1884 leon xiii 1 humanum genus tema condena del relativismo y de la masoneria

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    HUMANUM GENUS (Papa Len XIII 30 de Abril de 1884)

    [1]. El gnero humano, despus de apartarse miserablemente de Dios, creador ydador de los bienes celestiales, por envidia del demonio, qued dividido en dos campos

    contrarios, de los cuales el uno combate sin descanso por la verdad y la virtud, y el otrolucha por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad. El primer campo es el reinode Dios en la tierra, es decir, la Iglesia verdadera de Jesucristo. Los que quierenadherirse a sta de corazn y como conviene para su salvacin, necesitan entregarse alservicio de Dios y de su unignito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad.El otro campo es el reino de Satans. Bajo su jurisdiccin y poder se encuentran todoslos que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres,se niegan a obedecer a la ley divina y eterna y emprenden multitud de obrasprescindiendo de Dios o combatiendo contra Dios. Con aguda visin ha descritoAgustn estos dos reinos como dos ciudades de contrarias leyes y deseos, y con sutilbrevedad ha compendiado la causa eficiente de una y otra en estas palabras: Dosamores edificaron dos ciudades: el amor de s mismo hasta el desprecio de Dios, edificla ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de s mismo, la ciudad celestial 1.Durante todos los siglos han estado luchando entre s con diversas armas y mltiplestcticas, aunque no siempre con el mismo mpetu y ardor. En nuestros das, todos losque favorecen el campo peor parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemenciabajo la gua y con el auxilio de la masonera, sociedad extensamente dilatada yfirmemente constituida por todas partes. No disimulan ya sus propsitos. Se levantancon suma audacia contra la majestad de Dios. Maquinan abiertamente la ruina de lasanta Iglesia con el propsito de despojar enteramente, si pudiesen, a los puebloscristianos de los beneficios que les gan Jesucristo nuestro Salvador. Deplorando Nos

    estos males, la caridad nos urge y obliga a clamar repetidamente a Dios: Mira quebravean tus enemigos y yerguen la cabeza los que te aborrecen. tienden asechanzas a tupueblo y se conjuran contra tus protegidos. Dicen: Ea, borrmoslos del nmero de lasnaciones2.

    [2]. Ante un peligro tan inminente, en medio de una guerra tan despiadada ytenaz contra el cristianismo, es nuestro deber sealar este peligro, descubrir a losadversarios, resistir en lo posible sus tcticas y propsitos, para que no perezcaneternamente aquellos cuya salvacin nos est confiada, y para que no slo permanezcafirme y entero el reino de Jesucristo, cuya defensa Nos hemos tomado, sino que se dilatetodava con nuevos elementos por todo el orbe.

    [I. La Iglesia frente a la Masonera]

    [3]. Nuestros antecesores los Romanos Pontfices, velando solcitamente por lasalvacin del pueblo cristiano, conocieron la personalidad y las intenciones de estecapital enemigo tan pronto comenz a salir de las tinieblas de su oculta conjuracin. LosRomanos Pontfices, previendo el futuro, dieron la seal de alarma frente al peligro yadvirtieron a los prncipes y a los pueblos para que no se dejaran sorprender por lasartimaas y las asechanzas preparadas para engaarlos. El papa Clemente XII, en 1738,fue el primero en indicar el peligro3. Benedicto XIV confirm y renov la constitucin

    1 San Agustn, De Civitate Dei, XIV, 28.2 Salmo 83 (82) 2-4.3 Constitucin In Eminenti, del 24 de abril de 1738.

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    del anterior pontfice4. Po VII sigui las huellas de ambos5. Y Len XII, incluyendo ensu constitucin apostlica Quo graviora6 toda la legislacin dada en esta materia porlos papas anteriores, la ratific y confirm para siempre. Po VIII7, Gregorio XVI8 yreiteradamente Po IX9hablaron del mismo modo.

    [4]. En efecto, tan pronto como una serie de indicios manifiestos instruccin de

    procesos, publicacin de las leyes, ritos y anales masnicos, el testimonio personal demuchos masones- evidenciaron la naturaleza y los propsitos de la masonera, esta SedeApostlica denunci y proclam abiertamente que la masonera, constituida contra tododerecho divino y humano, era tan perniciosa para el Estado como para la religincristiana. Y amenazando con las penas ms graves que suele emplear la Iglesia contralos delincuentes, prohibi terminantemente a todos inscribirse en esta sociedad. Losmasones, encolerizados por esta prohibicin, pensaron que podran evitar, o debilitar almenos, en parte con el desprecio y en parte con las calumnias, la fuerza de estassentencias, y acusaron a los Sumos Pontfices que las decretaron de haber procedidoinjustamente o de haberse excedido en su competencia. De esta manera procuraroneludir la grave autoridad de las constituciones apostlicas de Clemente XII, BenedictoXIV, Po VII y Po IX. No faltaron, sin embargo, dentro de la misma masonera quienesreconocieron, aun a pesar suyo, que las disposiciones tomadas por los romanospontfices estaban de acuerdo con la doctrina y la disciplina de la Iglesia catlica. Eneste punto muchos prncipes y jefes de Gobierno estuvieron de acuerdo con los papas,ya acusando a la masonera ante la Sede Apostlica, ya condenndola por s mismos,promulgando leyes a ese efecto. As sucedi en Holanda, Austria, Suiza, Espaa,Baviera, Saboya y otros Estados de Italia.

    [5]. Pero lo ms importante es ver cmo la prudente previsin de nuestrosantecesores qued confirmada con los sucesos posteriores. Porque sus providentes ypaternales medidas no siempre, ni en todas partes, tuvieron el xito deseado. Fracaso

    debido, una veces, al fingimiento astuto de los afiliados a la masonera, y otras veces, ala inconsiderada ligereza de quienes tenan la grave obligacin de velar con diligenciaen este asunto. Por esto, en el espacio de siglo y medio la masonera a alcanzadorpidamente un crecimiento superior a todo lo que se poda esperar, e infiltrndose deuna manera audaz y dolosa en todos los rdenes del Estado, ha comenzado a tenerpoder, que casi parece haberse convertido en duea de los Estados. A este tan rpido yterrible progreso se ha seguido sobre la Iglesia, sobre el poder de los prncipes y sobre lamisma salud pblica la ruina prevista ya mucho antes por nuestros antecesores. Porquehemos llegado a tal situacin, que con razn debemos temer grandemente por el futuro,no ciertamente por el futuro de la Iglesia, cuyo fundamento es demasiado firme para quepueda ser socavado por el solo esfuerzo humano, sino por le futuro de aquellas naciones

    en las que ha logrado una influencia excesiva la secta de que hablamos u otrassemejantes que estn unidas a ella como satlites auxiliares.

    [6]. Por estas causas, tan pronto como hemos llegado al gobierno de la Iglesia,comprendimos claramente la gran necesidad de resistir todo lo posible a una calamidadtan grave, oponindole para ello nuestra autoridad. Aprovechando repetidas veces laocasin que se nos presentaba, hemos expuesto algunos de los puntos doctrinales msimportantes que haban sufrido un influjo mayor de los perversos errores masnicos.

    4 Constitucin Providas, del 18 de mayo de 1751.5 Constitucin Ecclesiam a Iesu Christo, del 13 de septiembre de 1821.6

    Publicada el 13 de marzo de 1825.7 Encclica Traditi, del 21 de mayo de 1829.8 Encclica Mirari vos, del 15 de agosto de 1832.9 Encclica Qui pluribus, del 9 de noviembre de 1846; alocucin consistorial Multiplices inter, del 25 de septiembre de 1865.

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    As, en nuestra Encclica Quod Apostolici muneris hemos demostrado con razonesconvincentes las utpicas monstruosidades de los socialistas y comunistas. Ms tarde,en otra Encclica,Arcanum, hemos defendido y explicado la verdadera y genuina nocinde la sociedad domstica, cuya fuente y origen es el matrimonio. Por ltimo, en laEncclica Diuturnum hemos desarrollado la estructura del poder poltico, configurado

    segn los principios de la filosofa cristiana; estructura maravillosamente coherente conla naturaleza de las cosas y con la seguridad de los pueblos y gobernantes. Hoy,siguiendo el ejemplo de nuestros predecesores, hemos decidido consagrar directamentenuestra atencin a la masonera en s misma considerada, su sistema doctrinal, suspropsitos, su manera de sentir y de obrar, para iluminar con nueva mayor luz sumalfica fuerza e impedir as el contagio de tan mortal epidemia.

    [II. Juicio Fundamental Acerca de la Masonera]

    [7]. Varias son las sectas que, aunque diferentes en nombre, ritos, forma y

    origen, al estar sin embargo, asociadas entre s por la unidad de intenciones y laidentidad en sus principios fundamentales, concuerdan de hecho con la masonera, queviene a ser como el punto de partida y el centro de referencia de todas ellas. Estassectas, aunque aparentan rechazar todo ocultamiento y celebran sus reuniones a la vistade todo el mundo y publican sus peridicos, sin embargo, examinando a fondo elasunto, conservan la esencia y la conducta de las sociedades clandestinas. Tienenmuchas cosas envueltas en un misterioso secreto. Y es ley fundamental de talessociedades el diligente y cuidadoso ocultamiento de estas cosas no slo ante losextraos, sino incluso ante muchos de sus mismos adeptos. Tales son, entre otras, lasfinalidades ltimas y ms ntimas, las jerarquas supremas de cada secta, ciertasreuniones ntimas y ocultas, los modos y medios con que deben ser realizadas las

    decisiones adoptadas. A este fin se dirigen la mltiple diversidad de derechos,obligaciones y cargos existentes entre los socios, la distincin establecida de rdenes ygrados y la severidad disciplinar con que se rigen. Los iniciados tiene que prometer,ms an, de ordinario tienen que jurar solemnemente, no descubrir nunca ni en modoalguno a sus compaeros sus signos, sus doctrinas. As, con esta engaosa apariencia ycon un constante disimulo procuran con empeo los masones, como en otro tiempo losmaniqueos, ocultarse y no tener otros testigos que sus propios conmilitones. Buscanhbilmente la comodidad del ocultamiento, usando el pretexto de la literatura y de laciencia como si fuesen personas que se renen para fines cientficos. Hablancontinuamente de su afn por la civilizacin, de su amor por las clases bajas. Afirmanque su nico deseo es mejorar la condicin de los pueblos y extender al mayor nmeroposible de ciudadanos las ventajas propias de la sociedad civil. Estos propsitos, aunquefuesen verdaderos, no son, sin embargo, los nicos. los afiliados deben, adems, darpalabra, y garantas de ciega y absoluta obediencia a sus jefes y maestros; deben estarpreparados a la menor seala e indicacin de stos para ejecutar sus rdenes; de nohacerlo as, deben aceptar los ms duros castigos, incluso la misma muerte. De hecho,cuando la masonera juzga que algunos de sus seguidores han traicionado el secreto ohan desobedecido las rdenes recibidas, no es raro que stos reciban la muerte con tantaaudacia y destreza, que el asesino burla muy a menudo las pesquisas de la polica y elcastigo de la justicia. Ahora bien, esto de fingir y querer esconderse, de obligar a loshombres, como esclavos, con un fortsimo vnculo y sin causa suficientemente

    conocida, de valerse para cualquier crimen de hombres sujetos al capricho de otros, dearmar a los asesinos procurndoles la impunidad de sus delitos, es un crimen

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    monstruoso, que la naturaleza no puede permitir. Por esto, la razn y la misma verdaddemuestran con evidencia que la sociedad de que hablamos es contraria a la justicia y ala moral natural.

    [8]. Afirmacin reforzada por otros argumentos clarsimos, que ponen demanifiesto esta contradiccin de la masonera con la moral natural. Porque por muy

    grande que sea la astucia de los hombres para ocultarse, por muy excesiva que sea sucostumbre de mentir, es imposible que no aparezca de algn modo en los efectos lanaturaleza de la causa. No puede rbol bueno dar malos frutos, ni rbol malo darbuenos frutos

    10.Los frutos de la masonera son frutos venenosos y llenos de amargura.

    Porque de los certsimos indicios que antes hemos mencionado, brota el ltimo yprincipal de los intentos masnicos; a saber: la destruccin radical de todo el ordenreligioso y civil establecido por el cristianismo y la creacin, a su arbitrio, de otro ordennuevo con fundamentos y leyes tomados de la entraa misma del naturalismo.

    [9]. Todo lo que hemos dicho hasta aqu, y lo que diremos en adelante, debeentenderse de la masonera considerada en s misma y como centro de todas las dems

    sectas unidas y confederadas con ella, pero no debe entenderse de cada uno de susseguidores. Puede haber, en efecto, entre sus afiliados no pocas personas que, aunqueculpables por haber ingresado en estas sociedades, no participan, sin embargo, por smismas de los crmenes de las sectas e ignoran los ltimos intentos de stas. De lamisma manera, entre las asociaciones unidas a la masonera, algunas tal vez noaprueban en modo alguno ciertas conclusiones extremas, que sera lgico abrazar comoconsecuencias necesarias de principios comunes, si no fuese por el horror que causa sumisma monstruosidad. Igualmente algunas asociaciones, por circunstancias de tiempo ylugar, no se atreven a ejecutar todo lo que querran hacer y otras suelen realizar; no poresto, sin embargo, deben ser consideradas como ajenas a la unin masnica, porque esaunin masnica debe ser juzgada, ms que por los hechos y realizaciones que lleva a

    cabo, por el conjunto de principios que profesa.

    [III. Naturaleza y Mtodos de la Masonera]

    (Autonoma de la razn)

    [10]. Ahora bien, el principio fundamental de los que profesan el naturalismo,como su mismo nombre declara, es que la naturaleza humana y la razn natural delhombre han de ser en todo maestras y soberanas absolutas. Establecido este principio,los naturalistas, o descuidan los deberes para con Dios, o tiene de stos un falsoconcepto impreciso y desviado. Niegan toda revelacin divina. No admiten dogma

    religioso alguno. No aceptan verdad alguna que no pueda ser alcanzada por la raznhumana. Rechazan todo maestro a quien haya que creer obligatoriamente por laautoridad de su oficio. Y como es oficio propio y exclusivo de la Iglesia catlicaguardar enteramente y defender en su incorrupta pureza el depsito de las doctrinasreveladas por Dios, la autoridad del magisterio y los dems medios sobrenaturales parala salvacin, de aqu que todo el ataque iracundo de estos adversarios se hayaconcentrado sobre la Iglesia. Vase ahora el proceder de la masonera en lo tocante a lareligin, singularmente en las naciones en que tiene una mayor libertad de accin, y

    jzguese si es o no verdad que todo su empeo se reduce a traducir en los hechos lasteoras del naturalismo. Hace mucho tiempo que se trabaja tenazmente para anular todoposible influjo del magisterio y de la autoridad de la Iglesia en el Estado. Con este fin

    10 Mt. VII, 18.

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    hablan pblicamente y defienden la separacin total de la Iglesia y del Estado. Excluyenas de la legislacin y de la administracin pblica el influjo saludable de la religincatlica. De lo cual se sigue la tesis de que la constitucin total del Estado debeestablecerse al margen de las enseanzas y de los preceptos de la Iglesia11. Pero no lesbasta con prescindir de tan buena gua como es la Iglesia. La persiguen, adems, con

    actuaciones hostiles. Se llega, en efecto, a combatir impunemente de palabra, por escritoy con la enseanza los mismos fundamentos de la religin catlica. Se niegan losderechos de la Iglesia. No se respetan las prerrogativas con que Dios la enriqueci. Sereduce al mnimo su libertad de accin, y esto con una legislacin en apariencia no muyviolenta, pero en realidad dada expresamente para impedir la libertad de la Iglesia.Vemos, adems, al clero oprimido con leyes singularmente graves, promulgadas paradisminuir cada da ms su nmero y para reducir sus recursos; el patrimonio eclesisticoque todava queda, gravado con todo gnero de cargas y sometido enteramente al juicioarbitrario del Estado; y las Ordenes religiosas suprimidas y dispersas. Pero el esfuerzoms enrgico de los adversarios se lanza principalmente contra la Sede Apostlica y elRomano Pontfice. Primeramente le ha sido arrebatado a ste, con fingidos pretextos, el

    poder temporal, baluarte de su libertad y de sus derechos. A continuacin ha sidoreducido el Romano Pontfice a una situacin injusta, a la par que intolerable, por lasdificultades que de todas partes se le oponen. Finalmente, hemos llegado a una situacinen la que los fautores de las sectas proclaman abiertamente lo que en oculto habanmaquinado durante largo tiempo; esto es, que hay que suprimir la sagrada potestad delPontfice y que hay que destruir por completo el pontificado instituido por derechodivino. Aunque faltasen otras pruebas, lo dicho est probado suficientemente por eltestimonio de los mismos jefes sectarios, muchos de los cuales, en diversas ocasiones, yltimamente en una reciente memoria, han declarado como objetivo verdadero de lamasonera el intento capital de vejar todo lo posible al catolicismo con una enemistadimplacable, sin descansar hasta ver deshechas todas las instituciones establecidas porlos papas en la esfera religiosa. Y si los afiliados a la masonera no estn obligados aabjurar expresamente de la fe catlica, esta tctica est lejos de oponerse a los intentosmasnicos, que ms bien sirve a sus propsitos. En primer lugar, porque ste es elcamino de engaar fcilmente a los sencillos y a los incautos y de multiplicar el nmerode adeptos. Y en segundo lugar, porque al abrir los brazos a todos los procedentes decualquier credo religioso, logran, de hecho, la propagacin del gran error de los tiemposactuales: el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos. Conducta muyacertada para arruinar todas las religiones, singularmente la catlica, que, como nicaverdadera, no puede ser igualada a las dems sin suma injusticia.

    (Errores metafsicos)

    [11]. Pero los naturalistas avanzan ms todava. Lanzados audazmente por la vadel error en los asuntos de mayor importancia, caen despeados por el precipicio de lasconclusiones ms extremistas, ya sea por la flaqueza de la naturaleza humana, ya seapor justo juicio de Dios, que castiga el pecado de la soberbia naturalista. De esta manerasucede que para esos hombres pierden toda su certeza y fijeza incluso las verdadesconocidas por la sola luz natural de la razn, como son la existencia de Dios y laespiritualidad e inmortalidad del alma humana. Por su parte, la masonera tropieza conestos mismos escollos a travs de un camino igualmente equivocado. Porque si bien

    11Vanse las encclicas Immortale Dei y Libertas Prstantissimum.

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    reconocen generalmente la existencia de Dios, afirman, sin embargo, que esta verdad nose halla impresa en la mente de cada uno con firme asentimiento y estable juicio.Reconocen, en efecto, que el problema de Dios es entre ellos la causa principal dedivisiones internas. Ms an, es cosa sabida que ltimamente ha habido entre ellos, poresta misma cuestin, una no leve contienda. Pero, en realidad, la secta concede a sus

    iniciados una libertad absoluta para defender la existencia de Dios o para negarla; y conla misma facilidad se recibe a los que resueltamente defienden la opinin negativa comoa los que piensan que Dios existe, pero tienen acerca de Dios un concepto errneo comolos pantestas, lo cual equivale a conservar una absurda idea de la naturaleza divina,rechazando la verdadera nocin de sta. Destruido o debilitado este principiofundamental, sguese lgicamente la inestabilidad en las verdades conocidas por larazn natural: la creacin libre de todas las cosas por Dios, la providencia divina sobreel mundo, la inmortalidad de las almas, la vida eterna que ha de suceder a la presentevida temporal.

    (Moral cvica)

    [12]. Perdidas estas verdades, que son como principios del orden natural,trascendentales para el conocimiento y la prctica de la vida, fcilmente aparece el giroque ha de tomar la moral pblica y privada. No nos referimos a las virtudessobrenaturales, que nadie puede alcanzar ni ejercitar sin especial don gratuito de Dios.Por fuerza no puede encontrarse vestigio alguno de estas virtudes en los que despreciancomo inexistentes la redencin del gnero humano, la gracia divina, los sacramentos yla bienaventuranza que se ha de alcanzar en el cielo. Hablamos aqu de las obligacionesderivadas de la moral natural. Un Dios creador y gobernador providente del mundo; unaley eterna que manda conservar el orden natural y prohibe perturbarlo; un fin ltimo delhombre, muy superior a todas las realidades humanas y colocado, ms all de esta

    transitoria vida terrena. Estas son las fuentes, stos son los principios de toda moral y detoda justicia. Si se suprimen, como suelen hacer el naturalismo y la masonera, laciencia moral y el derecho quedan destituidos de todo fundamento y defensa. En efecto,la nica moral que reconoce la familia masnica, y en la que, segn ella, ha de sereducada la juventud, es la llamada moral cvica, independiente y libre; es decir, unamoral que excluya toda idea religiosa. Pero la debilidad de esta moral, su falta defirmeza y su movilidad a impulso de cualquier viento de pasiones, estn biendemostradas por los frutos de perdicin que parcialmente estn ya apareciendo. Puesdondequiera que esta educacin ha comenzado a reinar con mayor libertad, suprimiendola educacin cristiana, ha producido la rpida desintegracin de la sana y recta moral, elcrecimiento vigoroso de las opiniones ms horrendas y el aumento ilimitado de las

    estadsticas criminales. Muchos son los que deploran pblicamente estas consecuencias.Incluso no son pocos los que, aun contra su voluntad, las reconocen obligados por laevidencia de la verdad.

    [13]. Pero adems, como la naturaleza humana qued manchada con la cada delprimer pecado y, por esta misma causa, ms inclinada al vicio que a la virtud, estotalmente necesario para obrar moralmente bien sujetar los movimientos desordenadosdel espritu y someter los apetitos a la razn. Y para que en este combate la raznvencedora conserve siempre su dominio se necesita muy a menudo el despego de todaslas cosas humanas y la aceptacin de molestias y trabajos muy grandes. Pero losnaturalistas y los masones, al no creer las verdades reveladas por Dios, niegan el pecado

    del primer padre de la humanidad, y juzgan por esto que el libre albedro no estdebilitado ni inclinado al pecado. Por el contrario, exagerando las fuerzas y la

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    excelencia de la naturaleza y poniendo en sta el nico principio regulador de la justicia,ni siquiera pueden pensar que para calmar los mpetus de la naturaleza y regir losapetitos sean necesarios un prolongado combate y una constancia muy grande. Por estovemos el ofrecimiento pblico a todos los hombres de innumerables estmulos de laspasiones; peridicos y revistas sin moderacin ni vergenza alguna; obras teatrales

    extraordinariamente licenciosas; temas y motivos artsticos buscados impdicamente enlos principios del llamado realismo; artificios sutilmente pensados para satisfaccin deuna vida muelle y delicada; la bsqueda, en una palabra, de toda clase de halagossensuales, ante los cuales cierre sus ojos la virtud adormecida. al obrar as procedencriminalmente, pero son consecuentes consigo mismos todos los que suprimen laesperanza de los bienes eternos y la reducen a los bienes caducos, hundindola en latierra. los hechos referidos pueden confirmar una realidad fcil de decir, pero difcil decreer. Porque como no hay nadie tan esclavo de las hbiles maniobras de los hombresastutos como los individuos que tienen el nimo enervado y quebrantado por la tiranade las pasiones, hubo en la masonera quienes dijeron y propusieron pblicamente quehay que procurar con una tctica pensada sobresaturar a la multitud con una licencia

    infinita en materia de vicios; una vez conseguido este objetivo, la tendran sujeta a suarbitrio para acometer cualquier empresa.

    (Familia y educacin)

    [14]. Por lo que toca a la sociedad domstica, toda la doctrina de los naturalistasse reduce a los captulos siguientes: el matrimonio pertenece a la categora jurdica delos contratos. Puede rescindirse legalmente a voluntad de los contrayentes. La autoridadcivil tiene poder sobre el vnculo matrimonial. En la educacin de los hijos no hay queensearles cosa alguna como cierta y determinada en materia de religin; que cada uno

    al llegar a la adolescencia escoja lo que quiera12. Los masones estn de acuerdo conestos principios. no solamente estn de acuerdo, sino que se empean, hace ya tiempo,por introducir estos principios en la moral de la vida diaria. En muchas naciones,incluso entre las llamadas catlicas, est sancionado legalmente que fuera delmatrimonio civil no haya unin legtima alguna. En algunos Estados la ley permite eldivorcio. En otros Estados se trabaja para lograr cuanto antes la licitud del divorcio. Deesta manera se tiende con paso rpido a cambiar la naturaleza del matrimonio,convirtindolo en una unin inestable y pasajera, que la pasin haga o deshaga a suantojo. La masonera tiene puesta tambin la mirada con total unin de voluntades en elmonopolio de la educacin de los jvenes. Piensan que pueden modelar fcilmente a sucapricho esta edad tierna y flexible y dirigirla hacia donde ellos quieren y que ste es elmedio ms eficaz para formar en la sociedad una generacin de ciudadanos como ellosimaginan. Por esto, en materia de educacin y enseanza no permiten la menorintervencin y vigilancia de los ministros de la Iglesia, y en varios lugares hanconseguido que toda la educacin de los jvenes est en manos de los laicos y que alformar los corazones infantiles nada se diga de los grandes y sagrados deberes que unenal hombre con Dios.

    (Doctrina Poltica)

    [15]. Vienen a continuacin los principios de la ciencia poltica. En esta materialos naturalistas afirman que todos los hombres son jurdicamente iguales y de la misma

    12 Vase la encclica Arcanum divin.

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    condicin en todos los aspectos de la vida. Que todos son libres por naturaleza. Quenadie tiene el derecho de mandar a otro y que pretender que los hombres obedezcan auna autoridad que no proceda de ellos mismos es hacerle violencia. Todo est, pues, enmanos del pueblo libre; el poder poltico existe por mandato o delegacin del pueblo,pero de tal forma que, si cambia la voluntad popular, es lcito destronar a los prncipes

    aun por la fuerza. La fuente de todos los derechos y obligaciones civiles est o en lamultitud o en el gobierno del Estado, configurando por supuesto segn los principiosdel derecho nuevo. Es necesario, adems, que el Estado sea ateo. No hay razn paraanteponer una religin a otra entre las varias que existen. Todas deben ser consideradaspor igual.

    [16]. Que los masones aprueban igualmente estos principios y que pretendenconstituir los Estados segn este modelo son hechos tan conocidos que no necesitandemostracin. Hace ya mucho tiempo que con todas sus fuerzas y medios pretendenabiertamente esta nueva constitucin del Estado. Con lo cual estn abriendo el camino aotros grupos ms audaces que se lanzan sin control a pretensiones peores, pues procuranla igualdad y propiedad comn de todos los bienes, borrando as del Estado todadiferencia de clases y fortuna.

    [IV. El Mal Radical de la Masonera]

    (Dogmtica depravada)

    [17]. La naturaleza y los mtodos de la masonera quedan suficientementeaclarados con la sumaria exposicin que acabamos de hacer. Sus dogmas fundamentalesdiscrepan tanto y tan claramente de la razn, que no hay mayor depravacin ideolgica.

    Querer destruir la religin y la Iglesia, fundada y conservada perpetuamente por elmismo Dios, y resucitar, despus de dieciocho siglos, la moral y la doctrina delpaganismo, es necedad insigne e impiedad temeraria. Ni es menos horrible o intolerableel rechazo de los beneficios que con tanta bondad alcanz Jesucristo, no slo para cadahombre en particular, sino tambin para cuantos viven unidos en la familia o en lasociedad civil; beneficios, por otra parte, sealadsimos segn el juicio y testimonio delos mismos enemigos. En este insensato y abominable propsito parece revivir elimplacable odio y sed de venganza en que Satans arde contra Jesucristo. De manerasemejante, el segundo propsito de los masones, destruir los principios fundamentalesdel derecho y de la moral y prestar ayuda a los que, imitando a los animales, querranque fuese lcito todo lo agradable, equivale a empujar al gnero humano ignominiosa y

    vergonzosamente a la muerte. Aumentan este mal los peligros que amenazan a lasociedad domstica y a la sociedad civil. Porque, como hemos expuesto en otrasocasiones, el consentimiento casi universal de los pueblos y de los siglos demuestra queel matrimonio tiene algo de sagrado y religioso; pero adems la ley divina prohibe sudisolucin. Si el matrimonio se convierte en una mera unin civil, si se permite eldivorcio, la consecuencia inevitable que se sigue en la familia es la discordia y laconfusin, perdiendo su dignidad la mujer y quedando incierta la conservacin y suerteposterior de la prole13. La despreocupacin pblica total de la religin y el desprecio deDios, como si no existiese, en la constitucin y administracin del Estado, constituyenun atrevimiento inaudito aun para los mismos paganos, en cuyo corazn y en cuyoentendimiento estuvo tan grabada no slo la creencia en los dioses, sino la necesidad de

    13 Confrontar nota anterior.

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    un culto pblico, que consideraban ms fcil de encontrar una ciudad en el aire que unEstado sin Dios. En realidad, la sociedad humana, a que nos sentimos naturalmenteinclinados, fue constituida por Dios, autor de la naturaleza; y de Dios procede, como deprincipio y fuente, toda la perenne abundancia de los bienes innumerables que lasociedad disfruta. Por tanto, as como la misma naturaleza ensea a cada hombre en

    particular a rendir piadosa y santamente culto a Dios, por recibir de El la vida y losbienes que la acompaan, de la misma manera y por idntica causa incumbe este deber alos pueblos y a los Estados. Y los que quieren liberar al Estado de todo deber religioso,proceden no slo contra todo derecho, sino adems con una absurda ignorancia. Y comolos hombres nacen ordenados a la sociedad civil por voluntad de Dios, y el poder de laautoridad es un vnculo tan necesario a la sociedad que sin aqul sta se disuelvenecesariamente, sguese que el mismo que cre la sociedad cre tambin la autoridad.De aqu se ve que, sea quien sea el que tiene el poder, es ministro de Dios. Por lo cual,en todo cuanto exijan el fin y naturaleza de la sociedad humana, es razonable obedeceral poder legtimo cuando manda lo justo como si se obedeciera a la autoridad de Dios,que todo lo gobierna. Y nada hay ms contrario a la verdad que suponer en manos del

    pueblo el derecho de negar obediencia cuando le agrade. De la misma manera nadiepone en duda la igualdad de todos los hombres si se consideran su comn origen ynaturaleza, el fin ltimo a que todos estn ordenados y los derechos y obligaciones quede aqullos espontneamente derivan. Pero como no pueden ser iguales las cualidadespersonales de los hombres y son muy diferentes unos de otros en los dotes naturales decuerpo y alma y son muchas las diferencias de costumbres, voluntades ytemperamentos, nada hay ms contrario a la razn que pretender abarcarlo todo yconfundirlo todo en una misma medida y llevar a las instituciones civiles una igualdad

    jurdica tan absoluta. As como la perfecta disposicin del cuerpo humano resulta de launin armoniosa de miembros diversos, diferentes en forma y funciones, pero quevinculados y puestos en sus propios lugares constituyen un organismo hermoso,vigoroso y apto para la accin, as tambin en la sociedad poltica las desemejanzas delos individuos que la forman son casi infinitas. Si todos fuesen iguales y cada uno serigiera a su arbitrio, el aspecto de este Estado sera horroroso. Pero si, dentro de losdistintos grados de dignidad, aptitudes y trabajo, todos colaboran eficazmente al biencomn, reflejarn la imagen de un Estado bien constituido y conforme a la naturaleza.

    [18]. Los perturbadores errores que hemos enumerado bastan por s solos paraprovocar en los Estados temores muy serios. Porque, suprimido el temor de Dios y elrespeto de las leyes divinas, despreciada la autoridad de los gobernante, permitida ylegitimada la fiebre de las revoluciones, desatadas hasta la licencia las pasionespopulares, sin otro freno que la pena, forzosamente han de seguirse cambios y trastornos

    universales. Estos cambios y estos trastornos son los que buscan de propsito, sin recatoalguno, muchas asociaciones comunistas y socialistas. La masonera, que favorece engran escala los intentos de estas asociaciones y coincide con ellas en los principiosfundamentales de su doctrina, no puede proclamarse ajena a los propsitos de aqullas.Y, si de hecho no llegan de modo inmediato y en todas partes a los mayores extremos,no ha de atribuirse esta falta a sus doctrinas ni a su voluntad, sino a la eficaz virtud de lainextinguible religin divina y al sector sano de la humanidad que, rechazando laservidumbre de las sociedades clandestinas, resiste con energa los locos intentos destas.

    (Ambiciones masnicas)

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    [19]. Ojal juzgasen todos los rboles por sus frutos y conocieran la semillaradical de los males que nos oprimen y de los peligros que nos amenazan! Tenemos queenfrentarnos con un enemigo astuto y doloso que, halagando los odos de los pueblos yde los gobernantes, se ha cautivado a los unos y a los otros con el cebo de la adulacin yde las suaves palabras. Insinundose entre los gobernantes con el pretexto de la amistad,

    pretendieron los masones convertirlos en socios y auxiliares poderosos para oprimir alcatolicismo. Y para estimularlos con mayor eficacia, acusaron a la Iglesia con laincalificable calumnia de que pretenda arrebatar, por envidia, a los prncipes el poder ylas prerrogativas reales. Afianzados y envalentonados entre tanto con estas maniobras,comenzaron a ejercer un influjo extraordinario en el gobierno de los Estados,preparndose, por otra parte, para sacudir los fundamentos de las monarquas yperseguir, calumniar y destronar a los reyes siempre que stos procediesen en elgobierno de modo contrario a los deseos de la masonera. De modo semejanteengaaron a los pueblos por medio de la adulacin. Voceando a boca llena libertad yprosperidad pblica y afirmando que por culpa de la Iglesia y de los monarcas no habasalido ya la multitud de su inicua servidumbre y de su miseria, sedujeron al pueblo y,

    despertando en ste la fiebre de las revoluciones, le incitaron a combatir contra ambaspotestades14. Sin embargo, la espera de estas ventajas tan deseadas es hoy da todavamayor que su realidad; porque la plebe, ms oprimida que antes, se ve forzada en sumayor parte a carecer incluso de los mismos consuelos de su miseria que hubierapodido hallar con facilidad y abundancia en la sociedad cristianamente constituida. Y esque todos los que se rebelan contra el orden establecido por la providencia suelenencontrar el castigo de su soberbia tropezando con una suerte desoladora y miserableall mismo donde, temerarios, la esperaban, conforme a sus deseos, prspera yabundante.

    [20]. La Iglesia, en cambio, que manda obedece primero y por encima de todo a

    Dios, soberano Seor de la creacin, no puede sin injuria y falsedad ser acusada nocomo enemiga del poder poltico ni como usurpadora de los derechos de losgobernantes. Por el contrario, la iglesia manda dar al poder poltico, como criterio yobligacin de conciencia, cuanto de derecho se le debe. Por otra parte, el que la Iglesiaponga en Dios mismo el origen del poder poltico, aumenta grandemente la dignidad dela autoridad civil y proporciona un apoyo no leve para obtener el respeto y labenevolencia de los ciudadanos. La Iglesia, amiga de la paz y madre de la concordia,abraza a todos con materno cario. Ocupada nicamente en ayudar a los hombres,ensea que hay que unir la justicia con la clemencia, el poder con la equidad, las leyescon la moderacin; que no debe ser violado el derecho de nadie; que hay que trabajarpositivamente por el orden y la tranquilidad pblica; que hay que aliviar, en la medida

    ms amplia posible, pblica y privadamente la miseria de los necesitados. Pero lacausa de que piensen para servirnos de las palabras de San Agustn- o de quepretendan hacer creer que la doctrina cristiana no es provechosa para el Estado, es queno quieren un Estado apoyado sobre la solidez de las virtudes, sino sobre la impunidadde los viciosos15. Segn todo lo dicho, sera una insigne prueba de prudencia poltica yuna medida necesaria para la seguridad pblica que los gobernantes y los pueblos se

    14 En el congreso masnico internacional de 1900 se reafirm como uno de los objetivos fundamentales de la masonera laconquista de todos los poderes pblicos y polticos de Europa y del mundo y la conquista del poder social, que lograra, finalmente,laemancipacin universal (cfr. Albert Vigneau y Vivienne Orland, Franc-Maonnerie et Front populaire, Pars, 1936). Estaemancipacin debera discurrir, segn el programa masnico, por dos cauces: la disolucin total de la cristiandad sagrada y la

    creacin consiguiente de una cristiandad profana de carcter liberal y naturalista, y la sustitucin del internacionalismo religiosopor un internacionalismo poltico masnico (Cfr. Georges Wiell,L`eveil des rationalits et le mouvemente liberal, apud Peupleset Civilizations, t. 15, p. 24-26, Pars, 1930).15 San Agustn, Epist. 137 ad Volusianum5,20 (PL 33-525).

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    unieran no con la masonera para destruir la Iglesia, sino con la iglesia para destrozar losataques de la masonera.

    (Remedios)

    [21]. Pero sea lo que sea, ante un mal tan grave y tan extendido ya, es nuestraobligacin, venerables hermanos, consagrarnos con toda el alma a buscar los remedios.Y como la mejor y ms firme esperanza de remedio est situada en la eficacia de lareligin divina, tanto ms odiada de los masones cuanto ms temida por ellos, juzgamosque el remedio fundamental consiste en el empleo de esta virtud tan eficiente contra elcomn enemigo. Por consiguiente, todo lo que los Romanos Pontfices, nuestrosantecesores, decretaron para impedir las iniciativas y los intentos de la masonera, todolo que sancionaron para alejar a los hombres de estas sociedades o liberarlos de ellas,todas y cada una de estas disposiciones damos por ratificadas y confirmadas con nuestraautoridad apostlica. Y, confiados en la buena voluntad de los cristianos, rogamos y

    suplicamos a cada uno de ellos en particular por su eterna salvacin que tengan como undebe sagrado de conciencia el no apartarse un punto de lo que en esta materia ordena laSede Apostlica.

    (Desenmascarar a la masonera)

    [22]. A vosotros, venerables hermanos, os pedimos y rogamos con la mayorinsistencia que, uniendo vuestros esfuerzos a los nuestros, procuris con ahnco extirpareste inmundo contagio que va penetrando en todas las venas de la sociedad. Debisdefender la gloria de Dios y la salvacin de los prjimos. Si miris a estos fines en el

    combate, no ha de faltaros el valor ni la fortaleza. Vuestra prudencia os dictar el modoy los medios mejores de vencer los obstculos y las dificultades que se levantarn. Perocomo es propio de la autoridad de nuestro ministerio que Nos, indiquemos algunosmedios ms adecuados para la labor referida, quede bien claro que lo primero quedebis procurar es arrancar a los masones su mscara, para que sea conocido de todos suverdadero rostro; y que los pueblos aprendan, por medio de vuestros sermones ypastorales, escritas con este fin, las arteras maniobras de estas sociedades en el halago yen la seduccin, la maldad de sus teoras y la inmoralidad de su accin. Que nadie queestime en lo que debe su profesin de catlico y su salvacin personal, juzgue serlelcito por ninguna causa inscribirse en la masonera, prohibicin confirmada repetidasveces por nuestros antecesores. Que nadie sea engaado por una moralidad fingida.Pueden, en efecto, pensar algunos que nada piden los masones abiertamente contrario ala religin y a la sana moral. Sin embargo, como toda la razn de ser de la masonera sebasa en el vicio y en la maldad, la consecuencia necesaria es la ilicitud de toda unincon los masones y de toda ayuda prestada a stos de cualquier modo.

    (Esmerada instruccin religiosa)

    [23]. Es necesario, en segundo lugar, inducir por medio de una frecuentepredicacin a las muchedumbres para que se instruyan con todo esmero en materiareligiosa. A este fin recomendamos mucho que en los escritos y en los sermones seexpliquen oportunamente los principios fundamentales de la filosofa cristiana. Elobjetivo de estas exposiciones es sanar los entendimientos por medio de la instruccin y

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    fortalecerlos contra las mltiples formas del error y las variadas sugestiones del vicio,contenidas especialmente en el libertinaje actual de la literatura y en el ansia insaciablede aprender. Gran obra sin duda. Pero en ella ser vuestro primer auxiliar y colaboradorel clero si logris con vuestros esfuerzos que salga bien formado en costumbres y bienequipado en ciencia. Pero una empresa tan santa e importante exige tambin la

    cooperacin auxiliar de los seglares, que unan el amor a la religin y de la patria con lavirtud y el saber. Unidas las fuerzas del clero y del laicado, trabajad, venerableshermanos, para que todos los hombres conozcan y amen como se debe a la Iglesia.Cuantos mayores sean este conocimiento y este amor, tanto mayores sern la huida y elrechazo de las sociedades secretas. Aprovechando justificadamente esta oportunidad,renovamos ahora nuestro encargo, ya repetido otras veces, de propagar y fomentar contoda diligencia la Orden Tercera de San Francisco, cuyas reglas con prudentemoderacin hemos aprobado hace poco16. El nico fin que le dio su autor, es atraer a loshombres a la imitacin de Jesucristo, al amor de su Iglesia, al ejercicio de las virtudescristianas. Grande, por consiguiente, es su eficacia para impedir el contagio de estasmalvadas sociedades. Aumntese, pues, cada vez ms esta santa asociacin, de la cual

    podemos esperar muchos frutos, y especialmente el insigne fruto de que vuelvan loscorazones a la libertad, fraternidad e igualdad jurdicas, no como absurdamente lasconciben los masones, sino como las alcanz Jesucristo para el gnero humano y lassigui San Francisco. Una libertad propia de los hijos de Dios, por la cual nos veamoslibres de la servidumbre de Satans y de la perversa tirana de las pasiones; unafraternidad cuyo origen resida en Dios, Criador y Padre comn de todos; una igualdadque, basada en los fundamentos de la justicia y la caridad, no borre todas las diferenciasentre los hombres, sino que con la variedad de condiciones, deberes e inclinacionesforme aquel admirable y armonioso conjunto que es propio naturalmente de toda vidacivil digna y tilmente constituida.

    (Asociaciones obreras y patronales)

    [24]. Existe, en tercer lugar, una institucin, sabiamente establecida por nuestrosmayores e interrumpida durante largo tiempo, que puede valer ahora como formaejemplar para algo semejante. Nos referimos a los gremios de trabajadores, creados paradefensa conjunta, al amparo de la religin, de sus propios intereses y de las buenascostumbres. Si nuestros mayores con el uso y experiencia de un largo espacio de tiempocomprobaron la utilidad de estas asociaciones, tal vez la experimentaremos mejornosotros por su especial eficacia para burlar el poder de las sectas. Los que soportan laescasez con el trabajo de sus manos son en primer trmino los ms dignos de caridad yde consuelo, pero adems son los que estn ms expuestos a las seducciones de losmalvados, que todo lo invaden con sus fraudes y engaos. Por lo cual hay que ayudarlescon la mayor benignidad posible y hay que reunirlos en asociaciones honestas, para queno los arrastren las asociaciones infames. Por esta razn, nos deseamos grandemente verrestablecidas estas corporaciones en todas partes, para salvacin del pueblo, de acuerdocon las necesidades de los tiempos, bajo los auspicios y patrocinio del episcopado. Y noes pequeo nuestro gozo al ver como vemos su actual restablecimiento en muchoslugares, as como tambin la fundacin de asociaciones patronales. El fin comn deestas dos clases de instituciones es ayudar a la virtuosa clase proletaria, socorrer y

    16 Se refiere Len XIII en este pasaje a la encclicaAuspicato concessum, del 17 de septiembre de 1882, en la que el Papa presentala Orden Tercera de San Francisco como una respuesta cristiana a los problemas sociales de la poca moderna. Vase tambin laconstitucinMisericors Dei Filiusdel 23 de junio de 1883.

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    defender a sus hijos y a sus familias, fomentando en ellas, con la integridad de lasbuenas costumbres, el cultivo de la piedad y de la instruccin religiosa. Y en este puntono queremos pasar en silencio las conferencias de San Vicente de Pal, tan benemritade las clases pobres y tan insigne por su ejemplo y accin. Sus obras y sus fines sonconocidos por todos. Se dedica por entero al auxilio creciente de los menesterosos y de

    los que sufren, actuando con admirable sagacidad y modestia. Al querer pasardesapercibida, su eficacia es tanto mayor para ejercer la caridad cristiana y tanto msidnea para remedio de las miserias.

    (Educacin de la juventud)

    [25]. En cuarto lugar, para obtener ms fcilmente lo que queremos,encomendamos con el mayor esclarecimiento a vuestra fe y a vuestros desvelos la

    juventud, que es la esperanza de la sociedad humana. Consagrad a su educacin la partems principal de vuestra atencin, y por mucho que hagis, nunca pensis haber hecho

    lo bastante para preservar a la adolescencia de las escuelas y maestros que puedaninculcarle el aliento malsano de las sectas. Exhortad a los padres, a los directoresespirituales, a los prrocos que insistan, al ensear la doctrina cristiana, en avisaroportunamente a sus hijos y alumnos de la perversidad de estas asociaciones, queaprendan pronto a precaverse de las fraudulentas y variadas artimaas que suelenemplear sus propagadores para enredar a los hombres. No haran mal los que preparan alos nios para recibir la primera comunin que hagan el firme propsito de no ligarsenunca con sociedad alguna sin decirlo antes a sus padres o sin consultarlo previamentecon su confesor o con su prroco.

    [26]. Pero sabemos muy bien que todos nuestros comunes esfuerzos serninsuficientes para arrancar estas perniciosas semillas del campo del Seor si desde elcielo el dueo de la via no secunda benignamente nuestros esfuerzos. Es necesario, portanto, implorar con vehemente deseo un auxilio tan poderoso de Dios que sea adecuadoa la extrema necesidad de las circunstancias y la grandeza del peligro. Levntaseinsolente, y como regocijndose ya de sus triunfos, la masonera. Parece como si nopusiera ya lmites a su obstinacin. Sus secuaces, unidos todos con un impo consorcioy por una oculta comunidad de propsitos, se ayudan mutuamente y se excitan los unosa los otros para la realizacin audaz de toda clase de obras psimas. Tan fiero asaltoexige una defensa igual: es necesaria la unin de todos los buenos en una amplsimacoalicin de accin y de oraciones. Les pedimos, pues, por un lado, que, estrechando lasfilas, firmes y de acuerdo resistan los mpetus cada da ms violentos de los sectarios; y,

    por otro lado, que levanten a Dios las manos y le supliquen con grandes gemidos paraalcanzar que florezca con nuevo vigor el cristianismo, que goce la Iglesia de lanecesaria libertad, que vuelvan al buen camino los descarriados, que cedan por fin loserrores a la verdad y los vicios a la virtud. Tomemos como auxiliadora y mediadora a laVirgen Mara, Madre de Dios. Ella, que venci a Satans desde el momento de suconcepcin, despliegue su poder contra todas las sectas impas, en que se ven revivirclaramente la soberbia contumaz, la indmita perfidia y los astutos engaos deldemonio. Pongamos por intercesor al Prncipe de los ngeles, San Miguel, vencedor delos enemigos infernales; a San Jos, esposo de la Virgen Santsima, celestial patrono dela Iglesia catlica; a los grandes apstoles San Pedro y San Pablo, sembradores einvictos defensores de la fe cristiana. Bajo su patrocinio y con la oracin perseverante

    de todos, confiamos que Dios socorrer oportuna y benignamente al gnero humano,expuesto a tantos peligros.

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    Y como testimonio de los dones celestiales y de nuestra benevolencia, con elmayor amor os damos in Domino la bendicin apostlica a vosotros, venerableshermanos, al clero y al pueblo todo confiado a vuestro cuidado.

    Dado en Roma, junto a San Pedro,

    el 20 de abril de 1884, ao sptimo de nuestro pontificado.

    Papa Len XIII