2. acÚsome padre

21
2. ACÚSOME PADRE. Una pausa en la jornada. Querido(a) amigo(a): Comparto con Usted un cuento corto, que no es más que eso, un cuento, como son cuentos, muchos de los que se oyen por esta región y cuyos personajes son fruto de la imaginación y no sobra aclarar, que cualquier relación o similitud con la realidad es pura coincidencia, pero sus enseñanzas y moraleja nos pueden hacer reflexionar a conciencia, acerca de la idiosincrasia de muchos coterráneos, que o nunca han leído los Proverbios de las sagradas escrituras, (Colección de dichos de Salomón, Caps. 10.1-22.16), o si lo han hecho, los han, consciente o inconscientemente olvidado, pero de cuya sabiduría

Upload: alvaro-german-nino-rivero-md

Post on 06-Aug-2015

138 views

Category:

Documents


5 download

TRANSCRIPT

Page 1: 2. ACÚSOME PADRE

2. ACÚSOME PADRE.

Una pausa en la jornada.

Querido(a) amigo(a):

Comparto con Usted un cuento corto, que no es más que eso, un

cuento, como son cuentos, muchos de los que se oyen por esta

región y cuyos personajes son fruto de la imaginación y no sobra

aclarar, que cualquier relación o similitud con la realidad es pura

coincidencia, pero sus enseñanzas y moraleja nos pueden hacer

reflexionar a conciencia, acerca de la idiosincrasia de muchos

coterráneos, que o nunca han leído los Proverbios de las

sagradas escrituras, (Colección de dichos de Salomón, Caps.

10.1-22.16), o si lo han hecho, los han, consciente o

inconscientemente olvidado, pero de cuya sabiduría no cabe la

menor duda, o si no, qué podemos decir de éstos:

“Las palabras del justo son fuente de vida, pero al malvado lo

ahoga la violencia.”

“El justo dice solo cosas agradables, el malvado, solo cosas

perversas.”

“El imprudente habla mal de su amigo, el discreto guarda

Page 2: 2. ACÚSOME PADRE

silencio.”

“La lengua amable es un árbol que dá vida, la lengua perversa

hace daño al espíritu.”

“El perverso provoca peleas, y el chismoso, enemistades”.

ACÚSOME PADRE

Las losas del piso del templo, desgastadas por

el paso, de miles de pasos de feligreses, parecíanle a Cuasimodo

más verdes, juntas, viejas y sucias que nunca, tal vez por su

andar lento y pesado, y por la enorme carga moral, que en ese

momento, soportaba sobre sus corvas y gibosas espaldas,

porque sabía que era un ser que se pasó la vida hablando mal de

los demás, inventando chismes y calumnias, en fin, haciéndole el

mal a todo el que conocía, que de tanto haber buscado e

inventado de la vida ajena, no tuvo tiempo de darse cuenta que la

suya era una inmundicia.

Page 3: 2. ACÚSOME PADRE

Había tomado la decisión, curiosamente estando sobrio, de acudir

al templo, pues su cuerpo maltrecho, mostraba cada vez más, las

huellas de los excesos cometidos y de la turbidez de sus

sentimientos, y harto ya de achacar su actual y deplorable estado,

a las circunstancias y a los demás, se había dado cuenta, durante

los padecimientos de su último cólico, que era él, el causante de

sus males y de la hediondez que dejaba a su paso.

El templo estaba casi vacío, a lo más un par de beatas y el

pordiosero de la puerta, el mismo de la lepra pasmada, pero

Cuasimodo pasó sin notarlo, a fin de cuentas, ya eran del mismo

bando y ambos tenían el cuerpo y el alma, cubiertos de llagas. El

calor húmedo de los últimos días parecíale más sofocante que

nunca, y con rabia mezclada con desesperanza, siguió avanzando

hacia el confesionario del fondo, allí donde la luz era menos

intensa, en camino hacia la parte más húmeda y oscura, como lo

hacen las cucarachas.

Alcanzó a ver que detrás del raído velo ribeteado del

confesionario, estaba un anciano sacerdote a quién no pudo

Page 4: 2. ACÚSOME PADRE

reconocer, y del que solo se fijó, llevaba sandalias amarradas con

esmero a sus tobillos; trémulo se acercó al escaño de madera

bajo la ventanilla lateral, cubierta con anjeo oscuro y algo

desteñido por los pecados que había, por siglos, escuchado, y

algunos perdonado, y de un solo golpe dejó desplomar su pesada

y corva humanidad, cayendo de rodillas, haciendo que su silueta

en esa posición, pareciera la de un enorme huevo de tortuga,

blancuzco, redondo y abollado por todos lados.

Solo recuerda que el sacerdote le acogió con voz serena y cálida,

mientras que él a manera de un graznido solo pudo decir:

“ACUSOME PADRE,” y quedose callado y respirando con

dificultad; un nudo hacíase en su garganta, la cual creía

acostumbrada a todo, pero esta hiel amarga que le invadía, era

más fuerte que cualquier licor.

Pasaron algunos segundos que pareciéronle siglos, hasta que el

venerable sacerdote le ayudó con sus amables palabras, que le

invitaban a la confianza y a la confesión de boca, así fuera en su

caso, sin análisis de conciencia, ni contrición de corazón, pues ni

de la una ni del otro quedábanle ya, pero en medio de su absoluta

brutalidad, sabía que lo que absuelve, es la confesión y no el

Page 5: 2. ACÚSOME PADRE

cura.

ACUSOME PADRE de ser un hombre despreciable quiso decir,

pero no pudo, su orgullo le impedía ser honesto aún consigo

mismo y acto seguido pensó en inventarle al cura un cuento

como el que le echaba a todo el mundo, desde al taxista hasta al

cliente habitual del mediodía, “que de no ser por un robo o por el

boleteo de la guerrilla en su hacienda, estaría allí para hacer una

donación para reconstruir el alcantarillado de la parroquia”, pero

las nuevas palabras del confesor le impidieron comenzar su

diatriba fantasiosa de riquezas enormes, pasando más bien a

relatar sus innumerables miserias.

Contole al hombre detrás del anjeo, acerca de los maltratos que

sufrió en la infancia y como tuvo que trabajar desde muy joven,

de cómo se aficionó a los vicios del alcohol y de las peleas, y de

como por ellos terminó alcoholizado, herido y preso; de como su

nivel cultural bajo, de machista embrutecido, no le permitió ver en

el sexo más que un acto animal, brutal y sin una pizca de

sensibilidad ni de responsabilidad y de cómo lo usó mediante

engaños continuados y crueles, embabucando ingenuas mujeres,

Page 6: 2. ACÚSOME PADRE

para engendrar hijos que no vino a conocer, ni que decir que

reconocer, sino por casualidad, muchos años después.

Dijo que cayó en lo más profundo del bajo mundo, que frecuentó

pícaros, tahúres, borrachos, amores mercenarios y relaciones por

interés, que no fué capaz de culminar sus estudios, que mantuvo

una doble moral y una relación extraconyugal por años, acabando

con su matrimonio y con el patrimonio de su esposa cuando la

dejó; que salió mal librado del banco donde trabajó y que luego,

haciendo gala de un cinismo enorme se aprovechó de la

necesidad de muchos, para hacer un capital, por medio de la

usura, para luego volver a perderlo, al ser él mismo, víctima de

los altos intereses de mora.

Pero había algo que no podía confesar, algo que era más duro de

sacar, algo que produciría, cuando reventara, más sufrimiento

que los cólicos a los que ya casi se había acostumbrado, y era el

tener que reconocer, que no amaba a nadie, ni siquiera a sus

propios hijos, a los que nunca deseó, ni con los que compartió, ni

su infancia ni juventud, porque ni siquiera los conoció hasta que

ya estaban formados, y a los cuales no pasó de apoyar

Page 7: 2. ACÚSOME PADRE

materialmente, repartiéndoles algunas monedas, de las que en

una época le sobraron, tal vez lo único, además de grasa, orgullo

y vulgaridad, que tuvo de sobra.

“ACUSOME PADRE de no haber querido a nadie, porque ni

siquiera me he querido Yo”, quiso decir pero no pudo. Solo

esperaba que un cataclismo acabara con todo lo que le rodeaba y

así terminar con su frustración y que se acallara esa rabia, que a

toda hora le carcomía las entrañas y le acompañaba en sus

insomnios; pero de nuevo y ante su silencio, el confesor le ayudó

reconfortándolo y convidándolo a continuar con su limpieza

interior, y Cuasimodo, tomando algo del húmedo y enrarecido aire

que le rodeaba pudo continuar...

Pudo decir que la envidia por el bienestar y la prosperidad de los

vecinos le invadía, provocándole un intenso pesar por el bién

ajeno, que no podía soportar personas felices a su alrededor y

que incluso los momentos dichosos de sus hijos le generaban

intensos accesos de ira y de violencia que no podía reprimir, y

que en estos trances no le temblaban la voz ni la conciencia, ni

pensaba en las consecuencias del mal que hacía, con lo que

Page 8: 2. ACÚSOME PADRE

decía.

También pudo reconocer que tenía una hija especial, con una

enorme capacidad de ternura y una inteligencia prodigiosa, y

cuyos niveles superiores de sensibilidad y cultura la hacían

totalmente distinta de El, que no la podía valorar ni en público ni

en privado, ni la había abrazado jamás, porque la consideraba fea,

gorda, fofa, parecida a él, y por ser mujer, indigna de ser querida

por alguien a, menos que ella fuese un mero objeto de

satisfacción sexual sin costo ni consideración, como él en su

juventud consideró a todas las infelices, que en su camino se

cruzaron.

Menos trabajo le tocó reconocer que tenía también un hijo, de su

carne más no con su nombre, que aunque también le causa

enojo, porque le toca mantenerlo, en el fondo le simpatiza, porque

le recuerda lo peor, pero lo más divertido de su ya lejana

juventud; lástima que sobre su espejo se hayan sembrado tan

preocupantes dudas, de identidad, de género, oficio y quizás de

incesto, que le mortifican cuando se emborracha y cuando no.

Page 9: 2. ACÚSOME PADRE

También pudo recordar que comparte su vida con una mujer

calculadora, fría y brava pero trabajadora, quien fuese “la otra”

cuando estaba casado, con quién no comparte el lecho y de quién

no quiso tener hijos, ya que cuando se lo engendró, se lo sacó, y

de quién sabe, debe el bienestar económico pasado, y lo poco

que aún le queda, que tal vez la tolera porque en ella ve una

imagen maternal y proveedora, y es que para él la única mujer

que no es indigna es la madre.

Pero esta mujer también carga su historia de sufrimiento y de

frustración, y su carácter fuerte que es su mecanismo de defensa,

tornase agrio con facilidad, siendo muy susceptible a las

opiniones de su familia y amigas, especialmente a las de su

hermana, madre del sobrino querido, a quien ya no puede ayudar,

y quién si bién tiene muchas virtudes, es una madre soltera y

solitaria, moralista y amargada, que le envenena el ánimo con sus

cuentos, motivados por la envidia que le produce que ayude a los

hijastros y no al hijo de ella, quién al fin de cuentas es el que lleva

la misma sangre, lo que le hace afirmar ante propios y extraños,

Page 10: 2. ACÚSOME PADRE

que su hermana con esas criaturas, está pagando un terrible

karma, influyendo sobre sus sentimientos, llevándole a tomar

posiciones extremas e intransigentes y a juzgar a los demás con

una severidad y una parcialidad tal, cayendo en el engaño de sus

propios tormentos, en especial cuando a la “carga” que son sus

hijastros se refiere, que comete injusticias y agravios, olvidando

que cuando señalan a los demás con el índice acusador, tres de

los demás dedos restantes apuntan hacia ellas, y el otro hacia el

cielo.

También tuvo, por el curso que había tomado el relato, que

confesar, que motivado por bajos instintos y por la envidia, había

involucrado a unas personas cercanas por amistad, a la familia de

su mujer, quienes no merecían más que un trato decente de su

parte, puesto que ellos y su familia, le habían brindado su amistad

desprevenida y sincera, en una maraña de chismes, y

suposiciones bajas, maledicentes y malintencionadas, con la

única finalidad de demeritarles y así creer, que podía recomponer

su orgullo y su egoísmo maltrechos, por lo que consideró una

violación a su propiedad privada, en la persona de su hija, en

Page 11: 2. ACÚSOME PADRE

medio de unos hechos inocentes y totalmente propios de la

juventud y de la época actual, sin haber pensado, que con estas

aseveraciones, lo único que hacía era proyectar en el prójimo,

parte de la podredumbre que alberga en su interior; pero lo hizo

consciente de que le permitía obtener una ganancia secundaria, al

inventar una justificación, supuestamente moral y presentable

ante la sociedad, para echar a su hija de la casa y retirarle el

apoyo económico, que hasta que terminase sus estudios era su

obligación, cosa que en realidad hizo, liberándose así de “esa

carga”.

Pero nada que podía confesar la raíz de tanto infortunio, ni de

tanto daño hecho a todos los que en su vida le han rodeado, en

especial a sus hijos, que ya no viven con él y si le piensan, lo

hacen con desamor y horror, y es la terrible realidad de que él no

quiere a nadie, porque no se quiere ni a si mismo; varias veces

intentó hacerlo, pero de su garganta solo salían gruñidos, que al

aumentar de intensidad, parecían los rugidos lastimeros de una

bestia acorralada.

El sacerdote viendo la dificultad del hombrecillo postrado a su

lado, quiso seguir apoyándole para que continuara con esta

Page 12: 2. ACÚSOME PADRE

terrible confesión, que podría liberar su alma de tanto rencor,

pero no consiguió más que aumentar su ansiedad y el volumen

de los bramidos, que ahora emitía y que se escuchaban en toda la

nave del sofocante, oscuro y vacío templo, entre los cuales solo

podía medio entenderse, que incluso había intentado intimidar

con disparos al aire a sus vecinos, pero que solo había

aumentado su frustración, el hecho de que no parecieron

asustarse en lo más mínimo, haciéndole sentir como a un perro

que solo ladra, pero no muerde.

Presa del desasosiego, vínole un cólico, más fuerte que de

costumbre, pero ya no en la ingle, sino en medio del pecho y se

desplomó, rompiendo con su enorme cabeza sin cuello, el piso de

color verde, que poco a poco se iba tornando rojo.

El sacerdote intentó levantarlo pero su descomunal peso se lo

impidió, así que en vista de la gravedad de su estado, decidió

aplicarle los santos óleos y rogarle, que por la salvación de su

alma, confesara esta terrible verdad que le había llevado al borde

de la muerte y Cuasimodo, apenas con un susurro audible

Page 13: 2. ACÚSOME PADRE

colocando la oreja cerca de su boca, con un rictus de amargura,

comenzó a decir entrecortadamente. “ACUSOME PADRE DE QUE

YO NUNCA....”, y en medio de un acceso de vómito, asfixiándose,

expiró, sin haber entendido que “el amor que no se dio en el más

acá, será el sufrimiento eterno en el más allá.”

Afligido(a) lector(a), me pregunto cuántos Cuasimodos, presa de

la rabia, de la frustración, de la envidia o del orgullo conocemos,

o si nosotros, no somos de una manera u otra uno de ellos; lo

invito a hacer una reflexión profunda y a cambiar de actitud y a

perdonarse de una vez por todas, para así poder amar, valorar,

respetar y servir a los demás, para no tener que acompañar a

Cuasimodo en el infierno, que de todas formas ya había vivido en

la tierra.

Que esta historia, tan real, nos haga reflexionar que nunca

debemos olvidar , QUE FUERON LOS FARISEOS, HIPOCRITAS,

QUE VEÍAN LA PAJITA EN EL OJO DEL PROJIMO Y NO LA

TRANCA EN EL PROPIO, LOS QUE CRUCIFICARON A JESUS ,

que quién tiene rabo de paja, no se acerque a la candela, que a

veces la realidad supera con creces a la ficción, y que pocas

cosas hacen más daño que los chismes porque acaban para

Page 14: 2. ACÚSOME PADRE

siempre con el buen nombre y la honra de los demás.

Como moraleja y en conclusión debemos tener muy en claro que:

En el momento en que el hombre pierde su esfera privada, pierde

también parte de su libertad, porque el derecho a la intimidad es

una manera de preservar la libertad de desarrollar su propia

personalidad, derecho inalienable de todo ser humano.

Amigo(a), le deseo un resto de día formidable y sereno, alejado de

envidias, culpas, chismes y maledicencias.

ALVARO GERMAN NIÑO RIVERO.

SANTUARIO DE LAS VIRGENES ADORATRICES DEL CULTO DE

SANTA TIGRIS Y DEL GRAN SAN GUINEFORT.

VILLA FIORELLAPOLIS –

GUADALQUIVIR – FLORIDABLANCA.

ABRIL 10/99