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METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN bibliográfica, archivística y documental DR. ERNESTO D E L A TORRE VILLAR / Profesor e investigador \ Universidad Nacional Autónoma de México LIC. RAMIRO NAVARRO DE ANDA Profesor e Investigador Universidad de Guadalajara Universidad Nacional Autónoma de México McGRAW-HILL MÉXICO BOGOTÁ BUENOS AIRES CARACAS GUATEMAU ' USBOA MADRID NUEVA YORK PAflAMÁ/;l|i^AN JUAN SANTIAGO SAOPAUUO AUCKLAND HAMBURGO •¡ÍLONDRES MONTREAL NUEVA [)F.LHI PARÍS «SAN FRANCISCO SINGAPUR • ST. LOUlS SIDNEY . TOKIO TORONTO

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METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

bibliográfica, archivística y documental

DR. E R N E S T O D E LA T O R R E V I L L A R / Profesor e investigador \ Universidad Nacional Autónoma de México

LIC. R A M I R O N A V A R R O D E A N D A

Profesor e Investigador Universidad de Guadalajara Universidad Nacional Autónoma de México

McGRAW-HILL MÉXICO • BOGOTÁ • BUENOS AIRES • CARACAS • GUATEMAU ' U S B O A MADRID • NUEVA YORK • PAflAMÁ/;l|i^AN JUAN • SANTIAGO • SAOPAUUO

A U C K L A N D • H A M B U R G O • ¡ Í L O N D R E S • M O N T R E A L • N U E V A [)F.LHI

P A R Í S « S A N F R A N C I S C O • S I N G A P U R • ST. LOUlS

S I D N E Y . T O K I O • T O R O N T O

SUMARIO

Páginas WCLIMINAR xi

CAPhuiO PRIMERO

EL MÉTODO CIENTÍFICO 1

A. Consideraciones generales 1 B. Definición V explicación del método • .H' : . r í - ; . 2 C. Fases o etapas del método 4 D. El método en la investigación bibliográfica y documental 6

CAPÍTULO SEGUNDO

EL PROaSO DE INVESTIGACIÓN: SUS ETAPAS LA ETAPA DE INVESTIGACIÓN 8 /. Preliminar 8

A. La elección del tema / 8 B. La fijación del tema 13 C. La hipótesis de trabajo 13 D. La obtención del conocimiento. Sus fuentes 15 E. Las condiciones necesarias para la investigación 24 F. La búsqueda y utilización de las fuentes 26

1. El empleo de las bibliotecas 29 G. La bibliografía ,30

Antecedentes, finalidades y formas o carácter 30 1. Finalidades de la bibliografía 31 2. Carácter de las bibliografías 33

"í El registro de las fuentes 35 A. Principios generales. Su finalidad 35

vtii SUMARIO

Páginas

B. Los elementos del registro. Su análisis 40 I. En los libros 40

1. Nombre del autor o autores 41 a. El autor, persona física 41 b. Nombres de autores clásicos, griegos y latinos 44 c. Escritores de la Edad Media y Renacimiento 45 d. Nombres de autores con títulos específicos 45 e. Nombres de dignidades eclesiásticas 47 f. Nombres de santos 47 g Nombres de gobernantes 47 h. Seudónimos . . . 48 i. Nombres de compiladores 49 j . Registro de coautores 50 k. Colecciones 51 I. Registros de autores corporativos 52

m. Publicaciones oficiales 53 n. Registro de un trabajo particular en una obra colectiva 55

2. El titulo 56 a. Generalidades 56 b. Obras sin mención de autores 58 c. Registro en bibliografías críticas 58 d. Casos especiales 59

3. Nombre del prologuista y del traductor 59 4. Número de volúmenes y de edición 59 5. Píe de imprenta

a. Explicación general b. Lugar — • Í ^«..»»Í._ . ;

c. El editor, impresor o casa editorial .T" •": o i d. La fecha o fechas de impresión V edición &2

6. Número de páginas e indicación de si llevan mapas, gráficos, tablas e ilustraciones 63 a. Normas generales 63 b. Paginación en atlas y obras de arte 64

7. Nombre de la colección o serie 65 II. En las publicaciones periódicas 65

a Título 66 b. Periodicidad .' 66 c. Contenido 66 d. Su dirección y orientación 66 e Designaciones 66 f Su registro 68

1. Periódicos generales 68 2. Periódicos científicos 70

III. El registro de los artículos contenidos en las publicaciones periódicas 71 a. En publicaciones de infomiación general 72 b. En periódicos científicos 74 c. Registréis abreviados 76 d. De separatas y sobretiros 77 e. Conformación y uso de las siglas 77 f. Ejemplos de tarjetas bibliográficas y sus elementos 79

60 60 60

Páginas ///. El proceso de captación del material en la investigación 68

a. La diagnosis .-rT gg b. La tarjeta o ficha de trabajo gg

- c. Sus elementos. Análisis de los mismos gQ 1. El regesto, resumen o cabeza gg 2. La fuente g-j 3. El contenido g- 4. Las observaciones g-|

IV. La documentación 94 a. Objeto, fin y método de la documentación 96

V. La investigación en losarchivos. Registro yutilización de los manuscritos 97 1. Observaciones generales 97

a. Los archivos. Concepto 97 b. Los media 101

2. Principios básicos en la archivología 101 a. La descripción de los documentos 102 b. Formación de los catálogos 102 c. Nonnas para la descripción 103

I Caracteres externos 104 a. Clase 104 b Formato 104 c. Unidades archivables 105 d. Cantidad y forma 106

II. Caracteres internos 106 a. Persona o entidad productora y destinatario 106 b. Orígenes funcionales y carácter del documento 107 c. Lugar y fecha de expedición 107 d. Materia o contenido sustantivo 108

3. Organización de los archivos y localización de documentos 110 4. Los archivos privados 112

f^. El registro de los documentos 113 ^ -<a. Elementos deregistro de los documentos 113 -Rv/ 1) Carácter del documento O denominación 114

' ( 2) Autor y destinatario 114 ' 3) Procedencia, destino Y fecha 114 ! 4) Contenido 114 I 5) Localización , 114

6) Observaciones 116 ~ 6 . Elaboración de las tarjetas de trabajo de los documentos 118

a. Sus elementos 118 1) Regesto 118 2) Descripción 118 3) Localización 4) Observaciones

7. Las colecciones documentales y la transcripción de los documentos a. Normas generales b. Normas para la presentación de textív- reducidos

SUMARIO

Páginas

c. Normas para la presentación íntegra de los documentos 124 1) La transcripción literal o textual 125 2) La transcripción modernizada 126 d Observaciones sobre la transcripción literal 127 e Observaciones sobre la transcripción literal modernizada . 127

CAPÍTULO TERCERO

LA ETAPA DE SISTEMATIZACIÓN U ORGANIZADORA 133

A. Explicación general 133 B. ' Organización del material 135 C. Comprobación del material 140 D. El esquema definitivo de trabajo 140

CAPÍTULO CUARTO

U ETAPA EXPOSITIVA 144

/. Explicación general 144 //. El discurso científico . ' 145

a. Su significación 145 ?-b. Sus partes 147

c. La redacción del discurso científico 151 d El aparato crítico 151

1 Sus funciones 152 ^2. Forma de elaborar el aparato crítico 153 —3. Fomria de las citas o notas 155

///. Las locuciones y su empleo en el discurso científico 156 -- a Abreviaturas y locuciones WliteMÍitesiJaíep las tajílasW

rato critico 156 — b. Instrucciones para el uso de las abreviaturas Y locuciones latinas 157 - ^c. Ejemplos de texto y aparato crítico 161

/V. Las locuciones Y citas especiales ^ 165 a. En las obras literariaj y lingüísticas 165 b. En las obras jurídicas y legales 166 c. Obras sacras Y teológicas 168

V. La elaboración del texto 172 a. Explicación general 172 b. Verdad y belleza en el discurso científico 177

VI. La revisión Y corrección del discurso científico 182 VII. La elaboración de los elementos complementarios del discurso científico 184

a Mapas 184 K Gráficos 184 c. Ilustraciones varias 185 d. Apéndices , 185 e índices 185

SUMARIO xi

Páginas V/;/. La impresión y corrección del libro 186

a. Las llamadas de corrección 186 b. Normas para la corrección igg c. Ejemplos de corrección de libros 19Q

APÉNDICES 199 A. Glosario de los términos más comunes en el trabajo bibliográfico, archivístico y

documental . . . 199 B. Normas ortográficas y lista de abreviaturas tomadas de la Gramática de la Lengua

Española, de la Real Academia 219 C. Bibliografía comentada de las obras referentes a métodos y técnicas de investiga­

ción bibliográfica, archivística y documental 242

CAPÍTULO PRIMERO

EL MÉTODO CIENTÍFICO

A. Consideraciones generales

La ciencia, entendida como fruto de la actividad reflexiva del hombre para comprenderse a si mismo y al cosmos y utilizar en su beneficio al mundo que lo rodea transformándolo mediante la

^aplicación de normas qué su propia inteligencia determina, ha estado sujeta desde sus inicios, al empleo de principios lógicos que al mismo tiempo que la fundamentan y explican, le permiten desarrollarse, expandirse y fortalecerse.

La ciencia, búsqueda continua en pos de la verdad, lo mismo se ocupa del hombre en tqdas sus manifestaciones físicas e intelectuales como de la naturaleza. El pensamiento y saber humano que se nutren tanto de la propia experiencia y reflexión cuanto del conocimiento, de la activi­dad reflexiva y experiencia de los demás, esto es del saber ajeno, se basa asimismo en conoci­mientos y experiencias teóricos y prácticos. Desde el punto de vista teórico, el hombre tiende a formular correctamente reglas y explicaciones según las cuales ocurren los acontecimientos; y desde el punto de vista práctico trata de dirigir su acción para alcanzar fines predeterminados.

Tanto en la especulación teórica como en la aplicación práctica, los científicos, desde los bal­buceos de la ciencia, han utilizado procedimientos o métodos normados por la lógica, gracias a los cuales han podido establecer leyes generales, explicaciones particulares y en fin un amplío sa­ber o conocimiento basado tanto en la observación y en la experiencia como en el empleo reflexi­vo de las fórmulas lógicas.

Las ciencias se dividen en varias clases: reales e ideales. Bien por el objeto o materia deque se ocupan, por las fuentes de que derivan su esencia y sustancia y por su método, son diferentes y esta diferencia es la que explica su clasificación y natural división.

Cada ciencia tiene su propia sustancia y su propio método. La sustancia que es 9U contenido se enriquece continuamente, debido a la ampliación del conocimiento, el cual se origina en nuevas observaciones, descubrimientos y experiencias, alcanzados tanto por el ejercicio reflexi­vo de la inteligencia, como por el empleo de nuevos métodos que el intelecto crea. A medida que la sustancia o materia de una ciencia aumenta, se hace necesario el empleo, la utilización de nuevos métodos que la perfeccionen y enriquezcan. Se da así en toda ciencia una relación íntima

' Alf red North Whitehead, La organización del pensamiento. Anatomía de algunas ideas científicas. El espacio, el tiempo y /a relatividad, traduccióri de Vera Yamuni Tabush, México, Centro de Estudios Filosóficos, Universidad Nacional Autóno­ma de México, 1964, 73 p. (Cuademos, 13), p. 6.

2 M E T O D O L O G Í A D E t A INVESTIGACIÓN

entre su contenido y su método o procedimiento de manejar ese contenido, mejorarlo y enri­quecerlo. Esa relación Implica que en la medida que el contenido de una disciplina se acrecienta, exige el enriquecimiento, perfección y remozamiento de sus métodos y, este enriquecimiento provoca a su vez un mayor acrecentamiento o ampliación del contenido de esa rama del saber.

Siendo diferente cada disciplina, tiene también una sustancia y un método distintos. La in­vestigación en cada ramo del saber se ciñe por ello a formas propias y excluyentes. Así, la metodología revela diferencias surgidas de la heterogeneidad de los objetos propios de cada ciencia.

No obstante esta explicación que se ajusta a la diferencia sustancial de cada rama del saber que requiere un manejo distinto, es válida para toda disciplina la forma que proponemos para adquirir ese conocimiento y expresarlo.

La adquisición del conocimiento, basé de la ciencia, exige al Individuo que desea adquirirlo, poseer una serie de premisas como son: vocación, inteligencia, capacidad intelectual, constancia y esfuerzo continuos. Con ellas, y principalmente con el empleo de su capacidad reflexiva, será posible la asimilación jerár-^uica del saber que contiene cada disciplina, mediante los procedi­mientos didácticos más idóneos.

El deseo de saber y la ciencia, que es el saber, llevan en sí, no sólo una finalidad egoísta, del saber por el saber mismo, utilizado en provecho propio mediante el ejercicio de la disciplina aprendida, sino principalmente una finalidad altruista: la de ser transmitido a los demás, comuni­cado en mejor y más amplía forma de como fue adquirido.

El conocimiento obliga a su objetivación, esto es, a su transmisión o comunicación efectuada a través del discurso científico. Entendemos por discurso científico la transmisión ordenada del saber que una persona o personas hacen a otras mediante la expresión oral o escrita. La transmi­sión del conocimiento, se realiza didácticamente en forma gradual y jerarquizada; por ello, el dis­curso científico jerarquiza y gradúa sus expresiones. Una lección difiere de una conferencia y ésta de un curso amplio y profundo. Un artículo de difusión es distinto de un trabajo de creación, y un folleto pequeño, de un libro voluminoso pleno de información y de creativos razonamientos. Sin embargo, todos ellos son manifestaciones, formas o expresiones del discurso científico, que en cada ocasión puede mostrarse nuevamente enriquecido, renovado y hasta totalmente refor­mado.

La adquisición u obtención del conocimiento, la fijación, organización y ampliación del mis­mo así como su transmisión, requieren de normas especiales, de una metodología que precise y eduque el pensamiento y la expresión, que los estimulen y fortalezcan,^ de una disciplina que or­ganice racionalmente el proceso que va desde el inicio del conocimiento hasta el de su expresión más refinada, "organización del pensamiento de la experiencia humana" que es en última instan­cia, como afirma Whitehead, la que constituye la ciencia.'

B. Definición y explicación del método

Sentadas estas bases, cabe precisar y definir qué es el método y cuáles son sus finalidades y eta­pas. Ante todo, debemos considerar al método como un proceso lógico, surgido del raciocinio y

^ Felipe Pardinas, Metodología y técnicas de investigación en ciencias sociales. Introducción elemental, 7a ed., México, SigloXXI editores, S. A., 1972, XII - 188 p, p. 1.

^ A.N. Whitehead, Op. c/t, p. 6.

EL MÉTODO CIENTÍFICO 3

de la inducción, pero apurando una definición podríamos definir al método como un procedi­miento riguroso formulado lógicamente para lograr la adquisición, organización o sistematización Y expresión o exposición de conocimientos, tanto en su aspecto teórico como en su fase experimental.*

Sus elementos

De la definición desprendemos los siguientes elementos: a) procedimiento riguroso, no un proce­dimiento cualquiera, flojo o arbitrario; b) formulado lógicamente, esto es mediante el empleo del raciocinio, del entendimiento, que crea reglas o directrices encaminadas a la búsqueda de la ver­dad, directrices basadas en principios ciertos y evidentes; c) tener por finalidades: la adquisición, organización y exposición del saber, teórica o experimentalmente.

Un método se formula lógicamente cuando ocurren las condiciones siguientes:

1 a. Cuando se llegan a determinar con precisión, med¡ante,el análisis penetrante de una actividad científica, los diversos elementos que la determinan;

2a. Cuando se realiza un estudio sistemático de las relaciones que esos elementos guar­dan entre sí;

3a. Cuando medíante la estructuración ordenada y armoniosa de esos elementos, se pueden reconstituir unitariamente esas operaciones en niveles más amplios y profun­dos;

4a. Cuando es posible generalizar esos procedimientos a otras ramas o ciencias.

"De esta manera -concluye De Gbrtari-, la lógica desarrolla y rigoriza los métodos de la investigación científica, poniendo de manifiesto la riqueza de sus posibilidades. A la vez, en cada investigación realizada por la ciencia, además de recogerse el fruto de adquirir un nuevo co­nocimiento, se obtiene una comprobación concreta de la eficacia del método empleado".'

El método, por lo tanto, es también el resultado de conocimientos adquiridos a través de un largo proceso de desarrollo de la actividad científica; es, subraya el destacado filósofo de la cien­cia: "el producto más completo que la lógica elabora y, a la vez, la mejor consecuencia técnica -es decir, eminentemente práctica- que la lógica obtiene de la investigación científica, para ser utilizada como instrumento eficaz en la propia actividad de la ciencia".

La coherencia de un método, su efectividad, se demuestran cuando admiten las siguientes pruebasTá) la de compatibííidáí esto es cuando no existe contradicción entre sus elementos fun­damentales; y b) la de integridad de sus condiciones, o sea la consideración explícita de todas las relaciones que le sirven de fundamento. Mejor aún es tomar en cuenta su aplícabílidad en los pro­cesos existentes, lo cual verifica el acierto y aproximación con que refleja el desarrollo real de dichos procesos.

* Pata esta conceptuación del método y determinación de sus partes, nos basamos principalmente en el breve y riguroso estudio de Eli de Cortari, Método del discurso científico, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1%1,p. 257-272. Suplementos del Seminario de problemas científicos y filosóficos, Segunda serie, Núm. 30. p '54 y ss.

Ibídem, p. 257.

4 METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

C. Fases o etapas del método

La actividad científica rigorizada por ei método presenta en su desarrollo las etapas señaladas por la definición dada, a saber:

lo . La de investigación o investigadora, en la que se descubren elementos del conoci­miento, aspectos nuevos de los elementos ya conocidos y en que se establecen rela­ciones entre unos y otros, al mismo tiempo que se critican racionalmente o se prueban experimentalmente.

2o. La desistematización o sistematizadora, en la que a través de una seria y detenida refle­xión, que somete nuevamente a crítica esos elementos de conocimiento, para comprobar su validez, se establece una conexión racional entre ellos, y se demues­tra y elabora su interpretación la cual también se fundamenta racionalmente.

3o. La expositiva o de exposición, en la que también mediante profundo ejercicio reflexivo, se precisa y ordena el conocimiento adquirido, enriquecido a través de un proceso creativo, igualmente racional, y se expone nuestro saber -que a su vez servirá de base a nuevas investigaciones— en forma oral o escrita, bella, clara y convincen­temente, a través del discurso científico - que como dijimos, es el medio de transmi­tir a otros nuestros conocimientos.

En esta última fase, la exposición o transmisión del saber se realiza generalmente bajo la for­ma de inferencias deductivas o inductivas.

En un sentido amplio, la investigación científica es la principal fuente potencial de progreso. Sus métodos tienden no solamente a la transformación sistemática de conocimientos y resulta­dos bien definidos, sino que presentan un sistema abierto a la adquisición de conocimientos y a la participación en toda actividad creadora. En última instancia, posibilita a los estudiosos obtener instrumentos eficaces medíante los cuales pueden adquirir toda suerte de conocimientos y ha­cer progresar a la ciencia. Su utilización, bien realizada, comprobará su excelencia, pues un mé­todo es tanto mejor cuanto más rápida y profundamente permite alcanzar la finalidad buscada.

Entendido así el método y debidamente graduado y jerarquizado, ha de servir a todo esca­lar, maestros y alumnos, para hacerles más fáciles y fructíferos sus estudios, lecciones y trabajos expositivos en cualquier disciplina. A los estudiantes les permitirá realizar con mayor fluidez y provecho sus lecturas, asimilar todo género de conocimientos en forma organizada y acopiar amplía información que no se desperdicia una vez utilizada, sino que al contrario es permanente y puede renovarse y enriquecerse de manera progresiva. Facilitará asimismo la confección de toda suerte de trabajos escritos, disertaciones, tesis y la elaboración de artículos de difusión y de síntesis; libros desde los más sencillos y breves hasta los más amplios, abundosos y profundos en jas más diversas disciplinas, todo ello mediante una economía de tiempo y esfuerzo considerable y con la ventaja de que a más de avivar y agilizar la inteligencia, acrecentará considerablemen­te el conocimiento por medio de la adquisición de información procedente de muy diversas fuentes, la cual —como señalamos— conservada, acrecentada y organizada posteriormente en diferen­tes formas, podrá utilizarse para otros fines.

Al docente le permitirá, no sólo estar al día en los adelantos y aportaciones que el investiga­dor ofrece y así proporcionar a los estudiantes información procedente de variadas y rovedosas fuentes, sino también estructurar mejor sus lecciones y apoyar con segundad y destreza sus expli­caciones e interpretaciones, que serán así más firmes y variadas. Superando lo que desgracia-

EL MÉTODO CIENTlFKO 5

damente ocurre en numerosas ocasiones, dejará de ser un mero repetidor de un texto, que muchas veces a más de incompleto es parcial en su criterio.

El empleo del método por exponer es válido en todas las disciplinas. Tanto en las ciencias ^ puras y aplicadas, como en las sociales y en las humanidades tiene aplicación práctica y eficaz. Su utilización en ios trabajos de química, física, ingeniería, biología, etc., es tan válida y sencilla como en los literarios, filosóficos o jurídicos. El^specialista de cada una de esas ramas del saber, que supuestamente maneja con fluidez y amplitud el conocimiento específico de su propia dis­ciplina, podrá ajustar la adquisición y expresión de conocimientos al método que señalamos, sin abandonar por ello el método específico exigido por la disciplina que cultiva.

En el estudio de las humanidades y en su comunicación, es muy importante la adopción de ' un método riguroso de trabajo. En general se entiende, erróneamente, que en este campo el cono­cimiento se forma y representa esencialmente por una buena memoria y una rica expresión, facultades cuyo manejo, ya que no su cuidadoso cultivo, es atendido de preferencia, en demérito de una sólida formación del espíritu crítico, de un uso reflexivo y de una metódica y seria profun-dización en esas disciplinas. ^

En facultades y escuelas el aspecto metodológico de la enseñanza se encuentra descuidado, no digamos la formación del espíritu crítico, analítico y sintético, sin cuyo ejercicio no es posible obtener ningún resultado positivo. Propiciar el primero, fomentándolo en los diversos grados de la enseñanza, robusteciéndolo medíante una acción combinada de los maestros de todas las asig­naturas, es tarea que llevará, inteligentemente planeada, a impulsar la capacidad razonadora y el espíritu creativo.

El método no se dirige únicamente a proporcionar adecuadas normas técnicas de trabajo, pues la técnica es sólo un procedimiento-y.no un fin exclusivo, sino que trata esencialmente de y estimular la utilización de la razón mediante un ejercicio constante y cuidadoso Los continuos y',' detallados ejercicios prácticos no representan sino la manera de adquirir una destreza técnica, la cual estará al servicio de la inteligencia, de la facultad razonadora y creadora A mayores conoci- ^ mientos, mejor espíritu crítico; a mejor destreza en la técnica que conlleva una economía d e ^ tiempo y esfuerzo, más orden en el pensamiento y en la capacidad de creación.

Un conocimiento desordenado que lleva a una falsa erudición con. torfas sus nwnifesta-ciones (memorización, apuntismo, dogmatismo y creencia en supuestas verdades absolutas) y que en ocasiones llega a construir brillantes improvisaciones, meras prestidigitaciones verbales sin contenido e incapaces por tanto de resistir cualquier embate critico, debe ser sustituido por uimijiocimíento metodizado, erigido a base de riguroso estudio y asimilación del saber, de pen­sadas y maduras hipótesis de trabajo, de severas y serenas investigaciones y de lógicas e inteli­gentes tesis mostradas en maciza exposición.^ Obvio es precisar que esa nueva formación que proponemos, y a la cual quiere auxiliar este libro, debe apoyarse en una renovación general de la enseñanza, en la cual el aprendizaje de las diversas disciplinas que la componen, debe hacerse con miras a una formación integral dominada por la capacidad, el ejercicio reflexivo y el dominio de un método y no en la acumulación de anárquicos conocimientos, que solamente producen una docta ignorancia.

Véanse las sugestivas reflexiones que hace Felipe Pardinas en el primer capitulo de su obra ya citada, p. 3-9.

6 METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN '

D. El método en la investigación bibliográfica y documental

A reserva de ocuparnos en capítulos posteriores del estudio de las fuentes, podemos anticipar aquí algunas ideas respecto a la aplicación del método en el campo de la bibliografía y documentación/

Libros y documentos son ios medios más utilizados hasta hoy para la transmisión del conoci­miento. En ellos se encuentra concentrado el saber de la humanidad desde sus inicios. Transmití-do a través de la escritura, el conocimiento humano de todos los tiempos se concentra en miles o millones de obras que constituyen el patrimonio cultural de todos los hombres. En ellos se nos dice lo que el ser humano ha pensado en torno suyo, del cosmos y de cuanto en alguna forma le afec­ta, le produce percepciones, sensaciones e ideas. Largos siglos de actividad pensante, de conoci­mientos en continua renovación se encuentran en libros y documentos. La ciencia entera, la filosofía, las artes, están concentradas en esas fuentes, y rara es la parcela del saber que ahí no se halle representada. Aun las técnicas más sencillas pero básicas se encuentran descritas en dichas fuentes, las cuales contienen asimismo dibujos y signos aritméticos y musicales que constituyen también un lenguaje.

En consecuencia, su utilización es indispensable en toda investigación científica. En la ac­tualidad, nuevos sistemas y medios de información recogen novedosas expresiones del intelecto humano, y esos medios se manejan no en la misma forma que los libros, sino mediante técnicas que en cierta medida son similares. A todos esos medios o fuentes de información tenemos que recurrir desde los inicios de nuestro aprendizaje y con mayor razón en el momento en que nos ini-cíanros en labores de investigación.

A dichos medios o fuentes, que representan tanto la memoria individual como colectiva de miles y miles de hombres de todas las épocas, debemos acercarnos dotados de un método y una técnica de trabajo que nos permita obtener rápida y fácilmente la Información que encierran y que nos posibiliten absorber el conocimiento que concentran. Siendo numerosísimas las fuentes del conocimiento, diversos y distantes los sitios en que se encuentran, es menester disponer de medios apropiados para conocer cuáles son las que nosotros necesitamos para informar nuestro conocimiento, cuáles son los modos de consulta y cómo podemos eficaz y brevemente, no sólo percatarnos de su contenido, sino además de incorporarlo a nuestra memoria, conservarlo sin pe­ligro de olvido, para que unido al conocimiento que muchas otras fuentes nos deparan, produzca en nosotros un proceso creativo, despierte nuestro intelecto para elaborar no sólo una síntesis de lo aprendido, sino un acrecentamiento que amplíe o modifique el conocimiento hasta entonces existente sobre el tema o punto que nos ocupa.

El método por seguir y sus técnicas nos posibilitarán realizar nuestro trabajo con una eco­nomía de esfuerzo, dado que apuntan a una mayor concentración de nuestra atención, a una abreviación de etapas inútiles y a una acumulación de esfuerzo físico e intelectual en el proceso de toda investigación. Creemos que el conocimiento que adquiramos con su empleo nos permiti­rá una mejor fijación del mismo, una depuración de los elementos accesorios en beneficio de los esenciales; una mayor facilidad en la obtención, ordenación y clasificación de los diversos ele mentos del conocimiento; una sistematización más perfecta de nuestros estudios y reflexiones y,

, lo que es más importante, la formación de un equilibrio objetivo-subjetivo de nuestro conoci­miento, puesto que mediante el contacto con muy diversos y válidos criterios, el nuestro se per-

' Vid infra, cap. 11, p. 29 y ss.

EL MÉTODO CIENTÍFICO 7

feccíonará, encontrará un equilibrio revelador de nuestra madurez intelectual y de la capacidad

receptora y creadora que habremos alcanzado. La investigación que realicemos podrá así tener las características y las bondades que tiene

toda investigación científica, a saber: lo . Que parte de los hechos o datos objetivos, los describe y establece sus relaciones; 2o. Que selecciona los más valiosos y operantes para producir otros nuevos; 3o. Que realiza el análisis de esos datos o hechos y trata de explicarlos, así como las co­nexiones que entre ellos existen; 4o. Que se ocupa de temas determinados, específicos, sin que esto signifique limitación de amplitud y posibilidad de relacionar ese tema con otros que le sean afines; 5o. Que las reflexiones y demostraciones que contiene son claras y precisas y no vagas ni ordinarias: que expone su contenido clara, correcta y aun bellamente; 6o. Que las afirmaciones o conclusiones dadas son verifícables (en varías disciplinas la verificación se hace mediante la ex­perimentación; otras, como algunas sociales, por ejemplo la historia, por su propio carácter no admiten esa prueba); 7o. Que el trabajo se realiza metódicamente, medíante un planteamiento científico y además sistemáticamente y regido por la lógica que estructura todas las ideas, 8o. Que trata de dar explicaciones generales, objetivas y válidas, utilizando las leyes que para la propia disciplina existen; 9o. Que es abierta, explicativa, puesto que intenta explicar los hechos en términos de leyes y éstas en términos de principios; y 10o. Que es predictiva, esto es, que a base de la explicación de los hechos pasados y presentes puede vislumbrar el futuro.*

Tales son los postulados que sustentarán la investigación y las bondades que de ella derivan.

»Maur¡ceDuverger,Méta<íosdeía5ciencía5sociate,prólo.odeEnriqueT¡ernoC^^ ed.. Barcelona, Ariel, 1975. 593 p.. ils. (Demos, Biblioteca de cenca f^^,^„^^^^^^^^ Editorial Vladimir Kourganoft con la colaboración de ¡eanílaude Kourganoff, La investigación científica, Buenos Universitaria de Buenos Aires, 1959, 68 p. (Colección cuadernos, 5).

CAPÍTULO SEGUNDO

EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN: SUS ETAPAS

LA ETAPA DE INVESTIGACIÓN

I. PRELIMINAR

Al definir el método y analizar sus elementos y etapas, señalamos que éste es: "un procedimiento riguroso formulado lógicamente para la adquisición, organización y transmisión de conoci­mientos". Explicamos lo que significa cada uno de esos elementos y dijimos que la primera etapa que presupone el método que norma toda actividad científica, de búsqueda de una verdad, de investigación,'es la etapa de investigación o investigadora, en la cual se descubren elementos del conocimiento en una determinada rama del saber, aspectos nuevos de los elementos ya conoci­dos, y se establecen racionalmente y medíante pruebas experimentales, relaciones y conexiones entre unos y otros.

En esa etapa, provistos de conocimientos de una disciplina, sucintos o amplios según las cir­cunstancias, nos sentimos inquietos, insatisfechos por lo que sabemos de ella, de las explicacio­nes ofrecidas en torno de esa disciplina considerada como un todo o de uno de sus aspectos, del empleo de las fuentes utilizadas, de su cuantía, criterios y forma de usarlas, de la validez de los métodos utilizados, de la certeza de sus conclusiones y validez de sus resultados. Y ante ese hecho tomamos la decisión de emprender una-labor que amplíe o modifique, parcial o totalmen­te, el conocimiento existente en una determinada disciplina o en uno de sus aspectos.

De este enfrentamiento entre lo que sabemos y lo que desearíamos saber, entre lo que se co­noce y cuánto deseamos conocer, va a surgir el móvil de la investigación, el cual representa el pri­mer paso que la inicia. Ese primer paso lo constituye la elección del tema, que es de lo que vamos a ocuparnos enseguida.

A. La elección del lema

Toda investigación tiene como origen una inquietud y una pregunta en torno de determinados fe­nómenos, acontecimientos, hombres y objetos. Obedece a una interrogante que nos hacemos en

' £itipleamos en esta ocasión la palabra "investigación" como término multivoco. Esta vez lo utilizamos en un sentido amplio, total, significando con él, el largo proceso que va desde la inicial inquietud y pregunta, hasta la final comunica­ción o exposición de los resultados o hallazgos obtenidos, v no en un sentido más restringido que es el que al señalar las etapas del método usamos, eito es, cumo inicio o primera fase o etapa del método

EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN. SUS ETAPAS 9

torno de un tema cualquiera que o desconocemos totalmente y por ello tratamos de saber de él, de estudiarlo, de resolverlo, o bien del que tenemos un conocimiento parcial o con cierta ampli­tud, pero acerca del cual tratamos de poseer un dominio más vasto y perfecto.

La inquietud, inteligencia, perspicacia y preparación del investigador determinan y explican_ ; — las preguntas que se hace y son esas condiciones más la capacidad reflexiva y fuerza creadora, la constancia en el trabajo, el esfuerzo realizado, las fuentes utilizadas, el tiempo empleado, el buen planeamiento, etc., los que condicionan la respuesta o resultados que se obtengan.

Las interrogantes: ¿cómo? ¿por qué? ¿cuándo? ¿dónde? explican el surgimiento de un tema, la razón de un trabajo de investigación, pero sus resultados sólo pueden apreciarse cuando cono­cemos la validez y oportunidad de la pregunta, su extensión y profundidad, su planteamiento y elementos que la integran, la existencia de medios de información, su consulta, estudio, capta­ción de su conocimiento, reunión y organización del mismo, proceso reflexivo y de creación que lo originó, formulación de un esquema definitivo de trabajo que responda al planteamiento men­tal hecho y a la información disponible, así como al tiempo y elementos materiales necesarios para su realización y, finalmente, a la capacidad razonadora y expresiva que permita comunicar a los demás en forma ciara, concisa y perfecta nuestra respuesta o sea el resultado final de ese lar­go proceso.

La insatisfacción que nos produce el ignorar determinados aspectos de la ciencia, de una rama del saber, nos motiva a buscar explicaciones certeras amplías, mejores y novedosas. La insufi­ciencia de información que existe en torno de determinados fenómenos, de realidades específicas, de acontecimientos naturales y acciones humanas, nos impele a buscar explica-ciones, a establecer nuevas interpretaciones, a aclarar las relaciones que se dan en determinados' fenómenos físicos, naturales o sociales, a profundizar en el estudio de sus causas y efectos; a escudriñar la conducta de una colectividad o de una persona, etc. Cuando sentimos que las explica­ciones que tenemos a la mano en torno del mundo que nos rodea no bastan a satisfacer nuestro anhelo de verdad, nos replanteamos desde una circunstancia diferente a la de las generaciones anteriores los hechos humanos y los fenómenos naturales, y con nuevas orientaciones, moderno y más eficaz instrumental mental y material y mejores y más eficientes métodos y técnicas, emprendemos la tarea de buscar una explicación que satisfaga nuestras inquietudes y las de los demás. Una nueva aportación surgirá como reacción ante las insuficiencias del pasado. La evolu-_r ción de la ciencia, del humano saber, escribe en su esclarecedor y precioso estudio Kourganoff, "no es sino una lucha perpetua entre los promotores de las teorías y técnicas nuevas y los defen­sores de las teorías reinantes, de los métodos en desuso". ''

justamente en ese anhelo de progreso, de adquisición de nuevas verdades, de explicaciones más satisfactorias, mejores, mayores y más amplias, acerca del ser humano y el mundo que lo ro­dea radica el progreso científico, y ese anhelo es el que origina, encuadra y norma las interrogan­tes que los estudiantes, maestros y científicos se hacen y que dan por resultado nuevos trabajos, estudios, investigaciones, inventos y descubrimientos en todas las ramas del saber.

Obviamente, la pregunta que origina una reflexión y una investigación posterior es más rigu­rosa y justa en una persona iniciada en el estudio, acostrumbrada al ejercicio del raciocinio y de la inteligencia. Se da, es innegable, en todos los hombres, pero si algunos carecen de esas faculta­des o no están acostumbrados a ejercitarlas, la inquietud y la pregunta quedarán sin responder, o la respuesta será inválida o insatisfactoria, en este caso, las causas de un hecho se albergarán en

Kourganoff. Op. c/t., p. 60 y ss

10 METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

el misterio y en la existencia de supuestas fuerzas sobrenaturales, esto es, en el campo del mundo mágico.

Una pregunta válida y su consiguiente reflexión y respuesta no son posibles en personas que vivan un analfabetismo virginal, sino sólo en quien se encuentra inmerso en el estudio de cual­quier disciplina, en quien posee un mínimo de saber, capacidad razonadora, condiciones para el

5_Jrabaio intelectual o material, constancia, tiempo e instrumentos. El anhelo de conocer más y mejor para comprender mejor cuanto nos rodea, el esfuerzo de

intentar nuevas explicaciones es el que conduce al descubrimiento de nuevos fenómenos, los cuales permiten el surgimiento tanto de nuevas teorías que apoyarán nuevos estudios y hallaz­gos, como de "nuevas aplicaciones prácticas, nuevos métodos preventivos y tratamientos de en­fermedades, nuevas formas de energía, nuevos procedimientos de fabricación, nuevas técnicas

1 de cultivo y de zootecnia, nuevos métodos de transportes y nuevos medios de comunicación"."

La ciencia, que se sustenta en un anhelo de progreso y perfeccionamiento, vive, aplicándole las palabras de Louis Pasteur, "de sucesivas soluciones dadas a porqués cada vez más sutiles, cada vez más próximos a la esencia de los fenómenos".

El cuestíonamiento de cuanto existe, que representa una de las cualidades inherentes al espíritu humano, y la oportunidad, profundidad y amplitud de ese cuestíonamiento son los autores de todo progreso, el motor de todo desarrollo; pero ese progreso se realiza en forma muy diversa. Unas veces el progreso es lento, apacible, casi imperceptible en su desarrollo y consecuencias.

-Otras veces es violento, revolucionario, de consecuencias arrolladoras. Esta manera doble de adelantamiento, de perfeccionamiento, se da tanto en las ciencias naturales como en las huma­nas. Entre los hombres, en las sociedades, esos cambios han sido bien explicados por autores como Gordon Childe y Arnoid Toynbee.". En el campo de las ciencias puras y aplicadas hay revela­dores estudios que sería largo enumerar. Resume muy bien ese fenómeno Vladimir Kourganoff quien lo recopila tan clara y didácticamente que no nos resistimos a glosarlo, sino a aprovecharlo ampliamente para beneficio de quienes nos siguen.

Ibídem. p. 24

" En varias de sus obras el notable prehistoriador australiano Veré Gordon Childe, analiza los cambios revolucionarios que la humanidad experimentó a lo lar^ de siglos, equiparándolos con los hallazgos o progresos lentos. Al seAalar el ori­gen de esos cambios, muestra cómo sus consecuencias tuvieron un carácter arrollador, total. En Los orígenes de la civiliza^ ción, versión espadóla de Elí de Cortari, México, Fondo de Cultura Económica, 1959, 297 p, ils., gráfs. (Breviarios del Fon­do de Cultura Económica, 92), en el capítulo IX, resume un proceso revolucionario logrado por pueblos prehistóricos al escribir: "En los dos milenios inmediatamente anteriores al año 3000 A.C. se hicieron descubrimientos en ciencia aplicada que, directo o indirectamente afectaron la prosperidad de millones de hombres y fomentaron de modo manifiesto el bienestar de nuestra especie, facilitando su multiplicación. Ya hemos mencionado las siguientes aplicaciones de la ciencia: el riego artificial utilizando canales y presas; el arado; los aparejos para emplear la fuerza motriz animal; el bote de vela; los vehículos con ruedas, la agricultura hortense; la fermentación, la producción y el uso del cobre; el ladrillo; el arco; la vidriería; el sello; y - e n las primeras etapas de la revolución- un calendario solar, la escritura, la notación numérica y el bronce".

Tan importante como esta obra es: /Qué sucedió en la historia', estudio preliminar de Gregorio Weinberg. Buenos Aires, EBiciones Leviatan, 1960,121, 307 p. Al final de este libro, p. 300, reflexiona acerca de los altibajos de la humanidad, de la ciencia, en aquellos periodos que parecen de decadencia y escribe: "El progreso es real, si bien discontinuo. La curva as­cendente se resuelve en una serie de depresiones y elevaciones. Pero en aquellos dominios que pueden ser examinados por la arqueología y la historia escrita, ninguna depresión desciende nunca al nivel de la precedente, y cada elevación sobrepa­sa su precursora inmediata".

De Amoid |. Toynbee Vid, La fiistoria. Los grandes movimientos de la historia a través del tiempo, las civilizaciones y la re­ligión, con la colaboración de lañe Caplan. Edición ilustrada, Barcelona, Editorial Noguer, S.A., 1975, 588 p. ils. mapas gráfs.

EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN: SUS ETAPAS i

Al ocuparse de los cambios violentos, de los hallazgos revolucionarios que transforman no sólo la ciencia sino también las actitudes mentales, Kourganoff escribe: "Sí es poco indicado bautizar con el nombre de descubrimientus a todos los saltos importantes, no es lo mismo para ciertos resultados revolucionarios que suprimen las contradicciones antiguas y coordinan un gran número de hechos primitivamente sin vinculación aparente. Basta a veces con una ¡dea o una sola^" experiencia (geniales) para suprimir una tensión desde mucho tiempo acumulada. La idea de que la tierra no está fija, para resolver las dificultades de la astronomía anterior a Copérnico; la idea de la relatividad en Galileo, para explicar la aparente inmovilidad de la Tierra.. . son des­cubrimientos que señalan verdaderas revoluciones científicas. La revolución heliocéntrica, la re­volución nuclear, la revolución relativista, la revolución pasteriana".^'

Y contrastando esos adelantos súbitos, esos cambios revolucionarios a los que se aplica el término de descubrimientos para calificar su genialidad e importancia, Kourganoff se ocupa de señalar aquellos otros peldaños del progreso que podríamos llamar evolutivos, que se manifies­tan lenta y silenciosamente, y de los cuales nos dice:

"La ciencia no sólo avanza por esos métodos o descubrimientos revolucionarios, sino que también requiere multitud de trabajos, muchas veces sin brillo pero útiles, que permiten gradual­mente avanzar y representan la historia cuantitativa de un fenómeno que evoluciona con el tiempo y cuya ausencia constituiría una laguna irreparable. Pensemos en las observaciones astronó­micas, climatológicas, sociológicas, literarias, arqueológicas. Lo que en ocasiones se alcanza rápidamente en un salto discontinuo, en otras debe obtenerse mediante una lenta acumulación continua, progresiva y metódica de trabajos modestos". ''

Y en torno de este aspecto acumulativo de fa ciencia, este tratadista expone lo siguiente en unos parágrafos que no tienen desperdicio.

"Todo resultado científico clava sus raíces simultáneamente en trabajos anteriores y en des­cubrimientos hechos en otros dominios. Todo descubrimiento, como un individuo, posee un árbol genealógico. La filiación es más o menos difícil de establecer, pero en la ciencia como en la vida, no hay generación espontánea".

"Chombart de Lauwe hacía notar que en ciencias sociales todas las disciplinas están Interco-nectadas: se habla de psicofisiología, de psicología social, de geografía económica; las ciencias jurídicas se apoyan sobre investigaciones históricas y etnológicas; la sociología industrial y la sociología urbana no pueden prescindir del conocimiento de las estructuras económicas; la psicología social, cuando estudia las relaciones en los grupos pequeños, no puede ser separada de investigaciones más amplias sobre la coyuntura económica o acerca de la historia de las corrientes de ideas que han actuado sobre las personas en observación".

"Si todo resultado nuevo utiliza, en parte, ciertos' resultados anteriores, recíprocamente todo resultado de hoy tiene probabilidades de servir para trabajos futuros. La ciencia crece sin límites, porque los resultados parciales, definitivamente adquiridos, se agregan constantemente unos a otros. La ciencia crece tanto por descubrimientos discontinuos, revolucionarios, como por el agregado de pequeños perfeccionamientos".

"La ciencia es el único edificio humano imperecedero y en continuo progreso, porque: lo que hoy parece carecer de importancia será fecundado quizás por los resultados de mañana.. ;

" Kourganoff, Op. cit, p. 31.

" Ibídem.

12 METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

lo que hoy es un resultado aislado, servirá quizás mañana, de elemento prefabricado para un con-junto-más vasto, o de punto de partida para una nueva cadena; lo que hoy es insoluble podrá eventualniente ser resuelto mañana, mediante el uso de métodos provenientes de otras ramas de la ciencia"."

Una vez expuestos estos principios esciarecedores del trabajo científico retomemos la expli­cación que hemos anticipado, en tomo del punto relativo a la elección del tema.

Al formular nosotros, como todo investigador, una pregunta, ésta no se presenta aislada, sino que va acompañada de otras preguntas secundarias, de otras interrogantes, cuya respuesta deriva de la principal. Van con ella, íntimamente conectados, otros elementos que integran, confi­guran y derivan de ella, que son parte constitutiva de la misma. Al investigador no le surge una inquietud que no contenga un origen, unas causas y unas consecuencias, sino que dentro de un pro­ceso mental continuo, ligado, broU la pregunta acompañada de esos elementos. Cierto es que a menudo la pregunta brota lapidaria, seca y aisladamente, para complementarse después con sus elementos restantes, pero es obvio que su formulación, por lo menos en un investigador avezado, surge como producto de una reflexión que ha tenido ia posibilidad de precisar sus partes comple­mentarias.

Este hecho que se basa en un proceso mental, permite al investigador ir más allá de la formu­lación de su inquietud: el determinar los pasos que debe dar para la solución, elaborar un esquema hnental del desarrollo de su investigación, inferir las posibilidades y consecuencias de la misma. Todo esto habrá de utilizarse en el laborioso y reflexivo proceso que va a iniciar, le servirá como bnjjula orientadora en su investigación y le llevará a obtener resultados positivos.

Sin embargo, continuemos nuestra explicación, partiendo del primer peldaño, la pregunta inicial, la cual definirá y precisará nuestro trabajo, la investigación por realizar.

En el instante en que el investigador se interroga a sí mismo y formula su pregunta ante un determinado aspecto que le interesa conocer, surge el tema, el móvil de su investigación. A los in­vestigadores profesionales con sólidos y vastos conocimientos, acostumbrados al manejo de las mejores fuentes y al más idóneo instrumental, inmersos en un ambiente de curiosidad intelectual in­terna y en continua comunicación con otros investigadores, no les es difícil precisar dentro del campo que cultivan qué aspectos del mismo están ignorados o poco estudiados y de esta suerte sus inquietudes y preguntas se dirigen hacia ellos. La respuesta se las facilitará también su expe­riencia, el conocimiento de la bibliografía existente, la frecuentación de aulas, laboratorios, bibliotecas y archivos. En cambio, el estudiante que se inicia en una disciplina tiene un horizonte limitado. Su saber está en formación, apenas va asimilando conocimientos básicos y descono­ce cuánto se ha trabajado en tomo de esos conocimientos generales. Aún no puede decidir acerca de los temas que presenten más interés o posibilidades de resolución. Desconoce los testimonios o fuentes de conocimiento que a ellos se refieren; no está familiarizado con el instrumental mate­rial que requiere para su trabajo, ni tiene todavía una gran experiencia en el manejo de su capaci­dad reflexiva.

Por otra parte, el corto conocimiento que de su especialidad tiene, lo lleva o bien a sobresti-mar el tema elegido o a menospreciado; a no poder limitarlo sino a tratar de abordarlo exhaustiva­mente sin considerar los límites que fuentes y tiempo le presentan. No hay en él, dado su ímpetu juvenil y su inexperiencia en esas lides, la posiblílídad de elegir el tema más idóneo ni de circunscribirlo en tiempo y espacio

"/bírfem, p. 34 y ss.

EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN: SUSÍTAPAS 13

Sin embargo, lo que más aflige aJos investigadores noveles es |a dificultad de elección de un tema. Tal dificultad sólo podrá vencerse en tamedida en.que el estudiante motivado por alguna razón válida se decida, auxiliado por suficientes lecturas, la dirección de inwnaestro o dd un cple ga de mayor experiencia, a adoptar un tema, a escoger de una determinada rama de sus estudios aquel aspecto que más le seduzca, que más le interese y a tratar de estudiarlo y resolverlo, de co­nocer cuanto exista aCerca de él, a compenetrarse con el material bibliográfico que sobre ese tema se encuentra en archivos y bibliotecas, así como de las experiencias de laboratorio efectuadas con relación a dicho aspecto. Más adelante abundaremos sobre las posibilidades de precisar muchos temas que ofrecen los catálogos bibliográficos y documentales. *

B. La'fijación del tem^

Surgida la inquietud, formulada la pregunta, es menester asirla, precisarla, darse cuenta de su va-Jidez e importancia, de su oportunidad y del valor y consecuencias de la respuesta que se le dé. Es necesario fijarla, y para ello la madurez intelectual, la experiencia enel trabajo, el conoci­miento de los trabajos anteriores o relacionados con ese tema, el consejo de personas con mayor grado académico será lo que apoye la determinación de optar por un tema y consagrarse a su es­tudio, a su solución, a obtener la respuesta satisfactoria.

La pregunta, que encuentra una formulación diferente en cada investigador y en cada época, puesto que cada circunstancia es distinta, presupone, para ser resuelta, también de modo diverso a como lo fue anteriormente, una labor de investigación, esto es, de estudio, de acopio de conoci­mientos, de reflexión penetrante, de trabajo continuado, todo lo cual está sujeto a un proceso, a un plan de trabajo que permita determinar su contenido esencial, sus partes complementarias, sus demostraciones, sus apoyos teóricos y experimentales, sus complementos bíblíográficos,y do­cumentales.

C. La hipótesis de trabajo

Este plan o esquema de trabajo provisional llamado también hipótesis de trabajo representa la estructura mental que elaborahios, el plano teórico que va a servirnos para realizar una investiga­ción y para dar una respuesta, provisional por lo pronto, a la pregunta planteada.

La hipótesis es en suma el planteamiento teórico formulado para responder a nuestra pregunta inicial, la proposición que conlleva las más de las veces la formulación de un esquema pro­visional de la investigación por realizar. Este plan tiene la pretensión de armonizar nuestro pensa­miento en todo el proceso que va desde la iniciación de la pregunta hasta la_obtención de una respuesta, de lograr que nuestros juicios estén normados por la lógica, que nuestras proposi­ciones, que son expresiones mentales hipotéticas, posibilidades imaginarias de la expresión mcn tal, no choquen con los juicios formulados realmente, no se contradigan con las expresiones mentales reales, con el conocimiento objetivo que obtengamos de nuestra investigación.

" Vid infra, cap. II, p. 153 y ss. En las buenas guías bibliogiáficas y documéntale'! los estudiosos pueden obs-jrvar qué le­mas o aspectos de alguna ciencia han sido abundantemente tratado": y cuáles nn; podrán apreciar gl tir-:. de estudios a ellos consagrados y las posibilidades de nuevas inJagccionís. N!imer(r.« universidades extranjeras publican listas '.ie tesis en preparación que pueden servir de orientación, sobre todo para no reiterar lo que se hace, y en algunas reuniones cien­tíficas se han llegado a plantear temas que no han sido estudiadoti y que requieren investigaciones.

14 M E T O D O L O G Í A D E LA I N V E S T I G A C I Ó N

La hipótesis de trabajo es en suma uno de los elementos más valiosos en toda investigación; podríamos decir, el más importante, puesto que en él se encuentra la génesis de todo trabajo, la capacidad mental de expresarlo, de sistematizarlo y de expresarlo. Su enfrentamiento con la rea­lidad objetiva que vamos a escudriñar para obtener conocimientos con base en los cuales poder confirmar nuestras suposiciones y el resultado positivo de ese enfrentamiento, mostrará el acier­to de nuestro planteamiento y la bondad del método empleado.

La elaboración acertada e inteligente de la hipótesis no sólo dará a nuestra investigación un valor indudable, la posibilidad de obtener resultados satisfactorios a través de un método cuyas bases adecúan nuestra inteligencia, la que a su vez adecúa el método, sino que revelará también, como en toda obra de investigación, en todo trabajo intelectual, un penetrante y continuo ejerci­cio reflexivo, una utilización creciente de capacidad razonadora y creadora, y la utilización de un método y técnicas que apoyen el trabajo material, que coadyuven a hacer posible una economía de esfuerzos intelectuales y materiales, economía que facilita, pues le barre obstácu­los, el proceso reflexivo y creativo de toda investigación.

En la formulación de su hipótesis, el investigador muestra su capacidad, revela las posibili­dades que tiene ante el trabajo por realizar. Tendrá, cierto es, que luchar y trabajar intensamente para confirmar la certitud de sus suposiciones y no querrá asentarlas como dogma, sino hallar el equilibrio inteligente entre su supuesto y la realidad, entre sus proposiciones mentales ideales y las reales; tal equilibrio dará validez tanto a su hipótesis como a toda su investigación.

La hipótesis —se recomienda— debe poseer las condiciones de "operatividad, de validez y fidedignidad" sin las cuales no podrá tener valor alguno."

Esa hipótesis de trabajo debe analizarse, someterse a una crítica severa, ser juzgada tanto por el propio investigador como por sus consejeros, maestros y auxiliares; debe reforzarse, limi­tarse en tiempo y espacio; han de estudiarse sus alcances e imperfecciones, las posibilidades u obstáculos que presenta para su realización, las etapas del trabajo y posibilidad de obtener la in­formación necesaria. Una vez ejecutadas esas operaciones y ajustados sus términos, el investiga­dor se lanzará a cumplir cada una, a dar los pasos necesarios en cada una de sus etapas, a realizar los estudios, trabajos, experimentos y comprobaciones de los mismos, hasta llegar a la etapa de­finitiva, la exposición de los resultados.

Si la hipótesis de trabajo se elabora conscientemente, con seriedad, con hondura, conociendo qué se quiere y cómo se puede obtener, es lógico que los resultados obtenidos, mediando el lar­go proceso de reflexión que norma y da validez a toda investigación, respondan al planteamiento hecho, a ese enfrentamiento entre nuestras expresiones mentales y las expresiones reales que ofrece la propia realidad.

Será el justo equilibrio entre nuestros pensamientos, entre las proposiciones mentales y las proposiciones reales que logremos obtener a lo largo de nuestra investigación, el que dará valor a nuestra hipótesis, el que mostrará el justo e inteligente planteamiento que nos hayamos formula­do y también el que haga válido todo nuestro trabajo.^'

He aquí algunas de las condiciones esenciales exigidas a todo investigador: estar abierto a todo cambio de información, huir de todo dogmatismo científico y no dejarse llevar por excesiva subjetividad y autoritarismo."

" F. Pardinas, Op. cit.. p. 132 y ss.

"Wd/níra.cap. lM,p.253 y5s

" F. Pardinas, Op. cit, p. 4 y ss y 132 y ss.

E L P R O C E S O D E I N V E S T I G A C I Ó N ; S U S E T A P A S 15

El cuidado de no incurrir en esas deficiencias permitirá elaborar una buena hipótesis de tra­bajo, y lograr que ella sea válida durante nuestra investigación, que no choquen los pensamientos que la sostienen con las realidades que nos deparen nuestro estudio, trabajo, experimentos y reflexiones, que finalmente pueda existir una sólida y sana correspondencia entre una hipótesis provisional y el esquema definitivo de trabajo que normará toda nuestra investigación.

Recapitulando lo señalado, subrayaremos que en la elección, definición y planteamiento del tema y de la hipótesis provisional de trabajo, el investigador, el estudiante debe: plantearse con claridad el tema central; precisar cuáles son los subtemas secundarios o derivaciones del prime­ro; ordenar lógica y adecuadamente cada uno de los puntos o partes que el desarrollo del tema principal y subtemas presupone; meditar en torno de las posibilidades existentes para obtener el material necesario, localizarlo y utilizarlo y plantearse un prograrya y calendario aproximativos para abordar el trabajo y realizarlo. Es muy importante que esto sp tome en cuenta, para dar soli­dez, seguridad y realidad al desarrollo de la investigación. /

/ D. La obtención del conocimiento. Sus fuentes

En todo ser humano la obtención del conocimiento presupone un dilatado proceso en que deben establecerse varias formas, finalidades y etapas. La primera etapa, consistente en la instrucción, se propone aportar a los alumnos una serie de conocimientos teóricos y prácticos, debidamente jerarquizados y graduados, indispensables en la vida. Los primeros conocimientos serían: leer, escribir, contar, calcular, y, posteriormente, el contenido de las diversas rarnas del saber, los ele­mentos que las componen y las relaciones que se establecen entre ellas. Esta primera etapa utili­za la memoria, que es una presentación de la conciencia anterior; por medio de repeticiones me­cánicas hace pasar de lo consciente a lo inconsciente las nociones ijtiles esenciales; como medios emplea objetos que auxilian al individuo a incorporar los conocimientos: libros, instrumentos, etcétera.

La Instrucción debe ser tanto informativa como formativa, pues transmite racionalmente toda especie de conocimientos. Ella se realiza a lo largo de todos los ciclos escolares y aun con pos­terioridad, pues la persona puede seguir adquiriendo información a lo largo de toda su vida, in­corporándola paulatina y reflexivamente en su mente, y utilizándola para sí o para transmitirla a los demás.

La educación va mas allá, pues consiste no iónicamente en transmitir conocimientos, sino en suscitar en el hombre el desarrollo de las más altas funciones del espíritu, en hacer surgir en el ser humano su curiosidad intelectual, sus capacidades racionales, afirmar en él los poderes de obser­vación, de reflexión, de imaginación y de creación. Se trata en la educación de que el individuo pueda utilizar la poca o mucha información adquirida para afirmar su capacidad razonadora, afi­nar su inteligencia y facilitar su creación en cualquier campo del saber. La educación pretende formar la mente del hombre, no llenarla de pura información. Su finalidad consiste, como afirma­ba Rousseau: "no en darle al estudiante la ciencia hecha, sino enseñarlo a adquirirla cuando la necesite, hacérsela estimar en lo que vale y hacerle amar la verdad por encima de todo". V

Resumen y calificación del proceso educativo es la afirmación de Bacon que asienta: "Nadie posee realmente y a fondo más que los conocimientos que, por decirlo así, el mismo se ha creado".

El método, que no lleva aparejada una simple función informativa, sino esencialmente edu­cativa, formativa, atiende por tanto a esa doble necesidad. De acuerdo con los principios de gra-

172 METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

etc. Las secciones de cada parte se subdividen a su vez en cuestiones (quaestío) y éstas en artículos.

De esta suerte la cita correcta,en caso de que mencionáramos las ideas acerca de ia guerra que da Santo Tomás, sería;

Tomás de Aquino, Santo: Suma Teológica, Sec. Secdae, quaest. XL, art. 1,1-4. A veces se abre­via: 2da. 2adae, q. XL, 1; 1-4.

Otra obra de Santo Tomás, como su famosa: Contra !os gentiles, se citaría así: Contra genti­les .\,C^'i, 15,42,44, lo cual significa que en la parte la . de su primera parte, capítulo 13 y en los párrafos 13,16, 42 y 44 se encuentran las referencias que utilizamos.

En el Caso de usar otros autores anteriores o posteriores, debemos seguir los principios ya es­tablecidos de citar autor, obra y ia parte correspondiente, no la página. Veamos algunos ejemplos.

San Jerónimo, Epist. ad Heliod. 13-15 San Agustín, De c/V. Dei. I, 1, c.9 San Gregorio, en su Epístola a San Agustín, Obispo de Inglaterra; Regist 112, epist el. interrog. lo .

Repetimos que el registro completo de esas obras es obligado en caso de que las manejemos di­rectamente, pero la forma de citación de su contenido es la señalada en los ejemplos.

No es ocioso señalar que en las citas derivadas de diccionarios, enciclopedias y obras seme­jantes, basta con poner el autor y nombre de la obra. Las palabras en ellas van colocadas alfabéti­camente, por lo que es útil señalar número de volumen y página.

V. La elaboración del texto

a. Expl icación general

Toda investigación, lo hemos repetido, constituye un proce«de creación. Cada uno de los pasos que el investigador da implica un acto creativo. Desde la gestación de la pregunta, de la in­quietud que da lugar al tema, al objeto por Investigar, hasta la respuesta final que es la conclu­sión de la investigación, todo ello representa una continua gestación. En esta última etapa que analizamos, la expositiva, ese proceso llega a su climax por el triple esfuerzo de: a) condensar y asimilar la información obtenida llena de elementos de conocimiento —ideas, juicios, cifras, nombres, fechas, hechos, etc.—; b) elaborar, basándonos en aquéllos, nuevos y personales ele­mentos de coriocimiento a través de nuestra capacidad razonadora; y c) de expresar en forma armoniosa, bella y equilibrada nuestro pensamiento -producto de esa doble acción-, pensa­miento que se transmite a través del lenguaje que es su instrumento.

El discurso científico cuyas finalidades y partes hemos señalado tiene un elemento de extrema importancia, aquel en que se contiene la idea central, las aportaciones esenciales, denominado texto. Este elemento requiere, para que cumpla su misión específica, expresar en forma perfecta, sencilla y clara, tanto en su fondo como en su forma, nuestro pensamiento. Esto quiere decir que debemos tratar de redactarlo lo mejor posible, de tal suerte que represente fielmente el pensa­miento, que traduzca clara y sencillamente ideas y juicios personales, que permita a los lectores comprender fácilmente cuanto les digamos y gustar la forma o manera en que se los decimos.

La labor de redacción del texto consiste fundamentalmente en poner orden en el pensamien­to y en el lenguaje. Ya Indicamos cómo el lenguaje debe entenderse como portador de sentido.

LA ETAPA EXPOSITIVA 173

como medio de comunicación y como signo o símbolo de la realidad." Es asimismo un conjunto organizado de palabras, pero esa organización será lógica y artística de acuerdo con las normas gramaticales y el estilo propio del escritor. El lenguaje encuentra en la escritura su mejor y más perfecto medio de expresión.

El arte de escribir no se aprende a través de un manual, sino del cultivo perseverante y esmerado de las buenas lecturas y uria práctica constante y cuidadosa de la escritura. Vocación, aptitud, gusto, conocimientos, constancia en el trabajo, esfuerzo reiterado y permanente, son condi­ciones que un escritor requiere para que su trabajo adquiera calidad y sea apreciado. Leopoldo Lugones, el gran prosista y poeta rioplatense, aconsejaba a los escritores noveles: "Leer con hu­mildad y sin prejuicios los textos antiguos. Buscar la verdad y la belleza en ellos, como se busca el agua: no por deleite sino por necesidad". Y para conformar el sentido estético del escritor, un clásico de las letras francesas, Voltaire, señalaba que el buen gusto radicaba en el sentimiento que el escritor adquiría para advertir prontamente una belleza entre los defectos y un defecto entre las bellezas.

Los preceptistas de ia literatura indican que toda obra literaria tiene tres elementos; fondo, forma y plan. El fondo es el conjunto de pensamientos que el autor se propone comunicar; plan, el orden o distribución en que coloca y distribuye esas ideas y conocimientos; y la forma, los me­dios de que el escritor se vale para exteriorizarlos, el lenguaje y el estilo." Como se advierte, aquí está implícito el proceso total de la investigación. En esta parte nos ocupamos de la última etapa, el de la forma del discurso, que importa mucho en toda investigación.

Si ya señalamos cuál es el concepto más atinado y moderno dei lenguaje, señalemos en seguida el del estilo. Éste ha sido enunciado en diversas formas. Notable escritor del siglo xvni, el Conde de Buffon escribió: "El estilo es el hombre", y en otro párrafo con mayor claridad explicaba: "esti­lo es el orden y movimiento que se pone en el pensamiento". Esta explicación trataba de mostrar que el modo del ser se revelaba por medio del pensamiento, y señalaba también que debería en­tenderse por movimiento el orden que tiene el pensamiento para manifestarse. No obstante lo ati­nado de esta definición su primera parte es incompleta, pues "limita la función del estilo a la naturaleza del hombre y también porque olvidó relacionar el estilo con la arquitectura de la obra y con la índole del idioma".

De cualquier manera, de ahí han partido definiciones posteriores. El notable escritor mexica­no y gran maestro de la literatura castellana Ermilo Abreu Gómez, de quien procede la cita ante­rior, señala que la definición de Buffon la completó y mejoró Ramón Pérez de Ayala al escribir: "El estilo es el hombre y algo más: la raza, la tradición, la época, el alma y el tiempo Sin la con-lunción de estos valores no hay estilo que valga. No hay estilo literario, ni pictórico, ni escultóri­co, ni musical ni arquitectónico, ni siquiera estilo indumentario". ^

Wilhelm Marshall Urban, Lenguaje y realidad. La filosotia del lenguaje y los principios del simbolismo, traducción de Carlos Villegas y lorge Portilla, México, Fondo de Cultura Económica, 1979, 638 p.

En torno de estos temas véanse las excelentes obras de: Martin Alonso, Ciencia del lenguaje y arte del estilo. Madrid, Aguilar, 1949,1802 p.; ¡L Mico Buchón, S.|., Curso de teoría y técnica literarias, Barcelona, Casáis, 1964, 655 p.; luán Rey, S.|.. Preceptiva literaria. 7a, ed., Santander, Editorial Sal Terrae, 1963, 262 p. (Bibliotheca Comiilensis); Cecilia Hernández de Mendoza, Introducción a la estilística. Bogotá Imp. Patriótica del Instituto Caro y Cuervo, 1962, VIII - 192 p. (Publica­ciones del Instituto Caro y Cuervo Series Minor, VIII). losé Luis Martínez, La técnica en la literatura. Introducción, México, Letras de México, 1943,66 p. Este autor señala la necesidad de conciliar el pensamiento con el lenguaje a través del esfuer­zo constante y de una técnica que depure la expresión verbal de lo innecesario y defectuoso.

' Emiilo Abreu Gómez, "Discurso del estild', en Memorias de la Academia Mexicana correspondiente de la Española, Méxi­co. 1%8, t. XIX, p 9-18 También en las Memorias de la Academia. México. 1958, t. XVI, p 131-141 su precioso estudio Dis-

174 MtJODOLOCiA DE L A I N V E S T I G A C I Ó N

Unidos el dominio del lenguaje y un estilo depurado que lo maneje, el escritor procederá a realizar ese difícil proceso de gestar la forma, como decía Rodó. Esa gesta de la forma implica que el investigador pueda y deba dar a sus escritos cuatro cualidades que le son esenciales: clari­dad, precisiór), interés y naturalidad, cualidades que como señala muy bien el P. Mico Buchón son las que surgen en el proceso de investigación y que muy claramente se muestran en la etapa de exposición.75

Señala este autor que ellas revelan lo siguiente:

"La presencia del yo, pedirá Originalidad". "La expresión de la idea, pedirá Claridad". "La atención al otro, pedirá Interés". "La elección en el idioma pedirá Corrección".

Por claridad debemos entender la limpidez y precisión con que se expresa el pensamiento. Por precisión, la correspondencia exacta entre la idea y el vocablo que se elige para expresarlo. Por

i « interés entendemos el saber atraer a los lectores, tanto por las ideas que comunican como ii por la expresión formal con que se revisten, manteniendo su curiosidad, atención y gusto por 11 nuestros escritos. La corrección es el conocimiento profundo y acertado manejo del lenguaje en

el que se debe respetar el genio del idioma, el cual no debe aparecer desordenado, afectado ni *' confuso, sino siguiendo la perfecta regla de los ingleses: "Se ponga la palabra adecuada en el [ , sitio adecuado" {putting the right word in the right place). Por originalidad, finalmente, debemos i,;,' entender tanto una penetración o mayores descubrimientos en el tema de que nos ocupamos, l'^i cuanto "La peculiar manera de expresar y de expresarse de un autor" i j Acerca de estas condiciones, el propio P. Mico Buchón aporta varias citas que recogemos

por su innegable valor y ejemplaridad. Señala que ya Cicerón en su obra De Oratore escribía en torno de la claridad: "Se emplea con el fin de que se entienda lo que uno dice, lo cual es a todas

f ' luces tan necesario que es lo que menos puede pedirse". Y acerca de esa misma cualidad, el gran Azorin afimia: "El estilo es claro si lleva al instante al oyente a las cosas, sin detenerle en las pa-

Is* labras. Retengamos la máxima fundamental: Derechamente a las cosas. Si e| estilo explica fiel-mente y con propiedad lo que siente, es bueno".

f Y en torno de la precisión y también de la claridad, Schopenhauer dice: "Oscuridad y falta de claridad en la expresión es siempre y en todas partes un síntoma muy malo, pues en éJ 9 9 % de las veces procede de la falta de claridad del pensamiento, la cual a su vez proviene casi siempre

^ de una originaría desproporción, de una inconsistencia, es decir de una incorrección del mismo. V* Si en una mente surge ún pensamiento exacto es que aspira a la claridad y pronto la conseguirá. .M« El pensamiento claro, en efecto, encuentra fácilmente su adecuada expresión".'* ' Y finalmente, para reafirmar la idea de que el lenguaje que empleamos en nuestros escritos

debe expresar rigurosa y fielmente nuestro pensamiento, que debe tener como atributos la origi­nalidad, la claridad y precisión, elementos que deben apreciarse en la corrección y el interés que esos propios escritos deben ostentar, es conveniente transcribir lo que el egregio Fray Luis de León escribía en la dedicatoria de su inmortal obra Los nombres de Cristo, en la cual señalaba el

curso de h Prosa Castellaria En el apéndice reproducimos su artículo: "El arte de leer y el arte de escribir", en [I Nacional suplemento dominical, 24 de febrero de 1%3, p. 6.

" J.L. Mico Buchón. Op.cil, p 294y ss.

" Ibidem, p. 298 y ss.

LA ETAPA EXPOSITIVA 175

i, exquisito cuidado que el escritor debe tener para lograr la fusión entre pensamiento y lenguaje, : para hacer que éste exprese lo que aquél concibe, para que los frutos de la reflexión creadora

puedan llegar a los demás transmitiéndoles cuanto aquélla es capaz de producir. Escribía Fray r Luís: "Y de éstos —sus detractores— son los que dicen que no hablo en romance, porque no f; hablo desatadamente y sin orden, y porque pongo en las palabras concierto y las escojo y les doy • lugar, porque piensan que hablar romance es hablar como se habla en el vulgo, y no conocen que ? el bien hablar no es comijn, sino negocio de particular juicio asi en lo que se dice como en la ma-i ñera como se dice. Y negocio que de las palabras que todos hablan elige las que convienen y mira I el sonido de ellas, y aún cuenta a veces las letras, y las pesa, y las mide, y las compone, para que í no solamente digan con claridad lo que se pretende decir, sino también con armonía y

dulzura".'^ Conforme a estos claros y útiles preceptos, el escritor, el investigador, tratará de expresar su

pensamiento, comunicar sus conocimientos, redactándolos de tal suerte que llenen las condi-• ciones ya señaladas. El principiante trabajará más arduamente mientras no consiga el manejo del f lenguaje y obtenga la fluidez, precisión, corrección, interés y aun esa belleza y sonido musical

que mencionaba Fray Luis de León.

La ordenación del pensamiento ya se habrá demostrado, al organizar según un plan lógico todo el material reunido durante la investigación. El esquema definitivo, o sea el plano arquitec­tónico que el investigador va a dar a su obra, revelará el orden que tendrá su trabajo, los distintos capítulos, apartados y temas que lo integrarán; a base de ellos iniciará la redacción de su texto. Resulta muy conveniente que a medida que escribe, el investigador revea su esquema para man­tener la organización debida, la separación apropiada de cada una de sus partes, la eliminación de las reiteraciones y el llenar las lagunas que encuentre en su material. El enunciar con claridad las divisiones del trabajo, mantener el orden lógico escogido para la disertación, señalar a base de encabezamientos o de números o de ambos elementos los diversos temas y aspectos a que va haciéndose referencia, todo ello debe pensarse y hacerse en el momento de la redacción. Tam­bién en ese momento, y esto ya lo explicamos, el investigador debe buscar en su trabajo un justo equilibrio entre el texto y el aparato crítico. El texto debe contener las ideas esenciales, la idea central que vertebra todo el estudio; el aparató crítico, las ideas secundarias o accesorias que apoyan a la principal, las referencias que la fundamentan.

Debe tenerse mucho cuidado en no dejar en las notas lo esencial de la investigación, es decir la rica información obtenida de las fuentes consultadas; tampoco se caiga en el error de no rela­cionar las notas con lo que se afirma en el texto. Por otra parte, no debe olvidarse que el aparato crítico es parte constitutiva del discurso científico y que a él deben aplicarse las normas del len­guaje y del estilo que hemos señalado. Correcto y adecuado equilibrio debe existir entre el texto

Ibidem, p. 309. En torno del cuidado de elegir los conceptos y de revisar cuidadosamente cuanto se escribe, uno de los ™ayores prosistas franceses Anatole France recomendaba realizar varias revisiones, a saber: • 'En la primera se da vida a un original insípido; en la segunda, se poda la broza; en la tercera, se eliminan los puntos y Wmas, se acortan las frases y se facilita la transición de un punto al siguiente, de manera que el lector no lo sienta como -tin salto. En la cuarta revisión puede juzgarse del orden general de los conceptos y de la repetición excesiva de una misma palabra o forma verbal. Cuando hay demasiadas repeticiones es preferible escribir algunas frases en forma diferente, a

r sinónimos. La quinta revisión se caracteriza por la poda de adjetivos, pues, como dice Voltaire, no basta que éstos rden con el nombre en género y número; es necesario además que agreguen algo a la frase. En la sexta se elimina lo ante y se pasa el cepillo y el barniz, porque un buen escritor, como un buen ebanista, debe terminar su obra de ma­

ta que quede lisa, rica, fina, y brillante"

176 M E T O D O L O G Í A D E I N V E S T I G A C I Ó N

y el aparato crítico, y éste debe seguir el mismo ritmo y movimiento que aquél, es decir, que el aparato crítico y el texto responderán eficazmente a la expresión correcta del pensamiento.

Quien escribe no debe olvidar lo que señalan unánimemente los lingüistas, que todo discur­so, en el sentido de escrito que transmite las ideas, siempre debe contener tres elementos necesa­rios e inevitables: sustantivos, adjetivos y verbos. "Resulta imposible —escribe Urban— expresar de alguna manera la realidad sin la forma de sujeto y predicado. La negación de esto conduce a la parálisis del lenguaje y al desvirtuamiento de todo discurso. Esta es la conclusión a que llega­mos por el estudio de la lógica y el lenguaje y de la relación que tiene el lenguaje con el conoci­miento".'»

El escribir es la conjunción o cristalización del pensamiento en una o varias oraciones, esto es en una cláusula, y no hay que olvidar que toda oración se integra por sujeto, verbo y comple­mento, ligados no sólo a través de las reglas gramaticales, de la prosodia y sintaxis fundamenta­les, sino también por medio del gusto que el escritor les imprime; de este modo, sus oraciones, a más de ser congruentes, expresarán con claridad las ideas, manifestarán la dulzura y sonoridad que el autor les imprima con su estilo. .

Reiterando la necesidad de claridad, ofrecemos algufias juiciosas y certeras recomenda­ciones de autoridades en esta materia.

Paul C. Jagot en su importante obra "La educación del estilo" nos dice: "Releed vuestro tra­bajo preguntándoos: cuando se lea esto,- ¿se comprenderá exactamente lo que quiero decir? En­tonces las faltas de claridad se os delatarán en seguida... ,

La preocupación dominante del redactor debe ser la claridad, el cuidado de utilizar exclusi-varíiente, para expresar sus ideas, palabras, expresiones, frases, cuyo sentido parezca absoluta­mente límpido...

Constituye un excelente criterio de claridad suponerse leído por una inteligencia mediana, y buscar modificaciones que harían el texto más fácilmente comprensible.

Ejercitaos en producir según las indicaciones precedentes antes de preocuparos de una for­ma impecable. Ya llegará el tiempo de éso cuando hayáis logrado, a fuerza de ejercitaros, la posi­bilidad de expresar por escrito, lo que queráis decir.

Tanto en el estilo, como en la elocuencia, lo esencial es hacerse entender".'' Ese consejo que da Jagot y que bajó diversas formas repiten cuantos se ocupan de la ense­

ñanza de la lengua, lo da también Abreu Gómetquien subraya la necesidad de corregir varias ve­ces el escrito inicial, de perfeccionar capítulos, cláusulas y oraciones, de lograr una identificación de pensamiento y oración. Escribe Don Ermilo el siguiente párrafo en un precioso artículo que, como otro dedicado al estilo, reproducimos entre los apéndices de esta obra:

"Yo también tengo mi manera de escribir, como cualquier hijo de vecino. Escribo en una tablita donde pongo las cuartillas. Escribo con tinta, nunca con lápiz, menos en máquina. La má­quina me sirve para pasar en limpio el capítulo o el artículo. Escribo de prisa; procuro concluir de un tirón el tema que me he propuesto. Después releo lo escrito y empiezo la tarea ardua, difícil, de la corrección. Corrijo con método. Primero me preocupo de la disposición de lo escrito, de su arquitectura, después entro en detalles acerca de la largura o la cortedad de las oraciones. Em­piezo a percatarme de la propiedad de las palabras, de su sonido, de su equilibrio. No se me esca­pan los adjetivos, ni los adverbios, ni las repeticiones de artículos. Todo me va saltando a los ojos.

™ W.M. Urban, Op.c/t., p. 578.

Apuo', i.L Mico Buchón, Op.c/t, p. 299.

L A E T A P A E X P O S I T I V A 177

En una primera corrección salen unas cosas, en una segunda otras muy distintas. Al fin me parece que la obra ha adquirido la limpieza, sobriedad y sencillez que persigo. La obra está concluida. Eso creo. Grave engaño. La obra va a la imprenta, pero en las pruebas de galeras se me ocurren nuevas correcciones. Creo de nuevo que la cosa está concluida. Nuevo engaño. En las pruebas de plana haré nuevas correcciones. Y cuando salga el libro todavía se me ocurrirán otras y otras correcciones".

b. Verdad y be l leza en el discurso c ient í f ico

La transmisión de las ¡deas, la comunicación de toda información debe tener como condiciones esenciales las siguientes:

a) expresar con entero rigor el saber que se desea transmitir, haciendo que él represente con justeza y precisión el conocimiento o conocimientos que se tengan en torno de la realidad, de los fenómenos, de los hombres o de los acontecimientos en torno de los cuales se haya investigado; y

b) comunicar esos conocimientos dentro del lenguaje de un modo claro, convincente y bello. La humanidad durante muchos siglos creó y desarrolló su civilización y los frutos de su Inteligencia a través de la expresión verbal, del empleo del lenguaje y de la es­critura. La civilización occidental, producto del genio grecolatino, del judaismo y del cristianismo concedió a la palabra, al verbo, gran primacía, y todo su saber lo ha trans­mitido a través del discurso. La realidad se ha ordenado dentro de la autoridad del len­guaje y toda verdad y toda realidad se encerró dentro de los confines del lenguaje.

El desarrollo de las ciencias puras, principalmente de las matemáticas que se dio en el siglo XVII, otorgó a ésta y a sus derivadas la función de un lenguaje rico, complejo y dinámico. Cada una de las disciplinas que de ella dependen (física, química, etc.), gracias a su extraordinario de­sarrollo "han creado lenguajes propios tan articulados y elaborados como los del discurso. Y entre estos lenguajes y de uso común, entre el símbolo matemático y la palabra, los nexos se hacen cada vez más tenues, hasta que al fin desaparecen".»"

George Steiner, de quien derivan estas exactas, agudas e inteligentes reflexiones agrega que los científicos, con sus revolucionarias concepciones lograron sacudirse los grilletes del lenguaje y que "hoy la matemática es más eficiente en su esfera del mundo intelectual que los idiomas modernos...". Señala también cómo a imitación o mejor dicho por el empleo de las matemáti­cas, las ciencias sociales, economía, filosofía, sociobgía, historia, etc., se van tornando un tanto iliteratas y más aún antiliteratas.

Las observaciones que hace al respecto son tan precisas y certeras que nos obligan no sólo a parafrasearlas, sino a transmitirlas integramente por su indudable valor.

"Pocos humanistas se dan cuenta del alcance y naturaleza de este gran cambio (Sartre es excepción notable, y una y otra vez ha llamado la atención hacia La crise du langage). No obstan­te, muchas de las disciplinas humanísticas han acusado un maiaise (malestar) profundo, el reco­nocimiento nervioso, complejo, de las exigencias y triunfos de las matemáticas y de las ciencias naturales.

En la historia, la economía y lo que significativamente se llama 'las ciencias sociales' ha

* George Steiner, "£/ retraimiento de la palabra, en tanguage and Silence", New York, Atheneum, 1%7. Publicada en Aso­mante, revista trimestral de la Asociación de Graduadas de la Universidad de Puerto Rico, San Juan Puerto Rico, año XXV,

, No. 1, enero-marzo de 1969, p. 17-38, traducción de Aida Fajardo.

178 METODOLOGÍA DE lA INVESTIGACIÓN

ocurrido lo que podríamos llamar una falacia de la forma imitativa. En cada uno de esos campos, el modo del discurso depende todavía casi completamente del lenguaje hablado. Pero los histo­riadores, economistas y científicos sociales han tratado de injertar en la matriz verbal algunos de los procedimientos de la matemática o un rigor absoluto. Se han puesto a la defensiva en cuanto a la naturaleza esencialmente provisional y estética de sus propias tareas".

Y adelante agrega: "Las ambiciones de rigor científico y de profecía han seducido una gran parte de la obra escrita histórica, alejándola de su verdadera naturaleza que es el arte. Mucho de lo que en la actualidad pasa por historia es a duras penas comprensible... La ilusión de la ciencia y las modas de lo académico tienden a transformar al historiador joven en un mezquino hurón que roe el dato o el número insignificante... Se explaya en notas al calce y escribe monografías en un estilo tan incomprensible como le es posible, a fin de demostrar el prejuicio científico de su disciplina.. ."

"O consideremos la economía: sus maestros clásicos, Adam Smith, Ricardo, Malthus, Marshall, fueron maestros de la prosa. Dependieron del lenguaje para explicar y persuadir. El desarrollo de la economía matemática comenzó a fines del siglo xix Keynes fue quizás el úl­timo en abrazar tanto la fase humana como la matemática en su ciencia. Discutiendo las apor­taciones de Ramsey al pensamiento económico, Keynes señaló que algunas de ellas, aunque de importancia clave, implicaban matemáticas demasiado sofisticadas para el laico o el economista clásico. Hoy la laguna se ha ampliado considerablemente; la econometría le está ganando terre no a la economía. Los téminos cardinales —la teoría de los valores, ciclos, capacidad productiva, liquidez, inflación, inversión-rendimiento— están en estado de transición; Se están moviendo de lo lingüístico a lo matemático, de la retórica a la educación. El abecedario de la economía mo­derna no es ya la palabra en primer plano sino más bien el diagrama, la gráfica y el número. El pensamiento económico más poderoso de la actualidad está usando los instrumentos analíticos y proféticos fraguados por los analistas funcionales de la matemática del siglo xix".

"Las tentaciones de la ciencia exacta son más flagrantes en la sociología. Gran parte de la sociología actual es iliterata, o con más precisión, antiliterata. Está conirebida en un jerigonza de la oscuridad vehemente. Siempre que es posible la palabra y la gramática con sentido literato son reemplazadas por la tabulación estadística, la curva o la gráfica. Cuando por fuerza tiene que continuar siendo verbal, la sociología toma prestado lo que puede del vocabulario de las ciencias exactas. Podría hacerse una enumeración fascinante de estos préstamos. Considérense sólo los más preeminentes: normas, grupo, dispersar, integración, función, coordinados. Cada uno tiene un contenido matemático o técnico específico. Desprovistas de este contenido e impuestas en un ambiente extraño, estas expresiones se tornan confusas y altisonantes. Mal sirven a sus nuevos amos. Sin embargo, al usar la jerigonza de coordinados de cultura e integración de grupos iguales el sociólogo rinde tributo ferviente al espejismo que ha perseguido a toda encuesta racional des­de el siglo XVII, el espejismo de la exactitud y pronosticabilidad matemática".

"En ningún campo, sin embargo, es más pronunciado y alarmante el retraimiento de la pala­bra que en la filosofía. La filosofía clásica y la medieval estaban totalmente sujetas a la dignidad y recursos del lenguaje, a la creencia que las palabras, manipuladas con la necesaria precisión y sutileza, podían establecer una armonía entre la mente y la realidad. Platón, Aristóteles, Duns Scoto y Santo Tomás son arquitectos hábiles del vocablo, construyendo alrededor de la realidad grandes estructuras de exposición, definición y discrimen. Bregan con modos de argumentación que varían de los del poeta; pero comparten con éste la suposición de que las palabras reúnen y engendran responsables penetraciones de la verdad-."

LA ETAPA EXPOSITIVA 179

Estas afirmaciones de Steiner nos sirven para apoyar la urgente y necesaria recomendación de que todos los investigadores, independientemente de que expresen la sustancia de su propia dis­ciplina con los indispensables tecnicismos que ellas requieren, no olviden que el lenguaje conti­núa siendo instrumento esencial de revelar el pensamiento, de transmitir un saber. Si bien las palabras, a diferencia de los números, no encarnan operaciones funcionales, no debemos olvidar que sigue siendo válida la opinión de Ezra Pound que asienta: "Estamos gobernados por las pala­bras, las leyes están esculpidas en palabras, y la literatura es el único medio de mantener estas palabras vivas y precisas".

Esta honda reflexión significa que en toda transmisión de conocimientos, de experiencias vi­tales, el lenguaje juega un papel esencial, y que ese lenguaje enriquecido constantemente debe servir para expresarnos con claridad. No debemos incurrir en el error de creer que el lenguaje no tiene un acervo expresivo enorme y que a través de él no es posible transmitir correcta y bellamen­te nuestros pensamientos. No debemos dejarnos arrastrar por esas corrientes que han impulsado los semleducados, esto es, aquellas personas que no saben manejar bien ni su propia disciplina ni su lenguaje, lo que trae consigo una reducción drástica en la riqueza y dignidad de la palabra y el acarreo de una terminología confusa, incomprensible y grotesca en la que abundan tantos traba­jos seudocientíficos que nos invaden. Alfonso Reyes, en torno de esa desfiguración del lenguaje que hacen los científicos sociales, opinaba que la hacían porque desconocían del todo los proce dimientos certeros de ataque de la mente literaria sobre sus objetivos, porque tenían el prurito de enredar losjconceptos y emplear términos mal construidos y espurios, tanto porque ignoraban la riqueza idiomática de su propio idioma y los correctos procedimientos gramaticales, cuanto por necio afán de singularizarse y tratar de dar a su disciplina un aire esotérico, un sentido de ciencia oculta y adivinatoria.

De estos defectos debe huir quien trata de comunicar sus conocimientos. Si éstos requieren de términos nuevos, bienvenidos si son correctos y exactos.

Si el investigador necesita el empleo del lenguaje simbólico de las matemáticas y de otras ciencias puras, debe usarlo; más en aquellas explicaciones verbales que requieran un lenguaje li­terario o por lo menos claro, preciso, correcto y atractivo, debe esforzarse por elaborar sus traba­jos lo mejor posible.

Creemos que con estas sencillas explicaciones hemos aclarado al estudiante que se lanza por vez primera a la investigación y a redactar los resultados de esa investigación, cuáles son los principios esenciales, los fundamentos de un buen trabajo de redacción. Los consejos dados ante nórmente, más una actitud afinada con el trabajo continuo y perseverante, una fina atención en la lectura de obras literarias de todo género, en los clásicos de las más diversas disciplinas y una ejercitación constante en el trabajo de redacción, serán la mejor recomendación y medio para al­canzar la soltura, la dulzura, la musicalidad, la exactitud en el manejo del lenguaje, a través del cual el investigador transmitirá a los demás sus conocimientos en cualquier ramo del saber.

Los libros y otros engaños

EL ARTE DE LEER Y EL ARTE DE ESCRIBIR

Por Ermilo Abreu Gómez

Cuando yo era niño leí un libro muy bonito titulado Ei arte de leer por Emilio Faguet. Era, de veras, un libro muy agradable que daba buenos consejos tanto para seleccionar los libros como

178 M E T O D O L O G Í A D E L A I N V E S T I G A C I Ó N

ocurrido lo que podríamos llamar una falacia de la forma imitativa. En cada uno de esos campos, ei modo del discurso depende todavía casi completamente del lenguaje hablado. Pero los histo­riadores, economistas y científicos sociales han tratado de injertar en la matriz verbal algunos de ios procedimientos de la matemática o un rigor absoluto. Se han puesto a la defensiva en cuanto a ia naturaleza esencialmente provisional y estética de sus propias tareas".

Y adelante agrega; "Las ambiciones de rigor científico y de profecía han seducido una gran parte de la obra escrita histórica, alejándola de su verdadera naturaleza que es el arte. Mucho de lo que en ia actualidad pasa por historia es a duras penas comprensible... La ilusión de la ciencia y las modas de lo académico tienden a transformar al historiador joven en un mezquino hurón que roe el dato o el número insignificante... Se explaya en notas al calce y escribe monografías en un estilo tan incomprensible como le es posible, a fin de demostrar el prejuicio científico de su disciplina..."

"O consideremos la economía: sus maestros clásicos, Adam Smith, Ricardo, Malthus, Marshall, fueron maestros de ia prosa. Dependieron del lenguaje para explicar y persuadir. El desarrollo de la economía matemática comenzó a fines del siglo xix Keynes fue quizás el úl­timo en abrazar tanto ia fase humana como la matemática en su ciencia. Discutiendo las apor­taciones de Ramsey al pensamiento económico, Keynes señaló que algunas de ellas, aunque de importancia clave, implicaban matemáticas demasiado sofisticadas para el laico o el economista clásico. Hoy la laguna se ha ampliado considerablemente; la econometría le está ganando terre­no a la economía. Los téminos cardinales —la teoría de los valores, ciclos, capacidad productiva, liquidez, inflación, inversión-rendimiento- están en estado de transición; Se están moviendo de lo lingüístico a lo matemático, de la retórica a la educación. El abecedario de la economía mo­derna no es ya la palabra en primer plano sino más bien el diagrama, la gráfica y el número El pensamiento económico más poderoso de la actualidad está usando los instrumentos analíticos y proféticos fraguados por los analistas funcionales de la matemática del siglo xix".

"Las tentaciones de la ciencia exacta son más flagrantes en la sociología. Gran parte de la sociología 'actual es iliterata, o con más precisión, antiliterata. Está concebida en un jerigonza de la oscuridad vehemente. Siempre que es posible la palabra y la gramática con sentido literato son reemplazadas por la tabulación estadística, la curva o la gráfica. Cuando por fuerza tiene que continuar siendo verbal, la sociología toma prestado lo que puede del vocabulario de las ciencias exactas. Podría hacerse una enumeración fascinante de estos préstamos. Considérense sólo los más preeminentes: normas, grupo, dispersar, integración, función, coordinados. Cada uno tiene un contenido matemático o técnico específico. Desprovistas de este contenido e impuestas en un ambiente extraño, estas expresiones se tornan confusas y altisonantes. Mal sirven a sus nuevos amos. Sin embargo, al usar la jerigonza de coordinados de cultura e integración de grupos iguales el sociólogo rinde tributo ferviente al espejismo que ha perseguido a toda encuesta racional des­de el siglo xvii, el espejismo de la exactitud y pronosticabilidad matemática".

"En ningún campo, sin embargo, es más pronunciado y alarmante el retraimiento de la pala­bra que en la filosofía. La filosofía clásica y la medieval estaban totalmente sujetas a la dignidad y recursos del lenguaje, a la creencia que las palabras, manipuladas con la necesaria precisión y sutileza, podían establecer una armonía entre la mente y la realidad. Platón, Aristóteles, Duns Scoto y Santo Tomás son arquitectos hábiles del vocablo, construyendo alrededor de la realidad grandes estructuras de exposición, definición y discrimen. Bregan con modos de argumentación que varían de los del poeta; pero comparten con éste la suposición de que las palabras reúnen y engendran responsables penetraciones de la verdad"

LA ÍTAPA EXPOSITIVA 179

Estas afirmaciones de Steiner nos sirven para apoyar la urgente y necesaria recomendación de que todos los investigadores, independientemente de que expresen la sustancia de su propia dis­ciplina con los indispensables tecnicismos que ellas requieren, no olviden que el lenguaje conti­núa siendo instrumento esencial de revelar el pensamiento, de transmitir un saber. Si bien las palabras, a diferencia de los números, no encarnan operaciones funcionales, no debemos olvidar que sigue siendo válida la opinión de Ezra Pound que asienta: "Estamos gobernados por las pala­bras, las leyes están esculpidas en palabras, y la literatura es el único medio de mantener estas palabras vivas y precisas".

Esta honda reflexión significa que en toda transmisión de conocimientos, de experiencias vi­tales, el lenguaje juega un papel esencial, y que ese lenguaje enriquecido constantemente debe servir para expresarnos con claridad. No debemos incurrir en el error de creer que el lenguaje no tiene un acervo expresivo enorme y que a través de él no es posible transmitir correcta y bellamen­te nuestros pensamientos. No debemos dejarnos arrastrar por esas corrientes que han impulsado los semieducados, esto es, aquellas personas que no saben manejar bien ni su propia disciplina ni su lenguaje, lo que trae consigo una reducción drástica en la riqueza y dignidad de la palabra y el acarreo de una terminología confusa, incomprensible y grotesca en la que abundan tantos traba­jos seudocientíficos que nos invaden. Alfonso Reyes, en torno de esa desfiguración del lenguaje que hacen los científicos sociales, opinaba que la hacían porque desconocían del todo los proce­dimientos certeros de ataque de la mente literaria sobre sus objetivos, porque tenían el prurito de enredar los¡conceptos y emplear términos mal construidos y espurios, tanto porque ignoraban la riqueza idiomática de su propio idioma y los correctos procedimientos gramaticales, cuanto por necio afán de singularizarse y tratar de dar a su disciplina un aire esotérico, un sentido de ciencia oculta y adivinatoria.

De estos defectos debe huir quien trata de comunicar sus conocimientos. SI éstos requieren de términos nuevos, bienvenidos si son correctos y exactos.

Si el investigador necesita el empleo del lenguaje simbólico de las matemáticas y de otras ciencias puras, debe usarlo; más en aquellas explicaciones verbales que requieran un lenguaje li­terario o por lo menos claro, preciso, correcto y atractivo, debe esforzarse por elaborar sus traba­jos lo mejor posible.

Creemos que con estas sencillas explicaciones hemos aclarado al estudiante que se lanza por vez primera a la investigación y a redactar los resultados de esa investigación, cuáles son los principios esenciales, los fundamentos de un buen trabajo de redacción. Los consejos dados ante­riormente, más una actitud afinada con el trabajo continuo y perseverante, una fina atención en la lectura de obras literarias de todo género, en los clásicos de las más diversas disciplinas y una ejercitación constante en el trabajo de redacción, serán la mejor recomendación y medio para al­canzar la soltura, la dulzura, la musicalidad, la exactitud en el manejo del lenguaje, a través del cual el investigador transmitirá a los demás sus conocimientos en cualquier ramo del saber.

Los libros y otros engaños

EL ARTE DE LEER Y EL ARTE DE ESCRIBIR

Por Ermilo Abreu Gómez

Cuando yo era niño leí un libro muy bonito titulado El arte de leer por Emilio Faguet. Era, de vprac iin lihrn miiv agradable oue daba buenos conseios tanto oara seleccionar los libros como