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DIÓCESIS DE AÑATUYA Consejo Pastoral Diocesano Líneas diocesanas para los GM Una gracia especial: antes que nada, los grupos misioneros (=GM) son un don de Dios para la Iglesia y, en particular, para nuestro pueblo santiagueño. Valoramos enormemente el esfuerzo y sacrificio que cada grupo realiza para misionar en nuestra diócesis. Agradecemos el inmenso cariño que le tienen a nuestra gente y el bien que le hacen con su presencia. Optimizando su presencia: nos permitimos, humildemente, delinear algunas líneas o principios, para poder estar en mayor sintonía con nuestro propio modo de ser Iglesia y, de este modo, su presencia sea realmente un aporte provechoso para nuestro caminar pastoral y no una visita más, o una presencia indiferente o irrelevante y, menos aún, un obstáculo para nuestra misión durante el año. Nos preguntamos, pues, ¿QUÉ ES UN GM? 1

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DIÓCESIS DE AÑATUYA Consejo Pastoral Diocesano

Líneas diocesanas para los GM Una gracia especial: antes que nada, los grupos

misioneros (=GM) son un don de Dios para la Iglesia y, en particular, para nuestro pueblo santiagueño. Valoramos enormemente el esfuerzo y sacrificio que cada grupo realiza para misionar en nuestra diócesis. Agradecemos el inmenso cariño que le tienen a nuestra gente y el bien que le hacen con su presencia. Optimizando su presencia: nos permitimos,

humildemente, delinear algunas líneas o principios, para poder estar en mayor sintonía con nuestro propio modo de ser Iglesia y, de este modo, su presencia sea realmente un aporte provechoso para nuestro caminar pastoral y no una visita más, o una presencia indiferente o irrelevante y, menos aún, un obstáculo para nuestra misión durante el año. Nos preguntamos, pues, ¿QUÉ ES UN GM?

1. ES UNA COMUNIDAD DE DISCÍPULOS MISIONEROSENVIADA DESDE UNA COMUNIDAD DE ORIGEN

Comunidad de origen o que envía es la parroquia, el colegio o el movimiento y también la propia diócesis. Todo GM, para considerarse como tal, debe tener esta comunidad de origen, no como algo abstracto, sino real, con vínculos y lazos reales de comunión. El GM no va por su propia cuenta, sino que es enviado,

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en primer lugar, por Dios, que le confiere su poder y su fuerza. Él nos confía a sus hijos por unos días. No son nuestros, sino suyos. A su vez, detrás del GM hay una comunidad que envía y sostiene, material y espiritualmente. No somos un grupo aislado ni desarraigado. Vamos en nombre de otros, como prolongación de una comunidad más grande.2. A UNA IGLESIA PARTICULAR CON SUS MODO, HISTORIA Y CAMINO

PROPIO Con el GM no comienza la historia de fe en ese lugar, aunque su presencia marque, seguramente, un hito muy importante en esa comunidad. El Espíritu Santo, que nos envía, nos está esperando en el corazón de la gente, que ya viene caminando hace tiempo. Los pasos adecuados a seguir tendrían que ser: 1.Ponernos en contacto y a disposición del obispo de la diócesis para que nos asigne una comunidad de una parroquia. 2.Dialogar con el párroco para ver qué necesita de nosotros, qué aporte podemos brindarle en el camino de esa comunidad, cuáles son las líneas pastorales parroquiales y diocesanas, en qué podemos ser útiles. 3.Planificar la misión, no de acuerdo a nuestros gustos, intereses o carismas, sino de acuerdo al modo propio del lugar y a lo que se esté necesitando en ese momento. Por ello, es bueno tomar contacto profundo y cordial con el camino pastoral del lugar, con su propio estilo de ser Iglesia. La valiosa presencia del GM, por tanto, es un eslabón más en la vida de esta comunidad. La gente debe poder descubrir con claridad esta comunión con el párroco del lugar, y percibir el aporte del GM como un paso más en este mismo camino y no como algo nuevo o distinto.

3. CON LA MISIÓN DE COMPARTIR LA FE EN EL ANUNCIO, LA CELEBRACIÓN Y EL ENCUENTRO

a) El valor de la presencia: el regalo más grande de los GM es su cercanía y amistad. Ellos son sacramento de la presencia de 2

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Jesús, que vence toda distancia para hacerse uno de nosotros y estar entre nosotros. Los GM nos ayudan a descubrir la dignidad infinita de cada persona ante los ojos de Diosb) Una presencia misionera: como sacerdotes, nuestras visitas a cada comunidad son muy limitadas y escasas. De ahí que, la presencia de los misioneros, durante unos cuantos días en la misma comunidad, es fundamental. De este modo, cada familia, al menos una vez en el año, recibe la visita de alguien que le habla de Dios, que los escucha, que los ayuda a levantar la mirada, en medio de los quehaceres cotidianos, para poner toda la vida en las manos de Dios. Los vínculos nuevos que se van generando, nos han de conducir a todos a una amistad con Jesús, fuente de toda amistad, fuente del verdadero amor. Hemos de evitar la común tentación de adueñarnos de la vida de la gente, para poder decir con humildad como Juan el Bautista: Es necesario que Él crezca y que yo disminuya (Jn 3,30). De ahí que, no nos tendríamos que avergonzar de proponer nuestra especificidad: hablar de Dios en las casas, realizar una oración en cada hogar, oraciones largas, pausadas, simples. Convocar encuentros de niños, jóvenes y adultos cada día y concluir por las tardes con una celebración (haya o no cura). Por eso, es bueno aprovechar al máximo los tiempos. La gente necesita eso, espera este aporte fundamental de cada GM. Debemos proponer algo distinto. No podemos simplemente pasar esos días tomando mate y haciendo sociales. La gente necesita de Dios, que le hablemos de Dios, que compartamos a Dios.

c) Con objetivos claros: que deben ser discernidos, reflexionados y establecidos en común acuerdo con los agentes pastorales del lugar (párroco, religiosas, Consejo Pastoral Parroquial, catequistas, animadores). Más allá de lo específico y propio de cada lugar, podríamos

resumirlos en dos acciones fundamentales: 1.Animar y fortalecer la comunidad local (y a sus animadores y catequistas), despertando el deseo de encontrarse, de celebrar, no sólo cuando está el GM, sino durante todo el año. 2.Que cada familia pueda vivir la fe en sus gestos cotidianos, con una experiencia profunda de Dios y de comunidad.

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4. GENERANDO LAZOS DE COMUNIÓN Y DE MUTUO ENRIQUECIMIENTO

a) La primacía de la persona: por todo lo dicho, el mejor regalo que los GM le hacen a nuestra gente es la persona de Jesús. Cuando empiezan a haber en el medio cosas materiales, se distorsiona el sentido de la misión y se establece una relación de dependencia, donde: yo soy el que te doy, vos el que recibís. Las “manos vacías” de los misioneros son el mejor signo de esta primacía de la persona por sobre las cosas. San Pablo nos señala este camino: Fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos. Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos (1Ts 2,7-8). b) Con un modo propio de estar: estamos llamados a estar con la gente, permanecer con ellos, escucharlos, establecer vínculos profundos. De ahí que, sea tan necesaria la estabilidad de los miembros del grupo, para que la gente no esté siempre conociendo misioneros nuevos en cada misión. Hace falta tiempo para ir generando lazos de confianza y de apertura del corazón. Estos lazos y mutuo enriquecimiento han de darse, no sólo entre las personas particulares, sino entre ambas comunidades (la que recibe la visita y la comunidad de origen del GM). Se establece, así, una relación de Iglesias Hermanas, generando un vínculo de mutua pertenencia y permanencia. Esto se puede concretar luego en viajes, intercambios, visitas que involucren y enriquezcan a las dos comunidades.5.AL SERVICIO DE LOS CARISMAS LOCALES Y DE SU PROPIO ESTILO DE

VIVIR LA FEa) Fortaleciendo lo que hay: el GM no está llamado a eternizarse ni a crear dependencias inmaduras. Es necesario que la comunidad camine por sí misma, sin necesidad

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de nuestra presencia constante. Esto nos obliga, como GM, a planificar seriamente la misión, preparando las visitas, encuentros y celebraciones. No podemos improvisar las cosas. La gente no se merece eso. Nuestro cariño hacia ellos se hace concreto en esta preparación previa. En el caso de generar cosas nuevas, hemos de discernir serenamente, si eso brota de una necesidad nuestra o de la gente y, a su vez, si es posible que se mantenga en el tiempo, sin contar con nuestra presencia.b) Promoviendo el protagonismo de la gente: identificar liderazgos locales, promoverlos, escucharlos, darles participación y decisión, consultarlos, sumarlos, pedirles consejos. Todo en profunda comunión con el pastor del lugar, no al margen de él. Para ello, algunos del GM han de invertir tiempo en estas personas, reunirse, acompañar, ayudarlos a decidir. c) Desarrollando una mirada pastoral: que nos hace ver la realidad, conocerla, amarla y juzgarla a los ojos de Dios, para realizar acciones acordes a la necesidad real de esa comunidad y a la voluntad de Dios.

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ALGUNAS ACTITUDES ESPIRITUALESa) A caminar más lento: hemos de detener el paso para aprender a caminar al ritmo de la gente y de Dios. Se nos invita, como a Nicodemo, a nacer de nuevo. Otra cultura, otra historia, otros tiempos, otros valores, otra lógica. Esto requiere tiempo, silencio, apertura, mirada atenta y mucha paciencia. Renunciar a las propias categorías, para abrazar las nuevas, es todo un camino de aprendizaje. Serenar el cuerpo, aquietar nuestra ansiedad, hablar

más lento y pausado, mantenernos sentados, evitar hablar todos a la vez, renunciar a la multiplicidad de palabras y preguntas, no interrumpir los silencios, ni pretender llenar los vacíos, dejar la cámara de fotos a un lado, para mirar más en lo profundo. Cambiar de ritmo no es fácil. Necesitamos unos días de ambientación, para ir entrando

despacito en estas nuevas formas de vida. Podríamos decirnos: si no los entiendes, al menos no los desprecies. b) Cambia tus parámetros de “éxito o fracaso” por el de fecundidad. Ten fe en la siembra, que nada nos impida hacerlo apasionadamente, mirando en esperanza los frutos. Cosechamos lo que otros sembraron y otros cosecharán nuestra siembra: la fe nos hace confiar, esperar y creer que todo lo que hacemos con amor, no se pierde, sino que tiene un valor infinito, que nunca será estéril, que siempre será fecundo. Todos, sin embargo, tenemos el afán de dejar una huella. Por ello, muchas veces, necesitamos hacer algo concreto por la gente del lugar. Esto no nos debe hacer perder de vista de que las propuestas y emprendimientos tendrían que llegar luego de un largo tiempo de presencia en el lugar, con un lento y meditado discernimiento, sin apuros ni ansiedades. La misma gente ha de ser la protagonista y no una mera espectadora. No es bueno hacer todo por ellos o llevarles todo masticado, decidido y ejecutado. Ellos han de ser parte de este camino, desde el inicio, el desarrollo y la ejecución. De lo contrario, no los estaríamos 6

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ayudando, ya que volveríamos a fomentar la dependencia, la resignación y la pasividad. c) Es preferible caminar juntos, aunque vayamos más lento, que llegar solos a la meta: es necesario simplificar las cosas, proponernos objetivos sencillos y realizables. Abordar un tema al año y trabajarlo juntos en la comunidad, sin pretender avasallarlos con temas o propuestas muy buenas, pero no acordes a sus necesidades y posibilidades. Simplificar la misión y ajustarla a la realidad. Los conceptos más abstractos, han de ser reemplazados por símbolos más cercanos y concretos: canciones, lemas, dibujos, imágenes sencillas. Volver al Evangelio, a las imágenes usadas por el Señor, a su paciencia por acercar la Palabra de Dios a todos, yendo a lo esencial. Incluir a todos en este caminar, caminando más lento, pero entre todos para no dejar a nadie rezagado. Descubriendo, así, capacidades, fortalezas, protagonismos, decisiones que la gente va tomando en la conducción de sus comunidades. La misión ha de ser austera y sencilla, no algo muy espectacular y extraordinario, sino simple y cotidiano, para que la gente pueda continuar este camino durante el año. Nuestra presencia y nuestras propuestas no tendrían que desentonar con el estilo común de la gente.d) Atentos a la comunidad eucarística sin descuidar la comunidad bautismal: es acuciante la llamada de Francisco de ir hacia las periferias. El cuidado de la comunidad más cercana, más estable, que podemos llamar eucarística, no nos debe impedir el tiempo y el cuidado de la bautismal. Es más, es bueno ayudar a la primera a que tenga esta solicitud e inquietud por llegar a la segunda. Ambas expresan su fe, al menos en estos lugares, con los mismos signos de religiosidad popular, que tanto estamos llamados a valorar, favorecer y enriquecer. Ellos son una fuerza de evangelización, con la que el pueblo se evangeliza a sí mismo, según el decir de Puebla. Por tanto, no perder la atención de esta comunidad bautismal, es un rasgo que nos debe identificar a los

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misioneros, como exigencia continua de derribar fronteras y abrir nuevos caminos de salida. Rescatar signos de la religiosidad popular como el agua bendita, la vela encendida, las procesiones, el tomar gracia de las imágenes, los cantos, flores y tantos otros sacramentales; valorarlos, favorecerlos, disponerlos y enriquecerlos, va ayudando a que la presencia del GM sea más significativa y fecunda. e) Contemplativos y receptivos: algo fundamental, para nuestra misión, es desarrollar actitudes de discípulos, que logren descubrir las riquezas de nuestra gente y dejarnos evangelizar por ellos y sus valores. Es esencial captar estos valores de la religiosidad, mística y espiritualidad popular para enriquecer nuestra fe, descubrir la presencia del Espíritu en ellos y proponer acciones desde ellos y su modo, y no según los nuestros. Esta sensibilidad, connaturalizad y sintonía afectiva redundará en propuestas más significativas, en acciones más acordes con sus modos. Poder detener el ritmo apresurado que llevamos, para contemplar más a nuestra gente, escucharla y aprender de ellos. Animarlos en su timidez a que compartan, sin miedo a sus silencios, no hablando por ellos, o en nombre de ellos, sino, más bien, escuchándolos y esperándolos, respetando sus tiempos. Es importante descubrir que, cuando nos ven ansiosos y apresurados, resulta muy difícil la intimidad y la confianza. Se requiere, para ello, un clima de silencio y respeto, de escucha paciente y serena, sin ansiedades ni apuros. f) Abiertos y comunitarios: es bastante común aquello de pueblo chico, infierno grande. La mayoría de nuestros lugares de misión, son comunidades pequeñas, donde hay divisiones, problemas, faltas de comunión. Por ello, es fundamental no tomar partido por nada ni por nadie. Como misioneros, unimos y no separamos. Hemos de ser discretos en nuestros comentarios. No nos dejamos llevar por lo primero que escuchamos. Tomamos distancia, miramos con serenidad toda la realidad, sin perdernos en los detalles.

PARA SEGUIR CRECIENDO EN NUESTRO COMPROMISO MISIONERO

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Por último, nos gustaría sugerir y plantear dos pasos posibles en este camino. Sabemos que la participación en un GM nos compromete y marca la vida para siempre. No podemos eternizarnos en un grupo. Generalmente, estamos unos años, y luego rumbeamos para otro lado. Recogiendo algunas experiencias, planteamos dos posibles caminos:1) El voluntariado: muchos jóvenes que se iniciaron en algún GM, terminaron fundando una ONG, o armando algún voluntariado, como para responder a una necesidad concreta. El paso por la misión despertó en ellos un mayor compromiso en la fe. El estudio, el trabajo, la familia y nuevas responsabilidades, fueron limitando sus tiempos. Pero no se quedaron añorando tiempos felices de misión, sino que descubrieron un nuevo lugar y una forma distinta y original de continuar este compromiso. 2) Un tiempo más prolongado de misión: el paso por un GM es una oportunidad para preguntarnos si Dios no nos invita a un tiempo de mayor dedicación a la misión, brindando un tiempo más prolongado al servicio de la misión. Esto es una posibilidad real, un horizonte viable, que ha de ser acompañado, discernido y encauzado en un proyecto eclesial y no meramente personal. Este tipo de presencia puede ser de dos formas, de acuerdo a la vocación laical: 1.Misionero con un acento puesto en lo pastoral: dedicado mayormente a actividades pastorales: catequesis, organización comunitaria, celebraciones, misiones, etc. 2. Misionero con un acento puesto en lo profesional: una de las principales carencias de nuestra zona es la ausencia de recursos humanos, de personal calificado en distintas áreas que tienen que ver con la educación, la salud, la promoción humana, el acompañamiento psicológico, etc. De este modo, el misionero brinda su tiempo, carisma y saberes, desde su profesión y vocación particular, al servicio de la comunidad.

PARA REFLEXIONAR Y COMPARTIR EN GRUPO

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1) Si tuviéramos que describir la identidad de nuestro propio GM, con su realidad e historia, ¿qué diríamos? ¿Cuáles son nuestros objetivos? ¿Qué podríamos reforzar como grupo para ser más fieles a nuestra identidad?2) ¿Cuál es la inserción real de nuestro GM en nuestra comunidad de origen (la que nos envía: sea parroquia, colegio o movimiento y también la propia diócesis)? ¿Cuál es nuestro aporte específico hacia ella (antes, durante y después de la misión)? ¿Qué podríamos hacer para crecer en este aspecto? La gente que nos recibe en la misión, ¿es consciente de esto?, ¿les contamos que nosotros somos tan solo la cara visible de una gran comunidad? ¿Les contamos de toda la gente que está detrás de esta misión? ¿Los tenemos en cuenta en nuestra oración? ¿Les agradecemos lo que hacen por nosotros?3) En nuestros grupos, ¿con qué acciones concretas manifestamos nuestra disponibilidad para servir a una Iglesia local con su camino, historia, riquezas y modos propios? ¿Qué podríamos hacer para ser más fieles a este aspecto de nuestra identidad?4) Leyendo de la p.5: Algunas actitudes espirituales, ¿qué actitudes tendríamos que trabajar más en nuestro grupo?

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