10 de julio de 2010 dos poetas · ninguno de sus camaradas. ni si-quiera fue invitado a salir con...

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Número 666 Sábado, 10 de julio de 2010 José Luis Ferris migos, intelectuales de la misma generación litera- ria y miembros del Partido Co- munista (en el que Miguel Her- nández entró de la mano de Ra- fael Alberti y de su mujer, María Teresa León), la relación entre los dos poetas se fue agriando a lo largo de la Guerra Civil hasta el punto de que, más allá de pasar temporadas sin dirigirse la pala- bra, el gaditano dejó a Miguel fuera de la lista que, en los ester- tores de la contienda y con los peores augurios para el bando que ya se perfilaba como perde- dor, confeccionaron él y su mujer para solicitar asilo en la Embaja- da de Chile. No lo incluyeron ni, en otra clara muestra de las desa- venencias entre ambos, el matri- monio Alberti-León lo invitó a acompañarlos en el vehículo que recogió a la pareja en Ma- drid para trasladarlos hasta Mo- nóvar, última sede del Gobierno de la República. Las diferentes posturas de am- bos ante la contienda (Miguel Hernández fue proclamado“poe- ta del pueblo” mientras Alberti era abucheado por unos milicia- nos en la Sierra de Madrid) y la distinta procedencia social de cada uno (el cabrero frente al burgués) ahondaron un distan- ciamiento que estalló en febrero de 1939, unos días después de que Antonio Machado fuera en- terrado en Collioure y apenas un mes antes del fin de la guerra. Mi- guel Hernández, que en esos mo- mentos se encontraba en Ma- drid, se acercó a la sede madrile- ña de la Alianza de Intelectuales para interesarse por sus compa- ñeros y, a su llegada al palacio de los marqueses del Heredia-Spí- nola (incautado para servir de base a los artistas que apoyaban la República), se encontró con los preparativos de una fiesta que sus compañeros habían organi- zado como homenaje a la mujer antifascista. Mucho era lo que el poeta de Orihuela había callado a lo largo de esos tres años de guerra, durante aquellas noches en las que llegaba abatido del frente y trataba de dormir algu- nas horas con la música de fon- do de aquellos bailes de disfra- ces y aquellas “travesuras y alga- zaras” con las que sus compañe- ros libraban su batalla contra la muerte. La fiesta fue motivo suficiente para que Miguel no siguiera si- lenciando las desavenencias en- tre el “poeta del pueblo” y los inte- lectuales de “mono planchado y pistolas de juguete”, según la de- finición de Juan Ramón Jiménez, quien en su libro Guerra en Espa- ña de otros intelectuales:“¡Aquí hay mucha puta y mucho hijo de pu- ta!”, frase de la que, lejos de re- tractarse, a lo que le conminó Al- berti, escribió en una pizarra por si alguien no la había escuchado. Con una bofetada que aseguran que hizo caer al poeta respondió María Teresa León, quien, como organizadora de la fiesta, se sintió directamente aludida. Los dos amigos dejaron de serlo en ese momento. Sálvese quien pueda amigos próximos a los vencedo- res que insistían para que se mar- chara de España cuanto antes. Analizada la situación y espolea- do por la idea de irse con su mu- jer y su hijo a Chile para empren- der una nueva vida con el apoyo y la amistad de Pablo Neruda, Mi- guel se dirigió a la Embajada chi- lena, donde sólo le ofrecieron, sin muchas garantías de seguridad, refugiarse en el edificio. Para Car- los Morla, encargado de nego- cios en la Embajada y viejo cono- cido del poeta, aceptarlo en su lista de refugiados era mucha res- ponsabilidad, dada su activa par- ticipación en la contienda; con lo que Miguel Hernández nunca estuvo en esa lista ni en la que el matrimonio Alberti-León había confeccionado con amigos que también corrían peligro y le ha- bía enviado ya a Morla. Sin saber qué hacer, el “poeta del pueblo” se encaminó de nue- vo a la sede de la Alianza, donde se volvió a encontrar con Alberti y María Teresa León, que anda- ban ya enzarzados en los prepa- rativos de su salida de Madrid. Se- gún la versión de María Teresa, “Miguel Hernández apenas con- testó a nuestro abrazo cuando nos separamos en Madrid. Le ha- bíamos llamado para explicarle nuestra conversación con Carlos Morla –cuya propuesta de refu- giarse en la Embajada habían re- chazado por considerarla una Dos poetas en guerra A Miguel Hernández. ---> PASA A LA PÁGINA SIGUIENTE Miguel Hernández y Rafael Alberti, unidos por una estrecha amistad, tuvieron un fatal desencuentro que marcó dos destinos: para uno, la muerte en prisión, y para otro, el exilio Rafael Alberti. Hernández reprochó a Alberti que, con un Madrid a punto de caer, los intelectuales estuvieran de fiesta Guerra en Espa- ña Miguel Hernández. Rafael Alberti. reprochó a Alberti que, con un Madrid a punto de caer, los intelectuales estuvieran de fiesta

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Page 1: 10 de julio de 2010 Dos poetas · ninguno de sus camaradas. Ni si-quiera fue invitado a salir con ellos hacia Monóvar, en el vehí-culo oficial que el Gobierno re-publicano había

Número 666

Sábado, 10 de julio de 2010

José Luis Ferris

migos, intelectuales de la misma generación litera-

ria y miembros del Partido Co-munista (en el que Miguel Her-nández entró de la mano de Ra-fael Alberti y de su mujer, María Teresa León), la relación entre los dos poetas se fue agriando a lo largo de la Guerra Civil hasta el punto de que, más allá de pasar temporadas sin dirigirse la pala-bra, el gaditano dejó a Miguel fuera de la lista que, en los ester-tores de la contienda y con los peores augurios para el bando que ya se perfilaba como perde-dor, confeccionaron él y su mujer para solicitar asilo en la Embaja-da de Chile. No lo incluyeron ni, en otra clara muestra de las desa-venencias entre ambos, el matri-monio Alberti-León lo invitó a acompañarlos en el vehículo que recogió a la pareja en Ma-drid para trasladarlos hasta Mo-nóvar, última sede del Gobierno de la República.

Las diferentes posturas de am-bos ante la contienda (Miguel Hernández fue proclamado “poe-ta del pueblo” mientras Alberti era abucheado por unos milicia-nos en la Sierra de Madrid) y la distinta procedencia social de cada uno (el cabrero frente al burgués) ahondaron un distan-ciamiento que estalló en febrero de 1939, unos días después de que Antonio Machado fuera en-terrado en Collioure y apenas un mes antes del fin de la guerra. Mi-guel Hernández, que en esos mo-mentos se encontraba en Ma-drid, se acercó a la sede madrile-ña de la Alianza de Intelectuales para interesarse por sus compa-ñeros y, a su llegada al palacio de los marqueses del Heredia-Spí-nola (incautado para servir de base a los artistas que apoyaban la República), se encontró con los preparativos de una fiesta que sus compañeros habían organi-zado como homenaje a la mujer antifascista. Mucho era lo que el poeta de Orihuela había callado a lo largo de esos tres años de guerra, durante aquellas noches en las que llegaba abatido del frente y trataba de dormir algu-nas horas con la música de fon-do de aquellos bailes de disfra-ces y aquellas “travesuras y alga-zaras” con las que sus compañe-ros libraban su batalla contra la muerte.

La fiesta fue motivo suficiente para que Miguel no siguiera si-lenciando las desavenencias en-tre el “poeta del pueblo” y los inte-lectuales de “mono planchado y pistolas de juguete”, según la de-finición de Juan Ramón Jiménez, quien en su libro Guerra en Espa-ña������������������ ������������� ������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������ �������������������������������������������� ���������������

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Sálvese quien pueda )����������������������������������������������������� ��������������������������������������������������������������$�����������������&�� ���������������#��������������!��������*��������������������������������amigos próximos a los vencedo-res que insistían para que se mar-chara de España cuanto antes. Analizada la situación y espolea-do por la idea de irse con su mu-jer y su hijo a Chile para empren-der una nueva vida con el apoyo y la amistad de Pablo Neruda, Mi-guel se dirigió a la Embajada chi-lena, donde sólo le ofrecieron, sin muchas garantías de seguridad, refugiarse en el edificio. Para Car-los Morla, encargado de nego-cios en la Embajada y viejo cono-cido del poeta, aceptarlo en su lista de refugiados era mucha res-ponsabilidad, dada su activa par-

ticipación en la contienda; con lo que Miguel Hernández nunca estuvo en esa lista ni en la que el matrimonio Alberti-León había confeccionado con amigos que también corrían peligro y le ha-bía enviado ya a Morla.

Sin saber qué hacer, el “poeta del pueblo” se encaminó de nue-vo a la sede de la Alianza, donde se volvió a encontrar con Alberti y María Teresa León, que anda-ban ya enzarzados en los prepa-rativos de su salida de Madrid. Se-gún la versión de María Teresa, “Miguel Hernández apenas con-testó a nuestro abrazo cuando nos separamos en Madrid. Le ha-bíamos llamado para explicarle nuestra conversación con Carlos Morla –cuya propuesta de refu-giarse en la Embajada habían re-chazado por considerarla una

Dos poetas en guerra

A

Miguel Hernández.

---> PASA A LA PÁGINA SIGUIENTE

Miguel Hernández y Rafael Alberti, unidos por una

estrecha amistad, tuvieron un fatal

desencuentro que marcó dos destinos: para uno, la muerte

en prisión, y para otro, el exilio

Rafael Alberti.

Hernández reprochó a Alberti que, con un Madrid a punto de caer, los intelectuales estuvieran de fiesta

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Page 2: 10 de julio de 2010 Dos poetas · ninguno de sus camaradas. Ni si-quiera fue invitado a salir con ellos hacia Monóvar, en el vehí-culo oficial que el Gobierno re-publicano había

miseria– [...]. Miguel se ensom-breció al oírlo, acentuó su cara cerrada y respondió: Yo no me refugiaré jamás en una Embaja-da. Me vuelvo al frente�>���?��¿Y vo-sotros?&�������������#���Nosotros tampoco nos exiliaremos. Nos va-mos a Elda con Hidalgo de Cisne-ros�� ���������������������������������#&�������;�����������������������������������������������������������!� ����� �������������������%���$���������������������������������������#���������������������������(� �����)�#���������������������������#�������������������������(�������������������������������������������������#���� ����������� ����!�����/����������������������������������&�������������!� �������������������������������������������������$��������������"��������������������=,�������(���;������� ���������������(� ����=����� ������������8�� �������,�;������������������!���&��+��������$�������������������������������� �����������!� �����������������+�������,����������������������� �����/��������.�����������!� ��������������������������������������������������� �����������!� ������������������������������������la troika del Komintern en Espa-ña, no fue tenido en cuenta por ninguno de sus camaradas. Ni si-quiera fue invitado a salir con ellos hacia Monóvar, en el vehí-culo oficial que el Gobierno re-publicano había puesto a su dis-posición, y era abandonado a su suerte para que se refugiara en una Embajada que no ofrecía de-masiada seguridad y que para ellos no era otra cosa que una li-mosna inadmisible.

Alberti y su compañera, en efecto, salieron rumbo a Monó-var, donde Juan Negrín había reu-nido su Gobierno en la denomi-nada “posición Yuste”, y el 7 de marzo de 1939 el matrimonio despegaba a bordo de un Dra-gón con destino a Orán.

Al amanecer de ese mismo día, Miguel Hernández decide re-gresar a Cox con su familia. Para salir de Madrid, y ante el temor de toparse con tropas franquis-tas, pide ayuda a su amigo, y fa-langista, José María de Cossío, a quien, en una jugarreta del desti-no, es Miguel el que tiene que “salvar” al ser interceptados por un grupo de milicianos a las afueras de la capital.

El 14 de marzo, ya en Cox, Mi-

guel escribe a Cossío. Al parecer, el director de la enciclopedia Los toros le había prometido hablar con alguien influyente para solu-cionar la salida del poeta y de su familia: “No deje de hacer las ges-tiones cuanto antes si puede. He recordado nuestra última conver-sación. Recuerdos y abrazos para todos los amigos. Y para usted el de siempre”. Hernández debía sentirse en aquellos momentos doblemente acosado: por un la-do estaba la amenaza de las tro-pas franquistas y, por otro, su con-dición de comunista lo convertía en blanco de los hombres de Ca-sado, una facción de los suyos.

Si hay una persona con la que Miguel Hernández pudo contar a lo largo de su corta vida, fue con José María de Cossío, de adscrip-ción falangista y gracias al que el “poeta del pueblo” tuvo el único empleo remunerado durante sus años madrileños: la elaboración del último tomo de la enciclope-dia Los toros. Es Cossío quien en más de una ocasión le aconseja que se marche de España cuanto antes por la relevancia que había adquirido durante la contienda. Es también a su ex jefe a quien Miguel Hernández recurre al fi-nal de la guerra cuando com-prende que se encuentra en peli-gro, y fue Cossío quien luchó con firmeza para salvarlo de una con-

dena a muerte que al final fue conmutada por treinta años de una reclusión en la que acaba perdiendo la vida.

Nadie hizo nada ����������#����6��!��������7����� ��������(�������� ��������������������������������������#������)����(����!�<��������������������������!�������������������������(�������������� ����������#� ��������������������������$�����������������������!���������������#��������"��������������������������������������������=���!� ���������������do el Gobierno de Burgos– y, pos-teriormente, encontrarse con Jo-sefina y el niño. Así se lo comuni-có a Cossío el 19 de abril desde Cox: “Estamos todos bien por ahora. Yo salgo para Sevilla segu-ramente, y pronto. Allí espero ver a Guillén y a otros amigos y espe-ro hallar una buena acogida en-tre ellos [...]. Deseo verle pronto, y si va por Sevilla, allí nos encon-traremos”. Según lo previsto, Mi-guel pensaba buscar la protec-ción de Jorge Guillén en Sevilla, pero su mala información al res-pecto lo llevó a cambiar de pla-nes pocos días después.

Con doscientas pesetas en el bolsillo que le había proporcio-nado su hermano Vicente y una

caja de cartón por todo equipaje, Miguel salió de Orihuela el 20 de abril con rumbo incierto. Fue el poeta falangista Eduardo Llosent Marañón, viejo compañero en las Misiones Pedagógicas, director de la revista Mediodía de Sevilla y, en aquellos momentos, direc-tor del Museo de Arte Moderno de Madrid, quien le proporcionó una carta de recomendación pa-ra que la presentase en Sevilla a Joaquín Romero Murube, alcaide entonces del Alcázar hispalense, con el que se entrevistó la maña-na del 24 de abril en el recinto de la fortaleza sevillana. Lo que no imaginaba Miguel Hernández es que Franco se encontraba esos días de visita oficial por Andalu-cía y que, según testimonio del propio Murube, estando el poeta en los jardines del Alcázar, entró en el recinto el Caudillo. Alarma-do por el peligro que acababa de correr, Miguel decidió marcharse de Sevilla no sin antes comentar-le al alcaide algo así como: “Joa-quín, creía que Franco era una persona de gran porte, físicamen-te, y me lo encuentro bajito y po-ca cosa”.

El 29 de abril de 1939 Miguel cruza a Portugal por un paso clandestino en las cercanías de Rosal de la Frontera. Era una zo-na por la que habían huido mu-chos milicianos y que los viajeros de la España franquista procura-ban evitar. Alcanza el pueblo portugués de Santo Aleixo y llega luego a Moura. El domingo 30 de abril se vio necesitado de dinero para comer y recuperar las fuer-zas después de una semana atra-vesando tierras andaluzas y dur-miendo a la intemperie. Vende el traje oscuro y el reloj de oro que le había regalado Vicente Aleixandre, pero su aspecto, nada saludable, levanta las sospechas del comprador, que lo denuncia a la Policía salazarista. Detenido, lo entregan a la Policía española en Rosal de la Frontera el 4 de mayo.

Era el principio de un largo vía crucis carcelario que lo llevó por trece prisiones y que acaba-ría con su vida tres años después en el Reformatorio de Adultos de Alicante. Causa oficial de la muerte: tuberculosis. Era el 28 de marzo de 1942. No había cumpli-do los 32 años. Mientras, en el ba-rrio parisino de Quai de l’Horlo-ge, una zona privilegiada y tran-quila, Rafael Alberti comparte apartamento con el poeta chile-no y otrora protector de Miguel Hernández Pablo Neruda.

����� VIENE DE LA PÁGINA ANTERIOR

Rafael Alberti, con su primera mujer, María Teresa León.Miguel Hernández, con su mujer, Rosalía Manresa, tr es días después de su boda.

Rafael Alberti y Miguel Hernández, juntos en un rec ital.

El “poeta del pueblo”, que para poder comer tuvo que vender en su huida el traje oscuro y el reloj de oro que le había regalado Vicente Aleixandre, fue detenido por la policía salazarista tras haber cruzado la frontera con Portugal

FARO DE VIGO Sábado, 10 de julio de 20102

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������� � �� ������������ ��� Rafael Alberti, con su primera mujer, María Teresa León.Miguel Hernández, con su mujer, Rosalía Manresa, tr es días después de su boda.

Rafael Alberti y Miguel Hernández, juntos en un rec ital.

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Page 3: 10 de julio de 2010 Dos poetas · ninguno de sus camaradas. Ni si-quiera fue invitado a salir con ellos hacia Monóvar, en el vehí-culo oficial que el Gobierno re-publicano había

Ficción

1.�La segunda vida de Bree Ta-La segunda vida de Bree Ta-La segunda vida de Bree Ta-La segunda vida de Bree Ta-nner.nner.nner.nner. PStephenie Meyer (Alfaguara).

2. La casa de los amores imposi-La casa de los amores imposi-La casa de los amores imposi-La casa de los amores imposi-bles.bles.bles.bles.Cristina L. Barro(Plaza&Janés).

3. El tiempo entre costuras. El tiempo entre costuras. El tiempo entre costuras. El tiempo entre costuras. PMaría Dueñas (Temas de Hoy).

4. ���������������������oPaloma Sánchez-Garnica (Planeta).

5. Operación Octopus.Operación Octopus.Operación Octopus.Operación Octopus. Daniel Estu-lin (Ediciones B).

6.�Todos juntos y muertos.Todos juntos y muertos.Todos juntos y muertos.Todos juntos y muertos.����������������� �������No ficción����No consigo adelgazar. No consigo adelgazar. No consigo adelgazar. No consigo adelgazar. ��������can (RBA). �� 5 días para aprender inglés.5 días para aprender inglés.5 días para aprender inglés.5 días para aprender inglés. Robert Wilson (De Vecchi). �� Asesinatos matemáticos.Asesinatos matemáticos.Asesinatos matemáticos.Asesinatos matemáticos. ��������������� ����������El secreto..El secreto..El secreto..El secreto.. Rhonda Byrne (Ura-no). �� El filósofo entre pañales..El filósofo entre pañales..El filósofo entre pañales..El filósofo entre pañales.. ����son Gopnik (Temas de Hoy). �� LPoker Texas hold’em.LPoker Texas hold’em.LPoker Texas hold’em.LPoker Texas hold’em. �����de Negreanu (Corazón de As).

En gallego���� ��������������������������Villar (Galaxia). �� ���������������Domingo Villar (Galaxia). �� Unha historia que non vou con-Unha historia que non vou con-Unha historia que non vou con-Unha historia que non vou con-tar.tar.tar.tar. Cid Cabido (Xerais). �� Os Bolechas van de viaxe.Os Bolechas van de viaxe.Os Bolechas van de viaxe.Os Bolechas van de viaxe. Pepe Carreiro (A Nosa Terra). �� Made in Galiza.Made in Galiza.Made in Galiza.Made in Galiza. �������� ����������

Corazones sagrados SARAH DUNANT

Seix Barral. 480 páginas

En 1570, en la ciudad italiana de Ferrara, el convento de Santa Caterina está lleno de mujeres nobles que deciden casarse con Cristo, ya que no han encontra-do marido. Serafina, con tan sólo 16 años de edad, es obligada por sus padres a entrar en el ce-nobio para separarla de un amor ilícito. La boticaria del convento, Sor Zuana, entabla amistad con la joven, reclután-dola como ayudante en el dis-pensario y el jardín de hierbas.

Pero a pesar de los intentos de la religiosa para que la mucha-cha se adapte, Serafina está de-cidida a huir. La lucha constante de Serafina y su forma personal

de entender la fe desafían la vi-sión del mundo de Zuana y la estructura política de Santa Ca-terina en una época en la que las nuevas ideas de la Contrarre-forma fuerzan a la Iglesia hacia el cambio.

Es el título más reciente de Sarah Dunant, personaje muy conocido en los ambientes cul-turales británicos, actriz, presen-tadora de televisión y de radio, y también editora que tiene en su haber una larga lista de libros publicados, entre ellos “Amor y muerte en Florencia”, traducido a veintisiete idiomas, además de “Nieve en verano” (1988), “Mar-cas de nacimiento” o “Bajo mi piel”. Con “Corazones sagrados” regresa a la novela histórica y a la época fascinante del Renaci-miento, cuando el mundo me-dieval da paso al mundo moder-no y el hombre empieza a redes-cubrir una realidad que transfor-ma las formas de pensamiento.

El retorno a la isla LINN ULMANN

Lumen. 368 páginas ���������������������&�������������más reciente de Linn Ullmann, hija del gran cineasta Ingmar Bergman. Cuenta la historia de Erika, que deci-de ir a visitar a su padre, a quien no ha visto durante veinticinco años. Es el invierno de 2005, y la protagonista sa-be que dentro de poco verá a Isak Lövenstad, su pro-genitor, hombre distante, reputado y parco en pala-bras.Para hacerlo tiene que recorrer las carreteras ne-vadas de la isla de Hammarsö, don-de el anciano vive en absoluta sole-dad. En la casa donde pasó las va-caciones de su in-fancia están los re-cuerdos de un pa-sado que compar-tió con sus dos hermanas y el ras-tro de Ragnar, el compañero de juegos que en el verano de 1979 fue víctima de una tragedia de tintes oscuros. Gra-cias al viaje y a la ayuda de sus her-manastras logrará asumir y desvelar ese punto negro de su vida: una histo-ria de amor y muerte en ese mismo lu-gar.

Tensa en la escritura e intensa en las emociones, dura, honda y piadosa a la vez en la exploración de la vejez, “Retorno a la isla” es la obra con la que Linn Ullmann explora el lado os-curo pero también sensible de la na-turaleza humana y homenajea en cier-ta forma a su padre, retirado, igual que el hombre de la novela, en una remo-ta y gélida isla en la que se sentía se-guro y a salvo.

Linn Ullmann nació en Oslo en 1966. Estudió lite-ratura en Nueva York y, de regreso a su ciudad natal, empezó a trabajar como periodista ocupándose de la crítica literaria, una actividad que todavía sigue ejer-ciendo. La apari-ción de “Antes de que te duermas” en 2005, publicada en España por Mondadori supuso su lanzamiento co-mo escritora con gran éxito de críti-ca y público. Su se-gunda obra, publi-

cada por Lumen, se tituló “El adiós de Stella”, a la que siguió “Hasta que ama-nezca”. Retorno a la isla���������������$����������������������������������������������������������������������������������������������������#��!����������������������������!�������������������������

El sentimiento que llegó del frío

Diario del año de la peste DANIEL DEFOE Impedimenta. 328 páginas ,������������������������ �������������������������������������������������������D�������������������������&������������������������������������������������������� �������������������������������������������������������������������������������#�)���������������������������������4NNE���4NNN��D������D���������������#�����������������������������������������������������������!��������$��!���������������� ������������$������������8�������������������� ��������������������������������������� ���������������!����������������� ��������������������������������������������!�����������������������������;���������������������������������������������������������O���������������������������������������������������������������������!���������������������!����������$��������������������������'�����������!�����������������������������������������������������#����������������������������������#������������+� ���

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Recuerdos de unos días aciagos

Hombres como dioses HERNÁN LANVERS

Plaza y Janés. 448 páginas �%�� ��������������&�������������������������� ����������!�!����������������������������������������������� ��������������������������������������"��3!�@��������������������#�������������������� ��������/���1���������������������������;�����#�������� �����������������P���������������������������������������������������������������������!��������������������� ������ ������ �������� �������������������������������/��������������������������������!�����3#������������������������������������3!�@���/�����������$����������������������������������������������������� ������)����������������������������������������������#���������������������������� ���

����������del océano ELVIRA MENÉNDEZ

Temas de Hoy. 608 páginas

Carlos V teme las conse-cuencias de las relaciones en-tre los nobles españoles y las mujeres indígenas en el Nuevo Mundo. El Adelantado de las Indias y su mujer, Mencía de Calderón, reciben el encargo de trasladar hasta el Río de la Plata una caravana de mujeres para casarlas con los conquis-tadores. Todas zarpan con el ánimo de encontrar un buen marido pero en la travesía tro-piezan con todo tipo de adver-sidades (el ataque de los pira-tas, el hambre…), lo que hará que solo lleguen unas cuantas, entre ellas, Ana de Rojas, hija de un hidalgo arruinado por la crisis que asola Castilla. Ana se enamorará del joven Alonso, y aprenderá a despojarse de los prejuicios de su clase social y de la Castilla del siglo XVI.

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Los más vendidos

Otras visiones de la fe

Con la colaboración de: Casa del libro (Vigo)

Tere Gradín

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Tere Gradín

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���� �����������$��������������������������������������������������$��������4*EH���������� ����������!���������������.������1�������$����������� ���Inmunda esco-Inmunda esco-Inmunda esco-Inmunda esco-ria.ria.ria.ria. Durante moitos anos eu fun recollendo lembranzas dos acontecementos do 42 compos-telán de beizos de moitos dos seus partícipes. Foron case todos morrendo. Aínda aquel que tra-balle na memoria oral ou nas historias de vida pode interrogar persoas tan diversas coma M. Fra-ga Iribarne, Antía Cal ou Benito Varela Jácome que estiveron alí.

Na miña opinión, os distur-bios composteláns de 1942 son os que por primeira vez no Esta-do Español amosan a presenza dun descontentamento demo-crático na Universidade.

O desamarre do conflicto é is-to: os estudantes falangistas non aceptan como Reitor un catedrá-tico pomposo, catolicón e, tal vez, autoritario: Carlos Ruiz del Castillo y Cata-lán de Ocón. Eles desexan un Reitor de pu-ra liña falangis-ta e próximo á mítica “revolucio-naria” de Ramiro Ledesma, tra-ductor de Heidegger, por certo. El é Luis Legaz Lacambra, tamén xermanizante. Finalmente, Ruiz del Castillo sería substituído por un Legax destinado a perpetuar-se no reitorado durante anos co-ma area.

O que nos interesa agora pre-cisar é que Ruiz del Castillo era unha persoa odiosa tanto para os estudantes fascistas coma pa-ra a maioría, forzadamente silen-ciosa, dos escolares de sentimen-tos republicanos, nacionalistas e de esquerdas. A guerra civil ter-minara había pouco, a terribel represión franquista enchera Ga-licia de cadáveres, as cadeas re-bordaban de presos políticos e ningúen ignoraba o exilio. Ende-mais, en toda a nosa xeografía un continxente moi elevado de fuxidos transformábase en exér-cito guerrilleiro politicamente organizado. De xeito máis ou me-nos (non se sabe) espontáneo ou coordinado desde centros de decisión política, estes estudan-tes antifranquistas irromperon no conflicto do 42 e sumáronse aos que pedían a cabeza do Rei-tor, acirrando nas protestas e tu-multos.

Ruiz del Castillo, pouco fascis-ta para uns, resultaba para outros a imaxe mesma do franquismo. Esta é a idea que eu me fago do movemento universitario de 1942 despois de ter conversado con persoas que participaron

nel, moi especialmente cos meus inesquecibeis compañei-ros de traballo, Pedro Núñez Pe-queño e Roberto Dopazo López. Cando, no seu informe, o falan-gista José Luis Taboada se refire á presenza no 42 compostelano de “agitadores de turbia proce-dencia” está mesmo a falar do que eu falo.

Por cima, penso que o comba-te contra o Reitor Ruiz del Casti-llo, alcumado de “masón bran-co” en diversos sectores sociais da época, tivo un eco importante na comunidade intelectual e na opinión pública mais clandesti-na, que se comunicaba co mun-do ceibe a través das radios es-tranxeiras e, moi especialmente, da “Estación Clandestina Pirenai-ca”, se é que xa funcionaba ao tempo. Sería bo pescudar a pre-senza do conflicto universitario do 42 na prensa e radio antifran-quistas do exterior. Unha proba de que o conflicto do 42 reper-cutiu fóra da cidadela universita-

ria acaba de aparecer nun libro moi importante: Ramón Otero Pedrayo, Poesía (edición, intro-Poesía (edición, intro-Poesía (edición, intro-Poesía (edición, intro-ducción e notas de Xesús Alon-ducción e notas de Xesús Alon-ducción e notas de Xesús Alon-ducción e notas de Xesús Alon-so Montero),so Montero),so Montero),so Montero), Galaxia, Vigo, 2010. Vemos nel que don Ramón, en forma de epístola que Alonso Montero data no ano 1942, arre-bólalle a Ruiz del Castillo unha sátira feroz coa cal se suma, des-de lonxe, aos estudantes com-posteláns daqueles días. Velaí as palabras mordentes e antifascis-tas de Otero Pedrayo. Alexandri-nos “de fuego”.

“Non fun ao Paraninfo por mor da presidencia,/ cadavero-so esquema de presumida cien-cia,/ Carlos Ruiz del Castillo Ca-talán de Ocón,/ xurídica harmu-ñía en foles de acordeón,/ cre-chas de violonista de café pro-vincián,/ hopalanda da cátedra, doutrinario inhumán,/ que em-borrallou cen folios de linguaxe indistinto/ para gabar o trunfo do zoolóxico instinto,/ sudado leguleio inxerto en teorizante,/ de cego Ministerio cadeliña ram-pante./ Lixou a fonte crara do craustro de Fonseca/ voltádoa no que dice seu nome, Fontese-ca”.

Don Ramón tanxe a “lira tor-va” de Curros, Valle ou Celso, des-pusuido da súa cadeira do Insti-tuto, represaliado e triste por tan-tos amigos asasinados ou cons-trinxidos ao exilio, demolido po-la perda daquela ilusión que el chamou República Campesiña. Satiriza aquel Reitor que gabara o “trunfo do zoolóxico istinto” ou sexa da pulsión de morte insepa-rábel do feixismo (Francisco Sampedro).

Cabe preguntarse cal era o ac-to do Paraninfo ao cal non asis-tiu Otero Pedrayo en debido a es-tar presidido polo Reitor Ruiz del Castillo. Nunha próxima en-trega extraeremos do Fondo dos Espellos o pormenor de tal cir-cunstancia, que ten que ver coa historia da Real Academia Gale-ga. Xa miraremos a ver.

NOTA CURIOSA:NOTA CURIOSA:NOTA CURIOSA:NOTA CURIOSA: A oposición

a Carlos Ruiz del Castillo y Cata-lán de Ocón foi o feito que de-sencadeou o movemento univer-sitario de 1942. A oposición ao catedrático de Ciencias Joaquín Ocón García fixo deflagar os su-cesos de 1968. Os dous apelidá-banse OcónOcónOcónOcón e os dous tiveron que fuxir a Universidade de Compostela “pola porta de tras”, como ben di Ricardo Gurriarán.

A oposición ao reitor Carlos Ruiz del Castillo y Catalán de Ocón foi o desencadeante do movemento universitario de 1942 en Compostela. O curioso é que o reitor era odiado por todo o corpo estudiantil: pouco falangista para uns, para a maioría era a imaxe do franquismo

Antía Cal en 1950, recién rematada a carreira de Filosofía e

Letras // FDV

NO FONDO DOS

ESPELLOS X.L. MÉNDEZ FERRÍN

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Para gabar o trunfo do zoolóxico instinto

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X. L. Méndez Ferrín

FARO DE VIGO Rúa Uruguay, 10-A

Aptdo. Correos, 91. VIGO

CAIXA POSTAL

Na miña opinión, os disturbios composteláns dese ano son os que por primeira vez no Estado español amosan a presenza dun descontentamento democrático na Universidade

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