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2. Ética y antropología física. El que esté libre de culpa… María de Lourdes Sodi Campos Introducción El antecedente de este trabajo es una investigación sobre el cuer- po y el alma que presenté como tesis para obtener el grado de maestría en antropología física [Sodi, 2005], en ella se trata la historia de la dicotomía cuerpo-alma y su influencia innegable en las ciencias modernas. A partir de esta investigación me quedó la sensación de que no sólo vivimos fragmentados en estos dos componentes de lo humano, sino que el propio hombre es con- templado así por distintas disciplinas. La antropología física no es la excepción, al estudiar al hombre desde distintos ángulos, se le fracciona nuevamente y se obtienen estudios también frag- mentados que no dan cuenta de toda su magnitud. La mirada antropofísica se encuentra, así, seriamente distorsionada por las concepciones teórico-metodológicas de las que se disponen para obtener los datos, la materia prima a partir de la cual realizar nuestras investigaciones, y es que estas concepciones, como dice Herrera [2001], han “dividido a los seres humanos en diversos

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2. Ética y antropología física. El que esté libre de culpa…

María de Lourdes Sodi Campos

IntroducciónEl antecedente de este trabajo es una investigación sobre el cuer-po y el alma que presenté como tesis para obtener el grado de maestría en antropología física [Sodi, 2005], en ella se trata la historia de la dicotomía cuerpo-alma y su influencia innegable en las ciencias modernas. A partir de esta investigación me quedó la sensación de que no sólo vivimos fragmentados en estos dos componentes de lo humano, sino que el propio hombre es con-templado así por distintas disciplinas. La antropología física no es la excepción, al estudiar al hombre desde distintos ángulos, se le fracciona nuevamente y se obtienen estudios también frag-mentados que no dan cuenta de toda su magnitud. La mirada antropofísica se encuentra, así, seriamente distorsionada por las

concepciones teórico-metodológicas de las que se disponen para obtener los datos, la materia prima a partir de la cual realizar nuestras investigaciones, y es que estas concepciones, como dice Herrera [2001], han “dividido a los seres humanos en diversos

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componentes físico-químicos y otro mental, uno corporal y otro mental, uno bio-lógico y otro social” [op. cit.:89]. O, como reflexiona Vera [2002], “la antropología física reconoce una doble esfera de determinación del fenómeno humano y en ese sentido le asigna una doble naturaleza o significación: biología y cultura en cons-tante interacción, pero a la vez con cierta independencia” [op. cit.:40].

Al mirar al ser humano fragmentado en un cuerpo mensurable y un alma inal-canzable empíricamente, se tiende a actuar profesionalmente bajo esta dicotomía que lleva, por un lado, a abarcar sólo algunas aristas del fenómeno humano y, por otro lado, a devaluar a nuestros sujetos de estudio, lo que conduce irremediable-mente a mirarlos como objetos, los cuales pueden ser estudiados sin mayores pre-ocupaciones éticas. Sin embargo es necesario recordar que estos sujetos de estudio son personas como nosotros mismos y que requieren ser respetados como tales.

La antropología física, en este sentido, requiere normas, lineamientos y re-glamentos que regulen el quehacer cotidiano de sus agremiados. A pesar de que éstos existen, no siempre consiguen influir en los profesionistas, muchas veces son pasados por alto en momentos críticos del desempeño profesional, como la elabo-ración de un proyecto de investigación o el trabajar con un grupo de estudiantes. Sumado a esto, es posible detectar faltas éticas1 en la práctica profesional, no sólo de los antropólogos físicos en particular, sino de los antropólogos en general.

Ética y bioéticaLa ética es la ciencia que estudia la bondad o maldad de los actos humanos, es una ciencia que contiene normas que pretenden regir la conducta del ser. Aquí habría que distinguir entre las acciones humanas que suelen suceder (lo normal de hecho), de las acciones humanas que deberían suceder, lo que está regido por una norma o ley (lo normal de derecho), con base en esta última la ética proporciona las razones por las cuales se justifica una conducta y se desecha otra. La palabra ética proviene del griego éthos, que se refiere “al esfuerzo activo y dinámico de la persona que da a lo recibido forma verdaderamente humana” [Ferrer y Álvarez, 2003:22], pero también puede interpretarse como hábito o costumbre, refiriéndose a “los actos concretos y particulares, a través de los cuales la persona realiza su proyecto de vida”

1. Se denomina infracción ética o falta ética a la acción que viola uno o más de los principios éticos fundamentales: beneficencia, no maleficencia, altruismo, justicia y respeto a la autonomía [Ferrer y Álva-rez, 2003].

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[2003:24]. Así, podemos decir que el término ética es una rama de la filosofía que “estudia racionalmente la conducta humana, desde un punto de vista de los deberes y las virtudes morales […] es saber racional, en cuanto reflexión crítica sobre el hecho de la vida” [ibid.], en resumen, la ética es la ciencia “que estudia la bondad o maldad de los actos humanos” [Gutiérrez, 2001:14].

Entendida así, tenemos tres grados o tipos: la ética descriptiva, que es la ciencia positiva de los hechos morales; la ética normativa, que consiste en un repertorio de normas morales, y la ética filosófica, que es la reflexión racional profunda de los fundamentos de los sistemas morales.

La bioética, por otro lado, reflexiona sobre todo el ecosistema, desde un virus hasta los grupos más complejos de seres vivos. La bioética “no sólo pretende for-mar individuos sabios en las cuestiones que trata, sino individuos que amen la vida y deseen conservarla, en este planeta o en cualquier otra parte, por tiempo indefi-nido” [Rivero y Pérez, 2007:21]. Para Potter, creador de la bioética, esta es la cien-cia que “garantiza la supervivencia de la humanidad en armonía con su ambiente óptimo” [op. cit.:22]. La bioética se ha ido transformando con el paso del tiempo, tratando de reflexionar y dar pautas de acción ante problemáticas científicas que muchas veces nos rebasan, en este sentido se reflexiona sobre la inseminación arti-ficial o la eutanasia, por mencionar algunos de sus tópicos.

Las ciencias en general buscan el conocimiento de la realidad, de la verdad. Los científicos deben mantener una conducta éticamente saludable si realmen-te desean encontrar respuestas a sus múltiples preguntas de investigación. Existe una rama adyacente de la ética, denominada ética profesional que propone junto con la ética básica, principios específicos que respeten la dignidad y los derechos humanos así como proceder con justicia. Esta ética tiene un doble cometido, por una parte “aplicar a la actividad profesional los criterios y principios aportados por la ética básica y universal; y por la otra, aportar principios o criterios especí-ficos […] con el fin de proporcionar a las personas los instrumentos que precisan para estructurar un proceder ético habitual en el mundo del ejercicio profesional” [Cobo, 2001:29].

Esta ética profesional incluye un conjunto de valores, principios y normas

que regulan la actividad de las personas adscritas a una profesión. De esta manera la ética antropológica es una ética profesional que, como tal, pretende regular la responsabilidad de los profesionistas ante las personas con las que tiene contacto en su quehacer cotidiano, por ejemplo, la ética médica regula la relación médico

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paciente y los diferentes agentes que intervienen de manera cotidiana en su salud como el médico, las políticas de salud y hospitalarias, etc. En este sentido, la ética antropológica trata de regular la relación del antropólogo con sus colegas, con los sujetos-objetos de investigación, con los estudiantes, así como las acciones que el profesionista toma ante situaciones y políticas en las que se ve inmerso en su quehacer cotidiano.

Una de las labores más importantes en el quehacer cotidiano es la educación, donde la ética tiene una misión fundamental: muestra el modelo de conducta a seguir; así, el educador es orientador, auxiliar, una causa instrumental dentro del proceso de la educación y la ética proporciona el modelo de la conducta humana buena, de tal manera que el educador logre la autonomía, la madurez y la respon-sabilidad en sus estudiantes.

¿Qué necesita la antropología física?La antropología física necesita tanto de la ética como de la bioética. Es decir, por un lado requiere una reflexión sobre la manera en que se actúa cotidianamente en la investigación y en la docencia, es decir, la ética profesional y, por otro lado, requiere algunos aspectos que ya ha trabajado la bioética para normar las maneras de hacer nuestra labor, tomando en cuenta el respeto del hombre hacia el hombre y del hombre hacia todos los seres vivos. En este sentido, la bioética nos puede dar pautas de trabajo como el consentimiento informado o la retribución hacia los sujetos de estudio; mientras que la ética profesional reflexionará sobre el cumpli-miento de metas académicas, por ejemplo, o la responsabilidad de los directores de tesis. Teniendo en mente estos dos aspectos (ética y bioética) realicé una bús-queda bibliográfica de temas relacionados con alguna preocupación ética en la profesión. Ubiqué los trabajos de algunos investigadores que se han dado cuenta de la urgente necesidad de contar con parámetros (bio)éticos para realizar nuestras labores, por lo que han realizado reflexiones sobre las actividades cotidianas de los antropólogos físicos.

En esta búsqueda bibliográfica encontré dos tomos en particular: las ediciones de 1999 y la de 2005 de los Coloquios de Antropología Física “Juan Comas”. En

el primero hay cuatro artículos que, versan sobre problemáticas bioéticas en la an-tropología física y que incluyen las palabras bioética o ética en el propio título; en la edición de 2005 se encuentran tres trabajos que, si bien no introducen el término en el título, presentan algunas ideas de interés ético a lo largo de su exposición.

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En este trabajo pretendo dar cuenta de los tópicos que estos antropólogos han detectado y su manera de manejarlos para tratar de hacer, por un lado, un somero análisis de ellos y, por el otro, proponer el empleo de algunos lineamientos éticos y bioéticos que permitan desarrollarnos como personas y como profesionistas res-petando siempre a los demás.

¿Cuáles han sido las posturas en antropología física?Son varios los antropólogos (Ventura, Serrano, Lizarraga, Márquez, Peña y Ramos) que han visto la necesidad de hacer una reflexión aunque sea somera de cuestiones éticas en el quehacer científico de la disciplina. Cada uno desde su muy particular punto de vista, pero también a partir de la experiencia en un campo específico de la disciplina, han buscado y encontrado distintas problemáticas (bio)éticas que, de una u otra forma, caminan de la mano de cada proyecto de investigación.

Por ejemplo, Ventura [1999] plantea la problemática ética suscitada en Brasil a raíz de la comercialización de linajes de dna de los indígenas del Amazonas. Su reflexión se centra en los investigadores frente a los sujetos de investigación, haciendo notar que es urgente poner atención en lo que ellos demandan. No sólo es importante hacer un proyecto de investigación en el que se contemplen los pro-cedimientos a seguir en cada paso de ésta, sino que es importante que se cumplan dos requisitos fundamentales en cualquier experimentación científica con grupos humanos: por un lado, el deber de los investigadores de informar a los sujetos de estudio acerca de los objetivos, metodologías, peligros y resultados de la investiga-ción, así como por qué fue elegida esa población y no otra, y la posibilidad del uso comercial de los productos de la investigación, tanto si son puramente datos, como si son muestras fisiológicas. Por otro lado, obtener el consentimiento informado2 de cada uno de los sujetos de investigación, no solamente de la autoridad responsa-ble de la localidad, escuela, hospital, etc. que vaya a participar en el estudio.

Ventura utiliza dos conceptos elaborados por Engelgardt [1996] para hablar de la convivencia entre investigador y sujeto de estudio: compañeros morales y extraños morales. Los compañeros morales o amigos morales son:

2. El concepto consentimiento informado surge dentro de la bioética con el objeto de regular la re-lación entre médico y paciente. Se define como “el acuerdo de voluntades de las partes contratantes que se manifiestan con el concurso de la oferta y la aceptación sobre la cosa y la causa que han de constituir el contrato […] significa que el paciente acepta lo que se le propone, tras recibir sobre ello una completa información” [Castellano, en Polaino-Lorente, 2000:328 y 331].

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Las personas que comparten suficientes elementos morales concretos como para re-

solver sus diferencias a través de argumentos racionales válidos o a través del recurso a

una autoridad moral, que ambos reconocen como derivada de una fuente distinta del

consenso o el acuerdo entre las partes. [Por otro lado] los extraños morales son perso-

nas que no tienen en común suficientes premisas morales o normas de demostración e

inferencia moral para resolver sus controversias morales a través de una argumentación

racional válida [op. cit.:7].

Con estos dos conceptos, Ventura analiza la relación investigador-sujeto de estudio, en dos áreas de interés antropológico: el coleccionismo de restos óseos y el nuevo coleccionismo, el de dna. El primero está siendo repensado, lo que ha dado lugar a la repatriación y reinhumación de los restos óseos; el segundo está causando conflictos por la recolección desinformada de muestras. De esta manera, insiste en que en la antropología continúa la formación de colecciones como eje central. Éstas han recibido una fuerte influencia de cuestiones éticas, se han for-mado con la base de relaciones entre extraños morales, pero hoy es imperante que tales relaciones cambien y sean considerados, si no como compañeros morales, al menos como sujetos que hoy día están manifestando claramente sus puntos de vista. Es necesario, así, trabajar en una

[…] mayor armonía, moral y éticamente hablando, con los sujetos de investigación, ya

no es más una necesidad solamente en el contexto de una versión humanista de la ciencia.

Llegar a un patrón moral y éticamente ‘saludable’ se está constituyendo en una condición

sine qua non para la propia realización de la práctica científica [Ventura, 1999:24].

No sólo porque los sujetos de investigación tengan hoy en día mayor presencia

o sean capaces de defender su idiosincrasia, tenemos que pensar en un compor-tamiento moral respecto a ellos, eso sería tener una actitud ética de mínimos, cuando debemos aspirar a una ética de máximos en la que todo nuestro compor-tamiento profesional vea al otro como persona. Asimismo, si bien es importante considerar a los sujetos de estudio como compañeros morales, también lo es seña-lar que son extraños morales, extraños en el sentido de que cada grupo humano crea sus propios simbolismos respecto a su estancia en el mundo y, por lo tanto, el investigador debe ser capaz de reconocer lo común y lo extraño, compartiendo y respetando al mismo tiempo.

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Márquez [1999] ha visto también la necesidad de reflexionar sobre el com-portamiento ético de los profesionistas de la disciplina sobre todo en el campo de acción que ha desarrollado durante su vida académica y de investigación, la osteología. Para Márquez existen dos problemas éticos fundamentales dentro de esta rama de la antropología física: la propiedad de los datos arqueológi-cos y la custodia y conservación de los restos óseos, además de otros tópicos derivados de los anteriores, como la propiedad intelectual y la educación, siendo ella la única antropóloga que toca el punto de la responsabilidad por la educación.

Respecto al primer problema, la propiedad de los datos arqueológicos, destaca la necesidad de que el arqueólogo que trabaja un sitio debe hacer entrega al an-tropólogo físico de todos los datos de la excavación, incluido el informe arqueoló-gico del proyecto, de tal manera que los investigadores puedan hacer uso de este material para su estudio y conservación. En relación con el segundo problema, referente a la custodia y conservación de los restos óseos, se hace necesario, dice Márquez, recordar que éstos son patrimonio de la nación y por ello deben pro-veerse las condiciones adecuadas para su mantenimiento, incluyendo el personal capacitado para su cuidado. Sólo de esta manera será posible conservar los datos que ellos mismos contienen.

Márquez argumenta que existen lineamientos éticos sobre el patrimonio cul-tural, entre los que destaca:

1) “La responsabilidad profesional hacia los recursos arqueológicos: principio que postula que el patrimonio arqueológico, es decir, los materiales in situ, los sitios mismos, las colecciones arqueológicas, los registros y los reportes deben ser de custodia pública y su manejo en beneficio de todos” [1999:51].

2) La necesidad de “difundir los conocimientos en todos los ámbitos, principal-mente entre estudiantes, maestros, grupos indígenas, oficiales de gobierno y periodistas” [ibid.].

3) Los conocimientos obtenidos a partir de los vestigios arqueológicos no pueden ser individuales, los investigadores podrán tener acceso exclusivo a los materia-

les, siempre y cuando no exista impedimento legal o académico y, después de cierto tiempo, el material debe “ser puesto al alcance de otros. El conocimiento derivado de ello debe estar disponible mediante publicación […] o depositarse en los archivos para su cuidado y consulta” [ibid.:52].

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Por otro lado, Márquez denuncia de manera enérgica los tratos diferenciales que reciben investigadores nacionales y extranjeros. Los segundos no están, la ma-yoría de las veces, obligados a cumplir con los mismos requerimientos que sí se les exigen a los investigadores mexicanos.

Otro punto sobre el que reflexiona esta antropóloga es el de la relación de los restos óseos y los indígenas actuales, quienes no han logrado hacer una identifica-ción entre los restos y sus antepasados, motivo por el cual no han surgido recla-mos como los ocurridos en Estados Unidos y que dieron lugar a su repatriación [Ubelaker y Guttenplan, 1989]. A los indígenas actuales les preocupan los descu-brimientos de materiales arqueológicos, como esculturas, estelas, es decir, objetos bellos y, por lo tanto, cotizados por los coleccionistas.

Finalmente, Márquez comenta la responsabilidad de los antropólogos con re-lación al estudio de las diferencias morfológicas, lo que ha llevado a posturas ra-cistas. Conmina a los colegas del ramo a trabajar en una normatividad que regule los estudios osteológicos de tal manera que estas diferencias sean utilizadas para entender procesos evolutivos y de adaptación a distintos ambientes. Propone la creación de un Consejo de bioantropología que:

Revise y asesore a los especialistas en proyectos que impliquen la excavación de restos

óseos humanos y pueda hacer el seguimiento completo del proyecto, participe en la

elaboración de criterios y normas para la conservación, cuidado y uso de los materiales

óseos, así como establecer normas generales que se apliquen en todos y cada uno de los

sitios donde se encuentran materiales óseos [1999:56].

En otro artículo del mismo compendio antropofísico, Serrano y Lizarraga

[1999] se comprometen con la reflexión ética a partir de tres tópicos de aná-lisis: el epistemológico, el metodológico y el sociológico, teniendo en mente el concepto de población. Desde su punto de vista, la reflexión que los antro-pólogos hemos realizado tiene relación con las normas que es necesario seguir cuando se trabaja con poblaciones contemporáneas: conseguir los permisos correspondientes, considerar tiempos y espacios, así como tratar de no alterar la vida cotidiana de la población, respetando sus costumbres y tradiciones. Sin embargo, esto no es suficiente: el investigador debe ser consciente de la responsabilidad ética de su disciplina, por lo que es necesario llevar a cabo una reflexión teórica y epistemológica profunda, una “reflexión del papel ético

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de la práctica antropofísica vinculada a los estudios de población” [Serrano y Lizarraga, 1999:34].

En el contexto epistemológico, los autores sostienen que nuestra actitud ética ante el otro está “sociohistóricamente marcada y matizada por las abstracciones, los símbolos y finalmente los paradigmas en que nos afinquemos” [op. cit.:35], idea que comparto. Incluso el lenguaje que empleamos le da sentido y dirección a las preguntas que, como investigadores, nos hacemos; esto tiene como resultado un borramiento del objeto a investigar. Como nuestra manera de ver la vida influ-ye contundentemente en la manera en que investigamos, es necesario reflexionar, dicen, sobre “los problemas relativos a la pertinencia de los diversos supuestos teóricos, de determinados objetivos de estudio, y de líneas de investigación [pero también es necesario observar] las ausencias, omisiones y exclusiones que conllevan ciertos paradigmas y teorías” [ibid.:37]. Para ello se hace necesaria una reflexión epistemológica profunda dentro de la disciplina que nos lleve a desechar, construir y desarrollar teorías. Los autores proponen que lo primero que debe ser revisado es nuestro concepto de naturaleza humana para que, a partir de él, se construyan las bases éticas necesarias para desarrollar nuestra labor antropológica.

Respecto al contexto metodológico, Serrano y Lizarraga urgen porque se re-conozca lo frecuentemente que se imponen “clasificaciones, categorías y nociones [que] no siempre se corresponden con el orden y las dinámicas internas de la po-blación estudiada” [op. cit.:40], y en consecuencia el conocimiento que se genera es sesgado y puede provocar daño a la población.

Por otro lado, las técnicas y las metodologías que se definan para estudiar una población deben, en primer lugar, respetar a los sujetos investigados, para lo cual es menester revisar a detalle “las coherencias, ventajas y desventajas de los métodos propuestos” [ibid.:41], de tal manera que los sujetos investigados puedan, en un momento dado, obtener algún beneficio del estudio. De esta manera habría que informar lo más claramente posible los objetivos de la investigación, sin engañar ni coaccionar para obtener lo que se busca.

Por último, se refieren al contexto sociológico en el cual, dicen, se hace necesaria la revisión de los procedimientos institucionales, así como la de aquéllos relacionados

con la difusión del conocimiento. En este nivel de análisis intervienen tres aspectos:

1) Las instituciones académicas cuyo discurso puede convertirse en la guía de distintas políticas.

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2) El diseño de las políticas públicas para la investigación.3) El carácter privado, es decir, los intereses personales, políticos y sociales que

motivan la investigación.

En cada uno de estos niveles se sugiere hacer una reflexión en la que se analicen los contextos y su articulación con la mirada antropofísica. Para concluir, los au-tores demandan una verdadera discusión ética “que no soslaye las incertidumbres que privan en el devenir de las poblaciones y que implique adecuaciones del inves-tigador y de la propia investigación para con los usos, las maneras y temperamentos de los grupos y subgrupos humanos” [op. cit.:43] (cursivas en el original).

En otros textos de la misma colección, Estudios de antropología biológica, se pueden encontrar algunas alusiones a problemáticas éticas en la antropología físi-ca, por ejemplo:

Responsabilidad profesional hacia los recursos arqueológicos.•Propiedad intelectual y difusión del conocimiento.•Cosificación del sujeto de estudio [Peña y Ramos, 1999].•Obtención del consentimiento informado de cada uno de los sujetos de •investigación.Falta de reflexión sobre el impacto de las acciones del investigador sobre •las personas a ser estudiadas.Recompensar a los sujetos de estudio al menos con el informe de los re-•sultados de la investigación.Compromiso del investigador con la producción del conocimiento cien-•tífico, entre otros.

Esta revisión bibliográfica me permitió constatar que existe una preocupación por parte de investigadores de nuestra área sobre temas éticos y el desempeño de nuestra profesión. De esta manera, en la siguiente sección, comentaré algunos problemas que se han detectado en distintas instituciones de educación superior y centros de investigación nacionales y extranjeros, así como algunas propuestas éti-

cas que pueden ayudar, en algunos casos concretos, a reflexionar sobre la manera más adecuada de resolver conflictos en la cotidianidad profesional.

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La ética en la antropología físicaEn esta sección me referiré a algunos temas éticos relacionados con el quehacer del antropólogo físico. Para empezar, he dividido el desempeño dentro del ámbito escolar en dos grandes áreas: la investigación y la formación de recursos humanos. A partir de ellos trataré de analizar y proponer algunos puntos normativos que

ayudarían a reflexionar sobre nuestras actividades cotidianas.

InvestigaciónUn proyecto de investigación tiene como objetivo general conocer una parcela de la realidad, este conocimiento “debe obtenerse al costo social mínimo posible, sin producir daño y es responsabilidad personal del científico el obtener el conocimien-to sin perjudicar a nadie” [Aréchiga, 2004:47].

Según Aréchiga, siguiendo a Rotblat, la obtención y el uso del conocimiento científico deben respetar tres principios éticos fundamentales: “a) beneficencia, es decir, hacer siempre el bien; b) no maleficencia […] que implica no dañar, aun cuando la intención sea benéfica; c) altruismo, es decir, no tener al lucro como el propósito del trabajo científico” [op. cit.:57].

En este mismo sentido, puede hablarse de algunas infracciones éticas que se cometen en el desarrollo de un proyecto de investigación:

— Elaboración de proyectos de investigación netamente personales que no bus-can en un primer momento la adquisición de conocimientos sino la opor-tunidad de escalar en el puesto laboral. Esto tiene como resultado acciones éticamente inaceptables que pueden ir desde un planteamiento sin mayo-res intereses sociales, la utilización inadecuada de financiamiento limitado y hasta la fabricación, falsificación y plagio de datos y resultados [Aluja y Birke, 2004].

— Atropello de los intereses de los sujetos de estudio, cuyo mayor ejemplo es la realización de investigaciones sin el “consentimiento informado, explícito y sin tener como propósito el que, como resultado del estudio, el sujeto reciba algún beneficio” [Aréchiga, 2004:48], la característica del consentimiento informado es que consiste en un “documento escrito y personalizado, es decir, específico para cada ocasión” [Castellano, 2000:331]. En este punto habría que reflexio-nar sobre la manera en que abordamos a nuestros sujetos de estudio, si se les informa adecuadamente de los objetivos, procedimientos y duración de la

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investigación, o si solamente recurrimos a obtener las autorizaciones oficiales para acceder a la población de estudio.Peña y Ramos [1999] han reflexionado ya sobre la necesidad de tomar en

cuenta a los sujetos de estudio hablando con ellos sobre los objetivos de la inves-tigación y solicitando después el consentimiento informado, también sugieren la inclusión, en los manuales de somatometría, de parámetros a seguir para que el investigador se relacione adecuadamente con los sujetos de estudio de tal manera que se minimice cualquier agresión hacia ellos.

Respecto al consentimiento informado, la Comisión Nacional de Bioética de la Secretaría de Salud publicó en 2002 un Código de Bioética en el que se habla del consentimiento informado en los siguientes términos:

Los investigadores recabarán el consentimiento informado por escrito de las personas

sujetas a investigación o en su caso, de sus apoderados o tutores. El consentimiento

se obtendrá con la clara descripción del estudio, de sus riesgos, beneficios y el plan-

teamiento del derecho del paciente a retirarse de la investigación cuando así lo desee,

sin que por ello afecte en modo alguno su ulterior atención médica [Cano y Torres,

2004:314].

En nuestro caso particular, este artículo debe aplicarse bajo las mismas circuns-

tancias y respetar en todo momento la decisión de los sujetos de la investigación si es que desean retirarse.

También, respecto al desarrollo de un proyecto de investigación en el que se incluyan estudiantes, es importante tomar en cuenta algunos principios básicos:

— Elegir a los alumnos que realmente estén interesados en el tema a investigar, de tal manera que no claudiquen.

— Dedicar a los estudiantes el tiempo necesario para que logren las metas pro-puestas, pero sin que sean solamente ellos quienes lleven a cabo toda la inves-tigación, es el caso del investigador que “instruye al personal a su cargo (en este caso a los estudiantes) para que lleven a cabo su investigación [y] no se involucra directamente en su proyecto de investigación sino que ordena que ellos lo hagan por él” [Aluja y Birke, 2004:119].

— Igualmente, es importante tener estudiantes en un proyecto con miras a que desarrollen sus capacidades y adquieran conocimientos y habilidades, sin utili-

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zarlos como “sustento único de la investigación académica o como fundamen-to único de programas de investigación a largo plazo” [op. cit.:120], ya que esto deteriora el propósito mismo de la educación académica.En un estudio realizado en diferentes universidades nacionales sobre las rela-

ciones entre profesores y estudiantes [Domínguez y Macías, 2004], se denuncian diferentes asuntos éticos cuando se llevan a cabo proyectos de investigación que involucran estudiantes, entre ellos, el abuso hacia los estudiantes por parte de cier-tos investigadores, los cuales los utilizan como “mano de obra, [cometen] falta de reconocimiento y/o falta de atención […] los investigadores usan los datos de los estudiantes o de otros investigadores sin reconocer su contribución” [op. cit.:227]. En este sentido, habría que tener sumo cuidado en la relación que se establece entre investigadores y alumnos, de tal manera que los primeros obtengan el tra-bajo que esperan de los estudiantes y éstos, a su vez, adquieran conocimiento y la atención por parte de los investigadores, así como el reconocimiento y la mención de su labor en el proyecto al que están adscritos. En este sentido es importante también hacer una selección adecuada de estudiantes a los cuales delegar tareas apropiadas y específicas que a su vez ayuden a desarrollar en ellos el máximo de sus capacidades pero que al mismo tiempo los provean de nuevos conocimientos.

Si se va a elaborar un informe de proyecto o se van a publicar uno o más artículos, es menester del profesor guiar a los estudiantes, darles el mérito que se merecen, pero también reconocer como primer autor al investigador que los ha conducido a través de las actividades de la investigación. Quizá una de las mayo-res infracciones éticas denunciadas en la bibliografía sea el plagio de información cometida por los investigadores en perjuicio de los estudiantes: “60% de inves-tigadores de diferentes universidades nacionales reportan una alta frecuencia de este problema” [Domínguez y Macías, 2004:232]. El mismo compendio incluye un estudio que habla de 50% de casos de robo de información o falta de recono-cimiento a los estudiantes [Castillo y Garibay, 2004:192]. Debemos vigilar que el artículo 26 de las Normas de Funcionamiento de Prácticas de Campo de la enah se cumpla cabalmente, el cual dice:

[De los estudiantes] es su derecho de autoría sobre todos los materiales generados a

partir de la práctica de campo: diario de campo, etnografías, ponencias, artículos, fo-

tografías, audios, videos, etcétera, y a ser citado en futuros usos que haga de ellos el

profesor investigador responsable o la propia institución [op. cit.:4].

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Cuando se realiza trabajo de campo para la obtención de datos es importante tener en cuenta algunos aspectos éticos en relación con los diferentes momentos y actividades de trabajo:

— Excavación para la recuperación de restos óseos: en este rubro es importante tener en cuenta que, además de obtener los permisos de excavación de las instancias civiles y religiosas (en caso de recuperación de restos óseos en panteones) es reco-mendable hablar también con los miembros de la comunidad, de tal manera que, por un lado, estén enterados de que el investigador y su equipo van a trabajar en el lugar y que cuentan con los permisos pertinentes y, por otro lado, que conoz-can también los objetivos de la recuperación de los esqueletos. Es posible, si se va a excavar en un cementerio, que los miembros de la comunidad sean parientes de los cuerpos que se pretenden exhumar, por lo que es necesario contar con su consentimiento informado sobre la exhumación, la conservación y el estudio de los restos de su familiar. En todo momento los parientes pueden oponerse y el investigador y su equipo deberán atenerse a las decisiones de los pobladores. De cualquier forma, el conocimiento emanado de la investigación de estos restos óseos debe difundirse entre los miembros de la comunidad, entregando un infor-me completo de los hallazgos, de esta manera se estaría cumpliendo, aunque sea mínimamente, con el principio de retribución a la población de estudio.

— Recolección de muestras de sangre, saliva y/o cabello para la obtención de adn: En este tipo de estudios, además de informar a cada uno de los participantes de la investigación sobre los objetivos y procedimientos a seguir, debe obtenerse el consentimiento informado, así como mantener la confidencialidad de los resultados. Es importante en esta clase de estudios tener muy claras las metas propuestas, así como haber realizado una correcta selección de la población por estudiar, de manera que no exista la probabilidad de repetir el muestreo o tener que hacerlo en otra localidad. Es éticamente inaceptable, por otro lado, no prever efectos nocivos que se deriven de la investigación, aunque éstos sean utilizados por terceras personas “como pueden ser compañías de seguros, o agencias gubernamentales, o bien, pueden inducirse efectos genéticos indesea-

bles en el sujeto de estudio” [Aréchiga, 2004:54].— Obtención de medidas antropométricas: en este tipo de investigaciones se de-

ben seguir las recomendaciones mínimas de la bioética, es decir, informar a los miembros de la comunidad de los objetivos, alcances, duración y requeri-

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mientos de lo que se pretende llevar a cabo; una vez que todos los participantes hayan comprendido nuestras intenciones, es necesario solicitar su consenti-miento, porque este tipo de investigaciones implican:

La manipulación del cuerpo del ‘otro’ —observándolo, tocándolo, desnudándolo, mi-

diéndolo, pellizcándolo, radiándolo, sangrándolo, haciéndolo tomar substancias diver-

sas, invadiendo su distancia íntima—, si el sujeto fuera considerado realmente sujeto

y no objeto de investigación, su autorización y conocimiento sobre los objetivos de la

investigación debiera, cuando menos, estar garantizada [Peña y Ramos, 1999:64].

— Elaboración de etnografías: el método etnográfico es el complemento ideal para cualquier disciplina antropológica ya que permite

asomarse y entender la variedad de condiciones humanas del pasado y el presente. Es

uno de los métodos que a través de la experiencia directa permite descubrir la interrela-

ción de fenómenos, por ejemplo, las variaciones corporales con las costumbres y tabús

alimenticios, la relación entre ciertos padecimientos, y la estructura productiva de una

sociedad, la fecundación y los conceptos míticos sobre la sangre [Lima, 2004:2 sic].

La elaboración de etnografías debe ir acompañada por el respeto hacia la opi-

nión y las maneras de hacer de los informantes. Una cuestión de suma importan-cia es el observar, tomar notas, reflexionar y analizar sin afectar la vida de quien es-tudiamos. En un segundo momento es factible y deseable regresar a la comunidad y presentar un informe de nuestros hallazgos haciendo, si es necesario, sugerencias respetuosas acerca de los tópicos que hemos observado y que podrían “mejorar” la vida de los informantes, pero sin imposiciones, sin tomar una posición de pre-potencia que altere y desvirtúe la presencia de cualquier investigador social, sin olvidarse del respeto que todo “otro” merece.

Formación de recursos humanosEste rubro del quehacer profesional lo he dividido en dos tópicos, por un lado, la docencia y, por el otro, la dirección de tesis. Estas actividades están fuertemente ligadas con la responsabilidad que tiene el docente de educar a los estudiantes, formándolos no sólo en el ámbito profesional sino también involucrando valores en el desempeño de cada una de sus actividades y es que:

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La educación por su propia naturaleza no puede ser nunca axiológicamente neutral

porque necesitará basarse en opciones antropológicas, porque si educar es orientar ha-

cia el bien, necesariamente habrá que determinar qué es lo bueno para el hombre y esto

no es otra cosa que una opción ética [Castillo y Garibay, 2004:185].

Hoy día las instituciones educativas están haciendo hincapié en el aprendizaje más que en la enseñanza, esto no significa que la responsabilidad sobre el proceso enseñanza-aprendizaje recaiga de manera absoluta en el alumno, sino que se trata de entender al primero como un

Proceso sociocognitivo de construcción de significados, lo cual implica un traslado

de estructuras y procesos centrados en la enseñanza, asumida como transmisión de

información hacia estructuras y procesos que enfoquen la atención en el aprendizaje

como un todo complejo, dinámico e intersubjetivo, que no se limita al dominio de los

contenidos temáticos de tal o cual asignatura o especialidad [Jiménez et al., 2006:47].

En este sentido, y como parte de este proceso, el profesor debe cumplir ciertos

lineamientos normados, en nuestro caso, por el Reglamento general académico y Reglamento para las Licenciaturas [2005], en el cual se especifican las obligaciones mínimas para el titular de una asignatura. Entre ellas, se encuentran:

Artículo 51: […] I. Llevar los registros de asistencia escolar y de las prácticas de campo,

laboratorio o archivo, y demás actividades. […] III. Ser director o asesor de tesis en los

casos en que existe acuerdo previo con el ponente.

[…] Artículo 52: Los profesores de Investigación Científica y Docencia de Tiem-

po Completo tendrán los deberes y atribuciones siguientes: I. Los profesores de Licen-

ciaturas deberán impartir dos cursos obligatorios u optativos por cada periodo lectivo

y deberán dirigir un proyecto de investigación formativa […]. II. Presentar al Jefe de

Carrera o de Posgrado respectivo los programas y bibliografía de los cursos a impartir

en cada periodo lectivo y registrar el proyecto de investigación formativa […] ante la

Subdirección correspondiente. […] VI. Ofrecer asesorías académicas y de investigación

a los estudiantes. […] VIII. Dirigir prácticas de campo, de archivo o de laboratorio de

los estudiantes. IX. Entregar en el Departamento respectivo las calificaciones relativas

a los cursos impartidos y firmar las actas correspondientes en las fechas previamente

establecidas” [op. cit.:22-24].

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Los artículos 53 y 54 del mismo reglamento establecen las obligaciones para los profesores de investigación científica y docencia de medio tiempo y los profe-sores de asignatura, respectivamente.

Con base en estos lineamientos es posible analizar las actitudes de los docentes ante sus responsabilidades mínimas frente a un grupo de estudiantes. Castillo y Garibay [2004] realizaron un trabajo sobre la percepción de estudiantes de tres universidades (Universidad Veracruzana, Universidad Nacional Autónoma de México y Universidad Autónoma de Baja California), con relación a problemas y acciones “poco éticas”. Entre sus resultados aparece la corrupción como el proble-ma ético más frecuentemente reportado por los estudiantes. Las autoras piensan que la causa de ello es que las universidades públicas de México son el reflejo de la sociedad en que se encuentran inmersas.

Con relación a los reglamentos mencionados, uno de los problemas más de-nunciados es la impuntualidad de los profesores, que reporta hasta 60%, lo que a su vez se ve reflejado en el incumplimiento del programa de estudios: aproxi-madamente 45% de los docentes cubren entre 60 y 80% de los programas. “La impuntualidad sigue siendo una característica de nuestra actitud laboral, incluso en la universidades” [op. cit.:189], que necesariamente repercute en el programa de estudios aunado a las múltiples “celebraciones nacionales”, así como los mí-tines, huelgas, manifestaciones y demás actividades que entorpecen las labores cotidianas.

Las autoras también analizan el interés mostrado por el docente hacia sus alumnos tanto en el ámbito personal como en el académico; sorprende que 49% de los estudiantes consideran que el interés personal existe, 40% hablan de que es regular, mientras que en el ámbito académico entre 57 y 66% refieren que son muy pocos los profesores que se involucran con su desarrollo profesional [ibid.].

Otro aspecto importante en el ámbito académico es la responsabilidad del profesor ante sus alumnos, dentro y fuera del aula. En este sentido, no sólo debe tenerse en cuenta la asistencia, puntualidad y cobertura del plan de estudios, sino la capacidad de transmitir el conocimiento. En muchas ocasiones hemos escucha-do “el maestro sabe mucho pero no sabe explicar”: es obligación de todo aquel

que se dedique a la docencia, la capacitación adecuada que le permita llevar a los estudiantes el conocimiento que esperan de él.

Una de las actividades fuera del aula más importantes es sin duda la tutoría en la elaboración de tesis, ya que la “relación tutor-alumno es una parte humana del

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proceso enseñanza-aprendizaje y es fundamental para el desempeño de las activi-dades académicas [en la que ambos] tienen que estar conscientes de sus respon-sabilidades y derechos, estableciendo una relación de equidad y respeto” [Flores, 2004:215]. Del mismo modo, Montaña [2004] habla sobre la misión del director de tesis:

Guiar al estudiante en el fascinante proceso de la generación de conocimientos cien-

tíficos, es decir, en la elaboración de los modelos que en cada disciplina específica son

aceptados como adecuados para percibir la parcela de realidad que se aspira a conocer

cada vez con mayor profundidad [op. cit.:249].

En este rubro existe una serie de anomalías como la cantidad de estudian-

tes que realmente puede atender un director de tesis, ya que de esto depende la dedicación que puede prestar a los estudiantes, por ejemplo, se aceptan a todos los alumnos interesados en un tema “pero sin asumir el compromiso real de de-dicarles el tiempo que necesitan. Los estudiantes quedan semiabandonados, pero los que logran terminar cuentan para los estímulos y el currículum del director” [ibid.:253].

Otro tópico importante es la capacidad real de dirigir tesis, donde la expe-riencia del director sobre el tema a tratar es fundamental para la mejor guía de los estudiantes. Es importante que la asignación de directores y asesores de tesis sea acorde con su línea de investigación, ya que de ello dependerá la calidad del trabajo terminado. Muchas veces la elección del director se hace por simpatía, sin tener en cuenta su especialidad, el tiempo que se le puede dedicar al estudiante ni la calidad de su dirección comprobada por otros trabajos.

Reflexiones finalesEn la enseñanza de la antropología física y en realidad de cualquier disciplina, es importante tomar en cuenta algunos principios que ayuden tanto a profesores como a alumnos a consolidarse como profesionistas que se desempeñen con ética en la vida personal y profesional. Algunas recomendaciones para lograrlo son:

— Fortalecer la formación ética en las universidades: de 85 a 100% de los estu-diantes entrevistados por Castillo y Garibay [2004] declaran sentir la necesi-dad de que se fomenten acciones que lleven a la construcción de comunidades

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universitarias armoniosas, que se basen en el respeto entre todos los integrantes de la vida universitaria.

— Las instituciones educativas necesitan contar con comités de ética que vigilen “las faltas de ética que sí vemos pero no enfrentamos, y para detectar las que no vemos” [Domínguez y Macías; 2004:236]. Estos comités deben trabajar en la elaboración de un código de ética explícito para normar las actividades de investigadores, docentes, estudiantes y administrativos y ser capaces de sancio-nar las faltas que se cometan.

— Es importante tener en cuenta que en los comportamientos éticos es tan “im-portante la actitud de los personajes ‘malos’ [quienes cometen los fraudes] como la de los personajes ‘buenos’ que los toleran calladamente, y por lo tanto los convalidan [es decir, el silencio es cómplice del fraude]” [Montaña, 2004: 248]. En este sentido habría que reflexionar sobre las actitudes que se toman al enterarse de alguna actitud “sospechosa”, si hacemos como que no la vemos, si denunciamos o si simplemente nos pasa desapercibida.

— En una sociedad como la nuestra, donde abunda la corrupción, la presión para dejar a un lado el comportamiento ético es cada vez mayor y se busca también cada vez más sustituir éste por la necesidad de éxito despojado “de otra característica distinta a la mera eficiencia medida en términos de costo-beneficio económico” [Montaña, 2004:248]. Es importante reflexionar acerca de las motivaciones que nos llevan a realizar cualquier investigación y sobre los aportes a nivel institucional pero también nacional que se derivan de éstas.

— Crear tópicos éticos de discusión en las distintas asignaturas de la escuela de tal manera que se inicie una polémica en torno a lo adecuado o inadecuado de ciertas actitudes, de distintas problemáticas antropológicas, tanto del pasado como las actuales y las que se puedan vislumbrar en el futuro. Así se estará fomentando una actitud crítica sobre el propio quehacer de la disciplina pero sobre todo se estará conformando, aunque sea en muy pequeña escala, una conciencia ética del actuar como personas y como profesionistas.

Es importante cerrar esta reflexión destacando la importancia de incluir en

las actividades institucionales el tratamiento de problemas éticos y bioéticos pro-pios de cada disciplina, de modo que los estudiantes adquieran una formación ética suficiente en su educación. De igual manera se hace cada vez más nece-saria la formación de comités o de reglamentos cuyos objetivos fundamentales

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sean el evitar y sancionar comportamientos no éticos. Estas sanciones pueden ir desde la “retractación de un dato falso, a la expulsión de la corporación, y aun al descrédito público” [Aréchiga, 2004:58].

Sostengo que la formación ética que se requiere en la licenciatura puede ma-nejarse desde el aula por cada docente en su propia asignatura, sin embargo, es necesario incluir en la currícula una materia que verse exclusivamente sobre ética. En la Escuela se han ofertado varias veces materias optativas sobre bioética y su relación con las distintas licenciaturas que se imparten en la enah. Sin embar-go, es importante señalar que no propongo una asignatura optativa sino una de carácter obligatorio para antropología física. Debe ser una materia de ética y no de bioética, puesto que la primera reflexiona y regula el quehacer cotidiano del ser humano como persona y como profesionista, mientras que la bioética está enfocada estrictamente al ámbito biomédico y, por lo tanto, compete a esta área del saber que, si bien es necesaria en alguno de sus aspectos, para la antropología la ética puede brindarnos una guía esclarecedora en nuestro muy particular que-hacer antropofísico. Espero que este texto sea el aliciente necesario para que en las academias, y posteriormente a nivel escolar, se lleve a la mesa de discusión la creación de una materia obligatoria para cada licenciatura en la que se discutan y reflexionen tópicos éticos.

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