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El niño la mira, mira…

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El niño la mira, mira… Y quién puede dudar que Lorca se asomó una mañana a nuestros pueblos y vio una procesión de niños corriendo y jugando, saltando y gritando. Siempre sonriendo. Sonríe la niña de cabellera rubia y sedosa, que nos ve y duda, pregunta con los ojos y sonriendo, nos da el paso a su modesta vivienda. Y los otros, estos y aquellos, las curritas del pueblo que vienen por la calle empedrada, el niño que se asoma al portal, o los que fueron a hacer diabluras al lago. Aquí andan estos y los otros: hicieron la pinta, burlaron el horario estrecho de la escuela y ahora se les vuelve la mañana eterna, cansada y aburrida. Si no es por las lágrimas del niño que lleva las cebollas, todos pasan sonriendo, todos muestran gozo y alegría, el gozo y la alegría de ser niños. Hay que verlos y hay que sentir respeto, hay que animar sentimientos de fe, cantos de esperanza en los días que vienen a estos niños. Son un retoño nomás; apenas vienen asomándose a la vida, apenas contemplan, ven la vida… El niño la mira mira… Nosotros podemos ver por ellos, o en ellos, o a través de ellos lo que fue, lo que ha sido, lo que seguirá siendo este México augusto.

Promesa y augurio, sueño y regalo de un porvenir que empiezan a tejer estos niños. Ellos conducirán al país por caminos que hoy todavía ni ellos mismos pueden entender, alcanzan a medir, conocen ni entienden. A unos tocará abrir los nudos, romper negras ataduras de ignorancia, de falsedad, de corrupción, de mentira, como el niño que distiende con garbo un alambrón negro. Otros irán en rumbos campesinos, a lomos de su esfuerzo, como los niños que montan blandos burrillos --Platero es peludo y suave-- rumbo a su realización. Los niños. Estos son los niños de México. Un canto y una sonrisa. Eso siempre. No hay modo mejor de definir la patria que en la sonrisa de un niño. Y que los niños vean, amen, conozcan sirvan a nuestra patria. Que la vean, que la miren, que la entiendan… Si se ofrece Lorca anduvo por acá: el niño la mira mira.

3

Tan, tan, a mi puerta llaman Tan, tan, yo no quiero abrir

4

Tengo una muñequita vestida de azul, Zapatitos blancos y velo de tul.

5

Hay que seguir las efes de los hombres… Feos, fuertes y formales.

6

Desde la baranda asoma a la calle a ver… El paso de las horas, del tiempo…de la vida

7

Bendito sábado que deja gozar la mañana… Se van las horas y se va la infancia al soplo de la vida fugaz.

8

Hay que tomar destreza y habilidad. En el trapecio del tiempo se juegan las suertes de la vida.

9

Los entrañables afectos de la infancia unen juegos inocentes. También unirán valores y fuerza en las luchas que vendrán.

10

Nos escapamos de la escuela y nos fuimos a hacer la pinta. Ahora, la mañana se nos ha vuelto larga y aburrida.

11

Árboles que despliegan sus frondas en el cielo; Y las niñas como renuevos de una sociedad que sigue.

12

Decía aquel que no compraba cebollas por no llorar. Como si la vida no viniera a dar tantos motivos de llanto.

13

Arre, arre mi burrita que ya no quiere caminar… Porque no le di su alfalfa, porque no le di su máiz.

14

Ahí pasé la mañana, en las manos el anzuelo de la esperanza. Quien sabe esperar e insistir en un afán, tendrá lo que buscaba.

15

La vía tiene el rumbo invariable que le fue señalado. También los chiquillos que juegan a su lado, un destino fijo.

16

Y quien habla de carencias y de necesidades en la población. El redondo vientre del niño está hablando de hartura.

17

Una vida feliz a campo libre, cielo abierto, aire limpio. Así se piensa en la saludable y feliz vida de niños campesinos.

18

Hermanitos que crecen juntos se asoman a la vida. Son como pájaros en el nido, que un día saldrán a volar.

19

Mi madrina enojad; cuele, muchacho, sálgase a la calle; Cuando mi mamá estuvo en la casa nunca me trató así.

20

La grandecita, mire oiga, la hace de mamá de los chicos; Y la niña dice que es feliz cuidando a sus hermanitos

21

Es bueno que tomes tu sito; Miguel, ahí estás; Exigencias de familia te pondrán a cargo de tus hermanitas.

22

Vivimos en un pueblo chico que está al bordo de un río. Dijo un señor: todos como tú, vamos por el río del tiempo.

23

Son cuatro, cinco retoños que brotan ahora,

Flores y frutos de mañana.