víctor hugo en la habana

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46 8 FEBRERO 2010 8 FEBRERO 2010 47 Reinaldo”. Retroceden los pasos, se acercan otros más fir- mes, me presento. “Ah, claro, pasa, pasa. En dos minutitos viene mi esposa”. Son las nueve de la mañana de un viernes decem- brino. Además de Reinaldo, enfundado en una camiseta amarilla que contrasta con la piel atezada y la melena nigérrima, hay un puñado de invitados. Me saludan con educación y cierto miramiento. “Por razones de seguri- dad somos cautelosos antes de abrir la puerta”, se dis- culpa un hombre bajito, de pelo entrecano. Sin embargo, es evidente que aquí cautela no es sinónimo de miedo. Acá arriba no hay miedo, sólo un hambre feroz de liber- tad. La mítica bravura de Juan Sin Miedo —dicen unos— o de Juana de Arco —arguyen otros— parece haber reen- carnado en Yoani Sánchez, la blogger. El miedo sin ambages está afuera, distinguible des- de el balcón: al norte la Plaza de la Revolución, al noreste, lejos, el Capitolio, y enfrente un edificio con la ubicua leyen- da “Hasta la victoria siempre”. Es más fácil hablar de victo- ria y de revolución que de miedo, pero quien llega a Cuba nota que la aprensión está más enraizada que la constante cantinela de la victoria eterna. La gente que me hospeda ilegalmente en Vedado ha revisado con lupa mis papeles y me han interrogado. La simple pregunta al taxista: “¿De qué año es este coche?”, creó un clima de nerviosismo Mujeres de Cuba, comprendo vuestro quejido. —Víctor Hugo E l ascensor de su edificio residencial sí registra lo que los hoteles eluden: el piso 13. Pero ella me había citado en el 14. Titubeo un instante, más por arit- mética que por superstición. Sólo dos o tres personas me notaron llegar: pagué el taxi sin esperar el vuelto, subí a saltos los escalones y —qué remedio— oprimí el botón 13. Es un ascensor viejo, que se queja y chilla. Arriba, unas escaleras condu- cen al piso 14. Nuevo Vedado y toda La Habana se adivinan tras los cristales empañados desde hace 50 años. No es necesario buscar el departamento, una calcomanía bajo la mirilla de la puerta sirve como santo y seña: la bandera cubana de cabeza y la le- yenda “Internet para todos” son su demanda, casi un grito. La estrella blanca de la bandera simboliza la libertad de los cubanos que, por estar también hecha polvo y empañada, ha devenido aquí en arroba. Las promesas se conjuran acá dentro. Sus voces se cuelan por el sol que fisura la oscuridad del pasillo. Al tocar con los nudillos sobre la arroba, una sombra lenta serpea y un ojo me escudriña por la mirilla. “No lo conozco, Al miedo que el ciudadano común padece hoy en Cuba se oponen los blogs de Yoani y Claudia, quienes revierten ese temor inquietando a los funcionarios del gobierno y a los hermanos Castro Víctor Hugo en Fronteras

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Víctor Hugo en Al miedo que el ciudadano común padece hoy en Cuba se oponen los blogs de Yoani y Claudia, quienes revierten ese temor inquietando a los funcionarios del gobierno y a los hermanos Castro Fronteras Mujeres de Cuba, comprendo vuestro quejido. —Víctor Hugo 46 8 FEBRERO 2010 8 FEBRERO 2010 47 Florencia. Enero, 2010. (1) TRADUCCIÓN “RÁPIDA” DE ZOÉ VALDÉS (CF. ZOEVALDES.NET,

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Page 1: Víctor Hugo en La Habana

46 8 FEBRERO 2010 8 FEBRERO 2010 47

Reinaldo”. Retroceden los pasos, se acercan otros más fir-mes, me presento. “Ah, claro, pasa, pasa. En dos minutitos viene mi esposa”.

Son las nueve de la mañana de un viernes decem-brino. Además de Reinaldo, enfundado en una camiseta amarilla que contrasta con la piel atezada y la melena nigérrima, hay un puñado de invitados. Me saludan con educación y cierto miramiento. “Por razones de seguri-dad somos cautelosos antes de abrir la puerta”, se dis-culpa un hombre bajito, de pelo entrecano. Sin embargo, es evidente que aquí cautela no es sinónimo de miedo. Acá arriba no hay miedo, sólo un hambre feroz de liber-tad. La mítica bravura de Juan Sin Miedo —dicen unos— o de Juana de Arco —arguyen otros— parece haber reen-carnado en Yoani Sánchez, la blogger.

El miedo sin ambages está afuera, distinguible des-de el balcón: al norte la Plaza de la Revolución, al noreste, lejos, el Capitolio, y enfrente un edificio con la ubicua leyen-da “Hasta la victoria siempre”. Es más fácil hablar de victo-ria y de revolución que de miedo, pero quien llega a Cuba nota que la aprensión está más enraizada que la constante cantinela de la victoria eterna. La gente que me hospeda ilegalmente en Vedado ha revisado con lupa mis papeles y me han interrogado. La simple pregunta al taxista: “¿De qué año es este coche?”, creó un clima de nerviosismo

Mujeres de Cuba, comprendo vuestro quejido.—Víctor Hugo

El ascensor de su edificio residencial sí registra lo que los hoteles eluden: el piso 13. Pero ella me había citado en el 14. Titubeo un instante, más por arit-mética que por superstición. Sólo dos

o tres personas me notaron llegar: pagué el taxi sin esperar el vuelto, subí a saltos los escalones y —qué remedio— oprimí el botón 13. Es un ascensor viejo, que se queja y chilla. Arriba, unas escaleras condu-cen al piso 14. Nuevo Vedado y toda La Habana se adivinan tras los cristales empañados desde hace 50 años. No es necesario buscar el departamento, una calcomanía bajo la mirilla de la puerta sirve como santo y seña: la bandera cubana de cabeza y la le-yenda “Internet para todos” son su demanda, casi un grito. La estrella blanca de la bandera simboliza la libertad de los cubanos que, por estar también hecha polvo y empañada, ha devenido aquí en arroba.

Las promesas se conjuran acá dentro. Sus voces se cuelan por el sol que fisura la oscuridad del pasillo. Al tocar con los nudillos sobre la arroba, una sombra lenta serpea y un ojo me escudriña por la mirilla. “No lo conozco,

Al miedo que el ciudadano común padece hoy en Cuba se oponen los blogs de Yoani y Claudia,

quienes revierten ese temor inquietando a los funcionarios del gobierno y a los hermanos Castro

Víctor Hugo en

La HabanaFronteras

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entre los pasajeros. “Nunca hables en un taxi”, me ata-jan, “es la regla de oro. Por ahí anda mucho provoca-dor suelto”. Sí, una de las realidades más palpables de Cuba es el miedo generalizado. Hace tiempo ya que se apoderó también de los hermanos Castro. No se sabe a ciencia cierta dónde viven, nadie sabe dónde están, no existe una residencia oficial como la Casa Blanca o la Casa Rosada o la Casa Azul, sino que se esconden en alguna de sus muchas casas, grises y anónimas. Todo esto se ve desde el balcón.

Antes de que se cumplan los dos minutitos de Reinaldo conozco a Claudia Cadelo de Nevi, la autora del blog “Octavo Cerco”. Tiene 26 años, la mirada encendida, el pelo teñido de castaño y grandes pendientes en las orejas. Claudia se ha convertido en una gran amiga de la casa y su blog es hoy el segundo en popularidad. Habla-mos sobre la Universidad de La Habana y las clases de Filosofía y Sociedad, dosis obligatorias de marxismo.

Pronto aparece Yoani. Lleva el pelo recogi-do, una falda floreada y, bajo el chaleco negro, una blusa roja. Viene muy contrariada porque acaban de avisarle que el día anterior —Día de los Derechos Humanos— los poetas del grupo OMNI-ZonaFranca fueron reprimidos y algunas Damas de Blanco arres-tadas: un total de 58 ese día a lo largo de la isla. De no haber visto su rostro impreso en tantos periódi-cos y revistas, sería arduo imaginársela como una de las personas más influyentes del mundo, según las listas del semanario Time, o uno de los intelectua-les de mayor peso en Latinoamérica, según Foreign Policy y Gatopardo. Su blog, Generación Y, ha recibido premios internacionales y su voz ha imantado a la opinión pública internacional. El régimen la teme y

bloquea su blog, aunque el servició caché de Goo-gle puede más. El periódico Granma Internacional le dedicó un largo artículo el 29 de noviembre pasado. Ella, por su cuenta, ha fincado su prestigio en el po-der de la palabra electrónica. Con la velocidad relam-pagueante de los fenómenos mediáticos, Yoani se convirtió en una celebridad de un clic a otro.

Es muy de nuestros tiempos que la dictadura va-ronil y senil de los Castro esté en jaque por dos chicas. Yoani y Claudia contra Fidel y Raúl. Las faldas ponen en apuros al traje militar, los collares y aretes a las conde-coraciones y veneras, las memorias USB a los puros, los cabellos oscuros y abundantes a las largas barbas blancas, las laptops a los fusiles, el blog al Granma, la ju-ventud e impericia a la vejez y la experiencia, la libertad femenina al empoderamiento masculino.

En Cuba sólo las empresas autorizadas, los ho-teles y las embajadas cuentan con internet. Conec-tarse en un hotel cuesta entre siete y 10 dólares la hora, cantidad impagable para los cubanos que ga-nan 12 dólares al mes. Bloguear en Cuba es bloguear desde Cuba para el lector extranjero. No es casuali-dad que Yoani y Reinaldo crearan desdecuba.com. Por eso, su activismo es menos conocido dentro de la isla que fuera. Entre los compatriotas mejor in-formados cunden los recelos: ella no sufre como los demás, goza de prebendas y favores, no falta a las fiestas en las embajadas, si ya se había ido a Suiza, a qué regresó... Hacia afuera la labor es conocida pero, puertas adentro, ¿qué hace?

El 26 de octubre pasado, Yoani formalizó los encuentros con los amigos, cuando inauguró, con ayuda de Reinaldo y Claudia, lo que platónicamen-

te llama La Academia Blogger. La Academia está formada por un puñado de personas —25, 30— que arrancaron ya un blog, o desean hacerlo, en una serie de charlas sobre filosofía, derecho, historia y cultura de Cuba, sobre periodismo y por supuesto blog. En la sala-comedor se improvisa un salón de clases. En un rincón, la biblioteca: un librerito con novelas de Ana-grama, biografías de Tusquets, diccionarios Larousse, manuales de internet. Cada martes y vier-nes Yoani asienta su laptop sobre los célebres tomos del Diccionario general filológico de Roque Barcia (1880), y la conecta a un proyector fijo en el techo. Con razón ha dicho que gradualmente se vuelve más cibernética y menos filóloga.

Los participantes llegan hoy a cuentagotas. La primera sesión es sobre filosofía helenística. El profe-sor comienza a explicar el estoicismo

pero pronto la atención de los alumnos se quiebra y la conversación desemboca en urgencias políticas. Las ex-plicaciones sobre Zenón avanzan en medio de una llu-via de chistes caribeños. Al terminar, los anfitriones nos ofrecen una merienda. Cuando me extienden un vaso amarillo con una carita sonriente no puedo sino pensar que no fue una compra fortuita, pues aquí no hay nada dejado al azar: un poco de optimismo solar en esta isla de desesperanza y pasividad no está de más, aunque la mirada atemorizada de un hombre me hace dudar. Es el único blogger de La Academia que prefiere mante-ner el anonimato debido a las amenazas de la policía. Es autor del blog Fotos desde Cuba. Todo lo fotografía en tonos de gris —me explica— para reflejar con mayor fidelidad la realidad cubana.

Reinaldo imparte la sesión de periodismo. El tema de hoy es la metáfora. Los ejemplos tienen un toque perturbadoramente religioso: “Internet es el cie-lo de nuestros tiempos”. Claudia entonces metaforiza: “La compu es la religión de Yoani”. Ella ríe y sugiere que todos se cuelguen memorias USB al cuello. Del suyo pende ya un dije en plata enviado desde Perú: el logo de Generación Y, una G con una Y incrustada. Entre bromas y veras llegan de nuevo los consabidos vasitos sonrien-tes. Un hombre joven me aborda y se presenta: es Ri-cardo, sacerdote de la Iglesia Veterocatólica. Dice ser el obispo designado que aún no ha podido ir a Utrecht para la consagración. Estuvo preso 15 meses por sus actividades religiosas y aunque le llegan nuevas ame-nazas, accede a internet con ayuda de un contacto en la embajada holandesa.

Cuando comienza la clase sobre blog dimensio-no mejor la labor catequética de Yoani. Por razones obvias, todos los ejercicios se ejecutan o!ine. El de hoy consiste en subir una imagen y pegarle un enla-ce. La sesión avanza a la velocidad con que se mueve todo en Cuba: una lentitud desesperante. Yoani se ocupa con paciencia de dos alumnos emproblema-dos que no entienden eso de “copiar y pegar”. Otros más acá no saben cómo subir una imagen. La situa-ción no puede ser más conmovedora: analfabetos cibernéticos sin computadora ni internet pero que bloguean, y una de las personas más influyentes del mundo dedicando su tiempo a esta difusión de la palabra electrónica.

Al terminar la jornada me siento a conversar con Yoani y Claudia, mientras Reinaldo atiende a una mu-chacha austriaca que llegó de visita. Yoani cuenta que un concurso mexicano —se trata del tercer premio del cuarto concurso de ensayo Caminos de la libertad, del grupo Salinas— la premió con cinco mil dólares, suma que invirtió en La Academia: memorias USB, discos, bo-lígrafos, papel, meriendas y otros gastos. Confiesa estar impresionada por la labor que la gente —incluso desco-nocidos— ha hecho en favor de la difusión de su trabajo. Le pregunto si le gustaría involucrarse directamente en la política el día que llegue la democracia a su país, buscar quizá la presidencia. Contesta con un no: ella es

mujer de letras, lo suyo es el perio-dismo, no la politiquería, y agrega que sueña con establecer una ca-fetería donde pueda disfrutarse un helado twitter o un café facebook.

Esta blogger se ha fogueado con periodistas y entrevistadores de todo el mundo, ha tenido con-tacto epistolar con Obama, sabe que el renombre internacional es su mejor arma y su escudo más eficaz. Quizá por eso sus palabras parecen más un monólogo que una conver-sación. ¿Quién es su interlocutor? Yoani habla sobre sí misma, pare-ce ensimismada. Ya dejó de añadir amigos a su Facebook. Ahora sólo tiene admiradores, y algunos piden incluso que le concedan el Premio Nobel de la Paz. Ella insiste en descentrar la atención de su figu-ra y observar al conjunto de blog-gers. Generación Y enlista algunas sugerencias en tono de precepto: “Evitar el personalismo o el culto a un solo blogger emblemático. To-mar la blogósfera alternativa como un fenómeno en el que participa un número creciente de cubanos. ¡No repitamos en el mundo virtual las adoraciones a individuos que tanto daño nos han hecho en la realidad!”. Suena bien, pero la inercia misma de la fama, la devoción de sus ami-gos y la insistencia en su propio ta-lento la contradicen. Como toda estrella, Yoani necesita brillar para autojustificarse.

A media tarde bajo al piso 13 tentando a la mala suerte. Salgo del edificio a la caza de espías y de agen-tes. Nadie. Ansío que alguno me siga o me confronte. Nada. Busco cámaras escondidas alrededor del edifi-cio. Tampoco las encuentro. Reina una paz aparente, la misma de los últimos 50 años. Pienso entonces en el valiente esfuerzo de los bloggers de La Habana por con-quistar su libertad personal. Su lucha evoca la carta que Víctor Hugo envió en 1870 a un grupo de empleadas de la fábrica de puros Partagás: “Siempre tuve por religión la contemplación de la esperanza. Poseer por intuición el porvenir, eso es suficiente para el vencido. Ver hoy lo que el mundo verá mañana es una alegría. En un instante preciso, como quiera que sea lo sombrío del momento presente, la justicia, la verdad y la libertad surgirán, y ha-rán su espléndida entrada en el horizonte”. 1 M

Florencia. Enero, 2010.

(1) TRADUCCIÓN “RÁPIDA” DE ZOÉ VALDÉS (CF. ZOEVALDES.NET,

ENTRADA DEL 18 DE ENERO 2010).