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Rembrandt Harmenszoon van Rijn “Autorretrato” 1669. Barroco.

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Page 1: Web view1669. Barroco. Rembrandt, “Autorretrato” (1669), es uno de los últimos autorretratos del pintor holandés, el mismo año de su muerte

Rembrandt Harmenszoon van Rijn

“Autorretrato”

1669. Barroco.

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Rembrandt, “Autorretrato” (1669), es uno de los últimos autorretratos del pintor holandés, el mismo año de su muerte. Se trata de una obra de óleo sobre lienzo de medidas 86 x 70,5 cm., que actualmente se encuentra en el National Gallery de Londres (Reino Unido).

En él, se ve al autor en el centro del lienzo, aportando así equilibrio y linealidad lo que hace que de la sensación de serenidad. Con respecto a la luz, solo se observa un foco que apunta hacia la cara del artista aportando un especial énfasis a su expresión, seria y tranquila. Es un cuadro de colores oscuros lo que le aporta sobriedad y dramatismo.

Cuando hablamos de Rembrandt, pensamos en una larga serie de retratos. Las escenas de género, los bodegones y los paisajes, tan abundantes en la pintura holandesa de su tiempo, son escasos en su obra. Se conocen de él casi noventa autorretratos, entre óleos, grabados y dibujos. Pero, ¿cuáles fueron las razones que llevaron al pintor holandés a iniciar esta tendencia cuando contaba sólo veinte años de edad y a no abandonarla ya hasta el año de su muerte?

De una parte, tendríamos que considerar la importancia que el género del retrato de personajes tenía en la época barroca y, más aún, en la Holanda del siglo XVII, retratarse en aquella época era un signo evidente de éxito social. Quizás el propio Rembrandt quisiese con estas obras mostrar a los demás sus propios triunfos. Pero, además, se ha considerado la posibilidad de que el artista holandés emplease el autorretrato como un medio para ir dejando sobre él una especie de diario personal, en este caso de carácter visual.

El pintor nos presenta en ellas los claroscuros de su propia vida: desde el joven altanero y exquisito de sus primeros años como artista hasta el anciano al que el tiempo atrapa, tras atravesar numerosas adversidades en su vida personal y familiar; pasando por el artista maduro que muestra una gran seguridad en sí mismo.

En este autorretrato, vemos a un Rembrandt cansado, esperando su muerte. Era un artista en declive, podemos entrar en su mirada y ver esa tristeza y melancolía que lo acompaño hasta el final. La muerte de tres de sus cuatro hijos y de su mujer Saskia, junto con la ruina económica que sufrió, hicieron de Rembrandt un hombre triste, que a pesar de las adversidades siguió pintándose a sí mismo como había hecho toda su vida, con la cabeza alta y la espalda recta, de brazos cruzados, como si estuviera esperando.

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Mª Isabel Pascual Martín

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Diego Velázquez

“Vieja friendo huevos”

1618, Barroco.

Óleo sobre lienzo, 99cm x 169cm

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Se trata de una obra realizada al óleo sobre lienzo pintada por Velázquez en su primera etapa como pintor en Sevilla, antes del 1622, en que va a viajar a Madrid donde posteriormente se instalará. Podemos contemplarla en la Nacional Gallery de Londres.

Como todas sus obras de esta etapa, el estilo de la misma es el naturalismo tenebrista, en el que las figuras aparecen en un primer plano destacando sobre el fondo oscuro, fuertemente iluminadas por un foco de luz único, externo al cuadro y que normalmente entra por la izquierda del mismo. Así se ilumina la mujer que da título a la obra, el niño que la acompaña, la cazuela de barro en la que fríe los huevos y una serie de enseres y utensilios de cocina que aparecen representados. Del fondo apenas si distinguimos algo más que la cesta de la pared y los objetos metálicos que cuelgan tras la protagonista.

Vemos pues que se trata de un tema de la vida cotidiana, con modelos que toma de la vida popular, constituyendo uno de los denominados “cuadros de cocina”. Muchos de sus modelos se repiten, por lo que cabe suponer que pertenecían a su entorno familiar.

Compositivamente, respeta el modo tenebrista de cortar a las figuras a ras de rodilla y representarlos muy en primer término. Esta es una de las “recetas” que aprendió en el taller de Pacheco, su maestro sevillano. El foco de luz que ilumina la escena está muy alto, cayendo dirigida y directamente sobre las figuras, iluminándolas a modo de foco teatral. Por su disposición, recuerda a los cuadros de Ribera, pintor español afincado en Nápoles, que introduce el tenebrismo de Caravaggio en España.

Pero aún en esta etapa temprana de su pintura empezó a romper los moldes de sus maestros, así por ejemplo el fondo de la escena no queda totalmente en penumbra y oscuro, sino que aclara ciertas zonas del mismo con más planos creados por la luz que los tenebristas típicos. También la gama cromática es más variada, ya que aunque observamos ese color mate madera característico de esta primera etapa (directa influencia de Pacheco), predomina el betún y el “rojo tierra de Sevilla”, que utiliza en contraste con los blancos. Poco a poco Velázquez inicia un arte más vivo que los pintores anteriores, observando la realidad y copiando incansablemente los modelos con sus movimientos y expresiones, lo que se refleja también en esta obra. Las manos de la mujer son un prodigioso estudio del natural, en las que muestra la fuerza controlada de su mano izquierda que sujeta el huevo, con las rugosidades de las pieles de la ancianidad, lo mismo que las del niño, fuertes y jóvenes que sujetan el recipiente de cristal y el melón.

Cabe mencionar la extraordinaria calidad en la representación de las calidades táctiles y visuales de los objetos, en las que se muestra como un verdadero maestro, baste mirar la botella con el líquido, el cuenco de cerámica

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blanca y la verosimilitud de la representación de los huevos al freírse, en los que el aceite chisporrotea.

La obra muestra la ancianidad en su estado más real, es importante destacar que la época se caracteriza por representar la realidad fielmente, indistintamente de si el modelo representado es joven y bello o sino lo es. Podemos observar como la mujer desempeña una de las tareas que la sociedad tiene encomendadas para ellas. ¿Por qué no es un hombre el que cocina? El papel de la mujer en la sociedad desde tiempos remotos está por debajo del papel que ocupa el hombre. Las manifestaciones sexistas están presentes en las obras desde sus comienzos, a pesar de los movimientos reivindicativos de las mujeres los sexismos siguen estando a la orden del día en muchas representaciones visuales.

Esta no es la única obra de Velázquez en la que la mujer aparece desempeñando “su rol” dentro de la sociedad, en el cuadro de Velázquez titulado la comida, una mujer sirve agua en la mesa mientras dos hombres aparecen sentados y charlando tranquilamente ¿quizás la mujer en esta época no tenía derecho a ni siquiera a una representación digna en una pintura que la mantendrá viva para siempre?

Por otra parte me parece importante destacar el vestuario de la anciana. ¿Debe una anciana cubrir su cuerpo lo máximo posible, pues no resulta agradable a la vista? o quizás deberíamos interpretar el velo cubriendo su cabello como un símbolo sexista, de la misma manera que despierta tanta polémica el uso del velo de las mujeres musulmanas.

No podemos pasar por alto la relación que tenía el velo con el luto y la sumisión en nuestra sociedad. Y si es así, ¿porqué los hombres no cubren sus cabezas como símbolo de luto cuando mueren sus mujeres?

También merece la pena realizar un análisis sobre la aparición de la imagen de la anciana en compañía de un niño que la ayuda.

La representación del niño ayudando a la anciana “choca” con nuestra visión de la niñez en la actualidad. Los niños actualmente no pasan ningún tiempo en la cocina, pues sería impensable para nosotros imaginarnos a un niño en la cocina ayudando a las tareas domesticas, por el contrario nuestra imagen de la niñez está directamente relacionada con el juego y no con la responsabilidad. Vemos de esta manera como el papel del niño en la sociedad ha cambiado bastante. De un niño con responsabilidades (representado ayudando a la anciana) a niños a los que se les evita todo signo de responsabilidad y que maduran cada vez más tarde.

Con respecto a la anciana, a pesar de su vejez, encuentra su sitio en el arte en esta época de realismo ¿Por qué no representar en las obras artísticas una cosa tan natural en el ser humano como es envejecer? La búsqueda de la eterna juventud ha sido un tema que ha interesado a los hombres desde la

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antigüedad. Un ejemplo de ello es el desplazamiento de los dioses ancianos en la antigua Grecia, por dioses de esplendido físico jóvenes y fuertes (excepto en algunos Dioses marinos). Las representaciones, las imágenes, en general el mundo visual, ha impuesto un canon de belleza donde la vejez no tiene cabida en él. Esto influye enormemente en la concepción de nosotros mismos que nos formamos a partir de lo que vemos, creando en muchas ocasiones serios problemas de aceptación de nuestro propio cuerpo.

Estrella Orta González

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La Niña Enferma – Tate Edvard Munch

Óleo sobre lienzo 119'5 x 118.5 cm.

Es su primera obra maestra. Se conocen varias versiones de este cuadro. La primera versión (1885-86), conservada en la Nasjonalgalleriet de

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Oslo, levantó una gran indignación entre la crítica por el aspecto inacabado de la obra, que parece un esbozo, a la que Munch somete a numerosos retoques y surcos. En 1930, Munch escribía al Director de la Galería Nacional de Oslo, a propósito de ésta obra, donde argumentaba que se refería a la "época de las almohadas", donde se reflejaba la visión de la postración y enfermedad por tuberculosis de su hermana Sopie, donde a los 9 años de Munch ésta fallece.

Viéndolo en un análisis más objetivo, se puede decir que la composición representa una escena centrada en la que una joven se encuentra postrada en la cama con una mujer más mayor con ropajes propios del siglo XIX que, por la posición de la cabeza, parece estar preocupada o incluso llorando. En él, Munch no define claramente los rasgos de los rostros de las mujeres, ni tampoco de la estancia. Por la luminosidad presente en la cama de la joven, la composición posee más armonía y definición. Se puede considerar que la joven está enferma por la aparente preocupación de la mujer encorvada que le coge la mano, por la mirada que parece estar perdida de la niña y por algunos detalles de la estancia, ya que se puede ver un vaso con agua a la derecha inferior y en la izquierda inferior, el mobiliario con un jarrón que contiene una flor. Por otro lado, las pinceladas que se utilizan son más bien largas, dando una sensación de pesadez, los colores resaltan aun más la figura de la niña postrada, (sobre todo por el pelo rojo y la cama blanca), los apagados dan armonía con una tonalidad de verdes ocres cada vez más oscuros. Cabe resaltar la sensación de profundidad y espacio que se consigue gracias a el mobiliario y las diversas sensaciones que produce la composición, sobre todo de tristeza y melancolía.

Es interesante analizar no sólo lo técnico de esta obra, sino también la época que refleja, una época en la que, tristemente, se moría a edades muy tempranas, donde este tipo de escenas se repetían constantemente.

Pero lo que realmente me resulta interesante en este cuadro son las diferentes visiones sobre la muerte que pueden tener estos personajes, porque, ¿será la misma para Sopie que para su madre? Creo que no. Esta niña de apenas trece años de edad sabe que le queda poco para su final, que no va a poder continuar existiendo, ¿o si? quizás tenía la esperanza de una vida después de la terrenal, pues antes estas creencias estaban muy expandidas, pero, ¿eso conseguiría darle fuerzas para seguir día a día? Y la madre, ¿cómo puede soportar una madre la incertidumbre que supone una enfermedad tan grave antiguamente como la tuberculosis en su propia hija?

En mi parecer esta niña ya “no es tan niña”, pues al estar tan enferma ha tenido que madurar de golpe y hacerse preguntas muy complicadas que tarde o temprano todos nos hacemos, y por ello hacerse “vieja” tal y como pensamos hoy día, de una forma mental, pues los ancianos nos recuerdan justo a este momento, el momento en el que nos damos cuenta de que todos morimos algún día y que, por las enfermedades o el simple paso del tiempo, dejamos de

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ser para ser (o no ser) algo totalmente incierto, ya que la certeza de “qué hay más allá” sólo lo sabe, en mi parecer, quien lo ha vivido por experiencia propia.

Y, si la niña es como una anciana por su proximidad a la muerte, ¿no debería de ser ésta la estética de la antigüedad de una persona anciana? No paro de cuestionarme que si esta visión hubiese sido así, ¿se les trataría a estos jóvenes al igual que hoy día a los ancianos? ¿Serían marginados sociales a no tener en cuenta, siendo en la mayoría, estorbos?

Todo esto me lleva a la clara conclusión de nuestro error en estas formas de marginaciones sociales, en el indebido trato, hoy día a nuestros mayores, en que, ellos son nuestro pasado pero también el presente; aún están con nosotros, así que dejémosles voz, y aceptémosles tal y como son tanto física como mentalmente. En definitiva es el mirar la cercanía de la muerte con otros ojos, aceptando lo inevitable y natural, aceptando su proximidad e incierta llegada.

Eva Tinoco Rodríguez

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Francisco Maireles Vela

“Viejas del cartel verde”

1973.

Esta obra se titula Viejas del cartel verde, su autor es Maireles Vela, Francisco , (Gilena, 1920-Sevilla, 2000), Catedrático de la Facultad de Bellas Artes de Sevilla.

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Francisco Maireles Vela, nació un 8 de julio de 1920. Antes de contar con un año de vida, marchó a Sevilla. Esta ciudad marcaría gran parte de su trayectoria personal y profesional hasta su último día.

Estudió en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos y en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría en Sevilla. En 1983 consigue el título de Doctor en Bellas Artes y en 1989 lo nombran Profesor Emérito de la Universidad de Sevilla.

En cuanto a su obra, no se limita al campo de la pintura y el dibujo, se dedicó además de forma continuada al grabado, al diseño gráfico.

En su obra pictórica, se puede rastrear su paso por diferentes etapas .De este modo podemos ver el influjo personalizado de movimientos como el impresionismo o la abstracción.

Sus cuadros llenos de metáforas visuales, atraen al espectador por la cercanía de sus imágenes que hablan de nuestros orígenes, y que enlazan directamente con las inquietudes más íntimas de todo ser humano.

Su obra se puede englobar genéricamente en series temáticas dado que de un mismo tema podía mostrar distintos aspectos. Algunas de estas series son: la de los ciegos, o la llamada taurología, entre otras. Sus series religiosas serán de las que más fama le dé. Sus obras, alcanzan fama internacional.

Volviendo a la obra que estamos analizando, Viejas del Cartel Verde fue pintado en 1973 con un estilo de figuración Contemporánea.

En cuanto al tema, se representa a dos viejas vestidas de negro asomadas a un balcón; en la pared del fondo se ve un dibujo verde de una mujer desnuda recostada.  Guarda la inscripción "662-00REC-PINT" y en el reverso "Francisco Maireles Vela. Sierpes 6. Sevilla”. Forma parte de la Colección Obras de Profesores de Bellas Artes, formada gracias a la donación que realizaron el profesorado de Bellas Artes y algunos artistas, a la Universidad de Sevilla, en 1989, para que tuviera un fondo de obras contemporáneas. Consta de un total de 57 piezas.

Otras obras pertenecientes a la colección son Notas de viajes, Alegoría o El sueño del general, Justa y Rufina, Soledad…, etc.

Mide 114 x 78 cm  y el material sobre el que se ha realizado es   óleo sobre lienzo.

Se trata de un cuadro de género: dos figuras ancianas asomadas a un balcón observando, muy usual en la España aquellos días.

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La luz: está dirigida a destacar las dos figuras principales con contrastes de luces y sombras sobre fondo claro. Parece que cada figura tuviera su propio marco.

El espacio: La imagen que crea una visión en perspectiva desde las dos figuras principales, las ancianas en primer plano hacia el cuadro colgado en la pared bastante más pequeño y alejado, otorgando sensación de profundidad a la habitación y al cuadro.

El color: es austero en el foco principal, pero está contrapuesto al gran colorido que desprende su fondo y hace la imagen más cálida y apacible.

Visualmente Viejas del cartel verde es una representación pictórica de, en un primer plano, dos mujeres ancianas observando por un balcón, casi con toda seguridad sevillano y en un segundo plano, de fondo, colgado en la pared, un retrato de una mujer joven desnuda recostada sobre el brazo izquierdo.

Si observamos con atención, creemos ver un claro sentimiento que el autor ha dejado impregnado en el lienzo, el sentimiento nostálgico producido por la añoranza de la juventud. No sabemos si la mujer que aparece en el retrato desnuda es una de esas dos mujeres ancianas, seguramente no lo sea, puesto que los ropajes que sostienen, vislumbran qué clase de mujeres son, qué creencias la sustentan y a qué se han sometido. Sea de esta manera o no, lo que sí sabemos es que Maireles quería plasmar cómo el tiempo no deja indiferente a nadie, que las mujeres que hoy se asoman a la ventana casi sin poder sostenerse, un día lo hicieron siendo jóvenes, bellas y con gran armonía, y donde la luz antes no refrenaba, ahora no sabe cómo acudir.

En el contexto histórico de 1973 las mujeres mayores desde temprana edad vestían con ropas oscuras, para construir la imagen de “una buena mujer”, que era aquella mujer casta, sometida al mandato y servidumbre de su marido, sin nada que decir y sin nada que pensar, y cuya misión era agradar a su marido y engendrar a sus hijos, para después cuidarlos y hacer lo mismo con sus nietos.

Entonces, el color negro, servía como medio para desaparecer de las miradas ajenas, es una manera de negar el cuerpo y ayudar cumplir su misión en la sociedad que se le ha impuesto, se encontraba encarcelada por los barrotes negros de su balcón.

También podemos extraer, sabiendo de donde era su autor que en aquellos momentos, la religión se encontraba muy extendida y en pleno apogeo, que es una razón más para justificar el vestuario de las mujeres y que poco a poco se ha convertido de alguna manera en una tradición. Buscando datos sobre ese tipo de vestuario encontramos una página de internet que decía que desde el libro más antiguo conocido, a la Sagrada Biblia ya aparecían estas señales y podíamos leer:

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Abraham, envió a su criado, para que este le buscare una novia a su hijo Isaac, éste le encargó que la novia aceptase la Señal del Velo como requisito previo al matrimonio Génesis 24 : 62 -65 Es notable afirmar que durante todo el viaje la novia Rebeca estaba sin cubrirse, pero al sentirse en la presencia del esposo ,Rebeca tomó el velo y se cubrió : Génesis 24 65: Rebeca tomó el velo y se cubrió.

Claramente queda descrito el poder religioso sobre el género femenino y el machismo existente en aquellos días. Pero realmente si quería conseguir la imagen del paso del tiempo no cabía otra posibilidad que evidenciar la sociedad del momento.

Por otra parte, decir que no sólo aparece el color negro como medida de represión a la mujer, sino también el color verde azulado de la pared del fondo envolviendo la imagen desnuda del mismo color. Sin embargo, dicho color, representa todo lo contrario a lo que las ancianas son en ese momento, ese color junto al denudo de esa mujer, simboliza, la juventud, la frescura y sobre todo la libertad. Libertad, que una vez comprometidas perdieron junto con todo su ser. Sus gustos, sus ansias de vivir, su carácter todo desgarrado por un velo negro. Las imágenes crean una forma de vida impuesta, en este caso por la familia, pero bien podría ser por sus maridos, o como ocurre hoy en día, por los medios de comunicación, que difunden una imagen de la mujer íntegramente irreal.

Mirar el cuadro nos sugiere una pregunta, “¿qué miraban éstas mujeres?” En este momento, vienen a nuestra cabeza dos respuestas posibles, una que creemos es la primera impresión que transmite el cuadro, que es, que estaban “chismorreando” sobre alguien que pasa por la calle, algo muy típico en los pueblos de Andalucía, y otra que podría ser la intención del autor, basada en el paso del tiempo y el reflejo de quien lo mira. En los marcos que aparecen en la obra, el cuadro que está colgado tiene un marco blanco y el marco que envuelve a las ancianas es negro. Es como si las ancianas dijeran “yo era así y me convertí en esto, ¿quién eres tú y en quién te convertirás?”, es como un juego de espejos y reflejos. En fin, como ya hemos mencionado atraen al espectador por la cercanía de sus imágenes que hablan de nuestros orígenes.

María González Lagares

Bibliografía:

Museo de Francisco Maireles Vela:

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http://wikanda.sevillapedia.es/wiki/Museo_de_pintura_contempor%C3%A1nea_Francisco_Maireles_Vela_%28Gilena%29

Datos técnicos de la Universidad de Sevilla:

http://www.patrimonioartistico.us.es/objeto.jsp?id=664&tipo=v

Datos bíblicos:

http://7truenos.foroes.net/el-velo-o-cubierta-en-la-mujer-cristiana-f31/el-cubrirse-el-cabello-largo-en-la-mujer-cristiana-t109.htm

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Hans Baldung Grien

“Las tres edades y la muerte” 1539

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Las edades de la muerte del pintor y grabador alemán Hans Baldung Grien (1484- 1545), es una obra realizada en 1539, óleo sobre tabla de 1,51 por 0.61 mts.

La obra, atesorada en el Museo del Prado, de formato muy vertical, nos encontramos unas figuras cercanas al tamaño natural, lo que acerca al espectador a la escena contemplada. En esta escena, la Parca, calva, desdentada y con el vientre lleno de gusanos, agarra por el brazo a una vieja para llevársela, a la vez que arrastra consigo a una joven bella.

A los pies de estas mujeres hay un bebé dormido, que asiste ignorante a la escena de su irremediable futuro bajo la lanza rota de la Muerte: ¿es la vida venciendo a la Muerte, o es la Muerte velando el sueño del recién nacido?

Al otro lado, una lechuza, todo ello dentro de un paisaje en tonos ocres y amarillos, desértico, infernal, con una torre demoníaca al fondo. Sólo existe un fondo de esperanza, flotando en el cielo, que es la imagen de Cristo y una Cruz en el Sol. Es una obra cargada de moral cristiana, puesto que según su mensaje, nada de este mundo se disfruta ya que la Muerte y el pecado planean continuamente sobre nuestras acciones terrenales.

Es la representación de un tema recurrente en las manifestaciones artísticas desde el Medievo y especialmente presente en los renacentistas, el memento mori. Es una reflexión sobre las tensiones fundamentales del ser humano, la búsqueda de la sensualidad y su pérdida con la muerte.

Como hemos referido anteriormente se puede observar la concepción moralizante y religiosa, que caracterizó a la mayoría de los artistas del Renacimiento, sin embargo la resignación frente al poder de la muerte no tenía ninguna discusión en un período en donde todavía estaba muy reciente la tragedia demográfica sufrida por Europa entre 1340 y 1450, en donde la población de ochenta millones se redujo a cincuenta y la esperanza de vida que era de treinta años descendió a diez y siete.

Esta tabla y su compañera La Armonía, o Las tres Gracias, pertenecen a la última etapa del artista. Describen entre ambas una compleja pero evidente alegoría moralizante que alude a la fragilidad de la existencia humana en general y a la destrucción de la belleza en particular. En ésta se impone un tenebroso expresionismo germánico que tiende a conmover al espectador a modo de vanitas, o recuerdo de la brevedad de la vida. (www.museodelprado.es)

Raquel Guerrero Salas