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1932. El alemán Martin Schulse y eljudío norteamericano Max Eisensteinse quieren como hermanos, y juntoshan abierto una galería de arte enCalifornia. Pero Martin decideregresar a casa, así que Max sequedará a ocuparse del negocio.

Desde el primer día se escribencartas, como habían prometido,pero cuando Hitler ascienda al poderen 1933, la tierna complicidad de laprimera correspondencia empezaráa bascular hacia el horror.

Con admirable economía de medios,

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este epistolario retrata el horrorideológico de la Alemania nazi y, almismo tiempo, la mecánicaintemporal que separa a víctimas yverdugos. Aunque se trata de unrelato relacionado con elHolocausto, Paradero desconocidoes, entre otras cosas, un thrillerimpredecible.

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Kressmann Taylor

Paraderodesconocido

ePub r1.0Dr.Doa & P3lµdµ5 11.11.13

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Título original: Address unknownKressmann Taylor, 1938Traducción: Carmen Aguilar

Editor digital: Dr.Doa & P3lµdµ5ePub base r1.0

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SCHULSE-EINSESTEIN GALLERIESSAN FRANCISCO, CALIFORNIA,

EEUU

12 de noviembre de 1932

Herrn Martin SchulseSchloss RantzenburgMúnich, Alemania

Querido Martin:

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¡De vuelta en Alemania! ¡Cómo teenvidio! Aunque no la he visto desdeque era un niño de escuela, escribirUnter den Linden todavía meconmueve… La amplitud de horizontesde la libertad intelectual, lasdiscusiones, la música, el desenfado dela camaradería. Y ahora el viejo espírituaristócrata, la arrogancia prusiana y elmilitarismo han desaparecido. Llegas auna Alemania democrática, a una tierraprofundamente culta, donde la preciosalibertad política está en sus comienzos.Será una vida maravillosa. Tu nuevadirección no puede ser más sugestiva.Me alegro de que la travesía haya sido

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tan agradable para Elsa y los pequeños.En cuanto a mí, no puedo decir que

esté tan feliz. La mañana del domingome encuentra hecho un solterón solitariosin objetivo alguno. Mi hogar de losdomingos se ha trasladado a través delos anchos mares. ¡Aquel antiguocaserón en la colina… tu bienvenidadiciéndome que el día no llegaba deltodo hasta que no estábamos otra vezjuntos! Y nuestra querida y jovial Elsa,que salía radiante a recibirme, me cogíade la mano, gritaba «¡Max, Max!» y meempujaba adentro para abrir mi Schnapsfavorito. Y también la preciosidad delos chiquillos, sobre todo tu guapísimo

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pequeñín Heinrich. Será un hombrehecho y derecho antes de que vuelva aponerle los ojos encima.

Y la comida… ¿Habrá esperanzas deque vuelva a comer como comía? Ahoravoy a un restaurante y, por encima de midesolado roast beef veo borbotear elgebackner Schinken en su salsaburgundesa, el Spätzle, ¡ah, el Spätzle ySpargel! No, nunca me resignaré a midieta norteamericana. Y los vinos,deslizados con tanto cuidado a tierra delos barcos alemanes, y las promesas quenos hacíamos, cuando los vasosrebosaban por cuarta, quinta y sexta vez.

Desde luego hiciste bien en irte.

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Nunca llegaste a convertirte en unnorteamericano, a pesar de tus éxitosaquí. Y ahora que el negocio está tanbien consolidado, tenías que llevarte atus fornidos críos alemanes para que seeducaran en su país. Elsa ha echado demenos a su familia a lo largo de muchosaños y a todos ellos también les gustaráverte. El joven artista pobretón se haconvertido en el benefactor de la familiay eso significará para ti motivo desatisfacción.

El negocio sigue marchando bien. Laseñora Levine ha comprado el Picassopequeño al precio que le habíamospedido —me felicito por haberlo

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conseguido— y a la vieja señoraFleshman le hace tilín la horrendaMadonna. Nadie se molesta nunca endecirle que alguna de sus piezas seamala porque todo lo que tiene es malo.Yo no tengo tu refinado tacto paravenderle cualquier cosa a las viejasmatronas judías. Puedo convencerlas deque están haciendo una excelenteinversión pero, ante una obra de arte,sólo tú tenías ese refinado enfoqueespiritual que las desarmaba. Además,probablemente, nunca se fían del todo deotro judío.

Ayer recibí carta de Griselle. Parececontentísima. Me dice que está a punto

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de conseguir que pueda sentirmeorgulloso de mi hermanita. Es la actrizprincipal de una obra recién estrenadaen Viena y las críticas han sidoexcelentes… Sus descorazonadorasexperiencias en compañías de pocamonta empiezan a dar fruto. Pobremuchacha, su vida no ha sido nada fácil,pero nunca se ha quejado. Tiene unespíritu refinado, es bonita y espero que,además, tenga talento. Pregunta por ti,Martin, con mucho cariño. No guardaresentimientos porque los resentimientosse olvidan enseguida cuando se es tanjoven como ella. En pocos años noquedará más que el recuerdo de la

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herida y, desde luego, ninguno de losdos sois culpables de nada. Esas cosasson como tormentas pasajeras. Por unmomento te sientes calado hasta loshuesos, herido por el rayo, indefenso.Pero luego sale el sol y, aunque nuncaolvides del todo, sólo queda la ternura.El dolor ha desaparecido. Debestomarlo como lo he tomado yo. No le hedicho a Griselle que estás en Europapero, si te parece bien, tal vez lo hagaporque no hace amigos con facilidad ysé que le gustaría sentir que algunos noestán lejos.

¡Ya hace catorce años que acabó laguerra! ¿Te has dado cuenta de la fecha?

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¡Qué camino más largo hemos recorridocomo personas desde aquella derrota!Una vez más, querido Martin, te abrazocon toda el alma y mando mis máscariñosos recuerdos para Elsa y losniños.

Tu siempre fiel,

MAX

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SCHLOSS RANTZENBURG,MÚNICH, ALEMANIA

10 de diciembre de 1932

Señor Max EisensteinSchulse-Eisenstein GalleriesSan Francisco, California, EEUU

Querido y viejo amigo Max:

Llegaron sin demora el cheque y las

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cuentas. Te lo agradezco. No necesitasdarme tanto detalle de cómo marcha elnegocio. Sabes que siempre he estado deacuerdo con tus métodos y aquí, enMúnich, estoy metido en un torbellino denuevas actividades. Estamos yaestablecidos ¡pero cuánta agitación!Como sabes, hace mucho que tenía en lacabeza cuál era la casa que quería. Y lahe conseguido. He hecho un negocioestupendo. Treinta habitaciones y unascuatro hectáreas de parque. Te costarácreerlo. No puedes imaginarte hasta quéextremos llega la pobreza en esta tristetierra mía. Las dependencias deservicio, los establos y las

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construcciones adyacentes no pueden sermás amplias y, aunque no lo creas, lossalarios de diez personas de servicionos cuestan lo mismo que lo quepagábamos por las dos que teníamos enla casa de San Francisco.

Las alfombras y mueblesdespachados por barco desde allí, másotros muebles, alfombras y cortinas, queme he procurado aquí, despiertanadmiración y casi diría envidia. Ademáshe comprado cuatro juegos de vajilla dela mejor porcelana y mucha cristalería,aparte de un juego completo decubiertos de plata, que tiene extasiada aElsa.

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Y ya que hablamos de Elsa, te cuentoalgo gracioso. Estoy seguro de que tereirás conmigo. Le he comprado unacama inmensa. Es de un tamaño nuncavisto, dos veces mayor que una cama dematrimonio corriente. Y tiene cuatrocolumnas de madera labrada. He tenidoque encargar sábanas a medida porqueninguna de las que encontré hechas lesirven. Elsa no para de reírse y suanciana Grossmutter se asoma, sacudela cabeza y gruñe: «Nein, Martin, nein.Has querido hacerla así y ahora tendrásque ocuparte de que Elsa crezca paraajustarse a ella». «Ja», dice Elsa,«cinco niños más y daré la talla exacta».

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Tenemos tres ponis para los niños(el pequeño Karl y Wolfgang todavía notienen edad para montarlos). Y leshemos tomado un preceptor. El alemánque hablan es muy malo, lo mezclandemasiado con el inglés.

La familia de Elsa no lo pasa tanbien. Los hermanos son profesionalesmuy respetados, pero tienen que vivirjuntos en la misma casa. Les parecemosamericanos millonarios y, aunquetodavía estemos lejos de serlo, nuestrasentradas procedentes de Estados Unidosnos colocan aquí entre los ricos. Lacomida es muy cara y hay muchainquietud política, incluso ahora con el

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presidente Hindenburg, un verdaderoliberal a quien admiro mucho.

Los viejos conocidos me estánapremiando para que me interese en laadministración política de la ciudad. Loestoy pensando. Convertirme enfuncionario gubernamental mebeneficiaría en el ámbito local.

En cuanto a ti, mi buen Max, esverdad que te hemos dejado solo pero,no por eso, debes convertirte en unmisántropo. Consíguete de una buenavez una esposa bonita, bajita yregordeta, que se afane por cuidarte y tealimente para que no pierdas el buenhumor. Ése es mi consejo, un buen

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consejo aunque sonría mientras loescribo.

Me hablas de Griselle. ¡De modoque la deliciosa Griselle está teniendoéxito! Me alegro tanto como tú, pero nopuedo dejar de lamentar que unamuchacha tenga que abrirse paso sola.Cualquier hombre puede darse cuenta deque estaba hecha para vivir adorada,rodeada de lujos, dándose buena vida,que es lo que permite desarrollar sintrabas la sensibilidad. Un alma valientey tierna, con un aquél de voluntad férreay de osadía. Es una mujer que no hace nida nada a la ligera. ¡Ay, querido Max,como de costumbre me estoy

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traicionando! Pero, aunque nunca dijisteuna palabra durante nuestra tormentosarelación sabes que, para mí, la decisiónno fue fácil. Nunca me reprochaste nada—a mí, tu amigo—, mientras veías sufrira tu hermana. Siempre sentí que sabíasque yo también sufría… más que ella.¿Qué podía hacer? Estaban Elsa y mispequeños hijos. No podía tomar más queuna decisión. Por Griselle siempresentiré ternura, incluso cuando hayaencontrado a un hombre mucho másjoven, sea marido o amante. La viejaherida está curada pero, a veces, lacicatriz produce punzadas de dolor,amigo mío.

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Quiero que le des nuestra dirección.Estamos tan cerca de Viena… Leconvendrá saber que tiene aquí una casaa su disposición. Elsa no sabe nada delo que hubo entre nosotros y ya puedesimaginarte que recibiría a tu hermanacon el mismo entusiasmo que a ti. Sí,tienes que decirle que estamos aquí yurgirle a ponerse en contacto connosotros lo antes posible. Felicítala denuestra parte de todo corazón por suséxitos.

Elsa te manda cariños y Heinrich ledice «¿Qué tal?» al tío Max. No teolvidamos, Maxel.

Un fuerte abrazo,

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MARTIN

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SCHULSE-EINSESTEIN GALLERIESSAN FRANCISCO, CALIFORNIA,

EEUU

21 de enero de 1933

Herrn Martin SchulseSchloss RantzenburgMúnich, Alemania

Mi querido Martin:

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Me alegró mucho poder mandarle tudirección a Griselle. La tendráenseguida en sus manos, si es que no laha recibido ya. ¡Qué alegrón le daráencontrarse con todos vosotros! Estaréallí en espíritu con tanto regocijo comosi os viera en persona.

Hablas de la pobreza que hasencontrado allí. Este invierno aquí lasituación ha sido mala pero, desdeluego, no hemos conocido lasprivaciones que tú has visto enAlemania.

Tú y yo personalmente tenemos lasuerte de que la galería siga marchandobien. Por supuesto nuestra clientela ha

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reducido sus compras pero, aunquecompren la mitad de lo que comprabanantes, podremos vivir con desahogo, sindespilfarrar pero muy cómodamente.Los óleos que mandaste son excelentes ylos precios asombrosos. Los venderéenseguida con una ganancia de miedo.¡Y por fin he despachado a la espantosaMadonna! Sí, a la vieja señoraFleshman. ¡Cómo balbuceé ante sususpicacia cuando estimaba los méritosde la pieza, mientras yo titubeaba quéprecio ponerle! Sospechó que tenía otrointeresado y le di una cifra descarada.Se abalanzó sobre la Madonna y sonriómaliciosamente al hacer el cheque.

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¡Sólo tú puedes imaginar hasta qué puntoestaba yo exultante cuando la videsaparecer con ese horror a cuestas!

¡Ay, Martin! ¡A veces me avergüenzode mí mismo por el placer que meproducen esos insignificantes éxitos! Túen Alemania con tu casa de campo,haciendo alarde de riqueza ante losparientes de Elsa y yo, aquí en América,regodeándome por haberle jugado a unavieja ridícula la mala pasada de hacerlecomprar una monstruosidad. ¡Bonitoplacer para dos hombres de cuarentaaños! ¿En eso nos pasamos la vida?¿Tramando intrigas para hacer dinero yluego pavonearnos en público? Vivo

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censurándome, pero sigo igual. ¡Ay!,todos estamos atados a la misma noria.Somos vanos y deshonestos porque esnecesario pasar por encima de quienestambién son vanos y deshonestos. Si nole vendo a la señora Fleshman nuestroadefesio, alguien le habría vendido otropeor. Las cosas son como son.

Pero siempre hay un refugio dondeencontrar algo que sea auténtico. Lacharla íntima con un amigo ante quiennos despojamos de nuestra estúpidafatuidad, en quien encontramos calor ycomprensión, con quien el egoísmomezquino es impensable. Un refugiodonde el vino y los libros le dan a la

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vida un significado distinto. Ahí hemosfabricado algo, que la doblez no puedetocar. En ese refugio estamos a nuestrasanchas.

¿Quién es ese tal Adolf Hitler, queparece estar haciéndose con el poder enAlemania? No me gustan las cosas queleo de él.

Abraza a toda la joven tribu y anuestra entusiasta Elsa.

Tu siempre amigo,

MAX

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SCHLOSS RANTZENBURG,MÚNICH, ALEMANIA

25 de marzo de 1933

Señor Max EisensteinSchulse-Eisenstein GalleriesSan Francisco, California, EEUU

Querido viejo Max:

Como es natural estarás enterado de

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los nuevos acontecimientos en Alemaniay querrás saber qué pensamos nosotrosaquí. Y de verdad te digo, Max, creo queen muchos sentidos Hitler puede serconveniente para Alemania. Pero noestoy seguro. Ahora está a la cabeza delgobierno y dudo mucho que, ni siquieraHindenburg pueda quitarle el poder,puesto que se vio forzado a dárselo. Elhombre es una suerte de electroshock,como sólo puede serlo un gran orador yun fanático. Pero me pregunto: ¿está deltodo cuerdo? Su ejército de camisaspardas está formado por gentes de lapeor calaña. Se dedican al pillaje y hanempezado a apalear judíos. Son cosas

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sin mayor trascendencia. Es la escoriaque sale a la superficie cuando un granmovimiento entra en ebullición. Porquete digo, amigo mío, hay un renacer… unverdadero renacer. El pueblo de todo elpaís se ha sentido sacudido. Lo notas enlas calles y en las tiendas. Los alemanesse han despojado de la desesperacióncomo si se despojaran de un abrigoviejo. La gente ya no está cubierta devergüenza. Vuelve a tener esperanza. Talvez pueda encontrarse la manera deacabar con la miseria. Algo, no puedodecir qué, va a pasar. ¡Ha aparecido unlíder! Tirar la desesperación por laborda nos conduce con frecuencia a

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tomar rumbos descabellados.Como es lógico, en público no

expreso duda alguna. Ahora soyfuncionario, trabajo para el nuevorégimen y me muestro por ciertoexultante. Todos nosotros, losfuncionarios que queremos salvar elpellejo nos hemos apresurado aafiliarnos al nacionalsocialismo. Ése esel nombre del partido de Herr Hitler.

Pero no se trata sólo de razones deconveniencia, hay algo más, la sensaciónde que los alemanes hemos encontradonuestro destino y de que el futuro se nosviene encima como una ola imparable. Ytenemos que tomarle la delantera.

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Tenemos que remontarla. Incluso ahora,que se cometen atrocidades. Las tropasde asalto están viviendo su momento degloria. Las cabezas ensangrentadas y loscorazones atribulados lo demuestran.Pero esas cosas pasan. Si el finperseguido es justo, esas cosas pasan yse olvidan. La Historia escribe unapágina en blanco.

Lo único que me pregunto, te lo digoa ti y a nadie más: ¿es justo el fin?¿Estamos intentando crear una sociedadmejor? Porque ¿sabes, Max?, he visto aestas gentes de mi raza desde que llegué,he visto las agonías que han sufrido, losaños pasados cada vez con menos pan

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para llevarse a la boca, los cuerposcada vez más escuálidos, el fin de laesperanza. Estaban atrapadas en arenasmovedizas, les llegaban al cuello. Yjusto antes de morir apareció un hombreque las sacó de ellas. Lo único queahora saben es que no van a morir. Estánviviendo la histeria de la liberación,casi lo veneran. Cualquiera hubiera sidoel salvador habrían hecho lo mismo.Quiera Dios que a quien siguen con tantoregocijo sea un verdadero líder y no elángel de la muerte. Sólo a ti, Max, tedigo que no lo sé. No lo sé. Y sinembargo mantengo la esperanza.

Basta de política. En cuanto a

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nosotros estamos encantados en la nuevacasa y recibimos a mucha gente. Estanoche damos una cena para veintiochopersonas y el invitado de honor es elalcalde. Tal vez se nos está yendo unpoco la mano en los gastos, pero habráque perdonarnos. Elsa tiene un traje denoche nuevo de terciopelo y estáaterrorizada por el temor de que no seabastante grande. Espera otro niño. Es lamanera de mantener contenta a unamujer, Max. Tenerla ocupada con losbebés para que no tenga tiempo deponerse neurótica.

Nuestro Heinrich ha hecho unaconquista social. Salió a pasear en su

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pony, el caballo lo tiró y ¿quién loauxilió? Nada menos que el barón VonFreische. Tuvieron una largaconversación sobre Estados Unidos y undía se presentó el barón en casa paratomar un café. Heinrich irá a comer conél la semana que viene. ¡Estemuchacho…! Es una pena que su alemánno haya mejorado pero, aun así, seducea todo el mundo.

Y así vamos, amigo mío. Tal vez nosconvirtamos en protagonistas de grandesacontecimientos, tal vez sólo sigamosdedicados a la vida familiar. Pero nuncaperderemos la sinceridad de la amistad,de la cual hablas de manera tan

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conmovedora. Nuestros corazones vanhacia ti a través del ancho mar y, cuandollenamos las copas, brindamos ¡por eltío Max!

Mis más cariñosos recuerdos,

MARTIN

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SCHULSE-EINSESTEIN GALLERIESSAN FRANCISCO, CALIFORNIA,

EEUU

18 de mayo de 1933

Herrn Martin SchulseSchloss RantzenburgMúnich, Alemania

Querido Martin:

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Estoy angustiado por las noticiasque, gota a gota, publica la prensa sobrela madre patria. Por eso es natural que tepida a ti aclaración de lascontradictorias historias que aquí nosllegan. Estoy seguro de que las cosas noson tan fieras como las pintan. Losperiódicos americanos coinciden en queha comenzado un pogromo atroz.

Sé que tu mentalidad liberal y tubuen corazón no tolerarían ningunaatrocidad y que, a través de ti, podrésaber la verdad. El hijo de AaronSilberman acaba de volver de Berlín yhe oído decir que se salvó por los pelos.No son precisamente bonitas las

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historias que cuenta de gente apaleada,gente forzada a tragar con los dientesapretados un litro de aceite de ricino y asufrir con las tripas retorcidas horasmortales de lenta agonía. Esas cosaspueden ser verdad y pueden —como túdices— ser chispas superficialesbrutales de cualquier revolución. Ay,para los judíos es historia familiarrepetida a lo largo de los siglos. Es casiincreíble que haya de soportarse elmartirio hoy, en una nación civilizada.Escríbeme, amigo mío, y calma lainquietud de mi alma.

La obra de Griselle bajará del cartela fines de junio, después de haber tenido

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gran éxito. Me cuenta que ya tiene unaoferta para actuar en Viena y otra, que leinteresa mucho, al final del otoño enBerlín. Habla más de esa última, pero lehe escrito diciéndole que espere hastaque se aplaque la ola antisemita. Desdeluego usa un apellido no judío (decualquier modo Eisenstein sería unapellido imposible de usar en lastablas). Pero no es el apellido lo quetraicionaría su origen. Sus facciones, susgestos, la emoción de su voz proclamansu condición de judía, se llame como sellame y, si el antisemitismo tiene fuerzareal, lo mejor que puede hacer es noaventurarse a meterse en Alemania en

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estos momentos. Perdóname, amigo mío,por escribirte una carta tan sosa y breve,pero no tendré descanso hasta que no mehayas tranquilizado. Sé que mecontestarás con absoluta sinceridad. Porfavor, hazlo de inmediato.

Con las más ardientes muestras deconfianza y amistad para ti y los tuyos,tu siempre leal,

MAX

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9 de julio de 1933

Señor Max EisensteinSchulse-Eisenstein GalleriesSan Francisco, California, EEUU

Querido Max:

Como verás te escribo desde elescritorio de mi banco. Debo hacerloporque tengo que pedirte algo y quieroevitar la nueva censura, que es muy

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estricta. Por el momento debemosinterrumpir el intercambio epistolar. Nome es posible mantener correspondenciacon un judío aunque no tuviera quedefender mi puesto de funcionario. Sifuera imprescindible mandarme unasletras, inclúyelas en el cheque y novuelvas a escribirme a casa.

En cuanto a las severas medidas quetanto te preocupan, debo decirte que amí mismo tampoco me gustaron alprincipio, pero me he dado cuenta deque, desgraciadamente, son necesarias.La raza judía es un dedo en la llaga paracualquier nación que le dé cobijo.Nunca he odiado a ningún judío en

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particular… Siempre te he consideradoun amigo querido y respetado pero,comprenderás que hablo con absolutasinceridad, si digo que te he querido nopor tu raza sino a pesar de ella.

Los judíos son los chivosexpiatorios universales. Siempre hanresultado sospechosos, no sin motivo yno por la antigua superstición de habersido «los asesinos de Cristo». Elproblema judío no es más que unincidente. Está ocurriendo algo muchomás importante.

¡Si pudiera enseñarte, si pudierahacerte ver el renacer de esta nuevaAlemania, bajo la jefatura de nuestro

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Amado Líder! No se puede mantener aun gran pueblo subyugado para siempre.Derrotados, hemos agachado la cabezadurante catorce años. Hemos comido elpan amargo de la vergüenza y tragadolas empachosas gachas de la miseria.Pero ahora somos hombres libres. Noslevantamos con nuestro poderío ymantenemos la cabeza alta ante lasnaciones. Purgamos los componentesmás abyectos de nuestro torrentesanguíneo. Marchamos a través denuestros valles, cantando enardecidoscon paso firme, en pos de una nuevahazaña… Y desde las montañas llamanlas voces de Wotan y Thor, los

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ancestrales y poderosos dioses de laraza alemana.

Pero, no. Conforme escribo,conforme me enardece el entusiasmoante la nueva perspectiva, estoy segurode que no comprenderás lo necesarioque todo esto era para Alemania. Sóloverás que tu pueblo tiene dificultades.No comprenderás que deben sufrir unospocos para que se salven millones.Antes que nada serás un judío y gemiráspor tu pueblo. Lo entiendo. Es propiodel carácter semita. Os lamentáis, peronunca tenéis valor para devolver losgolpes. Por eso hay pogromos.

Ay, Max, te dolerá, lo sé, pero tienes

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que hacerte cargo de la verdad. Haymovimientos más grandiosos que loshombres que los dirigen. Heinrich esoficial de los escuadrones juveniles,encabezados por el barón Von Freische,cuyo rango ahora da lustre a nuestra casaporque viene con frecuencia a visitar aHeinrich y a Elsa, a quien admiramucho. Yo siempre estoy metido en eltrabajo hasta las orejas. Elsa se interesapoco por la política, salvo para adorar anuestro Bienamado Líder. Este últimomes está muy cansada. Tal vez los bebésestén llegando demasiado seguidos. Sesentirá mejor cuando haya nacido éste.

Lamento que nuestra

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correspondencia quede interrumpida deesta manera, Max. Quizás algún díapodamos encontrarnos otra vez encondiciones de poder entendernosmejor.

Como siempre, tu amigo,

MARTIN SCHULSE

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SCHULSE-EINSESTEIN GALLERIESSAN FRANCISCO, CALIFORNIA,

EEUU

1 de agosto de 1933

Herrn Martin Schulse(a la amable atención de J. Lederer)Schloss RantzenburgMúnich, Alemania

Martin, mi querido y viejo amigo:

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Te mando estas líneas a mano,gracias a la amabilidad de JimmyLederer, que pasará pronto por Múnichdurante su viaje de vacaciones enEuropa. No he podido recobrarme de laimpresión que me produjo tu últimacarta. Es tan ajena a tu manera de ser,que sólo puedo atribuir su contenido a tumiedo a la censura. El hombre a quienhe querido como a un hermano, cuyocorazón siempre ha irradiado simpatía yamistad, no es posible que participe, nisiquiera pasivamente, en la masacre degente inocente. Confío y ruego que asísea. No me escribas nada que te expongaa correr ningún peligro… Sólo un

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simple «sí». Ese «sí» bastará para queyo sepa que no estás haciendo más quecubrir las apariencias, pero que tucorazón no ha cambiado y que no meengañé cuando creí que siempre seríasun hombre liberal y de espíritu puro,para quien las perversidades sonperversidades, sin que ninguna razón delmundo pueda justificarlas.

Esa censura, esa persecución detodos los hombres de pensamiento libre,la quema de bibliotecas, la corrupciónde las universidades habrían despertadotu rechazo aunque en Alemania no lehubieran puesto un dedo encima a nadiede mi raza. Tú eres un liberal, Martin.

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Siempre has tenido amplitud de miras.Ningún movimiento popular cargado demaldad —por fuerte que sea— puedehaber acabado con tu cordura.

Puedo entender la razón de losalemanes para aclamar a Hitler.Reaccionan contra injusticias bienreales, que les fueron impuestas despuésdel desastre de la guerra. Pero tú,Martin, has sido casi un norteamericanodesde los tiempos de la guerra. Sé queno es mi amigo quien me ha escrito,quedará probado que sólo ha sido la vozde la cautela y la necesidad.

Espero con ansiedad la únicapalabra que puede llevar la paz a mi

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corazón. Escribe tu «sí» en el acto.Para todos vosotros mi cariño,

MAX

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18 de agosto de 1933

Señor Max EisensteinSchulse-Eisenstein GalleriesSan Francisco, California, EEUU

Querido Max:

Recibí tu carta. La respuesta es«no». Eres un sentimentalista. No sabesque no todos los hombres están hechos atu medida. Les pones una bonita etiqueta

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como «liberal» y esperas que actúen dedeterminada manera. Pero estásequivocado. ¿De modo que soy unamericano liberal? ¡No! Soy un patriotaalemán.

Liberal es el hombre que no cree enla necesidad de hacer nada. Tiene muchalabia para hablar de derechos humanos,pero eso es todo. Le gusta haceralharaca sobre la libertad de expresión¿y qué es la libertad de expresión? Essólo la oportunidad para cruzarse debrazos en la retaguardia y decir que estámal todo cuanto hacen los hombres deacción. ¿Qué puede haber más fútil queun liberal? Los conozco bien porque he

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sido uno de ellos. El liberal condena alos gobiernos pasivos porque nocambian nada. Pero basta que surja unhombre poderoso, basta que un hombrede acción empiece a cambiar las cosas¿y dónde está tu liberal? En contra. Parael liberal cualquier cambio es elequivocado.

Dice tener «amplitud de miras» ysólo está muerto de miedo ante elpeligro de tener que hacer algo. Legustan las palabras y los preceptosaltisonantes, pero el liberal no le sirvede nada a los hombres que han hecho delmundo lo que es. Ésos son los únicoshombres que cuentan, los

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emprendedores. Y aquí, en Alemania, hasurgido un hombre emprendedor. Unhombre vital está cambiando las cosas.El curso de la vida de un pueblo enterocambia en un minuto porque ha llegadoel hombre de acción. Y yo me uno a él.No me arrastra la corriente. He dejadoatrás esa vida inútil, toda ésa palabreríasin logro alguno. Pongo el hombro algrandioso y nuevo movimiento. Soy unhombre porque actúo. Antes era sólo unavoz. No cuestiono los fines de nuestraacción. No hace falta. Sé que son justosporque son vitales. Los hombres no seven arrastrados a la iniquidad con tantaalegría y afán.

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Dices que perseguimos a hombres depensamiento liberal, que destruimosbibliotecas. Debes despertar de tudesfasado sentimentalismo. ¿Debe elcirujano perdonar al cáncer porque paraextirparlo está obligado a cortar? Somoscrueles. Claro que somos crueles. Todoalumbramiento es atroz, así es estealumbramiento nuestro. Pero nosregocija. Alemania levanta bien alta lacabeza entre las naciones del mundo.Sigue a su Glorioso Líder hasta eltriunfo. ¿Qué puedes saber tú de esto,que no haces más que quedarte sentado ysoñar? No has conocido a Hitler. Es unaespada en alto. Es una luz blanca, pero

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ardiente como el sol del nuevo día.Debo insistir en que no me escribas

más. Ya no tenemos nada en común.Debemos aceptarlo los dos.

MARTIN SCHULSE

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5 de septiembre de 1933

Herrn Martin Schulsea/c Deutsch-Völkische Bank-undHandelsgesellschaftMúnich, Alemania

Querido Martin:

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Te adjunto el cheque y la liquidaciónmensual. Tengo imperiosa necesidad demandarte un breve mensaje. Griselle seha marchado a Berlín. Es demasiadotemeraria. Ha esperado el éxito durantetanto tiempo, que no va a renunciar a ély se ríe de mis temores. Estará en elKöenig Theater. Eres funcionario delgobierno. En nombre de nuestra antiguaamistad te suplico protegerla. Si puedes,ve a Berlín para ver si corre peligro.

Te disgustará ver que me he vistoobligado a quitar tu apellido de la firma.Sabes quiénes son nuestros principalesclientes y ahora no se acercarían a nadaque procediera de una firma con

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apellido alemán.Me es imposible discutir tu nueva

actitud. Tienes que comprenderme. Noesperaba que cogieras las armas por mipueblo porque sea mi pueblo sinoporque eras un hombre que creía en lajusticia. Te encomiendo a mi imprudenteGriselle. La criatura no se da cuenta delriesgo que corre. No volveré aescribirte.

Adiós, amigo mío,

MAX

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5 de noviembre de 1933

Herrn Martin Schulsea/c Deutsch-Völkische Bank-undHandelsgesellschaftMúnich, Alemania

Martin:

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Vuelvo a escribirte porque tengo quehacerlo. Me acosa un presentimientohorrible. Le escribí a Griselle tan prontosupe que estaba en Berlín y me contestóunas breves líneas. Los ensayosmarchaban admirablemente bien. Laobra se estrenaría en poco tiempo. Misegunda carta era más de aliento que deadvertencia y me han devuelto el sobresin abrir, con un sello que sólo dice«Paradero desconocido» (Adresseunbekannt). ¡Qué palabras másominosas! ¿Cómo es posible? Es sinduda señal de que le ha pasado algo.Quienes pusieron ese sello saben lo quele ha ocurrido. Pero yo no puedo

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saberlo. Ha caído en alguna suerte devacío y será inútil buscarla. Es lo queme dicen en dos palabras: «Adresseunbekannt».

Martin, ¿necesito pedirte que labusques, que la socorras? Tú hasconocido su gracia, su belleza, sudulzura. Tuviste su amor, un amor que nole ha dado a ningún otro hombre. Nointentes escribirme. Ni siquiera necesitopedirte ayuda. Basta con decirte quealgo ha ido mal, que tiene que estar enpeligro.

La dejo en tus manos, yo no puedohacer nada.

MAX

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23 de noviembre de 1933

Herrn Martin Schulsea/c Deutsch-Völkische Bank-undHandelsgesellschaftMúnich, Alemania

Martin:

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Desesperado, me dirijo a ti. Nopuedo esperar a que pase un mes más,de modo que te doy información sobretus inversiones. Puedes querer haceralgunos cambios y así podré incluir miruego en una letra bancaria.

Se trata de Griselle. A lo largo dedos meses su silencio ha sido absoluto yahora empiezan a llegarme rumores. Deuna boca judía a otra van llegandocuentos de Alemania, cuentos tanterribles que, si me atreviera, me taparíalos oídos, pero no puedo. Tengo quesaber qué le ha pasado. Tengo que estarseguro.

Se presentó en la obra de Berlín

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durante una semana. Luego desde elpúblico varios espectadores laabuchearon y le gritaron «judía». ¡Es tancabezota, tan insensata esa espléndidacriatura! Les hizo tragar lo dicho,diciéndoles con orgullo que sí, que«era» judía.

Algunos de los presentes se lanzarontras ella. Griselle corrió entrebastidores. Alguien debe haberleayudado porque consiguió escapar,mientras la partida de forajidos lepisaba los talones. Durante varios díasestuvo refugiada en el desván de unafamilia judía. Después cambió suaspecto todo lo que pudo y se fue rumbo

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al sur, con la esperanza de llegarcaminando a Viena. Les dijo a quienes laalojaron que estaría a salvo si pudierallegar a casa de unos amigos de Múnich.Ésa es mi esperanza, que haya llegadohasta ti. Porque a Viena no llegó nunca.Dime una palabra, Martin, y si no hallegado a tu casa, haz si puedes unadiscreta investigación. No tengo reposo.Me torturo día y noche con la imagen deesa pequeña cosita valiente,trastabillando a lo largo de tantoskilómetros a través de un país hostil,mientras el invierno se echa encima.Quiera Dios que puedas mandarme unapalabra de alivio.

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MAX

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8 de diciembre de 1933

¡Heil Hitler! Lamento tener que dartemalas noticias. Tu hermana ha muerto.Como tú mismo decías,desgraciadamente era una insensata. Nohace todavía una semana llegó a casa,seguida por una patrulla de tropas deasalto. La casa estaba muy ajetreada.Elsa no ha estado bien desde que el mespasado nació el pequeño Adolf. Estaban

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aquí el médico, todos los criados y losniños alborotaban alrededor.

Por suerte abrí la puerta yo. Primeropensé que era una vieja, luego reconocíla cara y, enseguida, que las tropas deasalto aparecían en la verja del parque.¿Podía esconderla? Era una posibilidadentre miles. Un criado aparecería antenosotros en cualquier momento. ¿Podíaaguantar que registraran mi casa conElsa en la cama, correr el riesgo de queme arrestaran por dar refugio a una judíay perder todo lo que he conseguidollegar a ser aquí? Como alemán, mideber no ofrecía duda alguna. Haexhibido su cuerpo judío en las tablas

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ante jóvenes alemanes puros. Debíadetenerla y entregársela a las tropas deasalto. Pero no pude hacerlo. «Nos vas adestruir, Griselle», le dije. Me miró,sonrió (siempre fue una muchachavaliente) y tomó su decisión.

«No voy a hacerte daño, Martin»,dijo, corrió escalones abajo y se dirigióa los árboles. Pero tenía que estaragotada. No corrió a bastante velocidady las tropas de asalto le echaron la vistaencima. Yo estaba indefenso. Entré en lacasa, oyendo sus gritos. A los pocosminutos dejó de gritar y, a la mañanasiguiente, mandé el cuerpo al pueblopara que la enterraran. Venir a Alemania

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fue una insensatez. Pobrecita Griselle.Comparto tu dolor, pero como ves, notenía manera de ayudarla.

Ahora debo exigirte que no vuelvasa escribirme. Cada palabra que llega acasa está censurada y estoy seguro deque, muy pronto, empezarán a abrir elcorreo del banco. Y no volveré a tenerningún trato con judíos, excepto pararecibir el dinero. No me ha hecho ningúnfavor que una judía haya venido a buscarrefugio en mi casa. Ninguna futurarelación con judíos será tolerada.

Aquí se está construyendo una nuevaAlemania. A las órdenes de nuestroGlorioso Líder, pronto demostraremos

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grandes hazañas al mundo.

MARTIN

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CABLEGRAMA

MÚNICH, 2 DE ENERO DE 1934

MARTIN SCHULSE

ACEPTADOS SUSTÉRMINOS AUDITORÍA 12NOVIEMBRE INDICATRECE POR CIENTO

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INCREMENTO DOSFEBREROCUADRUPLICADOASEGURADA EXPOSICIÓNPARA PRIMERO MAYOPREPARADA SALIDA PARAMOSCÚ SI MERCADO ABRESORPRESIVAMENTEINSTRUCCIONESFINANCIERAS ENVIADANUEVA DIRECCIÓN

EISENTEIN

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3 de enero de 1934

Herrn Martin SchulseSchloss RantzenburgMúnich, Alemania

Nuestro querido Martin:

No olvides el cumpleaños de la

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abuela. Cumplirá sesenta y cuatro añosel 8. Los contribuyentes norteamericanosdonarán mil pinceles para tu Liga dejóvenes Pintores Alemanes. Mandelbergparticipa en el apoyo a la Liga. Debesmandar 11 reproducciones de Picasso—de 50 X 2,30— para diversificar lasexistencias de las galerías el 25. Noantes. Deben predominar los rojos yazules. En este momento podemosenviarte $ 8000 por esta transacción.Empieza las nuevas cuentas en el libro2.

Nuestras plegarias te acompañan adiario, querido hermano,

EISENSTEIN

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17 de enero de 1934

Herrn Martin SchulseSchloss RantzenburgMúnich, Alemania

Querido hermano Martin:

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¡Buenas noticias! Nuestras accionesllegaron a 116 hace cinco días. LosFleishman adelantaron otros $ 10 000.Así se completará tu cuota para la Ligade jóvenes Pintores por un mes, peroavísanos si aumentan las oportunidades.Las miniaturas suizas están en boga.Debes observar el mercado y preparartepara estar en Zúrich después del 1° demayo, si aparecen oportunidadesinesperadas. El tío Salomón estaráencantado de verte y sé que confiarás ensu juicio.

El tiempo está despejado y creo quehay poco riesgo de tormentas en lospróximos dos meses. Prepara para tus

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discípulos las siguientesreproducciones: Van Gogh 40 X 2,60 enrojo; Poussin 50 X 2,30 en azul yamarillo; Vermeer 28 X 84 en rojo yazul.

Nuestras esperanzas te seguirán entus nuevos esfuerzos,

EISENSTEIN

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29 de enero de 1934

Querido Martin:

Por error, tu última carta llegó a 457Geary St. Habitación 4. La tía Rhebadice que le diga a Martin que debeescribir cartas más breves y claras para

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que sus amigos puedan entender todo loque dice. Estoy seguro de que todo elmundo estará dispuesto para tu reuniónfamiliar del día 15. Estarás cansadodespués de estas festividades y quizáquieras llevar a tu familia contigo en tuviaje a Zúrich.

De cualquier modo, antes de partir,procura tener las siguientesreproducciones para las ramas de laLiga de jóvenes Pintores Alemanes, convistas a la exposición conjunta de mayoo antes: Picasso 43 X 2,06 en rojo; VanGogh 12,70 X 106,68 en blanco; Rubens38 X 5,18 en azul y amarillo.

Nuestras plegarias te acompañan,

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EISENSTEIN

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SCHLOSS RANTZENBURG,MÚNICH, ALEMANIA

12 de febrero de 1934

Señor Max EisensteinEisenstein GalleriesSan Francisco, California, EEUU

Max, mi viejo amigo:

Por Dios, Max ¿sabes lo que estás

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haciendo? Voy a tratar de sacar deAlemania esta carta de contrabando conun americano que he conocido aquí. Tehago este llamamiento con unadesesperación que no te puedesimaginar. ¡Qué locura de cable! Lascartas que has mandado… Me hanllamado para explicar qué significan. Nome las entregaron, pero me hicieronpasar para enseñármelas y exigirme queles diera el código. ¿Un código? ¿Ycómo puedes tú, amigo de toda la vida,hacerme esto?

¿Te das cuenta, tienes idea de queme estás destruyendo? Los resultados detu locura ya son espantosos. Me han

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dicho sin rodeos que renuncie a micargo. Heinrich ya no está en losescuadrones juveniles. Le han dicho queno sería saludable para él. Dios de loscielos, ¿te das cuenta de lo que esosignifica? Y Elsa, a quien no me atrevo adecirle nada, está estupefacta porque losfuncionarios rechazan sus invitaciones yel barón Von Freische no la saludacuando se encuentran en la calle.

Sí, sí, ya sé por qué lo haces…¿Pero no te das cuenta de que no podíahacer nada? ¿Qué podía haber hecho?No me atreví a intentarlo si quiera. Te losuplico, no por mí sino por Elsa y losniños… Piensa en lo que sería para

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ellos que me llevaran y no supieran siestoy vivo o muerto. ¿Sabes lo quesignifica que te lleven a un campo deconcentración? ¿Me pondrías contra unparedón y apuntarías? Te lo suplico,detente. Detente ya, cuando todavía notodo está destrozado. Temo por mi vida,por mi vida, Max. ¿Eres tú quien hacesemejante cosa? No puedes ser tú. Te hequerido como a un hermano, mi viejoMaxel. Por Dios, ¿no tienes piedad? Telo suplico, Max, ¡basta, basta ya!Detente cuando todavía estoy a tiempode salvarme. Te lo suplico con elcorazón colmado por el antiguo afecto.

MARTIN

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15 de febrero de 1934

Herrn Martin SchulseSchloss RantzenburgMúnich, Alemania

Nuestro querido Martin:

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Aquí dieciocho litros de lluvia en 18días. ¡Menuda temporada! Uncargamento de 1500 pinceles llegarápara tus pintores a la rama berlinesaalrededor de este fin de semana. Eso lesdará tiempo para practicar antes de lagran exposición. Los patrocinadoresnorteamericanos ayudarán a conseguirtodo el material artístico que seaposible, pero tú tendrás que hacer losarreglos finales. Estamos demasiadolejos para establecer contacto con elmercado europeo y tú estás en mejorsituación para estimar hasta dóndellegará el apoyo que semejanteexposición puede despertar en

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Alemania. Para el 24 de marzo debestener preparados para distribuir: Rubens30 X 192,5 en azul; Giotto 2,5 X 8,05 enverde y blanco; Poussin 50 X 2,30 enrojo y blanco.

El joven Blum salió el viernespasado con las especificaciones dePicasso. Dejará los óleos en Hamburgoy Leipzig, para luego ponerse a tudisposición.

¡Suerte!

EISENSTEIN

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EINSESTEIN GALLERIESSAN FRANCISCO, CALIFORNIA,

EEUU

3 de marzo de 1934

Martin, hermano nuestro:

El primo Julius ha tenido dos niñosde cuatro kilos. La familia está feliz.Damos por sentado el éxito de tupróxima exposición artística. El último

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embarque de lienzos se retrasó pordificultades del cambio de divisas, perollegará a tus socios de Berlín con tiemposobrado. Considera completada lacolección de reproducciones. Losentusiastas de Picasso serán tu mejorayuda, pero no descuides otrasposibilidades.

Dejamos librados a tu discreción losplanes finales, pero apresura la fechapara que la exposición sea un éxitorotundo.

Que el Dios de Moisés sea tu manoderecha,

EISENSTEIN

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Adressat unbekannt = Destinatariodesconocido

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NOTA FINAL

Cuando en septiembre de 1938 sepublicó por primera vez en la revistaStory, Paradero desconocido, lahistoria provocó de inmediato enormeinterés. El relato está basado en lascartas que se intercambian un judíoestadounidense que vive en SanFrancisco y su antiguo socio, un alemánque ha vuelto a su país. Las cartasdenuncian, al principio de la llegada deHitler al poder, la verdadera índole delnazismo.

A los diez días de su publicación, elnúmero de Story se había agotado.

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Lectores entusiastas hacían copiasmimeografiadas para los amigos. Elcomentarista de radio Walter Winchellrecomendaba su lectura como «el mejortrabajo escrito del mes, algo que nodebe usted perderse». The New YorkTimes Book Review afirmaba: «Estemoderno relato es la perfección misma.La más efectiva denuncia contra elnazismo publicada en literatura deficción». La revista Reader’s Digestdejó de lado su antigua norma depublicar solamente no ficción yreimprimió el relato para sus tresmillones de lectores.

En 1939 Simon & Shuster publicó

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Paradero desconocido en forma delibro y vendió cincuenta mil ejemplares,una cifra enorme en aquella época.Hamish Hamilton lo hizo en Inglaterra yel libro empezó a traducirse a otrosidiomas. Pero 1939 fue también el añode la Blitzkrieg: en pocos meses lamayor parte de Europa estaba dominadapor Adolf Hitler. La traducciónholandesa de Paradero desconocidodesapareció y el título no volvió apublicarse en Europa, salvo en la listade libros prohibidos por elReichskommisar. El relato no seconoció en el continente hasta sesentaaños después, a pesar del impacto y del

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éxito obtenido en Inglaterra y EstadosUnidos.

La autora, mi madre, nació enPortland, Oregon. Su nombre de solteraera Katherine Kressmann. Graduada porla Universidad de Oregon, en 1924 setrasladó a San Francisco y trabajó comopublicista. En sus horas libres escribíapara algunas revistas literarias. En 1928los editores de San Francisco Review lainvitaron a una fiesta donde conoció aElliott Taylor, dueño de una agencia depublicidad. Se casaron al cabo de dossemanas. Cuando la Gran Depresiónacabó con la industria publicitaria, mispadres compraron una pequeña granja en

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el sur de Oregon. Allí nos instalamos yallí nació el tercer hijo. Vivíamosliteralmente de la tierra.

En 1938 nos trasladamos a NuevaYork. Mi padre, Elliott, trabajó comoeditor y mi madre terminó de escribirParadero desconocido, el relato que mipadre enseñó a Whit Burnett, editor dela revista Story. Burnett decidiópublicarlo de inmediato. Mi padre y eleditor pensaron que la historia era«demasiado dura para aparecer firmadapor una mujer» y asignaron a mi madreel seudónimo literario de «KressmannTaylor», nombre profesional que ellaaceptó y conservó el resto de su vida, en

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gran parte debido al éxito de Paraderodesconocido. Así cuenta Katherine lasrazones que la llevaron a escribir elrelato:

«Poco antes de la guerra, unosamigos alemanes —cultos, intelectuales,de buen corazón— regresaron aAlemania después de haber vivido enEstados Unidos. En muy poco tiempo seconvirtieron en nazis acérrimos. Senegaban a escuchar la menor críticacontra Adolf Hitler. Durante una visita aCalifornia se encontraron en la calle conun íntimo y viejo amigo judío. No le

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dirigieron la palabra. Le dieron laespalda cuando intentó abrazarlos. Mepregunté cómo podría ocurrir semejantecosa. ¿Qué les había hecho cambiar deesa manera? ¿Qué los había llevado aese grado de crueldad?

»Esas preguntas me acosaban, nopodía olvidarlas. Empecé a analizardocumentos sobre Hitler, a leer susdiscursos y los escritos de susconsejeros. Lo que descubrí fueaterrorizador. Me preocupaba sobretodo que en Estados Unidos nadieparecía tener conciencia de lo quepasaba en Alemania. En 1938 la posturaaislacionista en Estados Unidos era muy

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fuerte. Los políticos sostenían que losproblemas de Europa no eran asuntonuestro y que en Alemania las cosasiban muy bien. Pero algunos estudiantesque volvían de Alemania contaban laverdad sobre las atrocidades nazis. Alos compañeros de la fraternidad se lesocurrió la gracia de escribir a losamigos alemanes burlándose de Hitler yla respuesta fue: “Basta. Estamos enpeligro. El nazismo no se anda contonterías. Cartas semejantes podríandesencadenar la muerte de cualquiernazi”».

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Concluida la guerra, Paraderodesconocido cayó en el olvido. Sóloapareció en alguna antología ocasional.Mi madre siguió escribiendo yenseñando el arte de escribir,periodismo y humanidades en un collegepróximo a su casa. Retirada en 1966, setrasladó a Florencia, Italia, donde vivióla gran inundación en noviembre de eseaño. En aquella experiencia se basa sutercer libro, Diary of Florence inFlood, publicado la primavera siguienteentre aclamaciones de la crítica inglesay estadounidense.

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En 1995, cuando mi madre teníanoventa y un años, Story Press reeditóParadero desconocido «paraconmemorar el cincuenta aniversario dela liberación de los campos deconcentración» y, como escribió eleditor de Story Lois Rosenthal, «sumensaje significativo y eterno» haganado «un lugar permanente en lasestanterías» de Estados Unidos. Lareedición fue bien acogida y a mi madrele gratificó que esta vez aparecieracomo un clásico de la literaturaestadounidense.

Mi madre Murió al año siguiente, enjulio de 1996, a punto de cumplir

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noventa y tres años. Hasta el final de susdías mantuvo un espíritu agudo,perceptivo y entusiasta. «Morir», dijo ensu última semana de vida, «es natural.Tan natural como nacer». Y estabadispuesta. Vivió distintas vidas conéxito: la de esposa y madre, profesorarespetada y querida, autora de treslibros y más de veinte relatos.

CHARLES DOUGLAS TAYLOR

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KRESSMANN TAYLOR es elpseudónimo de la escritoranorteamericana Katherine Kressmannnacida en Portland, USA. Fue publicista,graduada por la Universidad de Oregony escribió en algunas revistas deliteratura. Ganó su primer premio

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literario a los once años.Escribió tres libros y más de una

docena de historias cortas. Durantediecinueve años fue profesora deliteratura creativa y periodismo en elGettysburg College de Pennsylvania,donde fue la primera mujer en obteneruna cátedra.

La publicación de Paraderodesconocido fue todo un éxito,vendiendo más de 50 000 copias, cifrasincreíbles para aquellos años. Tambiéncausó gran revuelo por su prohibición enAlemania por el régimen nazi. En 1944la novela fue llevada al cine con guiónde la propia autora.