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 nlsta Unlwnldad ~ uadalajara N umer o 1 1 v  de 1998 Cómo se r r elativ i sta y n o m o rir e n el inten t o Tomás lbáñez Gracia Departamento de Psicología de la Salud y Psicología Social, Universidad Autónoma de Barcelona Goodman ha sido p ionero en la reivindicación del relatiY imw,..y el hecho de que haya defendido esta postura adquiere un relieve particular, porque son muy pocos l os filósofos considerados como serios, por parte de su gremio. Filósofos a los que sus propios colegas consideran técnicamente competentes, técnicamente serios, que se hayan atrevido a hacerlo. Feycrabend, por ejemplo, ha realizado aportaciones en sumo grado interesantes en relación con el relativismo, pero carece de esta imagen positiva en el seno de su gremio profesional. Esto es lamentable, pero es así. Entre sus muchos escritos , Goodman tiene dos textos que me parecen importantísimos; uno de ellos es Facts , fic ti ons and forecasts (Hechos, ficciones y predicciones) y el otro, Ways of world making (Maneras de construir mundos). Aquí se recogen a l gunas aportaciones que figuran en estos libros. Karl Popper ha desarrollado argum e n la cioncs fundamental&s para desbaratar I que s e cllllQ como concepción verifi cacionista del conocimie nto; este filósofo asestó golpes definitivos al ver i ficacionismo y al p rinc ipio mismo de la inducción como principio de justificación. Después de los trabajos de Popper, nadie puede defender seriamente la idea de que la verificación constituye un cr it erio válido de demarcación entre e l conocimiento cientifico y otros tipos de conocimiento, sencillamente porque nin g\ la proposic ión científica puede presentarse como ~ d a tilizar la verificación como criterio de cientificidad nos lleva s tuar fuera de la ciencia casi todo lo que ést ha elaborado hasta hoy. Los contrastes empíricos que se pueden i r acumulando para establecer la aceptación d e una proposición cientifica no constituyen, de ningw1a forma, una demostración de que ésta sea verdade ra -en el sentido de verificada&sby ; . f.,a s..:J¡ " obse LY aciones verificadoras queja ci.encia ha ya i o e n relación con a l filLn a de sus ptopos1c1ones onstituven una cantidad necesariamente fi .ui. ;¡¡, Por muy grande que sea el número de co nfirmaciones empíricas de una proposición, el de contrastaciones que aún nos queda por hacer es, sin duda, úúmito, puesto que s e extiende más allá de todo lo que ha acontecido ha sta hoy y a b arca el univ erso espacio-tem pora l aún in ex p l orado, porque se sitúa en el futuro. La _J?L_ obabi l idad q u e Y ºíl proposición sea efectivamente cierta no crece con el númeto de evide nci as, C 2D trastacioJ1es empíricas . y erificaciones que seamos capaces de J J e i¿ay rui "n" sobre infinito igual a cero , sea cua l sea el tamaño e "n''. Para decir l o de una manera menos críptica: si hacemos depender la probabilidad (p) de que una proposición sea cierta del número de verificaciones (n), no importa cuán grande sea éste, esta probabilidad será siempre nula , porque el número de verificaciones aún por realizar es infinito p=n/ + O. Pues bien, Goodman ha asestado golpes tan mortales como Jos que propinó P )pp_er al criterio de la _ verificación y al de la inducción. Se trata de la famosa paradoja de las esmeraldas que 1

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  • Rnlsta Unlwnldad d~ Cuadalajara

    Numero 11 v..-de 1998

    Cmo ser relativista y no morir en el intento

    Toms lbez Gracia

    Departamento de Psicologa de la Salud y Psicologa Social,

    Universidad Autnoma de Barcelona

    Goodman ha sido pionero en la reivindicacin del relatiYimw,..y el hecho de que haya defendido esta postura adquiere un relieve particular, porque son muy pocos los filsofos considerados como serios, por parte de su gremio. Filsofos a los que sus propios colegas consideran tcnicamente competentes, tcnicamente serios, que se hayan atrevido a hacerlo. Feycrabend, por ejemplo, ha realizado aportaciones en sumo grado interesantes en relacin con el relativismo, pero carece de esta imagen positiva en el seno de su gremio profesional. Esto es lamentable, pero es as. Entre sus muchos escritos, Goodman tiene dos textos que me parecen importantsimos; uno de ellos es Facts, fictions and forecasts (Hechos, ficciones y predicciones) y el otro, Ways of world making (Maneras de construir mundos). Aqu se recogen algunas aportaciones que figuran en estos libros.

    Karl Popper ha desarrollado argume..n_lacioncs fundamental&s para desbaratar ID que se.._cllllQC~ como concepcin verificacionista del conocimiento; este filsofo asest golpes definitivos al verificacionismo y al principio mismo de la induccin como principio de justificacin. Despus de los trabajos de Popper, nadie puede defender seriamente la idea de que la verificacin constituye un criterio vlido de demarcacin entre el conocimiento cientifico y otros tipos de conocimiento, sencillamente porque ning\!!la proposicin cientfica puede presentarse como

    ~da..JJtilizar la verificacin como criterio de cientificidad nos lleva Tsituar fuera de la ciencia casi todo lo que sta ha elaborado hasta hoy. Los contrastes empricos que se pueden ir acumulando para establecer la aceptacin de una proposicin cientifica no constituyen, de ningw1a forma, una demostracin de que sta sea verdadera -en el sentido de verificada&sby;. f.,as..:J" obseLYaciones verificadoras queja ci.encia haya ~ido ~en relacin con alfilLna de sus ptopos1c1ones onstituven..,una cantidad necesariamente fi..ui.!;, Por muy grande que sea el nmero de confirmaciones empricas de una proposicin, el de contrastaciones que an nos queda por hacer es, sin duda, mito, puesto que se extiende ms all de todo lo que ha acontecido hasta hoy y abarca el universo espacio-temporal an inexplorado, porque se sita en el futuro. La_J?L_obabilidad d~que Yl proposicin sea efectivamente cierta no crece con el nmeto de evidencias, C;2DtrastacioJ1es empricas. yerificaciones que seamos capaces deJ Je,iay rui>: "n" sobre infinito igual a cero, sea cual sea el tamao de "n''. Para decirlo de una manera menos crptica: si hacemos depender la probabilidad (p) de que una proposicin sea cierta del nmero de verificaciones (n), no importa cun grande sea ste, esta probabilidad ser siempre nula, porque el nmero de verificaciones an por realizar es infinito p=n/+ O.

    Pues bien, Goodman ha asestado golpes tan mortales como Jos que propin P()pp_er al criterio de la_verificacin y al de la induccin. Se trata de la famosa paradoja de las esmeraldas que

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  • Gooclman establece a partir de la creacin de una ficcin. Inductivamente, podemos decir que, a partir de "n" constataciones de que las esmeraldas son verdes (tocias las que hemos visto basta hoy lo son), es lcito hacer una proyeccin sobre el futuro y afim1ar que las esmeraldas que an nos quedan por ver siempre sern verdes con total seguridad. Dicho con otras palabras, la proposicin "las esmeraldas son verdes" es totalmente cierta porque as lo dicen las "n" verificaciones que hemos realizado hasta hoy. Pues bien, lo que hace Goodman es crear la ficcin de la esmeralda "verdul", es decir, una esmeralda que es verde en todas las ocurrencias de la esmeralda antes del momento "t" y que es azul (de ah el trmino "verdul") despus del momento "t". Esta ficcin nos permite entender que cualquier observacin que hagamos, antes del tiempo "t", confirma plenamente la afirmacin de que las esmeraldas son "verdules". Si el momento "t" significa "hasta hoy", resulta que todas las observaciones empricas realizadas conceden el mismo rango de verdad a las proposiciones "las esmeraldas son verdes" y "las esmeraldas son verdules". .! >

    Lo que eso demuestra es_gue las convenciones a partir d'

  • relativista, lo que estaba haciendo en la prctica no era sino asumir, de una forma totalmente acrtica, 1s pigtepsiones absolutistas de la Tcfolog.f!i de la modernidad. Este absolutismo (que es, por cierto, el trmino antittico de relativismo) no deja de ser bastante paradjico cuando uno piensa que la modernidad es, entre otras cosas, un proceso de secularizacin; cuando uno piensa que, a travs de este proceso de secularizacin, la modernidad pretenda devolver a los seres humanos, a la sociedad, la patendad de unos criterios que antes de la modernidad estaban situados en niveles trascendentales, es decir, en los cielos. La modernidad dijo no, estos criterios son humanos y son sociales. Claro que la paradoja se disuelve si se considera que la modernidad conceptualizaba al ser humano y a la razn en tmnos de esencias universa.les absolutamente transhistricas, ahistricas, al igual que lo era la figura de Dios. Creacin de nuevos absolutos, por lo tanto, y simple proceso de pseudosecularizacin en lugar de una autntica secularizacin.

    Por qu ha sido descalificado, de forma tan brutal, tan violenta, el relativismo? Simplemente porque el relativismo socava radicalmente el principio nsmo de autoridad. Aceptar el relativismo supone rechazar todo principio -e insisto, en el todo- todo principio trascendental , todo principio absoluto ante el cual los seres humanos tengan que someterse. Aceptar el r;sIBtivism..Q.._[econoceI_que cualquie~pjQ aLqiap~nos oto.rgar nue.strn .... co11fianza..Q9 ~ne..Qti;o.,origen que nosotros mism~o seres soclale.s y_seres culturales. Esto sjgnific:u~ .l;L.fensa de eSQS prin'-all...de p uestra argumentacin, con toda su.iragiliQad. En un trabajo realizado por algunos integrantes del grupo de Loughborough (Michacl Billig, Jonathan Potter, etctera) se nos explica cmo suelen acabar las confrontaciones entre realistas y relativistas. Estos debates acontecen en lugares donde hay mesas, sillas, o tambin en espacios abiertos, donde hay rboles y bancos. Mesas, sillas, robles .. ., constituyen ejemplos paradigmticos de la realidad, y por eso es tan frecuente que estos trminos aparezcan en los debates sobre realismo. Pues bien, despus de discutir y argumentar y contraargumentar durante cierto tiempo, el realista suele recurrir al argumento definitivo, que pone fin al debate, porque demuestra lo absurdo de la postura relativista. Potter lo llama "el argumento del mobiliario". Se apela directamente a la propia realidad, o sea, se hace intervenir directamente a sta en el debate. Se le invoca sin mediaciones lingsticas t verbales de ningn tipo, saltando desde el discurso hasta la misnsima realidad. Y lo que se hace es, simplemente, dar un golpe sobre la mesa o darle una patada a una roca con una mmica despectiva, interrogante, condescendiente y desafiante. La verbalizacin del golpe y de la mmica podra formularse de la siguiente manera:

    ... y esto, querido amigo, es real o no es real?, depende o no depende de tal o cual descripcin que se te ocurra? Sea la que sea la descripcin que pretendas darme, querido relativista, est claro que la mesa para el puo, y que aqu no hay vuelta de hoja, lo para con independencia de cualquier descripcin; si niegas que esta mesa sea real, lo que ests haciendo es algo para lo cual los psiquiatras tienen un trmino especializado, te reconendo que pidas una consulta antes de que tu estado empeore an ms.

    Lo que hace Potter en este artculo es deconstruir el golpe sobre la mesa, y mostrar que consiste

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  • en utilizar una "retrica de la no retrica" (pero retrica al fin y al cabo). Abramos un parntesis para sefialar que, curiosamente, tambin la ciencia recurre a una "retrica de la no-retrica" haciendo desaparecer como por arte de magia el humano sujeto de su discurso. Operacin mgica, por qu? Al igual que hacen los prestidigitadores, lo que se pretende es que no se vea relacin de determinacin alguna entre lo que acontece y las operaciones que lo han hecho acontecer. El secreto de la magia est ah. El arte del prestidigitador radica en que nadie vea la relacin entre el conejito que sale de un sombrero y las operaciones que se han practicado para que ese conejito aparezca de repente. La ciencia hace lo mismo, desconecta la produccin cientfica de las operaciones que producen. As es como la ciencia consigue constituirse en un discurso sin sujeto y escapar a la fragilidad de las construcciones simplemente humanas. Cerremos el parntesis y volvamos al golpe sobre la mesa. Se pretende que la facticidad misma de la mesa sirva de argumento para resolver cuestiones que, aunque conciernen a la argumentacin, deben resolverse necesariamente en ese mbito. Mientras las mesas no sean capaces de argumentar, no pueden intervenir en un debate por mucho que con su gesto el realista quiera convertirlas en un nuevo interlocutor. Pero, adems, el realista no se da cuenta de que con su gesto vuelve a introducir aquello que procura negar. Pretende que hay una realidad que no pasa por su descripcin y, de hecho, demuestra lo contrario. Aunque slo sea porque el golpe sobre la mesa intenta significar algo en el contexto argumentativo en el que aparece, significa algo para quien lo da, e implica una significacin para el que oye cmo resuena. El golpe sobre l,L mesa reintroduce ~uello que pretenda negar: las convenciones lingsticas mediansiempre

    c~osotros y la re.afladJ

    Junto con el argumento del mobiliario, Potter deconstmye tambin otro argumento antirrelativista tpico: "el de la muerte". Generalizndolo, es el argumento del sufrimiento y de la miseria. Por una parte, tenemos la mesa y la roca como realidades que no se "pueden" negar, y tenemos los campos de exterminio y el hambre en el mundo como realidades que no se "deben" negar. Son las dos lneas que se siguen habitualmente cuando se cuestiona a los relativistas.

    El primer ejemplo - la roca y la mesa- pretende ridiculizar a los relativistas, al apelar directamente a aquello que stos cuestionan: el acceso directo a la realidad. El segundo intenta culpar al relativista con la amenaza de hacerlo responsable de que aparezcan nuevos campos de exterminio y de avalar una situacin, como la "bien real" del hambre en el mundo . .fdiculizar..Y...;. W P!r al adversario e_s. lo menos q~ se puedejacer...cuando ste osa afirmar quej a realidad ~-\ una co11struccin, como lo hacen los relativistas, de afirmar que la realidad no es independiente ,las vei:siQnes que constmimos acerca de ella, y de pretender que el criterio_d

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    considera que las categorias son constitutivas de nuestra experiencia de los objetos. Por lo tanto, cambian a travs del tiempo y de las sociedades, pero son absolutas dentro del tiempo y de la cultura en que nos toca vivir y que constituyen el marco de referencia para nuestro pensamiento. Son absolutas slo para quienes pertenecemos a esta poca, a esta sociedad y a esta cultura ... , pero, aun as, son absolutas. El neokantismo social rompe una lanza en favor del relativismo; para ello, reconoce el carcter contingente y cambiante de las categoras del entendimiento, pero deja este reconocimiento en papel mojado, al admitir que en la prctica son tan absolutas como lo pensaba Kant.

    El neokantismo lingstico tiene una forma parecida, y se relaciona con el famoso "giro lingtHstico". Para situar el neokantismo lingstico es til recordar la vieja afirmacin empirista, segn la cual "no hay nada en nuestra experiencia que no haya pasado antes por nuestros sentidos". Todo ocurre como si despus del "giro lingstico" esta afinnacin se hubiese convertido en "no hay nada en nuestra experiencia que no haya pasado antes por el lenguaje". Ya no se habla de sense data, de datos sensoriales, sino de producciones discursivas. Pero aun reconociendo que el lenguaje mediatiza nuestra relacin con la realidad, considera que en el seno de una lengua determinada es legtimo construir afirmaciones que tengan el carcter de verdades. No cabe duda de que el neokantismo, en su versin social o en la lingstica, debilita el universalismo, pero siempre acaba por rescatar los absolutos. Lo que me interesa no son estas dos versiones del relativismo y del construccionismo, sino un relativismo y un conslruccionismo ms radicales: la realidad es necesariamente de tipo convencional.

    Volvamos a la mesa, a esta mesa que el realista golpea y que yo utilizo en este momento para apoyarme sobre ella. Quin puede negar que algo debe existir aqu debajo de mi codo? Esta mesa es el prototipo de algo que existe en cuanto objeto real, con independencia de todo lo que podamos afumar o creer acerca de ella. Pero analicemos la cuestin de forma ms detenida. Resulta que si esto que golpeo es un objeto real de tipo material, entonces debe ocupar, necesariamente, una determinada regin espacio-temporal. Si esto es as, se plantean cuando menos dos posibilidades. Primera: la mesa es la regin espacio-temporal que ocupa. Es decir, aqu hay un solo objeto, que es eso que yo llamo mesa junto con la regin espacio-temporal que la mesa ocupa. Es la tesis desarrollada, por ejemplo, por Quine. Y cabe otra posibilidad: aqu hay dos objetos. Hay, por una parte, la mesa y, por otra, Ja regin espacio-temporal que la mesa ocupa y que se confunde en este momento con la mesa misma, que constituye la mesa, pero en realidad hay dos objetos. Prueba de ello? Podemos desplazar la mesa y llevarla hacia otra regin espacio-temporal, y abandonar el que est ocupando en este momento; por lo tanto hay dos objetos. Cmo es la realidad? Hay uno o hay dos objetos en este lugar? Lo nico que podemos decir es que hay un objeto, o que hay dos, en funcin de la convencin que adoptemos. Podemos asumir aquella segn la cual el objeto y la regin espacio-temporal que ocupa son la misma cosa; o bien, elegir la que los distingue. Nuestra afirmacin ser verdadera en funcin de una de las convenciones; falsa en funcin de la otra, y viceversa. No hay forma de resolver Ja pregunta sin introducir un elemento convencional en la defincin de Ja realidad. Y, es ms, ni siquiera podemos llegar a separar, de manera clara y tajante, lo que pertenece a los hechos y lo que pertenece a las convenciones. Pensemos, por ejemplo, en una cosa menos especfica que la mesa, porque podemos decir que una mesa, al final, es un artefacto producido por los seres humanos. Pensemos en algo que no sea ningn tipo de artefacto y que no sea, incluso, nada que tenga

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  • caractersticas especficas. Pensemos en el objeto como tal, el objeto en s mismo, el objeto genrico. Desde una perspectiva realista, est claro que el mundo, sea lo que sea lo que llamemos mundo, se constituye por un nmero detenninado de objetos. La realidad es Ja que es y, por lo tanto, est integrada por "n" objetos. Conocemos parte de ellos; otros no los conocemos, pero, obviamente, el nmero de objetos que constituyen el mundo es un paquete cerrado. Tenemos una definicin lgica del tnnino objeto; podemos, por ejemplo, decir que es todo aquello que podamos tomar como un valor de variable de cuantificacin. Es decir, todo aquello acerca de lo cual podamos decir que hay uno o varios de aqullo. Si enseo este texto de Potter y pregunto: "Cuntos objetos hay aqu?", la respuesta: "Hay un objeto" es vlida; pero si consideramos el nmero de pginas que lo componen, podemos decir que hay tantos objetos como pginas; en este caso casi cincuenta objetos. Por lo tanto, pode111os P.QllmS~\!!:ulo sobre qu-esdo q'e vamos a entender 11.Q!" objeto y ya en este ponernos de acuerdo ha~!!.. indicacin de gue el l)mero de objetos presentes J[epende de nuestras convenciones. Consideremos como objeto cada una de las pa1tculas elementales que se encuentran en esta sala. Parece que de esta manera ya no cabe ninguna discusin; hay tantos objetos como partculas elementales. Aun simplificando la situacin basta el extremo de reducirlas a partculas elementales resulta que se complica muy rpidamente. Cmo saber cuntas partculas elementales u objetos hay? Tenemos que introducir un instrnmento para contarlas, lo que nos obligar a contar tambin las partculas del instrumento de medicin ... , y cmo las contaremos?, qu pasa si nos interesamos por objetos que agrupen conjuntos de partculas elementales?, cuntos objetos hay aqu? Algo tan sencillo y tan aproblemtico como "cuntos objetos hay aqu?" depende de las convenciones que utilicemos para definir el concepto mismo de objeto. Esto significa que el objeto no est dado de antemano, esperando que pod.11mos enumerar Jos o.ojetos que hay en algn sitio. Decir ciii.tas cosas hay_en un segmento de realid9d -cuantificacin existencial- permanece absolutamente indeferminado, mientras no se defina de manera convencional qu es lo que va a contar como un elemento o como un objeto. Y ah tienen que intervenir nuestrasconvenciones. La conclusin es simple; por Jo tanto, es gue no hay objs to p reexistente a las convenciones que lo construyen.

    Dicho con otras palabras, no hay algo as como una realidad, un mundo que estara ah fuera, esperando que lo descubramos y que pongamos etiquetas sobre aquello que lo constituye. No hay un mundo que sea independiente de la versin a partir de la cual lo constrnimos. Cmo es el mundo con independencia de tal o cual versin? Cmo es la realidad que est ah esperando que de ella demos alguna versin, que Ja descdbamos? Cmo es el mundo con independencia de su descripcin? No podemos rebatir el relativismo si no tenemos respuestas para est;ts preguntas. Pero permtanme reproducir aqu, de forma algo infiel, una serie de preguntas y respuestas que Goodman construy para ilustrar su punto de vista. PregLmta: la Osa mayor ha sido hecha, ha sido constituida, por una versin del mundo determinada? Respuesta: no, la Osa mayor ha sido hecha por la naturaleza, esto es evidente. Entonces, segunda pregunta: la naturaleza ha hecho de la Osa mayor, la Osa mayor?, ha hecho de ella, la Osa mayor? Respuesta: no, la Osa mayor ha sido hecha "como tal" a partir del momento en que cierta configuracin fue identificada y se le denomin "Osa mayor". Pregunta: pero qu es eso que fue hecho por la naturaleza y que estaba ah esperando que se transfonnase en Osa mayor, desde una detenninada versin? Respuesta: una constelacin, claro, una constelacin particular. Pregunta: ha sido hecha constelacin por la

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  • naturaleza? Respuesta: no, ha sido hecha constelacin por una versin que ha distinguido entre ciertas configuraciones de estrellas y ha llamado "constelacin" a un tipo de configuracin. Pregunta: bueno, est claro que la naturaleza ha hecho las estrellas, pero ha hecho de las estrellas, estrellas? Respuesta: no. Han sido hechas estrellas por una versin que ha distinguido, bajo el trmino general "estrellas", determinadas agregaciones de partculas o de objetos en el cielo que tienen tal o cual aspecto. El dilogo podra seguir as infinitamente, pero concluye de esta forma: quien dialoga con Goodman dice: "Podemos seguir as hasta que usted se canse, pero, bueno, lo que me resulta claro es que usted lo nico que consigue demostrar, seor Goodman, es que, sin versiones del mundo, las estrellas no existiran en cuanto estrellas, pero existiran estrellas". Y Goodman contesta: "Si usted quiere, pero estrellas que no son, en cuanto estrellas", estrellas que no son "en cuanto algo que se mueve" o "en cuanto algo que brilla". Elementos, objetos, que no son "en cuanto algo", resulta que no son nada. O son "en cuanto algo", o no son nada. Si usted se est refiriendo a la existencia de algo, como lo quiera llamar, o bien lo hace desde una determinada "versin del mundo" o bien es como si "no se estuviese refiriendo a nada ... ".

    La verdad como correspondencia, el conocimiento como representacin de una realidad que est ah fuera, ha dejado de constituir una postura mnimamente aceptable. Rorty ha fomrnlado un argumento definitivo, que tiene muchas resonancias goodmanianas contra la idea de la verdad como correspondencia con la realidad. No olvidemos que la verdad como correspondencia significa que son los hechos los que mandan y nos obligan a hablar de ellos de una determinada forma si queremos que lo que decimos acerca de ellos sea verdadero.

    Rorty nos recuerda que, para comparar dos cosas, lo que digo acerca de algo y ese algo, para comparar mi enunciado con la realidad a la que se refiere y saber si es verdadero, tengo que tener necesariamente un acceso independiente a cada uno de los objetos que entran en la comparacin. Si quiero comparar dos cosas tengo que poder definirlas con independencia una de la otra. El argumento de Rorty es el siguiente:

    Estoy dispuesto a aceptar el criterio de la verdad como correspondencia, slo os pido una cosa, que me digis cmo puedo acceder a uno de los trminos de la comparacin, es decir, a la realidad, con independencia de mi conocimiento de la realidad, con independencia de cualquier tipo de descripcin de la realidad. Cul es el acceso directo a la realidad? Si me lo indicis, entonces podr ir a ver si la realidad se corresponde con lo que yo digo acerca de la realidad. Pero para que esto sea factible, lo que tengo que tener es un acceso a la realidad que sea independiente del conocimiento que tengo de la realidad.

    Por supuesto, nadie ha conseguido indicar cmo Sc:.J>llede acceder a la realidad sin Qi!Sai;..por la mediacin..del conocimiento. Cmo es la realidad con independencia de mi conocimiento acerca de ella?

    Lo que parece requerir el menor nmero de actos de fe es considerar, en primer lugar, que construimos la realidad y, en segundo, que lo que decimos acerca de ella es un asunto de

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  • convenciones. Dicho en trminos ms fuertes, somos nosotros quienes decidimos lo ~es o no ~dad, en funcin no de nuestro capricho, sino de tm conjunto de argumentos. En ltima instancia, quien decide que esto es verdad no son los hechos ni Ja realidad, tampoco ning1m principio trascendente, sino quien est dispuesto a aportar los argumentos necesarios en defensa de su ptmto de vista.

    Si tengo, desde esa perspectiva, problemas con la afirmacin de que el Sol gira alrededor de la Tierra, no sern problemas que provengan de su mayor o menor correspondencia con la "realidad tal y como es". Tendr problemas, y muchos, si mantengo mi afirmacin de que el Sol gira alrededor de la Tierra porque detem1inados resultados que me interesa conseguir no se podrn conseguir; tendr problemas, por ejemplo, cuando viaje y en muchas otras circLmstancias, y tendr problemas porque esta afinnacin entra en contradiccin con otras cosas que considero razonable afirmar. No necesito creer que la verdad depende de la correspondencia con la realidad para rechazar afirmaciones que no sean razonables.

    A partir del momento en que abandonamos la idea de que el conocimiento y la verdad tienen fundamentos ltimos, que el conocimiento y la verdad son absolutos, no nos queda ms remedio que mirar hac ia las prcticas sociales para intentar comprender cmo producimos y justificamos nuestras creencias, nuestras verdades, nuestros conocimientos.

    A partir del momento en que abandonamos la creencia en la objetividad y sustituimos la verdad como absoluto por la verdad como algo que es relativo, que es til para nuestro quehacer, lo que reaparece como impo1tante, como bsico, es la cuestin de los valores, es decir, la que la filosofia, obcecada por problema de la verdad y la razn durante toda la modernidad, ha tendido a dejar de lacio. Despus de lo dicho quiz podamos empezar a formular algunas dudas acerca de tres descalificaciones tpicas de l relativismo. Primero, el relativista como a lguien que no es cientfico; al contrario, resulta que lo que pretende es que no haya nada, pero absolutamente nada, que pueda quedar situado fuera de lo investigable, de lo que debe ser escrutado, de lo que , debe ser problematizado, cuestionado. Nada, ni siquiera la razn, La verdad, la ciencia. Por lo[ tanto, paradjicamente, se podra decir que el relativista es el ms fiel exponente del ethos de la j ciencia.

    En segundo lugar se descalifica al relativista como alguien con quien no se puede argumentar. Cmo va uno a argumentar con un relativista si todo es relativo?, cmo se puede siquiera sacarle provecho a la discusin? Al contrario, lo que bloquea toda argumentacin, lo que le pone fin es, precisamente, el recurrir a absolutos; porque se llega a un punto a partir del cual ya no hay discusin ni argumentacin posibles, Sl( rec~.11aturaleZJLrnis;na, a la realiclad,nisrna cQlno ctlterig., !\,e da un golpe sobre la mesa.JLa mica situacin en la cual la argumentacin, efectivamente, es posible es en la que se dejan de lado todos los absolutos, sean stos la verdad, el conocimiento, la razn o cualquier otro; por lo tanto; eJ relativismo ofrece un contexto de acrnentacin de debate y discusin en lugar de im~dirlO'.( En tercer lugar se descalifica al relativista como amoral, como abso lutamente falto de criterios ticos. Aqu, tambin, lo que ocurre ~ to contrario. Si alguien se encuentra en la necesidad de _,

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  • asumir ms fuertemente los planteamientos, compromisos y pos1c1onamientos ticos es el relativista, porque no puede recurrir a esa facilidad que consiste en decir que, en el plano tico-moral, las cosas estn claras porque hay unos criterios absolutos e incuestionables. El relativista sabe que sus criterios ticos no tienen otra fundamentacin ms que la que l mismo sea capaz de darles, y que slo se pueden sostener mediante la argumentacin. El relativista tiene creencias, compronsos, posicionamientos, pero resulta que no tiene nada a que recurrir para fundamentarlos en ltima instancia. As que lo nico que puede hacer es comprometerse con mayor fuerza con ellos, en el sentido de mejorar de manera constante la argumentacin que permita defenderlos y convencer a los dems. Una ltima observacin: el relativista no suele tener problemas en su vida cotidiana con la realidad. No le molesta considerar que hay cosas que son reales; tampoco con la verdad, no duda en afirmar qu es sta y que si atraviesa la calle justo cuando pasa un coche puede ocurrirle algo. El relativista no tiene problemas con las conceptualizaciones pragmticas de la realidad y la verdad. La realidad y la verdad son creencias indispensables para Ja vida cotidiana, pero no requieren una posicin trascendente, objetiva y absoluta; les basta una situacin de "ir por casa", es decir, simplemente humana.

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