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James Dashner Virus Letal 1

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    MAZE RUNNER

    VIRUS LETAL

  • James Dashner Virus Letal

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    Ttulo original: The Kill Order

    Traduccin: Silvina Poch

    Direccin de proyecto editorial: Cristina Alemany

    Edicin: Roxanna Erdman Mara Ins Linares

    Direccin de proyecto grfico: Trini Vergara

    Direccin de arte: Paula Fernndez

    Diseo: Cristina Carmona

    Ilustracin de cubierta: Marcelo Orsi Blanco (Depeap Contenidos)

    2012 James Dashner

    2013V&R Editoras

    www.vreditoras.com

    Todos los derechos reservados. Prohibidos, dentro de los lmites establecidos por la ley, la reproduccin total o parcial de esta obra, el

    almacenamiento o transmisin por medios electrnicos o mecnicos, las fotocopias o cualquier otra forma de cesin de la misma, sin

    previa autorizacin escrita de las editoras.

    Argentina: Demara 4412 (C1425AEB) Buenos Aires

    Tel./Fax: (5411) 47789444 y rotativas

    email: [email protected]

    Mxico: Av.Tamaulipas 145, Colonia Hipdromo Condesa

    CP 06170 Del. Cuauhtmoc, Mxico D. F.

    Tel./Fax: (5255) 52206620/6621 Tel.: (5255) 52115415/5714 018005434995 email:

    [email protected]

    ISBN: 9789876125659

    Impreso en Mxico, Marzo de 2013

    Litogrfica Ingramex, S.A. de C.V.

  • James Dashner Virus Letal

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    MAZE RUNNER VIRUS LETAL

    J A M E S D A S H N E R

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    PRLOGO

    Teresa observ a su mejor amigo y se pregunt cmo sera olvidarse de l.

    Pareca imposible, aunque ella ya haba visto cmo implantaban el Neutralizador en

    decenas de chicos antes que Thomas. Pelo castao claro, ojos penetrantes y una mirada que

    pareca ser siempre contemplativa; cmo podra ese chico ser alguna vez un desconocido para

    ella? Cmo podran estar en la misma habitacin sin bromear sobre un olor o acerca de algn

    tonto despistado que anduviera por ah? Cmo podra estar frente a l y no aprovechar la

    oportunidad de comunicarse telepticamente? Imposible.

    Sin embargo, faltaba apenas un da para que eso ocurriera.

    Para ella. En cuanto a Thomas, era solo cuestin de minutos. Yaca sobre la mesa

    quirrgica con los ojos cerrados mientras su pecho suba y bajaba al comps de una respiracin

    suave y constante. Con el uniforme obligatorio del rea pantalones cortos y camiseta, pareca

    una fotografa del pasado: un chico comn durmiendo la siesta despus de un largo da de escuela,

    antes de que las llamaradas solares y la enfermedad transformaran al mundo en algo totalmente

    fuera de lo habitual. Antes de que la muerte y la destruccin obligaran a secuestrar chicos, junto

    con sus recuerdos, y enviarlos a un lugar tan aterrador como el Laberinto. Antes de que los

    cerebros humanos se transformaran en zonas letales y fuera necesario observarlos y estudiarlos.

    Todo en nombre de la ciencia y la medicina.

    El mdico y la enfermera que haban preparado a Thomas le colocaron la mscara sobre el

    rostro. Entre pitidos y silbidos, deslizaron cables, elementos metlicos y tubos de plstico a travs

    de su piel y por los canales auditivos, mientras las manos del chico se retorcan instintivamente a

    los costados de su cuerpo. A pesar de las drogas, era probable que sintiera algn tipo de dolor,

    pero nunca lo recordara. La mquina comenz la tarea de extraer imgenes de su memoria y as

    borrar su vida, eliminando los recuerdos de su madre, de su padre y de ella.

    Una pequea parte de s misma saba que eso debera hacerla enojar, gritar y negarse a

    colaborar un minuto ms. Pero el resto era tan slido como las rocas de las colinas que los

    rodeaban. S, ella tena arraigada casi toda la certeza, de manera tan profunda, que saba que

    seguira pensando igual al da siguiente, cuando tuviera que pasar por lo mismo. Thomas y ella

    estaban poniendo a prueba su conviccin al someterse a lo que se les haba exigido a los dems. Y

    si tenan que morir, as sera. CRUEL encontrara la cura, se salvaran millones de personas y la

    vida en la Tierra volvera a la normalidad. Estaba tan segura de eso como de que los seres

    humanos envejecan y que, en otoo, los rboles se quedaban sin hojas.

    Thomas respir con dificultad, luego emiti un gemido leve y se movi. Por un segundo

    aterrador, Teresa pens que podra despertarse en medio de una terrible agona: estaban

    maniobrando dentro de su cerebro. Sin embargo, se apacigu y volvi a respirar suave y

    tranquilamente. Los ruiditos metlicos y los pitidos continuaron mientras los recuerdos de su mejor

    amigo se desvanecan como las repeticiones de un eco.

    Todava resonaba en su cabeza la frase Nos vemos maana que haban pronunciado al

    despedirse. Por alguna misteriosa razn, esas palabras le haban causado un fuerte impacto y, en

    ese instante, hacan que todo fuera an ms triste y extrao. Era cierto que se veran al da

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    siguiente, pero Teresa se encontrara en estado de coma y l no tendra la menor idea de quin era

    ella, excepto, quiz, por un cosquilleo en su mente que le dira que le resultaba vagamente familiar.

    Maana. Despus de todo lo que haban vivido (el miedo, el entrenamiento, los planes), el

    momento crtico haba llegado. Les haran a ellos lo mismo que a Alby, a Newt, a Minho y a todos

    los dems. Ya no haba vuelta atrs.

    Pero la calma era como una droga en su interior. Se senta en paz y esa sensacin

    tranquilizadora mantena bajo control el terror que le provocaban los Penitentes o los Cranks.

    CRUEL no haba tenido alternativa. Thomas y ella tampoco. Cmo poda acobardarse ante la idea

    de sacrificar a unos pocos para salvar a muchos? Acaso alguien podra? No haba tiempo para

    sentir lstima o tristeza o para desear que las cosas fueran de otra manera. La realidad era as, lo

    hecho hecho estaba, y sucedera... lo que tuviera que suceder.

    Ya no haba vuelta atrs. Thomas y Teresa haban ayudado a construir el Laberinto y, al

    mismo tiempo y con gran esfuerzo, ella haba edificado una pared para contener sus emociones.

    Sus pensamientos se evaporaron y quedaron suspendidos en el aire mientras esperaba a

    que concluyera el procedimiento. Cuando eso finalmente ocurri, el mdico oprimi varios botones

    en su pantalla y el concierto de sonidos se aceler. Una vez que los tubos y cables se alejaron

    serpenteando de sus posiciones invasoras y retornaron a la mscara, el cuerpo de Thomas se

    retorci levemente. Luego se calm otra vez, la mscara se apag y cesaron todos los sonidos y

    movimientos. La enfermera se adelant y retir la mscara de su rostro: la piel haba quedado roja

    y llena de lneas; los ojos continuaban cerrados.

    Por un segundo, la pared que contena su tristeza comenz a resquebrajarse: si Thomas

    despertaba en ese momento, no la recordara. Experiment el terror, casi pnico, de saber que

    pronto se encontraran en el rea y seran dos desconocidos. Era un pensamiento demoledor que

    le record vvidamente la razn por la cual haba construido esa pared. Como un albail golpeando

    el ladrillo en la argamasa endurecida, Teresa sell la grieta con fuerza y solidez.

    No haba vuelta atrs.

    Dos hombres del equipo de seguridad se acercaron para trasladar a Thomas. Lo alzaron

    como si estuviera relleno de paja. Uno lo tom de los brazos, el otro de los pies y lo colocaron en

    una camilla. Sin siquiera echar una mirada hacia Teresa, se dirigieron a la puerta del quirfano.

    Todos saban adonde lo llevaban. El mdico y la enfermera comenzaron a ordenar el lugar: su

    trabajo estaba hecho. Aunque no la estaban mirando, les hizo un gesto con la cabeza y despus

    sali al corredor detrs de los dos hombres.

    Mientras realizaban el largo trayecto por los elevadores y pasillos del cuartel general de

    CRUEL, a Teresa le resultaba difcil mirar a su amigo. La pared se haba debilitado otra vez.

    Thomas estaba muy plido y su rostro estaba cubierto de gotas de sudor, como si tuviera algn

    nivel de conciencia y luchara contra las drogas sabiendo que le esperaban cosas terribles . Verlo

    as le rompi el corazn y sinti miedo al recordar que ella era la siguiente. Esa estpida pared.

    Adems, qu importancia tena? De todos modos, desaparecera junto con todos sus recuerdos.

    Llegaron al nivel del stano, que se encontraba debajo de la estructura del Laberinto, y

    recorrieron el depsito con sus filas de estantes llenos de suministros para los Habitantes del rea.

    Ante el fro y la oscuridad reinantes, not que se le erizaba la piel de los brazos. Se estremeci y se

    los frot con fuerza.

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    Cuando la camilla chocaba contra las grietas del suelo de concreto, el cuerpo de Thomas

    saltaba y se zarandeaba. La expresin de terror permaneca all, intentando atravesar la calma

    exterior de su rostro dormido.

    Arribaron al hueco del elevador, donde descansaba el gran cubculo de metal: la Caja.

    A pesar de que se hallaba apenas un par de pisos debajo del rea propiamente dicha,

    haban manipulado las mentes de los Habitantes para que creyeran que el viaje hacia arriba era

    increblemente largo y tortuoso. Todo estaba planeado para provocar una variada gama de

    emociones y patrones cerebrales que iban desde la confusin y la desorientacin hasta el terror

    ms visceral. Era un comienzo perfecto para quienes iban a analizar la zona letal de Thomas.

    Saba que ella hara el mismo viaje al da siguiente, aferrando una nota entre las manos. Pero al

    menos Teresa estara en estado de coma y se ahorrara esos treinta minutos en medio de la

    movediza oscuridad. Thomas se despertara dentro del montacargas en la ms completa soledad.

    Los dos hombres lo empujaron hasta la Caja. Uno de ellos arrastr una enorme escalera

    plegable hasta el costado del cubculo y, al hacerlo, produjo un horrendo chirrido metlico contra el

    cemento. Siguieron unos segundos de torpeza mientras trepaban juntos aquellos escalones

    intentando sostener nuevamente a Thomas. Teresa podra haber ayudado, pero se neg; era lo

    suficientemente testaruda como para quedarse de pie observando, al tiempo que apuntalaba a

    duras penas las grietas de su pared interior.

    Con algunos resoplidos y unas pocas maldiciones, los empleados lo transportaron hasta el

    borde superior. El cuerpo estaba emplazado de tal manera que sus ojos cerrados enfrentaron a

    Teresa por ltima vez. Aunque saba que no poda escucharla, le habl dentro de su mente.

    Thomas, estamos haciendo lo correcto. Nos vemos del otro lado.

    Los hombres se inclinaron hacia adelante, bajaron a Thomas por los brazos hasta donde

    alcanzaron y luego lo soltaron. Teresa alcanz a or el ruido seco de su cuerpo al golpear contra el

    piso de metal fro. Su mejor amigo.

    Dio media vuelta y se alej. Desde atrs le lleg el sonido inconfundible del metal

    deslizndose contra el metal. A continuacin, las puertas de la Caja se cerraron con gran

    estruendo, sellando el destino incierto de Thomas.

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    TRECE AOS ANTES

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    Mark tembl de fro, algo que no le suceda desde haca mucho tiempo.

    Acababa de despertarse; los primeros indicios del amanecer se filtraban por las grietas de

    los troncos apilados que formaban las paredes de su pequea cabaa. Casi nunca se cubra con la

    manta, aunque estaba orgulloso de ella, ya que la haba hecho con la piel de un alce gigantesco

    que haba matado dos meses antes. Pero cuando la usaba, no lo haca para calentarse, sino ms

    bien porque era confortable. Al fin y al cabo, vivan en un mundo devastado por el fuego. Quizs

    esa fuera una seal de cambio: realmente senta algo de fresco en el aire matutino que se colaba a

    travs de las mismas grietas que la luz. Estir la manta peluda hasta la barbilla y, con un ruidoso

    bostezo, se volte para quedar de espaldas.

    Al otro lado de la cabaa, a poco ms de un metro de distancia, Alec segua durmiendo en

    su catre en medio de fuertes ronquidos. Era un hombre hosco y mayor, un ex soldado endurecido

    por la vida, que rara vez sonrea. Y cuando lo haca, el hecho sola estar relacionado con dolores

    de estmago producidos por gases estridentes. Pero Alec tena un corazn de oro. Despus de

    pasarse ms de un ao luchando para sobrevivir junto con Lana, Trina y el resto del grupo, Mark ya

    no se senta intimidado por el viejo oso. Para probarlo, se inclin, tom un zapato del suelo y se lo

    arroj. Le dio en el hombro. Alec emiti un rugido y se incorpor: los aos de entrenamiento militar

    conseguan despertarlo en un instante.

    Qu rayos...! grit y la maldicin fue interrumpida por el otro zapato de Mark, que esta

    vez se estrell contra su pecho. Maldita rata inmunda

    exclam impasible. Despus del segundo ataque, se haba quedado quieto mirando a

    Mark con los ojos entrecerrados. Pero se perciba una chispa de humor detrs de ellos. Ms vale

    que tengas una buena razn para poner en riesgo tu vida despertndome de esta manera.

    Hummm respondi Mark frotndose la barbilla como si estuviera pensando

    intensamente hasta que chasque los dedos. Ah, ya lo tengo. Bsicamente era para interrumpir

    los horrendos sonidos que brotaban de ti. En serio, viejo, tienes que dormir de costado o algo por el

    estilo. Roncar de esa forma no puede ser saludable: uno de estos das te vas a ahogar.

    Alec gru y resopl varias veces mientras se deslizaba fuera del catre y se vesta

    mascullando palabras indescifrables; algo as como ojal nunca... estara mejor y un ao

    infernal. Aunque eso fue lo nico que Mark logr entender, el mensaje haba quedado claro.

    Vamos, sargento brome el muchacho sabiendo que estaba a tres segundos de

    pasarse de la raya. Haca mucho tiempo que Alec se haba retirado del ejrcito y realmente

    detestaba que Mark lo llamara as. Cuando se produjeron las llamaradas solares, era un trabajador

    contratado por el Ministerio de Defensa. Nunca habras llegado a esta hermosa morada si

    nosotros no te hubiramos mantenido todos los das alejado del peligro. Qu tal si nos damos un

    abrazo y volvemos a ser amigos?

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    Alec se meti la camisa por la cabeza y luego baj la vista hacia Mark. Sus cejas grises y

    tupidas se juntaron en el centro como insectos peludos tratando de aparearse.

    Me caes bien, hijo. Sera una lstima tener que guardarte dos metros bajo tierra

    coment, y despus aporre a Mark en el costado de la cabeza; era lo ms cercano a un gesto de

    cario que el soldado llegaba a mostrar.

    Un soldado. Aunque hubiera pasado mucho tiempo, a Mark le gustaba pensar en l como

    tal: lo haca sentir mejor, ms seguro. Mientras Alec abandonaba la cabaa a grandes zancadas

    para enfrentar el nuevo da, Mark esboz una sonrisa. Era una verdadera sonrisa: algo que,

    finalmente, se iba volviendo ms comn despus del ao de terror y muerte que los haba

    conducido hasta ah arriba, a los montes Apalaches, al oeste de Virginia del Norte. Decidi que, sin

    importar lo que sucediera, dejara a un lado todo lo malo del pasado y disfrutara de ese da. Sin

    excusas.

    Eso significaba que tendra que encontrar a Trina en los prximos diez minutos. Se visti

    deprisa y sali a buscarla.

    La divis arriba, junto al arroyo: uno de los lugares tranquilos adonde iba a leer los libros

    que haban logrado rescatar de una vieja biblioteca con la cual se haban topado en alguno de los

    viajes. A esa chica le gustaba leer ms que a nadie y estaba recuperando los meses perdidos,

    cuando literalmente debieron correr para salvar sus vidas y los libros eran escasos. Por lo que Mark

    poda suponer, los digitales haban desaparecido mucho tiempo atrs, cuando las computadoras y

    los servidores se chamuscaron. Trina lea los antiguos libros de papel.

    Como era usual, la caminata hasta el arroyo lo haba devuelto a la realidad y cada paso

    haba debilitado su resolucin de pasar un buen da. Bastaba con observar la lastimosa red de

    cabaas, madrigueras subterrneas y casas en los rboles que conformaban la prspera metrpoli

    en que vivan: nada ms que troncos y cuerdas y barro seco, todo inclinado hacia la derecha o

    hacia la izquierda. No poda deambular por los callejones y pasos atestados del asentamiento sin

    que le vinieran a la mente aquellos das maravillosos en la gran ciudad, cuando la vida era rica,

    prometedora y tena todo al alcance de la mano. Y ni siquiera se haba dado cuenta.

    Pas delante de cientos de personas esculidas y sucias que parecan estar al borde de la

    muerte. No sinti compasin por ellas ya que, aunque detestara la idea, saba que l luca

    exactamente igual. Tenan comida suficiente, robada de las ruinas, cazada en los bosques o trada

    desde Asheville, pero el problema era el racionamiento: pareca que a todos les faltara una comida

    diaria. Y era imposible vivir en el bosque sin ensuciarse de vez en cuando, por ms frecuentes que

    fueran los baos en el arroyo.

    El cielo estaba azul con una pizca de naranja oscuro que acechaba la atmsfera desde que

    las llamaradas solares azotaron la Tierra sin previo aviso. Ya haba pasado ms de un ao y

    todava segua ah arriba, como una cortina de bruma que no les permita olvidar lo ocurrido.

    Quin poda saber si alguna vez las cosas volveran a la normalidad? La frescura que Mark haba

    sentido al despertarse pareca ahora un mal chiste. A medida que el sol brutal bordeaba la escasa

    lnea de rboles de las montaas, la temperatura en ascenso ya haba baado de sudor su cuerpo.

    Pero no todo era negativo. Al dejar atrs las madrigueras de los campamentos y adentrarse

    en el bosque, percibi muchas seales auspiciosas: rboles nuevos, otros viejos que se estaban

    recobrando, ardillas correteando entre las agujas ennegrecidas de los pinos, brotes verdes y

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    capullos alrededor. Hasta divis en la distancia algo que pareca ser una flor anaranjada. Estaba

    tentado de cortarla y llevrsela a Trina, pero saba que ella lo reprendera con mucha severidad si

    se atreva a impedir el progreso de la naturaleza. Tal vez sera un buen da despus de todo.

    Haban sobrevivido a la peor catstrofe natural de la historia de la humanidad: quiz todo haba

    quedado atrs.

    Cuando alcanz el sitio preferido de Trina, respiraba agitadamente por el esfuerzo de trepar

    la pared de la montaa. Durante la maana, las posibilidades de encontrarse con alguien ah eran

    muy remotas. Se detuvo y la observ desde atrs de un rbol, sabiendo que ella lo haba odo

    llegar, pero contento de que no lo demostrara.

    Qu hermosa era! Apoyada contra una enorme roca de granito, que pareca haber sido

    colocada ah por un gigante decorador, sostena en su falda un libro grueso. Dio vuelta una hoja sin

    despegar sus ojos verdes de las palabras. Llevaba una camiseta negra, jeans gastados y calzado

    deportivo que pareca tener cien aos. Con el pelo corto y rubio ondeando en el viento, era la mejor

    definicin de paz y comodidad. Como si perteneciera al mundo que haba existido antes de que el

    fuego arrasara con todo.

    Debido a la situacin en que se encontraban, Mark siempre haba pensado que ella era

    suya. Casi toda la gente que Trina haba conocido estaba muerta y l formaba parte de los restos

    de la catstrofe de los que ella poda aduearse: era eso o estar sola para siempre. Pero Mark

    desempeaba su papel con gran alegra; hasta se consideraba afortunado. No poda imaginar

    cmo sera su vida sin ella.

    Este libro estara mucho mejor si no hubiera un tipo raro acechndome mientras trato de

    leerlo exclam Trina sin la ms leve sonrisa. Luego dio vuelta otra hoja y continu la lectura.

    Soy yo repuso l. Casi todo lo que deca cuando estaba cerca de ella sonaba tonto.

    Sali de atrs del rbol.

    Trina se ech a rer y finalmente levant la vista hacia l.

    Ya era hora de que vinieras! Estaba por ponerme a hablar sola. Estoy ac leyendo desde

    antes del amanecer.

    Camin hacia ella y se tumb en el suelo a su lado. Se dieron un abrazo fuerte y clido, tan

    prometedor como lo que haba sentido desde que se despert.

    Se apart y la mir, sin preocuparse por la sonrisa tonta que seguramente tena dibujada en

    el rostro.

    Sabes algo?

    Qu?

    Hoy ser un da perfecto.

    Trina sonri y el agua del arroyo continu fluyendo deprisa, como si sus palabras no

    significaran nada.

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    2 No he tenido un da perfecto desde que cumpl diecisis aos coment Trina

    mientras doblaba el borde de la hoja y cerraba el libro. Tres das despus, t y yo huamos por

    un tnel ms calcinante que el sol.

    Qu buenos momentos reflexion Mark ponindose ms cmodo. Se reclin contra la

    misma roca y cruz las piernas. Qu buenos momentos.

    Trina le ech una mirada de reojo.

    Mi cumpleaos o las llamaradas solares?

    Ninguno. En tu fiesta, te gustaba ese idiota de John Stidham, te acuerdas?

    Humm, s respondi ella con expresin culpable. Siento como si hubieran pasado tres

    mil aos.

    Tuvo que desaparecer la mitad del planeta para que finalmente repararas en m

    coment Mark con una sonrisa ausente. La verdad era bastante deprimente, incluso bromear

    acerca de ella, y adems se estaba formando una nube negra arriba de su cabeza. Cambiemos

    de tema.

    Estoy de acuerdo repuso. Cerr los ojos y apoy la nuca en la piedra. No quiero

    pensar en eso ni un segundo ms.

    A pesar de que ella no poda verlo, Mark asinti. De pronto haba perdido las ganas de

    hablar y su plan de pasar un da perfecto se alej flotando en el agua del arroyo. Los recuerdos no

    lo dejaban en paz ni siquiera durante media hora. Siempre tenan que volver a invadirlo trayendo

    todo el terror a cuestas.

    Ests bien? pregunt Trina. Extendi su mano y tom la de Mark, pero l se

    desprendi porque saba que estaba sudada.

    S, estoy bien. Solo deseara que pudiramos pasar un da sin que algo nos llevara al

    pasado. Si logrramos olvidar, yo podra vivir felizmente en este lugar. Las cosas estn mejorando.

    Solo tenemos que... olvidar el pasado! pronunci la ltima parte casi gritando, pero no tena idea

    hacia dnde iba dirigida su ira. Simplemente odiaba lo que tena en su cabeza: las imgenes, los

    sonidos, los olores.

    Lo haremos, Mark! Ya vers! replic ella. Estir la mano y, esta vez, l la tom.

    Es mejor que regresemos agreg. Siempre haca eso: cada vez que lo atacaban los

    recuerdos, buscaba cosas que hacer. Ocuparse de tareas, trabajar y no usar la mente. Era lo nico

    que lo ayudaba. Estoy seguro de que Alec y Lana tienen al menos cuarenta trabajos para

    nosotros.

    Que tienen que hacerse hoy mismo sentenci Trina. Hoy, o ser el fin del mundo!

    Ella sonri y los problemas parecieron un poquito menos terribles.

    Puedes seguir leyendo tu libro aburrido ms tarde acot Mark ponindose de pie y

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    ayudndola a levantarse. Tomaron el sendero de la montaa en direccin al pueblo improvisado al

    que llamaban hogar.

    Lo primero que percibi Mark fue el olor. Cuando se diriga a la Cabaa Central, siempre le

    pasaba lo mismo: maleza podrida, carne asndose y savia de pino. Todo mezclado con ese tufillo a

    quemado tan caracterstico despus de que las llamaradas solares barrieran el planeta. No era

    desagradable, en realidad; solo inquietante.

    Se abrieron camino a travs de las construcciones del asentamiento: edificios torcidos y

    aparentemente levantados con rapidez. La mayora de los que se encontraban de ese lado del

    campamento se haba edificado en los primeros meses, antes de que encontraran arquitectos y

    constructores que se encargaran de la tarea: cabaas hechas con troncos de rboles, lodo y agujas

    de pino; orificios a modo de ventanas y entradas con formas extraas. En algunos lugares no haba

    ms que agujeros en la tierra tapizados con lminas de plstico y cubiertos por unos pocos troncos

    atados entre s para resguardarse de la lluvia. Nada que ver con los gigantescos rascacielos y el

    paisaje de hormign donde Mark haba crecido.

    Alec los salud con un gruido al verlos cruzar la puerta inclinada de la estructura de

    troncos de la Cabaa Central. Antes de que pudieran responder, Lana se acerc a ellos con paso

    decidido. Era una mujer corpulenta de cabello negro siempre recogido, que haba sido enfermera

    del ejrcito, y su edad estaba entre la de Alec y la de Mark. Cuando el muchacho los conoci en los

    tneles de la ciudad de Nueva York, ella se encontraba con Alec. En ese entonces, ambos

    trabajaban para el Ministerio de Defensa y el soldado era su jefe. Aquel da, antes de que todo

    cambiara, iban juntos a una reunin.

    Y dnde se haban metido ustedes dos? pregunt Lana, detenindose a pocos

    centmetros de Mark. Se supona que hoy bamos a partir al amanecer hacia el valle del sur y

    explorar la zona en busca de otro sitio para establecer una sucursal. Unas semanas ms con esta

    sobrepoblacin y me voy a poner muy antiptica.

    Buen da exclam Mark a modo de respuesta. Hoy se te ve muy animada.

    Lana sonri ante el comentario: Mark saba que lo hara.

    A veces tiendo a ir directo al grano, no es cierto? Pero todava me falta bastante para

    ponerme tan gruona como Alec.

    El sargento? S, tienes razn.

    En ese preciso instante el viejo oso emiti un resoplido.

    Lamento llegar tarde dijo Trina. Inventara una buena excusa, pero no hay mejor

    poltica que la sinceridad. Mark me oblig a subir hasta el arroyo y luego nosotros... ya se imaginan.

    ltimamente no era fcil sorprender a Mark y menos an hacerlo enrojecer, pero Trina tena

    la habilidad de lograr ambas cosas. El chico mascull algo por lo bajo y Lana puso los ojos en

    blanco.

    Ahrrame los detalles, por favor. Vayan a desayunar si todava no lo han hecho y luego

    preparen todo para partir. Quiero estar de regreso en una semana.

  • James Dashner Virus Letal

    13

    Una semana por tierras inexploradas, viendo cosas nuevas, cambiando de aire... esa

    perspectiva son genial y levant el nimo de Mark de esa zona oscura donde haba cado un rato

    antes. Jur mantener sus pensamientos en el presente y tratar de disfrutar el viaje.

    Han visto a Darnell y al Sapo? pregunt Trina. Y dnde est Misty?

    Los Tres Chiflados? agreg Alec con una carcajada. El hombre tena un extrasimo

    sentido del humor, Al menos ellos no olvidaron el plan. Ya comieron y fueron a preparar las

    mochilas. Deberan estar aqu en un santiamn.

    Mark y Trina ya iban a la mitad de los panes y de la salchicha de ciervo, cuando escucharon

    las voces familiares de los otros tres amigos que haban encontrado en los tneles de Nueva York.

    Qutate eso de la cabeza! exclam una voz quejosa justo antes de que apareciera en

    la puerta un adolescente con un calzn a modo de sombrero sobre el pelo castao: Darnell. Mark

    estaba convencido de que ese chico nunca se haba tomado nada en serio en toda su vida. A pesar

    de que solo un ao atrs el sol haba intentado quemarlo vivo, siempre estaba dispuesto a hacer

    alguna broma.

    Pero es que me gusta! estaba diciendo al entrar en la Cabaa. Me mantiene el pelo

    en su lugar y me protege de las inclemencias del tiempo. Dos por el precio de uno!

    Detrs de l entr una chica alta y delgada de larga cabellera roja, apenas ms joven que

    Mark, que observaba a Darnell con una expresin entre disgustada y divertida. Aunque la llamaban

    Misty, ella nunca les haba dicho si ese era su verdadero nombre. El Sapo, bajo y rechoncho como

    sugera su apodo, entr saltando; pas delante de ella e intent arrancar los calzoncillos de la

    cabeza de Darnell.

    Dmelos! grit, al tiempo que brincaba a su alrededor tratando de manotearlos. Era el

    muchacho de diecinueve aos ms bajito que Mark haba visto en su vida, pero fuerte como un

    roble y puro msculo. Por alguna razn, su baja estatura haca que los otros lo molestaran cons-

    tantemente, pese a que todos saban bien que, si realmente quera, poda darles una buena paliza.

    Pero al Sapo le gustaba ser el centro de atencin, y a Darnell ser tonto y fastidioso.

    Por qu quieres llevar algo tan desagradable en la cabeza? pregunt Misty.

    Pensaste dnde estuvieron, no? Cubriendo las partes ntimas del Sapo!

    Excelente comentario respondi Darnell con una fingida expresin de desagrado, justo

    cuando el Sapo lograba arrebatarle la ropa interior de la cabeza. Muy mala eleccin la ma

    aadi encogindose de hombros. En ese momento me pareci gracioso.

    Parece que yo soy el ltimo en rer coment su amigo mientras meta la prenda

    recuperada en la mochila. Hace por lo menos dos semanas que no lo lavo.

    Se ech a rer con ese ruido que a Mark le haca pensar en un perro luchando por un

    pedazo de carne. Cuando el Sapo soltaba esa risa, los que estaban en la habitacin no podan

    evitar unirse a l y el hielo se rompa. No poda distinguir qu era lo que le causaba tanta gracia: el

    episodio del calzoncillo o los ruidos que brotaban del Sapo. De cualquier manera, esos momentos

    eran cada vez ms escasos y era agradable rerse y ver cmo se iluminaba el rostro de Trina.

    Al notar que Alec y Lana tambin rean entre dientes, pens que, despus de todo, ese

    podra ser un da perfecto.

  • James Dashner Virus Letal

    14

    Pero de pronto sus risas se vieron interrumpidas por un ruido extrao, algo que Mark no

    haba escuchado desde haca al menos un ao y no esperaba volver a escuchar nunca ms: el

    sonido de motores en el cielo.

  • James Dashner Virus Letal

    15

    3 Un rugido atronador sacudi la Cabaa de arriba abajo. Las rfagas de polvo se filtraron

    entre los troncos apilados al descuido. Un bramido insoportable barri el aire por encima de sus cabezas. Mark se tap los odos hasta que el ruido se apag lo suficiente como para que la Cabaa dejara de temblar. Antes de que nadie lograra siquiera procesar el giro de los acontecimientos, Alec ya se encontraba de pie en direccin a la puerta. Al instante, Lana y los dems se hallaban detrs de l.

    Nadie habl hasta que estuvieron todos afuera, bajo el aplastante resplandor del sol

    matutino.

    Mark entorn los ojos y levant la mano para cubrirse del fulgor mientras buscaba el origen

    de los ruidos.

    Es un Berg anunci el Sapo innecesariamente, Qu diablos...?!

    Era la primera vez que Mark vea una de esas gigantescas naves desde las llamaradas

    solares, y la visin era sorprendente. No se le ocurri ningn motivo por el cual un Berg (que

    hubiera sobrevivido al desastre) tuviera que acercarse volando por las montaas. Pero ah estaba:

    enorme, brillante y redondo; los estridentes propulsores arrojaban vivas llamas azules mientras

    descenda en el centro del asentamiento.

    Qu est haciendo ac? pregunt Trina al tiempo que el pequeo grupo corra a

    travs de los callejones abarrotados del pueblo en pos del Berg. Ellos siempre dejan las

    provisiones en los asentamientos mayores, como Asheville.

    Quiz empez Misty... quiz vienen a rescatarnos o nos van a trasladar.

    Imposible se burl Darnell, Lo hubieran hecho hace mucho tiempo.

    Mientras corra detrs del grupo, Mark no dijo nada pues segua impresionado ante la sbita

    aparicin del enorme Berg. Los dems comenzaron a hablar de ellos, aunque nadie saba quines

    eran esas personas misteriosas. Haban llegado rumores y seales de que se estaba organizando

    una especie de gobierno central, pero no eran ms que noticias poco confiables. Y obviamente, no

    haba existido an ningn tipo de contacto oficial. Era cierto que los suministros y provisiones se

    enviaban a los campamentos de los alrededores de Asheville y ellos los compartan con los ms

    alejados.

    El Berg se detuvo encima de ellos y los propulsores azules apuntaron hacia abajo mientras

    quedaba suspendido a unos quince metros de la Plaza Mayor: un rea de forma ms o menos

    cuadrada, que haban dejado libre al construir el asentamiento. El grupo apur el paso y, al llegar a

    la Plaza, ya haba una multitud congregada observando con estupor la mquina voladora como si

    se tratara de una bestia mitolgica. El rugido y el despliegue deslumbrante de luz azulada

    contribuan a darle esa apariencia. Adems, era la primera muestra de tecnologa de avanzada que

    contemplaban en mucho tiempo.

    La mayor parte de la muchedumbre estaba reunida en el centro de la Plaza, con la

    expectativa y el entusiasmo pintados en sus rostros. Pareca que todos haban llegado a la misma

    conclusin que Misty: que el Berg estaba en una misin de rescate o que los trasladaran a un lugar

    mejor. Sin embargo, Mark estaba preocupado. Despus de lo que haban sufrido durante ese ao,

    ya haba aprendido a no alentar esperanzas.

  • James Dashner Virus Letal

    16

    Trina lo sujet de la manga y se inclin para hablarle al odo.

    Qu est haciendo? No hay espacio suficiente para que aterrice.

    No s. No tiene ningn distintivo ni nada que diga a quin pertenece o de dnde viene.

    Alec se encontraba cerca y escuch la conversacin por encima del zumbido atronador de

    los propulsores. Probablemente, con su sper odo de soldado.

    Dicen que los que llevan los suministros a Asheville tienen las siglas CPC pintadas en

    grandes letras en el costado: Coalicin Post Catstrofe explic casi gritando. Es raro que este

    no tenga nada escrito.

    Mark le ech una mirada de extraeza; no saba qu poda significar la informacin de Alec.

    Se dio cuenta de que estaba aturdido. Volvi a levantar la vista y se pregunt quines estaran

    dentro de la nave y qu intencin tendran. Trina le apret la mano y l le devolvi el gesto. Los dos

    transpiraban.

    Tal vez Dios est ah adentro arriesg el Sapo con voz aguda. Siempre le ocurra eso

    cuando gritaba.Viene a pedirnos perdn por el asunto de las llamaradas solares.

    Por el rabillo del ojo, Mark vio que Darnell tomaba aire y abra la boca, probablemente para

    contestarle algo cmico e ingenioso al Sapo. Pero la accin fue interrumpida por un violento

    estrpito que vino desde arriba, seguido de crujidos y chirridos del sistema hidrulico. Fascinado,

    observ la panza de la nave, donde comenzaba a abrirse una escotilla grande y alargada, que

    luego gir sobre las bisagras y descendi como una rampa. El interior estaba oscuro y, al

    ensancharse la abertura, salieron bailando pequeas nubes de bruma. Las exclamaciones y los

    gritos ahogados recorrieron la multitud, que levantaba las manos y apuntaba hacia arriba.

    Impresionado por la sensacin de asombro que lo rodeaba, Mark arranc los ojos del Berg para

    examinar la situacin. Se haban convertido en personas realmente desesperadas, que vivan

    atormentndose con la idea de que cada da podra ser el ltimo. Y ah estaban todos, mirando al

    cielo como si la broma del Sapo hubiera sido algo ms que eso. En muchos ojos distingui un

    anhelo; pareca que realmente pensaban que un poder divino vena a salvarlos, y se sinti un poco

    perturbado.

    Una nueva oleada de gritos se desparram por la Plaza y Mark volvi a levantar la cabeza.

    De la oscuridad del Berg haban surgido cinco personas con una vestimenta que le hizo correr un

    escalofro por la espalda. Verdes, gomosos y voluminosos, los trajes cubran a los desconocidos de

    la cabeza a los pies. En sus caras tenan visores transparentes, pero el brillo y la distancia

    impedan distinguir los rostros. Caminaron cuidadosamente con sus enormes botas negras hasta

    que quedaron alineados en el borde exterior de la escotilla; el tenso lenguaje corporal mostraba el

    esfuerzo que realizaban para mantener el equilibrio.

    Cada uno de ellos sostena en las manos un tubo negro a manera de pistola, que no se

    pareca a ninguna de las armas que Mark conoca. Eran finos y largos y tenan un accesorio en el

    extremo que les daba la apariencia de piezas de plomera que alguien hubiera arrancado de una

    bomba industrial. Una vez que los extraos estuvieron ubicados en sus posiciones, levantaron los

    tubos y los apuntaron directamente hacia quienes se encontraban abajo.

    Mark se dio cuenta de que Alec estaba gritando con todas sus fuerzas mientras empujaba a

    todos para que se alejaran. A su alrededor se haba desatado el caos. Sin embargo, ante los gritos

  • James Dashner Virus Letal

    17

    y el pnico, se qued paralizado y solo atin a observar a los visitantes que emergan del Berg con

    sus extraos equipos y sus armas amenazadoras al tiempo que el resto de la muchedumbre

    finalmente comprenda que esa gente no estaba ah para salvar a nadie. Qu le haba sucedido al

    Mark que actuaba con rapidez? El, que haba sobrevivido a un ao infernal despus de que las

    llamaradas solares arrasaran la Tierra?

    Cuando lleg desde arriba el primer disparo, continuaba en estado de trance. Percibi un

    movimiento borroso y de uno de los tubos brot un destello oscuro y fugaz. Sus ojos siguieron la

    trayectoria. Al notar un sonido nauseabundo, volvi la cabeza justo cuando un dardo de doce

    centmetros se clavaba en el hombro de Darnell. La delgada varilla de metal se haba enterrado en

    el msculo y de la herida goteaba sangre. El chico emiti un extrao resoplido y se desplom.

    En ese mismo instante, Mark sali de su aturdimiento.

  • James Dashner Virus Letal

    18

    4 Los aullidos rasgaron el aire mientras la multitud hua en medio del caos. Mark se arrodill y

    enganch los brazos de Darnell en sus codos. El sonido de los dardos volando a diestra y siniestra

    lo impuls a darse prisa y borrar cualquier otro pensamiento de su cabeza.

    Arrastr a su amigo por el piso. Trina haba cado, pero Lana ya estaba ah, ayudndola a

    levantarse. Ambas corrieron hacia l y cada una sujet uno de los pies. Con resoplidos

    sincronizados, levantaron a Darnell y lo alejaron de la Plaza y del espacio abierto. Era un milagro

    que ninguno de ellos hubiera sido alcanzado por un dardo. Los proyectiles surcaban el aire y se

    escuchaban los gritos y el ruido de los cuerpos al chocar contra el suelo. En medio de la lluvia de

    dardos, Mark, Trina y Lana se deslizaron lo ms rpido que pudieron transportando a Darnell con

    dificultad. Al pasar detrs de un conjunto de rboles, Mark escuch los golpes de los dardos que se

    hundan en las ramas y en las cortezas. Volvieron a salir al espacio abierto y atravesaron

    velozmente un pequeo claro hasta enfilar por un sendero de cabaas de troncos construidas al

    azar. Haba gente por todas partes: algunos golpeaban frenticamente las puertas, otros se

    arrojaban por las ventanas.

    A continuacin Mark oy el rugido de los propulsores y un aire clido le azot la cara. El

    ruido fue aumentando y el viento sopl con ms intensidad. Alz los ojos y comprob que el Berg

    haba cambiado de posicin y persegua a la multitud que hua. Vio al Sapo y a Misty exhortando a

    todos a darse prisa. Sus gritos se perdan bajo el estruendo del Berg.

    No saba qu hacer. Buscar refugio era lo ms apropiado, pero haba demasiada gente

    intentando hacer lo mismo, y si se unan al caos con

    Darnell a rastras, terminaran aplastados. El Berg se detuvo una vez ms y los

    desconocidos, con sus extraos atuendos, alzaron nuevamente las armas y abrieron fuego.

    Un dardo roz la camisa de Mark y se clav en el suelo. Alguien lo pis y lo enterr ms

    profundamente. Otro peg en el cuello de un hombre que pasaba a toda velocidad. Con un grito, se

    dobl hacia adelante mientras la sangre manaba de la herida. Cuando se desplom, se qued

    quieto y tres personas tropezaron con l. Apabullado por lo que ocurra a su alrededor, Mark se

    detuvo y no reaccion hasta que Lana le grit que se moviera. Obviamente, los agresores haban

    mejorado la puntera. Los dardos volaban, clavndose en la gente, y el aire se impregn de gritos

    de dolor y de espanto. Se sinti completamente indefenso: no haba forma de protegerse del

    aluvin de artillera. Lo nico que poda hacer era intentar superar a duras penas a una mquina

    voladora: una tarea imposible.

    Dnde estaba Alec, el hombre duro de instintos guerreros? Hacia dnde haba huido?

    Mark segua movindose, empujando el cuerpo de Darnell y forzando a Lana y a Trina a

    mantener su ritmo. El Sapo y Misty corran junto a ellos mientras trataban de ayudar sin entorpecer

    la carrera. Los proyectiles continuaban cayendo desde arriba. Ms alaridos, ms cuerpos que se

    desplomaban. Dobl en un recodo, se agazap en el callejn que conduca a la Cabaa y se peg

    al edificio que tena a su derecha, usndolo de escudo. Poca gente tomaba esa direccin y haba

    menos dardos que esquivar.

    El pequeo grupo remolc con torpeza el cuerpo inconsciente de su amigo. En esa seccin

  • James Dashner Virus Letal

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    del poblado, las casas estaban construidas prcticamente unas sobre otras y no quedaba espacio

    para sortearlas y escapar hacia los bosques de las montaas circundantes.

    Ya casi llegamos a la Cabaa! anunci Trina. Aprense antes de que el Berg vuelva

    a colocarse encima de nosotros!

    Mark gir para quedar de frente mientras mantena a Darnell agarrado de la camisa a sus

    espaldas. Al andar hacia atrs, haba forzado al mximo los msculos de las piernas, que

    comenzaban a acalambrase. No haba nada en el camino que los frenara, de modo que aceler el

    paso. Trina y Lana se mantenan detrs de l, sosteniendo las piernas de Darnell. Misty y el Sapo

    sujetaban cada uno un brazo para compartir el peso de la carga. Se deslizaron a derecha e

    izquierda entre angostos senderos y pasadizos, races prominentes y tierra compacta. El zumbido

    del Berg sonaba a la derecha del grupo, silenciado por los edificios y las hileras de rboles que se

    erguan en medio.

    Por fin, Mark dobl una esquina y divis la Cabaa al otro lado de un pequeo claro. Se

    prepar para comenzar a correr cuando una horda de vecinos en fuga frentica y violenta emergi

    como un remolino desde el lado opuesto y se desparram hacia las puertas. Se qued congelado

    en el lugar justo en el momento en que el Berg se acercaba a toda velocidad, ms cerca del suelo

    que nunca. Ahora haba solo tres personas sobre la escotilla, que comenzaron a disparar tan

    pronto como la nave qued suspendida en el aire. Finos rayos de plata cayeron sobre la gente que

    se adentraba en el claro. Todos los proyectiles parecan encontrar su blanco en brazos y cuellos de

    hombres, mujeres y nios, que se desplomaban en el suelo casi instantneamente mientras otros

    tropezaban con ellos en su precipitada huida en busca de refugio.

    Rodearon el costado del edificio ms prximo y depositaron a Darnell en el suelo. El dolor y

    el cansancio se extendan por los brazos y las piernas de Mark, que anhelaba derrumbarse junto a

    su amigo inmvil.

    Deberamos haberlo dejado all atrs dijo Trina con las manos en las rodillas mientras

    trataba de recuperar el aliento. Nos retrasa mucho y de todas maneras sigue estando en medio

    de los disparos.

    Y posiblemente muerto agreg el Sapo con voz ronca.

    Mark lo mir con severidad, pero tena que admitir que el chico poda tener razn. Quiz

    haban arriesgado la vida para salvar a alguien que ya no tena posibilidad de sobrevivir.

    Qu est sucediendo ahora? pregunt Lana acercndose a la esquina de la

    construccin para espiar. Les ech una mirada por encima del hombro. Estn liquidando gente

    en forma indiscriminada. Por qu usarn dardos en vez de balas?

    Es inexplicable respondi Mark.

    No podemos hacer algo? inquiri Trina mientras su cuerpo temblaba, ms por la

    frustracin que por el miedo. Por qu permitimos que esto ocurra?

    Mark se acerc a Lana y se puso a espiar con ella. Los cuerpos estaban diseminados por el

    suelo, atravesados por dardos que apuntaban hacia el cielo como un bosque en miniatura. El Berg

    permaneca sobrevolando la plaza en medio del fuego azulado de los propulsores.

    Dnde estn los tipos de seguridad? murmur Mark sin dirigirse a nadie en

  • James Dashner Virus Letal

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    particular, Se tomaron el da libre?

    Nadie respondi, pero un movimiento inusual en la puerta de la Cabaa llam su atencin, y

    respir aliviado. Agitando las manos frenticamente, Alec los alentaba a unirse a l. Sostena lo

    que parecan ser dos enormes rifles con ganchos en los extremos, unidos a largos rollos de cuerda.

    Como buen soldado, aun despus de tanto tiempo el hombre tena un plan y necesitaba

    ayuda. Iba a enfrentar a esos monstruos, y Mark tambin lo hara. Se apart del muro y, al echar

    una mirada a su alrededor, divis un trozo de madera al otro lado del callejn. Sin advertir a los

    dems sobre lo que pensaba hacer, cruz corriendo, lo tom y, usando la madera a modo de

    escudo, sali a la plaza abierta para llegar a la Cabaa, donde se encontraba Alec. No necesitaba

    mirar hacia arriba: poda or los silbidos inconfundibles de los dardos que se acercaban en su

    direccin. Escuch el golpe ntido de uno de ellos al incrustarse en la tabla y continu la carrera.

  • James Dashner Virus Letal

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    5 En su camino hacia Alec fue variando el ritmo de sus pasos, a veces ms lento, otras ms

    rpido, esquivando los dardos que llovan alrededor de sus pies. Un segundo proyectil se enterr

    en su escudo improvisado. Mientras l corra a cielo abierto, Alec se dirigi directamente hacia el

    centro de la Plaza sin soltar los rifles. Los dos amigos casi chocaron uno contra el otro justo debajo

    del Berg y, de inmediato, Mark se agach y levant el escudo. Los ojos del viejo oso brillaban con

    intensidad y determinacin. A pesar de las canas, pareca veinte aos ms joven.

    Tenemos que darnos prisa! grit, Antes de que ese aparato decida largarse de aqu!

    Los propulsores ardan sobre sus cabezas y los dardos seguan clavndose en las personas

    que los rodeaban. Los alaridos eran horrendos.

    Qu hago? exclam Mark. Una mezcla de adrenalina y terror que ahora le resultaba

    tan familiar recorri su cuerpo mientras esperaba las instrucciones de su amigo.

    Cbreme con esto indic Alec, al tiempo que sujetaba los rifles debajo de un brazo y

    sacaba de atrs de los pantalones una pistola negra que Mark no conoca. No haba tiempo para

    vacilar: tom el arma con la mano libre y, por el peso, supo que estaba cargada. Al amartillar la

    pistola, un dardo se incrust en la madera. Luego otro ms. La gente del Berg haba divisado a las

    dos personas que se hallaban tramando algo en el medio del claro. Ms proyectiles aterrizaron en

    el suelo como una repentina tormenta de granizo.

    Dispara, hijo! rugi Alec.Y apunta bien, porque solo tienes doce balas. No falles.

    Ahora!

    Con esas palabras, se dio vuelta y sali corriendo hacia un sitio que se hallaba a unos

    metros. Mark apunt la pistola a los hombres de la escotilla e hizo dos rpidos disparos sabiendo

    que deba distraer su atencin para que no notaran los movimientos de Alec. Los tres trajes verdes

    retrocedieron y se pusieron de rodillas para que la rampa de metal los protegiera del agresor. Uno

    de ellos gir y comenz a trepar para ingresar en la nave.

    Mark arroj a un lado el escudo, sujet el arma con ambas manos y se concentr. Cuando

    una cabeza se asom por el borde de la escotilla, la coloc rpidamente en la mira y dispar. Sus

    manos saltaron con el culatazo, pero alcanz a ver en el aire la bruma roja del chorro de sangre.

    Un cuerpo se tambale por la rampa y, al caer, choc contra tres personas que se hallaban abajo.

    Cuando la gente not lo que estaba sucediendo, nuevos coros de gritos brotaron de todos lados.

    Un brazo emergi de la puerta blandiendo uno de los tubos y comenz a lanzar tiros al azar.

    Mark dispar y enseguida oy el sonido agudo de la bala que pegaba contra el artefacto de metal y

    vio caer el arma hacia el suelo. Al instante, una mujer la recogi y comenz a examinarla para

    descubrir cmo funcionaba. Podra ser de gran ayuda.

    Mark se arriesg a echar un rpido vistazo a Alec: sostena el arma con los anzuelos como

    si fuera un hombre de mar a punto de lanzar un arpn a una ballena. Un ligero estallido y

    repentinamente el gancho sali volando hacia el Berg mientras la soga giraba detrs como una

    nube de humo. El garfio choc contra uno de los brazos hidrulicos que mantenan abierta la

    escotilla y se retorci con fuerza a su alrededor. Alec tens la cuerda.

    Arrjame la pistola! le grit.

  • James Dashner Virus Letal

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    Mark mir hacia arriba para asegurarse de que nadie hubiera reaparecido para lanzar otro

    aluvin de dardos, y luego sali corriendo hacia Alec con la pistola. Apenas se la haba entregado

    cuando escuch un clic y vio a Alec volando por el aire mientras el dispositivo lo elevaba con la

    cuerda hacia el Berg. Con una mano sujetaba firmemente el rifle con los ganchos y, con la otra,

    apuntaba el arma hacia arriba. Tan pronto lleg al borde de la escotilla, sonaron tres disparos

    sucesivos y fulminantes. El hombre subi la rampa y sus pies se perdieron en el interior. Unos

    segundos despus, otro cuerpo con traje verde atravesaba volando el borde y se precipitaba a

    tierra.

    El otro gancho! le grit Alec desde arriba. Aprate, antes de que aparezcan ms o

    se vayan! advirti y se dio vuelta hacia el Berg sin esperar respuesta.

    El corazn de Mark lata a toda prisa y casi le produca dolor al golpear con fuerza contra las

    costillas. Mir a su alrededor y distingui el pesado dispositivo en el piso, donde Alec lo haba

    dejado. Lo levant y, tras estudiarlo, lo invadi el pnico al pensar que no sabra cmo usar esa

    estpida arma.

    Solo tienes que apuntar hacia ac arriba! le explic con un bramido. Si no se

    engancha, lo amarro yo mismo. Vamos!

    Mark lo empu, apunt hacia el centro de la escotilla y apret el gatillo. La sacudida fue

    intensa, pero esta vez se inclin hacia el arma y solo sinti una rfaga de dolor en el hombro. El

    gancho y la cuerda trepadora se elevaron raudamente hacia el Berg y pasaron por encima de la

    escotilla abierta. El gancho golpe contra el metal y se desliz hacia abajo, pero Alec lo agarr

    justo a tiempo. Corri hasta uno de los brazos hidrulicos y lo at con fuerza.

    Muy bien! grit, Ahora oprime el retractor verde de la culata...!

    Sus palabras se interrumpieron cuando los motores del Berg rugieron con ms intensidad y

    la nave se sacudi en el aire.

    Sujet el extremo del dispositivo justo en el momento en que este lo levantaba del suelo y lo

    izaba hacia arriba. Escuch la voz de Trina que le gritaba desde abajo, pero el piso se fue alejando

    y las personas se empequeecieron con el paso de los segundos. El miedo lo envolvi mientras se

    aferraba con tanta fuerza que los dedos se le pusieron blancos. Al mirar hacia abajo le dola la

    cabeza y se le revolva el estmago, as que decidi fijar la vista en la escotilla.

    Despus de haber estado casi al borde de la muerte, Alec intentaba nuevamente

    encaramarse sobre el borde de la rampa. Forceje y patale hasta volver a estar en una posicin

    segura, usando la misma cuerda a la que Mark se aferraba con toda su vida. Luego se dej caer

    sobre el vientre y observ a su joven amigo con ojos desorbitados.

    Mark, busca el botn verde! rugi. Oprmelo!

    El viento azotaba el cuerpo de Mark junto con el aire de los propulsores. El Berg estaba

    ascendiendo y ya se encontraba por lo menos a sesenta metros del suelo. Se mova hacia

    adelante, en direccin a la arboleda. Si no haca algo, en breves segundos los rboles lo haran

    pedazos o lo arrancaran de la cuerda. Se mantuvo bien aferrado mientras buscaba

    desesperadamente el botn verde.

    Por fin lo encontr, a unos pocos centmetros del gatillo que haba disparado el gancho y la

    soga. Odiaba tener que soltarse aunque fuera por un segundo, pero concentr toda su fuerza en la

  • James Dashner Virus Letal

    23

    mano derecha, apret los dedos y luego lo busc con la izquierda. Todo su cuerpo se meca en el

    aire de un lado a otro, bambolendose contra el viento y saltando con cada sacudida del aparato.

    Las puntas de los pinos y de los robles se acercaban peligrosamente, y no consegua la firmeza

    necesaria para pulsar el botn.

    De pronto, escuch un chirrido metlico sobre su cabeza y levant la vista: la escotilla se

    estaba cerrando.

  • James Dashner Virus Letal

    24

    6 Date prisa! le grit Alec desde arriba.

    Mark estaba buscando nuevamente el botn cuando vio que los rboles se acercaban a

    toda velocidad. Volvi a apoyar la mano izquierda sobre el arma y la sujet con todas sus fuerzas;

    luego se hizo un ovillo y apret los ojos. El Berg se movi bruscamente y lo lanz hacia los rboles:

    las ramas superiores del pino ms alto azotaron su cuerpo, las pas le pincharon la piel y las ramas

    puntiagudas le rasgaron la ropa y el rostro. Parecan manos de esqueletos tratando de enviarlo a la

    muerte. Tena toda la piel cubierta de araazos.

    Pero logr sobrevivir gracias al impulso del Berg y a la cuerda, que lo alejaron

    repentinamente de las garras de los rboles. Relaj las piernas y despus dio una patada muy

    potente hacia afuera mientras la nave daba una vuelta y lo enviaba volando en un amplio arco. La

    escotilla se hallaba a medio cerrar y Alec estaba inclinado sobre ella intentando izar la soga, con el

    rostro morado de tanto gritar. Sus palabras se perdan en el ruido circundante.

    Mark tena el estmago revuelto pero saba que le quedaba una sola oportunidad. Solt el

    dispositivo con la mano izquierda, tante el costado hasta que encontr el gatillo y luego recorri

    con los dedos la distancia hasta el botn verde. Su visin perifrica le avis que se estaban

    aproximando a ms rboles. La nave descendi un poco, como para asegurarse de que l no

    saliera con vida.

    Encontr el botn y lo presion, pero sus dedos resbalaron. A pesar de que las ramas ya se

    extendan hacia l, prob otra vez mientras apretaba el dispositivo contra su cuerpo para lograr

    afirmarse. Sali disparado hacia arriba justo cuando, de un balanceo, se intern en el espeso

    follaje. Pas velozmente a travs de los rboles, saltando hacia la escotilla al tiempo que las ramas

    le apaleaban el rostro. Se oy un ronroneo cuando la cuerda se retrajo dentro del dispositivo y lo

    impuls hacia Alec, que lo esperaba con la mano extendida. Faltaba solo un metro para que la

    placa de metal se cerrara por completo.

    Solt el dispositivo justo antes de chocar contra el borde filoso de la escotilla en lento

    ascenso. Dio un salto para atrapar la mano de Alec y sujetar el metal con la otra. El soldado lo

    aferr fuertemente y comenz a jalar de l para hacerlo pasar a travs de la estrecha abertura.

    Como el espacio era muy angosto, se retorci y patale, pero consigui escurrirse a tiempo. Tuvo

    que arrancarse la suela del zapato para que no lo aplastaran las garras de la escotilla, que se cerr

    con un ruido atronador cuyo eco reson por las oscuras paredes del interior del Berg.

    Adentro estaba fresco y, una vez que el sonido se extingui, lo nico que logr escuchar fue

    su agitada respiracin. La oscuridad era completa; al menos eso fue lo que percibieron sus ojos,

    que todava no haban logrado adaptarse despus de haber estado expuestos a la luz cegadora del

    sol. Sinti cerca de l la presencia de Alec, que tambin trataba de recuperar el aliento.

    Le dola hasta el ltimo centmetro del cuerpo y poda afirmar que tena varias heridas

    sangrantes. El Berg se haba detenido y se mantena flotando en el lugar, emitiendo un zumbido.

    No puedo creer lo que acabamos de hacer exclam y su voz retumb como un eco.

    Por qu no hay ac un ejrcito de personas listas para arrojarnos por la borda? O dispararnos

  • James Dashner Virus Letal

    25

    esos dardos?

    Alec suspir con pesadez.

    No lo s. Es probable que tengan una tripulacin reducida, pero creo que hay al menos un

    tipo ah adentro esperndonos.

    Podra estar apuntndome una de esas pistolas de dardos a la cabeza en este mismo

    momento.

    Bah! solt Alec, Creo que esos tipos no eran nadie. Seguramente los contrataron

    para hacer el trabajo que deberan haber hecho profesionales. Quiz limpiamos a toda la

    tripulacin. Al menos, todos menos el piloto.

    O tal vez hay diez tipos armados al otro lado de este recinto mascull Mark.

    Bueno, de todos modos, solo puede ser una de esas dos opciones repuso Alec.

    Salgamos de aqu.

    El soldado arrastr los pies hacia adelante y Mark solo pudo rastrear sus movimientos por el

    ruido que produca. Pareca que estaba gateando.

    Pero... comenz Mark; luego se dio cuenta de que no tena nada que decir. Qu otra

    cosa podan hacer: sentarse ah a jugar a las escondidas hasta que alguien saliera a saludarlos con

    leche y galletas? Con una mueca de dolor por los golpes recibidos, se puso en cuatro patas y

    sigui a su amigo. Un poco ms adelante surgi una luz dbil y, a medida que se acercaban, todo

    lo que los rodeaba fue cobrando nitidez. El mbito pareca ser algn tipo de depsito, con estantes

    en las paredes y correas o puertas de malla metlica para mantener todo en su lugar. Al menos la

    mitad de los estantes se encontraban vacos.

    La luz era un panel brillante colocado encima de una puerta baja de metal con tornillos

    alineados en los bordes.

    Me pregunto si estamos encerrados coment Alec mientras se enderezaba. Camin

    hasta la puerta y movi la manija, que obviamente no se abri.

    Mark estaba contento de poder levantarse, porque el suelo era muy duro, pero sus

    msculos se quejaron cuando se estir para ponerse de pie. Haca bastante tiempo que no gastaba

    tanta energa y era la primera vez que reciba semejante paliza de un grupo de rboles.

    Qu est sucediendo? pregunt, Por qu alguien querra meterse con nuestro

    miserable pueblito? Y lanzarnos dardos? Qu rayos pas?

    Ojal lo supiera coment Alec mientras segua forcejeando con la manija con ms

    fuerza, sin resultado alguno. Lo que s es seguro es que esas personas cayeron como moscas

    cuando les dispararon con esos malditos dardos se alej de la puerta con una mirada de

    frustracin y luego apoy las manos en las caderas, como si fuera una anciana.

    Cayeron como moscas repiti Mark por lo bajo.Y una de ellas fue Darnell. Crees

    que estar bien?

    Alec le ech una mirada que deca que era demasiado inteligente para creer eso. Y Mark

    saba que estaba en lo cierto. Sinti pesar en el corazn. Desde la llegada del Berg, todo haba

    sido nada ms que una huida loca y frentica, y solo ahora caa en la cuenta: Darnell deba estar

  • James Dashner Virus Letal

    26

    muerto.

    Qu hacemos ac arriba? inquiri.

    Alec le apunt con el dedo.

    Lo que haces cuando alguien irrumpe en tu casa y ataca a tu gente: te defiendes. No voy

    a dejar que estos miserables se salgan con la suya.

    Pens en Darnell y en todas esas personas heridas y conmocionadas, y comprendi que

    Alec tena razn.

    De acuerdo. Puedes contar conmigo. Qu hacemos?

    Primero, tengo que abrir esta maldita puerta. Aydame a buscar algo para poder hacerlo.

    Bajo la luz mortecina, recorri con la vista toda la habitacin.

    Y ahora por qu seguimos suspendidos en el aire?

    Veo que te encanta hacerme preguntas que no tengo manera de responder. Mantn los

    ojos bien abiertos y ponte a investigar.

    Est bien.

    Al principio no vio ms que trastos viejos o intiles: piezas sueltas, herramientas, cajas

    llenas de suministros, desde jabn hasta papel higinico. Luego divis algo amarrado a la pared,

    algo que supo que le agradara a Alec: una maza.

    Ey! Por aqu! grit mientras desataba la herramienta y la sopesaba. Es bien pesada:

    ideal para que derribes la puerta con tus descomunales brazos de soldado.

    No son tan fuertes como solan serlo.

    Cuando el viejo oso sujet el mango de madera, esboz una sonrisa y sus ojos brillaron. Se

    dirigi hacia la puerta y comenz a aporrearla. No pareca que fuera a durar mucho, pero Mark

    pens que le llevara unos

    buenos minutos derribarla. Solo esperaba que cuando eso sucediera, no hubiera un ejrcito

    de matones vestidos de verde del otro lado.

    Clan, clan, clan. Alec no cesaba de pegarle y las abolladuras eran cada vez mayores.

    Continu examinando el lugar en busca de otra herramienta que pudiera usar cuando la

    puerta finalmente cediera. Al menos Alec tena esa enorme maza que revolear. En el rincn ms

    oscuro del recinto, algo le llam la atencin: un sector lleno de cajas duras de unos sesenta

    centmetros de largo por treinta de altura y profundidad, que parecan proteger algo importante.

    Algunas estaban abiertas y vacas; otras, selladas.

    Se acerc rpidamente y entorn los ojos para ver mejor, pero estaba demasiado oscuro.

    Levant una de las cajas cerradas, que result ms liviana de lo que haba imaginado, y se movi

    hacia la luz. La apoy sobre la rejilla de metal del piso y se inclin para ver de qu se trataba.

    Tena un smbolo de advertencia pegado arriba, de esos que indican que el contenido

    implica un riesgo biolgico. Debajo del smbolo haba una etiqueta que deca:

  • James Dashner Virus Letal

    27

    Virus VC321xb47

    Altamente contagioso

    24 dardos, mxima precaucin

    De repente, Mark dese no haber tocado la caja.

  • James Dashner Virus Letal

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    7 Se incorpor y se alej unos pasos. No poda creer que hubiera movido esa caja. Y de no

    haberla colocado antes bajo la luz, quiz la habra abierto. Esos dardos deban haberse roto

    durante el vuelo del Berg y tal vez el virus se haba filtrado por las pequeas grietas del contenedor.

    Adems, en los estantes haba cajas abiertas, aunque esas parecan estar vacas.

    Retrocedi un poco ms mientras se limpiaba las manos en los pantalones.

    Clan, dan, clan. Alec se detuvo y respir agitado.

    Uno o dos golpes ms y esta maldita puerta se abrir. Tenemos que estar preparados.

    Encontraste algn arma?

    Mark se sinti enfermo, como si, en ese mismo instante, unos insectos microscpicos

    hubieran saltado desde las cajas a su piel y se deslizaran por su sangre.

    No, solo una caja llena de dardos con un virus letal. Quiz podramos arrojarles algunos,

    no crees? quera hacer una broma, pero despus de pronunciar aquellas palabras, se sinti

    peor.

    Qu? Un virus? repiti Alec en tono de duda. Camin hasta la caja y la observ

    detenidamente. Demonios... de modo que eso era lo que nos estaban disparando? Quin es

    esta gente?

    Mark entr en pnico.

    Y qu hacemos si nos estn esperando al otro lado de la puerta? pregunt.Tal vez

    nos claven esos dardos en el cuello. Qu diablos estamos haciendo ac arriba? concluy.

    Percibi la alarma creciente que haba en su propia voz y se sinti avergonzado.

    Clmate, muchacho! Hemos estado en situaciones mucho peores que esta respondi

    Alec. Solo trata de encontrar algo, cualquier cosa, que puedas sostener y arrojarles a quienes

    aparezcan. Acaso vas a permitir que huyan sin un merecido castigo despus de haberles lanzado

    esos dardos a nuestros amigos? Ya estamos aqu arriba: no hay vuelta atrs.

    La fiereza que haba en la voz de Alec lo hizo sentirse mejor, ms seguro de s mismo.

    Est bien. Voy a buscar algo.

    Date prisa!

    Recordaba haber visto una llave inglesa junto a la maza y fue a buscarla. Haba esperado

    que apareciera un arma de verdad, pero iba a tener que contentarse con un pedazo de metal de

    treinta centmetros de largo.

    Alec sostena la maza, listo para descargarla sobre la manija destrozada de la puerta.

    Tienes razn en que es probable que nos disparen apenas esto ceda. Pero no ataquemos

    como si furamos dos gorilas tontos. Vete hacia atrs y espera a que d la orden.

    Mark hizo lo que se le dijo: apoy la espalda contra la pared al otro lado de la puerta y

    sujet la llave con fuerza.

    Estoy listo exclam; el miedo lata en su interior.

  • James Dashner Virus Letal

    29

    Entonces lleg el momento.

    Alec levant la maza y luego la dej caer con estrpito sobre el picaporte. Dos golpes ms y

    la cerradura se quebr con un crujido. Otro mazazo ms y la puerta se abri y rebot contra la

    pared de afuera. Casi de inmediato, tres dardos rasgaron el aire y se clavaron en la pared del

    fondo. Luego se escuch un repiqueteo contra el suelo, seguido de pisadas que se alejaban. Era

    una sola persona.

    Creyendo que Mark saldra detrs del agresor, Alec alz la mano. Despus se asom por el

    marco de la puerta.

    Despejado. Y el tipo debe haberse quedado sin dardos, porque arroj el arma al suelo.

    Estoy empezando a creer que hay pocas personas en este Berg. Vamos, tenemos que atrapar a

    esa rata.

    Se asom un poco ms y ech una ltima mirada de inspeccin. A continuacin sali al

    pasillo alumbrado por una luz tenue. Mark respir hondo y lo sigui despus de patear la pistola

    con desagrado. El arma repiquete por el recinto y choc contra la pared mientras en la mente de

    Mark brotaba la imagen de Darnell con el dardo en el hombro. Dese tener en sus manos algo ms

    que una llave de metal.

    Empuando la maza con ambas manos, Alec se desliz por el estrecho corredor. Era

    ligeramente curvo, como si siguiera el borde circular del exterior de la nave. Las nicas fuentes de

    luz eran unos paneles luminosos como el que haban visto en el depsito, colocados cada tres

    metros. Pasaron delante de varias puertas; Alec intent abrirlas, pero todas estaban cerradas.

    Durante la marcha, Mark mantuvo sus nervios bajo control, pues quera estar preparado por

    si algo saltaba sobre l. Estaba a punto de preguntarle a Alec sobre el diseo del Berg (record que

    el soldado alguna vez haba sido piloto), cuando escuch un portazo y luego ms pisadas.

    Vamos! rugi Alec.

    Con el corazn desbocado, Mark emprendi una veloz carrera detrs de su amigo por el

    pasillo circular. Alcanz a vislumbrar una sombra rauda delante de ellos, que pareca llevar el traje

    verde que haban visto antes y la cabeza descubierta. El extrao grit algo, pero sus palabras

    indescifrables retumbaron como un eco en las paredes del pasadizo. No quedaban dudas de que

    era un hombre, posiblemente el que les haba disparado.

    Los motores aceleraron y, con una sacudida, el Berg se puso en movimiento y se lanz

    hacia adelante con furia. Mark perdi el equilibrio, choc contra una pared, rebot y despus

    tropez con Alec, que estaba tendido en el piso. Ambos se pusieron de pie con dificultad y

    sujetaron las armas.

    Ah est la cabina indic Alec. Aprate!

    Sin esperar respuesta, el soldado avanz por el pasillo, con Mark pegado a sus talones.

    Llegaron a una zona abierta con sillas y una mesa en el momento en que la figura desapareca

    detrs de una escotilla curva, en lo que deba ser la cabina. El hombre comenz a empujar la

    puerta para cerrarla, pero Alec le lanz la maza justo a tiempo. La herramienta golpe la pared

    cercana a la escotilla y cay al suelo, bloqueando la puerta.

    Mark no se haba detenido: sin pensarlo dos veces, pas frente a Alec e ingres en la

  • James Dashner Virus Letal

    30

    cabina.

    Distingui fugazmente los dos asientos de los pilotos y ventanillas sobre grandes paneles

    repletos de instrumentos, agujas y pantallas, que emitan destellos de informacin. Uno de los

    asientos estaba ocupado por una mujer que oprima botones frenticamente al tiempo que el Berg

    sala disparado hacia adelante y los rboles se esfumaban debajo de l a gran velocidad.

    No haba terminado de examinar el lugar cuando alguien lo tacle desde la derecha y los

    dos cuerpos se desplomaron en el piso de la cabina.

    Se le cort la respiracin cuando el atacante intent inmovilizarlo, pero Alec descarg la

    maza en su hombro. El hombre sali despedido hacia el costado y aterriz lanzando un gemido de

    dolor. Mark aprovech para ponerse de pie y llenar de aire los pulmones. Alec tom al agresor del

    uniforme verde y lo alz hasta que sus rostros quedaron frente a frente.

    Qu est pasando aqu? le escupi.

    Ignorando la catica escena que se desarrollaba a sus espaldas, la mujer continuaba

    operando los controles. Mark se acerc a ella sin saber qu deba hacer. Se plant y habl con la

    voz ms autoritaria que pudo:

    Deten esto ya mismo! Da la vuelta y llvanos a casa!

    La piloto actu como si no lo hubiera escuchado.

    Habla! le gritaba Alec al desconocido.

    No somos importantes! repuso con un quejido lastimero. Nos enviaron a hacer el

    trabajo sucio.

    Los enviaron? repiti, Quines?

    No puedo decirlo.

    Mark escuchaba lo que estaba ocurriendo del otro lado de la cabina, enojado ante la mujer

    que no acataba sus rdenes.

    Dije que detuvieras esta cosa! Ahora! exclam mientras levantaba la llave, sintindose

    completamente ridculo.

    Solo cumplo rdenes, hijo respondi ella sin emocin en la voz.

    Estaba pensando qu responder, cuando el sonido de Alec golpeando al prisionero desvi

    su atencin.

    Quin los envi? repeta. Qu haba en esos dardos que nos dispararon? Un

    virus?

    No lo s dijo el hombre con un sollozo. Por favor, no me lastimes suplic. Mark

    estaba totalmente concentrado en el desconocido de traje verde, cuyo rostro se vio de pronto

    cubierto por un tono grisceo, como si hubiera sido posedo por un fantasma. Hazlo orden

    casi mecnicamente. Aterriza la nave.

    Qu? dijo Alec Qu es esto?

    La piloto gir la cabeza y enfrent a Mark, que la observaba perplejo. Tena en los ojos la

    misma expresin sin vida que el hombre del traje verde.

  • James Dashner Virus Letal

    31

    Solo cumplo rdenes.

    Extendi la mano y empuj con fuerza una palanca hasta el fondo. El Berg se sacudi hacia

    adelante y luego se precipit hacia la tierra; las ventanillas de la cabina se vieron repentinamente

    invadidas por el verde de la vegetacin.

    Mark sali despedido por el aire y se estrell contra los tableros de control. Se produjo un

    gran destrozo y el rugido de los motores llen sus odos; se escuch un estrpito seguido de una

    explosin. El Berg fren de golpe y un objeto duro vol por la cabina y golpe su cabeza.

    Sinti el dolor y cerr los ojos antes de que la sangre empezara a escurrir sobre ellos.

    Luego, lentamente, fue perdiendo la conciencia mientras escuchaba la voz de Alec que lo llamaba

    a travs de un tnel oscuro e interminable.

    Un tnel, pens antes de desmayarse por completo, qu apropiado. Al fin y al cabo, ah

    haba comenzado todo...

  • James Dashner Virus Letal

    32

    8 Mientras el tren subterrneo circulaba a toda velocidad, Mark se reclin en el asiento, cerr

    los ojos y sonri. Haba sido un da de estudio agobiante, pero ya haba terminado. Tena dos semanas de vacaciones por delante. Ahora podra relajarse y descansar, no hacer nada salvo jugar con la caja virtual y devorar cantidades alucinantes de comida. Salir con Trina, hablar con Trina, molestar a Trina. Quiz debera despedirse de sus padres, secuestrarla y huir. Eso sera perfecto.

    Abri los ojos.

    Ella estaba sentada enfrente, concentrada en sus propios pensamientos, y no tena la ms

    mnima idea de que l estuviera loco por ella. Haca tiempo que eran amigos, ms que nada por las

    circunstancias. Segn las leyes del universo, si en la casa de al lado vive alguien de tu edad, tiene

    que ser tu amigo. Hombre, mujer, extraterrestre... no importa. Pero cmo poda haber adivinado

    que ella se iba a transformar en esa preciosidad, con un cuerpo increble y unos ojos

    deslumbrantes? Claro que el nico problema era que tambin le gustaba al resto de los chicos de

    la escuela. Y eso a Trina le encantaba: era obvio.

    Ey exclam. El tren atravesaba como una bala los tneles de la ciudad de Nueva York.

    A causa del movimiento suave y adormecedor, le entraron ganas de volver a cerrar los ojos. En

    qu ests pensando? le pregunt.

    Cuando los ojos de Trina se encontraron con los suyos, una sonrisa ilumin su hermoso

    rostro.

    En absolutamente nada. Eso es lo que voy a hacer durante dos semanas: no pensar. Si

    empiezo a pensar, voy a pensar intensamente en no pensar hasta que deje de hacerlo.

    Guau. Eso parece difcil coment Mark, queriendo sonar gracioso.

    No. Es divertido. Pero es solo para mentes brillantes.

    En momentos como ese, a Mark le sobrevena el ridculo impulso de decirle que le gustaba,

    invitarla a salir, estirarse y tomarle la mano. En cambio, de su boca brotaron atropelladamente las

    palabras tontas de siempre.

    Oh, sabia entre las sabias: tal vez podras ensearme ese mtodo de pensar para no

    pensar.

    Trina torci levemente el gesto.

    Eres un idiota.

    Confirmado: la tena en la palma de la mano. Sinti ganas de gruir o de pegarse un golpe

    en la cara.

    Pero a m me gustan los idiotas agreg para suavizar el golpe, y l volvi a sentirse

    bien.

    Y... qu planes tienes? Piensas irte de viaje con tu familia o te quedars ac?

    Es probable que vayamos a visitar a mi abuela unos das, pero estar ac la mayor parte

    de las vacaciones. Se supone que saldr con Danny alguna vez, pero nada formal. Y t?

    Otro pequeo golpe. Con esa chica nunca poda estar tranquilo.

  • James Dashner Virus Letal

    33

    Humm, s. Digo, no. Nada. Pienso quedarme en casa todo el da comiendo papas fritas y

    eructando.Y voy a pasar mucho tiempo observando cmo malcran a mi hermanita llenndola de

    regalos coment. Madison. S, realmente era malcriada, pero buena parte de la culpa era de

    Mark.

    Entonces podramos salir.

    Y otra vez sinti que tocaba el cielo con las manos.

    Eso sera genial. Qu tal todos los das? pregunt. Era lo ms arriesgado que le haba

    dicho en mucho tiempo.

    Bueno.Y quiz hasta podramos... comenz a decir y, luego de echar un vistazo a su

    alrededor con exagerada precaucin, volvi a clavar los ojos en l besarnos a escondidas en el

    stano de tu casa.

    Durante un segundo prolongado, crey que ella hablaba en serio. Se le detuvo el corazn y

    se le eriz la piel. El pecho le arda de emocin.

    Pero a continuacin ella se ech a rer como si estuviera loca. En realidad, no lo haca con

    maldad y Mark alcanz a notar un dejo de coqueteo en su actitud. Sin embargo, normalmente

    senta que ella lo consideraba solo un viejo amigo y nada ms. Y la idea de besarse en el stano

    no era ms que una tontera. Decidi dejar sus sentimientos de lado por un rato.

    Eres tan graciosa dijo. No puedo parar de rerme.

    Ella interrumpi la risa de inmediato y se pas la mano por el rostro.

    T sabes que lo hara.

    Apenas pronunci la ltima palabra, las luces se apagaron. El tren perdi la energa y

    comenz a disminuir la velocidad; Mark se cay del asiento y casi aterriza sobre la falda de Trina.

    En otra ocasin eso hubiera sido algo bueno, pero en aquel instante se asust. Haba odo historias

    sobre hechos como ese, que haban sucedido en el pasado, pero en toda su vida nunca haba

    ocurrido que fallara la electricidad subterrnea. Quedaron en la ms absoluta oscuridad y la gente

    empez a gritar. La mente humana no estaba preparada para quedar sumida en una noche negra

    sin aviso previo. Daba miedo. Finalmente, el resplandor de algunos telfonos de pulsera rompi la

    negrura.

    Trina le apret la mano.

    Qu diablos pasa? pregunt.

    Al ver que ella no pareca muy asustada, se sinti ms seguro y recuper la calma. Aunque

    nunca hubiera ocurrido, no era raro que alguna vez se cortara la electricidad del tren subterrneo.

    Supongo que habr habido alguna falla aventur sacando su telfono celular tipo palm

    (no era suficientemente rico como para tener uno de esos lujosos de pulsera), pero descubri con

    asombro que estaba fuera de servicio y volvi a guardarlo en el bolsillo.

    Se encendieron unas luces amarillas de emergencia en el techo del vagn. Aunque dbiles,

    eran un bienvenido alivio frente a la oscuridad total. A su alrededor, las personas se haban puesto

    de pie y miraban alternadamente hacia ambos extremos del tren mientras susurraban entre ellas.

    Cuchichear pareca ser lo apropiado en una situacin semejante.

  • James Dashner Virus Letal

    34

    Por lo menos no tenemos prisa dijo Trina. En un susurro, por supuesto. Mark ya haba

    perdido el pnico inicial y ahora lo nico que deseaba era preguntarle qu haba querido decir con

    eso de T sabes que lo hara. Pero esa posibilidad haba quedado sepultada para siempre. Qu

    accidente ms inoportuno.

    El tren se sacudi levemente. Ms que nada fue como un temblor o una fuerte vibracin,

    pero result inquietante y la gente volvi a gritar y a moverse. Mark y Trina intercambiaron una

    mirada llena de curiosidad y una pizca de miedo.

    A grandes zancadas, dos hombres se dirigieron a las puertas de emergencia e intentaron

    abrirlas. Cuando por fin lo lograron, saltaron hacia la pasarela que corra a lo largo del tnel. Como

    un ejrcito de ratas huyendo del fuego, el resto de los pasajeros se lanz detrs de ellos en medio

    de empujones, codazos y maldiciones. En dos o tres minutos, Mark y Trina se quedaron solos en el

    vagn bajo el plido centelleo de las luces de emergencia.

    No creo que eso sea lo que deberamos hacer dijo Trina sin dejar de susurrar. Estoy

    segura de que la luz volver en cualquier momento.

    S coment Mark. Pero el ligero temblor del tren no cedi y eso comenz a preocuparlo

    ms. No s. Algo parece estar realmente mal.

    Crees que deberamos ir tras ellos?

    Lo pens unos segundos.

    S. Me voy a volver loco si nos quedamos sentados aqu.

    Est bien. Tal vez tengas razn.

    Se pusieron de pie, caminaron hasta las puertas abiertas y saltaron a la pasarela. Como era

    angosta y no tena baranda, pareca ser muy peligrosa en caso de que el tren arrancara de

    improviso. En el tnel tambin se haban encendido las luces de emergencia, pero apenas lograban

    quebrar la oscuridad casi tangible de ese sitio tan profundo bajo la tierra.

    Fueron en esa direccin indic Trina sealando hacia la izquierda. Algo en su tono de

    voz le hizo pensar que crea que deberan ir en direccin contraria, y Mark estuvo de acuerdo.

    Entonces... hacia la derecha anunci con un ademn.

    S. No quiero estar cerca de esa gente, aunque no sabra decir por qu. Parece una

    multitud descontrolada.

    Vmonos.

    Lo tom del brazo y comenz a caminar por la estrecha cornisa. Ambos deslizaban la mano

    por la pared, casi apoyndose en ella, para estar seguros de no caer a las vas. El muro vibraba,

    aunque no con tanta fuerza como el tren. Quiz lo que haba provocado el corte de electricidad ya

    se haba calmado. Tal vez no era ms que un simple terremoto y todo volvera a estar bien.

    Haban caminado diez minutos sin decir una palabra, cuando escucharon gritos ms

    adelante. No, no solo gritos, algo peor: terror en estado puro, como si fuera una carnicera humana.

    Trina se detuvo y volte para mirarlo. Cualquier duda que les hubiera quedado o ms bien

    cualquier esperanza desapareci al instante: algo horrendo haba sucedido.

    El instinto de Mark fue dar media vuelta y correr en la otra direccin, pero cuando Trina

  • James Dashner Virus Letal

    35

    abri la boca y mostr lo valiente que era, se sinti avergonzado.

    Tenemos que llegar a la superficie, averiguar qu est pasando y ver si podemos ayudar.

    Cmo poda decirle que no? Corrieron con tanta rapidez y cuidado como pudieron hasta

    que llegaron a la plataforma de una estacin y se detuvieron. La escena que surgi delante de sus

    ojos era demasiado espeluznante para que la mente de Mark lograra procesarla. Supo que su vida

    haba cambiado para siempre. Haba cuerpos desparramados por el piso, desnudos y calcinados.

    Gritos y aullidos de dolor taladraban sus tmpanos y resonaban por las paredes. Con la ropa en

    llamas, la gente se mova con dificultad, con los brazos hacia adelante y los rostros derretidos,

    como si fueran de cera. Haba sangre por todas partes y una rfaga de calor insoportable envolva

    el aire; sinti que estaban en el interior de un horno.

    Trina lo tom de la mano; la expresin de terror en su rostro quedara fijada en su mente

    para siempre. Luego lo empuj otra vez hacia el lugar de donde haban venido.

    Mark pens en sus padres y en su hermanita. Los imaginaba calcinados por el fuego y

    escuchaba los aullidos de Madison.

    Y se le rompi el corazn.

  • James Dashner Virus Letal

    36

    9 Mark!

    La visin se esfum, pero el recuerdo del tnel todava nublaba su mente como si fuera lodo

    filtrndose en su cerebro.

    Mark! Despierta!

    Era la voz de Alec. Sin duda alguna. Y le gritaba. Por qu? Qu haba ocurrido?

    Despierta de una maldita vez!

    Abri los ojos y luego parpade frente a los brillantes rayos de sol que se colaban a travs

    de las ramas. Despus la cara de Alec tap la luz y pudo ver con ms claridad.

    Ya era hora exclam el viejo oso con un suspiro exagerado. Haba comenzado a

    asustarme, muchacho.

    En ese mismo instante recibi una pualada de dolor en la cabeza, que simplemente haba

    tardado ms que l en despertar. El dolor irrumpi con furia y le pareci que era ms grande que su

    cerebro. Lanz un gemido, se llev las manos a la frente y palp la sangre resbaladiza.

    Ay fue todo lo que logr proferir antes de gemir otra vez.

    S, te diste un buen golpe cuando chocamos. Tienes suerte de estar con vida y de tener

    un ngel de la guarda como yo, que te salv el pellejo.

    Aunque pens que morira en el intento, tena que hacerlo. Preparado para la agona, se

    incorpor. Parpade ante las manchas que obstaculizaban su visin y esper a que el dolor de su

    cabeza y de su cuerpo cediera. Luego ech una mirada a su alrededor. Estaban sentados en el

    claro de un bosque. Las races retorcidas se entrelazaban con las agujas de los pinos y las hojas

    cadas de los rboles. A unos treinta metros de distancia, los restos del Berg descansaban entre

    dos robles gigantescos, casi como si se tratara de una enorme flor de metal. Retorcida e inclinada,

    la nave humeaba y arda, aunque no haba rastros de fuego.

    Qu pas? pregunt, an presa de la desorientacin.

    No recuerdas nada?

    Bueno, no despus de que algo me golpe en la cabeza.

    Alec alz las manos al cielo.

    No hay mucho que contar. Nos estrellamos y te arrastr hasta aqu. Despus me qued

    sentado mirndote mientras te movas de un lado a otro como si estuvieras en medio de una

    pesadilla. Otra vez los recuerdos?

    No quera pensar en eso, as que asinti fugazmente.

    Hurgu dentro del Berg todo lo que pude continu Alec cambiando de tema, y Mark le

    agradeci que no insistiera, pero el humo de los motores fue excesivo. Cuando se pueda andar

    por ah sin quedarse ciego, quiero explorar un poco ms. Voy a averiguar quines son esas

    personas y por qu hicieron lo que hicieron, aunque sea lo ltimo que haga en mi vida.

    Muy bien repuso Mark. Despus, u