unidad 5. aprendizaje y memoria, conceptos, categorias y sistemas neurales

Funciones intelectivas,volitivas y emotivasDr. Leon Marco Vinicio Martinez Vazquez

Funciones intelectivas,volitivas y emotivas

Aprendizaje y memoria procesos cerebrales ligados que originan cambios adaptativos en la conducta.

La estabilización de los cambios neurales que tienen lugar tras el aprendizaje permiten la consolidación de las memorias y su mantenimiento a largo plazo.

Cuando aprendemos podemos utilizar de forma interactiva dos tipos de estrategias cognitivas.


1. Una se basa en la repetición del entrenamiento y da lugar a la memoria implícita. Una memoria de hábitos. Inconsciente. Rígida. Difícilmente se expresa en situaciones diferentes a la

original.

Radica en las regiones cerebrales que procesan información sensoperceptiva, motora y emocional, como; La neocorteza. El neoestriado. El cerebelo. La amígdala.


2. La otra es relacional y origina la memoria explícita o declarativa, una memoria consciente y flexible que puede expresarse en situaciones y contextos variados.

Es dependiente del sistema hipocampal y se basa en información distribuida en amplias regiones cerebrales.

La llamada ‘memoria de trabajo’ es en realidad un sistema de cognición ejecutiva basado en interacciones entre la corteza prefrontal y otras regiones cerebrales.


La evocación de las memorias complejas generalmente consiste en un proceso activo de reconstrucción del pasado que incluye las nuevas experiencias del sujeto que recuerda.

La reactivación de las viejas memorias puede iniciar procesos genuinos de reconsolidación o extinción.

El olvido podría depender de: Alteraciones en los circuitos neurales que almacenan la

información. También de procesos activos que dificultan la

consolidación o impiden la expresión de las memorias.


Naturaleza del aprendizaje y la memoria

Aprendizaje proceso por el que los organismos modifican su conducta para adaptarse a las condiciones cambiantes e impredecibles del medio que los rodea.


Junto a las fuerzas selectivas de la evolución, el aprendizaje constituye el modo principal de adaptación de los seres vivos.

Cuanto más cambiante es el entorno más plástica debe ser la conducta, por lo que los organismos que viven en medios diferentes presentan también grados diferentes de plasticidad conductual.


Esta plasticidad refleja y caracteriza a las neuronas y al sistema nervioso de los organismos. Cuanta más plasticidad tiene su sistema nervioso más posibilidades de aprendizaje tiene un animal.

El aprendizaje puede considerarse como un cambio en el sistema nervioso que resulta de la experiencia y que origina cambios duraderos en la conducta de los organismos.


Lo que aprendemos es almacenado en nuestro cerebro y constituye la ‘memoria’. La memoria es siempre inferida del comportamiento.

No hay aprendizaje sin memoria ni memoria sin aprendizaje, aunque este último sea de naturaleza elemental.


Están además presentes en muchos otros procesos cerebrales, como la percepción sensorial, las emociones o el lenguaje, por lo cual las dificultades para referirse a alguno de ellos con independencia del otro o para discernir su presencia o participación específica en una función cerebral o conductual.

La memoria da a nuestras vidas un sentido de continuidad.


Plasticidad sináptica y dinámica temporal de la memoria

Ramón y Cajal, en 1894, fue el primero en proponer la plasticidad en el número y fuerza de las conexiones neuronales como la base física del aprendizaje y el soporte de la memoria.

En 1949, el psicobiólogo canadiense Donald Hebb propuso la plasticidad asociativa como el mecanismo por el que la coincidencia de actividad pre y postsináptica podría modificar las conexiones neurales en determinadas estructuras del cerebro.


Inicio y mantenimiento de la plasticidad sináptica. La parte superior de cada ilustración, en color naranja, corresponde a la neurona presináptica, y la parte inferior, en color azul, corresponde a la neurona en fase postsináptica (figura 32.1).


Cognitivamente, el proceso de formación de la memoria incluye al menos dos estadios o etapas subsecuentes:

La memoria a corto plazo. (MCP) La memoria a largo plazo. (MLP)

MCP es un sistema para almacenar una cantidad limitada de información (generalmente menos de una docena de dígitos) durante un corto período de tiempo. Es una memoria inmediata para los estímulos que acaban de ser percibidos.


Es frágil y transitoria que enseguida se desvanece y resulta muy vulnerable a cualquier tipo de interferencias.

MCP se basa en actividad o cambios efímeros, eléctricos o moleculares, en las redes neurales que procesan la información.


Si como consecuencia de la repetición de la experiencia los cambios neurales de la memoria a corto plazo persisten, pueden activar la maquinaria molecular anteriormente descrita, dando lugar a los cambios sinápticos estructurales que constituyen el soporte físico del siguiente estadio, denominado ‘memoria a largo plazo’.

MLP es un sistema para almacenar una gran cantidad de información durante un tiempo indefinido.


MLP, es estable y duradera, muy poco vulnerable a las interferencias. Recordamos permanentemente el lugar en que vivimos, la lengua que hablamos, los conocimientos necesarios para ejercer nuestra profesión y muchos de los acontecimientos de nuestra vida pasada.


Aprender es siempre un intento de almacenar información en nuestro sistema de MLP.

El proceso gradual por el que la reiteración de la MCP produce los cambios neurales que originan la MLP se denomina ‘consolidación de la memoria’.


La evocación de la información almacenada y el paso del tiempo suelen conferir a las memorias grados crecientes de estabilidad.

Una forma de interferir la MCP y de evitar con ello su consolidación consiste en administrar descargas electroconvulsivas a los sujetos.


Se ha observado que los pacientes que reciben regularmente terapia electroconvulsiva para aliviar sus síntomas depresivos recuerdan peor los programas de televisión que vieron recientemente que los que vieron hace más tiempo.

Es como si la descarga ‘borrase’ la experiencia precedente alterando los mecanismos de plasticidad sináptica que hacen posible la formación de las memorias.


Categorías y sistemas del aprendizaje y la memoria

La expresión de la memoria, de lo aprendido, son los recuerdos. Éstos, como la memoria misma, pueden ser implícitos o explícitos.

La memoria implícita está formada por los recuerdos inconscientes en que se basan nuestros hábitos perceptivos y motores. Su expresión es en gran medida automática y difícil de verbalizar.


Memoria fiel, rígida y duradera, que se adquiere gradualmente y se perfecciona con la práctica.

Relacionada con formas básicas de aprendizaje como la habituación y la sensibilización, el aprendizaje perceptivo, los condicionamientos clásico e instrumental y el aprendizaje motor.

La mayoría de estos aprendizajes son filogenéticamente antiguos y están estrechamente ligados a las condiciones particulares de adaptación y supervivencia de cada especie.


La memoria implícita es la que nos permite:

Dejar de sobrecogernos cuando oímos ruidos intensos con los que ya estamos familiarizados (habituación).

Salivar ante la presencia de una comida apetitosa (condicionamiento clásico)

Comportarnos rutinariamente de forma socialmente aceptada (condicionamiento instrumental).

Reconocer inmediatamente a nuestros familiares y amigos (aprendizaje perceptivo).

Montar en bicicleta (aprendizaje motor).


Es, por tanto, el tipo de aprendizaje y memoria sobre cómo se hacen las cosas que solemos hacer.

La memoria implícita es altamente influenciable por predisposiciones biológicas congénitas, como las que permiten a determinados individuos aptitud:

Para un determinado deporte. Percepción del espacio. Habilidades musicales (percepción del tono). Habilidades lingüísticas.


La memoria explícita, son los recuerdos deliberados y conscientes que tenemos sobre nuestro conocimiento del mundo o sobre nuestras experiencias personales.

Es el almacenamiento cerebral de hechos (memoria semántica).

Es el almacenamiento cerebral de eventos (memoria episódica).

Se expresa conscientemente y es fácil de declarar verbalmente o por escrito, lo que le ha valido también, en humanos, el nombre de memoria declarativa.


La memoria explicita se adquiere en uno o pocos ensayos y tiene como destacada particularidad poder expresarse en situaciones y modos diferentes a los del aprendizaje original, es decir, es una memoria de expresión flexible, promiscua y cambiante.

Memoria correspondiente al aprendizaje relacional, una forma evolucionada de aprendizaje que nos permite comparar y adquirir información sobre gentes, lugares, cosas y circunstancias complejas, utilizando más de una modalidad sensorial.


Gracias a esta memoria sabemos, por ejemplo, quién fue Ramón y Cajal, qué es un leucocito, cuando hay que hacer la declaración de la renta o dónde vive un amigo (memoria semántica).

Nos permite recordar las jugadas de gol de un partido o lo que hemos hecho durante todo el día (memoria episódica).

Es el aprendizaje y la memoria sobre acontecimientos, hechos e información general.


Las memorias implícita y explícita (tabla 32.I) no son siempre independientes una de la otra.


En los organismos superiores se observa una considerable influencia mutua. Los recuerdos o conductas inconscientes (implícitas) pueden ser modulados y modificados por la memoria consciente (explícita) y los recuerdos explícitos suelen tener muchos componentes de memoria implícita.

Muchos tipos de aprendizaje y memoria comienzan siendo conscientes y explícitos para acabar convirtiéndose, con la evocación o práctica repetida de su contenido, en pura conducta o memoria implícita.


Cuando aprendemos a escribir a máquina, a nadar o a conducir un coche, nuestra conducta es consciente y explícita, pero con la práctica se automatiza y se convierte en una rutina inconsciente.

Hay tareas complejas que pueden aprenderse tanto de forma implícita como explícita, requiriendo cada una de ellas regiones cerebrales diferentes y originando memorias con propiedades también diferentes, pero lo más frecuente es que ambos tipos de memoria interactúen y se apoyen.


Aprendizaje no asociativo: habituación y sensibilización

Las formas más elementales de plasticidad conductual tienen carácter no asociativo, es decir, no requieren ningún tipo de asociación entre estímulos o entre estímulos y respuestas del entorno del organismo. Estas formas son la habituación y la sensibilización.


La habituación es el proceso por el que una respuesta refleja disminuye (pierde intensidad) ante la presentación repetida de un estímulo inocuo, es decir, de un estímulo que no daña la integridad física o funcional del organismo.


Habituarse es aprender a ignorar estímulos irrelevantes.

Es la capacidad que permite a los habitantes de las ciudades olvidarse del ruido de los coches y a los cirujanos concentrarse en la minuciosidad de su trabajo.

La habituación es la forma de aprendizaje más generalizada que existe en la naturaleza y en la vida cotidiana.


Aprendizaje perceptivo

El aprendizaje perceptivo es el que nos permite reconocer de inmediato estímulos anteriormente experimentados. Gracias a él identificamos personas, objetos y situaciones familiares. Los humanos somos seres especialmente facultados para aprender a identificar rostros y voces particulares.

Este tipo de aprendizaje parece tener lugar en los propios sistemas perceptivos de nuestro cerebro, particularmente en las regiones corticales.


Condicionamiento clásico

El condicionamiento clásico, originalmente descrito por Iván Pavlov, es una forma de aprendizaje que implica una asociación entre dos estímulos. En el paradigma original la administración de comida directamente en la boca de un perro (estímulo incondicionado, EI) hace que éste salive de manera refleja (respuesta incondicionada, RI).


El condicionamiento clásico, además de requerir las áreas cerebrales implicadas en la percepción de los estímulos, precisa también conexiones neurales que podrían radicar en regiones cerebrales tan diversas como la amígdala, el tálamo, el cerebelo o el tronco del encéfalo. Ello ha sido puesto de manifiesto en el estudio de diversos modelos experimentales de este tipo de condicionamiento en humanos y animales. En mamíferos, el condicionamiento clásico tiene particular relevancia en relación con la conducta emocional.


Mediante electrodos intracraneales, de dichos núcleos talámicos constituye un estímulo incondicionado tan efectivo como la propia descarga eléctrica en las patas del animal (figura 32.2).


Aprendizaje interoceptivo Otro tipo particular de condicionamiento clásico

es el denominado ‘aprendizaje interoceptivo’ (también llamado ‘condicionamiento aversivo gustativo’ o ‘toxifobia’) que tiene lugar en mamíferos.

Cuando una persona ingiere una comida en mal estado, capaz de generar indigestión con mareos, vómitos o malestar general de origen gastrointestinal, puede ocurrir que los estímulos asociados a esa comida (principalmente su gusto o sabor) generen en lo sucesivo aversión y rechazo.


Este fenómeno, descrito originalmente por García en 1955, suele establecerse experimentalmente en las ratas haciendo que el animal reciba junto con la comida una infusión de cloruro de litio capaz de producir las sensaciones de malestar gastrointestinal que hacen que, en lo sucesivo, rechace esa comida.

En ratas y humanos una única experiencia o ensayo suele ser suficiente para que se establezca el condicionamiento, tal como ocurre también en el aprendizaje de ciertas respuestas emocionales.


Además, este aprendizaje presenta una fuerte predeterminación biológica, pues tan sólo los estímulos de naturaleza química relacionados con el gusto y sabor parecen asociables a las respuestas viscerales gastrointestinales.

La textura, la visión o el contexto ambiental de la comida tienen escasa capacidad para establecer el condicionamiento. Incluso el olfato parece tener mucha menos capacidad que el gusto para lograr la asociación.


Obviamente, el aprendizaje interoceptivo protege a los animales frente a la ingestión de venenos o comidas en mal estado.

En humanos puede servir como una forma inconsciente de selección de dietas adecuadas, pero también puede originar problemas, como el rechazo a determinadas comidas que se ha observado en pacientes cancerosos que asocian su dieta (e incluso el contexto ambiental de la misma) al malestar de origen visceral que generalmente produce la quimioterapia a que son sometidos.


Condicionamiento instrumental El condicionamiento instrumental o

‘condicionamiento operante’, es una forma de aprendizaje que implica la asociación entre una conducta y un refuerzo. Un refuerzo es un estímulo generalmente agradable o placentero que aumenta la probabilidad de ocurrencia de la conducta a la que sigue.


Lo que el sujeto aprende en el condicionamiento instrumental es que en una situación particular una determinada conducta tendrá consecuencias positivas.

El psicólogo americano Thorndike fue el primero en proponerlo como una teoría científica (la ley del efecto) pero el paradigma típico es el del también psicólogo americano Skinner:

una rata hambrienta presiona una palanca del interior de una jaula (respuesta instrumental) para obtener bolas de comida (refuerzo).


Otro ejemplo de este tipo de condicionamiento es la evitación activa, por la que los animales aprenden a moverse y cambiar de lugar para evitar una pequeña descarga eléctrica en sus patas

Aprendizaje de evitación activa. En este modo dual de aprendizaje y memoria implícita, la rata aprende que un tono (EC) predice la inminente llegada de una descarga eléctrica moderada en sus patas (EI), es decir, un condicionamiento clásico o pavloviano. Asimismo, aprende que puede evitar esa descarga si al oír el tono salta inmediatamente al otro lado de la jaula, un condicionamiento instrumental, también llamado ‘operante’.


Aprendizaje motor

Una gran parte de la conducta de los organismos es motora. En los animales superiores, aunque se conservan algunos patrones de conducta motora innata, este tipo de conducta es mayoritariamente aprendida. La mayor parte de nuestra actividad, como andar, comer, conducir un vehículo, nadar, escribir e incluso hablar o gesticular, es básicamente motora.


Las conductas motoras se adquieren y perfeccionan con la práctica. Inicialmente, los movimientos suelen ser voluntarios, conscientes y torpes. Con la práctica estas conductas acaban siendo automáticas, inconscientes y precisas.

El aprendizaje motor constituye una buena parte del aprendizaje asociativo entre estímulos y respuestas.


Predisposiciones biológicas de la memoria implícita

En la mayoría de los organismos existen predisposiciones biológicas, de naturaleza genética y epigenética, que facilitan determinado tipo de asociaciones haciendo otras muy difíciles o incluso imposibles.

Prácticamente todas las formas de aprendizaje que dan lugar a memoria implícita están condicionadas por grados más o menos específicos de plasticidad del sistema nervioso.


Hay abundantes y claros ejemplos en numerosas especies. Las abejas son animales especialmente capaces de establecer asociaciones con colores y olores; los pájaros que anidan tienen una excelente memoria espacial; las ratas son animales bien adaptados al aprendizaje de laberintos;

los primates han desarrollado habilidades especiales para el aprendizaje de naturaleza social; y, entre estos últimos, los humanos somos especialmente capaces de reconocer voces y rostros.


Estas predisposiciones indican que no todos los refuerzos son igualmente útiles para condicionar cualquier tipo de conducta en cualquier especie.

La eficacia de un refuerzo depende, en cada especie, de la naturaleza de la respuesta que ha de aprenderse.

En el caso del condicionamiento clásico ya vimos el alto grado de selectividad y eficacia que presenta el aprendizaje interoceptivo para aquellos estímulos como el gusto o el sabor que son los únicos fácilmente asociables, en un único ensayo, al malestar gastrointestinal.


En humanos, la experiencia demuestra también que las predisposiciones biológicas se manifiestan incluso como diferencias sexuales y también individuales.

En general, el proceso evolutivo ha potenciado la plasticidad neural más conveniente a cada especie y entorno específico, por lo que cada organismo está especialmente dotado para aprender aquellas conductas que, en su especie, tienen mayor valor adaptativo.


Ni que decir tiene que en los humanos son también muy importantes las predisposiciones de origen social. Un buen docente no debería menospreciar ninguna de ellas, ni las predisposiciones adquiridas ni las congénitas.


Aprendizaje relacional y memoria explícita

El aprendizaje relacional es una forma evolucionada de adaptación al medio que se basa en evaluaciones, comparaciones e inferencias conscientes entre informaciones diversas. Requiere, por tanto, interacciones complejas entre las diferentes zonas de procesamiento cerebral de información, especialmente entre la neocorteza y el denominado ‘lóbulo temporal medial’.


Este último incluye la formación o el sistema hipocampal (hipocampo propiamente dicho, circunvolución dentada, subículo y corteza entorrinal) y las cortezas parahipocampal y perirrinal adyacentes (figura 32.6).


Recordemos que, en humanos, el aprendizaje relacional da lugar a la memoria explícita o declarativa, un tipo de memoria deliberada y consciente cuyas características precisas han sido puestas de manifiesto a partir del análisis de la amnesia que presentan los pacientes que han sufrido determinados daños cerebrales.

En animales, el aprendizaje relacional origina un tipo de memoria similar que, obviamente, no puede ser declarada, y que podemos denominar ‘memoria relacional’.


De este modo, las expresiones memoria explícita, memoria declarativa y memoria relacional vienen a resultar equivalentes. Revisaremos a continuación algunos de los hallazgos clínicos y experimentales relevantes que han permitido discernir la naturaleza de este tipo de aprendizaje y memoria.


Amnesia y memoria declarativa.

En el año 1957 Scoville y Milner, en Canadá, informaron del caso de un paciente que revolucionó los estudios de la memoria. Conocido como H.M., había sufrido ataques epilépticos desde los 16 años.

Utilidad terapéutica del condicionamiento

El conocimiento de las leyes que rigen la adquisición de las diferentes formas de condicionamiento ha permitido desarrollar técnicas de modificación de conducta útiles para el tratamiento de anomalías conductuales y fisiológicas como los miedos y fobias, el estrés o incluso la adicción a algunas drogas.

Entre los procedimientos psicoterapéuticos derivados total o parcialmente de los condicionamientos clásico o instrumental destacan la ‘inundación’, y la desensibilización sistemática.


La inundación (flooding) es un procedimiento para tratar miedos intensos o fobias mediante la extinción de la respuesta condicionada. Si asumimos que un miedo patológico, como el que algunas personas tienen a subir en un ascensor, se originó por la asociación entre el ascensor (estímulo condicionado) y alguna experiencia desagradable relacionada con éste, como, por ejemplo, una caída brusca por avería o la incapacidad de abrir las puertas durante un largo rato (estímulo incondicionado).


¿Por qué no pensar que ese miedo puede extinguirse de una forma también natural cuando la persona tenga la oportunidad de experienciar varias veces el estímulo condicionado sin la presencia del incondicionado?

Es decir, si conseguimos, aunque sea forzadamente, que la persona pase algunos ratos en el ascensor, su miedo se extinguiría y la fobia podría desaparecer. La práctica ha demostrado que esta técnica, aunque inicialmente incrementa el miedo, puede acabar por reducirlo e incluso eliminarlo.


La desensibilización sistemática es una técnica alternativa que produce menos estrés.

Se trata de una especie de contracondicionamiento en el que en lugar de eliminar la respuesta condicionada por extinción lo que se hace es condicionar una nueva respuesta incompatible con la que se quiere eliminar.


En el caso del miedo la respuesta incompatible a condicionar suele ser relajación. El paciente identifica las fuentes del miedo que padece y elabora con el terapeuta una lista de situaciones imaginarias que suponen una aproximación sucesiva a las fuentes originales del miedo.

Si, por ejemplo, es miedo a viajar en avión, la lista podría comenzar por imaginar que se toma un taxi para ir al aeropuerto y podría terminar cuando el avión despega con el paciente en su asiento.


Después éste es entrenado a relajarse profundamente, incluso con la ayuda de fármacos ansiolíticos. Cuando tras varias sesiones el paciente ha aprendido a relajarse, el terapeuta le induce a hacerlo y, a continuación, le hace imaginar la situación inicial de la lista previamente elaborada.

Cuando comprueba que el paciente es capaz de imaginar esa situación sin mostrar signos de miedo, le hace imaginar la situación siguiente y las sucesivas hasta que aparecen esos signos.


De este modo el paciente puede llegar al final de la lista sin experienciar miedo y su fobia desaparece.

Por último, las propiedades del aprendizaje interoceptivo han sido también utilizadas para el tratamiento del alcoholismo crónico. En este caso, los pacientes aprenden a asociar los olores y sabores de las bebidas alcohólicas con el malestar gastrointestinal (vómitos, mareos) que le produce la inyección de algún agente emético, como la apomorfina.


Se espera entonces que el paciente genere aversión a esas bebidas del mismo modo que los pacientes cancerosos llegan a aborrecer comidas asociadas al malestar del mismo tipo que, como decíamos, genera la quimioterapia.

Conclusiones

Aprendizaje y memoria son dos procesos cerebrales estrechamente ligados que originan cambios adaptativos en el comportamiento de los organismos. Cuando aprendemos podemos utilizar al menos dos tipos de estrategias cognitivas.

Una de ellas da lugar a la memoria implícita, un tipo de memoria inconsciente y rígida, que difícilmente se expresa en situaciones diferentes a la original.

Conclusiones

Es una memoria de hábitos que radica en las mismas regiones cerebrales que procesan la información sensorial y motora, principalmente la neocorteza y los núcleos subcorticales.

La otra estrategia cognitiva origina la memoria explícita o declarativa, una memoria consciente y flexible que puede expresarse en situaciones y contextos variados y que depende del hipocampo.

Conclusiones

Algunos investigadores creen que el sistema hipocampal está implicado en todas las tareas y tipos de aprendizaje y memoria, es decir, que virtualmente todas las experiencias forman una representación hipocampal, pero son las condiciones experimentales o de la situación las que determinan si esa representación es crítica o no para guiar la ejecución de la memoria (el recuerdo).

Conclusiones

Cuando el hipocampo interviene el aprendizaje implica comparaciones y posibilidad de generalizar a otras situaciones equivalentes el conocimiento adquirido (memoria explícita) pero, en caso contrario, las asociaciones que se establecen tienen un carácter más rígido y automático (memoria implícita).

Conclusiones

De este modo, cuando nos enfrentamos a una situación de aprendizaje el problema de fondo no es caracterizar la tarea aprendida, es decir, si es o no espacial, sucesiva o simultánea, etc., sino discernir la estrategia representacional o cognitiva que guía nuestra conducta.

Conclusiones

Esta estrategia depende de nuestros hábitos cognitivos, del contexto en que nos hallamos y de las instrucciones que recibimos o que nos damos a nosotros mismos para aprender la tarea.

Hay instrucciones que, incitando a la comparación y el contraste (aprendizaje relacional), originan memorias explícitas, mientras que otras nos llevan a un tipo de aprendizaje más automático y a formas de memoria implícita.

Conclusiones

Es importante, por tanto, saber que incluso pequeños cambios en los estímulos o paradigmas experimentales pueden modificar las estrategias cognitivas o representacionales y hacer que el aprendizaje deje de depender del hipocampo y genere una memoria más rígida.

Un tipo particular de memoria explícita es la memoria de trabajo, en realidad un sistema de cognición ejecutiva necesario para el razonamiento y la toma de decisiones.

Conclusiones

La cognición ejecutiva depende de la corteza prefrontal, región del cerebro implicada en los aspectos temporales y en la sintaxis (composición coherente) de los episodios de la memoria.

Mediante su acceso a las regiones que almacenan información, la corteza prefrontal procesa los aspectos secuenciales del aprendizaje relacional y de la evocación de los recuerdos.

Conclusiones

El recuerdo puede ser automático e inmediato o consistir en un proceso cognitivo activo que implica al nuevo conocimiento y experiencias del sujeto que recuerda.

Conclusiones

La evocación de una experiencia puede desencadenar procesos genuinos de reconsolidación o extinción capaces de modificar el almacenamiento o la expresión de la memoria de esa experiencia.

El olvido puede consistir en alteraciones en los circuitos neurales que sustentan la memoria o en procesos mentales activos que inhiben la evocación de los recuerdos.

Bibliografía recomendada

Eichenbaun H. Neurociencia cognitiva de la memoria. Barcelona: Ariel; 2004.

Morgado Bernal I. Psicobiología del aprendizaje y la memoria: fundamentos y aproximaciones recientes. Rev Neurol 2005; 40: 289-97.

Rosenzweig MR, Breedlove SM,Watson NV. Psicobiología. Una introducción a la neurociencia conductual y cognitiva. 2 ed. Barcelona: Ariel; 2005.

unidad 5. aprendizaje y memoria, conceptos, categorias y sistemas neurales

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