2001 holland d y j lave historia en persona una introduccion

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Antropología

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    Dorothy Holland y Jean Lave (eds.) (2001).

    History in Person: Enduring struggles, contentious practices, intimate identities.

    Pp. 3-32. Chapter 1.

    Santa Fe, N.M.: School of American Research Press Oxford: James Currey.

    Historia en persona. (Una introduccin).

    Traduccin de: Margarita Esther Gonzlez.

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    Historia en persona

    Una introduccin

    Dorothy Holland y Jean Lave

    En octubre de 1995, la School of American Research en Santa Fe, Nuevo Mxico,

    organiz un seminario avanzado con el ttulo de Historia en Persona.i Como

    codirectoras del seminario, partimos de la propuesta de que las luchas transformadoras,

    dominantes y a largo plazo son espacios reveladores para el estudio de la historia en

    persona. Nuestro tema fue la naturaleza mutuamente constitutiva de las luchas sociales,

    polticas y econmicas largas y complejas, y las identidades en-la-practica histricamente

    diseadas as como las subjetividades que esas luchas producen. Situaciones prolongadas

    y avasalladoras de conflicto en Irlanda del Norte y Sudfrica, y el surgimiento conflictivo

    de corporaciones trasnacionales poderosas son ejemplos obvios de luchas a largo plazo;

    sin embargo, existen otros, los conflictos ms circunscritos aunque tambin persistentes y

    fascinantes, en los centros de trabajo, los hogares y campos acadmicos. Sean cuales

    fueren las circunstancias, no podemos entender las luchas perdurables como crisoles para

    forjar identidades, a menos que nuestras descripciones abarquen la creatividad operante

    en agentes producidos histricamente y las diferencias interconectadas entre sus

    intereses, puntos de vista y modos de participacin en la produccin de luchas actuales.

    Durante el seminario, presentamos nuestra investigacin etnogrfica sobre luchas

    perdurables al igual que nuestros intentos por abordar prcticas de identidad en esas

    luchas. Nueve participantes intervinieron en el proyecto: Begoa Aretxaga, Steven

    Gregory, Dorothy Holland, Michael Kearney, Jean Lave, Dan Linger, Liisa Malkki, Kay

    Warren y Paul Willis.ii

    En los captulos siguientes, que son las versiones revisadas de las ponencias

    discutidas durante el seminario, Aretxaga escribe acerca de la transformacin poltica

    sexualizada de las identidades de mujeres que fueron prisioneras polticas en Irlanda del

    Norte; Warren aborda el carcter cambiante del activismo poltico en las generaciones de

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    una familia maya en Guatemala; Holland y Debra Skinner analizan los campos

    cambiantes de la lucha de mujeres hindes en Nepal y sus efectos en la divisin de las

    identidades de las mujeres; Gregory estudia las luchas entre el Estado y los activistas en

    las bases, por la explotacin de comunidades locales en Nueva York en su intento por

    conquistar electorados de clases ms poderosas en otros sitios; Willis analiza las formas

    culturales generadas por las luchas de hombres de la clase trabajadora en las plantas de

    fabricacin de Inglaterra, y las formas culturales que las median; Linger habla sobre las

    luchas cotidianas por identidades nacionales de brasileos de origen japons que viven en

    el Japn; Kearney aborda las luchas perdurables y contradictorias entre las clases y las

    comunidades trasnacionales basadas en la etnicidad y el Estado mexicano; Lave estudia

    las luchas de las familias britnicas que comercian en vinos y que residen desde largo

    tiempo atrs en Portugal, por sostener su enclave como un monumento vivo de su versin

    del pasado y de ellos mismos como arquitectos de su futuro; y Malkki se interna en las

    consecuencias sociales de la violencia en el frica central entre los exilados hutu en

    Montreal y su imaginario social del futuro.

    El seminario fue producto de la postura terica compartida entre los

    organizadores, la cual se fundament en una teora de la prctica con nfasis en procesos

    de formacin social y produccin cultural. Partimos del principio de que la estructuracin

    poltica, econmica, social y cultural de la existencia en sociedad se constituye en las

    prcticas diarias y las actividades vividas por los sujetos que participan en sta y, al

    mismo tiempo, producen formas culturales que la median. El supuesto de que dichas

    relaciones radican en el corazn de la investigacin social propone, al mismo tiempo,

    que son procesos histricos, que tanto la continuidad como la transformacin de la vida

    social son proyectos inciertos que continan. Para nosotros, una intencin analtica

    medular de la teora de la prctica social yace en la investigacin de estructuras histricas

    de privilegio, arraigadas en la clase, la raza, el gnero y otras divisiones sociales, como

    llegan hasta el presente; es decir, como llegan a la prctica local, situada. En la prctica,

    los recursos materiales y simblicos se distribuyen de manera desproporcionada entre los

    grupos socialmente identificados y generan relaciones sociales y perspectivas diferentes

    en los participantes de dichos grupos. Con su mpetu del pasado, las estructuras histricas

    infunden y restringen prcticas sociales, bien sea que se trate de por tomar los ejemplos

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    reunidos en estas pginas relaciones en las fbricas (Willis), reuniones comunitarias

    con la Autoridad del Puerto de Nueva York y Nueva Jersey (Gregory), o actividades que

    se identifican con la rbrica del festival Tij en Nepal (Holland y Skinner). Las estructuras

    histricas, asimismo, proporcionan recursos para sus participantes y sus prcticas, y dejan

    rastros en sus experiencias.

    No obstante, como Willis (1977) y Bourdieu (1977, 1990) entre otros, han

    explicado con acuciosidad, la historia en estructuras institucionales y la historia en

    persona jams son equivalentes simples. Como tampoco se relacionan entre s sin

    mediacin, de maneras simtricas o previsibles. Por el contrario, en casos, sobre todo, de

    lucha obvia, las dos se unen una y otra vez en la prctica conflictiva que se realiza no

    slo frente a circunstancias sociales y materiales cambiantes sino tambin ante trminos

    cambiantes de formas producidas culturalmente. El resultado de la reunin de las dos

    historias es que la prctica local siempre muestra una calidad inconclusa de experimento

    para el futuro de estas estructuras.

    Propusimos a los participantes del seminario explorar las luchas perdurables y la

    produccin de identidad cultural, empezando por la participacin situada en conflictos

    locales explcitos. Emplear estos puntos de partida dirige la atencin hacia la vida social

    en trminos relacionales y dialgicos o dialcticos, sobre todo hacia la participacin

    conflictiva, generativa de personas en la prctica, donde los sujetos estn en parte

    troquelados y, sin embargo, se troquelan a s mismos de maneras histrica y

    culturalmente especficas. Ms an, este punto de partida establece trminos para el

    debate sobre la produccin cultural de identidades. El propsito era concentrarnos en lo

    culturalmente candente o intensamente generativo, en aspectos de identidades y de su

    existencia bajo apremiante contencin.

    Al igual que el propio seminario, el presente libro se concentra en una

    constelacin de relaciones entre la autoconstruccin ntima de sujetos y su participacin

    en prcticas locales contenciosas, lo que nosotros llamamos historia en persona. Las

    colaboraciones exploran los aspectos formativos, generativos, ms ntimos de sujetos

    como entes sociales, culturales e histricos. Estos aspectos, al ser relacionales siempre

    estn (pero jams de manera exclusiva) en la persona, nunca son la materia total de la

    autobiografa como tampoco son del todo reductibles a su participacin (voluntaria o

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    involuntaria) en grupos cultural y polticamente distintivos o en categoras sociales. Esta

    postura sobre las identidades histricas y contenciosas en la prctica tiene como intencin

    establecer los trminos para la discusin sobre la estructura como proceso, tal como se

    produce en luchas o como luchas y que jams se captan en trminos globales aislados.

    Ms an, en estas pginas tambin se analiza una segunda constelacin de relaciones

    principales: las relaciones entre prcticas locales contenciosas y las luchas ms amplias y

    perdurables (histricas, procesales y abiertas). Cabe preguntar cmo estas ltimas se

    llevan a cabo localmente, cmo configuran subjetividades y cmo se configuran en la

    prctica si hemos de abordar tambin las relaciones entre la prctica contenciosa local y

    la produccin de subjetividades.

    Por ende, hemos intentado plantear preguntas profundas acerca de conflictos

    especficos duraderos e identidades sostenidas en el mundo actual, ya que stas se llevan

    a cabo de maneras especficas en entornos locales y a travs de ocasiones particulares de

    la prctica social. Es importante para nuestro proyecto ms amplio que tanto las luchas

    perdurables como la historia en persona sean vistas como realizadas en la prctica local

    contenciosa ms que en relacin directa con cada cual. En trminos diagramticos,

    pensamos en la historia en prctica como dos constelaciones abarcadoras de relaciones,

    lo que llamamos historia en persona y luchas perdurables. El diagrama en la

    ilustracin 1.1 pretende mostrar que ambas se dan en, y se median a travs de, la prctica

    contenciosa local (por ejemplo, situada).

    _ _ _Historia en persona_ _ _ _______________________________________________

    Luchas histricas Prcticas contenciosas Luchas

    En persona Locales histricamente

    institucionalizadas

    Luchas perdurables

    Ilustracin 1.1

    Relaciones entre historia en persona y luchas sostenidas

    Sin embargo, hay una asimetra en el trabajo de seminario. Preguntas acerca de la

    duracin de luchas a largo plazo y las relaciones complejas mediante las cuales se

    asumen las luchas locales, establecen los trminos del debate para explorar los procesos

    de produccin cultural de identidades. No obstante que debatimos de modos en que la

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    historia en persona obliga y permite amplias relaciones de estructuracin,

    problematizamos y buscamos con mayor acuciosidad las relaciones de lucha local para

    identificarlas y subjetivarlas. Este nfasis refleja un deseo de contribuir, aunque sea de

    manera modesta, a reparar la amplia asimetra ms general en la antropologa. Debiera

    ser el caso que estudios de formaciones sociales en trminos histricos (incluyendo en la

    prctica) fuesen, al mismo tiempo, estudios de la historia en persona. Sin embargo,

    como Maurice Bloch dej claro hace algunos aos, en su sntesis de la tradicin de la

    prctica social en la antropologa, los anlisis de las formaciones sociales se han estado

    desplazando hacia un mayor refinamiento histrico, pero reteniendo un concepto

    ahistrico de la persona (Bloch, 1989). La tradicin no ha estudiado, en trminos

    histricos equivalentes, a los agentes sociales, sus interrelaciones en la prctica, sus

    identidades, trayectorias de vida y comprensiones cambiantes. No es tarea fcil (como

    Bloch advirti). El desafo de este proyecto ha sido idear maneras para lograrlo. La

    teorizacin que comienza con la prctica social ofrece una perspectiva para esta empresa.

    Requiere atencin terica cuidadosa en los conceptos relacionales de historia y persona

    (para los cuales la obra de M. Bajtn ha ofrecido claves y posibilidades tanto a nosotras

    como a varios de los colaboradores); y despus, exige esfuerzos etnogrficos por explorar

    la historia en persona (en este caso, en el contexto de luchas a largo plazo).

    No todos los que participaron en el seminario se internaron en el problema desde

    el mismo punto de partida. La perspectiva terica expresada en la introduccin y que

    molde el proyecto del seminario no estimul a todos los participantes de la misma

    manera. Disensin hay y hubo; el debate durante el seminario fue vivaz, ms an, a veces

    vociferante. Producidas como fueron en la prctica de la controversia, creemos que las

    ideas y temas que surgieron de las discusiones de los trabajos de los participantes son

    novedosos precisamente en su enfoque analtico de la prctica continua de la controversia

    al rastrear las relaciones de conflictos locales y fuerzas estructurantes duraderas, as como

    al estudiar los nexos entre la prctica local y la constitucin ntima de identidades en

    persona.

    Qu tipo de prcticas locales puede encontrarse en este libro? Liisa Malkki toma

    las bodas y otras reuniones sociales en Montreal como ocasiones en que las divisiones

    por el futuro poltico y social afectan las relaciones de las personas entre s, sobre todo

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    por la visin distinta del significado del exilio y las alternativas para los hutu como un

    tema categrico discreto de la historia. Steven Gregory describe las prcticas de

    movilizacin local para oponerse a la invasin de proyectos de obras pblicas del Estado,

    sobre todo, la serie de reuniones entre grupos del vecindario de Queens y las autoridades

    portuarias. Paul Willis trabaja sobre una larga entrevista que realiz con un viejo obrero

    en una fbrica, acerca de cmo los trabajadores antiguos tratan a los recin llegados, y los

    endurecen usando formas culturales de los veteranos, como las llamadas put-on y piss

    take.* A su vez, Daniel Linger se concentra en las relaciones tnicamente cargadas que

    ocurren en los encuentros cotidianos de los brasileo-japoneses, bien sea en las prcticas

    laborales o en los rituales sociales de centros de trabajo. Begoa Aretxaga se concentra

    en la prctica traumtica de cacheo al desnudo y cmo, originado en las prcticas para

    registrar convictos, se utiliz como un instrumento especfico para aterrar a prisioneras

    polticas en una crcel de Irlanda del Norte a principios de los aos noventa.

    Alterar los procedimientos de cacheo de prisioneros; negociar las complejidades

    de identidades multinacionales en el Japn; luchar contra la construccin de una lnea de

    tren ligero en un vecindario en Nueva York; someter a los recin llegados a novatadas en

    la fbrica; negociar la danza poltica de la imaginacin y las esperanzas en bodas de

    refugiados, son el tipo de prcticas locales que nuestros autores eligieron como puntos de

    partida. Tal pareciera que ninguna revela de inmediato la manera en que la historia en

    persona pudiera relacionarse con estas actividades cotidianas; tampoco revelan en s, en

    el contexto de luchas perdurables, cmo son estructuradas por las instituciones civiles y

    del Estado y stas a su vez las estructuran; sus alcances desbordan las circunstancias

    inmediatas. En las secciones siguientes, analizamos estos temas, comenzando con una

    introduccin sobre la formacin de subjetividades histricas en las luchas locales.

    Despus, abordamos las relaciones entre las luchas perdurables (como procesos

    estructurales) y la manera en que stas se entienden en la prctica local. Por ltimo

    retomamos el concepto de historia en persona.

    SUBJETIVIDADES HISTRICAS Y PRCTICAS DE CONTENCIONES LOCALES

    * Tomar el pelo y tomar orina, respectivamente [N. de la T].

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    Nuestro proyecto nos conduce a dimensiones conocidas en los ltimos decenios acerca de

    la historia social y cultural. Cmo conceptuar la historia en persona de manera en que no

    termine por avalar perspectivas ahistricas, asociales y esencialistas sobre la identidad?

    Cmo evitar el sacrificio de la generatividad local obvia de agentes humanos en el

    lugar? Tanto las personas como las luchas vividas estn inconclusas y en proceso. En vez

    de comenzar por conceptos de personas ya formadas que se afectan por las

    instituciones ya establecidas, o a la inversa, nuestro enfoque ha sido iniciar con las luchas

    locales es decir, con luchas en tiempos y sitios particulares y rastrear las prcticas de

    identificacin; la relacin de esas prcticas con fuerzas estructurales ms amplias; y

    dentro de ese contexto relacional, la produccin histrica de personas y del ser persona.

    Sin embargo, aunada a nuestra insistencia en que las identidades siempre estn en

    proceso, tambin abordamos las dimensiones duraderas de la historia en persona.

    Establecidas dentro del contexto de luchas perdurables, nuestro proyecto se pregunta,

    cmo podemos conceptuar la interaccin entre la formacin histrica local de personas

    en la prctica y el lugar (mediado) de las subjetividades histricas en la creacin y

    desintegracin de las luchas constantes?

    Dialogismo

    Michael Holquist (1990) us el trmino dialogismo para definir un tema central que

    organiza las contribuciones seminales de Bajtn al anlisis y la crtica literaria, a la

    lingstica y la antropologa (Bajtn 1981, 1986, 1990 [1929]; Volosinov 1986 [1929]). El

    dialogismo se ocupa de la complejidad social, la historia y generatividad de los actores

    humanos y, por ende, tiene resonancias en nuestro proyecto. Comienza en la prctica

    social, da nfasis a la existencia de personas en el tiempo; le atribuye final abierto a la

    identidad, aborda en gran detalle la distribucin de lo social en, sobre, y a travs de,

    personas e insiste en la generatividad de los gneros culturales mediante los cuales la

    gente acta ante s y los otros (ver. Holland et al., 1998 y Lachicotte s/f sobre el espacio

    de la autora).

    Cuatro temas en la obra de Bajtn contribuyen a ilustrar las maneras en que las

    luchas locales y las subjetividades histricas son mutuamente constitutivas. Un tema,

    sobre todo en sus primeras obras, coloca de manera resuelta a las personas en la prctica.

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    El dialogismo parte de la premisa de que seres sensibles de manera aislada y en

    grupos siempre estn en un estado de existencia activa: siempre estn en un estado de

    ser preguntados y en el proceso de responder. Holquist (1990: 47) ofreci una

    descripcin til:

    El dialogismo comienza por visualizar la existencia como

    acontecimiento, el acontecimiento de ser responsable de (y

    responder a) la situacin particular de la existencia que asume, en

    la medida en que se desenvuelve en el lugar nico (y, sin embargo,

    constante) que yo ocupo. La existencia se dirige a m como un

    disturbio incipiente de mensajes posibles, que en este nivel de

    abstraccin es posible decir que llegan a personas individuales tal

    como los estmulos del entorno natural llegan a organismos

    individuales. Algunos de los mensajes en potencia me llegan en la

    forma de estmulos psicolgicos primitivos, otros en la forma de

    lenguaje natural, y otros en cdigos sociales o ideologas. En tanto

    yo exista, estoy en un lugar particular y debo responder a todos

    estos estmulos, bien sea ignorndolos o en una respuesta que

    adopte una forma inteligible, de producir pues es una forma de trabajo significado de esas palabras. [nfasis de Holquist]

    A juzgar por los recuentos etnogrficos del presente libro, las luchas producen

    situaciones en las cuales los participantes son invocados con gran intensidad, y a su vez

    responden con intensidad. La descripcin de Gregory de una reunin entre funcionarios

    de la autoridad portuaria y una coalicin integrada, en su mayora, por asociaciones

    vecinales de negros, sin duda da este significado. Lo mismo se aplica al captulo de

    Aretxaga sobre procedimientos disciplinarios que ejercen funcionarios de una prisin

    sobre un grupo de prisioneras polticas del Ejrcito Republicano Irlands (ERA) a su

    cargo. Ms an, estas invocaciones y respuestas adquieren forma en los gneros

    culturales a la mano.

    Gnero cultural y autora propia

    En la construccin del significado un segundo tema dialgico, nosotros somos

    autores del mundo y de nosotros en ese mundo. Pero el yo no es, de ninguna manera,

    un agente libre y espontneo que crea mundos donde brotan significados y visiones

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    interiores. Al contrario, al responder al otro, debe usar un lenguaje colectivo. Al igual que

    el bricoleur de Lvi-Strauss (1966), el yo construye y est construido en su

    oportunidad con materiales preexistentes. Al ser autor de conflictos locales, al aplicar

    palabras para las controversias de otros que las invocan, el yo utiliza los lenguajes,

    dialectos, gneros y palabras de los otros a los que ha estado expuesto. Debido a que el

    ser propio es el nexo con el flujo actual de actividades sociales y participa necesariamente

    en esta actividad, no puede finalizarse ni definirse a s mismo, en su propios trminos.

    Para ser conocido, percibido como una figura que pueda ser vista, una persona o cosa

    debe ser colocada en las categoras del otro, categoras que [por el momento, a pesar del

    final abierto del ser propio], reduce, termina, consuma (Holquist, 1900: 84). Esta

    necesidad de usar el lenguaje del otro no es sino un aspecto del reconocimiento que hace

    Bajtn de la naturaleza colectiva del autor. Su conceptuacin nos conduce lejos del

    individuo occidental en el centro o ser propio, no obstante que el actor en cuestin

    sea un grupo o no.

    La construccin de significado, de la autora propia y de la autoidentificacin en

    las categoras del otro conducen la atencin hacia la centralidad de formas culturales en la

    creacin del sujeto actuante y, por ende, se abren a una gama de posibilidades de

    cruzamientos culturales, histricos y de vidas. El impulso para los estudios de Holland y

    Skinner sobre las actividades asociadas con el festival Tij en el centro de Nepal, se deriv

    de las entrevistas (1990) que hiciera Skinner a nias y mujeres jvenes. Ella esperaba

    narrativas a manera de respuesta a su peticin de que le hablaran de su vida; para su

    sorpresa, respondieron entonando canciones, sobre todo las producidas colectivamente

    por grupos de mujeres para el festival Tij. Estas canciones Tij, con sus recuentos de las

    posiciones de la mujer en el hogar y la poltica, eran, como se pudo percibir, un vehculo

    de la imaginacin mediante el cual las jvenes daban autora a su ser propio.

    De valor especial para nuestro proyecto es la complejidad de la visin de Bajtn

    sobre productos culturales como las canciones Tij. Como analizamos en detalle ms

    adelante, la apreciacin de Bajtn de las formas culturales permiti sus posibilidades

    liberadoras, incluyendo las subjetividades alteradas. Sin embargo, Bajtn mantuvo, al

    mismo tiempo, una perspectiva social minuciosa y, por ende, subray por igual los

    constreimientos sociales en la produccin de las formas culturales. Las canciones Tij

  • 11

    han sido un componente importante en las respuestas de las mujeres del centro de

    Nepal a los mensajes sociales acerca de su posicin social. Al igual que con cualquier

    otro recurso cultural usado o no para fines polticos, la elaboracin de canciones y su

    contenido est limitado por convenciones forjadas en el transcurso de aos, en respuesta a

    las condiciones de su produccin. Aunque en ciertos momentos histricos, los grupos que

    producen estas canciones rompen con las convenciones y se comienzan a reconceptuar a

    s mismos como tipos de agentes diferentes, siempre queda claro que la construccin del

    ser propio, mediante formas culturales, se pone a prueba en espacios sociales, no slo en

    la imaginacin personal.

    Los captulos en el presente libro asientan con claridad que esa misma autora

    propia ocurre en todas las manifestaciones de las formas culturales. La propuesta

    dialgica de Bajtn y la perspectiva relacionada de Vygotsky (1971, 1978a, 1978b, 1987)

    dan nfasis a la importancia de las palabras y gneros verbales como el medio a travs del

    cual se desarrollan los sentidos de s y de grupo. Sentimos una necesidad de ir ms all de

    esos lmites. El campo de los estudios culturales, sobre todo de la tradicin intelectual

    que se identifica con el Centre for Contemporary Cultural Studies (por ejemplo, Johnson,

    1987; Lave et al., 1992; Willis, 1981a, 1981b) nos lleva a aumentar el nfasis en el

    dialogismo en las formas verbales, al desplazarnos a la categora ms abarcadora de

    formas culturales como el medio significativo para evocar identidades en la prctica

    social y en el dilogo ntimo.

    El captulo de Paul Willis es especialmente vvido al mostrar el poder de las

    prcticas para la autora propia. Registra una conversacin con Percy, un obrero, acerca

    de la prctica piss take que realizaban Percy y sus amigos en una fbrica de la regin

    central de Inglaterra, a fines de los aos setenta. Un piss take es una broma pesada que

    suele jugarse a los novatos, quienes son engaados para que realicen una tarea intil, en

    este caso la de un obrero al que hacen tonto. En el anlisis de Willis, el piss take implica

    crear una doble realidad y atrapar en sta a un amigo o compaero de trabajo incauto; la

    doble realidad yace sobre la realidad que propone (o impone) la gerencia y altera de

    manera significativa la experiencia subjetiva del trabajo en la fbrica. En la conversacin,

    Willis intenta atraer a Percy a una conversacin analtica acerca del impulso crtico detrs

    de las bromas; es decir, intenta conducirlo a una suerte de instruccin sobre la

  • 12

    experiencia del novato en la relacin entre propietarios de la fbrica y obreros. Percy se

    resiste a los esfuerzos de su interlocutor y, resuelto, se mantiene dentro de la riqueza de

    su propia prctica. Willis encuentra razones para el rechazo de Percy. La prctica crea

    una doble realidad, un espacio de un rico sentido subjetivo del propio yo y del trabajo, e

    identifica a los practicantes como aquellos en quienes Percy encuentra un alma gemela.

    Ambos tipos de identificacin dan disfrute a Percy y hacen ms deleitable su da laboral,

    elementos que faltaran si la prctica crtica se redujera a un discurso ms explcito y

    econmico.

    Identidades como configuraciones

    El tercer tema de dialogismo acenta la socializacin del propio ser ntimo: as como las

    luchas locales son dialgicas, el proceso del ser propio es tambin dialgico. Incorpora a

    los otros en su mundo social. Como escribe Holquist (1990: 22, 28), el proceso propio

    relaciona, en el discurso y la actividad interior, al yo por s mismo (el centro) con el

    yo no en m (el no centro). Como el yo propio dialgico siempre est descentrado, su

    centro de gravedad yace, no en el interior del ser psicolgico, pleno en caractersticas

    esenciales (y, por lo mismo, independiente de su mundo social y cultural), sino en la

    tensin dinmica de una constelacin social dada del yo propio (yos propios) y los otros,

    identificados e interpretados a travs de discursos y prcticas culturales dados.

    Desde una perspectiva bajtiana, todos las intervenciones dialgicas del yo propio

    (o los yos, porque no existe un yo nico), son luchas por encima de, y debido a, las

    diferencias entre el yo propio y los otros. Sin embargo, en los captulos de este volumen

    encontramos series de circunstancias ms especficas: los yo propios dialgicos

    enfrascados en luchas locales con otros; estimulados, al menos en parte por el poder de

    los representantes de las instituciones dominantes translocales y de los discursos que

    circulan ampliamente en el lugar y ms all. En estos captulos, la energa de luchas

    perdurables llevadas a cabo por, y en contra de, las instituciones y discursos sociales

    que distribuyen de manera desproporcionada los recursos simblicos y materiales para

    favorecer a grupos raciales, tnicos, clases y gneros se despliega en la prctica local y

    desde ah se lleva a lo ntimo.

  • 13

    El captulo de Dan Linger ofrece un ejemplo cabal de la autoidentificacin que se

    forma en los encuentros dialgicos y a travs de stos. Linger describe a Eduardo Mori,

    un hombre de antepasados japoneses que es segunda generacin de inmigrantes al Brasil.

    Cuando Linger se encuentra con l, Mori se ha mudado al Japn despus de haber crecido

    en Brasil. Para l, la lucha ms amplia en Japn sobre relaciones raciales y tnicas se

    media a travs de prcticas cotidianas de identificacin, tales como la manera en que las

    personas lo miran o no en la calle, y el trato que recibe de sus compaeros de trabajo en

    una fiesta de despedida que le ofrecen antes de su regreso al Brasil. Mori participa

    claramente en relaciones dialgicas con otros, combinando su evaluacin y sentimientos

    acerca de los posiciones que le ofrecen esas situaciones, con sus sentimientos acerca de lo

    que, a su parecer, son diferencias genricas entre japoneses y brasileos. En un punto, por

    ejemplo, dice que en el Brasil (es decir, en relacin con los brasileos) es japons; en el

    Japn (en relacin con los japoneses) es brasileo. En los trminos de dialogismo, el

    sentido de la etnia e identidad racial en Mori se construyeron en torno a las historias de

    sus relaciones con otros en particular.

    Lmites

    El cuarto tema problematiza los lmites del yo propio y los otros, y la dureza en las

    diferencias que marcan esas divisiones. Las producciones culturales mediante las cuales

    acta la gente tambin proporcionan el medio a travs del cual las personas viven los

    lmites entre ellas y aquellos identificados como los otros. Al adoptar sus palabras y

    prcticas, los marcados socialmente pueden incorporarse a nosotros. Los otros pueden

    colonizarnos por medio de la fuerza o la seduccin para que usemos sus palabras. Por

    otra parte, tambin podemos tornarnos ms y ms distantes de los otros, as como de sus

    palabras y prcticas. Podemos romper radicalmente con el otro, o burlarnos de sus

    palabras y prcticas y dejar de prestarles atencin.

    Para Bajtn, la incorporacin de las voces y palabras de otros estaba claramente

    diferenciada de la internalizacin. Su insistencia en la socialidad del propio yo redujo a

    ste a un mero sitio para la configuracin de lo social. Por ende, no pens en las personas

    como grabadoras metafricas asignadas a la fiel reproduccin de discursos o textos a los

    cuales estn expuestas. Al contrario, las personas toman posturas activas hacia los otros y

  • 14

    los dialectos que usan, los discursos que dan, las pelculas que hacen y las otras formas

    culturales que producen. Bajtn concibe varias posibilidades para atraer a otros hacia

    nosotros, o ms bien, para hacer uso de sus palabras (y prcticas) con el propsito de

    construir la autora y la identificacin de nosotros mismos en relacin con los otros. En

    un extremo, algunas palabras, aquellas aceptadas por las autoridades, pueden mantenerse

    aparte en el discurso interior; ser tratadas con reverencia; repetirse al pie de la letra, jams

    variarlas a propsito; nunca puestas en nuestras propias palabras; y jams considerarlas

    vulnerables a la inspeccin o al trato juguetn. O tal vez, las palabras del otro un otro

    que est distante por animosidad o por considerarlo inferior, o por la percepcin de una

    diferencia marcada o una categora recelosa pueden tratarse como si fueran de piedra y

    estuvieran fijas, despojadas de profundidad; sin invocacin alguna de subjetividad con la

    que nos gustara familiarizarnos. Todas estas permanecen en el discurso interior como

    no yo en m, una fuente de interlocutores vivaces o no tan vivaces y de fantaseados

    antagonistas. En contraste, existen aquellos con los que nos identificamos y sentimos

    afinidad. En esos casos, las palabras del otro pueden, a la postre, personalizarse con

    nuestras propias palabras. Uno desarrolla afecto hacia su complejidad y vida, su

    significado para uno mismo. En estos casos, el otro se vuelve indistinguible del yo para

    m o, ms bien, se vuelve parte de uno mismo, se convierte en una incorporacin del

    otro.

    De nuevo, hacemos una extensin a partir del nfasis de Bajtn en el lenguaje. Es

    posible relacionarse uno mismo con las prcticas (ms generales) del otro. En un recuento

    sobre un incidente en Nicaragua, Roger Lancaster (1997) desarroll especficamente el

    potencial de copiar las prcticas del otro para reconfigurar el ser propio. Describi lo que

    l llama travestismo. Lancaster visitaba a unos amigos cuando una de las mujeres de la

    familia desempac una blusa con volantes que le haban enviado del extranjero. Su joven

    hermano tom la blusa y comenz una actuacin en la que los otros presentes

    participaron. Asumi las posturas, movimientos y conductas que en Nicaragua se asocian

    con una persona socialmente construida y culturalmente imaginada, un tipo de hombre

    homosexual. Lancaster abord en profundidad el asunto del hombre y la relacin con sus

    actos. No obstante que la actuacin fuera slo un juego a ser homosexual, cuntos

    lmites si los hubo se mantuvieron entre el autor de la actuacin y el personaje que

  • 15

    representaba? Si podemos jugar a ser otro, como hizo este joven, o incluso fantasear

    acerca de jugar a ser otro, estamos en vas de incorporarnos al otro. Aunque este

    incidente s abarcaba vestirse como otro, Lancaster consider til emplear el trmino de

    travestismo para aplicarlo a los pasos iniciales de adoptar cualquier identidad nueva.

    As como nosotros nos construimos al repetir las palabras de otros, con frecuencia

    estamos en el proceso de representarnos a nosotros mismos mediante la representacin de

    las actividades que culturalmente identifican a otros.

    En breve, el ser propio es una orquestacin de las prcticas de otros, pero no nos

    relacionamos de la misma manera con todas esas prcticas. Este nfasis en los lmites

    problemticos y en las posturas variadas proporciona una apreciacin adecuadamente

    matizada de las posibilidades que surgen en las luchas locales. Aretxaga analiza la

    prctica penal del cacheo al desnudo como mecanismo punitivo usado en contra de las

    prisioneras polticas en Irlanda del Norte. Examina la historia de este tipo de cacheos en

    los cuales la prctica, de ser una rutina de seguridad, se transform en un castigo

    disciplinario. Aretxaga muestra la manera en que los agentes de la prisin intentaron usar

    los cacheos al desnudo para romper la identidad poltica de las prisioneras pertenecientes

    al ERA, mediante la prctica invasora al cuerpo, que reduce a la mujer a una feminidad

    objetivada. Sin embargo, las mujeres se rehusaron a adoptar la postura de feminidad

    subyugada que les asignaron. En vez de despojar a las prisioneras del ERA de su

    identidad poltica, el cacheo al desnudo tuvo el efecto de radicalizarlas. Aunque el

    desnudamiento punitivo dej profundas huellas emocionales en las mujeres que lo

    sufrieron, tambin transform su subjetividad poltica en una forma ms compleja y

    matizada de identidad poltica que incluy su posicin como mujeres y las distanci ms

    que nunca de las prcticas institucionales del Estado britnico.

    El enfoque de Batjn en las prcticas y discursos como instrumentos mediante los

    cuales construimos o derrumbamos lmites entre nosotros y los otros abre, asimismo,

    otras sutilezas de identificacin. La heteroglosia, o simultaneidad de diversos

    lenguajes, as como los gneros y prcticas culturales distintos son la regla en la vida

    social (Bajtn 1981; para un anlisis, ver Clark y Holquist, 1984; y Holquist 1990). Sin

    embargo, estos gneros, palabras y prcticas no los usa cualquiera. Los gneros se

  • 16

    asocian colectivamente con personas en particular o grupos de personas identificados en

    el espacio social y el tiempo histrico. Las prcticas y discursos se convierten en marcas

    de sus propietarios y evocan su imagen social. Llevan consigo el aura o, para usar

    metforas ms sensuales, las imgenes y olores de esos otros particulares, de profesiones

    determinadas, de grupos sociales especficos, de individuos especficos con los que se

    asocian.

    Las prcticas, incluyendo las discursivas, pueden evocar clase, gnero u otras

    asociaciones ms generales. Sin embargo, el proceso mismo de inscripcin puede marcar

    valores que tal vez sean especficos de una familia o un vecindario determinado. Una

    postura, una posicin, una prctica, pueden indicar, en lenguaje interior, una persona

    determinada, nuestra madre, por ejemplo. De esta manera en la medida en que la

    prctica invoca al otro nuestros sentimientos y asociaciones con la prctica se

    entretejen en nuestra relacin con ese otro. Todos los captulos en este libro son

    testimonio de la importancia de las etnografas de luchas perdurables: sin embargo, el

    trabajo de Kay Warren llama la atencin por descubrir las maneras en que las luchas ms

    amplias y extendidas pueden, complicarse, inesperadamente, por los significados

    acumulados de otras luchas ms particulares.

    La investigacin de Warren con una familia de activistas involucrados en las

    luchas mayas en Guatemala examina las diferencias intergeneracionales sobre las

    maneras en que se contina la lucha. Padres e hijos, hermanos, tos y primos difieren en

    sus evaluaciones sobre la moralidad y eficacia de la guerrilla, la identificacin con

    ladinos de la misma clase y la celebracin de la etnicidad maya. En sus conversaciones

    con Warren, dialogaron entre ellos y con otros miembros de la familia. Estas

    evaluaciones especficas de la familia produjeron corrientes cruzadas dentro de los

    conflictos ms amplios entre los identificados como mayas y aquellos grupos no mayas

    que sustentaban el poder en Guatemala. Como personas, los activistas se enfrascaron en

    dilogos cruzados que no estaban dictados por la lucha ms amplia. Por el contrario, para

    ellos, sus prcticas de la lucha, bien se tratara de la guerrilla o de desarrollar materiales

    educativos sobre el idioma maya, se haban asociado con las voces y actos de miembros

    especficos de la familia, miembros con quienes tenan una historia de relaciones

    indeterminadas con respecto a la esfera poltica ms amplia.

  • 17

    Debido a que la historia se hace en persona, se registra en las identidades ntimas

    as como en las instituciones, abundan las razones para esperar que la edad cruce las

    experiencias de las personas y d origen a diferencias intergeneracionales. Como rasgo

    ms general de la vida social, es factible que las diferencias intergeneracionales, las

    luchas asociadas con la edad, los gneros e identidades, dividan a las personas. Las

    oportunidades se presentan con frecuencia a aquellos de determinada edad; ignoran a los

    muy viejos o muy jvenes. Incluso se da el caso de que miembros ms jvenes de un

    grupo radicalizado, por ejemplo, entran en un contexto ya dispuesto por formas propias

    de expresin radical. El dilogo de los actores ms jvenes con la lucha inmediata en el

    captulo de Warren, los mayas luchan contra estructuras institucionales y simblicas que

    los desacreditan y colocan en desventaja se genera no slo contra opositores que bien

    pudieron cambiar sus tcticas en el transcurso de los aos y, en esa medida, sus

    identidades, sino tambin con otros actores polticos mayas que desarrollaron sus puntos

    de vista en aos pasados y con alianzas diferentes. La importancia del captulo de Warren

    radica en evidenciar la relevancia de las diferencias generacionales para la historia en

    persona y, por ende, contribuye a registrar los impulsos que reconfiguran de manera

    drstica las luchas que pasan de una generacin a la siguiente. Ms an, las identidades

    ms viejas pueden perder a sus compaeros dialgicos y quedarse varadas. Tal vez, las

    mujeres sin educacin descritas en el captulo de Holland y Skinner se alejan de los

    motivos en disputa que estn vivos y candentes; quiz el caballero britnico exportador

    de vinos en Porto, Portugal, en el captulo de Jean Lave, se ha quedado fuera de los

    dilogos graves del momento y an perdura, no debido a que es un personaje relevante

    en el escenario de las corporaciones multinacionales que han comprado la empresa

    exportadora de oporto, sino porque se ha convertido en un icono de la marca del oporto.

    Dialogismo y creatividad

    Los seres dialgicos formados en prcticas contenciosas locales son seres que se

    relacionan con otros a travs de prcticas y discursos modulados por el poder y el

    privilegio. Se forman en, y contra, prcticas incmodas que, simplemente, no pueden

    rechazar (entre otros ejemplos, est el captulo de Aretxaga, con las prcticas de

    celadores y funcionarios en una prisin, los cuales ejercen dominio fsico sobre las

  • 18

    prisioneras del ERA; o el captulo de Linger, que documenta los actos de los japoneses en

    el Japn que miran a Mori). O bien son seres formados en, y contra, prcticas que les

    otorgan privilegios (por ejemplo, en el captulo de Lave, las prcticas britnicas que

    excluyen de la participacin completa en instituciones britnicas a los portugueses con

    los cuales los britnicos han compartido una ciudad durante trescientos aos).

    A menudo, un consumidor, a veces un coproductor o incluso un espectador, de

    formas y prcticas culturales, es vulnerable a ser identificado por los otros. Entretejidas

    en los dilogos cruzados sobre diferencias, con frecuencia abiertamente contenciosas,

    sobre las cuales no tienen la ltima palabra, las personas estn ms abiertas a la

    radicalizacin y la experiencia de aprensin estructural est ms intensificada o bien a su

    opuesto parcial, a la incorporacin del otro al Yo por m mismo. Parecera que los

    dbiles, sobre todo, siempre estn empujados y jalados, colocados primero de una manera

    y despus de otra, atrados hacia un travestismo y despus a otro. Tal pareciera que el

    dialogismo ofreciera pocas posibilidades para explicar su duracin, pues sta podra

    continuar slo si la persona fuera tomada como un ente separado de los dems.

    La historia en persona no puede, de manera alguna, estar confinada a personas

    discretas. Las formaciones ntimas duraderas son resultado de prcticas de identificacin

    en tiempos y lugares histricamente especficos. El dialogismo insiste en el carcter

    inconcluso de la historia en persona del siempre-participante-en-la prctica, siempre-

    participante-en-el-dilogo. La persona necesariamente se difunde en el entorno social,

    convirtindose en sustancia, en un punto recolector de experiencia socialmente situada y

    culturalmente interpretada. Y, ah yacen fuentes importantes de estabilidad y

    fortalecimiento. Las partes ms dbiles en la lucha, as como las fuertes, pueden crear sus

    propios discursos, prcticas y emblemas duraderos en la lucha.

    Ante los campos desiguales de poder ilustrados en el presente libro, es importante

    que el dialogismo ofrezca una manera de pensar en una generatividad que llene el

    espacio entre transgresin y reproduccin (por tomar de Willis lo que a su vez toma de

    Aretxaga en el seminario). En el curso de las luchas locales, los grupos marginados crean

    sus propias prcticas. Los participantes en estos grupos se identifican por sus prctica y,

    al mismo tiempo, ellos se autoidentifican como propietarios de dichas prcticas, las

    cuales, por ende, proporcionan los medios para que las subjetividades en los mrgenes

  • 19

    del poder aumenten, se desarrollen ms y, por ende, se tornen ms determinantes en la

    configuracin de las luchas locales.

    Por ejemplo, el captulo de Holland y Skinner subraya la importancia de la

    produccin cultural en el desarrollo de subjetividades alternas. Las canciones del Festival

    Tij ilustran las prcticas a las cuales son sometidas las mujeres; captan a la mujer puesta

    en su lugar mediante el lenguaje y los comportamientos de distintos participantes

    (verbigracia, maridos, suegras, padres), dentro del mundo imaginario, o cronotopo

    (Bajtn, 1981), o en lo que Holland y sus colegas (1998) llamaron el mundo figurado de

    las relaciones domsticas en Nepal. Un segundo tipo de cancin, que predomin en un

    periodo poltico posterior, traslada a las mujeres a otro mundo figurado: ya no en el

    mbito domstico y del barrio circundante, sino en el de la poltica de partido. En estas

    canciones, el escucha oye las voces y conoce los actos de funcionarios del partido, de

    funcionarios del gobierno en el desacreditado sistema unipartidista y de las mujeres

    educadas y no educadas. Ambos tipos de canciones ilustran un futuro imaginado en

    el que se otorgan ms respeto y recursos a la mujer. Holland y Skinner afirman que las

    canciones Tij han participado en la formacin de la conciencia poltica crtica que las

    mujeres expresan y llevan a la prctica, especialmente, despus del Movimiento Pro

    Democracia de 1990.

    La generatividad de las prcticas culturales y su importancia en el establecimiento

    y desarrollo de subjetividades alternas introducen incertidumbre una suerte de naipes

    comodn en el ejercicio de la prctica contenciosa local y, mediante ste, en las luchas

    por las instituciones nacionales y los discursos culturales difundidos. La creacin y

    desarrollo de subjetividades, incluso de aquellas al margen del poder, es posible e incluso

    factible, debido a que las formas culturales no son meras herramientas para ubicar al otro

    sino tambin para la ubicacin propia. Son medios para reidentificar al ser propio.

    El enfoque de la teora del discurso en la ubicacin del sujeto nos obliga a dar

    atencin al poder del Estado, a otros discursos hegemnicos y a formas culturales para

    objetivar la posicin social como conducta; para inscribir categoras del Estado en hbitos

    corporales; y para crear subjetividades de aquellos que definen. Los estudios etnogrficos

    aqu reunidos acentan que el poder de inscripcin que tienen esas formas culturales no

    son slo herramientas del Estado. Los grupos en la sociedad civil grupos de mujeres en

  • 20

    Nepal, de trabajadores en fbricas de Inglaterra o lderes comunitarios en Queens, Nueva

    York tambin crean formas culturales como medios para ganar algn control limitado

    sobre su propia construccin (Holland et al., 1998). Ya en el seminario, Kearney,

    Warren, Willis y otros destacaron en repetidas ocasiones que las condiciones

    posmodernas de nuestros tiempos son tales que la produccin de la cultura local abarca

    una enorme cantidad de imgenes y textos del mundo entero, los cuales alimentan la

    construccin de nuevas prcticas locales. La gente est retrabajando esta riqueza de

    smbolos al mismo tiempo que, como seala Kearney, las fuerzas que llamamos

    trasnacionalismo reducen la capacidad del Estado de interceder y por tanto de controlar,

    las prcticas de identidad. Las personas de la regin mixteca en el sur de Mxico que van

    y vienen en un circuito laboral entre Mxico y los Estados Unidos no pueden ser

    controladas de manera tan cercana como el ciudadano o sujeto de los aparatos del Estado.

    Aquellos ubicados por el Estado como trabajadores y campesinos, que tambin mudan

    sujetos trasnacionales, se han convertido en grupos identificados tnicamente que exigen

    un lugar mejor en la nacin.

    RELACIONES LOCALES E HISTRICAS DE LUCHAS CONTINUAS

    Hemos analizado la complejidad del trnsito dialgico entre la prctica local y las

    subjetividades histricas que se crean en la prctica, generando lugares donde sucede el

    cambio. Existen relaciones complejas entre las luchas en las que la gente queda atrapada

    en el mundo cotidiano y las luchas que abarcan muchas localidades y periodos ms

    prolongados de tiempo. Las prcticas contenciosas son los sitios de complejas

    mediaciones entre las prcticas ntimas, interiorizadas, de identidad, por una parte y, por

    la otra, de trescientos aos de conflicto en Irlanda del Norte, del genocidio de la guerra

    civil en Ruanda, genocidios anteriores en Burundi, guerra civil en Guatemala, relaciones

    de raza y clase, los derechos y opresin de poblaciones tnicas marginadas

    nacionalmente, desigualdades de gnero, y formas de competencia del capitalismo.

    En su expresin ms amplia, las relaciones sociales, culturales, econmicas y

    polticas son prolongadas, de alto riesgo, tal vez Luchas con L mayscula. Debido a

    que se llevan a cabo de manera concreta y son apropiadas especficamente o influyen en

  • 21

    la prctica cotidiana, algunas implican violencia sostenida, mientras que otras son

    ubicuas, de baja intensidad. Algunas son luchas contra la opresin del Estado a travs de

    sus representantes locales; otras se dan entre participantes con recursos similares pero

    diferentes intereses que se conectan ms all del entorno y de los acontecimientos locales

    mediante relaciones internacionales de distintos tipos (agencias regionales,

    corporaciones, etnarquas subnacionales, redes de actores, etctera). Sin embargo, otras

    luchas se dan entre participantes que estn conectados a travs de relaciones

    estructurantes heterogneas ampliamente extendidas, como las relaciones contenciosas de

    gnero.

    Hay ciertas cuestiones que no mencionamos en este concepto sobre la

    constelacin de relaciones que vinculan a los conflictos locales con luchas constantes ms

    amplias. Evitamos trminos, como lucha ideolgica que, convencionalmente, omiten la

    visin dialgica de las relaciones del yo/otro en juego. Asimismo, evitamos destacar los

    esfuerzos de un grupo por alcanzar algo que quiere y que es ajeno a las relaciones de

    lucha en la que se halla incrustado. Realzarlos sera colocar en parntesis las prcticas de

    la lucha con otros y la importancia de las diferencias en los opositores, respecto a

    perspectivas, recursos y poder. Las relaciones recprocas entre luchas perdurables y

    produccin cultural de identidades ofrece un problema complejo para el anlisis porque

    estn mediadas por los conflictos locales y las perspectivas en las prcticas de la

    existencia cotidiana.

    Nuestro enfoque abarca luchas de gran alcance en tiempo y espacio, en parte

    debido a la fuerza fascinante de esas luchas y a sus efectos, sin duda apremiantes, en las

    prcticas que influyen sobre la creacin de identidades locales vividas. Ms an, la

    creacin de formas culturales e identidades locales como equipamiento ntimo son

    cuestiones de importancia medular y representan alto riesgo para quienes estn

    involucrados. Poco a poco, los participantes se convierten slo en eso adoptan los

    puntos de vista, personalizan los dilogos y otras formas culturales importantes para sus

    vidas, ya que responden a asuntos e intereses candentes que pueden ser o ya son

    vitales. Los efectos estructurantes que intervienen en las luchas perdurables son

    inevitables, y otros aspectos de la vida tienden a mostrar relaciones con stos, que son

    duraderas y hondamente sentidas se enredan, atan, enmascaran o confunden con estas

  • 22

    luchas porque son profundamente significativas para los lmites y posibilidades de la

    existencia social.

    Parte de la importancia de las luchas constantes radica en su alcance en tiempo,

    espacio y relaciones poltico-econmicas; y parte en el impacto indeleble de vida-muerte

    sobre la vida cotidiana. Al igual que en las discusiones dialgicas, aqu nos concentramos

    en la manera en que las luchas a largo plazo son apropiadas y vividas en la prctica. Slo

    en raras ocasiones, la gente habla directamente de las luchas perdurables y constantes en

    la vida cotidiana. stas se viven en la medida en que se realizan en lo concreto, en la

    medida en que irrumpen con rudeza o de manera rutinaria, o en la medida en que la

    prctica social del lugar se apropia de ellas. Lo anterior nos lleva al problema inicial en el

    seminario: Suponemos que las luchas constantes desatan y configuran la produccin de

    formas culturales locales en la prctica social contenciosa del lugar (las propias formas

    sociales, colectivas y reidas con las cuales se forman los seres histricos mismos). De

    igual manera, las luchas perdurables que se extienden a, y son apropiadas por (y que

    parcialmente estructuran) las luchas locales se transforman en el proceso mismo. El

    carcter recproco de esta relacin entre las prcticas locales de lucha y las globales que

    estructuran las luchas, significa que cada cual puede cambiar a la otra; el suyo es un

    trnsito generador en ambas direcciones (mediado localmente) que nos recuerda el

    movimiento y contramovimiento constante entre lo social y lo ntimo. Es ms, muchos de

    los captulos en el presente libro captan las luchas locales y otras prcticas culturales en

    el momento mismo de su transformacin. Lo anterior es notable: tal vez sea el logro ms

    destacado del seminario y del libro.

    Hablar de luchas de largo alcance que se apropian de (y son apropiadas por) las

    prcticas contenciosas locales de los participantes dirige la atencin hacia una gama de

    cuestiones algo diferentes de las teoras de resistencia o reproduccin. Gran parte de

    lo que causa controversia en las luchas locales radica en el propio significado de lo que

    est sucediendo. El mundo no est dado en esa perspectiva, a diferencia del escenario

    conocido de la teora de la resistencia de una condicin masiva pero pasiva del dominio

    poltico y una activa pero impotente de la resistencia local. En los captulos siguientes,

    los poderosos no slo ganan sino que actan (los consignadores ingleses del puerto

    resisten, en realidad) y los menos poderosos tambin aunque de manera distinta. Hablar

  • 23

    de luchas es en parte argumentar por incluir en nuestros anlisis a todas las partes en la

    lucha, con sus perspectivas diferentes y sus intereses en sus vidas interdependientes. Hay

    otra consideracin: empezar con la prctica contenciosa local deja abierta la extensin de

    conexiones relevantes entre los entornos prcticos y, por tanto, los lmites de

    participantes relevantes son reconfigurables. Hablar de hegemona y resistencia supone

    Estados-nacin o algo similar a stos como unidades de la existencia social y dirige la

    mirada hacia las relaciones entre los poderosos y los oprimidos precategorizados como

    tales, en vez de definirse en trminos de las caractersticas de las luchas en las que

    participan: mltiples, diversas e interconectadas. La teora de la resistencia tiende a

    preestablecer los lmites y caractersticas no slo de la lucha sino tambin de sus

    participantes.

    Otras consideraciones nos llevaron a caracterizar esta tarea en trminos de luchas

    constantes, de prctica contenciosa e historia en persona. Luchando sugiere

    participacin activa y evita las nociones estticas de los conflictos como cosas estables o

    autocontenidas en s. La nocin de luchas a largo plazo ofrece una visin de estructura y

    proceso, como materia de las relaciones en tensin. Ms an, intentamos dar especial

    nfasis a las luchas en movimiento, como aquellas con el mismo tipo de vida y fuerza

    generativa que describiera Bajtn, no las muertas, con tratos hechos (asumiendo que las

    hubiere).

    La atencin sobre la historia en persona y la manera en que las prcticas de

    identificacin son apropiadas y transformadas en articulaciones locales de luchas a largo

    plazo conduce a preguntas acerca de las relaciones entre las luchas actuales, aunque en

    apariencia muy dismiles. Nos hemos descubierto preguntando: Acaso las luchas locales

    son realizacin parcial de luchas ms amplias? De cules? La pregunta parece til, ya

    que las luchas locales no se insertan simplemente en ni son reflejo de luchas ms

    amplias sino que son parciales de diferentes maneras, y pueden interconectarse de modos

    que tienen el potencial de generar formas culturales y alianzas sociales diversas. Para el

    enclave britnico en Porto, las luchas locales sobre la colocacin del altar de la iglesia o

    si la Oporto British School debiera ofrecer el grado de licenciatura internacional, reflejan

    las divisiones sobre prcticas religiosas y educativas dentro de la iglesia anglicana y entre

    las familias con hijos en edad escolar. Sin embargo, el altar y el grado de licenciatura

  • 24

    tambin son elementos en conflictos sobre la forma de organizacin corporativa que, por

    el momento, coexisten en el comercio del puerto, y al mismo tiempo forman parte de

    luchas por la continuidad del dominio social de las viejas familias britnicas en el

    puerto.

    Luchas multimodales

    En la prctica, mltiples divisiones sociales y luchas se dan de manera conjunta en

    espacio y tiempo. Sin duda, la contienda atrae atencin, recursos y el sentido de

    identificacin histrica de los participantes de modo selectivo, en unos aspectos ms que

    en otros. Los conflictos locales, por ende, son interpretados mediante formas culturales

    que simplifican, ocultan, reprimen, dan importancia y prioridad a algunos aspectos de la

    comprensin y participacin de la prctica en vigor, pero no a otros, en trminos de

    algunas subjetividades relevantes. Por ejemplo, las familias del viejo oporto en Porto

    luchan por mantener su identidad britnica frente a contratistas britnicos que, a su vez,

    luchan por una comunidad menos conservadora en cuanto a su designacin por gnero.

    Sin embargo, la lucha por la identidad nacional y el conservadurismo social descarta y, al

    mismo tiempo se usa para reprimir la lucha activa sobre asuntos de gnero.

    El captulo de Gregory sobre las respuestas de la comunidad a la propuesta de las

    autoridades portuarias de construir un tren ligero brinda otro ejemplo del tipo de trabajo

    social que puede desviar posibles identificaciones en la prctica. Cuando sus portavoces

    adoptaron el discurso de la justicia ecolgica y se definieron a s mismos y a quienes

    representaban como personas que compartan una identidad comn, los residentes de

    varios vecindarios se forjaron a s mismos lo que para ellos era una identidad nueva en su

    carcter de demandantes de derechos comunes a favor de un entorno benfico, no

    obstante cul fuera el vecindario. Gregory describe cmo, en el transcurso de las

    semanas, los grupos vecinales se dividieron debido a las maquinaciones de la autoridad

    portuaria, la cual, entonces, los acus de egosmo pueblerino. Muchas razones

    permitieron a la autoridad portuaria reidentificar a los participantes y socavar su unidad

    que, al principio, se extenda por encima de vecindarios. Las relaciones comunitarias de

    los miembros consigo mismos, sustentadas en un discurso de justicia ambiental, eran

    tenues. La investigacin de Gregory sugiere que este discurso no logr convertirse en una

  • 25

    herramienta que pudieran usar los residentes del vecindario para construirse a s mismos,

    una herramienta de importancia personal que rebasara el momento estratgico. El

    discurso no aport una orquestacin estable del propio ser y de los otros en las vidas

    ntimas de los residentes, en el lenguaje interno. Las identidades se forman y desarrollan

    en, y a travs de, prcticas culturales que dividen e identifican al mundo social; en el caso

    de Gregory, mediante discursos en la esfera pblica. Sin embargo, su generatividad

    depende de que se hayan sedimentado como posturas duraderas en luchas sociales y en

    personas.

    El enfoque de la historia en persona en relaciones mediadas por luchas

    perdurables tiene como propsito subrayar la importancia de la diferenciacin poltica

    entre identidades, y de generar el debate acerca de la relativa valoracin y relevancia de

    la accin en nombre de algunas relaciones de identidad por encima de otras. Al explorar

    conceptos de identidades mltiples, nos hemos alejado de nociones de identidades

    indiferenciadas, iguales, e igualmente efmeras y fragmentadas, que, hasta cierto punto,

    olvidan la poltica de la identidad, la prominencia refutada de modos generados por

    diferentes identidades de participar en prcticas situadas de manera distinta, incluyendo

    las luchas sociales.

    Las relaciones entre las identidades-en-la-prctica son aspectos polticos graves.

    Michael Kearney escribe acerca de luchas constantes entre el gobierno de Mxico y sus

    poblaciones indgenas marginadas y pobres. Al despuntar el siglo pasado, stas fueron

    caracterizadas oficialmente y actuadas en su nombre como campesinos y

    trabajadores. En los ltimos aos, los proyectos polticos han cambiado las relaciones

    entre las identidades. Las antiguas se han ocultado para dejar paso a las nuevas. Esto est

    ocurriendo, dice Kearney, en un proceso dialgico en el cual el Estado intenta contener

    los movimientos indgenas, pero al hacerlo tambin los deifica de modos inadvertidos.

    Mientras tanto, los movimientos indgenas, pobres y marginados, unen muchos grupos

    dismiles en todo el pas, pero al hacerlo crean nuevos peligros para la guetizacin

    tnica y el empobrecimiento continuo. Por ende, participar en luchas en el nombre de

    identidades especficas significa desplazar otras identidades y luchas. No estn

    disponibles de manera igual, no ocupan el mismo lugar de prioridad en la comunidad y en

    los planes personales, y no tienen igual poder para reunir fondos y movilizar a la gente.

  • 26

    Algunas luchas sofocan a otras, las silencian, hacen imposible compartir tradiciones de

    oposicin. Es como si, en la poltica contenciosa de relaciones entre identidades y luchas,

    slo una o unas cuantas emergieran para representar a las luchas importantes (e

    identidades) y, por ende, desautorizan, silencian o reprimen a otras, o las convierten en

    batallas meramente pueblerinas. Existen ejemplos harto conocidos, no muy diferentes a

    los que Kearney describe, en los cuales las identidades de clase o nacin adoptan

    prioridades que reprimen luchas tnicas, raciales y de gnero (ver Lave y otros en estas

    pginas).

    Al mismo tiempo, las identidades son dadas institucionalmente junto con la

    prctica. Lo anterior implica que la gente que lucha en nombre de una identidad lo hace

    de tal manera que tambin incluye otros tipos de identidades. Los ejemplos abarcan

    identidades nacionalistas tnicas y de gnero en los Estados Unidos e Irlanda, y el

    activismo poltico de parentesco/religin/gnero en Guatemala. Podemos preguntar cmo

    acta la gente para destacar un tipo de identidad por encima de otras en la prctica

    contenciosa local, y cmo, al mismo tiempo, acta de maneras en que se impregna de las

    prcticas de otras identidades.

    Los captulos a continuacin son poco usuales al poner de manifiesto momentos

    de dichas transformaciones en luchas a largo plazo. Por ejemplo, en Nepal, levantar los

    controles represivos del Estado tuvo efectos fortuitos sobre las nuevas dimensiones

    dialgicas posibles de la identidad. En las luchas diarias por traer cambios polticos a la

    vida de la aldea, los personajes locales de la lucha tambin cambiaron. El anlisis que

    realizan Holland y Skinner sobre las canciones Tij muestra un cambio en las divisiones

    domsticas y la autoformacin antagnica con respecto de esposos y parientes polticos

    ante el posible surgimiento de una divisin entre mujeres educadas e ignorantes.

    Bajtn arguy, por supuesto, que cualquier lucha dada se forma parcialmente al tomar el

    modo de los otros (por ejemplo en conflictos nacionales y tnicos de gnero), ofreciendo

    posibilidades obvias para la transformacin de los trminos de la lucha. Los casos en

    Nepal nos brindan un buen ejemplo.

    Hay otros ejemplos de luchas multimodales y de sus transformaciones en este

    libro. Por ende, en un sentido importante, las luchas perdurables son tradiciones

    compartidas por aquellos que se unen en la oposicin. La comprensin compartida por

  • 27

    muchos acerca de las razones para la lucha es, hasta cierto punto, una victoria para los

    partidarios de alguna versin de una lucha (Kearny, Malkki). En muchos de estos

    captulos, la gente lucha para ganar una batalla que defina una situacin, para producir

    nuevas versiones de viejos conflictos. Las contingencias histricas colocan y recolocan el

    escenario. El captulo de Lave sobre el enclave britnico en Portugal propone que los

    cimientos sociales y econmicos de dicho enclave y sus relaciones conflictivas con los

    ciudadanos del pas anfitrin han sido reconfiguradas por los cambios que adoptan la

    forma de modos en competencia por el capital internacional. Los nuevos recursos, las

    nuevas oportunidades, tambin son cruciales en las situaciones que Gregory y Kearney

    describen.

    Es posible suponer que la gente, asimismo, lucha por sus diferentes perspectivas

    sobre lo que est luchando. Varios captulos presentan recuentos que sorprenden por su

    claridad acerca de la controversia en el transcurso de luchas cambiantes. El anlisis

    notable de Warren sobre los modos de participar en el activismo poltico maya revela

    diferencias de una generacin a la otra. La guerra civil en Guatemala ha tenido fases, ha

    cambiado de carcter. Las estrategias del liderazgo y la autoridad han creado tensiones

    entre ser tradicional y ser moderno, y entre diferentes modos religiosos, culturales y

    lingsticos de lograr ambos, los cuales se representan en las trayectorias de vida, en las

    maneras de participar de cada generacin, aunque siempre en tensin con cada cual.

    Este enfoque se pronuncia en contra de la comprensin hobbesiana de la lucha

    como una guerra de todos contra todos, por reducirse a la competencia, a la violencia y a

    su corolario formal de cooperacin. Los conflictos locales y globales producidos son

    histricamente complejos y multiplican las contradicciones en sus relaciones reales. Las

    luchas no ocurren como procesos universales mediante los cuales los participantes

    marchan acordes hacia una meta, como tampoco se unen en una estampida general hacia

    una salida particular. Este libro ofrece vastas evidencias de que las luchas constantes y las

    prcticas de identidad son candentemente contradictorias y, no sorprende,

    transformadoras, creando nuevas objetivaciones, por ejemplo, entre generaciones en una

    misma familia maya, para quienes las conjeturas sobre religin, nacionalismo cultural y

    revolucin auspician prcticas culturales cambiantes; o entre indios mixtecos que,

    obligados a abandonar sus aldeas por las fuerzas econmicas y expulsados de su

  • 28

    nacionalidad mexicana por estrategias polticas del Estado, forman comunidades

    trasnacionales que ahora presentan nuevos desafos a la categorizacin y control del

    Estado.

    Luchas por los futuros

    Una versin de una lucha perdurable que bien pudiera llamarse lucha por el futuro

    sin duda ayuda a dotar de prcticas culturales y gneros en iteraciones posteriores

    (Aretxaga, Holland y Skinner, Kearney, Warren). Es parte del trnsito histrico mediado

    localmente entre lo cotidiano y aquello a largo plazo. Quiz sea til considerar las luchas

    cotidianas por identidades comunitarias como parte de lo que se quisiera alcanzar en el

    futuro. Si la gente lucha con, y por, versiones de la historia (la antropologa reciente

    ofrece numerosos testimonios de lo anterior), tambin pelea por versiones especficas del

    futuro. Nos ha impresionado la motivacin convincente de causas histricas conflictivas

    que subyacen en los intentos apremiantes por asegurar posibilidades en el futuro. En la

    prctica, los participantes luchan por ejercer influencia sobre las implicaciones de

    distintas versiones y significados en la prctica vigente sobre su vida futura,

    especialmente para sus hijos y para su propio lugar en la historia, en un futuro. Estudiar

    las luchas perdurables y las prcticas contenciosas locales cuando se nutren de

    informacin mutuamente, ofrece una va para rastrear procesos que representan esfuerzos

    por dar vida a la configuracin pasada y por privilegiar ciertos futuros por encima de

    otros.

    Las luchas histricas perdurables que definen los conflictos locales como luchas

    por el futuro son, sin duda, ubicuas. Sin embargo Malkki destaca la invisibilidad terica

    del futuro en estudios de conciencia nacional que han realizado investigadores en

    antropologa, historia y estudios culturales. Ah, el futuro est relegado a lo desconocido

    o, peor an, a las fantasas utpicas del terico; no obstante que, como argumenta Malkki,

    los futuros como historias estn constreidos y configurados por la experiencia vivida

    Los discursos del pasado y los discursos del futuro se retroalimentan; ms an a menudo

    son slo captulos diferentes de la misma historia narrativa.

    Malkki describe el temor y profundo pesimismo de los inmigrantes hutu que

    llegaron recientemente a Montreal, y destaca que estn luchando por imaginar futuros

  • 29

    con o sin la terrible enemistad y violencia convulsiva entre los hutu y los tutsi en Ruanda,

    en Burundi y ahora en la regin ms amplia de los Grandes Lagos de frica Central. Las

    divisiones poltico-morales entre el bien y el mal de ambas partes generan escenarios de

    guerras interminables o la particin de los dos pases en regiones hutu y tutsi. Otras

    posturas con respecto al futuro, expresadas por grupos e individuos dentro de la

    comunidad de los hutu urbanos en Montreal, se concentra en las posibilidades de la

    coexistencia hutu y tutsi en el frica Central o, en algunos casos, en la futura irrelevancia

    de lo que hoy es una divisin letal. Aquellos que defienden esta ltima postura parecieran

    ser, en su mayora, mujeres y, por aadidura, mujeres fuertes. Sin embargo, no todos

    comparten su postura. Todo esto ocurre dentro de los discursos especulativos de los hutu

    sobre las relaciones parcialmente ocultas entre el Occidente y frica, y entre los intereses

    francfonos y anglfonos en el frica.

    Los asuntos que vierte Malkki en el papel y el anlisis de Warren sobre los

    cambios intergeneracionales en el activismo poltico en Guatemala, originaron

    discusiones en el seminario en las que cada participante destac la importancia de estos

    estudios para comprender la manera en que los futuros, al igual que las tradiciones e

    historias, se continan y son constitutivos de luchas presentes, de identidades, vidas,

    comunidades y formaciones sociales. No podra haber mejor recomendacin para una

    lectura histrica y etnogrfica atenta que la heterogeneidad de relaciones documentada en

    estos captulos acerca de nuevas luchas que han llegado a un punto muerto, as como de

    viejas y prolongadas luchas sobre nuevos asuntos, que continan bajo el nombre de

    divisiones sociales antiguas y de intenciones por preservar el pasado, las cuales crean

    nuevas caractersticas al tiempo que fracasan las intenciones por crear nuevos rasgos.

    Una mirada etnogrfica atenta a las luchas vigentes toma su heterogeneidad como una

    invitacin para investigar las relaciones entre las luchas y sus consecuencias

    interconectadas.

    HISTORIA EN LA PRCTICA, HISTORIA EN PERSONA

    Los captulos en este libro ilustran cabalmente las constelaciones de relaciones entre

    luchas perdurables y la prctica de contenciones locales. Se concentran con detenimiento

    en las relaciones entre la prctica contenciosa y los cambios de subjetividades. Sin

  • 30

    embargo, los captulos empiezan, a propsito, en la prctica situada histricamente. Dan

    sustancia a nuestro argumento de que las relaciones entre las luchas perdurables y las

    subjetividades histricas estn mediadas por la prctica situada, local.

    Un objetivo principal del libro es extender la teora de la prctica social a la

    formacin histrica de personas. Las constelaciones dobles de relaciones aqu analizadas

    son indispensables para la concepcin amplia de la historia en prctica. Nuestro tema

    especfico de la historia en persona debe leerse como una faceta de una serie compleja de

    relaciones cambiantes.

    La historia se constituye en el espacio que abarca tanto la participacin social

    como la autoconstruccin. Las identidades constituidas dialgicamente siempre estn en

    reconfiguracin, en algn sitio entre las posiciones institucionalizadas del terreno social y

    del lugar donde habitan, en la medida en que se vuelven significativas en trminos

    ntimos. Las identidades viven a travs de las prcticas de identificacin. Como Gregory

    apunta, las subjetividades no son simples reflejos de la posicin social, ni se limitan a ser

    el significado que los individuos dan a dichas posiciones. Las subjetividades y sus

    componentes ms objetivados, las identidades, se forman en la prctica a travs del

    trabajo colectivo de evocar, improvisar, apropiar y rechazar participacin en prcticas

    que establecen la posicin del ser propio y del otro. Son duraderas, no porque las

    personas individuales tengan identidades esenciales o primarias, sino por los mltiples

    contextos en que las identidades ntimas, dialgicas, cobran sentido, dan significado, y

    son re-creadas dentro de la prctica contenciosa local (que en parte se configura y

    reconfigura por las luchas perdurables).

    La suma de todos los mltiples seres propios autoconstruidos y autoposicionados,

    de las identidades, formas culturales y luchas de largo alcance que se dan en la prctica,

    se combinan en la formacin de la historia en persona. Por ende, la historia en

    persona clasifica un mundo de identidad, accin, prctica contenciosa y luchas

    transformadoras prolongadas. Por una parte, la historia en persona se ilustra en cabalidad

    por el dialogismo de Bajtn. Hemos propuesto que las subjetividades siempre se estn

    formando en dilogos que atraviesan la diferencias para los estudios etnogrficos en

    estas pginas, en luchas que atraviesan la diferencia donde las respuestas a

    preguntas hechas por otros contenciosos se construyen en los discursos culturales y las

  • 31

    prcticas a la mano. Por tanto, las personas-como-agentes siempre estn formndose a s

    mismas, en trminos colectivos, a medida en que responden a las situaciones sociales que

    enfrentan de manera local y a sus imaginaciones. Las formas sociales y los recursos

    culturales producidos en estas situaciones se vuelven personales en el arreglo u

    orquestacin de voces engranadas en stas. En consecuencia, las luchas sociales se

    personifican, de tal suerte que sus fuerzas asimilan el carcter de la gente que las

    reproduce y para la cual se reproducen. Por ende, la historia se genera en las personas y

    por las personas.

    Por otra parte, la historia en persona participa no slo en los dilogos locales a la

    mano sino tambin en luchas perdurables que se extienden en tiempo y espacio. La

    prctica contenciosa local se produce en personas y por personas bajo material cambiante

    y condiciones simblicas provocadas por transformaciones poltico-econmicas y

    poltico-ecolgicas importantes. As tambin los participantes en conflictos locales

    pueden apropiarse recursos de otros sitios en esas luchas perdurables.

    La historia en persona no es una mera idea; es susceptible de investigaciones

    enfocadas especficamente, entre las cuales dos sobresalen en el mtodo del presente

    proyecto: aproximarse a la historia como algo que est formado en, y por, personas, y al

    estudio de las personas como entes creados histricamente. Ambas aproximaciones

    requieren que el estudio etnogrfico comience y termine en anlisis diferenciados y

    extensos de la prctica social del conflicto, tanto en el plano cotidiano como local. Ms

    an, las inflexiones cambiantes de la identidad en la prctica cotidiana de personas

    histricas debe considerarse como parte de la dura realidad del dominio poltico y de las

    luchas perdurables que mantienen a ciertas identidades en una prctica no negociable

    mientras que dan relevancia a otras para la instrumentacin de esas luchas (incluso al

    cambiar).

    Nuestra bsqueda de conceptos ms adecuados de la historia en persona ha

    destacado la importancia social de formas culturales detonadas por conflictos que

    resultan cruciales en las prcticas de identificacin en el plano local. Comenzamos el

    seminario con la discusin sobre un enfoque dual de las relaciones en paralelo que

    atraviesan el terreno ntimo, hasta las luchas locales situadas, y entre las ltimas y las

    luchas de escala ms amplia que producen constreimientos y recursos institucionales y

  • 32

    discursivos mltiples. El proyecto procur emplear investigacin etnogrfica con el fin de

    comprender las relaciones entre prcticas de identificacin y participacin, y su

    interconexin dentro de ese panorama complejo de relaciones.

    Esta postura tambin exigi dimensiones ms especficas de anlisis: en el libro

    hemos subrayado el trnsito denso de relaciones contenciosas entre las personas en la

    prctica y las mismas personas conforme se hacen en la prctica. Las luchas-locales-en-

    prctica han exigido investigaciones por derecho propio. Temas frecuentes son las

    preguntas acerca de cmo median las luchas perdurables a mayor escala y cmo se nutren

    de informacin y se transforman entre s. Tambin preguntamos cmo las luchas-en-

    prctica son diversas en s mismas y cmo reciben, intercambian y actan mediante

    formas culturales histricas. Este enfoque abre otras preguntas: De qu manera se

    producen las luchas perdurables, cmo viajan y cmo se apropian localmente en un

    terreno ntimo? De qu manera el vivir afuera de las identidades en lucha, en un

    momento particular de la historia, se relaciona con la produccin y la lucha de

    coherencias parciales que rebasan la localidad y se produjeron antes y son duraderas, y

    que vinculan las instituciones, discursos y otras prcticas difundidas de lucha a lo largo

    de foros de accin internacionales, nacionales, regionales y subregionales as como

    locales? De qu manera estas relaciones afectan a cules identidades dadas, de manera

    conjunta en la prctica contenciosa local, y por qu algunas son reprimidas mientras que

    otras son privilegiadas? De qu manera las caractersticas por las cuales luchan las

    personas son parte de luchas perdurables?

    Esperamos que esta visin de la historia-en-prctica desarrollada aqu arroje luz

    sobre la comprensin de la historia en persona. Las luchas locales en una prisin de

    Irlanda del Norte, en los festivales tnicos de Oaxacalifornia, en las tensiones entre las

    trayectorias de vida de los miembros de una familia de activistas mayas, en las bodas de

    los hutu en el exilio, en la fbrica britnica, en el festival Tij en Nepal, en las calles del

    Japn que recorri Mori, en una reunin pblica organizada por autoridades portuarias o

    en aquellas celebradas por el comit de gobierno de la Oporto British School no fueron

    slo ojos de cerraduras ubicados a conveniencia para espiar los nexos entre estos

    acontecimientos particulares con las luchas perdurables a gran escala en las que

    participan mltiples instituciones y prcticas. Tambin fueron de manera axial sitios

  • 33

    donde se produjeron valoraciones sociales importantes sobre el futuro; donde el trabajo

    social de identificacin fue continuo; donde las personas estaban siendo colocadas por las

    prcticas; donde estaban siendo reprimidas y se radicalizaban; donde se estaban

    produciendo formas culturales poderosas y se estaban alterando subjetividades; y donde

    las coherencias a travs de los sitios se estaban (re)produciendo o interrumpiendo. Fueron

    lugares donde las personas se volvan a llenar de historias, aumentando las subjetividades

    ya existentes.

    Aqu, al ahondar en una visin compleja de la historia en persona, intentamos

    hacer justicia a la densidad de ensayos que integran este libro. Los primeros tres

    captulos, los de Aretxaga, Warren, y Holland y Skinner, captan momentos de

    transformacin de luchas amplias en las cuales, en la prctica, las identidades tambin

    estn sujetas a transformacin. Los captulos de Gregory, Willis y Linger son muy

    intensos en lo que se refiere al recuento de prcticas profundas de identidad en relacin

    con la prctica contenciosa local. Tienen mucho que aportar acerca cmo se generar

    formas culturales que sustentan y vinculan a dichas prcticas. Los tres captulos finales,

    de Kearney, Lave y Malkki, se concentran en luchas por el futuro de personas

    enfrentadas en la historia.

    i Deseamos expresar nuestra gratitud a la School of American Research (SAR, por sus

    siglas en ingls) por esta maravillosa oportunidad de intercambio intelectual. Asimismo

    recibimos apoyo generoso del National Endowment for the Humanities y de la Luso-

    American Foundation for Development. Hemos trabajado de manera conjunta, en una

    colaboracin cercana y equilibrada, en todos los aspectos de este proyecto, desde el

    desarrollo de la propuesta para el seminario de la SAR y la direccin del seminario, hasta

    la preparacin del presente libro y la elaboracin de su captulo introductorio. Dos

    revisores annimos, al igual que William S. Lachiotte, y la directora editorial de la SAR

    Joan ODonnell, as como la editora independiente Jane Kepp, ofrecieron comentarios muy tiles sobre los borradores de la introduccin; a esos comentarios se unieron las

    voces de los participantes del seminario. Aunque no siempre adoptamos sus sugerencias,

    sus aportaciones ayudaron mucho a nuestro pensamiento. Agradecemos de manera

    especial a Amy Mortensen y Susan Shepler, quienes contribuyeron con sus

    conocimientos considerables en la preparacin de este libro; su sentido del humor hizo

    que todo el proceso fuese ms divertido.

    ii Debido a una tragedia familiar, Brackette Williams no pudo asistir al seminario.