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de la superficie agrícola ha devenido en prados de magnífica poten- cialidad forrajera. Bases más firmes presenta la especialización forestal, amparada no sólo por la ventaja comparativa que le repor- tan las condiciones ecológicas del ámbito, sino también por la situa- ción favorable del mercado de la madera. Pero el modelo de explo- tación en que se basa su elevada productividad está cada vez más amenazado por una sociedad ávida de espacios para la biodiversi- dad y el ocio. 1. LAS "GRANDES CIFRAS" DEL SECTOR AGRARIO EN UNA ECONOMÍA CONVULSA A pesar del estancamiento industrial provocado por la escasez de materias primas y energía, en la década de los años 1940 tanto en Bizkaia como en Gipúzkoa se detecta cierto crecimiento que se hará neto en la de los 1950. La clave estuvo en una estructura industrial volcada hacia los sectores pesados y de equipo, principales benefi- ciarios del proceso de reconstrucción y la política de sustitución de importaciones. Así pues, durante la autarquía se produjo un creci- miento del PIB regional muy superior a la media estatal, dado fun- damentalmente por el desarrollo de la industria que si en 1940 gene- raba el 47,5% del producto bruto, en 1960 alcanzaba el 56,2%, mientras el primario descendía del 15% al 9% (González Portilla y Garmendia, 1988). En términos de VAB la preponderancia del sector industrial y la creciente marginalidad del agrario aún se hacían más patentes; ya en 1955 el primero de ellos proporcionaba el 60% de tal valor, frente al 5% del otro ^n el conjunto estatal la agricultura aún producía una larga quinta parte-. Pero en todo caso, los de la década de 1950 fueron años de crecimiento también para el sector agrario vasco- atlántico que, tal y como sucedió en el resto del Estado, se vio bene- ficiado por el giro impuesto a la política agraria a partir de 1951. La supresión de muchas de las normas de intervención y el alza de los precios de los productos agrarios dieron lugar a una mayor norma- lización del mercado que, a la postre, posibilitará la profundización de las especializaciones regionales, paralizadas hasta entonces por las fuertes carestías de la primera posguerra. En el caso vasco-atlántico tal posibilidad vino dada por la pau- latina estabilización del mercado del trigo; muchas veces consi- 170

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Page 1: 1. LAS GRANDES CIFRAS DEL SECTOR AGRARIO EN UNA … · 2009-03-03 · raba el 47,5% del producto bruto, en 1960 alcanzaba el 56,2%, mientras el primario descendía del 15% al 9% (González

de la superficie agrícola ha devenido en prados de magnífica poten-cialidad forrajera. Bases más firmes presenta la especializaciónforestal, amparada no sólo por la ventaja comparativa que le repor-tan las condiciones ecológicas del ámbito, sino también por la situa-ción favorable del mercado de la madera. Pero el modelo de explo-tación en que se basa su elevada productividad está cada vez másamenazado por una sociedad ávida de espacios para la biodiversi-dad y el ocio.

1. LAS "GRANDES CIFRAS" DEL SECTOR AGRARIOEN UNA ECONOMÍA CONVULSA

A pesar del estancamiento industrial provocado por la escasezde materias primas y energía, en la década de los años 1940 tanto enBizkaia como en Gipúzkoa se detecta cierto crecimiento que se haráneto en la de los 1950. La clave estuvo en una estructura industrialvolcada hacia los sectores pesados y de equipo, principales benefi-ciarios del proceso de reconstrucción y la política de sustitución deimportaciones. Así pues, durante la autarquía se produjo un creci-miento del PIB regional muy superior a la media estatal, dado fun-damentalmente por el desarrollo de la industria que si en 1940 gene-raba el 47,5% del producto bruto, en 1960 alcanzaba el 56,2%,mientras el primario descendía del 15% al 9% (González Portilla yGarmendia, 1988).

En términos de VAB la preponderancia del sector industrial y lacreciente marginalidad del agrario aún se hacían más patentes; ya en1955 el primero de ellos proporcionaba el 60% de tal valor, frenteal 5% del otro ^n el conjunto estatal la agricultura aún producíauna larga quinta parte-. Pero en todo caso, los de la década de 1950fueron años de crecimiento también para el sector agrario vasco-atlántico que, tal y como sucedió en el resto del Estado, se vio bene-ficiado por el giro impuesto a la política agraria a partir de 1951. Lasupresión de muchas de las normas de intervención y el alza de losprecios de los productos agrarios dieron lugar a una mayor norma-lización del mercado que, a la postre, posibilitará la profundizaciónde las especializaciones regionales, paralizadas hasta entonces porlas fuertes carestías de la primera posguerra.

En el caso vasco-atlántico tal posibilidad vino dada por la pau-latina estabilización del mercado del trigo; muchas veces consi-

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GRÁFICO N° 1: Participación del UAB agrario en el U^9B total. 1955-1995

Fuenre: Renta nacional de España y su distribución provincíal.

derado como la causa de todos los males que aquejaban a la agri-cultura, finalmente el cultivo del trigo desaparece ante la conti-nuidad en el abasto. Fue el primer paso en la progresiva pérdidade importancia del subsector agrícola a favor del ganadero, delque pasará a ser crecientemente subsidiario. Tanto las condicio-nes ecológicas como las del mercado empujaban en ese sentido,aunque debe destacarse también la positiva incidencia que tuvie-ron las medidas adoptadas en favor de la regulación del mercadolechero; la garantía de venta del volumen total de producción aprecio fijos contribuyó, cuando menos, a acelerar la especializa-ción láctea regional.

Consecuencia de todo ello fue el crecimiento del valor de la pro-ducción agraria; sólo durante el quinquenio 1955-1960 se incre-menta en un 30% a precios constantes, lo que supuso el aumento encasi un punto de su participación en el VAB total. Paralelamente, lapoblación ocupada en el primario pasa de suponer un 21% en 1950a un 12% en 1960; una reducción de140% en el número absoluto de

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GRÁFICO N° 2: Evolución del UAB (c.f.) agrario en pta constantes(buse, 1970). 1955-1995.

Artos

1995

,99,

,987

,98,

,977

,97,

,967

,960

1955

^ ............I

-- ^- _ _ ^,

1.000 2.000 3.000 4.0000

Fuen^e: Renta nacional de España y w distribución provincial ^^;

5.000

Millones de pese[as

efectivos que llevó aparejado un ascenso notable de la productivi-dad media por trabajador.

El crecimiento económico registrado en los años del "desarro-]lismo" propició en el conjunto del Estado una importante evoluciónen la demanda de bienes agrarios, concretada en el aumento del con-sumo de alimentos de origen animal, frutas y verduras, y de maderapara usos industriales. Todo ello tuvo un claro reflejo en la compo-sición de la producción final agraria vasco-atlántica; ya a comienzosde los años 1970 se había producido una redistribución de la mismaa favor sobre todo del subsector ganadero que eleva su participaciónen casi 10 puntos, pasando a generar el 65% de la producción, y delsubsector forestal que presenta, no obstante, un incremento porcen-tual mucho más modesto. EI crecimiento en la participación final

"' La serie a precios constantes se ha calculado a partir del deflactor del PIB seeún laContabilidad de España. tomado para el período 1954-1982 de Carreras (1989, p. 561) y para1982-1995 de los Anuarios Estadísticos de España 1988 y 1993.

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agraria de ambos subsectores tiene lugar, obviamente, a costa delagrícola, cuya aportación queda reducida al 20%, dado su crecientereempleo -pastos y cultivos forrajeros- en la ganadería.

Al compás de] tirón de la demanda, el VAB agrario mantiene sutendencia al alza durante el primer lustro del desarrollismo, pero sinser capaz de continuarla en los próximos diez años; al término delperíodo y no sin ciertas fluctuaciones apenas mantiene los nivelesconseguidos en los primeros años. En definitiva, de 1960 a 1977 seregistra u q aumento global del 12%, suficiente para mantener esta-ble la aportación regional a la producción agraria final del conjuntoestatal. Una contribución que si no dejaba de ser muy modesta, entorno al 2%, resultaba significativa en determinadas productos: "...la Región producía el 15,7% de la producción tota] interna de carne,lo cual demuestra claramente que, para este producto, la ganaderíaeuskaldun es de gran importancia. Más si se tiene en cuenta que laextensión de la Región es del 0,8% del territorio nacional lo cualindica la alta concentración ganadera en las tierras de la Región

GRAFICO N° 3: Distribución de la Producción Final AKraria. 1955-1993

Porcentajes (%1

1955 71 1971 i81 1981 /93

® Agricola !`;,1 Ganadero , Forestal I

Fuente: Renta nacional de España y su distribución provincial.

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dedicadas a la agricultura... También es de considerable importan-cia la producción de la leche de vaca, que alcanzaba en 1972 el5,6% de la producción nacional.:. Merece también mención la dedi-cación forestal..." (Etxezarreta,^ 1977, p. 90).

Sin embargo, en la economía vasco-atlántica el sector agrarioperdía enteros aceleradamente. Tras el Plan de Estabilización de1959 el desarrollo industrial, más allá de consolidarse, conoce unaaceleración de tal magnitud que resultará imposible para el resto delos sectores de la economía acercarse a sus extraordinarias tasas decrecimiento: la aportación del sector agrario al conjunto de la eco-nomía cae desde el 6% en 1960 al 2% en 1977. En una proporciónsimilar descendió el peso de la población activa ocupada en el pri-mario, situándose en 1975 en e14,5% -en el conjunto estatal aún sesuperaba el 20%-. Pero no se trataba únicamente de la pérdida deposiciones relativas del sector agrario con respecto al resto de los dela economía, sino también en relación a sí mismo; su índice de pro-ductividad no cesaba de descender, y si ya en 1960 estaba un 40%por debajo del alcanzado en el industrial, en 1971 la diferencia sehabía incrementado hasta e165% (Azaola, 1976).

Todo ello sucedía cuando la mecanización y adopción de larevolución verde, junto con el suministro abundante y a preciosestables de la energía, daba lugar a un período casi de esplendorpara el conjunto del sector agrario estatal. Aquí, las condicionesfísicas y, sobre todo, las estructurales habían limitado la mecaniza-ción, mientras propiciaban la incorporación masiva de inputs enforma de piensos. Por eso, incluso si a comienzos de los años 1970las perspectivas eran difícilmente mejorables desde el punto devista de la evolución de la demanda, la crisis económica desatada araíz de los aumentos en los precios de los hidrocarburos tuvo, entreotras muchas consecuencias, la reducción del VAB agrario a lamitad de 1977 a 1987, quedando así su participación limitada al 1%.

El intento de dominar la inflación a partir del control de preciospara los productos de primera necesidad hizo que el de la produc-ción más importante del agro regional, la leche, quedara muy pordebajo de las alzas registradas por el índice de precios al consumo,al tiempo que el encarecimiento de los piensos propiciaba aumentosen los costes de producción; paralelamente, las importaciones decarne hundían los precios también para este producto.

En cualquier caso, la crisis del sector agrario suscita muy esca-so interés en un país que ve cómo en ese mismo lapso temporal

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amenaza con irse al garete el conjunto de su economía. La estructu-ra sectorial y espacial consolidada durante el desarrollismo está enla base de la particular virulencia con que la crisis desatada tras elalza en el precio del petróleo atacará al territorio. Los condicionan-tes físicos, coadyuvados por una absoluta falta de planificaciónterritorial, llevarán a importantes desequilibrios espaciales queestán en el origen de fuertes deseconomías de congestión, a las quese suma el propio desequilibrio de la estructura económica.

En ese último sentido, debe hacerse referencia en primer lugar ala monoproducción industrial, a cuyos intereses se habían sacrifica-do los del resto de la economía y en particular los de la agricultura;en segundo lugar destaca la especialización de la industria en sub-sectores maduros: siderurgia, construcción naval, metálicas del hie-rro y del acero, metálicas no férreas y papel. Todo ello ha supuesto,finalmente, la inserción del territorio en lo que se ha dado en llamaráreas industriales en declive, con la problemática específica que aéstas caracteriza: débil crecimiento del PIB, descenso de la partici-pación en la renta nacional, saldo migratorio negativo y elevadosniveles de paro; si en 1975 la tasa de desempleo no alcanzaba e13%,en 1985 llega al 25%.

Ante la magnitud de las consecuencias sociales provocadas porel brusco giro en el desarrollo de la industria, los esfuerzos y losrecursos de la política económica se dirigen hacia la reconversiónindustrial; "Sin embargo, también el sector primario vasco está encrisis y también ésta presenta, como características comunes con laindustria, su doble origen estructural y coyuntural. Lo que proba-blemente justifica esta falta de atención relativa es que la sociedadvasca se ha acostumbrado ya a ver disminuir la participación relati-va del sector en su Producto Interior Bruto y, sobre todo, en las pro-vincias del litoral..." (García et al., 1981, p. 113).

La inminente integración de España en la entonces CEE-10 ter-minaba por complicar la situación para la industria, que veía des-mantelarse los últimos vestigios proteccionistas de la economíaespañola; pero también enrevesaba la del agro, obligado a concurriren un mercado excedentario en la producción láctea y respecto alque presentaba una importante desviación de costes de producción.En un clima de escaso interés y, por tanto, de general desconoci-miento sobre el impacto de la integración, Ceberio advertía "... quetal entrada en la CEE no ha de producir otro efecto en nuestro sec-tor agrario que el de acelerar el agravamiento de los problemas

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actualmente existentes y su desenlace consiguiente"; en ese con-vencimiento preconizaba la reorganización de la estructura produc-tiva, pero a sabiendas de que "... este programa de mejoras seenfrenta con el gran obstáculo de la crisis económica generalizadaque ha acumulado una serie de problemas graves en la sociedadvasca y para cuya solución se precisan también grandes medios ins-trumentales y sobre todo capitales... Los problemas de otros secto-res no podrán esperar pero, a nuestro modesto entender, los del agrovasco tampoco" (1981, p.108).

Como al autor no se le ocultaba que sucedería, los problemasdel sector agrario quedaron postergados, de modo que en 1986 seintegra en la Unión Europea en una situación estructural de clarainferioridad. El continuo desequilibrio en el mercado comunitariode la leche había conducido al establecimiento, en 1984, de lasfamosas cuotas lácteas a las que en adelante deberá sujetarse laproducción regional. Desde la óptica macroeconómica, el controlde la producción lechera supone un progresivo descenso de la par-ticipación del subsector ganadero en la Producción Final Agraria,aunque todavía hoy genera más de la mitad de la misma. Tal ycomo se preveía dado el déficit comunitario en maderas, la pérdi-da relativa del subsector ganadero revierte a favor del forestal quepa^a a generar casi una cuarta parte de la actual Producción FinalAgraria.

Con todo, es preciso señalar que desde entonces, y contra todopronóstico, la evolución del sector agrario ha resultado positiva entérminos generales. Entre 1987 y 1995 el VAB ha crecido un 80%en precios constantes, aunque es cierto que se registró una desfa-vorable coyuntura de 1991 a 1993 de la que todavía no se ha recu-perado por completo, de modo que el nivel logrado en 1991 supe-raba al de 1995. Pese a esto, la contribución al VAB regional pasadel 1% a casi un 2%, viniendo a superar el porcentaje que la pobla-ción empleada en el sector supone -entre 1982 y 1995 el númerode afiliados al Régimen Especial de la Seguridad Social Agrariacae de 13.500 personas a 7.500-. Tal hecho ha conllevado el incre-mento de la productividad del empleo agrario; si a mediados de ladécada de 1960 la del industrial estaba 2,25 veces por encima de ladel agrario, hoy los términos se han invertido, aunque las diferen-cias sean mucho más reducidas. En los primeros años 1990 elempleo agrario presenta una productividad un 10% más elevadaque la industrial.

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Respecto a las causas que explican este giro de tendencia, debedecirse que salvo las primas establecidas al vacuno de carne y alovino que parecen haber tenido una incidencia positiva, la PolíticaAgraria Común no beneficia las características de la agriculturavasco-atlántica, incluida de acuerdo con la Directiva 75/268/CEEen esos más de 10 millones de ha que abarcan las Zonas de Agri-cultura de Montaña en la Unión. Tampoco se prevé que vaya ahacerlo en el futuro, según se desprende del actual debate sobre sureforma en la Agenda 2000: "Aspectos como la falta de una discri-minación positiva en favor de la agricultura familiar y de zonas des-favorecidas, el mantenimiento de la mayor parte de las primas enfunción de la producción, la compensación parcial de las ayudas almaíz ensilado a costa de la financiación de las OCMs de vacunoleche y vacuno carne, la falta de una respuesta adecuada a la nece-sidad de incremento de la cuota láctea estatal... no responden a lasexpectativas del agro vasco" (Garbisu, 1998, p.18).

Mayor incidencia parece haber tenido el cambio de actitud en lapolítica local que, incluso si ha debido atenerse a lo dictado por laPAC, tras décadas de ausencia vuelve a estar presente en el agrovasco y, más en general, en el mundo rural. Si "La falta de empleo,el paro masivo en medios industriales y la percepción de que cons-tituye una situación permanente hace que diversos estamentossociales y políticos vuelvan la vista al campo -como tantas otrasveces-..." (Etxezarreta et al., 1995, p. 74), no debe dejar de notarsela gravísima situación por la que viene atravesando el territoriovasco-atlántico; en 1990 la tasa de desempleo todavía superaba el20% ante el insuficiente crecimiento del sector terciario para com-pensar la crisis industrial.

Desde esa nueva perspectiva, la política agraria de los primerosaños 1990, recogida en un documento de nombre significativo:"Plan Estratégico Rural Vasco 1992-1996", se centrará en la conse-cución de un sector más competitivo y profesionalizado. Entre susobjetivos prioritarios estaba la modernización integral del sectorlácteo, en buena medida conseguida mediante estrategias para elredimensionamiento de la explotación, programas de mejora gené-tica y sanidad animal y la ree ŝtructuración de la agroindustria delramo. Por otra parte, en un esfuerzo por diversificar la produccióny en un país en que es difícil producir en cantidad se intenta jugarla baza de la calidad alimentaria, implementando una política decreación de labeles y marcas de garantía que permitan, además de

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proteger el nicho de mercado del producto local, concentrar suoferta ]t4.

A pesar de todo, el sector agrario continúa fundamentalmentedependiendo de la ganadería y, más preocupante, de la producciónláctea que genera una parte muy importante del producto final,similar a la del subsector forestal. En un momento en que las suce-sivas reformas de la PAC apuntan claramente hacia la liberación delos mercados agrarios, cabe preguntarse si la modernización de lasexplotaciones de vacuno de leche, cuyo volumen de producciónunitaria efectivamente ha crecido de manera notabilísima, ha sidofruto de un redimensionamiento integral. La dependencia crecientedel consumo masivo de piensos apunta en el sentido contrario.

La producción de forrajes es secundaria incluso dentro del pro-pio subsector agrícola, cuyo actual valor depende del desarrollo quela horticultura intensiva ha experimentado desde mediados de losaños 1980. En realidad, a partir de 1975 la cosecha forrajera no hahecho sino descender, provocando costos de producción comparati-vamente superiores a otras regiones y colocando al subsector lácteoa merced de la evolución del mercado de los piensos. La peligrosadinámica a que aboca la intensificación, que tampoco es exclusivadel subsector lácteo aunque sea en éste en el que adquiere mayorvirulencia, no pasa desapercibida tt5; sin embargo, su solución tocala espinosa cuestión de la estructura de la propiedad y el uso de latierra en un país tremendamente congestionado que aspira al ree-quilibrio térritorial.

De cara al futuro y en línea con las nuevas tendencias de la PAC,el "Plan de Actuación para el Desarrollo del Medio Rural Vasco:1997-2000" pretende ser el resultado de un acuerdo global a partir

^ 14 En 1997 el Consejo Regulador del Label Vasco de Calidad Alimentaria había creado8 labeles: Cordero lechal del País, Pimiento de Gernika, Euskal miel, Pollo de Caserío, Camede Vacuno, Guindillas de Ibarra, Tomate de Calidad y Patata de Álava, si bien esta última nose cultiva en el sector vasco-atlántico, así como la marca de gazantía Euskal Baserri. Ademásdos productos cuentan con Denominación de Origen: Txakoli de Bizkaia y Txakoli de Ge[aria,y Queso Idiazabal.

^ 15 En un reciente Seminario sobre "Desintensificación", el sindicato agrario vasco EHNEseñalaba que "la dinámica hacia la intensificación está siendo generalizada en casi todos lossubsectores del sector agrario: [anto en la producción ganadera..., como en la producción agrí-cola, frutícola y hortícola y también en la selvícola" y denunciaba, además de la pérdida decalidad del producto final y las implicaciones medioambientales que Ileva aparejadas tal diná-mica, la disminución progresiva de rentabilidad por unidad producida a que se asocia, abocan-do a las explotaciones el endeudamineto crónico y a una amesgada dependencia externa; antetodo ello se propugna la vía de la desin[ensificación, solución que, sin embargo, pasa por la tie-rra sin la que "no hay alternativas posibles" (1997, p. 3).

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del cual se revaloricen las funciones económicas, socio-culturales yecológicas del ámbito rural vasco. En este marco, el área agroali-mentaria se concibió como la actividad motora y vertebradora delmedio rural, centrándose de nuevo la actuación en la modernizaciónde la producción agraria, pero también en su transformación comomedio de incorporar un mayor valor añadido a la misma. Se preten-de así un desarrollo sostenido del VAB y del empleo agrario; a pesarde ello, este último no cesa de caer y, aún peor, de envejecerse porla falta de incorporación de jóvenes agricultores. Situación ante laque el principal sindicato en el sector agrario vasco-atlántico,EHNE, sentenciaba: "este es un problema estructural de fondo queno lo resuelven situaciones coyunturales de bonanza... esta situa-ción requiere una reflexión política y social sobre la política agrariay el desarrollo rural" (Ardatza, 1996, p. 4).

2. DE LABRANTÍOS Y LANDAS A PRADOS Y PINARES

"La explotación actual está más en consonancia con las condi-ciones naturales del país, más vocado a hierbas, pastizales y monteque al difícil y trabajoso cultivo del trigo y de la vid" (Martín Galin-do, 1969, p. 26). Efectivamente, porque al mediar el siglo XX tienelugar la definitiva inserción de la agricultura vasco-atlántica en laeconomía de mercado; un proceso que se llevará a cabo a favor delos condicionantes naturales, frente a lo acaecido en otras épocasdel pasado.

La profundización de la especialización ganadera arrastrará lasimplificación de los cultivos a que tradicionalmente venían dedi-cándose las tierras de labor, al adquirir primacía absoluta el grupode los forrajeros. No obstante, la progresiva disminución de la manode obra disponible y las dificultades de mecanización impondrán nosólo el abandono de un importante número de tierras marginales,sino también la conversión de las restantes en praderas de menoresrequerimientos que los cultivos en cuanto a cuidados culturales. Seasiste así a la contracción y extensificación del espacio agrícola.

Frente a ese proceso, en el espacio forestal se verificará otro designo completamente opuesto; de un lado, porque el abandono detierras marginales revierte precisamente en favor de los montes queven así incrementada la superf'icie que se les dedica, y de otro por-que la eficacia productiva mostrada por el pino insigne en la prime-

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