01. educación en la iglesia local

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Educación en la iglesia local La iglesia local debe invertir tiempo y esfuerzos en capacitar a su gente para cumplir bien el trabajo que Dios le ha conferido. Esta tarea de capacitación ha sido tema y preocupación de muchos ministros a través de la historia, ya que capacitar también ha sido un mandamiento claramente expresado por el Señor. Lo que usted haga con sus miembros hoy, será la iglesia dentro de tres, cuatro o cinco años... Tal ha sido el interés, que se ha transformado, en algunas oportunidades, en motivo de controversia y hasta de divisiones en el seno de algunas denominaciones. No deseo sumarme a esa actitud, como tampoco deseo establecer algún patrón que pudiera ser considerado como "la solución" para los grandes problemas que la educación teológica demanda. Lo que sí añoro es colocarme en la situación en que viven muchas iglesias de nuestra América, surgidas como iglesias nacionales sin patrocinio ni apoyo foráneo, contando con muy pocos recursos humanos y económicos. Sus líderes son impelidos a desempeñar el papel del "hombre orquesta" por no contar con suficientes colaboradores, por no estar éstos debidamente preparados o, simplemente, por no saber cómo hacerlos sus colaboradores. Ese fue uno de los grandes problemas enfrentados por los primeros misioneros que llegaron a Latinoamérica. Inicialmente se dedicaron a fundar iglesias y atender espiritualmente a sus connacionales pero al comenzar la obra entre los de habla hispana y al irse estableciendo las primeras congregaciones nacionales con líderes locales, como no había instituciones de educación teológica pertinente utilizaron el método más adecuado, por lo factible y económico, de discipular a aquellos que consideraban tener alguna vocación ministerial y llamamiento. Así los misioneros se transformaron en maestros y tutores para los futuros pastores nacionales. Junto con la enseñanza directa de su propio ministerio, ejemplo que los candidatos observaban con mucha atención, se les asignaba un plan sistemático de lectura de algunos libros, muy escasos por cierto. Además, se les asignaba algún campo de trabajo, algún área donde demostraran sus habilidades y vocación. Los seminarios vinieron mucho después. Se da el caso de José Manuel Ibáñez Guzmán, el que según los antecedentes conocidos fue el primer evangélico que, en toda América Latina, fue ordenado para el ministerio, allá por 1871. Aunque inició sus estudios teológicos en la ciudad de Sacramento, California, EE.UU., sin embargo los completó bajo la dirección del Dr. David Trumbull, misionero de la Iglesia Presbiteriana en Chile. LA IGLESÍA QUE CAPACITA Estoy convencido que el punto de partida es la necesidad de toda iglesia de formar un ministerio idóneo de enseñanza y capacitación que responda a sus propias necesidades y situación, con líderes que satisfagan sus propios intereses y objetivos. Aunque en estas últimas décadas las Instituciones de Educación Teológica han proliferado mucho y positivamente, no siempre cuentan con la simpatía o aprobación de todas las denominaciones. Además, no siempre es posible que todos los líderes de la iglesia local puedan asistir a ellos para ser perfeccionados.

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Page 1: 01. Educación en La Iglesia Local

Educación en la iglesia local

La iglesia local debe invertir tiempo y esfuerzos en capacitar a su gente para cumplir bien el trabajo que Dios le ha conferido. Esta tarea de capacitación ha sido tema y preocupación de muchos ministros a través de la historia, ya que capacitar también ha sido un mandamiento claramente expresado por el Señor. Lo que usted haga con sus miembros hoy, será la iglesia dentro de tres, cuatro o cinco años...

Tal ha sido el interés, que se ha transformado, en algunas oportunidades, en motivo de controversia y hasta de divisiones en el seno de algunas denominaciones. No deseo sumarme a esa actitud, como tampoco deseo establecer algún patrón que pudiera ser considerado como "la solución" para los grandes problemas que la educación teológica demanda.

Lo que sí añoro es colocarme en la situación en que viven muchas iglesias de nuestra América, surgidas como iglesias nacionales sin patrocinio ni apoyo foráneo, contando con muy pocos recursos humanos y económicos. Sus líderes son impelidos a desempeñar el papel del "hombre orquesta" por no contar con suficientes colaboradores, por no estar éstos debidamente preparados o, simplemente, por no saber cómo hacerlos sus colaboradores.

Ese fue uno de los grandes problemas enfrentados por los primeros misioneros que llegaron a Latinoamérica. Inicialmente se dedicaron a fundar iglesias y atender espiritualmente a sus connacionales pero al comenzar la obra entre los de habla hispana y al irse estableciendo las primeras congregaciones nacionales con líderes locales, como no había instituciones de educación teológica pertinente utilizaron el método más adecuado, por lo factible y económico, de discipular a aquellos que consideraban tener alguna vocación ministerial y llamamiento. Así los misioneros se transformaron en maestros y tutores para los futuros pastores nacionales. Junto con la enseñanza directa de su propio ministerio, ejemplo que los candidatos observaban con mucha atención, se les asignaba un plan sistemático de lectura de algunos libros, muy escasos por cierto. Además, se les asignaba algún campo de trabajo, algún área donde demostraran sus habilidades y vocación. Los seminarios vinieron mucho después. Se da el caso de José Manuel Ibáñez Guzmán, el que según los antecedentes conocidos fue el primer evangélico que, en toda América Latina, fue ordenado para el ministerio, allá por 1871. Aunque inició sus estudios teológicos en la ciudad de Sacramento, California, EE.UU., sin embargo los completó bajo la dirección del Dr. David Trumbull, misionero de la Iglesia Presbiteriana en Chile.

LA IGLESÍA QUE CAPACITA

Estoy convencido que el punto de partida es la necesidad de toda iglesia de formar un ministerio idóneo de enseñanza y capacitación que responda a sus propias necesidades y situación, con líderes que satisfagan sus propios intereses y objetivos. Aunque en estas últimas décadas las Instituciones de Educación Teológica han proliferado mucho y positivamente, no siempre cuentan con la simpatía o aprobación de todas las denominaciones. Además, no siempre es posible que todos los líderes de la iglesia local puedan asistir a ellos para ser perfeccionados.

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Por eso, la misma iglesia local debe desarrollar un programa de capacitación, de enseñanza, que satisfaga las necesidades de sus miembros, a los que después les pedirá que enseñen en las clases de escuela dominical, que dirijan a los jóvenes, mujeres o varones o que vayan y se hagan cargo de una obra de extensión. Todo pastor desea ser acompañado por hombres y mujeres que puedan dirigir reuniones hogareñas, que sepan enseñar en estudios bíblicos, etc. La iglesia necesita líderes no tan mediocres, que luego terminan siendo desestimados o rechazados por sus propias congregaciones.

Si una iglesia entretiene a sus miembros, tendrá "miembros entretenidos". Su gente pasara lindos momentos y nada más. En cambio, si una iglesia capacita a sus miembros tendrá, entonces, "miembros capacitados", listos para la batalla.

PROPOSITO, METAS, PLANES, MATERIAS

En primer lugar, ¿cuál es el propósito que nos anima a establecer un programa de capacitación? ¿Para qué? "Porque quiero que los miembros sepan cómo servir mejor". Bueno, puede ser un buen propósito, pero trate de afinarlo un poco más.

En segundo lugar, ¿cómo deseamos que sea el producto de ese programa? ¿Qué queremos que sean los asistentes? "Necesitamos consejeros personales, evangelizadores poderosos, maestros de la Palabra". Eso le dará una buena idea de cuáles serán las materias que darán en las clases. Se les debe enseñar una buena base bíblica, pero también proveer capacitación practica. Si se desea tener buenos maestros, además de materias bíblicas trataremos de enseñarles algo sobre métodos de enseñanza; si deseamos predicadores, pues enseñaremos homilética, etc. En tercer lugar, ¿qué planes tendremos para que hagan los egresados? ¿Qué trabajos hay planificados para que vayan poniendo en practica lo que estudian?

Para responder a estos interrogantes se debe tener muy bien definido lo que es la necesidad de la iglesia y la clase de líderes que se necesita. Si no se conoce con precisión esto, debe hacerse una investigación realista que permita diagnosticar los problemas y sus soluciones. Esto es de vital importancia para la formulación del currículo que responda al propósito establecido. La ayuda de otros pastores vecinos puede ayudar. Posiblemente haya cosas que se ven de afuera y que no siempre son claras viéndolas desde adentro.

Las metas son los pasos que se deben ir dando en procura del propósito formulado. Hay algo de suma importancia que debe considerarse en relación con esto: evalúese rigurosamente cada paso que se dé, a fin de evitar cualquier desviación del objetivo final. Una buena, permanente y adecuada evaluación permitirá enmendar rumbos antes de haber avanzado demasiado en el error, hasta el punto de hacer peligrar el proyecto puesto en marcha.

ALGO MAS

Al planificar la puesta en marcha del proyecto será adecuado y necesario hacer un inventario de los recursos con que se dispone:

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• Recursos humanos. ¿Tenemos el personal adecuado para enseñar? Si tenemos poco personal, se puede invitar a hermanos de otras denominaciones para enseñar en ciertas áreas.

• Recursos bibliográficos. ¿Contamos con los textos que queremos? ¿Deberemos escribirlos? ¿Podemos hacerlo? ¿Tienen otras instituciones algunos textos o manuales que podríamos utilizar? Es normal que surja el problema doctrinal. Hay énfasis doctrinales que son la causa de las diferentes denominaciones. También es posible que contengan algunos errores reñidos con los principios básicos del evangelio. Pero en el primero de los casos pienso que, si así ocurriera, puede ser valioso usar los textos de otras denominaciones, por cierto las más afines, y sobre la marcha del proceso de enseñanza, marcar lo que deseamos y conocer, de paso, lo que otros creen sobre un mismo punto.

• Recursos económicos. Creo que la principal barrera para todo proyecto es el económico, pero no es una barrera insalvable. Siendo que se empezará en forma modesta, la tarea se debe hacer con los recursos que se tengan. Habrá que hacer duplicaciones a máquina de escribir y hasta los mismos alumnos pueden hacerlo con el beneficio de leer la materia mientras se escribe. Si se tienen 5 alumnos se sacarán sólo 5 fotocopias, porque es necesario evitar todo gasto innecesario. El pastor no debe pretender un sueldo especial para hacer lo que es parte de su función pastoral.

UNA NOBLE TAREA

Recuerde que capacitar en su iglesia local le traerá varios beneficios a usted, a la iglesia y al Señor mismo. Lo que usted haga con sus miembros hoy, será la iglesia dentro de tres, cuatro o cinco años. Lo que no haga ahora, lo seguirá viendo como falla dentro de tres, cuatro o cinco años.

Apuntes Pastorales, Volumen VI � Número 5, todos los derechos reservados

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