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13 interviú 12 interviú La cárcel boliviana de Palmasola tiene un residente muy especial. Carlos García Juliá, uno de los ultraderechistas que en 1977 participaron en la matanza de Atocha, donde murieron cinco abogados laboralistas, está allí encarcelado por narcotráfico. Desde que un juez le concedió la libertad condicional y le autorizó a vivir en Paraguay, su vida ha estado salpicada de escándalos. Ahora, la Fiscalía de la Audiencia Nacional quiere su extradición para que cumpla en España los casi 4.000 días de condena que le quedan de una pena de 193 años. LA MATANZA DE ATOCHA LA MATANZA DE ATOCHA En blanco y negro, Carlos García Juliá cuando fue detenido por su participación en la matanza de Atocha en 1977. interviú logró fotografiar al ‘ultra’ (recuadro) el pasado 18 de abril en la cárcel boliviana de Palmasola (sobre estas líneas). interviú descubre en Bolivia al ‘ultra’ Carlos García Juliá, con 3.855 días de condena pendientes interviú descubre en Bolivia al ‘ultra’ Carlos García Juliá, con 3.855 días de condena pendientes EL PENÚLTIMO ESLABÓN DE EL PENÚLTIMO ESLABÓN DE ANGEL FARELL / ‘EL DEBER DE SANTA CRUZ’ 012-018garciajulia 30/4/99 21:40 Página 12

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La cárcel boliviana de Palmasola tiene unresidente muy especial. Carlos GarcíaJuliá, uno de los ultraderechistas que en1977 participaron en la matanza deAtocha, donde murieron cinco abogadoslaboralistas, está allí encarcelado pornarcotráfico. Desde que un juez leconcedió la libertad condicional y leautorizó a vivir en Paraguay, su vida haestado salpicada de escándalos. Ahora,la Fiscalía de la Audiencia Nacionalquiere su extradición para que cumpla enEspaña los casi 4.000 días de condenaque le quedan de una pena de 193 años.

LA MATANZA DE ATOCHALA MATANZA DE ATOCHAEn blanco y negro, Carlos García Juliá cuando fue detenidopor su participación en la matanza de Atocha en 1977.interviú logró fotografiar al ‘ultra’ (recuadro) el pasado 18 deabril en la cárcel boliviana de Palmasola (sobre estas líneas).

interviú descubre en Boliviaal ‘ultra’ Carlos García Juliá, con3.855 días de condena pendientes

interviú descubre en Boliviaal ‘ultra’ Carlos García Juliá, con3.855 días de condena pendientes

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Carlos García Juliá, uno delos ultraderechistas queparticiparon en la matanzade Atocha, perpetrada el24 de enero de 1977 enMadrid y en la que fueron

asesinados cinco abogados labora-listas, ha sido localizado por estarevista en la prisión de Palmasola,en la ciudad boliviana de SantaCruz de la Sierra, a 867 kilómetrosal este de La Paz. Condenado en1996 a 6 años y 8 meses de cárcelpor un delito de narcotráfico, enBolivia es considerado cabecillade una red de tráfico de drogas queintroducía cocaína en EstadosUnidos y en Europa vía Bolivia.Desde hace meses, la Fiscalía de laAudiencia Nacional busca la extra-dición a España de García Juliá ysu reingreso en prisión, después deque en agosto de 1996 el juez devigilancia penitenciaria de Valla-dolid revocase la libertad condicio-nal concedida en 1991, situaciónque el ultraderechista aprovechópara viajar en 1994 hasta Suramé-rica y reiniciar allí su actividad de-lictiva. Según los cálculos de laAudiencia Nacional, el ultra debecumplir todavía 3.855 días de pri-sión, liquidación pendiente de lacondena a 193 años de cárcel quele impuso la justicia española enfebrero de 1980 por el asesinato delos abogados, una acción terroristacon la que el grupo extremista in-tentó estrangular el comienzo de latransición a la democracia. Ade-más, ni García Juliá ni el resto delos condenados –uno de ellos, Fer-nando Lerdo de Tejada, continúaprófugo– han abonado una sola pe-seta de las indemnizaciones esta-blecidas en la sentencia.Paradójicamente, de la pena de 193años García Juliá cumplió sólo 14 yla libertad condicional se mantuvo

en secreto al menos un año, se for-zaron los beneficios penitenciariosal máximo, pasando del segundogrado carcelario a la condicionalsin ser clasificado en régimen desemilibertad, y, además, se le auto-rizó a disfrutar la libertad condicio-nal en un país extranjero. interviú ha tenido acceso a suhistorial delictivo y a su expedien-te judicial en el país andino y haconseguido fotografiarle en el cen-tro penitenciario de Palmasola, a15 kilómetros de Santa Cruz de laSierra, donde se encuentran presosmás de 2.000 hombres y alrededorde 400 mujeres.

En 1994, García Juliá logró que eljuez de vigilancia penitenciaria deValladolid le autorizase a residiren Paraguay al tener éste el con-vencimiento de que el condenadoiba a desarrollar “una vida honra-da en libertad”, según el auto ju-dicial. Allí se trasladó bajo la pro-mesa de haber obtenido un contra-to laboral en una naviera. La Em-bajada española en Asunción leexpide el pasaporte nº 9400179 yel ultra alquila desde agosto de eseaño una casa en la calle Estrella,1.113, de la capital paraguaya. Se-gún su declaración ante la justiciaboliviana, comienza a trabajar co-mo “vendedor de aceite y camio-netas de segunda mano”. Sin em-bargo, en círculos ultras se man-tiene que el contrato era falso yque fue en Paraguay donde plani-ficó dedicarse al tráfico de drogasy de armas. Después de viajar en varias oca-siones a Nueva York, Los Ánge-les, Miami, Atlanta, Argentina yBrasil, el ultraderechista recalaen marzo del 96 en la localidad

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D olores González Ruiz es laviva imagen de la memoriamás reciente de nuestro

país. A sus 52 años, fue protagonis-ta del tenso paso hacia la libertaddemocrática y sufrió como nadie lahuella del fascismo más criminal ysanguinario. En 1969 era novia deEnrique Ruano, el estudiante de iz-quierdas que murió en extrañas cir-cunstancias durante una operaciónde la policía franquista en un edificiodel centro de Madrid. Ocho añosdespués era una de las abogadasque trabajaba en Atocha, 55. Vio có-mo los ultraderechistas García Juliáy Fernández Cerra asesinaban asus compañeros, entre ellos a sumarido, Javier Sauquillo. Una balacon intención mortal atravesó lamandíbula de Dolores. De hospitalen hospital, de operación en opera-ción, de ayuda psicológica en ayudapsicólogica por la acción de los ase-sinos ultras. Las fotos de Ruano ySauquillo siguen presidiendo el sa-lón de su casa.–¿Piensa que se ha dispensadoun trato demasiado exquisito alos asesinos de Atocha?–Lo curioso es que se permita laresidencia de García Juliá en Para-guay estando en libertad condicio-nal y sin haber dado muestras deningún tipo de arrepentimiento. Esmuy duro ver cómo siempre alar-dearon de su acción. Cuando obtu-vieron uno de los permisos protes-té formalmente porque estuvieronen Santander hablando de ca-chondeo sobre el asesinato. Montéen cólera porque seguían pensandoque habían realizado una magníficaacción en pro de la patria. Lo cierto

es que después de producirselos hechos no hubo interés

por parte de nadie, de ningún grupopolítico, en llegar hasta el final. –¿Cómo valoraría el reingreso enprisión de García Juliá?–Sé que el fiscal Gordillo y el aboga-do José María Mohedano, en aquelmomento acusación, están intentán-dolo, pero me figuro que cuando vuel-va saldrá en seguida de la cárcel. –¿Recuerda a García Juliá aquellanoche de 1977?–Ahí están los periódicos, pero puedodecirle que él disparó por la espalda.–¿Cómo puede superarse una ex-periencia tan trágica?–Con mucha ayuda y muchas tera-pias he conseguido ir saliendo. Unocree que se termina por superar, pe-ro es mentira. Nunca se supera. Nosobligaron a estar fuera de órbita du-rante muchos años. Ahora, ayudo aunos compañeros en lo que siempreme ha gustado, el Derecho.–¿Serán incluidos en la ley de in-demnizaciones que proyecta elGobierno para las víctimas del te-rrorismo?–En la entrevista que tuvimos conresponsables de Interior, el subse-cretario Leopoldo Calvo Sotelo mos-tró buena predisposición. El proble-ma es que los muertos a manos dela Policía en extrañas circunstanciaso bajo tortura quedarán excluidos.

ALBERTO GAYO

FERNANDO ABIZANDA

(ENVIADOS ESPECIALES)

Dolores González Ruiz, superviviente de la matanza

“Uno cree que superará esaexperiencia, pero es mentira”

A quella noche del 24 de enero de1977 todo se tambaleó en unasociedad que empezaba a vivir, a

trancas y barrancas, en libertad. ConOriol y Villaescusa en poder de los Gra-po y los cuerpos sin vida de dos manifes-tantes, uno asesinado por un ultra enuna marcha pro-amnistía y otro muertopor los botes de humo de los antidistur-bios en un acto de protesta por el asesi-nato del día anterior, aquellas jornadasvaticinaban lo peor.En el tercer piso del número 55 de la calleAtocha de Madrid, un grupo de abogadosde CC OO afines al PCE analizaba el de-sarrollo de la huelga de transportes deesos días. Pero los grupos de extrema de-recha tenían sus propios planes: dar unbrutal golpe cuyas consecuencias, creían,forzarían de nuevo la involución.La mente pensante era Francisco Albada-lejo, secretario del vertical Sindicato Pro-vincial de Transportes y Comunicaciones.

De las filas de FalangeEspañola y de FuerzaNueva, Albadalejo reclu-tó para la acción a tresjóvenes: José Fernán-dez Cerra, FernandoLerdo de Tejada y Car-los García Juliá. Este úl-timo había formado par-te de la guardia personalde Blas Piñar, y todoseran conocidos por el líder ultraderechista. Los tres, ya armados, se dirigieron a la ca-lle Atocha y hacia las 22.30 horas se es-condieron en las escaleras que conducíanal despacho de abogados. Esperaronunos minutos, montaron sus pistolas y lla-maron a la puerta. Fernández Cerra yGarcía Juliá encañonaron a la personaque les abrió, entrando al interior y orde-nando a todos los presentes que se man-tuvieran agrupados, de pie y con los bra-zos en alto. Lerdo de Tejada se quedó en

la puerta, Cerra amenazaba a los letradosy García Juliá rebuscaba por el bufete.Cuando García Juliá se reunió con sucompañero, tardaron segundos en vaciarsus cargadores, de forma cruzada, a me-nos de un metro de los siete abogados,un estudiante de Derecho y un adminis-trativo. Allí quedaron los cuerpos sin vidade Francisco Javier Sauquillo, Javier Be-navides, Serafín Holgado, Ángel Elías Ro-dríguez y Enrique Valdevira, y resultaronmalheridos Alejandro Ruiz, Miguel Sara-

bia, Luis Ramos y Dolores González. La matanza fue reivindicada al día si-guiente por la Alianza ApostólicaAnticomunista de España (Tri-ple A). Tres meses después, Fer-nando Lerdo de Tejada conseguíahuir de la cárcel de Valladolid con desti-no a Paraguay, aunque nunca se ha sabi-do si terminó también en Bolivia, en Brasilo volvió a España. Fernández Cerra, Gar-cía Juliá, Albadalejo y otros dos cómplicesfueron juzgados y condenados en 1980.

La noche en quetembló la democracia

Homenajepopular. El asesinato de loscinco abogadoslaboralistas,cometido porantiguos miembrosde la guardiapersonal de BlasPiñar, tenía comoobjetivo forzar lainvolución. Pero esono amedrentó a losmiles de madrileñosque acudieron al entierro.

Paraguay, primerdestino.A la izquierda, GarcíaJuliá en la cárceldurante la celebracióndel Día del Preso.Arriba, documentootorgado por elMinisterio del Interiorparaguayo y abajo,pasaporte expedidopor la Embajadaespañola en Asunción.

El preso 8981.El 1 de julio de 1996Carlos García Juliáingresaba en la cárcelde Palmasola, en SantaCruz de la Sierra(Bolivia), por tráfico dedrogas. A la izquierda,la ficha penitenciariadonde figuran susdatos personales y unafotografía en la queaparece mucho másdelgado y con barba.

interviú descubreal ‘ultra’ García Juliáencarcelado en Bolivia

interviú descubreal ‘ultra’ García Juliáencarcelado en Bolivia

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Convenció al juez deque iba a hacer una

vida honrada enParaguay, pero pocodespués era detenidopor tráfico de drogas

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que se encuentran recluidos losgrandes capos de la droga.La fuerte presencia del submundodel narcotráfico en la sociedad bo-liviana ha puesto bajo sospecha amuchas instituciones del país, es-pecialmente al poder judicial. Enel mes de marzo estalló una nuevacrisis cuando el juez GustavoAdolfo Villarroel fue detenido ensu propio despacho con un sobreen el bolsillo que contenía 2.500dólares, producto de un soborno.Inmediatamente recayeron las sos-pechas sobre los otros cinco ma-gistrados antinarcóticos, quienesrenunciaron a su cargo. Entre ellosse encontraban Fernando Orella-na, Aldo Romero y FernandoUlloa. Los tres componían el tri-bunal que condenó a García Juliá.Fuentes judiciales explicaron queen la caída de estos tres jueceshan pesado las acusaciones verti-das por el ultraderechista españolsobre delegación de funciones,

falsificación ideológica y preva-ricación. Al parecer, secretariosjudiciales, funcionarios y fami-liares de los jueces acudían hastaPalmasola para negociar senten-cias benévolas con los condena-dos por narcotráfico.Edwin García Romero, fiscal deSala Superior y con más de diezaños de experiencia en la lucha an-tinarcóticos, explicó a interviúque desde 1988, fecha en la que seaprobó la Ley 1.008, la presión so-

bre los grandes capos de la drogaha dado sus frutos. “Durante losúltimos gobiernos militares las al-tas instituciones bolivianas esta-ban copadas por el narcotráfico.Entonces se estableció una ley quepodemos calificar de draconiana,muy dura, que ahora se está sua-vizando. Se hizo para luchar con-tra los narcos y para atajar la co-rrupción, esté donde esté, y estoincluía abogados, jueces...”.La situación procesal y peniten-ciaria de García Juliá en Españasiempre ha estado rodeada de po-lémica. En octubre de 1979, me-ses después de ingresar en prisión,el ultra y un condenado por homi-cidio secuestraron al director de lacárcel de Ciudad Real, a su fami-lia y a un funcionario de prisio-nes. Por este secuestro e intentode fuga fue condenado a 3 años y20 días de cárcel. Posteriormente,gozó de dos permisos, uno de 6días y otro de 4, por decisión uni-

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de Santa Cruz de la Sierra, unaciudad de más de 700.000 habi-tantes convertida en motor de laeconomía boliviana.

Tropiezo con la justiciaPero el 10 de mayo de 1996 se en-cuentra de nuevo con la justicia.Efectivos de la Fuerza Especial deLucha Contra el Narcotráfico(FELCN), con ayuda del perro an-tidroga Bruno, detienen en el aero-puerto cruceño de Viru-Viru a dosespañoles, Heliodoro Álvarez yAnastasia Manso, con dos maletasen las que escondían 11.424 gra-mos de clorhidrato de cocaína quepensaban trasladar en el vuelo deVarig 881 Santa Cruz-Sao Paulo-Zurich. En la ciudad suiza, otro es-pañol, Nicolás Robles Rey de Pe-rea (en situación de rebeldía paralas autoridades bolivianas), se en-cargaría de recoger la mercancía.La habitación número 13 del hotelExcelsior de Santa Cruz no le trajobuena suerte a García Juliá. Tras ladetención de los dos españoles, lapolicía acudió al establecimientodonde se alojaba el ultra y en suhabitación encontró el materialutilizado para embalar la droga,más de 11.000 dólares americanosy otras sumas en monedas para-guaya, española y suiza.Un agente antinarcóticos llegó adenunciar a la prensa cruceña queGarcía Juliá “se dedicaba a con-quistar jovencitas menores deedad aprovechando la pobreza desus víctimas. Les ofrecía dinero,haciendo creer que era un hombrede bien y de buenos negocios, peroengañaba a las menores y al finalterminaba prostituyéndolas”.En su primera declaración ante losresponsables antinarcóticos, Gar-cía Juliá sostuvo que toda la opera-ción era una trampa que le ha ten-dido la Embajada española y conuna frialdad terrible se vanaglorióde su pasado: “Digo todo eso por-que yo era muy famoso en España

porque maté comunistas, maté acinco y por eso pensé que la Emba-jada me había preparado esto. Laspersonas que yo he matado con mipistola en la calle Atocha fueronFrancisco Sauquillo, Ángel Bena-vides y otro de nombre Holgado(en referencia al estudiante SerafínHolgado). Actué con FernándezCerra y Fernando Lerdo”.Tras investigar, la policía bolivia-na dedujo que el ultra “es el prin-cipal miembro de la organizaciónde narcotráfico desactivada y pro-pietario de la droga. En la habita-ción se encontró sustancia graso-sa, cinta adhesiva, polietileno yuna hamaca utilizada para el em-balaje. Usaba la vía Bolivia, Bra-sil, Suiza, así como la vía EE UU.Había traficado ya en EE UU”,reza el informe policial.La policía requirió entonces a In-terpol-Madrid antecedentes deGarcía Juliá y el 7 de junio del 96llegó a Santa Cruz el télex, que

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En la cárcel de Palmasola losúnicos que entran y salensin pagar son los perros.

De la corrupción que azota a mu-chas de las instituciones bolivia-nas no se salva el centro peniten-ciario donde se encuentra recluidoGarcía Juliá. Dentro, todo se con-sigue con dinero. Situada a 15 ki-lómetros del centro de Santa Cruzde la Sierra, la prisión, a la que sellega por un camino de tierra ba-cheado rodeado de vegetación,ocupa una extensión de 36 hectá-reas. En la puerta aguardan día síy día también decenas de familia-res. En el primer control sólo seescucha una frase: “¡A ver! unaayuda para la guardia”. Cinco,diez, veinte, treinta... cualquiercantidad de pesos bolivianos estábien para los pacos (policías). Pa-sada la primera barrera está lazona de mujeres, donde residen400 internas, y Chonchocorito, lazona de máxima seguridad, re-pleta de celdas de aislamiento(botes). Para llegar al recinto prin-cipal hay que pasar un nuevo con-trol. Tras él se concentran más de2.000 presos, y la mafia lo domi-na casi todo. Cuatro grandes cla-nes controlan la vida diaria. Lamayoría están condenados pornarcotráfico, pichicateros los lla-

man, y unos 150 presos son con-siderados muy peligrosos. Asesi-natos, ajustes de cuentas e inten-tos de evasión son las pocas noti-cias que aporta la prisión.Hay barracones con celdas, perocada preso puede levantar suchabolo y su propio negocio (la-vandería, comedor, pensiones,panaderías, bares, karaokes, su-permercados, talleres...). Los hayque tienen casas con balcones ygrandes ventanas acristaladas,porches con hamacas, y los hayque viven en la más absoluta po-breza: son los pitufos, los que notienen donde caerse muertos yque por un peso boliviano (27 pe-setas) te avisan cuando llaman

por teléfono y te traen lo que pi-das. Como en cualquier otra cár-cel, la droga se distribuye sin pro-blemas y cuando no la hay proce-sada (pichicata) se dedican amascar hoja de coca. Los vicio-sos (nombre que dan a los toxi-cómanos) pueden llegar a mas-car hasta diez bolsas de hoja enuna noche. Tres iglesias adven-tistas y una católica intentan sa-car del arroyo a los más perdidos.Tres son los grandes entreteni-mientos de la población de Palma-sola. Unos han montado talleresde madera que no paran de pro-ducir sillas y mesas; otros entre-nan gallos de pelea, que durantela semana están atados a los mu-ros de la cárcel y los fines de se-mana salen a pelear. Pero el vicio de la mayoría es elfútbol. Justo en el centro del recin-to hay un campo de arena dotadode porterías con red y banderinesen las cuatro esquinas. De ochode la mañana a ocho de la tarde,con un descanso para comer, de-cenas de equipos uniformados deforma impecable con camiseta ycalzón de los equipos más famo-sos del mundo desfilan por el te-rreno de juego, mientras el restode penados ve pasar la vida enun balón de cuero.

Declaró que todohabía sido una trampay se vanaglorió de serfamoso en España ”por

matar comunistas”▲▲

Apenas sale de supabellón, siempre vaacompañado de otro‘capo’ y tiene varios

reclusos a su servicio▲▲

La prisión de los ‘pichicateros’

mensuales. El último suceso en elque se vio involucrado se produjoen julio de 1998.

Intento de fugaLas autoridades penitenciarias ex-plicaron a esta revista que el ultraparticipó en la financiación de laconstrucción de un túnel que ibana utilizar media docena de reclu-sos para escapar del penal. Segúnlas mismas fuentes, el 1 de juliofue el día elegido. Se escaparontres presos y García Juliá tuvo quedar marcha atrás porque su gordu-ra le impidió atravesar el conduc-to. “No le pillaron porque suscompinches le taparon”.Por este intento, a finales de juliofue enviado a Chonchocorito,nombre que recibe el módulo deaislamiento y que recuerda el de laprisión de máxima de seguridadde La Paz (Chonchocoro), un esta-blecimiento levantado gracias aldinero de Estados Unidos en la

ra a nivel nacional, por lo que ro-gamos nos informe a la mayor bre-vedad posible sobre autoridad desu país que siga procedimiento,número de dicho procedimiento ycentro penitenciario donde se en-cuentra ingresado. Stop”.García Juliá, que a lo largo de sustestimonios aseguró ser comer-ciante, vendedor y psicólogo,ocupa una celda en el pabellónnúmero siete de Palmasola y sonmuy pocas las veces que paseapor el recinto penitenciario. Vaacompañado casi siempre de Car-los Noguera, conocido como Milcaras, un narco boliviano y dis-pone de los servicios de variospresos. Sólo abandona su pabe-llón, junto al campo de fútbol, pa-ra ir a recibir alguna visita y paracomer, de vez en cuando, en algu-no de los boliches (bares con co-medor) que tiene cada módulo.La Embajada le entrega, como acada preso español, 100 dólares

consta en el sumario D-502/96, yen el que se informa que “el lla-mado Carlos García Juliá, nacidoel 31 de octubre de 1955 en Ma-drid, es conocido en nuestros ar-chivos por haber sido detenido porasesinato, estafa y falsificación dedocumento, habiendo sido conde-nado en fecha 29-2-80 por delitode asesinato, si bien fue puesto enlibertad condicional en fecha4-10-91, aunque actualmente tieneinteresada orden de busca y captu-

En manos de la justicia. Cientos de familiaresse agolpan los díasde visita frente a laspuertas de la prisiónde Palmasola. A laizquierda, EdwinGarcía, el fiscalantinarcóticos queparticipó en ladetención. A laderecha, FernandoOrellana, uno de losjueces que lecondenaron.

Asesino ynarcotraficante.El ultraderechistaembaló en el hotelExcelsior de SantaCruz los 11 kilosde cocaína queluego escondió endos maletas. A laizquierda, fototomada por lasautoridadesbolivianas a GarcíaJuliá tras serdetenido por laFuerza EspecialAntinarcóticos.

interviú descubreal ‘ultra’ García Juliáencarcelado en Bolivia

interviú descubreal ‘ultra’ García Juliáencarcelado en Bolivia

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residir por motivos laborales, loque originó preguntas parlamenta-rias al entonces ministro de Justi-cia e Interior, Juan Alberto Be-lloch. En el mismo PSOE se pre-guntaron cómo era posible contro-lar una libertad condicional al otrolado del océano.Es en enero de 1995 cuando se es-tima el recurso del fiscal contra elauto anterior y en agosto de 1996cuando se revoca la libertad condi-cional, motivada en la comisión deun delito de tráfico de estupefa-cientes en Bolivia. A raíz de la re-vocación, la Sala de lo Penal de laAudiencia Nacional, encargada dela ejecución de la sentencia, esta-blece la liquidación de condena,de la que se desprende que aún de-be cumplir 3.855 días de cárcel.Un auto de la Audiencia de hacepoco más de seis meses desesti-mó el último recurso de apelacióninterpuesto por García Juliá, de-jando sin efecto la autorizaciónpara residir en Paraguay. Ahora,el fiscal Ignacio Gordillo ha inte-resado que se dicte el auto dereingreso en prisión, para así po-ner en marcha el proceso de ex-tradición. Según este fiscal, el tra-tado de extradición firmado entrelos dos países continúa vigentedesde el 24 de abril de 1990.El historial de García Juliá desdeque obtuvo la libertad condicionalno deja dudas, aunque el juez devigilancia penitenciaria que se laconcedió asegurase en el auto queel ultraderechista “tiene cubiertassus necesidades económicas yofrece garantías de hacer vidahonrada en libertad”.

lateral de los jueces de vigilanciapenitenciaria. Uno de ellos fue re-vocado y horas después era dete-nido por agentes de policía. LaAudiencia Nacional y el Gobiernotemían que pudiese utilizarlos pa-ra salir de España, como habíaocurrido en el caso de otros ultrascondenados.

Agencia de detectivesSin embargo, el asunto que colmóla paciencia de los que se oponíana la concesión de beneficios fuesu puesta en libertad condicional,dictada el 13 de septiembre de1991. Se mantuvo oculta la deci-sión casi un año y fue Diario 16, afinales de 1992, quien informó ala opinión pública de la medida.La Fiscalía presentó recurso, perofue desestimado.Desde esa fecha hasta que en 1994se trasladó a Paraguay, García Ju-liá, de 43 años, se dedicó a realizarinvestigaciones e informes a travésde la agencia de detectives García& Febrel, con otro personaje tam-bién relacionado con la extremade-recha, Jaime Febrel y Simón. Coin-

cidiendo con su paso por la agencia–una sociedad bajo sospecha por laausencia de registro y de licenciadel Ministerio del Interior– se le re-lacionó con supuestos seguimien-tos al juez Baltasar Garzón.El 1 de diciembre de 1994, el juz-gado de vigilancia penitenciariade Valladolid autorizó a García Ju-liá a trasladarse a Asunción para

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R esulta cuando menos curiosoque sea de nuevo un trabajode investigación periodística

el que revele a la sociedad el para-dero, oficialmente desconocido, deun delincuente sobre el que pesadesde hace años una orden interna-cional de busca y captura. CarlosGarcía Juliá es un miserable que,junto a otros sicarios de semejanteralea, puso en jaque a este país enaquellos siniestros siete días deenero que situaron al frágil entrama-do social de entonces en una situa-ción de vértigo en la que los fantas-mas intolerantes del pasado volvie-ron a agitarse de nuevo. Su inexora-ble condición de criminal se vioratificada más tarde en Bolivia, lugaren que cumple condena por narco-tráfico y en el que se hizo pública sudetención sin que nadie de la esferaoficial ni diplomática pareciera ente-rarse. Sólo la desidia, la falta absolu-ta de interés o un injustificable afánpor enterrar el pasado pueden oca-sionar tamaña negligencia, de laque alguien, por cierto, debería darexplicaciones. El reo del que habla-mos constituye una de las cuentaspendientes de nuestra controvertidatransición. La matanza de los abo-gados laboralistas de Atocha es unade las páginas más abominable-mente negras de nuestra historia re-ciente, un episodio que situó el pro-ceso democrático al borde del abis-mo y que pudo conjurarse, comotantos otros, por el esfuerzo de to-dos en unos momentos singular-mente difíciles en los que nos jugá-bamos nuestro futuro como país. Esinconcebible que un juez decidieraconceder a García Juliá un permisocarcelario gracias al cual, como eraprevisible, se fugó. Es de esperarque, tras haber sido localizado porinterviú, se dicte de inmediato la co-rrespondiente petición de extradiciónpor parte de la Fiscalía de la Audien-cia Nacional. Y tam-bién sería deseableque la policía décon el paradero desu compinche, eltambién fugadoLerdo de Tejada.¿O esperarán, qui-zá, a leerlo tranqui-lamente algún díaen esta revista?

¿Que hace la política?¿Que hace la política?

Ida y vuelta

ANTONIOSAN JOSÉ

Hace seis meses la Audiencia desestimó

el último recursopresentado por elultraderechista

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Las únicas fotos del juicio. El proceso se celebró en 1980 y eltribunal condenó a García Juliá a 193años. De los tres autores materiales,José Fernández Cerra consiguió lalibertad condicional y Fernando Lerdo deTejada huyó de España. interviú publicólas únicas fotos de la vista judicial.

El fiscal de la AudienciaNacional Ignacio Gordillo llevameses trabajando para lograr laextradición del ‘ultra’ y suingreso en una cárcel española.

interviú descubreal ‘ultra’ García Juliáencarcelado en Bolivia

interviú descubreal ‘ultra’ García Juliáencarcelado en Bolivia

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