19.- baucis y filemón

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En las verdes colinas de Frigia, a orillas de un lago de arenas doradas, hay una encina y un tilo que crecen a la par. Sus troncos se enredan, sus copas se buscan, y sus viejas ramas se entre lo mismo que los dedos ansiosos de los amantes.

Un da, Jpiter recorra el reino de Frigia en compaa de su hijo Mercurio bajo la apariencia de cazadores.Cuando caa la tarde decidieron probar la hospitalidad de su gente y as fueron llamando puerta a puerta, topndose con la misma falta de generosidad en cada una.

Mercurio apacigu el enfado de su padre y decidi probar una ltima vez en una pequea choza, la ms humilde de la regin.All les acogieron Filemn y su esposa Baucis que, pese a su pobreza, hicieron todo lo que estaba en su mano con tal de complacer a sus huspedes.Los dioses no dejaban de cruzarse miradas de satisfaccin.La pareja comprendi que se hallaban en compaa de dioses al ver la jarra de vino repleta pese a haber bebido durante toda la comida y pidieron piedad.Pero Jpiter los mir con ternura y los sac de su error.

Les pidi que subieran a la cima de una colina cercana y desde all observaron como toda Frigia quedaba sumergida bajo las aguas.Solo su humilde choza qued a nivel del lago y sus paredes se transformaron en columnas de mrmol y su techumbre resplandeca de oro puro, quedando convertida en un bellsimo templo.

Entonces Jpiter habl a los dos ancianos:Frigia ya ha recibido el castigo que mereca, pero vosotros, que sois justos como la balanza, an no tenis el premio que os habis ganado. Decidme, qu deseis?Filemn, conociendo los pensamientos de su esposa, contest:Queremos ser sacerdotes de ese santuario en que habis convertido nuestra casa. Y, dado que nos amamos con toda el alma, nos gustara morir los dos el mismo da y en el mismo instante, para que yo no tenga que enterrar a mi esposa ni ella tenga que sepultarme a m.As se hizo. Un da cuando ya eran muy viejos, Baucis not que a Filemn le salan ramas, y Filemn vio que su esposa se estaba convirtiendo en un rbol. Los dos se apresuraron a darse el ltimo beso, y un instante despus quedaron cubiertos por una rgida corteza vegetal.

Si pasis por Frigia, fijos en el tilo y la encina que se levantan a orillas del lago. Os bastar mirar cmo cruzan sus ramas para daros cuenta de lo mucho que Baucis y su esposo se siguen queriendo.