03 estudio historico

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  • El motivo de este trabajo, al igual que el de es-ta publicacin conjunta, es dar a conocer losdatos que se han obtenido de los 22 tejidoshispanomusulmanes y afines, que cubren des-de el perodo de la Crdoba califal, en el si-glo X, hasta el final del reino nazar de Grana-da, en el siglo XV. La mayor parte de los ejem-plares se han restaurado en el Instituto del Pa-trimonio Histrico Espaol, pero de otros s-lo se tomaron muestras para el anlisis de loscolorantes utilizados en los tintes y de los liga-mentos con los que tejieron estas piezas texti-les. Finalmente, tambin hemos hecho unapuesta al da del estudio histrico artstico.

    Estos ejemplares fueron productos de lostalleres de artes suntuarias andaluses entorno a la corte, como es el caso de la dar altiraz o el taller real de tejidos, aunque a lavez existieron talleres privados para abaste-cer el comercio de estos ejemplares textiles.

    Estas obras fueron de alta calidad, tantotcnica como artstica, gozando de la mismaimportancia que otras artes decorativas co-mo los marfiles o la joyera, la taracea o laloza dorada. Especialmente los diseos detejidos fueron similares a los adornos de lasminiaturas de libros. En definitiva, los ele-mentos ornamentales de los tejidos fueronconstantes en diversos materiales, que enmuchas ocasiones, se tomaron del arte ar-quitectnico. Por otro lado, los regalos delos monarcas musulmanes eran frecuente-mente tejidos, junto a las armas y caballos.

    Con la llegada de los musulmanes a la Pe-nnsula Ibrica y su asentamiento en al-Anda-

    lus comienza la historia del tejido de seda, pueslas primeras noticias de estas fabricaciones, ascomo la introduccin de la sericultura, la ofre-cen los cronistas de la Espaa musulmana.

    Posiblemente con Abd al-Rahman I(756-788), primer emir omeya, que estable-ci su corte en Crdoba y se rode de artis-tas sirios, debi empezar a florecer la manu-factura de la seda.

    Algunos de estos tejidos son fragmentosque en ocasiones pudieron ser reutilizados,como producto de piezas regaladas por losmusulmanes a los embajadores cristianos ocomo botn de guerra al reconquistar los re-yes cristianos las zonas en poder musulmn.En ocasiones, se usaron en las iglesias comoforros de arquetas de reliquias tan en bogaen la Edad Media. Otros seran adquiridosen el mercado andalus u otros mercados delujo de la Espaa cristiana.

    La mayora de los tejidos formaron partede indumentaria, tanto religiosa como civil,aunque tambin se usaron como forros deatades de pino, embellecindolos en laparte interior y exterior. Igualmente se con-servan almohadones y cojines de los dife-rentes enterramientos.

    Por la abundancia de ejemplares, simila-res a estos que estudiamos, en los panteonesreales y porque aparecen varios tejidos coe-tneos con escudos, tanto de los reyes comode la nobleza, debemos pensar que se trata-ba de encargos textiles hechos ex profeso alos talleres andaluses, posiblemente priva-dos y dedicados al negocio textil.

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    Estudio histrico-artstico de los tejidos de al-Andalus y afines

    CRISTINA PARTEARROYO LACABAInstituto Valencia de Don Juan

  • Materias primas textiles: la seda

    La seda es el filamento que segrega el gusa-no Bombyx mori o Dud al-qazz y es la mate-ria prima textil por excelencia para la elabo-racin de los tejidos artsticos, debido a suscaractersticas de brillo, suavidad y finura, ala vez que resistencia y especial adaptacinal tinte. El pas originario de la seda es Chi-na y el comienzo de su cultivo se sita en eltercer milenio a. C. En Occidente se intro-dujo paulatinamente a travs de la ruta dela seda continental, desde Asia central por lameseta del Irn, Mesopotamia y la zona delufrates, Alepo y Antioqua. La ruta marti-ma se haca desde China, por el ocano n-dico y el mar Rojo hasta Alejandra. Los dosgrandes focos industriales se encuentran enSiria y Egipto, con sus grandes capitales An-tioqua y Alejandra. Persia sirvi como pasintermediario y por ello utiliz la seda antesque otros pases del Imperio romano: cuan-do el persa Sapor alcanz la regin de Siriaen el ao 355 y se llev como botn a los te-jedores greco-sirios que incrementaron el ar-te textil. Por lo tanto, la seda ya era habi-tualmente usada cuando la conquistaron losmusulmanes en 562, poniendo fin a la di-nasta persa Sasnida (226-652), como po-demos ver en los tejidos sasnidas del Mu-seo Vaticano, de los siglos VI y VII.

    Con el traslado de la capital del Imperioromano a Constantinopla, el centro de ma-yor vitalidad se acerca a Oriente y la utiliza-cin de la seda importada se incrementa enlos talleres textiles o gineceos. A mediados delsiglo VI, se introdujo la cra del gusano de se-da en Bizancio, en la poca del emperadorJustiniano, segn el testimonio de Procopiode Cesarea (De bello gotico, libro IV, cap.XVII). Este acontecimiento en el mundotextil de Occidente supuso un cambio radi-cal en la produccin de piezas de lujo, hasta

    entonces inaccesible por su alto precio, yaque se desconoca el secreto de su obtencin,es decir, la cra del gusano de seda, o sericul-tura, y el cultivo de las hojas de los morales.

    El contacto de los musulmanes con lospueblos que conocan la sericultura permitila transmisin del cultivo de la seda en lospases que conquistaron, desde el Mediterr-neo hasta el ocano ndico. Asia central, de-sempe un importante papel transmisor enel mbito de las lenguas, las religiones y lascivilizaciones. De esta forma, las conquistasmusulmanas por el mediterrneo, donde elclima era propicio a la cultura de la seda, hi-zo posible la expansin desde el sur de Siria,Chipre, sur de Ifriqiya, el sudeste de la Pe-nnsula Ibrica y Sicilia (Lombard, 1978,pgs. 85 y 86).

    Tanto desde el punto de vista tcnico co-mo artstico, la elaboracin de esta fibra tex-til constituy una de las mayores fuentes deriqueza de la Espaa musulmana, pues gra-cias al clima templado del sudeste peninsu-lar, que favoreci la sericultura, la seda fueuna de las bases del comercio de al-Andalus,dentro de la Pennsula Ibrica y con los pa-ses de Europa y el oriente musulmn.

    El gusano de seda se alimenta de dos tiposde hojas de moral: de las recogidas del mo-ral propiamente dicho o Morus nigra, grue-sas y duras, o de las hojas de morera o Mo-rus alba que son ms pequeas y blandas. LaEspaa musulmana slo conoci la primerade las dos especies, segn Lpez de Coca(1996), y es a raz de la conquista de Grana-da cuando se intentar introducir la morera.Sin embargo, segn Garca Gmez, los tex-tos rabes citan el rbol de la morera Tut alharir, como productor de las hojas utilizadasen la sericultura andalus (Garca Gmez,2001, pgs. 430 y 431). La adaptacin delos morales al terreno, sobre todo en las zo-nas montaosas, va a propiciar que se culti-

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  • ven en cualquier espacio, junto a los cami-nos, acequias, balates e incluso en los corra-les de las viviendas campesinas o alqueras.

    En al-Andalus el moral y la cra del gusa-no de seda se establecieron en las zonas abri-gadas de Sierra Nevada, es decir, en su carasur, en los valles de las Alpujarras. Lombardrecoge las noticias de varios autores (Lom-bard, 1978, pgs. 95 y 96). All en las Al-pujarras fueron instaladas las tribus siriascuando tuvo lugar la inmigracin de Balgen el ao 740. Los sirios de Gund (circuns-cripcin militar) de Damasco se instalaronen Elvira, en la Vega de Granada. Los delGund de Qinnasrin (Siria del norte) en Gai-yan (Jan). Los de la regin de Homs enNiebla (Huelva), en el Aljarafe y en Sevilla.stos fueron los que introdujeron la cra delgusano de seda y el cultivo de la misma, esdecir, la sericultura.

    Las zonas del pas regadas por el AltoGuadalquivir, protegidas por las barrerasmontaosas de Sierra Morena y de SierraNevada, ofrecen un clima templado muy fa-vorable al cultivo del moral y la crianza delgusano de seda. El Rawd al mitar en sudescripcin sobre el Sulair o Yabal al-Taly, esdecir, montaa de la nieve o Sierra Nevada,dice que las aldeas de los valles producen enabundancia una excelente seda (harir); WadiAs (Guadix), Basta (Baza), Finyana (Fiana,localidad cercana a Almera).

    Por otro lado, Muqaddasi (Muqaddasi,ed. de Goeje, pg. 235) seala con ms pre-cisin la regin de Bayguva, cerca de Jan.Idrisi seala que todas las aldeas de la reginde Jan -Gaiyan al-Harir (Jan de la se-da), donde se contaban hasta tres mil alque-ras, se dedican al cultivo de la seda y unasseiscientas en las Alpujarras al-Busarat (Idri-si, trad. de Dozy, pgs. 209 y 248).

    De Elvira (Granada), dice Yaqut que entodas sus zonas se cra lino y esplndida se-

    da. Adems, Himyari aade: La seda pro-cedente del llano de Elvira es la que se di-funde por todo el pas y se exporta a todoslos lugares. Pues la seda es de mejor calidadque la del valle del Nilo, y las cosechas sontan abundantes que sus productos son en-viados a los ms lejanos pases del islam.

    Por ello, Sumaysir, el ms clebre poetasatrico de la Espaa musulmana del si-glo XI, nacido en Elvira, que se haba refu-giado en la corte del almeriense al-Muta-sim, ante el cual recitaba poemas antibere-beres, refirindose a Abd Allah, el ltimozir granadino y a las construcciones defen-sivas que estaba haciendo en Granada portemor a los almorvides, le acusa de gusa-no que labra su capullo. Esta metfora esmuy significativa del conocimiento que setena de la seda, viniendo de un poeta quehaba nacido en Elvira, famosa por la cradel gusano de seda.

    El Calendario de Crdoba, en el ao 961(Dozy, Le Calendrier de Cordoue de lanne641, Leyde, 1873, pg. 84) nos da a cono-cer las etapas de produccin de la seda: enfebrero las mujeres recogen los huevos de lasmariposas del gusano de seda, en marzo losgusanos se reproducen; en mayo y poste-riormente en agosto, los oficiales del Califarequisan la seda para las necesidades del ti-raz de palacio.

    Otro autor, ad-Damiri, nos aporta un cu-rioso dato: A menudo el nacimiento de losgusanos de seda se encuentra un poco retar-dado. Entonces las mujeres disponen loshuevos en bolsas que ellas colocan bajo susaxilas (Lombard, 1978, pg. 96, nota 8).

    La propiedad de los morales estaba muyrepartida y la cosecha de hojas se distribuaproporcionalmente entre los dueos de losrboles. La recoleccin de las hojas la hacanlas mujeres de forma colectiva durante elmes de abril, en todos los lugares donde ha-

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  • ba alqueras dedicadas al cultivo de la seda.En cuanto a la organizacin del trabajo enpoca nazar existan asociaciones o arren-damientos agrcolas para la cra de la sedao xariqueras; el dueo de los morales en-tregaba al criador un nmero determinadode huevos o simiente de los gusanos de se-da y le encargaba del cuidado de una seriede rboles; al finalizar la temporada el cria-dor reciba como retribucin la cuarta partede la seda obtenida (Lpez de Coca, 1996).

    El hilado

    Debido a la gran produccin textil que re-flejan los historiadores, para abastecer a losnumerosos talleres se puede pensar que, si eltrabajo o el proceso del hilado era manual,se realizara con la ayuda de algn sistemasemimecnico que permitiera un molinajemltiple y produjera unos hilos finos y re-gulares en su torsin (Saladrigas, 1996).

    Una vez ms, el lenguaje metafrico res-pecto a lo textil es utilizado para compararel hilado de la seda con la administracin dela provincia de Azerbayn que hace el histo-riador Miskawayh en el ao 965 (o 421 H.)en su obra Kitab Tajarib al-Uman: Habisobservado a los que hilan la seda? La torsio-nan por medio de una serie de bobinas quecuelgan de unos ganchos en una especie decruces de vidrio. S, respond yo. Nosabis que todo el trabajo del obrero consis-te en instalar la mquina y en regularla?Despus de lo cual es suficiente con contro-lar los hilos cerca de las bobinas y vigilar eldevanado. Nosotros hemos montado con-venientemente la mquina, las bobinas gi-ran, la seda se torsiona y el molinaje de lamisma se va realizando. Pero si nos aleja-mos, la fuerza de la rotacin empieza a de-bilitarse, pues no habr nadie para mante-

    nerla; entonces empezar a relajarse, la velo-cidad de rotacin de las bobinas disminui-r, y tomarn el movimiento contrario y seinvertirn y se torsionarn en el sentidocontrario al que seguan hasta ahora. Nadieestar all para controlarlo y la mquina seir parando poco a poco de tal forma queno quedar nada.

    La transformacin de la seda en madejasse ejecutaba slo por maestros hiladorescualificados. Esta situacin ya se daba enpoca musulmana y se refuerza despus dela conquista. Todava cuando tuvo lugar laexpulsin masiva de los moriscos en 1571,en poca de Felipe II, hubo exenciones para786 mujeres hiladoras en todo el reino deGranada.

    El proceso de molinaje era confiado apersonas expertas llamadas naqqad, quienesdevanaban directamente a partir de los ca-pullos para obtener la seda llamada man-qud, la seda de desecho era hilada por losmuqasir y denominada muqassar (Saladri-gas, 1996).

    Segn el Tten-Koing kai-wu de Sun YingHsing (1637), un trabajador poda devanarunos 850 gramos por da, trabajando sobreun promedio de 7 a 10 capullos para obte-ner una seda de 20/22 deniers (medida dedensidad); si la seda estaba destinada a pa-uelos, la cantidad se reduca a solamente500 gramos, pues el hilo de seda para estetipo de piezas deba ser ms fino. Se calcu-laba que dos varas y media de seda tejidaequivalan a una libra de seda cruda.

    Estudios recientes (Morral, 1991) afir-man que puede considerarse que para laproduccin de un kilo de seda hilada conhilatura manual, son necesarias, como m-nimo, dos jornadas y media.

    Serrano (1993) analiza varios trminosdel diccionario de Ibn Sida y saca algunasconclusiones, como ejemplo: qazz sera la

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  • seda sin devanar; ibrisam, el hilo que se ob-tiene del devanado; jazz sera la seda ya hi-lada pero seda de baja calidad, es decir,aquella que se ha partido su hebra al sacar laseda desde el capullo al torno y queda conlas uniones de los hilos, resultando una se-da burda, que se sola aprovechar, en ocasio-nes, para formar la urdimbre y en la tramase utilizaba otro material (lana, lino, algo-dn, etc.), consiguindose un tejido de unatextura slida, gran resistencia, ms abriga-do y econmico. Finalmente, el trmino ha-rir se aplica para el tejido cuya trama y ur-dimbre se forman con seda, y tambin paraindicar la seda en un sentido genrico, aun-que hay que sealar que el uso del vocabloharir siempre hace referencia a un tejidoprecioso o valioso.

    La seda se hilaba en las zonas rurales (L-pez de Coca, 1996). Entre los meses de di-ciembre y abril, cuando los caminos de lasAlpujarras se encontraban cubiertos de nie-ve, slo llegaba a la capital nazar una pe-quea cantidad de seda, pero entre los me-ses de junio y septiembre las ciudades reci-ban los dos tercios de la produccin anual.Luego, en la alcaicera al-qaysariyya los ins-pectores yilis comparaban el peso y la cali-dad de la seda y vigilaban la regularidad dela venta de almoneda.

    Los criadores slo podan vender la cose-cha de seda, parcial o totalmente, en una delas tres alcaiceras existentes en el reino; lasde Granada, Mlaga y Almera. La designa-cin de los maestros hiladores que trabaja-ban en el torno corra a cargo del funciona-rio, conocido como hafiz o conservador, yde sus lugartenientes; si aqullos iniciabansus labores sin permiso previo de estos ofi-ciales, perdan la seda hilada y pagaban suvalor al dueo de la misma. Para ello el ha-fiz deba nombrar cada primero de abril alos hiladores en la costa de la mar y a me-

    diados de mes en el resto del reino. Cuandoera el momento propicio, iban a cualquierade ellas y llevaban consigo al hafiz que es-t en el marxamo entregando luego la sedaa un corredor que la ofreca en almoneda,cobrando una comisin por ello.

    El poeta al-Rusafi de Valencia, en el si-glo XII, deba conocer bien a los sederos ohiladores de seda y as los describe: El se-dero se parece a la gacela: con su largo cue-llo agyad sostiene la seda en la boca como lagacela sostiene la rama de arar en la suya.

    Es evidente que la calidad de las madejasvariaba segn su procedencia geogrfica.Las de mayor precio eran las producidas enAlmera, Guadix y los distritos alpujarreosde Marchena, Beloduy y Andarax. En unnivel intermediario estaba la seda proceden-te del resto de la Alpujarra, Granada y su li-toral, Mlaga y su Ajarqua, Baza y su hoya,valle de Almanzora, Vera y Purchena, y lasde menor precio eran las que llegaban delextremo occidental del reino nazar (Lpezde Coca, 1996).

    En los documentos de la Geniza del Cai-ro se llegan a citar doce tipos diferentes deseda, segn su calidad y lugar de origen. Enal-Andalus se llegaron a conocer ms de ca-torce sinnimos para la palabra seda ya en elsiglo XI, segn el diccionario de Ibn Sida deMurcia. En aquellos documentos de la Ge-niza aparece al-Andalus como el primerproductor de seda ya en el siglo XII.

    El oro

    Llamado dahab o tibr se hallaba principal-mente en las arenas aurferas de los ros Se-gre, Tajo y Darro, afluente del Genil, enforma de pepitas u hojas. Segn las fuentesrabes citadas por Vallv (1980), el oro roji-zo del Darro era escaso, aunque de muy

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  • buena calidad e incluso se ha calificado poralgn autor como el mejor del mundo. Lamayor produccin, en forma de hojas, seobtena entre el Puente de los Pescadores yel Puente del Cad, al pie de la Alhambra,en pleno centro de Granada.

    La produccin resultaba insuficiente ypor ello era necesario importar el oro delfrica Negra (Ghana). Debi ser muy im-portante la cantidad de oro destinada pararealizar los hilos de oro entorchados del ti-raz real.

    El oro se utiliz en forma de hilos entor-chados de piel de membrana de intestino debuey o de cordero, dorada y cortada en tirasestrechsimas de aproximadamente 0,3 mm,que se enrollaban alrededor de un hilo deseda llamado alma. A este tipo de hilo se lellamaba oropel en los documentos medieva-les europeos.

    La fabricacin del hilo de oro sqalli fuesiempre un negocio honorable y lucrativoque debi estar monopolizado por judos,pues todava en Fez en los aos 1930 y 1940,se consideraba como uno de los ms antiguosy ms importantes negocios de la comunidadisraelita. Un taller de hilador de oro creaba asu vez otros oficios: batidores de oro, tirado-res, cortadores de lminas y gran cantidad dehiladores e hiladores de seda.

    Los tintes

    Los colorantes de estos tejidos, analizadospor qumicos del Instituto del PatrimonioHistrico han aportado nuevos datos deenorme importancia para el conocimientode este tema. Por ello es interesante contras-tar sus resultados con los que aportaban loshistoriadores de la Espaa musulmana.

    A veces, las fibras textiles se utilizabanaprovechando su color natural, pero nor-

    malmente se tean. Para ello se usaron fr-mulas o recetas transmitidas por los tintore-ros de generacin en generacin, con secre-tos tcnicos slo por ellos conocidos. Lamayora de esos tintoreros eran judos quemonopolizaron este oficio en la Edad Me-dia; esto era frecuente en todas las provin-cias del islam, y as lo confirma Benjamnde Tudela en sus viajes por aquellos pases(siglo XII) (The Itinerary of Benjamin of Tu-dela, Londres, ed. Y trans M. N. Adler,1907, pgs. 9, 18, 25, 27, 28 y 31). Ibn Jal-dun, elogia los tintes de al-Andalus dicien-do: [...] las artes, en Espaa, llegaron todasa la perfeccin gracias a la atencin que sehaba puesto en cuidarlas y mejorarlas; tam-bin estas artes han dado a la civilizacin es-paola una tintura tan persistente que nodesaparecer ms que con ella. Tanto es asque el tinte de un tejido, cuando ste ha si-do bien teido, persiste mientras que durael tejido (Ibn Jaldun, Prolgomnes histori-ques, Serjeant, 1972, pg. 179).

    Al-Saqat de Mlaga en su tratado de His-ba a finales del siglo XI y siglo XII, dice Loscolores solamente brillan cuando se han te-ido teniendo en cuenta las necesidades tc-nicas del tejido (Al-Sakati, Un Manuel his-panic de Hisba, ed. de G. S. Coin y LviProvenal, Pars, 1931, y Serjeant, 1972,pg. 207, nota 9).

    Las fibras se tean hiladas en madejas deun peso fijo, que se haban introducido pre-viamente en grandes tinas donde se habadisuelto un mordiente, con el fin de quecaptasen mejor los tintes, como alumbre,crmor trtaro, cenizas...

    Los colores fundamentales fueron el azul,el rojo y el amarillo.

    El azul se obtiene de las hojas de la Isatistinctoria o hierba pastel. Ibn al-Awwam, lallamaba nil al-bustani, el ndigo de los jar-dines. El nombre de pastel viene de la pasta

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  • que se hace con las hojas para obtener el co-lorante. Se criaba en varias zonas especial-mente en Toledo y Granada, se recolectabaen mayo o junio y el producto para el tinte,en forma ya de panes o tortas, se requisabapara el tiraz en agosto.

    El rojo procede de la raz de la rubia Alfu-wa o granza, Rubia tinctorum, que daba uncolor anaranjado, y tambin del Quermes,Quirmiz o carmes, que es un parsito llama-do Coccus illicis (insecto hembra) de las enci-nas, y tiene forma de pequeo grano (del la-tn granum procede la palabra grana). Fuemuy famoso el de la zona de Sevilla. SegnIbn al-Baitar procede de Asia, Cilicia, peroms especialmente de Espaa (Ibn al-Baitar,Trait des simples par Ibn el-Beithar, trad. N.L. Leclerc, Notes et Extr. de la Bibl. Nat., enSerjeant, 1972, pg. 206, nota 2).

    Las flores del alazor al-usfur o Carthamustinctorius, tambin llamado azafranillo oazafrn bastardo, daban un rojo anaranjadoque tomaban como referencia los poetas: elsol a su tnica tie de rojo alazor. Era fa-moso el de Niebla o Sevilla, cuyas flores serecogan en junio para el tiraz, segn el Ca-lendario cordobs.

    La henna al-hinna o alhea, cuyas hojastrituradas tean de color rojizo, se utiliz,adems de para teir los tejidos, para lospies, las manos y los cabellos grises. Algunosreyes nazares aparecen con sus barbas alhe-adas en las pinturas de la Alhambra. Elempleo de la henna en lugar de la granzapara obtener el color rojo, se considerabafraude, porque el color resultante se altera-ba con el sol. Se cultiv en Crdoba, Sevillay la Alpujarra, donde los moriscos conti-nuaron sus plantaciones hasta el siglo XVI.

    Es curioso lo que seala al-Saqat de M-laga a finales del siglo XI y principios del XII:El muhtashib debe prevenir a los tintorerosel teir rojo con madera de brasil bakkam

    porque no es duradero (Al-Sakati, Un Ma-nuel hispanic de Hisba, ed. de G. S. Coin yLvi Provenal, Pars, 1931).

    El amarillo se obtena de diferentes plan-tas: de los estigmas del azafrn zafaran o(Crocus sativus), el de la mejor calidad, pro-ceda de Toledo y Baza; de las flores de lagualda (Reseda luteola); de las ramas delagracejo (Berberis vulgaris); de bayas persas;y de la crcuma (Curcuma longa o warsi, lla-mada tambin en el mundo musulmnazafrn de las Indias, pues era importadode Asia meridional. De sus races trituradasse obtena un color amarillo anaranjado.

    Por su parte, el negro y el marrn se ob-tenan de la cscara de nuez (Junglans nigra)y de las races de Acoro falso (Iris pseuraco-rus); los beiges se conseguan a base de tani-nos y el resto de los colores se obtenanmezclando las citadas materias tintreas.

    El teido era muy importante para la ca-lidad de los productos textiles, por lo que sepromulgaron ordenanzas dirigidas a los tin-toreros. De las ordenanzas del Zoco hablanal-Saqati de Mlaga (siglos XI y XII) (Serje-ant, 1971) y Ibn Abdun (siglo XII). Se pro-hiba el uso de ingredientes fraudulentosque, aunque parecieran de buena calidad alprincipio, destruan luego los tejidos o des-apareca su color al transcurrir cierto tiem-po. Otra de las ordenanzas prohiba a lostintoreros establecer sus tintoreras dentrode la ciudad, para evitar as las molestiasque producan a los ciudadanos el vertidode aguas coloreadas y el olor de las mismas.

    El Calendario de Crdoba del ao 961 ci-ta el envo de cartas a los gobernadores parala recogida de materias tintreas con las queabastecer el taller real califal o tiraz. En elmes de mayo, para que requisaran la grana oquermes y en el mes de agosto para la requi-sa de la isatis o pastel para el tinte azul. Fi-nalmente, en septiembre, se enviaban cartas

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  • para la requisa de la rubia o granza, para eltinte rojo. En un calendario popular nazardel siglo XV, de autor desconocido, se cita larecogida de la alhea a finales de agosto y lacosecha del azafrn en noviembre.

    En los Anales Palatinos de Al-Hakam II,traducido por Garca Gmez, aparecen yanombres de colores de tejidos siguiendo unacostumbre muy comn en todos los textosmusulmanes, refirindose a los colores decosas concretas como pardo de lenteja oadasi; amarillo de membrillo o safaryali;amarillo de crcuma o warsi; verdoso o roji-zo de manzana o tuffahi; otro tipo de verde,masanni; azul o violado de turquesa, firuzi;azul celeste, samai; rojo de jacinto, yaquiti; yblanco brillante o zahri.

    Garca Gmez seala, asimismo, la au-sencia del color negro, que deba ser muypoco usado, posiblemente por tratarse delcolor herldico de los abbases de Oriente,enemigos de los omeyas hispanos.

    Posteriormente, los moriscos monopoli-zan las labores relacionadas con el tinte delas madejas, siendo significativo que el ins-pector de la corporacin de tintoreros con-serve el ttulo islmico de alamn. Cuandose llev a cabo la expulsin de los moriscosen 1571, es evidente que el oficio de tinto-reros, cuyo trabajo no saben hacer los cris-tianos viejos, estaba todava en manos demoriscos y se permite a varios de stos per-manecer en la ciudad de Granada.

    El comercio de la seda

    Segn Lpez de Coca (1996), la administra-cin y renta de la seda resulta el captulo me-jor conocido sobre la seda granadina, debidoal inters que los reyes castellanos tuvieronen conservar los viejos usos islmicos, tantoen lo que se refiere al control como a los tri-

    butos que la gravaban. Es decir, sobre la ela-boracin de madejas y su control posteriorhasta que salen al mercado son los asuntosbsicos que trata el documento conocido co-mo Suplicacin... sobre el desmar de la se-da y sobre las otras cosas tocantes a ella, quelas autoridades mudjares de Granada y dela Alpujarra, en representacin de todo elreino, elevan a los Reyes Catlicos, en mar-zo de 1497, al estar conformes con lo quese acostumbr en tiempos pasados. Es undocumento sin fecha que recoge el acuerdoalcanzado con los contadores mayores decuentas poco despus de terminar la guerra.

    Durante la poca del califato, los comer-ciantes de al-Andalus eran en su gran mayo-ra agentes mozrabes que comerciaban conla Galia ya desde el siglo IX, y comerciantesjudos que hacan largos viajes al orientemusulmn y a la Europa cristiana. Al otrolado de las Marcas, los mercaderes mozra-bes y judos revendan en los reinos cristia-nos del norte de la Pennsula Ibrica, sobretodo en Len donde llevaban los productosde la industria de lujo procedentes del tirazcordobs y otros de procedencia orientalque importaba la Espaa musulmana. Fueespecialmente importante la funcin de-sempeada por los comerciantes judos en lacuenca mediterrnea, especialmente de losegipcios en la Espaa musulmana de los si-glos XI y XII. Sin embargo, en el reino naza-r el comercio estuvo en manos de musul-manes, sobre todo en el siglo XIV.

    Dufourcq manifiesta la existencia de uncomercio activo protagonizado por hombresde negocios y por hombres de estado grana-dinos. En mayo de 1361 hubo una intensaactividad de comerciantes de Almera en lascostas andaluzas. En seguida los comercian-tes nazares tuvieron que hacer frente a lacompetencia que les hacan los mercaderesmallorquines y valencianos. A principios del

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  • siglo XIV haba en Almera una colonia demercaderes catalanes.

    Los comerciantes italianos apreciaban lacalidad de la seda granadina, que la llama-ban spagnola, di Mlaga, di Almera o mo-resche en los documentos italianos del Tre-cento. Tambin se exportaba de Mlaga yde Almera hacia Cdiz, Alicante y Valencia,gran mercado de la seda moresche, la sedaera en gran parte redistribuida. En 1404,intermediarios genoveses y valencianos ven-deran a los catalanes seda de Almera abuen precio. En 1402, los valencianos ven-dan seda de Granada a las compaas co-merciales de Luca y Florencia.

    La seda del reino nazar haca la compe-tencia a la seda oriental. Los comerciantescatalanes y valencianos son los que llevaranestas sedas nazares a Catalua y Valencia,donde las compraban los pintores de los si-glos XIV y XV, representndolas en sus cua-dros, como veremos ms adelante.

    En poca cristiana, en la ciudad de Gra-nada son los comerciantes los que promue-ven la industria sedera y concentran en susmanos tanto el comercio de tejidos, como elde madejas o mazos de seda, proporcionan-do a los tejedores la materia prima, e inclu-so les prestaban dinero para que instalasensus telares.

    El tiraz o taller real

    Con la llegada de los musulmanes a la Pe-nnsula Ibrica y su asentamiento en al-An-dalus comienza la historia del tejido de seda,pues las primeras noticias de estas fabrica-ciones, as como la introduccin de la seri-cultura, nos las ofrecen los cronistas de laEspaa musulmana.

    Segn la Enciclopedia del islam, tiraz esuna palabra de origen persa que significaba

    bordado. En principio se aplic para de-signar mantos con elaborados bordados, es-pecialmente un tipo de manto con bandasde escritura bordada para uso de personasregias o de clases sociales altas. Por exten-sin se llam tiraz tambin al taller o lugardonde se hacan tales tejidos, que general-mente se establecan en los palacios reales ycuya produccin era casi para uso exclusivodel monarca. Posteriormente, la palabra ti-raz se utiliz para denominar los tejidoscon inscripciones en las que se elogiabaunas veces a califas y visires y otras a Allah,o que reproducan pasajes del Corn, inter-calando en el tejido hilos de oro y plata, osimplemente de sedas brillantes en forma debandas o listas ornamentales. Por otra par-te, Serjeant dice que el origen del tiraz de-bi estar en las factoras del Estado de losreyes de la Persia sasnida, aunque segnLevi Provenal, era una institucin bizanti-na adoptada en Bagdad y extendida luegodesde all a Egipto y ms tarde a Espaa.

    Emirato de Crdoba (756-929)

    El poder real se manifiesta en Crdoba co-mo en Bagdad, por la institucin de los mo-nopolios del estado: acuacin de moneday mantenimiento de los talleres textilesdonde se tejen las preciosas telas que llevanel nombre del soberano reinante. Los histo-riadores de al-Andalus atribuyen esta dobleiniciativa a Abd al-Rahman II, cuarto emiromeya, que gobern desde 822 hasta 852.Fue su primer director Harith Ibn Bazi. Allse realizaron esplndidos tejidos con el mar-chamo (marsam) real. Su importancia den-tro de la corte era tal que el sahib al-tiraz,esclavo jefe de la manufactura de tejidosreal, en la que se fabricaban los magnficostejidos de seda y oro con inscripciones, erauno de los funcionarios ms relevantes.

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  • Abd al-Rahman II quiso crear en Crdo-ba una corte oriental. El msico Ziryab,que lleg de Bagdad y se estableci en Cr-doba hacia 845, trajo consigo las costum-bres de los abasidas: nueva msica, platos decocina nuevos y nuevas modas. De esta for-ma fueron adoptados tejidos con anchasfranjas de imitacin persa, mantos de teji-dos transparentes, as como nuevos hbitosen el modo de vestir segn las estaciones delao, llevando en verano los trajes blancos yde colores en las dems estaciones.

    Suyuti, hablando de Abd al-Rahman IIen el ao 206 H (821) dice: En su reino seintrodujo por primera vez el uso de mantosbordados libs mutarraz y se acuaron losdirhams hispanos.

    Ibn Idhar habla de la existencia de talle-res de tiraz cordobeses donde se realizabantejidos que llevaban bordado el nombre delemir Abd Allah (888-912), manifestacinde grandeza y poder que fue copiada por eljefe rebelde de la comarca de Sevilla, Ibra-him ben Hachchach.

    Aunque no han llegado hasta nosotrosejemplares de la poca emiral, estos tejidosse exportaron a la Espaa cristiana y a lospases islmicos y tambin a Europa, dondeaparecen inventariados en iglesias y catedra-les. En el Liber Pontificales se citan catorcetejidos espaoles distintos en la poca deGregorio IV, hacia el ao 844. En la vidadel papa Len IV, en torno a 855 se elogianlos tejidos espaoles y bizantinos, y Anasta-sio el Bibliotecario hace alusin a tejidos deseda spaniscum.

    El califato de Crdoba (929-1013)

    El tiraz de Crdoba tuvo tanta importanciaen la actividad palaciega que en los AnalesPalatinos de Al-Hakam II de al-Raz, basa-dos a su vez en los Muqtabis de Ibn Hayyan,

    se describen numerosos pasajes de la vidarelacionados con el taller real.

    El Muqtabis del gran historiador cordo-bs narra los sucesos ocurridos en el mbitode la Espaa musulmana entre los aos 360y 364 de la Hgira, es decir, entre los aos971 y 975 de nuestra era, durante el califa-to de al-Hakam II al Mustansir bi-llah. Sonnada ms que cinco aos, pero son los cin-co aos mejor conocidos de nuestra AltaEdad Media, segn Garca Gmez, traduc-tor del manuscrito, propiedad de la RealAcademia de la Historia. As, es posibleacercarnos a la interioridad de la vida cor-dobesa de aquellos cinco aos, como si le-ysemos un peridico actual lleno de he-chos diversos que se cuentan con todo deta-lle. Para nosotros es sumamente interesanteencontrarnos en el apartado 78 del titularque dice as: Visita del califa al tiraz: el s-bado da 24 de du-l-qada de este ao[6 de septiembre de 972] fue al califa al-Ha-kam a caballo a la Dar al-tiraz, con objetode visitarla. Al entrar en ella fue recibidopor los directores administrativos y por losdirectores de los talleres, que le rindieron eldebido acatamiento. El califa les pidi deta-lles de su trabajo y les favoreci con sus in-dicaciones [...]. Este relato termina dicien-do que el camino del califa, a la ida, habasido por la Puerta de los Judos o Bab al-Ya-hud [...], situando de esta manera el lugardonde aparece el tiraz, que sera al nordestede la ciudad y fuera ya de la medina, segnaparece situada dicha Puerta en un plano dela Crdoba califal, cerca de la actual Iglesiade San Andrs.

    Otros apartados de inters para nuestrotema seran el 77, Ascensos entre los fun-cionarios del tiraz (septiembre de 972): Enel mes de du-l-qada de este ao fue ascendi-do Abd Allah ib Ahmad, conocido por Ibnal-Iflili, al cargo de alamn y al cargo de se-

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  • cretario (katib) del tiraz. Por la misma fecha,fue tambin ascendido por eleccin entre suscolegas Muhammad ibn al-Walid, que erauno de los katibes ms sobresalientes y prc-ticos y de las gentes ms capaces y duchas enel oficio. Este dato es interesante por de-mostrar un funcionamiento interno demo-crtico. Finalmente, a travs de las crnicasde la Espaa musulmana, hemos podido en-contrar los nombres de algunos de los direc-tores del tiraz y las fechas en que ejercieronsus cargos (Partearroyo, 1996, pg. 60).

    Hasta 911 desempe ese elevado cargoRahyan, bajo el emir Abd Allah. En el ao925, siendo todava emir Abd al-RahmanIII, el paje Khalaf, el Viejo, fue puesto a car-go del tiraz. En el califato de Abd al-Rah-man III ocupaba dicho cargo Durri (941-942). Hacia el ao 961 este mismo monar-ca, primer califa, nombr como jefe del ti-raz a Yafar, el Eslavo, cargo que ostenttambin durante el reinado de al-Hakam II,segn consta en una inscripcin aparecidaen Medina Azahara. En el ao 971 le suce-di Faiq hasta 976-977.

    Desde el reinado de Abd al-Rahman II ysobre todo en el de su hijo Muhammad I,quienes gustaban de vestirse con suntuosasropas, llegaron abundantemente a Crdobalos productos de los talleres del tiraz deBagdad, de tradicin sasnida, y los egipciosde tradicin copta. De la llegada de al-An-dalus de tejidos islmicos de Oriente haypruebas materiales en nuestras iglesias, co-mo el tejido conservado en San Isidoro deLen, en el que figuran elefantes, con leonessobre sus lomos apresando aves, y una ins-cripcin en la que dice: Hecha en Bagdad,para Abu Bakr, en el siglo XI; o los sudariosde la catedral de Roda de Isbena (Huesca)de los siglos X y XI.

    Ibn Jaldun describe la forma de realizarun tiraz: Una de las manifestaciones del po-

    der y la soberana, y una de las costumbresde numerosas dinastas era la de inscribir(rahama) sus nombres, o bien determinadossignos (alamat) que haban adoptado espe-cficamente para s, en los bordes de lasprendas (thawb) de vestir, hechas de seda(harir), brocado (dibay) o seda (ibrism). Lainscripcin deba ser visible en el tejido de latrama y la urdimbre del tejido, bien con hi-lo de oro o con un hilo de color sin oro quefuera distinto del hilo del que estaba hechala prenda, conforme los artesanos decidiesendisponerlo e introducirlo en el proceso detejido. As, las tnicas reales (al-thiyab al-mulukiyya) tienen en su borde (mulama) untiraz que, como ya se ha dicho, es un sm-bolo de dignidad reservado al soberano y alas personas a las que ste quisiese honrar au-torizndoles su uso, y a todo aqul a quienconfera un cargo de responsabilidad.

    Los artesanos de la Espaa musulmanadesarrollaron diversas tcnicas textiles espe-ciales, entre las que hay que destacar el pro-cedimiento de fabricacin de unos trajesimpermeables a la lluvia tejiendo la sedamuy tupida o impermeabilizndola con unacapa de cera.

    Adems de los tiraz reales, debieron exis-tir numerosos talleres de carcter privadopara atender las demandas de la poblacin ypara la exportacin a los reinos cristianos dela Pennsula o de Europa.

    El telar de tiro

    Para comprender el funcionamiento del te-lar de tiro o de lazos, ha quedado una des-cripcin hecha por al-Nuwairi cuando narrala visita del sultn egipcio al-Sharf Sha ban,en el ao 1376, a uno los talleres del tiraz deAlejandra (Saladrigas, pg. 80, nota 15): Elsultn fue conducido a la dar-al-tiraz (casa

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  • del tiraz o taller textil) por su ministro. Des-mont, entr y subi la escalera hasta el lu-gar donde se hallaban los telares y almace-nes. Observ a cada tejedor y a su telar rea-lizando telas labradas y vio tambin las telasacabadas de diferentes colores, listas y prepa-radas para su uso en el harem. Dio vuelta alos telares, observndolos e inclinando su ca-beza para ver las partes inferiores, disfrutan-do al ver a los tejedores mientras realizabansu trabajo, haciendo correr las lanzaderas.Levant su cabeza para ver la parte alta deltelar en donde el ayudante del tejedor alzabay luego bajaba los hilos superiores (cuerdasdel ramo). Observ cmo los motivos de p-jaros, diseos geomtricos (dalar y shader-wanat) y otras formas eran realizadas pormedio de estos hilos que suben y bajan yhasta que cada uno de los pjaros u otrosmotivos estn acabados.

    Continu yendo alrededor mirndolotodo hasta que vio a un viejo tejedor traba-jando en su tela, moviendo su lanzadera

    unas veces a la derecha y otras a la izquier-da realizando de esta manera una maravillo-sa tela cual flores de primavera. El sultnentonces vio lo que estaba almacenado en eltiraz de Alejandra, a saber: brocados (zara-kish), telas decoradas a rayas (raqm) y telasde seda y oro que estaban completamenteacabadas. Escogi algunas de entre ellas pa-ra llevrselas con l y dej el resto hasta queestuviesen terminadas (Saladrigas, 1996,pg. 80, nota 15; Al-Hassan y Donald,1988, pgs. 188-189).

    Estudio histrico

    Tejidos del califato de Crdoba

    La primera de las dos piezas pertenecientesa esta poca, la Franja del Pirineo (fig. 1),procede de una de la antigua catedral deRoda de Isbena (Huesca), pues es la nicaque conserva entre sus magnficas obras pe-queos fragmentos de tejidos, con tcnicade tapicera, similar a esta pieza.

    La disposicin de cenefas decoradas conestos crculos enlazados y con un animaldentro como el pavn, el len, como smbo-los del poder del islam, responda a un pro-grama iconogrfico que vemos tambin enmarfiles, mrmoles y orfebrera. Alrededor,las flores califales de la orla con discos doblesen la base y las otras con roleos, van unidaspor sus tallos y contrapuestas, iguales a lasde las basas de mrmol del palacio califal deMedina Azahara. La pava real que llena estemedalln circular es como las que aparecenen el bote califal de marfil de al-Mugira enel ao 968. Esta franja ornamental posible-mente formara parte de una pieza de mayortamao, un pao con guarniciones de tapi-cera con crculos enlazados y animales en suinterior, como pavones y cuadrpedos, solos

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    Figura 1. Franja del Pirineo.Instituto de Valencia de Don Juan.Madrid.

  • o afrontados, igual que vemos en las cenefasde la parte superior e inferior del pao pro-cedente del enterramiento del obispo deBarcelona don Arnaldo de Gurb (1252-1284), segn la reconstruccin hipottica,que hizo Shepherd, con todos los fragmen-tos conservados de aquel pao de tapiz (She-pherd, 1978, pgs. 111-134).

    Esta secuencia de crculos con animalesdentro tambin aparece en las cuentas decollar de plata del tesorillo de la Garrucha(Almera), de la misma poca, hoy en el Ins-tituto de Valencia de Don Juan, y as comoen la caja de Roda (Gmez Moreno, ArsHispaniae, t. III, pg. F).

    La franja ornamental, banda de tiraz deHisan II, realizada con tcnica de tapicera,ms tupida que el resto de la banda, de li-gamento tafetn casi transparente, parecehaber pertenecido al comienzo o al final dela pieza, utilizada como tocado enrollado al-rededor de la cabeza como un turbante oimama, cuyos extremos descendan hacialos brazos y terminaban en flecos.

    La importancia de esta pieza radica en lainscripcin en caracteres rabes en la moda-lidad de cfico florido, por llevar la dedica-

    toria al califa, hecho que en al-Andalus espoco frecuente que aparezca en los tejidosque se han conservado hasta hoy. La inscrip-cin dice: En el nombre de Dios el Cle-mente y Misericordioso, la bendicin deDios, y la prosperidad y la duracin para elcalifa, el imam Abd Allah Hisam favorecidode dios y Emir de los Creyentes (traduccindel Archivo de la RAH, legajo 109). Pu-dindose fechar la pieza bajo el reinado deHisam II, 976-1013. Los pices de las letras,y sobre todo los alif o primera letra, termi-nan en medias palmetas; esta ornamenta-cin es tpica del cfico hispano, como sepuede apreciar en las inscripciones del mih-rab de la mezquita cordobesa y en los marfi-les califales de la misma poca (fig. 2).

    Al-Maqqari nos cuenta: Hisam el Ome-ya no dej ms insignia del califato que laoracin en su nombre desde el mimbar y lainscripcin de su nombre en las monedas yen las bandas del tiraz. Evidentemente staes una de esas bandas del tiraz o taller realcordobs, cuya ejecucin nos describe IbnJaldun con toda claridad:

    Una de las manifestaciones del poder y lasoberana y una de las costumbres de nume-

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    Figura 2. Franja ornamental deltiraz de Hissan II. Real Academia dela Historia. Madrid.

  • rosas dinastas era inscribir (rahama) susnombres, o bien determinados signos (ala-mat) que haban adoptado especficamentepara s, en los bordes de las prendas (tawb) devestir, hechas de seda (harir), brocado (dibay)o seda ibrism. La inscripcin deba ser visibleen el tejido de la trama y la urdimbre de la te-la, bien con hilo de oro o con un hilo de co-lor sin oro que fuera distinto del hilo del queestaba hecha la prenda, conforme los artesa-nos decidiesen disponerlo e introducirlo enel proceso de tejido. As, las tnicas reales (al-tiyab al-mulukyya) tienen en su borde (mula-ma) un tiraz. Es un smbolo de dignidad re-servado al soberano, a las personas a las quequisiese honrar autorizndoles su uso y a to-do aqul a quien confera algn cargo de res-ponsabilidad (Ibn Jaldun, Prolgomnes his-toriques, ed. de M. Slane, Pars, 1862-1868,citado en Serjeant, 1972, pg. 7).

    El contario a cada lado de la franja orna-mental central le aade un tpico elementoclsico hispano, como el que aparece tam-bin en el citado mihrab de la mezquita deCrdoba, que le diferencia de los tiraz egip-cios. Igualmente vemos el contario en el ti-raz de Colls del museo de Huesca, de co-mienzos del siglo XI, con el que guarda unagran relacin ornamental y tcnica.

    Este tipo de bandas aplicadas para los to-cados aparecen en un jinete del Beato mo-zrabe de Gerona, as como en dos borda-dos califales: el de Oa (Burgos) y en elSudario de San Lzaro de Autun (Francia),donde vemos a la figura de Abd al-Malik alMuzaffar, hijo de Almanzor, con un turban-te, as como otros jinetes con diferentes to-cados, hecha la pieza para conmemorar lavictoria de este personaje (Baer, 1967). Sinduda estamos ante dos piezas califales espe-cialmente buenas, y una de ellas, sin duda,perteneciente al taller real o tiraz, puestoque lleva el nombre del califa Hisam II.

    En cuanto a los colorantes utilizados pa-ra el rojo, es en ambos tejidos el quermes;hay que sealar sobre todo la utilizacin delas bayas persas, ya que no aparecern en elresto de los tejidos de este estudio.

    A la vez hay que destacar que los colorescitados en los Anales palatinos de al-Ha-kam II, de los aos 971 a 975, nos ofrecenun repertorio numeroso de colores que nosindican la riqueza de matices y aaden elnombre concreto al que se asemejan paraque no haya duda. Esto es muy tpico de lomusulmn y tambin aparecen los coloresas de puntualizados en los encargos de lascartas comerciales de la Geniza del Cairo(Saladrigas, 1996, pgs. 104 y 105).

    La tcnica en los dos tejidos es la de la ta-picera, puesto que se han conservado preci-samente por haber pertenecido a piezas ex-traordinarias que se guardaron en arquetaso indumentaria religiosa. Los fragmentos detapicera iban unidos al tafetn o louisine,pero no descartamos que se hubieran hechoalgunos samitos, pues ya se hacan los pro-cedentes de Egipto, la Persia sasnida o Bi-zancio. Los tejidos tambin han podido serparte del botn de las batallas ganadas a losmusulmanes, como el magnfico bordadocalifal de la Yubba de Oa.

    Tejidos del perodo taifa

    Tras el perodo floreciente del califato deCrdoba y la fitna o perodo de luchas civi-les, que descentralizaron el centro de podery cultura que era Crdoba, se desarrollaronpequeos reinos regionales o de taifas mu-luk al-tawaif, cada reino tendr su gober-nante y fueron importantes, entre otros, lostalleres de los reinos taifas de Sevilla, Cr-doba y Almera. Las diferentes fuentes lite-rarias nos hablan del uso de las sedas en lospalacios de Toledo, Zaragoza o Valencia, as

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  • como de los personajes importantes de lapoca que se vestan con sedas andaluses,como signo de distincin y poder.

    Aunque se siguieron haciendo tejidos detcnica de tapiz con evoluciones derivadasde los de la etapa califal, aparecen tejidos demayores dimensiones utilizados como en-voltorios de reliquias hechos enteramente deseda. Se utiliza en estos ejemplares la tcnicade samito del griego hexmitos por los seis hi-los mnimos que intervienen en su ligamen-to y del latn samitum. Como sabemos, estatcnica llegara de Oriente y tenemos piezasy fragmentos en nuestras iglesias en formade paos, como los de Roda de Isbena(Huesca), uno de ellos persa en torno finalesde los siglos X al XI. As como los otros dossamitos hallados en San Zoilo de Carrin delos Condes (Palencia), uno de ellos esplndi-do, es posiblemente siciliano decorado conguilas explayadas en blanco sobre azul ma-rino y una banda de inscripciones rabes detipo sculo-rabe (Senra, 2005).

    Debido al culto existente en la edad me-dia a las reliquias, se han conservado algunosde los tejidos que hoy podemos ver en mu-seos y colecciones eclesisticos. Asimismo,los de la colegiata de San Isidoro de Len, al-guno de ellos sirvieron de sudarios o envol-torios de reliquias de santos mozrabes quefueron llegando de al-Andalus, o de reliquiasdel lignum crucis tradas de Jerusaln.

    En los inventarios de iglesias gallegas ycastellanas figuran nombres de tejidos ara-bizados, de los que no sabemos su proce-dencia, que podra ser andalus u oriental.Otros denotan su ejecucin de Siria o Bi-zancio llamados, siracos y greciscos, pero quepertenecieron igualmente a los monasterioso personajes de la realeza y de la nobleza,quienes los regalaban como ofrenda piado-sa. Gmez Moreno (1919) public un granrepertorio de nombres y otros investigado-

    res de filologa, y en los ltimos aos (Casa-do, Serrano Niza, Serrano-Piedecasas y Va-rela, entre otros) han aumentado estos re-pertorios que en muchos casos se repiten lostrminos, como constantes de ejemplarestextiles que circulaban en los mercados delujo, como el de Sahagn en tierras leone-sas, en el Camino de Santiago, de ah la di-ficultad de atribucin a los talleres peninsu-lares o a los talleres orientales, cuando no fi-guran datos que corroboren fielmente laprocedencia, como es el caso de la epigrafau otros elementos tcnicos diferenciadores,como veremos despus a partir del perodoalmorvide.

    Dos de los tejidos del conjunto estudiadopertenecen a este perodo: el tejido interiorcon leones alados del ara de San Milln dela Cogolla, del Museo Arqueolgico Nacio-nal, y un fragmento de inspiracin persa delInstituto de Valencia de Don Juan.

    El tejido que forra el ara es de fondo azuloscuro, donde vemos parejas de grifos aladoscon perfiles escalonados amarillos y verdesesmeralda, la superficie del cuerpo lo for-man crucecitas de color rosa palo y verde.Los leones llevan un collar perlado blanco yparte del cuerpo es de ese color, as como elojo circular y parte de la boca del animal; lasorejas son amarillas. Las colas unidas formanun abanico o palmeta. Encima, y en los cua-tro ejes, hay un crculo con perlas blancas yuna flor esquemtica. Las alas estn extendi-das en sentido opuesto, terminando en unroleo, a base de trazos paralelos verdes y ro-sas. Las patas son de len, una en la zona de-lantera, y la trasera con su perspectiva esttapada por el cuerpo. En los interespacioshay decoracin de roleos vegetales en rosa.Como nota curiosa aparecen dos pasadas detrama haciendo dos finas lneas de color ro-sa formando un delgado crculo quiz. Se-gn Pilar Borrego, el tipo de samito recuer-

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  • da por el tipo de escalonado al del forro delarca de los marfiles de San Isidoro de Len,aunque ste no est analizado en la cons-truccin interna del tejido.

    El tejido de inspiracin persa (fig. 3),donde vemos parejas de gacelas afrontadasal rbol de la vida, y en los interespacios pa-rejas de aves afrontadas y con la cabeza vuel-ta, sendos animales se alimentan de las ho-jas del rbol. Fue catalogado as por Artia-no, pues los temas son comunes a los de lostejidos orientales, aunque el tono rojo delfondo y los tonos marfil y amarillo de losanimales nos hacen pensar en que posible-mente se trate de un tejido hispanomusul-mn. ste est muy en relacin con el dise-o de la arqueta de marfil que muestra aves,zorros y figurillas de danzantes, conservadaen el museo Metropolitan de Nueva York(13.141) de finales del califato cordobs aprincipios del siglo XI, segn Walter (1992),quien a su vez compara el diseo de la pla-ca de marfil con los de los tejidos.

    Tejidos del perodo almorvide (1086-1147)

    El prestigio de la dinasta abbas dio lugar auna oleada imitativa, difundida tanto haciael centro de Asia como hacia las lejanas re-giones del Mediterrneo occidental, pasan-do por la poderosa y opulenta Constantino-pla. Aqu provoc una moda orientalizan-te bien atestiguada, irradiada, a su vez, ha-cia los estados limtrofes con el Imperio ro-mano de Oriente (Valds, 2000-2001). Encuanto a los tejidos de Bagdad, sabemos quellegaron a al-Andalus y de all a la Espaacristiana, tenemos varios tejidos que proce-deran de relicarios de tipo oriental en algu-nas iglesias, como en la ya citada de Roda deIsbena (Huesca); y un ejemplar en el mu-seo de la Colegiata de San Isidoro de Len,donde dice: Hecho en Bagdad para Abube-quer [...], decorando un crculo que en-marca la escena de dos elefantes afrontadosal rbol de la vida, con unos leones sobre suslomos, y sobre los leones unas aves.

    Ms cercanos estn en cuanto a la tcnica,de lamps, diseo y colorido, los tejidos dela Persia Buida, a los andaluses de crculosllamados baldaques por Gmez Moreno.

    Entre los tejidos estudiados de este pero-do est una dalmtica que formaba parte delas vestiduras episcopales con las que fue en-terrado, en la catedral de Roda de Isbena,san Ramn del Monte, obispo de la sedeepiscopal de Roda-Barbastro entre 1104 y1126. Pertenece a uno de los equipos delpontifical ms antiguos conservados, tantoen Espaa como en Europa.

    La dalmtica es una vestidura sagrada,que llevan los diconos y subdiconos sobreel alba en la liturgia cristiana. Fue una tni-ca amplia en sus orgenes, siempre blanca,con mangas anchas y adornada con franjasde prpura; esta prenda litrgica la toma-

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    Figura 3. Tejido de inspiracin persa.Instituto de Valencia de Don Juan.Madrid.

  • ron los romanos de los dlmatas. Pero lasdalmticas cristianas se enriquecieron ade-ms con tejidos labrados y bordados conoro o plata de muy rica factura, como pue-den verse reflejadas en los mosaicos de SanAmbrosio de Miln y San Vital de Rvenaen el siglo VI. Posteriormente, entre los si-glos VIII y X, la dalmtica evolucion y dejde ser una tnica cerrada y se abri por am-bos costados, ya fuera para mayor comodi-dad de los oficiantes, ya buscara con ello elsimbolismo de la cruz.

    La dalmtica de San Ramn est confec-cionada con un tejido samito de seda azul enel anverso y beis en el reverso, aunque estmuy perdido el tono azul y aparece el colordel reverso beis predominando en la pieza.

    La ornamentacin de la pieza es sencillapero muy delicada, se centra en una franjaen las bocamangas y una cenefa o antepien la parte inferior del delantero; posible-mente existiera otra en igual en la espalda,pero no se ha conservado.

    La ornamentacin de las bocamangas, eneste caso, es en forma de cenefa de tafetn deseda o galn bordado con parejas de aves delarga cola, afrontadas a una flor de loto a mo-do de rbol de la vida y roleos vegetales. Esde arte almorvide, pero con influjos del ar-te taifa, donde vemos aves similares en los re-lieves de la Aljafera de Zaragoza. La tcnicadel bordado es la de oro tendido con hilosdobles de oropel, el diseo va rematado concordoncillo falso con hilos de seda de colorbeis, azul y rojo. Esta tcnica de bordado esislmica, similar a la de bordados iraques yfatimes, pero consolidada ya en al-Andalusen piezas grandes califales, como la Yubba deOa (Burgos), el bordado de al-Muzaffar ha-cia el ao 1007 y sobre todo en la capa deFermo con la inscripcin traducida por Rice,donde dice que est hecha [...] en Almera1116-1117 (Partearroyo, 2005, Bordados y

    tejidos de Almera, en La alcazaba de Alme-ra, en prensa). Esta esplendida capa estbordada sobre un tejido con ligamento sami-to similar al de la dalmtica de San Ramn,azul y reverso beis; en la capa de Fermo, el hi-lo azul se ha perdido igualmente, en granparte, y deja ver el color beis del anverso. Po-siblemente fueran del mismo taller almerien-se, pues no es frecuente encontrar ese tipo desamito reversible y adems esos aos coinci-den con los del episcopado de san Ramndel Monte en la catedral de Roda de Isbena(Partearroyo, 1998).

    La dalmtica sola llevar, adems, guarni-ciones mayores cuadrangulares, en las zonasinferiores centrales del delantero y espalda; laguarnicin o antepi delantera est tejida, enel mismo telar con tcnica de tapiz, cuya de-coracin se distribuye en tres bandas, en lasuperior e inferior vemos flores de cuatro p-talos alternando con rombos que tienen ins-critas ese tipo de flores. Los rombos van en-marcados por palmetas de perfil. En la ban-da central hay una inscripcin rabe en ca-racteres cficos que dice baraka bendicin al-ternando con florones de tres ptalos. La dis-posicin de las franjas de rombos recuerda ala del tejido de tapiz, tambin de poca taifa,hallado en la pequea iglesia de Colls enPuente de Montaana (Huesca), y hoy en elmuseo oscense. Se puede sealar la cercanade estos dos lugares, en cuanto a las posiblesinfluencias ejercidas entre unas obras y otras.

    Se conserva tambin otra franja de tcni-ca de tapiz con una inscripcin en rabe decaracteres cficos que dice: Bil lahi wal.barakatu min Allahi wal. yumnu... wa al.bar(al...r) wa (al-b...) (Con la ayuda de Dios yla bendicin de Dios y la prosperidad yla...), segn la transcripcin y traduccin deM. Yusuf. La inscripcin est enmarcadapor dos cenefas estrechas, decoradas conrombos y elementos vegetales esquemticos.

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  • Hay que sealar que en la policroma delas cenefas ornamentales, en el color rojo, sedetectan el quermes y el cido elgico; y enel verde, la gualda y el ndigo muy comnen los colorantes andaluses, como iremosviendo desde la poca almorvide.

    Adems exista un mercado en Barbastroen manos de la comunidad de musulmanes,judos y francos, donde posiblemente se po-dran adquirir piezas de lujo de este tipo.Algunas de ellas, singulares, se conservan enla iglesia de Roda de Isbena vinculadas a lamemoria del obispo san Ramn del Monte.

    Los dos tejidos siguientes por su coloridode tono rojo anaranjado y por su similitudtcnica responden a otro taller, diferente,posiblemente del Oriente Prximo. Se po-dran atribuir a finales del siglo XI o co-mienzos del XII. As, el tejido de inspira-cin bizantina, procedente de los enterra-mientos de los obispos Avril (1257-1269) oPere dUrtg (1269-1293) en la catedral de laSeo de Urgell (Lrida) (fig. 4). Segn Folch

    i Torres, es una pieza bizantina, la tcnica desamito y el tema podran ser bizantinos. Loscolores hacen pensar en unos tintes diferen-tes a los usados en al-Andalus oriental, porel predominio de rojo de fondo, amarillopajizo de la ornamentacin de dobles cintasque se cruzan, es el llamado cordn de laeternidad, que crea los crculos de dos ta-maos, as como el negro para los contor-nos de los temas a modo de florones abier-tos y cerrados alternando entre s; y en loscrculos menores una roseta. Por otro lado,los discos dobles, que vemos a modo demarco o separacin, en la parte superior einferior, aparecen igualmente en tejidos sa-mitos de poca taifa, como en el tejido de laarqueta de las reliquias de San Isidoro deLen, en su colegiata. As como en el su-dario persa, tambin con ligamento samito,en la catedral de Roda de Isbena (Huesca)(Partearroyo, 1993). Rosa Mara Martn locataloga como un tejido hispanomusulmndel siglo XII, por el tipo de escalonado me-nos acusado del samito e incluso encuentraparalelismo en el tejido del traje que adornael Cristo romnico denominado la MajestadBatll, del museo de Barcelona.

    El marco del ara de San Milln de la Co-golla est forrado con otro tejido que el uti-lizado en el fondo ya visto, un samito de fon-do verde azulado y lacera roja con cinta deperlas blancas sobre fondo rojo, creando es-trellas de perfil mixtilneo y polilobuladascon tramos curvos. En los espacios interme-dios tambin aparece una especie de palme-tas florales pequeas rojas con perfiles blan-cos. Las cintas crean tres tipos de estrellas.

    Los medallones de perfil mixtilneo de es-trellas de ocho puntas y trazos curvos lospodemos ver igualmente en el sudario desan Lzaro de Autun, bordado de finales delcalifato 1007, por aparecer la figura de unjinete con turbante y en cuyo escudo pone

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    Figura 4. Tejido procedente delenterramiento, en la Seo de Urgell, delobispo Pere dUrtg o Pere de Avril.Instituto de Valencia de Don Juan.Madrid.

  • almuzaffar el victorioso refirindose al hi-jo de Almanzor, Abd al-Malik; estas figurasdentro de medallones lobulados alternancon las estrellas polilobuladas, exactamentetratadas con el collar cintas de color rojoperladas, en el bordado con discos de oro,sobre fondo azul plido (Baer, 1967). Se po-dra hablar de que hubo influencias mutuas,o de nuestro arte hispanomusulmn en elexterior, en el Oriente Prximo, como re-sultado de los intercambios comerciales.

    Uranga e Iiguez (1971) comparan esasformas a las celosas de la mezquita de Cr-doba en la zona de la ampliacin de Al-manzor. Tambin podemos ver ese tipo dedecoracin en un mrmol califal proceden-te de Mlaga con curvas replegadas y floresen los huecos (Gmez Moreno, Ars Hispa-niae, t. III, pg. 180, fig. 243a).

    El tejido de crculos con leones del Insti-tuto de Valencia de Don Juan (fig. 5) pre-senta filas de crculos no tangentes que tie-nen en su interior parejas de leones espalda-dos y con la cabeza vuelta, en medio de elloshay una fina palmeta a modo del rbol de la

    vida. Los espacios entre los crculos se lle-nan con estrellas de ocho puntas que con-tiene discos en su interior. La decoracin secompleta con atauriques estilizados, entrelos que vemos hojitas disimtricas. Los co-lores empleados son: el rojo plido, para ladecoracin sobre fondo marfil; el oro entor-chado se utiliza para las cabezas de los leo-nes y los discos de las estrellas.

    Muy similares son los del Museo Arqueo-lgico Nacional, procedentes de Cuenca, ydel Museo de Len, procedentes de un se-pulcro de la catedral.

    De todos estos tejidos, donde la variedadde modelos es grande, dentro de temas si-milares con variaciones de animales comoleones (stos son los ms abundantes, ade-ms de grifos y aves), podemos observar quetodos ellos son distintos entre s, dando lu-gar a pensar que se trataba de hacer mode-los exclusivos para cada cliente o para losmercaderes que luego los vendan, aumen-tando de esta forma su valor.

    Otro tejido del Instituto de Valencia deDon Juan, el de las aves (n. de inventario

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    Figura 5. Tejido de crculos conleones del Instituto Valencia de DonJuan. Madrid.

  • 2087), presenta sobre fondo rojo empalide-cido una distribucin de los temas ornamen-tales en color marfil, a base de crculos consegmentos dobles en la parte superior e infe-rior de los mismos y valos en los espaciosintermedios. Los crculos contienen parejasde aves espaldadas, con larga cola y tienen lasalas separadas por un fino tallo vertical, delcual parece que estn picando como si fuerael rbol de la vida, con las cabezas vueltasmirndose, stas son de oro entorchado,muy gastado debido al deterioro del tejido, yqueda visible la fina pelcula de piel de tonoennegrecido. En los valos hay tambin pa-rejas de aves afrontadas, pero con las cabezasvueltas hacia el otro lado, el eje de separacinest marcado por un fino tallo vegetal, quedesciende y separa, asimismo, los crculos.Este fragmento procede de una coleccin dePalma de Mallorca.

    Hay un fragmento en el museo de Vich,el Tejido de san Daniel, que procede de susepulcro, en la iglesia de Santa Ana de Bar-celona, trado segn la tradicin, por el con-de Ramn Berenguer IV tras la conquista deAlmera a los almorvides en 1147. Otrofragmento hay en la Fundacin Abegg deBerna. Momento que concuerda con la ads-cripcin al perodo almorvide al que veni-mos atribuyendo este tipo de piezas.

    Este tipo de tejidos tambin figur reutili-zndose entre las imgenes romnicas, comola del Cristo del Museo de Barcelona, dondeun tejido con aves apareci envolviendo reli-quias dentro de un hueco para el relicario,con la fecha 1147, de la consagracin delCristo (Martn i Ros, 1992, pg. 28). Porotro lado, este tipo de Cristos en Majestad,como el de la Majestad Batll, llevaban unatnica de tejidos que imitaban a los musul-manes de esta serie con crculos, rosetas yuna franja en el borde inferior de la tnica,imitando las inscripciones rabes cficas.

    Tejidos almohades

    Segn Ibn Jaldun, los almohades duranteel primer perodo de dominacin no adop-taron esa institucin (del tiraz), puesto quese regan por el ideal de piedad y sencillezque haban aprendido del imn Muham-mad al-Mahdi ben Tumart. Se mostrabanreacios a vestir seda u oro. As pues, el car-go de inspector del tiraz qued suprimidoen su corte. No obstante en la ltima pocade esta dinasta, sus descendientes adopta-ron, en cierto modo, este uso [...]. sta se-ra la causa de que existan menos ejemplaresdel segundo tercio del siglo XII.

    A finales del siglo XII van apareciendo lostejidos realizados para los reyes Alfonso VIIIy Leonor de Inglaterra, fundadores del mo-nasterio de las Huelgas de Burgos, en 1187,en cuyo panten real fueron enterrados, jun-to a sus hijos, como los del infante don San-cho. Igualmente los de Mara de Almenar,hija de Armengol, el Castellano, dama quevivi en la corte castellana y a la que perte-necen esplndidos tejidos, que relacionare-mos con otros como los de las vestiduras li-trgicas de Ximnez de Rada. La dalmticade este conjunto era, como sola en este tipode piezas, blanca. sta se realiz con seda na-tural de color blanco amarillento, por el pa-so del tiempo quiz, labrado con filas de ro-leos vegetales que se enroscan y terminan encogollitos contrapuestos. En los interespaciosvemos estrellas de cuatro puntas y un atauri-que menudo. Estos motivos ornamentalespudieron tener su antecedente en los que de-coran la superficie de los ciervos de broncecalifales con ornamentacin incisa muy simi-lar, que los expertos en estas esculturas debronce describen siempre como simulandoel sentido textil. El tejido con ligamento lam-ps ofrece un aspecto adamascado, en el quese destaca la ornamentacin de las tramas

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  • blancas de la seda sin torsin sobre el blancodel fondo, y es a lo que llamaran diasproen los documentos medievales del griegodiaspron dos veces blanco (Francesque Mi-chel se basa en el color blanco para estableceresta etimologa, que recoge Alfau, 1969,pgs. 118-120, para los tejidos del siglo XIII,esta autora piensa que se tratara de algunaparticularidad tcnica, pues tambin los ha-ba de colores). Aunque tambin figurandiaspros de colores. Hay otros tejidos quemuestran este mismo tema de roleos como eldel atad del infante don Sancho (1181) enlas Huelgas de Burgos, pero ste es en colorgrisaceo. En las zonas centrales del delanteroy espalda de la parte inferior de la dalmticahay guarniciones rectangulares cosidas deotro tejido con tcnica taquet, decoradascon crculos brochados de oro y bordeadosde lneas concntricas de color negro y pal-metillas del mismo tono. Dos franjas dondese lee la palabra rabe en cfico al-yumn (lafelicidad), escrita de forma simtrica sirvende marco a otro diseo de medallones decuatro lbulos con lazo en las esquinas y es-trellas de ocho puntas. Este tejdo se asemejaal de la almohada de Mara de Almenar ha-cia 1200, en las Huelgas de Burgos y el delobispo de Compostela Bernardo que ejercisu episcopado entre 1225 y 1235.

    Las mangas son anchas y van ornamenta-das con unas franjas de 25 cm en las boca-mangas con un tejido de similares caracte-rsticas y la invocacin rabe en cfico quedice: Rahman Clemente, refirindose aAllh. La parte superior del pecho y de la es-palda se decora con una franja de 7 cm.Donde se lee la palabra baraka (bendicin).La ornamentacin se completa con estre-chos galones, hechos en telar de cartones,alrededor del cuello y la abertura de hom-bros, y que descienden perpendicularmenteen el delantero y la espalda.

    El alba de Ximnez de Rada es de lino na-tural color crudo con ligamento tafetn olienzo, e iba ornamentada en los puos, ytambin con dos guarniciones cuadrangula-res, de 54 cm por 18 cm, que enriquecan lapieza, en las zonas centrales inferiores delornamento, la de parte delantera, falta ac-tualmente y se conserva la otra simtrica enla parte posterior de la misma. Esta guarni-cin est formada por un tejido con dos fi-las de crculos dorados bordeados de sedaazul, de dos tamaos, creando un esquemacuadrado por medio de una palmetilla azuloscuro. El ligamento es el lamps con bro-chado de nido de abeja en los crculos yestrellas en los intersticios, igualmente bro-chadas con espoln y franjas con inscripcio-nes; y se considera una derivacin de loscrculos almorvides que contenan elemen-tos figurativos cada vez ms esquemticos yhan dado paso al esquema cuadrangular conadornos de discos dorados en las esquinas,en la poca almohade (Martn i Ros, 1999,pg. 33). Este tejido de la guarnicin del al-ba contina con una zona en taquet condiseo de granadas y alif o pices de letrascficas. Los puos del alba se adornan conun tejido del mismo tipo taquet, con fran-jas de elementos vegetales, combinadas coninscripciones cficas que dicen alyumn (lafelicidad), y de crculos con rosetas.

    Las vestiduras del arzobispo don RodrigoXimnez de Rada se asemejan tcnica y or-namentalmente con otros tejidos anteriores,como el del infante don Sancho (1181) ycomo la almohada de Mara de Almenar, enlas Huelgas; a las del obispo compostelanoBernardo (1225-1235), enterrado en SantaMara del Sar, de Santiago de Compostela(Villaamil y Castro, 1907); y al pao de do-a Menca de Lara del monasterio de SanAndrs del Arroyo (1227) (Gonzlez,2005). Estas semejanzas nos permiten supo-

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  • ner que no fueron regaladas por el sultn oemir de Granada a san Fernando y que ste,como homenaje pstumo, se las regalara asu vez al arzobispo, que como hiptesispensaba el marqus de Cerralbo y se vienerepitiendo como cierto, sino que fueran ad-quiridas en una poca anterior, dentro del

    primer tercio del siglo XIII, al comercio exis-tente de piezas de lujo, coetneas a los teji-dos de las Huelgas.

    La veneracin de las reliquias de san Vale-ro en el siglo XIII hace que en la catedral deRoda de Isbena (Huesca) se realice un ter-no completo para celebrar la fiesta del santo,en el siglo XIII, posteriormente es llevado a lacatedral de Lrida en el siglo XV para restau-rarlo y se adapta a la nueva modalidad de in-dumentaria litrgica de ese momento, deah que se cortaran algunos trozos que hoyestn repartidos en diferentes museos.

    En este estudio tenemos seis fragmentos,dos de ellos pertenecientes a las dalmticas,otro a la capa, as como otros tres a la casu-lla, del Instituto de Valencia de Don Juan.Tras las restauraciones de hace unos aos enla Fundacin Abegg de Berna, se conservanlas piezas en el Museo Textil y de Indumen-taria de Barcelona.

    En la dalmtica de san Valero (figs. 6 y 7),del Instituto Valencia de Don Juan, la orna-mentacin se crea a base de unos cuadrados,configurados al cruzarse de forma transversalunas bandas estrechas de lacera de oro sobrefondo azul celeste intenso. El interior de loscuadrados se llena con estrellas o rosetas lobu-ladas de lazo de ocho puntas. En cada esqui-na de los cuadrados hay unos puntos dorados,como si se tratase de unos clavillos de oro deuna obra de orfebrera. En las interseccionesde los cuadrados se dibujan pequeos cuadra-ditos de seda verde, que podran recordar es-meraldas, ofreciendo un aspecto general de la-bor de orfebre, por la finura de las lneas do-radas entrecruzadas bordeadas de seda roja. Eldiseo de este tipo de estrellas o rosetas lo po-demos ver desde los mrmoles califales, comoen uno con el nombre de al-Hakam I (GmezMoreno, 1951, fig. 242), o en la decoracinde arte taifa de la Aljafera de Zaragoza delmuseo de Zaragoza, (Gmez Moreno, 1951,

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    Figura 6. Dalmtica de san Valero.Lamps. Instituto de Valencia de DonJuan. Madrid.

    Figura 7. Dalmtica de san Valero.Tapiz. Instituto de Valencia

    de Don Juan. Madrid.

  • fig. 298d). Otro ejemplo de ese tipo de rose-tas lo encontramos en un tablero del almim-bar de la mezquita de los andaluses de Fez,especialmente los del respaldo, al-Andalus. Fi-nalmente, hemos aludido al aspecto metlicode estas piezas por el oro utilizado, recordan-do igualmente los diseos de las decoracionesgeomtricas miniadas en coranes de la pocaalmorvide y almohade hechos tanto en Cr-doba, Valencia o Sevilla, como en el norte defrica (S. Khemir, 1992).

    La capa de San Valero se conserva igual-mente en el Instituto de Valencia de DonJuan (fig. 8). Sobre fondo blanco, vemosrectngulos alineados a modo de sillares quecontienen en una fila rosetas estrelladas deocho lbulos formadas por el entrecruza-miento de segmentos de circunferencia, al-gunos de los cuales se prolongan y llenan las

    esquinas de lacera, el centro lo ocupan flo-res de ocho ptalos, blancas. La otra fila derectngulos contienen lacera formada porcinta con base de lazo de ocho, sobre pe-queos fondos verde, azul y blanco, y en elcentro una roseta de ocho ptalos. Alternanen filas los dos diseos, creados por cintasde oro con perfiles rojo.

    Podemos ver una similitud en la disposi-cin de estos motivos con los que decoran elalmimbar de la gran mezquita de Argel. In-cluso en la mezquita de Crdoba vemos enlos pilares delante del mihrab unos cuadradoscon dos tipos de estrellas similares a los de es-te tejido. Pero donde la similitud ornamentales mayor es con los diseos de miniaturas decoranes de pocas almorvide y almohade,utilizando los mismos motivos con igualescolores y oro, realizados en Valencia y Sevilla.

    59Figura 8. Capa de san Valero.Instituto de Valencia de Don Juan.Madrid.

  • La semejanza tcnica y ornamental con eltejido de la cruz que adorna el atad de En-rique I (1217) en las Huelgas, como ya ha-ba sealado Gmez-Moreno, nos hace ade-lantarlo de fecha hasta los primeros aos delsiglo XIII e igualmente la semejanza tcnicacon el tejido de las msicas del Archivo deVich, que estudiamos a continuacin, haceadelantar la fecha de esta pieza.

    El tejido de las msicas (fig. 9), tambindel Instituto de Valencia de Don Juan, pre-senta sobre fondo color rojo un diseo concintas de oro filas de crculos, de dos tamaos,enlazados. Los crculos mayores son de 8 cmde dimetro con el fondo dorado, contienenparejas de figuras femeninas sentadas de fren-te y tocando una pandereta. Las msicas es-tn dispuestas simtricamente y sirve de ejeuna lmpara de mezquita de color blanco,que cuelga de la parte superior del medalln.En la plataforma, las caras de las figuras fe-

    meninas y las manos son blancas. Los cafta-nes o tnicas son verdes, rojos y azul marino,respectivamente, con crucecitas doradas, tpi-co de los talleres andaluses, desde tejidoslamps del siglo XII. Las panderetas son dora-das con perfiles rojos. Los crculos menores,de 4 cm, contienen lazos de ocho puntas, do-rados sobre fondo blanco y una pequea es-trella en el centro.

    En cuanto a la tcnica es la misma que lade varios tejidos documentados de princi-pios del siglo XIII, como el de la cruz del fo-rro del atad de Enrique I de Castilla, quefalleci en 1217, en el panten real de lasHuelgas de Burgos. As como la capa del ter-no de san Valero, procedente de la catedralde Roda de Isbena (Huesca). La decora-cin, aunque es de reminiscencia persa, tam-bin apareca ya en los marfiles califales, estetema de crculos con dos figuras en el inte-rior sentadas sobre plataformas y tocandoinstrumentos musicales. Lo tpico del si-glo XIII es la creacin de marcos circulares ylas estrellas de ocho puntas, a base de cintasque forman lazos entrecruzados, el coloridode fondo rojo entronca con lo nazar. Piezasafines en lo decorativo, pues estn ejecutadascon tcnica de tapiz, son la almohada de lareina Berenguela de Castilla, en las Huelgas(1246), y el tejido del obispo Gurb de la ca-tedral de Barcelona, hoy en varios museos, seatribuyen al primer tercio del siglo XIII, ascomo el de las damas que brindan levantan-do sus copas del Cooper Hewit Museum deNueva York. Todas estas figuras estaran rela-cionadas con escenas del banquete celestial.Hay que recordar que en al-Andalus fueronfamosas las mujeres msicas de beda.

    Estos tejidos de las msicas con pandere-tas, unas quince piezas, que proceden de lacatedral de Vich, fueron aparentemente cor-tadas de un tamao circular para colocar de-bajo de las grandes protuberancias circulares

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    Figura 9. Tejido de las msicas.Instituto de Valencia de Don Juan.Madrid.

  • de los libros de coro y se encontraron entrelas hojas de un manuscrito del siglo XIII deVich y las adquirieron coleccionistas europe-os y americanos. El Instituto Valencia deDon Juan compr cuatro fragmentos a donApolinar Snchez Villaba en 1928 al preciode 10.000 pesetas, cifra significativa paraaquella poca, lo que nos da una idea de lavaloracin de este tejido entonces.

    Finalmente est el fragmento de guarni-cin del paramento de tcnica de tapiz de ladalmtica de san Valero (fig. 7). Este peque-o fragmento est cortado con tijeras del pa-ramento cuadrangular que adornaba una delas dos dalmticas del terno de san Valero,como guarnicin hecha con tcnica de tapizen el mismo telar, curiosamente se puede ob-servar que tiene algn componente diferen-te, como el t negro para el tono beis, al deltejido con ligamento seudolamps, del frag-mento de la dalmtica del Instituto de Va-lencia de Don Juan, por lo tanto pertenece-ra lgicamente a la otra dalmtica. Est de-corado sobre fondo de oro, con cintas muyfinas de lacera blanca que forman estrellasde ocho puntas y medallones polilobulados.Las laceras se asemejan a las que decoran lasyeseras del saln de la Chimenea, en el pa-lacio de la Aljafera de Zaragoza de arte taifa,como posible antecedente ornamental. Lacenefa siguiente muestra otra lacera de doscintas que se cruzan, y la tercera franja mues-tra parte de la inscripcin, que dice: [...] Al-Daim-wa-al- Yumn [...] ([...] continua y laprosperidad [...]), en color rojo en caracteresthult andalus. Son palabras de buenos de-seos de felicidad y salud continua para el quelo lleva, frecuentes en este tipo de guarnicio-nes de tapicera, como otro de este mismoInstituto, perteneciente a otra pieza, y proce-dente de la coleccin Soto Posada de Cangasde Ons (Asturias). La pieza fechada ms an-tigua de esta serie es la de la almohada de la

    reina Leonor de Aragn en las Huelgas deBurgos, 1244, aunque ya aparece en las dal-mticas de san Valero, que por la tcnica deltejido al que decoran y que forman parte delas mismas urdimbres.

    Tejidos del perodo nazar

    Durante el siglo XIII de la etapa nazar hayuna evolucin lenta en el aspecto ornamen-tal, con respecto al perodo final almohade,lo que hace llegar a decir a Gmez Morenoque el siglo XIII vive ms de lo nuestro sin in-fluencias extranjeras en las artes suntuarias.

    As ocurre con la capa del infante don Fe-lipe de Castilla y Len, anterior a 1274, fe-cha de su muerte, de la que existe en el Ins-tituto de Valencia de Don Juan un frag-mento (n. de inventario 2069). Los temasornamentales se distribuyen en tres bandasparaleles en sentido horizontal. En la cen-tral se lee la palabra rabe baraka (bendi-cin), escrita en caracteres cficos, con loslif terminados en medias palmetas y apare-ce dispuesta simtricamente con simetra deespejo de derecha a izquierda y de forma in-vertida. Este tipo de bandas con escritura si-mtrica se da por primera vez en el tejido dela indumentaria de la reina Leonor de Ara-gn (1244), en las Huelgas de Burgos. Eldiseo mayor en la amplitud del tejidomuestra medallones de ocho lbulos, conunas aspas en el interior. La banda del ladosuperior contiene estrellas o medallones for-mados por segmentos cuadrados y lobula-dos, con cuadrados en su interior e inscritasunas flores de cuatro ptalos; en los espaciosintermedios se crean unas crucetas con es-trellas de ocho puntas y atauriques. Lasbandas estn separadas por finas lneas detramas rojo y marfil formando rayas; y otrade estas cenefas crea un ajedrezado. Los co-lores son oro, marfil y azul, formando un li-

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  • gamento taquet. El diseo es muy similaral de la casulla de san Valero.

    De igual fecha es el Pellote del infantedon Felipe o sobretnica de amplias sisas,que llevaban tanto los caballeros como lasdamas en la Edad Media, estaba forrado depiel de conejo o de marta y de ah viene sunombre del latn pellis (piel). El tejido estdecorado con una red de lacera geomtricaque crea estrellas de ocho puntas, que con-tienen rosetas de ocho lbulos. En los inte-

    respacios se forman, a su vez, otras peque-as estrellas de ocho puntas con atauriquecruciforme en el interior. Este tipo de orna-mentacin la vemos muy similar en unmrmol califal procedente de Mlaga quefigura en el Ars Hispaniae, v. III, f. 242 c.que podra ser el precedente ornamental.

    El pellote termina en franjas ornamenta-les que decoran la parte inferior del mismo,dos de ellas con inscripciones cficas que di-cen al-yumn, la felicidad, con simetra quesirve de marco a la central, con cuatrilbulosy estrellas de ocho puntas, as como unas lis-tas de colores con pequeos discos de oro.Es muy similar al pellote de Leonor de Ara-gn, anterior a 1244, procedente de su ajuarfunerario, uno de los mejores conservadosen el Panten Real de las Huelgas de Burgos.Lo que nos ofrecera una fecha entre 1244 y1274 para este del infante don Felipe.

    De este perodo es igualmente la casulla desan Valero (fig. 10), del Instituto de Valenciade Don Juan (n. de inventario 2080).Muestra filas de medallones de ocho lbuloscon unas aspas en el interior y, en los espaciosintermedios, estrellas de ocho puntas rodea-das de finos roleos y atauriques, todos estostemas ornamentales se realizan en oro sobreel fondo azul celeste intenso. Esquemas simi-lares se encuentran en el pao funerario dedoa Menca de Lara, que muri en 1227,abadesa de San Andrs del Arroyo (Palencia);y en la casulla de Ximnez de Rada, 1247,aunque en estos dos tejidos el diseo destacade forma adamascada y es en lamps blancosobre el fondo del mismo color. De tal modoque en los de la casulla del terno de san Vale-ro y capa de don Felipe son ms ricos por elempleo del oro abundantemente, y la tcni-ca de taquet en que est realizado todo el te-jido, tambin seran un poco posteriores.

    Otros fragmentos son el de las estrellascon parejas de leones en el interior y el de

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    FIN

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    Figura 10. Casulla de san Valero.Instituto de Valencia de Don Juan.Madrid.

  • bandas con inscripciones rabes cficas,muy deterioradas en su base, que dicen al-yumn (la felicidad), o la prosperidad, comose observa en los fragmentos bien conserva-dos de esta casulla, igual que en la capa delinfante don Felipe.

    En torno a esta poca existe una serie detejidos mudjares, hechos por encargo delos reyes y la nobleza a los talleres andalu-ses o posiblemente tambin a talleres deCastilla. Es el caso de un grupo de tejidosrealizados con la tcnica denominada en losinventarios medievales pannus de areste,draps dareste, cloth of areste y ad spinum pis-cis, por su labrado con aspecto de puntas dediamante para el fondo y los motivos deco-rativos diseados en forma de espina depez; donde vemos animales, temas vegetalesy geomtricos, as como escudos herldicos.Fueron identificados por King con los teji-dos citados en dichos inventarios, sin saber-se su origen. El hecho de haberse encontra-do en el Panten Real de las Huelgas deBurgos numerosos ejemplares desde finalesdel siglo XII y durante el XIII hizo pensar alos historiadores y estudiosos de la tcnicatextil, como Vial y sobre todo Desrosiers,que se trataba de tejidos realizados en talle-res espaoles, hechos por encargo de la ca-sa real de Castilla, como el de Alfonso VIII,anterior a 1214, decorado con castillos deoro sobre escudetes rojos; o el de la cofia deEnrique I, c. 1217, diseado con calderospertenecientes a la familia de Alvar Nezde Lara, miembro de la nobleza castellana ytutor del joven rey. El ms antiguo pareceser el hallado en el reconditorio del Cristo1147, hoy en el Museo de Indumentariade Barcelona, realizado en torno a esa fechade 1147.

    A este grupo pertenece el tejido de aristade los leones rampantes (fig. 11). Este frag-mento del Instituto de Valencia de Don

    Juan, con franjas de leones afrontados enazul celeste intenso sobre amarillo pajizo, ya la inversa, es de doble cara, pertenece a es-ta serie y forraba una arqueta de marfil his-panomusulmana de don Alejandro Pidal.

    Shepherd (1958) por el tema de orna-mentacin de alguno ellos de tipo musul-mn, como las estrellas, de ocho puntas einscripciones rabes, junto con otros ele-mentos cristianos e incluso herldicos y sudisposicin a tresbolillo, repetitiva como losde tipo musulmn, los denomina mudja-res. Martn i Ros (1992) los identifica comode talleres almohades andaluses.

    El tipo de tejido que se observa en la capadel abad Biure, abad del monasterio de SanCugat del Valls (Barcelona), del que se con-serva un fragmento en el Instituto de Valen-cia de Don Juan (n. de inventario 2057),fue denominado medias-sedas por Falke, quelos atribua a Regensbourg (Alemania), por

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    Figura 11. Tejido de los leones.Instituto de Valencia de Don Juan.Madrid.

  • existir un tejido de este tipo en su catedral; yfilosedas por Gmez Moreno, estn hechoscon camo para la urdimbre interna y linopara el hilo interno del oropel y solamenteseda para la urdimbre de ligadura y la tramaornamental, con ligamento samito.

    Shepherd sugera que estos tejidos pudie-ron ser hechos por tejedores mudjares enCastilla, tanto por los materiales utilizados,el oropel rebajado con plata y el escaso usode la seda dejndola slo para la decoracin,y no para la parte interna del tejido; pues esafibra sera ms difcil de conseguir que en al-Andalus, donde se produca, como por la te-mtica pues se trata de imitaciones toscas delos lampas almorvides, con crculos y pare-jas de animales: pavos, leones, guilas y gri-fos. En estas filosedas se incluyen bandas deescritura pseudocfica, como recuerdo de laescritura andalus, pero realizada por alguienque no conoce o no escribe bien esa lengua.Asimismo, Shepherd sugera que al igualque se trajeron alarifes de al-Andalus parahacer las yeseras del claustro de San Fernan-do de las Huelgas de Burgos, decoradas conestos mismos motivos entre 1230 y 1260, sepudieron traer tejedores a esta ciudad, don-de se conserva un grupo de tejidos de indu-dable afinidad, seis forros de atad en el mu-seo de las Huelgas, todos del siglo XIII. As

    como la almohada de Sancho IV, en la cate-dral de Toledo; o el del pao que cubra elcuerpo de Alfonso X, en la catedral de Sevi-lla, y el forro del atad del infante Alfonso(1291), hijo de Sancho IV, en Valladolid.

    La prueba de que estos tejidos eran he-chos de encargo para la casa real de Castillay Len, es el tejido con escudos de castillosy leones, de la indumentaria del infante Fer-nando de la Cerda, hijo de Alfonso X, quemuri en 1275. Estos tejidos de considera-ble grosor fueron tambin utilizados paraotras piezas de indumentaria religiosa comola dalmtica dAmbazac, cuyo estudio yanlisis tcnico realizado por Shepherd yVial (Shepherd y Vial, 1978) determinaronla adjudicacin a los talleres mudjares deeste grupo textil.

    Finalmente tenemos los tejidos nazares,denominados tambin sedas de la Alhambra,siglos XIV y XV, por su semejanza con los di-seos en yeseras y alicatados, que decoran elpalacio nazar granadino. As, en el tejido delas palmas (figs. 12 y 13) la decoracin es desebqa o red de rombos formada por palmasde hojas asimtricas, creando arcos, bajo loscuales se cobijan letreros cficos, que termi-nan en lacera en la modalidad del cficoanudado donde se lee la palabra alyumn (laprosperidad), escrita de forma simtrica. Las

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