106 las casas del amado

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Las casas del Amado Pastor Agustín García Guatemala, 28 de marzo del Año de la Abundancia Este estudio puede imprimirse y reproducirse por cualquier medio siempre y cuando se cite la fuente de donde se obtuvo. www.ebenezer.org.gt 1 Sabemos que la célula de la familia es el matrimonio y la célula de la iglesia es la familia. Podemos ver en las Escrituras que el Señor visitó muchas familias en sus casas. En el Sal 128:1-6 LBLA se puede ver una gran bendición para las casas de los siervos de Dios. Una casa que el Señor visitó es la de Abram, en el libro de Génesis, y al visitarlo le dejó la promesa de un hijo. Si el Señor nos ha visitado, seguramente daremos mucho fruto, ya que estamos en el tiempo de la abundancia. En el Sal 127:1 LBLA dice que si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican, entonces si el Señor esta en nuestra casa, tendremos bendición y palabra abundante. En el pasaje de Lc 19:4-5 LBLA la Biblia nos habla de Zaqueo, de cuando el Señor le dijo que debía quedarse en su casa. Se dice de Zaqueo que era una persona de estatura pequeña. A veces a nosotros nos sucede que no hemos tenido el desarrollo espiritual necesario, y aún así nos sentimos grandes, pero sabemos que el que es más sabio reconoce como mayor a su prójimo. Para poder edificar la casa se necesitan también mujeres sabias. A Jesús le sorprendió el hecho de que Zaqueo quiso romper los lazos que hizo con aquellos a quienes defraudó, según Lc 19:7-8 LBLA, por el hecho de haber entrado en la casa. A veces hemos caído en rutinas, que nos hacen un poco religiosos, pero debemos saber que el Señor puede salvar las cosas que hemos perdido, por ejemplo, las fuerzas. En el versículo Lc 19:1-2 LBLA la Palabra nos dice que Zaqueo era un hombre rico, es decir, un hombre abundado, sin embargo, sabemos que la abundancia no es solo material. Zaqueo era un hombre que era poderoso, tal vez preparado y rico, pero le faltaba Jesús, y lo interesante que era hijo de Abraham, es decir, que tenía promesa. Pero al llegar Jesús a su vida, él cambio hasta el punto en que decidió regresar lo robado hasta cuatro veces. Cuando Jesús visita una casa, definitivamente no habrá que forzar a los nuestros para que busquen al Señor, sino que seguirán nuestro ejemplo, pues si nos ven orar, también lo harán. Zaqueo subió a un árbol, lo cual nos hace ver que hizo un esfuerzo de subir a un nivel más alto de gloria. Para que recibamos la sobreabundancia debemos subir a un nivel más alto, pero al subir, debemos bajar, pues el Señor le dijo a Zaqueo “baja” porque es necesario que después de subir al monte, seamos humildes. Todos necesitamos de las cosas materiales, pero no tanto como la presencia de Dios en nuestra vida, y si tenemos su presencia, todo lo demás nos lo dará, todo lo que tenemos proviene de Él. Dios siempre está pendiente de lo que hacemos, del servicio que le damos, de la forma que nos entregamos, y así Dios ve nuestra humildad. En el texto de Jos 2:1 LBLA, dice que Josué envió a dos espías a Jericó y se hospedaron en la casa de Rahab, la ramera. Esto nos dice que en esta ciudad había inmoralidad, y el Señor quería exponerla, pues es un Dios de misericordia. La inmoralidad se oye fuerte pero sabemos que el enemigo quiere meter infidelidad en los hogares, para lograr separar a los cónyuges. Abraham estaba en su tienda y estaba atendiendo a su esposa, es muy importante que atendamos a nuestro cónyuge para evitar la separación. Según He 12:16 TLA, dice que Esaú prefirió la comida a la bendición espiritual, la versión LBLA lo llama fornicario, porque menospreció lo mejor. Esaú cambio su llamado por algo terrenal, por ello nosotros debemos buscar las cosas de arriba. La ciudad de Jericó es figura de aquellas áreas que deben destruirse para poder entrar a la abundancia, pues debemos despojarnos del peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve. El pasaje de Lc 7:36,44 LBLA, nos relata el momento cuando Jesús entró a la casa de Simón el fariseo, a donde también entró la mujer que lavó lo pies del Señor. Los religiosos lo criticaron, pero el Señor le reclama a Simón, y le dice que la mujer lo trató de una forma que él como anfitrión no lo hizo, besando y lavando sus pies con sus lágrimas. De igual forma nosotros no teníamos parte con Cristo, nos levantó del polvo, y ahora nos ha dado privilegios que no merecíamos. Esta mujer pecadora llegó a darle el ejemplo de adoración a un hombre que conocía la letra, pero que no conocía a aquel que la dio y la hizo vida. En Jer 18:1-6 LBLA vemos que es en la casa del alfarero donde escucharemos las palabras de Dios. Este hombre hizo un esfuerzo, se levantó y fue la casa del alfarero, por ello pudo tener la visión y oír la palabra del Señor, esa palabra que puede cambiar nuestra vida y la de nuestra familia. Dios tiene cosas maravillosas y grandes. Cuando oímos la voz del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo, todo es posible. La vasija de barro que estaba haciendo el alfarero, se echó a perder y la hizo de nuevo, eso significa que la palabra del Señor nos hará personas nuevas, personas diferentes. Todos podemos ser levantados poderosamente por la mano del Señor. En el versículo de Ap 3:20 LBLA, Dios llama a la puerta de nuestra casa, para hablarnos, para cambiar nuestra vida, nuestra familia; si tenemos necesidad Dios nos visitará y hará que nos sentemos en Su trono, que seamos transformados por amor de Su nombre. Redactado por: Hna. Ericka P. de Ocampo

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Las casas del Amado

Pastor Agustín García Guatemala, 28 de marzo del Año de la Abundancia

Este estudio puede imprimirse y reproducirse por cualquier medio siempre y cuando se cite la fuente de donde se obtuvo.

www.ebenezer.org.gt

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Sabemos que la célula de la familia es el matrimonio y la célula de la iglesia es la familia. Podemos ver en las Escrituras que el Señor visitó muchas familias en sus casas. En el Sal 128:1-6 LBLA se puede ver una gran bendición para las casas de los siervos de Dios. Una casa que el Señor visitó es la de Abram, en el libro de Génesis, y al visitarlo le dejó la promesa de un hijo. Si el Señor nos ha visitado, seguramente daremos mucho fruto, ya que estamos en el tiempo de la abundancia. En el Sal 127:1 LBLA dice que si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican, entonces si el Señor esta en nuestra casa, tendremos bendición y palabra abundante. En el pasaje de Lc 19:4-5 LBLA la Biblia nos habla de Zaqueo, de cuando el Señor le dijo que debía quedarse en su casa. Se dice de Zaqueo que era una persona de estatura pequeña. A veces a nosotros nos sucede que no hemos tenido el desarrollo espiritual necesario, y aún así nos sentimos grandes, pero sabemos que el que es más sabio reconoce como mayor a su prójimo. Para poder edificar la casa se necesitan también mujeres sabias. A Jesús le sorprendió el hecho de que Zaqueo quiso romper los lazos que hizo con aquellos a quienes defraudó, según Lc 19:7-8 LBLA, por el hecho de haber entrado en la casa. A veces hemos caído en rutinas, que nos hacen un poco religiosos, pero debemos saber que el Señor puede salvar las cosas que hemos perdido, por ejemplo, las fuerzas. En el versículo Lc 19:1-2 LBLA la Palabra nos dice que Zaqueo era un hombre rico, es decir, un hombre abundado, sin embargo, sabemos que la abundancia no es solo material. Zaqueo era un hombre que era poderoso, tal vez preparado y rico, pero le faltaba Jesús, y lo interesante que era hijo de Abraham, es decir, que tenía promesa. Pero al llegar Jesús a su vida, él cambio hasta el punto en que decidió regresar lo robado hasta cuatro veces. Cuando Jesús visita una casa, definitivamente no habrá que forzar a los nuestros para que busquen al Señor, sino que seguirán nuestro ejemplo, pues si nos ven orar, también lo harán. Zaqueo subió a un árbol, lo cual nos hace ver que hizo un esfuerzo de subir a un nivel más alto de gloria. Para que recibamos la sobreabundancia debemos subir a un nivel más alto, pero al subir, debemos bajar, pues el Señor le dijo a Zaqueo “baja” porque es necesario que después de subir al monte, seamos humildes. Todos necesitamos de las cosas materiales, pero no tanto como la presencia de Dios en nuestra vida, y si tenemos su presencia, todo lo demás nos lo dará, todo lo que tenemos proviene de Él. Dios siempre está pendiente de lo que hacemos, del servicio que le damos, de la forma que nos entregamos, y así Dios ve nuestra humildad. En el texto de Jos 2:1 LBLA, dice que Josué envió a dos espías a Jericó y se hospedaron en la casa de Rahab, la ramera. Esto nos dice que en esta ciudad había inmoralidad, y el Señor quería exponerla, pues es un Dios de misericordia. La inmoralidad se oye fuerte pero sabemos que el enemigo quiere meter infidelidad en los hogares, para lograr separar a los cónyuges. Abraham estaba en su tienda y estaba atendiendo a su esposa, es muy importante que atendamos a nuestro cónyuge para evitar la separación. Según He 12:16 TLA, dice que Esaú prefirió la comida a la bendición espiritual, la versión LBLA lo llama fornicario, porque menospreció lo mejor. Esaú cambio su llamado por algo terrenal, por ello nosotros debemos buscar las cosas de arriba. La ciudad de Jericó es figura de aquellas áreas que deben destruirse para poder entrar a la abundancia, pues debemos despojarnos del peso y del pecado que tan fácilmente nos envuelve. El pasaje de Lc 7:36,44 LBLA, nos relata el momento cuando Jesús entró a la casa de Simón el fariseo, a donde también entró la mujer que lavó lo pies del Señor. Los religiosos lo criticaron, pero el Señor le reclama a Simón, y le dice que la mujer lo trató de una forma que él como anfitrión no lo hizo, besando y lavando sus pies con sus lágrimas. De igual forma nosotros no teníamos parte con Cristo, nos levantó del polvo, y ahora nos ha dado privilegios que no merecíamos. Esta mujer pecadora llegó a darle el ejemplo de adoración a un hombre que conocía la letra, pero que no conocía a aquel que la dio y la hizo vida. En Jer 18:1-6 LBLA vemos que es en la casa del alfarero donde escucharemos las palabras de Dios. Este hombre hizo un esfuerzo, se levantó y fue la casa del alfarero, por ello pudo tener la visión y oír la palabra del Señor, esa palabra que puede cambiar nuestra vida y la de nuestra familia. Dios tiene cosas maravillosas y grandes. Cuando oímos la voz del Padre, el Hijo y del Espíritu Santo, todo es posible. La vasija de barro que estaba haciendo el alfarero, se echó a perder y la hizo de nuevo, eso significa que la palabra del Señor nos hará personas nuevas, personas diferentes. Todos podemos ser levantados poderosamente por la mano del Señor. En el versículo de Ap 3:20 LBLA, Dios llama a la puerta de nuestra casa, para hablarnos, para cambiar nuestra vida, nuestra familia; si tenemos necesidad Dios nos visitará y hará que nos sentemos en Su trono, que seamos transformados por amor de Su nombre.

Redactado por: Hna. Ericka P. de Ocampo