vilar, pierre. memoria, historia e historiadores

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  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    1/90

    OA$A

    DII,

    I,IBNO

    95{50)951 /Ol

    AvlDE,

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    PLANTA

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    2/90

    eloft73Ex

    :

    PmRnp Vrlan

    MpuonIA,

    HISToRIA

    HISTORIADORES

    Traduccin

    y

    edicin

    de

    Arn

    Cohen

    l

    luqAeLt,'s

    nolf

    4lo

    LLu*ruERsrDAD

    oe

    GneNee

    UNrvsnsrtet

    p

    VarBNcre

    2004

    v\

    1zo

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  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    3/90

    Reservados

    todos los derechas.

    Est:

    prohibido

    reproducir

    o

    transmitir

    esta

    publicacin,

    total

    o

    parcialmente,

    por

    cualquier

    medio,

    sin la

    a,utorizacin

    expresa

    de

    Editorial

    Universidad de

    Granada,

    bajo las

    sanciones

    establecidas en las Leyes.

    PIERRVILAR.

    UNIVERSIDAD

    DE

    GRANADA.

    UNIVERSITAT

    DE

    VALNCIA.

    MEMORIA,

    HISTORIA

    E HISTORIADORES.

    ISBN:

    84-338-3072-4.

    ISBN:

    84-370-5857-0,

    Depsito

    legal:

    GR.i 116-2004.

    Edita:

    Editorial

    Universidad

    de Granada,

    Campus

    Universitario

    de Cartuja,

    Ortntd,

    Fotocomposicin:

    Natale's

    S,L. Granada,

    Imprime:

    Imprenta

    Comcrcial,

    Motril,

    0rnnnd,

    @

    @

    @

    Printed in

    Spain

    Impreto

    en

    Etpalla

    NOTA PRELIMINAR

    Con

    la

    generosidad

    y

    la

    gentile

    za

    qtJLe

    en l

    son

    habituales, Pierre

    Vilar dio

    todas las

    facilidades

    cuando,

    en las Navidades

    de

    2002,

    le transmit

    el

    deseo

    de

    Rafael G. Peinado

    Santaella, director

    de la Editorial

    Universidad

    de

    Granada, de reunir

    diversos trabajos

    suyos en un

    pequeo

    volumen.

    Se incluyen

    en este

    libro

    cuatro

    textos

    del

    gran

    historiador

    e

    hispanista

    francs

    y

    una amplia

    trans-

    cripcin

    de una entrevista

    videograbada

    a finales

    de

    1997,

    a

    raiz

    de otra amable

    deferencia

    de Pierre Vilar

    con una anterior

    solicitud

    de la

    Universidad de

    Gra-

    nada.

    El

    conjunto

    es una muestra,

    modestsima

    sin

    duda,

    pero

    cohesionada,

    de.

    una obra

    sencillamente

    inmensa. Los

    cuatro

    trabajos traducidos

    comparten

    un triple

    comn denominador:

    de

    un lado,

    o bien se

    carecia de versin

    en castellano

    (caso

    de dos

    de ellos:

    un artculo necrolgico

    sobre

    Fernand

    Braudel

    y

    unos

    comentarios sobre las

    conmemoraciones

    del bicente-

    nario de la Revolucin

    francesa

    en 1989), o la

    exis-

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    4/90

    tente

    (mexicana,

    de los

    otros dos:

    unas

    reflexiones

    sobre la significacin de algunas

    aportaciones

    de

    Ernest

    Labrousse

    y

    una critica

    de

    ciertos usos

    ahistricos

    en

    los medios de comunicacin

    de

    masas

    y

    en

    algunas

    modas en

    el

    campo

    de las ) no

    resultaba

    de

    fcil

    acceso

    en

    E,spaa.

    Por otra

    parte,

    las fechas de elaboracin

    de

    los

    cuatro textos abarcan

    un

    intervalo

    de

    tiempo

    relativamente corto

    (entre

    fi-

    nales de 1985

    y

    mediados

    de 1989)

    en

    la

    etapa de los

    ltimos

    trabajos

    de

    Pierre

    Vilar.

    Por

    ltirno,

    la unidad

    de

    los

    contenidos es

    notable:

    su consagracin directa

    o indirecta

    a

    obras de

    grandes

    historiadores, incluida

    su

    prolongacin al mbito

    de las instituciones

    profe-

    sionales,

    componen

    una

    sugestiva

    reflexin

    historio-

    grfica;

    la

    exigente atencin a las

    cuestiones tericas

    y

    metodolgicas,

    constante en

    la

    obra de Pierre

    Vilar,

    est

    presente en cada

    uno

    de

    los trabajos, incluido el

    recurso a

    observaciones

    y

    recuerdos personales que

    se

    combinan

    continuamente

    con las referencias

    a tex-

    tos; el dilogo

    franco

    con

    todas

    las ,

    desde

    el reconocimiento

    de

    las

    grandes

    obras

    fundadoras

    a

    la

    crtica de algunas

    tentaciones

    en boga.

    Y,

    siempre,

    asociando

    las

    consideraciones

    sobre

    au-

    tores, obras

    y escuelas

    a

    la

    observacin rigurosa

    y

    percpicaz

    sobre su poca,

    el siglo

    XX

    y

    sus

    inflexiones.

    Recuerdos,

    referencias

    a algunos

    hitos

    del

    propio

    itinerario

    intelectual,

    reflexin

    sobre una forma

    de

    entender

    y

    defender la

    historia

    y

    aplicaciones

    a

    rca-

    lidades de finales del siglo XX dan

    tambin

    cucrpo

    al

    texto

    que

    cierra el volumen:

    una

    entrevista

    quc

    no

    estaba destinada

    a la

    difusin

    escrita,

    para

    cuys

    roa-

    lizacin el

    autor

    de estas

    llneas habla

    eonteclo

    con

    la

    -8-

    -9 -

    colaboracin

    de Pablo

    L'rna, amigo

    y

    compaero

    en

    los

    seminarios

    de Pierre

    Vilar,

    y

    a la

    que

    pudo

    sumar-

    se tambin

    Rosa Congost,

    presente

    esos

    das de di-

    ciembre de

    1997

    en

    Pars, artfice de una

    magnfica

    edicin

    anotada

    del libro

    de

    Pierre

    Yllar Pensar

    his-

    tricamente. Reflexiones

    y

    recuerdos, ctya versin

    en castellano

    acababa entonces de ver

    la

    htz.

    As,

    pues,

    lo

    que

    el lector

    tiene ante

    s

    son distin-

    tos

    trabajos

    fechados

    -,

    se

    podra

    aadir-,

    pero

    cuyo

    inters

    permanece

    ms

    all

    de las

    en

    las

    que

    se inspiraron.

    Ilustran 7a valtdez

    y

    la

    coherencia

    de

    la

    historia

    en-

    tendida

    antes

    que

    nada

    como tn modo

    de

    pensar:

    la

    >, la

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    5/90

    clinica

    de Saint-Palais, a

    la

    edad de

    97

    aos. A

    quie-

    nes

    tuvimos

    la

    fortuna

    y

    el

    privilegio

    de conocerle

    como maestro

    y

    como amigo

    entraable

    nos

    queda,

    aparte

    de la tristeza,

    un vaco

    irreparable.

    El historia-

    dor

    seguir

    presente

    en las lecciones

    de su obra ejem-

    plar.

    Esta

    pequea

    recopilacin

    ser,

    por

    desgracia,

    pstuma y

    su

    ttulo,

    provisional,

    no tendr la confir-

    macin

    del

    autor.

    -

    10-

    -

    11-

    LA

    FIGURA

    DE FERNAND

    BRAUDEL

    *

    Jueves,

    28

    de noviembre

    de 1985.

    Cinco de

    la

    tarde.

    En el

    moderno

    edificio del

    bulevar

    Raspail que

    ha reemplazad,o a

    la

    vieja

    prisin

    de

    Cherche-Midi,

    y

    que

    alberga

    a la Maison

    des Sciences

    de

    l'Homme

    y

    a

    la

    cole

    des Hautes

    tudes en

    Sciences Sociales,

    terminaba el seminario

    en

    el

    que

    me

    sigue

    gustando

    reunir,

    en

    la libertad

    y

    por

    placer, a algunos

    aprendi-

    ces de historiador.

    Una

    voz nos llega del

    pasillo:

    Braudel ha

    muerto.

    No me

    sorprendi

    emocionarme.

    Pero

    lo

    hice

    por

    la sensacin

    de vaco,

    de ausencia, que

    me

    invadi al

    conocer la

    noticia,

    a

    pesar

    de

    que nunca

    he sido

    un

    ntimo

    de

    Fernand

    Braudel

    y

    de

    que

    *

    ,

    Rvolution, 29

    de

    noviembre

    de

    1985.

    Existe

    una

    traduccin

    al

    cataln en Pierre

    Yllar, Reflexions

    d'un historiador,

    Valencia,

    Servei de Publicacions

    Universitat de Valncia, 1992,

    pp.

    91-95.

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    6/90

    haca aos

    que

    slo me vea

    con l

    en contadas

    ocasiones.

    Sin

    duda,

    mi impresin

    no

    era

    ajena

    al

    lugar

    en el

    que

    me encontraba:

    Braudel

    haba sido

    su creador

    y

    su presencia

    en l

    segua

    siendo

    difu-

    sa.

    Tambin influa

    el efecto de

    1o

    inesperado: ha-

    ban

    pasado pocos

    das desde

    la

    fiesta

    que

    sus

    disc-

    pulos

    le

    haban

    ofrecido en

    un

    Chateauvallon

    mediterrneo;

    y

    an menos

    desde

    Ia larga

    entrevis-

    ta

    que Fernand Braudel haba concedido

    a

    Maria

    Antonietta Macciocchi,

    con ocasin de

    las

    jornadas

    ((europeas))

    de

    Madrid.

    Algunos

    hombres transmiten

    la ilusin

    -y,

    tal vez,

    sobre todo a

    quienes

    son

    de

    su

    misma

    edad-

    de

    que

    nunca dejarn de estar entre

    nosotros.

    Sin embargo, no

    poda

    ignorar

    que

    mi

    emocin

    tena

    races

    ms

    profundas:

    cuarenta

    aos de camino

    compartido,

    a 7a vez

    amistoso

    y

    conflictivo,

    en el

    que

    Braudel

    sola alternar

    el

    gruido

    con la ternura

    (y

    yo

    las irritaciones

    con la admiracin),

    por

    los

    tortuosos

    senderos de las

    instituciones

    universitarias

    y

    las

    altu-

    ras

    (no

    siempre serenas)

    de

    la

    epistemologa

    y

    la

    prctica

    histricas.

    Nos

    conocirnos

    en 1945, cuando

    los

    dos, como

    en

    la cancin,

    en busca del maravilloso

    callejeo

    de los /ocos

    aos. Hasta intelectualmente

    seguamos

    vas inver-

    sas,

    pero

    que

    deban

    cruzarse:

    de

    un

    proyecto

    de

    historia

    diplomtica, 1

    iba

    a hacer

    surgir

    la

    ;

    yo

    me

    fui

    gegrafo

    a Espaa

    y

    volv historia-

    dor.

    Nuestras

    curiosidades,

    nuestros

    entusiasmos

    se

    encontraron un dia,

    aunque

    para

    conclusiones

    y

    ca-

    rreras muy diferentes. Cuestin,

    sobre

    todo, de

    tem-

    peramentos.

    No

    obstante,

    fue lejos del Mediterrneo

    donde

    Braudel encontr su destino.

    En Brasil.

    All

    coinci-

    di, hacia 1937,

    con

    el

    gegrafo

    Monbeig,

    el soci-

    logo Gurvitch, el etnlogo

    Lvi-Strauss:

    primera

    en-

    crucijada

    para

    las .

    Y,

    en un

    lento retorno

    por

    mar, estableci

    con Lucien

    Febvre

    la relacin

    que

    l

    llam

    y

    que

    decidi

    toda

    su

    vida.

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    7/90

    1914,

    su

    Histoire

    de

    Belgiquer

    en

    cuadernos

    de esco-

    lar.

    Yo,

    que

    en las

    mismas

    condiciones,

    slo

    pude

    esbozar

    una Historia

    de

    Espaaz

    de ciento

    veinte

    pginas,

    me

    siento

    muy

    humilde

    ante

    tan

    grandes

    mayores.

    Pero

    tambin,

    por

    supuesto,

    muy

    fraternal.

    A

    comienzos

    de 1948,

    cuando

    la diplomacia

    fran-

    cesa

    me

    juzg6

    demasiado

    poco

    franquista

    para

    dejar-

    me

    en

    Espaa

    y

    estuvo

    a

    punto

    de

    comprometer

    la

    terminacin

    de

    mis

    trabajos,

    Braudel

    se

    asoci

    activa

    y

    muy amablemente

    a mis

    ms

    viejos maestros

    para

    ayudarme

    a superar

    este

    mal

    paso.

    Fue

    entonces

    cuando

    lo conoc

    mejor,

    en

    su trabajo

    en

    los

    Annales

    y

    en la

    puesta

    en

    marcha

    de

    la

    >, que

    hizo

    un

    sitio

    en

    la

    Escuela

    de

    a las

    ciencias

    sociales.

    l las

    entenda

    en

    un

    sentido

    amplio

    y

    pen-

    saba ya

    en

    la

    eleccin

    de

    las

    personas.

    Recuerdo

    una

    reunin

    a

    la que

    me

    haba

    invitado

    para

    discutir

    con

    1, ante

    un

    numeroso

    auditorio,

    sobre

    el tema:

    .

    Por

    diversin,

    se me

    ocurri

    apli-

    car la

    nocin

    de >

    al

    largo

    de

    la falda femenina.

    Era la

    poca

    de la

    minifalda.

    Ya no poda

    subir

    ms

    alto. Por

    lo

    tanto volvera

    a

    bajar,

    despus

    otra

    vez

    a

    subir...

    Al

    fondo

    de

    la sala,

    rrna

    voz

    tmida

    dijo:

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    8/90

    es que supo

    defenderse

    bien. Paul

    Fabra le encontr

    con los

    economistas; me

    parece

    que

    l

    saba

    por

    qu.

    Por

    ltimo

    y

    sobre

    todo,

    se

    ha identi-

    ficado continuamente

    a Braudel con

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    9/90

    historiadores

    opone a La

    Mditerrane

    de

    Braudel

    mis

    mtodos de anlisis.

    En

    efecto,

    los

    creo

    muy

    diferen-

    tes. Pero, sin

    La

    Mditerrane,

    habria

    yo

    captado,

    en

    sus

    pesadas permanencias

    y

    sus modificaciones

    sutiles, esos entrelazamientos

    entre

    vida

    salvaje

    de

    las

    montaas

    y

    refinamientos

    de las ciudades, entre

    vas

    terrestres

    amenazadas por

    bandoleros

    y

    vas

    martimas

    amenazadas

    por piratas,

    entre avideces ma-

    teriales

    y

    choques de

    religiones,

    que

    marcan

    el

    adve-

    nimiento

    de

    los

    >

    en

    el

    Medite-

    rrneo?

    Se

    me

    dir: todo

    eso

    (ya

    lo sabamos>.

    Tal

    vez. Pero

    por

    retazos

    y

    bocetos.

    Hay

    un valor de

    revelacin

    en la

    sntesis deslumbrante

    que

    ofrece

    Braudel.

    Entonces,

    la HISTORIA,

    es

    ciencia

    o litera-

    tura?

    De esta

    forma, el

    problema est

    mal

    planteado.

    Tuve

    un

    da

    un

    mal

    pensamiento.

    Mostrndome

    un

    libro

    de Fernand

    Braudel,

    Ernest Labrousse rne

    dijo:

    .

    Yo

    pens

    6.

    No

    lo

    dije. Afortunadamente,

    pues

    era

    una

    tontera.

    Como

    el

    de

    Gide, al

    que

    la

    celebracin

    del

    ao de Hugo

    acaba

    felizmente

    de

    hacer

    justicia.

    En

    alguna

    parte

    un

    economista >

    ha

    recono-

    cido

    que

    un

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    10/90

    construcciones

    institucionales,

    con

    las otras

    ,

    no

    pudo

    ignorar

    las aportaciones

    (y

    las

    ;

    por

    qu

    no

    mecanis-

    mos

    dominantes

    de la

    produccin

    y

    del

    intercambio

    y

    relaciones

    sociales

    correspondientes,

    con sus superes-

    tructuras

    ideolgicas

    y

    mentales,

    pero con evolucid-

    nes desiguales

    y, por

    ello,

    en

    combinaciones

    diversas

    a

    travs

    del

    espacio

    y

    a travs

    del

    tiempo?

    La

    rela-

    cin

    de

    Braudel

    con

    Marx es discutible,

    sutil.

    Pero

    estaba

    tan

    lejos

    de

    la

    asombrosa

    ignorancia

    de Marx

    por

    parte

    de

    Febvre

    y

    de

    Marc

    Bloch

    (a

    pesar de

    estar

    a veces

    tan

    cercanos

    de

    l)

    como del

    irrisorio

    desdn

    que fingen hacia

    Marx

    todos

    los

    mediocres

    de

    las

    jvenes

    generaciones.

    3)

    y

    con

    Por

    ltimo,

    con

    sus

    creaciones

    institucionales

    sus

    xitos

    mediticos

    de estos ltirnos

    aos,

    el

    -20

    -

    -21-

    propio

    Fernand

    Braudel

    se

    erige

    en

    problema.

    Existe

    un

    decan sus

    amigos ingleses- Braudel

    tuvo

    que

    bus-

    car

    lejos

    de

    Francia

    los

    medios

    que

    sta

    no

    ofrece

    ms

    que

    con bastante

    parsimonia

    a

    sus

    investigadores

    universitarios.

    Personalmente,

    y

    aunque

    yo

    pertene-

    ciera,

    con

    Braudel,

    a la

    institucin

    original,

    nunca

    supe

    muy

    bien

    -sin

    duda

    porque

    tampoco

    es

    que

    me

    interesara mucho

    saberlo-

    cmo se

    . Me

    parece

    (pero

    en esto soy

    muy

    prudente)

    que

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    11/90

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    12/90

    nosotros,

    desde

    hace

    algn

    tiempo,

    se

    lleve

    tratar de

    esta

    revolucin

    epistemolgica

    segn

    la

    frmula

    courtelinescat'.

    Es

    verdad

    que,

    en

    1938,

    cinco

    aos

    despus

    de

    la

    publicacin

    de la

    primera obra

    de Ernest

    Labrousse,

    un

    joven

    filsofo

    haba

    >

    de su

    existencia.

    Ni

    de

    la

    de Lucien

    Febvre.

    Ni

    de

    la

    de

    Marc

    Bloch. Y

    eso

    que

    pretenda

    definir

    1o

    que

    es el conocimiento

    histrico

    Sus

    nicas

    refe-

    rencias?

    Los

    filsofos

    alemanes

    de

    1880.

    Debe

    de ser

    por

    esa

    raz6n

    por

    lo

    que

    el

    lugar

    donde

    ahora

    se

    fija

    y

    da

    esplendor

    al new look

    de la

    historiografa

    fran-

    cesa se

    llama

    .

    Ya he dicho

    que no conceda

    a esto

    excesiva

    importancia.

    A

    veces las

    modas

    resultan di-

    vertidas.

    Y,

    aunque

    persistentemente

    se obstinen

    en

    drselas

    del ltimo

    grito, se exponen

    al ridculo'

    Sin

    embargo,

    no

    es

    en absoluto

    aventurado

    pensar clue el

    regreso

    a

    1880

    no ser

    denunciado

    por

    los

    (mass

    media>

    porque

    responde

    bien

    al

    estilo

    y

    encaja

    en el

    nivel

    deI

    tipo

    de historia

    que ellos

    mismos

    transmiten.

    Pero

    no cabe duda

    de

    que

    la investigacin

    y

    la

    ensean-

    za universitarias

    deberan

    considerar

    que

    ya

    es

    hora

    de

    reaccionar.

    El itinerario

    y

    la obra

    de

    Emest

    Labrousse

    1. Courteline

    es

    el seudnimo

    de Georges

    Moinaux

    (1858-

    1929),

    popular autol' teatral

    francs

    que

    cultiv

    1a

    stira

    antimilitarista.

    Vase

    la

    nota de

    Rosa Congost

    en

    Pierle Vilar,

    Pensar histricamente.

    Reflexiones

    y

    recuerdos,

    Barcelona,

    Cr-

    tica,

    1997

    (edicin preparada

    y

    anotada

    por

    Rosa Congost),

    p.

    rs6.

    (A.

    c.).

    -24 -

    -25-

    nos invitan a ello.

    Me disculparn

    por

    asociarlos

    a

    algunos recuerdos

    personales

    y

    a las

    grandes

    conmo-

    ciones

    con

    que

    mi

    generacin, para

    su

    desgracia,

    tuvo

    clue medirse.

    Retrocedo

    hasta 1929. Me estoy viendo en

    la

    calle de Ulm2, en

    el

    hueco de una de

    las

    ventanrs,

    hojeando el

    primer

    nmero

    de

    los

    Annales

    d'h;

    ioire

    conomique et

    sociale

    (que

    pronto

    se

    convertiran

    en

    3

    -la

    revolucin

    de la

    que

    hay

    2.

    Sede de

    la

    cole Normale Suprieure, a la

    que

    Vilar

    estuvo

    vinculado

    como

    estudiante

    residente entre

    1925

    y

    1929.

    Vilar ha resumido

    el

    significado de

    esta

    institucin

    y

    de

    su

    experiencia en ella en el

    captulo

    2 de Pensar histricamente...,

    p.

    64

    y

    ss.

    (A.

    C.).

    3. Es e1

    ttulo

    de uno de los 27 volmenes

    (1932-1946)

    de

    Les Hommes de bonne volont, epopeya ncivelstica de Jules Romains,

    a la cual Vilar reserv siempre

    particular

    atencin.

    (A

    C

    ).

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    13/90

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

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    el autor de los

    Caractres

    originauxs:

    amable

    agrade-

    cimiento

    y

    observaciones agudas. Este era

    el espritu

    de los

    Annales; no

    se

    preguntaba

    a

    un

    investigador

    si

    era

    gegrafo

    o

    historiador, medievalista

    o

    contem-

    poranesta,

    curioso de las cifras

    o

    apasionado

    de

    las

    .

    Se

    le

    preguntaba:

    puede

    ayudar

    (o

    desea ser ayudado)

    a

    resolver

    problemas?

    Juego

    pe-

    ligroso, nos

    haba advertido el viejo

    Seignobos.

    Y,

    sin

    embargo,

    1

    mismo

    deseaba

    que

    los

    problemas

    fueran

    planteados.

    Pero

    no faltaban, ni en

    el mbito

    de

    la

    edicin

    ni

    en la Universidad, los

    fieles

    de

    la

    historia

    relato,

    del

    >,

    de

    >

    (o

    lo diplomtico o lo

    militar),

    ni

    los

    historiadores

    .

    Contra todo esto, los Annales emprendieron

    un

    combate cuyas heridas,

    visiblemente,

    no han cicatri-

    zado completamente. Pero se

    trat

    slo de una

    re-

    vuelta. Lo

    que

    me

    he

    permitido

    llamar

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    15/90

    herente

    a Ia

    vez,

    el

    ao

    central

    -1936-

    nos regerv

    simblicas

    coincidencias:

    Frente

    Popular

    en Francia,

    Guerra

    Civil

    en

    Espaa,

    extraos Juegos

    Olimpicos

    en

    Berln,

    en

    Cambridgela

    Teora

    general

    de Keynesro,

    en Nueva

    York los

    Tiempos

    Modernos de

    Chaplin.

    Contradicciones

    en

    el seno de las

    estructuras, altemancias

    en las coyunturas;

    profunda

    unidad

    entre

    lo

    econmi-

    co,

    10

    social, lo

    poltico y

    lo mental:

    cuntos

    descu-

    brimientos

    para

    el

    historiador

    Aunque,

    en 1938,

    Raymond

    Aron

    prescribiera ocuparse solamente

    de

    .

    Afortunadamente, para

    ob-

    servar

    >

    hasta

    los

    ltimos aos

    20,

    Simiand

    se

    bati en solitario

    por la

    causa

    de

    una

    sociologa

    ,

    estadsticamente

    fundamen-

    tada

    sobre

    largas

    reconstrucciones.

    Atacaba

    con

    du-

    reza

    a:

    1)

    la historia

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    16/90

    Revue

    historique,

    a

    las enseanzas

    del

    gran

    libro so-

    bre

    Le

    salaire...r2, editado en 1932 en una

    forma

    digna del

    autor. Ese

    mismo

    ao Simiand haba

    ingre-

    sado

    en

    el Collge

    de France.

    Y

    un

    llbrito,

    Les

    fluctuations

    conomiques

    d

    longue priode

    et

    la

    crise

    mondialet3,lo

    haca

    por

    primera

    vez accesible

    al

    gran

    pblico.

    En

    1935,

    alcanzada

    por

    fin la notoriedad,

    Simiand

    desapareca a la edad

    de

    sesenta

    y

    dos aos.

    Pero,

    durante

    cerca

    de

    cuarenta aos,

    sus

    temas

    favoritos,

    y

    en su

    propio

    vocabulario

    (,

    la

    economa

    (pura),

    la

    tenta-

    12. Frangois

    Simiand, Le Salaire, l'volution sociale

    et

    la

    monnaie, essai de thorie

    exprimentale du salaire, introduction

    et

    tude

    globale,

    Pars,

    F.

    Alcan, 1932.

    (A.

    C.).

    13.

    Frangois

    Simiand, Les Fluctuations conomiques d longue

    priode

    et la crise mondiale, Pars,

    F.

    Alcan,

    1932.

    (A.

    C.).

    -32-

    -33-

    cin

    , o

    una

    geografia

    que

    ha

    pasado

    de

    sus

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    17/90

    Un

    hombre

    le

    sucede

    en

    la

    ctedra

    de la

    Sorbona,

    y

    acaba

    de

    publicar

    La

    crise

    de l,conomiefrangaise

    d

    lafin

    de

    I'Ancien

    Rgime

    et

    au

    dbut

    de la

    RvolutionlT

    (para

    los

    historiadores,

    simplemente

    ).

    Por

    vocacin,

    este

    hombre

    es

    profundamente

    historia_

    dor. Pero

    ha

    adquirido

    una

    formacin

    de

    economista

    y

    una

    tcnica

    de

    estadstico.

    Corresponde

    ahora

    decir

    quin

    fue, y

    lo

    que

    fue

    para

    nosotros,

    Ernest

    Labrousse.

    Pero

    no

    era

    intil

    evocar

    su poca.

    Ha

    transcurrido

    ya

    un

    ao

    desde

    que

    Ernest

    Labrousse

    nos

    dej,

    tras

    un

    largo y

    demasiado

    discreto

    retiro.

    Su

    desaparicin

    pas

    poco

    menos

    que

    desapercibida

    para

    el gran

    p_

    blico.

    A

    1,

    constatarlo

    le habra

    dejado,

    creo,

    bastn_

    te

    indiferente.

    Habra

    sonredo

    (rea

    poco

    y

    sonrea

    mucho).

    Los

    honores

    oficiales

    eran

    para

    l

    cosa

    se_

    cundaria.

    No

    era

    lo

    bastante

    pretencioso

    para

    recha_

    zarlos.

    Solicitarlos

    le

    parecia,

    sin

    duda,

    impensable.

    No

    ingres,

    puoS,

    en

    ninguna

    Academia.

    De

    modo

    que

    este

    hombre,

    de

    una elocuencia

    y

    una presencia

    dotadas

    de

    excepcional

    fuerza,

    fue

    muy poco

    solici-

    tado

    por

    los

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    18/90

    -

    siado

    parcial

    del hombre

    y

    de

    la

    obra

    corre

    el

    riesgo

    de

    no

    dejar

    captar

    bien el

    rasgo

    principal: la

    unidad

    entre una vida

    y

    un

    pensamiento.

    Es

    normal

    que

    nos emocionramos

    hasta llegar

    a

    las lgrimas

    al volver a ver

    por

    ltima vez .

    Pero

    si

    las

    jvenes

    ge-

    neraciones

    jtzgarun

    a Labrousse

    slo a

    partir de

    esta

    imagen,

    podran

    ver

    en

    1,

    sobre

    todo,

    a un hombre de

    gabinete y

    a

    un

    ,

    a la

    vez

    intimi-

    dante

    y

    amable.

    Es verdad que

    lo

    fue,

    y

    se

    le

    imagina

    mal

    lejos

    de un horizonte

    de

    libros.

    Pero, aparte de

    sus opciones

    de

    juventud,

    nunca

    dej

    de atender,

    con

    esperanza

    o ansiedad,

    a

    la marcha

    del

    mundo,

    y,

    d

    menudo,

    ante una

    exigencia

    moral,

    de asumir respon-

    sabilidades

    en ella.

    Especialnente

    en

    la

    Universidad

    y

    en los congresos

    internacionales,

    manifestaba

    la

    conciencia

    de

    un

    papel

    posible y

    necesario

    del histo-

    riador

    y

    del

    profesor:

    esforzarse

    en acostumbrar

    a las

    mentes

    a

    situarse

    en

    la

    historia.

    Entre

    1945

    y

    1970,

    ramos unos

    cuantos

    los

    que

    esperbamos

    ayudarle

    a

    ello.

    Pero

    Labrousse

    no

    era

    ni

    hombre

    de

    institucin

    ni

    autoritario

    jefe

    de

    escuela.

    En

    la

    edificacin

    de

    la

    de Hautes

    tudes, apoy

    con

    su reco-

    nocida

    autoridad a Lucien

    Febvre y

    a

    Fernand

    Braudel,

    que

    le

    respetaban

    y

    le

    admiraban, aunque

    no

    se

    le

    parecan.

    No

    era un ,

    e

    ironi-

    zar sobre

    su competencia

    en

    economa.

    El

    viejo

    maestro

    se encoga

    de

    hombros.

    Creo

    que no

    se

    enfadaba

    porque

    se supiera

    que

    su

    opinin

    sobre la

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    19/90

    Labrousse

    despus

    de

    1917,

    su

    colaboracin

    en

    L'Humanit, su amistad

    con

    Amde

    Dunois,

    un so-

    cialista romntico muy

    relacionado

    con

    los

    grandes

    revolucionarios de

    comienzos

    de

    siglo.

    Por lo

    dems,

    jams

    reneg

    de estos

    episodios, ni escondi

    sus opciones

    ulteriores,

    dominadas por

    su devocin

    por

    Jean

    Jaurs.

    Era

    legtimo

    que

    estos aspectos

    salieran

    a relucir

    a

    raiz

    de

    su

    muerte. Sera,

    en cambio,

    peligroso

    privi-

    legiarlos

    y

    realizar

    la

    semblanza de

    un

    Labrousse

    .

    Recurdese, en

    efecto,

    que

    Raymond

    Aron

    (siempre

    1 ), en 1938,

    haba

    excluido de la

    condi-

    cin

    de

    historiador

    a la mayor

    parte

    de

    los

    especialis-

    tas

    en la Revolucin

    francesa

    por

    su .

    Es la misma

    sugerencia,

    ms hipcrita,

    de

    los

    silencios

    actuales en

    tomo a la obra

    de Emest Labrousse

    cuando se

    evoca

    la

    historiografa

    de

    1789.

    Por

    eso,

    importa

    recordar,

    y

    es

    fcil

    de demostrar, que

    la

    obra

    de

    Labrousse

    se

    edific

    a

    partir

    de

    una crtica

    y

    no

    de la

    aceptacin de

    las

    tes.is

    ya

    sea romanticas

    o

    simplificadoras

    sobre los orgenes

    de la

    Revolucin.

    No es

    en

    l

    donde

    se

    sita

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    20/90

    ((casualmente>>,la

    calle

    est agitada,

    pues

    el

    pan

    est

    caro.

    En este

    punto

    otro escollo

    amenaza

    a

    la

    inves-

    tigacin .

    La

    Revolucin

    francesa

    proclam

    a

    los hombres

    .

    Pero

    cmo

    ignorar

    que

    masas humanas

    en

    el

    carecian

    de trabajo

    y

    de pan, particu-

    larmente

    en los momentos

    de crisis

    agudas? Bajo

    el

    Antiguo

    Rgimen,

    institucionalmente,

    la Iglesia tena

    a

    su

    cargo

    a

    .

    Se

    haba

    soado con

    sustituir

    esta

    por

    un

    proyecto

    de

    .

    Pero

    cmo

    tomar

    la medi-

    da

    de tales

    problemas

    sin

    precisar

    la

    profundidad de

    las

    miserias,

    el

    ritmo

    de las

    crisis,

    los

    medios

    fiscales

    y

    monetarios

    del

    Estado? As, Labrousse,

    como Simiand,

    sinti

    la

    necesidad

    de hacer hablar

    a

    las

    cifras.

    Por lo

    dems,

    iba a erigirse

    en

    una

    de

    las

    grandes preocupaciones

    del

    gremio

    de

    los

    historiadores.

    Sin

    embargo,

    Henri

    Hauser, responsa-

    ble

    francs

    en

    la

    materia, adverta:

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    21/90

    todo

    esto

    siga ensendose

    en las

    escuelas.

    Pero

    me

    sigue divirtiendo

    mucho releer

    los

    dos

    prefacios

    al

    Esquisse,

    del historiador Henri

    Se

    y

    el

    economista

    Roger

    Picard. Ambos

    captaron

    muy claramente

    el

    sentido

    del

    enorme acontecimiento

    metodolgico

    que

    representa

    la obra.

    Resaltan

    sus frases

    clave. Pero se

    muestran

    como sorprendidos,

    algo

    asustados. As

    es

    como

    Henri

    Se

    cita

    y

    comenta

    a Labrousse:

    .

    Esta

    visin

    su-

    gerente

    reclama

    la

    atencin

    de los historiadores.

    No

    es

    que

    el Sr.

    Labrousse

    se

    presente

    coro un

    partidario

    sin

    reservas

    de la doctrina

    (sic)

    del

    materialismo

    histrico...

    En cuanto

    a Roger

    Picard:

    El Sr.

    Labrousse

    observa curiosamente

    (l)

    que

    la

    Revolucin

    del 89 estall en el

    momento

    justo

    en

    qLle

    se conjugaban

    el movimiento cclico,

    el mo-

    vimiento estacional

    y

    el mximo

    de

    la

    tendencia

    secular,

    de modo

    que

    se hizo intolerable

    para

    los

    desheredados

    sociales

    la

    presin

    de las

    fuerzas

    econmicas.

    Y un

    poco

    ms abajo:

    Estas

    constataciones

    (...)

    permiten

    apreciar

    desde

    una

    perspectiva particularmente

    esclarecedora las

    doctrinas de los

    econornistas

    de

    la

    poca,

    desde

    los

    Fisicratas

    a

    Ricardo. No

    son ms que

    el

    reflejo de los acontecimientos,

    las

    condiciones

    y

    las

    circunstancias

    que

    rodeaban

    a estos autores.

    -42-

    -43-

    Imagnese

    que

    estas

    relaciones

    (causales)

    y

    esta

    (teora

    del reflejo>

    hubieran

    sido expuestas, de

    la

    forma

    que

    hemos

    visto,

    por

    algn

    >:

    qu

    no se habra

    dicho Por

    suerte, Labrousse

    fue

    mejor ledo

    por

    los historiadores

    -y

    por

    los

    gran-

    des -

    de

    los aos

    30.

    No estoy seguro,de

    que

    a

    Lucien Febvre

    le

    gustase

    mucho, en

    el ttulo

    del l-

    timo captulo del Esquisse,la

    palabra

    (la

    detestaba);

    pero

    no

    deja de ser

    preferible

    a

    Y

    el

    contenido del captulo es magistral.

    Las

    ?

    No

    >, registran

    Ia realidad

    e inten-

    tan teorizarla.

    Las

    ? Tambin

    se

    con-

    frontan con lo real

    y querrn

    someterlo

    a

    la

    teoria

    (Turgot,

    Condorcet), o calibran

    mejor

    sus resistencias

    (Necker).

    Desde la

    ley

    de

    Le Chapelier

    a la del >,

    tal vez fue

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    22/90

    meses,

    en

    un

    encuentro

    en

    homenaje

    a Labrousse,

    hubo

    una

    comunicacin

    consagrada

    a >.

    No

    hall

    ninguna

    objecin

    impor_

    tante

    que

    hacer

    a lo

    que

    all

    se

    dijo.

    pero

    Labrousse

    desconfiaba

    de las

    etiquetas,

    a

    sabiendas

    de que

    no

    siempre

    tienen

    el

    mismo

    significado

    en

    quien

    las

    acepta

    y

    quien

    las

    atribuye.

    Al

    margen

    del

    tinte

    po_

    ltico (en

    el sentido

    ms

    superficial)

    que

    no

    dej

    de

    darse,

    elogiosa

    o

    peyorativamente,

    al

    Me

    recordaba

    a

    Lucien Febvre que,

    cuando

    se

    le

    hablaba

    de

    >,

    mascullaba:

    >

    Estas

    son

    la

    clase

    de

    ocurrencias

    que

    reve-

    lan a

    maestros.

    No conoc

    a Labrousse

    como

    >.

    Sin duda,

    otros

    mejor

    que yo

    podran

    evocarnos

    sus

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    23/90

    cionales

    en

    los

    perodos

    intercongresuales,

    que

    hubie-

    ron

    de tratar

    cuestiones

    inmensas.

    Valdra

    la

    pena

    reunir

    (lo

    que

    no

    se

    ha

    hecho) los

    textos que

    dan

    testimonio

    de

    esta

    actividad

    de

    Labrousse.

    Aadir,

    para

    confirmar

    lo

    poco

    (especialista>

    que

    se

    senta,

    que

    cuando

    a

    los congresos

    internacionales

    de

    cien-

    cias

    histricas

    se

    asociaron

    encuentros

    ms

    reserva-

    dos

    a los

    del siglo

    XIX capitalista.

    Me

    respondi

    con la

    amabilidad

    de

    siempre que, siendo

    l el

    ponente,

    no

    poda

    imponer

    de antemano su

    propia

    definicin;

    creo

    que

    le apen

    un

    poco

    haber

    sido

    acusado

    por

    m

    de

    >;

    y,

    en efecto,

    yo

    lament mis

    palabras:

    no ex-

    presaban

    exactamente la

    naturaleza

    de

    mis temores.

    Se

    lleg

    a

    pensar

    que

    habamos ,

    pero,

    al da

    siguiente

    y

    durante

    los

    meses

    posteriores, me demos-

    tr

    ms

    amistad

    que

    nunca.

    Y

    eso

    que

    pasaba

    por

    autoritario

    Creo

    recordar

    clue no

    estuvo

    presente

    en Estocolmo,

    en

    1960.

    All

    sostuve,

    contra

    Hamilton,

    mi

    preferen-

    cia

    por

    las mercuriales,

    y

    escuch

    con

    estupefaccin

    a

    W. W.

    Rostow

    descubrir en un

    articulo

    de Heckscher

    una

    hiptesis

    sobre

    algo

    que

    se

    pareca

    vagamente

    a

    la

    crisis

    de

    tipo

    antiguo, modelo perfectamente preci-

    so en

    la

    obra de

    Labrousse.

    Pero

    los

    economistas

    no

    le haban ledo.

    No

    habian ,

    me temo

    que

    no

    la

    comprendiera

    bien.

    Y,

    sin

    embargo,

    el

    pensamiento

    de Labrousse,

    en un francs

    siempre

    denso, era

    claro. Pero,

    para

    20. Wilhelm

    Abel, Agrarkrisen

    und Agrarkonjunktur,

    Bev

    ln, Paul Parey,

    1966;

    trad.

    esp.:

    La

    agricultura: sus

    crisis

    y

    coyutxtur(ts.

    Una historia

    de

    la

    agricultura

    y

    de lct economa

    alimentaria en Europa

    Central

    desde la Alt(t Edad

    Media,

    Mxi-

    co, Fondo de

    Cultura Econmica,

    1986.

    (A.

    C.).

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    24/90

    seguirlo bien,

    sera

    preciso

    abandonar

    ciertos

    hbitos

    que podramos llamar

    -por

    qu

    no?-

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    25/90

    siones

    y

    derrotas:

    las

    clases en

    el

    poder

    estn

    dis-

    puestas

    al

    compromiso

    y,

    a veces, si se sienten

    ame-

    nazadas, a la traicin.

    Y

    es quien

    reasume

    al

    grupo,

    porque

    sabe

    muy bien

    que

    es

    l

    quien

    paga-

    r

    el

    precio

    de las destrucciones

    y

    las ocupaciones.

    Este

    juego

    de

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    26/90

    REFLEXIONES

    SOBRE

    LA

    CELEBRACIN

    DE

    UN BICENTENARIO

    *

    Cuando

    supe

    (aunque

    deba

    haberlo

    previsto)

    que

    L'Aveng

    iba

    a

    dedicar,

    en

    1989,

    un nmero monogrfico

    a la

    Revolucin francesa,

    sent el

    deseo de colaborar

    en 1. No

    con la

    esperanza

    de

    decir

    algo nuevo

    sobre

    un

    tema

    en

    el

    que

    no

    soy

    en

    modo

    alguno

    especialis-

    ta. Pero mi

    silencio

    poda

    tomarse,

    ya

    como

    dimisin

    ante

    la vejez,

    ya

    como

    falta

    de

    inters

    o como

    una

    neutralidad ante

    ciertos fenmenos

    de mi

    tiempo

    y

    de

    mi

    pas. Fenmenos

    de sociedad

    y

    de

    coyuntura.

    De

    ellos

    querra

    decir

    una

    palabras

    a mis

    amigos

    catalanes.

    En

    1981,

    Frangois Mitterrand

    fue

    elegido

    Presi-

    dente

    de

    la Repblica

    Francesa.

    Por una

    mayora

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    27/90

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    28/90

    ponsable

    actual es un

    hombre

    de

    una

    generacin

    mucho

    ms

    joven;

    historiador

    (fue

    alumno

    mo en

    los aos

    60),

    Jean-Nol

    Jeanneney es

    ya

    autor

    de muy

    buenos

    trabajos

    y

    ha

    dirigido

    durante una

    buena

    temporada

    la

    radiodifusin francesa.

    Adase

    que

    es

    hijo

    de un

    ministro

    del

    general

    De Gaulle

    y

    nieto

    de

    quien,

    en

    tanto

    que presidente del Senado, fue

    la segunda

    per-

    sonalidad

    del Estado bajo

    la Tercera

    Repblica hasta

    la

    caida de

    sta

    (1940).

    As, resulta tentador subrayar,

    a

    la

    vez, las

    vacilaciones,

    las

    fragilidades,

    de

    las

    sucesivas

    repblicas

    francesas,

    y

    su

    continuidad,

    por

    no decir su sistema

    de legitimidad.

    Lo

    que

    plantea

    el

    problema

    de

    .

    Pero

    no

    lo haba hecho

    ya

    en l8B9 o incluso en

    1880? Frangois

    Furet,

    autor del libro

    ms anunciado

    y

    mejor

    difundi-

    do en

    estos compases

    finales de 1988,

    hatitulado La

    Revolucin2,

    sin ms, un

    fragmento de la

    historia

    de

    Francia

    que

    abarca desde

    1770

    hasta

    1880.

    En vspe-

    ras del bicentenario,

    el

    atajo del

    ttulo

    es un

    poco

    publicitario;

    algunos

    compradores

    podrn

    sentirse

    engaados sobre

    la

    mercanca si

    prestaron

    menos aten-

    cin al

    pequeo

    subttulo

    que

    a la

    gran figura de

    la

    corona

    de laurel.

    Pero en el fondo la idea

    es

    justa:

    a

    toda

    corresponde

    una

    larga

    secuencia

    de adaptaciones de

    la

    sociedad

    a unas

    es-

    2. Franqois

    Furet,

    Ia

    Rvolution,

    vol.

    1.:

    La

    Rvoluton

    .frangaise,

    de Turgot

    d Napolon

    (1770-1814),

    vol.2.:

    Terminer

    la

    Rvolution,

    de

    Louis XVIII

    Jules

    Feruy

    (1814-1880),

    Paris,

    Hachette,

    1988.

    (4.

    C.).

    tructuras

    nuevas. Los

    comienzos

    y

    los

    finales

    de estos

    procesos

    son siempre difciles

    de

    datar. Cualquier

    eleccin demasiado

    precisa

    de aos

    (y,

    con

    ms

    ra-

    z6n, de das)

    es,

    como acaba de escribir

    Fontana, con

    gran

    contento

    por

    mi

    parte,

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    29/90

    Rey>.

    Explicaron

    al pblico:

    no ignoramos

    (menos

    mal )

    que

    Luis

    XVI

    fue

    juzgado

    por

    la

    Convencin.

    Pero, por

    conveniencias

    de la

    puesta

    en escena,

    le

    haremos

    juzgar

    por

    el

    Tribunal

    Revolucionario

    ( )

    Y

    defender por

    el abogado

    de Klaus

    Barbie,

    el letrado

    Vergs3.

    Este

    ltimo

    present

    su alegato

    en

    batn,

    ante

    jueces

    engalanados

    y

    un rey con

    peluca.

    Por

    qu

    no?

    La

    parodia

    est

    permitida.

    ,Si

    es

    genial.

    El

    espectculo

    fue

    penoso.

    Alegrmonos:

    fue

    un

    fraca-

    so; l7

    por

    ciento

    de

    espectadores

    segn

    los controles

    de

    audiencia

    (se

    esperaba

    el

    30). Por supuesto,

    los

    espectadores

    deban

    votar

    por

    telfono la

    muerte,

    el

    exilio o la

    absolucin

    del Rey. La

    absolucin

    obtuvo

    una ligera

    mayora (se

    esperaba que

    fuera

    aplastante);

    malas

    lenguas

    me dijeron que

    los votantes

    a favor

    de

    la muerte

    siempre

    se encontraban

    la

    lnea

    ocupada

    y

    que

    el registro

    automtico

    estaba reservado

    a la abso-

    lucin.

    Mi

    conciencia

    de historiador

    me

    obliga

    a

    precisar

    que

    no

    he

    podido

    comprobar

    mis

    fuentes

    sobre

    este

    punto

    Lo

    cierto

    es

    que

    se

    haban anuncia-

    do

    varios

    espectculos

    del

    mismo gnero y

    parece

    que

    han

    renunciado;

    es

    un

    consuelo

    para

    el

    espritu.

    En todo

    caso,

    la

    publicidad

    y la esponsorizacin

    dominarn

    el bicentenario.

    Lo

    que

    no est

    mal

    cuan-

    do

    se trata

    de tejidos

    de imitacin

    de las toiles

    de

    Jouya

    3.

    En ,

    otro de los

    textos

    inclui-

    dos en este

    volumen,

    Vilar

    se

    detiene

    en el

    juicio

    celebrado

    en

    1987

    contra

    quien

    fuera

    mximo

    responsable

    de la

    polica

    nazi

    en

    Lyn en 1942.

    Cfr. infra.

    (A.

    C.).

    4. Telas

    decoradas

    con

    motivos pastoriles empleadas

    para

    el

    tapizado

    de muebles

    y

    paredes.

    (A.

    C.).

    -58-

    -59-

    o de

    polveras

    adornadas

    con

    gorros

    frigios.

    Queda

    bonito. Recuerdo

    que,

    cuando el >,

    este tipo de cosas

    haban alegrado el triste

    y

    horrible

    ai.o

    1939.

    Pero las radios

    repiten tambin

    en mlti-

    ples

    ocasiones

    que

    tal historiador

    es

    ya

    el nico

    que

    aporta ideas nuevas

    sobre 1789,

    y

    que

    todos los

    de-

    ms estn .

    Exactamente

    del mismo modo

    que

    repiten

    que

    no hay que privarse

    del

    Roquefort,

    que

    se

    gana

    mucho

    con la lotera

    o

    que

    tal

    compaa

    de

    seguros

    no

    engaa

    a

    sus

    clientes

    (1o

    que

    sugiere

    que

    otras s

    lo

    hacen).

    Incluso, un

    da, el autor

    de una

    de las tres

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    30/90

    raciones.

    Querra

    referirme

    solamente a aquello

    que,

    en el

    >

    de Frangois Furet,

    caracteriza

    a

    un

    determinado momento

    y

    a un determinado

    mundo.

    La

    har sin malevolencia

    hacia el hombre e incluso

    con

    cierto afecto

    por

    1. No

    en balde forma

    parte

    de mi

    universo institucional y

    amistoso

    y

    me ha manifesta-

    do

    siempre una respetuosa amabilidad. Lo

    que quiera

    significar

    polticamente

    me importa bastante

    poco.

    Pero,

    para

    el

    destino de la historiografia,

    cmo

    acep-

    tar

    su

    propuesta

    de una

    vuelta

    atrs de

    casi cien

    aos?

    Segu

    bastante

    de cerca los orgenes

    de su evolu-

    cin. Poco

    despus

    de

    1950, Ernest Labrousse

    me

    pidi

    que

    colaborase

    en la

    preparacin

    de los

    jvenes

    candidatos a

    Ia

    agregacin

    de historia. Me

    encontr

    ante un

    grupo

    compacto

    y

    brillante. Bsteme nombrar

    a

    Frangois

    Furet, Denis Richet,

    Emmanuel

    Le

    Roy

    Ladurie, Jacques

    Ozouf, Jean Nicolas, Jacques

    Chambaz

    y

    Jean Chesnaux.

    De

    todos ellos he

    guardado,

    ms

    all de las

    diferencias de temperamento

    y

    de la diver-

    sidad de las evoluciones,

    un recuerdo afectuoso.

    Una

    sonrisa, una mirada

    al azat de nuestros encuentros,

    me dan de vez

    en cuando la impresin

    de

    que

    es

    algo

    recproco.

    Pero

    esta

    generacin

    intelectual

    de historiadores

    ha sufrido

    bastantes conmociones.

    1956 1968

    Al

    comienzo, el espectro

    de Stalin,

    por

    supuesto El

    grupo

    que

    acabo

    de nombrar

    pracficaba

    lo

    que

    se ha

    dado

    en

    llamar

    su

    :

    como Dios o como

    profe-

    ta, siempre haba

    que

    citarle. Yo 1o hacia a veces,

    y

    no me

    arrepiento de ello;

    tambin

    se cita a Cromwell

    y

    a Pedro el Grande

    No

    haba esperado tanto, a lo

    largo de mi cautiverio, las

    victorias de Stalin

    para

    ponerme

    a ver

    en ellas

    una

    catstrofe

    a

    partir

    de

    1948

    Y el

    pensamiento del

    hombre

    tiene

    valor;

    los

    que

    le tratan

    de

    imbcil

    no le

    han

    ledo.

    Como tam-

    poco, imagino,

    le haban

    ledo

    (o

    comprendido)

    otros

    jvenes

    ms dogmticos

    todava

    que,

    desde

    La

    Nouvelle

    Critique,

    atacaban

    violentamente

    a

    Ernest

    Labrousse

    y

    a

    Albert

    Soboul.

    Ya

    entonces?

    Es

    verdad

    que

    hoy

    en da

    se

    prefiere

    el

    silencio.

    Pero

    algunas

    continui-

    dades,

    que

    nada

    tienen

    que

    ver

    con la

    ciencia,

    en

    las

    simpatas

    y

    antipatas

    por los

    hombres

    y

    las

    obras

    tienen

    profundas significaciones.

    Entindase

    >

    en

    todo su

    sentido

    psi'

    coanaltico.

    1.")

    El dogmatismo

    no

    es

    ninguna

    doctri-

    na; es un

    temperamento.

    2.") Cuando

    en

    una

    mente

    el

    Buen

    Dios

    se convierte

    en el

    Diablo, la

    carga de

    la

    palabra

    se

    vuelve

    negativa.

    1789 se

    impregna

    de sospecha,

    igual

    que

    1917.

    En 1965, si

    no

    me

    falla

    la memoria,

    Frangois

    Furet

    publica con

    Denis

    Richet

    una Rvolution

    (francesa)

    en

    dos

    volmenes

    ilustrados;

    me

    la

    anuncian,

    en

    una

    amable

    dedicato-

    ria, como

    .

    Una

    nocin,

    un

    vocabulario

    aparecen:

    las

    revoluciones

    estn

    sujetas

    a

    patinazos.

    Cuidado,

    peligro

    No

    estoy

    en

    desacuerdo.

    Toda

    revolucin

    tiende

    a llevar

    las'cosas

    ms

    all de

    lo

    que

    los

    tiempos

    le

    permiten

    ser

    y

    a

    pedir a los

    hombres

    ms de

    lo

    que

    pueden

    dar.

    Es

    por

    ello

    por 1o

    que, ms

    6.

    Frangois

    Furet y

    Denis

    Richet,

    La Rvolution.frangaise,

    2 vols.,

    Pars,

    Hachette,

    1965;

    existe

    trad. esp. de

    la segunda

    edicin

    en

    u4

    volumen

    y

    sin

    ilustraciones:

    La

    Revolucin

    .fran-

    cesa,

    Madrtd,

    Rialp,

    1988.

    (A.

    C.).

    -60-

    -61 -

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    31/90

    qve

    juzgarlas,

    hay

    que

    comprenderlas:

    cmo

    nacen,

    cmo

    evolucionan

    y

    qu

    es

    lo

    que

    crean.

    Frangois

    Furet

    no

    dej

    de preguntrselo,

    y

    con

    perseverancia.

    Pero

    no

    a

    partir

    de nuevas

    problem-

    ticas,

    de

    un

    tratamiento

    nuevo

    de la

    documentacin.

    Interpret

    las

    interpretaciones,

    repartiendo

    buenas

    y

    malas

    notas.

    Y

    no

    siempre

    con

    continuidad.

    As,

    penser

    la

    Rvolution

    franqaise

    (1978)7

    comenta

    a

    Tocqueville

    y

    descubre

    a Augustin

    Cochin,

    un

    durkheimista

    maurassiano

    de

    comienzos

    del siglo

    XX

    que

    resulta

    interesante

    como

    jaln

    en las

    interpretaciones

    reac-

    cionarias

    de la

    Revolucin.

    En

    sus

    obras

    ms

    recien-

    tes,

    Furet

    parece

    haberle

    olvidado.

    Ms

    tarde,

    des-

    pus

    de

    que

    Marx,

    a

    causa

    del

    centenario

    de

    su

    muerte

    (1983),

    dejara

    un

    ltimo

    destello

    en

    el cielo

    de

    la

    moda

    parisina,

    Furet public

    un

    Marx

    et la

    Rvolution

    franqaise

    (1986)8.

    El

    libro

    se abre

    con

    una

    afirmacin

    curiosa:

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    32/90

    ta al

    propio

    Furet,

    que

    intent

    escaparse arguyendo

    que

    Labrousse

    segua vivo cuando

    se

    redact

    el

    li-

    bro

    Hay

    que

    advertir

    que

    hace mucho tiempo

    que

    Labrousse

    figura en el Pequeo

    Larousse,

    y

    que

    Albert

    Soboul, desaparecido

    hace aos,

    tampoco

    fue

    juzga-

    do

    digno de figurar

    en una rubrica consagrada

    a

    las

    visiones

    universitarias

    de la Revolucin Yo no abo-

    rreca las

    justas

    entre Albert

    Soboul, sus amigos

    y

    FranEois

    Furet,

    ni

    siquiera

    cuando pretendan

    ser

    malvadas

    Pero

    el silencio, cuando alguien

    se

    dirige

    a

    un

    pblico

    amplio, es una

    desinformacin conscien-

    te y, a los

    ojos de los profesionales,

    un

    desprecio

    de

    la bibliografia poco

    habitual

    en la

    produccin

    cient-

    fica.

    Ahora

    bien,

    quera

    realmente Furet

    tratar el tema

    que

    abordaba

    de acuerdo

    con criterios cientficos?

    Pienso que,

    aunque

    l no lo

    diga, no cree en

    el

    carc-

    ter cientfico

    de

    la

    lnistoria.

    La

    prueba

    es

    que

    ha

    puesto

    a

    sus equipos

    y

    su trabajo bajo

    el

    signo de

    Raymond

    Aron

    (

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    33/90

    deja de sugerir

    un estudio

    por

    hacer,

    que

    no es in-

    compatible en absoluto

    con el de la Revolucin: en la

    sucesin

    coyuntural

    que

    va de los

    a

    la

    crisis

    que primero

    se

    llam

    y

    ms tarde

    ,

    y posteriormente

    a

    una esperanza

    de

    recuperacin

    que

    aparenta ms

    fir-

    meza

    de la

    que

    realmente

    tiene,

    cmo

    se han com-

    portado

    las

    que

    me

    gusta

    designar como coyunturas

    mentales? En

    realidad,

    son

    solamente

    la

    obra

    de

    Labrousse

    y

    la

    figura

    de Mathiez las que

    se quieren

    borrar?

    Tambin

    Lucien Febvre

    y

    Marc Bloch

    eran

    peligrosos

    Y

    Altamira

    Pues,

    si empieza usted a

    distinguir

    una

    ,

    a

    preguntarse

    si

    existe un

    derecho

    y

    un

    hecho

    y

    si la declaracin

    de Derechos,

    en los Estados

    Unidos, coincidi con la

    extincin de la esclavitud

    y

    el final

    de

    la

    segregacin

    de los negros en

    los

    auto-

    buses, es usted alguien peligroso.

    Si el

    >

    nos condujera

    a reflexionar

    un

    poco

    sobre

    estos

    puntos, gritaria

    con mucho

    gusto

    Viva

    el bicentena-

    rio

    -66-

    -67-

    PENSAR

    HISTRICAMENTE

    *

    Es

    muy

    emocionante

    para

    m

    tomar

    la

    palabra

    aqu, en esta

    vila a la

    que

    tanto

    quiso

    don Claudio.

    Pero

    la

    institucin

    que

    me ha honrado

    con su

    invita-

    cin

    no fue

    fundada

    por

    don

    Claudio como

    un lugar

    en el

    que

    se hablara de

    1. Es muy comprensible

    que

    quienes le han conocido

    y

    querido estn tentados

    de

    hacerlo. Me

    agradara evocar

    ampliamente su

    prodi-

    giosa

    erudicin,

    su capacidad

    de sntesis, su

    genio

    polmico,

    su sentido del

    honor como

    hombre

    pblico,

    su don de comunicacin,

    su

    calurosa

    amistad.

    *

    , conferencia

    de clausura

    de

    los cursos de

    verano de la Fundacin

    Snchez-Albornoz,

    vila,

    30

    de

    julio

    de

    1987.

    Traduccin

    del original en

    francs

    propor-

    cionado

    por

    el

    autor.

    Una

    primera traduccin al

    castellano

    ha

    sido

    publicada

    en Mxico, dentro

    del

    ya

    citado

    volurnen Pierre

    Yilar:

    Pensar

    la

    historia,

    pp.

    20-52. Una

    versin

    en cataln

    forma

    parte

    del

    libro tambin citado:

    Pierre Y1lar,

    Reflexons

    d'un historiador,

    pp.

    l2l-145.

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    34/90

    No voy a

    pretender por

    ello

    que

    su

    concepcin

    de

    la historia

    y

    la mia

    fuesen

    coincidentes.

    Recuerdo una

    sesin

    del

    Ateneo Iberoamericano

    de

    Pars, en la

    que

    don Claudio

    abord una definicin

    del

    mtodo de

    la

    historia.

    Yo me encontraba

    en

    la

    primera fila del

    auditorio.

    En cada una

    de sus frases

    haba una

    clara

    alusin

    a lo

    que

    nos

    separaba.

    l no me

    nombraba,

    pero yo

    segua su mirada.

    Fue

    muy

    divertido

    y,

    pocas

    horas despus,

    alrededor

    de una

    bien

    servida

    mesa,

    rehicimos

    juntos

    el

    itinerario de su

    ,

    preguntndonos cuntos

    oyentes

    habran

    podido

    cap-

    far

    el caracter

    alusivo. Comprobbamos

    as

    hasta

    qu

    punto dos historiadores

    de vocacin

    y

    de oficio

    pue-

    den

    tener serias discrepancias

    sobre

    los

    mtodos

    e

    incluso

    sobre el

    principio

    de su disciplina

    y,

    sin

    embargo,

    sentirse solidarios,

    parientes cercanos,

    frente

    a

    las

    pretensiones histricas

    de

    tal o cual

    construccin

    lite-

    raria,

    frente a toda ciencia

    ahistrica

    de

    la sociedad,

    o

    frente

    a

    esos

    >,

    como

    deca Unamuno de

    los filsofos,

    que

    creen

    hacer

    malabarismos

    con

    ,

    cuando en

    realidad

    slo

    los hacen con

    palabras.

    Es de

    esta

    referencia

    a la historia

    como modo

    de

    pensar de lo

    que querra hablarles, sobre

    todo

    para

    sealar

    los

    peligros de

    una

    no-referencia

    (o

    de

    falsas

    referencias)

    a .

    Quizs

    resulte agresivo,

    aunque nunca

    hacia historiadores

    dignos de

    ese nom-

    bre. Slo

    para

    reivindicar

    un

    .

    Permtanme otro recuerdo

    personal

    (ya

    saben us-

    tedes

    que las

    personas

    mayores

    los

    prodigan).

    Me

    lleva a

    Atenas, en los aos 60.

    Eran

    ya

    las dos o

    las

    tres de la

    maana. Desde las nueve

    de

    la noche

    ante-

    rior,

    un debate

    sin

    descanso tena

    lugar

    entre

    >

    griegos

    y

    franceses.

    Ya no recuerdo

    qu

    es

    lo

    que

    yo

    haba

    dicho cuando

    de

    pronto Nikos

    Poulantzas,

    a

    quien me

    acababan

    de

    presentar, ten-

    diendo

    hacia

    m un

    ndice acusador,

    me interpel

    con

    voz

    tronante:

    ,

    exclam

    un

    poco humorsticamente.

    Cmo

    podra

    ((caer)

    en

    l?

    Yo

    nado en

    1,

    vivo

    en

    1,

    respiro

    en

    1. Pensar

    al

    margen

    de

    la historia

    me

    resultara

    tan

    imposible

    como

    a tn

    pez

    vivir

    fuera del

    agua Comprendo

    que

    un

    filsofo

    (siempre

    ms o menos

    telogo)

    mire

    el

    mundo

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    35/90

    nifica

    situar,

    medir

    y

    datar,

    continuamente.

    En

    la

    medida

    de 1o posible,

    desde

    luego

    Pero, para

    un

    determinado

    saber,

    nada

    es

    tan necesario

    como

    tener

    conciencia

    de sus propios

    lmites.

    Lo

    olvidan

    con

    frecuencia

    saberes

    orgullosos

    de situarse

    fuera

    de

    la

    historia.

    En

    los

    ltimos

    tiempos,

    me

    han

    llevado

    a

    meditar

    sobre

    estos

    temas

    un

    acontecimiento

    signifi-

    cativo, algunos

    encuentros profesionales

    o

    institucionales

    y

    algunas

    lecturas.

    Estas sern

    mis

    referencias.

    **{),

    ante un

    nuevo

    de

    los

    vencedores

    de

    1945

    y

    un nuevo sueo

    de revancha de

    los

    vencidos.

    Recuerdo

    cmo, bajo

    la

    ,

    en

    principio

    pacifica,

    se levantaron monumentos a los

    muertos

    de I9I4-19i8 con

    la inscripcin

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    40/90

    Ni Weber

    ni

    Durkheim

    hablaron

    ms

    claro.

    Y,

    para

    juzgar

    de

    este

    modo

    a su

    poca,

    a

    P

    le

    bastaba

    escu-

    char

    el discurso

    de

    sus

    contemporneos:

    ((no

    me

    can-

    sar

    de

    aconsejar

    (...)

    ,rn culto

    al

    patriotismo

    -escri-

    be

    Castelar.

    La

    Patria

    es tn

    organismo

    superior,

    una

    personalidad

    altsima

    (...)>

    (los subrayados

    son mos)'

    La

    transferencia

    de

    vocabulario

    no

    ofrece

    ambige-

    dad.

    Y,

    en

    1882,

    Cnovas

    no dudaba:

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    41/90

    cin

    histrica,

    el sentido

    y

    el

    grado de

    aceptacin

    por

    el

    grupo

    de

    esta

    personalizacin,

    que

    atribuye

    al

    gru-

    po los fantasmas

    del individuo.

    Hace

    muchos

    aos

    que consagro

    un

    seminario

    a

    este

    tipo

    de

    problemas.

    Sin

    duda,

    su

    mayor

    inters

    sera

    el de

    reunir

    a

    investigadores

    1)

    de

    disciplinas

    diversas

    y

    2)

    de comunidades

    humanas

    tambin

    di-

    versas.

    Como

    ahora,

    siempre

    nos

    hemos

    esforzado

    por

    combinar

    tres

    tipos

    de

    reflexiones:

    reflexin

    frs-

    tricq

    sobre

    textos,

    reflexin

    sugerida

    por los

    aconte-

    cimientos

    de actualidad

    y reflexin

    sobre

    las

    nume-

    rosas

    obras

    recientes

    que

    tratan

    del

    mismo

    tema'

    Reconozcamos

    que

    la

    copiosa

    bibliografia

    disponible

    decepciona

    con

    frecuencia'

    A1

    cabo

    de

    tantos

    aos,

    no me creo

    preparado,

    y

    por

    tanto

    es

    seguro

    que

    no

    lo

    estar

    nunca,

    patatratat

    honorablemente

    del

    verda-

    dero

    problema

    de conjunto.

    Por

    desgracia,

    demasia-

    das

    obras

    demuestran

    menos

    escrpulos:

    los

    casos

    particulares

    se

    erigen

    sin

    reServas

    en

    modelos

    gene-

    iales

    y

    las

    obras

    generales

    carecen

    a

    menudo

    de

    refe-

    rencias

    a

    lo concreto,

    prefiriendo

    los

    catlogos

    de

    formas

    a

    los

    anlisis

    de

    formacin.

    En

    Espaa,

    por

    ejemplo,

    puede

    parecer

    curioso

    que

    el

    caso

    valencia-

    no, complejo

    y particular,

    haya

    podido

    dar

    lugar

    a

    pequeas obras

    titula

    das

    Crtica

    de

    la

    nacin

    puraa

    y

    De-

    impura

    nationes.

    Mientras,

    las

    obras

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    42/90

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    43/90

    balance

    del

    estructuralismo

    de

    los

    aos

    sesenta

    en

    las

    ciencias

    humanas.

    Yo

    haba

    reflexionado

    mucho

    so-

    bre

    el

    problema en

    los

    aos

    en

    los

    que ste

    se

    plan-

    te.

    Qued

    algo sorprendido

    por

    la solemnidad

    de

    la

    reunin

    y

    la

    modernidad

    de

    los

    medios

    (en

    los

    locales

    de

    la

    antigua

    cole

    Polytechnique),

    sobre

    todo

    por

    el

    contraste

    con

    la

    pobreza

    habitual

    de

    nuestras

    Univer-

    sidades.

    El

    pblico

    femenino

    luca

    pieles

    y

    joyas.

    La

    (crema))

    de

    la

    intelectualidad

    parisina

    estaba

    en

    el

    escenario.

    Rpidamente

    advert cul

    era

    el

    tema

    que

    iba a

    dominar

    el

    debate:

    la

    reciente

    aparicin

    de

    la

    monumental

    Histoire

    de

    la

    psychanalyse

    en

    France,

    de Elisabeth

    RoudinescoT.

    El

    estu-

    diado

    se

    reduca

    al

    psicoanlisis.

    El

    psicoanlisis

    al

    episodio

    de

    Jacques

    Lacan.

    Y

    casi

    al

    problema de

    su

    persona.

    Le

    gustaba

    el

    dinero,

    como

    pareca sugerir

    el

    libro

    de

    E.

    Roudinesco?

    No ,

    defendi

    largamente

    uno

    de

    los oradores,

    yerno

    del

    Dr.

    Lacan'.'

    Hasta

    en

    la

    manera

    de

    abordar

    de

    un

    modo

    de

    pensamiento

    tan

    apasionante

    como

    el

    psicoanlisis,

    se

    reconoca

    la obsesin

    por

    la

    ancdota

    y por los

    personajes.

    Jean

    Pierre

    Verrrant,

    que representaba

    en

    el

    escenario

    el

    modo

    histrico

    de pensar,

    no

    pareca

    muy feliz.

    Una

    semana

    despus,

    en

    otra

    sesin

    del

    mismo

    gnero, el Collge

    International

    de

    Philosophie

    pro-

    pona

    el tema:

    .

    El

    proble-

    ma

    formaba

    igualmente

    parte de mis

    preocupaciones.

    7.

    Elisabeth

    Roudinesco,

    Histoire

    de

    la psychanalyse

    en

    France:

    la bataille

    de cent

    ans,2 vols',

    Parls, Seuil,

    1986;

    nueva

    ed.

    revisada

    y

    corregida:

    Pars,

    Fayard,1994'

    (A

    C.)

    Algunas intervenciones,

    pese

    al estilo voluntariamen-

    te

    hermtico, fueron

    importantes.

    Pero

    tambin

    omos,

    durante

    cerca

    de'una

    hora,

    a un

    destacado

    psicoanalista

    (de nuevo )

    meditar sobre

    lo

    que

    representaba

    para

    / el

    problema:

    el

    pueblo

    judo,

    es

    el elegido

    o

    simple-

    mente

    el

    aliado

    de Dios?

    No digo

    que

    la exposicin

    me

    dejara

    indiferente; todo

    problema

    teolgico

    puede,

    a

    la vez,

    aclarar

    la

    historia

    y

    ser

    aclarado

    por

    sta. En

    la

    misma

    semana

    en la

    que

    tena

    lugar la

    reunin,

    yo

    haba

    tenido la

    ocasin de

    leer, en una reciente Histdria

    de Catalunya, sobre

    el

    problema

    del

    adopcionismo,

    planteado,

    hace

    un millar de'aos, en

    el

    fondo de un

    valle

    pirenaico, por

    un obispo

    de Urgell: Jess,

    es

    el

    hijo

    verdadero

    o slo

    el

    hijo

    adoptivo

    de

    Dios? No

    debemos

    rernos; se trataba de

    responder

    a la

    obje-

    cin

    musulmana:

    los

    cristianos,

    en su concepcin

    de

    la >,

    son

    verdaderamente

    monotestas?

    Y

    cuando

    la

    lucha entre cristianos

    y

    musulmanes domi-

    naba la

    historia del siglo,

    cmo

    subestimar

    la

    apa-

    rente

    querella

    de

    palabras?

    De

    igual modo,

    si

    sito el

    problema

    del

    pueblo

    judo

    -

    de

    Dios?,

    de

    Dios?-

    en

    la historia

    de nuestro siglo

    XX

    -dispora,

    genocidio, fundacin

    del

    Estado

    de

    Israel, Guerra de los

    Seis

    Das,

    psicologa

    obsidional

    de este Estado

    convertido

    en

    excepcin

    colonial

    cuando

    triunfan

    las >-, ffi enfrento

    a una

    combinacin

    de

    excepcionalmente

    rica.

    Ante esta

    complejidad,

    ni un

    psicoanlisis

    individual

    ni una banal

    satisfacen el

    esp-

    ritu

    del

    historiador.

    Aunque si se lo hubiera

    dicho

    a

    mis anfitriones,

    psicoanalistas

    y

    filsofos,

    sin

    duda

    me

    habran acusado de

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    44/90

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    45/90

    librito

    de

    Luis

    Racionero

    DeI

    paro

    al

    ocioe'

    publicado

    en

    1983

    y que anunciaba

    en

    1985

    su

    octava

    edicin'

    En

    modo

    alguno

    significa

    esta

    indicacin

    que

    este-

    mos

    ante

    un libro

    fundamental

    y como

    tal

    considera-

    do.

    Y 1o

    mismo

    puede decirse

    del

    libro

    de

    Baudrillard'

    Lo

    que importa

    es constatar

    que

    estos

    libros

    suscita-

    ron

    comentarios

    favorables

    y que encontraron

    lecto-

    res

    complacientes.

    Esto

    me

    parece

    ms

    importante

    y

    significativo

    que

    si

    se

    tratase

    de

    reflexiones

    de

    ms

    alio nivel

    (Habermas

    o

    Lyotard),

    pero de

    lenguaje

    ms

    hermtico

    y

    destinadas

    a

    un

    pblico

    mucho

    ms

    restringido.

    Se me

    reprochar

    (yo

    misrno

    lo

    hago)

    haber

    escogido

    la solucin

    ms

    fcil,

    al

    criticar

    for-

    mas

    algo

    caricaturescas

    de

    la

    (coyuntura

    mental>

    de

    los

    ochenta.

    Pero

    nada

    est

    tan

    cargado

    de sentido

    como

    las caricaturas

    involuntarias.

    El

    libro

    de

    Baudrillard

    se

    titula

    Le

    miroir

    de

    la

    production

    De

    hecho,

    la

    obsesin

    de

    la

    produccin

    se nos

    presenta

    ms

    bien

    como

    un

    espejismo

    caracte-

    rstico

    de

    nuestro

    tiempo.

    Pero

    lo

    clue

    importaba

    al

    autor

    era

    ttilizar

    (aunque

    fuera

    impropiamente)

    el

    vocabulario

    de

    Lacan.

    La

    confesin

    figura en

    la

    p-

    gina

    12

    del

    libro'

    Ahora bien,

    el

    paralelismo

    que

    sboza

    entre

    el

    descubrimiento

    de

    la

    personalidad

    en

    el

    imaginario

    y

    la

    imposicin,

    por la economa

    pol-

    tica,

    de

    la

    importancia

    del

    hecho

    productivo

    al

    ima-

    ginario

    colectivo,

    es

    un

    ejercicio

    perfectamente

    su-

    perficial. Si

    hay

    efecto

    de

    espejo,

    sera

    entre

    el autor

    9.

    Luis

    Racionero,

    Del

    paro

    al

    ocio, Barcelona'

    Anagra-

    ma,

    1983.

    (A

    C.)

    y

    la obra. No lee en

    los

    textos

    y

    en

    los

    hechos

    ms

    que

    aquello

    que

    le

    interesa demostrar.

    Le

    interesa demostrar

    :

    el

    subttulo

    de

    la obra

    lo

    dice

    claramente.

    No faltan,

    pues,

    las citas

    de

    Marx.

    Y la

    primera

    de ellas aclara

    perfectamente

    el

    punto

    de

    partida

    de una discusin

    posible:

    El

    primer

    acto

    por

    el

    que

    el

    hombre se distingue

    de

    los

    animales

    no

    se

    debe

    al hecho

    de que

    pien-

    se,

    sino al hecho de

    que

    produzca

    sus

    medios de

    subsistencia.

    En efecto,

    una discusin filosfica

    podra partir

    de

    aqu:

    el

    hombre

    produce

    porque piensa

    o

    pien-

    sa

    porque

    produce?

    E

    inmediatamente

    vienen al

    recuerdo las

    palabras

    de Pascal:

    El hombre

    no

    es

    ms

    que

    una caia, Ia ms simple

    de la

    naturaleza, pero.una

    carta

    pensante

    (...).

    Pero sta no es en absoluto

    la

    objecin

    de

    Baudrillard:

    Qu

    necesidad tenemos,

    dice, de

    afirmar

    que

    la

    vocacin

    del

    hombre es

    distinguirse de los

    ani-

    males?

    El humanismo

    es

    otra

    obsesin

    que

    tam-

    bin

    nos viene de

    la

    economia

    poltica

    (...).

    Reconozco

    que

    no

    es

    falso

    que

    la nocin

    de

    hom-

    bre

    productor

    se

    pueda

    encontrar

    en el

    primer

    libro

    que

    llev

    por ttulo

    Trait de l'conomie

    politique,

    el

    de Antoine

    de

    Montchrestien,

    que

    data de

    1615.

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    46/90

    animal,

    escribi,

    nace ms

    imbcil

    que el hombre>>,

    pero

    inmediatamente

    define

    al

    hombre

    como

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    47/90

    efecto,

    este

    gran

    historiador,

    muy

    sensible'

    por

    lo

    J.-r,

    a

    las

    ense

    anzas

    de

    los

    etnlogos'

    demostr

    que

    las

    estructuras

    mentales

    de

    la

    civilizacin

    griega

    lut

    -"oo.,

    habra

    que

    aadir,

    en

    sus

    pocas

    ms

    re-

    rnotu*;

    integraban

    creencias

    mgicas'

    suponan

    inter-

    venciones

    supraterrenales'

    hacan

    intervenir

    todo

    un

    juego

    de

    dons

    y contradones

    y'

    por

    consiguiente'

    no

    ';;;.

    ft"cionr

    de

    acuerdo

    con

    nuestros

    modelos

    icorrmico,

    habituales' Pero

    puede

    deducirse de

    esta

    constatacin,

    llue

    concierne

    a

    la

    conciencia

    interna

    de

    una

    sociedad

    muy

    lejana,

    1o

    que

    de

    ella

    infiere

    i.un

    Burrdrillard

    (p' z

    dt

    "'

    libro)?:

    '

    Esta

    confu-

    sin,

    continuamente

    sugerida,

    entre

    realidad

    y

    con-

    "i""ti"

    de

    la

    realidad'

    evoca

    en

    m

    un

    recuerdo

    per-

    sonal:

    una

    discusin,

    hace

    unos

    veinte

    aos'

    en

    torno

    al

    propio

    Vernant,

    en

    un

    seminario

    del

    economista

    Andr

    Piatier,

    y en

    presencia

    de

    nuestro

    colega'

    el

    historiador

    economisia

    italiano

    C'

    M'

    Cipolla'

    Des-

    frre.

    O"

    or

    a

    Vernant,

    Cipolla

    brome

    diciendo

    que

    su

    propia

    remuneracin,

    en

    una

    Unive-rsidad

    america-

    ,r,'r"p."

    r"rr,aba

    indudab

    lemente

    un

    elemento

    m

    gico

    err'la

    economa

    de

    los

    Estados

    Unidos'

    Y'

    en

    efecto'

    jams

    las

    leyes

    econmicas

    han

    funcionado

    exclusi-

    'uu*"*"

    ."iirr,

    criterios

    racionales

    (pensemos

    en

    la

    actual

    mitificacin

    de

    la

    nocin

    de

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    48/90

    Edad Media

    y

    despus.

    Vidal-Naquet

    pregunta:

    (eran

    los

    esclavos

    una

    clase?>;

    e

    incluso

    uno de sus cap-

    tulos se

    titula

    >.

    No

    tomemos

    este

    vocabulario

    por

    una

    adhesin

    al

    marxismo.

    Pero

    tam-

    poco

    condenemos

    a

    ste en

    nombre

    de

    Vernant

    Re-

    pito

    que

    no

    soy especialista

    en

    estos

    problemas;

    pero

    recuerdo

    haber

    estudiado,

    cuando

    tena

    veinte

    aos,

    bajo

    la direccin

    del

    gran

    helenista

    Gustave

    Glotz,

    a

    modo

    de ejercicio

    epigrfico,

    los

    salarios

    de

    los tra-

    bajadores que construan

    un templo griego. Las

    listas

    existan

    y

    creo

    que

    los

    salarios

    tambin.

    De modo

    que Baudrillard

    no invoca con

    ms

    legitimidad

    la

    autoridad

    de

    J.

    P.

    Vernant

    que la

    de M.

    Sahlins.

    Recordemos,

    por

    ltimo,

    que

    la

    nocin

    de valor-tiem-

    po

    de

    trabajo nace

    en

    Aristteles.

    Iba

    a

    decir

    (como

    todo el

    mundo

    sabe>;

    o

    (como

    J.

    Baudrillard

    debera

    de

    saber)...

    3)

    Algunas

    palabras

    ms sobre

    el

    problema

    de

    la

    esclavitud,

    que

    no

    es

    exclusiva

    de

    la Antigedad

    Baudrillard

    afirma, con

    toda la

    tranquilidad,

    que

    la

    relacin amo-esclavo

    es esencialmente

    simblica,

    y,

    en

    todo

    caso,

    mucho

    ms que

    econmica.

    Ha ledo

    a

    Ramn de la Sagra,

    aYareIa,

    a Gilberto

    Freyre,

    a

    Fogel,

    a

    Engerman,

    a

    Temin,

    a

    Klein,

    a Moreno

    Fraginals,

    a Genovese o

    a Meillassoux?

    Probable-

    mente

    no. Sera

    pedante reprochrselo.

    Pero, enton-

    ces,

    se

    define

    el filsofo

  • 8/11/2019 VILAR, Pierre. Memoria, Historia e Historiadores

    49/90

    t

    del

    XVII,