopasdfghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvb nmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwe rtyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiop asdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxclv bnmqwertyuiopasdfgokjodhksndank HISTORIA RECIENTE DE LA UNIDAD CATÓLICA: UN GRAN BIEN A CONSERVAR EN ESPAÑA. XXV Jornadas de “Seglares Españoles por la Unidad Católica” José Fermín Garralda Arizcun Doctor en Historia Parte: 2ª de 3 Colección: “Bemba” nº 3 Pamplona 2015

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Historia reciente de la defensa de la Unidad Católica de

España. XXV Jornadas… José Fermín Garralda. 2015

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HISTORIA RECIENTE DE LA UNIDAD

CATÓLICA: UN GRAN BIEN A CONSERVAR EN ESPAÑA.

XXV Jornadas de “Seglares Españoles

por la Unidad Católica”

José Fermín Garralda Arizcun Doctor en Historia

Parte: 2ª de 3

Colección: “Bemba” nº 3

Pamplona 2015

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Conversión de Recaredo en el IIIer Concilio de Toledo, 589. Recaredo, según una copia del grabado de Arnold van Westerhout en 1794. Esta es la fecha de inicio del reconocimiento, por parte de las instituciones del poder civil, de la religión católica como verdadera, y con su reconocimiento también el de la soberanía social de N. S. Jesucristo. Pasarán los siglos, y las Constituciones de 1931 y 1978 ignoraron al divino Redentor, lo que es una forma de negación debido a las obligaciones que tiene todo poder civil, según recuerda el Concilio Vaticano II.

José Fermín Garralda Arizcun. Doctor en Historia Año 2015 “Historia reciente de la Unidad Católica: un gran bien a conservar en España. XXV Jornadas de ‘Seglares Españoles por la Unidad Católica’ ”. Contiene 3 Partes: Parte 1ª: 78 pp., Parte 2ª: 85 pp y Parte 3ª: 52 pp. C/ Arrieta nº 2 31002 Pamplona – Navarra - España [email protected] historiadenavarraacuba.blogspot.com Colección: “Bemba” nº 3 (Parte 2ª de 3) * Queda prohibida la reproducción total o parcial, texto o imágenes, de este trabajo sin permiso del autor. Está protegido. Puede ser citado mencionando autor, título, año, formato de

edición y localización en la red.

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Historia reciente de la Unidad Católica: un gran bien a conservar en España.

XXV Jornadas de “Seglares Españoles por la Unidad

Católica”

José Fermín Garralda Arizcun, dr. en Historia

De la conferencia en Zaragoza del 27 de abril de 2014

ÍNDICE: PARTE 1ª: 1. Introducción 2. Objeto y temas generales de estudio 3.

Significado de los temas 4. Primer cuadro. Origen, pérdida y recuperación, e impulso evangelizador de España. Un pasado histórico que configura 5. Segundo cuadro. Raíz y objeto de las 25 Jornadas de la Unidad Católica 6. Tercer cuadro. El porvenir trabajado, lo vivido estos 25 años y lo que se espera en el fututo. PARTE 2ª: 7. Enfoque y conclusiones sobre los principales temas de las XXV Jornadas 8. Otras conclusiones de las XXV Jornadas 9. Colofón. PARTE 3ª: Apéndices: Temas, conclusiones y relación de conferencias.

PA R T E 2ª

7. Enfoque y conclusiones sobre los principales temas de las XXV Jornadas.

Los temas de las XXV Jornadas están entrelazados y dependen unos de

otros formando una unidad orgánica. A continuación señalaremos qué temas son los más específicos e importantes.

La exposición seguirá el sentir de los jornadistas durante estos 25 años. Sería complicado recoger con un total empirismo lo que los ponentes han dicho, los turnos de preguntas, las mesas redondas, las ponencias breves y los

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comentarios realizados en de la convivencia sobre los temas que citaremos. A pesar de ello y por existir muchos materiales se puede explicar todo ello con cierta amplitud respetando el sentir de las Jornadas.

Para justificar adecuadamente el fundamento de cada tema, añadiremos en nota varias digresiones personales, aunque seguramente muchos de los jornadistas las comparten en su totalidad.

En cada caso también recogeremos las principales conclusiones de las Jornadas que se refieren a cada gran tema desarrollado. Las referencias las señalamos entre paréntesis (C, año).

* * *

1. Confesionalidad y Unidad Católica. 1.1. La afirmación raíz. En cada una de las XXV Jornadas se ha

concluido la necesidad de precisar el término y de mantener el concepto y realidad para España de la confesionalidad católica de la nación española y del poder civil o Estado español (C., 2000), conforme al alma teológica de la encíclica Quas Primas de Pío XI.

Esto no tiene relación alguna con la confesión protestante de los Estados –lo apunto para algunos eruditos-, que el catolicismo lógicamente rechaza. Muchos jornadistas hasta podrían rechazar la misma idea de “Estado” moderno que nace en Europa el siglo XVI, sustituyéndolo por la suprema potestas o/y auctoritas. No en vano, Rafael Gambra escribió sobre Eso que llaman Estado (1958).

Lo mismo se ha afirmado sobre la Unidad Católica, que es más exigente que la confesionalidad pues reclama la limitación del culto externo y la difusión de errores religiosos a escala en la sociedad católica. Por otra parte, la Unidad Católica no sólo supone un ideal sino también, aplicada en España actual, una situación concreta en el país de no tolerancia a la proyección externa, de calle o institución pública, de las religiones falsas (C., 1991, 1992).

Esto sea dicho en general y –añado por mi cuenta- obviando posibles estatutos muy particulares a realidades concretas como sería la de una mezquita visible como tal en su exterior pero tolerada como hecho consumado cuando ya está construida. Estas precisiones finales se efectuarían cuando se ejerce el gobierno y no –es nuestro caso- desde la oposición extraparlamentaria.

La confesionalidad y unidad católicas tienen varios fundamentos. Tales son la realidad teológica, en un ámbito temporal en qué es España, y hasta en la realidad sociológica hoy. Las XXV Jornadas de 2014 subrayaron este fundamento con las palabras siguientes:

“7ª. Nuestro ideario es vigente. Primero porque denota una

verdad histórica y segundo, porque se fundamenta en una verdad doctrinal.

8ª. La vigencia de nuestros postulados a los que hacíamos referencia son claros, basta con examinar a las ideas contrarias: Liberalismo Laicismo Materialismos, Sectas, etc. etc. Paralelamente a nuestras réplicas ideológicas al laicismo positivo y a la laicidad debemos mantener una campaña permanente de repoblación de los espacios públicos con signos religiosos.

12ª. Todo lo dicho nos lleva a una última conclusión: Hay que continuar en el empeño aunque no se esté de moda. La verdad -y la

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realidad constatada- no están sujetas a ella. SON SIEMPRE VIGENTES” (C., 2014). En 1995 las XVI Jornadas destacaban la difusión de errores dentro de

la Iglesia sobre la libertad religiosa, y la necesidad de recordar la doctrina de siempre al respecto:

“5ª. Muchas cuestiones relacionadas con la movilización

exterior dirigida a la reconquista de la Unidad Católica se han mostrado afectadas por ciertas imprecisiones y contradicciones doctrinales y de gobierno de la Jerarquía Eclesiástica referentes principalmente a la libertad religiosa, al ecumenismo y a las relaciones Iglesia – Estado. Pedimos a nuestros obispos que aclaren y simplifiquen la doctrina tradicional de la Iglesia y que la divulguen.” En 1991 se concluyó la necesidad de “Mantener presentes en la Iglesia

y en la sociedad española el TÉRMINO y CONCEPTO de la Unidad Católica para evitar que caigan en desuso, se abandonen y prescriban” (C 2ª, 1991). En 1992, las cuestiones semánticas se expresan así:

“Explicar que la recogida de información es solamente un medio

al servicio del fin, que es la destrucción del enemigo. Desplazar las denominaciones neutras, como “sectas” o “nuevas religiones” por las más expresivas de “religiones falsas” o “religiones de perdición”. Acompañar las menciones de la religión católica con el calificativo de “la única verdadera”. Insistir más en el concepto de pecado que en cuestiones psicológicas” (conclusión 5).

Este mismo año se acordó: “Promover el juramento de reconquistar la

Unidad Católica de España que incluye la reducción de las religiones falsas al ámbito privado” (conclusión 2).

En relación con la necesidad de cuidar el uso del lenguaje en las cuestiones de confesionalidad, unidad, laicismo etc., las conclusiones de las XX Jornadas de 2009, dicen así:

“2ª. Cerrar el paso a que nos invada el concepto del

presidente francés Sarkozy de "laicismo positivo"; por su ambigüedad, y por desencadenar una mayor confusión entre las filas católicas, debe ser un objetivo primordial hasta las próximas Jornadas.

3ª. Debemos desbaratar las maniobras que el Enemigo introduce en el lenguaje para hacer creer que hay varias clases de laicismo. En el fondo, todas son igualmente malas, y la aceptación de unas prepara la de las otras.

4ª. Debemos estar alerta organizándonos y actuando con mentalidad de milicia y al mismo tiempo con espíritu de observación, para descubrir que el laicismo se sitúa en los flancos de muchas cuestiones impías y así las potencia” (C., 2009). Recordados los principios, a estos les sucede la acción. De aplicar

aquellos a la situación concreta de España todavía en tesis social, la acción se debe a aquellos para los que debe buscar recursos. La situación de hecho no es

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sino un punto de partida parcial para recuperar un terreno perdido que nunca se debió perder –y no tiene por qué seguir así-. Ante esto, el desamparo de los principios y coherentemente de la acción para recuperar la Unidad Católica, puede conllevar ciertas dificultades con la jerarquía eclesiástica, con el trato hacia los restantes católicos, y, por lo que afecta a los recursos, a la distribución de las limosnas. Las conclusiones de las XVI Jornadas de 2005 dicen así:

“2ª. La movilización de los seglares que proponemos pretende no

solamente defender al pueblo español de leyes anticristianas, sino, además, la reconquista activa de la Unidad Católica de España. La movilización de la vida espiritual individual debe ir unida a la movilización exterior y colectiva de recursos materiales y esta movilización social debe ir unida a la conquista del Estado para hacerlo confesional católico. Para nosotros, que no somos liberales, son tres procesos inseparables.

3ª. Una relativa autonomía de los seglares respecto de la Jerarquía Eclesiástica no implica menor docilidad sino mayor agilidad y profundidad. Debemos ocupar posiciones más ventajosas que las estrictamente obligatorias donde la Jerarquía y el clero no llegan. Conviene replantear el concepto de las Uniones Seglares y esforzarnos por crear otras nuevas pequeñas unidades.

4ª. La movilización de personas debe ir acompañada de una movilización de recursos materiales. Son necesarias unas mentalidades limosneras y financieras nuevas que den prioridad a la propagación y defensa de la Fe sobre la promoción del desarrollo exclusivamente material en lejanos países. Los militantes católicos deben dominar las nuevas técnicas de comunicación, de agitación de masas y de resistencia política.

5ª. Muchas cuestiones relacionadas con la movilización exterior dirigida a la reconquista de la Unidad Católica se han mostrado afectadas por ciertas imprecisiones y contradicciones doctrinales y de gobierno de la Jerarquía Eclesiástica referentes principalmente a la libertad religiosa, al ecumenismo y a las relaciones Iglesia – Estado. Pedimos a nuestros obispos que aclaren y simplifiquen la doctrina tradicional de la Iglesia y que la divulguen.

6ª. Para discernir en muchas cuestiones aparentemente oscuras relacionadas con la movilización exterior y colectiva, sigue siendo una decisiva piedra de toque rápidamente clarificadora la adhesión a la confesionalidad católica del Estado, o su rechazo. Para los que hemos hecho el juramento de defenderla, éste no es negociable, ni está sujeto a circunstancias nuevas desfavorables.”

Lo dicho hasta ahora es recurrente en todas las conclusiones anuales. Así,

en las XVII Jornadas de 2006 se dice: “7ª. Seguimos observando que casi todas las manifestaciones de

descristianización que sufre España se remontan como a un origen común al abandono de la confesionalidad católica del Estado. Nos reafirmamos en nuestra vocación por reconquistarla” (C., 2006).

Las XIX Jornadas de 2008 recuerdan una vez más la necesidad de la

restauración católica:

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11ª. La primera prioridad de los católicos españoles en la vida pública actualmente es la recuperación no solamente de la confesionalidad católica del Estado, sino también de la Unidad Católica de España.

12ª. Lo dicho últimamente debe ser defendido por nuestra parte en toda circunstancia y con los medios que dispongamos, eso sí con la recta conciencia de defender unos valores y principios que, aun no estando de moda, están plenamente vigentes.

13ª. En la misma línea de lo anterior hemos de rehuir el complejo de inferioridad y el complejo de culpabilidad. Alejemos de nuestra mente el derrotismo. Los valores y principios de antes mencionados no han caducado ni prescrito; muy al contrario, cada acto religioso-patriótico que realizamos, COMO ES EL CASO DE LAS PRESENTES JORNADAS, es una interrupción de cualquier tipo de hipotética prescripción” (C., 2008).

Al analizar la conmemoración de fechas tan significativas como 1212 y

1812, en las XXIII Jornadas de 2012 se concluye:

“7ª. Recordamos con énfasis que la Reconquista de la Unidad Católica de España es el primero y principal de nuestros objetivos y se concentra, coordina y resume otras conclusiones menores que han aflorado en las ponencias y en las conversaciones entre los asistentes de las Jornadas” (C., 2012, 2013, 2014).

Afirmar una vez al año esta posición teórico-práctica no tendría mucho

sentido de carecer de un órgano o portavoz que actúe durante todo el año recordando los principios, y realizando su aplicación a los sucesos cotidianos. En varias ocasiones, las conclusiones de las Jornadas resaltan que el órgano periodístico portavoz de la reconquista de la Unidad Católica es el quincenal “Siempre P’alante”. Así, las XIV Jornadas de 2003 dicen:

“1ª. Nos confirmamos en nuestra consigna, servida con

juramento, de trabajar en la vida pública por la reconquista de la Unidad Católica, de la cual siga siendo portavoz la revista Siempre P´Alante, de la que es director y fundador el M. I. Sr. Don José Ignacio Dallo Larequi, a quien renovamos nuestro agradecimiento por sus trabajos” (C., 2003, 2014).

* * *

1.2. La respuesta de las jornadas ante las coartadas

doctrinales y prácticas contrarias a la confesionalidad. Durante mucho tiempo, quienes han querido contribuir al liberalismo y al llamado “proceso democratizador” para que éste fuera pacífico pero dirigido en clave racionalista y secularizador, han tenido como común coartada de aludir al Vaticano II, que por muchos han tergiversado e incluso podríamos decir que desconocen.

Este concilio de ámbito universal Vaticano II, que en su declaración “Dignitatis humanae” no ha querido definir doctrina sino que es pastoral, mantiene el deber teológico de los Estados y poderes civiles hacia Dios y la religión católica (22).

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Continuemos con las afirmaciones realizadas en las Jornadas. La ideología liberal, fuertemente extendida incluso en ciertos ámbitos de la Iglesia, hizo que los españoles hayan comulgado con ruedas de molino aceptando a ojos cerrados lo que por motivos teológicos, sociológicos y aún políticos no debía aceptarse para España, como es la pérdida de la unidad y confesionalidad católicas. Sin ellas hoy día se ha caído en todas las aberraciones, desconcierto y desorientación públicas y, en consecuencia, privadas. Pensemos que los Obispos españoles afirmaron, cuando volvieron del Concilio, que España podía mantener la confesionalidad católica así como la Unidad Católica.

Dígase más bien que los liberales autocalificados de “progresistas”, quisieron imponer sus principios bajo el término de “democracia”, creando para ello dos figuras en aleatoria situación de antítesis -concretamente las de “Dictadura o Democracia”- para lo cual, víctimas de absurdos complejos por la confesionalidad católica del poder civil en los Gobiernos de Francisco Franco en cargo de jefe de Estado, admitían que se pusiera en principio todo en entredicho, y que se careciese de un marco preconstitucional incluido en la Constitución, abriendo así las puertas a una posible legislación antinatural y anticristiana.

Resulta paradójico que el hombre actual de Occidente tienda a asegurar todos los aspectos de su vida, incluidas las funciones religiosas a realizar al advenimiento de su muerte, y que “configure” el poder civil precisamente afirmando su falta de configuración, otorgando así a la voluntad humana un carácter absoluto, abandonando cada situación y las sucesivas al devenir, dejando lo más importante en la indefinición constitucional, para en realidad luego dirigir la voluntad cívica desde el partido gobernante que utiliza el Estado para su fines ideológicos particulares. Al final, el poder absoluto de Luis XVI en su enorme y precioso palacio quedó sustituido por el de poder mucho más absoluto de Robespierre ejercido desde una sencilla casa de pisos y alquiler. Esta forma de constituir un país es revolucionaria.

Una vez más se mostraba la contradicción entre el catolicismo y el liberalismo de la Constitución de 1978, pues, ésta última, destierra de la realidad a Dios y la verdad objetiva, el bien común y los derechos de los españoles más allá el prohibido prohibir (a los ciudadanos, padres, nacionalistas…). ¿Por qué sin ofrecer los liberales argumentos teológicos y tampoco sociológicos, los que deseaban mantener la catolicidad en España debían aportar no pocas razones -que por otro lado aportaron- que desde luego los liberales no estaban dispuestos a considerar?

Ya es historia que en 1976-1978 hubo obispos –salvo ocho con el cardenal de Toledo a la cabeza- que prefirieron callar la verdad, no complicarse la vida y amoldarse al liberalismo -ellos bajo la excusa de “reconciliación” y “concordia”- al aceptar la concesión de derechos civiles al mal y al error. (Sabemos que el bien y el mal carecen de derechos, pero no carece la persona al bien y por el bien que realiza; al bien hay que dejarle siempre libre y al mal se le deben poner límites en ciertos temas y grados). Con dichas excusas creían dejar su conciencia a salvo. Sin embargo, éste huidizo recurso resultaba hipócrita al igualar jurídicamente las posiciones verdaderas con la de aquellos que afirmaban el agnosticismo y relativismo en la Constitución y las leyes. En la práctica, se dejó la puerta abierta a la descomposición lenta pero casi segura de España como pueblo. Cedieron ante lo artificial y mediante un artificio bien organizado. El “habla, pueblo, habla”, supuso un dirigismo sobre la sociedad y un cheque en blanco al presidente don Adolfo Suárez González, que engañó desde el comienzo con su procedencia como secretario general del Movimiento, ocupando luego de

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forma sorprendente -era el que menos posibilidades tenía en la terna presentada a don Juan Carlos- la presidencia de Gobierno aquellos neurálgicos años. No obstante –repetimos- una minoría de ocho obispos más el cardenal arzobispo de Toledo enseñó a los católicos el magisterio de la Iglesia y además con una voz profética que con los años se ha convertido en realidad. Pero de nada le sirve al profeta “acertar” si luego no hay arrepentimiento ante lo profetizado.

Pues bien, a diferencia de no pocos obispos, estos 25 años los jornadistas se han decidido a mantener la doctrina social de la Iglesia sin claudicar ante los hechos, y combatir al denominado liberalismo católico (C., 2003, 2013).

Estos seglares–la punta de un iceberg- no se han dejado llevar, como ciertos eclesiásticos, por el oportunismo ante el poder político, ocasionalismo manifestado ya antes de 1978 y sistemáticamente a partir de dicha fecha. Lo peor es que muchas veces no se trató –o así muchos lo dedujeron por sus intervenciones- de accidentalismo sino de profesión del liberalismo moderado. De ahí que estos seglares, pueblo llano con el sentir puro y sencillo de sus padres, tienen más mérito. Dicho oportunismo ha impedido a muchos laicos ejercer su verdadero criterio católico, los hizo liberales, y hasta les impidió a la larga el libre albedrío debido a la paralización general, pues el clero les encauzó a seguir una política que en su raíz admitía la voluntad general como tesis práctica. Tal es “el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular” (preámbulo de la Constitución de 1978), ley fundada en una “soberanía nacional (que) reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado” (Art. 1), siendo “la justicia, la igualdad y el pluralismo político” y el “orden económico y social justo” los únicos valores superiores (preámbulo y Art. 1), además propugnados que no supuestos, y menos de forma objetiva. Esta Constitución equipara el error y la mentira (de entrada es igual que uno yerre a que diga la verdad), la virtud y el vicio, donde todo vale siempre que se posea la mayoría numérica -que en la práctica es la minoría más votada- o bien la suma de minorías contra la minoría más votada -aunque a su vez sea minoritaria…-. Todo ello se activa por el culto a la imagen y el pensamiento débil, una política de conformismo, pereza, de dejar la política a los partidos políticos convertidos en partitocracia, una política de entregas y de mínimos que ya han quedado totalmente sobrepasados por el vendaval. Ahora, en 2015, todos se quejan de lo mal que está todo pero ya es tarde.

Durante 25 años, los seglares han asistido al contradictorio espectáculo de aquellos clérigos que decían oponerse a hacer política, pero que sucesivamente han sido considerados como referente de los políticos en todas sus insuficiencias: en la aceptación del liberalismo, en la falta de contundencia en el rechazo de leyes injustas como el divorcio vincular, y en su silencio allá donde debían alzar la voz. Ahora, en 2015, ya hablan, pero pocos les hacen caso. Han dejado de liderar la sociedad católica -y la sociedad misma-, y han sido sustituidos por el último famoso de turno, algunos nuevos maestros laicos de internet, el “se dice”, y el marco general de un mundo en el que hay que preguntarse si el hombre actúa como personas libre y responsable. Si dichos clérigos hubieran afirmado un marco político donde “no todo vale”, si hubieran declarado los principios verdaderos de la alta política -que era misión suya-, basando la sociedad en una verdad garantizada adecuadamente en sus instituciones, si –en primer lugar- hubieran afirmado que las instituciones públicas debían dar culto a Dios en la forma que Él quiere, hubieran conseguido de los poderes temporales la creación de unas condiciones externas para facilitar

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de forma parcial e indirecta la salvación eterna de las almas, y directamente la felicidad de la sociedad en lo que este mundo y las circunstancias del momento permiten.

Malo es también que dichos clérigos liberales o flojos contra el liberalismo, hayan disuadido a que los católicos se agrupen en el ámbito político, produciendo así la diáspora del voto, el que los católicos voten o entren en todos los partidos políticos para –previa apostasía según lo que se les pida admitir- ser además absorbidos por ellos. La burla del actual Partido Popular en 2015 a su electorado es el premio desconsolado de aquellos que lloran por lo perdido y que no supieron defender ni como hombres ni como católicos.

El error nuclear de todo lo anterior es el laicismo. Por eso, las XXIII Jornadas del año 2012 destacan la necesidad de rectificar el laicismo:

“1ª. (…) combatir la paulatina pero progresiva islamización de

España. Islamización que está siendo posible – entre otras razones- por encontrar terreno abierto, debido principalmente al liberalismo y laicismo reinantes, que con el apoyo expreso o tácito del mal llamado catolicismo progresista, han contribuido a descristianizar nuestra Patria, y por consiguiente dejarla indefensa ideológica y moralmente ante la expansión e influencia islámica, entre otras fuerzas anticristianas o acristianas.

3ª. (…) Respecto al bicentenario de la primera constitución liberal de Cádiz, debemos recordar lo que ha supuesto la implantación en España y en el resto del mundo occidental de la doctrina liberal. La entronización de la libertad como fin en sí mismo, sin más límite que la razón natural, ha desembocado, en la divinización de las urnas y como consecuencia de ello, en un conglomerado de normas que no solamente son contrarias a la Ley de Dios, sino que además y consiguientemente, atentan contra el propio ser humano.

4ª. El laicismo, independientemente del grado de intensidad con que se presente, significa la apostasía de la sociedad. Como mucho se reconoce el derecho a la práctica religiosa personal, que va siendo ahogada, por la legislación positiva y la normatividad consuetudinaria. Por otra parte y contradictoriamente a sus postulados cuando el Magisterio Ordinario, ejerce su legitima potestad de enseñar, es zarandeado mediáticamente, por presiones de determinados grupos de presión e incluso llevado ante los Tribunales, como es el caso recientísimo del Obispo de Alcalá Monseñor Reig, por defender- como es su obligación- la Doctrina de la Iglesia en relación a la práctica homosexual y al aborto. Aprovechamos esta ocasión para felicitar pública y oficialmente a tan valiente y preclaro prelado.

6ª. Denunciamos el recurso al humanismo cristiano como procedimiento artero para eludir disimuladamente la filosofía y la letra del derecho público cristiano” (C., 2012).

* * *

1.3. ¿Qué confesionalidad y laicismo? Según los jornadistas, una equivocación muy difundida es creer que la

Constitución de 1978 afirma la aconfesionalidad, cuando en realidad lo que hace es rechazar la confesión católica del poder civil, a la vez que funda España y el

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Estado español en otro tipo de confesión no religiosa basada en el subjetivismo, el inmanentismo, la voluntad de las mayorías cuantitativas, y unos derechos humanos de los que se obvia su fundamentación y que, por ello, se encuentran al albur de cada gobernante. El liberalismo y socialismo tienen sus propias confesiones filosóficas, al igual que la masonería, muy presente en ambas tendencias políticas. Son confesiones porque suponen un marco preconstitucional, un a priori, y forman algo que se ha llamado religión civil.

¿Por qué la confesionalidad católica no tiene relación con la protestante? Lo diremos claramente.

En la confesionalidad protestante se reafirma el Estado, que se basa contradictoriamente en la conciencia subjetiva del príncipe luterano y después, con el liberalismo del s. XIX, en la llamada mayoría, harta de la anterior contradicción del Estado versus conciencia del príncipe, pero para crear en ambos casos una contradicción nueva.

La confesionalidad protestante creó en los individuos una nueva conciencia –convirtiendo en objetivo lo que es subjetivo-, pretendió ser creadora de la verdad, absorbió al sujeto, fue filosóficamente idealista, y mezcló lo civil y lo religioso, utilizando la religión al servicio de la política. La política protestante fue creadora de la verdad, fue intervencionista, dirigista, y estatista; no en vano en los siglos pasados fue absolutista, centralista y uniformizadora. La política del kulturkampf de Bismarck ya avanzado el siglo XIX es un ejemplo de ello, divulgando por entonces que los católicos eran malos patriotas.

El liberalismo posterior a los siglos de la reforma luterana tuvo su origen en el protestantismo debido a la emoción del subjetivismo inmanente y a su fuerza revolucionaria. Ese liberalismo deseó eliminar cualquier atisbo de objetividad y autoridad, concretamente la fuerza de los Estados absolutos o moderados, fuesen protestantes o católicos. Pues bien, de nuevo el liberalismo caerá, tarde o temprano, como el subjetivismo inmanente protestante, en el relativismo o amoralismo o pérdida de conciencia, y el Estado liberal creará una moral pública a imponer a todos los individuos sobre los que tiene jurisdicción. Según esto, el liberalismo y socialismo, al afirmar una verdad (incluso que no existe), y al proponerla como tal, son Estados confesionales, pues objetivaban “su” verdad en una materia directamente relacionada con la naturaleza social más básica del hombre creado por Dios. Ni la comunidad civil es una Sociedad Anónima, ni la autoridad pública debe reducirse a un rango administrativo.

La crítica a la confesionalidad protestante no sirve para criticar la confesionalidad católica del poder político. Todo lo contrario. Ambas son muy diferentes y es la confesionalidad católica el mejor soporte para criticar la confesionalidad protestante así como la confesionalidad laica del liberalismo y socialismo.

La confesionalidad católica reconoce a Cristo como Señor, al que le rinde el debido culto divino. Respeta y asume el orden objetivo básico de la realidad natural y sobrenatural –en cuanto a la realidad natural todas las religiones y personas deben estar agradecidas a dicha confesionalidad-, orden objetivo éste garantizado por la doctrina de la Iglesia. Recoge y protege los derechos de las personas, las familias, y los cuerpos intermedios, y, por último, protege la expresión pública de la religión de los ciudadanos en cuanto verdadera, máxime cuando la población es de gran mayoría católica.

Las Jornadas se han identificado con la confesionalidad conforme a la doctrina perenne del derecho Público Cristiano, aunque sabemos que dicho término “confesionalidad” no está recogido tal cual en las encíclicas pontificias,

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quizás para distinguirse de la cultura protestante. Los jornadistas se han identificado con la doctrina imperecedera de la Iglesia, con la práctica constante de los españoles según su peculiar idiosincrasia, y con la experiencia histórica de las generaciones que les precedieron. Lo afirmado para el ámbito público, se afirma y trabaja también y a su vez en el ámbito privado, familiar y social. Decimos esto porque, en todas las épocas hay personas que creen ser más sabios, más inteligentes y más sensibles que sus mayores, de quienes prescinden, sin que nuestra época sea una excepción: todo lo contrario, es una época vanidosa y fatua que esgrime para ello el esplendor de la técnica.

Los jornadistas consideran que los términos de confesionalidad y unidad católicas no pueden ser sustituidos por otros como “inspiración cristiana”, “raíces cristianas”, “matriz cristiana”, “democracia cristiana” y otros semejantes (C., 2000). Para ellos, los términos deben ser claros y definitorios, lo que permite un compromiso para siempre (C., 2000). Es muy posible que hablar de “raíces” (cristianas de España o Europa) tenga poca proyección, quede lejano en el tiempo respecto al desarrollo de la realidad que las raíces sostienen, y se alejan del compromiso práctico e inmediato, aunque supongan quizás frutos, y seguramente las ramas y el tronco. Háblese mejor de los frutos existentes, sabiendo que no hay fruto sin raíz que sujeta y alimenta el árbol. Por lo mismo, los jornadistas enseguida advirtieron que “el recurso al humanismo cristiano (es) como (el) procedimiento artero para eludir disimuladamente la filosofía y la letra del derecho público cristiano” (C., 2012). Ajenos a “dar gato por liebre”, no han caído en la tentación de manipular el lenguaje, resultando a veces la formulación de sus posturas un tanto “bronca”, con aristas, enriscada, a lo Covadonga.

Creo recoger el sentir de las Jornadas si afirmo que el desterrar a Dios y la religión católica de la Constitución de 1978, así como desterrar el derecho natural objetivo -en resumidas cuentas, del bien común-, se hizo desde 1976 tan sistemáticamente que no sólo suponía la inadecuada y atrevida creación de una situación falsa de hipótesis social –como si el pueblo español no fuese católico- y de una hipótesis doctrinal falsa (el laicismo), sino que elevaba la hipótesis social (forzada) a tesis política y doctrinal (errónea) –como si las circunstancias construyesen la doctrina o el “deber ser”-, y mostraba lo que con el tiempo se ha ido haciendo cada vez más evidente. Mostraba que, en no pocos casos, dicho destierro de Dios y la religión era fruto de la profesión de una doctrina o de unos principios tendentes a la secularización total del Estado, a su relativismo agnóstico, donde únicamente se decide por mayoría sin límite alguno, sin limitación previa recogida de antemano en la Constitución, y sin una exigencia preconstitucional o a priori, como si la voluntad humana careciese de límite u obligación alguna, y como si no hubiese elementos claves e innegociable que configuran el bien común.

Para los jornadistas, la democracia actual se funda en la soberanía popular entendida como una facultad ilimitada –esto es, en contra de Dios, la naturaleza, la Patria y los derechos “históricos”-, de suerte que ésta soberanía se entromete en todo y todo lo transforma en el ámbito político opinable ante Dios, de lo que resulta que la política lo invade todo, transmitiendo el Estado su apostasía a la sociedad por capilaridad y ósmosis, directa e indirectamente.

La pregunta recurrente de las Jornadas ha sido: ¿democracia sin Verdad? En alguna de ellas se hicieron presentes las actualísimas pastorales de San Ezequiel Moreno y Díaz, obispo de Pasto, enterrado en Monteagudo (Navarra), relativas a la paz, la concordia, y la reconciliación…. (23). La falta –

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por expulsión- de N. S. Jesucristo en la Constitución, ha generado in crescendo una inexorable e inmensa desorientación y decadencia actual.

Podría ahondarse lo expresado en las Jornadas con las palabras propias de las ponencias de los conferenciantes más que con nuestras propias consideraciones, por otra parte coincidentes con los jornadistas (24).

Valga esta explicación para resituar el gran tema de las Jornadas seglares de la Unidad Católica de España. Por reseñar un argumento de autoridad, el arzobispo de Zaragoza Mons. Ureña Pastor habló de la validez de las Jornadas por la Unidad Católica en sus diferentes homilías dirigidas expresa y directamente a los jornadistas desde el año 2006, celebradas en la iglesia de San Juan de los Panetes, situada en la plaza de El Pilar.

Cuando Benedicto XVI se refirió al laicismo aceptable o sano y el no aceptable, al positivo y negativo etc., la terminología pareció tambalearse. Por eso, ante la tradición católica que rechazaba el término laicismo y para evitar la confusión generada, las XX Jornadas de 2009 recogieron lo siguiente:

1ª. El Enemigo más presente de los católicos en la vida pública

es el laicismo. Aparece puro o como asociado a otras impiedades potenciándolas como un coeficiente a favor del Mal.

2ª. Cerrar el paso a que nos invada el concepto del presidente francés Sarkozy de "laicismo positivo"; por su ambigüedad, y por desencadenar una mayor confusión entre las filas católicas, debe ser un objetivo primordial hasta las próximas Jornadas.

3ª. Debemos desbaratar las maniobras que el Enemigo introduce en el lenguaje para hacer creer que hay varias clases de laicismo. En el fondo, todas son igualmente malas, y la aceptación de unas prepara la de las otras.

4ª. Debemos estar alerta organizándonos y actuando con mentalidad de milicia y al mismo tiempo con espíritu de observación, para descubrir que el laicismo se sitúa en los flancos de muchas cuestiones impías y así las potencia.

5ª. El laicismo se articula con otros conceptos antirreligiosos formando cosmovisiones y redes políticas a niveles nacionales, internacionales y globalizadores que promueven en brotes simultáneos y/o sucesivos proyectos enemigos de la Cristiandad. Debemos establecer contactos informativos y operativos con grupos católicos, con clara visión de lo que es el LAICISMO, que se encuentren repartidos en los cinco continentes.

6ª. El laicismo produce pocas manifestaciones nuevas y originales. La mayoría de sus actividades hoy visibles tiene antecedentes en la historia de las herejías y de la política. Tenemos que aprender de la Historia, de NUESTRA HISTORIA, para actuar en el ámbito de la vida pública.

7ª. En íntima relación de lo transcrito en el punto anterior, se ha de significar la directa conexión de este con el eje binario de las Jornadas que, a Dios Gracias, estamos clausurando: La conmemoración del Juramento en defensa de la Unidad Católica de España celebrado en Toledo el año 1989, a su vez celebrando el XIV centenario de la forja de la Nación Española bajo el amparo de la Fe Católica (589); y de otro lado la conmemoración de la Victoria del Ejército nacional, entre otras cosas frente al LAICISMO, promulgado

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en la Constitución Republicana, y aplicado con violencia revolucionaria el propio año 1931, el año 1934 y en el período frentepopulista comprendido entre 1936 y 1939. Es del todo INDISPENSABLE tocar el doble tema de las Jornadas y relacionarlo con el laicismo. No podemos perder de vista el carácter didáctico y el espíritu apostólico de las Jornadas, especialmente cuando hay presencia de jóvenes y adolescentes.

8ª. Es indispensable desenmascarar a los grupos laicistas infiltrados en la Iglesia, condenando y demostrando la gravedad de su actuación. Hay que denunciarlo a quien corresponda. Es ABSOLUTAMENTE necesario, destruir al Caballo de Troya” (C., 2009). En las XXI Jornadas de 2010, con ocasión de la persecución al crucifijo

en lugares públicos por el gobierno del PSOE de Rodríguez Zapatero, los jornadistas trataron de esta magna cuestión: los “Crucifijos en los lugares públicos”. Se decía: “No herir a nadie”, “no imponer nada”, “que el lugar es de todos”, “aconfesionalidad”… ignorando con ello que si bien las autoridades públicas tienen deberes hacia Dios y N.S. Jesucristo, y no se pretende herir ni violentar a nadie, en España puede y debe existir una íntima comunicación y relación entre la vivencia religiosa de las personas y muchas instituciones sociales, y las instituciones públicas o políticas. Rodríguez Zapatero pretendía repetir la supresión de crucifijos impuesta en la IIª República, hasta el punto que si lo pretendió con menos extensión, sí fue con igual o mayor saña. Por eso, el tema general fue: “La resistencia de los católicos españoles en la confesión pública de su Fe”. Las conclusiones de las jornadas de 2010 fueron en síntesis las siguientes:

“1ª. Debemos mantenernos (…) alerta ante la actuación sectaria

del Gobierno, respecto a la presencia pública del Crucifijo. 2ª. No debemos atender a los “cantos de sirena” que desde el

gobierno -con algún aval de los denominados católicos progresistas- se nos lanzará, con falso espíritu conciliador, pero en el fondo traicionero.

3ª. El laicismo (…) es siempre negativo. Es una confesionalidad deísta o atea y por consiguiente anticristiana y anticatólica.

4ª. Debemos estar alerta, frente a la falacia (…) de separar la esfera privada del ámbito público. Nos referimos tanto al aspecto estatal como al social, donde cuestiones como la sanidad y la educación (…) son puntos donde se debaten las dos ciudades de forma intensa y permanente.

5ª. No debemos olvidar ni la Doctrina de la Iglesia, ni la experiencia histórica, de los que nos precedieron dentro y fuera de nuestra Patria, en relación al combate frente al MALIGNO y a una de sus obras: El laicismo.

6ª. Tenemos la obligación moral de estar siempre animosos (…) aunque suframos derrotas parciales y/o momentáneas. Todo pesimismo es una baza de los adversarios de la Cristiandad.

7ª. (…) nuestra misión en esta España del Siglo XXI es por una parte defender la integridad de nuestra Fe, y por otra, enarbolando el

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principio de la UNIDAD CATÓLICA DE ESPAÑA, evitar que se disuelva la IDENTIDAD ESPAÑOLA en todos los sincretismos de moda” (C., 2010).

* * *

1.4. Las consecuencias de la apostasía del poder civil

supremo. Las Jornadas han considerado que la soberanía Social de Jesucristo –

la confesionalidad católica del poder civil- tiene primacía en la política de España (C., 1993, 2013), y que su abandono es la causa de los principales y más hondos males entre los españoles (C., 2006) (25). Su adhesión o rechazo es la piedra de toque rápidamente clarificadora de la posición ideológica de cada persona y grupo (C., 2005)

La primera consecuencia de la apostasía del poder civil supremo es el deslizamiento o caída hacia la inmoralidad y descreimiento personales como si de un tobogán se tratase. La confusión de la sociedad sobre las obligaciones del poder civil para con Dios ha sido evidente, y a ello ha coadyuvado la falta de formación por despreocupación personal, el silencio de los encargados de enseñar, y las ambigüedades e incluso crasos errores difundidos. A ello se suman razones del mecanismo psicológico, expresado en la tendencia a la imitación, en estar con la mayoría, en las falsas identificaciones –“O dictadura o Democracia”, semejante a esa otra de “O yo o el Comunismo”-, en la visión simbólica de una realidad convertida en imagen, en los complejos como si se fuese personas menores de edad, y en los frecuentes engaños políticos… Todo ello ha confundido al pueblo español que se fiaba totalmente de sus gobernantes y pastores eclesiásticos, de manera que enseguida comenzó el deslizamiento de una sociedad por entonces hondamente católica, hasta llegar a que, en el año 2015, haya católicos piadosos que se conformen por el momento y en tanto no mejoran las cosas con la heroicidad un aborto menor en las leyes políticas.

Este deslizamiento hacia el mal tiene una explicación teológica –está recogido en el magisterio ordinario de la Iglesia-, filosófica, histórica y aun política, conforme a la peculiar idiosincrasia de los españoles, y tiene una clara proyección práctica y hasta cuantificación empírica.

La ingenuidad progresista hizo olvidar el Syllabus de Pío IX, en el que se condena la proposición 79 siguiente: “Porque es falso que la libertad civil de cultos y la facultad plena, otorgada a todos, de manifestar abierta y públicamente sus opiniones y pensamientos sin excepción alguna conduzcan con mayor facilidad a los pueblos a la corrupción de las costumbres y de las inteligencias y propaguen la peste del indiferentismo”. O bien la proposición 77 que rechaza: “En la época actual no es necesario ya que la religión católica sea considerada como la única religión del Estado, con exclusión de todos los demás cultos”. No se marcó de una vez por todas la línea divisoria entre la cultura liberal y la Fe católica y Fe hecha cultura, y todo se desbordó después hasta límites insospechados. Los que vivieron aquellos tiempos siendo jóvenes, pueden constatar que los maestros que les anunciaron los males que advendrían se quedaron muy cortos.

La segunda consecuencia es que este deslizamiento se agudizó en España debido a las peculiaridades temperamentales de los españoles. Si hablamos de estas peculiaridades, contemos cómo el chiquillo abrió el bote, soltó a las ranas, y ni él ni sus amigos pudieron luego recogerlas. Se soltaron los

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demonios nacionales, estalló la crisis y convirtieron la crisis en un endemismo. De sus responsables omitimos hablar aunque las Jornadas se han referido a colectivos concretos y nombres propios. En 1978 se rompió con una gran herencia religiosa, y no se tuvo reparo en igualar jurídicamente el Bien y el mal, la Virtud y el vicio… como hace el liberalismo, olvidando la citada proposición del Syllabus que avisa que su fruto será la expansión del relativismo, el indiferentismo y la corrupción hasta extremos insospechados.

Estas peculiaridades y las consecuencias de su olvido se han mostrado con fuerza en nuestra historia reciente. Una sociedad desubicada y fuera de su quicio no puede sino quejarse a la vez que se descarrila el tren de la vida.

Así advino la crisis total. Nunca se ha devaluado tanto y en tan poco tiempo la vida común de los españoles, y nunca se han conducido todos los males de una forma tan segura, tramposa y por la puerta trasera, en contra de los propios votantes y la misma sociedad. Son manifiestos los casos de UCD con el divorcio vincular en 1981, la política inmoral del PP de Aznar, y el caso del PP en relación con el aborto en 2014. La inmoralidad en las leyes y las costumbres, la extorsión fiscal impositiva, la ruina económica con las crisis de 1973, 1981, 1993 y 2007, y el desmoronamiento ético de muchos políticos, todo ha ido de la mano. Más todavía, la crisis de fe católica ha sido gravísimo en muchos españoles, y, caso único en occidente, ésta ha sido vulnerada y atacada desde la misma administración del Estado y sistemáticamente por colectivos minoritarios pero activos.

A los casi diez años de la transición-ruptura, la Conferencia Episcopal Española desveló lo que Alexis Tocqueville anunció mucho antes en su libro sobre La democracia en América en 1848. Por ejemplo, el presidente de dicha Conferencia, Díaz Merchán, afirmó que el Estado tendía al absolutismo político, al abuso de poder, y criticó la creciente estatalización de la sociedad y el excesivo protagonismo de la política. Para ello pidió “la creación de instituciones sociales que dan cauce a la participación social de los ciudadanos por medios complementarios de la política”. Los principios democráticos “por sí solos no realizan la sociedad que deseamos”, máxime cuando sin la referencia a Dios y a su Palabra “la vida humana se aliena de su propio ser y de su innata dignidad”. Junto a ello, Díaz Merchán desveló “un peligroso vacío de participación. Todo el protagonismo social está siendo acaparado por los profesionales de la política, de donde por lógica se sigue una dinámica de estatalización de la sociedad” (26).

Sin embargo, pocos hicieron caso a mons. Díaz-Merchán, y el mal del liberal-socialismo, manifestado en 1976-1978, siguió dando sus malos frutos. Hasta hoy.

España ha llegado a extremos insospechados. Sus mayores se quedaron muy cortos en sus premoniciones. El drama del aborto es un ejemplo, pues ante él los católicos se encuentran como exigiendo una tregua al nazismo o comunismo –sabemos que el ejemplo no va a gustar-, o teniendo que tolerar por el momento y por una decisión arbitraria que el número de campos de exterminio o campos de concentración (el gulag ruso) fuesen menores a los existentes.

Ante esta situación, son muchos católicos los que hablan de la nueva evangelización. Es cierto que hay que evangelizar y que hoy urge hacerlo. También lo es que el término lo propuso Benedicto XVI a todo el mundo. Lo paradójico y chocante es que hagan bandera de ello quienes han tenido por costumbre no defender la Fe y moral de la sociedad cuando ésta aún estaba evangelizada, o de no prevenir el futuro que se avecinaba; quizás ellos sean los

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menos indicados para evangelizar. Pueden reconocer al menos sus dejaciones de Fe en el ámbito sociopolítico y no quieran justificar su permanente flojera con la coartada de que nada se puede hacer porque primero hay que evangelizar. En 1978 se decía que por una (supuesta) reconciliación los católicos debían abandonar sus ventajas –por otra parte debidas a la religión que la sociedad profesaba, necesarias para el mantenimiento de ésta, y absolutamente conforme a su peso social- y ahora dicen que no pueden influir en nada porque los españoles están descristianizados. Sin duda quienes esto dicen tendrán que reflexionar.

La tremenda crisis material de 2007-2015 ha desatado otras crisis más reciente y burda como la corrupción en relación con el 7º mandamiento de la ley de Dios, y ha puesto en cuarentena el sistema socio-político liberal-socialista, mientras los españoles no están preparados para afrontar todo ello debido a su propia crisis espiritual y religiosa, crisis de creencia y hasta de decencia.

El pueblo, pero también los contertulios televisivos que “forman” la opinión pública, se preguntan una y otra vez en 2014: ¿qué es hoy la democracia y qué la representación? En 2014 han surgido movimientos de protesta como Ciudadanos o Podemos contrarios al bipartidismo del PP y PSOE. ¿A qué se llama paz, y justicia y honradez?

Y añadimos nosotros: ¿Pueden existir, sin N. S. Jesucristo, paz material, principios consolidados, virtudes humanas –desde luego las virtudes sobrenaturales son imposibles-, e incluso eso que hoy llaman valores? Sin N. S. Jesucristo sólo se retrasan los males sociales más graves y que se hacen inevitables, con el agravante de consolidarse e institucionalizarse de hecho, todo ello fruto de una pésima política. Que en la vida no todo es rezar a Dios y querer convertir al mundo descreído, sino que también y a la vez hay que ser buenos profesionales, e impulsar una buena política desde el comienzo para luego saber hacia dónde rectificar…

Las XI Jornadas del año 2000:

“4ª. En nuestras actuaciones en la vida pública nos esforzaremos por que se deroguen las actuales leyes del divorcio, de despenalización de cualesquiera supuestos del aborto, y las que protegen a las religiones falsas, a la impiedad y a la inmoralidad públicas. Nos esforzaremos en restablecer la enseñanza de la Religión Verdadera como estaba antes de la implantación de la democracia. No aceptaremos hechos consumados”.

Las XIV Jornadas de 2003 recogieron las pésimas consecuencias

derivadas del hecho de que el bien y el mal, y sus seguidores, convivan amistosamente en la sociedad, que exista una igualdad ante la Ley en sus actuaciones y planteamientos, y el peligro de ciertas amistades:

“2ª. Señalamos como uno de los principales males de la psicología actual la habituación a la convivencia pacífica social y pública con los pecados públicos. Protestamos contra la publicidad de reuniones con pecadores públicos notorios, herejes y miembros de religiones falsas”. Las XVII Jornadas de 2006 recuerda los males más graves de España

derivados de la dejación de la confesionalidad católica, que son los siguientes:

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“4ª. El próximo “V Encuentro Internacional de la Familia”, al cual nos adherimos, es un poderoso estímulo para seguir nuestra antigua y presente lucha contra las leyes a favor del aborto, del divorcio, las parejas de hecho y las aberraciones sexuales. Evitaremos que cualesquiera actos a favor de la Familia se parezcan a unos Juegos Florales, y en cambio procuraremos que se concrete el propósito de que los católicos rechacen en programas electorales futuros, aquellos que no garanticen la derogación de esas leyes.” (C., 2006).

* * *

1.5. El retorno al análisis de las causas. La Jornadas vuelven a

las causas de la debacle del catolicismo en España, que llega al punto de pasar de ser la reserva religiosa de Occidente hasta formularse como país de misión.

Una causa se refiere a “la cosa” en sí misma. Las XXIV Jornadas de 2013 desarrollaron el tema general de “La reforma católica de la constitución española”. Sus conclusiones fueron las siguientes:

1ª. La confesionalidad católica del Estado Español, es una

concepción vigente. 2ª. Lo mismo se debe significar de la confesionalidad católica de

la Nación Española. Cabe hacer una aclaración. No es lo mismo estado y nación.

Nación es la sociedad organizada; Estado es la arquitectura técnica de esa sociedad.

3ª. Confesionalidad es el reconocimiento público de la Ley de Dios y la verdadera y única religión, como es en nuestro caso la Católica, Apostólica y Romana. Nótese bien que siempre se ataca a la confesionalidad católica del Estado Español, pero nunca se atacan las otras confesionalidades existentes: la anglicana en Inglaterra, la protestante en los países nórdicos, ni la misma laicidad, que es también otra forma de confesionalidad.

4ª. En relación al objetivo general de estudio en las presentes jornadas, hemos de manifestar que no se pretende la reforma de algunos capítulos de la presente Constitución. Lo que se pretende es su total abrogación, por basarse en el liberalismo, y fundamentarse en el laicismo, aunque se presente en su faceta moderada y no agresiva. Porque ese laicismo moderado, aunque no queme iglesias, muchas veces es más peligroso porque no produce reacción.

5ª. La situación en que se halla nuestra Patria se debe en gran parte al proceso de secularización del pueblo español a partir de la segunda mitad del siglo XX, y al horizontalismo temporalista de muchos de nuestros pastores. Muchos de los presentes hemos visto, y seguimos viendo en muchos casos, a la Iglesia contemporizar y colaborar con el laicismo y con los enemigos de Dios.

6ª. Es de enaltecer, por contra, la firme posición doctrinal de nueve prelados, en su oposición pública, ante la promulgación del Texto Constitucional de 1978.

7ª. El Derecho Público Cristiano es diametralmente opuesto al pactismo, fundamento filosófico y político del constitucionalismo. Los derechos están por encima de la Constitución, de los pactos.

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8ª. Los principios, precisamente por ser principios son y deben defenderse como irrenunciables. Aunque Dios no esté en la Constitución, Dios está por encima de la Constitución. La Constitución, el sufragio universal, garantizará la legalidad de algo, pero no la legitimidad. Un crimen podrá ser legal, pero siempre será ilegítimo.

9ª. El entramado jurídico proveniente de la Constitución es de por sí nefasto. La sociedad y todas las normas que surgen de esta Constitución son, en su mayoría, negativas. Ya el propio sistema implica lo negativo, lo nefasto; no se trata, pues, de poner parches.

10ª. Gran responsabilidad la tienen los que podríamos calificar como liberales-católicos, quienes ceden en todo para acabar por perderlo todo. Son muchos los católicos que han colaborado con la revolución, y han colaborado a le extensión del mal. La cuestión de Principios es innegociable.

13ª. Nuestra misión, ha sido siempre, lo es ahora y lo será en el futuro, defender la reconquista de la unidad católica del estado y de la nación española, aunque esta afirmación no esté de moda, si bien está vigente, y con la finalidad de que este derecho no prescriba” (C., 2013).

Otra de las causas se encuentra en determinadas deficiencias de

quienes en el cumplimiento de su misión dirigen a los fieles. Ésta sería más importante que la industrialización –la época del desarrollismo terminó en 1975 cuando la sociedad aún era robusta en la Fe y costumbres-, el éxodo rural y el urbanismo, los medios de comunicación, y la sociedad de consumo. Las conclusiones de las XII Jornadas de 2001 realizan un examen de la actitud del clero español en general sobre el liberalismo, en el que muchos han tropezado con las deletéreas consecuencias que hoy experimentamos. Quizás sean unas de las aportaciones más significativas de todas las 25 Jornadas. Dicen así:

“1ª. Algunos eclesiásticos y seglares, con nombres y apellidos

-meteoros, no-, son responsables de que en los últimos años se haya producido un giro del Estado confesional católico a un nuevo orden basado en la libertad ideológica, religiosa y de culto, en el cual se está instalando una confesionalidad judeo-masónica. Convocamos a la resistencia a la descatolización, a la reconquista de la confesionalidad católica del Estado. 2ª. La participación de los católicos en la vida pública ha sido escasa y con frecuencia equivocada, y su peso en ella ha sido menor de lo que cabía esperar de su número, calidad y organización. Han sido frenados por la separación de la Iglesia y del Estado, la libertad religiosa, el ecumenismo, la moral sin Religión, el sufragio universal y el enfeudamiento en la democracia. Debemos fomentar las vocaciones de los católicos a la política. 3ª. En el estudio de los temas de estas Jornadas se ha procurado evitar el error de método de limitarle a los sucesos sin remontarse a las causas y estudiar los remedios. Denunciamos la táctica liberal de levantar tronos a las premisas y cadalsos a las conclusiones, -efectos sin causa-, que tanto ayuda a la confusión consensuada. 4ª. Los católicos en la vida pública han tomado decisiones fundadas solamente en el pragmatismo, con desprecio y aun contradicción de la

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integridad de la doctrina. Ha existido una mentalidad favorable a los abusos en la aplicación de la teoría del mal menor. 5ª. Han sido factores negativos acumulados los errores teológicos y filosóficos cultivados por acción y omisión y difundidos impunemente por sectores católicos europeos. Mostramos grandes reservas por la europeización de España. 6ª. La entrega de la confesionalidad católica del Estado ha facilitado la creencia errónea de que todo lo legal es moral, y de que todo lo que existe es bueno por el mero hecho de existir. 7ª. Conviene distinguir entre un obligado pluralismo en lo opinable, y un pluralismo censurable como forma de libertad para el mal. 8ª. Los encargados de la formación cristiana en los últimos años han reducido el acto de fe, vaciándole de las implicaciones humanas que afectan a la moral y a toda la conducta personal, incluyendo la política. 9ª. No pocos eclesiásticos y seglares han entregado al Estado democrático y al sufragio universal realidades como la familia y la vida en germen, que no pueden quedar expuestas al juego político. Se han difundido demasiado poco las censuras a la omnipotencia del sufragio universal que figuran en la encíclica “Evangelium Vitae” (no sólo antiabortista) de Juan Pablo II. 10ª. Las ideas políticas impías que ha sufrido la Iglesia en el último cuarto de siglo tuvieron una larga incubación en las décadas de los años sesenta y setenta en que no fueron corregidas, y en la manipulación ideológica de la educación”.

* * *

1.6. Los subtemas. 1. Dios y Religión. Si las Iª Jornadas (Toledo, 1989) fueron rotundas en sus contenidos

mientras señoreaban en la imperial ciudad de Toledo, la IIª convocatoria (El Escorial, 1991) se acogió junto al monasterio de El Escorial como símbolo y firmeza en la decisión de trabajar para el restablecimiento de la Unidad Católica. Las XXVª Jornadas fueron una recapitulación de las anteriores más el gozo de una presencia devota y entusiasta.

Las Jornadas han mostrado que existen responsables laicos y eclesiásticos en el abandono e indebida entrega de los grandes tesoros de la Unidad Católica primero, y después de la confesionalidad católica del poder civil, a cambio –aunque no lo reconozcan- de una confesionalidad sin Dios (C., 2001, 2003, 2005), que contemporiza y colabora directamente con el laicismo y los enemigos de Dios, hasta generar la penosa situación por la que atraviesan España y los españoles (C., 2013). No era difícil que los jornadistas recapacitasen sobre la práctica, en caso de ser necesario, de la corrección fraterna (C., 1991), sin que por ello se vaya la lengua por exceso de celo. A su vez, han advertido las imprecisiones y contradicciones doctrinales y de gobierno de ciertas decisiones de la jerarquía eclesiástica referentes a la libertad religiosa, el ecumenismo y las relaciones Iglesia-Estado (C., 2005). Más: las XVIIª Jornadas (2006) desarrollaron qué pedir al Papa en su visita a España.

Las XXª Jornadas (2009) trataron sobre la lucha contra el laicismo 70 años después de la Victoria de 1939, y las XXIª (2010) sobre el problema

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suscitado por el PSOE con ocasión de los crucifijos expuestos en los lugares públicos, en el marco de la resistencia de los católicos en la confesión pública de su fe.

Las Jornadas han considerado necesario subrayar el elemento teológico al identificar a las otras religiones como falsas aunque tengan elementos de verdad (C., 1992), y al combatir los coqueteos de los responsables de la religión católica con las religiones falsas (C., 1992).

El rechazo de los acuerdos del Estado español de 1992 realizados con los judíos, musulmanes y protestantes, tenía un componente más práctico (C., 1992). Este sentido práctico también tuvieron las IIIª Jornadas (1992) al tratar de la lucha contra las sectas y la IXª (1998) que recordaron el apoyo que deben prestarse los católicos de diferentes países por motivos religiosos.

Como la apostasía del Estado tiende a generar la apostasía en la sociedad, las VIIIª Jornadas (1997) concluyeron que la propagación de la fe (C., 1997), y la propaganda cristiana en la sociedad mediante el Apostolado de la Prensa eran más necesarias que nunca (C., 1997).

Con una dimensión igualmente practica, en 1991 se concluyó la necesidad de “Crear una organización para VIGILAR a las religiones falsas y contrarrestar sus propagandas” (conclusión 6), lo que no se ha llevado cabo. Esta es una de esas conclusiones pedagógicas que pretenden marcar el camino al señalar lo que, teniendo capacidad, habría que llevar a cabo, a sabiendas de que no se va a poder realizar a día de hoy.

Confesionalidad y unidad católicas evitarán también que se disuelva la identidad española en todos los sincretismos hoy de moda (C., 2008, 2010, 2013). No en vano, la esencia del ser de España, incluido el s. XX, está íntimamente unido a lo católico (C., 2002); la religión impregna todo lo español (C., 1996), sin que por ello se ignoren los demás componentes de la identidad española como son la lengua, la historia, las formas de ser y estar, la unidad en la variedad, la complementariedad en la diversidad etc. (C., 2002). De ésta manera, los ataques a la religión los sufre simultáneamente la Patria, pero también ocurre –aunque sea menos evidente porque resulta menos directo- que no pocos ataques a España son hoy día ataques contra la religión católica (C., 1996).

Las Jornadas recordaban que el liberalismo –el filosófico y doctrinal, no en sus acepciones de “generoso” y “abierto” al estilo de los comediógrafos del Siglo de Oro- y sus derivados son pecado como explicaba don Félix Sardá y Salvany, y además uno de los pecados más graves (C., 1993). Sin duda éstas afirmaciones extrañarán a muchos hoy día, pero las Jornadas han recordado su vigencia y la necesidad de actualizarlas en España. Según esto, las Jornadas han sido contrarias a cualquier tipo de prescripción de los derechos de Dios así como de los españoles.

Las Jornadas han concluido sobre la necesidad de vertebrar la presencia católica en la vida pública (C., 2000). Han considerado que la Constitución de 1978 es el origen de innumerables males religiosos públicos, incluida la actual agresión a los católicos (C., 2003). En las XIV Jornadas de 2003 se concluyó lo siguiente:

“3ª. Acusamos a la vigente Constitución de 1978 de ser

manantial de males religiosos públicos y de una permanente agresión a los católicos. A la larga lista de males religiosos ya conocidos hay que añadir últimamente unas escandalosas manifestaciones en las calles

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bajo banderas y símbolos anticristianos, igualmente amparados por la Constitución.

4ª. Especial denuncia exige la cobertura legal que la vigente Constitución está prestando a cesiones de soberanía a organismos Supranacionales, europeos y otros, de los cuales deriva la imposición y confirmación de no pocos males para la piedad de los españoles.

5ª. Debemos insistir en la enseñanza de que no todo lo legal es moral por el mero hecho de serlo. Se está convirtiendo a la democracia, con toda su carga anticristiana, en una última instancia para enjuiciar toda clase de asuntos.

6ª. Crearemos en el pueblo fiel una gran corriente de opinión a favor de la reforma de la Constitución en sus puntos anticristianos y alternativamente de su sustitución por otro cuerpo jurídico íntegramente católico. Protestamos porque en la fórmula del Juramento a la Bandera se incluye dar la vida por el ordenamiento constitucional, que es anticristiano.

7ª. Al margen de la Constitución existen aún en la sociedad española amplias corrientes de opinión contrarias al liberalismo mal llamado católico, y a los abusos de interpretación del mal menor. Por el contrario, las hay favorables al mantenimiento de la doctrina social de la Iglesia.

8ª. Pedimos a S. S. el Papa que insista en la condenación de las ideas que desde dentro de ciertos ambientes eclesiásticos han contribuido a la apostasía general y en particular de la Constitución.”

En el punto 1.5. nos hemos referido a las XXIV Jornadas de 2013, que

desarrollaron el tema general de “La reforma católica de la constitución española”. Si otros al fin querían reformar la Constitución por motivos secundarios -la que hasta el momento consideraban “intocable” a modo del “código sagrado” de la Constitución gaditana-, para los jornadistas la reforma era a la totalidad, a causa del tema religioso de la confesionalidad católica del poder civil y de la nación española. No se trataba de reformar algunos capítulos de la Constitución, sino de sustituirla por basarse en la filosofía del liberalismo y fundamentarse en el laicismo (C., 2013).

2. Patria. Todos los jornadistas aman muy de veras a su patria que es

España o las Españas. Ello no impide que la entiendan de una forma diferente, pues mientras unos son centralistas, los tradicionalistas insisten de forma irrenunciable en los Fueros como raíz y ser de la Patria. Entre los jornadistas no hay un pensamiento único, sino una variedad en una unidad básica, la suficiente hoy día ante la ingente labor que hay por delante.

Para todos los jornadistas, el amor a los padres, a la familia y su pueblo, y el amor a Dios en el cumplimiento del cuarto mandamiento, exige el recuerdo, el reconocimiento y, llegado el caso, la defensa de la Patria hasta el último sacrificio (C., 1995), lo que nada tiene que ver con la ideología del patriotismo constitucional que el presidente del Gobierno de España señor José María Aznar (PP) quiso traer de Alemania, ni con la Constitución de 1978 (C., 2002), ni con el llamado patrioterismo, ni con el nacionalismo hegeliano central o periférico.

La “nación” en el patriotismo constitucional es individualista, subjetivista, voluntarista y sigue el estilo importado de la Francia revolucionaria.

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En el nacionalismo separatista que anida en varias Regiones de la periferia del norte, la “nación” es una realidad objetiva, basada en la naturaleza, en este caso reducida a la lengua, lo que es más propio del nacionalismo alemán que añadía otro elemento objetivo como la reza. Por su parte, el nacionalismo centralista liberal de Madrid sustituye la lengua (y otros caracteres objetivos si los hubiere) por la voluntad constituyente de los presentes en el acto de votar en las urnas (la soberanía nacional y voluntad general) al estilo francés

Para los jornadistas, el nacionalismo periférico -siempre separatista- en algunas Regiones del Norte se opone a la Patria común que es España. Por recelos o por la decadencia de los partidos mayoritarios nacionales, hoy parece que el amor a la patria sólo se les permite a los nacional-separatistas de la periferia. En realidad, no es igual nación que nacionalismo (27).

Lógicamente, según los jornadistas, tanto los nacionalistas de origen constitucionalista como los separatistas (secesionistas del resto de España) olvidan que Patria procede de los padres, que estos significan la transmisión en el tiempo, una configuración y desarrollo personal en una íntima y espontánea relación recibido-decidido, autoridad-libertad, y con deberes -más que derechos- hacia los padres e hijos. Aquí no hay imposición de los padres sino transmisión armónica y equilibrada, lealtad y fidelidad en el hijo a lo recibido con trabajo e ilusión –la muerte es consecuencia de la naturaleza caída-, lo que a la mentalidad racionalista –de toscas líneas rectas y contrapesos artificiales- le es difícil comprender. Si ha existido transmisión, confianza y natural aceptación antes de la llamada mayoría de edad –cuando el hijo se independiza y abre su propia casa-, ¿por qué el hijo va a prescindir de todo lo bueno cuando cumple más edad? No profundizaremos en el tradere ni en qué sea la tradición, en general distorsionado por las ideologías dominantes, pues son muchos los autores clásicos y contemporáneos que lo desarrollan, desde Vázquez de Mella hasta Gambra y Evaristo Palomar.

Que el hombre confunda su ser con su autoposesión –nadie se autoposee plenamente-, y su naturaleza con su voluntad, genera pequeños revolucionarios que todo lo más cuentan de alguna manera con Dios, aunque sean incapaces de entregarse y desposeerse totalmente. Por lo mismo, son incapaces de recibir con humildad la herencia de sus padres y menos reconocer –sé que es una afirmación algo extrema pero no por eso deja de ser verdadera- que “aquí mandan los muertos”.

Los jornadistas no se sienten limitados por Dios, pues ni el creador limita a su obra, ni el padre limita al hijo sino que le orienta hacia aperturas perfectivas. Dios no necesita de los hombres, y todo lo que hace para atraerles en el ejercicio de su libertad es precisamente para reafirmarles, engrandecerles y elevarles al plano sobrenatural, lo que no anula la naturaleza sino que la asume y perfecciona sobre elevándola de sí misma. A su vez, la herencia paterna no desposee a sus beneficiarios, sino que precisamente les mejora e impulsa hacia la perfección. En ambos casos, la devoción y piedad cristiana amansa el alma, que lleva en su seno la admiración hacia el otro. Quien crea que para afirmarse puede o debe prescindir en algún momento de Dios mismo y de sus padres, no ha entendido quién es Dios, ni los padres ni él mismo.

Entre los seglares, la relación entre los católicos y el patriotismo tradicional español se trató en las XIII Jornadas (2002), que estuvieron motivadas por el llamado patriotismo constitucional que el presidente de Gobierno José María Aznar quiso –ya hemos dicho- importar de Alemania.

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En las XIII Jornadas de 2002 se formula la crítica al llamado patriotismo constitucional, opuesto al verdadero patriotismo. Sus conclusiones dicen así:

“2ª. Nos oponemos al llamado "patriotismo constitucional" con la misma energía con que siempre hemos calificado de anticristiana a la Constitución de 1978.

3ª. Independientemente de la cuestión suscitada por la importación de Alemania del concepto de "patriotismo constitucional", trabajaremos por suprimir de la Constitución de 1978 sus apoyos a formulaciones anticristianas.

4ª. Proclamamos que la esencia del ser de España y que la mayor parte de su historia, incluido el siglo XX, son cristianos. Proponemos hacer estudios y publicaciones que lo expliquen y difundan y combatir los aspectos antirreligiosos de la leyenda negra.

5ª. Al amor a España que profesamos confluyen, con los sentimientos religiosos, otros componentes, como la lengua, la historia, la manera de ser, que, como no son anticristianos, debemos también asimilar y exaltar.

6ª. La colaboración entre católicos de las distintas ciudades de España contribuye al sentido religioso del patriotismo.

7ª. Para una mejor exposición y comprensión de la religiosidad del ser de España, es conveniente que esta religiosidad esté presente más allá de nuestras fronteras. Hay que reivindicar los servicios a la Fe católica del Imperio Español, y de actuaciones políticas internacionales posteriores, y el concepto de Monarquía Misionera de Raimundo Lulio.

8ª.- Advertimos que casi todos los movimientos supranacionales que actualmente socavan el concepto y la soberanía de las Patrias van unidos, esencial o accidentalmente, a concepciones y proyectos anticristianos”. La valoración de la Patria como un elemento básico del bien común se

encuentra vinculada a la enseñanza de la historia. Esta última no puede ser bien impartida si no se aúna la ciencia social de la Historia con el amor a la Patria que de diferentes maneras debe estar en la educación de la juventud, sin detrimento alguno de la objetividad de la ciencia. En el comentario a las conclusiones de las XVIII Jornadas de 2007 se indica:

“La libertad de cátedra. (Conclusión Sexta).- Fue una cuestión

batallona a final del siglo XIX y ahora ha vuelto con lo de la idoneidad del profesorado de la asignatura de Religión. También afecta a la enseñanza de la Historia, que es uno de los pilares del patriotismo. No pueden enseñar bien Historia de España los apátridas”.

La memoria histórica sobre España, la raíz tradicional y católica de los

españoles, su resistencia al racionalismo y la secularización, y la culminación del liberalismo en la IIª República, se desarrolló en la convocatoria XVIIIª (2007), en las XIX Jornadas de 2008 sobre el bicentenario de la invasión napoleónica, en la XXIIª (2011) se recordó y consideró vigente las enseñanzas de la Reconquista, y en la XXIIIª (2012) se concretó el año 12 en cuatro fechas: 722, 1212, 1512 y 1812.

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¿Cuáles son los peligros al conmemorar estas fechas? De tratarse de las navas de Tolosa de 1212:

“ (...) (se) nos debe exigir a cada uno de nosotros combatir la paulatina pero progresiva islamización de España (…) que está siendo posible (…) por encontrar terreno abierto, debido principalmente al liberalismo y laicismo reinantes, que con el apoyo expreso o tácito del mal llamado catolicismo progresista, han contribuido a descristianizar nuestra Patria, y por consiguiente dejarla indefensa ideológica y moralmente ante la expansión e influencia islámica, entre otras fuerzas anticristianas o acristianas” (C., 2012). En 1512 se finalizó la unión territorial de toda la península hispánica,

salvo Portugal, en una Corona con varios reinos unidos por los monarcas, por la catolicidad, por una misión exterior en América, en el Mediterráneo y Centroeuropa, y por algunas instituciones como la Inquisición etc. En 1512-1515 Navarra se incorpora a Castilla conservando su reino POR SI, mediante una unión eqüe principal (entre iguales), con un pacto de tu a tu. Las Jornadas de 2012 concluyen:

“2ª. La conmemoración de la incorporación del Reino de

Navarra a La Corona de Castilla, debe recordarnos cómo fue forjándose la re-unificación de España amparada y fortalecida por la Cruz. Al mismo tiempo nos debe estimular, tanto como a luchar contra el laicismo, a enmudecer con argumentos históricos, los cantos de sirena de los eufemísticamente denominados nacionalismos periféricos” (C., 2012).

Así mismo, por lo que respecta a 1812:

3ª. Con motivo de este bicentenario de las Cortes de Cádiz

rogamos a sacerdotes y laicos que difundan mucho más las condenas del liberalismo y de los principios de la Revolución Francesa (…) (y) debemos recordar lo que ha supuesto la implantación en España y en el resto del mundo occidental de la doctrina liberal. La entronización de la libertad como fin en sí mismo, sin más límite que la razón natural, ha desembocado, en la divinización de las urnas y como consecuencia de ello, en un conglomerado de normas que no solamente son contrarias a la Ley de Dios, sino que además y consiguientemente, atentan contra el propio ser humano” (C., 2012). La mutua ayuda entre las patrias y las partes de la misma civilización

católica figura reiteradamente en varias Jornadas. Así, en las XVII Jornadas de 2006 se establece dos conclusiones al respecto:

“8ª. Deseamos una mayor comunicación y colaboración entre

las Uniones Seglares de España con vistas a una unidad de acción en algunas de estas materias.

9ª. Igualmente proponemos reforzar nuestra comunicación con otros grupos análogos de Europa para luchar principalmente contra las influencias anticristianas que desde la Unión Europea se ejercen

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sobre España y a potenciar la reconstrucción de las Cristiandades de Europa y de Ultramar” (2006, y sobre la unión de los católicos extranjeros 2011).

3. Sufragio universal. Pasemos a otra cuestión teórico-práctica que

interesa o se vincula al desarrollo religioso y político la Patria, que los jornadistas han desarrollado con clarividencia. Esta cuestión hace referencia directa a la forma de elegir a los gobernantes en los diversos ámbitos (municipal, autonómico y del Estado) y a la extensión de los temas a decidir por la sociedad. La cuestión es que, hoy día, el voto se realiza mediante sufragio universal (28).

Pues bien, según los jornadistas, hoy día el sufragio universal es una ideología propia del racionalismo donde no hay límite de cuestiones a debatir y sobre las que decidir, que vacía la Patria, niega cualquier valor objetivo (salvo el que no los haya), reduce la sociedad a individuos que además deciden sobre lo que ignoran. Así, voluntad de la mayoría, de la minoría más votada, o de las alianzas postelectorales, ha quebrado muchos derechos: los de Dios y su Iglesia, los derechos hombres concretos, las instituciones sociales y las comunidades enteras. Con una gran extensión y radicalidad, el sufragio universal se enfrenta a Dios, y se convierte en un tema estudiado en muchas Jornadas. Ante estos errores, digamos que el hombre individual, las mayorías (supuestas y pocas veces reales), y el Estado (suprema potestas) no son soberanos al estilo moderno, sino que son realidades relativas y, en lo bueno que sean, contengan y expresen, criaturas de Dios.

Frente a la subordinación de no pocos católicos y eclesiásticos a los tópicos de la democracia actual, se encuentra la crítica al sufragio universal de hoy escrita en Evangelium vitae de Juan Pablo II en el año 1995 (C., 1999, 2000, 2001 y 2013).

Las conclusiones de las X Jornadas de 1999 dicen:

“6ª. Europa pretende infiltrar en España sus ideas heterodoxas mediante el chantaje material, y además mediante la invocación a su refrendo por el sufragio universal. Debemos oponer las objeciones cristianas al sufragio universal, entre ellas las más recientes y autorizadas del Papa Juan Pablo II en su encíclica Evangelium Vitae” (C, 1999).

En las XI Jornadas de 2000 se recuerda:

“5ª. Recordamos las reservas que hace S.S. el Papa Juan Pablo II sobre el sufragio universal en su encíclica "Evangelium Vitae". No aceptaremos que ningún régimen político atente contra los derechos de Dios, de la Iglesia y de las almas, concediendo primacía sobre ellos a la voluntad de la mitad más uno” (C, 2000).

En las XII Jornadas de 2001 se afirma:

“9ª. No pocos eclesiásticos y seglares han entregado al Estado democrático y al sufragio universal realidades como la familia y la vida en germen, que no pueden quedar expuestas al juego político. Se han difundido demasiado poco las censuras a la omnipotencia del sufragio universal que figuran en la encíclica

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“Evangelium Vitae” (no sólo antiabortista) de Juan Pablo II” (C, 2011).

Las jornadas también recuerdan que no todo lo legal es moral por el

mero hecho de serlo, y que hoy la democracia, con toda su carga anticristiana, se ha convertido en la última instancia (C., 2013) para enjuiciar toda clase de asuntos (C., 2003). En efecto,

“La entronización de la libertad como fin en sí mismo sin

más límite que la razón natural ha desembocado en la divinización de las urnas y, como consecuencia de ello, en un conglomerado de normas contrarias a la ley de Dios y al ser humano” (C., 2012).

Así pues, las Jornadas se han opuesto con viveza a la llamada religión

democrática del sufragio universal, por pretender fundar la sociedad sobre unos fundamentos diferentes a los que Dios la ha fundado, y por atentar contra los derechos de Dios, la Iglesia y almas (C., 2000), así como contra la naturaleza social del hombre y los derechos de la persona, familia y cuerpos intermedios en particular.

Considerando un contexto electoral, los jornadistas han afirmado que el liberalismo moderado es más peligroso que el radical, porque aquel no produce una reacción saludable en la sociedad (C., 2013) y porque genera un malminorismo sistemático en los timoratos y perezosos con unas pésimas consecuencias inherentes a todo espejismo.

De ésta manera, piden “a los católicos que robustezcan a los grupos políticos que sean y se proclamen explícitamente e inequívocamente constantes servidores de la Iglesia” (C., 2000).

Un lugar de los miles de rincones de España en donde los católicos fueron asesinados por el hecho de serlo. Estos cinco jóvenes dieron su vida defendiendo con su presencia el

monumento al Sgdo. Corazón de Jesús en El Cerro de los Ángeles: Fidel Barrio (21 años), Blas Ciarreta (38 años), Elías Requejo (19 años), Justo Dorado (32 años), y Vicente De Pablo (21 años). Foto: JFG 2014

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Don Adolfo Suárez González jura, de rodillas y ante el crucifijo, el cargo de jefe de Gobierno. A la izquierda el Teniente general De Santiago –tiempo después hará unas declaraciones de gran interés en “El Alcázar”-, el joven

don Juan Carlos de Borbón, y a la derecha del todo don Torcuato Fernández Miranda, mentor de la ruptura política. Foto en la Red.

Lo que en la década de los setenta y ochenta era impensable, ya es una realidad. Varias películas comerciales han tratado con rigor y delicada

sencillez la persecución religiosa en España en 1936-39. Tras ésta y gracias a ésta, se retomó la

confesionalidad católica por su valor propio y sin duda también por el bien común y para no volver a

la persecución. Foto en la Red

La Verdad, que es la suprema realidad, nos

compromete ante Dios y los hombres. Mariano Rajoy junto a la imagen del patrono de España, antes de rechazar él el anteproyecto

abortero de Ruiz-Gallardón, rechazo que tanto encorajinó a los católicos peperos que creían –sin razón- que el PP iba a suprimir la ley del aborto de

2010. Foto en la Red.

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Santa Misa del Cabildo en el Altar Mayor de la Basílica de El Pilar, a la que asistieron los jornadistas en 1995. El segundo por la izquierda el Rvdo. Don José Ignacio Dallo Foto: JFG 1995

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Los consiliarios de las Jornadas en el Altar Mayor de la Basílica de El Pilar. Rev. “Siempre P’alante” nº 319, 1-IV-1996. Foto: F. Hualde 1996

Santa Misa en la capilla de Acción Católica. De izda. a drcha. Don José Ignacio Dallo, el P. Antonio Turú, el P. Fco. Suárez en la lectura del canon, el P. José Mª Alba S.J., el P. Félix

Beltrán, el P. José Antonio Cervera, otro pater, y el P. Agustín Arredondo S.J. Año 1996. Foto: JFG 1996

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Patio de butacas, aforo y asistentes en el salón de las Nazarenas. Zaragoza, Foto: JFG 2002

Mesa de conferencias con el P. Dallo, Manuel de Santa Cruz y Fernando Silva. Foto: JFG 2002

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Manuel de Santa Cruz –don Alberto Ruiz de Galarreta- en el momento de realizar el juramento de las Jornadas en el salón de conferencias de las nazarenas convertido en Iglesia para celebrar la Santa Misa. A la izquierda de la imagen

el P. Dallo y a la derecha el P. Turú. Zaragoza 2002. Foto: JFG2002

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Don Alberto Ruiz de Galarreta, “Manuel de Santa Cruz”, realiza el

juramento de la Unidad Católica en la Santa Misa, ante los Santos Evangelios y el Crucifijo. A la derecha el P. Turú. Zaragoza 2002.

Foto: JFG2002

Beatificación de 522 mártires de la Cruzada de 1936-39 ante la Moreneta en la ciudad de Tarragona. Año 2014. Foto en la Red.

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Manuel de Santa Cruz presta el juramento de la Unidad Católica ante el P. Turú y el P. Dallo. Rev. ”Siempre P’alante” nº 431, 1-V-2001

Pierre Renard (Bayona), a la

izquierda de la imagen Carlos Etayo y Jean Suhas (Pau), y a la derecha Emilio Blanco (Perpignan) y el P.

Dallo. Rev. “Siempre P’alante” nº 365, 1-

V-1998. También estuvieron presentes en las Jornadas de 2001,

SP’ nº 431, 1-V-2001, p. 8

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Bellísima imagen de los catalanes, españolísimos, que en un esfuerzo común elevan como sillares vivos un castillo humano. Foto: la Red

Quincenal navarro católico “Siempre P’alante” (nº 714, 16-III-2014), portavoz de las Jornadas de Seglares por la Reconquista de la Unidad

Católica.

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4. Según los jornadistas, la ideología del liberalismo hiere gravemente la ciudad católica, pero también –no iba a ser menos- la participación de los católicos en la vida pública y política, cuya ausencia tanto se lamenta ahora ante la desmovilización general.

En las IV Jornadas de 1993 se concluye así: “1.ª El liberalismo es pecado fundamental. El liberalismo y sus hijos naturales, el socialismo, el anarquismo y el comunismo son pecado. El liberalismo en sus aspectos religioso, filosófico y político sigue siendo pecado y como tal le denunciaremos incesantemente. 2.ª El liberalismo es la actual descristianización de España; es el núcleo del problema y como a tal debemos combatirle con prioridad a pequeños episodios sueltos y aparentemente inconexos. 3.ª Nos esforzaremos en cumplir el lema del Pontificado de Pío XI: “Instaurar todas las cosas en Cristo”. 4.ª En política daremos preferencia absoluta sobre cualquier actividad o consideración a la Reconquista de la Unidad Católica y al establecimiento de la Soberanía Social de Nuestro Señor Jesucristo”.

Las XI Jornadas de 2000 afirman: “3ª. En nuestras actuaciones de católicos en la vida pública, no pactaremos con el liberalismo religioso, que es pecado, ni dejaremos que caiga en desuso el término, “confesionalidad católica del Estado”.

Tras la separación total Iglesia-Estado exigida por un liberalismo que

pretende separar el cuerpo del alma, que deja indefenso y desorientado al poder civil, y que genera la imposición a la sociedad de una moral y ética sin religión, por ello ética irreligiosa; tras al ecumenismo desnortado y el enfeudamiento de no poca parte de la jerarquía eclesiástica con la democracia liberal (C., 2001); tras el error que supone la llamada soberanía popular o nacional, y los vicios inherentes a la participación predicada por el demoliberalismo; y tras el exceso de libertad para decir y hacer todo sin límite alguno, se llega paradójicamente a una situación en que la vida y participación social es muy escasa (29).

En relación con los temas participativos la Vª convocatoria (1994) sobre la intervención de los católicos en la política, la XIª (2000) y XIIª (2001) sobre los asuntos pendientes en la vida pública española desde 1976 hasta hoy, la XVIª (2005) sobre la movilización de los seglares, y las XVIIª Jornadas (2006) sobre la visita del Papa Benedicto XVI a España.

Los jornadistas han advertido que hacia 1976 y ya antes, las élites dirigentes durante décadas –salvo excepciones- actuaron sobre el pueblo que, siguiendo siempre lo establecido, dijo a todo que “sí”. Utilizaron términos muy populares –otra cosa es cómo se entendieron y se hicieron entender- como reconciliación y conciliación, generosidad, unión entre todos (Centro), superación de rivalidades, concordia nacional, libertad, participación y democracia etc. Tomaron únicamente el lado bueno de las cosas, y separaron el lenguaje de la realidad. El terrorismo creaba un monstruo que indirectamente afianzaba la democracia liberal y el afán de paz. Las fuerzas civiles y los ámbitos religiosos dominantes iban en una misma dirección: hacia el triunfo total del

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liberalismo ideológico y de su versión particular de la libertad y la participación cívicas, cuyas consecuencias se han ido desarrollando, año tras año, a las que las Jornadas de Seglares católicos que historiamos han pretendido dar respuesta.

5. La secularización plena de la política implantada como “ruptura”

en 1978 se realizó con tergiversaciones y engaños en el ámbito de los políticos y clerical. Para los jornadistas, los católico liberales y socialistas, sumidos en la táctica de conquista del poder, han influido continuamente sobre al pueblo para atraerlo a sus planteamientos, con formas de hacer poco transparentes, nada representativas y utilizando todos los medios de comunicación y reblandeciendo todo aquello que podría perjudicar sus proyectos (30).

6. Según los jornadistas, la jerarquía católica se equivocó rotundamente al tolerar, aceptar, engañar e impulsar el llamado “cambio” político, “ese” cambio que concretamente se dio en España en 1976-1978.

El motivo fue el abandono en el que quedaban los derechos de Dios sobre los Gobiernos, la tolerancia hacia no pocos males que llovían y lloverán sobre la sociedad, y la aceptación e impulso dado al nuevo orden liberal-socialista, el engaño colectivo al presentar ante los fieles principalmente los aspectos opinables y entendiéndolos favorablemente, y disuadir la existencia de grupos políticos católicos. Sin duda, el clero se metió soterrada e hipócritamente en política temporal, y de la peor –nadie les educó para esto-. Quizás a ello se alegue que la jerarquía también apoyo al régimen de Franco como Jefe de Estado, aunque piensen si antes hubo o no una Cruzada, si el comunismo era insignificante, y los favores de todo tipo que dicho régimen otorgó a la Iglesia y muy merecidamente.

En primer lugar, los hombres de Iglesia confundieron y subordinaron lo eterno con lo temporal. De por sí, nada debían de temer de un cambio de política de ceñirse ésta a las cuestiones temporales, porque la verdad católica no se sujeta a un régimen político temporal concreto, aunque su aplicación en España sea histórica, psicológica e inherente a la Monarquía católica y no a la liberal-constitucional y menos a la República. En aquel momento todos los republicanos se hicieron monárquicos constitucionales, pasó el tiempo, y ahora ya no es así –lógicamente-. También de por sí, la clave del problema no era de régimen político –monarquía o república, mayor o menor participación, y diferentes formas de participación social en la política-, sino si éste régimen concreto, cualquiera que fuese, iba o no a reconocer la verdad, costumbres, formas de ser y hacer en los órdenes natural y católico. En efecto, la política temporal del liberalismo contiene muchas negaciones hacia la verdadera política que reconoce la soberanía social de N. S. Jesucristo. Y se optó por su no reconocimiento o bien –lo que sería peor- por creer que lo católico era precisamente el liberalismo.

En segundo lugar, el clero hizo política temporal y los políticos se metieron en temas que afectaban directamente a lo católico y como tal la jurisdicción religiosa. Los nuevos políticos y buena parte de la alta jerarquía actuaron al unísono hacia 1978, aunque ello perjudicase gravemente a la sociedad y la España católica a medio y largo plazo. Cada uno se metió en el campo ajeno del otro: el clero a orientar, sumarse e influir en cuestiones temporales (apoyo a la Democracia como forma opinable de gobierno para un cristiano etc.), y los políticos a pedir apoyo al clero. Tan clericales fueron Tarancón, Patiño y

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Sebastián y buena parte de los obispos españoles, como clericales fueron Fontán, Calvo Serer, Ruiz Jiménez o Suárez… Y luego tacharán de clericales a los seglares defensores de la realeza social de Jesucristo, y de los derechos de los católicos españoles, cuando estos últimos los olvidaron porque se los hicieron olvidar, y cuando ese es precisamente el núcleo espiritual e impronta divina en el mundo temporal.

Por el contrario, los jornadistas seglares se han posicionado bajo su exclusiva responsabilidad en estas 25 Jornadas frente a los errores religiosos del llamado “cambio” (sobre los temporales ya escribió Gonzalo Fernández de la Mora Los errores del cambio, 1986), bien unidos en la doctrina y praxis de siempre de la Iglesia, y el ejemplo de sus mayores, y no arropados en un número sin hondura de españoles, en el vuelo bajo y de plazo corto de quien principalmente busca resultados satisfactorios, en el acceso a los cargos y en la obtención de medios materiales. En 1976, el ámbito clerical y civil en mutuo apoyo utilizaron los medios persuasivos y de comunicación de la Iglesia –que ni siquiera eran de la Jerarquía católica- para potenciar el advenimiento de una Democracia opinable en ciertas cuestiones y desde luego aberrante en lo religioso y moral, y a qué ha llegado nuestra sociedad.

Según los jornadistas, el trabajo de los seglares o laicos no está sólo en las sacristías, como hace la contradictoria y clerical “democracia cristiana”, hoy ya irrelevante y lógicamente desbancada por un liberalismo liso, llano y a veces sutil pero siempre frontal. El trabajo del católico está en todos los ámbitos de la vida incluso el social, sindical y político, sabiendo que en no pocas ocasiones deberá actuar en estos ámbitos como hombre de Fe: no se puede dejar lo católico en el guardarropa como si fuese un sombrero, dijo un santo. La democracia cristiana expulsó a la Iglesia de lo temporal en 1978 con apoyo de buena parte de la jerarquía, y luego redujo lo católico a la sacristía, ámbito que también quiso copar para liderar el diálogo de los cristianos con lo temporal. Su pronto fracaso está a la vista y fue fruto del error que conllevan. Las jornadas han dejado claro que esta sedicente democracia cristiana falseó lo católico en España hacia 1978, vinculándolo al liberalismo, y que anidó en no pocos eclesiásticos confundidos por los fieles con la Iglesia. Políticos y buena parte de los eclesiásticos se escudaron entre sí, formando un frente común y hasta una amalgama que tuvo una decisiva incidencia social (31).

Para terminar, en tercer lugar la jerarquía dirigida por el cardenal Tarancón disuadió de la existencia de grupos políticos católicos. De admitir la existencia de estos, los católicos no hubieran apoyado a partidos liberales, socialistas o comunistas, y tampoco -por lo que respecta a dichos partidos- se hubiera legislado al margen del Derecho natural y la Doctrina católica. Desde luego, no se hubiera introducido el divorcio vincular de Adolfo Suárez. La manera más fácil para descristianizar España desde las leyes era tener un partido como la UCD y luego como el Partido Popular, al que votan muchos católicos –dicen que “es el voto católico”- pero que, por diferentes motivos, tales católicos tienen que tolerar o mantener… males contra natura y anticristianos antes inimaginables.

El resultado de la mala política clerical, según los jornadistas, lo expresa el menosprecio y burla pública que se ha hecho durante décadas -y cada vez más- a la religión católica, los continuos brotes de persecución religiosa, la inmoralidad reinante y provocada, el aborto (asesinato) “legal”, y el grave peligro de secesión de España en 2014. Que siempre se puede estar peor -por ejemplo, el silencio social ante la inmolación de aborto en el Ara suprema del egoísmo- no es consuelo alguno, pues las premisas erróneas conllevan desarrollos muy

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equivocados, el mal se multiplica en cascada y siempre a peor, y, como diría Vázquez de Mella, al fin es aberrante poner tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias.

7. Para los jornadistas, la conciliación universal –de todo y todos, muy querido ello por el gobierno mundial- se ha convertido en un mito durante estos 25 años, porque se ha basado en los falsos principios racionalistas y secularizadores. Los errores del liberalismo, el espíritu y pensamiento débil que surge de aquellos, han impuesto la moda de una falsa e imposible conciliación, que cuando se pretende llevar a cabo en todo su espesor, siempre es a costa de lo bueno y lo bello. Lógicamente –aunque muchos no lo previnieron- esa conciliación no ha significado reconciliación de los espíritus, pues ya es del todo evidente el encontronazo existente entre los diferentes españoles, precisamente provocado por los laicistas y radicales, marxistas y secesionistas. De aquellos lodos estos barros.

Desde un punto de vista sociológico, conciliar las posturas del ganador y del perdedor, del mayoritario y del minoritario, tan sólo beneficia a los minoritarios y perdedores, que dan dos pasos adelante y uno atrás, mientras sus oponentes dan dos pasos atrás y –en el mejor de los casos- uno adelante, y así sucesivamente.

La movilización en un sentido no conciliador de los seglares se trató en las XVIª Jornadas (2005). Por lo mismo, la Constitución de 1978, promovida bajo el amparo de unas supuestas concordia y conciliación, fue analizada en las XIVª Jornadas (2003) y, de nuevo, en las XXIVª (2013), en las que los ponentes exigieron una reforma a fondo y en sentido católico del texto constitucional.

Debido a la importancia del tema en los ámbitos católicos y pastorales, periodísticos y sociales, en relación con la conciliación y concordia, ¿qué decir sobre la falsa conciliación? Hace casi dos siglos, el periodista francés Luis Veuillot, católico y legitimista, recordaba de una forma clarividente lo que sigue:

“La idea de una falsa conciliación se apodera fácilmente de

los espíritus débiles, y el error como la enfermedad parece anidar más en ciertos ánimos y temperamentos. Pues bien, conciliar el bien con el mal, es un imposible tanto en el ámbito personal y familiar, como social y político, de hecho o jurídicamente. El empeño de abrazar todos los principios políticos del liberalismo para corregir la secularización innata a la Revolución liberal, eso de evitar la persecución, de frenar la deshumanización, de lograr el triunfo de Cristo entre nosotros pero admitiendo los principios políticos de la revolución liberal, no tiene ningún valor ni como doctrina ni como medio de defensa de la religión” (32).

Para los jornadistas, los falsos conciliadores son incapaces de asegurar la paz en la Iglesia, las instituciones civiles y las personas. No libran a nadie de la persecución. Se huye de la persecución, se retrasa cediendo, todo, pero, al final, llega de forma irremisible incluso en los Estados Unidos de USA con disposiciones de Barak Obama o las que desearía dar la candidata a la presidencia Hillarie Clinton. Ni libran de la persecución ni convierten a los perseguidores. Así, la “capillita” liberal no tiene una puerta de entrada en la Iglesia, sino, como decía Veuillot, “sólo parece ser una puerta de salida de la grande Iglesia”. Al

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parecer, la situación de España en 2014 exige una nueva evangelización y comenzar la acción social y política desde cero precisamente por la incongruencia de los católicos patente hasta ahora.

De este libro, que fue como un best-seller durante muchas décadas, se han hecho veinte ediciones españolas desde 1884. Poseemos otra edición sin fecha pero que quizás sea entorno a 1975.

A la izquierda, imagen del libro editado en Madrid con 192 pp. en 1936. La citada edición entorno a 1975 (s.f.) tiene 134 pp. A la derecha, una página de la “Revista Popular” dirigida por Sardá y Salvany, con un extenso artículo sobre las

consideraciones de la Sagrada Congregación del Índice a favor del libro de Sardá. Foto: JFG 2014

8. El catolicismo liberal es error como el liberalismo pero

más engañoso. En las XXV Jornadas ha quedado claro que el catolicismo liberal es un

pernicioso error, una ilusión. La falsa conciliación que propone se debe a sus falsos principios, y esto nos inclina a recordarlos. El sedicente liberalismo-católico es a modo de consanguíneo al espíritu del mundo (el Mundo como enemigo del alma), y busca una religión cómoda y tolerante. El gran error de 1789 en Francia y de 1976 en España, fue la secularización, un Gobierno sin culto católico, sin Dios, sin verdad sobrenatural y tampoco natural. Ha sido la política del todo vale si tiene el sello de la “voluntad general”. Un error doctrinal como este ha ido acompañado de continuas trampas prácticas y de un singular cinismo, hasta invertir todo el orden querido por Dios y conculcar sistemáticamente todo él.

¿Un gobierno ateo con católicos? El Estado sin Dios afirma que sólo interesan las cuestiones de orden público y administrativo, y que debe ser indiferente tratando con igualdad al error y a la verdad en materia religiosa y moral. Afirma que se apoya al hombre pero ignorando a Cristo, lo que de nuevo se ha puesto de manifiesto ser imposible: allí donde se afirma a Cristo, se reafirma al hombre, mientras que allí donde desaparece Cristo se arruina al

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hombre. Como decía Juan Pablo II, allí donde muere Dios, imagen del hombre, se sigue la muerte del hombre, imagen de Dios. Es ignorar que todo cuanto emancipa al hombre de la sabiduría y poder de Dios le precipita bajo el poder caprichoso y absorbente del tirano temporal y –en sentido teológico- del príncipe de este mundo. Es ignorar que los católicos son contrarios a la vieja tiranía de los Césares, la tiranía del Estado sin Dios, de los hombres sin fe, que es cuando la libertad desaparece de la tierra, se reduce ésta al mero libre albedrío en el ámbito especulativo y el hombre queda esclavizado hasta perder a veces el albedrío que le diferencia de las bestias. Hoy el César, “con anuencia de la ‘libertad general’ se declara pontífice y dios” (Veuillot, p. 135). Es pedir que no se persiga a Dios y la Iglesia mientras escandaliza la utilización de la fuerza para defender los derechos de ambos. Digamos que el uso de la fuerza debe recuperar su legítima función cuando se aplica al servicio del Derecho (p. 96) y al servicio también de las personas más débiles e ignorantes. Sólo la unidad católica libera a la sociedad de mayoría cristiana de cualquier tipo de despotismo. Es no reconocer que la humanidad, debilitada por el pecado, se inclina hacia el error y los vicios, siendo preciso que el Estado preste su apoyo al Derecho, y por consiguiente confiese la verdad objetiva. Una Iglesia separada del Estado conlleva el debilitamiento y hasta el envilecimiento de la sociedad, pues no en vano lo que a Satanás le interesa es “quitar la cruz de la corona, y quitar la corona de la cruz” (Veuillot, p. 93).

No es cierto que la Iglesia pueda ser libre en el seno de una libertad general o común, pues su libertad no depende de causas extrínsecas sino de si las personas se inclinan al Bien y la virtud. Sin duda, el poder civil debe proteger esto último y a la sociedad católica. Es más: ¿es que la Iglesia no puede ser libre sino a condición de ver levantarse contra ella la libertad de negar y destruirla propia de sus enemigos? (p. 134-135).

De concretar sobre la España actual, el drama de los católicos es que ahora todos son liberales de hecho, aunque según el CIS (2014) el 70’4% de los españoles se declare católico (el 9% ateo y el 2’6% de otra religión), y más del 80% de las familias quieran religión católica en la educación escolar de sus hijos. Educación católica ésta en los centros públicos que sólo sufre perjuicios por parte del Estado liberal socialista, a diferencia, en 2014, del tratamiento que -gracias al Partido Popular- va a recibir la religión islámica.

Los católicos inclinados hacia el liberalismo ideológico, han puesto muy difícil, casi imposible e impracticable, la recuperación de la Iglesia en España y de esta misma nación. Diremos por qué. Efectivamente, ignoran que la lucha en los ámbitos espiritual, social y político, debieran ir en paralelo, ya por la interdependencia de los tres ámbitos ya por coherencia y cohesión internas. Quienes por dejación política han colaborado indirectamente en el establecimiento de los males presentes, y hablan de una nueva evangelización, confunden la espuma con el espesor. ¿Por qué no reafirmar el espesor que aún queda al catolicismo español en vez de deslumbrarse hasta temblar por la brillante espuma de un bravo oleaje? ¿Por qué hablar tanto de hipótesis (situación en la que por debilidad y miedo parece que no se puede aplicar el deber ser), de imposibilidades prácticas, en vez de difundir y ofrecer la tesis (el deber ser) necesaria y trabajar por ella? Si los españoles son en buena parte católicos, habrá que exigirles que obren en consecuencia antes que plegarse a un culpable mal obrar. Pensemos que la falta de vibración espiritual es porque la sal se ha vuelto sosa y que no se sabe con qué salarla. Darse cuenta de esto, hará que los católicos se pongan por delante de los acontecimientos en vez de dejarse arrastrar

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los ellos. En un caso extremo, así ocurre cuando se ignora la verdadera teología del martirio, cuando no se entiende la jaculatoria de Veuillot: “¡Te creo, te adoro y quiero de buena gana, ser pisoteado como tú, quiero, de buena gana, morir contigo!... Decimos esto y el mundo es vencido” (p. 194). Cuando los césares romanos sacrificaban cristianos, estos no decían: “¿Qué será de la Iglesia y quién servirá a Dios, si nosotros morimos? Confesaban al Dios único y morían” (p. 90-91). Ya Tertuliano desvelaba la contradicción de aquellos cristianos que fabricaban ídolos pero no les adoraban.

El espíritu firme de los seglares por la Unidad Católica, ajeno al sospechoso talante de la democracia-cristiana que enfeudó a la Iglesia en Italia tras la IIª guerra mundial, y extraño también al pensamiento y espíritu débiles, pone por delante el amor, el esfuerzo y la cruz, para evitar el derrumbe en cascada de la comunidad cristiana y hasta el hundimiento de la dimensión natural de su existencia.

Las XXIV Jornadas de 2013 desarrollaron el tema general de “La reforma católica de la constitución española”. Sus conclusiones fueron las siguientes:

“11ª. Es necesario organizarse y reorganizarse. Hemos de

extendernos, mediante pequeñas células organizadas, a toda España. 12ª. Debemos tener constancia. No basta ganar las batallas.

Hay que mantener la vigencia de nuestros ideales en la adversidad, y también en la victoria, porque desde el momento en que el enemigo pierde una batalla, empieza a laborar en la sombra para recuperar el terreno perdido, y eso es lo que debemos evitar.

14ª. Por consiguiente hemos de salir de estas Jornadas de convivencia en la oración y en el estudio, siguiendo en la acción con la impronta que nos otorga la virtud de la Esperanza, con la conciencia cierta de que más tarde o más temprano, se impondrá por derecho y por necesidad el reinado social de Jesucristo en muestra amada patria: España” (C., 2013).

9. Las XXV Jornadas por la Reconquista de la Unidad Católica han contenido verdades de siempre, pero también formas de ser y de actuar. No han creado nuevas verdades ni estilos, ni han claudicado, sino que han recordado las verdades perennes y las específicas de España y los españoles. No han hecho el juego al progresismo religioso –falso progreso-, ni a la partitocracia política imperante, sino que han tenido un carácter religioso-práctico, no han sido de salón, de imagen, ni de pasarse al enemigo, sino de seglares que han estado a pie de obra.

10. Las XXV Jornadas lo son de seglares. Se han organizado de forma sencilla, han exigido notables esfuerzos, y se han realizado sin ditirambos pero con mucha dignidad. Aunque han carecido de la presencia de jerarquías eclesiásticas, se han reunido no pocos seglares aunque, con el paso del tiempo, han ido numéricamente a menos debido a las imposibilidades y los fallecimientos, aportándose no obstante nuevas presencias.

Las XXV Jornadas no han utilizado a la Iglesia, ni se han amparado en ella, para comprometerla en proyectos y posicionamientos temporales y opinables por muy nobles que fuesen. Esto lo hacen con sus ideas los demócrata-cristianos, los católico-liberales de los siglos XIX y XX, y aquellos

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que ponen una vela a Dios y otra al diablo, saboreando la influencia social y cultural precisamente por haber claudicado ante el liberalismo. Entre ellos los hay que se dicen laicos pero que utilizan la sacristía clerical, y aquellos que impulsan directa o indirectamente la secularización como si esto fuese un bien para las almas, la Iglesia y la religión.

Una Iglesia acosada por la secularización del Estado o por la sociedad, pudiera ver en los católico-liberales la posibilidad de tener un pie católico en las instituciones públicas y en los ámbitos de influencia social y cultural, para mantener la igualdad de oportunidades y sentirse ciudadanos de primera clase, aunque en realidad el católico no pueda tener pie alguno en el ámbito propiamente liberal y socialista (33). Los jornadistas han sobrevolado a los que se presentan como políticos cortoplacistas, de vuelo bajo y centrados en la existencia, que confunden el compromiso con su época con el hacerse unos más en todo, y que ensanchan los límites de dicho todo comprometiendo más o menos los principios. La falta de horizonte amplio aparece a la larga como problema en la política y la sociedad (34).

Los jornadistas promueven –no sólo admiten- que, a excepción de los consagrados, se trabaje en cuestiones temporales para la sociedad, sin reducir su actividad al ámbito espiritual y religioso. No han sido oportunistas que digan: “no hago política porque me dedico íntegra y directamente a las cosas Dios”, sino que están dispuestos a entrar en los aspectos temporales y no sólo eternos que afectan a la política. El por qué es bien sencillo; los jornadistas se consideran hombres plenos de su tiempo, aunque lógicamente, en caso de conflicto, subordinen los objetivos temporales a los de proyección eterna. Por otra parte, ni siquiera los objetivos temporales en cuanto tales quedan al margen de Dios sino que son santificables como los otros.

También rechazan la hipocresía de afirmar: “no hago política porque estoy en todos los partidos”, en los que mis asociados actúan bajo su exclusiva responsabilidad, trabajando así libre y directamente para mí y para la sociedad.

Han huido a la capillita de los que protegen lo suyo o bien de la costumbre de ceder sistemáticamente más de lo debido -si es que resulta comprometido- porque dicen dedicarse a las cosas de Dios.

Saben que los procedimientos el Estado no pueden ser los mismos que los de la Iglesia porque son sociedades distintas por naturaleza y perfectas en sí mismas. Confundirlos sería enfeudar el Estado a la Iglesia, o al revés.

Saben también que, por eso mismo y en su trato con sus conciudadanos, los laicos no deben copiar las relaciones diplomáticas que la Iglesia -como asociación de naturaleza religiosa que se es- mantiene con el poder establecido, bajo el pretexto de que se está en el mundo. En general, como la Iglesia tiene un objetivo y finalidad diferente al Estado, va detrás de los acontecimientos temporales, y sabe ceder ante el poder para congraciarse con quien lo sustenta y prever males o logran bienes mayores

11. Durante sus 25 años, las Jornadas han sido irreconciliables con

el racionalismo y la secularización. No han buscado el abrazo seductor –y no pocas veces hipócrita- entre los fieles a la Revelación o a lo católico por un lado, y los poderes racionalistas o de la Revolución por otro. La nueva situación ecléctica generaría una enorme confusión y una total incapacidad, tanta como que en 2014, un pueblo que se afirma en su 70’4% católico (CIS, XII-2013) sufre, por negligencia o por cerrar los ojos ante muchos pasos políticos mal dados, el mayor holocausto del aborto de Europa.

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No han puesto como primera condición de la libertad el no ver y no saber. Han abierto los ojos a lo que está ocurriendo en España. Han conjugado bien la razón, la fe y lo que de bueno tiene el espíritu de la época (por ejemplo, el impulso a la solidaridad, la atención a las “periferias” humanas al estilo del Papa Francisco I, las nuevas tecnologías tan queridas por Benedicto XVI…). Han unido intención y obra bien hecha (el objeto), sin sobrevalorar la primera respecto al objeto de moralidad, y han mantenido el alejamiento y horror a la herejía.

También son irreconciliables con los engañosos recursos dialécticos y la poca claridad. No han alardeado de ilustrados, ni se han encerrado en distinciones y matices, en casuísticas, en un juego de palabras y sistemas complicados y oscuros. En realidad, han advertido a que un cambio de palabras y expresiones puede conseguir un trasbordo inmenso en las ideas.

Los seglares por la Unidad Católica están en el mundo sin admitir las formas mundanas. Buscando en principio la amistad de todos, no ceden lo que algunos ceden para no quedar mal en los negocios temporales. Desarrollan su vocación de lucha en la vida civil sin polarizarse tan sólo en el ámbito apostólico. Cuando la misma naturaleza se queja, sangrante ya, de las consecuencias propias de los desórdenes contra la fe y la moral más elemental, muchos se van dando cuenta que no basta el apostolado de confidencia y parroquial, sino que es necesario ponerse manos a la obra para resolver cuestiones temporales pero que encierran el carácter de sub specie aeternitatis o lo preparan.

Parece que hoy día se enfatiza en la necesidad de salir del hoyo en el que se encuentra la sociedad española desde los despojos abandonados tras el huracán. Puede ser tarde. El mayor problema sería repetir viejos errores por no ir a la raíz de los males. La quizás comprensible reacción social en torno a la cual se ha articulado el partido político neo marxista Podemos, es el mayor mentís a las tácticas del liberalismo conservador.

Los jornadistas conocen la virtud de la prudencia, ajena a lo que en realidad se conoce como una prudencia de la carne que cede para mantener situaciones ventajosas. No se han amoldado a todo creyendo que el pasado carece de virtualidades. No han buscado un mundo nuevo a construir desde cero como si eso fuera posible, ni se proponen una humanidad emancipada de todo como si cualquier adherencia humana o cultural fuese un lastre para la construcción de un mundo bajo el impulso de la Fe y la Gracia. Han sabido no rendir tributo a la libertad absoluta de quien no se reconoce criatura, pues no es posible que en la tierra surja una humanidad totalmente nueva con un nuevo Dios en el cielo.

En la vida cotidiana y en sus declaraciones, los jornadistas han sabido ir contracorriente en los temas políticos allá donde ha sido necesario, sin amoldarse en exceso al mundo cambiante.

Han sido más fuertes y fieles que los claudicantes en el ámbito sociopolítico, a quienes no pocas veces les sonríe la suerte económica y la influencia social y cultural, pero tomando fuerzas que no son suyas. En realidad, los claudicantes reblandecen las posiciones verdaderas aunque incómodas, transmitidas por una herencia de temple católico. Los que no han querido verdaderamente católicos ya se fueron hace tiempo a otros lares ideológicos. El peor servicio de los claudicantes es arrebatar la militancia de muchos católicos por ofrecerles tentadoramente cierto espiritualismo asocial, de grupo y capillita, el oportunismo del momento a beneficio de las obras e instituciones humanas que son instrumentales para el apostolado, y la comodidad en una inexistente lucha sociopolítica.

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Los jornadistas van más allá de congraciarse con el poder establecido de hecho –la tiranía legal y el poder estatista- y han mantenido los derechos de Dios y los inherentes a la sociedad española. Los derechos divinos prevalecen ante cualquier otro –esto debe quedar claro-, sabiendo que en los ámbitos de la vida social aquellos sólo se mantienen de hecho y con éxito, orden y produciendo los consiguientes bienes, de existir dicha base social.

En España existe dicha base social. En España la Unidad Católica nunca fue una imposición sino un coherente reflejo con la realidad social. La historia de España no tiene relación alguna con el acto de fundación de los EE.UU., cuya libertad religiosa no es sino el trasunto de la huida de los puritanos de la persecución que sufrían del absolutismo anglicano.

En España la imposición fue al revés, desde el Estado a la sociedad, con ocasión de la ley de libertad religiosa de 1967 y una Constitución de 1978 que a pesar de ser votada, se sabe que desde el Estado se desinformó y dirigió el voto. La claudicación en la cúpula ha conllevado la claudicación en la base, no al revés, y cuando se insiste demasiado en la aceptación expresa de la sociedad quizás más que recelo a la Unidad Católica haya una deficiencia en los principios.

En España la base social católica existió y aún existe, pues su inmensa mayoría sigue siendo católica. España y los españoles son hoy tierra de evangelización, sí, pero no parte de cero; hay muchos bautizados que se glorían de su pertenencia a la Iglesia y otros que de haber practicado sus compromisos del bautismo y confirmación en la fe, hubieran logrado con los primeros que la situación actual fuese muy distinta. Trabajar apostólicamente sobre esto últimos rezagados implica en paralelo mostrar que sus creencias deben trasladarse al ámbito público.

Sirvan las Jornadas de recordatorio a unos y otros del giro que debe de dar la presencia católica en los ámbitos sociopolíticos. Las exigencias de los jornadistas no son una losa que oprime sino que simplemente recuerdan la realidad de las cosas, las obligaciones hacia ésta última y el bien común, es decir, el camino de la realización ante Dios, ante uno mismo, y ante los demás hombres.

12. El mal menor. Los jornadistas han desvelado el abuso del

argumento práctico de un mal menor que toleraría que se mantuviese el liberalismo. Se refieren con esto a la táctica liberal de levantar tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias, a apostar sobre todo por el pragmatismo, al escaso aprecio y aún contradicción con la integridad de los principios en base a una consensuada confusión (C., 2001).

En sus conclusiones advierten que es preciso velar contra los abusos de la aplicación de la teoría del mal menor (C. 1994, 2000), que no debe desviar a los jornadistas de su objetivo principal de Reconquistar la Unidad Católica y de todo lo que de una u otra manera conduce a ella (C. 1994), como tampoco debe retraer a los católicos de una política explícitamente católica (C., 2000, 2001, 2003) o bien distraerles en “batallitas” inútiles cuando están desgajadas del planteamiento o estrategia general. Estos términos son escogidos por Manuel de Santa Cruz y significan una orientación práctica, creando un perfil firme dirigido a una militancia socio política. Lógicamente no empieza, ni termina ahí, ni sobre todo es ésta, la actuación del católico, pues una asociación apostólica –la Iglesia- ahonda mucho más en el hombre que dicha militancia, aunque no puede ignorarla o sustraer de ella a sus asociados. Devaluar la acción sociopolítica a beneficio del apostolado de confidencia y parroquial, suele conllevar la quiebra en el ámbito de las Leyes y reglamentos, costumbres y ambiente social. Cuando el

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joven crece, al final se encuentra con la vida y un ambiente hostil que hace peligrar su perseverancia, máxime con el hecho de que las malas leyes hacen que muchos jóvenes vean impedida su formación primera.

Las V Jornadas de 1994 concluyeron:

“6ª. Es necesario mantener la integridad doctrinal y vigilar los abusos en la aplicación de la teoría del mal menor.

7ª. La política del mal menor acaba siendo la política del mal mayor porque elude, aplaza y sabotea la reconquista de la Unidad Católica de España.

8ª. Pedimos a las organizaciones piadosas que sean rigurosas en no admitir en sus filas a sedicentes católicos que tienen conducta política mala o aun simplemente dudosa o equívoca”. Las XI Jornadas de 2000 afirman:

“8ª. Pedimos al clero en general que en su magisterio acerca de

la vida pública no abuse de la doctrina del mal menor y que para ello deje de disuadir a los fieles a ingresar en grupos políticos, explícitamente católicos, o a crear otros nuevos de esta naturaleza”. Desde la perspectiva de las relaciones sociales y apostólicas, también

se cita indirectamente al mal menor en las IX Jornadas de 1998:

“4ª. La ayuda internacional política entre católicos presupone una afinidad entre los grupos en relación, basada en la ortodoxia y en que sus luchas políticas al menos tiendan a establecer la confesionalidad católica del Estado, que es de doctrina universal. Es difícil nuestro entendimiento con grupos sedicentes católicos contaminados de liberalismo, que abusan del mal menor y de contubernios. Sin Estados confesionales o al menos de grupos políticos confesionales no puede haber colaboraciones estables y notables”.

En las XII Jornadas del año 2001 se concluyó:

“4ª. Los católicos en la vida pública han tomado decisiones fundadas solamente en el pragmatismo, con desprecio y aun contradicción de la integridad de la doctrina. Ha existido una mentalidad favorable a los abusos en la aplicación de la teoría del mal menor”.

Puede observarse que este tema ha merecido una atención constante.

Para continuar con los ejemplo, ¿qué dicen las XIV Jornadas de 2003 sobre este aspecto?:

“7ª. Al margen de la Constitución existen aún en la sociedad

española amplias corrientes de opinión contrarias al liberalismo mal llamado católico, y a los abusos de interpretación del mal menor. Por el contrario, las hay favorables al mantenimiento de la doctrina social de la Iglesia”.

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Las XVIII Jornadas de 2007 van más allá de una respuesta en retirada propia del conservadurismo, sino que acuerda no aceptar los hechos consumados a la vez que urgen a la movilización permanente:

“La movilización permanente produce una mentalidad que no

acepta los hechos consumados (en nuestro caso las leyes rojas), porque la lucha sigue indefinidamente. Así, los logros del Enemigo resultan inestables y frágiles y les falta la consolidación que necesitan para hacernos pasar de vencidos a decadentes (2007). 13. Un lugar en la Iglesia. Las Jornadas han sido fieles a la Iglesia, a

la que sirven amando su doctrina, actuaciones y planteamientos vitales. Se han mostrado fieles al Romano Pontífice y a la jerarquía católica, y, en uso de la libertad de los hijos de Dios en la Iglesia, recogida por el Vaticano II, críticos con aquellas decisiones que vulneran la vivencia católica en el ámbito sociopolítico España y a la española. Repitamos: los jornadistas han recordado siempre que no sólo pertenecen a la Iglesia, sino que lo hacen activamente, como seglares que son, a partir de las aplicaciones prácticas de los principios universales, y sujetos a los derechos propios de los laicos. Las XVII Jornadas de 2006 concluyen al respecto lo siguiente:

“2ª. Con ocasión de la próxima visita de SS. el Papa Benedicto

XVI a Valencia, proclamamos nuestra devoción a su persona y a la Santa Sede. Evitaremos que caiga en desuso su tradicional denominación teológica de “Vicario de Cristo en la Tierra”, y rechazaremos otras denominaciones no religiosas por elogiosas que sean. Cerraremos filas en torno a su figura porque es baluarte insustituible e innegociable para librarnos de los protestantes y liberales, y de otras ideologías y religiones falsas que nos asedian.

3ª. Forma parte de nuestra devoción a la Santa Sede trabajar desde nuestra condición de seglares para que los políticos españoles, en lo tocante a los Acuerdos de España con la Santa Sede, cumplan lo pactado y para que la Jerarquía de la Iglesia exija su cumplimiento.

4ª. El próximo “V Encuentro Internacional de la Familia”, al cual nos adherimos, es un poderoso estímulo para seguir nuestra antigua y presente lucha contra las leyes a favor del aborto, del divorcio, las parejas de hecho y las aberraciones sexuales. Evitaremos que cualesquiera actos a favor de la Familia se parezcan a unos Juegos Florales, y en cambio procuraremos que se concrete el propósito de que los católicos rechacen en programas electorales futuros, aquellos que no garanticen la derogación de esas leyes.

5ª. Proponemos profundizar en el estudio de los cauces que la propia Iglesia tiene establecidos para que, dentro de la más fiel, devota y estricta subordinación, podamos informar a la Jerarquía local e Internacional de la opinión pública de distintos sectores de la Iglesia dentro de la más exacta ortodoxia.

6ª. Pedimos a algunos de nuestros hermanos en la Fe que en su comportamiento respecto de nosotros, no caigan en la tentación de hacer acepción de personas y de organizaciones, dentro de las que están, como nosotros, en la más estricta ortodoxia católica.” (C. 2006).

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14. Un lugar en la sociedad. Existen varias maneras de expulsar a los católicos de la ciudad temporal: mediante leyes que ellos no pueden aprobar por oponerse al derecho público cristiano (el agnosticismo constitucional o ateísmo de Estado), con leyes abiertamente persecutorias (la asignatura del currículum escolar Educación para la Ciudadanía o EpC), mediante la intoxicación de las instituciones intermedias entre la persona y el poder civil supremo, vulnerando la importancia y autarquía de éstas, pudriendo el ambiente social, y robando la memoria histórica por omisión o tergiversando qué fue el ayer.

Respecto a la memoria histórica, manipulada por el PSOE y mantenida por el PP, las XVIII Jornadas de 2007

1. “Manifestamos nuestra adhesión y ofrecemos nuestra colaboración a las entidades Hispania Martyr y Hermandad de Ntra. Sra. de Paracuellos del Jarama y a otras análogas que conectan con nosotros.

2. Queremos vivir en una situación de movilización permanente, que concretamos en: a) replicar sistemáticamente a todas cualesquiera iniciativas anticristianas como es ésta de la recuperación de la Memoria histórica. B) Reorganizaremos nuestro programa personal de limosnas dedicando la mayor parte de ellas a la defensa de nuestra civilización católica y española con prioridad al desarrollo material de los pueblos salvajes. C) Seguiremos luchando hasta derogarlas las leyes de la Memoria Histórica en lo que tienen de servicio a la propaganda roja. No a los hechos consumados de los impíos.

3. Tomaremos el salvamento de la Memoria Histórica de la Cristiandad como punto de partida para el replanteamiento de una política cultural católica de más amplios vuelos y comprensiva de otros ámbitos y áreas.

4. Combatiremos la maniobra de llamar republicano a lo rojo para hacerlo pasar como menos repulsivo. Esta falsa sinonimia no se ajusta a la realidad histórica, apareció tardíamente en los años sesenta del siglo XX y apoyada en el progresismo religioso, en el irenismo y en el pacifismo.

5. Potenciaremos el estudio de la Historia de España en la Segunda Enseñanza y que en todos los centros que se dedican a ella, especialmente en los religiosos, haya libros sobre el Glorioso Movimiento Nacional 1936-1939. Pero advertimos que el fondo de la cuestión está, más que en los programas, en idoneidad del profesorado. Combatiremos las teorías laicas de la libertad de cátedra” (2007).

15. El europeísmo como ideología y la Unión Europea son, según

las Xª Jornadas (1999), un factor de descristianización por el laicismo que conllevan según su origen, su propia historia y los hechos presentes. Europa nació de la ruptura protestante y la quiebra de la Cristiandad (35).

Súmese a ello el libre examen protestante, la civilización permisiva, la declaración de los tan tergiversados derechos del hombre (derechos sin Dios y contra Él) de la Revolución francesa, el liberalismo y la libertad de todo y para

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todo, es decir, las denominadas “libertades de perdición” tan alejadas de la verdad y la misma libertad, y el estatismo luterano o bien anglicano. El galicanismo francés de Luis XIV y Luis XV, y josefismo de Austria en tiempos del emperador José I, son la versión del estatismo naciente en el mundo católico. Esto evidencia el torpe chantaje que resulta de poner como dilema: o esta Europa o vuestra ruina (C., 1999, 2002, 2008). ¿Es que las relaciones internacionales son excluyentes y se centran en el interés económico, en la razón subjetiva y en las filias y fobias? Por ejemplo, en la década de los sesenta, la España de los Gobiernos de Franco dio ejemplo de acercamiento al Estado de Israel y a los países árabes, cuyo mutuo encontronazo comenzó con la nacionalización del canal de Suez por el presidente egipcio Nasser.

Ante la europeización la propia España debe tomar el camino de su propia hispanización (C., 1999), y reivindicar los servicios a la Fe católica realizados por el Imperio español y la monarquía misionera de Raimundo Lulio (C., 2002). Por eso, las Jornadas de seglares católicos desean potenciar la reconstrucción de las cristiandades en la vieja Europa y de Ultramar (C., 2006, 2015). En su seno siempre han sido bien recibidos los católicos de otros países, por ejemplo de Argentina, Perú, y México, de los EE.UU., de Francia, Italia o Polonia, que se han acercado en diversas ocasiones.

Por todo lo dicho, las X Jornadas de 1999 rechazaron el europeísmo o la europeización de España por varios motivos. Como resumen de las causas, léase el considerar a Europa como un fruto de la ruptura protestante, que en España las ideologías generadas por la Europa racionalista quisieron imponerse tras la revolución francesa, que en su implantación tuvieron la enemiga persistente y no pocas veces heroica del pueblo español en general, y que tal ideología sólo ha triunfado últimamente en la actual democracia, despersonalizando a España y sujetándola a las ideologías extranjeras que suponen la pérdida de la religión en el ámbito político, social y luego familiar y privado, y, al fin, su disolución. Dichas X Jornadas concluyeron así:

“2ª. Europa ha sido, especialmente desde la Revolución

Francesa, base de lanzamiento de importantes ataques contra la Soberanía Social de Jesucristo en España, contra la fe de los españoles, y contra la cultura genuinamente española, que es esencialmente católica.

3ª. Actualmente, desde la nueva Unión Europea se han recrudecido estos ataques, que son avanzada del gran frente anticristiano del Mundialismo. En España no hay herejías ni europeizantes autóctonos.

4ª. España ha sido objeto de un chantaje: La aceptación de leyes y costumbres anticristianas de base europea se ha presentado oficial y particularmente como un requisito indispensable para acceder a un “nivel europeo” de vida material. Se ha repetido el chantaje del Plan Marshall.

5ª. Florecen en España protestas contra la Unión Europea por cuestiones materiales. Debemos aplaudirlas, ayudarlas, y además completarlas, señalando que la confrontación Unión Europea-España, tiene también aspectos religiosos y espirituales que no podemos olvidar.

6ª. Europa pretende infiltrar en España sus ideas heterodoxas mediante el chantaje material, y además mediante la invocación a su

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refrendo por el sufragio universal. Debemos oponer las objeciones cristianas al sufragio universal, entre ellas las más recientes y autorizadas del Papa Juan Pablo II en su encíclica Evangelium Vitae.

7ª. Debemos profundizar en el carácter anticristiano de otros principios que pretenden dar base filosófica a las heterodoxias europeas, como son el Libre Examen y la civilización “permisiva”, la Declaración de los Derechos del Hombre de la Revolución Francesa, y el Liberalismo y sus libertades de perdición.

8ª. Debemos resistir con todas nuestras fuerzas a la asimilación de los errores ya legalmente aceptados en España, como el divorcio, aborto, separación de la Iglesia y del Estado, enseñanza laica, etc., y considerarlos como “asignaturas pendientes”, que no prescribirán.

9ª. Como la mejor defensa es el ataque, debemos oponer a la europeización la HISPANIZACIÓN de la propia España” (C, 1999).

16. El capítulo referente al mundialismo, y de su instrumento

llamado globalización, merece una importante atención debido a su actualidad. El ilustre marino pamplonés Carlos Etayo Elizondo lo estudió con esmero, y mucho de lo que él anunció, quizás algo bronca y dramáticamente, lo estamos viendo ante nuestros propios ojos y como realidad reconocida por muchos. Ya se habla con naturalidad del Nuevo Orden Mundial (NOM), que fue formulado públicamente por el primer Busch al invadir Irak y luego por otras grandes personalidades europeas y estadounidenses. También se habla en los medios de comunicación de masas del club de Bilderberg –menos de la Trilateral- y de la enorme influencia de éste en los Gobiernos. Son muchas cosas extrañas. Así, las VIIª Jornadas (1996) trataron sobre los católicos, la cristiandad y el mundialismo, y las IXª (1998) sobre las relaciones con los católicos extranjeros.

Sin embargo, hemos de reconocer que hoy se habla muy poco de la masonería, a pesar de estar legalizada, quizás porque está más cerca de los acontecimientos de todo tipo. Citar nombres propios, logias, ciudades, actuaciones etc. es muy comprometido y además es secreto más que discreto. Cuando hay alguna noticia se trata de la punta de un iceberg. La importancia de la masonería en la sociedad y política española es muy clara y totalmente opuesta a la Iglesia católica y a lo afirmado por los jornadistas.

El mundialismo –la unificación económica, cultural, política y religiosa del Mundo- ha sido estimulado por casi todos los movimientos supranacionales cuyas oficinas atacan en el ámbito político y religioso a España y los españoles, que vulneran el derecho natural objetivo, el derecho público cristiano y el derecho hispánico, y además que están unidos esencial o accidentalmente a proyectos anticristianos (C., 1996).

He aquí algunas actividades o gestos significativos de dicho Gobierno. El mundialismo, impuesto de una vez o por etapas, es enemigo de la Unidad Católica de España (C., 1996). Entre los católicos dicho mundialismo se inició con la libertad religiosa entendida como igualar a todas las religiones en el ámbito jurídico y el funcionamiento social, así como posteriormente con el pseudo ecumenismo y el sincretismo religiosos (C., 1996). Hace meses se ha visto cómo una simple oficina de la ONU emplazaba a la Iglesia universal a cambiar sus enseñanzas. Casi a la vez, la sustitución de los regímenes de muchos países musulmanes –“la primavera árabe” la han llamado-, al parecer provocada por Occidente, ha favorecido a los islamistas radicales de la Jihad (guerra santa)

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contra los cristianos, que están siendo masacrados delante de nuestros ojos en Irak, según lo que se sospechaba que iba a ocurrir, con el universal silencio que en 2015 ha sido denunciado por el Papa Francisco I.

Ante este cúmulo de novedades, los jornadistas afirman que en las convenciones internacionales, declaraciones, sugerencias y normativas debe estar presente el nombre y ley de Dios, concretamente de N. S. Jesucristo. Su destierro es el constante propósito de la Masonería, lo que se ve realizado en la ONU (C., 1996) primero negativa y luego positivamente, en la Unión Europea etc.

El supergobierno mundial no es ateo sino sincretista, masónico y gnóstico (C., 1996), viola el principio de subsidiariedad, el derecho de cada monarquía o Estado así como de los cuerpos sociales autárquicos, sujetando la voluntad de Dios a la voluntad de la mitad más uno de los que se expresan electoralmente, a las oligarquías de poder, y siendo dicho supergobierno centralista, igualitario y masificador (C., 1996). El mundialismo, orgulloso, se resiste a entender a la persona y sus obras como las propias de una criatura ante su Creador.

Como los rasgos intemporales o universales del modelo político de la Cristiandad, del que fue Imperio español, y hoy de los diversos tipos de Derecho -de gentes, hispánico, e Internacional católico-, permiten los mismos beneficios naturales que hoy puedan ofrecer las fusiones internacionales (C., 1996, 2002), resulta un chantaje y una falacia afirmar: “o mundialismo o pobreza”. Por ejemplo, sin existir el mundialismo actual y sí la solidaridad internacional, tras la Segunda Guerra Mundial los países salieron del caos con la ayuda del Plan Marshall, diferentes acuerdos hasta el Mercado Común Europeo, y prosperaron, mientras que la presente globalización económica y cultural, perfectamente diseñada, ha conllevado la crisis y ruina generalizadas en el mundo tras 2007, fecha en la que se agudizan las expresiones de intervencionismo occidental, el destape de la corrupción a escala planetaria, la inestabilidad política y social, la ridiculización de muchos personajes públicos elegidos por el pueblo, la plutocracia, la debilidad de los Estados nacionales etc.

¿Existe futuro para nuestra época? Sin duda porque los jornadistas creen en el hombre unido a Dios, aunque desde luego el futuro no tiene el nombre de pobreza ni de subdesarrollo material y moral, y exige las libertades tradicionales económicas de propiedad, subsidiariedad, la pequeña y mediana empresa, la humanización de la producción, el sindicalismo independiente, una verdadera representación laboral en la empresa etc… En el supuesto de tener elegir entre “o mundialismo o pobreza”, lo primero a elegir sería para los jornadistas los grandes principios constitutivos e innegociables, y no el interés económico del gran capital financiero y la plutocracia (C., 1996). Según algunos autores existen motivos para pensar que la globalización y hasta el afán de mundialismo han provocado la tremenda crisis económica de 2007 hasta hoy, 2015, para concluir una fase mundialista del Nuevo Orden Mundial sin rostro.

Este mundialismo socava la realidad de las patrias (C., 1996, 2002), y potencia el nacionalismo secesionista o disgregador de las grandes realidades políticas (monarquías, Estados…) configuradas desde el siglo XVI. En su cara amable, pero no por ello menos errónea, tiene como eje la Declaración de derechos del hombre –que desde su origen carece de un fundamento objetivo, y reconoce unos derechos formales que luego muchas veces no se hacen realidad- y la misma ONU. Ésta anima la democracia universal versus liberalismo para mejor controlar los Estados y los pueblos masificados y descristianizados, apoyando política y financieramente a las filosofías y religiones falsas como la

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herejía y cosmovisión protestante (C., 1996). Los musulmanes desean recuperar el Al-Andalus, y eso comienza por la inmigración masiva, la obtención de los derechos civiles, y ahora la recuperación de la mezquita de Córdoba como centro del Al-Andalus o califato de Abd-el-Rahmán III. Para los musulmanes y no pocos izquierdistas españoles, la mezquita deberá convertirse en centro de peregrinación (Hajj) de la comunidad (Ummah) musulmana de ambos lados del cálido mar Mediterráneo.

Dentro de las fronteras de España, la Constitución de 1978 es tal que ha prestado la cobertura legal necesaria para la cesión de soberanía a los organismos supranacionales (C., 2003).

Las VII Jornadas de 1996 recogen las conclusiones siguientes:

“2ª. Las ideas, organizaciones y acciones que tienden a la unificación económica, política y espiritual del Mundo, de una vez o por etapas, suelen ser a la vez enemigas de la Unidad Católica de España. Los mundialistas nos atacan en política y en Religión.

3ª. En política atacan el concepto de Patria; le sustraen su soberanía; le obligan a suscribir tratados internacionales impíos; violan gravemente el Principio de Subsidiariedad; tratan de imponer, a través de la ONU, la Declaración de los Derechos del Hombre, y las conclusiones de Grandes Conceptos monográficos organizados por ellos, la democracia, que sujeta la voluntad de Dios a la voluntad de la mitad más uno, y otras filosofías análogas en buena parte igualmente contrarias al Derecho Público Cristiano.

4ª. La Religión Católica impregna de tal manera todo lo español que los ataques a la Patria, en el caso de España, acaban siendo también lesivos para la piedad de nuestro pueblo.

5ª. Un pueblo constituido cristianamente es respetuoso con la variedad y la individualidad de cada persona y de cada grupo; crea asociaciones naturales y cuerpos intermedios y está jerarquizado. Los mundialistas son homogeneizadores, igualitaristas y masificantes.

6ª. La Ley de la ONU, y por tanto de sus agencias especializadas, realiza el constante propósito de la Masonería de establecer una ley universal de la que esté ausente el nombre de Dios.

7ª. Los beneficios naturales que puedan proporcionar las fusiones supranacionales se pueden conseguir igualmente siguiendo los modelos políticos de la Cristiandad, del Imperio Español y del Derecho Internacional Católico.

8ª. No es cierto que el supergobierno mundial sea ateo. Es confesional de intentos de progresar hacia una religión sincretista, masónica y gnóstica.

10ª. Los ataques de los mundialistas a la única Religión Verdadera empiezan por igualarla jurídica y ambientalmente con las religiones falsas; siguen queriendo fundirla con ellas mediante el sincretismo, y terminan poniendo ese conjunto al servicio de la construcción de una superreligión gnóstica.

11ª. Los mundialistas apoyan política y financieramente a las religiones y filosofía falsas. Lo hacen frecuentemente de manera subyacente a redes comerciales, auténticas o espúreas. Las sectas corresponden a los servicios de los mundialistas contribuyendo a una

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especie de movimiento de animación espiritual de la democracia universal.

12ª. Los daños y perjuicios ocasionados por la libertad religiosa han sido prolongados y potenciados por un pseudoecumenismo que, además de agravar directamente sus consecuencias funestas, ha ambientado el Mundialismo dentro de las propias filas católicas” (C, 1996).

17. Ante el empuje del Islam y la islamización de España, no hay más opción: O Islamismo o Catolicidad (C., 2011). Este tema fue monográfico en las XVª Jornadas (2004). Posteriormente, en las convocatorias XXIIª (2011) y XXIIIª (2012), se mostró la vigencia del espíritu de Reconquista iniciada poco después de la invasión del 711. La fecha es lejana, pero la universidad de los grandes principios, la continuidad de la Patria, el bien común y la conveniencia práctica así lo indican.

Ayer el principal protagonismo de la resistencia a los sarracenos fue la del pueblo español en su conjunto, desde el monarca hasta el último campesino, todos ellos naturalmente transmisores de un proyecto común sobre España enmarcado en su tendencia a la unidad y la catolicidad (C., 2011). Hoy, el sincretismo y la entrada masiva de musulmanes en España, facilitado por el liberalismo, el sufragio universal y el interés de otros países para dirigir la inmigración sobre España, ha debilitado hasta grado sumo la cristiandad hispana y la ha puesto es un grave peligro de perecer. Ello es así, máxime cuando los islamistas plantean recuperar –ya lo hemos dicho- el Al-Andalus.

En las XV Jornadas de 2004 se tomaron las conclusiones siguientes:

“1ª. Hacer ver a los católicos la magnitud creciente del despliegue del Islam en España y la necesidad de organizar su seguimiento.

2ª. Exhortar a los católicos a que se preocupen más de la evangelización de los mahometanos.

3ª. Estudiar medidas concretas para defender a los españoles, católicos y no católicos, del proselitismo mahometano.

4ª. Señalar que muy variadas actividades culturales y políticas son utilizadas como vehículos eficaces y de largo alcance para el asentamiento en España del Islam. No debemos colaborar con ellas y debemos exaltar la cultura cristiana. Especialmente en Andalucía.

5ª. La legislación española y la europea, el liberalismo, la libertad religiosa, la democracia y otras religiones falsas favorecen al Islam. Pero un bien estudiado y riguroso positivismo jurídico nos ofrece buenas posibilidades de actuar dentro de la legalidad.

6ª. La atonía de los españoles ante el Islam es un caso particular de la situación general postconciliar, que tiende a disimular las diferencias entre el Bien y el Mal, en todos los órdenes. Debemos reducir las actividades sincretistas que escandalizan al pueblo fiel y dificultan el apostolado entre los infieles” (C., 2004).

Junto a las anteriores, en las XXII Jornadas de 2011 trataron sobre “711. La invasión musulmana de España. 2011. Vigencia de la Reconquista”. Se consideró que la invasión musulmana fue un hecho traumático en la historia de España que

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ha dejado su huella durante siglos. Las causas determinantes de semejante ocupación fueron: el desarme espiritual de España, la desunión de la nobleza visigoda, la corrupción de importantes sectores del clero y el apoyo de no pocos judíos. Los tres hitos de la Reconquista fueron Covadonga (722), la batalla de las Navas de Tolosa (1212) y la conquista final de Granada (1492). En realidad, dichas XXII Jornadas de 2011 pretendieron reavivar la memoria para prevenir la llegada masiva de musulmanes a España y aprender de la historia:

“3ª. La Reconquista contra la invasión musulmana del 711, se

pudo llevar a cabo por el rescoldo del III Concilio de Toledo de 8 de Mayo del 589, forjador de la Nación Española en su UNIDAD CATÓLICA.

4ª. El protagonista principal de la resistencia antisarracena fue el pueblo español en su conjunto, receptor de forma innata de una idea Común de España, enmarcada en su catolicidad. (…)

6ª. El Islamismo es una cosmovisión. Su eje central la Sharia, una ley que abarca tanto lo privado como lo público. A los efectos políticos supone siempre una confesionalidad substancial. En el Corán existen fragmentos claramente amenazantes, dirigidos a los NO musulmanes.

7ª. En la actualidad existe una invasión progresiva y al principio paulatina de los musulmanes en nuestra Patria. Consecuencia de ello es un incremento de la perturbación social y un claro peligro político. Ciertamente fortalecida esta situación por el laicismo imperante.

8ª Hacemos tal manifestación ajenos a cualquier veleidad racista. Nuestros principios religiosos nos lo prohíben. La formulamos, en defensa de nuestra identidad como nación y en concreto de su catolicidad.

9ª. Frente al pacifismo que inspira al sincretismo, nosotros contamos con el (…) uso de la fuerza física, si así lo requirieran las circunstancias contra los enemigos de nuestra fe y siempre en legítima defensa. (…).

Inspirándonos en el hecho histórico de que vinieron a ayudarnos príncipes, nobles y reyes de todo el mundo, podríamos ahora invocar análogas ayudas haciendo un recuento y apelación a los católicos extranjeros.

La virtud de la fortaleza no fue invocada por la Iglesia solamente para la propagación de la Fe, sino además, para la extensión de un modelo de organización política cristiana de la sociedad que llamamos Unidad Católica y Cristiandad.

Si se hubieran aceptado situaciones de cohabitación con otras religiones, no hubiera habido Reconquista.

10ª Ante estos hechos solo cabe un dilema: o islamismo o catolicidad (…)” (C., 2011).

18. La Hispanidad. Los contenidos de la Hispanidad han estado latentes durante todas las Jornadas, como algo consustancial a España y los españoles. Sin embargo, sólo se han hecho explícitos en las XXVI Jornadas de 2015. Fue muy oportuno para salir de la ratonera o caos en el que han convertido a España. El tema general fue: “La Hispanidad en el 2015 Pilarista”

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Los pueblos de las Españas, leales a la Historia y fieles a la Virgen del Pilar, patrocinaron la Hispanidad, cuyo concepto los forjaron pensadores vascos como Ramiro de Maeztu y el obispo Zacarías de Vizcarra, y los catalanes Cardenal Primado de España Isidro Gomá en 1934, y Jacinto Verdaguer en su poema épico La Atlántida. La Hispanidad no es una unidad territorial de carácter geopolítico, como lo es Europa –además de su ideología de rasgos protestantes-, sino que es un imperio espiritual basado en el catolicismo. Así pues, hoy España puede ser evangelizada por los oriundos de aquellas tierras, por los indígenas, mestizos, oriundos peninsulares, y modernos emigrantes, devolviéndoles estos el favor de la primera evangelización realizada por España.

Las conclusiones de dichas Jornadas fueron las siguientes:

“1ª. España, las Españas, Hispanidad, tres conceptos substancialmente entrelazados, que tienen como fundamento y punto de partida la Catolicidad.

2ª. Precisamente esa Catolicidad esencial es el motivo por el que los tres lados de ese triángulo han sido tan combatidos y denostados.

6ª. Definimos la Hispanidad como una comunidad de pueblos que rezan a un mismo Dios, que profesan una misma Fe en Cristo, y que hablan un mismo idioma: El castellano, el español por antonomasia.

8ª. Consistió, pues, la Hispanidad en una evangelización asentada y apadrinada por aquella Monarquía española que la convirtió a su vez en Derecho público.

10ª. De esa identificación con la Catolicidad proviene ese conjunto de tópicos que denominamos Leyenda Negra (…).

11ª. Que la Hispanidad (…) se extiende a otras concretas cristiandades, como son Filipinas, California y parte del sur de Estados Unidos Guinea Ecuatorial y algunas zonas del norte de África.

13ª. Por todo lo anteriormente concluido, debemos enorgullecernos humildemente pero con firmeza de lo español y de lo hispánico, y como consecuencia defenderlo tanto en público como en privado, así como mostrarnos implacables contra la Leyenda Negra y sus hijuelas” (C., 2015). 19. Pacifismo. ¿Quién más amigo de la paz que aquel pueblo que

recibe la herencia de sus padres, y quiere cuidarla con las debidas reformas y hacerla fructificar, para vivir él y sus hijos dignamente, y para transmitir sus buenas obras a las generaciones venideras? ¿Quién más amigo de la paz que el pueblo que está en posesión de lo que real y verdaderamente necesita, y que por el convencimiento y las buenas maneras desea irradiar su benéfica área de influencia?

Por eso, las VI Jornadas de 1995 concluyeron así:

“1ª. Los católicos debemos distinguirnos por el servicio a la paz y al amor al prójimo.

2ª. La Sagrada Escritura y la historia de la Iglesia muestran la conveniencia y la licitud del empleo de la violencia física en ciertas circunstancias y condiciones.

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3ª. No hay que confundir la paz del alma con la paz pública y colectiva. La violencia justa en el exterior debe ser compatible con la paz y el amor interiores.

4ª. La legítima defensa individual y colectiva es un deber difícilmente renunciable.

5ª. El “Principio de No Intervención” está condenado en el Syllabus de Pío IX. Esta condenación legitima al Imperio Español y a la Monarquía Misionera. En noviembre próximo celebraremos el noveno centenario de la Primera Cruzada.

6ª. La disuasión a los enemigos de la fe de atacarnos empieza por informarles de que no descartamos el empleo de la violencia física.

7ª. La paz exterior por encima de todo y a cualquier precio, -el Pacifismo-, es una doctrina anticristiana que, además actúa en colaboración con otros errores anticristianos” (C., 1995). El mensaje cristiano busca la realización y plenitud personal, familiar y

social, conforme al plan de Dios, coronada por el fruto de la paz en todos los ámbitos. Pues bien, este mensaje, la Buena Nueva, es lo más importante, y en nuestra época ha sido vulnerado muchas veces por los hombres y las instituciones públicas en España. El mal moral es propiamente un desorden y hiere la paz, y la retención del salario justo al trabajador es uno de los pecados contra el Espíritu Santo.

Los jornadistas insistirán en que de todas las civilizaciones existentes, la hispánica, fruto de la cristiandad medieval y el cénit español del s. XVI, ha sido la más plena, y fue desarrollada durante los s. XVI al XVIII (36).

Las Jornadas VIª (1995) trataron sobre los católicos y la violencia, recurso este extremo que de nuevo se trata en las convocatorias XVIIIª (2007) y XIXª (2008). Los amigos de la paz también saben defenderse de las injustas agresiones y, sobre todo, de aquellos que injustamente, con violencia y engaño, atentan contra su fe religiosa y desean imponerles creencias, valores y formas de vida contrarias a su fe cristiana y a su civilización. Si las ofensas de la Leyenda Negra contra España –que también son una agresión- se desprecian, se superan con la verdad y las buenas obras, toda vez que con las obras se muestra la propia Fe.

En orden a la legítima defensa, los jornadistas saben que una cosa es trabajar por la paz y otra el abuso del espíritu de tranquilidad generado por la paz, es decir, el pacifismo. Generalmente son los pacifistas los que con frecuencia, por sus dejaciones previas, más utilizan después la violencia.

Ante la ideología pacifista, que es una manera de neutralizar una posible oposición de la sociedad al mal, de desarmar al otro, y de rendir tributo al mito del buen salvaje, las Jornadas han afirmado como legítima la violencia física en circunstancias concretas y con las condiciones siempre señaladas por los tratadistas (C., 1995). El pacifismo es una ideología de nuestra época y del todo errónea (C., 1995, 2011), pues la paz no es enemiga de la violencia sino que a veces la exige (C., 1995). De por sí, la inexistencia de un derecho de guerra genera más guerras que además especialmente destructivas. También debido a que el mundialismo genera guerras fruto de sus propias hipocresías e intereses, la postura de las Jornadas es contraria al mundialismo (37).

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20. La tentación del doble lenguaje y verdadero diálogo. En realidad, todas las Jornadas han tenido un gran cuidado en definir el lenguaje y en situar el diálogo en sus adecuadas dimensiones.

Para no pocos, el diálogo social tiene como objetivo que los ciudadanos no disputen o discutan… Para evitarlo se crea un sistema de elecciones y decisiones políticas donde muchas veces predominan las dobles palabras, los términos talismán, el engaño y la apariencia, y donde al fin la Verdad y la virtud ceden por principio al número. Esto después se traslada o proyecta desde las instituciones a la vida social con efectos deletéreos.

Este sistema de carácter procedimental determina los principios básicos de las principales leyes y la convivencia. Ello supone una inversión total de valores y explica el sistemático retroceso de la Verdad y el Bien, y que en España ha sido continuo, gobiernen las llamadas derechas o izquierdas desde 1978 hasta hoy. Relegar o negar la exclusividad que la Verdad y la virtud en cuestiones fundamentales exigen para sí en las leyes, máxime cuando están consolidadas socialmente, suele ser el objetivo básico de los hedonistas y materialistas que proponen el diálogo desde un cómodo relativismo, un sugerente eclecticismo y una posición socialmente insostenible. De una u otra manera, unos y otros desmienten el relativismo que proclaman como punto de partida, más basado en la voluntad y en la conveniencia que en la realidad.

Para los jornadistas se ignora qué lenguaje sea éste cuando –por ejemplo- Adolfo Suárez González –ya fallecido- engañó introduciendo el divorcio mientras decía defender la familia, cuando Felipe González introdujo el aborto por la puerta trasera en 1985, cuando Aznar firmó y confirmó para España tantísimas leyes destructivas de la vida humana (embriones, aborto…) sin decir al electorado católico que iba a hacerlo, cuando ZP impuso su revolución ideológica sin decirlo antes en la campaña electoral, cuando Rajoy dice una cosa y hace otra en el tema del aborto, la EpC (en la LOMCE no es una asignatura específica sino que aparece como tema transversal), la manipulación de embriones y otros muchos temas, asumiendo paradójicamente todas las leyes deletéreas del PSOE por arte de birlibirloque.

Existe la gran tentación del doble lenguaje para ganar clientela política, a los votantes e imagen, confundiéndolo además con la capacidad de negociación y, por supuesto, sacrificando sistemáticamente la Verdad y el Bien, procedimientos que se elevan a categoría de principio (38).

La claridad de los contenidos y las formas de los jornadistas chocan con la utilización astuta e interesada del lenguaje. Así, en las XI Jornadas del año 2000 se concluyó lo siguiente:

“6ª. Los católicos llevaremos a la vida pública el mensaje

cristiano sin respetos humanos ni emplear palabras ni frases oscuras y equívocas que engañen o dejen que otros se equivoquen, como “inspiración cristiana”, “raíces cristianas”, “matriz cristiana”, “democracia cristiana” y otras semejantes. Pedimos a los católicos que individual o colectivamente traten de su presencia en la vida pública, que al final de sus trabajos formulen conclusiones claras, definitorias y comprometedoras”. 21. El catolicismo liberal. Sobre él han tratado directa o

indirectamente numerosas Jornadas, y lo han identificado como el error

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doctrinal, práctico más peligroso y más extendido entre la gente de orden y los católicos.

Por ejemplo, se trabajó sobre este tema al analizar la movilización de los católicos en 2005 (XVIª), cuando se planteó la reforma a lo católico de la Constitución de 1978 (XIVª convocatoria en 2003 y XXIVª en 2013), y de una forma explícita en las IVª Jornadas de 1993 que trataron sobre el Liberalismo. Este es el antiguo error teórico-práctico que fue denunciado por Pío IX y todo el magisterio eclesiástico pontificio. Entre los laicos destacó el polemista francés Luis Veuillot, del que tomamos algunos fragmentos explicativos:

“El catolicismo liberal es un error de rico”, pues sólo viviendo

entre el pueblo llano la persona experimenta y sufre los mil obstáculos que la verdad y el bien tienen, así como las mil dificultades para perseverar. Las dificultades se multiplican cuando las élites se conforman con el mal y el Estado es ateo (Luis Veuillot, o. cit., pág. 197-199).

La democracia cristiana, a fuerza de democracia –y falsa- cae en los errores de este régimen político: ¿por qué no se molestan en saber si el pueblo realmente pide lo que se dice que pide o se le hace pedir? (p. 144). “Por mi parte, sin embargo no estoy lejos de creer que la sociedad moderna en Francia y otros países, posee todavía mucha savia católica pura y perfecta, y que Europa debajo de una cierta capa que tiene quizás más espuma que espesor, está muy poco dispuesta a abandonar el Cristianismo. Tengo por imposible admitir que las agrupaciones políticas, literarias y artísticas en las que se proclama la caducidad de Cristo y de su ley, tengan más raíces en el suelo francés y representen mejor el fondo nacional que ese numeroso y glorioso clero, sus infinitas obras, ese celo generosos é inagotable que cubre el país de beneficios y monumentos” (Luis Veuillot, o. cit., pág. 145).

“No puede por mucho tiempo abusar de las almas nacidas para la verdadera grandeza. Entre los católicos la ardiente rectitud y la elevación del corazón reprimirán los caprichos del alma. Si el presente siglo parece prometernos un período largo de medianos combates sin victoria; si hemos de ser burlados, escarnecidos, expulsados de la vida pública; si es preciso en este martirio de vilipendio, sufrir el triunfo de los tontos, el poder de los perversos y la gloria de los esportilleros, Dios por su parte, reserva a sus fieles, un papel que será muy aceptable, y del que no desconocerán el esplendor fecundo y duradero. Les encarga de llevar su verdad disminuida y reducida como una vela del altar que pueda confiarse en manos de un niño y les manda que todo lo afrenten en aquella tormenta; pues mientras que su fe no se quebrante, la llama viva no sólo (no) se apagará, pero ni siquiera bamboleará. ¡No, ni se apagará, ni bamboleará! La tierra nos cubrirá con su polvo, el Océano nos escupirá su espuma, las fieras asestadas contra nosotros devorarán nuestros cuerpos y atravesaremos este terrible paso de la historia humana. La pequeña luz puesta en nuestras manos dislaceradas, no se habrá extinguido: encenderá de nuevo el fuego divino” (Luis Veuillot, o. cit., pág. 206-208).

“El mundo está en vías de perder con Cristo todo cuanto Cristo le había dado. La Revolución disipa esta real herencia engreyéndose de conquistarla. Todo tiende a la herejía, al desprecio del hombre, a la

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inmolación de los débiles, y todo ello se cumple en nombre de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad. Conservemos la libertad de proclamar que Dios solo es Dios y que no hemos de adorar y obedecer más que a él, sean cuales fueren los señores que su ira deja pasar en la tierra. Conservemos la igualdad que nos enseña a no rendir nuestras almas, ni ante la fuerza, ni ante los talentos, ni ante el éxito, pero si, ante la sola justicia de Dios. Conservemos la fraternidad, esa fraternidad verdadera que no existe ni puede existir en la tierra, si no (sic.) sostenemos en ella la paternidad y la soberanía de Cristo” (Luis Veuillot, o. cit., pág. 213-214).

Temas de las Jornadas Jornadas que tratan más específicamente este tema.

Dios 1, 2, 3, 8, 9, 17, 20, 21, 24 Patria 12, 13, 18, 19, 22 y 23

Liberalismo y participación política 4, 5, 11, 12, 16, 17 Constitución 14, 24 Conciliación 14, 16, 24 Europeísmo 10

Mundialismo, Cristiandad 7, 9 Islam 15, 22 y 23

Pacifismo 6, 18 y 19 Diálogo Todas

Catolicismo liberal Todas, sobre todo 4, 14, 24

D. Benigno Bolaños “Eneas”, director de “El Correo Español”, que refutó con brillantez la política del mal menor

el llamado catolicismo liberal. Foto: JFG 2014

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El P. Roca y Ponsa, campeón desvelando los errores

teórico-prácticos del mal del siglo: el catolicismo liberal encubierto de mal menor, de bien posible, de entrismo, y de reconocimiento de los poderes de hecho etc. De él nos hemos ocupado en el Diccionario Biográfico Español de la RAHE.

Foto: JFG 2014

En 214 páginas muy cómodas de leer, Veuillot

desvela los engaños del catolicismo liberal. Este, en su versión de Maritain, de nuevo fue

refutado por el argentino P. Julio Meinvielle en la segunda mitad el siglo XX

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Por motivos de equilibrio, incluimos la imagen del cardenal Sancha, arzobispo de Toledo y Primado de la Iglesia española, con quien entró en polémica el P.

Roca y Ponsa. Foto: JFG

P. Don Julio Meinvielle (Argentina) que desveló los errores del filósofo francés Jacques Maritain, ideólogo de la democracia cristiana

y del mito de la Nueva Cristiandad. Foto en la Red.

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8. Otras conclusiones de las XXV Jornadas

En las conclusiones de las Jornadas se reflejan todos los anteriores temas, pero también numerosas cuestiones prácticas a trabajar con posterioridad a las Jornadas conforme a las posibilidades de los seglares. Dichas conclusiones prácticas son las siguientes:

1. Promover la creación de nuevas uniones seglares (C., 1992). 2. Potenciar el apostolado de la Prensa (C. 1994, 1997). El objetivo es

anular la proyección de la apostasía del Estado sobre la sociedad. Las Conclusiones de las VIII Jornadas de 1997 dicen:

“2ª. La apostasía del Estado tiende a producir la de la sociedad,

y para retrasar ésta es necesario que la propaganda cristiana sea masiva e inunde la sociedad. Debemos relanzar la idea del Antiguo Apostolado de la Prensa, extendiéndolo a los nuevos medios”.

3. Todas las Jornadas agradecen la labor que anualmente realiza la

revista quincenal “Siempre P’alante” en la defensa y difusión de la Unidad Católica

4. Estimular la ayuda económica a dicho quincenal como portavoz de las Jornadas de la Unidad Católica (C., 1991, 1992, 1993, 2000, 2002, 2003 y 2007). El “Pantanito” de esta revista, que suma donativos, se creó con éxito en el año 2002.

5. Animar a realizar las limosnas adecuadamente. En las Jornadas se anima a sostener económicamente la propagación de la Fe en España y fuera de ella (C., 1997, 1998, 2005, 2007 y 2012) así como la acción política de compromiso católico (C. 1994).

6. Utilizar las nuevas tecnologías (el ordenador, la web, las redes sociales, el whatsapp) para la propagación de la Fe, así como buscar nuevas estrategias y tácticas defensivas como si se tratase de otra forma de respuesta (C., 1997).

7. Reeditar los documentos que recogen la Fe de la Iglesia ante la herejía del Liberalismo (C., 2012).

8. Difundir el libro best-seller de Félix Sardá y Salvany El liberalismo es pecado (C., 1993).

9. Realizar un censo de organizaciones, publicaciones y personas que defiendan la Unidad Católica (C., 1991).

10. Pedir a los sacerdotes que proceda, que no perjudiquen –saboteen- sino que recuerden la existencia de la vocación política entre los católicos (C., 1994).

11. Agradecer a la jerarquía católica sus indicaciones en materia electoral (C., 1994). Dicen así. “Agradecemos a la jerarquía las indicciones que

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hace en tiempo de elecciones. Pero a veces son tan próximas a ellas que no queda tiempo para aplicarlas”. Es decir, la intervención de los católicos en la política debe hacerse durante todo el año, superando así las limitaciones de todo tipo con las que los católicos se encuentran en tiempo de elecciones. No plantear así las cosas, hace que los católicos estén abocados siempre a un malminorismo como sistema, en contra de sus posibilidades y necesidades. Dicho de otra manera, que se es responsable del supuesto mal menor planteado por la propia inoperancia de los que desean actuar, o del cálculo de los que no lo desean.

12. Estimular la acción política de base católica dentro y fuera del período electoral, y en cualquier clase de régimen político, y sostenerla económicamente (C., 1994, 2000). Así, “7ª. Pedimos a los católicos que robustezcan a los grupos políticos que sean y se proclamen explícitamente e inequívocamente constantes servidores de la Iglesia” (C., 2000).

13. Los católicos de cada localidad deben mantener un contacto activo con los católicos de otras ciudades y regiones, así como los católicos extranjeros (C., 1994, 1998, 2005). En las XVI Jornadas de 2005 se concluye:

“7ª. Se propone la creación de pequeñas unidades que se coordinen en unas Jornadas nacionales como éstas. Pero que se reúnan más frecuentemente a nivel local y regional. Teniendo en cuenta las facilidades de comunicación actuales, se recomienda un reparto controlado de las competencias en las unidades locales, así como una localización de especialistas de ámbito nacional” (C., 2005).

14. Es preciso evitar la infiltración en las propias filas de aquellos

“sedicientes católicos que tienen conducta política mala o aun simplemente dudosa o equívoca” (C., 1994), o de los llamados pacifistas (C., 1995).

15. Conviene evitar invocaciones a “una falsa caridad y un falso ecumenismo” (C., 1998).

* * *

Sin embargo, en otras conclusiones las Jornadas adelantan lo que

seguramente será el futuro, señalando así el camino a seguir. En efecto, hoy los seglares se muestran materialmente incapaces debido a que muchos católicos -que se han hecho liberales como su siglo- se han echado para atrás dejando el campo al liberalismo conservador o bien radical. La culpa no es de los que permanecen fieles, pues hacen todo lo que pueden. Si algunas conclusiones de las Jornadas pueden parecer algo utópicas, sólo es en cuanto que el liberalismo se ha generalizado entre los católicos, pero no porque sean inconvenientes al cumplimiento de las obligaciones actuales de estos últimos. Las conclusiones que parezcan simplemente atrevidas sólo reflejan los pasos que sin motivo se ha retrocedido.

Así pues, unas conclusiones que adelantan el futuro, y otras, aparentemente atrevidas, sirven como inicio de oposición activa en situaciones límite, donde el concurso de otros que deben abandonar el liberalismo resulta sin duda necesario.

Citemos unos ejemplos: 1. Potenciar el estudio de la Historia de España en la Segunda

Enseñanza, con libros que digan verdades demostradas en cuanto tales, sobre

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todo en relación con el movimiento nacional en la España de 1936 (Conclusiones, 2007).

2. Crear pequeñas unidades de católicos militantes de ámbito local y regional (C., 2005).

3. Aglutinar específicamente en pequeñas unidades a quienes deban luchar con las tácticas más modernas como son los medios digitales (C., 2012, 2013).

4. Promover el contacto entre los jornadistas y sus amigos mediante una REDALUS o Red Alerta de Uniones Seglares (C., 1997).

5. Crear una secretaría que vigile la expansión y actuación de las religiones falsas y que contrarreste su propaganda (C., 1991, 1992).

6. Rearmar las asociaciones católicas piadosas para que no acepten a las personas que siguen una política dudosa para un católico (C., 1994).

7. Proponer a la Conferencia Episcopal Española reuniones de trabajo sobre la Reconquista de la Unidad Católica de España (C., 1992).

8. Sostener económicamente donde sea necesaria la ayuda política internacional (C., 1998). Esta ayuda irá en todas las direcciones, de España al exterior y en dirección inversa.

9. Crear una secretaría con el objeto de colaborar permanentemente en el ámbito político internacional a favor de la religiosidad ambiental, ayudar a los católicos no liberales que atraviesan todo tipo de apuros -políticos, sociales y familiares- debido a la persecución. En un modo de reconstruir la Cristiandad, sin aliarse con cualquiera invocando un falso ecumenismo (C., 1993, 1994, 1998).

Creemos que este apoyo de naturaleza personal al perseguido lo realizaba la asociación Socorro Blanco durante la IIª República y guerra civil, que pertenecía a la Comunión Tradicionalista Carlista. También los franceses legitimistas u otros apoyaron a los españoles que huyeron al país galo.

10. Reforzar la propia comunicación con grupos análogos existentes en las actuales naciones de Europa (c. 1993, 1998).

11. Frenar “la tendencia de algunos católicos a aliarse con cualquiera, invocando un falso ecumenismo” (C., 1998).

12. Exhortar a los católicos a que se preocupen más de la evangelización de los mahometanos. Concretar medidas para defender a los españoles, católicos y no católicos, del proselitismo del Islam, que quiere decir sumisión. El actual sistema la libertad religiosa, el liberalismo y la democracia, favorecen su mantenimiento como comunidad pagana y separada (C., 2004, 2011).

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Esta inscripción inmediata al Salón de Actos de las Jornadas, reza así: ”En este lugar atentó el terrorismo contra personas civiles y militares de la Academia General Militar. Sucedió el día 30 de enero de 1987. Zaragoza guarda aquí conmovida la memoria permanente de las víctimas”. Los jornadistas echan en falta en esta inscripción una mención expresa a Dios y a

España. La frialdad de su texto en cuanto a las grandes realidades de cada persona, de los asesinados y de España, muestra hasta dónde los españoles y zaragozanos han dejado caer la vida espiritual.

Atardecer de noviembre sobre el río Arga cuando bordea las murallas de Pamplona. Foto: JFG 2014

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9. Colofón

Tras cinco lustros de perseverancia y gozosos trabajos, los jornadistas consideran que lo mantenido a lo largo de sus XXV Jornadas sigue vigente, que es básicamente lo santo y bueno mantenido por sus padres. Hoy lo consideran más necesario que nunca, pues España y los españoles sólo tendrán conciencia de sí mismos en la Fe católica hecha familia, sociedad y como elemento político de fundamento colectivo y unión en la diversidad. Además –si se profundiza en la argumentación- es lo debido a Dios en un pueblo de bautizados aunque por decadencia de las costumbres, por enseñanzas indebidas y erróneas de cierto clero católico, ignorancia y abandono, ha llegado a asumir grandes errores teórico-prácticos. Como España es un pueblo de contradicciones, se debe descubrir lo mucho de bueno que existe, la Fe católica que une a muchísimos, las manifestaciones religiosas en la sociedad y hasta la política –el anticlericalismo es una prueba de la Fe que se pierde pero sobre todo la que se posee-, las artificiales decisiones de los políticos de imponer el laicismo moderado o radical, las mil cautelas del clero progresista para no influir en la política, lo repentino de los males etc.

La Cruz es el símbolo y fundamento en la lucha entre la Verdad y Belial, en los que desean tomar parte a favor de la Verdad, el Bien y la Belleza. La Cruz es el símbolo religioso y universal especialmente rechazado por la secta masónica en todo el mundo. Por eso algunos sectarios quieren quitar la Cruz del Valle de los Caídos, o al Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada; el primero es un monumento a la reconciliación y la superación de todo odio y rencor, y en segundo al heroísmo de los navarros en la Cruzada. En el viejo Reino de Navarra, la izquierda comunista y abertzale, y los nacional-separatistas, se empeñan en impedir el culto religioso católico en la cripta del Monumento de Navarra a los muertos en la Cruzada, y remover los restos mortales de los insignes generales José Sanjurjo Sacanell y Emilio Mola Vidal, más los voluntarios que les acompañan en la cripta mortuoria. Su motivo es el revanchismo transcurridos 80 años, la indebida politización del pasado para triunfar en el presente, la ideología marxista que incluso utiliza las víctimas civiles de la guerra, y quién sabe si el odio.

Un éxito de los sectarios en España fue convencer a muchos que la Cruz no reconcilia, y que no reconcilió a los españoles tras 1939. En 1978, y quienes no debían, hicieron el juego a los sectarios, cuando se mantuvo que la reconciliación debía conllevar el destronamiento de N. S. Jesucristo de las más altas instituciones del Estado, extendido luego a la misma sociedad, la familia y la persona, para así poner al hombre (sus opiniones, las de algunos, las opiniones oligárquicas) en lugar de Dios, que era lo mismo que imponerse ellos. Dicho destronamiento llevaba el impulso de aquellos que por su ideología liberal promovieron y apoyaron la ley de libertad religiosa, indebida e innecesaria, de 1967.

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Es hermoso el Mensaje de San Juan XXIII con motivo de la consagración de la basílica del Valle de los Caídos, enviado el 5-VI-1960. Es un canto a la tradición hispánica y la reconciliación lograda, mientras reclama fidelidad al mensaje social del cristianismo si se desea mantener la convivencia y los lazos de unión entre los españoles. Dice así:

“Testigo es la Historia de que los altos ideales cristianos dieron

cohesión e impulso a sus antepasados para las grandes empresas; y de que, cuando decayeron tales ideales, se mermaron y debilitaron igualmente sus lazos de unión, poniéndose en peligro su límpida y heroica trayectoria secular. Nos alegramos de que la España que llevó la fe a tantas naciones quiera hoy seguir trabajando para que (…) el solar hispánico, que se ufana justamente de ser cuna de civilización cristiana y faro de expansión misionera, continúe y aun supere tales glorias, siendo fiel a (…) la realización del mensaje social del cristianismo, sin cuyos principios y doctrina fácilmente se resquebraja el edificio de la convivencia humana” (“Alfa y Omega”, jueves 10-IV-2014 p. 6) (39).

Pues bien, la Cruz es expresión y signo la verdadera paz. Es respeto e

impulso al hombre hacia el Bien y la Verdad, frente a la tentación del desprecio. Libera al hombre. Prepara lo prepolítico de la sociedad en el orden de permitir una verdadera representación social sin oligarquías, caciquismos ni sectarismos. La Cruz ofrece verdaderas libertades y no estatismo, y exige honradez y decencia frente a la corrupción. Defiende el mundo del trabajo, los sindicatos laborales, los derechos de todos los que de diferente manera intervienen en la empresa…

Y terminamos. Proponemos para el futuro lo mismo que aconsejó Luis Veuillot hace casi dos siglos. No sabemos si fue a modo de profeta, pero a los dos siglos nuestro mundo se retuerce necesitando a Dios más que nunca, incluido el ámbito político –constitucional, normativo y de participación real-. El pueblo húngaro lo ha visto, y ha obrado en consecuencia, incluyendo a Dios en su Constitución e instituciones, y señalando unas realidades objetivas y no sujetas a permanente discusión. Veuillot dice así:

“(…) cuando llegue el tiempo, cuando se cumpla la prueba y que

sea preciso reconstituir el edificio social, según las reglas eternas, sea mañana, sea dentro de siglos, los católicos arreglarán las cosas, como para si mismos; sin darse cuidado de aquellos, que quisieran continuar en la muerte, establecerán leyes de vida. Colocarán a Jesucristo en su puesto, arriba, y ya no se le insultará más. Educarán a los hijos para conocer a Dios y honrar a sus padres. Sostendrán la indisolubilidad del matrimonio, y si a los disidentes les parece mal, sus hijos lo aceptarán como un bien. Impondrán la observación religiosa del domingo (sic.) para cuenta y para bien de la sociedad entera, dejando a los libre pensadores y a los judíos la libertad de celebrar, por su propia cuenta, el lunes o el sábado. Aquellos a quienes esta ley pudiera molestar serán molestados. Ya no se negará el respeto al Criador y el descanso a la criatura, con el único fin de contentar a algunos maniáticos, cuyo frenesí lleva tan neciamente y con tanta insolencia todo un pueblo al pecado. Sus casas serán, por otra parte, como las nuestras, más sólidas y sus campos más fecundos.

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En pocas palabras, la sociedad católica será católica y los disidentes que ella tolere, conocerán su caridad, pero no destruirán su unidad.

Esto es cuanto se puede, de parte de los católicos, contestar a la esfinge y estas son las palabras que la matarán. La esfinge no es invulnerable; tenemos contra ella las armas, que necesitamos. El Arcángel no venció al Rebelde con las armas materiales, pero con esta palabra: ¿Quis ut Deus? Y Satanás cayó aplastado por un rayo de luz” (Luis Veuillot, o. cit. pág. 154-157) Nuestra misión es conservar la Verdad y los accesos del hombre a ella,

difundirla, apoyarla, mostrar su verdadero rostro liberador y, sobre todo, unitivo con Dios y los hermanos:

“(…) concedamos que el torrente irreligioso tiene toda la fuerza

de que se alaba, y que esta fuerza puede arrastrarnos: ¡Pues, bien, el torrente del siglo nos arrastrará! Poco será esto, mientras no se lleve la verdad (…) A pesar de la corriente, conservamos y abrazamos esta verdad siempre nueva (…) En faz del hierro, o en faz del desprecio, seamos los firmes testigos de la verdad de Dios y nuestro testimonio persistirá (…)” (Luis Veuillot, o. cit. pág. 148-150).

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La tradición como realidad ha sido analizada especialmente por Vázquez de Mella, pasando por Rafael Gambra hasta Evaristo Palomar en la actualidad. Foto: JFG 2014

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Un autor clásico como Paul Hazard y un manual actual de un ilustre jesuita que estuvo varias veces en las Jornadas, por ejemplo en 1992. Foto: JFG2014

Amanecer en Pamplona en diciembre de 2014. El tiempo tormentoso no forma parte del clima salvo que se mantenga constante durante un período cronológico largo, ni configura la geomorfología, el paisaje vegetal, los

aprovechamientos agrarios de la tierra, ni tampoco las formas andrópicas de vida. La realidad se configura paulatinamente, a lo largo del tiempo y con muchos esfuerzos. Foto: JFG 2014

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NOTAS: (22) Añadamos algo de nuestra propia cosecha. En relación con la

libertad que el Concilio quiere dejar a salvo ante el totalitarismo –en este caso el libre albedrío y su ejercicio como tal-, el Concilio, que es universal y habla a su mundo que es el de hoy, respondía a una situación de hecho conforme al actual totalitarismo comunista –más el socialista, liberal u otros cualquiera-, con el objeto de afirmar que el hombre tiene derechos ontológicos dados por Dios frente a su absorción y total dependencia del Estado. Ahora añadiríamos el totalitarismo musulmán y el agnóstico, patente por ejemplo en el Estado Islámico, el proyecto de ley de Carod Rovira en Cataluña (2015), la política de Rodríguez Zapatero, las pretensiones de algunos altos políticos de los USA. Si en estos casos, el límite que el Concilio exige a dicha libertad es el orden público (que añadamos puede variar en cada situación), en otros, también situaciones de hecho pero particulares hoy día como en España y parte de los países hispanoamericanos -no es una situación universal-, puede ser el bien común conforme a la tradición española anterior a la ley de libertad religiosa de 1967. Nunca la aplicación de la doctrina tradicional del derecho púbico cristiano en el mundo moderno y sobre todo contemporáneo supuso o pudo suponer un totalitarismo para el bien. Lógicamente el fin no justifica los medios.

El Concilio, que parte de la realidad sociológica de hecho para ver cómo puede reconducirse hacia el bien y la verdad objetivas, admite –lógicamente con un juicio moral previo- la actual práctica de la confesionalidad de los poderes públicos incluido la católica. Hablando al hombre de hoy –lo recoge al comienzo de la declaración-, no se niega el deber y el argumento teológico de la confesión católica. Tal argumento es sin duda más importante que la justificación sociológica de la que parte la declaración de la libertad en el ejercicio de la religión. Ya hemos dicho que en 1978 casi la totalidad de los españoles eran católicos y una gran parte practicantes; otra cosa es hoy día. Si sociológicamente puede existir conforme las leyes humanas y divinas un Estado confesional, ¡cuánto más si se considera las leyes divinas y los derechos de Dios y de la sociedad al verdadero Dios! El Concilio, al mantener íntegra la doctrina tradicional sobre el deber de los Estados y sociedades hacia la verdadera religión, y al partir de la realidad sociológica para ver cómo puede reconducirse hacia el bien y la verdad objetivas, admite utilizar el argumento teológico allá donde se comprendiere. Recordemos que los obispos españoles regresaron del Concilio admitiendo que se podía mantener la situación de confesionalidad y unidad católicas de la España oficial. Hasta aquí mi intervención particular.

(23) GARRALDA ARIZCUN, José Fermín, “San Ezequiel Moreno y

Díaz. Una vida por el Reinado Social de Jesucristo” (Zaragoza, 1993); ídem. “Situación religiosa en Colombia en 1900: San Ezequiel Moreno y Díaz: una vida por el reinado social de Jesucristo”, en Rev. “Verbo” nº 321-322 (I-II, 1994), pág. 149-205, y nº 323-324 (III-IV, 1994) pág. 361-403. En ésta revista existe otro trabajo colectivo sobre San Ezequiel Moreno y Díaz (1848-1906) de dos significados autores que han asistido a las Jornadas que historiamos, como son Francisco José Fernández de la Cigoña y Baltasar Pérez Argos S.J., trabajos estos

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que se suman a los ya publicados por Eugenio Ayape (1994), Ángel Martínez Cuesta (1975 y 1992) y –nos parece el más interesante de todos- el Obispo de Sigüenza mons. Toribio Mingüella y Arnedo (1909). Las cartas pastorales y otros escritos de San Ezequiel se publicaron en Madrid, Imp. de la hija de Gómez Fuentenebro, 1908, 599 pp.

(24) ¿Qué podemos aportar nosotros? Hablemos del laicismo o

expulsión de Dios y de la religión del ámbito del propio Estado y la administración pública, e incluso, por extensión abusiva de aquello, de los lugares públicos. Los laicistas moderados reconocen el derecho a la práctica religiosa personal, pero ésta se ahoga directa o indirectamente en un ambiente donde se iguala la virtud y el vicio, la verdad y el error transmitiendo así el indiferentismo, en donde “todo vale”, y donde el estatismo transmite y hasta impone directamente –mediante la “Educación para la Ciudadanía” del PSOE, sustituida por el ministro Wert del partido Popular en la LOMCE por los ejes transversales- el error y el relativismo. Esta transmisión es, en última instancia, consecuencia directa de ignorar la dependencia de la política temporal respecto a Dios, y la parcial e indirecta dependencia respecto a la Iglesia católica. Sabemos que todo cae de una u otra manera bajo la soberanía de Dios, incluidas las cuestiones opinables de la vida que Dios ha dejado al libre arbitrio de los hombres.

Con el tiempo, y por cierta lógica de las cosas, del laicismo moderado se llega al laicismo radical, que en España se identifica con la persecución religiosa abierta, sufrida bajo el gobierno del socialista Rodríguez Zapatero, que persiste soterrada con el Partido Popular aunque a veces sale a la luz, y que se anuncia en la ley –de naturaleza radical- de libertad religiosa de Carod Rovira en el Principado de Cataluña el presente año 2015. El laicista radical ahoga directamente la práctica natural y católica, y lo hace creando leyes, costumbres, y mediante presiones de naturaleza anticristiana, hasta el punto de perseguir al obispo que enseña con claridad la doctrina de la Iglesia sobre ciertos temas (Conclusiones, 2012). Es el actualísimo caso de obispo Reig Tapia de Alcalá de Henares, de Demetrio de Córdoba, del cardenal Fernando Sebastián y otros en 2013-2014. Sobre Sebastián me refiero a cuando enumeró qué grupos políticos extraparlamentarios eran fieles a la doctrina de la Iglesia y, una vez nombrado cardenal, por sus declaraciones sobre la homosexualidad, Sí, hoy también se persigue lo sagrado –templos, objetos y celebraciones-, lo que a continuación se extiende -como muestra de la unidad de la vida- a la persecución a los católicos pro vida en el tema concreto de la lucha contra el aborto.

Así se comprende que en 1820, 1868 y 1931-1936 el radicalismo tendiese a perseguir todo, como hoy comienza a ocurrir en una época que se considera de “las luces” –con el mayor fracaso escolar de Europa- y de una sofisticada técnica –con el país que menos invierte en Investigación, Desarrollo e Innovación-. Ello no es culpa de los católicos, que hoy no pudieran ser acusados de “mezclar” religión y política, sino del sistema liberal-socialista, ensayado en los siglos XIX y XX con un rotundo fracaso.

En ambos casos, sea el laicismo moderado o bien radical, hablamos del mismo laicismo. El laicismo es una exageración, una hipertrofia de lo laico –en cuanto no sagrado-, esto es, del ámbito que no es sagrado o divino -la Iglesia, los sacramentos, la Revelación…, de manera que considera que, en el ámbito civil y público, Dios ha dejado absolutamente todo al libre arbitrio de los hombres. Así mismo, es no creer que todo, lo opinable o no ante Dios, siempre debe ofrecerse

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al buen Dios, ya personal (en la intimidad) ya comunitariamente (en sociedad). También la secularización es una exageración de lo secular, de lo que únicamente está en el siglo, creyendo que lo sobrenatural debe reducirse a la intimidad, sin anclaje positivo en las leyes e instituciones civiles aunque se trate de un pueblo cristiano.

La exageración e hipertrofia de lo laico provoca dos movimientos: por un lado el hombre no ofrece sus obras a Dios (el hombre se reservaría todo para sí, por lo que ya no sería necesario dar “gracias a Dios”) y, por otro, y lo que es más importante para lo que hablamos, se ignora la relación y subordinación indirecta y parcial del gobierno de los pueblos -“la cosa en si”- hacia Dios y su Iglesia. Lo contradictorio es que algunos, a la vez que olvidan esto último, insisten en la santificación de la intimidad, de todos sus trabajos y dedicaciones, tanto en las materias opinables ante Dios como las que no lo son. El laicismo positivo o negativo siempre es laicismo, y es un desajuste y contradicción que estimula directa o indirectamente el mal; es una confesionalidad deísta o atea –violenta y beligerante o no- y, por consiguiente, de inmediato y a la postre anticristiana y anticatólica (C., 2010). Por eso, frente al laicismo radical o moderado, las Jornadas apuestan por la Cristiandad (C., 2010).

Algunos distinguen el término laicismo y laicidad. Parece que este último podría desprenderse de la carga negativa del término laicismo, siendo ello útil en un acercamiento pastoral o médico ante quien goza de una situación de superioridad sociológica como son los actuales Estados respecto a la Iglesia. Quizás con el término laicidad se pretenda un acercamiento pastoral e iluminar, con el Bien y la Verdad, la parte del bien o las “insuficiencias” del otro con el objeto de lograr la corrección de otros aspectos. El uso de dicho término podría plantearse como un elemento de estrategia pastoral, muy intelectual y para minorías, lo que no pocas veces perjudica la pastoral de mayorías. Que hoy los espíritus hayan sido conquistados por el laicismo negativo (no agresivo) es evidente, como lo muestran las leyes antinaturales de toda Europa occidental, directamente agresivas contra la naturaleza e indirectamente contra Dios. Dichas “leyes” antinaturales tan sólo son la expresión de un hombre colocado a sí mismo en la inmanencia, abandonado a su arbitrio, que no admite subordinación ni autoridad alguna. Este hombre regresa al paganismo toda vez que la Redención es necesaria. En esta labor de acercamiento pastoral a las instituciones revolucionarias de Francia, Benedicto XVI ha distinguido el laicismo positivo del negativo, lo que complica la comprensión de lo que se quiere decir y de la doctrina de siempre sobre la relación entre los Estados y la Iglesia, en un mundo hoy día alejado de Dios y de la Revelación cristiana. ¿Se trata en este caso de un acercamiento estratégico o bien de señalar la meta de la conversión a Dios? Seguramente estamos en el primer caso.

Por eso, laicismo, laicidad, laicismo positivo, laicismo negativo… se reducen hoy a etiquetas de una complicada significación. Para nosotros estos términos significan que los Estados (el poder civil supremo y la administración pública) no quieren reconocer la existencia de una verdad objetiva y no sometida a discusión, ya sea una verdad natural, ya sea de ámbito sobrenatural. Sobre todo se escandalizan con ésta última. Es más, significan que, en el ejercicio de la sociabilidad natural, los Estados no quieren reconocer que ellos mismos son criaturas, que lo son de Dios mismo y de N.S. Jesucristo, ni quieren darle culto, ni admiten la Revelación del antiguo y nuevo testamento en aquello que afecta al buen gobierno.

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El liberalismo moderado y radical, primero rechazan la existencia de unos derechos y verdad sobrenatural anteriores a la soberanía nacional. Originariamente el moderado reconocía algunas verdades naturales como inatacables en el ámbito público pero, a la larga, ante el avance de una legislación inhumana propuesta por el liberalismo radical (liberales o socialistas), los políticamente liberales moderados han llegado al escepticismo práctico en las instituciones políticas.

Siempre se admitió la existencia de cuestiones que Dios ha dejado a la libre discusión de los hombres, y que no se debe deificar o sacralizar ninguna realidad temporal. Lo que ocurre es que, al admitir la soberanía nacional o popular y la voluntad general como origen de la Ley civil, y al reducir mucho la importancia y naturaleza moral de los poderes públicos, los liberales moderados suelen interesarse sólo por cuestiones temporales, rechazando además que los poderes civiles reconozcan a Dios y le den el culto en la forma que Él ha indicado, por ser tachado de realidad y práctica preconstitucional en su doble sentido, temporal y metafísico. A esto último, algunos le llaman hoy sacralizar el Estado y cosificar a Dios, sin saber que eso mismo y con mucho más motivo se puede decir de ellos. Sacralizan el Estado cuando sacralizan la voluntad general y la libertad del individuo –y hasta el sistema democrático-, y cosifican a Dios cuando le separan de las realidades temporales y reducen los ámbitos de la Gracia. Otra cosa diferente es la unción sacral del rey de Francia en Orleans que, junto con las del Zar de Rusia, casi es única en la Historia moderna y contemporánea, y, desde luego, fue inexistente en España.

(25) En las Jornadas ha quedado patente que el carácter español tiene

un alma teológica más que filosófica, y que es hombre de grandes ideales entre los que la religión ocupa el primerísimo lugar. Su concepción teológica le lleva a comprender la igualdad radical entre todos los hombres por ser hijos de Dios, a ser confiado y paciente, a saber disfrutar la vida con sentido del humor, a no apreciarse excesivamente como productor, y a veces a no aplicarse con ahínco en las obligaciones que considera menores. España se hizo en la Reconquista, construyendo la civilización de América, y en defensa de los grandes Ideales frente al Islam, el protestantismo, la “razón de Estado” del racionalismo y en una época frente al marxismo. El español tiende a ser un hombre radical ante la vida, apasionado, y lleva todo hasta sus últimas consecuencias. Entiende los grandes ideales y lo que permanece, y sólo por ellos se sacrifica. Su vivencia del honor le hace abandonar cuestiones que considera menores, y, ello, más su individualismo, hace que necesite reconocer a un jefe supremo que llamará monarca. Aúna un individualismo feroz junto al arraigo a la pequeña comunidad y el pacto personal con la suprema potestas. Esgrimirá cierto barroquismo colorista, llamará la atención, y será a veces teatral, donde utiliza la exageración para dejar patente los grandes ideales con radicalismo e impulso a la acción, una acción que a veces es bronca por repentina y contundente. Sustitúyase los grandes ideales etc. por la voluntad general, y sustitúyase las élites dirigentes y elevadas por personas subordinadas a grupos de interés o ideológicos, acomodaticias y mediocres, y tendremos la paralización política en los “buenos” y el camino ancho y vulgar, de los atrevidos.

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(26) ABC, 12-XI-1985 pág. 1, 5, 13, 15, 42; “Diario de Navarra” 12-XI-1995 pág. 4 y 17-XI pág. 3, “DEIA” 12-XI-1985 p. 17 y 17-XI pág. 21; “Navarra Hoy” 12-XI-1995 pág. 23, y 17-XI; “Egin” 12-XI pág. 12.

(27) Expliquemos brevemente qué es el nacionalismo. El grupo lo

forman individuos, esto es, personas iguales o mejor idénticas -en sus caracteres universales o en abstracto- según su identidad lingüística, que iguala totalmente y hasta masifica a sus miembros. En España se da la paradoja, de que todos los nacionalistas periféricos en base a la lengua propia, también saben el idioma castellano o español. Así, en el nacionalismo, el amor de cada individuo se dirige a sí mismo, pero a través del grupo, o se dirige al grupo en el que el yo se amplía y le añade un plus de emoción. Los individuos, los iguales o idénticos del momento, los de su propia generación, forman la nación, a diferencia de la Patria que es transversal y abierta. Tales individuos, afirmados como clones, se declararán soberanos y absolutos, y con sólo derechos frente a España. Lo mismo se dirá del grupo (nación) compuesto por individuos masificados, pues en realidad es el grupo el que –según ellos- genera al individuo que queda despersonalizado. No en vano la lengua, que les hace idénticos entre sí y distintos a los demás, es creada por el grupo –ayer algunos añadían la raza vasca-. He aquí una forma más de socialismo, que une a los individuos iguales hasta el punto de masificarlos y en el que el grupo crea a los individuos.

Ya desde la transición-ruptura, la Patria fue sustituía por “este País” y el “Estado”. El término “España” se ha ido arrinconando cada vez más. El motivo es doble. En primer lugar, el cuarto mandamiento de la ley de Dios no ha tenido mucho predicamento porque desde 1978 se ha confundido con el acto electoral, que está unido a la soberanía nacional, al nacionalismo (de Madrid o autonómico). Para un nacionalista-periférico, votar al Parlamento de España es hacer política exterior. Así han transcurrido ocho lustros. En segundo lugar, existe un enorme recelo hacia todo lo español por parte del individualismo liberal, el clasismo marxista, o la inquina separatista. Ambos aspectos han hecho que el vocablo “España” se vaya arrinconando, aunque estuviese en la constitución de 1978 que llaman del consenso, y aunque en ella “España” figurase unida al concepto moderno “nación”: la soberanía nacional del Estado español. Por lo visto, lo “moderno” es bueno según quién lo siga. La “nación” española entendida a la moderna –como nacionalismo- es opuesta a la “nación” vasca etc (y a la inversa) porque si ésta última se entiende como nacionalismo reclama a su vez dicha “soberanía”.

No en vano el nacionalismo, como concepto moderno de “soberanía nacional”, es hegeliano y fascista. Aunque Sabino Arana lo puso debajo de Dios, en 1936 los nacionalistas guipuzcoanos y vizcaínos (no los alaveses y navarros) se aliaron con los marxistas, y tras 1978 ya han desterrado a Dios.

Nación española sin “soberanía nacional” a la moderna no es nacionalismo. Por eso, en la historia de España el nacionalismo español ha sido “sui generis” o no ha existido, incluso cuando los liberales hablaban de “soberanía”, pues el liberalismo nunca cuajó en el pueblo.

(28) Aportemos nuestro criterio, que seguramente coincide con el de

muchos jornadistas. Mediante el sufragio individualista se elige para gobernar a unos individuos agrupados en una sigla política. Estos individuos lo hacen sin

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limitación alguna de contenidos y como si fuesen origen último de la autoridad y poder políticos. A esto se añade que actualmente el poder se desvincula de la capacidad moral para mandar a otros, reduciéndose la ley a simple coacción. El poder siempre es absoluto y tiende más o menos al totalitarismo, en el cual el Estado se considera en la práctica –si no está formulado en la Constitución- creador de derechos y además se entromete en muchas jurisdicciones reservadas inicialmente a aquel que le competen. Hoy la única limitación de los partidos políticos es el dinero, los medios materiales que están a su alcance, la posesión de los medios de comunicación, y la capacidad de hacerse imprescindible mediante pactos a otros partidos que les necesitan para llegar al poder.

Los ciudadanos electos se agrupan únicamente en partidos políticos con exclusión expresa de los cuerpos intermedios o instituciones sociales, a los que no se les reconoce capacidad política para intervenir necesariamente y hasta hacer la ley.

Así, la organización partitocrática pone todo su afán en conquistar en poder y en mantenerse en él. El voto hoy carece de mandato imperativo, no admite –e impide- el juicio de residencia, y las listas electorales son cerradas. Se vota a la lista electoral y no a la persona. La disciplina de partido estará por encima de cada diputado, senador o parlamentario. Los programas electorales son tan vaporosos que casi nada dicen. La imagen es casi todo. La igualdad de medios es ilusoria. Los partidos pueden endeudarse y luego los bancos les pueden perdonar las deudas como ha ocurrido reiterada y escandalosamente en España. La financiación de los partidos es con el dinero público, y se lo reparten según los escaños ganados. Muchas veces también ha existido una financiación ilegal.

(29) Una vez más se aplica el refrán de dime de qué presumes y te diré

de qué careces; basta recordar el descontento radical que ha significado las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015, para advertir que toda esta crítica, realizada por los jornadistas, es fiel a la realidad. La pregunta es: ¿en quién confiarán los españoles para salir del atolladero? ¿Irán a las causas de los males o confiarán en quienes los ahonden?

El motivo de todo esto no parece muy complicado. Señalemos de forma concatenada la saturación y la contradicción que conlleva la oferta de intervenir y decidir sobre todo lo divino y humano, y sobre lo que se ignora, en vez de decidir realmente sobre lo que se conoce e interesa directamente. Añadamos el monopolio político de la partitocracia y el estatismo administrativo que controla la vida humana… Pues bien, todo ello genera un escepticismo general y una resignación que no tiene cabida en los hombres que se saben verdaderamente libres y participativos, ni en una sociedad bien organizada y que como tal se basa en los cuerpos intermedios y el principio clásico de subsidiariedad. Como afirmaba Vicente de la Hoz y luego Antonio Aparisi y Guijarro, el liberalismo –hoy régimen liberal-socialista- no es representativo.

(30) Pensemos en el ámbito de los políticos. Consideremos elevando

un poco el tono de estas páginas, cómo ésta manipulación no se corresponde a la limpieza de miras y fortaleza de los cruzados de 1936. Es propia de quienes se aprovecharán del régimen salido de 1939, donde harán su carrera política para luego hacer tranquilamente la ruptura de 1976-1978. Tenían casi toda la sociedad de su lado y casi todo el poder, pero quisieron hacer otra cosa. Los nombres de

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Fernández Miranda, Suárez, Martín Villa, Rosón, Fraga, Areilza etc. ilustran lo que deseamos decir. Para algunos, muchos de ellos ignoraban la teología del martirio, tema éste inadecuado a la situación que se vivía. Para otros no se pedía tanto, sino actuar como hombres y personas fieles a los juramentos adquiridos. Para los más, era preciso responder a la bondad de las cosas y no a la incomodidad de las situaciones, a oportunismos e incluso mandatos y presiones desde el extranjero de Nueva York (Kissinger), París (Giscar d’Estaing), Londres o Moscú (quedaban 13 años para el derrumbe del comunismo). A diferencia de ellos, hubo personas fieles como Fernández de la Mora, González Bueno, los falangistas Girón de Velasco y Molina Utrera… así como el recientemente fallecido Blas Piñar López. Desde un punto de vista personal, no señalamos estos nombres porque nos situemos ideológicamente a su lado, sino porque habiendo efectuado un juramento, lo mantuvieron aunque sabían que no iban a ocupar cargos públicos desde 1976, a excepción del de algún escaño de diputado. Situándose en otra ribera del río, los tradicionalistas o carlistas del momento rechazaron el liberalismo con más motivos que ellos, pero sin ocupar puestos en el régimen de Franco como jefe de Estado –salvo algunas excepciones como los primeros años del Conde de Rodezno hasta que se fue harto, Esteban Bilbao…- e incluso siendo desplazados y perseguidos. Recuerdo cómo el carlista José Ángel Zubiaur Alegre, procurador a Cortes por el Tercio familiar, votó el “no” a la sucesión de don Juan Carlos a título de rey, delante del mismo Generalísimo. Y con él una minoría de procuradores, carlistas o no, entre ellos también estaba el carlista Auxilio Goñi.

En las Jornadas de seglares católicos, hay personas de diferentes procedencias políticas, uniéndoles a todos el reinado social de Jesucristo en España. Es decir, Dios y España, ésta última sin ulteriores precisiones. Sus temas son principalmente religiosos, y de Fe hecha cultura, y son fieles a la tradición hispánica. Por ejemplo, como carlista, y transcurrido el paso del tiempo, no tengo personalmente el empacho sino el placer de recordar a don Blas Piñar López, por su catolicismo neto, al margen de diversas posiciones políticas suyas antagónicas al Carlismo o tradicionalismo. En muchos de sus escritos se encuentra la lucidez intelectual y espiritual, la fortaleza cristiana, el temple del cruzado que coincide gozosamente con el de nuestros mayores, como que en estos temas es uno de ellos, y aventajado. Lo mismo diremos de Álvaro Maortua Pico tras leer su libro España, una conciencia histórica para la esperanza (Bilbao, 2ª ed., 1995), entre otros autores.

(31) Al parecer, unos y otros pretendieron hacerse perdonar por su

pasado franquista ante la izquierda internacional del PC y PSOE (en los comienzos el PC era más fuerte que éste aunque asustaba al pueblo) y ante los nacional-separatismos. Para ello idearon el “cambio”, que más bien fue una ruptura, que era lo que buscaban los contrarios. Hubo negociación entre los partidos en el uso del lenguaje por lo mismo que habrá unos pactos de la Moncloa en 1978. Este “perdón” sería el olvido para todos –estos y aquellos- salvo para los terroristas que atentasen durante la democracia, cuenta nueva y a empezar de cero como si nada hubiera ocurrido, y –añadamos- como si la situación de 8ª o 10ª potencia económica en la que estaba España no se debiese al trabajo de las generaciones anteriores y al buen gobierno económico y desarrollismo en tiempos del general Franco. A todas luces, hacia 1976 primó mucho más la ideologización de la política que la realidad.

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A mi parecer, procedentes del antiguo lado nacional en la contienda civil o Cruzada, los carlistas o tradicionalistas-carlistas eran casi los únicos no acomplejados, precisamente porque nada debieron políticamente al llamado franquismo e incluso no pocos fueron perseguidos por él; quizás por eso, para anularlos, y para desmontar la única oposición limpia al nuevo estado de cosas posterior a 1976 (ley de reforma política), se orquestó desde las altas esferas el tristemente famoso Montejurra 1976, que todavía hoy siempre se saca a relucir.

Que ciertos eclesiásticos se plegasen a la conveniencia del momento no era nuevo. Ya entonces, en los Congresos católicos de fines del s. XIX y comienzos del XX, hubo problemas, pues mientras unos deseaban mantener lisa y llanamente la tesis católica en un pueblo católico, otros, seguramente más cómodos, socialmente muy bien situados, y clérigos en cuya elección intervenía el Gobierno liberal, alegaban una falsísima hipótesis social (la imposibilidad social de responder positivamente al mensaje católico) que más bien era una imposibilidad política (la dificultad de llevarse tras si a los votantes en un sistema político cuya estructura inclinaba el tobogán en dirección opuesta). Esto supuso un tremendo drama en los Congresos y la sociedad de fines del XIX y comienzos del XX, solventado por los pontífices Pío X y Pío XI y por la amenaza real de la revolución proletaria de un neto cariz ideológico. La agravante ha sido que los católico-liberales de 1876 se han hecho liberales en 1976, y que en ambas fechas impulsaron una situación colocando las premisas aunque lamentasen después sus consecuencias.

(32) VEUILLOT, Luis, La ilusión liberal, Barcelona, La Propaganda

Catalana, 1884, 214 pp. traducida de la 3ª ed. francesa por Luis Oliver y Riera, pág. 165

(33) A veces esta posición puede confundirse con aquellos cristianos –

pocos en realidad- de los primeros siglos que echaban incienso a los dioses falsos abominando de ellos en su corazón y dejando a los demás que pensasen lo que quisieran sobre sus intenciones al respecto. Los jornadistas han evitado el “todos caben” dentro de las actividades creadas, de quienes lo que en realidad buscan es fagocitar las iniciativas y aprovecharse de todos los que colaboran en ellas.

(34) Esto se ve claramente en España de 2015: gran parte de los

católicos sólo piensan frenar a “los malos” (los neo marxistas…) y arreglar la crisis económica admitiendo no obstante el programa socialistas de Rodríguez Zapatero.

(35) A nuestro parecer, la Europa encerrada en sí misma y viajera para

poseer el mundo para sí misma, fue lo más contrario a la Cristiandad abierta y mestiza representada por España y Portugal. La identidad de una zona geográfica delimitada por unas fronteras, identificada hasta la apropiación de sus contenidos en una unidad de pensamiento individualista y conciencia subjetiva, y que cultivaba la razón de Estado y la perpetua guerra civil o exterior, fue propio de la Europa de los siglos XVI y XVII; de esta manera, España, el reino de Austria posterior a Carlos I, y el sur del viejo continente, no fueron parte de la Europa

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naciente. Por ejemplo, Hilarie Belloc ha descrito muy bien los contenidos de esta Europa de raíz protestante y antropocéntrica, que se centra en la autocontemplación del individuo con sus cualidades y destrezas. Por el contrario, en España se pensaba que la persona es un fin y un medio, que para ser plena debe encontrarse abierta y en relación, que encuentra su plenitud en el Dios encarnado y en el amor al prójimo con el mismo amor divino, de modo que cuanto más se es un ens ad se más se es un ens ad alium, y cuanto más se acerca a Dios se posee en Él a sí misma.

(36) Castilla civilizó un Nuevo Mundo, llamado casualmente América por decisión del alemán Wandsemüller, para lo que estaba preparada y tuvo la dicha de descubrir providencialmente. Castilla liberó al Nuevo Mundo de las miserias que sufría por el paganismo, expresado en sus terroríficos dioses que exigían innumerables los sacrificios humanos, la antropofagia, y una sistemática opresión tribal en busca de cautivos para ofrecer al dios sol. También la liberó de la fosilización cultural y el decaimiento derrotista del espíritu, o bien de la opresión de los hombres fruto del caciquismo, la esclavitud, el desprecio a la dignidad de la persona en cuanto tal y como hija de Dios... No debe idealizarse ni el mundo indígena ni la labor de España, teniendo ésta muchas más luces que sombras. Es sabido que la historia de los hombres es de la contradicción entre el buen y mal obrar, aunque la buena labor de los españoles predominase con un haz de luz en América. Esto no justifica los pecados que, en cada caso concreto, cometieron determinados españoles contra unos también determinados indígenas: no se cometieron barbaridades en nombre de la Cruz sino a pesar de ella, exigiéndose por ello, al injusto, confesión y restitución. La España católica y la activa colaboración indígena generaron una nueva realidad y civilización, que mantuvo amplias capas y realidades de indigenismo, creó un mestizaje social, cultural y artístico (arte colonial), y supuso un desarrolló en todos los ámbitos, colocando a aquellas sociedades a la altura de la España peninsular y la Europa del Occidente católico.

(37) Nos referimos a intereses económicos, estratégicos, de orden

público o internacional –la ex Yugoslavia, Sierra Leona-, de lucha contra tiranos del mundo islámico –Irak, Yemen, Libia, Egipto, Túnez…-, de apoyo a los propios aliados –Israel-, de expansión de los conflictos –Siria-. Ahora, en el último cuatrimestre de 2014, hay muchas llamadas para que los USA intervengan con el objeto de poner fin al pretendido Estado del Califato islámico al norte de Irak y de Siria, donde se está persiguiendo brutal (tiros en la nuca, crucifixión, decapitaciones…) y sistemáticamente a todos los no musulmanes y especialmente a los cristianos, para que se conviertan a Alá, y donde están poniendo duras penas a la población musulmana originaria como si estuvieran en el siglo VII d. C. En los ejemplos citados quedan muy atrás los conflictos de la Guerra Fría -aunque Gorbachov haya recordado a Ángela Merckel el peligro de volver a aquellos años-, el enorme expansionismo comunista encabezado por China sobre Occidente…

En realidad, los conflictos provocados por unos y otros, y realizados incluso prescindiendo de la ONU (Grenada, la ex Yugoslavia, Kuwait, Irak, Ucrania…), han sido numerosos como para desmentir el pacifismo que hoy se predica con el objeto de paralizar cualquier sana reacción social.

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(38) En el espíritu de los jornadistas figura que negociar versus ceder, es fácil cuando se negocia con lo de otro o bien con quien nada tenía en 1976 como eran el PSOE, el PC y los nacional-separatistas. ¿Negoció Suárez con la llamada “derecha sociológica”?; no, nada les dio y les quitó casi todo. Porque él era de Centro, ¿no? Lo mismo diremos del diálogo constructivo con el adversario. ¿Y la supuesta valentía para adoptar decisiones en solitario? Por lo que respecta a entereza política y méritos, dignos del reconocimiento e investidura honoris causa en las universidades, Suárez y don Juan Carlos de Borbón tenían muchos amparos conocidos (PSOE, PP, PNV…) y desconocidos todavía hoy. Si en las grandes cuestiones políticas el buen hacer se mide por los honores que de hecho se reciben, otra cosa son los parámetros del juicio que existen hoy para ello. Hoy, la moda son las investiduras honoris causa, mientras que ayer era el ejercicio del mismo cargo, muchas veces sin una buena remuneración.

(39) CABALLERO José, Corazón de España. Historia del Monumento del Cerro de los Ángeles (1900-1976), Madrid, Ed. Fe católica, 1977, 211 pp.).

Atardecer de un día de noviembre sobre Pamplona, capital del Viejo Reyno de Navarra, tomado desde un baluarte de las murallas. A la izquierda, el Palacio de los virreyes, hoy Archivo General y Real de Navarra, a su lado el Museo de Navarra con la antigua iglesia del Hospital General, y, a la derecha -ya en la lejanía- el “Cabezón de Echauri”. Foto:

JFG 2014

PARTES 1ª y 3ª: en otros documentos

L a u s D e o