10 . DIOS TIENE CORAZÓN MOTIVACIÓN

UN NUDO DE AMOR

En una junta de padres de familia de cierta escuela, la directora resaltaba el apoyo que los padres deben darle a los hijos. También pedía que se hicieran presentes el máximo de tiempo posible. Ella entendía que, aunque la mayoría de los padres y madres de aquella comunidad fueran trabajadores, deberían encontrar un poco de tiempo para dedicar y entender a los niños.

Sin embargo, la directora se sorprendió cuando uno de los padres se levantó y explicó, en forma humilde, que él no tenía tiempo de hablar con su hijo durante la semana. Cuando salía para trabajar era muy temprano y su hijo todavía estaba durmiendo. Cuando regresaba del trabajo era muy tarde y el niño ya no estaba despierto. Explicó, además, que tenía que trabajar de esa forma para proveer el sustento de la familia.

Dijo también, que el no tener tiempo para su hijo lo angustiaba mucho e intentaba redimirse yendo a besarlo todas las noches cuando llegaba a su casa y, para que su hijo supiera de su presencia, él hacía un nudo en la punta de la sábana que lo cubría. Eso sucedía religiosamente todas las noches cuando iba a besarlo. Cuando el hijo despertaba y veía el nudo, sabía, a través de él, que su papá había estado allí y lo había besado. El nudo era el medio de comunicación entre ellos.La directora se emocionó con aquella singular historia y se sorprendió aún más cuando constató que el hijo de ese padre era uno de los mejores alumnos de la escuela.

Este padre encontró su forma, que era simple pero eficiente. Y lo más importante es que su hijo percibía, a través del nudo afectivo, lo que su papá le estaba diciendo.

Es importante que nos preocupemos por las personas, pero también es importante que ellas lo sepan, que puedan sentirlo. Para que exista la comunicación es necesario que las personas “escuchen” el lenguaje de nuestro corazón, pues, en materia de afecto, los sentimientos siempre hablan más alto que las palabras. Es por ese motivo que un beso, revestido del más puro afecto, cura el dolor de cabeza, una pequeña herida en la rodilla, el miedo a la oscuridad,…

Las personas tal vez no entiendan el significado de muchas palabras, pero saben registrar un gesto de amor. Aunque ese gesto sea solamente un nudo en una sábana.

LAS ROSAS (dinámica inicial)

Consiste en representar las vidas de los participantes con la rosa, la belleza de la misma proyecta la hechura perfecta del ser humano al nacer, pero, mientras nos desarrollamos y vamos creciendo en edad, esta rosa se ha ido deshojando. Los problemas de la vida, las malas experiencias, traumas, frustraciones, faltas de amor, la no aceptación por los demás, y toda clase de heridas han ido quitando la belleza con la que fuimos creados. Se trata de que cada uno piense algo negativo, lo puede decir en voz alta y arranca un pétalo de la rosa que se va

pasando entre los miembros del grupo y lo coloca en la canastilla situada en el centro. Cuando queda totalmente deshojada, representa muchas veces como nos encontramos cuando nos falta el amor.

La clave de la dinámica es no quedarse hasta ahí, sino, hacerle saber que el amor de Dios es tan grande y maravilloso que el día hoy quiere restaurar la belleza original con la que te creó y que para Él siempre eres extraordinario a sus ojos, no importando el mal que hayas hecho. Eres extraordinario otra vez. El amor de Dios se manifiesta siempre en el amor que recibimos de los demás y el que nosotros ofrecemos. (El catequista regala una rosa a cada participante. Con la rosa entre las manos expresamos pequeñas experiencias o detalles de amor).

Dios no te pone ninguna condición para amarte. Él te ama precisamente así como eres en este momento. 

Te acepta incondicionalmente, como tú eres, seas hombre o mujer, de cualquier raza, color de piel, tamaño y figura, rico o pobre, culto o ignorante, de ciudad o de campo; con tus pecados y tus aciertos. Por lo que eres, no por lo que tienes o lo que sabes hacer. No necesitas ponerte ningún tipo de mascara delante de Él. Te ama por qué eres su hijo, hecho a su imagen y semejanza. No te ama por que seas bueno, sino por qué el bueno es Él. Pues como dice san Pablo: “porque donde abundó el pecado,

sobreabundó la gracia.” (Rm. 5, 20c).

El amor de Dios es gratuito e incondicional, es decir, anterior a todo mérito e independiente de tu comportamiento. Para su amor no existen barreras “la misericordia de Dios es siempre más grande que nuestros pecados”. Él es quien dice que aunque tus pecados sean rojos como púrpura, quedaran blancos como la nieve. 

Dios que es Todopoderoso y que hace todo lo que quiere,

hay algo que no puede dejar de hacer: dejar de amarte. 

En la veleta que señala la dirección de los vientos alguien quito el gallito y en su lugar puso el letrero “Dios es amor” (1 Jn 4, 8), queriendo decir que no importara de donde soplaran los vientos, si había tempestad o calma, Dios siempre te ama. No importa las dificultades y los cambios, Dios siempre te amará. 

DIALOGAMOS

ILUMINACIÓN CRISTIANA

¿Qué significa que Dios es amor?

La Biblia enseña que Dios nos ama, pero también enseña que Dios es amor.  “Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él.” (1 Jn 4, 7-9).

En el griego original utilizado para escribir el Nuevo Testamento, hay más que una palabra para amor. La palabra griega agapos, a menudo referido como el amor ágape, es la palabra usada en 1 Jn 4. Se utiliza cuando se habla de un amor incondicional. Este amor de Dios no tiene límites.

Dios no sólo da amor; Él es la fuente del amor. Como el Creador de todo (Gn 1, 1), Él es el que creó el amor. Es a causa de su amor que somos capaces de amar. Como señala el apóstol san Juan: “Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero.” (1 Juan 4, 19).

La máxima expresión de Dios como amor fue a través del Hijo, Jesucristo. Dios nos creó, nos sostiene, y se ha revelado a nosotros a través de Jesús.  “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” (Jn 1, 14).

Entre los más famosos pasajes bíblicos sobre el amor es la primera carta de san Pablo a los corintios, en el capítulo 13. En estos versículos encontramos un retrato del amor de Dios expresado en términos poéticos que muestra muchos de los aspectos del amor de Dios hacia nosotros. Se nos dice: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni

1. ¿Cómo defines la palabra “amor”?

2. ¿Es fácil amar? ¿Qué es necesario para vivir en amor?

3. ¿Cuáles son tus “nudos” de amor?

jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue.” (1 Cor 13, 4-8).

Además,  el apóstol san Juan enseña: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Jn 3:16). Dios ha dejado en claro que su amor, por medio del Hijo de Dios, Jesús, proporciona una oportunidad para que los que creen pasen la eternidad con Él. Es el deseo de Dios que podamos disfrutar de su amor en esta vida y, también, por toda la eternidad.

La Biblia también es clara en que no hemos hecho nada para merecer el amor perfecto de Dios.  San Pablo dice, “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Rm 5, 8). Aún cuando Jesús sabía que íbamos a fallar e incluso antes de que naciéramos, Él dio su vida como la máxima expresión de su amor.

Dios es amor. Él creó el amor, nos creó para amarlo, y ha extendido su amor a cada uno de nosotros. Nuestro reto es aceptar su gran amor (Ef 2, 8-9) para que podamos experimentar Su amor en nuestras vidas hoy en día (Jn 10, 10) y por la eternidad (Jn 3, 16).

DIALOGAMOS

ORACIÓN (En el lugar de oración se abre la Biblia y se enciende un cirio ante la cruz.)

La oración, el encuentro entre Dios y la persona en lo profundo del corazón, de la realidad y de la Palabra, será la mediación privilegiada para reconocer, acoger y responder a ese amor gratuito e incondicional que es Dios. El amor es la manifestación de Dios mismo y el creyente debe tratar de alcanzar ese amor, pues la grandeza del amor de Dios puede tocar tu corazón y transformar tu vida. (Se abre la Biblia y se enciende un cirio, de forma pausada proclamamos la Palabra de Dios contenida en las siguientes postales. Después de cada intervención se canta: DANOS UN CORAZÓN GRANDE PARA AMAR, DANOS UN CORAZÓN FUERTE PARA LUCHAR).

LA PALABRA DE DIOS NOS HABLA:

1. ¿Cómo es el Dios en el que creo?

2. ¿Qué Dios nos muestra el apóstol Juan?

3. ¿Cuál fue la gran manifestación del amor de Dios Padre?

- Expresamos nuestras peticiones y acciones de gracias al Padre Dios.

- Juntos rezamos la oración que nos une como hermanos e hijos de un mismo Padre: Padrenuestro.

COMPROMISO

El amor es, necesariamente, compromiso. Por eso Dios se compromete en su Hijo, se nos da en su Hijo, Dios se encarna en su Hijo. Porque el amor de Dios es compromiso, el nuestro también tiene que serlo. En primer lugar, compromiso con Dios; en segundo lugar, compromiso con los demás; y en tercer lugar, compromiso con nosotros mismos.

Nuestra libertad tiene que orientarse a eliminar todo egoísmo con nosotros mismos, que es muy difícil de lograr. Cuando empezamos a consentirnos, cuando empezamos a no ser exigentes con nosotros mismos es porque el amor dejó paso al egoísmo. Cuando tenemos miedo de dar pasos que nos van a llevar a una real transformación interior, el egoísmo nos está esclavizando. No nos queda otro camino, tenemos que elegir: nuestro compromiso puede ser como un adorno que se pone y se quita, o como una luz que se consume y se entrega.

LECTURA PERSONAL

Cuatro cualidades para tener un corazón según el corazón de Dios:Así describía Dios a David: “Este es un hombre según mi corazón” (Hch 13, 22; 1 Sam 13, 14). ¿Por qué pondría Dios una afirmación tan alta en este hombre?Para tener un corazón que sea semejante al de Dios, debemos convertirnos, estar llenos del Espíritu, pasar tiempo a solas con Dios, y ser obedientes en las cosas pequeñas.

El corazón de Dios es amor.

1. Vive con espíritu de total confianza el amor de Dios en los actos que realices con el prójimo.2. Pide perdón como acto de amor.3. Muéstrate solidario como prueba de amor.4. Busca tiempos “extras” para encontrarte con Dios en la oración.

Hace dos siglos el autor F. R. Meyer escribió un comentario en cuanto a 1 Corintios, capítulo 13. Meyer sustituye el nombre de Jesús en lugar de la palabra "amor" en todo el capítulo. Esta realidad muestra que ese precioso capítulo describe el corazón de Dios.

El corazón de Dios es compasión. Jesús mostró compasión por una humanidad que sufre. ¿Qué es lo que toca el corazón de Dios? Lo toca el agobiado, el desesperado, el quebrantado de salud, el paralítico, el ciego y el mudo. (Mt 9, 36)

El corazón de Dios es lágrimas. Cuando Jesús se acercaba a Jerusalén, vio a la ciudad y lloró por ella (Lc 19, 41). ¿Cuándo ha llorado usted recientemente por su ciudad, por su prójimo, su mundo, los heridos, los enfermos? ¿Es su corazón semejante al corazón de Dios?

El corazón de Dios es la cruz. El corazón de Dios sangró por el mundo, y todavía sigue sangrando por la humanidad. ¿Se quebranta el corazón suyo por el mundo, por los extraviados y los perdidos? ¿Es su corazón semejante al corazón de Dios?

¿Cuál es la condición de su corazón? dice que Dios, en el Nuevo Pacto, limpiaría al pueblo de todas sus impurezas e idolatrías, y agrega: "Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros..." Un corazón blando como éste se abre al amor, se abre al amor de Jesús, y también se abre al prójimo. (Ez 36, 25-26)

La importancia del corazón es clara en las Escrituras. Jesús dice: "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5, 8).  "Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón". (Mt 6, 21). Parece un principio tan sencillo como contar del uno al tres. "De la abundancia del corazón habla la boca" (Mt 12, 34), y nos manda que amemos a Dios con todo el corazón, con toda la mente y con todo el alma (Mt 22, 37). Es en nuestros corazones donde guardamos la palabra de Dios. Deuteronomio dice: "No te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida". (Dt 4, 9)